El documento presenta una historia sobre cómo los gritos y la ira se propagan de una persona a otra como en un círculo. Este círculo se interrumpe cuando la madre del médico responde con calma, comprensión y cariño en lugar de enojo. El documento argumenta que las emociones están influenciadas por los demás pero también podemos controlar nuestras propias reacciones. Propone un método de "anclaje" para asociar estímulos positivos con emociones y así evitar reacciones negativas.
1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 14, junio 2007
Foto:Baharri http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“El dueño de una empresa gritó al
administrador, porque los resultados no eran
los previstos. El administrador llegó a su casa
y gritó a su esposa, acusándola de gastar
demasiado, al verla con un vestido nuevo. La
esposa gritó a la empleada porque rompió un
plato. La empleada dio un puntapié al perro
porque la hizo tropezar. El perro salió
corriendo y mordió a una señora que pasaba
por la vereda, porque obstaculizaba su salida
por la puerta. Esa señora fue al hospital a
vacunarse contra la rabia y gritó al joven
médico porque le dolió cuando le aplicó la
vacuna. El joven médico llegó a su casa y gritó
a su madre, porque la comida no era de su
agrado. La madre le acarició los cabellos
diciéndole:
-Hijo querido, mañana te haré tu comida
favorita. Tú trabajas mucho. Estás cansado y
necesitas de una buena noche de sueño. Voy a
cambiar las sábanas de tu cama por otras bien
limpias y perfumadas para que descanses con
tranquilidad. Mañana te sentirás mejor...
Luego abandonó la habitación, dejándolo sólo
con sus pensamientos... En ese momento, se
interrumpió el círculo del enojo, porque chocó
con la tolerancia, con el respeto y el perdón”.
(Autor desconocido)
Nuestras reacciones emocionales son
influidas por la presión de las circunstancias,
que en gran medida están compuestas por el
comportamiento de los demás hacia
nosotros. Y como nosotros somos los demás
para los demás, ellos también reaccionan
ante nuestras conductas. Entramos así en
una compartida y contagiosa rueda
emocional. La salida no está en el exterior
sino en el interior de cada persona; en
nuestra capacidad de realizar un acto interno
tan imperceptible como importante: cambiar
la asociación situación–respuesta, cuando
no es constructiva.
¿Quiénes pueden actuar como la madre
del relato, frenando el giro emocional
negativo y activando el positivo? Aquellos
que son capaces de reír en medio de la
penuria económica, de calmarse ante los
problemas, y de no ofenderse por la crítica.
No son locos, los locos son quienes no han
aprendido –aún- a dominar sus emociones.
Pruebe esta técnica de anclaje, basada en
Ivan Pavlov: 1) Cuando experimente una
fuerte emoción positiva, que quiera “atrapar”
y revivir en el futuro, 2) elija un estímulo que
forme parte de la situación -imagen, música,
palabra, gesto, olor, sabor, sensación, etc.- y
3) prescinda de todo y concéntrese en
asociar dicho estímulo con la emoción,
mientras la siente con la máxima intensidad.
4) Una vez no basta, repita el proceso varias
veces seguidas, muy rápido, para fortalecer
la conexión entre emoción y estímulo. 5) En
el futuro, para evitar que hechos o conductas
ajenas le arrastren hacia emociones
negativas, recuerde su imagen, música,
palabra o repita su gesto o sensación.
Activará la nueva conexión y volverá a sentir
la emoción controlada.
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