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Soulbound.
José Javier Fabila Gutiérrez.
Hace tiempo atrás conocí a Víctor, era un anciano que vivía en soledad, un
hombre más que caería en mis manos, su tiempo estaba por expirar,
vigilaba a Víctor en sus últimos días, su casa tenía ese olor a
desesperanza, pena y dolor, cada mañana era rutinaria para Víctor, se
levantaba a las 6:45 de la mañana, lavaba sus dientes, se daba una ducha y
después bajaba a desayunar, era un hombre bastante correcto, formal y
muy educado, las fotos que adornaban la casa parecían estar vacías pues
con frecuencia lo veía pasar de largo sin ni siquiera verlas un momento,
Víctor era un típico caso de ausencia de vivir, a gritos su alma me pedía
que fuera por él, pero las reglas eran reglas y no podía llevarme a Víctor
antes de tiempo. Una mañana como las otras, regrese a casa de Víctor
parecía que hablaba con alguien, mi sorpresa fue grande al verlo a él con
ella, fue un instante y después ella se marchó, mi curiosidad salto por los
cielos, entonces entendí que Víctor tenía algo que había visto antes, en ese
momento no podía dejar de pensar en porque era diferente. Aquella
noche el cenaba con velas, pues una tormenta había cortado toda luz
eléctrica, contra todo reglamento, me hice presente ante él, quien de
inmediato cayó de espaldas por tan inmensa sorpresa, me miro con tal
asombro que retrocedía cada que yo me agigantaba frente a él, una
sombra inmensa frente a Víctor apago toda luz de vela que había en la
casa, cuando todo estaba en silencio, Víctor encendió un fosforo y con
temor trato de alumbrarme, cuando me vio por completo se levantó
lentamente, con las manos temblando y con el constante sonido de su
garganta tragando saliva, me presente como se debe, pues estaba ante
alguien respetuoso.
– Me disculpo señor Víctor por irrumpir en su hogar.
El quedo sin habla, solo paseaba sus ojos de arriba para abajo.
- Podría tomar asiento si no le molesta – lo invite a sentarse y el solo se
quedaba quieto como estatua, tan intranquilo y sin confiar en mí, hice una
ligera seña para que tomara asiento, esta vez entendió y con poca rapidez
se sentó sin dejar de mirarme ni por un segundo, no parpadeaba nunca.
- ¿Q- Quien eres tú? – pregunto tartamudeando como un niño pequeño.
– Eso es más que obvio señor Víctor, dejemos este protocolo de
presentación, he venido aquí por una razón y solo una… Usted.
Para Víctor esto no era posible y seguía en shock, aun no asimilaba nada.
– Si se pregunta porque a usted lo busco, es simple, el tiempo se acaba
para usted señor Víctor, soy alguien que ama y respeta su trabajo señor
Víctor, pero en esta ocasión hay algo que me intriga.
- ¿Qué puede intrigarle que provenga de mí? Solo soy un viejo.
– Se equivoca, me gustaría saber ¿cuánto tiempo lleva charlando con su
hija señor Víctor?
El hombre se quedó sin habla y tardo en responderme algunos segundos.
– ¿Vienes a castigarme?
- No Víctor ya te lo dije, vengo por ti, tu tiempo se acaba en 3 días, pero
soy alguien que le agrada ver como las personas aún se aferran a alguien
o algo.
– ¿Que me quieres decir con eso?
- A través de mi jornada interminable me encontré con gente como tú, que
no perdía ese brilloso destello, ellos vivieron hasta que ese destello fue
conservado por alguien o algo.
– ¿Crees que me aferro a mi hija? Que no estoy listo para marcharme.
– ¿No es así? Si no es a tu hija ¿a qué te aferras?
- esta conversación va alguna parte.
- ¿Quieres vivir Víctor?
- ¿Qué pregunta es esa?
- ¿Quieres o no? – Víctor se quedó pensando unos largos segundos, me
miraba con asombro e incredulidad, también se mordía el labio y sus
manos no dejaban de estar inquietas, hasta que respondió.
– Quiero vivir.
En ese momento me convertí en el villano que todos dicen que soy, a
través de mi largo camino, conocí a personas como Víctor, personas que
se atan al mundo terrenal, por amor a otra persona, por amor a alguna
tarea, por odio, venganza, en todos ellos existe un brillo que los destaca de
entre todos, estos son pocos porque son solitarios, son difíciles de recoger
porque no puedo interceder a causa de ese brillo, al amar mi trabajo me
vuelvo un villano por cumplirlo, es por eso que nadie lo hace mejor que
yo, porque solo yo puedo ser el villano para ser un bien mayor, nadie
escapa de su tiempo y para nadie hay excepciones, para llevar gente como
Víctor existe una forma, que me entrega a voluntad su vida, ósea que
renuncie a ella. No podía irse si el aún seguía atado a este mundo, la única
forma de que renunciara a su vida en el mundo terrenal, era que las
ataduras se rompan, entonces me convertí en lo que hace falta, un villano.
– ¿Estás dispuesto hacer un trato conmigo?
- Esta bien, ¿Cuál es el trato?
Para cada individuo como Víctor, un trato es la mejor forma de que
renuncie a su vida, hago tratos basándome en su atadura.
– Antes dime cuál es tu historia.
– ¿Mi historia? – Pregunto Víctor.
– Si, dime porque un anciano vive solo, con fotografías empolvadas y sin
vida, porque nadie te viste o porque no hay una esposa.
– La hubo, hace un tiempo.
– A eso me refiero, continua.
Víctor se quedó algo inerte, parecía que no era el tema favorito pero era
necesario para mi conocer todo acerca de él, aun así comenzó a contarme.
– Yo vivía con mi esposa y mis dos hijos, Gabriel y Lucí, este era nuestro
hogar, vivíamos como una familia normal, yo trabajaba 8 horas en el
laboratorio, mi esposa trabajaba 8 horas también en su oficina, los niños
asistían a la escuela, no había nada anormal, pero la vida es difícil,
cometes errores y esos errores te persiguen el resto de tus días, mi hijo
tenía practica de futbol, tenía 14, mi esposa, mi hija y yo regresábamos de
una reunión familiar, bebí un poco unos tragos, mi esposa y yo
discutíamos, el camión tenía sus luces apagadas, no lo vi, después no
recuerdo más, mi esposa murió abrazando a mi hija, cuando regresamos
los padres de mi esposa me culpaban a mí por ir ebrio, no recuerdo
porque no pare de pelear… tal vez es mejor no recordar.
Por un momento Víctor se quedó en silencio, solo veía sus lágrimas brotar
y recorrer sus mejillas, el labio temblando y la mirada abajo, la clara señal
de un hombre que cometió un pecado que no planeaba cometer.
– La muerte de tu hija y tu esposa te atan, eso es comprensible.
– No, la muerte de ellas no, es mi hijo quien me ata, después de ese día, me
odio, me culpo por todo y me grito; “porque no moriste tu” tal vez debí
morir yo.
La historia de Víctor no era la única con dolor y pena, incluso me topé con
peores, pero su hija es quien en verdad me intrigaba, algo pasaba con ella,
en tanto a Víctor el contrato estaba más que preparado.
– te ofrezco esto, si logras arreglar las cosas con tu hijo en 3 días te daré el
tiempo que tú me pidas vivir, pero si no, debes renunciar a vivir.
Víctor quedo en pausa por un momento, tal vez analizaba todo el terreno,
pero él quería intentar solucionar las cosas, en su mirada aun creía que
podía lograrlo.
– Acepto. – titubeo un poco pero acepto, puse sobre la mesa el contrato,
donde se estipulaba todo, Víctor sostuvo con temblores la pluma que le di,
se quedaba viendo el contrato y después a mí, entonces firmo y volteo
para otra parte, en mis manos tenia estipulado la renuncia a su vida, solo
era cuestión de tiempo, un poco de tiempo para llevarme a Víctor, en ese
momento sentía tener el alma del anciano en mis manos, jamás me había
ido con las manos vacías y esta no sería la expresión, yo siempre me llevo
un alma no importa si no es la que tenía en la mira, donde acecho es
seguro que habrá un descenso.
– Me gustaría saber, ¿tienes una idea de cómo empezar? – me pregunto.
– Búscalo. – respondí. Luego me marche, aquel anciano parecía haber
encontrado la fuerza para arreglar aquello que lo ataba en el contrato
conmigo, me preocupaba un poco que lograra su cometido, porque se
libraría de mí y eso no pasa jamás. Por otra parte la hija de Víctor me
parecía sospechosamente conocida, no se lo dije pero probablemente ya
debió haberlo deducido, cuando me lleve a su esposa el tiempo para ella
había sido cumplido y para el chofer del camión, quien sufrió un infarto
por su mal hábito alimenticio, su esposa murió a causa de la muerte de
ese chofer, quien embistió el auto donde viajaba Víctor y su familia, es
extraño como una decisión cambia todo, si ese hombre se alimentara de
mejor forma, el infarto no hubiera pasado, y la esposa de Víctor estaría
con él aun. Para Víctor el tiempo aun no llegaba, por eso el sobrevivió, aún
recuerdo el sonido del último aliento de su esposa, todos exhalan ese
último suspiro, el ultimo de toda su vida, en ese momento la recreación
momentánea y fugaz de su vida entera pasa como una película, luego la
decisión que cada individuo elige, vivir o morir, si nada los ata al mundo
terrenal entonces mueren, pero cuando aún se aferran, ellos deciden vivir,
tal vez su esposa no tenía ataduras y solo se dejó ir por el sonido de las
olas que chocan en la orilla de la playa más hermosa, o la suave caricia del
viento que sopla en el monte más alto, cada persona escucha lo que más
les haga feliz. La hija de Víctor por otro lado es diferente porque jamás me
la lleve conmigo, aun no comprendo cómo pudo pasarme por alto su
muerte pero esto también pasa, son aquellos que mueren cuando aún no
era su tiempo, esos no son recogidos por mí, solo quedan vagando ahí, por
eso cuando vi a Víctor hablar con ella me pareció interesante, porque
nadie habla con los muerto, a menos que los muertos hablen contigo.
Al día siguiente fui a casa de Víctor, no me hice presente, él no podía
verme, parecía elegante, preparaba la mesa, al parecer tendría una cena
con alguien, se veía inquieto, miraba cada segundo de reojo el reloj,
también constantemente suspiraba y bajaba los hombros, también se
postraba frente a las fotos y las contemplaba con gran seriedad, hablaba
como si conversaba con alguien, tal vez practicando, solo repetía una y
otra vez “como estas” con diferentes formas de voz y tonos, cuando
parecía estar a punto de un colapso nervioso, el timbre sonó, entonces el
tomo aire y lo soltó con fuerza, se dirigió a la puerta y abrió, un hombre
con un rostro serio y una mujer con un rostro totalmente diferente
estaban frente a Víctor, los invito a pasar y después les ofreció un poco de
vino, todo parecía ir normal, la cena paso con tranquilidad, no se charlaba
mucho, de vez en cuando Víctor preguntaba algo y la mujer respondía,
luego de terminar, la mujer subió al baño, el hombre se levantó y
contemplo las fotos, trataba de sonreír cada que pasaba por cada una,
Víctor también se puso de pie, escuche el sonido se su saliva siendo
tragada, el aire que entraba con rapidez en sus pulmones, y el sudor en su
frente, entonces dijo la primera palabra.
– Has crecido mucho Gabriel.
– Tengo 23 años, eso pasa. – Contesto Gabriel.
– ¿Aun juegas futbol?
– No hace tiempo no toco un campo, pero no es algo que te importe.
– Si me importa.
– ¿Enserio? Según recuerdo me esforcé por sacarte de mi vida, porque te
importaría lo que haga.
– No quiero pelear Gabriel, yo…
– Ah no quieres pelear. – Lo interrumpió Gabriel. - que estúpido lo que
dices no, porque no dijiste eso cuando manejabas ebrio y discutías con mi
madre, debiste decir que no querías pelear.
– Gabriel escúchame.
– No escucha tú, estoy aquí por Elena, me convenció de venir a decírtelo.
– ¿Decirme que? – Pregunto Víctor algo impactado.
– Seré papá.
En ese instante Víctor encendió más esas ganas de vivir, pero también
sabía que ver a su nieto sería imposible.
– Cometí un error, hijo perdóname, me has hecho falta todos estos años.
Jamás deje de cuidar de ti, te iba ver en cada partido, en aquella final
donde anotaste de cabeza y ganaron el campeonato, cuando tuviste tu
presentación sobre tu trabajo experimental, te vi cuando te dieron el
reconocimiento de primer lugar en la universidad, estuve ahí en todo
momento Gabriel, no te deje nunca.
– Me preguntaste si aún jugaba.
– Quería romper el hielo.
En ese momento los dos se miraron, pero había algo, Gabriel comenzó a
suavizarse, pero aun en su mirada, al ver a su padre, al ver a Víctor note
que no dejaba de pensar en una cosa, el mato a su madre y a su hermana.
– Pase 9 años sin ellas, aun pasare el resto de mi vida sin ellas, mi hijo no
le dirá abuela, no le dirá tía, no puedo perdonarte.
Víctor en ese momento escucho lo que jamás quiso escuchar, vi como su
mirada caía al suelo, como su alma se quebraba y escuche el aliento que
soplo, era uno de rendición, estaba listo, estaba seguro de todo, sabía que
Víctor me pertenecía ahora, pero en ese momento, aquella mujer bajo,
Gabriel miro a su padre y se marchó, la mujer miro a Víctor y le dijo.
– Aun no se rinda, él lo ama, pero las extraña.
– Me odia. – Dijo Víctor.
– No lo creo.
– Porque lo dices.
– Escuche que le dijo que estuvo ahí, en todos sus logros, eso él no lo
esperaba, eso despertó el amor que le tiene.
– Gracias.
– Sabe no tendrá abuela, ni tía, pero su abuelo es fantástico, seguro que
eso bastara para él – lo decía mientras tocaba su vientre, después la mujer
también se marchó. La casa quedo en silencio, Víctor saco una botella de
wiski y se sirvió en un vaso, luego tomo asiento y suspiro, en la penumbra
Víctor contemplaba el vacío de su hogar, el silencio, la tristeza, el sollozo,
entonces me hice presente.
– Vaya intento, casi lo logras. – le dije.
– No pensé que vendría. – respondió Víctor.
– Quieres irte ya, después de acabarte tu wiski.
– No, aun no quiero, aun me quedan dos días.
- ¿Crees lograrlo?
- Quiero intentarlo, sabes quiero preguntarte si se puede.
– Claro, dime.
- ¿Cómo fue? Hablo de mi esposa, ¿Cómo fue su muerte?
Era una pregunta extraña pero la esperaba desde que me aparecí frente
ah el por primera vez en su cocina.
– Indolora si a eso te refieres, tomo rápido su decisión, vino conmigo
como si fuéramos viejos amigos.
- ¿A dónde la llevaste?
- A donde me dijeron.
– ¿Qué lugar es ese?
– La orilla del mar.
– Eso pensé. – Víctor dio un sorbo a su bebida y veía hacia el vacío.
– Suerte. – me despedí de Víctor, cuando nos volviéramos a ver seria para
llevarlo conmigo, tal vez me ordenen llevarlo a donde su esposa. Aun
permanecí en la casa de Víctor unos minutos, lo vi sacar muchas fotos, las
veía con detalle, se reía en algunas y se entristecía con otras, luego subió,
visito la habitación de su hijo, pateo su balón, acomodo sus libros, luego la
habitación de su hija, quien la esperaba sentada, Víctor aun no sabía que
ella no debía morir, ni tampoco que jamás la recogí, no se lo diría, él no
debía saberlo. Luego me marche, para mí las emociones no tienen efecto,
nadie hace mejor mi trabajo porque nadie como yo podría ser indiferente
ante la pena de todos, el odio e incluso el amor, quien si no yo, la misma
muerte para hacer este trabajo bien hecho.
Luego de aquel día, Víctor no se encontraba en casa, sobre la mesa había
algunos papeles regados, tenían fotografías que solo había visto en
lugares como los hospitales, de repente la esposa del hijo de Víctor llego,
parecía buscarlo, como era de esperarse, la mujer encontró los papeles, en
ese instante Víctor arribo a su casa.
– No puede ser cierto. – dijo la mujer.
Entonces Víctor se dio cuenta que sabía lo de su enfermedad.
– Lo es Elena, esos papeles son de hace dos meses.
– Pero aquí dice que mañana se cumple la fecha límite.
– Lo sé, mañana expira el contrato.
– ¿De que habla?
- El de la vida Elena, mañana se acaba.
– Pero usted no parece enfermo.
– Recibí un poco de fuerza temporal.
La mujer se quedó sorprendida, comenzó a sollozar, entonces Víctor le dio
un abrazo, todo se puso tenso, ella y Víctor charlaron algunas horas,
después se marchó, pero antes ella pregunto.
– Fue a ver a Gabriel ¿no?
- No lo encontré, se iba decir, pero me arrepentí, no quiero darle lastima.
– Debe decírselo, si va morir debe irse en blanco, no deje nada pendiente.
Víctor lo pensó, pero después asintió con la cabeza. En ese momento todo
se desmoronaba, el conseguiría el perdón si le decía entonces se libraría
de mí, le ganaría a la muerte, eso era algo que no me permitiría, entonces
decidí hacer lo que era necesario, cambiar las reglas. El por otro lado
llamo a su hijo, pero no contesto, dejo un mensaje de voz y después subió
a la habitación de su hija, donde me encontró.
– ¿Qué haces aquí? – pregunto.
– Hay un cambio de reglas. – le respondí.
– ¿De qué hablas?
– Tu hija jamás debió morir.
- ¿Qué? ¿Por qué te la llevaste entonces?
- Ese es el caso, yo no la recogí, no era su tiempo, cuando mueren antes de
tiempo, no son recogidas por mí, quedan vagando, por eso ella te visita.
- ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!
Su furia era notoria, en ese momento me agigante, tome una postura
terrorífica y poderosa, una postura a la que todos temen.
– No olvides a quien te diriges, muestra respeto mortal.
Víctor bajo su ira por terror, el cuarto se convirtió en oscuridad pura, mi
hoz infundía temor y mi sombra enorme se extendió por todo el cuarto.
– Discúlpame.
Mire a Víctor con la cabeza abajo, las manos le temblaban, entonces volví
a la normalidad, todo el cuarto volvió a llenarse de luz.
– Te ofrezco una solución, si me entregas tu vida puedes cambiar de lugar
con tu hija, eso significa que tu penarías y ella se iría.
– Jamás me diste una oportunidad verdad.
– No.
- ¿Por qué no llevarme a la fuerza y listo?
- Así no funciona, no es personal hago mi trabajo.
– Nadie escapa de la muerte ¿no?, siempre pensé que era una frase
inventada por el hombre, pero veo que es hecha por ti.
– No invente la frase, pero mis acciones hicieron que el hombre lo viera de
esa manera. Soy la muerte Víctor, nadie puede hacer mejor mi trabajo.
– Nadie es tan astuta y embustera como tú.
– Exactamente.
– ¿Cuál es el bien que proporcionas?
- Aceptas el trato o no.
Víctor se quedó mudo, frustrado, enojado, se sentía engañado por mí, y no
lo niego, lo engañe, porque hago lo que debo hacer. En ese momento
Víctor me miro y suspiro profundamente, después asintió con la cabeza.
– Hecho. Toma mi mano. – le dije, después el titubeo un poco y tomo mi
mano, sintió como las fuerzas se acababan, la enfermedad hacia efecto.
– Listo, te veo por la noche. – dije, luego me marche.
El pregunto qué bien proporciono, tal vez para el no hay ningún bien, los
muertos no tienen ningún bien, pero los vivos reciben lecciones de los
muertos, algunos les enseñan a valorar las cosas, otros les muestran el
camino a la venganza, también los que enseñan a que el perdón es la
mejor solución, las decisiones que tomamos son nuestras, pero también
existen las que tomamos a causa de los muertos, un asesino que mato a un
hombre que tenía un hijo, el niño crece con una lección, nadie está seguro
en este mundo, derivada de esa lección el niño decide tomar justicia por
cuenta propia, encuentra al hombre y lo mata, el asesino causante de
malos actos por fin es asesinado evitando más muertes por mano de él no
es una solución correcta solo una solución y listo.
Ya por la noche volví, Víctor no estaba en la sala, no estaba en la cocina, ni
en el cuarto de su hija, tampoco en el de su hijo, lo encontré en su
habitación, con un traje de gala, sostenía una foto y su hija estaba aún lado
me vio pero la niña no se asustó, quedo junto a Víctor.
– Solían temerme. – dije.
– Ella dice que te vio cuando te llevabas a Martha.
– Así que tu esposa se llamaba Martha.
– Si. – Respondió Víctor.
– Porque el traje. – pregunte.
– Mañana es nuestro aniversario.
No dije nada, solo me quede en silencio, esperando a que la hora llegara.
– Llévala con ella.
– No funciona así, yo no decido.
– Dile a los que deciden que la lleven con su madre entonces.
– Entiende algo, a la muerte no se le piden favores.
– Entonces eres tan mala como lo dicen.
– Lo soy. Pero te diré algo Víctor, tu hija ya tiene destino.
Lo mire de lejos y entonces me sonrió, en mi eterna travesía junto a los
humanos nadie me había sonreído, para Víctor soy el peor de los males, el
villano más cruel que existe de eso no hay duda, su sonrisa no es porque
me quiera o porque somos amigos, es porque pudo ganarle a la muerte,
me venció, porque no se iría conmigo, se quedaría aquí aun. La hora había
llegado, Víctor comenzaba a cerrar los ojos, cuando en un instante
apareció Gabriel, corrió a donde su padre, se arrodillo en la orilla de la
cama, tomo su mano y la beso, note arrepentimiento en Gabriel, y fue el
efecto que tengo en la vida, ahí estaba un hijo recibiendo una lección de
vida, de su padre, quien moriría, entonces Víctor escucho.
– Te amo padre.
Y sin más que decir, el partió de la manera más feliz que podía, de la
manera más inesperada y junto a alguien amado. Cuando Víctor apareció
en presencia espiritual ante mí, se hizo el intercambio, tome a su hija y la
lleve a los brazos de su madre quienes disfrutaban de las olas y los
pájaros cantar, Víctor por otra parte se acercó a su hijo y tomo su hombro,
no dijo nada, solo lo contemplo, aun seguiría viendo los logros de su hijo,
vería a su nieto, vería dar sus primeros pasos, vería a su hijo convertirse
en un padre, contemplaría como su hijo enseña a su nieto a jugar futbol,
quizá vería a su hijo tener a una hija, permanecería junto a él hasta la hora
de volverse a ver, verían juntos las estrellas, admirarían las aves volar, y
quizá un día Víctor volaría junto a ellos al atardecer, libre.
A través de mi larga marcha junto a los humanos he podido apreciar de
manera muy atenta que no hay personas buenas o malas, simplemente
personas, que toman decisiones, algunas son vistas por otras como malas,
algunas son vistas como buenas, pero simplemente son decisiones, cada
individuo tiene una elección, y a pesar de que sean vistas de diferente
manera, la persona que decidió piensa que lleva la elección correcta, por
razones que solo él puede entender, entonces cuando me encuentro de
frente a ellos me preguntan porque ellos, la respuesta que daría es;
porque alguien decidió que era suficiente. Soy un mensajero, alguien que
recoge y transporta, mi trabajo no es el más admirado, incluso es el más
odiado, pero debo admitir que para mí es un trabajo que solo yo puedo
hacer, uno que nadie quiere hacer pero que sin duda debe hacerse, por
eso amo mi trabajo. Las personas me consideran un villano, tal vez por la
forma de cubrir al mundo de pena, pero no soy yo quien decide, los
humanos siempre han decidido quien vive o muere, ellos deciden matar,
deciden consumir sustancias, deciden pelear hasta ver caer a uno, y los
que no tienen la oportunidad de decidir la naturaleza lo hace por ellos.
Soy la sombra, que lleva consigo pena, el villano, pero uno necesario,
alguien que tiene el trabajo más odiado por todos, pero uno muy
importante, yo soy la muerte.

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Soldado de trapo
 

Alma atada

  • 2. Hace tiempo atrás conocí a Víctor, era un anciano que vivía en soledad, un hombre más que caería en mis manos, su tiempo estaba por expirar, vigilaba a Víctor en sus últimos días, su casa tenía ese olor a desesperanza, pena y dolor, cada mañana era rutinaria para Víctor, se levantaba a las 6:45 de la mañana, lavaba sus dientes, se daba una ducha y después bajaba a desayunar, era un hombre bastante correcto, formal y muy educado, las fotos que adornaban la casa parecían estar vacías pues con frecuencia lo veía pasar de largo sin ni siquiera verlas un momento, Víctor era un típico caso de ausencia de vivir, a gritos su alma me pedía que fuera por él, pero las reglas eran reglas y no podía llevarme a Víctor antes de tiempo. Una mañana como las otras, regrese a casa de Víctor parecía que hablaba con alguien, mi sorpresa fue grande al verlo a él con ella, fue un instante y después ella se marchó, mi curiosidad salto por los cielos, entonces entendí que Víctor tenía algo que había visto antes, en ese momento no podía dejar de pensar en porque era diferente. Aquella noche el cenaba con velas, pues una tormenta había cortado toda luz eléctrica, contra todo reglamento, me hice presente ante él, quien de inmediato cayó de espaldas por tan inmensa sorpresa, me miro con tal asombro que retrocedía cada que yo me agigantaba frente a él, una sombra inmensa frente a Víctor apago toda luz de vela que había en la casa, cuando todo estaba en silencio, Víctor encendió un fosforo y con temor trato de alumbrarme, cuando me vio por completo se levantó lentamente, con las manos temblando y con el constante sonido de su garganta tragando saliva, me presente como se debe, pues estaba ante alguien respetuoso. – Me disculpo señor Víctor por irrumpir en su hogar. El quedo sin habla, solo paseaba sus ojos de arriba para abajo. - Podría tomar asiento si no le molesta – lo invite a sentarse y el solo se quedaba quieto como estatua, tan intranquilo y sin confiar en mí, hice una ligera seña para que tomara asiento, esta vez entendió y con poca rapidez se sentó sin dejar de mirarme ni por un segundo, no parpadeaba nunca. - ¿Q- Quien eres tú? – pregunto tartamudeando como un niño pequeño. – Eso es más que obvio señor Víctor, dejemos este protocolo de presentación, he venido aquí por una razón y solo una… Usted. Para Víctor esto no era posible y seguía en shock, aun no asimilaba nada. – Si se pregunta porque a usted lo busco, es simple, el tiempo se acaba
  • 3. para usted señor Víctor, soy alguien que ama y respeta su trabajo señor Víctor, pero en esta ocasión hay algo que me intriga. - ¿Qué puede intrigarle que provenga de mí? Solo soy un viejo. – Se equivoca, me gustaría saber ¿cuánto tiempo lleva charlando con su hija señor Víctor? El hombre se quedó sin habla y tardo en responderme algunos segundos. – ¿Vienes a castigarme? - No Víctor ya te lo dije, vengo por ti, tu tiempo se acaba en 3 días, pero soy alguien que le agrada ver como las personas aún se aferran a alguien o algo. – ¿Que me quieres decir con eso? - A través de mi jornada interminable me encontré con gente como tú, que no perdía ese brilloso destello, ellos vivieron hasta que ese destello fue conservado por alguien o algo. – ¿Crees que me aferro a mi hija? Que no estoy listo para marcharme. – ¿No es así? Si no es a tu hija ¿a qué te aferras? - esta conversación va alguna parte. - ¿Quieres vivir Víctor? - ¿Qué pregunta es esa? - ¿Quieres o no? – Víctor se quedó pensando unos largos segundos, me miraba con asombro e incredulidad, también se mordía el labio y sus manos no dejaban de estar inquietas, hasta que respondió. – Quiero vivir. En ese momento me convertí en el villano que todos dicen que soy, a través de mi largo camino, conocí a personas como Víctor, personas que se atan al mundo terrenal, por amor a otra persona, por amor a alguna tarea, por odio, venganza, en todos ellos existe un brillo que los destaca de entre todos, estos son pocos porque son solitarios, son difíciles de recoger porque no puedo interceder a causa de ese brillo, al amar mi trabajo me vuelvo un villano por cumplirlo, es por eso que nadie lo hace mejor que yo, porque solo yo puedo ser el villano para ser un bien mayor, nadie escapa de su tiempo y para nadie hay excepciones, para llevar gente como Víctor existe una forma, que me entrega a voluntad su vida, ósea que renuncie a ella. No podía irse si el aún seguía atado a este mundo, la única forma de que renunciara a su vida en el mundo terrenal, era que las ataduras se rompan, entonces me convertí en lo que hace falta, un villano.
  • 4. – ¿Estás dispuesto hacer un trato conmigo? - Esta bien, ¿Cuál es el trato? Para cada individuo como Víctor, un trato es la mejor forma de que renuncie a su vida, hago tratos basándome en su atadura. – Antes dime cuál es tu historia. – ¿Mi historia? – Pregunto Víctor. – Si, dime porque un anciano vive solo, con fotografías empolvadas y sin vida, porque nadie te viste o porque no hay una esposa. – La hubo, hace un tiempo. – A eso me refiero, continua. Víctor se quedó algo inerte, parecía que no era el tema favorito pero era necesario para mi conocer todo acerca de él, aun así comenzó a contarme. – Yo vivía con mi esposa y mis dos hijos, Gabriel y Lucí, este era nuestro hogar, vivíamos como una familia normal, yo trabajaba 8 horas en el laboratorio, mi esposa trabajaba 8 horas también en su oficina, los niños asistían a la escuela, no había nada anormal, pero la vida es difícil, cometes errores y esos errores te persiguen el resto de tus días, mi hijo tenía practica de futbol, tenía 14, mi esposa, mi hija y yo regresábamos de una reunión familiar, bebí un poco unos tragos, mi esposa y yo discutíamos, el camión tenía sus luces apagadas, no lo vi, después no recuerdo más, mi esposa murió abrazando a mi hija, cuando regresamos los padres de mi esposa me culpaban a mí por ir ebrio, no recuerdo porque no pare de pelear… tal vez es mejor no recordar. Por un momento Víctor se quedó en silencio, solo veía sus lágrimas brotar y recorrer sus mejillas, el labio temblando y la mirada abajo, la clara señal de un hombre que cometió un pecado que no planeaba cometer. – La muerte de tu hija y tu esposa te atan, eso es comprensible. – No, la muerte de ellas no, es mi hijo quien me ata, después de ese día, me odio, me culpo por todo y me grito; “porque no moriste tu” tal vez debí morir yo. La historia de Víctor no era la única con dolor y pena, incluso me topé con peores, pero su hija es quien en verdad me intrigaba, algo pasaba con ella, en tanto a Víctor el contrato estaba más que preparado. – te ofrezco esto, si logras arreglar las cosas con tu hijo en 3 días te daré el tiempo que tú me pidas vivir, pero si no, debes renunciar a vivir. Víctor quedo en pausa por un momento, tal vez analizaba todo el terreno,
  • 5. pero él quería intentar solucionar las cosas, en su mirada aun creía que podía lograrlo. – Acepto. – titubeo un poco pero acepto, puse sobre la mesa el contrato, donde se estipulaba todo, Víctor sostuvo con temblores la pluma que le di, se quedaba viendo el contrato y después a mí, entonces firmo y volteo para otra parte, en mis manos tenia estipulado la renuncia a su vida, solo era cuestión de tiempo, un poco de tiempo para llevarme a Víctor, en ese momento sentía tener el alma del anciano en mis manos, jamás me había ido con las manos vacías y esta no sería la expresión, yo siempre me llevo un alma no importa si no es la que tenía en la mira, donde acecho es seguro que habrá un descenso. – Me gustaría saber, ¿tienes una idea de cómo empezar? – me pregunto. – Búscalo. – respondí. Luego me marche, aquel anciano parecía haber encontrado la fuerza para arreglar aquello que lo ataba en el contrato conmigo, me preocupaba un poco que lograra su cometido, porque se libraría de mí y eso no pasa jamás. Por otra parte la hija de Víctor me parecía sospechosamente conocida, no se lo dije pero probablemente ya debió haberlo deducido, cuando me lleve a su esposa el tiempo para ella había sido cumplido y para el chofer del camión, quien sufrió un infarto por su mal hábito alimenticio, su esposa murió a causa de la muerte de ese chofer, quien embistió el auto donde viajaba Víctor y su familia, es extraño como una decisión cambia todo, si ese hombre se alimentara de mejor forma, el infarto no hubiera pasado, y la esposa de Víctor estaría con él aun. Para Víctor el tiempo aun no llegaba, por eso el sobrevivió, aún recuerdo el sonido del último aliento de su esposa, todos exhalan ese último suspiro, el ultimo de toda su vida, en ese momento la recreación momentánea y fugaz de su vida entera pasa como una película, luego la decisión que cada individuo elige, vivir o morir, si nada los ata al mundo terrenal entonces mueren, pero cuando aún se aferran, ellos deciden vivir, tal vez su esposa no tenía ataduras y solo se dejó ir por el sonido de las olas que chocan en la orilla de la playa más hermosa, o la suave caricia del viento que sopla en el monte más alto, cada persona escucha lo que más les haga feliz. La hija de Víctor por otro lado es diferente porque jamás me la lleve conmigo, aun no comprendo cómo pudo pasarme por alto su muerte pero esto también pasa, son aquellos que mueren cuando aún no era su tiempo, esos no son recogidos por mí, solo quedan vagando ahí, por
  • 6. eso cuando vi a Víctor hablar con ella me pareció interesante, porque nadie habla con los muerto, a menos que los muertos hablen contigo. Al día siguiente fui a casa de Víctor, no me hice presente, él no podía verme, parecía elegante, preparaba la mesa, al parecer tendría una cena con alguien, se veía inquieto, miraba cada segundo de reojo el reloj, también constantemente suspiraba y bajaba los hombros, también se postraba frente a las fotos y las contemplaba con gran seriedad, hablaba como si conversaba con alguien, tal vez practicando, solo repetía una y otra vez “como estas” con diferentes formas de voz y tonos, cuando parecía estar a punto de un colapso nervioso, el timbre sonó, entonces el tomo aire y lo soltó con fuerza, se dirigió a la puerta y abrió, un hombre con un rostro serio y una mujer con un rostro totalmente diferente estaban frente a Víctor, los invito a pasar y después les ofreció un poco de vino, todo parecía ir normal, la cena paso con tranquilidad, no se charlaba mucho, de vez en cuando Víctor preguntaba algo y la mujer respondía, luego de terminar, la mujer subió al baño, el hombre se levantó y contemplo las fotos, trataba de sonreír cada que pasaba por cada una, Víctor también se puso de pie, escuche el sonido se su saliva siendo tragada, el aire que entraba con rapidez en sus pulmones, y el sudor en su frente, entonces dijo la primera palabra. – Has crecido mucho Gabriel. – Tengo 23 años, eso pasa. – Contesto Gabriel. – ¿Aun juegas futbol? – No hace tiempo no toco un campo, pero no es algo que te importe. – Si me importa. – ¿Enserio? Según recuerdo me esforcé por sacarte de mi vida, porque te importaría lo que haga. – No quiero pelear Gabriel, yo… – Ah no quieres pelear. – Lo interrumpió Gabriel. - que estúpido lo que dices no, porque no dijiste eso cuando manejabas ebrio y discutías con mi madre, debiste decir que no querías pelear. – Gabriel escúchame. – No escucha tú, estoy aquí por Elena, me convenció de venir a decírtelo. – ¿Decirme que? – Pregunto Víctor algo impactado. – Seré papá. En ese instante Víctor encendió más esas ganas de vivir, pero también
  • 7. sabía que ver a su nieto sería imposible. – Cometí un error, hijo perdóname, me has hecho falta todos estos años. Jamás deje de cuidar de ti, te iba ver en cada partido, en aquella final donde anotaste de cabeza y ganaron el campeonato, cuando tuviste tu presentación sobre tu trabajo experimental, te vi cuando te dieron el reconocimiento de primer lugar en la universidad, estuve ahí en todo momento Gabriel, no te deje nunca. – Me preguntaste si aún jugaba. – Quería romper el hielo. En ese momento los dos se miraron, pero había algo, Gabriel comenzó a suavizarse, pero aun en su mirada, al ver a su padre, al ver a Víctor note que no dejaba de pensar en una cosa, el mato a su madre y a su hermana. – Pase 9 años sin ellas, aun pasare el resto de mi vida sin ellas, mi hijo no le dirá abuela, no le dirá tía, no puedo perdonarte. Víctor en ese momento escucho lo que jamás quiso escuchar, vi como su mirada caía al suelo, como su alma se quebraba y escuche el aliento que soplo, era uno de rendición, estaba listo, estaba seguro de todo, sabía que Víctor me pertenecía ahora, pero en ese momento, aquella mujer bajo, Gabriel miro a su padre y se marchó, la mujer miro a Víctor y le dijo. – Aun no se rinda, él lo ama, pero las extraña. – Me odia. – Dijo Víctor. – No lo creo. – Porque lo dices. – Escuche que le dijo que estuvo ahí, en todos sus logros, eso él no lo esperaba, eso despertó el amor que le tiene. – Gracias. – Sabe no tendrá abuela, ni tía, pero su abuelo es fantástico, seguro que eso bastara para él – lo decía mientras tocaba su vientre, después la mujer también se marchó. La casa quedo en silencio, Víctor saco una botella de wiski y se sirvió en un vaso, luego tomo asiento y suspiro, en la penumbra Víctor contemplaba el vacío de su hogar, el silencio, la tristeza, el sollozo, entonces me hice presente. – Vaya intento, casi lo logras. – le dije. – No pensé que vendría. – respondió Víctor. – Quieres irte ya, después de acabarte tu wiski. – No, aun no quiero, aun me quedan dos días.
  • 8. - ¿Crees lograrlo? - Quiero intentarlo, sabes quiero preguntarte si se puede. – Claro, dime. - ¿Cómo fue? Hablo de mi esposa, ¿Cómo fue su muerte? Era una pregunta extraña pero la esperaba desde que me aparecí frente ah el por primera vez en su cocina. – Indolora si a eso te refieres, tomo rápido su decisión, vino conmigo como si fuéramos viejos amigos. - ¿A dónde la llevaste? - A donde me dijeron. – ¿Qué lugar es ese? – La orilla del mar. – Eso pensé. – Víctor dio un sorbo a su bebida y veía hacia el vacío. – Suerte. – me despedí de Víctor, cuando nos volviéramos a ver seria para llevarlo conmigo, tal vez me ordenen llevarlo a donde su esposa. Aun permanecí en la casa de Víctor unos minutos, lo vi sacar muchas fotos, las veía con detalle, se reía en algunas y se entristecía con otras, luego subió, visito la habitación de su hijo, pateo su balón, acomodo sus libros, luego la habitación de su hija, quien la esperaba sentada, Víctor aun no sabía que ella no debía morir, ni tampoco que jamás la recogí, no se lo diría, él no debía saberlo. Luego me marche, para mí las emociones no tienen efecto, nadie hace mejor mi trabajo porque nadie como yo podría ser indiferente ante la pena de todos, el odio e incluso el amor, quien si no yo, la misma muerte para hacer este trabajo bien hecho. Luego de aquel día, Víctor no se encontraba en casa, sobre la mesa había algunos papeles regados, tenían fotografías que solo había visto en lugares como los hospitales, de repente la esposa del hijo de Víctor llego, parecía buscarlo, como era de esperarse, la mujer encontró los papeles, en ese instante Víctor arribo a su casa. – No puede ser cierto. – dijo la mujer. Entonces Víctor se dio cuenta que sabía lo de su enfermedad. – Lo es Elena, esos papeles son de hace dos meses. – Pero aquí dice que mañana se cumple la fecha límite. – Lo sé, mañana expira el contrato. – ¿De que habla? - El de la vida Elena, mañana se acaba.
  • 9. – Pero usted no parece enfermo. – Recibí un poco de fuerza temporal. La mujer se quedó sorprendida, comenzó a sollozar, entonces Víctor le dio un abrazo, todo se puso tenso, ella y Víctor charlaron algunas horas, después se marchó, pero antes ella pregunto. – Fue a ver a Gabriel ¿no? - No lo encontré, se iba decir, pero me arrepentí, no quiero darle lastima. – Debe decírselo, si va morir debe irse en blanco, no deje nada pendiente. Víctor lo pensó, pero después asintió con la cabeza. En ese momento todo se desmoronaba, el conseguiría el perdón si le decía entonces se libraría de mí, le ganaría a la muerte, eso era algo que no me permitiría, entonces decidí hacer lo que era necesario, cambiar las reglas. El por otro lado llamo a su hijo, pero no contesto, dejo un mensaje de voz y después subió a la habitación de su hija, donde me encontró. – ¿Qué haces aquí? – pregunto. – Hay un cambio de reglas. – le respondí. – ¿De qué hablas? – Tu hija jamás debió morir. - ¿Qué? ¿Por qué te la llevaste entonces? - Ese es el caso, yo no la recogí, no era su tiempo, cuando mueren antes de tiempo, no son recogidas por mí, quedan vagando, por eso ella te visita. - ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! Su furia era notoria, en ese momento me agigante, tome una postura terrorífica y poderosa, una postura a la que todos temen. – No olvides a quien te diriges, muestra respeto mortal. Víctor bajo su ira por terror, el cuarto se convirtió en oscuridad pura, mi hoz infundía temor y mi sombra enorme se extendió por todo el cuarto. – Discúlpame. Mire a Víctor con la cabeza abajo, las manos le temblaban, entonces volví a la normalidad, todo el cuarto volvió a llenarse de luz. – Te ofrezco una solución, si me entregas tu vida puedes cambiar de lugar con tu hija, eso significa que tu penarías y ella se iría. – Jamás me diste una oportunidad verdad. – No. - ¿Por qué no llevarme a la fuerza y listo? - Así no funciona, no es personal hago mi trabajo.
  • 10. – Nadie escapa de la muerte ¿no?, siempre pensé que era una frase inventada por el hombre, pero veo que es hecha por ti. – No invente la frase, pero mis acciones hicieron que el hombre lo viera de esa manera. Soy la muerte Víctor, nadie puede hacer mejor mi trabajo. – Nadie es tan astuta y embustera como tú. – Exactamente. – ¿Cuál es el bien que proporcionas? - Aceptas el trato o no. Víctor se quedó mudo, frustrado, enojado, se sentía engañado por mí, y no lo niego, lo engañe, porque hago lo que debo hacer. En ese momento Víctor me miro y suspiro profundamente, después asintió con la cabeza. – Hecho. Toma mi mano. – le dije, después el titubeo un poco y tomo mi mano, sintió como las fuerzas se acababan, la enfermedad hacia efecto. – Listo, te veo por la noche. – dije, luego me marche. El pregunto qué bien proporciono, tal vez para el no hay ningún bien, los muertos no tienen ningún bien, pero los vivos reciben lecciones de los muertos, algunos les enseñan a valorar las cosas, otros les muestran el camino a la venganza, también los que enseñan a que el perdón es la mejor solución, las decisiones que tomamos son nuestras, pero también existen las que tomamos a causa de los muertos, un asesino que mato a un hombre que tenía un hijo, el niño crece con una lección, nadie está seguro en este mundo, derivada de esa lección el niño decide tomar justicia por cuenta propia, encuentra al hombre y lo mata, el asesino causante de malos actos por fin es asesinado evitando más muertes por mano de él no es una solución correcta solo una solución y listo. Ya por la noche volví, Víctor no estaba en la sala, no estaba en la cocina, ni en el cuarto de su hija, tampoco en el de su hijo, lo encontré en su habitación, con un traje de gala, sostenía una foto y su hija estaba aún lado me vio pero la niña no se asustó, quedo junto a Víctor. – Solían temerme. – dije. – Ella dice que te vio cuando te llevabas a Martha. – Así que tu esposa se llamaba Martha. – Si. – Respondió Víctor. – Porque el traje. – pregunte. – Mañana es nuestro aniversario. No dije nada, solo me quede en silencio, esperando a que la hora llegara.
  • 11. – Llévala con ella. – No funciona así, yo no decido. – Dile a los que deciden que la lleven con su madre entonces. – Entiende algo, a la muerte no se le piden favores. – Entonces eres tan mala como lo dicen. – Lo soy. Pero te diré algo Víctor, tu hija ya tiene destino. Lo mire de lejos y entonces me sonrió, en mi eterna travesía junto a los humanos nadie me había sonreído, para Víctor soy el peor de los males, el villano más cruel que existe de eso no hay duda, su sonrisa no es porque me quiera o porque somos amigos, es porque pudo ganarle a la muerte, me venció, porque no se iría conmigo, se quedaría aquí aun. La hora había llegado, Víctor comenzaba a cerrar los ojos, cuando en un instante apareció Gabriel, corrió a donde su padre, se arrodillo en la orilla de la cama, tomo su mano y la beso, note arrepentimiento en Gabriel, y fue el efecto que tengo en la vida, ahí estaba un hijo recibiendo una lección de vida, de su padre, quien moriría, entonces Víctor escucho. – Te amo padre. Y sin más que decir, el partió de la manera más feliz que podía, de la manera más inesperada y junto a alguien amado. Cuando Víctor apareció en presencia espiritual ante mí, se hizo el intercambio, tome a su hija y la lleve a los brazos de su madre quienes disfrutaban de las olas y los pájaros cantar, Víctor por otra parte se acercó a su hijo y tomo su hombro, no dijo nada, solo lo contemplo, aun seguiría viendo los logros de su hijo, vería a su nieto, vería dar sus primeros pasos, vería a su hijo convertirse en un padre, contemplaría como su hijo enseña a su nieto a jugar futbol, quizá vería a su hijo tener a una hija, permanecería junto a él hasta la hora de volverse a ver, verían juntos las estrellas, admirarían las aves volar, y quizá un día Víctor volaría junto a ellos al atardecer, libre. A través de mi larga marcha junto a los humanos he podido apreciar de manera muy atenta que no hay personas buenas o malas, simplemente personas, que toman decisiones, algunas son vistas por otras como malas, algunas son vistas como buenas, pero simplemente son decisiones, cada individuo tiene una elección, y a pesar de que sean vistas de diferente manera, la persona que decidió piensa que lleva la elección correcta, por razones que solo él puede entender, entonces cuando me encuentro de frente a ellos me preguntan porque ellos, la respuesta que daría es;
  • 12. porque alguien decidió que era suficiente. Soy un mensajero, alguien que recoge y transporta, mi trabajo no es el más admirado, incluso es el más odiado, pero debo admitir que para mí es un trabajo que solo yo puedo hacer, uno que nadie quiere hacer pero que sin duda debe hacerse, por eso amo mi trabajo. Las personas me consideran un villano, tal vez por la forma de cubrir al mundo de pena, pero no soy yo quien decide, los humanos siempre han decidido quien vive o muere, ellos deciden matar, deciden consumir sustancias, deciden pelear hasta ver caer a uno, y los que no tienen la oportunidad de decidir la naturaleza lo hace por ellos. Soy la sombra, que lleva consigo pena, el villano, pero uno necesario, alguien que tiene el trabajo más odiado por todos, pero uno muy importante, yo soy la muerte.