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E D I T O R I A L
Escribir esta editorial a un año de iniciado este
proyecto, cuando seguimos atravesados por una
pandemia de dimensiones inusitadas, imponderable,
con dificultades de evaluar todos los efectos e
impactos negativos que producirán en nuestra
sociedad, nos moviliza en nuestro sentir, pensar, estar
y hacer. Esta situación nos sigue interpelando como
institución que representa un colectivo que viene
poniendo sus saberes, conocimientos, experiencias al
servicio: de las instituciones implementadoras de
políticas públicas, de los sujetos individuales, grupales
y colectivos vulnerados y vulnerables de nuestra
sociedad, siempre de frente, con la escucha asertiva y
la mirada atenta, preocupados y ocupados de ser
efectivos en nuestras intervenciones.
En cada texto o espacio institucional en un contexto
turbulento e incierto les colegues siguen trabajando
desde el compromiso y responsabilidad, cuidándose y
cuidando, reflexionando, haciendo aportes a la
construcción colectiva disciplinar.
Este espacio pretende valorizar, reconocer, compartir,
socializar cada uno de los mismos como fructífera e
incipiente cosecha de este año, agradeciendo cada uno
de los escritos de les colegues que dan cuenta de sus
tránsitos y caminos, sus interrogantes, sus aportes y
apuestas desde su mirada singular, con otrxs colegues,
en interdisicplina.
Como la canta autora “... merecer la vida es erguirse
vertical más allá del mal de las caídas, es igual que
darle a la verdad y a nuestra propia libertad la
bienvenida. Es una virtud de dignidad y la actitud de
identidad más definida"
Lic. Anabella Córdoba
Colegio Profesional de
Asistentes Sociales de
la Provincia de Santa Fe
Ley 7754/75. Primera Circunscripción
Miembro de la Federación Argentina de
Asociaciones Profesionales en Trabajo
Social o Servicio Social
Luciano Torrent 2419
C.P. 3000 Santa Fe
Tel./Fax: 0342-4540719
E-mail:info@trabajosocial.com.ar
DIRECTORIO
PRESIDENTA
Lic. Córdoba Anabella Ester
VICEPRESIDENTE
Lic. Magnago Guillermo
SECRETARIA GENERAL
Ceresa Carla
PRO SECRETARIA GENERAL
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TESORERO
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PROSECRETARIADEHACIENDA
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VOCALES
1° vocal titular: Monti, Juan Manuel
2° vocal titular: Rodríguez, Andrea
3° vocal titular: Vela Antille, Natalia
4° vocal titular: Zampar, Olga Rosa
5° vocal titular: Audicio, Susana Ester
1° vocal suplente: Aguiar, Carla Paola
2° vocal Suplente: Fantin, María Ana
3° vocal suplente: Roppulo, Silvana
4° vocal suplente: Vega Escalante, Silvia E.
TRIBUNAL DE ETICA
1° miembro titular: Cortese, Guillermina
2° miembro titular: Manarin, Flavia
3° miembro titular: Cassina, Graciela
1° miembro suplente: Somaglia, Marisel
2° miembro suplente: Schneider, Silvina
3° miembro suplente: Abad, María José
1° fiscal titular: Preti, Valeria
2° fiscal titular: Angulo, Laura
3° fiscal titular: Jullier, María Soledad
1° fiscal suplente: Díaz, Gabriela
2° fiscal suplente: Cabruja, Gonzalo
3° fiscal suplente: Erpen, Soledad
SÍNDICOS
Síndico Titular: Garnero, Mónica Beatriz
1º Sindico Suplente: Cruz, María Virginia
2º Síndico Suplente: Gomez, María A
Comunicación
PRODUCCIÓN GENERAL:
Silvina Schneider
RESPONSABLE EDITORIAL:
Lic. Córdoba Anabella
Lic. Silvina Schneider
REDACCIÓN, DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN:
Tec. Sup. Luciana Muñoz
2
“Nociones que dieron y dan sustento a intervenciones
de Trabajo Social enel campo socio-jurídico de familia”
Por Graciela Nicolini
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Resumen
El campo socio-jurídico de familia, nutriéndose de diversos saberes, convoca disciplinas entre las que
se incluye Trabajo Social. Éstas, al momento de caracterizar situaciones concretas, apelan a nociones
teóricas destacándose la de peligrosidad, prácticamente hoy superada, la de situación de riesgo y la
de vulnerabilidad, estrechamente ligada a la lógica de derechos.
La aplicación de estas categorías a situaciones de la práctica con fines descriptivos puede prescindir
de elementos conceptuales correspondientes a las problemáticas subyacentes o presentarse
articuladas exclusivamente al discurso de derechos y/o a enunciados normativos.
Con estos sesgos, dichas nociones, consignadas en evaluaciones referidas a temáticas de niñez y
padecimiento mental, plantean desafíos en el plano del interjuego entre lo judicial y lo asistencial,
máxime la potencialidad de dar fundamento a intervenciones proteccionales.
En este contexto el presente trabajo se propone como objetivo desentrañar los significados
atribuidos a dichas nociones y las implicancias en términos de intervención.
Palabras clave
Peligrosidad – Riesgo – Vulnerabilidad – Vulneración de derechos
Abstract
The family socio-legal field, drawing on diverse knowledge, calls diverse disciplines including Social
Work. These disciplines, during the characterization of specific situations, appeal to theoretical
notions, among which stand out the dangerousness, practically surpassed nowadays, the risk
situation and the vulnerability, closely linked to the rhetoric of human rights.
The usage of these notions for the characterization of concrete situations may leave aside conceptual
elements corresponding to the underlying problems, or present itself exclusively articulated to the
rhetoric of human rights and/or the legislation.
With these biases, these notions, recorded in evaluations related to childhood and mental illness
issues, pose challenges at the level of the interplay between the judiciary system and the health and
social assistance institutions. This is particularly relevant given the potentiality to give a foundation
to protective interventions.
In this context, the present work aims to unravel the meanings attributed to these notionsand the
implications in its deployment during interventions.
Keywords
Dangerousness - Risk - Vulnerability – Rights violations
3
Introducción
Pensar la práctica de Trabajo Social en el campo socio-jurídico abocado a temas de familia implica
conjugar, junto a marcos teóricos y tecnologías de intervención, la legislación y las particularidades
del dispositivo institucional (Krmpotic, 2020).
Haciendo foco en los marcos teóricos y en cómo estos influyen en las prácticas, incluso desde
documentos como los informes sociales, vemos actualmente la protagónica alusión a riesgo y a
vulnerabilidad.
Estas nociones, enunciadas en evaluaciones referidas a temáticas de niñez y padecimientomental, en
el marco del campo socio-judicial, tienen la capacidad de dar fundamento a intervenciones tanto de
trabajadores sociales como de otras disciplinas; aludimos a la implementación de medidas llamadas
generalmente de protección.
Se trata de términos difusos, que no tienen un significado unívoco. Su enunciación puede aparecer
asociada exclusivamente a un lenguaje de derechos y/o sin la necesaria fundamentación o
desagregación de componentes que, con base en el conocimientoteórico de las problemáticas
involucradas, caractericen la situación particular.
En atención a ello se propone precisar los sentidos atribuidos a estas nociones y a otras con las que,
precedente o contemporáneamente, articulan.
El análisis, contextualizado en un campo con marcada persistencia de la lógica de poder disciplinar
(Foucault, 2005), abarca el interjuego entre las aludidas categorías y los marcos conceptuales de las
profesiones que participan, las normas legales y los discursos surgidos del paradigma de derechos.
Para ello, inicialmente se introduce la cuestión de cómo la intervención dirigida a las familias en el
campo socio-jurídico recorta colectivos necesitados de cuidado a los que aborda con la participación
de profesiones diversas. Se destacará la pregnancia de saberespsi y su incidencia en términos de un
enfoque en clave personal y/o familiar. Este sesgo se reconocerá también en la modalidad de uso de
las nociones en análisis.
Respecto de ellas, además de atender a aspectos de su origen, se desplegará lo atinente a las distintas
vertientes (teóricas y de la lógica de derechos) que han ido conformando sus significados y
aplicaciones no siempre unívocos.
Metodológicamente la propuesta es de tipo cualitativo, apelando al análisis de fuentes primarias.
Con un criterio interdisciplinar, se recuperan aportes de distintos autores, proponiendo un diálogo y
articulación entre ellos, lo cual se conjuga con reflexionessurgidas de la trayectoria profesional en el
entramado del campo socio-jurídico de familia.
Saberes que confluyen en el campo socio jurídico de familia.
La intervención estatal respecto de las familias, luego de la etapa filantrópica y en elmarco de la
organización y posterior apogeo del Estado de Bienestar, se dio en el marcode un progresivo Y
sostenido proceso de profesionalización (Grassi, 1998: 99-100). Se inscribe allí la participación de
las ciencias psi desde las que se caracterizaba una cierta familia como normal a la par que aquellas
4
que salían de ese modelo, vistas como líneas
de fuga del mismo (Nicolini, 2011), eran objeto
de intervenciones estatales.
Estas intervenciones, si bien con foco en
ciertas familias, desplegadas con notorio
protagonismo del campo socio-jurídico1
,
fueron conformando dispositivos dirigidos a
colectivos de sujetos que, más allá de sus
diferencias, han sido categorizados como
necesitados de cuidado (Nicolini,2011), o
como pasibles de algún tipo de tutela estatal,
noción recuperada de Carla Villalta (2005).
Se alude a colectivos tales como el de la niñez, pensada como naturalmente tutelable, y el de las
personas afectadas por padecimientos mentales (Nicolini, 2011). Respecto de éstas,a pesar que las
actuales normativas hablan de restricciones a la capacidad (Código Civil y Comercial de la Nación2
,
arts. 31 a 50), al momento de la intervención no acaba de superarse la tensión entre cuidados y
apoyos frente a limitaciones en las capacidades del sujeto y la impronta propia de Trabajo Social de
pivotear en dichas capacidades propiciando grados crecientes de autonomía.
Precisando el aporte de la profesionalización arriba aludida en la administración de la justicia de
familia (que integra el campo socio-jurídico), se encuentra que, junto al derecho, saber central,
hegemónico, se ha dado la convocatoria a otras disciplinas (entre las que se encuentra Trabajo Social
y las disciplinas psi) las cuales, en su carácter de expertos, contribuyen a dar fundamento a decisiones
e intervenciones del ámbito (Nicolini, 2011).
Esta participación de saberes extra jurídicos en ámbitos del campo socio-jurídico de familia, en la
actualidad se amplifica a partir de la apelación a intervenciones interdisciplinarias propiciadas por
leyes específicas (de niñez, de salud mental, entre otras) y particularmente por el C.C.C.N..
Seguidamente se aludirá a aspectos que contribuyeron a modelar la aludida participación.
Protagonismo del saber psi
Las ciencias psi han nutrido a diversas profesiones para pensar e intervenir respecto de lasfamilias y
de colectivos pasibles de cuidado. Su incidencia y las pregnancias generadas no siempre son
visualizadas en toda su complejidad y alcances.
Valeria Llobet (2014), en una investigación sobre la participación de los saberes psi en los dispositivos
de atención a la infancia, ha señalado que fueron no sólo psicólogos sino también trabajadores
sociales e incluso abogados3
quienes, en sus diversas inserciones en
1
Acotando a cuestiones de familia hablar de campo socio jurídico lleva a extender la mirada, más allá de la
administración de la justicia de familia, abarcando intervenciones de órganos de protección de derechos de
niños, niñas y adolescentes y determinados servicios asistenciales (de salud, educativos, etc.) y/u organismos
no gubernamentales relacionados a la temática.
2
En adelante C.C.C.N.
3
Puede agregarse médicos, docentes y otros educadores.
5
dichos dispositivos, introdujeron ese saber para pensar, fundamentar y sostener las intervenciones4
.
Ello evidencia puntos de contacto con los desarrollos de Donzelot (1998). Esta pregnancia del discurso
psi también se encuentra en diversas disciplinas que confluyen en la intervención respecto del
padecimiento mental.
En términos de infancia la imbricación de los saberes psi en las culturas institucionales, permitió
redefinir el “abandono moral y material”, brindando argumentos para enfrentar la lógica del
patronato; en el contexto de institucionalización de la Convención de los Derechos del Niño, posibilitó
cuestionamientos a tratos autoritarios o deshumanizados, propiciando acciones de ampliación de
derechos sustentadas en la concepción de “niño- sujeto-de-derechos” (Llobet, 2014).
Cabe destacar que, en ese proceso de cuestionamiento al paradigma tutelar dado con aportes del
discurso psi, Trabajo Social tuvo una protagónica participación. Ejemplo deello es su inclusión en
programas implementados por la Secretaria de Niñez Adolescenciay Familia5
y en juzgados abocados
a temas de familia ocurrida en las últimas décadas del siglo pasado en diversas jurisdicciones del país.
Según Llobet (2014) la pregnancia de los saberes psi en instituciones de infancia, evidenciando
matices y contradicciones, dio lugar a modalidades interventivas como el modelo de tratamiento
terapéutico y el trabajo “caso a caso” (englobadas como intervenciones “micro”) las cuales, si bien
fueron herramientas orientadas a implementar los derechos del niño, no estuvieron exentas de
conformar una imbricación cada vez menos problematizada entre prácticas de salud mental y
políticas de protección de derechos, incidiendo en lo que la autora nomina como patologización de
los hechos sociales que traduce un hecho de orden social a un hecho de orden psicológico,
promoviendo prácticas de cura (Llobet, 2009)6
.
Como otro efecto contradictorio de las intervenciones micro alude a lo que llama la“familiarización
del conflicto” en tanto no se interpela la práctica institucional ni la formulación de políticas por parte
del Estado, sino que el conflicto es traducido en “drama y dramática familiar” (Llobet, 2009)7
.
Desde el análisis de documentos, tales como informes sociales producidos por trabajadores sociales,
puede agregarse que este efecto de familiarización del conflicto combina saberes psi con el discurso
de derechos (Nicolini, 2018).
El hecho de que un problema complejo que afecta a niños, niñas y/o adolescentes o a sujetos con
padecimiento mental sea leído como problemática familiar (“drama y
4
La autora, preguntándose por cómo la institucionalización del paradigma de derechos de niños/as y
adolescentes, en tanto nueva epistemología para comprender la infancia, se imbricó en las culturas
institucionales ya establecidas, muestra que dicho proceso, complejo en sí mismo, fue mediado por saberes psi
(Llobet, 2014, p. 211).
5
Se alude a programas tales como el de Prevención del Abandono (conocido como PPA), el de Fortalecimiento
de Vínculos Familiares y Comunitarios, el de Libertad Asistida.
6
La autora ejemplifica aludiendo a que hubo alguna línea de la psicología desde la cual se leían como expresión
de un déficit centrado en el sujeto a manifestaciones de disconformidad social, hechos delictivos y consumos
de sustancias por personas menores de edad.
7
Ejemplifica señalando que, frente a niños en situación de calle, a fin de explicar la problemática se pone el
acento en cuestiones familiares sin problematizar, por ejemplo, la expulsión del sistema escolar del que han
sido objeto esos niños.
6
dramática familiar” en términos de Llobet) suele incluir en sus fundamentaciones nociones tales
como la de situación de riesgo o de vulnerabilidad.
Desde esta línea interpretativa y argumentativa se conforman intervenciones en las que, poniendo
el acento en la carencia, subyace una consideración de la familia como unívoca responsable de dotar
a los individuos de los recursos simbólicos, sociales y materiales parala gestión de una mejor
integración social. Ello elude la crítica a procesos de concentraciónde desventajas en determinados
conjuntos sociales y, en definitiva, opaca las responsabilidades del Estado.
Muchas de las intervenciones implementadas en el campo socio-jurídico (por trabajadoressociales,
psicólogos, educadores, abogados, etc.) en temas de infancia y de salud mental, generadas y
sostenidas en un discurso psi combinado con un discurso de derechos, argumentadas desde nociones
como la de riesgo o vulnerabilidad, remiten a situaciones que son claro efecto de la concentración de
desigualdades en determinado grupo social pero sin embargo se propone abordarlas en clave
personal y/o familiar. De allí la necesidad de visibilizar los significados subyacentes en las aludidas
nociones.
Nociones / Categorías, sustento de intervenciones
Un rastreo realizado en informes producidos por distintas profesiones en el campo socio- jurídico de
familia (Nicolini 2011) permitió visibilizar el uso de categorías (“situación de alto riesgo”, “situación
de crisis con importante riesgo para sí mismo y para terceros”), caracterizaciones (“conflicto familiar”,
“consumo de drogas”, “dificultades comunicacionales”) o alusión conductas o factores que se han
establecido como indicadores de problemáticas (“adaptación conflictiva al medio”, “compulsión a la
ingesta”). La enunciación de dichas categorías, conductas o problemáticas (incluso sin ser
teóricamente definidas) en relación a una situación particular, más allá de lo potencial quealbergan,
disparan decisiones que afectan a los sujetos, fundan medidas, intervenciones, en el aquí y ahora,
marcan la historia de los sujetos y de las familias.
En estas enunciaciones subyacen nociones que contribuyen a caracterizar y/o rotular poblaciones
que se han construido como necesitadas de cuidado, como así también a una definición de los
problemas que las afectan. No siempre sostenidas teóricamente, surgiendo desde las ciencias psi o
sociales, poseen un halo científico que permite a saberes como el derecho fundamentar
intervenciones.
Seguidamente se realiza un análisis orientado a desentrañar significados y aportar precisiones en
torno a estas nociones y sus efectos pragmáticos.
La precursora noción de peligrosidad
Esta noción8
, si bien se enuncia superada, ha signado por más de un siglo la concepción yla
intervención estatal respecto de las personas con padecimiento mental (entre otras).
8
El surgimiento de la noción se inscribe en el marco de la criminología. El origen de la palabra se atribuye a
Raffaele Garofalo, criminólogo italiano, quien en un artículo de 1878 usó el término “temeritá: perversidad
constante y activa”.
7
Pensar esta problemática como una amenaza de peligro “para sí o para terceros”, desde la
articulación entre medicina y derecho, dio lugar a un estigma aún presente respecto de lossujetos
con problemas mentales.
Como señalan Angelini y Larrie (2016) la idea de la temibilidad del sujeto está enfocada desde la
sociedad y no desde la persona. Conforme una visión de sujeto determinado por aspectos biológicos
(hipótesis no constatada científicamente), la apelación a la peligrosidad de la persona ha sido
fundamento para el encierro tanto penal como sanitario, por lo que debe entendérsela dirigida a la
protección del organismo social.
Es una construcción que ha aportado sentidos e imágenes en relación a la intervención estatal desde
principios del siglo pasado respecto no sólo de personas con problemas de salud mental sino
también, desde lo ambiguo y difuso de la categoría, en relación con aspectos y sujetos de sectores
pobres que debían ser objeto de control e intervención (inmigrantes, niños “en peligro moral” –
término usado en la Ley Nacional Nº10.903–, etc.).
En pos de caracterizar la noción de peligrosidad es relevante el aporte de Foucault para quien su uso
“significa que el individuo debe ser considerado por la sociedad según sus virtualidades y no por sus
actos; no por las infracciones efectivas de una ley también efectiva, sino por las virtualidades de
comportamiento que ellas representan” (2003, p. 102). De allí que aludir a peligrosidad remite a la
idea de intervenir sobre virtualidades e implica que el saber sobre el sujeto no se organiza sobre el
conocimiento de si éste hizo o no algo, sino sobre un saber organizado alrededor de la norma
(Foucault 2003, p. 105) justificando luego la intervención educativo-preventiva, en fin, correctiva.
Como sintetiza Julieta Grinberg (2008), en la noción de peligrosidad está implícita “una hipótesis de
relación entre unos síntomas y unos comportamientos”.
Deslizamiento de la noción de peligrosidad a la de riesgo
Normativas surgidas a principios del siglo XX y que lo recorrieron hasta bien entrado el mismo
hablaban de niños en peligro material o moral, también de personas peligrosas para sí para terceros.
Pero progresivamente el uso de la noción de peligrosidad ha ido restringiéndose.
Como señala Robert Castel, a lo largo del siglo XX se ha producido un “deslizamiento de la noción de
peligrosidad hacia la de riesgo” (2012, p. 31).
A nivel local ello cobra expresión en las normativas que actualmente remiten mayormentea la noción
de riesgo definido como “amenaza o violación de derechos”, en caso de niños,niñas y adolescentes
(Ley Nacional Nº26.061, art. 37), o aludiendo a “riesgo cierto e inminente para sí o para terceros”, en
situaciones de padecimiento mental (Ley Nacional Nº26.657, art. 20).
En términos de esta temática, ese pasaje de la noción de peligrosidad a la de riesgo, siguiendo a
Angelini y Larrieu (2016), permite trascender el determinismo biologicista queresponsabiliza al sujeto
por su carga biológica, para, desde la concepción de riesgo, dar cuenta de una situación vincular y
social que el sujeto atraviesa en el aquí y ahora.
8
Si bien podría pensarse que la noción de riesgo se ha independizado ya de la de peligro, nopuede
obviarse, como sugiere Robert Castel (2012) que, al ser tributaria de su antecesora, alberga la
posibilidad de persistencia de aspectos e ideas asociadas, opacadas o invisibilizadas de la precedente.
Situación de riesgo: nominación para lo potencial pero también para daños presentes.
La categoría de riesgo ha sido esbozada en relación a niños, niñas o adolescentes ytambién se incluyó
en la Ley Nacional de Salud Mental.
Siguiendo a Julieta Grinberg esta categoría implica “un juicio a futuro, un pronóstico realizado en
base a la observación de ciertos factores a partir de los cuales, si no se toman medidas necesarias,
‘algo malo’ le ocurrirá al niño” (2008, p. 159). Pero como señalara la autora, lo expansivo de esta
noción ha llevado a que permita referir no sólo a situaciones donde se sospecha que algo indeseado
puede ocurrir sino también a aquellas en que ya ocurrió. Así puede hablarse de que un niño, niña o
adolescente víctima de abuso sexual infantil se encuentra en situación de riesgo y, desde esta
nominación, solicitarse la implementación de una medida excepcional9
.
Usado para advertir de un posible daño o cuando ya ocurrió un daño, se trata de un enunciado
caracterizado por una impronta de apelación a intervenciones anticipatorias (Daich, 2004, p. 373).
Conceptos de “en riesgo” o “peligroso”, caracterizados por la remisión a un virtual comportamiento
o a una potencial situación que pudiera ocurrir y que debe ser anticipado y corregido, suponen lo que
Cohen (1988, citado en Daich, 2004) llama síndrome de anticipación, por el cual “si algo no se trata
adecuadamente, conducirá a algo peor”.
Entonces, hablar ayer de peligrosidad y hoy de riesgo es lo que, por ejemplo, en la administración de
justicia y en otras instituciones que conforman el campo socio-jurídico, habilita a implementar
acciones para evitar algo no deseado que podría llegar a ocurrir.
En pos de anticipar un riesgo pueden realizarse acciones precipitadas que resulten limitativas de la
autonomía o los derechos de los sujetos. Pensemos en las subcategorías que suelen formularse al
interior de la categoría de riesgo: altísimo, alto, medio, bajo. Las mismas pueden reflejar valoraciones
estandarizadas en el marco de un protocolo. Consignadas en informes que deban orientar decisiones
judiciales como la implementación de medidas de protección urgentes (por ejemplo, en el marco de
denuncias de violencia doméstica), van a incidir con peso propio en la toma de tales decisiones.
Relativizando esa necesidad de anticipación con su imperativo de intervención presenteen la
categoría de riesgo, desde la teoría sistémica se ha postulado que “un conflicto familiar pasa por
muchas etapas antes de alcanzar un nivel realmente peligroso” (Minuchin, Colapinto, Minuchin,
2000, p. 74).
En relación a la impronta de intervención que acompaña a la noción de riesgo Robert Castel llama la
atención sobre los posibles objetivos subyacentes dado que razonar en términos de “factores de
riesgo” promueve una modalidad inédita de intervención, da lugar al nacimiento de profesionales
signados como expertos; implica la construcción de datos, recorte de informaciones, construcción de
perfiles. Pero queda pendiente la pregunta de “¿quién construye esos datos, quien los controla, y
cuáles son los objetivos perseguidos” (2010, pp. 32-33).
9
Ley de Protección Integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, Nº 26.061, art. 39.
9
Recordemos en este punto la existencia de una cierta selección cultural y social de peligros, y
consecuentes riesgos, que lleva a que unos sean advertidos mientras otros pasan desapercibidos
o tolerados, cuestión íntimamente ligada a “la pertenencia de clase, la inscripción profesional y las
vivencias personales” de los profesionales (Grimberg, 2008, p. 159).
“Situación de riesgo cierto e inminente”, enunciado que enlaza salud y derecho
En el abordaje del padecimiento mental, puntualmente desde la legislación específica, aparece la
alusión a “situación de riesgo cierto e inminente”.
La Ley Nacional de Salud Mental Nº26.657, en su art. 20, considerando la internación involuntaria de
una persona como “recurso terapéutico excepcional”, establece que “sólo podrá realizarse cuando a
criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros.”
Por su parte, el Decreto Nº663/13, reglamentario de la aludida norma, define dicha noción:
“Entiéndese por riesgo cierto e inminente a aquella contingencia o proximidad de un daño que ya es
conocido como verdadero, seguro e indubitable que amenace o causa perjuicio a la vida e integridad
física de la persona o de terceros” (art. 20).
Esta definición formulada en la normativa no evita que sea un concepto polémico, particularmente
en la práctica asistencial donde se plantea su dilucidación en situaciones concretas. Desde disciplinas
psi se recoge que “se trataría de algo que pone en juego la integridad física –es decir que pone
enfrente el tema del suicidio– o cause perjuicio a la vida” (Gamaldi, 2016). Sería un atributo de
estado, una situación dada de la que el sujeto puede salir (Toro Martínez, 2011).
La atribución que la normativa hace al equipo de salud para dilucidar si una situación es deriesgo
cierto e inminente puede entenderse como expresión del encuentro entre dos universos discursivos
diferentes y en cierta forma antinómicos: por un lado, el Derecho, normativo, estático, que busca
precisiones, y por otro, la psiquiatría (y podría hacerse extensivo a la psicología) que, abocada a la
vida, a lo cambiante, a lo psíquico –con su dificultad de aprehenderlo, mensurarlo y objetivarlo–,
tiende a respuestas presuntivas (Ghioldi y Toro Martínez, 2011).
En este punto cabe pensar el lugar de Trabajo Social en el aludido entrecruzamiento de discursos. Si
bien esta profesión se incluye en el equipo de salud10
, al momento deldiagnóstico interdisciplinario
en el marco de la internación11
su participación no es determinante como sí lo es la del psicólogo o
el médico psiquiatra. Pero su aporte es significativo pues, tal como se señala desde la especialidad
forense, posibilita el conocimiento y evaluación de situaciones pasadas y presentes, y también
futuras (Krmpotic, 2012, p. 73). A su vez, abordando situaciones de crisis y padecimiento subjetivoy
social, puede formular diagnósticos sociales que integran y relacionan dinámicamente aspectos del
entorno social (económicos, materiales) como así también aspectos subjetivos, psicológicos,
culturales (Travi, 2017).
Ello evidencia que la especificidad de Trabajo Social, desde la indagación y caracterización de los
aspectos aludidos en el precedente párrafo, permite evaluar crisis agudas en forma integral y
contextualizada, en su historicidad y con vistas a la evolución a futuro.
10
Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.658, art. 8.
11
Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.658, art. 16.
10
La noción de “vulnerabilidad”. Su ligazón a la lógica de derechos.
Otra nominación que ha cobrado protagonismo en las últimas décadas en diagnósticos y evaluaciones
de la disciplina generados a partir de intervenciones en instituciones asistenciales y judiciales, es la
referencia a situaciones de vulnerabilidad que afectan a sujetos pertenecientes a colectivos pasibles
de medidas de cuidado (prevalentemente el de niños, niñas y adolescentes). Esta forma de
caracterizar situaciones también se observa en textos académicos y en ponencias en eventos
científicos.
Es una nominación que puede aparecer como unívocamente fundante de medidas “de protección”,
incluso sin estar acompañada de alguna desagregación que oriente sobre la expresión concreta que
asume la vulneración o vulnerabilidad en la situación que es foco de la intervención (Nicolini, 2018).
Hurgando en los sentidos subyacentes en esta noción Claudia Krmpotic (2019) detecta el uso de la
condición de vulnerabilidad para caracterizar, casi en exclusividad, la situación vital del sujeto. Señala
en esta modalidad descriptiva un sesgo en tanto, al centrarse casi como muletilla en su carácter de
sujeto de derechos, se está remitiendo a una identidad politizada, arraigada en el discurso
universalista de la teoría jurídica liberal, clara expresión del sujeto moderno, adulto, racional,
autónomo.
Asimismo, es significativo recuperar el aporte de Boaventura De Souza Santos dada la imbricación
que en la práctica se observa entre la noción de vulnerabilidad y el discurso dederechos. El autor,
destacando el carácter culturalmente occidentocéntrico de los derechos humanos señala que, en
tanto gramática hegemónica de la dignidad humana, se torna un planteo universalista,
independiente del contexto social, político y cultural, evidenciando como fragilidad el albergar
concepciones que pueden tender a reproducir el orden capitalista, colonialista y sexista de nuestro
tiempo (2014, p. 11).
Lo señalado por los autores aquí citados cobra relevancia en virtud de ser Trabajo Social una profesión
con tendencia a sostener la intervención centralmente desde la defensa y accesibilidad a los derechos
humanos (Nicolini, 2014), remitiendo por ello a un sujeto de derechos. Esta tendencia, consistente
con la hegemonía de los humanismos en la formación teórico práctica en Latinoamérica, propiciaría,
como contrapartida, un vacío teórico para interpretar y actuar en la realidad, con el riesgo de
reemplazar el análisis conceptual de las situaciones por evaluaciones valorativas (Pessolano, 2013, p.
160). Así, ante las carencias de formación conceptual (de grado y de pos grado), pivoteando en una
retórica alusiva a la lógica de derechos, se recurre a muletillas discursivas que en ocasiones no
superan el sentido común y que conllevan el riesgo de, por su polifuncionalidad, avalar
intervenciones que no siempre se traducen en saltos cualitativos para los sujetos (Nicolini, 2014) o,
incluso, llevan a sostener antiguas intervenciones tutelares (Krmpotic 2012: 57). En este punto es
significativa la advertencia de De Souza Santos respecto a que “la gran mayoría de la población
mundial no constituye el sujeto de los derechos humanos sino más bien el objeto de los discursos
sobre derechos humanos” (2014, p. 13).
En términos de la intervención profesional, el uso de la categoría de vulneración/vulnerabilidad no
contempla lo que se presenta a los trabajadores sociales nombrado por Claudia Krmpotic (2019)
como “lo fáctico”. Es allí donde, alejándose de efectos normativos e ideales, se abordan “experiencias
de familias, con vivencias encarnadas en sujetos y contextos particulares, en los que la familia
adquiere un grado de
11
significatividad”. El unívoco uso de la categoría para dar cuenta de “comportamientos disonantes”,
según la autora, lleva implícito el riesgo de definir a los sujetos involucrados como personas
problemáticas a las que hay que monitorear. Esta definición guarda estrechos puntos de contacto
con la de sujetos necesitados de cuidado y/o pasibles de tutela (Nicolini, 2011).
Conforme lo precedente, a fin de evitar un uso no esquemático y simplista de la noción de
vulnerabilidad, destacamos que, junto al concepto de pobreza y el de exclusión/inclusión, ha sido
foco de desarrollos en la ciencia social desde la década de los 90´, fundamentalmente en países de
Europa, teniendo como referencia, como ya se introdujo, la problemática de los derechos civiles,
políticos y sociales.
Entre esos desarrollos ha sido nodal el de Robert Castel (1997) quien, a partir de relacionar los ejes
de integración al trabajo y de sociabilidad socio familiar define tres zonas: de integrados estables, de
vulnerabilidad y de exclusión. El autor habla de vulnerabilidad social considerándola “una zona
intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de
proximidad” (op. cit., p. 15). Evidenciando una causalidad que excede la responsabilidad de la familia,
el desarrollo de Castel señala que abarca la carencia de recursos materiales vinculándose a la precaria
situación laboral, al debilitamiento o ruptura de redes familiares, comunitarias y sociales y a la
fragilidad de funciones protectoras del Estado y de organizaciones de la sociedad civil. La categoría
engloba tanto los "vulnerados" (que “ya padecen una carencia efectiva que implica la imposibilidad
actual de sostenimiento y desarrollo y una debilidad a futuro a partir de esta incapacidad”) como los
"vulnerables" (personas en quienes el deterioro de sus condiciones de vida “aparece como una
situación de alta probabilidad en un futuro cercano a partir de las condiciones de fragilidad que los
afecte”) (Perona, Crucella, Rocchiy Robin, 2000).
Unos y otros vienen a conformar los llamados grupos vulnerables en los cuales la pobreza, el origen
étnico, el estado de salud, la edad, el género o una discapacidad coloca a los sujetos que los integran
en una situación de mayor indefensión con alto riesgo de verse limitados en el ejercicio de sus
derechos (Pérez Contreras, 2005).
Como características de la vulnerabilidad resalta su multidimensional abarcando aspectos como las
condiciones habitacionales, los tipos y formas de organización familiares, las características
educacionales, el ámbito laboral y cuestiones previsionales (dada la condición laboral en retroceso)
y la red de relaciones y sistemas de sociabilidad (Perona, Crucella, Rocchi y Robin, 2000).
Otras características son la de integralidad (su existencia afecta varios aspectos de la vida de las
personas) y la de progresividad atento la posibilidad de acumularse y aumentar de intensidad (Pérez
Contreras, 2005). Dicha progresividad es la que puede llevar a un círculo perverso que reproduce y
aumenta condiciones de vulnerabilidad y, por ende, de marginalidad.
Un ejemplo de cómo se conjugan estas características en situaciones familiares se encuentra en lo
que, desde el enfoque sistémico, se define como familias multiproblemáticas (Pakman, 2006) o
familias institucionales, aludiendo a pobresafectados por crisis múltiples (Minuchin et al., 2000). La
multidimensionalidad e integralidad de los problemas que confluyen en estas familias (cuestiones
médicas, de salud mental, de dependencia de sustancias químicas, dificultades en el empleo, la
12
educación, violencia, pobreza) derivan en una progresividad y agravamiento de las crisis, dada la
conjunción o sucesión de las mismas.
Por lo aquí expuesto la sola mención a situación de vulnerabilidad o de que el sujeto sobreel cual se
dirigirá una intervención profesional tiene derechos vulnerados requiere de un análisis integral de las
distintas dimensiones de la situación (y la posibilidad de progresividad) como así también trascender
la referencia al sujeto para inscribirlo en una familia, en un determinado grupo vulnerable/vulnerado,
y todo ello en un contexto socio- histórico. No bastará enunciar los derechos que se podrían estar
vulnerando al sujeto concreto pues tras ello podría estar opacándose su pertenencia a un grupo
(familiar,social, étnico, etc.) también en situación de desventaja o indefensión.
Como señalara Antonio Madrid (s.f.), cuando se habla de vulnerable y de vulnerabilidad (a diferencia
del término “vulnerar” que permite identificar el sujeto activo y el sujeto pasivo, y por ende
identificar responsabilidades) se está aludiendo a personas y a situaciones en las que se identifican
elementos que pueden tornar vulnerables a dichas personas. Ello introduce el peligro de “pensar que
la vulnerabilidad es un rasgo de la persona y no de las estructuras en las que viven las personas”
haciendo que lo que es una consecuencia sea visto como una causa. Lleva a pensar que el problema
está en el receptor y no en el actor. Como bien señala Madrid, invisibiliza que generalmente “la
persona es vulnerable porque previamente se le ha vulnerado”.
Por eso lo ya sugerido respecto de la necesidad de trascender el rótulo de “situación de
vulnerabilidad” y de identificar las distintas dimensiones afectadas de la persona y de su entorno
familiar y social, las relaciones entre ellas y su potencial progresividad.
Todas estas cuestiones remiten al papel de la teoría en el proceso de intervención. Siguiendo a Travi
(2008) la teoría nutre dicho proceso tanto desde categorías básicas de la disciplina como desde las
de las problemáticas sobre las que se realizan las prácticas. La teoría será particularmente relevante
en el diagnóstico dado que este debe permitircomprender, describir y analizar la situación problema
dando cuenta de cómo una expresión particular y concreta afecta a una persona o grupo,
inscribiéndola en el contexto más amplio (Travi 2012). Para ello la teoría y particularmente los
principales conceptos presentes en la demanda serán las herramientas necesarias (Travi, 2004).
Por último, como una acotada mención a efectos interventivos de la categoría de vulnerabilidad se
recupera el rastreo que realizó Valeria Llobet (2009) de dicha concepciónen el texto de políticas
sociales de infancia. La autora encontró que los programas sociales de dichas políticas planteaban la
necesidad de intervención en función centralmente de dos tipos de vulnerabilidad a las que definió
como “vulnerabilidad social y familiar” y “vulnerabilidad psicosocial”.
Según la autora la primera, de orden afectivo, busca detectar sistemas vinculares y constelaciones
familiares disfuncionales o inapropiadas, interviniendo en pos de la reparación de esa dimensión
relacional, mediante vías supletorias o suplementarias (por ejemplo, la convivencia en los llamados
pequeños hogares). La segunda, de orden psicosocial, remite a modalidades diagnósticas de
desadaptación, desvío, criminalidad, subculturas que propician circuitos de normalización a nivel de
las prácticas: reaprendizajede formas de subjetividad, pautas de convivencia, modalidades culturales,
estrategias de reapropiación del yo. Lo precedente muestra que el uso de la categoría sesga y da
forma a mecanismos de intervención en los que subyacen modelos idealizados de superación del
problema (de sesgo individual o familiar) que no parecen contemplar las distintas instancias
13
involucradas y sus responsabilidades, ni las múltiples dimensiones que confluyen en las situaciones
de vulnerabilidad, su articulación y la posibilidad de retroalimentación en un círculo perverso.
“Lo intolerable”, una noción transversal
Las nociones de riesgo (relacionada a la de peligrosidad) y de vulnerabilidad comparten el ser difusas
y variar según contextos históricos, sociales e institucionales. Esa variabilidad, particularmente en
términos de la movilización que pueden o no producir en pos de acciones concretas, tiene entre sus
explicaciones la intrínseca ligazón con la noción de "lo intolerable".
Para abordarla se recurre a dos trabajos de Julieta Grinberg (2008; 2010) quien recuperael
desarrollo de Bourdelais y Fassin (2005) al buscar explicar los cambios en los juicios de valor y en los
sentimientos que provocaron ciertos comportamientos hacia los niños, los cuales, pasaron de ser
invisibilizados o naturalizados a ser considerados, en tanto maltratoinfantil, objeto de estudio e
intervención estatal.
Según Grinberg, Bourdelais y Fassin sostienen que "un intolerable" "es una norma y un límite
históricamente construido y por ende sujeto a modificaciones” (2010, p. 73) variando en cada
sociedad y momento histórico.
Dicho límite es clave en tanto da forma a esquemas perceptivos que guiarán lecturas e intervenciones
de los profesionales. Tienen carácter de construcción, siendo influidos por la trayectoria familiar y
profesional, los marcos teóricos e ideológicos y la inserción institucional, entre otras variables
(Grinberg, 2010).
Estos atravesamientos, conformando criterios valorativos de los profesionales, pueden llevar a
definir una situación como intolerable, con sus consecuencias de impronta interventiva y,
contrapuestamente, llevar a sostener actitudes de naturalización, minimización, aceptación,
resignación o invisibilización frente a otras situaciones.
La variabilidad de lecturas y valoraciones aludida exige, como propone Grinberg, un análisis dialéctico
en relación al par conformado por "lo intolerable" y "la tolerancia de lo intolerable", tolerancia que
a veces discurre opacada en el cotidiano institucional frecuentemente desbordado por demandas
que superan la capacidad operativa del servicio. Formular dicho análisis contribuirá a la comprensión
de procesos de intervención en marcos organizacionales como los abarcados en el campo socio-
jurídico, tanto entérminos de acciones como de inacciones.
Reflexiones finales
Ayer peligrosidad y hoy privilegiadamente riesgo y situación de vulnerabilidad, son nociones que se
encuentran en la base y fundamentación de acciones preventivas anticipatorias. Acciones muchas
veces propiciadas desde informes de trabajadores sociales con diversa inserción institucional en el
campo socio-jurídico de familia. Ligando aspectos o situaciones observadas en el presente con lo que
en el futuro pudiera ocurrir, desde lo vasto e impreciso que pueden abarcar, expresándose incluso
sin otros fundamentos, brindan a los profesionales la posibilidad nominar con cierto cariz de
cientificidad situaciones diversas.
Por lo que de potencial y virtual guardan estas nociones encierran un quantum de aleatoriedad y,
por ende de que, al aplicarse sin la adecuada caracterización y análisis de la complejidad de las
situaciones evaluadas, se tomen decisiones y se implementen acciones o medidas arbitrarias y/o
iatrogénicas.
14
Particularizando en la noción de riesgo destaca su variabilidad conforme contextos históricos,
sociales e institucionales, con estrecha ligazón a la percepción de "lo intolerable". Esta incide en
criterios valorativos de los profesionales y muy especialmente en la movilización de éstos y de
autoridades burocráticas, llevando a motorizar intervenciones, a veces casi compulsivamente.
Por su parte la alusión a situación de vulnerabilidad no siempre es pensada como categoría ligada a
condiciones de inclusión/exclusión, desdibujando así incumbencias estatales y aspectos
estructurales. Asimismo, desde la ausencia de la desagregación de las distintas variables y
dimensiones que la conforman se omiten lecturas que permitirían distinguir responsabilidades y,
fundamentalmente, orientar un proceso superador que trascienda lo meramente individual y
familiar.
Para superar lo amplio y difuso que abracan las nociones en análisis y ciertos usos facilistas y
esquemáticos de las mismas resulta imprescindible trascender una enunciación fundada
exclusivamente en la normativa legal o incluso en un discurso encuadrado en la lógica de derechos.
Dicho discurso debe ser contemplado, pero cuidando de no incurrir en una retórica que encubra la
persistencia de antiguas prácticas contrarias a la misma.
Asimismo, se requiere una solvente formación profesional que, conforme marcos conceptuales de la
disciplina y de las distintas problemáticas que afectan al sujeto o la familia y su contexto, brinde
elementos teóricos y metodológicos para caracterizar la situación concreta, con sus dimensiones, su
complejidad.
Desde allí, conforme la especificidad de Trabajo Social, se podrá trascender una impronta
exclusivamente evaluativa –sobrevalorada en el campo socio-jurídico– dando lugar a la detección de
los espacios estratégicos que guíen la acción transformadora, elemento que define a esta profesión.
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tribunales y policía en Argentina y Brasi, pp. 71-88. Buenos Aires, Antropofagia/ Facultad de Filosofía y
Letras, Colección de Antropología Social.
Trabajo Social es Profesión Esencial
En los tiempos difíciles que venimos transitando y
los que se avecinan agradecemos y felicitamos a
todes les colegas que día a día nos enorgullecen
con su labor profesional, siendo Trabajo Social una
profesión esencial en esta pandemia. ¡GRACIAS Y
FUERZA!
17
La escucha y sus derivas en la intervención profesional
de Trabajo Social1
Ivon Frank. Facultad de Trabajo Social. UNER. Lic. en Trabajo Social.
Florencia Serra. Facultad de Trabajo Social. UNER. Mag. en Trabajo Social.
Silvina Bolcatto. Facultad de Trabajo Social. UNER- Lic. en Trabajo Social.
DESCARGAR ARTÍCULO
Resumen:
El presente artículo contiene reflexiones producidas en el marco del proyecto de investigación:
“Construcción de las intervenciones profesionales. Un estudio a partir de las prácticas relatadas por
trabajadores sociales de Santa Fe y Paraná”. El mismo procuró reconocer y comprender lo que sucede
en la “cocina” o “trastienda de la intervención”,
considerando que las intervenciones profesionales de
las y los trabajadoras/es sociales escapan a cualquier aprehensión que considere sólo su dimensión
técnica-instrumental. La resolución metodológica se inspiró en la propuesta de la Intervención
Sociológica (Touraine, 1983, 1986; Dubet, 1987, 2006) a partir de la cual se desarrollaron sesiones de
debate con trabajadoras y trabajadores sociales de las ciudades de Paraná y Santa Fe. De las diferentes
hipótesis que fueron trabajadas en el transcurso del proceso de investigación, para este artículo se
decide poner el foco en el análisis de un tópico que se reveló central en los procesos de intervención
profesional: la escucha.
Palabras claves: trabajo social, intervención profesional, escucha
Resumo:
Este artigo contém reflexões produzidas no âmbito do projeto de investigação: “Construçãode
intervenções profissionais. Um estudo a partir das práticas relatadas por assistentes sociais de Santa Fé
e do Paraná ”. Ele mesmo procurou reconhecer e compreender o que se passa na "cozinha" ou "sala dos
fundos da intervenção", considerando que as intervenções profissionaisdos assistentes sociais escapam
a qualquer apreensão que considere apenas a sua dimensão técnico-instrumental. A resolução
metodológica foi inspirada na proposta da Intervenção Sociológica (Touraine, 1983, 1986; Dubet,
1987, 2006) a partir da qual foram desenvolvidas sessões de debate com assistentes sociais das cidades
do Paraná e Santa Fé. Que foram trabalhadas durante a pesquisa processo, para este artigo optou-se
por focar na análise de um tema que foi central para os processos de intervenção profissional: a escuta.
Palavras-chave: serviço social, intervenção profissional, escuta.
1
Las reflexiones contenidas en este artículo son producto del Proyecto de investigación “Construcción de las
intervenciones profesionales. Un estudio a partir de las prácticas relatadas por trabajadores sociales de Santa
Fe y Paraná” radicado en la Facultad de Trabajo Social de la UNER y tienen como principal insumo el valioso
aporte de las y los trabajadores sociales de las ciudades de Paraná y Santa Fe que participaron de las diversas
sesiones de debate contempladas en el transcurso de la investigación. Asimismo, se destaca el apoyo brindado
y el compromiso asumido por el Colegio de Profesionales de Trabajo Social de la 2da circunscripción de la
provincia de Santa Fe en lo referente a la difusión del proyecto, la convocatoria de las y los colegas y la disposición
del espacio de la sede institucional para llevar a cabo las distintas sesiones de trabajo.
18
Introducción
El presente artículo aborda una serie de
reflexiones que tienen su origen en el
Proyecto de Investigación: “Construcción
de las intervenciones profesionales. Un
estudio a partir de las prácticas relatadas
por trabajadores sociales de Santa Fe y
Paraná” radicado en la Facultad de Trabajo
Social de la UNER2
. En el mismo se procuró
reconocer y comprender lo que sucede en
la “cocina” o “trastienda de la
intervención”3
y para ello, se partió de
considerar que las intervenciones
profesionales de las y los trabajadoras/es sociales escapan a cualquier aprehensión que considere sólo
su dimensión técnica-instrumental. Asimismo, se sostuvo que las modalidades que asumen las
intervenciones profesionales dan cuenta de un conjunto de factores y actores que se ponen a jugar en
el propio proceso, por lo que fue necesario distanciarse de aquellas propuestas en las que lo
metodológico queda subsumido al cumplimiento de etapas.
La resolución metodológica se orientó en la propuesta denominada Intervención Sociológica 4
(Touraine,
1983, 1986; Dubet, 1987, 2006), la cual posibilitó el despliegue de diferentes acciones y estrategias
dentro de las cuales las sesiones grupales y entrevistas con trabajadoras y trabajadores sociales de las
ciudades de Paraná y Santa Fe5
fueron centrales para construirel proceso de análisis en la búsqueda de
dar respuestas a la pregunta de investigación.
De las múltiples hipótesis que fueron trabajadas en el transcurso del proceso de investigación, para este
artículo se decide poner el foco en el análisis de un tópico que se reveló central enlos procesos de
intervención profesional: la escucha.
En las diferentes instancias del trabajo de campo que incluyó la investigación se observa enlos relatos
y debates de las y los profesionales participantes una referencia persistente e insistente a la práctica de
la escucha. El Trabajo Social es representado por ellas y ellos como un oficio que tiene como materia
primera el encuentro con otras y otros, y la escucha en ese encuentro se revela como imprescindible.
2
La investigación se desarrollo en el período 2017-2020, y el quipo de investigación se encuentra integrado por:
Mg. Carmen Inés Lera (directora), Mg. M. Florencia Serra (co-directora) , Lic. Silvina Bolcatto, Lic. Ivón Frank,
Mg. Alicia Genolet, Lic. Lorena Guerriera, Dra. Griselda Parera, Mg. Verónica Rocha, Lic. Zunilda Schoenfeld.
3
Siguiendo las motivaciones expuestas en la trastienda de la investigación de Wainnerman y Sautu, (2001)
4
La Intervención Sociológica es un método de investigación social que surge en Francia en la década del 70 y el
contexto de surgimiento se sitúa en el movimiento del mayo francés de 1968. Touraine define a este método
como un nuevo tipo de trabajo teórico y empírico en torno a los movimientos sociales. Su propuesta no apunta
a describir lo que acontecía, sino fundamentalmente a captar el sentido de las acciones. Este método en su
devenir fue incorporando nuevos campos de conocimiento (el terrorismo, el racismo, del antisemitismo diversas
formas de violencia, los jóvenes de los barrios populares, los estudiantes, los profesionales del trabajo sobre los
demás (trabajadores sociales, enfermeras, docentes…), los enfermos del cáncer, entre otros) y consolidando una
tradición que se resignifica a partir de las contribuciones de diferentes autores. Tradición que mantiene aún
escasa visibilidad en el terreno de las ciencias sociales
19
Aunque reconocer la centralidad de la escucha puede resultar una obviedad, esa mismaobviedad podría
explicar las razones por las que dicha categoría se encuentra escasamente tematizada al interior de las
producciones específicas de Trabajo Social y naturalizada en el cotidiano del ejercicio del oficio. En
consideración a ello las reflexiones que se despliegan a continuación se inscriben en un intento de
interrogar la práctica de la escucha en la intervención de trabajadoras/es sociales y apuntar algunas
claves para su tematización.
1- La centralidad de la escucha: ¿para qué y desde dónde escucha un trabajador social?
Es innegable que la escucha no es privativa de la profesión de Trabajo Social. Es más,podríamos preguntar
si existe profesión de lo social que prescinda en su ejercicio de la práctica de la escucha. La pregunta sería
entonces ¿qué es lo que distingue a la escucha que hace un trabajador social respecto de otras escuchas
profesionales?
Si tomamos el caso de la escucha psicoanalítica, de un modo muy básico, podemos identificarqué es lo
que la distingue de otras prácticas de escucha. Un cuerpo conceptual a partir del cualse decodifica la
escucha: la teoría psicoanalítica, un tipo de relación paciente-analista y un objetivo: la cura analítica.
Para el caso del Trabajo Social, Saül Karsz (2007) expresa que a los públicos se les oye, no con los oídos,
sino con “tablas de escucha” adecuadamente preparadas. La escucha debe estar instruida y tan lúcida
como sea posible. El autor refiere al esfuerzo de comprender qué teorías obran en la práctica
profesional y qué prácticas son posibles o imposibles según la teoría con la que se está operando. En
este sentido, expresa que el problema real consiste en comprender cómo y por qué, en el ejercicio del
oficio, teoría y práctica están siempre unidas, ligadas y las situaciones desde allí son descifradas,
categorizadas y significadas. “Importa la palabra cargada de sentido, portadora de significados” y
agrega: “El devenir de los usuarios depende de la práctica teórica que agentes e instituciones acepten o
no realizar” (2007:63)
Sin embargo, en las sesiones grupales observamos en los relatos de las y los trabajadoras/es sociales
que no resulta tan sencillo efectuar tales distinciones, lo que de ningún modo supone que se trata de
una escucha vacía de sentidos o ecléctica en relación al desde dónde se produce y para qué.
Al seguir algunas pistas en torno a la pregunta ¿desde dónde escucha un trabajador social? reconocimos
múltiples adjetivaciones que las y los profesionales le atribuyen a la escucha: atenta, amplia, activa,
respetuosa, generadora de confianza, no inquisidora, no sancionatoria. Una escucha que interroga y
que se interroga a sí misma, que no debe hacerse esperar, que seacapaz de sorprender al profesional
una y otra vez, porque si no, como advierte una participante, si todo nos da igual nos estancamos.
Además, para estos profesionales la escucha se presenta como condición para generar un clima
y espacio que le permita al otro sentirse reconocido, respetado, valorado en su discurso, sus
trayectorias y experiencias cotidianas. Proceso activo que conlleva gestos, silencios,
expresiones, posturas, entre otras acciones y palabras que ponen en juego todos los sentidos.
Que el otro pueda saber y sentir que para mí es importante lo que le está pasando”, “en la
manera como uno abre el diálogo va captando, procesando y comprendiendo lo que le pasa
al otro, son algunas de las expresiones que dan cuenta de ello.
5
En estas instancias participaron trabajadoras y trabajadores sociales que se desempeñan en diferentes ámbitos
socio-ocupacionales: salud, salud mental, educación, niñez, seguridad social y justicia; selección que se conformó
atendiendo a la heterogeneidad de las problemáticas que aborda el Trabajo Social. Para ello, y a los fines de
conformar los grupos, se llevó a cabo una exploración de la demografía de profesionales en ejercicio en cada una de
las ciudades mencionadas.
20
Una trabajadora social manifiesta que, ante demandas complejas y heterogéneas, en la escuchase
propone investigar cada una de ellas intentando abordar interrogantes como los siguientes:
¿por qué llegan?, ¿quién deriva?, ¿cuáles han sido los recorridos institucionales de esas
personas? (...) mi posicionamiento hace que escuche al otro desde una perspectiva integral…
es preciso des-encorsetar aquellas miradas que clasifican al otro.
Una escucha orientada a elaborar un diagnóstico integral, no fragmentado de la situación, en donde lo
que le sucede a ese otro, cómo transita y tramita eso que le sucede, qué siente, cómo se siente, qué
desea, qué recursos (tanto materiales como simbólicos) dispone para enfrentarsu problemática, va a
tener efectos en la estrategia de intervención propuesta.
De este modo comienzan a delinearse algunos para qué de la escucha, vinculados al conocimiento de
la situación a intervenir, y también algunos desde dónde, vinculados a la posición que se le otorga
al otro como sujeto co-implicado en la producción de la estrategia deintervención. Da cuenta
de ello la expresión de otra profesional cuando afirma que el trabajador social no da consejos,
al estilo te resuelvo la vida en cinco minutos.
Advertimos que, aún en sus imprecisiones, la escucha alude tanto a un procedimiento orientado al
conocimiento/diagnóstico de la situación que demanda la intervención, como aun modo particular de
producir, modificar aquello que se está apuntando conocer.
2- Derivas de la escucha.
Tomando como insumos las producciones y discusiones de las y los profesionales en las sesiones
grupales elaboramos una serie de tópicos que intentan condensar algunos discursos y orientaciones que
puede asumir la escucha en la intervención profesional. Tópicos que no configuran modelos nítidos y
excluyentes, sino que constituyen posiciones compartidas por algunos y discutidas por otros.
3.1- Una escucha que hace lazos
La práctica de escucha siempre remite a un otro. Para las y los profesionales de nuestro estudio ese
otro es representado en los destinatarios de sus intervenciones, como así también en colegas y
profesionales de otras disciplinas con los que comparten su labor. En este punto nos disponemos a
pensar en la relación con los primeros.
Escuchar para comprender lo que le sucede a ese otro, escuchar para habilitar al otro a que
pueda reconocerse en sus deseos, intereses, son algunos de las expresiones que se orientan a
dar cuenta del sentido que asume la escucha en el contexto de la intervención profesional.
Una escucha que se presenta como medio y como fin, como continente y como contenido.
Una de las participantes hace referencia a la escasez de escucha del otro. El no ejercicio de la
escucha, la indiferencia, el hablar encima del otro, la dificultad para tener empatía con el otro,
son definidos como rasgos del modo contemporáneo de vivir en sociedad, rasgos que parecen
interpelar la práctica de los trabajadores sociales, a la vez de marcarle su condición de
posibilidad: hacer lazo con el otro.
Afirmar que en la intervención profesional la escucha del otro se orienta a hacer lazo, requiere
necesariamente interrogar ¿qué tipo de lazo se hace? Y aquí las argumentaciones se tornan más
complejas en su elucidación.
21
Decíamos que uno de los modos de adjetivar la escucha por parte de las y los profesionales es el de
escucha activa. Ello, según sus dichos implica reconocer algo que se pone en juego en esa relación, un
ida y vuelta
La escucha es escenificada en el encuentro, en el acompañamiento y en la posibilidad de pensar
alternativas de acción a la situación que deriva dicho encuentro. Tal como manifiesta una
profesional no es solo la escucha, es también la respuesta, desde el lugar que nosotros
intervenimos para que el otro nos escuche. Si yo lo escucho y sólo lo escucho, no es nada.
Desde este mismo puesto de observación Carballeda sostiene que «la denominada “escucha activa”
implica un interesarse por ese Otro, estar disponible, aceptándolo como es, dandolugar a otras
perspectivas o formas de comprensión y explicación» (2015: 58-59). Y agrega
«la ausencia de estos lugares, actividades, espacios que faciliten la posibilidad de escuchar, explica la
exclusión y la ratifica, generando otro tipo de identidades y pertenencias efímeras, en soledad» (2015:
58)
En este sentido la escucha supone para las y los profesionales de nuestro estudio un modo de
hacer lazo en dos sentidos: por un lado, estar al lado de, reconocerlo en tanto sujeto libre, con
intereses, deseos y, por otro lado, ciertos horizontes hacia donde se debe acompañar a ese
otro: que sea menos sujeto y más actor social, que se autonomice, que ejerza sus derechos,
sea más libre incluso, aclara una participante, más libre de nosotros mismos. Y es en ello que
se dirimen los sentidos que asume la intervención profesional.
Carballeda argumenta que escuchar es una necesidad y por lo tanto se constituye en un derecho.
Derecho a ser escuchado, pero en una escucha activa que implica interesarse por ese otro.
Aquí resulta interesante detenernos a reflexionar en las referencias que hacen las y lostrabajadoras/es
sociales a una posición de disponibilidad de escucha al otro. ¿Qué significa pensarse disponible para un
otro?, ¿cuáles son los alcances y los límites de dicha disponibilidad?
Disponer de un tiempo para la escucha supone para estos profesionales la posibilidad de detenerse a
pensar en el otro y habilitarlo en su palabra. Supone desafiar un contexto de extremo individualismo,
de fragilidad del lazo social y de una racionalidad neoliberal que atraviesa y configura los modos de estar
y relacionarse con los otros.
Así, en la lectura de los relatos es posible inventariar una serie de verbos que giran en torno a
la práctica de escucha: orientar, ordenar, encauzar, satisfacer, aconsejar, contener, asistir,
derivar, ayudar, dar una respuesta, creer, controlar, ir más allá…Acciones que siempre
implican hacer lazo, pero cuyos bordes se presentan difusos y demandarán ser precisados.
Cuando decimos precisar no nos referimos a buscar una certeza en torno a cada uno de los verbos
aludidos, tampoco al trazado de una frontera que de antemano señale hasta dónde el trabajador social
estará disponible para el otro. Sino que estamos apelando a la “definición de unas coordenadas que se
modificarán con un recorrido, pero sin las cuales no habrá recorrido posible” (Frigerio, 2017:43).
Entonces, pensar a Trabajo Social como un oficio del lazo nos convoca a asumir sus modalidades
múltiples, las potencias que derivan de la diversidad de campos problemáticos e instituciones en las que
se inserta y de la variedad de prácticas que se ponen en juego en ellas. A la vez, sus efectos deberán ser
considerados siempre en cada situación singular. Y es precisamente en estas referencias que
reconocemos pistas que nos acercan a los haceres y los estar siendo6
de este oficio.
22
3.2- Una escucha ¿específica?
Las y los profesionales no dudan en admitir que Trabajo Social ejerce una escucha que le es específica y
que se distingue de las escuchas que practican otras profesiones. ¿Qué es los que la distingue?, es una
de las preguntas a desandar que convoca las sesiones con los profesionales.
Aquí los debates se deslizan en argumentaciones cuyo punto de partida es la oposición, o sea
lo que la escucha del trabajador social no es… porque por ejemplo el médico atento a lo que
escucha de la persona diagnostica y médica. La persona, el enfermo no tiene derecho a refutar
lo que dice el médico. En cambio, nosotros, con la intervención con el otro es un ida y vuelta...
Incluso, para poner un ejemplo más del psicoanálisis lacaniano, esto del diván… unoya
corporalmente está acostado, que también se le dice paciente
En estas expresiones identificamos dos cuestiones a destacar. Por un lado, podemos advertir ciertos
modos estereotipados de representar la escucha de las otras profesiones, a partir de las cuales se busca
demarcar la escucha propia. Y por otro lado, la dificultad de capturar qué seríaaquello que distingue a
ésta última.
Un tipo de escucha que se sabe específica pero no se termina de alcanzar a precisar, entonces la
definición por la negativa parece resultar un modo de aproximarse a aquello que se vuelve escurridizo
en su aprehensión.
Dubet en su estudio sobre las experiencias de trabajadores sociales advierte esta misma operatoria: “A
lo largo de gran cantidad de sesiones de trabajo, el oficio- o más bien la vocación- se define por la
negativa, por aquello que él nos es (…) (2006:275), “(…) nunca se sabe en verdad de modo positivo qué
es esa especificidad profesional a cuyo respecto nadie tiene dudas, pero que nadie puede definir sin
rodeos, ya que toda fórmula cerrada estáinevitablemente destinada al fracaso.” (2006:278)
En nuestro caso, esta suerte de porosidad en la especificidad de Trabajo Social parece no sólo
expresarse en la autoimagen que las y los profesionales tienen de sí mismos, sino que además es
atribuida a los modos como sienten que son representados por los otros. “Es la representación social
de la profesión en comparación con otros. Como, por ejemplo, elabogado, se sabe qué hace el abogado,
el médico qué hace el médico, nosotros es como que hacemos todismos, somos todólogos… y me parece
que esa es la representación social que tienen los demás de nosotros…
Retomando a Dubet en la cita que antecede “toda fórmula cerrada está inevitablementedestinada al
fracaso”, sería posible argumentar que los rodeos al momento de dar cuenta de la especificidad, lejos
de planteárselo al trabajador social como una debilidad o un déficit, podrían ser pensados en la potencia
de aquello que se resiste a ser clausurado.
3.3. Un olfato para escuchar
Las referencias de las y los trabajadoras/es sociales en torno a lo que supone para ellas/os la práctica
de la escucha deja entrever modos en los que pareciera ponerse en acto un cierto “olfato” adquirido
en el propio ejercicio del oficio. Es la intuición, la práctica, la experiencia que nos ha dado que ciertas
cuestiones que dice o hace que a vos te da cierta suspicacia, que te hace ruido, que te hace repensar
¿Estarán diciendo todo? ¿Estarán diciendo la verdad?
6
términos tomados de Adriana Frigerio en “Oficios del lazo: mapas de asociaciones e ideas sueltas” (2017:48)
23
¿Falta algo?
Intuición, práctica, experiencia, suspicacia, se presentan como términos que intentan nombrar aquello
que no se encuentra en los saberes que se enseñan en la academia- y que por ello resulta difícil de
delimitar-, aquello que se aprende y se desarrolla en la experiencia, la misma experiencia que hace
oficio.
La figura del baqueano, metáfora que introduce Fernando Ulloa al pensar el trabajo clínico en las
instituciones, es recuperada por Daniel Korinfeld para pensar los oficios del lazo. Baqueano alude a
“una relación particular con el territorio, un conocimiento adquirido producto de la experiencia, un
conocimiento que se nutre de encontrar y poder leer ciertos signos, reconocer huellas, a veces
inhallables e inadvertidas para otros (…)” (2017:30).“Mirá, ni me digas a qué venís…” Es parte del
folclore de la oficina… Mirá, viene a pedir un subsidio… mirá la llave del auto, es importado… esas cosas
están todo el tiempo…hay un olfato en las intervenciones de hacia dónde van dirigidos, o hacia dónde
está pensando esta persona y su demanda que no siempre está expresada de manera lineal. A veces
tampoco las personas la tienen muy claro, y uno puede y a lo largo de los años va encontrando ese “a
quévino”.
Imágenes de un trabajador social que deviene baqueano, en tanto dispone de una escucha entrenada,
una mirada aguda que rastrea señales, detecta indicios, “que sabe vislumbrar el horizonte y el clima y
que se posa en los detalles porque allí encuentra algunas claves para seguir el camino". (Korinfeld,
2017:30)
Si bien la experiencia es el continente donde se desarrolla este 'olfato' para la escucha, es preciso
reconocer que su contenido no se nutre sólo de la experiencia. En este punto, Karsz (2007) refiere a la
“escucha abierta” del trabajador social como un dispositivo cuyo manejo supone aprendizajes teóricos
y técnicos, incluyendo además el trabajo de la propia subjetividad de quien la ejerce. “Es una
determinada postura que se adquiere nunca por completo, ni sin contradicciones, en el curso de una
práctica profesional más o menos prolongada” (2017:133). Entonces mientras vas haciendo la escucha,
sabés con qué recursos contás, que además, no son siempre los mismos …. Y la escucha también te
permite tener un olfato de cómo ir haciendo esas intervenciones. Es re complicado.
“Escuchar con el tercer oído” es una expresión empleada por los músicos y Richard Sennet la evoca en
el relato de sus primeras incursiones en el oficio de sociólogo. “En música, esta experiencia es difícil,
pero simple; un chelista corrige el sonido a medida que lo produce, por ejemplo, modulando la presión
del arco apenas comienza a oírse el sonido” (2003: 50).
Algo así parece suceder en la práctica de la escucha de las y los trabajadoras/es sociales. Siempre es
singular y no puede transferirse, y ante cualquier intento de definir, sistematizar o formalizar en un
saber específico pierde su potencia en la medida que se fija en un “es” para dejar de “estar siendo”. Y
de aquí que la intención de conocer más sobre el modo como ella seejerce encuentra su límite.
¿Cómo conocer un saber hecho de hipótesis que se ponen a prueba una y otra vez en cada situación
singular y que además siempre está dispuesto a reformularse?
24
3.4 Más acá y más allá de la escucha
La heterogeneidad de las narrativas que circularon en las sesiones de la investigación ponende relieve
figuras de la escucha que, aun reconociéndose siempre condicionada, se configura como medio, como
fin y también más.
Los mandatos institucionales, la disponibilidad o no de recursos, las lógicas políticas muchas veces a
contramano de los intereses y necesidades de las y los destinatarias/os de las intervenciones, los
expedientes que ponen etiquetas que se anticipan al encuentro con el otro, la propia subjetividad
puesta en juego, son algunos de los múltiples escollos en los que, segúnlas y los profesionales, se tramita
la escucha en el marco del ejercicio del oficio.
Escuchamos en contextos y escenarios que tienen sus propias tonalidades, sonidos y silencios,éstos
constituyen el telón de fondo de ese acto. Pueden ser hostiles o acogedores, facilitando uobstruyendo
la interacción de quienes hablan. La escucha implica entendimiento, selección dela información que
surge de la palabra del Otro, intento de captar su lógica discursiva, determinación de los detalles
importantes del relato, reflexión sobre el contenido de éste y análisis del sentido de lo dicho (Carballeda,
2015)
En los modos singulares de enfrentar estos escollos cohabitan, no sin disputas, los sentidos que
puede asumir la escucha. Escucha que no es neutral, siempre está condicionada, por el
contexto, las lógicas institucionales y las subjetividades que se ponen en juego en esa relación.
Escucha que no es reglada. No hay pautas que la protocolicen, ni manuales para la escucha. Y
vas, como yo digo, artesonando todo el tiempo y buscando con el otro una solución a ese
problema…
Escucha que no es unidireccional. Es comunicación, interacción, intersubjetividad. Escucha que busca
no juzgar al otro y que es interpelada cuando prejuzga. Escucha activa, abierta, entrenada. Punto de
partida de la intervención, medio para conocer lo que le pasa al otro, pero también, en algunos casos y
para algunos profesionales, un fin en sí mismo. Escucha que es intervención profesional. Escucha que
desde las posiciones de algunos profesionales, cuando se presenta aislada, puede ser un espacio de
contención emocional, pero no es una intervención profesional.
Escucha, además, que en ocasiones es lo único posible.
3- Conclusiones
Los tópicos abordados aquí de ningún modo agotan la riqueza de los debates dados en las sesiones
grupales con las y los profesionales que abarcó el proceso investigativo. Dichos tópicos revelan la
multiplicidad de formas y capas de sentidos que puede asumir la práctica dela escucha en Trabajo Social,
a la vez que nos señalan pistas para seguir pensando cómo se configuran las intervenciones
profesionales.
Ante todo nos enfrentamos ante una práctica que “es” siendo y que en su puesta en acto involucra
saberes, técnicas, fundamentos teóricos y ético políticos que se conjugan con aquellas destrezas
adquiridas en la propia experiencia.
25
Identificamos la escucha como un modo de hacer lazo, pusimos en interrogación la especificidad de la
escucha, reconocimos el desarrollo de un olfato para la escucha e intentamos bucear más acá y más allá
de la escucha.
Múltiples derivas de la escucha, escuchas que no quedan, ni pueden, quedar a la deriva. Práctica que
renuncia a ser reglada, que insiste en la pregunta que siempre abre y resiste a suclausura. Práctica
que se reinventa una y otra vez en la singularidad de cada caso-situacióncon la que las y los
profesionales se encuentran, en cada contexto particular en que la mismase despliega.
Referencias bibliográficas
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Faraone et al. (Comps.) Determinantes sociales de la salud mental en ciencias sociales. Actores,
conceptualizaciones, políticas y prácticas en el marco de la Ley 26657. Sociales-UBA, Ciudad Autónoma
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Carballeda, A. (2012). La intervención en lo social como proceso. Editorial Espacio, Buenos Aires.
Carballeda, A. (2008). Escuchar las prácticas. Editorial Espacio, Buenos Aires.
Dubet, F., & Bradu, F. (1987). Los criterios de validación en la intervención sociológica. Estudios
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Dubet, F. (2006). El declive de la institución. Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Editorial
Gedisa, Barcelona.
Karsz, S. (2007). Problematizar el trabajo social. Definición, figuras, clínica. Gedisa, Barcelona.
Korinfeld, D. (2017). De Pandora, baqueanos e instituciones. Tres notas desde los Ateneos de
Pensamiento Clínico, en G. Frigerio, D. Korinfeld y C.Rodriguez, Trabajar en instituciones: los oficios del
lazo (pp. 15-40). Noveduc, Buenos Aires.
Sennet, R. (2003). El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo desigual. Edit. Anagrama,
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Touraine, A. (1986). Introducción al método de la Intervención Sociológica. EstudiosSociológicos IV.
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Touraine, A. (1983). La intervención sociológica. Revista Punto de Vista, N° VI N°19.Buenos Aires.
WSWD2021 Día Mundial del Trabajo Social.
UBUNTU, yo soy porque nosotros somos
Fortaleciendo la solidaridad social y la
conectividad global
El Día Mundial del Trabajo Social es el 16 de
marzo de 2021. Es el día clave del año en el
que los y las trabajadores sociales de todo el
mundo se unen para promover nuestro
mensaje común a nivel mundial. Este año, el
Día Social Mundial 2021 destaca Ubuntu: Yo
soy porque nosotros somos. Este es el
primer tema de la Agenda Global 2020-2030
para el Trabajo Social y el Desarrollo Social
26
Pronunciamiento de FAAPSS en disconformidad con la
actividad "El Rol del Trabajo Social en contexto de
Encierro" en la Universidad de Lomas de Zamora
Desde la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Trabajo Social expresamos nuestra total
disconformidad con la actividad a realizarse por diversos actores institucionales de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora denomina *"El Rol del Trabajo Social en contexto de
Encierro". Advertimos con preocupación que en dicha actividad virtual no participen como expositores
profesionales del Trabajo Social. Es inadmisible que buscando visibilizar la necesidad y pertinencia del
desarrollo del rol profesional en el contexto de encierro, se cercena nuestra palabra y sea OTRO/OTRA
profesión quien hable por nosotres. El desarrollo histórico, los fundamentos teóricos metodológicos y los
posicionamientos éticos políticos que desde sus inicios ha desarrollado el Trabajo Social son sustentos
suficientes para asumir un rol protagónico y hablar en primera persona. En este mismo sentido, tanto la Ley
Federal de Trabajo Social Nro. 27072 como cada una de las leyes provinciales son clara en definir y resguardar
las incumbencias, los derechos y los deberes profesional. Por todo esto invitamos a las autoridades y
disertantes convocades a reconfigurar la propuesta toda vez que constituye una injerencia. Asimismo,
acompañamos al colectivo provincial y local en las acciones y gestiones por elles iniciadas.
27
Representaciones Sociales de los Adolescentes sobre la
Violencia Escolar
González, Darío Alfredo. *1
Mariani, Lucio A.*
DESCARGAR ARTÍCULO
Resumen
Esta producción intenta socializar sintéticamente el trabajo realizado en el año 2019 cuyo objetivo fue
conocer las representaciones sociales de los estudiantes del último año de una Escuela Técnica de la Ciudad
de Corrientes sobre la violencia escolar.
Para ello se propusieron tres ejes: describir las representaciones sociales sobre la violencia escolar de los
estudiantes; caracterizar las situaciones de violencia escolar percibidas por los estudiantes e identificar las
estrategias de prevención, abordaje resolución de situaciones de violencia escolar empleadas por la
institución educativa, durante el ciclo escolar.
Surge como interrogante central entonces ¿Cuáles son las representaciones sociales sobre violencia escolar
de los estudiantes de esta Escuela Técnica de la Ciudad de Corrientes?. Este interrogante medular, intenta
entender acerca de construcciones colectivas, desde un plano simbólico a través de las verbalizaciones de
los propios actores.
Los resultados son puestos en análisis para finalmente concluir con reflexiones que permitan contribuir en
las intervenciones sociales situadas en ese contexto educativo.
Palabras Claves: Trabajo Social. Violencia Escolar. Representaciones Sociales
Resumo
Esta produção tenta socializar sinteticamente o trabalho realizado em 2019 cujo objetivo era conhecer as
representações sociais dos alunos do último ano de uma Escola Técnica da Cidade de Corrientes sobre
violência escolar.
Três eixos foram propostos para fazer isso: descrever representações sociais sobre a violência escolar dos
alunos; caracterizar as situações de violência escolar percebidas pelos alunos e identificar estratégias de
prevenção, abordar a resolução de situações de violência escolar empregadas pela escola, durante o ano
letivo. Surge como uma questão central, então Quais são as representações sociais sobre a violência escolar
dos alunos desta Escola Técnica da Cidade de Corrientes?. Essa questão medular tenta compreender sobre
construções coletivas, desde um plano simbólico até as verbalizações dos próprios atores.
Os resultados são colocados em análise para concluir com reflexões que permitam contribuir para as
intervenções sociais localizadas nesse contexto educacional.
Palavras-chave: Violência escolar. Representações Sociais. Trabalho Social
1
Profesores Universitarios en Trabajo Social. Docentes del Instituto Superior de Servicio Social “Remedios de Escalada
de San Martin”. Corrientes
28
I.-El Trabajo Social en contextos educativos
Las instituciones escolares, representan espacios vertebradores de procesos de socialización de niños, niñas
y adolescentes. Que a su vez se insertan el sistema educativo, no solo como parte de su desarrollo y
formación; sino también, aspiran a mejorar la calidad de vida de los actores que diariamente transitan esos
espacios. Si bien el rol de primeros educadores lo asumen los padres en el seno familiar; es en la escuela
donde se consolidan procesos de socialización de los educandos.
Así también, la escuela ha experimentado cambios sustanciales, devenidos de procesos sociales, económicos,
históricos y culturales, por ejemplo: hacia dentro de las instituciones se aspira a modelos educativos más
participativos, se han producido importantes innovaciones pedagógicas en el proceso de enseñanza –
aprendizaje. Y por otra parte, la escuela se inserta en un contexto local que le imprime características propias,
y como toda organización es permeable a las transformaciones sociales.
Es así que, la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, considera a la escuela como uno de los
pilares de prevención; espacio por excelencia donde es posible detectar problemas familiares y sociales
emergentes, lo cual facilita una intervención temprana. Para Bruno, Lapides y Veloso (1999) el rol del
Trabajador Social surge históricamente como una extensión de lo normativo, del control social, que en la
Argentina, así como en otros países, supo construir categorías para identificar, clasificar, encasillar y etiquetar
procesos, familias, situaciones.
Esto último, fue superado a la luz de nuevas teorías y reglamentaciones en torno a la profesión. A su vez, el
ejercicio y las incumbencias profesionales, en la Argentina, se encuentra reglamentado a través de la Ley N°
27.072, entiende el Trabajo Social “a la profesión basada en la práctica y una disciplina académica que
promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las
personas” (art. 4° de la Ley 27.072)
La incorporación de principios rectores como “los derechos humanos, la justicia social, la responsabilidad
colectiva y el respeto a la diversidad” (art. 4° de la Ley 27.072) otorgan un marco de inserción profesional de
mayor complejidad.
Mientras que las instituciones educativas, si bien conservan un cierto grado de autonomía, son estructuras
verticalistas, donde predomina lo normativo, lo establecido, aquello instituido por sobre lo instituyente.
El Trabajo Social, no debe replegarse sólo a lo normado, sino que debe indagar en los intersticios,
desestructurar estigmas y deconstruir el objeto de la práctica diaria; labor, tiempo y espacio se conjugan en
la acción.
Es así, que entender miradas y posicionarse en la cuestión social desde las propias interpretaciones de los
sujetos cobra relevancia para conocer y abordar una problemática multicausal como es la violencia en las
escuelas. En ese sentido, las representaciones sociales es una herramienta valiosa, no solo dentro del campo
de la psicología social, sino también para otras disciplinas que intervienen en lo social; en ella se unifican dos
dimensiones lo individual y lo colectivo, en una dinámica de interacción simbólica de pensamiento y acción.
II.- Las representaciones sociales
A medio siglo del surgimiento de la teoría de las representaciones sociales, se ha consolidado como corriente
epistemológica para pensar e investigar el conocimiento del sentido común. Petracci y Kornblit (1998)
mencionan que esta idea tiene su principal vertiente en las teorías de Emilie Durkheim quien planteó que la
existencia de representaciones colectivas que se imponen a las personas como naturales; así también
29
sumaron Heider (1985) acerca de la psicología ingenua; Schutz (1973) sobre la fenomenología; el
interaccionismo simbólico de Berger y Luckman (1968), son algunas teorías desde donde se posicionó Serge
Moscovici (1961) para desarrollar tres aspectos:
• El carácter productor del conocimiento, es producido de forma inmanente con los objetos sociales
conocidos.
• La naturaleza social del conocimiento, la comunicación e interacción entre sujetos, grupos e
instituciones
• La importancia del lenguaje y la comunicación, a través de los cuales se transmite y crea realidad; así
como también el marco en que la realidad adquiere sentido.
Jodelet (1984) refiere que representar es un equivalente del objeto, no es igual, sino que es algo mediado
por una figura similar. Y en la representación es donde emerge el contenido correspondiente.
De este modo, las RS “constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de
estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o
negativa” (Araya Umaña; 2002, p. 11)
Al respecto, Petracci y Kornblit (1998) establecen que los actos del pensamiento que produce la relación del
sujeto con el objeto tienen dos momentos: la objetivación y el anclaje.
En ese sentido, la objetivación, según Jodelet (1986) es una “operación de imagen y estructurante”; para
Moscovici este proceso conforma el núcleo de la verdadera representación social. Y a su vez convergen tres
pasos:
• Construcción selectiva: cuando el sujeto se apropia de la información circulante sobre una teoría.
• Esquematización estructurante: es el proceso por el cual las informaciones circulantes, que han sido
incorporadas (tomadas) selectivamente por el sujeto se organizan para dar una imagen del objeto.
• Naturalización: cuando este modelo figurativo adquiere el status de evidencia.
El anclaje, refiere al momento en que esos elementos objetivados se integran a los esquemas de pensamiento
y se enraíza al sistema de significaciones –culturales, sociales, ideologías- adquiere un valor y a partir de allí
orienta las prácticas sociales. Petracci y Kornblit (1998)
Las RS no se tratan de opiniones momentáneas y fragmentada, se trata de construcciones figurativas y
simbólicas; de categorización y clasificación, material y social del mundo que legitiman y preservan un orden
establecido.
Conceptos afines a las Representaciones Sociales
Como se ha expresado en el apartado anterior, las producciones mentales que se originan desde el colectivo
social son varias. Las cuales tienen una base cultural e histórica, que tienen la función de orientar la
interpretación de la realidad; que en oportunidades se utilizan como sinónimos de RS, sin embargo, son
producciones que asumen otras formas, campos e interpretaciones. Al respecto, se sucinta en el cuadro
siguiente:
30
Términos Definición Relación con las Representaciones Sociales
Ideología Es el pronunciamiento explícito de
ciertos grupos políticos, religiosos,
etc. Que están en el poder
Si se expanden y se convierten en
implícitamente compartidas se las podría
considerar en términos de RS
Imagen Es una reproducción pasiva de un
exterior en un interior. Esto equivale
a decir que la imagen se construye
esencialmente como reproducción
mental de un objeto exterior y se
relaciona básicamente con los
mecanismos perceptivos.
Las RS, lejos de constituir una reproducción
especular de cierto objeto exterior,
consiste en un proceso de construcción
mental de un objeto cuya existencia
depende en parte del propio proceso de
representación
Creencias Implican un compromiso explícito y
reflexivo con algo.
El contenido de una creencia puede:
a) describir el objeto de la creencia
como verdadero o falso, correcto o
incorrecto; b) evaluarlo como bueno
o malo; c) instar un cierto curso de
acción, como tendencia,
predisponían, orientación.
Es uno de los elementos que conforman el
campo de la representación
Percepción Los estudios de percepción social se
centran en los mecanismos de
respuestas sociales y de
procesamiento de la información
Las RS son los modos de conocimiento y los
procesos simbólicos en su relación con la
visión de mundo y la actuación social de los
seres humanos
Estereotipos Refieren a modos de conocimiento y
los procesos simbólicos en su relación
con la visión de mundo y la actuación
social de los seres humanos.
Las RS se diferencia de los estereotipos por
su función: los estereotipos son el primer
paso en el origen de una representación;
cuando se obtiene información de algo o de
alguien se adscribe en el grupo o situación
a las cuales ese grupo o situación
pertenece, o sea los estereotipos cumplen
una función de “economía psíquica” en el
proceso de categorización social.
Opinión Es una fórmula socialmente
valorizada a la que las personas se
adhieren y, por otra parte, una toma
de posición acerca de un problema
controvertido de la sociedad o de
objetos sociales cuyo interés es
compartido por el grupo. Los estudios
de opinión se refieren a la toma de
posición frente a cuestiones sociales
de relevancia
La diferencia entre la opinión y la RS es que
esta última informa del contexto, de los
criterios de juicio y de los conceptos
subyacentes en la opinión, mientras que la
opinión solo informa sobre la reacción de
las personas hacia los objetos dados desde
afuera independientemente de los y las
actoras sociales.
31
Cuadro N°1. Términos asociados a las RS. Fuentes: Marková; 1996, pp 178- 179. Araya Umaña; 2001, pp 42-
48. De elaboración propia.
III.- Las instituciones escolares y violencia
La violencia institucional es una de las formas de la
violencia social, esta última se experimenta en aquel acto
de hostilidad y de agresión que se produce en el
encuentro con el semejante. Y esto se da por excelencia
en el seno de las instituciones y organizaciones que el
sujeto conforma.
Ahora bien, la noción de violencia escolar es una
construcción social. Es un concepto fundado desde el
colectivo social e impuesto por la opinión pública a partir
de los medios masivos de comunicación, las redes
sociales, entre otros. Y esta construcción social es
solidaria con la responsabilidad que les cabe a las comunidades, que son las que construyen este tipo de
nociones.
El fenómeno de la violencia escolar se implanta como un discurso que permite construir una imagen sobre la
realidad social. Esta imagen hace las veces de una envoltura formal de la problemática.
Lo que se piensa en la actualidad con respecto a la violencia desplegada dentro del ámbito educativo tiene
como potenciales culpables a los chicos violentos y a los padres violentos. Y también se piensa que este
fenómeno se desarrolla activamente por negligencia de los docentes.
La noción de violencia escolar define los procesos antidemocráticos provocados por el sistema educativo.
Así, lo sostienen Imbert y Dottori (2013, p. 158) “El enfoque que adjudica la violencia escolar a una
problemática de orden estrictamente individual o familiar depositada en los alumnos, elude su componente
y compromiso colectivo”.
Estas cuestiones vertidas, en la Argentina, cobraron relevancia a partir del año 2004, cuando el Ministerio de
Educación de la Nación crea el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas dependiente de dicha
cartera. Esta entidad socializó información acerca del tema violencia en las escuelas de Nivel Primario y
Secundario.
Ejecutó un relevamiento que abarca el periodo 2005-2006 y otro en el tándem 2007-2008. Sistematizó los
datos como también construyó material de apoyo y orientación para las instituciones escolares.
Además, aportó un término interesante, el de incivilidades como el conjunto acciones que producen algún
tipo de daño o bien lesionan intereses y valores sostenidos en el marco de reglamentaciones vigentes en
códigos de convivencia escolar o reglamentos institucionales existentes en cada comunidad educativa. A
modo de ejemplo se pueden mencionar: la rotura de útiles escolares, agresiones verbales (burlas e insultos),
portar algún tipo de arma, hasta las pintadas o pegatinas en paredes de la escuela. (Ministerio de Educación;
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Revista Trayectoria Colectiva 2021

  • 1. 0
  • 2. 1 E D I T O R I A L Escribir esta editorial a un año de iniciado este proyecto, cuando seguimos atravesados por una pandemia de dimensiones inusitadas, imponderable, con dificultades de evaluar todos los efectos e impactos negativos que producirán en nuestra sociedad, nos moviliza en nuestro sentir, pensar, estar y hacer. Esta situación nos sigue interpelando como institución que representa un colectivo que viene poniendo sus saberes, conocimientos, experiencias al servicio: de las instituciones implementadoras de políticas públicas, de los sujetos individuales, grupales y colectivos vulnerados y vulnerables de nuestra sociedad, siempre de frente, con la escucha asertiva y la mirada atenta, preocupados y ocupados de ser efectivos en nuestras intervenciones. En cada texto o espacio institucional en un contexto turbulento e incierto les colegues siguen trabajando desde el compromiso y responsabilidad, cuidándose y cuidando, reflexionando, haciendo aportes a la construcción colectiva disciplinar. Este espacio pretende valorizar, reconocer, compartir, socializar cada uno de los mismos como fructífera e incipiente cosecha de este año, agradeciendo cada uno de los escritos de les colegues que dan cuenta de sus tránsitos y caminos, sus interrogantes, sus aportes y apuestas desde su mirada singular, con otrxs colegues, en interdisicplina. Como la canta autora “... merecer la vida es erguirse vertical más allá del mal de las caídas, es igual que darle a la verdad y a nuestra propia libertad la bienvenida. Es una virtud de dignidad y la actitud de identidad más definida" Lic. Anabella Córdoba Colegio Profesional de Asistentes Sociales de la Provincia de Santa Fe Ley 7754/75. Primera Circunscripción Miembro de la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales en Trabajo Social o Servicio Social Luciano Torrent 2419 C.P. 3000 Santa Fe Tel./Fax: 0342-4540719 E-mail:info@trabajosocial.com.ar DIRECTORIO PRESIDENTA Lic. Córdoba Anabella Ester VICEPRESIDENTE Lic. Magnago Guillermo SECRETARIA GENERAL Ceresa Carla PRO SECRETARIA GENERAL Lic. Salera Maricel Haydee TESORERO Lic. Zehringer Diego PROSECRETARIADEHACIENDA Lic. Gandini María Jorgelina VOCALES 1° vocal titular: Monti, Juan Manuel 2° vocal titular: Rodríguez, Andrea 3° vocal titular: Vela Antille, Natalia 4° vocal titular: Zampar, Olga Rosa 5° vocal titular: Audicio, Susana Ester 1° vocal suplente: Aguiar, Carla Paola 2° vocal Suplente: Fantin, María Ana 3° vocal suplente: Roppulo, Silvana 4° vocal suplente: Vega Escalante, Silvia E. TRIBUNAL DE ETICA 1° miembro titular: Cortese, Guillermina 2° miembro titular: Manarin, Flavia 3° miembro titular: Cassina, Graciela 1° miembro suplente: Somaglia, Marisel 2° miembro suplente: Schneider, Silvina 3° miembro suplente: Abad, María José 1° fiscal titular: Preti, Valeria 2° fiscal titular: Angulo, Laura 3° fiscal titular: Jullier, María Soledad 1° fiscal suplente: Díaz, Gabriela 2° fiscal suplente: Cabruja, Gonzalo 3° fiscal suplente: Erpen, Soledad SÍNDICOS Síndico Titular: Garnero, Mónica Beatriz 1º Sindico Suplente: Cruz, María Virginia 2º Síndico Suplente: Gomez, María A Comunicación PRODUCCIÓN GENERAL: Silvina Schneider RESPONSABLE EDITORIAL: Lic. Córdoba Anabella Lic. Silvina Schneider REDACCIÓN, DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Tec. Sup. Luciana Muñoz
  • 3. 2 “Nociones que dieron y dan sustento a intervenciones de Trabajo Social enel campo socio-jurídico de familia” Por Graciela Nicolini DESCARGAR ARTÍCULO Resumen El campo socio-jurídico de familia, nutriéndose de diversos saberes, convoca disciplinas entre las que se incluye Trabajo Social. Éstas, al momento de caracterizar situaciones concretas, apelan a nociones teóricas destacándose la de peligrosidad, prácticamente hoy superada, la de situación de riesgo y la de vulnerabilidad, estrechamente ligada a la lógica de derechos. La aplicación de estas categorías a situaciones de la práctica con fines descriptivos puede prescindir de elementos conceptuales correspondientes a las problemáticas subyacentes o presentarse articuladas exclusivamente al discurso de derechos y/o a enunciados normativos. Con estos sesgos, dichas nociones, consignadas en evaluaciones referidas a temáticas de niñez y padecimiento mental, plantean desafíos en el plano del interjuego entre lo judicial y lo asistencial, máxime la potencialidad de dar fundamento a intervenciones proteccionales. En este contexto el presente trabajo se propone como objetivo desentrañar los significados atribuidos a dichas nociones y las implicancias en términos de intervención. Palabras clave Peligrosidad – Riesgo – Vulnerabilidad – Vulneración de derechos Abstract The family socio-legal field, drawing on diverse knowledge, calls diverse disciplines including Social Work. These disciplines, during the characterization of specific situations, appeal to theoretical notions, among which stand out the dangerousness, practically surpassed nowadays, the risk situation and the vulnerability, closely linked to the rhetoric of human rights. The usage of these notions for the characterization of concrete situations may leave aside conceptual elements corresponding to the underlying problems, or present itself exclusively articulated to the rhetoric of human rights and/or the legislation. With these biases, these notions, recorded in evaluations related to childhood and mental illness issues, pose challenges at the level of the interplay between the judiciary system and the health and social assistance institutions. This is particularly relevant given the potentiality to give a foundation to protective interventions. In this context, the present work aims to unravel the meanings attributed to these notionsand the implications in its deployment during interventions. Keywords Dangerousness - Risk - Vulnerability – Rights violations
  • 4. 3 Introducción Pensar la práctica de Trabajo Social en el campo socio-jurídico abocado a temas de familia implica conjugar, junto a marcos teóricos y tecnologías de intervención, la legislación y las particularidades del dispositivo institucional (Krmpotic, 2020). Haciendo foco en los marcos teóricos y en cómo estos influyen en las prácticas, incluso desde documentos como los informes sociales, vemos actualmente la protagónica alusión a riesgo y a vulnerabilidad. Estas nociones, enunciadas en evaluaciones referidas a temáticas de niñez y padecimientomental, en el marco del campo socio-judicial, tienen la capacidad de dar fundamento a intervenciones tanto de trabajadores sociales como de otras disciplinas; aludimos a la implementación de medidas llamadas generalmente de protección. Se trata de términos difusos, que no tienen un significado unívoco. Su enunciación puede aparecer asociada exclusivamente a un lenguaje de derechos y/o sin la necesaria fundamentación o desagregación de componentes que, con base en el conocimientoteórico de las problemáticas involucradas, caractericen la situación particular. En atención a ello se propone precisar los sentidos atribuidos a estas nociones y a otras con las que, precedente o contemporáneamente, articulan. El análisis, contextualizado en un campo con marcada persistencia de la lógica de poder disciplinar (Foucault, 2005), abarca el interjuego entre las aludidas categorías y los marcos conceptuales de las profesiones que participan, las normas legales y los discursos surgidos del paradigma de derechos. Para ello, inicialmente se introduce la cuestión de cómo la intervención dirigida a las familias en el campo socio-jurídico recorta colectivos necesitados de cuidado a los que aborda con la participación de profesiones diversas. Se destacará la pregnancia de saberespsi y su incidencia en términos de un enfoque en clave personal y/o familiar. Este sesgo se reconocerá también en la modalidad de uso de las nociones en análisis. Respecto de ellas, además de atender a aspectos de su origen, se desplegará lo atinente a las distintas vertientes (teóricas y de la lógica de derechos) que han ido conformando sus significados y aplicaciones no siempre unívocos. Metodológicamente la propuesta es de tipo cualitativo, apelando al análisis de fuentes primarias. Con un criterio interdisciplinar, se recuperan aportes de distintos autores, proponiendo un diálogo y articulación entre ellos, lo cual se conjuga con reflexionessurgidas de la trayectoria profesional en el entramado del campo socio-jurídico de familia. Saberes que confluyen en el campo socio jurídico de familia. La intervención estatal respecto de las familias, luego de la etapa filantrópica y en elmarco de la organización y posterior apogeo del Estado de Bienestar, se dio en el marcode un progresivo Y sostenido proceso de profesionalización (Grassi, 1998: 99-100). Se inscribe allí la participación de las ciencias psi desde las que se caracterizaba una cierta familia como normal a la par que aquellas
  • 5. 4 que salían de ese modelo, vistas como líneas de fuga del mismo (Nicolini, 2011), eran objeto de intervenciones estatales. Estas intervenciones, si bien con foco en ciertas familias, desplegadas con notorio protagonismo del campo socio-jurídico1 , fueron conformando dispositivos dirigidos a colectivos de sujetos que, más allá de sus diferencias, han sido categorizados como necesitados de cuidado (Nicolini,2011), o como pasibles de algún tipo de tutela estatal, noción recuperada de Carla Villalta (2005). Se alude a colectivos tales como el de la niñez, pensada como naturalmente tutelable, y el de las personas afectadas por padecimientos mentales (Nicolini, 2011). Respecto de éstas,a pesar que las actuales normativas hablan de restricciones a la capacidad (Código Civil y Comercial de la Nación2 , arts. 31 a 50), al momento de la intervención no acaba de superarse la tensión entre cuidados y apoyos frente a limitaciones en las capacidades del sujeto y la impronta propia de Trabajo Social de pivotear en dichas capacidades propiciando grados crecientes de autonomía. Precisando el aporte de la profesionalización arriba aludida en la administración de la justicia de familia (que integra el campo socio-jurídico), se encuentra que, junto al derecho, saber central, hegemónico, se ha dado la convocatoria a otras disciplinas (entre las que se encuentra Trabajo Social y las disciplinas psi) las cuales, en su carácter de expertos, contribuyen a dar fundamento a decisiones e intervenciones del ámbito (Nicolini, 2011). Esta participación de saberes extra jurídicos en ámbitos del campo socio-jurídico de familia, en la actualidad se amplifica a partir de la apelación a intervenciones interdisciplinarias propiciadas por leyes específicas (de niñez, de salud mental, entre otras) y particularmente por el C.C.C.N.. Seguidamente se aludirá a aspectos que contribuyeron a modelar la aludida participación. Protagonismo del saber psi Las ciencias psi han nutrido a diversas profesiones para pensar e intervenir respecto de lasfamilias y de colectivos pasibles de cuidado. Su incidencia y las pregnancias generadas no siempre son visualizadas en toda su complejidad y alcances. Valeria Llobet (2014), en una investigación sobre la participación de los saberes psi en los dispositivos de atención a la infancia, ha señalado que fueron no sólo psicólogos sino también trabajadores sociales e incluso abogados3 quienes, en sus diversas inserciones en 1 Acotando a cuestiones de familia hablar de campo socio jurídico lleva a extender la mirada, más allá de la administración de la justicia de familia, abarcando intervenciones de órganos de protección de derechos de niños, niñas y adolescentes y determinados servicios asistenciales (de salud, educativos, etc.) y/u organismos no gubernamentales relacionados a la temática. 2 En adelante C.C.C.N. 3 Puede agregarse médicos, docentes y otros educadores.
  • 6. 5 dichos dispositivos, introdujeron ese saber para pensar, fundamentar y sostener las intervenciones4 . Ello evidencia puntos de contacto con los desarrollos de Donzelot (1998). Esta pregnancia del discurso psi también se encuentra en diversas disciplinas que confluyen en la intervención respecto del padecimiento mental. En términos de infancia la imbricación de los saberes psi en las culturas institucionales, permitió redefinir el “abandono moral y material”, brindando argumentos para enfrentar la lógica del patronato; en el contexto de institucionalización de la Convención de los Derechos del Niño, posibilitó cuestionamientos a tratos autoritarios o deshumanizados, propiciando acciones de ampliación de derechos sustentadas en la concepción de “niño- sujeto-de-derechos” (Llobet, 2014). Cabe destacar que, en ese proceso de cuestionamiento al paradigma tutelar dado con aportes del discurso psi, Trabajo Social tuvo una protagónica participación. Ejemplo deello es su inclusión en programas implementados por la Secretaria de Niñez Adolescenciay Familia5 y en juzgados abocados a temas de familia ocurrida en las últimas décadas del siglo pasado en diversas jurisdicciones del país. Según Llobet (2014) la pregnancia de los saberes psi en instituciones de infancia, evidenciando matices y contradicciones, dio lugar a modalidades interventivas como el modelo de tratamiento terapéutico y el trabajo “caso a caso” (englobadas como intervenciones “micro”) las cuales, si bien fueron herramientas orientadas a implementar los derechos del niño, no estuvieron exentas de conformar una imbricación cada vez menos problematizada entre prácticas de salud mental y políticas de protección de derechos, incidiendo en lo que la autora nomina como patologización de los hechos sociales que traduce un hecho de orden social a un hecho de orden psicológico, promoviendo prácticas de cura (Llobet, 2009)6 . Como otro efecto contradictorio de las intervenciones micro alude a lo que llama la“familiarización del conflicto” en tanto no se interpela la práctica institucional ni la formulación de políticas por parte del Estado, sino que el conflicto es traducido en “drama y dramática familiar” (Llobet, 2009)7 . Desde el análisis de documentos, tales como informes sociales producidos por trabajadores sociales, puede agregarse que este efecto de familiarización del conflicto combina saberes psi con el discurso de derechos (Nicolini, 2018). El hecho de que un problema complejo que afecta a niños, niñas y/o adolescentes o a sujetos con padecimiento mental sea leído como problemática familiar (“drama y 4 La autora, preguntándose por cómo la institucionalización del paradigma de derechos de niños/as y adolescentes, en tanto nueva epistemología para comprender la infancia, se imbricó en las culturas institucionales ya establecidas, muestra que dicho proceso, complejo en sí mismo, fue mediado por saberes psi (Llobet, 2014, p. 211). 5 Se alude a programas tales como el de Prevención del Abandono (conocido como PPA), el de Fortalecimiento de Vínculos Familiares y Comunitarios, el de Libertad Asistida. 6 La autora ejemplifica aludiendo a que hubo alguna línea de la psicología desde la cual se leían como expresión de un déficit centrado en el sujeto a manifestaciones de disconformidad social, hechos delictivos y consumos de sustancias por personas menores de edad. 7 Ejemplifica señalando que, frente a niños en situación de calle, a fin de explicar la problemática se pone el acento en cuestiones familiares sin problematizar, por ejemplo, la expulsión del sistema escolar del que han sido objeto esos niños.
  • 7. 6 dramática familiar” en términos de Llobet) suele incluir en sus fundamentaciones nociones tales como la de situación de riesgo o de vulnerabilidad. Desde esta línea interpretativa y argumentativa se conforman intervenciones en las que, poniendo el acento en la carencia, subyace una consideración de la familia como unívoca responsable de dotar a los individuos de los recursos simbólicos, sociales y materiales parala gestión de una mejor integración social. Ello elude la crítica a procesos de concentraciónde desventajas en determinados conjuntos sociales y, en definitiva, opaca las responsabilidades del Estado. Muchas de las intervenciones implementadas en el campo socio-jurídico (por trabajadoressociales, psicólogos, educadores, abogados, etc.) en temas de infancia y de salud mental, generadas y sostenidas en un discurso psi combinado con un discurso de derechos, argumentadas desde nociones como la de riesgo o vulnerabilidad, remiten a situaciones que son claro efecto de la concentración de desigualdades en determinado grupo social pero sin embargo se propone abordarlas en clave personal y/o familiar. De allí la necesidad de visibilizar los significados subyacentes en las aludidas nociones. Nociones / Categorías, sustento de intervenciones Un rastreo realizado en informes producidos por distintas profesiones en el campo socio- jurídico de familia (Nicolini 2011) permitió visibilizar el uso de categorías (“situación de alto riesgo”, “situación de crisis con importante riesgo para sí mismo y para terceros”), caracterizaciones (“conflicto familiar”, “consumo de drogas”, “dificultades comunicacionales”) o alusión conductas o factores que se han establecido como indicadores de problemáticas (“adaptación conflictiva al medio”, “compulsión a la ingesta”). La enunciación de dichas categorías, conductas o problemáticas (incluso sin ser teóricamente definidas) en relación a una situación particular, más allá de lo potencial quealbergan, disparan decisiones que afectan a los sujetos, fundan medidas, intervenciones, en el aquí y ahora, marcan la historia de los sujetos y de las familias. En estas enunciaciones subyacen nociones que contribuyen a caracterizar y/o rotular poblaciones que se han construido como necesitadas de cuidado, como así también a una definición de los problemas que las afectan. No siempre sostenidas teóricamente, surgiendo desde las ciencias psi o sociales, poseen un halo científico que permite a saberes como el derecho fundamentar intervenciones. Seguidamente se realiza un análisis orientado a desentrañar significados y aportar precisiones en torno a estas nociones y sus efectos pragmáticos. La precursora noción de peligrosidad Esta noción8 , si bien se enuncia superada, ha signado por más de un siglo la concepción yla intervención estatal respecto de las personas con padecimiento mental (entre otras). 8 El surgimiento de la noción se inscribe en el marco de la criminología. El origen de la palabra se atribuye a Raffaele Garofalo, criminólogo italiano, quien en un artículo de 1878 usó el término “temeritá: perversidad constante y activa”.
  • 8. 7 Pensar esta problemática como una amenaza de peligro “para sí o para terceros”, desde la articulación entre medicina y derecho, dio lugar a un estigma aún presente respecto de lossujetos con problemas mentales. Como señalan Angelini y Larrie (2016) la idea de la temibilidad del sujeto está enfocada desde la sociedad y no desde la persona. Conforme una visión de sujeto determinado por aspectos biológicos (hipótesis no constatada científicamente), la apelación a la peligrosidad de la persona ha sido fundamento para el encierro tanto penal como sanitario, por lo que debe entendérsela dirigida a la protección del organismo social. Es una construcción que ha aportado sentidos e imágenes en relación a la intervención estatal desde principios del siglo pasado respecto no sólo de personas con problemas de salud mental sino también, desde lo ambiguo y difuso de la categoría, en relación con aspectos y sujetos de sectores pobres que debían ser objeto de control e intervención (inmigrantes, niños “en peligro moral” – término usado en la Ley Nacional Nº10.903–, etc.). En pos de caracterizar la noción de peligrosidad es relevante el aporte de Foucault para quien su uso “significa que el individuo debe ser considerado por la sociedad según sus virtualidades y no por sus actos; no por las infracciones efectivas de una ley también efectiva, sino por las virtualidades de comportamiento que ellas representan” (2003, p. 102). De allí que aludir a peligrosidad remite a la idea de intervenir sobre virtualidades e implica que el saber sobre el sujeto no se organiza sobre el conocimiento de si éste hizo o no algo, sino sobre un saber organizado alrededor de la norma (Foucault 2003, p. 105) justificando luego la intervención educativo-preventiva, en fin, correctiva. Como sintetiza Julieta Grinberg (2008), en la noción de peligrosidad está implícita “una hipótesis de relación entre unos síntomas y unos comportamientos”. Deslizamiento de la noción de peligrosidad a la de riesgo Normativas surgidas a principios del siglo XX y que lo recorrieron hasta bien entrado el mismo hablaban de niños en peligro material o moral, también de personas peligrosas para sí para terceros. Pero progresivamente el uso de la noción de peligrosidad ha ido restringiéndose. Como señala Robert Castel, a lo largo del siglo XX se ha producido un “deslizamiento de la noción de peligrosidad hacia la de riesgo” (2012, p. 31). A nivel local ello cobra expresión en las normativas que actualmente remiten mayormentea la noción de riesgo definido como “amenaza o violación de derechos”, en caso de niños,niñas y adolescentes (Ley Nacional Nº26.061, art. 37), o aludiendo a “riesgo cierto e inminente para sí o para terceros”, en situaciones de padecimiento mental (Ley Nacional Nº26.657, art. 20). En términos de esta temática, ese pasaje de la noción de peligrosidad a la de riesgo, siguiendo a Angelini y Larrieu (2016), permite trascender el determinismo biologicista queresponsabiliza al sujeto por su carga biológica, para, desde la concepción de riesgo, dar cuenta de una situación vincular y social que el sujeto atraviesa en el aquí y ahora.
  • 9. 8 Si bien podría pensarse que la noción de riesgo se ha independizado ya de la de peligro, nopuede obviarse, como sugiere Robert Castel (2012) que, al ser tributaria de su antecesora, alberga la posibilidad de persistencia de aspectos e ideas asociadas, opacadas o invisibilizadas de la precedente. Situación de riesgo: nominación para lo potencial pero también para daños presentes. La categoría de riesgo ha sido esbozada en relación a niños, niñas o adolescentes ytambién se incluyó en la Ley Nacional de Salud Mental. Siguiendo a Julieta Grinberg esta categoría implica “un juicio a futuro, un pronóstico realizado en base a la observación de ciertos factores a partir de los cuales, si no se toman medidas necesarias, ‘algo malo’ le ocurrirá al niño” (2008, p. 159). Pero como señalara la autora, lo expansivo de esta noción ha llevado a que permita referir no sólo a situaciones donde se sospecha que algo indeseado puede ocurrir sino también a aquellas en que ya ocurrió. Así puede hablarse de que un niño, niña o adolescente víctima de abuso sexual infantil se encuentra en situación de riesgo y, desde esta nominación, solicitarse la implementación de una medida excepcional9 . Usado para advertir de un posible daño o cuando ya ocurrió un daño, se trata de un enunciado caracterizado por una impronta de apelación a intervenciones anticipatorias (Daich, 2004, p. 373). Conceptos de “en riesgo” o “peligroso”, caracterizados por la remisión a un virtual comportamiento o a una potencial situación que pudiera ocurrir y que debe ser anticipado y corregido, suponen lo que Cohen (1988, citado en Daich, 2004) llama síndrome de anticipación, por el cual “si algo no se trata adecuadamente, conducirá a algo peor”. Entonces, hablar ayer de peligrosidad y hoy de riesgo es lo que, por ejemplo, en la administración de justicia y en otras instituciones que conforman el campo socio-jurídico, habilita a implementar acciones para evitar algo no deseado que podría llegar a ocurrir. En pos de anticipar un riesgo pueden realizarse acciones precipitadas que resulten limitativas de la autonomía o los derechos de los sujetos. Pensemos en las subcategorías que suelen formularse al interior de la categoría de riesgo: altísimo, alto, medio, bajo. Las mismas pueden reflejar valoraciones estandarizadas en el marco de un protocolo. Consignadas en informes que deban orientar decisiones judiciales como la implementación de medidas de protección urgentes (por ejemplo, en el marco de denuncias de violencia doméstica), van a incidir con peso propio en la toma de tales decisiones. Relativizando esa necesidad de anticipación con su imperativo de intervención presenteen la categoría de riesgo, desde la teoría sistémica se ha postulado que “un conflicto familiar pasa por muchas etapas antes de alcanzar un nivel realmente peligroso” (Minuchin, Colapinto, Minuchin, 2000, p. 74). En relación a la impronta de intervención que acompaña a la noción de riesgo Robert Castel llama la atención sobre los posibles objetivos subyacentes dado que razonar en términos de “factores de riesgo” promueve una modalidad inédita de intervención, da lugar al nacimiento de profesionales signados como expertos; implica la construcción de datos, recorte de informaciones, construcción de perfiles. Pero queda pendiente la pregunta de “¿quién construye esos datos, quien los controla, y cuáles son los objetivos perseguidos” (2010, pp. 32-33). 9 Ley de Protección Integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, Nº 26.061, art. 39.
  • 10. 9 Recordemos en este punto la existencia de una cierta selección cultural y social de peligros, y consecuentes riesgos, que lleva a que unos sean advertidos mientras otros pasan desapercibidos o tolerados, cuestión íntimamente ligada a “la pertenencia de clase, la inscripción profesional y las vivencias personales” de los profesionales (Grimberg, 2008, p. 159). “Situación de riesgo cierto e inminente”, enunciado que enlaza salud y derecho En el abordaje del padecimiento mental, puntualmente desde la legislación específica, aparece la alusión a “situación de riesgo cierto e inminente”. La Ley Nacional de Salud Mental Nº26.657, en su art. 20, considerando la internación involuntaria de una persona como “recurso terapéutico excepcional”, establece que “sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros.” Por su parte, el Decreto Nº663/13, reglamentario de la aludida norma, define dicha noción: “Entiéndese por riesgo cierto e inminente a aquella contingencia o proximidad de un daño que ya es conocido como verdadero, seguro e indubitable que amenace o causa perjuicio a la vida e integridad física de la persona o de terceros” (art. 20). Esta definición formulada en la normativa no evita que sea un concepto polémico, particularmente en la práctica asistencial donde se plantea su dilucidación en situaciones concretas. Desde disciplinas psi se recoge que “se trataría de algo que pone en juego la integridad física –es decir que pone enfrente el tema del suicidio– o cause perjuicio a la vida” (Gamaldi, 2016). Sería un atributo de estado, una situación dada de la que el sujeto puede salir (Toro Martínez, 2011). La atribución que la normativa hace al equipo de salud para dilucidar si una situación es deriesgo cierto e inminente puede entenderse como expresión del encuentro entre dos universos discursivos diferentes y en cierta forma antinómicos: por un lado, el Derecho, normativo, estático, que busca precisiones, y por otro, la psiquiatría (y podría hacerse extensivo a la psicología) que, abocada a la vida, a lo cambiante, a lo psíquico –con su dificultad de aprehenderlo, mensurarlo y objetivarlo–, tiende a respuestas presuntivas (Ghioldi y Toro Martínez, 2011). En este punto cabe pensar el lugar de Trabajo Social en el aludido entrecruzamiento de discursos. Si bien esta profesión se incluye en el equipo de salud10 , al momento deldiagnóstico interdisciplinario en el marco de la internación11 su participación no es determinante como sí lo es la del psicólogo o el médico psiquiatra. Pero su aporte es significativo pues, tal como se señala desde la especialidad forense, posibilita el conocimiento y evaluación de situaciones pasadas y presentes, y también futuras (Krmpotic, 2012, p. 73). A su vez, abordando situaciones de crisis y padecimiento subjetivoy social, puede formular diagnósticos sociales que integran y relacionan dinámicamente aspectos del entorno social (económicos, materiales) como así también aspectos subjetivos, psicológicos, culturales (Travi, 2017). Ello evidencia que la especificidad de Trabajo Social, desde la indagación y caracterización de los aspectos aludidos en el precedente párrafo, permite evaluar crisis agudas en forma integral y contextualizada, en su historicidad y con vistas a la evolución a futuro. 10 Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.658, art. 8. 11 Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.658, art. 16.
  • 11. 10 La noción de “vulnerabilidad”. Su ligazón a la lógica de derechos. Otra nominación que ha cobrado protagonismo en las últimas décadas en diagnósticos y evaluaciones de la disciplina generados a partir de intervenciones en instituciones asistenciales y judiciales, es la referencia a situaciones de vulnerabilidad que afectan a sujetos pertenecientes a colectivos pasibles de medidas de cuidado (prevalentemente el de niños, niñas y adolescentes). Esta forma de caracterizar situaciones también se observa en textos académicos y en ponencias en eventos científicos. Es una nominación que puede aparecer como unívocamente fundante de medidas “de protección”, incluso sin estar acompañada de alguna desagregación que oriente sobre la expresión concreta que asume la vulneración o vulnerabilidad en la situación que es foco de la intervención (Nicolini, 2018). Hurgando en los sentidos subyacentes en esta noción Claudia Krmpotic (2019) detecta el uso de la condición de vulnerabilidad para caracterizar, casi en exclusividad, la situación vital del sujeto. Señala en esta modalidad descriptiva un sesgo en tanto, al centrarse casi como muletilla en su carácter de sujeto de derechos, se está remitiendo a una identidad politizada, arraigada en el discurso universalista de la teoría jurídica liberal, clara expresión del sujeto moderno, adulto, racional, autónomo. Asimismo, es significativo recuperar el aporte de Boaventura De Souza Santos dada la imbricación que en la práctica se observa entre la noción de vulnerabilidad y el discurso dederechos. El autor, destacando el carácter culturalmente occidentocéntrico de los derechos humanos señala que, en tanto gramática hegemónica de la dignidad humana, se torna un planteo universalista, independiente del contexto social, político y cultural, evidenciando como fragilidad el albergar concepciones que pueden tender a reproducir el orden capitalista, colonialista y sexista de nuestro tiempo (2014, p. 11). Lo señalado por los autores aquí citados cobra relevancia en virtud de ser Trabajo Social una profesión con tendencia a sostener la intervención centralmente desde la defensa y accesibilidad a los derechos humanos (Nicolini, 2014), remitiendo por ello a un sujeto de derechos. Esta tendencia, consistente con la hegemonía de los humanismos en la formación teórico práctica en Latinoamérica, propiciaría, como contrapartida, un vacío teórico para interpretar y actuar en la realidad, con el riesgo de reemplazar el análisis conceptual de las situaciones por evaluaciones valorativas (Pessolano, 2013, p. 160). Así, ante las carencias de formación conceptual (de grado y de pos grado), pivoteando en una retórica alusiva a la lógica de derechos, se recurre a muletillas discursivas que en ocasiones no superan el sentido común y que conllevan el riesgo de, por su polifuncionalidad, avalar intervenciones que no siempre se traducen en saltos cualitativos para los sujetos (Nicolini, 2014) o, incluso, llevan a sostener antiguas intervenciones tutelares (Krmpotic 2012: 57). En este punto es significativa la advertencia de De Souza Santos respecto a que “la gran mayoría de la población mundial no constituye el sujeto de los derechos humanos sino más bien el objeto de los discursos sobre derechos humanos” (2014, p. 13). En términos de la intervención profesional, el uso de la categoría de vulneración/vulnerabilidad no contempla lo que se presenta a los trabajadores sociales nombrado por Claudia Krmpotic (2019) como “lo fáctico”. Es allí donde, alejándose de efectos normativos e ideales, se abordan “experiencias de familias, con vivencias encarnadas en sujetos y contextos particulares, en los que la familia adquiere un grado de
  • 12. 11 significatividad”. El unívoco uso de la categoría para dar cuenta de “comportamientos disonantes”, según la autora, lleva implícito el riesgo de definir a los sujetos involucrados como personas problemáticas a las que hay que monitorear. Esta definición guarda estrechos puntos de contacto con la de sujetos necesitados de cuidado y/o pasibles de tutela (Nicolini, 2011). Conforme lo precedente, a fin de evitar un uso no esquemático y simplista de la noción de vulnerabilidad, destacamos que, junto al concepto de pobreza y el de exclusión/inclusión, ha sido foco de desarrollos en la ciencia social desde la década de los 90´, fundamentalmente en países de Europa, teniendo como referencia, como ya se introdujo, la problemática de los derechos civiles, políticos y sociales. Entre esos desarrollos ha sido nodal el de Robert Castel (1997) quien, a partir de relacionar los ejes de integración al trabajo y de sociabilidad socio familiar define tres zonas: de integrados estables, de vulnerabilidad y de exclusión. El autor habla de vulnerabilidad social considerándola “una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad” (op. cit., p. 15). Evidenciando una causalidad que excede la responsabilidad de la familia, el desarrollo de Castel señala que abarca la carencia de recursos materiales vinculándose a la precaria situación laboral, al debilitamiento o ruptura de redes familiares, comunitarias y sociales y a la fragilidad de funciones protectoras del Estado y de organizaciones de la sociedad civil. La categoría engloba tanto los "vulnerados" (que “ya padecen una carencia efectiva que implica la imposibilidad actual de sostenimiento y desarrollo y una debilidad a futuro a partir de esta incapacidad”) como los "vulnerables" (personas en quienes el deterioro de sus condiciones de vida “aparece como una situación de alta probabilidad en un futuro cercano a partir de las condiciones de fragilidad que los afecte”) (Perona, Crucella, Rocchiy Robin, 2000). Unos y otros vienen a conformar los llamados grupos vulnerables en los cuales la pobreza, el origen étnico, el estado de salud, la edad, el género o una discapacidad coloca a los sujetos que los integran en una situación de mayor indefensión con alto riesgo de verse limitados en el ejercicio de sus derechos (Pérez Contreras, 2005). Como características de la vulnerabilidad resalta su multidimensional abarcando aspectos como las condiciones habitacionales, los tipos y formas de organización familiares, las características educacionales, el ámbito laboral y cuestiones previsionales (dada la condición laboral en retroceso) y la red de relaciones y sistemas de sociabilidad (Perona, Crucella, Rocchi y Robin, 2000). Otras características son la de integralidad (su existencia afecta varios aspectos de la vida de las personas) y la de progresividad atento la posibilidad de acumularse y aumentar de intensidad (Pérez Contreras, 2005). Dicha progresividad es la que puede llevar a un círculo perverso que reproduce y aumenta condiciones de vulnerabilidad y, por ende, de marginalidad. Un ejemplo de cómo se conjugan estas características en situaciones familiares se encuentra en lo que, desde el enfoque sistémico, se define como familias multiproblemáticas (Pakman, 2006) o familias institucionales, aludiendo a pobresafectados por crisis múltiples (Minuchin et al., 2000). La multidimensionalidad e integralidad de los problemas que confluyen en estas familias (cuestiones médicas, de salud mental, de dependencia de sustancias químicas, dificultades en el empleo, la
  • 13. 12 educación, violencia, pobreza) derivan en una progresividad y agravamiento de las crisis, dada la conjunción o sucesión de las mismas. Por lo aquí expuesto la sola mención a situación de vulnerabilidad o de que el sujeto sobreel cual se dirigirá una intervención profesional tiene derechos vulnerados requiere de un análisis integral de las distintas dimensiones de la situación (y la posibilidad de progresividad) como así también trascender la referencia al sujeto para inscribirlo en una familia, en un determinado grupo vulnerable/vulnerado, y todo ello en un contexto socio- histórico. No bastará enunciar los derechos que se podrían estar vulnerando al sujeto concreto pues tras ello podría estar opacándose su pertenencia a un grupo (familiar,social, étnico, etc.) también en situación de desventaja o indefensión. Como señalara Antonio Madrid (s.f.), cuando se habla de vulnerable y de vulnerabilidad (a diferencia del término “vulnerar” que permite identificar el sujeto activo y el sujeto pasivo, y por ende identificar responsabilidades) se está aludiendo a personas y a situaciones en las que se identifican elementos que pueden tornar vulnerables a dichas personas. Ello introduce el peligro de “pensar que la vulnerabilidad es un rasgo de la persona y no de las estructuras en las que viven las personas” haciendo que lo que es una consecuencia sea visto como una causa. Lleva a pensar que el problema está en el receptor y no en el actor. Como bien señala Madrid, invisibiliza que generalmente “la persona es vulnerable porque previamente se le ha vulnerado”. Por eso lo ya sugerido respecto de la necesidad de trascender el rótulo de “situación de vulnerabilidad” y de identificar las distintas dimensiones afectadas de la persona y de su entorno familiar y social, las relaciones entre ellas y su potencial progresividad. Todas estas cuestiones remiten al papel de la teoría en el proceso de intervención. Siguiendo a Travi (2008) la teoría nutre dicho proceso tanto desde categorías básicas de la disciplina como desde las de las problemáticas sobre las que se realizan las prácticas. La teoría será particularmente relevante en el diagnóstico dado que este debe permitircomprender, describir y analizar la situación problema dando cuenta de cómo una expresión particular y concreta afecta a una persona o grupo, inscribiéndola en el contexto más amplio (Travi 2012). Para ello la teoría y particularmente los principales conceptos presentes en la demanda serán las herramientas necesarias (Travi, 2004). Por último, como una acotada mención a efectos interventivos de la categoría de vulnerabilidad se recupera el rastreo que realizó Valeria Llobet (2009) de dicha concepciónen el texto de políticas sociales de infancia. La autora encontró que los programas sociales de dichas políticas planteaban la necesidad de intervención en función centralmente de dos tipos de vulnerabilidad a las que definió como “vulnerabilidad social y familiar” y “vulnerabilidad psicosocial”. Según la autora la primera, de orden afectivo, busca detectar sistemas vinculares y constelaciones familiares disfuncionales o inapropiadas, interviniendo en pos de la reparación de esa dimensión relacional, mediante vías supletorias o suplementarias (por ejemplo, la convivencia en los llamados pequeños hogares). La segunda, de orden psicosocial, remite a modalidades diagnósticas de desadaptación, desvío, criminalidad, subculturas que propician circuitos de normalización a nivel de las prácticas: reaprendizajede formas de subjetividad, pautas de convivencia, modalidades culturales, estrategias de reapropiación del yo. Lo precedente muestra que el uso de la categoría sesga y da forma a mecanismos de intervención en los que subyacen modelos idealizados de superación del problema (de sesgo individual o familiar) que no parecen contemplar las distintas instancias
  • 14. 13 involucradas y sus responsabilidades, ni las múltiples dimensiones que confluyen en las situaciones de vulnerabilidad, su articulación y la posibilidad de retroalimentación en un círculo perverso. “Lo intolerable”, una noción transversal Las nociones de riesgo (relacionada a la de peligrosidad) y de vulnerabilidad comparten el ser difusas y variar según contextos históricos, sociales e institucionales. Esa variabilidad, particularmente en términos de la movilización que pueden o no producir en pos de acciones concretas, tiene entre sus explicaciones la intrínseca ligazón con la noción de "lo intolerable". Para abordarla se recurre a dos trabajos de Julieta Grinberg (2008; 2010) quien recuperael desarrollo de Bourdelais y Fassin (2005) al buscar explicar los cambios en los juicios de valor y en los sentimientos que provocaron ciertos comportamientos hacia los niños, los cuales, pasaron de ser invisibilizados o naturalizados a ser considerados, en tanto maltratoinfantil, objeto de estudio e intervención estatal. Según Grinberg, Bourdelais y Fassin sostienen que "un intolerable" "es una norma y un límite históricamente construido y por ende sujeto a modificaciones” (2010, p. 73) variando en cada sociedad y momento histórico. Dicho límite es clave en tanto da forma a esquemas perceptivos que guiarán lecturas e intervenciones de los profesionales. Tienen carácter de construcción, siendo influidos por la trayectoria familiar y profesional, los marcos teóricos e ideológicos y la inserción institucional, entre otras variables (Grinberg, 2010). Estos atravesamientos, conformando criterios valorativos de los profesionales, pueden llevar a definir una situación como intolerable, con sus consecuencias de impronta interventiva y, contrapuestamente, llevar a sostener actitudes de naturalización, minimización, aceptación, resignación o invisibilización frente a otras situaciones. La variabilidad de lecturas y valoraciones aludida exige, como propone Grinberg, un análisis dialéctico en relación al par conformado por "lo intolerable" y "la tolerancia de lo intolerable", tolerancia que a veces discurre opacada en el cotidiano institucional frecuentemente desbordado por demandas que superan la capacidad operativa del servicio. Formular dicho análisis contribuirá a la comprensión de procesos de intervención en marcos organizacionales como los abarcados en el campo socio- jurídico, tanto entérminos de acciones como de inacciones. Reflexiones finales Ayer peligrosidad y hoy privilegiadamente riesgo y situación de vulnerabilidad, son nociones que se encuentran en la base y fundamentación de acciones preventivas anticipatorias. Acciones muchas veces propiciadas desde informes de trabajadores sociales con diversa inserción institucional en el campo socio-jurídico de familia. Ligando aspectos o situaciones observadas en el presente con lo que en el futuro pudiera ocurrir, desde lo vasto e impreciso que pueden abarcar, expresándose incluso sin otros fundamentos, brindan a los profesionales la posibilidad nominar con cierto cariz de cientificidad situaciones diversas. Por lo que de potencial y virtual guardan estas nociones encierran un quantum de aleatoriedad y, por ende de que, al aplicarse sin la adecuada caracterización y análisis de la complejidad de las situaciones evaluadas, se tomen decisiones y se implementen acciones o medidas arbitrarias y/o iatrogénicas.
  • 15. 14 Particularizando en la noción de riesgo destaca su variabilidad conforme contextos históricos, sociales e institucionales, con estrecha ligazón a la percepción de "lo intolerable". Esta incide en criterios valorativos de los profesionales y muy especialmente en la movilización de éstos y de autoridades burocráticas, llevando a motorizar intervenciones, a veces casi compulsivamente. Por su parte la alusión a situación de vulnerabilidad no siempre es pensada como categoría ligada a condiciones de inclusión/exclusión, desdibujando así incumbencias estatales y aspectos estructurales. Asimismo, desde la ausencia de la desagregación de las distintas variables y dimensiones que la conforman se omiten lecturas que permitirían distinguir responsabilidades y, fundamentalmente, orientar un proceso superador que trascienda lo meramente individual y familiar. Para superar lo amplio y difuso que abracan las nociones en análisis y ciertos usos facilistas y esquemáticos de las mismas resulta imprescindible trascender una enunciación fundada exclusivamente en la normativa legal o incluso en un discurso encuadrado en la lógica de derechos. Dicho discurso debe ser contemplado, pero cuidando de no incurrir en una retórica que encubra la persistencia de antiguas prácticas contrarias a la misma. Asimismo, se requiere una solvente formación profesional que, conforme marcos conceptuales de la disciplina y de las distintas problemáticas que afectan al sujeto o la familia y su contexto, brinde elementos teóricos y metodológicos para caracterizar la situación concreta, con sus dimensiones, su complejidad. Desde allí, conforme la especificidad de Trabajo Social, se podrá trascender una impronta exclusivamente evaluativa –sobrevalorada en el campo socio-jurídico– dando lugar a la detección de los espacios estratégicos que guíen la acción transformadora, elemento que define a esta profesión. Referencias bibliográficas Angelini, S. y Larrieu, A. (2016). Consideraciones sobre los conceptos de Peligrosidad y de Riesgo cierto e inminente. Implicaciones para las medidas de seguridad. 5º Jornadas de Investigación, Facultad de Psicología (UNLP), pp. 48-56. Castel, R. (1997). Las Metamorfosis de la Cuestión Social: Una Crónica del Salariado. Buenos Aires. Paidós. (2010). El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. Daich, D. (2004). Los procedimientos judiciales en los casos de violencia familiar. En Tiscornia, S. (comp.) Burocracias y violencias. Estudios de antropología jurídica. Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. De Souza Santos, B. (2014). Si Dios fuese un activista de los derechos humanos. Madrid,Editorial Trotta. Foucault, M. (2003). La verdad y las formas jurídicas. Gedisa Editorial. Barcelona. (2005). El poder psiquiátrico. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
  • 16. 15 Gamaldi, V. (2016). Evaluación de riesgo cierto e inminente. Aportes transferenciales. VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIII Jornadas de Investigación XII Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Ghioldi, L. y Toro Martínez, E. (2011). Riesgo grave, cierto e inminente de daño: único fundamento de la indicación interdisciplinaria basada en la peligrosidad para sí o terceros. En Cuadernos de Medicina Forense Argentina, Año 2 – Nº 1, pp. 25-35. Grassi, E. (1998). La familia: un objeto polémico. Cambios en la dinámica de la vida familiary cambios de orden social. En Neufeld, Grimberg, Tiscornia, Wallace (comps). Antropología social y política. Hegemonía y poder: el mundo en movimiento. EUDEBA. Buenos Aires. Grinberg, J. (2008). Transformaciones en el tratamiento de la niñez en riesgo. Reflexiones sobre un dispositivo de protección a la infancia en la Ciudad de Buenos Aires. En Cuadernos de Antropología Social Nº 27. Buenos Aires. (2010). De ‘malos tratos’, ‘abusos sexuales’ y ‘negligencias’. Reflexiones en torno al tratamiento estatal de las violencias hacia los niños en la Ciudad de Buenos Aires. En: Villalta, C. (comp) Infancia, justicia y derechos humanos (pp. 73-108).. Buenos Aires. Universidad Nacional de Quilmes. Krmpotic, C. (2012). El Trabajo Social Forense como campo de actuación en la intersecciónentre bien social y bien jurídico. En Trabajo Social Forense. Balance y perspectivas. Volumen I (pp. 55- 74). Buenos Aires. Espacio Editorial. (2019). Nada más que palabras, sí, pero no menos que palabras. http://www.cuestionsocial.com.ar/intranet.blog.php?id=8 (2020). La agenda 2030 del Trabajo Social Forense. En Krmpotic, Marcon, Ponce de León (coords.): Trabajo Social Forense. Producción de conocimiento com fines de investigación y arbitraje (pp.119-124). Buenos Aires. Espacio Editorial. Llobet, V. (2009). Las políticas sociales para la infancia, la psicología y el problema del reconocimiento. http://www.aacademica.com/valeria.llobet/74.pdf (2014). “La producción de la categoría “niño-sujeto-de-derechos” y el discurso psi en las políticas sociales en Argentina. Una reflexión sobre el proceso de transición institucional.” En Llobet, V. (Comp.) Pensar la infancia desde América Latina. Un estado de la cuestión.(pp. 209-235) CLACSO. Buenos Aires. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/posgrados/20140416023412/PensarLaInfanc ia.pdf Madrid, A. (s.f.) Vulneración y vulnerabilidad: el orden de las cosas. Barcelona.www.fundaciónalternativa.cat Minuchin, P.; Colapinto; Minuchin, S. (2000). Pobreza, institución, familia. Buenos Aires. Amorrortu. Nicolini, G. (2011). Judicialización de la vida familiar. Lectura desde el Trabajo social. Buenos Aires. Espacio Editorial. (2014). Tenemos teoría, tenemos derechos, pero… Desafíos a la intervención con familias en el ámbito judicial en tiempos de cambios paradigmáticos. Revista “Debate Público. Reflexión de Trabajo Social” (publicación de la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. Año 4 Nº 8, noviembre de 2014.
  • 17. 16 (2018). Derechos de niños, niñas y adolescentes, vehículo para la intervención con familias. Matices y tensiones. Ponencia presentada en el Encuentro Interuniversitario y Profesional de Trabajo Social con Familias “Historia Identidad e Intervención Profesional”, Mar del Plata 30 de Noviembre y 1° de Diciembre de 2018. Pakman, M. (2006). Reducción del riesgo, en familias múltiproblemáticas: La micropolíticade la Justicia Social en la Asistencia en salud mental”. https://docplayer.es/10756957-Reduccion-del-riesgo-en-familias- multiproblematicas-la-micropolitica- de-la-justicia-social-en-la-asistencia-en-salud- mental.htmle Pérez Contreras, M. (2005). Aproximación a un estudio sobre vulnerabilidad y violencia familiar. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, año XXXVIII, núm. 113, mayo-agosto de 2005, pp. 845-867. Perona, N.; Crucella, C.; Rocchi, G. y Robin S. (2000). Vulnerabilidad y Exclusión social. Una propuesta metodológica para el estudio de las condiciones de vida de los hogares. Presentado en el Congreso Internacional de Políticas Sociales. Universidad del Bío- Bío. Chile. Pessolano, D. (2013). Teorías comparadas para (re)pensar los fundamentos teóricos y filosóficos de la intervención en trabajo social. La Corriente Crítica Brasilera y Saül Karsz. Revista Trabajo Social 15: 143-163. Bogotá: Departamento de Trabajo Social,Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. Toro Martínez, E. (2011). “La noción de ‘situación de riesgo cierto e inminente’ en la Ley 26657/10: acerca de la diferencia entre ‘estar’ y ‘ser’ y sus consecuencias médico legales”. En Revista Psiquiatría, 16, pp. 19-26. Travi, B. (2004). El papel de la teoría en el proceso de elaboración de diagnósticos sociales y la construcción de la legitimidad de la intervención profesional. Ponencia presentada en el Seminario Internacional “Intervención Profesional: Legitimidad endebate”. Facultad de Trabajo Social, Universidad Nacional de Entre Ríos. Paraná, Entre Ríos, Argentina. Noviembre de 2004. (2008). El desarrollo del proceso metodológico, el papel de la teoría y el rol docenteen las prácticas de formación profesional. En Di Carlo. Grupo EiMETS. El Método deTrabajo Social Profesional. Un aporte a su pedagogía universitaria. Fundación Paideia. (2012). “El diagnóstico y el proceso de intervención en Trabajo social: hacia un enfoque comprehensivo”. En: Ponce De León, Krmpotic (coord.) Trabajo Social Forense. Balance y perspectivas. Volumen I. Buenos Aires: Espacio Editorial. (2017). El Diagnóstico Social y la noción de integralidad en la política social. Tradiciones disciplinares y desafíos actuales. Revista “Debate Público. Reflexión de Trabajo Social”. Año 7. Nros. 13 y 14, pp. 21-29. Villalta, C. (2005). ¿De quién son los niños pobres? Los debates por la tutela administrativa, judicial o caritativa en Buenos Aires de fin de siglo pasado. En Tiscornia, S. y Pita, M. (comps.) Derechos humanos, tribunales y policía en Argentina y Brasi, pp. 71-88. Buenos Aires, Antropofagia/ Facultad de Filosofía y Letras, Colección de Antropología Social. Trabajo Social es Profesión Esencial En los tiempos difíciles que venimos transitando y los que se avecinan agradecemos y felicitamos a todes les colegas que día a día nos enorgullecen con su labor profesional, siendo Trabajo Social una profesión esencial en esta pandemia. ¡GRACIAS Y FUERZA!
  • 18. 17 La escucha y sus derivas en la intervención profesional de Trabajo Social1 Ivon Frank. Facultad de Trabajo Social. UNER. Lic. en Trabajo Social. Florencia Serra. Facultad de Trabajo Social. UNER. Mag. en Trabajo Social. Silvina Bolcatto. Facultad de Trabajo Social. UNER- Lic. en Trabajo Social. DESCARGAR ARTÍCULO Resumen: El presente artículo contiene reflexiones producidas en el marco del proyecto de investigación: “Construcción de las intervenciones profesionales. Un estudio a partir de las prácticas relatadas por trabajadores sociales de Santa Fe y Paraná”. El mismo procuró reconocer y comprender lo que sucede en la “cocina” o “trastienda de la intervención”, considerando que las intervenciones profesionales de las y los trabajadoras/es sociales escapan a cualquier aprehensión que considere sólo su dimensión técnica-instrumental. La resolución metodológica se inspiró en la propuesta de la Intervención Sociológica (Touraine, 1983, 1986; Dubet, 1987, 2006) a partir de la cual se desarrollaron sesiones de debate con trabajadoras y trabajadores sociales de las ciudades de Paraná y Santa Fe. De las diferentes hipótesis que fueron trabajadas en el transcurso del proceso de investigación, para este artículo se decide poner el foco en el análisis de un tópico que se reveló central en los procesos de intervención profesional: la escucha. Palabras claves: trabajo social, intervención profesional, escucha Resumo: Este artigo contém reflexões produzidas no âmbito do projeto de investigação: “Construçãode intervenções profissionais. Um estudo a partir das práticas relatadas por assistentes sociais de Santa Fé e do Paraná ”. Ele mesmo procurou reconhecer e compreender o que se passa na "cozinha" ou "sala dos fundos da intervenção", considerando que as intervenções profissionaisdos assistentes sociais escapam a qualquer apreensão que considere apenas a sua dimensão técnico-instrumental. A resolução metodológica foi inspirada na proposta da Intervenção Sociológica (Touraine, 1983, 1986; Dubet, 1987, 2006) a partir da qual foram desenvolvidas sessões de debate com assistentes sociais das cidades do Paraná e Santa Fé. Que foram trabalhadas durante a pesquisa processo, para este artigo optou-se por focar na análise de um tema que foi central para os processos de intervenção profissional: a escuta. Palavras-chave: serviço social, intervenção profissional, escuta. 1 Las reflexiones contenidas en este artículo son producto del Proyecto de investigación “Construcción de las intervenciones profesionales. Un estudio a partir de las prácticas relatadas por trabajadores sociales de Santa Fe y Paraná” radicado en la Facultad de Trabajo Social de la UNER y tienen como principal insumo el valioso aporte de las y los trabajadores sociales de las ciudades de Paraná y Santa Fe que participaron de las diversas sesiones de debate contempladas en el transcurso de la investigación. Asimismo, se destaca el apoyo brindado y el compromiso asumido por el Colegio de Profesionales de Trabajo Social de la 2da circunscripción de la provincia de Santa Fe en lo referente a la difusión del proyecto, la convocatoria de las y los colegas y la disposición del espacio de la sede institucional para llevar a cabo las distintas sesiones de trabajo.
  • 19. 18 Introducción El presente artículo aborda una serie de reflexiones que tienen su origen en el Proyecto de Investigación: “Construcción de las intervenciones profesionales. Un estudio a partir de las prácticas relatadas por trabajadores sociales de Santa Fe y Paraná” radicado en la Facultad de Trabajo Social de la UNER2 . En el mismo se procuró reconocer y comprender lo que sucede en la “cocina” o “trastienda de la intervención”3 y para ello, se partió de considerar que las intervenciones profesionales de las y los trabajadoras/es sociales escapan a cualquier aprehensión que considere sólo su dimensión técnica-instrumental. Asimismo, se sostuvo que las modalidades que asumen las intervenciones profesionales dan cuenta de un conjunto de factores y actores que se ponen a jugar en el propio proceso, por lo que fue necesario distanciarse de aquellas propuestas en las que lo metodológico queda subsumido al cumplimiento de etapas. La resolución metodológica se orientó en la propuesta denominada Intervención Sociológica 4 (Touraine, 1983, 1986; Dubet, 1987, 2006), la cual posibilitó el despliegue de diferentes acciones y estrategias dentro de las cuales las sesiones grupales y entrevistas con trabajadoras y trabajadores sociales de las ciudades de Paraná y Santa Fe5 fueron centrales para construirel proceso de análisis en la búsqueda de dar respuestas a la pregunta de investigación. De las múltiples hipótesis que fueron trabajadas en el transcurso del proceso de investigación, para este artículo se decide poner el foco en el análisis de un tópico que se reveló central enlos procesos de intervención profesional: la escucha. En las diferentes instancias del trabajo de campo que incluyó la investigación se observa enlos relatos y debates de las y los profesionales participantes una referencia persistente e insistente a la práctica de la escucha. El Trabajo Social es representado por ellas y ellos como un oficio que tiene como materia primera el encuentro con otras y otros, y la escucha en ese encuentro se revela como imprescindible. 2 La investigación se desarrollo en el período 2017-2020, y el quipo de investigación se encuentra integrado por: Mg. Carmen Inés Lera (directora), Mg. M. Florencia Serra (co-directora) , Lic. Silvina Bolcatto, Lic. Ivón Frank, Mg. Alicia Genolet, Lic. Lorena Guerriera, Dra. Griselda Parera, Mg. Verónica Rocha, Lic. Zunilda Schoenfeld. 3 Siguiendo las motivaciones expuestas en la trastienda de la investigación de Wainnerman y Sautu, (2001) 4 La Intervención Sociológica es un método de investigación social que surge en Francia en la década del 70 y el contexto de surgimiento se sitúa en el movimiento del mayo francés de 1968. Touraine define a este método como un nuevo tipo de trabajo teórico y empírico en torno a los movimientos sociales. Su propuesta no apunta a describir lo que acontecía, sino fundamentalmente a captar el sentido de las acciones. Este método en su devenir fue incorporando nuevos campos de conocimiento (el terrorismo, el racismo, del antisemitismo diversas formas de violencia, los jóvenes de los barrios populares, los estudiantes, los profesionales del trabajo sobre los demás (trabajadores sociales, enfermeras, docentes…), los enfermos del cáncer, entre otros) y consolidando una tradición que se resignifica a partir de las contribuciones de diferentes autores. Tradición que mantiene aún escasa visibilidad en el terreno de las ciencias sociales
  • 20. 19 Aunque reconocer la centralidad de la escucha puede resultar una obviedad, esa mismaobviedad podría explicar las razones por las que dicha categoría se encuentra escasamente tematizada al interior de las producciones específicas de Trabajo Social y naturalizada en el cotidiano del ejercicio del oficio. En consideración a ello las reflexiones que se despliegan a continuación se inscriben en un intento de interrogar la práctica de la escucha en la intervención de trabajadoras/es sociales y apuntar algunas claves para su tematización. 1- La centralidad de la escucha: ¿para qué y desde dónde escucha un trabajador social? Es innegable que la escucha no es privativa de la profesión de Trabajo Social. Es más,podríamos preguntar si existe profesión de lo social que prescinda en su ejercicio de la práctica de la escucha. La pregunta sería entonces ¿qué es lo que distingue a la escucha que hace un trabajador social respecto de otras escuchas profesionales? Si tomamos el caso de la escucha psicoanalítica, de un modo muy básico, podemos identificarqué es lo que la distingue de otras prácticas de escucha. Un cuerpo conceptual a partir del cualse decodifica la escucha: la teoría psicoanalítica, un tipo de relación paciente-analista y un objetivo: la cura analítica. Para el caso del Trabajo Social, Saül Karsz (2007) expresa que a los públicos se les oye, no con los oídos, sino con “tablas de escucha” adecuadamente preparadas. La escucha debe estar instruida y tan lúcida como sea posible. El autor refiere al esfuerzo de comprender qué teorías obran en la práctica profesional y qué prácticas son posibles o imposibles según la teoría con la que se está operando. En este sentido, expresa que el problema real consiste en comprender cómo y por qué, en el ejercicio del oficio, teoría y práctica están siempre unidas, ligadas y las situaciones desde allí son descifradas, categorizadas y significadas. “Importa la palabra cargada de sentido, portadora de significados” y agrega: “El devenir de los usuarios depende de la práctica teórica que agentes e instituciones acepten o no realizar” (2007:63) Sin embargo, en las sesiones grupales observamos en los relatos de las y los trabajadoras/es sociales que no resulta tan sencillo efectuar tales distinciones, lo que de ningún modo supone que se trata de una escucha vacía de sentidos o ecléctica en relación al desde dónde se produce y para qué. Al seguir algunas pistas en torno a la pregunta ¿desde dónde escucha un trabajador social? reconocimos múltiples adjetivaciones que las y los profesionales le atribuyen a la escucha: atenta, amplia, activa, respetuosa, generadora de confianza, no inquisidora, no sancionatoria. Una escucha que interroga y que se interroga a sí misma, que no debe hacerse esperar, que seacapaz de sorprender al profesional una y otra vez, porque si no, como advierte una participante, si todo nos da igual nos estancamos. Además, para estos profesionales la escucha se presenta como condición para generar un clima y espacio que le permita al otro sentirse reconocido, respetado, valorado en su discurso, sus trayectorias y experiencias cotidianas. Proceso activo que conlleva gestos, silencios, expresiones, posturas, entre otras acciones y palabras que ponen en juego todos los sentidos. Que el otro pueda saber y sentir que para mí es importante lo que le está pasando”, “en la manera como uno abre el diálogo va captando, procesando y comprendiendo lo que le pasa al otro, son algunas de las expresiones que dan cuenta de ello. 5 En estas instancias participaron trabajadoras y trabajadores sociales que se desempeñan en diferentes ámbitos socio-ocupacionales: salud, salud mental, educación, niñez, seguridad social y justicia; selección que se conformó atendiendo a la heterogeneidad de las problemáticas que aborda el Trabajo Social. Para ello, y a los fines de conformar los grupos, se llevó a cabo una exploración de la demografía de profesionales en ejercicio en cada una de las ciudades mencionadas.
  • 21. 20 Una trabajadora social manifiesta que, ante demandas complejas y heterogéneas, en la escuchase propone investigar cada una de ellas intentando abordar interrogantes como los siguientes: ¿por qué llegan?, ¿quién deriva?, ¿cuáles han sido los recorridos institucionales de esas personas? (...) mi posicionamiento hace que escuche al otro desde una perspectiva integral… es preciso des-encorsetar aquellas miradas que clasifican al otro. Una escucha orientada a elaborar un diagnóstico integral, no fragmentado de la situación, en donde lo que le sucede a ese otro, cómo transita y tramita eso que le sucede, qué siente, cómo se siente, qué desea, qué recursos (tanto materiales como simbólicos) dispone para enfrentarsu problemática, va a tener efectos en la estrategia de intervención propuesta. De este modo comienzan a delinearse algunos para qué de la escucha, vinculados al conocimiento de la situación a intervenir, y también algunos desde dónde, vinculados a la posición que se le otorga al otro como sujeto co-implicado en la producción de la estrategia deintervención. Da cuenta de ello la expresión de otra profesional cuando afirma que el trabajador social no da consejos, al estilo te resuelvo la vida en cinco minutos. Advertimos que, aún en sus imprecisiones, la escucha alude tanto a un procedimiento orientado al conocimiento/diagnóstico de la situación que demanda la intervención, como aun modo particular de producir, modificar aquello que se está apuntando conocer. 2- Derivas de la escucha. Tomando como insumos las producciones y discusiones de las y los profesionales en las sesiones grupales elaboramos una serie de tópicos que intentan condensar algunos discursos y orientaciones que puede asumir la escucha en la intervención profesional. Tópicos que no configuran modelos nítidos y excluyentes, sino que constituyen posiciones compartidas por algunos y discutidas por otros. 3.1- Una escucha que hace lazos La práctica de escucha siempre remite a un otro. Para las y los profesionales de nuestro estudio ese otro es representado en los destinatarios de sus intervenciones, como así también en colegas y profesionales de otras disciplinas con los que comparten su labor. En este punto nos disponemos a pensar en la relación con los primeros. Escuchar para comprender lo que le sucede a ese otro, escuchar para habilitar al otro a que pueda reconocerse en sus deseos, intereses, son algunos de las expresiones que se orientan a dar cuenta del sentido que asume la escucha en el contexto de la intervención profesional. Una escucha que se presenta como medio y como fin, como continente y como contenido. Una de las participantes hace referencia a la escasez de escucha del otro. El no ejercicio de la escucha, la indiferencia, el hablar encima del otro, la dificultad para tener empatía con el otro, son definidos como rasgos del modo contemporáneo de vivir en sociedad, rasgos que parecen interpelar la práctica de los trabajadores sociales, a la vez de marcarle su condición de posibilidad: hacer lazo con el otro. Afirmar que en la intervención profesional la escucha del otro se orienta a hacer lazo, requiere necesariamente interrogar ¿qué tipo de lazo se hace? Y aquí las argumentaciones se tornan más complejas en su elucidación.
  • 22. 21 Decíamos que uno de los modos de adjetivar la escucha por parte de las y los profesionales es el de escucha activa. Ello, según sus dichos implica reconocer algo que se pone en juego en esa relación, un ida y vuelta La escucha es escenificada en el encuentro, en el acompañamiento y en la posibilidad de pensar alternativas de acción a la situación que deriva dicho encuentro. Tal como manifiesta una profesional no es solo la escucha, es también la respuesta, desde el lugar que nosotros intervenimos para que el otro nos escuche. Si yo lo escucho y sólo lo escucho, no es nada. Desde este mismo puesto de observación Carballeda sostiene que «la denominada “escucha activa” implica un interesarse por ese Otro, estar disponible, aceptándolo como es, dandolugar a otras perspectivas o formas de comprensión y explicación» (2015: 58-59). Y agrega «la ausencia de estos lugares, actividades, espacios que faciliten la posibilidad de escuchar, explica la exclusión y la ratifica, generando otro tipo de identidades y pertenencias efímeras, en soledad» (2015: 58) En este sentido la escucha supone para las y los profesionales de nuestro estudio un modo de hacer lazo en dos sentidos: por un lado, estar al lado de, reconocerlo en tanto sujeto libre, con intereses, deseos y, por otro lado, ciertos horizontes hacia donde se debe acompañar a ese otro: que sea menos sujeto y más actor social, que se autonomice, que ejerza sus derechos, sea más libre incluso, aclara una participante, más libre de nosotros mismos. Y es en ello que se dirimen los sentidos que asume la intervención profesional. Carballeda argumenta que escuchar es una necesidad y por lo tanto se constituye en un derecho. Derecho a ser escuchado, pero en una escucha activa que implica interesarse por ese otro. Aquí resulta interesante detenernos a reflexionar en las referencias que hacen las y lostrabajadoras/es sociales a una posición de disponibilidad de escucha al otro. ¿Qué significa pensarse disponible para un otro?, ¿cuáles son los alcances y los límites de dicha disponibilidad? Disponer de un tiempo para la escucha supone para estos profesionales la posibilidad de detenerse a pensar en el otro y habilitarlo en su palabra. Supone desafiar un contexto de extremo individualismo, de fragilidad del lazo social y de una racionalidad neoliberal que atraviesa y configura los modos de estar y relacionarse con los otros. Así, en la lectura de los relatos es posible inventariar una serie de verbos que giran en torno a la práctica de escucha: orientar, ordenar, encauzar, satisfacer, aconsejar, contener, asistir, derivar, ayudar, dar una respuesta, creer, controlar, ir más allá…Acciones que siempre implican hacer lazo, pero cuyos bordes se presentan difusos y demandarán ser precisados. Cuando decimos precisar no nos referimos a buscar una certeza en torno a cada uno de los verbos aludidos, tampoco al trazado de una frontera que de antemano señale hasta dónde el trabajador social estará disponible para el otro. Sino que estamos apelando a la “definición de unas coordenadas que se modificarán con un recorrido, pero sin las cuales no habrá recorrido posible” (Frigerio, 2017:43). Entonces, pensar a Trabajo Social como un oficio del lazo nos convoca a asumir sus modalidades múltiples, las potencias que derivan de la diversidad de campos problemáticos e instituciones en las que se inserta y de la variedad de prácticas que se ponen en juego en ellas. A la vez, sus efectos deberán ser considerados siempre en cada situación singular. Y es precisamente en estas referencias que reconocemos pistas que nos acercan a los haceres y los estar siendo6 de este oficio.
  • 23. 22 3.2- Una escucha ¿específica? Las y los profesionales no dudan en admitir que Trabajo Social ejerce una escucha que le es específica y que se distingue de las escuchas que practican otras profesiones. ¿Qué es los que la distingue?, es una de las preguntas a desandar que convoca las sesiones con los profesionales. Aquí los debates se deslizan en argumentaciones cuyo punto de partida es la oposición, o sea lo que la escucha del trabajador social no es… porque por ejemplo el médico atento a lo que escucha de la persona diagnostica y médica. La persona, el enfermo no tiene derecho a refutar lo que dice el médico. En cambio, nosotros, con la intervención con el otro es un ida y vuelta... Incluso, para poner un ejemplo más del psicoanálisis lacaniano, esto del diván… unoya corporalmente está acostado, que también se le dice paciente En estas expresiones identificamos dos cuestiones a destacar. Por un lado, podemos advertir ciertos modos estereotipados de representar la escucha de las otras profesiones, a partir de las cuales se busca demarcar la escucha propia. Y por otro lado, la dificultad de capturar qué seríaaquello que distingue a ésta última. Un tipo de escucha que se sabe específica pero no se termina de alcanzar a precisar, entonces la definición por la negativa parece resultar un modo de aproximarse a aquello que se vuelve escurridizo en su aprehensión. Dubet en su estudio sobre las experiencias de trabajadores sociales advierte esta misma operatoria: “A lo largo de gran cantidad de sesiones de trabajo, el oficio- o más bien la vocación- se define por la negativa, por aquello que él nos es (…) (2006:275), “(…) nunca se sabe en verdad de modo positivo qué es esa especificidad profesional a cuyo respecto nadie tiene dudas, pero que nadie puede definir sin rodeos, ya que toda fórmula cerrada estáinevitablemente destinada al fracaso.” (2006:278) En nuestro caso, esta suerte de porosidad en la especificidad de Trabajo Social parece no sólo expresarse en la autoimagen que las y los profesionales tienen de sí mismos, sino que además es atribuida a los modos como sienten que son representados por los otros. “Es la representación social de la profesión en comparación con otros. Como, por ejemplo, elabogado, se sabe qué hace el abogado, el médico qué hace el médico, nosotros es como que hacemos todismos, somos todólogos… y me parece que esa es la representación social que tienen los demás de nosotros… Retomando a Dubet en la cita que antecede “toda fórmula cerrada está inevitablementedestinada al fracaso”, sería posible argumentar que los rodeos al momento de dar cuenta de la especificidad, lejos de planteárselo al trabajador social como una debilidad o un déficit, podrían ser pensados en la potencia de aquello que se resiste a ser clausurado. 3.3. Un olfato para escuchar Las referencias de las y los trabajadoras/es sociales en torno a lo que supone para ellas/os la práctica de la escucha deja entrever modos en los que pareciera ponerse en acto un cierto “olfato” adquirido en el propio ejercicio del oficio. Es la intuición, la práctica, la experiencia que nos ha dado que ciertas cuestiones que dice o hace que a vos te da cierta suspicacia, que te hace ruido, que te hace repensar ¿Estarán diciendo todo? ¿Estarán diciendo la verdad? 6 términos tomados de Adriana Frigerio en “Oficios del lazo: mapas de asociaciones e ideas sueltas” (2017:48)
  • 24. 23 ¿Falta algo? Intuición, práctica, experiencia, suspicacia, se presentan como términos que intentan nombrar aquello que no se encuentra en los saberes que se enseñan en la academia- y que por ello resulta difícil de delimitar-, aquello que se aprende y se desarrolla en la experiencia, la misma experiencia que hace oficio. La figura del baqueano, metáfora que introduce Fernando Ulloa al pensar el trabajo clínico en las instituciones, es recuperada por Daniel Korinfeld para pensar los oficios del lazo. Baqueano alude a “una relación particular con el territorio, un conocimiento adquirido producto de la experiencia, un conocimiento que se nutre de encontrar y poder leer ciertos signos, reconocer huellas, a veces inhallables e inadvertidas para otros (…)” (2017:30).“Mirá, ni me digas a qué venís…” Es parte del folclore de la oficina… Mirá, viene a pedir un subsidio… mirá la llave del auto, es importado… esas cosas están todo el tiempo…hay un olfato en las intervenciones de hacia dónde van dirigidos, o hacia dónde está pensando esta persona y su demanda que no siempre está expresada de manera lineal. A veces tampoco las personas la tienen muy claro, y uno puede y a lo largo de los años va encontrando ese “a quévino”. Imágenes de un trabajador social que deviene baqueano, en tanto dispone de una escucha entrenada, una mirada aguda que rastrea señales, detecta indicios, “que sabe vislumbrar el horizonte y el clima y que se posa en los detalles porque allí encuentra algunas claves para seguir el camino". (Korinfeld, 2017:30) Si bien la experiencia es el continente donde se desarrolla este 'olfato' para la escucha, es preciso reconocer que su contenido no se nutre sólo de la experiencia. En este punto, Karsz (2007) refiere a la “escucha abierta” del trabajador social como un dispositivo cuyo manejo supone aprendizajes teóricos y técnicos, incluyendo además el trabajo de la propia subjetividad de quien la ejerce. “Es una determinada postura que se adquiere nunca por completo, ni sin contradicciones, en el curso de una práctica profesional más o menos prolongada” (2017:133). Entonces mientras vas haciendo la escucha, sabés con qué recursos contás, que además, no son siempre los mismos …. Y la escucha también te permite tener un olfato de cómo ir haciendo esas intervenciones. Es re complicado. “Escuchar con el tercer oído” es una expresión empleada por los músicos y Richard Sennet la evoca en el relato de sus primeras incursiones en el oficio de sociólogo. “En música, esta experiencia es difícil, pero simple; un chelista corrige el sonido a medida que lo produce, por ejemplo, modulando la presión del arco apenas comienza a oírse el sonido” (2003: 50). Algo así parece suceder en la práctica de la escucha de las y los trabajadoras/es sociales. Siempre es singular y no puede transferirse, y ante cualquier intento de definir, sistematizar o formalizar en un saber específico pierde su potencia en la medida que se fija en un “es” para dejar de “estar siendo”. Y de aquí que la intención de conocer más sobre el modo como ella seejerce encuentra su límite. ¿Cómo conocer un saber hecho de hipótesis que se ponen a prueba una y otra vez en cada situación singular y que además siempre está dispuesto a reformularse?
  • 25. 24 3.4 Más acá y más allá de la escucha La heterogeneidad de las narrativas que circularon en las sesiones de la investigación ponende relieve figuras de la escucha que, aun reconociéndose siempre condicionada, se configura como medio, como fin y también más. Los mandatos institucionales, la disponibilidad o no de recursos, las lógicas políticas muchas veces a contramano de los intereses y necesidades de las y los destinatarias/os de las intervenciones, los expedientes que ponen etiquetas que se anticipan al encuentro con el otro, la propia subjetividad puesta en juego, son algunos de los múltiples escollos en los que, segúnlas y los profesionales, se tramita la escucha en el marco del ejercicio del oficio. Escuchamos en contextos y escenarios que tienen sus propias tonalidades, sonidos y silencios,éstos constituyen el telón de fondo de ese acto. Pueden ser hostiles o acogedores, facilitando uobstruyendo la interacción de quienes hablan. La escucha implica entendimiento, selección dela información que surge de la palabra del Otro, intento de captar su lógica discursiva, determinación de los detalles importantes del relato, reflexión sobre el contenido de éste y análisis del sentido de lo dicho (Carballeda, 2015) En los modos singulares de enfrentar estos escollos cohabitan, no sin disputas, los sentidos que puede asumir la escucha. Escucha que no es neutral, siempre está condicionada, por el contexto, las lógicas institucionales y las subjetividades que se ponen en juego en esa relación. Escucha que no es reglada. No hay pautas que la protocolicen, ni manuales para la escucha. Y vas, como yo digo, artesonando todo el tiempo y buscando con el otro una solución a ese problema… Escucha que no es unidireccional. Es comunicación, interacción, intersubjetividad. Escucha que busca no juzgar al otro y que es interpelada cuando prejuzga. Escucha activa, abierta, entrenada. Punto de partida de la intervención, medio para conocer lo que le pasa al otro, pero también, en algunos casos y para algunos profesionales, un fin en sí mismo. Escucha que es intervención profesional. Escucha que desde las posiciones de algunos profesionales, cuando se presenta aislada, puede ser un espacio de contención emocional, pero no es una intervención profesional. Escucha, además, que en ocasiones es lo único posible. 3- Conclusiones Los tópicos abordados aquí de ningún modo agotan la riqueza de los debates dados en las sesiones grupales con las y los profesionales que abarcó el proceso investigativo. Dichos tópicos revelan la multiplicidad de formas y capas de sentidos que puede asumir la práctica dela escucha en Trabajo Social, a la vez que nos señalan pistas para seguir pensando cómo se configuran las intervenciones profesionales. Ante todo nos enfrentamos ante una práctica que “es” siendo y que en su puesta en acto involucra saberes, técnicas, fundamentos teóricos y ético políticos que se conjugan con aquellas destrezas adquiridas en la propia experiencia.
  • 26. 25 Identificamos la escucha como un modo de hacer lazo, pusimos en interrogación la especificidad de la escucha, reconocimos el desarrollo de un olfato para la escucha e intentamos bucear más acá y más allá de la escucha. Múltiples derivas de la escucha, escuchas que no quedan, ni pueden, quedar a la deriva. Práctica que renuncia a ser reglada, que insiste en la pregunta que siempre abre y resiste a suclausura. Práctica que se reinventa una y otra vez en la singularidad de cada caso-situacióncon la que las y los profesionales se encuentran, en cada contexto particular en que la mismase despliega. Referencias bibliográficas Carballeda, A. (2015). La escucha como proceso. Una perspectiva desde la intervención social, en S. Faraone et al. (Comps.) Determinantes sociales de la salud mental en ciencias sociales. Actores, conceptualizaciones, políticas y prácticas en el marco de la Ley 26657. Sociales-UBA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Carballeda, A. (2012). La intervención en lo social como proceso. Editorial Espacio, Buenos Aires. Carballeda, A. (2008). Escuchar las prácticas. Editorial Espacio, Buenos Aires. Dubet, F., & Bradu, F. (1987). Los criterios de validación en la intervención sociológica. Estudios Sociológicos, 5(15), 555-573. Retrieved February 13, 2021, from http://www.jstor.org/stable/40419948 Dubet, F. (2006). El declive de la institución. Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Editorial Gedisa, Barcelona. Karsz, S. (2007). Problematizar el trabajo social. Definición, figuras, clínica. Gedisa, Barcelona. Korinfeld, D. (2017). De Pandora, baqueanos e instituciones. Tres notas desde los Ateneos de Pensamiento Clínico, en G. Frigerio, D. Korinfeld y C.Rodriguez, Trabajar en instituciones: los oficios del lazo (pp. 15-40). Noveduc, Buenos Aires. Sennet, R. (2003). El respeto. Sobre la dignidad del hombre en un mundo desigual. Edit. Anagrama, Barcelona. Touraine, A. (1986). Introducción al método de la Intervención Sociológica. EstudiosSociológicos IV. Recuperado el 12 de diciembre de 2020, de estudiossociologicos.colmex.mx/index.php/es/article/view/1212/1212 Touraine, A. (1983). La intervención sociológica. Revista Punto de Vista, N° VI N°19.Buenos Aires. WSWD2021 Día Mundial del Trabajo Social. UBUNTU, yo soy porque nosotros somos Fortaleciendo la solidaridad social y la conectividad global El Día Mundial del Trabajo Social es el 16 de marzo de 2021. Es el día clave del año en el que los y las trabajadores sociales de todo el mundo se unen para promover nuestro mensaje común a nivel mundial. Este año, el Día Social Mundial 2021 destaca Ubuntu: Yo soy porque nosotros somos. Este es el primer tema de la Agenda Global 2020-2030 para el Trabajo Social y el Desarrollo Social
  • 27. 26 Pronunciamiento de FAAPSS en disconformidad con la actividad "El Rol del Trabajo Social en contexto de Encierro" en la Universidad de Lomas de Zamora Desde la Federación Argentina de Asociaciones Profesionales de Trabajo Social expresamos nuestra total disconformidad con la actividad a realizarse por diversos actores institucionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora denomina *"El Rol del Trabajo Social en contexto de Encierro". Advertimos con preocupación que en dicha actividad virtual no participen como expositores profesionales del Trabajo Social. Es inadmisible que buscando visibilizar la necesidad y pertinencia del desarrollo del rol profesional en el contexto de encierro, se cercena nuestra palabra y sea OTRO/OTRA profesión quien hable por nosotres. El desarrollo histórico, los fundamentos teóricos metodológicos y los posicionamientos éticos políticos que desde sus inicios ha desarrollado el Trabajo Social son sustentos suficientes para asumir un rol protagónico y hablar en primera persona. En este mismo sentido, tanto la Ley Federal de Trabajo Social Nro. 27072 como cada una de las leyes provinciales son clara en definir y resguardar las incumbencias, los derechos y los deberes profesional. Por todo esto invitamos a las autoridades y disertantes convocades a reconfigurar la propuesta toda vez que constituye una injerencia. Asimismo, acompañamos al colectivo provincial y local en las acciones y gestiones por elles iniciadas.
  • 28. 27 Representaciones Sociales de los Adolescentes sobre la Violencia Escolar González, Darío Alfredo. *1 Mariani, Lucio A.* DESCARGAR ARTÍCULO Resumen Esta producción intenta socializar sintéticamente el trabajo realizado en el año 2019 cuyo objetivo fue conocer las representaciones sociales de los estudiantes del último año de una Escuela Técnica de la Ciudad de Corrientes sobre la violencia escolar. Para ello se propusieron tres ejes: describir las representaciones sociales sobre la violencia escolar de los estudiantes; caracterizar las situaciones de violencia escolar percibidas por los estudiantes e identificar las estrategias de prevención, abordaje resolución de situaciones de violencia escolar empleadas por la institución educativa, durante el ciclo escolar. Surge como interrogante central entonces ¿Cuáles son las representaciones sociales sobre violencia escolar de los estudiantes de esta Escuela Técnica de la Ciudad de Corrientes?. Este interrogante medular, intenta entender acerca de construcciones colectivas, desde un plano simbólico a través de las verbalizaciones de los propios actores. Los resultados son puestos en análisis para finalmente concluir con reflexiones que permitan contribuir en las intervenciones sociales situadas en ese contexto educativo. Palabras Claves: Trabajo Social. Violencia Escolar. Representaciones Sociales Resumo Esta produção tenta socializar sinteticamente o trabalho realizado em 2019 cujo objetivo era conhecer as representações sociais dos alunos do último ano de uma Escola Técnica da Cidade de Corrientes sobre violência escolar. Três eixos foram propostos para fazer isso: descrever representações sociais sobre a violência escolar dos alunos; caracterizar as situações de violência escolar percebidas pelos alunos e identificar estratégias de prevenção, abordar a resolução de situações de violência escolar empregadas pela escola, durante o ano letivo. Surge como uma questão central, então Quais são as representações sociais sobre a violência escolar dos alunos desta Escola Técnica da Cidade de Corrientes?. Essa questão medular tenta compreender sobre construções coletivas, desde um plano simbólico até as verbalizações dos próprios atores. Os resultados são colocados em análise para concluir com reflexões que permitam contribuir para as intervenções sociais localizadas nesse contexto educacional. Palavras-chave: Violência escolar. Representações Sociais. Trabalho Social 1 Profesores Universitarios en Trabajo Social. Docentes del Instituto Superior de Servicio Social “Remedios de Escalada de San Martin”. Corrientes
  • 29. 28 I.-El Trabajo Social en contextos educativos Las instituciones escolares, representan espacios vertebradores de procesos de socialización de niños, niñas y adolescentes. Que a su vez se insertan el sistema educativo, no solo como parte de su desarrollo y formación; sino también, aspiran a mejorar la calidad de vida de los actores que diariamente transitan esos espacios. Si bien el rol de primeros educadores lo asumen los padres en el seno familiar; es en la escuela donde se consolidan procesos de socialización de los educandos. Así también, la escuela ha experimentado cambios sustanciales, devenidos de procesos sociales, económicos, históricos y culturales, por ejemplo: hacia dentro de las instituciones se aspira a modelos educativos más participativos, se han producido importantes innovaciones pedagógicas en el proceso de enseñanza – aprendizaje. Y por otra parte, la escuela se inserta en un contexto local que le imprime características propias, y como toda organización es permeable a las transformaciones sociales. Es así que, la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, considera a la escuela como uno de los pilares de prevención; espacio por excelencia donde es posible detectar problemas familiares y sociales emergentes, lo cual facilita una intervención temprana. Para Bruno, Lapides y Veloso (1999) el rol del Trabajador Social surge históricamente como una extensión de lo normativo, del control social, que en la Argentina, así como en otros países, supo construir categorías para identificar, clasificar, encasillar y etiquetar procesos, familias, situaciones. Esto último, fue superado a la luz de nuevas teorías y reglamentaciones en torno a la profesión. A su vez, el ejercicio y las incumbencias profesionales, en la Argentina, se encuentra reglamentado a través de la Ley N° 27.072, entiende el Trabajo Social “a la profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas” (art. 4° de la Ley 27.072) La incorporación de principios rectores como “los derechos humanos, la justicia social, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad” (art. 4° de la Ley 27.072) otorgan un marco de inserción profesional de mayor complejidad. Mientras que las instituciones educativas, si bien conservan un cierto grado de autonomía, son estructuras verticalistas, donde predomina lo normativo, lo establecido, aquello instituido por sobre lo instituyente. El Trabajo Social, no debe replegarse sólo a lo normado, sino que debe indagar en los intersticios, desestructurar estigmas y deconstruir el objeto de la práctica diaria; labor, tiempo y espacio se conjugan en la acción. Es así, que entender miradas y posicionarse en la cuestión social desde las propias interpretaciones de los sujetos cobra relevancia para conocer y abordar una problemática multicausal como es la violencia en las escuelas. En ese sentido, las representaciones sociales es una herramienta valiosa, no solo dentro del campo de la psicología social, sino también para otras disciplinas que intervienen en lo social; en ella se unifican dos dimensiones lo individual y lo colectivo, en una dinámica de interacción simbólica de pensamiento y acción. II.- Las representaciones sociales A medio siglo del surgimiento de la teoría de las representaciones sociales, se ha consolidado como corriente epistemológica para pensar e investigar el conocimiento del sentido común. Petracci y Kornblit (1998) mencionan que esta idea tiene su principal vertiente en las teorías de Emilie Durkheim quien planteó que la existencia de representaciones colectivas que se imponen a las personas como naturales; así también
  • 30. 29 sumaron Heider (1985) acerca de la psicología ingenua; Schutz (1973) sobre la fenomenología; el interaccionismo simbólico de Berger y Luckman (1968), son algunas teorías desde donde se posicionó Serge Moscovici (1961) para desarrollar tres aspectos: • El carácter productor del conocimiento, es producido de forma inmanente con los objetos sociales conocidos. • La naturaleza social del conocimiento, la comunicación e interacción entre sujetos, grupos e instituciones • La importancia del lenguaje y la comunicación, a través de los cuales se transmite y crea realidad; así como también el marco en que la realidad adquiere sentido. Jodelet (1984) refiere que representar es un equivalente del objeto, no es igual, sino que es algo mediado por una figura similar. Y en la representación es donde emerge el contenido correspondiente. De este modo, las RS “constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa” (Araya Umaña; 2002, p. 11) Al respecto, Petracci y Kornblit (1998) establecen que los actos del pensamiento que produce la relación del sujeto con el objeto tienen dos momentos: la objetivación y el anclaje. En ese sentido, la objetivación, según Jodelet (1986) es una “operación de imagen y estructurante”; para Moscovici este proceso conforma el núcleo de la verdadera representación social. Y a su vez convergen tres pasos: • Construcción selectiva: cuando el sujeto se apropia de la información circulante sobre una teoría. • Esquematización estructurante: es el proceso por el cual las informaciones circulantes, que han sido incorporadas (tomadas) selectivamente por el sujeto se organizan para dar una imagen del objeto. • Naturalización: cuando este modelo figurativo adquiere el status de evidencia. El anclaje, refiere al momento en que esos elementos objetivados se integran a los esquemas de pensamiento y se enraíza al sistema de significaciones –culturales, sociales, ideologías- adquiere un valor y a partir de allí orienta las prácticas sociales. Petracci y Kornblit (1998) Las RS no se tratan de opiniones momentáneas y fragmentada, se trata de construcciones figurativas y simbólicas; de categorización y clasificación, material y social del mundo que legitiman y preservan un orden establecido. Conceptos afines a las Representaciones Sociales Como se ha expresado en el apartado anterior, las producciones mentales que se originan desde el colectivo social son varias. Las cuales tienen una base cultural e histórica, que tienen la función de orientar la interpretación de la realidad; que en oportunidades se utilizan como sinónimos de RS, sin embargo, son producciones que asumen otras formas, campos e interpretaciones. Al respecto, se sucinta en el cuadro siguiente:
  • 31. 30 Términos Definición Relación con las Representaciones Sociales Ideología Es el pronunciamiento explícito de ciertos grupos políticos, religiosos, etc. Que están en el poder Si se expanden y se convierten en implícitamente compartidas se las podría considerar en términos de RS Imagen Es una reproducción pasiva de un exterior en un interior. Esto equivale a decir que la imagen se construye esencialmente como reproducción mental de un objeto exterior y se relaciona básicamente con los mecanismos perceptivos. Las RS, lejos de constituir una reproducción especular de cierto objeto exterior, consiste en un proceso de construcción mental de un objeto cuya existencia depende en parte del propio proceso de representación Creencias Implican un compromiso explícito y reflexivo con algo. El contenido de una creencia puede: a) describir el objeto de la creencia como verdadero o falso, correcto o incorrecto; b) evaluarlo como bueno o malo; c) instar un cierto curso de acción, como tendencia, predisponían, orientación. Es uno de los elementos que conforman el campo de la representación Percepción Los estudios de percepción social se centran en los mecanismos de respuestas sociales y de procesamiento de la información Las RS son los modos de conocimiento y los procesos simbólicos en su relación con la visión de mundo y la actuación social de los seres humanos Estereotipos Refieren a modos de conocimiento y los procesos simbólicos en su relación con la visión de mundo y la actuación social de los seres humanos. Las RS se diferencia de los estereotipos por su función: los estereotipos son el primer paso en el origen de una representación; cuando se obtiene información de algo o de alguien se adscribe en el grupo o situación a las cuales ese grupo o situación pertenece, o sea los estereotipos cumplen una función de “economía psíquica” en el proceso de categorización social. Opinión Es una fórmula socialmente valorizada a la que las personas se adhieren y, por otra parte, una toma de posición acerca de un problema controvertido de la sociedad o de objetos sociales cuyo interés es compartido por el grupo. Los estudios de opinión se refieren a la toma de posición frente a cuestiones sociales de relevancia La diferencia entre la opinión y la RS es que esta última informa del contexto, de los criterios de juicio y de los conceptos subyacentes en la opinión, mientras que la opinión solo informa sobre la reacción de las personas hacia los objetos dados desde afuera independientemente de los y las actoras sociales.
  • 32. 31 Cuadro N°1. Términos asociados a las RS. Fuentes: Marková; 1996, pp 178- 179. Araya Umaña; 2001, pp 42- 48. De elaboración propia. III.- Las instituciones escolares y violencia La violencia institucional es una de las formas de la violencia social, esta última se experimenta en aquel acto de hostilidad y de agresión que se produce en el encuentro con el semejante. Y esto se da por excelencia en el seno de las instituciones y organizaciones que el sujeto conforma. Ahora bien, la noción de violencia escolar es una construcción social. Es un concepto fundado desde el colectivo social e impuesto por la opinión pública a partir de los medios masivos de comunicación, las redes sociales, entre otros. Y esta construcción social es solidaria con la responsabilidad que les cabe a las comunidades, que son las que construyen este tipo de nociones. El fenómeno de la violencia escolar se implanta como un discurso que permite construir una imagen sobre la realidad social. Esta imagen hace las veces de una envoltura formal de la problemática. Lo que se piensa en la actualidad con respecto a la violencia desplegada dentro del ámbito educativo tiene como potenciales culpables a los chicos violentos y a los padres violentos. Y también se piensa que este fenómeno se desarrolla activamente por negligencia de los docentes. La noción de violencia escolar define los procesos antidemocráticos provocados por el sistema educativo. Así, lo sostienen Imbert y Dottori (2013, p. 158) “El enfoque que adjudica la violencia escolar a una problemática de orden estrictamente individual o familiar depositada en los alumnos, elude su componente y compromiso colectivo”. Estas cuestiones vertidas, en la Argentina, cobraron relevancia a partir del año 2004, cuando el Ministerio de Educación de la Nación crea el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas dependiente de dicha cartera. Esta entidad socializó información acerca del tema violencia en las escuelas de Nivel Primario y Secundario. Ejecutó un relevamiento que abarca el periodo 2005-2006 y otro en el tándem 2007-2008. Sistematizó los datos como también construyó material de apoyo y orientación para las instituciones escolares. Además, aportó un término interesante, el de incivilidades como el conjunto acciones que producen algún tipo de daño o bien lesionan intereses y valores sostenidos en el marco de reglamentaciones vigentes en códigos de convivencia escolar o reglamentos institucionales existentes en cada comunidad educativa. A modo de ejemplo se pueden mencionar: la rotura de útiles escolares, agresiones verbales (burlas e insultos), portar algún tipo de arma, hasta las pintadas o pegatinas en paredes de la escuela. (Ministerio de Educación; 2010)