2008_2009 Actas del Club de Lectura Bib. Pub. de ZAMORA
Los sabados-las-prostitutas editado
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Revista Literaria
Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para
estar dispuestas
palabra sobre palabra
la red social de escritores en lengua castellana
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A todos los miembros de palabra sobre palabra y especialmente
a los miembros fundadores que con entusiasmo y dedicación me
han acompañado, desde el principio, en este apasionante proyecto.
José Rico
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La idea de crear una red social de escritores
en lengua castellana nace, he de ser sincero,
de una larga frustración que me ha
acompañado durante los últimos treinta
años.
Recuerdo que, desde muy joven, allá por los
quince años, la lectura era uno de mis
grandes vicios y me apasioné por la poesía.
Durante más de una década fueron muchos
los poemas que, en la intimidad, quedaron
plasmados en centenares de folios. El
destino, las obligaciones laborales, el
matrimonio y, seguramente en gran medida,
la pereza, hicieron que quedaran olvidados
por los cajones de la casa hasta ahora que, a
mis cincuenta y cinco, recién digerida la
antología de Ángel González, retomo aquella
antigua pasión y me aventuro a esta difícil
pero apasionante tarea de construir un punto
de encuentro para todos aquellos que
gozamos con la escritura.
Se que es este un proyecto utópico o, más
bien, descabellado; existen en la red
innumerables clubs de lectura, redes de
escritores, blogs de poetas, comunidades
virtuales donde “colgar” los trabajos, etc. En
realidad he meditado sobre ello y no me
importa lo más mínimo. Trataremos de
hacer algo distinto o, cuando menos,
correcto. La idea es dar cabida a todas
aquellas personas que quieran decir algo con
esa poderosa y, a veces, temeraria arma que
es la palabra.
En palabra sobre palabra encajamos
todos; nos esforzaremos para que escritores
consagrados participen en la red junto con
los que no lo somos. Mi misión no será otra
que la de tratar de convencerles para que se
remitan, con humildad, a los años que
empezaban a construir sus primeras obras,
cuando también eran “autores
desconocidos”
La poesía, el relato, la novela, el cuento, la
crítica literaria o, simplemente, un dibujo o
una foto con un buen texto redactado con
amor a la palabra, tendrá un lugar destacado
en palabra sobre palabra.
Decía Albert Camus que “no es difícil tener
éxito. Lo difícil es merecerlo”. Nosotros no
deseamos otra cosa que ser merecedores del
mismo.
PALABRA SOBRE PALABRA nace con
una vocación irrenunciable: ser un punto de
encuentro para todos los que encontramos
en la escritura la mejor manera de expresar
nuestros sentimientos, nuestras vivencias;
también para los que se atreven a reflejar los
sentimientos y las vivencias de los demás
pues es, esta, otra válida manera de
interpretarnos a nosotros mismos.
Los que por vocación, profesión o
divertimento utilizáis la palabra cual pincel,
herramienta o juego, tenéis en este
ambicioso proyecto vuestra casa.
José Rico – fundador y administrador
http://palabrasobrepalabra.es
www.clubdeescritores.com
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En este número
José Antonio Barbeito Pereiro (España)
José Rico (España)
Martha Alicia Lombardelli (Argentina)
Alfredo Cedeño (Venezuela)
Frans Gris (Chile)
Sergio Astorga (México)
Paloma Hidalgo Díez (España)
Mario Islasáinz (México)
Javier Sachez García (España)
Enrique Pilozo Campuzano (Estados Unidos)
José Rodriguez Infante (España)
José Manuel Villagómez Cadena (España)
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Leonor, muchacha fantasma
Leonor nació en La Plata, una verde y húmeda ciudad de la provincia de Buenos Aires, también
conocida como la ciudad de los tilos. No se conoce bien la fecha de su nacimiento, pero se podría
afirmar que desde mediados de la década del 60, ella se paseaba por las calles de la ciudad. Se dice
que era hija de un marinero francés llegado al país en la época de la gran emigración. Algunos
dicen, pero pocos son los que dan fe de este dato, que se llamaba Marcel Schwob y que la niña
había nacido cerca del puerto Río Santiago. También los más viejos afirman que pasó su infancia
en la ciudad de Berisso. Cuando se escuchan estas historias uno está dispuesto a pensar que los
que las cuentan, conocieron a la joven cuando era muy niña. Pero en general, los datos que
existen sobre ella no pasan de ser ambiguas versiones, chismes o rumores. Todos ellos difíciles de
verificar porque cuando se trata de inquirir dónde, cuándo, en qué momento, el informante
empieza a balbucear y termina reconociendo que no tiene ese dato muy en claro, que no puede
recordar bien, dejándonos en tinieblas acerca de lo que queríamos saber.
Sin embargo, y a pesar de ese aparente misterio acerca de su origen, ha llegado hasta nosotros la
memoria de algunas de sus costumbres las que la presentan como una criatura algo excéntrica. Le
gustaba pasear entre árboles de tilo y naranjos, por eso era común que se la encontrara a lo largo
de la calle 6, desde la calle 45 hasta la 49 o en cualquier otra que, como la 6, tuviera sus veredas
cubiertas con naranjos y tilos. Algo del perfume de naranjos y tilos se había impregnado en su
cuerpo o en sus ropas porque cuando se alejaba, dejando atrás esas calles, parecía llevar con ella
su aroma.
También se sabía que nunca se había calzado y que recorría la ciudad con sus pies desnudos. Este
hábito no había logrado deformar sus pies los que siempre se veían agradables, limpios, casi
transparentes. No se le conocía otra ropa que un vestido de tela liviana, cuyo borde rozaba sus
delgadas e infantiles pantorrillas. Era de color violeta pálido y acompañaba las líneas de su cuerpo
suavemente, con delicadeza. Cuando caminaba apurada, cosa que no sucedía con frecuencia, el
borde de su vestido se movía dejando asomar una puntilla blanca. Su pelo de color rojizo la
identificaba en el lugar que estuviera. Se la podía reconocer a varias cuadras de distancia porque
esa mata espesa y larga de cabellos rojos no podía pasar desapercibida en ningún lugar. Todos los
que alguna vez se cruzaron con ella coincidían en afirmar que su rostro era muy bello. Pero nadie
podía dar precisiones -y si las daban no había coincidencias- sobre los detalles de su cara. Si
alguien decía que era por la forma de su nariz pronto se veía desmentido por el que creía que la
belleza de su rostro radicaba en su boca. Otro estaba casi seguro que sólo sus ojos bastaban para
otorgarle cierto encanto.
No hablaba con nadie y nadie sabía dónde vivía. Además nadie podía jurar que la conocía de
pequeña ya que siempre parecía tener catorce o quince años. La edad indefinida, su eterno vestido
violeta pálido, sus pies desnudos y su pelo rojizo, le daban el aspecto de haber salido de las
páginas de un cuento. Característica esta que la convertía en un ser sumamente amigable. ¿Quién
puede temer a los jóvenes de los cuentos de hadas? Los adultos los toman como modelo para sus
niños y éstos se identifican fácilmente con ellos.
Hubo varios y continuados intentos de averiguar quién era. Lo intentaba cada nuevo vecino que
llegaba a la ciudad y que preguntaba por esa mujer extraña envuelta en un dulce y -a la vez- ácido
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Ensayo sobre la Nación Originaria
Mapuche, del territorio centro sur de
Chile
Algunas notas sobre el origen, creencias
y cultura del Pueblo Mapuche
La denominación de “Mapuche”, es
producto del aglutinamiento de los
sustantivos Mapu (Tierra, tierra, país,
territorio de la propia Nación, Patria, etc.) y
Che, (persona, gente, cada uno de los
integrantes de La Nación). Así “mapuche”,
significa gente de la Tierra, paisano,
compatriota. Esta denominación, mapuche,
tendría una connotación similar a la que se
daban a sí mismos los pueblos arios:
Deutche, los germanos; Tauta, celtas; Totas
los itálicos, palabras que implican “a todos
los hombres nacidos en esta tierra”, que
significa que sólo los miembros de la propia
nación son completa y perfectamente
humanos, y los demás lo son a medias.
Origen y ubicación de la Nación
Mapuche
El poblamiento de América, desde la
base de la lingüística.
Seguros ya de que el poblamiento humano
del continente americano se produjo en
oleadas procedentes de Siberia, de origen
mongol, que cruzaron el mar congelado a
través del actual estrecho de Beringia —el
cual durante las glaciaciones fue un istmo
que unió a Siberia con Alaska— sabemos
que este proceso se inició hace algo más de
cuarenta mil años y se prolongó hasta unos
diez mil años antes de nuestra era.
Ya en América, los inmigrantes se
dispersaron en busca de territorios más
favorables, avanzando hacia el sur. Hacía los
10.000 a. C. el poblamiento alcanzó el
extremo sur del continente, incluyendo
Tierra del Fuego.
Causas de las migraciones fueron la pérdida
de sustentabilidad del territorio ocupado;
aumento de la población, y la desaparición
de los animales de caza, lo que llevó al
surgimiento de grupos que se dispersaban en
busca de tierras nuevas. Entre estos pioneros
se destacan dos especiales familias del
pleistoceno, los “arawak” (cuya lengua que
da origen, posiblemente, a las actuales del
grupo Andino Ecuatorial), y otro que
hablaba un forma idiomática primitiva del
grupo lenguas Caribe. Ambos pueblos
emprendieron simultáneamente significativas
migraciones hacia el sur.
La arqueología lingüística y sus estudios han
desarrollado un mapa de las migraciones por
las tierras del continente americano. Así se
demuestra que el grupo de emigrantes
denominado «Ge-Pano-Caribe»,
corresponde a una vasta ola migratoria que
rodeó el sur de lo que es hoy Estados
Unidos, el mar Caribe, parte de las Antillas,
sectores de América Central, las costas norte
de Colombia y Venezuela, y,
entremezclándose hostilmente con los
Arawak, penetró profundamente por las
selvas del Brasil, alcanzó las llanuras
argentinas y dio origen, entre otras, a las
lenguas de los indios Tupí-Guaraní, Pampas,
Diaguitas y Calchaquíes.
El grupo «Andino Ecuatorial», (incluye la
lengua quechua o incásica), se relaciona con
la lengua «arawak», de los primitivos
hombres que ocuparon las islas de las
Antillas. Se reconoce como de origen
Arawak a las lenguas altiplánicas, a la de
Marajó, isla en la desembocadura del río
Amazonas, en donde una cerámica
exquisitamente policromada, se relaciona
con la delicada y elegante alfarería de
Tiahuanaco, la ciudad pre colombina junto al
lago Titicaca, en la actual Bolivia.
Los paleo indios de habla arawak
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traspasaron la gran barrera de la Cordillera
de Los Andes centrales, influyendo a los
chibcha, expandiéndose, luego, por los
actuales Ecuador, Perú, gran parte de
Bolivia, occidente y sur de Argentina y por
Chile hasta Tierra del Fuego y Cabo de
Hornos.
Derivan de este grupo lingüístico las lenguas
quechua y aymará, la gran familia llamada
«Araucana-tchon», que incluye el
Mapudungun (y sus formas locales Moluche,
Pewenche, Pikunche, Williche, Lavkenche,
etc.); la lengua Tewelche; los idiomas
Selknam del norte, del sur y Haux; la lengua
Kaweshkar, y el dialecto hablado en Chiloé,
las Huaitecas y en archipiélago de los
Chonos (o lengua del pueblo Tchon).
Esa raíz lingüística común, permitió a los
indígenas, en los tiempos históricos,
entenderse tal cual un hispano parlante,
aunque con dificultades, se puede relacionar,
oralmente, con un francés, un portugués o
un italiano. Así los conquistadores utilizaron
intérpretes quechuas para comunicarse con
los pikunche, y a éstos, pikunches, para
relacionarse, sin mucha dificultad, con los
habitantes de la Araucanía, incluso con los
williche del extremo sur del territorio
continental del actual Chile.
La Nación Mapuche
No existen conclusiones definitivas en
cuanto a la data de llegada y de los detalles
de la evolución; de lo que llamamos Nación
o Pueblo Mapuche; y su cultura, en el vasto
territorio que abarca la mayor parte del
centro sur de Chile y del territorio de las
pampas y la Patagonia de Argentina.
En crónicas inkas se hacen referencias a
combates entre los ejércitos del Inca Túpac
Yupanqui y los habitantes de la región
situada entre los ríos Aconcagua y Maipo.
Tras una cruenta invasión las fuerzas
incásicas, logran asentarse en forma
permanente en estos territorios y una
expedición, muy numerosa y perfectamente
pertrechada, logra penetrar en territorio
mapuche hasta el río Maule, sin llegar tomar
posesión real de la tierra. Según el cronista
Inca Garcilaso de la Vega, las tropas de
Túpac Yupanqui, sostienen feroces batallas
contra las guerrillas mapuches, al sur del
Maule, combates que se prolongaron por
varios días, tras los cuales el ejército del Inca
debió retirarse al norte. Hay menciones de
una expedición represiva ordenada por el
inca Huayna Capac, hacia 1525, para
extinguir una sublevación mapuche en el
valle del Mapocho.
Huamán Poma y el Inca Garcilaso de la
Vega, cronistas inca-hispánicos, hacen
referencias a que antes de esa insurrección el
emperador del Coscu, ordenó la instalación
de algunas colonias de colonos procedentes
de las regiones de Arequipa y Puno, en el
actual Perú, protegidas por guarniciones y
fortalezas, en la región central de Chile, rica
en minerales de oro.
El dominio incásico, parece haber tenido
por frontera sur la fortaleza, o pukara, de
Chena, al sur poniente de San Bernardo, en
las cercanías, al sur, de Santiago de Chile.
De acuerdo con antecedentes gráficos de la
época de la conquista por los españoles del
Perú, se representa a los guerreros mapuches
de mayor estatura que los quechuas y
equipados con armamento y atuendos
similares a los mencionados por Alonso de
Ercilla en La Araucana: lanzas y macanas
(mazas largas), cascos de cuero y chiripá. En
la parte superior de uno de los grabados, se
indica que el nombre del gobernador
incaico, o apo, era el capitán Camacinga,
octavo funcionario de Imperio, en
desempeñar ese cargo. De lo que se
conjetura que la ocupación del territorio
pikunche (Pikun = Norte) contaba ya algo
así como ochenta años.
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Cuando llega Pedro de Valdivia, al valle del
Aconcagua, se hace evidente a los españoles
que los mapuches del sur, menospreciaban a
los picunches, por haberse sometido a los
incas y haberse mezclado, racial y
culturalmente con los colonos incaicos.
Se refieren a “Araucanos”, los españoles
para denominar a los habitantes de la zona
comprendida entre el río Itata y Chiloé, en
Chile.
Pedro de Valdivia, conquistador de Chile,
escribe al emperador don Carlos V,
poniendo de manifiesto la unidad cultural de
los indígenas de toda la Araucanía, desde el
Itata al Sur. Evidencias históricas indicarían
que el idioma de los mapuches, sólo con
algunas variaciones locales, se habla desde el
río Choapa (actual IV Región de Chile) hasta
Chiloé, Chilwe, (actual X Región); es decir,
desde el territorio diaguitas al archipiélago de
los chonos.
Evidencias arqueológicas
Hace ya 11.500 comunidades de cazadores
habitaban cerca de Los Vilos, lo que ha
quedado en evidencia en uno de los más
antiguos lugares arqueológicos de la zona
central: Quereo. En San Vicente de Tagua-
Tagua, en la Sexta Región, se detectan restos
que datan de 11.000 años. Cerca de la actual
Puerto Montt, en el sitio arqueológico de
Monte Verde, hay restos que datan de hasta
12.000 años a.de C. En todos ellos se
evidencia la existencia de comunidades de
cazadores; muy hábiles talladores de armas y
utensilios de cristal de roca; su capacidad de
captura de animales de gran tamaño como
mastodontes, guanacos gigantes, milodones
y megaterios (mamíferos que se extinguieron
siglos antes de la llegada de los europeos),
está más que comprobada.
Es casi imposible comprobar,
categóricamente, que aquellos antiquísimos
cazadores sean antepasados directos de los
actuales mapuches, pero de no haber una
interrupción total y catastrófica de esa línea
genética, y considerando posibles mestizajes
con grupos llegados con posterioridad,
serían los pueblos que les dan origen. La
unidad lingüística señala que todo el
territorio tenía una unidad cultural básica,
análoga, que permite pensar en el origen
común y continuado.
Cerca del 300 de la era cristiana, ya se
practica una agricultura de consumo, se
domestican animales, y se desarrolla una
alfarería funcional y decorativa: ollas, jarros,
botellas, pipas y ornamentos de cerámicas
pintadas. En los yacimientos arqueológicos
de El Bato y Llolleo, y que se encuentran
entre los ríos Choapa y Maipo, hay
demostradas evidencias de lo anterior. Uno
de los productos más típicos de alfarería de
la época, se cuenta el llamado “jarro pato” o
ketrümetawe en mapudungun. Son
innegables los indicios de que estos
yacimientos corresponden ya a la cultura
mapuche. También claramente mapuches
son los sitios arqueológicos del Complejo
Pitrén, que indicarían que ya por los 600 y
1.100 después de Cristo, habitaban
numerosas comunidades la región entre el
río Bío-Bío y el lago Llanquihue.
Estas comunidades mantenían sus hábitos
de cazadores, mariscadores y recolectores de
frutos silvestres (sobre todo el suculento
piñón, fruto de la araucaria o pewen, en el
caso de los habitantes de los contrafuertes
cordilleranos), pero practicaban también una
intensa agricultura de consumo con
plantaciones de maíz y poñi.
El llamado Complejo Arqueológico El
Vergel, muestra que en la región al sur
inmediato del Bío-Bío, cerca de Los Ángeles,
entre los años 1000 y 1300 d. de C., la
influencia pikunche penetra fuertemente
trayendo la domesticación de una variedad
de guanacos y enriqueciendo la agricultura
con la introducción de variedades de quinua,
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Tia Elodia
Existía un verde ceniciento que mis antepasados conservaban en una cajita de madera. Mi tía
Elodia lo trocó por una casa rodeada de magueyes que se miraban por las ventanas. La casa fue
abandonada en tiempos de la revolución de México. Yo tengo en la memoria ese verde cenizo y
el deseo de que mires ésta fotografía de Don Manuel Álvarez Bravo, un amigo de la fotografía
cuando estaba vivo. Hoy todo es silencio y a veces, un olor de penca recién cortada en las tardes
de lluvia no me deja combinar los colores.
Cuando mi tía Elodia tenía los pechos hinchados me mandaba cortar un buen manojo de
manzanilla de la maceta, yo se lo cortaba como un rayo, no me gustaba verla triste, como
cautivada por una caliente lagrima que le escurría por su pezón.
Sus pechos me gustaban, eran como los caracoles que encontraba en el río: húmedos y asustados.
Crecían como crecen los ojos por curiosidad.
“No sabes como duelen” me decía. Entonces me crecían unas ganas de ser bueno, y sin prisa,
con mis manos, desgranar su dolor para curarlo.
Nunca supe ser bueno y ahora que su dormitorio está vacío, me crece un frío de cordillera.
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Era un Messi escolar
Caen como rayos en un día claro. A veces los buenos recuerdos hacen su inesperada aparición de
esa manera y de igual forma te fulminan. Si alguien te viese, percibiría esa sonrisa de orgasmo en
la cara que se comportaría como una acérrima enemiga delatora.
Suspendes momentáneamente lo que traes entre manos y en nano segundos rescatas lo más que
puedes del hálito etéreo de un naufragio existencial.
Recién me sucedió. Lo que realizaba en ese instante no tiene injerencia alguna con lo que relato.
Más aún, ignoro cómo hacerlo, no es nada extraordinario, sólo algo que en ese tiempo me pareció
una proeza descomunal que sólo celebramos mi madre y yo a pesar de que ella no
estuvo presente cuando eso sucedió.
Cursaba el tercer grado de primaria en una escuela confesional, tenía ocho años y muchas
asignaturas por delante que detestaba, entre ellas, la de Español. Es un crimen de lesa humanidad
cortarle de tajo a uno las actividades lúdicas. Eso era lo que más amaba de mi diario existir, jugar.
A veces era diplomático, o un médico afamado y reconocido, otras operador de maquinaria
pesada como mi padre, en algunas ocasiones un jefe de familia ejemplar, un defensor social
contra las injusticias, y en esa ocasión un ignaro jugador de fútbol.
Un día los sacerdotes nos llevaron al único campo de ese deporte que existía en el pueblo. Es
mucha finura llamarle cancha a ese páramo áspero de suelo polvoso donde poníamos nuestro
mejor empeño en ganarle al contrario, al menos lo único que tenía muy claro en mi mente era
ganar como si en ello nos fuera la vida.
En lo personal no tenía ni la más remota idea de las reglas de ese pasatiempo. Debo de admitirlo,
pero sin saberlo eran mis primeras ideas anarquistas de algunas cosas, como las de mantener en
desorden el cuarto, el cajón de los juguetes, el lugar de la ropa sucia, y menos si se es un hijo
único.
Lo único que sabía, y eso porque me instruyeron de último momento, era que tenía que patear el
balón hacia el lado contrario y tratar de meterlo en algo que llamaban portería, consistente en un
par de erectos palos paralelos y un travesaño colgado de en medio, y que por lo desnivelado del
suelo, la vi más adelante cuando conquisté dicho territorio.
Siguiendo al pie de la letra tan intensiva instrucción de último minuto, me dediqué a lo que
íbamos, a vencer a los contrarios y en un sublime instante me vi involucrado en una amorfa masa
humana y de polvo que giraba peor que un huracán de impredecible desplazamiento. Sólo oía
maldiciones y regaños en mi lucha infructuosa por apropiarme de la pelota. No distinguía a nadie,
el panorama a mis pies y a mi alrededor se me presentaba como las de las raíces de los manglares
de los ríos.
Mi instinto atávico me guió al centro de esa vorágine y de forma súbita apareció de la nada una
esfera rodando girando frente a mí. Creí que eso requería del concurso de una patada mía que
lancé sin destino alguno. ¡Goooolll, goooolll! Fue el aullido que escuché de
inmediato salido de algunas destempladas gargantas. Supuse que lo había conseguido yo ante la
ausencia de algún estímulo de mis compañeros de equipo que lo confirmara, pero ellos lo
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celebraban.
No recuerdo si ganamos o perdimos la contienda, lo que sí tengo muy grabado es que el resto del
día y parte de la noche, no podía dejar de pensar en ese exacto y oportuno instante en que conocí
la gloria.
No fue así en la siguiente ocasión en el patio de recreo de mi escuela. Había un torneo interno de
balompié entre varios equipos de esa institución. Fui capitán de uno de ellos, el de mi aula. No
me pregunten cómo obtuve ese grado. Tal vez fue por esa anotación legendaria
que cargaba a cuestas, pero sí rememoro que mi team se llamaba Atlas. Le denominé así porque
leí en un libro de mitología griega que este coloso cargaba al mundo, una bola muy grande sobre
sus espaldas, y ese redondel lo relacioné con la pelota de este deporte, y
llegada la hora de bautizar a mi grupo entusiasta, escogí el nombre de este mítico personaje.
La primera ocasión que saltamos a la cancha no logramos evadir la ausencia de táctica alguna, no
teníamos el placer de conocerla, sólo le mostrábamos respeto a una desbordada pasión por largar
patadas con una elegancia indiscriminada que eran obsequiadas a placer a nuestros contrincantes
y a compañeros de equipo.
Casi se repitió la memorable historia anterior, pero en sentido contrario al de mis inicios en esta
disciplina deportiva. En una de esas reiteradas refriegas, en el zenith del caos, de esos ignotos
lugares de lo inexplicable apareció mi nadir: de nuevo surgió el esférico, desconozco de dónde,
pero ahora con una infalible trayectoria criminal hacia nuestra portería. En esa oportunidad de
manera consciente quise alcanzar nuevamente los laureles, y en pleno consenso con mi
determinación quise evitar esta profanación estirando lo más extenso que me fue posible mi
pierna izquierda, con el ánimo de atajar o desviar el cuero redondo a otra dirección que
mantuviese sin mancilla alguna nuestra red y por extensión, la propia honra.
No fue así, la pelota, además de dejarme un ardor inolvidable en la zona donde me golpeó, hizo
un giro arabesco inalcanzable a las desesperadas manos de nuestro guardameta, que en un
infructuoso lance heroico de antología, no pudo evitar que ese bólido asesino se fuese a visitar el
rincón de las arañas sacudiendo la red que vibró como cuerda floja de guitarra al ejecutarse.
Considero innecesario remitirles a las muy expresivas manifestaciones verbales de mis
compañeros que contrastaban con los gritos de apaches marihuanos de nuestros adversarios. Lo
peor había tomado carta de naturalización: ¡había provocado un autogol!
Repitiendo cartel, el resto del día y parte de la noche volví a retomar esa imagen e instante
funesto. No tuvieron efecto alguno las amorosas palabras de mi progenitora al enterarla de mi
desaguisado, mi ánimo de proscrito ondeó por todo lo alto de mi infortunio.
Mi nueva calidad de paria escolar no terminó ahí. Al día siguiente en un pizarrón del colegio,
donde se colocaban toda serie de informaciones, en una hoja aparecieron los resultados de los
juegos ya celebrados, y con lujo de detalles afloraron los nombres de los
equipos, su lugar en la clasificación, los apelativos de los goleadores, su logros alcanzados, y en
folio aparte, por casualidad o por deshonra, el mío.
Decía Freud que “infancia es destino”. No lo sé de cierto. A pesar de esta ignominia jugué fútbol,
sin llegar a ser una estrella notable, hasta cubrir toda mi juventud. Más adelante con algunas
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Gritos para unirse a los de Mariana
No me fui papá
me llevaron
a rastras
a jalones
diez o doce soeces amenazas
acompañadas de abusos
bastaron
para olvidarme de todo lo vivido
y empezar a morir
a través de ellos
el primero me violó las veces que quiso
ya no recuerdo bien
el segundo dijo cuidarme mientras manoseaba
mi cuerpo hasta donde no sentía dolor
el tercero trajo alimento que no comí
me lo impedía en tanto me sodomizaba
el cuarto me pidió no llorar
cuando ya no restaban en mí lágrimas
y también violentó mi boca
la suerte de existir
la mía
estaba echada
enteramente por ellos
luego
obligada siempre
día a día fui de varios más
puros desconocidos
ensañándose con restos de mi pureza
durante mucho tiempo
nada de mí fue respetado
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A un pueblo del sur de España, que apenas
recibe las visitas de un afilador y del viento
norteño, acuden una madre y su hija adolescente,
originarias de Perú.
La inocencia del Nuevo Mundo se ve obligada a
viajar a una Europa arcaica y en declive. La
sencilla muchacha, sin proponérselo, va
transformando las almas de aquellos nativos y de
sus rutinarias vidas.
Con su presencia, algunos habitantes descubrirán
que hay algo hermoso en sí mismos. Pero aquella
pureza infantil hará brotar, igualmente, los
terribles impulsos que esconde la naturaleza del
hombre.
La novela “El engendrador” obtuvo el
Premio Cersa 2008-Universidad de León.
Javier Sachez nació en Campillo de Llerena (Badajoz) en 1970. Estudió Derecho y
Trabajo Social y comenzó a escribir en el año 2003. Ha ganado varios premios
literarios en las modalidades de novela, relatos y poesía. Ha publicado cinco
novelas y varios relatos.
¿Desde cuándo decidiste escribir y por qué?
Creo que comencé a escribir durante la adolescencia. Supongo que se trataba de hallar, por un
lado, un canal de comunicación y, por otro, constituía una forma de entender e interpretar todo
lo ajeno que me circundaba.
Dinos algo de tu primera obra y ¿cómo conseguiste publicarla?
Fue un relato breve titulado “Mientras”, que se basaba en el tempestuoso monólogo de un oficial
alemán mientras esperaba a que se apagaran las llamas del crematorio en un campo de
concentración. Lo envié el año 2002 al Certamen literario Villa de Navia (Asturias) y fue
publicado al año siguiente, junto al resto de finalistas. La primera novela (“Tratado geográfico
sobre la aversión”) fue publicada tres años después por la editorial Verbum, tras ganar un Premio
de novela en Madrid.
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Hablemos de influencias.
Yo creo que las influencias nunca cesan. A medida que uno va leyendo o descubriendo nuevos
autores o autoras, va incorporando algo de ellos a sus nuevas obras. Mis influencias literarias han
sido sucesivamente: los poetas españoles del 27 y 98; la literatura sudamericana (Márquez, Araujo,
Llosa); los narradores rusos (Babel, Lermontov, Turgueniev, Pushkin, Tolstoi); y escritores
ingleses e irlandeses de las dos últimas centurias (James Joyce, Dickens, Oscar Wilde…)
El escritor ¿nace o se hace?
Supongo que se trata de una mixtura de ambos aspectos. Aunque es importante poseer cierta
sensibilidad innata para observar y el impulso necesario para plasmarlo en el papel, el trabajo y la
dedicación deben sumarse igualmente, aunque han existido muchos escritores (Rulfo, por
ejemplo) que han escrito pocas obras pero de una calidad literaria insuperable.
¿Cómo se enfrenta Javier Sachez al folio en blanco?
Generalmente, he previsto con anterioridad una estructura general de la novela y una primera
distribución en la presentación de los personajes y las situaciones. Lo esencial es encontrar cuanto
antes el llamado “tono” de la obra y respetarlo hasta el final.
¿Son de alguna utilidad los concursos literarios?
Claro. Yo he publicado hasta ahora cinco novelas y una docena de relatos y cuentos y todo ello
ha sido gracias a los diferentes premios literarios que se convocan. No encuentro otra manera
mejor para publicar. Las editoriales, en muchos casos, quedan mediatizadas por algunos
condicionantes (temática de moda, tendencias actuales, línea de edición) que escapan al mundo
interior del escritor. Los premios literarios, sobre todo los organizados por centros e instituciones
públicas, son absolutamente imparciales y son conducidos por personas solventes en el ámbito
literario y cultural.
El escritor y las redes sociales
Muy importantes. Yo no las he utilizado mucho (darse a conocer y promocionar tu obra no deja
de ser un ejercicio de flaca vanidad) pero he de reconocer que desde que participo en algunas
(como en “palabra sobre palabra”) he recibido críticas y opiniones sinceras y constructivas que
me animan a continuar, así como la oportunidad de conocer el trabajo e inquietudes de otros/as
escritores/as. Las redes son un medio de comunicación y las manifestaciones artísticas han
descubierto en ellas un canal de expresión extraordinario e inacabable.
De la literatura no se vive
No es, desde luego, mi caso y tampoco me lo planteo así. No quiero considerar la escritura como
un oficio, algo determinado por un horario, un método y un sueldo que me obliguen a escribir
una novela al año. Escribir está relacionado, por una parte, con la necesidad de comunicar y, por
otra, con el deseo de crear una obra artística. Para vivir de la literatura, supongo que es necesario,
34. Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar dispuestas – junio 2012
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entre otros aspectos, contar con una promoción adecuada y eficaz de tu obra. En mi opinión,
actualmente hay más personas que quieren ser escritoras que lectoras activas. Se publican
anualmente una cantidad ingente de obras, la mayor parte de las cuales es absolutamente
prescindible, y hallar calidad entre tanta cantidad es algo tedioso. El mundo editorial es una jungla
tupida para la que yo no estoy equipado.
Un clásico como referencia
Si te refieres a alguna obra literaria importante que ha influido en mí, yo nombraría “Historia
universal de la infamia”( de la que Borges terminó renegando) y, por supuesto, “Tiempo de
Silencio”, de Martín Santos. Son dos obras imprescindibles para mí. Al releerlas, vuelvo a
descubrir en mí la cotidiana necesidad de escribir. “Tiempo de Silencio” es una novela sin
parangón.
Tu actual proyecto
Finalicé hace poco una novela para la que me concedieron desde la Junta de Extremadura una
beca de creación literaria y está presentada a algún premio literario. También estoy explorando
nuevos territorios, como los cuentos de terror, que ya me sedujeron en mi juventud, cuando
descubrí a Allan Poe.
Tratado geográfico sobre la aversión. Editorial Verbum.2006
El adobe y el pánico. Diputación de Badajoz.2008.
El Engendrador. Editorial Publicarya (Madrid). 2009
Árboles de carne. Ceder La Serena (Badajoz). 2010
La muerte de Luxemburgo. Casa Eolo (Huesca). 2012
"El año que es abundante de poesía, suele
serlo de hambre" (Miguel de Cervantes)
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I Premio "palabra sobre palabra" de Poesía
Con el fin de estimular la escritura creativa entre nuestros
miembros y dar a conocer nuestra comunidad, palabra sobre
palabra – Club de escritores, convoca el I Premio "palabra sobre
palabra" de Poesía
El concurso se rige por las siguientes BASES:
Participantes
Es requisito indispensable para participar en el concurso,
ser miembro de "palabra sobre palabra" en la fecha del
envío de la obra.
Podrán presentarse al concurso todos los miembros de
"palabra sobre palabra" sin importar la edad, sexo,
nacionalidad o país de residencia.
Tema
El tema será libre.
Características de las obras
Solo se admite a concurso un poema por participante.
Los poemas deberán llevar un título, tendrán una extensión mínima de 35 versos y
máxima de 60 y estarán escritos en castellano.
Las obras deberán presentarse en formato Word o pdf, a 1.5 espacio, cuerpo 12 y usando
el tipo de letra "Times New Roman".
Los trabajos presentados deben ser inéditos, no haber sido publicados en ningún medio
escrito o digital y no haber sido premiados en otro concurso. Además deben estar libres
de cualquier compromiso editorial previo o simultáneo.
Presentación
Para participar, se enviará el texto por correo electrónico a la siguiente dirección:
poesia@palabrasobrepalabra.es con dos archivos adjuntos: uno de los archivos llevará
el nombre del título del poema y su interior contendrá el título y la obra que ira firmada
con seudónimo. El segundo archivo, que llevará el nombre del seudónimo, contendrá el
titulo de la obra, el nombre del autor, su dirección completa, datos fiscales, teléfono y
correo electrónico.
Las obras que no cumplan estos requisitos serán destruidas de inmediato.
Estos datos NUNCA serán utilizados por terceros y se destruirán una vez sea emitido el
fallo por el jurado.
Plazos
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El plazo de admisión de trabajos comienza el día 14 de mayo de 2012 y finaliza el 31 de
agosto de 2012 no admitiéndose aquellos trabajos presentados antes o después de estas
fechas.
No se mantendrá correspondencia ni comunicación vía email con los autores.
Para cualquier duda o aclaración de las bases, los participantes pueden utilizar la sección
"comentarios" dentro del evento que se subirá a la red social palabra sobre palabra
Premios
Un PRIMER PREMIO para el poema que, a juicio del Jurado, sea merecedor de tal
distinción y que consistirá en 300 € en metálico, Diploma del Club, la inclusión del poema
en la antología MEMORIA 2012 de nuestra red y un ejemplar del libro "palabra sobre
palabra" del poeta Ángel González. (Editorial Seix Barral - colección Los Tres Mundos.
Un SEGUNDO PREMIO que consistirá en 150 € en metálico, Diploma del Club, la
inclusión del poema en la antología MEMORIA 2012 de nuestra red y un ejemplar del
libro Palabra sobre palabra del poeta Ángel González. (Editorial Seix Barral - colección
Los Tres Mundos)
Un tercer premio FINALISTA que consistirá Diploma del Club, la inclusión del poema
en la antología MEMORIA 2012 de nuestra red y un ejemplar del libro Palabra sobre
palabra del poeta Ángel González. (Editorial Seix Barral - colección Los Tres Mundos)
Serán de aplicación las retenciones fiscales previstas por la vigente ley tributaria.
Los premios no serán declarados desiertos
Los premios se entregarán a los concursantes ganadores durante la segunda quincena de
octubre de 2012.
Los trabajos no premiados serán destruidos.
Jurado
El Jurado estará formado por miembros fundadores de nuestra red social y sus
nombres se harán públicos en la fecha del fallo. Actuará como Secretario, sin voto, el
Administrador del Club.
El fallo del jurado, que será inapelable, se dará a conocer el día 25 de setiembre de 2012,
haciéndose público en esta misma web y en la portada del Club.
Los ganadores serán informados por correo electrónico.
Aceptación
La aceptación del premio por el ganador implica su autorización para la utilización
publicitaria de su nombre e imagen en relación con el concurso.
El registro y participación en el concurso supone la aceptación de las presentes bases. El
incumplimiento de alguna de las bases dará lugar a la exclusión del participante del
presente concurso.
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La interpretación y cumplimiento de las presentes bases corresponde exclusivamente a los
miembros del jurado.
Derechos
Los autores ceden los derechos de publicación y difusión del poema en la red social, en la
web y en la antología MEMORIA 2012 de palabra sobre palabra así como en las posibles
reediciones. No se entregará al autor cantidad alguna en concepto de gratificación por
esta cesión.
Con la excepción antedicha, el autor conservará los derechos universales de autoría sobre
la obra premiada.
Tenía el corazón de corcho. No siempre fue así, pero
hace años decidió guardar su corazón en un baúl, en el
sótano, bajo llave. Su nuevo corazón era muy práctico,
en él prendía con precisión todas sus vivencias y
recuerdos, fotos de personas, lugares, momentos. Eso
sí, requería su técnica. Lo mejor era hacerlo con
alfileres muy finos, que no dejasen marca, apenas un
rasguño, siempre listo para nuevos paisajes. Todo eran
ventajas: no pesaba, no dolía, no sufría de taquicardias
ni palpitaciones . Nunca echó de menos su antiguo
corazón; nunca hasta que apareció ella. La conoció en
la playa. Estaba sentada en una roca, frente al mar, con
los ojos cerrados y una preciosa sonrisa bailando en
los labios, la brisa ondeando en su pelo.
"Embrujada, mágica, iluminadora. Labios carnosos, rojos y
apetecibles. Dientes de marfil, carcajada perfecta. Así era su
sonrisa, la sonrisa de ella.
Vagaba por la ciudad, buscaba las cosas pequeñas. Con sus
ojos iluminaba todo Manhattan. Su caminar, un ir y venir de
saltitos indecisos pero seguros, un chapoteo que la desplazaba del
suelo. Con paso firme, sus pies acariciaban cada calle. La
caperucita de los cuentos hechos novelas.
Sonreía cada vez más, hasta que las lágrimas se deslizaban por
sus mejillas. Jugaba a un juego silencioso. Elegía su víctima por
la calle y la miraba fijamente a los ojos. Sonreía sin separar la
mirada hasta que la persona escogida pasaba por su lado. Poca
gente le devolvía la sonrisa, pero esos pocos la hacían muy feliz.
Se preguntaba qué costaba una sonrisa, una simple mueca de
felicidad".
Fallo del I Premio “palabra
sobre palabra” de Microrrelatos
Primer Premio
Amaya Villa Olabarrieta con
El corazón de corcho
Finalista
Maribel Marín Jiménez con
Musa de Novela
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EL ÁRBOL FUENTE DE VIDA:
ALCORNOQUE
Aunque es evidente que estamos ante uno
de los árboles más significativos de la
geografía hispana, vamos a quedarnos en la
Sierra de Cádiz, por ser quizás el lugar donde
mejor se encuentran conservados en la
actualidad, ya que existe un Parque Natural
que toma el nombre de esta singular criatura.
Quercus suber ( ese es su nombre científico)
está proporcionando beneficios al hombre
desde muy antiguo y no hablemos ya de los
que proporciona a todo cuanto ser viviente
decide tenerlo por aliado. Por supuesto que
tiene familia: FAGACEAS y fue Linneo
quien lo encuadró en el lugar que
hoy ocupa en la tabla. Multitud
de sierras abarca el PN Los
Alcornocales, que se extiende
desde El Bosque hasta el
mismísimo estrecho de Gibraltar,
a la sombra del torreón donde
Guzmán El Bueno realizó
aquella increíble gesta. Lugar
propicio para que se contabilicen
hasta dieciocho especies de
rapaces y que se formen valles profundos y
estrechos: los conocidos como canutos, en
los cuales se desarrolla el bosque en galería,
subtropicales, reductos de épocas pasadas,
donde entre otros encontramos al acebo.
Aunque el turismo rural presenta en esta
zona características distintas a las de otros
lugares menos avanzados, aún se encuentran
rincones y personajes que bien merecen un
cuadro de honor: la estampa del toro bravo
poniéndoselo difícil al sensador de cigüeñas
o la nariz aguileña del Gaspi en la estación
de Gaucín o el merendero de Villaluenga o
la casa de piedra de Cortes, los kilómetros de
curvas con alcornoques. Ubrique con el
curtido de la piel y Alcalá de los Gazules por
su núcleo histórico parecen ser las
poblaciones más importantes de este
entorno, al que debemos finarnos como
primera meta, respeto. Es tanto el legado
que encierran estos montes que tan sólo un
acto de locura colectiva justificaría su
desaparición. De la importancia del
alcornoque como tal nos puede dar idea el
hecho de que con el corcho se produce hasta
piel, y nos lo podemos encontrar como
elemento decorativo en sus más variadas
facetas. El 75% de la producción mundial es
española. El descorche se lleva a cabo con
arreglo a una técnica muy peculiar: las
cuadrillas van dirigidas por un capataz; la
extracción del corcho la realizan los “hacha”,
que suelen
actuar por
colleras; “los
arrecogeores”
acompañan a
los anteriores y
van
amontonando
las “panas”
para que el
“rajaó” las
prepare para el transporte. La “saca” se
realiza mediante caballería que llevan la
materia prima al “patio” o cargadero. Por
entre el bosque de alcornoques nos
encontramos grupos de árboles recién
despojados de su preciada cubierta, dando la
sensación de ser un grupo de mocitas que
salen de paseo luciendo sus medias de
domingo de ramos.
El fuego alcanza cada verano cotas de
primera plana, demostrándonos el terrible
entramado de intereses que figuran tras los
incendios forestales; sin embargo si dejamos
a la Naturaleza actuar por sus propios
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LAS PURGAS (CASI STALINIANAS)
La vivencia que narro les llevará a la brillante conclusión de que no soy una persona joven y que
esto sucedió, digámoslo así, hace algunos años. En esa época esos pueblos sureños de la repúbica
mexicana de hiperbólica flora y fauna, estaban más profundas que las raíces de un árbol las
creencias y costumbres. Ejemplifico: era un imperdonable crimen de lesa humanidad, ver que
nosotros los chiquillos, que teníamos como norma de conducta arrasar sin piedad alguna con
todo lo comestible al alcance de nuestras golosas manos, inexplicablemente renunciáramos a uno
de los más placenteros pecados capitales; y si por añadidura existía una inexplicable paz en la
casa, los patios donde jugábamos y en nuestras pícaras faces nos delataba una palidez de lirio
desmayado y el palpitar de un ave en agonía, como dijera el poeta Luis G. Urbina, podíamos
considerarnos hombres al agua.
Esta extraordinaria emergencia obligaba que se reuniese en esos términos, a un preocupadísimo
consejo familiar comandado por los abuelos, -digo, es un decir, casi siempre era la abuela la de la
voz cantante-, y su estado mayor integrado por los padres de los menores a los que pronto solo
tendríamos como único derecho, la obligación de plegarnos a las resoluciones inapelables, de un
juicio sumarísimo, que debía llevarse a efecto a como diese lugar, que era el de ingerir un
purgante, a la voz de ¡ya!
El arsenal de desparasitantes acumulado para estos casos, -por llamar de alguna manera a estos
brebajes y venenosas mixturas dignas de una malvada bruja-, eran variados en olores, colores y
sabores; todos repulsivos a primera vista. Los elegidos –de los que me acuerdo- para
recetárnoslos eran la sal de higuera, leche de magnesia, aceite de ricino, de almendras, etc., que se
ingerían solos o combinados con otros más . Las dosis y la purga a tomar estaban dictadas por las
experiencias propias y ajenas.
En otras palabras, era evidente la ausencia del dictamen de un facultativo profesional en tales
casos, pero supongo no revestía capital importancia este trámite, pues el mismo era suplido por
nuestras progenitoras, un poco antes de esta emética ingesta, con una frase propiciatoria –“en el
nombre sea de Dios”- que se me asemejaba a un potencial ofrecimiento de un sacrificio humano
dedicado a un insaciable dios ignoto, cuya dieta se reducía en deglutir infantes parasitados.
Uno de los primeros pasos a seguir en este desconsiderado ritual paternal, era el de atraparnos,
pues nuestro aguzado instinto de conservación cimentado en experiencias pasadas, ya intuía la
cercanía de malos tiempos.
Si la casa familiar disponía de un abrigador patio de considerables dimensiones e incluido en el
mismo, trebejos viejos amontonados en un rincón o una maleza cómplice, nos servían de
barricadas que nos permitían vender cara nuestra derrota. Supongo que algo parecido a lo nuestro
hacían los negros del Senegal quienes eran perseguidos y capturados para ser vendidos como
esclavos en las colonias americanas por los esclavistas británicos, lusitanos y holandeses: correr
para salvar la vida.
Nuestra eventual rendición, captura o capitulación se realizaba por diferentes causas: primero
por el ofrecimiento circunstancial de poseer algún premio en especie o efectivo concluido este
suplicio; segundo, si la anterior negociación no surtía efecto alguno, se pasaba de las amenazas
más increíbles, donde el infierno sería un paraíso celestial comparado con lo que ya nos habíamos
ganado a pulso, que serían cumplidas en el momento exacto en que nos atrapasen.
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Alfredo Cedeño
Para presentar a Alfredo Cedeño tengo que decirles, como
primera referencia, que se hace llamar “bandolero69” en las
redes sociales algo que ya denota que estamos en presencia de
un pícaro con lascivas intenciones. Digo pícaro porque en los
escritos de este fotoperiodista venezolano, se esconden las más
descaradas ironías con una sutileza tal, que nos vemos,
irremediablemente, abocados a contemplar sus fotografías con la
esperanza de descubrir en ellas lo que sus textos esconden. Y
digo lascivas intenciones no solo por el erótico número de su
seudónimo “twittero”, también porque sus instantáneas nos
transportan, en unos vertiginosos saltos, desde unos relucientes
tomates a unas musicales caderas; desde el arrugado rostro de
una anciana a las nalgas inanimadas de un maniquí.
Escritor, periodista, poeta y cuentista –en todas las definiciones posibles del término-- Alfredo Cedeño nos envuelve
a todos en la sencillez de un daguerrotipo cargado de intenciones.
José Rico
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Fotografías y texto del libro 100
MARAVILLAS DE VENEZUELA.
Enciclopedia Visual. Editorial Cordillera, El
Universal, Caracas, 2010.
Fotos de PUEBLOS INDÍGENAS DE
VENEZUELA. Editorial Santillana. Caracas,
2010.
Fotografías y texto del libro Trujillo, 450
años. Ediciones Valera Motors. Trujillo, 2007.
Ilustraciones del libro PALABRERÍAS, de
Elvia Silvera, Alfaguara. Caracas, 2007.
Fotografías y texto del libro Proyecta 30
años. Caracas, 1998.
Fotografías del libro El Bolívar de Ascoli
Piceno, Ediciones Leopardianas. Caracas,
1995.
Publicación del libro Cuentos de Rockola,
Pen Club de Venezuela. Caracas, 1994
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Sergio Astorga
Sergio Astorga se autodefine como creador de formas con una humildad encomiable
pues sus dibujos no desmerecen sus logrados textos; Tía Elodia y He sido lo certifican.
Nacido en México e impregnado del rojo tezontle expulsado por el Popocatépetl, su
pictórica mirada, migra al Cerro Grande, a la Meseta de Pajarito y al White Rock de los
Álamos; nunca cansada de observar se posa, en la actualidad, sobre un altanero Ponte das
Barcas de ese Oporto bañado por el Duero.
Sus antojos –así es como llama a sus acrílicas criaturas—son un gozo y un placer para nuestros sentidos; el sonido
de sus formas, el sabor de sus colores, la suavidad de sus curvas provoca en nosotros ese, en sus palabras, deseo de
rasgar el silencio. Desatar lo que no es reflejado por los espejos.
José Rico
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Como tantos otros,
tuve que dejar mis
lecturas para entrar a
la UNAM para cursar la
Licenciatura en
Comunicación Gráfica
en la Escuela Nacional
de Artes Plásticas
(Antigua Academia de
San Carlos).
en la medieval ciudad
de Porto, en Portugal.
He regresado de Los
Álamos, New México en
los Estados Unidos, con
otra sed en los ojos.
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Ángel González
Nació en Oviedo el 6 de septiembre de 1925. Su infancia se vio fuertemente marcada por la
muerte de su padre, fallecido cuando apenas tenía dieciocho meses de edad. La descomposición
del seno familiar continuó durante la Guerra Civil Española, cuando su hermano Manolo fue
asesinado por el bando franquista en 1936. Posteriormente su hermano Pedro se exilió por sus
actividades republicanas y su hermana Maruja no pudo ejercer como maestra por el mismo
motivo. En 1943 enferma de tuberculosis, por lo que inicia un lento proceso de recuperación en
Páramo del Sil, donde se aficiona a leer poesía y empieza a escribirla él mismo. Tres años más
tarde se halla ya por fin recuperado, aunque siempre arrastrará una insuficiencia respiratoria que
al cabo le produciría la muerte, y decide estudiar derecho en la Universidad de Oviedo; en 1950 se
traslada a Madrid para estudiar en la Escuela Oficial de Periodismo. El poeta Luis García
Montero ha publicado en 2009 Mañana no será lo que Dios Quiera, donde con un lenguaje
poético y emocionado cuenta estos primeros años de la vida de Ángel González. Cuatro años
después, en 1954, oposita para Técnico de Administración Civil del Ministerio de Obras Públicas
e ingresa en el Cuerpo Técnico; le destinan
a Sevilla, pero en 1955 pide una excedencia
y marcha a Barcelona durante un periodo
en el que ejerce como corrector de estilo de
algunas editoriales, entablando amistad con
el círculo de poetas de Barcelona, formado
por Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y
José Agustín Goytisolo; en 1956 publicó su
primer libro, Áspero mundo, fruto de su
experiencia como hijo de la guerra; con él
obtuvo un accésit del Premio Adonais.
Vuelve a Madrid para trabajar de nuevo en
la Administración Pública y conoce al grupo
madrileño de escritores de su generación,
Juan García Hortelano, Gabriel Celaya,
Caballero Bonald y algunos poetas más.
Tras su segundo libro, Sin esperanza, con
convencimiento (1961), Ángel González
pasó a ser adscrito al grupo de poetas conocido como Generación del 50 o Generación de medio
siglo. En 1962 es galardonado en Colliure con el Premio Antonio Machado por su libro
Grado elemental.
El año 1970 es invitado a dar conferencias a la Universidad de Nuevo México en Albuquerque y
luego extienden su invitación para que enseñe durante un semestre; fija su residencia en Estados
Unidos y en 1973 pasa por las Universidades de Utah, Maryland y Texas bajo la misma condición
de profesor invitado, regresando en 1974 a la Universidad de Nuevo México en Albuquerque
como fijo de Literatura Española Contemporánea, cargo en que se jubiló en 1993. En 1979 viaja
a Cuba para formar parte del jurado del Premio Casa de las Américas de Poesía. Ese mismo año
conoció a Susana Rivera, con la que se casó en 1993. Tras su jubilación siguió residiendo en
Nuevo México aunque a partir de 2006 las visitas a España eran cada vez más reiteradas.
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En 1985 le conceden el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1991 el Premio
Internacional Salerno de Poesía. En enero de 1996 fue elegido miembro de la Real Academia
Española en el sillón "P" sustituyendo al escritor Julio Caro Baroja. El mismo año, además,
obtuvo el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En 2001 obtiene el Premio Julián
Besteiro de las Artes y las Letras. En 2004 se convierte en el primer ganador del Premio de
Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca.
Su obra es una mezcla de intimismo y poesía social, con un particular y característico toque
irónico, y trata asuntos cotidianos con un lenguaje coloquial y urbano, nada neopopularista ni
localista. El paso del tiempo y la temática amorosa y cívica son las tres obsesiones que se repiten a
lo largo y ancho de sus poemas, de regusto melancólico pero optimistas. Su lenguaje es siempre
puro, accesible y transparente; se destila en él un fondo ético de digna y humana fraternidad, que
oscila entre la solidaridad y la libertad, al igual que el de otros colegas generacionales como José
Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo y José Manuel
Caballero Bonald.
González colaboró con los cantautores Pedro Ávila en el disco "Acariciado mundo" (12 poemas
de Ángel González, 1987) y Pedro Guerra en el libro-disco La palabra en el aire (2003) y también
con el tenor Joaquín Pixán, el pianista Alejandro Zabala y el acordeonista Salvador Parada en el
álbum Voz que soledad sonando (2004).
La madrugada del 12 de enero de 2008 falleció el poeta, a los 82 años, en Madrid, a causa de la
insuficiencia respiratoria crónica que padecía.
En 2009 Joaquín Sabina le dedica la canción "Menos dos alas", incluida en su disco Vinagre y
rosas y escrita junto a Benjamín Prado.
Lírica
1. Áspero mundo, M., Col. Adonais, 1956.(Accésit Premio Adonáis 1955). 2ª ed. Ediciones
Vitruvio, 2012.
2. Sin esperanza, con convencimiento, B., Colliure, 1961.
3.Grado elemental, París, Ruedo Ibérico, 1962 (Premio Antonio Machado).
4. Palabra sobre palabra, M., Poesía para todos, 1965, 1972 y 1977.
5. Tratado de urbanismo, B., Col. El Bardo, 1967.
6. Breves acotaciones para una biografía, Las Palmas de Gran Canaria, Inventarios
provisionales, 1971.
7. Procedimientos narrativos, Santander, La isla de los ratones, 1972.
8. Muestra de... algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que
habitualmente comportan, M., Turner, 1976.
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9. Prosemas o menos, 1985.
10. Deixis en fantasma, M., Hiperión, 1992.
11. Otoños y otras luces, B., Tusquets, 2001.
12. Nada grave, Madrid: Visor, 2008, póstumo.
Antologías
1. A todo amor, 1988.
2. Luz, o fuego, o vida, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1996.
3. Lecciones de cosas y otros poemas, 1998.
4. 101 + 19 = 120 poemas, Madrid, Visor, 1999.
5. Realidad casi nube, Madrid, Aguilar, 2005.
6. Palabra sobre palabra, Barcelona, Seix Barral, 2005 (Poesía completa).
7. La Primavera avanza, Madrid, Visor, 2009.
Ensayo
Juan Ramón Jiménez (1973)
El Grupo poético 1927 (1976)
Gabriel Celaya (1977)
Antonio Machado (1979)
en el Café Gijón (Madrid) con Caballero Bonald
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Los sábados, las prostitutas madrugan mucho para estar dispuestas
Elena despertó a las dos y cinco,
abrió despacio las contraventanas
y el sol del invierno hirió sus ojos
enrojecidos. Apoyada
la frente en el cristal,
miró a la calle: niños con bufandas,
perros. Tres curas
paseaban.
en ese mismo instante
Dora comenzaba
a ponerse las medias.
las ligas le dejaban
una marca en los muslos ateridos.
Al encender la radio —<<Aída:
marcha triunfal>>—,
recordaba palabras
—<<Dora. Dorita, te amo>>—
a la vez que intentaba
reconstruir el rostro de aquel hombre
que se fue ayer —es decir hoy— de
madrugada,
y leía distraída una moneda:
<<Veinticinco pesetas.>> <<... por la
gracia de Dios.>>
(Y por la cama)
eran las tres y diez cuando Conchita
se estiraba
la piel de las mejillas
frente al espejo. Bostezó. Miraba
su propio rostro con indiferencia.
Localizó tres canas
en la raíz oscura de su pelo
amarillo. Abrió luego una caja
de crema rosa, cuyo contenido
extendió en torno a su nariz. Bostezaba,
y aprovechó aquel gesto
indefinible para
comprobar el estado
de una muela cariada
allá en el fondo de sus fauces secas,
inofensivas, turbias, algo hepáticas.
Por otra parte,
también se preparaba
la ciudad.
el tren de las catorce treinta y nueve
alteró el ritmo de las calles. Miradas
vacilantes, ojos
confusos, planteaban
imprecisas preguntas