Introducción expositiva acerca de la neurociencia y psicobiología
1. Breve historia de la neurociencia
Jonatan J. Pabón Álvarez
Unicatólica- Cali (Valle del Cauca)
El hombre siempre ha buscado que su percepción esté acorde con su raciocinio
saciando los huecos de perplejidad que se siembran en el intermedio de estas dos
acciones. Cuando la naturaleza de él mismo sobrepasa los límites de su razón y su
percepción, cuya relación mutua es carente o nula, lo desconocido e
inconmensurable domina su duda temeraria pero a su vez la empuja a comprender
dicho fenómeno conductual. El cuerpo humano y sus órganos sensitivos y motrices
han llevado al hombre a cuestionarse la utilidad de cada una de sus partes
desarrollando nuevas habilidades para su supervivencia. De igual manera que el
hombre se preguntó acerca de los fenómenos de la naturaleza y a su vez buscó
respuestas con atribuciones de fe en un contexto metafísico, lo hizo con trastornos
y enfermedades de sus semejantes quienes poseían conductas no habituales, por
lo que su intencionalidad fue descubrir, analizar y reparar dicho comportamiento. Es
allí, donde el sistema nervioso actual es el objeto de estudio que causa ansiedad
por descubrir las conductas que el hombre prehistórico desconoce y a su vez teme.
En la prehistoria, las trepanaciones, las pinturas en las cuevas y en abrigos
representaban los efectos de una abstracción mental en comparación con otros
animales que no se les notaba noción de pulir o detallar una figura. Es a partir de la
complejidad anatómica y funcional del cerebro humano y su comprensión científica
de él mismo y de sus semejantes lo que lo inhibe a estudiar e intervenir en los
fenómenos que aún no comprende: así nace la neurociencia. La neurociencia es el
estudio científico que data como uno de los más antiguos en la evolución del
hombre. Cuando él transforma su cotidianidad con ayuda de sus semejantes y de
los recursos conseguidos en determinado territorio, funda el sedentarismo para dar
un fruto al desarrollo humano desde las primeras aldeas hasta la construcción de
las primeras civilizaciones. Es allí, donde el sistema nervioso actual es el objeto de
estudio que causa ansiedad por descubrir las conductas que el hombre civilizado
desconoce, pero a su vez teme por el mismo desarrollo de su cultura.
En la mesopotámica, los babilónicos fueron los primeros médicos sacerdotes que
trataban las alteraciones psíquicas o internas, eran ellos los únicos que podían
hacerlo pues consideraban que alguna presencia animista y maligna se apoderaba
del cuerpo del paciente.
En la egipcia se destaca la anatomía como principal asignatura de estudio para
quien esperaba ser médico; el uso de papiros como historiales de investigación se
recopilaban para promover la medicina, entre ellos se destaca los textos de
2. Praxágoras y Erasistrato quienes inician la disección sobre cadáveres humanos. En
la traducción de los papiros de Ebers y Smith (egiptólogos que compraron estos
textos), la civilización egipcia adjuntaba información de muchas fórmulas
magistrales y sus antídotos médicos en una serie de pasos como los actuales1.
Aunque el cerebro se reconocía como órgano del cuerpo humano, no era más que
un miembro que regulaba los estados emocionales y lo representaban en el ojo de
Osiris, de esta forma el “tratado del corazón” recopilado en el papiro destacaba al
corazón como el punto de encuentro que transportaba fluidos importantes como la
sangre.
En la antigua Grecia, Alcmeon de Crotona estimó que era el cerebro el núcleo del
conocimiento y era quien establecía el pensamiento y no el corazón. “El cerebro
regía todo el cuerpo, era el órgano central de toda la actividad humana tanto
psíquica como corporal; en él terminaban los nervios y en él estaba el centro de
toda la vida psíquica. A él debíamos nuestras sensaciones y pensamientos”2. Los
tratados médicos sobre la enfermedad sagrada se le atribuyeron a las escuelas
hipocráticas en nombre de Hipócrates de Cos, donde se describe estudios y
tratamientos desde anatomía clínica y patologías hasta ginecología. Afirmaba que
si el cerebro enfermaba podría ser la causa por la cual el hombre se vuelve delirante,
aterrorizado, angustiado e incoherente asimilando estas conductas a los trastornos
mentales. Los griegos humanizaron un poco la investigación médica limitando la
disección de cadáveres humanos y otros tratos, para seguir con el desarrollo de la
medicina empleaban en demasía el método de la inducción a partir de experimentos
con animales. La teoría de los cuatro humores de Hipócrates sostenía que las
enfermedades se producían por un desequilibrio entre la bilis amarilla, la sangre, la
bilis negra y la flema; es por ello que la conducta del enfermo era colérica y demente.
Hipócrates conceptualiza y robustece la teoría de Alcmeón cuando expresa “Los
hombres deberían saber que del cerebro y nada más que del cerebro vienen las
alegrías, el placer, la risa, el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las
lamentaciones”3. En el imperio romano y a lo largo de la edad media, las
afirmaciones de Galeno de Pérgamo representaron un paradigma en la medicina.
El experimento del cerdo chillón de Galeno afirmó que es a través de las fibras
nerviosas de la laringe por las que se transporta la motricidad de las cuerdas vocales
siguiendo la trayectoria hasta el cerebro, de hecho se decidió por el cerebro como
el órgano que albergaba el pensamiento aunque algunos escépticos expresaban
que el experimento en animales no demostraba que sucediera lo mismo en el
humano.
1
La tierra de los faraones. Papirologia. (Ebbell, B. The papyrus Ebers. The greatest Egyptian Medical
document. Copenhagen, Levin & Munksgaard, 1937.
2
Revista argentina de clínica neuropsiquiatrica. Septiembre de 2008. Año XVII. ISSN 0327-3954. Pag. 39.
3
Zozaya, Antonio (2008), Editorial Maxtor Aforismos y pronósticos de Hipócrates, 77-78
3. Durante el renacimiento se continuó de una forma más abierta el estudio de la
anatomía del cerebro y la conexión de la medula espinal con los nervios sensitivos
y motores. Con ayuda de la invención del microscopio en el siglo XVII, surge la
teoría de la anatomía de las células nombrada por Schwann y Wirchow.
Es a finales del siglo XVIII cuando la frenología buscaba profundizar el estudio
científico de dichos nervios cerebrales con un representante como Joseph Gall,
quien identifica como tejido activo a la materia gris y al conductor como sustancia
blanca. Es quien asume que determinadas áreas del cerebro eran donde se
producían algunos trastornos mentales. De esta manera, la frenología buscaba
comprobar que la funcionalidad mental podía darse de un análisis de la estructura
externa del cráneo. En otros estudios se encuentra los análisis de Paul Broca y Carl
Wernicke, quienes profundizaron la investigación de la afasia generadas en el lóbulo
y en la circunvolución frontal del hemisferio izquierdo.
Para el siglo XIX y XX, Ramón y Cajal y Camilo Golgi destacaron a la neurona como
la estructura básica y funcional del sistema nervioso; la “doctrina de la neurona” de
Cajal postula que dicha estructura tiene cuerpo celular y expansión (axón y
dendritas) y que su transmisión es unidireccional. Brodmann retoma las áreas de
Broca y Wernicke y dentro de sus estudios destaca 52 áreas de la estructura
craneal, critica que recibe en los años 30 por parte de Phillip Bard y Edgard Adrián
al postular que el cerebro está dividido en muchas más areas funcionales de las que
Brodmann describió.
Como lo expresa el neurocirujano Juan Mendez “La neuroanatomía y la
neurofisiología, hasta la primera mitad del siglo XX, fueron las ramas de las ciencia
básicas que más aportaron al conocimiento fundamental del sistema nervioso4”. Las
diferentes disciplinas de las dos orientaciones de la neurociencia comenzaron a
fraccionar y a construir dichas disciplinas para dar una cohesión y solidez a la
neurociencia moderna.
4
Bosquejo histórico de las neurociencias. Dr Juan A. Mendez. Dpto de ciencias morfológicas.
Universidad Nacional Autónoma de Honduras.