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Introducción a la
Cultura
de Paz
Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social
Dirección General de Desplazados y Cultura de Paz
Ministra de la Mujer y Desarrollo Social
Nidia Vilchez Yucra
Viceministra de la Mujer
Norma Vidalina Añaños Castilla
Director General de Desplazados y Cultura de Paz
Raúl Varillas Castillo
Director de Promoción de Cultura de Paz
Jorge Samanez Bendezú
Elaboración:
Carlos Portugal Mendoza.
Especialista de la Dirección de Promoción de Cultura de Paz
Hecho el Depósito Legal Nº 2009-16707
Biblioteca Nacional del Perú
Imprenta : Editorial Trama de Rubelionil Ramirez Ramos
Jr. Huancavelica 681 - Mezzanine Lima 1 T : 424 4612
Tiraje : 2,000 ejemplares
Índice
Presentación ........................................................................................................................07
Introducción ........................................................................................................................09
Primera Parte: Un poco de teoría ........................................................................................13
.
I. Paz
II. Conflicto y Violencia
III. Historia del Concepto de Cultura de Paz
IV. Construyendo Culturas de Paz
Segunda Parte: La cultura de paz en acción ........................................................................59
1. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía
democrática.
2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.
3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.
4. L a promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo constructivo
de los conflictos.
5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.
6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.
Tercera Parte: Documentos para una cultura de paz ...........................................................91
?
Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del
mundo 2001-2010. (1998)
?
Declaración y Programa deAcción sobre una Cultura de Paz (1999).
Bibliografía.........................................................................................................................107
05
Cultura de Paz
Hace ya diez años, en setiembre de 1999, laAsamblea General de las Naciones Unidas,
recordando que “si la guerra, empieza en la mente de los hombres, es en la mente de los
hombres donde deben levantarse los baluartes de la paz”, aprobó la “Declaración y
Programa sobre una Cultura de Paz”, llamando a todos los Estados a promover valores,
actitudes y comportamientos que, basados en la justicia, solidaridad, la libertad y la
solución no violenta de los conflictos, contribuyan a lograr la paz.
Nuestro país viene acogiendo crecientemente ese llamado, incorporando la promoción
de la cultura de paz en las Políticas de Estado del Acuerdo Nacional, la Ley Orgánica de
los Gobiernos Regionales, las Políticas Nacionales de Cumplimiento Obligatorio y en las
normas y acciones que, en especial, los sectores Educación, Justicia, Interior, Salud,
Mujer y Desarrollo Social y los gobiernos regionales y locales están desarrollando.
La promoción de una Cultura Paz es una tarea que atraviesa al conjunto de los sectores
del Gobierno nacional y los tres niveles del Estado, pues lograr los objetivos de bienestar
y seguridad a su cargo requiere tanto realizaciones materiales como transformaciones
culturales que en conjunto significan un auténtico desarrollo humano.
La experiencia internacional enseña que el crecimiento y el desarrollo económico
requieren fortalecer el capital social de un país, tanto como las otras formas de capital.
Capital social en cuyo centro se encuentran precisamente los valores, el civismo, la
confianza y la cooperación que forman parte de una Cultura de Paz.
Asimismo, la seguridad y la paz, son inalcanzables sin cambios significativos con relación
a la discriminación, la exclusión y la violencia, cambios que demandan transformaciones
en la mentalidad y la cultura de la sociedad en todos sus niveles, a fin de favorecer una
mayor equidad y mejorar la convivencia social. Debemos recordar que el largo período de
violencia y autoritarismo han afectado el tejido social, la confianza, los valores cívicos y
el sano optimismo, siendo necesario reaprender todos y todas a ejercer debidamente
nuestra ciudadanía y las libertades y derechos que nos ofrece la democracia.
Presentación
07
Cultura de Paz
En lo que corresponde al MIMDES el fomento de una Cultura de Paz es un componente
fundamental para lograr avances profundos y sostenibles en los objetivos del sector con
relación a la equidad de género, el fortalecimiento de las familias, la protección y
promoción de los derechos de las personas, en particular de niños y niñas; la lucha contra
la pobreza y la búsqueda del desarrollo social.
Por todo ello, y en el marco de la competencia del sector en la materia, el MIMDES ha
considerado importante contribuir a una mayor difusión de la Cultura de Paz, siguiendo la
perspectiva propuesta por las Naciones Unidas en la “Declaración y Programa sobre una
Cultura de Paz”.
Finalmente y en ese sentido, este libro tiene el propósito de alcanzar a todos aquellos
que, desde el Estado y la sociedad civil, trabajan en el fomento de una Cultura de Paz, un
conjunto de ideas e información que alimente sus conocimientos, pero, sobre todo, su
compromiso con la construcción de la Paz en el Perú.
08 Cultura de Paz
Introducción
Pocas ideas como la paz y la Cultura de Paz convocan tanto la adhesión de las personas; todos
aspiramos a que se hagan realidad y reclamamos por su llegada lo más pronto posible. Sin
embargo, las terribles expresiones cotidianas de violencia, injusticia y la crisis de valores que
vivimos parecerían decirnos que ellas son un imposible.
¿Por qué si todas, o al menos la gran mayoría de las personas, no sólo en nuestro país sino en
todo el mundo, queremos vivir en paz, no podemos hacerla realidad? Las respuestas a esta
interrogante pueden ser sorprendentemente obvias.
En primer lugar, hay que recordar que, como señalaba el filósofo Ortega y Gasset, la paz es una
obra humana, algo que hay que producir con un esfuerzo todavía mayor a esas otras obras que
son la guerra o la violencia sistemática. Y lo que dice Ortega y Gasset vale no sólo con relación a
la guerra entre Estados, sino también para la violencia al interior de los Estados, de las
sociedades, las comunidades y nuestras familias.
Un país como el nuestro que ha sufrido la violencia interna del período 1980-2000, que costó la
vida de miles de personas, no puede sólo esperar que no vuelva a presentarse. Tenemos que ser
conscientes de que si no afirmamos la paz, la justicia y no trabajamos por la reconciliación, ese
terrible período de nuestra historia puede repetirse.
Tampoco podemos esperar que la violencia familiar, la violencia social, la discriminación y la
violencia que significa la pobreza desparezcan por si solas.Tenemos que reemplazarlas por otras
obras humanas como son familias armoniosas, comunidades constructivas y en desarrollo y una
sociedad democrática con cada vez mayor equidad.
Una segunda razón por la que no alcanzamos la paz a la que aspiramos la mayoría es que en el
fondo nos parece un imposible; algo bueno y deseable, pero difícil de lograr. Pensamos que es
“El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se
entiende por paz un esfuerzo todavía mayor… Lo otro es puro error.
Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra
dejaría si desapareciese…si la guerra es una cosa que se hace,
también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar,
poniendo a la faena todas las potencias humanas”.
Ortega y Gasset (1938)
09
Cultura de Paz
algo muy grande que requiere un cambio en las personas y estructuras sociales que difícilmente
se producirá. Sin embargo, a pesar del esfuerzo que puede representar la construcción de la paz,
es una propuesta más viable de lo que suponemos.
Debemos empezar por considerar a la paz no como algo absoluto y total. Ciertamente una paz así
es una utopía, pero la paz a la que aspiramos el común de los mortales es una situación en la cual,
como decía el pacifista americano Adam Curle (1971), se maximice la justicia y se minimice la
violencia. En todo momento y lugar podemos trabajar por avanzar hacia una mayor justicia y una
menor violencia e ir así construyendo la paz.
Por otro lado, los cambios en las personas y las sociedades no son la excepción, sino una
constante en la vida de los seres humanos. Cambios drásticos en la forma de pensar y actuar
se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. El sistema esclavista que muchos
filósofos creían eterno, ya ha sido superado. El racismo y la discriminación de la mujer,
también han empezado a quedar de lado, de modo que situaciones impensables como
mujeres o afrodescendientes en el poder han empezado a producirse en nuestro
continente.
Una tercera respuesta a la interrogante de por qué no hay paz, es que su construcción involucra
un compromiso personal que generalmente no estamos dispuesto a realizar. Con seguridad,
quienes leen este libro son personas que tratan de tener vidas y hogares pacíficos, todo lo cual es
muy importante, pero el compromiso con la construcción de la paz nos demanda tratar de influir
en otras situaciones y personas para mejorar, desde nuestra vida cotidiana, la convivencia en
nuestro entorno y favorecer la paz en y desde los diferentes espacios de trabajo y participación
que tenemos en la sociedad.
En gran parte, la falta de compromiso con la paz se nutre del desconocimiento de lo que tenemos
que hacer y ser para construirla. Esto no nos debe sorprender, pues hasta hace poco aún la paz
permanente entre los países era impensable, hasta que en 1945, con la fundación de las
Naciones Unidas, por primera vez en su historia la humanidad se propuso seriamente “librar a las
futuras generaciones del flagelo de la guerra”.
Para alcanzar la paz, necesitamos conocimientos, valores e ideas que nos orienten en su
construcción. Necesitamos, en suma, desarrollar una Cultura de Paz que guíe la acción por un
mundo donde se “maximice la justicia y se minimice la violencia”.
Este libro se propone, contribuir a ello facilitando una introducción en los temas de la paz y de la
Cultura de Paz, estimulando la reflexión y compromiso con ellas, así como ofreciendo un conjunto
de orientaciones para su promoción en nuestra sociedad y en particular en el sector mujer y
desarrollo social.
10 Cultura de Paz
El libro consta de tres partes. En la primera se presenta en cuatro capítulos los conceptos de paz,
conflictos, violencia y Cultura de Paz. El capítulo I “Paz” repasa la evolución del concepto hasta su
definición moderna y positiva, pues significa no sólo ausencia de violencia, sino también la
presencia de justicia. El capítulo II “Conflictos y Violencia” remarca la diferencia entre ambos
conceptos y la necesidad de un manejo pacifico y cooperativo de los conflictos para evitar la
violencia. El capítulo III “Cultura de Paz” expone el surgimiento del término en el seno de las
Naciones Unidas y su significado como concepto normativo. El capítulo IV “Construyendo
Culturas de Paz” presenta el referente concreto de la Cultura de Paz; la convivencia social, así
como las orientaciones generales para pasar de la teoría a la acción, concretando el concepto
normativo de la Cultura de Paz en ejes de acción y medios para promoverla en la sociedad.
La segunda parte del libro comprende seis capítulos cortos, uno para cada uno de los ejes de
acción para construir una Cultura de Paz, siguiendo y adaptando los temas considerados en la
“Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas”.
Estos ejes de acción son:
1.
2. La promoción y vivencia de los derechos humanos.
3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género.
4. La promoción de actitudes y capacidades constructivas para el diálogo y el manejo de
los conflictos.
5. Promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación.
6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable.
Esta segunda parte tiene como propósito exponer en qué consiste cada eje y cómo puede ser
desarrollado para promover en concreto una cultura de paz.
Finalmente, la tercera parte consigna normas internacionales que constituyen documentos
básicos de referencia para la promoción de la Cultura de Paz, y que son incluidos en este texto
para facilitar su acceso y uso.
Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática.
11
Cultura de Paz
PRIMERA PARTE
UN POCO DE TEORÍA
Capítulo I
Paz
15
Cultura de Paz
guerra, aún siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz
duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de
equidad, verdad, justicia y solidaridad. Está condenado al
fracaso cualquier proyecto que mantenga separados dos
derechos indivisibles e interdependientes: el de la paz y el de un
desarrollo integral y solidario”.
Juan Pablo II (2000)
“Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de
Pocos conceptos tienen un significado tan amplio y diverso como la paz. La paz nos habla de
relaciones armoniosas entre países, grupos sociales y personas y entre éstas y la naturaleza y
Dios. Pero también se refiere a un estado interior de las personas, a una vivencia y una emoción
especial que la hace ser deseada intensamente.
Pero las ideas sobre las paz no han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de
la historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para elaborar una
definición para lo que es la paz es útil recorrer, auque de manera simplificada, algunos de los hitos
más importantes en la evolución de la idea de paz.
Cabe aclarar que se trata de un recorrido desde la perspectiva occidental en la cual predomina
una visión “externa” de la paz, al contrario de lo ocurre en las culturas orientales donde, desde
hace milenios, la vivencia interior constituye el centro de la paz, o en las culturas indígenas,
donde la paz está íntimamente vinculada al equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
Los diversos autores que tratan el tema de la paz empiezan señalando que el término proviene de
Recorrido Histórico de la Idea de Paz
Pax
16 Cultura de Paz
la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que
significaba dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano.
Es en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz, prepara
la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario.Asimismo, se encontraba asociada
exclusivamente a la relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o
de éstas con el Estado.
Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo
tiempo otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al
prójimo.
La paz como idea que refleja la ausencia de guerra es la definición que por más tiempo ha
predominado en la historia. Los múltiples y frecuentes conflictos violentos entre Reinos primero y,
luego, entre Estados, hicieron que la paz fuera sinónimo de los breves momentos en que no había
guerra o se terminaba con ella a través de los llamados “acuerdos de paz”.
La guerra era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no
era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán Inmanuel
Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces
naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón, facultad humana llamada
precisamente a modificar el estado natural del hombre.
Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la creación de una federación de
Estados independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de
Derecho, se encargaría de evitar las guerras.
Las ideas sobre la paz tuvieron que esperar hasta después de la Primera Guerra Mundial (1917)
para emerger nuevamente, dando origen a lo que hoy se llama estudios sobre la paz, que
constituyen toda una disciplina dirigida a pensar como evitar las guerras.
Una perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con un equilibro
dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo
que cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es
mantener o recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los conflictos
bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia la guerra.
Paz como Ausencia de Guerra
Paz como Equilibrio de Fuerzas en el Sistema Internacional.
17
Cultura de Paz
No es sino hasta la fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales
que costaron la vida de cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la
humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz
como algo que es necesario construir.
En ese sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, la Carta
Fundacional de las Naciones Unidas declara como su primer propósito:
“Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces
para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros
quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de
la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones
internacionales susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas,
1945)
En las ideas implícitas en la constitución de las Naciones Unidas, la paz significaba
principalmente la ausencia de guerras entre Estados. Pero las ideas sobre la violencia, de la cual
la guerra es sólo una forma particular, evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de la
paz sólo como ausencia de guerra, de modo que el término paz fue abarcando también la
ausencia de otras formas de violencia y, en especial, la presencia de valores y situaciones
positivas en la relación entre las personas.
Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre
todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en
muchos sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la
paz.
En 1969, Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno de lo que es la
paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia,
identificando tres tipos de violencia: La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual
pertenece la guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y entre los
países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman todas las formas de violencia (Ver
Capitulo II).
De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia, directa, estructural y
cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la paz estructural y la paz cultural.
Los estudios de Galtung lo llevaron a identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de
negación de las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la primera
forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería simplemente la ausencia de agresiones y
Paz Negativa y Paz Positiva
asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de explotación, y la paz cultural, de
ideas discriminadoras o incitadoras a toda forma de violencia.
En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva, se habla de las interrelaciones positivas
presentes en la relación entre las personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el
tiempo, Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que su definición
de paz positiva la incluye en el siguiente texto.
“La Paz natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría en la bondad
verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu… dirigida a todas las necesidades
básicas… el amor es el compendio de todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión
por libertad, equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración, solidaridad y
participación… La Paz positiva cultural sustituiría la legitimación de la violencia por la legitimación
de la Paz” (Galtung, 2003)
De esta manera,
“Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a considerar no solo la ausencia de violencia
estructural sino la presencia de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no
represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003).
Otros investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo enfatizando la
presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la paz como una “situación caracterizada
por un nivel reducido de violencia y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon
señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual la justicia
puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas
para la autorrealización” (1997).
Violencia
Directa
Violencia
Estructural
Paz
Estructural
Paz
Cultural
Paz
Directa
Violencia
Cultural
Invisible
Violencias y Paz
Visible
...............
18 Cultura de Paz
La paz positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un conjunto de
características positivas como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas,
sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un punto de llegada. Esta
idea es remarcada por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la
capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia (2003).
En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento
feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra
entre países, y que era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la
violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había guerra.
Un contribución importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones y violencia,
al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos,
mientras que existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado
de la familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión y la reciprocidad.
El feminismo y los estudios de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción
de la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las
relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el enriquecimiento de la paz con
los aspectos generalmente asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y
el cuidado de las personas.
Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió principalmente en dos elementos:
“En primer lugar, el descubrimiento y crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este
sentido se ha ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre violencia organizada y
violencia no organizada, aportando así el análisis del micronivel de la violencia: la violencia
doméstica, a la infancia, etc. En segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y
actitudes positivos para todos y que por determinadas razones han estado relegados a la mujer:
la ternura, el cuidado… la categoría de género se hace imprescindible (para) reconstruir nuevas
formas de ser femeninos y masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004).
En los años 80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los humanos
con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana como una unidad dentro de una
unidad mayor que es la naturaleza, la cual debe ser respetada y cuidada.
Esta visión se ha reflejado, posteriormente, en la Carta de la Tierra, documento elaborado por
líderes y científicos del mundo en un diálogo intercultural.
Paz Feminista: Macro y Micro Niveles de la Paz
Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente
19
Cultura de Paz
“La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con
una comunidad singular de vida… La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el
bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus
sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire
limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para
todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber
sagrado” (Carta de laTierra, 2000).
Asociada a esta visión surgen las ideas sobre el ecodesarrollo y el desarrollo sostenible,
concebido éste como el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse sus propias necesidades.
De esta manera la relación del ser humano con la naturaleza, tan presente en culturas indígenas,
se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz.
Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva, integrada y sagrada. No se comprende a
las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y
donde cada parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende todas las
cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos. Cuando el mundo está tranquilo,
cuandonadietrasgredeesatranquilidaddelaPacha,estiempodepaz.
En la concepción andina existe una suerte de solidaridad entre hombres, animales y
naturaleza. Por eso la introducción de un desorden social no es percibida solamente como un
peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer enfermedades o
sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas, terremotos). De ese modo la violencia
introducida en la sociedad tiene que ser expulsada mediante un combate que punta a la
destrucción de quienes se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia es
percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo sino necesario. (Ansion,
1985).
Existen formas de ritualizar el desorden, las discusiones o diferencias que se presentan en las
comunidades y restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos se
enfrentanhastapagarconsangrealaofensaalaPachayrestablecerasílaunidadyequilibrio.
Qasi kausay (Vivir tranquilo): La Paz de los Runas
20 Cultura de Paz
Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los aspectos subjetivos,
en las últimas décadas se ha incrementado la atención respecto a la interrelación entre el mundo
interior de las personas y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos,
así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de los seres humanos.
En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación entre la vida interna de las personas (mente y
espíritu) y la paz externa, que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno.
“La paz empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior, podemos estar
en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, puede
compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias.
Cuando sentimos amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y
cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y felicidad…” (Dalai Lama, al
recibir el premio Nóbel).
Esta visión, cuya riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una importante
contribución para involucrar en la construcción de la paz a todas las personas, no sólo a los
líderes y autoridades, y para prestar mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en
dicha tarea.
El Concepto Moderno de Paz
Las diferentes ideas que han ido surgiendo a lo largo de la historia respecto a lo que es la paz,
antes que sustituir una a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por lo
general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una definición completa debe
incluir lo siguiente:
- La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la violencia directa,
estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra.
- La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia de condiciones
y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación, la igualdad, la justicia y la
solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de los derechos humanos.
- La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las relaciones entre
varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier tipo de discriminación.
- La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los seres humanos
con la naturaleza y el ambiente.
- La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y espiritual) y
representa una íntima relación entre ambas dimensiones.
Paz Interna y Externa
21
Cultura de Paz
- La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en el cual
crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los lideres y gobiernos.
- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se han unido tras
ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,
Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando, corresponde básicamente al punto
de vista de la cultura occidental, punto de vista que sin duda debe ser enriquecido con los
conceptos de otras culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz que
involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le estamos pidiendo más a la
idea de paz, abarcando cada vez más nuevos y más transcendentes conceptos. Por ello, no
tenemos porque pensar que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro.
Paz en Positivo
Como mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de sus
significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de guerra del cual, con el
tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto a todo tipo de violencia y no sólo a la
guerra, adoptando luego un sentido más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este
sentido afirmativo lleva a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa
primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la solidaridad, la
cooperación y la justicia.
Galtung (2003) emplea una valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a
la paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando se tiene salud, no hay
enfermedad, pero la salud es mucho más que simplemente no estar enfermo. Significa estar en
condiciones para un buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la
enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente.
Bajo esta metáfora la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basado en
los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la confianza, la solidaridad, la
cooperación y la justicia. Bajo la paz, la violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o
son reducidas) y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser
superados sin violencia.
La paz como la salud, entonces, no se logran sólo reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia,
sino sobre todo fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello requiere
fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la empatía y la preocupación por el
bienestar y la dignidad de las otras personas, como también crear las estructuras sociales
fundadas en el desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos humanos y
en la democracia.
22 Cultura de Paz
En relación a la violencia, la metáfora de paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las
consecuencias de la violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre los
aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer o sufrir la violencia. Por
ejemplo, es importante sancionar a los autores de la violencia contra la mujer y atender a las
víctimas, así como neutralizar los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer
relaciones armoniosas entre las parejas y en las familias.
La Paz Imperfecta
A diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un proceso presente y
no como un estado futuro e ideal. En ese sentido podemos decir que la paz existe en el presente
El Derecho Humano a la Paz
La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de derechos
humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en el Preámbulo de
la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo
tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos
iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”.
En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al contexto de amenaza de las
armas nucleares en esos años, aprobó la Declaración sobre el Derecho de los
Pueblos a la Paz, señalando que:
“LaAsamblea General
1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen derecho
sagrado a la paz;
2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz y
fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado”
(Naciones Unidas, 1984).
Sin embargo, no ha sido posible hasta la actualidad establecer un tratado
internacional que otorgue valor jurídico vinculante a esta declaración del
derecho humano a la paz, es decir que haga obligatorio su cumplimiento como si
ocurre con los otros derechos humanos reconocidos que cuentan con pactos o
tratados.
Ello no hace menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua
non para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los
derechos humanos favorece la paz” (1992).
23
Cultura de Paz
de una manera imperfecta. No es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en
progreso, una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se produce incluso en
medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad y armonía que nos une a los demás,
también a la naturaleza y al universo en su conjunto” (Muñoz, 2004).
La historia se ha escrito generalmente siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de
cómo se vive y se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de la paz
imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las guerras y la violencia hay
también una historia de paz, pues los seres humanos estamos tratando siempre de vivir en paz.
“Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la
relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por
cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras
relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por
la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que permite que los seres humanos en
nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de
paz que de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004).
Paz y Guerra a Principios del Nuevo Siglo
Como nos lo recuerdan algunos historiadores como Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más
sangriento en la historia de la humanidad.
“La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente por las guerras se eleva a unos 187
millones de personas… Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un
siglo de guerras ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos
armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007).
Sin embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han empezado a buscar
caminos para alcanzar la paz, especialmente desde que en 1945 surgen las Naciones Unidas
para “librar a los pueblos del flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos
internacionales han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta en su
versión más integral y completa.
Así, se produjeron la histórica Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el
reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa para una Cultura de Paz
(1999) y los múltiples acuerdos internacionales que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo,
la democracia, los derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década de los
noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual emanaron los Objetivos de
Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones del mundo se comprometieron, una vez más, con
“establecer una paz justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de derechos
24 Cultura de Paz
de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y la cooperación
internacional para resolver los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural
o humanitario” (Naciones Unidas, 2000).
¿Un Nuevo Siglo de Guerras?
Lamentablemente, la convulsión de la primera década del nuevo siglo, con los atentados del 11
de setiembre y las “guerras preventivas” e invasión en Afganistan e Irak parecen alejar la
promesa de construir un mundo más pacífico en el siglo XXI.
Ademas, a las guerras entre países se suman crecientemente los conflictos armados al interior
de los países. Si en la Primera Guerra Mundial, sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la
Segunda el porcentaje se elevo al 66% y en la actualidad la proporción de victimas civiles en
cualquier guerra se sitúa por encima del 70 u 80%, sobre todo en los conflictos armados internos,
como el que padeció nuestro país entre los años 1980 y 2000, donde del total de víctimas
mortales el 70% fueron civiles (CVR, 2004).
Tras repasar las condiciones de la guerra y la paz para el siglo XXI, Hobsbawm considera que si
bien las guerras no serán tan sangrientas como en el siglo XX, la paz parecería estar todavía
lejana. Ello hace más urgente actuar para revertir esos pronósticos, como nos lo recordaba la
Carta de laTierra, suscrita en el año 2000 por un conjunto de líderes del mundo, al señalar que:
“Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir
su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro
depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Debemos unirnos para crear una
sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos
universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que
nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros,
hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras” (Carta de la Tierra,
2000).
Lograr ello requiere superar el fatalismo, alimentado por una dieta de noticias sobre violencia y
guerras, y recordar que a pesar de todo los seres humanos también logramos coexistir
pacíficamente. No se trata de subestimar la guerra y la violencia, sino de recordar la preponderancia
de la capacidad de los seres humanos también de hacer paz y de cambiar.
En ese sentido es útil tener presente lo que afirma William Ury, creador junto Irving Fisher del
conocido método de negociación basado en principios o método de Harvard: “En el lapso de un
siglo la humanidad ha logrado irrupciones tecnológicas de importancia evolutiva. Hemos puesto
a toda la humanidad en contacto reciproco por medio de la comunicación instantánea, hemos
fisionado el átomo y llegado a la Luna. El desafío consiste ahora en aprender a realizar avances
sociales de proporciones análogas… En el nuevo milenio muchas cosas serán posibles ¿Por qué
no el antiquísimo sueño de la paz?” (Ury. 2000).
25
Cultura de Paz
¿Y en el Perú?
La violencia a escala de conflicto armado interno ha sido felizmente superada en nuestro país,
pero necesitamos asegurar que ese peligro no se vuelva a presentar y acabar con todas las
formas de violencia directa, estructural y cultural que subsisten.
Y esa es una tarea que no puede ser dejada exclusivamente en manos del Estado y la clase
política, pues como lo ha venido comprendiendo el mundo, la paz es necesariamente tarea
también de los ciudadanos, sobre todo cuando por paz entendemos no sólo el callar de las armas,
sino también una sociedad más unida, justa y solidaria.
26 Cultura de Paz
Capítulo II
Conflicto y Violencia
“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante
era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una
conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia
otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la
carne de otros.”
Martin Luther King
Conflicto y violencia son dos términos estrechamente relacionados a lo largo de la historia y con
frecuencia se les toma como sinónimos. Sin embargo, como veremos en este capítulo, se trata de
dos conductas o comportamientos humanos muy diferentes, que se debe aprender a entender y
manejar adecuadamente para que haya paz.
En todas las sociedades se producen conflictos, es decir, discrepancias activas, pues las
personas y grupos sociales tenemos diferentes maneras de pensar e intereses propios y
diferenciados, de modo que es totalmente comprensible que existan desacuerdos. En ese
sentido se puede afirmar que el conflicto es algo normal. En cambio, la violencia no tiene porque
ser lo normal, pues los conflictos no necesariamente tienen que derivar en confrontaciones
violentas, aunque en muchos casos sea la forma a través de la cual se pretende “resolver” el
conflicto.
Los Conflictos y la Paz
¿Qué es un conflicto? Lederach (2000) nos dice que la mejor definición que ha encontrado es que
se trata de una “lucha expresada entre, al menos, dos personas o grupos interdependientes, que
perciben objetivos incompatibles, recompensas escasas e interferencias del otro para realizar
sus metas”.
En esta definición se destaca que el conflicto tiene un importante componente subjetivo, pues
para que exista el conflicto se requiere que las partes perciban, es decir, sientan y crean que
existen esas incompatibilidades e interferencias para alcanzar sus metas.
27
Cultura de Paz
Conflictos y Violencia
Los especialistas en conflictos nos dicen que siendo los conflictos normales en la vida humana,
ellos no son, necesariamente, positivos o negativos, si no que esto depende de cómo se
resuelvan y qué resultados produzcan. Como señala Fisas:
“(El conflicto es) una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia
(puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto) que puede ser positivo o
negativo según como se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y
superado (puede convertirse en paz)” (Fisas, 1998).
Sin embargo, los conflictos tradicionalmente tienen una connotación negativa en tanto se
consideraba que alteraban el equilibrio social y resultaban disfuncionales para el sistema social.
Progresivamente se ha relevado su valor en la vida social, considerándolos como necesarios
para el acomodo de los grupos sociales en medio de las comprensibles incompatibilidades que
surgen, siendo, además, un importante motor para el cambio social (MIMDES, 2008 c).
Una razón por la que se percibe el conflicto como algo negativo es porque se le confunde con la
violencia. Como el conflicto es abstracto y requiere entender los problemas que lo originan, sólo
cuando empiezan los actos violentos se percibe su existencia y la necesidad de intervenir.Así, se
piensa equivocadamente que si no hay violencia, no hay conflicto.
Al asociarse automáticamente “conflicto” y “violencia” se esconden los múltiples conflictos
pacíficos y constructivos que, cotidianamente y sin percibirlos claramente, procesan las personas
y grupos sociales para resolver sus diferencias.
“Regulamos cotidianamente muchos conflictos sin apenas gastar energía en su gestión.
Efectivamente, hay muchísimos ejemplos de conflictos regulados “sin ruido” a través de mutua
confianza, orientaciones amigables, interese positivos hacia el bienestar de los demás,
comunicación honesta, etc., sólo reconocemos por conflictos aquellas situaciones en las que
nuestra conciencia tiene que actuar para regularlos, aunque de hecho estemos inmersos en
muchos más...” (Muñoz, et al., 2004).
La violencia no es, entonces, la única respuesta al conflicto; por el contrario, las respuestas
pueden ser múltiples y van desde la integración, la cooperación, la adaptación mutua, la
negociación, la mediación, el arbitraje, la disuasión, antes de llegar a la violencia.
El manejo adecuado del conflicto consiste, en limitar las respuestas al conflicto a aquellas que
no incluyan la violencia. Cambiar la forma en que los humanos intentamos resolver los
conflictos, descartando la violencia, representa un cambio cultural trascendental, tal vez la
transformación “más radical y enriquecedora que ninguna otra en la historia de la humanidad”
(Adams, 2000).
28 Cultura de Paz
Aspectos Positivos de los Conflictos
Modernamente, el conflicto es percibido como una interrelación humana presente en todos los
grupos humanos y sociedades e incluso necesaria para la construcción y reconstrucción de la
realidad social.
“Los conflictos nos han acompañado como especie desde el inicio hasta nuestros días, como un
ámbito de cambio, variación y elección entre diversas posibilidades. Y el éxito de la especie ha
dependido de la capacidad de socializar estas divergencias y convertirlas en energía creativa.
Dicho de otra forma: la vida sin conflictos sería muy aburrida, probablemente no sería ni vida”
(Muñoz, 2004).
Desprovisto de su asociación con la violencia, el conflicto ofrece varios aspectos positivos. En
primer lugar, los conflictos suelen llamar la atención sobre situaciones de inequidad en que puede
encontrarse un grupo social, sirviendo así de alerta temprana frente a problemas que, de pasar
desapercibidos y no ser atendidos, pueden generar violencia (Buckles, 2000). Cuando los
conflictos se originan en necesidades básicas de un grupo social, alertan sobre potenciales
perdidas o impactos inaceptables que hacen necesario afirmar derechos, intereses y prioridades.
Por otro lado, los conflictos pueden cumplir una función integradora para cada una de las partes
enfrentadas, aumentando la solidaridad interna, manteniendo la disciplina y contribuyendo a
precisar e identificar los intereses y demandas de cada una de ellas.
El conflicto al relacionar a dos o más partes, obliga a cada una de ellas a interesarse en la
organización e intereses de la otra parte, visibilizando y ofreciendo así nuevas fuentes para una
posible colaboración. De hecho, conflicto y cooperación son dos caras de una misma moneda, en
toda situación conflictiva existe cierta cooperación, pues a pesar de que cada parte actúa
siguiendo sus intereses, surge una reciprocidad, interacción y racionalidad común que pueden
servir de base para la cooperación (Rapoport, 1992, citado por París, 2005).
Es importante también el aporte del conflicto a la innovación y la creatividad en la sociedad. En realidad,
desechada la violencia, la salida al conflicto demanda una gran dosis de creatividad para compatibilizar
los diferentes intereses y alcanzar acuerdos y consensos que satisfagan a todas la partes.
Conflictos y Paz
Teniendo en cuenta los aspectos positivos del conflicto, Galtung, complementa su definición de la
paz con una versión más dinámica, señalando en buena cuenta que la Paz consiste en saber
resolver los conflictos sin violencia, procesándolos con empatía y creatividad (Galtung, 1998).
Empatía no es sino compartir, sentir y entender las posiciones del contrincante, sin
necesariamente estar de acuerdo con el; creatividad es la capacidad de ir más allá de las
estructuras mentales de las partes en conflicto, abriendo nuevos caminos para su relación.
29
Cultura de Paz
Descartada la violencia, los conflictos son, entonces, relaciones humanas importantes para
construir la paz y una Cultura de Paz, visibilizando los problemas sociales, ajustando la cohesión
social, abriendo nuevas perspectivas para la cooperación y confianza entre las partes y sirviendo
de campo de desarrollo para la empatía, la creatividad y la solución de las contradicciones sin
violencia.
Pero, los aspectos positivos no deben impedirnos ver también los aspectos negativos del
conflicto, como, por ejemplo, la energía que consumen, las tensiones sociales que crean y, muy
especialmente, el riesgo que eventualmente representan para generar situaciones de violencia.
Las Violencias
Existen diversas definiciones de lo que es la violencia y, además, cada uno de nosotros tiene un
concepto intuitivo y personal respecto a ella.
La Organización Mundial de la Salud define la violencia como:
“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo,
otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar
lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003).
Por su parte, Fisas nos dice:
“Por violencia podemos entender el uso o amenaza de la fuerza o potencia, abierta u oculta, con
la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles
algún tipo de mal físico, psíquico o moral” (Fisas, 1998).
La intencionalidad es un aspecto clave para que un acto sea considerado como violencia.Así, un
accidente automovilístico con víctimas no es propiamente violencia, pues no hubo intención. La
intención de hacer daño, sin embargo, es algo que esta sujeto a interpretación y ésta depende de
la cultura de cada grupo. Hasta hace unos años, aplicar un “jalón de orejas” aun niño no era
considerado violencia, sino una forma de disciplina o “educación”. Hoy, ese mismo acto es
tomado como un hecho violento, pues se conoce que tendrá consecuencias negativas para el
niño y viola sus derechos.
La violencia es, entonces, un hecho social y cultural y no un hecho puramente mecánico. Por ello,
en la actualidad al evolucionar las formas de pensar, muchos hechos antes no considerados
como violencia si lo son hoy en día. Ofender verbalmente a la mujer, castigar físicamente a un
niño o niña, obligar a un anciano a hacer algo, apartarse o rechazar a alguien por su lugar de
origen, etnia, discapacidad o su preferencia sexual, son ahora consideradas formas de violencia,
algo que no ocurría antes.
30 Cultura de Paz
Pareciera que cada día los seres humanos nos hacemos más sensibles a las violencias,
“descubrimos” nuevas formas de violencia y las condenamos; paradójicamente cada vez más las
diversas violencias se manifiestan con mayor fuerza. Y es que los seres humanos tenemos una
relación ambigua con la violencia, pues a la vez que la rechazamos, a veces, las justificamos o, al
menos, nos parecen comprensibles y las relativizamos según las circunstancias o las
motivaciones. La violencia también nos atrae, llama nuestra atención y suscita incluso, en
muchos casos, emociones confusas. De ahí, por ejemplo, el éxito de las series de televisión o
películas con altos contenidos de violencia y el atractivo de las noticias sangrientas.
Violencia Directa, Estructural y Cultural
La violencia no es solamente un acto físico, no se refiere sólo a una forma de “hacer” sino también
de “no dejar hacer”, de impedir una determinada potencialidad. Fue John Galtung quien, en los
años sesenta, introdujo una definición de violencia que va más allá de la violencia directa, física o
psicológica.
“La violencia hace acto de presencia cuando los seres humanos son influidos en tal forma que sus
actos somáticos y mentales se encuentran por debajo de sus realizaciones potenciales… por
tanto la violencia es la causa de la diferencia entre lo potencial y lo actual” (Galtung, 1972).
Apartir de ésta idea, surge lo que se conoce como “violencia estructural”.
“Si una persona mata a otra y mas particularmente si un grupo de personas ataca a otro, éstos son
claros ejemplos de violencia directa. Pero, qué pasa si la estructura social, dentro y entre
naciones esta hecha de tal forma que algunas personas pueden vivir una vida completa, llena,
larga y creativa, con nivel elevado de autorrealización mientras que otras mueren lentamente
debido a la mala nutrición, deficiencia en las proteínas, a la falta de cuidados médicos a la
privación de todo tipo de estímulos mentales, etc., este tipo de reflexión condujo a la distinción
entre violencia directa y la estructural: la distinción entre violencia que esta causada por personas
concretas cometiendo actos de destrucción contra otras personas y la violencia que forma parte
de la misma estructura social”(Galtung, 1974).
La noción de violencia estructural, junto a la violencia directa y la violencia cultural conforman el
conocido triángulo de las violencias formulado por Galtung, violencias que se retroalimentan
entre ellas.
31
Cultura de Paz
Los efectos de la violencia directa son evidentes: los muertos, los heridos, los desplazados, los
daños materiales. La violencia estructural es menos visible, pues no se identifica al agente que lo
comete, pero sus efectos son igualmente visibles: pobreza, vulneración de derechos, injusticia.
No se trata sólo de causar directamente un daño, sino también de permitir privaciones que
pueden ser atendidas en las condiciones actuales. Como dice Galtung “si la gente pasa hambre,
cuando el hambre es objetivamente evitable, se comete violencia, sin importar que haya o no una
relación clara entre sujeto - acción - objeto como sucede en las relaciones económicas mundiales
tal como están organizadas” (Galtung, 1985).
La violencia cultural, por otra parte, no es sino el conjunto de ideas, creencias y actitudes que
pretenden justificar las violencias directa y estructural, haciéndolas aparecer como razonables o
menos malas, cambiando su “color moral”, pasando lo incorrecto a correcto o aceptable,
haciendo opaca la realidad de manera que determinados actos no se vean como violentos.
¿Por qué Existe La Violencia?
La violencia se encuentra actualmente tan unida a la vida de los seres humanos que pareciera
que siempre nos ha acompañado. Sin embargo, los registros arqueológicos no encuentran
violencia humana generalizada durante el primer noventa y nueve por ciento de la evolución de
nuestra especie, sólo en los últimos 10,000 años hay pruebas abundantes y claras de violencia
organizada (Ury, 2000)
Por el contrario, la clave para la supervivencia humana ha sido la capacidad de cooperar en
metas comunes, como la protección y la comida. “Por cierto, nuestros cerebros, y el lenguaje
mismo, habrían evolucionado como herramientas para manejar la cooperación cada vez más
compleja que estaba en el núcleo de la economía de caza y recolección” (Ury, 2000).
Violencia Estructural Violencia Cultural
Violencia Directa
32 Cultura de Paz
Sería luego con el surgimiento de la agricultura y los Estados que la violencia entre grupos se fue
desarrollando hasta llegar a los niveles sofisticados de organización y tecnología que hoy en día
tiene la guerra.
A pesar de todo, hay quienes sostienen que la violencia tiene un origen biológico que, de
cualquier manera, existe en los seres humanos una predisposición inevitable hacia la violencia.
Este argumento tuvo una severa negación científica con el Manifiesto de Sevilla, elaborado por
un conjunto de científicos con motivo del año Internacional de la Paz, 1986, y que ha sido
recogido y difundido por la UNESCO.
33
Cultura de Paz
1. “Científicamente es incorrecto decir que hemos heredado de nuestros
antepasados los animales una propensión a hacer la guerra... La guerra es un
fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales.
2. Científicamente es incorrecto decir que la guerra o cualquier otra forma de
comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza
humana... Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos
solos no pueden determinarlo totalmente.
3. Científicamente es incorrecto decir que a lo largo de la evolución humana se haya
operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos...
La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes.
4. Científicamente es incorrecto decir que los hombres tienen "un cerebro
violento"... No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar
violentamente.
5. Científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que
responde a un único móvil... Las tecnologías de la guerra moderna han
acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la
formación de los combatientes o en la preparación psicológica para la guerra en
la población. Debido a esta ampliación, se tiende a confundir las causas y las
consecuencias.
Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la
guerra... Así como las guerras empiezan en el alma de los hombres, la paz
también encuentra su origen en nuestra alma. La misma especie que ha
inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad
incumbe a cada uno de nosotros”.
El Manifiesto de Sevilla
Por su parte, el médico siquiatra Luis Rojas nos recuerda que:
“Hoy tenemos a nuestra disposición cientos de estudios científicos que demuestran que la
violencia no es instintiva, sino que se aprende. Los seres humanos heredamos rasgos genético
que influyen en nuestra forma de ser. Pero los comportamientos más complejos, desde el
sadismo hasta el altruismo, están condicionados por nuestra personalidad y valores culturales
que moldean y regulan nuestras actitudes y decisiones... Recordemos que las personas
discriminan y deshumanizan a sus semejantes por prejuicios, torturan por odio, matan por
venganza y violan por dominio, no por instinto” (Rojas, 2005).
Violencia y Género
La base fundamental de la cultura es el proceso de socialización de las personas, el cual se
produce de manera diferente en varones y mujeres dando origen a las diferencias de género.
Como sabemos, el género se refiere a las diferencias entre varones y mujeres que, siendo
culturales, se presentan como naturales (biológicas) y que han servido de base a la
subordinación de la mujer.
Así, por ejemplo, tradicionalmente se relaciona a la mujer exclusivamente con la atención del
hogar y a los varones con el trabajo fuera de casa. No es que no haya mujeres que trabajen fuera
de hogar, sino que nos hemos acostumbrado a verlas en su rol doméstico y ellas mismas, en
cierto sentido, siguen viéndose así. De esta manera parece “natural” que las mujeres se dediquen
a la atención del hogar y al cuidado de las personas; y los varones al mundo laboral y público.
Estas maneras diferentes de ver a varones y mujeres, pueden parecer poco importantes. Sin
embargo, llegan a ser la base de terribles discriminaciones contra las mujeres como cuando se
prefiere la educación de los hijos en detrimento de las hijas.
Esas diferencias también se dan respecto al ejercicio de la fuerza y la violencia, que se
encuentran asociadas sobre todo a los varones y no a las mujeres, las cuales por su maternidad y
dedicación a la crianza desarrollan mas bien un rechazo a las expresiones de violencia. Los
varones, en cambio, desde pequeños son “educados” para aceptar los actos violento al punto
que hoy en día la capacidad de hacer daño a otro se encuentra asociada, en diferente grado, a la
identidad masculina.
Las diferencias de género con relación a la violencia, pueden evidenciarse a través de un dato
concreto: el 85% de todos los homicidios los cometen los varones.
Otro rasgo de la socialización de los varones es la identificación de la virilidad con el poder del
hombre sobre la mujer, lo que en el lenguaje popular se conoce como “machismo”. Este “poder”
malentendido y la capacidad de ejercer violencia por parte de los varones son la base de la
extendida violencia contra la mujer en nuestras sociedades.
34 Cultura de Paz
En cambio, la socialización de la mujer, relacionada principalmente a su rol en la reproducción, la
ha llevado a adoptar la función del cuidado de las personas y a prestar más atención a las
emociones, la empatía y las relaciones interpersonales, así como a manejar los conflictos por
medios diferentes a la fuerza y la violencia. Estas características constituyen, sin duda, aspectos
valiosos para construir una Cultura de Paz.
Como también son valiosas otras características desarrolladas especialmente por los varones,
como el predominio de la razón (racionalismo), la búsqueda de ser el mejor (competencia) o el
sentido del deber (seguir las reglas). De lo que se trata para construir una Cultura de Paz es de
integrar los aspectos más positivos de lo que es ser varones y mujeres y reconvertirlos en una
mejor manera de ser seres humanos.
Violencia y Crianza
En el proceso de socialización la crianza es un aspecto fundamental, por lo cual es
importante evitar que en la familia se reproduzcan patrones que sustenten la violencia y la
dominación.
“Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida se cultivan y desarrollan
durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente se
nutre y crecen impulsada por los mensajes y agresiones crueles del entorno social hasta llegar a
formar parte inseparable del carácter del adulto... Las criaturas maltratadas tienen más
probabilidades de volverse emocionalmente insensibles a los horrores de la crueldad que
quienes crecen en ambientes seguros y acogedores. Y lo que es peor, una vez mayores tienen
más probabilidades de comenzar un nuevo ciclo de violencia maltratando a sus propios hijos y
haciendo de ellos futuros verdugos” (Rojas, 2005).
En nuestro país el maltrato a los niños es un mal extendido. Estudios del MIMDES encontraron
que en promedio 8 de cada 10 niños han sufrido violencia en su hogar, tanto por parte de los
padres como de las madres (MIMDES, 2008b). Y no sólo los niños son maltratados en la familia,
lo son también los adultos mayores, de modo que 4 de cada 100 denuncias en los Centros de
Emergencia Mujer del MIMDES provienen de ellos.
La importancia de la crianza en relación a la prevención de la violencia, asigna a la familia,
padres y madres una gran responsabilidad en el combate de la violencia. Como señala Rojas, “un
axioma básico sobre el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la
violencia engendra más violencia”.
No es una tarea fácil, pues ciertamente un carácter equilibrado y proclive a la paz demanda no
sólo amor, requiere también la satisfacción de necesidades esenciales, como el alimento, la
seguridad, protección además del afecto y el estímulo. Requiere de adultos que proporcionen
ejemplos, apoyo, comprensión y que enseñen a actuar éticamente.
35
Cultura de Paz
Desde luego, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación y el propio Estado tienen
también una gran responsabilidad en la prevención de la violencia, pero sin duda la familia, sigue
siendo el pilar fundamental para esta tarea, y para esto necesitan todo el apoyo posible.
¿Es Inevitable la Violencia?
Hemos visto que la violencia es fundamentalmente un hecho cultural, y que, por lo tanto, así
como ha sido aprendida puede dejar de aprenderse y ser reemplazada. Como lo recuerda el
Manifiesto de Sevilla, “la misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de
inventar la paz”. No es, desde luego, fácil, pues requiere cambiar los patrones culturales,
encontrando nuevas formas para tratar sin violencia los problemas y diferencias que surgen
en la vida socia y nuevas y mejoras formas de ejercer el poder, cuyo mal uso es, con
frecuencia, fuente de violencia, especialmente estructural. Si existe desigualdades sociales y
pobreza, es sin duda porque los poderes político, económico y social no están funcionando
adecuadamente.
Por otro lado, generalmente se percibe el poder como la capacidad de imponer una voluntad,
pero, es necesario recordar que, en su sentido básico, el poder no es sino la capacidad de “hacer
cosas con los demás”, es decir, de actuar conjuntamente. La imposición es sólo una manera de
“hacer cosas con los demás”, existen otras formas que pueden y deben ser preferidas
culturalmente.
La relación entre padres e hijos puede servir de ejemplo de esas otras formas de poder que los
seres humanos podemos construir. Por siglos, el poder de los padres sobre los hijos tuvo como
medio privilegiado el miedo o el castigo, hoy en día, existe consenso en que es preferible emplear
la autoridad del ejemplo, usar la persuasión o el diálogo abierto.
Los seres humanos necesitamos, entonces, ampliar nuestros repertorios de actuación entre
nosotros, crear nuevas formas e incluso instituciones que nos permitan superar nuestros
problemas y nuestras diferencias sin apelar a la fuerza y la violencia.
Así como hemos sido capaces de llegar a crear armas nucleares para la guerra, ahora
debemos ser capaces de cambiar de rumbo y poner el mayor esfuerzo posible para desarrollar
poderosas formas pacíficas de relación. No podemos seguir siendo, como dijo
autocríticamente un general norteamericano, “gigantes nucleares y enanos morales” que no
sabemos convivir en paz.
Pero, ocurre que el poder suele convertirse en un fin en sí mismo, en un premio que alimenta el
ego de personas, grupos y sociedades, que buscan imponer por cualquier medio su “verdad” y
voluntad prefiriendo el uso de la violencia.
36 Cultura de Paz
Irracionalidad e Ineficacia de la Violencia
Ciertamente, la complejidad de la vida social, los intereses diferentes que tienen las personas y
grupos sociales, la violencia estructural y cultural presentes, hacen difícil el acuerdo y el
consenso. Pero la violencia es un criterio absurdo de resolución de conflictos, pues no hay
ninguna relación entre tener más fuerza y tener más razón. Es decir, en la búsqueda de una
solución óptima, la violencia no garantiza la mejor solución al conflicto; en cambio, la vía del
diálogo, aunque demore y cueste trabajo, permite afinar una propuesta mejor y satisfactoria para
las partes.
Por otro lado, bien visto, la violencia es ineficaz, no resuelve los conflictos, sólo los cubre. No
debe confundirse victoria con solución, pues lo impuesto por la fuerza sólo puede mantenerse
con la fuerza. Como nos lo muestra la historia, cuando la relación de fuerza cambia, el conflicto
resurge con mayo virulencia y resentimiento.
Los seres humanos hemos gastado ingentes recursos económicos para ejercer la violencia,
hacer la guerra, o incluso sólo para usar las armas como medio disuasivo. ¿Cuánto hemos
invertido para construir paz?.
El gasto militar mundial en “seguridad” es del orden del billón de dólares al año. Con un 2% de
esta cantidad sería posible eliminar el hambre en todo el mundo. Erradicar las condiciones que se
encuentran en la base de los conflictos violentos, como el hambre, los desequilibrios
económicos, el subdesarrollo o la desigualdad de oportunidades, entre otros, es mucho más
barato y crea más seguridad.
Pero siempre habrá quienes mantienen la vieja manera de pensar. Hoy, por ejemplo, se dice que
“las próximas guerras serán por el acceso al agua”, ¿no es mejor pensar en como unir las
capacidades y conocimientos de todos para conservar el agua, antes que empezar nuevas
guerras?
¿Violencia Justa?
Podemos estar de acuerdo en que rechazar la violencia es lo mejor, pero ¿podemos decir que
este rechazo es siempre valido?. Quienes discuten estos temas, se dividen en dos grupos, unos
absolutizan el rechazo a toda forma de violencia, y otros, en cambio, consideran que en
determinadas circunstancias, la violencia puede justificarse.
La idea de que la violencia es válida está presente, por ejemplo, en la legítima defensa
reconocida por el Código Penal e incluso en el Catecismo de la Iglesia católica. Esta última señala
que “una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico entre países, no se podrá negar a
los gobiernos el derecho a la legítima defensa”, siempre y cuando se cumplan ciertas
condiciones.
37
Cultura de Paz
Como por ejemplo, que la acción sea emprendida por una autoridad legítima, que el daño causado
por el agresor sea duradero, grave y cierto, o que el empleo de las armas no signifique males más
graves que los que se pretende evitar con la legitima defensa.
Discutir si es válido apelar en ciertos casos a la violencia, no es un ejercicio puramente académico,
sobre todo en un país como el nuestro, donde el terrorismo pretendió justificarse con una supuesta
búsqueda de justicia. Los problemas sociales que subsisten en nuestro país pueden ser también
ahora un argumento falaz para el empleo de la violencia.
La filosofa Arendt nos previene frente a esto recordandonos que “la violencia puede ser justificable,
pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad (ser recomendable) cuanto más se
aleja en el futuro del fin propuesto. Nadie discute el uso de la violencia en defensa propia porque el
peligro no solo resulta claro, sino que es actual y el fin que justifica los medios es inmediato” (Arendt,
2005).
En el uso de la violencia para alcanzar una determinada agenda política no se encuentra esa relación
directa entre acción violenta y una justicia futura, pues nada garantiza que a través de ella se la vaya
a alcanzar. Todo lo contrario, el empleo mismo de acciones violentas como medio sistemático de
acción niega la dignidad humana, base de toda justicia.
“La paz, la justicia, y la cooperación, son el objetivo, a la vez que los valores que queremos alcanzar y
desarrollar. Hemos de reconocer que la violencia, por altas que sean sus miras y razonamientos, es
anti ética a esos valores y eso debe hacernos preguntar si es posible lograrlo mediante la opción
violenta” (Lederach, 2000).
Como señala Gandhi: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino”.
Si los argumentos señalados parecieran insuficientes para rechazar el empleo de la violencia como
medio político, cabe preguntarse, tras las miles de victimas del conflicto armado interno en nuestro
país si tiene algún sentido que se repitan hechos que sólo trajeron destrucción y dolor a todos.
38 Cultura de Paz
Antecedentes
El concepto de Cultura de Paz surge en el marco de la profunda reflexión que, luego de la
Segunda Guerra Mundial, se desarrolló a nivel internacional en torno a la construcción de la paz;
una tarea que devino en impostergable luego que las dos guerras mundiales costaron la vida de
más de 100 millones de personas y que la humanidad adquirió, con la bomba atómica, la
capacidad de auto aniquilarse.
En 1945 se fundan las Naciones Unidas con el objetivo de “salvar a las generaciones venideras
del flagelo de la guerra” y ese mismo año, se crea la UNESCO para promover la cooperación en
educación, ciencia y cultura para alcanzar los objetivos de la paz. En su Acta de Constitución, de
la UNESCO inscribió la famosa frase que introduce la cultura como factor importante tras la
violencia: “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los
hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz” (UNESCO, 2004).
La reflexión entorno a ese cambio profundo en la “mente de los hombres” y cómo lograr una
mayor “solidaridad intelectual y moral” fue enriqueciéndose a lo largo del trabajo de la UNESCO
hasta que en 1986 la declaración de ese año como “Año Internacional de la Paz” por las Naciones
Unidas, ofreció la oportunidad de decantar y clarificar las ideas en torno a la paz y los caminos
para alcanzarla.
Capítulo III
Historia del Concepto de
Cultura de Paz
“Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en
la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la
paz... Una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y
económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo
unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por
consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y
moral de la humanidad”.
UNESCO, 1945
39
Cultura de Paz
41
Cultura de Paz
En el marco de la conmemoración de ese año, un grupo de 20 connotados científicos de todo el
mundo, especialistas en psicología, sociología, neurología, etología, genética, antropología y de
otras ramas de la ciencia, redacto el Manifiesto de Sevilla, el cual afirma fehacientemente que no
existe ningún obstáculo de naturaleza biológica para la abolición de la guerra.
En 1989 el Manifiesto fue adoptado y difundido mundialmente por la UNESCO que ese mismo
año realizó el “Congreso Internacional Paz en la Mente de los Hombres”, en Yamoussoukro
(Costa de Marfil, Africa), cuya declaración final llama a construir “una nueva visión de una cultura
de Paz basada en los valores universales de respeto por la vida, la libertad, justicia, solidaridad,
tolerancia, derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres”.
El Aporte del Padre Felipe Mac Gregor
El término “Cultura de Paz”, empleado en la declaración del Congreso de Yamoussoukro, fue
aportada por el sacerdote peruano Felipe Mac Gregor (UNESCO, 2005) quien conducía en el
Perú la Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, adscrita al Ministerio de
Educación.
Así lo recuerda también, DavidAdams, Director delAño Internacional de la Paz, por la UNESCO.
“Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la
frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor
había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de
educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones
completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en
esas reuniones”. (Adams, 2003).
El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura
de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo
moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y
cultural.
Haciéndose eco de la discusión internacional de entonces, el libro identifica la violencia
estructural, la injusticia, como una forma de violencia que se produce “cuando la estructura social
quita o dificulta la realización de las posibilidades corporales e intelectuales, morales y religiosas
de la persona o del grupo de personas” (Mac Gregor, 1989).
Las referencias a la violencia estructural y la necesidad de superarla a través de la justicia fue
motivo de enconada controversia en momentos en que el país sufría el conflicto armado. Por un
lado, ciertos sectores consideraban que la Cultura de Paz no era sino una forma de “sosegar al
pueblo”, mientras que otros consideraban que la denuncia en el libro de la violencia estructural le
hacía el juego al terrorismo. Esto a pesar del claro repudio que el padre Mac Gregor hacía de
Sendero Luminoso y la revolución violenta.
40 Cultura de Paz
“En 1986, Año Internacional de la Paz,
irónicamente año en que la violencia de Sendero
Luminoso se hacía presente en la vida peruana, el
Ministro de Educación del Perú nombró una
Comisión Nacional Permanente de Educación
para la Paz, de la que fui nombrado presidente.
Éramos dieciseis profesores, trabajadores en
educación primaria, secundaria, técnico-
profesional o universitaria.
Antes de proponer una educación para la paz decidimos escribir cada uno
nuestra concepción de Paz y exponerla. Fue una de las más ricas experiencias de
mi vida. En las exposiciones, "violencia", "conflicto", "solución de conflictos",
aparecían frecuentemente; encontrábamos casi habitual la solución violenta de
los conflictos.
Lentamente nuestras discusiones se fueron iluminando con un principio de
realidad, la guerra no es el enemigo de la Paz, el enemigo de la Paz es la violencia.
Nos preguntábamos hasta dónde puede resistir la moral autónoma a una moral
heterónoma que, por ejemplo, obliga por la costumbre a resolver un conflicto por
la vía violenta. El resultado de la búsqueda fue que debíamos empeñarnos en
construir en nosotros, en nuestros alumnos, en nuestros conciudadanos, una
nueva cultura a la que llamamos "Cultura de Paz" porque transforma el imperativo
moral de una persona, sus valores y sus decisiones hasta convertirlos en una
única decisión: nunca usar la violencia para resolver un conflicto.
Dos directores de la UNESCO, A. M. Bow y Federico Mayor, se convirtieron en
impulsores de "Cultura de Paz". El actual director general propuso, como tema
central de su segundo mandato, impulsar la "Cultura de Paz" y, elegido,
estableció el Programa deAcción "Cultura de Paz".
Lo demás es parte de una historia conocida por ustedes y en la que los actores no
son sólo un grupo de maestros peruanos, sino maestros de América, de Europa y
de África, bajo la firme conducción de la UNESCO”.
FelipeMacGregor(1997).
41
Cultura de Paz
El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco
En la década de los noventa la UNESCO lleva a la práctica el concepto de Cultura de Paz,
estableciendo en 1992 un “Programa de Acción en Cultura de Paz” y proyectos nacionales de
Cultura de Paz en Centroamérica y África para contribuir a la vigilancia y construcción de la paz.
En 1994 la UNESCO realiza en el Salvador el “I Foro Internacional de Cultura de Paz”, y ese
mismo año se celebra la 40 Conferencia de Educación que encara el tema de la educación para la
Paz. En 1995 la Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en
su Estrategia de Medio Término 1996-2001. En ella la Cultura de Paz emerge como una
respuesta a la Cultura de Guerra y hace una definición más completa del concepto:
“En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En
cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el
reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse
como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que,
inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus
derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión
a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los
pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996).
En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la
Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45.
La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas
En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz,
impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera
introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus
organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones
unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción
pacífica luego de los conflictos armados.
“Una verdadera Cultura de Paz, basada en respeto mutuo y el intercambio creativos... es el
corazón de la gran empresa histórica que significan las Naciones Unidas” sostenía Boutros Gali,
Secretario de las Naciones Unidas, en la Conferencia sobre la Diversidad Global celebrada en
1995 enAustralia.
En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción
de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional
42 Cultura de Paz
de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y
no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos
causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero.
En 1999, la 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución
A/53/243, aprobó la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” definiendo
ocho áreas de acción vinculadas a través de un concepto coherente de Cultura de Paz y no
violencia.
La Cultura de Paz de acuerdo a la Declaración y Programa
“Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos
de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no
violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los
principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no
injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de
conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y
la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso
con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de
desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y
la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y
oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las
personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de
libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad
cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y
animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.” (Naciones Unidas,
1999).
La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra
por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la
paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999).
En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios
fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los
derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la
promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse
plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel
informativo y educativo de los medios de difusión.
43
Cultura de Paz
La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto
de medidas para:
?
Promover una Cultura de Paz por medio de la educación.
?
Promover el desarrollo económico y social sostenible.
?
Promover el respeto de todos los derechos humanos.
?
Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.
?
Promover la participación democrática.
?
Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.
?
Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y
conocimientos.
?
Promover la paz y la seguridad internacional.
El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios
que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz
y a la ampliación del concepto de paz.
La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor:
“Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para
su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy
día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente
así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de
los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces,
alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso
dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre
individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el
planeta” (UNESCO, 1995).
Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams
(2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los
80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la
membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un
análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y
en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una
agenda concreta por consolidar la paz .
44 Cultura de Paz
45
Cultura de Paz
1994 Se realiza en el Salvador el Primer “Foro sobre la Cultura de Paz”.
1995 La 28 Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su
estrategiademediotérmino1996-2001.
1996-
2001
La UNESCO implementa el proyecto transdisciplinario “Hacia una Cultura de Paz”
1992
La UNESCO establece un programa específico para promover una Cultura de Paz como
una contribución a los esfuerzos de vigilancia de la Paz de las Naciones Unidas. Se crean
Programasnacionalesen paísesdeCentroaméricayÁfrica.
Cronología del Desarrollo del Concepto de Cultura de Paz por
las Naciones Unidas
1986
En el marco del año Internacional de la Paz declarado por las Naciones Unidas, se publica
en el Perú el libro “Cultura de Paz” preparado por un grupo de profesores presidido por el
padreFelipeMacGregor.
1989 “El Congreso Internacional sobre la Paz en la Mente de los Hombres” (Yamoussoukro-
Africa), adopta el concepto y recomienda que la UNESCO “ayude a construir una nueva
visión de la paz por el desarrollo de una Cultura de Paz basada en los valores universales
derespetoalavida,libertad,justicia,solidaridad,tolerancia,derechoshumanoseigualdad
entrehombresymujeres”.
1997 La 52 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución
A/52/15del20denoviembrede1997,declarael2000comoAñoInternacionaldelaCultura
dePaz.
1998 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución
A/53/25, del 10 de noviembre de 1998,, declara al período 2001-2010 “Década
InternacionalparaunaCulturadePazynoViolenciaparalosNiñosdelMundo”.
1999 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba mediante
Resolución A/53/243, del 6 de octubre de 1999, la “Declaración y Programa de Acción
sobreunaCulturadePaz”.
2000 En el marco del “Año Internacional de la Cultura de Paz” se realiza la campaña
internacional “Manifiesto 2000” documento elaborado por varios Premios Nobel y suscrito
por 75millonesdepersonas.
Del Manifiesto del Año 2000 al Presente
La Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz fue el documento base para la declaración
del “Decenio de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo” y el “Año Internacional de la
Cultura de Paz”, el año 2000. Con motivo de este año se lanzó el “Manifiesto 2000”, elaborado por
un grupo de premios Nobel, entre ellos el Dalai Lama y los latinoamericanos Adolfo Pérez
Esquivel, Rigoberta Menchú y ÓscarArias.
Al año siguiente, con la Resolución 55/282 de diciembre del 2001, la Asamblea General decidió
que a partir de 2002 se celebre el “Día Internacional de la Paz” el 21 de septiembre de cada año,
llamando a observar una jornada de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial.
Manifiesto 2000
Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad,
especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida
diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a:
?
Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni
prejuicios.
?
Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus
formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular
hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes.
?
Compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la
generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión
política y económica.
?
Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando
siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la
maledicencia y el rechazo del prójimo.
?
Promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga
en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los
recursos naturales del planeta.
?
Contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena
participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos,
con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad.
46 Cultura de Paz
En los siguientes años, la Asamblea General mantuvo en su agenda el tema de Cultura de Paz,
en el marco del “Decenio Internacional de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo”.
Asimismo, la UNESCO continuó su labor de difusión, especialmente en el ámbito de la
educación, y desarrolló una iniciativa para el encuentro y comprensión entre religiones. Al
respecto, la Asamblea General decidió celebrar en el 2007 un “Diálogo de Alto Nivel” sobre la
cooperación entre religiones y culturas para promover la tolerancia, la comprensión y el respeto
universal en cuestiones de libertad de religión o creencias y de diversidad cultural.
Ese mismo año, laAsamblea General de las Naciones Unidas, acuerda, a través de la Resolución
A/RES/61/271, establecer el 2 de octubre de cada año como el Día Internacional de la No
Violencia, siendo una ocasión para "diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la
educación y la conciencia pública". La Resolución reafirma "la relevancia universal del principio
de la no violencia" y el deseo de "conseguir una Cultura de Paz, tolerancia, comprensión y no
violencia” (Naciones Unidas, 2007).
El recrudecimiento de la guerra en el mundo, con el derribamiento de las torres gemelas en
Nueva York en el año 2001 y la invasión a Irak sin autorización de las Naciones Unidas, no ofrece
el mejor contexto para la construcción de un mundo más pacífico y el desarrollo de una Cultura de
Paz.Apesar de todo, el desarrollo de una Cultura de Paz, de la mano con el reconocimiento de los
derechos humanos, forma parte ya del sistema internacional.
La No Violencia
La No Violencia es un llamado radical a buscar la justicia empleando medios pacíficos.
Gandhi identicaba la no violencia como el ahimsa (no matar, no causar daño o sufrimiento),
pero también, en un sentido positivo, con la inocencia y la llamó también satyagraha, o
fuerza de la verdad y de la justicia.
De una manera sintética la no violencia es el deber y la acción por la justicia respetando la
vida y la integridad de los adversarios en esa lucha (López, 2004).
"La resistencia no violenta no es un método para los cobardes. Es una verdadera
resistencia. Por ello Gandhi decía tan a menudo que si la cobardía es la única alternativa de
la violencia, es preferible luchar... Si bien es cierto que el resistente no violento es pasivo en
el sentido de que no es físicamente agresivo hacia su adversario, su mente y sus
emociones no son menos activas, procura constantemente convencer a su adversario de
su error. No es una no resistencia pasiva al mal, sino una resistencia no violenta activa al
mal". (Martin Luther King).
47
Cultura de Paz
Por ello, el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, con ocasión del Día Internacional
de la Paz 2008, nos recuerda la necesidad de:
“Constituir una coalición amplia que trabaje para intensificar y fortalecer los esfuerzos mundiales
encaminados a velar por que cada hombre, mujer o niño puedan disfrutar de los derechos y las
libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Todos juntos, debemos esforzarnos en poner fin a las flagrantes violaciones de los derechos
humanos que se cometen en el mundo de hoy, a fin de crear las condiciones necesarias para
construir una Cultura de Paz, uno de los máximos desafíos para la humanidad” (UNESCO, 2008).
48 Cultura de Paz
49
Cultura de Paz
Capítulo IV
Construyendo Culturas
de Paz
“La Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación,
una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias,
valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la
paz y acompañen los cambios institucionales que promueven el
bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los
recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la
identidad de los grupos o las naciones, sin necesidad de recurrir a
la violencia”
Elise Boulding
La propuesta de las Naciones Unidas de trabajar por una Cultura de Paz constituye un llamado
trascendental para promover un cambio cultural que favorezca la construcción de la paz en el
mundo. Es en ese sentido, una propuesta para modificar y mejorar desde la política, en este caso
internacional, la convivencia de los seres humanos en un momento crítico para superar las
amenazas a la sobrevivencia de la humanidad.
En ese marco, la “Cultura de Paz” es un concepto normativo, es decir un “deber ser”, que sólo
puede ser alcanzado trabajando desde la realidad de las múltiples culturas que existen en el
mundo.
En el presente capítulo presentamos algunas ideas básicas en torno a lo que significa trabajar por
una Cultura de Paz desde nuestras culturas, para lo cual empezaremos repasando algunas
nociones sobre cultura, cambio cultural y convivencia social.
Culturas de Paz
La cultura, como lo dice la UNESCO en una definición sintética, “son las maneras de vivir juntos”
(UNESCO, 1995), o como lo señala de manera más amplia Federico Mayor, “es el conjunto de
elementos simbólicos, estéticos y significativos que forman la urdiembre de nuestras vidas y le
confieren unidad de sentido y propósito de la cuna a la tumba” (Mayor, 1994).
En buena cuenta, la cultura abarca toda realización humana diferenciada de la naturaleza. Por lo
mismo, la cultura de los seres humanos no es algo predeterminado, sino que es resultado de la
interacción entre ellos y con la naturaleza. Es, entonces, dinámica y cambiante, aunque en el
corto plazo pueda parecer inmutable. Así, por ejemplo, hasta hace unas decenas de años, los
valores e ideas predominantes no favorecían para nada la educación superior de las mujeres o la
obligación de los Estados de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Hoy eso está
cambiando.
La cultura, por otro lado, no se limita al lenguaje, las creencias o las prácticas entre las personas,
sino también a las instituciones y sistemas que organizan la sociedad. La cultura involucra,
entonces, la manera en que se crea y distribuye la riqueza, se gobierna el bienestar y la
seguridad, se manejan las relaciones con el ambiente y se ejerce justicia, entre otros aspectos.
Cultura y Sistemas de Paz
Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un peso
considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha organización
influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos. La paz, desde luego,
necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de organizar la sociedad. Como dice
Galtung, se requieren no sólo transformar la cultura, sino también crear instituciones y formas de
organizar la sociedad que sustenten la paz.
Ambos procesos se producen muy interrelacionados. Un ejemplo es el caso de la “esclavitud”.
Ciertamente antes que se eliminara, no necesariamente la mayoría de las personas que no eran
víctimas de éste aborrecible sistema, pensaban que era negativo. Su eliminación legal y la propia
experiencia social han hecho que hoy en día, las ideas y valores comunes sean contrarios a la
esclavitud.
Cultura y Balance entre Paz y Violencia
Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien existen muchas
culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos culturales en el mundo. En todos
ellos, en mayor o menor grado, encontramos valores, ideas, actitudes y comportamientos
favorables a la paz, como también otros favorables al uso de la fuerza y la violencia.
Como señala Boulding, en su libro “Culturas de Paz”:
“En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura pacífica y de una
de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a sociedad y de momento histórico a
momento histórico. En nuestro tiempo, las tensiones ente los dos temas ha devenido en una
pesada carga social por un sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y
urbanización destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo y
pacífico” (Boulding, 2000) .
50 Cultura de Paz
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  • 2. Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social Dirección General de Desplazados y Cultura de Paz Ministra de la Mujer y Desarrollo Social Nidia Vilchez Yucra Viceministra de la Mujer Norma Vidalina Añaños Castilla Director General de Desplazados y Cultura de Paz Raúl Varillas Castillo Director de Promoción de Cultura de Paz Jorge Samanez Bendezú Elaboración: Carlos Portugal Mendoza. Especialista de la Dirección de Promoción de Cultura de Paz Hecho el Depósito Legal Nº 2009-16707 Biblioteca Nacional del Perú Imprenta : Editorial Trama de Rubelionil Ramirez Ramos Jr. Huancavelica 681 - Mezzanine Lima 1 T : 424 4612 Tiraje : 2,000 ejemplares
  • 3. Índice Presentación ........................................................................................................................07 Introducción ........................................................................................................................09 Primera Parte: Un poco de teoría ........................................................................................13 . I. Paz II. Conflicto y Violencia III. Historia del Concepto de Cultura de Paz IV. Construyendo Culturas de Paz Segunda Parte: La cultura de paz en acción ........................................................................59 1. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática. 2. La promoción y vivencia de los derechos humanos. 3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género. 4. L a promoción de actitudes y capacidades para el diálogo y el manejo constructivo de los conflictos. 5. La promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación. 6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable. Tercera Parte: Documentos para una cultura de paz ...........................................................91 ? Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del mundo 2001-2010. (1998) ? Declaración y Programa deAcción sobre una Cultura de Paz (1999). Bibliografía.........................................................................................................................107 05 Cultura de Paz
  • 4. Hace ya diez años, en setiembre de 1999, laAsamblea General de las Naciones Unidas, recordando que “si la guerra, empieza en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben levantarse los baluartes de la paz”, aprobó la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz”, llamando a todos los Estados a promover valores, actitudes y comportamientos que, basados en la justicia, solidaridad, la libertad y la solución no violenta de los conflictos, contribuyan a lograr la paz. Nuestro país viene acogiendo crecientemente ese llamado, incorporando la promoción de la cultura de paz en las Políticas de Estado del Acuerdo Nacional, la Ley Orgánica de los Gobiernos Regionales, las Políticas Nacionales de Cumplimiento Obligatorio y en las normas y acciones que, en especial, los sectores Educación, Justicia, Interior, Salud, Mujer y Desarrollo Social y los gobiernos regionales y locales están desarrollando. La promoción de una Cultura Paz es una tarea que atraviesa al conjunto de los sectores del Gobierno nacional y los tres niveles del Estado, pues lograr los objetivos de bienestar y seguridad a su cargo requiere tanto realizaciones materiales como transformaciones culturales que en conjunto significan un auténtico desarrollo humano. La experiencia internacional enseña que el crecimiento y el desarrollo económico requieren fortalecer el capital social de un país, tanto como las otras formas de capital. Capital social en cuyo centro se encuentran precisamente los valores, el civismo, la confianza y la cooperación que forman parte de una Cultura de Paz. Asimismo, la seguridad y la paz, son inalcanzables sin cambios significativos con relación a la discriminación, la exclusión y la violencia, cambios que demandan transformaciones en la mentalidad y la cultura de la sociedad en todos sus niveles, a fin de favorecer una mayor equidad y mejorar la convivencia social. Debemos recordar que el largo período de violencia y autoritarismo han afectado el tejido social, la confianza, los valores cívicos y el sano optimismo, siendo necesario reaprender todos y todas a ejercer debidamente nuestra ciudadanía y las libertades y derechos que nos ofrece la democracia. Presentación 07 Cultura de Paz
  • 5. En lo que corresponde al MIMDES el fomento de una Cultura de Paz es un componente fundamental para lograr avances profundos y sostenibles en los objetivos del sector con relación a la equidad de género, el fortalecimiento de las familias, la protección y promoción de los derechos de las personas, en particular de niños y niñas; la lucha contra la pobreza y la búsqueda del desarrollo social. Por todo ello, y en el marco de la competencia del sector en la materia, el MIMDES ha considerado importante contribuir a una mayor difusión de la Cultura de Paz, siguiendo la perspectiva propuesta por las Naciones Unidas en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz”. Finalmente y en ese sentido, este libro tiene el propósito de alcanzar a todos aquellos que, desde el Estado y la sociedad civil, trabajan en el fomento de una Cultura de Paz, un conjunto de ideas e información que alimente sus conocimientos, pero, sobre todo, su compromiso con la construcción de la Paz en el Perú. 08 Cultura de Paz
  • 6. Introducción Pocas ideas como la paz y la Cultura de Paz convocan tanto la adhesión de las personas; todos aspiramos a que se hagan realidad y reclamamos por su llegada lo más pronto posible. Sin embargo, las terribles expresiones cotidianas de violencia, injusticia y la crisis de valores que vivimos parecerían decirnos que ellas son un imposible. ¿Por qué si todas, o al menos la gran mayoría de las personas, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, queremos vivir en paz, no podemos hacerla realidad? Las respuestas a esta interrogante pueden ser sorprendentemente obvias. En primer lugar, hay que recordar que, como señalaba el filósofo Ortega y Gasset, la paz es una obra humana, algo que hay que producir con un esfuerzo todavía mayor a esas otras obras que son la guerra o la violencia sistemática. Y lo que dice Ortega y Gasset vale no sólo con relación a la guerra entre Estados, sino también para la violencia al interior de los Estados, de las sociedades, las comunidades y nuestras familias. Un país como el nuestro que ha sufrido la violencia interna del período 1980-2000, que costó la vida de miles de personas, no puede sólo esperar que no vuelva a presentarse. Tenemos que ser conscientes de que si no afirmamos la paz, la justicia y no trabajamos por la reconciliación, ese terrible período de nuestra historia puede repetirse. Tampoco podemos esperar que la violencia familiar, la violencia social, la discriminación y la violencia que significa la pobreza desparezcan por si solas.Tenemos que reemplazarlas por otras obras humanas como son familias armoniosas, comunidades constructivas y en desarrollo y una sociedad democrática con cada vez mayor equidad. Una segunda razón por la que no alcanzamos la paz a la que aspiramos la mayoría es que en el fondo nos parece un imposible; algo bueno y deseable, pero difícil de lograr. Pensamos que es “El enorme esfuerzo que es la guerra sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo todavía mayor… Lo otro es puro error. Lo otro es interpretar la paz como el simple hueco que la guerra dejaría si desapareciese…si la guerra es una cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar, poniendo a la faena todas las potencias humanas”. Ortega y Gasset (1938) 09 Cultura de Paz
  • 7. algo muy grande que requiere un cambio en las personas y estructuras sociales que difícilmente se producirá. Sin embargo, a pesar del esfuerzo que puede representar la construcción de la paz, es una propuesta más viable de lo que suponemos. Debemos empezar por considerar a la paz no como algo absoluto y total. Ciertamente una paz así es una utopía, pero la paz a la que aspiramos el común de los mortales es una situación en la cual, como decía el pacifista americano Adam Curle (1971), se maximice la justicia y se minimice la violencia. En todo momento y lugar podemos trabajar por avanzar hacia una mayor justicia y una menor violencia e ir así construyendo la paz. Por otro lado, los cambios en las personas y las sociedades no son la excepción, sino una constante en la vida de los seres humanos. Cambios drásticos en la forma de pensar y actuar se han producido a lo largo de la historia de la humanidad. El sistema esclavista que muchos filósofos creían eterno, ya ha sido superado. El racismo y la discriminación de la mujer, también han empezado a quedar de lado, de modo que situaciones impensables como mujeres o afrodescendientes en el poder han empezado a producirse en nuestro continente. Una tercera respuesta a la interrogante de por qué no hay paz, es que su construcción involucra un compromiso personal que generalmente no estamos dispuesto a realizar. Con seguridad, quienes leen este libro son personas que tratan de tener vidas y hogares pacíficos, todo lo cual es muy importante, pero el compromiso con la construcción de la paz nos demanda tratar de influir en otras situaciones y personas para mejorar, desde nuestra vida cotidiana, la convivencia en nuestro entorno y favorecer la paz en y desde los diferentes espacios de trabajo y participación que tenemos en la sociedad. En gran parte, la falta de compromiso con la paz se nutre del desconocimiento de lo que tenemos que hacer y ser para construirla. Esto no nos debe sorprender, pues hasta hace poco aún la paz permanente entre los países era impensable, hasta que en 1945, con la fundación de las Naciones Unidas, por primera vez en su historia la humanidad se propuso seriamente “librar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra”. Para alcanzar la paz, necesitamos conocimientos, valores e ideas que nos orienten en su construcción. Necesitamos, en suma, desarrollar una Cultura de Paz que guíe la acción por un mundo donde se “maximice la justicia y se minimice la violencia”. Este libro se propone, contribuir a ello facilitando una introducción en los temas de la paz y de la Cultura de Paz, estimulando la reflexión y compromiso con ellas, así como ofreciendo un conjunto de orientaciones para su promoción en nuestra sociedad y en particular en el sector mujer y desarrollo social. 10 Cultura de Paz
  • 8. El libro consta de tres partes. En la primera se presenta en cuatro capítulos los conceptos de paz, conflictos, violencia y Cultura de Paz. El capítulo I “Paz” repasa la evolución del concepto hasta su definición moderna y positiva, pues significa no sólo ausencia de violencia, sino también la presencia de justicia. El capítulo II “Conflictos y Violencia” remarca la diferencia entre ambos conceptos y la necesidad de un manejo pacifico y cooperativo de los conflictos para evitar la violencia. El capítulo III “Cultura de Paz” expone el surgimiento del término en el seno de las Naciones Unidas y su significado como concepto normativo. El capítulo IV “Construyendo Culturas de Paz” presenta el referente concreto de la Cultura de Paz; la convivencia social, así como las orientaciones generales para pasar de la teoría a la acción, concretando el concepto normativo de la Cultura de Paz en ejes de acción y medios para promoverla en la sociedad. La segunda parte del libro comprende seis capítulos cortos, uno para cada uno de los ejes de acción para construir una Cultura de Paz, siguiendo y adaptando los temas considerados en la “Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas”. Estos ejes de acción son: 1. 2. La promoción y vivencia de los derechos humanos. 3. La promoción de la igualdad entre varones y mujeres y la equidad de género. 4. La promoción de actitudes y capacidades constructivas para el diálogo y el manejo de los conflictos. 5. Promoción y vivencia del respeto, solidaridad, tolerancia y la no discriminación. 6. La promoción del desarrollo humano, inclusivo y sustentable. Esta segunda parte tiene como propósito exponer en qué consiste cada eje y cómo puede ser desarrollado para promover en concreto una cultura de paz. Finalmente, la tercera parte consigna normas internacionales que constituyen documentos básicos de referencia para la promoción de la Cultura de Paz, y que son incluidos en este texto para facilitar su acceso y uso. Desarrollo de capacidades para la convivencia, la ética y la ciudadanía democrática. 11 Cultura de Paz
  • 10. Capítulo I Paz 15 Cultura de Paz guerra, aún siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad. Está condenado al fracaso cualquier proyecto que mantenga separados dos derechos indivisibles e interdependientes: el de la paz y el de un desarrollo integral y solidario”. Juan Pablo II (2000) “Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de Pocos conceptos tienen un significado tan amplio y diverso como la paz. La paz nos habla de relaciones armoniosas entre países, grupos sociales y personas y entre éstas y la naturaleza y Dios. Pero también se refiere a un estado interior de las personas, a una vivencia y una emoción especial que la hace ser deseada intensamente. Pero las ideas sobre las paz no han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de la historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para elaborar una definición para lo que es la paz es útil recorrer, auque de manera simplificada, algunos de los hitos más importantes en la evolución de la idea de paz. Cabe aclarar que se trata de un recorrido desde la perspectiva occidental en la cual predomina una visión “externa” de la paz, al contrario de lo ocurre en las culturas orientales donde, desde hace milenios, la vivencia interior constituye el centro de la paz, o en las culturas indígenas, donde la paz está íntimamente vinculada al equilibrio entre el ser humano y la naturaleza. Los diversos autores que tratan el tema de la paz empiezan señalando que el término proviene de Recorrido Histórico de la Idea de Paz Pax
  • 11. 16 Cultura de Paz la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que significaba dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano. Es en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz, prepara la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario.Asimismo, se encontraba asociada exclusivamente a la relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o de éstas con el Estado. Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo tiempo otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al prójimo. La paz como idea que refleja la ausencia de guerra es la definición que por más tiempo ha predominado en la historia. Los múltiples y frecuentes conflictos violentos entre Reinos primero y, luego, entre Estados, hicieron que la paz fuera sinónimo de los breves momentos en que no había guerra o se terminaba con ella a través de los llamados “acuerdos de paz”. La guerra era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán Inmanuel Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón, facultad humana llamada precisamente a modificar el estado natural del hombre. Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la creación de una federación de Estados independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de Derecho, se encargaría de evitar las guerras. Las ideas sobre la paz tuvieron que esperar hasta después de la Primera Guerra Mundial (1917) para emerger nuevamente, dando origen a lo que hoy se llama estudios sobre la paz, que constituyen toda una disciplina dirigida a pensar como evitar las guerras. Una perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con un equilibro dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo que cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es mantener o recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los conflictos bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia la guerra. Paz como Ausencia de Guerra Paz como Equilibrio de Fuerzas en el Sistema Internacional.
  • 12. 17 Cultura de Paz No es sino hasta la fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales que costaron la vida de cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz como algo que es necesario construir. En ese sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, la Carta Fundacional de las Naciones Unidas declara como su primer propósito: “Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas, 1945) En las ideas implícitas en la constitución de las Naciones Unidas, la paz significaba principalmente la ausencia de guerras entre Estados. Pero las ideas sobre la violencia, de la cual la guerra es sólo una forma particular, evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de la paz sólo como ausencia de guerra, de modo que el término paz fue abarcando también la ausencia de otras formas de violencia y, en especial, la presencia de valores y situaciones positivas en la relación entre las personas. Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en muchos sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la paz. En 1969, Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno de lo que es la paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia, identificando tres tipos de violencia: La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual pertenece la guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y entre los países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman todas las formas de violencia (Ver Capitulo II). De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia, directa, estructural y cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la paz estructural y la paz cultural. Los estudios de Galtung lo llevaron a identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de negación de las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la primera forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería simplemente la ausencia de agresiones y Paz Negativa y Paz Positiva
  • 13. asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de explotación, y la paz cultural, de ideas discriminadoras o incitadoras a toda forma de violencia. En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva, se habla de las interrelaciones positivas presentes en la relación entre las personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el tiempo, Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que su definición de paz positiva la incluye en el siguiente texto. “La Paz natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría en la bondad verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu… dirigida a todas las necesidades básicas… el amor es el compendio de todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión por libertad, equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración, solidaridad y participación… La Paz positiva cultural sustituiría la legitimación de la violencia por la legitimación de la Paz” (Galtung, 2003) De esta manera, “Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a considerar no solo la ausencia de violencia estructural sino la presencia de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003). Otros investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo enfatizando la presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la paz como una “situación caracterizada por un nivel reducido de violencia y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual la justicia puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas para la autorrealización” (1997). Violencia Directa Violencia Estructural Paz Estructural Paz Cultural Paz Directa Violencia Cultural Invisible Violencias y Paz Visible ............... 18 Cultura de Paz
  • 14. La paz positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un conjunto de características positivas como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas, sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un punto de llegada. Esta idea es remarcada por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia (2003). En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra entre países, y que era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había guerra. Un contribución importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones y violencia, al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos, mientras que existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado de la familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión y la reciprocidad. El feminismo y los estudios de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción de la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el enriquecimiento de la paz con los aspectos generalmente asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y el cuidado de las personas. Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió principalmente en dos elementos: “En primer lugar, el descubrimiento y crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este sentido se ha ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre violencia organizada y violencia no organizada, aportando así el análisis del micronivel de la violencia: la violencia doméstica, a la infancia, etc. En segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y actitudes positivos para todos y que por determinadas razones han estado relegados a la mujer: la ternura, el cuidado… la categoría de género se hace imprescindible (para) reconstruir nuevas formas de ser femeninos y masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004). En los años 80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los humanos con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana como una unidad dentro de una unidad mayor que es la naturaleza, la cual debe ser respetada y cuidada. Esta visión se ha reflejado, posteriormente, en la Carta de la Tierra, documento elaborado por líderes y científicos del mundo en un diálogo intercultural. Paz Feminista: Macro y Micro Niveles de la Paz Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente 19 Cultura de Paz
  • 15. “La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida… La capacidad de recuperación de la comunidad de vida y el bienestar de la humanidad dependen de la preservación de una biosfera saludable, con todos sus sistemas ecológicos, una rica variedad de plantas y animales, tierras fértiles, aguas puras y aire limpio. El medio ambiente global, con sus recursos finitos, es una preocupación común para todos los pueblos. La protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra es un deber sagrado” (Carta de laTierra, 2000). Asociada a esta visión surgen las ideas sobre el ecodesarrollo y el desarrollo sostenible, concebido éste como el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse sus propias necesidades. De esta manera la relación del ser humano con la naturaleza, tan presente en culturas indígenas, se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz. Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva, integrada y sagrada. No se comprende a las partes separadas del todo, cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende todas las cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos. Cuando el mundo está tranquilo, cuandonadietrasgredeesatranquilidaddelaPacha,estiempodepaz. En la concepción andina existe una suerte de solidaridad entre hombres, animales y naturaleza. Por eso la introducción de un desorden social no es percibida solamente como un peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer enfermedades o sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas, terremotos). De ese modo la violencia introducida en la sociedad tiene que ser expulsada mediante un combate que punta a la destrucción de quienes se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia es percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo sino necesario. (Ansion, 1985). Existen formas de ritualizar el desorden, las discusiones o diferencias que se presentan en las comunidades y restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos se enfrentanhastapagarconsangrealaofensaalaPachayrestablecerasílaunidadyequilibrio. Qasi kausay (Vivir tranquilo): La Paz de los Runas 20 Cultura de Paz
  • 16. Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los aspectos subjetivos, en las últimas décadas se ha incrementado la atención respecto a la interrelación entre el mundo interior de las personas y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos, así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de los seres humanos. En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación entre la vida interna de las personas (mente y espíritu) y la paz externa, que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno. “La paz empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior, podemos estar en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad está en un estado de paz, puede compartir esa paz con las comunidades vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias. Cuando sentimos amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y felicidad…” (Dalai Lama, al recibir el premio Nóbel). Esta visión, cuya riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una importante contribución para involucrar en la construcción de la paz a todas las personas, no sólo a los líderes y autoridades, y para prestar mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en dicha tarea. El Concepto Moderno de Paz Las diferentes ideas que han ido surgiendo a lo largo de la historia respecto a lo que es la paz, antes que sustituir una a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por lo general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una definición completa debe incluir lo siguiente: - La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la violencia directa, estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra. - La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia de condiciones y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación, la igualdad, la justicia y la solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de los derechos humanos. - La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las relaciones entre varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier tipo de discriminación. - La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los seres humanos con la naturaleza y el ambiente. - La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y espiritual) y representa una íntima relación entre ambas dimensiones. Paz Interna y Externa 21 Cultura de Paz
  • 17. - La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en el cual crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los lideres y gobiernos. - La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se han unido tras ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente, Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando, corresponde básicamente al punto de vista de la cultura occidental, punto de vista que sin duda debe ser enriquecido con los conceptos de otras culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz que involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le estamos pidiendo más a la idea de paz, abarcando cada vez más nuevos y más transcendentes conceptos. Por ello, no tenemos porque pensar que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro. Paz en Positivo Como mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de sus significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de guerra del cual, con el tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto a todo tipo de violencia y no sólo a la guerra, adoptando luego un sentido más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este sentido afirmativo lleva a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Galtung (2003) emplea una valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a la paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando se tiene salud, no hay enfermedad, pero la salud es mucho más que simplemente no estar enfermo. Significa estar en condiciones para un buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente. Bajo esta metáfora la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basado en los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Bajo la paz, la violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o son reducidas) y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser superados sin violencia. La paz como la salud, entonces, no se logran sólo reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia, sino sobre todo fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello requiere fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la empatía y la preocupación por el bienestar y la dignidad de las otras personas, como también crear las estructuras sociales fundadas en el desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos humanos y en la democracia. 22 Cultura de Paz
  • 18. En relación a la violencia, la metáfora de paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las consecuencias de la violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre los aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer o sufrir la violencia. Por ejemplo, es importante sancionar a los autores de la violencia contra la mujer y atender a las víctimas, así como neutralizar los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer relaciones armoniosas entre las parejas y en las familias. La Paz Imperfecta A diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un proceso presente y no como un estado futuro e ideal. En ese sentido podemos decir que la paz existe en el presente El Derecho Humano a la Paz La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de derechos humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en el Preámbulo de la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al contexto de amenaza de las armas nucleares en esos años, aprobó la Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, señalando que: “LaAsamblea General 1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen derecho sagrado a la paz; 2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado” (Naciones Unidas, 1984). Sin embargo, no ha sido posible hasta la actualidad establecer un tratado internacional que otorgue valor jurídico vinculante a esta declaración del derecho humano a la paz, es decir que haga obligatorio su cumplimiento como si ocurre con los otros derechos humanos reconocidos que cuentan con pactos o tratados. Ello no hace menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua non para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los derechos humanos favorece la paz” (1992). 23 Cultura de Paz
  • 19. de una manera imperfecta. No es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en progreso, una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se produce incluso en medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad y armonía que nos une a los demás, también a la naturaleza y al universo en su conjunto” (Muñoz, 2004). La historia se ha escrito generalmente siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de cómo se vive y se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de la paz imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las guerras y la violencia hay también una historia de paz, pues los seres humanos estamos tratando siempre de vivir en paz. “Si el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta señala un avance por cuanto si bien reconoce la imperfección de la condición humana, también percibe que nuestras relaciones están caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces, por la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que permite que los seres humanos en nuestras continuas tentativas, procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de paz que de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004). Paz y Guerra a Principios del Nuevo Siglo Como nos lo recuerdan algunos historiadores como Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más sangriento en la historia de la humanidad. “La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente por las guerras se eleva a unos 187 millones de personas… Si tomamos el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un siglo de guerras ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007). Sin embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han empezado a buscar caminos para alcanzar la paz, especialmente desde que en 1945 surgen las Naciones Unidas para “librar a los pueblos del flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos internacionales han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta en su versión más integral y completa. Así, se produjeron la histórica Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa para una Cultura de Paz (1999) y los múltiples acuerdos internacionales que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo, la democracia, los derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década de los noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual emanaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones del mundo se comprometieron, una vez más, con “establecer una paz justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de derechos 24 Cultura de Paz
  • 20. de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o religión, y la cooperación internacional para resolver los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario” (Naciones Unidas, 2000). ¿Un Nuevo Siglo de Guerras? Lamentablemente, la convulsión de la primera década del nuevo siglo, con los atentados del 11 de setiembre y las “guerras preventivas” e invasión en Afganistan e Irak parecen alejar la promesa de construir un mundo más pacífico en el siglo XXI. Ademas, a las guerras entre países se suman crecientemente los conflictos armados al interior de los países. Si en la Primera Guerra Mundial, sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la Segunda el porcentaje se elevo al 66% y en la actualidad la proporción de victimas civiles en cualquier guerra se sitúa por encima del 70 u 80%, sobre todo en los conflictos armados internos, como el que padeció nuestro país entre los años 1980 y 2000, donde del total de víctimas mortales el 70% fueron civiles (CVR, 2004). Tras repasar las condiciones de la guerra y la paz para el siglo XXI, Hobsbawm considera que si bien las guerras no serán tan sangrientas como en el siglo XX, la paz parecería estar todavía lejana. Ello hace más urgente actuar para revertir esos pronósticos, como nos lo recordaba la Carta de laTierra, suscrita en el año 2000 por un conjunto de líderes del mundo, al señalar que: “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras” (Carta de la Tierra, 2000). Lograr ello requiere superar el fatalismo, alimentado por una dieta de noticias sobre violencia y guerras, y recordar que a pesar de todo los seres humanos también logramos coexistir pacíficamente. No se trata de subestimar la guerra y la violencia, sino de recordar la preponderancia de la capacidad de los seres humanos también de hacer paz y de cambiar. En ese sentido es útil tener presente lo que afirma William Ury, creador junto Irving Fisher del conocido método de negociación basado en principios o método de Harvard: “En el lapso de un siglo la humanidad ha logrado irrupciones tecnológicas de importancia evolutiva. Hemos puesto a toda la humanidad en contacto reciproco por medio de la comunicación instantánea, hemos fisionado el átomo y llegado a la Luna. El desafío consiste ahora en aprender a realizar avances sociales de proporciones análogas… En el nuevo milenio muchas cosas serán posibles ¿Por qué no el antiquísimo sueño de la paz?” (Ury. 2000). 25 Cultura de Paz
  • 21. ¿Y en el Perú? La violencia a escala de conflicto armado interno ha sido felizmente superada en nuestro país, pero necesitamos asegurar que ese peligro no se vuelva a presentar y acabar con todas las formas de violencia directa, estructural y cultural que subsisten. Y esa es una tarea que no puede ser dejada exclusivamente en manos del Estado y la clase política, pues como lo ha venido comprendiendo el mundo, la paz es necesariamente tarea también de los ciudadanos, sobre todo cuando por paz entendemos no sólo el callar de las armas, sino también una sociedad más unida, justa y solidaria. 26 Cultura de Paz
  • 22. Capítulo II Conflicto y Violencia “El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otros.” Martin Luther King Conflicto y violencia son dos términos estrechamente relacionados a lo largo de la historia y con frecuencia se les toma como sinónimos. Sin embargo, como veremos en este capítulo, se trata de dos conductas o comportamientos humanos muy diferentes, que se debe aprender a entender y manejar adecuadamente para que haya paz. En todas las sociedades se producen conflictos, es decir, discrepancias activas, pues las personas y grupos sociales tenemos diferentes maneras de pensar e intereses propios y diferenciados, de modo que es totalmente comprensible que existan desacuerdos. En ese sentido se puede afirmar que el conflicto es algo normal. En cambio, la violencia no tiene porque ser lo normal, pues los conflictos no necesariamente tienen que derivar en confrontaciones violentas, aunque en muchos casos sea la forma a través de la cual se pretende “resolver” el conflicto. Los Conflictos y la Paz ¿Qué es un conflicto? Lederach (2000) nos dice que la mejor definición que ha encontrado es que se trata de una “lucha expresada entre, al menos, dos personas o grupos interdependientes, que perciben objetivos incompatibles, recompensas escasas e interferencias del otro para realizar sus metas”. En esta definición se destaca que el conflicto tiene un importante componente subjetivo, pues para que exista el conflicto se requiere que las partes perciban, es decir, sientan y crean que existen esas incompatibilidades e interferencias para alcanzar sus metas. 27 Cultura de Paz
  • 23. Conflictos y Violencia Los especialistas en conflictos nos dicen que siendo los conflictos normales en la vida humana, ellos no son, necesariamente, positivos o negativos, si no que esto depende de cómo se resuelvan y qué resultados produzcan. Como señala Fisas: “(El conflicto es) una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia (puede haber conflictos sin violencia, aunque no violencia sin conflicto) que puede ser positivo o negativo según como se aborde y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y superado (puede convertirse en paz)” (Fisas, 1998). Sin embargo, los conflictos tradicionalmente tienen una connotación negativa en tanto se consideraba que alteraban el equilibrio social y resultaban disfuncionales para el sistema social. Progresivamente se ha relevado su valor en la vida social, considerándolos como necesarios para el acomodo de los grupos sociales en medio de las comprensibles incompatibilidades que surgen, siendo, además, un importante motor para el cambio social (MIMDES, 2008 c). Una razón por la que se percibe el conflicto como algo negativo es porque se le confunde con la violencia. Como el conflicto es abstracto y requiere entender los problemas que lo originan, sólo cuando empiezan los actos violentos se percibe su existencia y la necesidad de intervenir.Así, se piensa equivocadamente que si no hay violencia, no hay conflicto. Al asociarse automáticamente “conflicto” y “violencia” se esconden los múltiples conflictos pacíficos y constructivos que, cotidianamente y sin percibirlos claramente, procesan las personas y grupos sociales para resolver sus diferencias. “Regulamos cotidianamente muchos conflictos sin apenas gastar energía en su gestión. Efectivamente, hay muchísimos ejemplos de conflictos regulados “sin ruido” a través de mutua confianza, orientaciones amigables, interese positivos hacia el bienestar de los demás, comunicación honesta, etc., sólo reconocemos por conflictos aquellas situaciones en las que nuestra conciencia tiene que actuar para regularlos, aunque de hecho estemos inmersos en muchos más...” (Muñoz, et al., 2004). La violencia no es, entonces, la única respuesta al conflicto; por el contrario, las respuestas pueden ser múltiples y van desde la integración, la cooperación, la adaptación mutua, la negociación, la mediación, el arbitraje, la disuasión, antes de llegar a la violencia. El manejo adecuado del conflicto consiste, en limitar las respuestas al conflicto a aquellas que no incluyan la violencia. Cambiar la forma en que los humanos intentamos resolver los conflictos, descartando la violencia, representa un cambio cultural trascendental, tal vez la transformación “más radical y enriquecedora que ninguna otra en la historia de la humanidad” (Adams, 2000). 28 Cultura de Paz
  • 24. Aspectos Positivos de los Conflictos Modernamente, el conflicto es percibido como una interrelación humana presente en todos los grupos humanos y sociedades e incluso necesaria para la construcción y reconstrucción de la realidad social. “Los conflictos nos han acompañado como especie desde el inicio hasta nuestros días, como un ámbito de cambio, variación y elección entre diversas posibilidades. Y el éxito de la especie ha dependido de la capacidad de socializar estas divergencias y convertirlas en energía creativa. Dicho de otra forma: la vida sin conflictos sería muy aburrida, probablemente no sería ni vida” (Muñoz, 2004). Desprovisto de su asociación con la violencia, el conflicto ofrece varios aspectos positivos. En primer lugar, los conflictos suelen llamar la atención sobre situaciones de inequidad en que puede encontrarse un grupo social, sirviendo así de alerta temprana frente a problemas que, de pasar desapercibidos y no ser atendidos, pueden generar violencia (Buckles, 2000). Cuando los conflictos se originan en necesidades básicas de un grupo social, alertan sobre potenciales perdidas o impactos inaceptables que hacen necesario afirmar derechos, intereses y prioridades. Por otro lado, los conflictos pueden cumplir una función integradora para cada una de las partes enfrentadas, aumentando la solidaridad interna, manteniendo la disciplina y contribuyendo a precisar e identificar los intereses y demandas de cada una de ellas. El conflicto al relacionar a dos o más partes, obliga a cada una de ellas a interesarse en la organización e intereses de la otra parte, visibilizando y ofreciendo así nuevas fuentes para una posible colaboración. De hecho, conflicto y cooperación son dos caras de una misma moneda, en toda situación conflictiva existe cierta cooperación, pues a pesar de que cada parte actúa siguiendo sus intereses, surge una reciprocidad, interacción y racionalidad común que pueden servir de base para la cooperación (Rapoport, 1992, citado por París, 2005). Es importante también el aporte del conflicto a la innovación y la creatividad en la sociedad. En realidad, desechada la violencia, la salida al conflicto demanda una gran dosis de creatividad para compatibilizar los diferentes intereses y alcanzar acuerdos y consensos que satisfagan a todas la partes. Conflictos y Paz Teniendo en cuenta los aspectos positivos del conflicto, Galtung, complementa su definición de la paz con una versión más dinámica, señalando en buena cuenta que la Paz consiste en saber resolver los conflictos sin violencia, procesándolos con empatía y creatividad (Galtung, 1998). Empatía no es sino compartir, sentir y entender las posiciones del contrincante, sin necesariamente estar de acuerdo con el; creatividad es la capacidad de ir más allá de las estructuras mentales de las partes en conflicto, abriendo nuevos caminos para su relación. 29 Cultura de Paz
  • 25. Descartada la violencia, los conflictos son, entonces, relaciones humanas importantes para construir la paz y una Cultura de Paz, visibilizando los problemas sociales, ajustando la cohesión social, abriendo nuevas perspectivas para la cooperación y confianza entre las partes y sirviendo de campo de desarrollo para la empatía, la creatividad y la solución de las contradicciones sin violencia. Pero, los aspectos positivos no deben impedirnos ver también los aspectos negativos del conflicto, como, por ejemplo, la energía que consumen, las tensiones sociales que crean y, muy especialmente, el riesgo que eventualmente representan para generar situaciones de violencia. Las Violencias Existen diversas definiciones de lo que es la violencia y, además, cada uno de nosotros tiene un concepto intuitivo y personal respecto a ella. La Organización Mundial de la Salud define la violencia como: “El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones” (OMS, 2003). Por su parte, Fisas nos dice: “Por violencia podemos entender el uso o amenaza de la fuerza o potencia, abierta u oculta, con la finalidad de obtener de uno o varios individuos algo que no consienten libremente o de hacerles algún tipo de mal físico, psíquico o moral” (Fisas, 1998). La intencionalidad es un aspecto clave para que un acto sea considerado como violencia.Así, un accidente automovilístico con víctimas no es propiamente violencia, pues no hubo intención. La intención de hacer daño, sin embargo, es algo que esta sujeto a interpretación y ésta depende de la cultura de cada grupo. Hasta hace unos años, aplicar un “jalón de orejas” aun niño no era considerado violencia, sino una forma de disciplina o “educación”. Hoy, ese mismo acto es tomado como un hecho violento, pues se conoce que tendrá consecuencias negativas para el niño y viola sus derechos. La violencia es, entonces, un hecho social y cultural y no un hecho puramente mecánico. Por ello, en la actualidad al evolucionar las formas de pensar, muchos hechos antes no considerados como violencia si lo son hoy en día. Ofender verbalmente a la mujer, castigar físicamente a un niño o niña, obligar a un anciano a hacer algo, apartarse o rechazar a alguien por su lugar de origen, etnia, discapacidad o su preferencia sexual, son ahora consideradas formas de violencia, algo que no ocurría antes. 30 Cultura de Paz
  • 26. Pareciera que cada día los seres humanos nos hacemos más sensibles a las violencias, “descubrimos” nuevas formas de violencia y las condenamos; paradójicamente cada vez más las diversas violencias se manifiestan con mayor fuerza. Y es que los seres humanos tenemos una relación ambigua con la violencia, pues a la vez que la rechazamos, a veces, las justificamos o, al menos, nos parecen comprensibles y las relativizamos según las circunstancias o las motivaciones. La violencia también nos atrae, llama nuestra atención y suscita incluso, en muchos casos, emociones confusas. De ahí, por ejemplo, el éxito de las series de televisión o películas con altos contenidos de violencia y el atractivo de las noticias sangrientas. Violencia Directa, Estructural y Cultural La violencia no es solamente un acto físico, no se refiere sólo a una forma de “hacer” sino también de “no dejar hacer”, de impedir una determinada potencialidad. Fue John Galtung quien, en los años sesenta, introdujo una definición de violencia que va más allá de la violencia directa, física o psicológica. “La violencia hace acto de presencia cuando los seres humanos son influidos en tal forma que sus actos somáticos y mentales se encuentran por debajo de sus realizaciones potenciales… por tanto la violencia es la causa de la diferencia entre lo potencial y lo actual” (Galtung, 1972). Apartir de ésta idea, surge lo que se conoce como “violencia estructural”. “Si una persona mata a otra y mas particularmente si un grupo de personas ataca a otro, éstos son claros ejemplos de violencia directa. Pero, qué pasa si la estructura social, dentro y entre naciones esta hecha de tal forma que algunas personas pueden vivir una vida completa, llena, larga y creativa, con nivel elevado de autorrealización mientras que otras mueren lentamente debido a la mala nutrición, deficiencia en las proteínas, a la falta de cuidados médicos a la privación de todo tipo de estímulos mentales, etc., este tipo de reflexión condujo a la distinción entre violencia directa y la estructural: la distinción entre violencia que esta causada por personas concretas cometiendo actos de destrucción contra otras personas y la violencia que forma parte de la misma estructura social”(Galtung, 1974). La noción de violencia estructural, junto a la violencia directa y la violencia cultural conforman el conocido triángulo de las violencias formulado por Galtung, violencias que se retroalimentan entre ellas. 31 Cultura de Paz
  • 27. Los efectos de la violencia directa son evidentes: los muertos, los heridos, los desplazados, los daños materiales. La violencia estructural es menos visible, pues no se identifica al agente que lo comete, pero sus efectos son igualmente visibles: pobreza, vulneración de derechos, injusticia. No se trata sólo de causar directamente un daño, sino también de permitir privaciones que pueden ser atendidas en las condiciones actuales. Como dice Galtung “si la gente pasa hambre, cuando el hambre es objetivamente evitable, se comete violencia, sin importar que haya o no una relación clara entre sujeto - acción - objeto como sucede en las relaciones económicas mundiales tal como están organizadas” (Galtung, 1985). La violencia cultural, por otra parte, no es sino el conjunto de ideas, creencias y actitudes que pretenden justificar las violencias directa y estructural, haciéndolas aparecer como razonables o menos malas, cambiando su “color moral”, pasando lo incorrecto a correcto o aceptable, haciendo opaca la realidad de manera que determinados actos no se vean como violentos. ¿Por qué Existe La Violencia? La violencia se encuentra actualmente tan unida a la vida de los seres humanos que pareciera que siempre nos ha acompañado. Sin embargo, los registros arqueológicos no encuentran violencia humana generalizada durante el primer noventa y nueve por ciento de la evolución de nuestra especie, sólo en los últimos 10,000 años hay pruebas abundantes y claras de violencia organizada (Ury, 2000) Por el contrario, la clave para la supervivencia humana ha sido la capacidad de cooperar en metas comunes, como la protección y la comida. “Por cierto, nuestros cerebros, y el lenguaje mismo, habrían evolucionado como herramientas para manejar la cooperación cada vez más compleja que estaba en el núcleo de la economía de caza y recolección” (Ury, 2000). Violencia Estructural Violencia Cultural Violencia Directa 32 Cultura de Paz
  • 28. Sería luego con el surgimiento de la agricultura y los Estados que la violencia entre grupos se fue desarrollando hasta llegar a los niveles sofisticados de organización y tecnología que hoy en día tiene la guerra. A pesar de todo, hay quienes sostienen que la violencia tiene un origen biológico que, de cualquier manera, existe en los seres humanos una predisposición inevitable hacia la violencia. Este argumento tuvo una severa negación científica con el Manifiesto de Sevilla, elaborado por un conjunto de científicos con motivo del año Internacional de la Paz, 1986, y que ha sido recogido y difundido por la UNESCO. 33 Cultura de Paz 1. “Científicamente es incorrecto decir que hemos heredado de nuestros antepasados los animales una propensión a hacer la guerra... La guerra es un fenómeno específicamente humano que no se encuentra en los demás animales. 2. Científicamente es incorrecto decir que la guerra o cualquier otra forma de comportamiento violento está genéticamente programada en la naturaleza humana... Aunque los genes estén implicados en nuestro comportamiento, ellos solos no pueden determinarlo totalmente. 3. Científicamente es incorrecto decir que a lo largo de la evolución humana se haya operado una selección en favor del comportamiento agresivo sobre otros tipos... La violencia no se inscribe ni en nuestra herencia evolutiva ni en nuestros genes. 4. Científicamente es incorrecto decir que los hombres tienen "un cerebro violento"... No hay nada en la fisiología neurológica que nos obligue a reaccionar violentamente. 5. Científicamente es incorrecto decir que la guerra es un fenómeno instintivo o que responde a un único móvil... Las tecnologías de la guerra moderna han acentuado considerablemente el fenómeno de la violencia, sea a nivel de la formación de los combatientes o en la preparación psicológica para la guerra en la población. Debido a esta ampliación, se tiende a confundir las causas y las consecuencias. Como conclusión proclamamos que la biología no condena a la humanidad a la guerra... Así como las guerras empiezan en el alma de los hombres, la paz también encuentra su origen en nuestra alma. La misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz. La responsabilidad incumbe a cada uno de nosotros”. El Manifiesto de Sevilla
  • 29. Por su parte, el médico siquiatra Luis Rojas nos recuerda que: “Hoy tenemos a nuestra disposición cientos de estudios científicos que demuestran que la violencia no es instintiva, sino que se aprende. Los seres humanos heredamos rasgos genético que influyen en nuestra forma de ser. Pero los comportamientos más complejos, desde el sadismo hasta el altruismo, están condicionados por nuestra personalidad y valores culturales que moldean y regulan nuestras actitudes y decisiones... Recordemos que las personas discriminan y deshumanizan a sus semejantes por prejuicios, torturan por odio, matan por venganza y violan por dominio, no por instinto” (Rojas, 2005). Violencia y Género La base fundamental de la cultura es el proceso de socialización de las personas, el cual se produce de manera diferente en varones y mujeres dando origen a las diferencias de género. Como sabemos, el género se refiere a las diferencias entre varones y mujeres que, siendo culturales, se presentan como naturales (biológicas) y que han servido de base a la subordinación de la mujer. Así, por ejemplo, tradicionalmente se relaciona a la mujer exclusivamente con la atención del hogar y a los varones con el trabajo fuera de casa. No es que no haya mujeres que trabajen fuera de hogar, sino que nos hemos acostumbrado a verlas en su rol doméstico y ellas mismas, en cierto sentido, siguen viéndose así. De esta manera parece “natural” que las mujeres se dediquen a la atención del hogar y al cuidado de las personas; y los varones al mundo laboral y público. Estas maneras diferentes de ver a varones y mujeres, pueden parecer poco importantes. Sin embargo, llegan a ser la base de terribles discriminaciones contra las mujeres como cuando se prefiere la educación de los hijos en detrimento de las hijas. Esas diferencias también se dan respecto al ejercicio de la fuerza y la violencia, que se encuentran asociadas sobre todo a los varones y no a las mujeres, las cuales por su maternidad y dedicación a la crianza desarrollan mas bien un rechazo a las expresiones de violencia. Los varones, en cambio, desde pequeños son “educados” para aceptar los actos violento al punto que hoy en día la capacidad de hacer daño a otro se encuentra asociada, en diferente grado, a la identidad masculina. Las diferencias de género con relación a la violencia, pueden evidenciarse a través de un dato concreto: el 85% de todos los homicidios los cometen los varones. Otro rasgo de la socialización de los varones es la identificación de la virilidad con el poder del hombre sobre la mujer, lo que en el lenguaje popular se conoce como “machismo”. Este “poder” malentendido y la capacidad de ejercer violencia por parte de los varones son la base de la extendida violencia contra la mujer en nuestras sociedades. 34 Cultura de Paz
  • 30. En cambio, la socialización de la mujer, relacionada principalmente a su rol en la reproducción, la ha llevado a adoptar la función del cuidado de las personas y a prestar más atención a las emociones, la empatía y las relaciones interpersonales, así como a manejar los conflictos por medios diferentes a la fuerza y la violencia. Estas características constituyen, sin duda, aspectos valiosos para construir una Cultura de Paz. Como también son valiosas otras características desarrolladas especialmente por los varones, como el predominio de la razón (racionalismo), la búsqueda de ser el mejor (competencia) o el sentido del deber (seguir las reglas). De lo que se trata para construir una Cultura de Paz es de integrar los aspectos más positivos de lo que es ser varones y mujeres y reconvertirlos en una mejor manera de ser seres humanos. Violencia y Crianza En el proceso de socialización la crianza es un aspecto fundamental, por lo cual es importante evitar que en la familia se reproduzcan patrones que sustenten la violencia y la dominación. “Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Esta simiente se nutre y crecen impulsada por los mensajes y agresiones crueles del entorno social hasta llegar a formar parte inseparable del carácter del adulto... Las criaturas maltratadas tienen más probabilidades de volverse emocionalmente insensibles a los horrores de la crueldad que quienes crecen en ambientes seguros y acogedores. Y lo que es peor, una vez mayores tienen más probabilidades de comenzar un nuevo ciclo de violencia maltratando a sus propios hijos y haciendo de ellos futuros verdugos” (Rojas, 2005). En nuestro país el maltrato a los niños es un mal extendido. Estudios del MIMDES encontraron que en promedio 8 de cada 10 niños han sufrido violencia en su hogar, tanto por parte de los padres como de las madres (MIMDES, 2008b). Y no sólo los niños son maltratados en la familia, lo son también los adultos mayores, de modo que 4 de cada 100 denuncias en los Centros de Emergencia Mujer del MIMDES provienen de ellos. La importancia de la crianza en relación a la prevención de la violencia, asigna a la familia, padres y madres una gran responsabilidad en el combate de la violencia. Como señala Rojas, “un axioma básico sobre el desarrollo de la personalidad es que el amor engendra más amor y la violencia engendra más violencia”. No es una tarea fácil, pues ciertamente un carácter equilibrado y proclive a la paz demanda no sólo amor, requiere también la satisfacción de necesidades esenciales, como el alimento, la seguridad, protección además del afecto y el estímulo. Requiere de adultos que proporcionen ejemplos, apoyo, comprensión y que enseñen a actuar éticamente. 35 Cultura de Paz
  • 31. Desde luego, la escuela, la comunidad, los medios de comunicación y el propio Estado tienen también una gran responsabilidad en la prevención de la violencia, pero sin duda la familia, sigue siendo el pilar fundamental para esta tarea, y para esto necesitan todo el apoyo posible. ¿Es Inevitable la Violencia? Hemos visto que la violencia es fundamentalmente un hecho cultural, y que, por lo tanto, así como ha sido aprendida puede dejar de aprenderse y ser reemplazada. Como lo recuerda el Manifiesto de Sevilla, “la misma especie que ha inventado la guerra también es capaz de inventar la paz”. No es, desde luego, fácil, pues requiere cambiar los patrones culturales, encontrando nuevas formas para tratar sin violencia los problemas y diferencias que surgen en la vida socia y nuevas y mejoras formas de ejercer el poder, cuyo mal uso es, con frecuencia, fuente de violencia, especialmente estructural. Si existe desigualdades sociales y pobreza, es sin duda porque los poderes político, económico y social no están funcionando adecuadamente. Por otro lado, generalmente se percibe el poder como la capacidad de imponer una voluntad, pero, es necesario recordar que, en su sentido básico, el poder no es sino la capacidad de “hacer cosas con los demás”, es decir, de actuar conjuntamente. La imposición es sólo una manera de “hacer cosas con los demás”, existen otras formas que pueden y deben ser preferidas culturalmente. La relación entre padres e hijos puede servir de ejemplo de esas otras formas de poder que los seres humanos podemos construir. Por siglos, el poder de los padres sobre los hijos tuvo como medio privilegiado el miedo o el castigo, hoy en día, existe consenso en que es preferible emplear la autoridad del ejemplo, usar la persuasión o el diálogo abierto. Los seres humanos necesitamos, entonces, ampliar nuestros repertorios de actuación entre nosotros, crear nuevas formas e incluso instituciones que nos permitan superar nuestros problemas y nuestras diferencias sin apelar a la fuerza y la violencia. Así como hemos sido capaces de llegar a crear armas nucleares para la guerra, ahora debemos ser capaces de cambiar de rumbo y poner el mayor esfuerzo posible para desarrollar poderosas formas pacíficas de relación. No podemos seguir siendo, como dijo autocríticamente un general norteamericano, “gigantes nucleares y enanos morales” que no sabemos convivir en paz. Pero, ocurre que el poder suele convertirse en un fin en sí mismo, en un premio que alimenta el ego de personas, grupos y sociedades, que buscan imponer por cualquier medio su “verdad” y voluntad prefiriendo el uso de la violencia. 36 Cultura de Paz
  • 32. Irracionalidad e Ineficacia de la Violencia Ciertamente, la complejidad de la vida social, los intereses diferentes que tienen las personas y grupos sociales, la violencia estructural y cultural presentes, hacen difícil el acuerdo y el consenso. Pero la violencia es un criterio absurdo de resolución de conflictos, pues no hay ninguna relación entre tener más fuerza y tener más razón. Es decir, en la búsqueda de una solución óptima, la violencia no garantiza la mejor solución al conflicto; en cambio, la vía del diálogo, aunque demore y cueste trabajo, permite afinar una propuesta mejor y satisfactoria para las partes. Por otro lado, bien visto, la violencia es ineficaz, no resuelve los conflictos, sólo los cubre. No debe confundirse victoria con solución, pues lo impuesto por la fuerza sólo puede mantenerse con la fuerza. Como nos lo muestra la historia, cuando la relación de fuerza cambia, el conflicto resurge con mayo virulencia y resentimiento. Los seres humanos hemos gastado ingentes recursos económicos para ejercer la violencia, hacer la guerra, o incluso sólo para usar las armas como medio disuasivo. ¿Cuánto hemos invertido para construir paz?. El gasto militar mundial en “seguridad” es del orden del billón de dólares al año. Con un 2% de esta cantidad sería posible eliminar el hambre en todo el mundo. Erradicar las condiciones que se encuentran en la base de los conflictos violentos, como el hambre, los desequilibrios económicos, el subdesarrollo o la desigualdad de oportunidades, entre otros, es mucho más barato y crea más seguridad. Pero siempre habrá quienes mantienen la vieja manera de pensar. Hoy, por ejemplo, se dice que “las próximas guerras serán por el acceso al agua”, ¿no es mejor pensar en como unir las capacidades y conocimientos de todos para conservar el agua, antes que empezar nuevas guerras? ¿Violencia Justa? Podemos estar de acuerdo en que rechazar la violencia es lo mejor, pero ¿podemos decir que este rechazo es siempre valido?. Quienes discuten estos temas, se dividen en dos grupos, unos absolutizan el rechazo a toda forma de violencia, y otros, en cambio, consideran que en determinadas circunstancias, la violencia puede justificarse. La idea de que la violencia es válida está presente, por ejemplo, en la legítima defensa reconocida por el Código Penal e incluso en el Catecismo de la Iglesia católica. Esta última señala que “una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico entre países, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa”, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones. 37 Cultura de Paz
  • 33. Como por ejemplo, que la acción sea emprendida por una autoridad legítima, que el daño causado por el agresor sea duradero, grave y cierto, o que el empleo de las armas no signifique males más graves que los que se pretende evitar con la legitima defensa. Discutir si es válido apelar en ciertos casos a la violencia, no es un ejercicio puramente académico, sobre todo en un país como el nuestro, donde el terrorismo pretendió justificarse con una supuesta búsqueda de justicia. Los problemas sociales que subsisten en nuestro país pueden ser también ahora un argumento falaz para el empleo de la violencia. La filosofa Arendt nos previene frente a esto recordandonos que “la violencia puede ser justificable, pero nunca será legítima. Su justificación pierde plausibilidad (ser recomendable) cuanto más se aleja en el futuro del fin propuesto. Nadie discute el uso de la violencia en defensa propia porque el peligro no solo resulta claro, sino que es actual y el fin que justifica los medios es inmediato” (Arendt, 2005). En el uso de la violencia para alcanzar una determinada agenda política no se encuentra esa relación directa entre acción violenta y una justicia futura, pues nada garantiza que a través de ella se la vaya a alcanzar. Todo lo contrario, el empleo mismo de acciones violentas como medio sistemático de acción niega la dignidad humana, base de toda justicia. “La paz, la justicia, y la cooperación, son el objetivo, a la vez que los valores que queremos alcanzar y desarrollar. Hemos de reconocer que la violencia, por altas que sean sus miras y razonamientos, es anti ética a esos valores y eso debe hacernos preguntar si es posible lograrlo mediante la opción violenta” (Lederach, 2000). Como señala Gandhi: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino”. Si los argumentos señalados parecieran insuficientes para rechazar el empleo de la violencia como medio político, cabe preguntarse, tras las miles de victimas del conflicto armado interno en nuestro país si tiene algún sentido que se repitan hechos que sólo trajeron destrucción y dolor a todos. 38 Cultura de Paz
  • 34. Antecedentes El concepto de Cultura de Paz surge en el marco de la profunda reflexión que, luego de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló a nivel internacional en torno a la construcción de la paz; una tarea que devino en impostergable luego que las dos guerras mundiales costaron la vida de más de 100 millones de personas y que la humanidad adquirió, con la bomba atómica, la capacidad de auto aniquilarse. En 1945 se fundan las Naciones Unidas con el objetivo de “salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” y ese mismo año, se crea la UNESCO para promover la cooperación en educación, ciencia y cultura para alcanzar los objetivos de la paz. En su Acta de Constitución, de la UNESCO inscribió la famosa frase que introduce la cultura como factor importante tras la violencia: “Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la Paz” (UNESCO, 2004). La reflexión entorno a ese cambio profundo en la “mente de los hombres” y cómo lograr una mayor “solidaridad intelectual y moral” fue enriqueciéndose a lo largo del trabajo de la UNESCO hasta que en 1986 la declaración de ese año como “Año Internacional de la Paz” por las Naciones Unidas, ofreció la oportunidad de decantar y clarificar las ideas en torno a la paz y los caminos para alcanzarla. Capítulo III Historia del Concepto de Cultura de Paz “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz... Una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”. UNESCO, 1945 39 Cultura de Paz
  • 35. 41 Cultura de Paz En el marco de la conmemoración de ese año, un grupo de 20 connotados científicos de todo el mundo, especialistas en psicología, sociología, neurología, etología, genética, antropología y de otras ramas de la ciencia, redacto el Manifiesto de Sevilla, el cual afirma fehacientemente que no existe ningún obstáculo de naturaleza biológica para la abolición de la guerra. En 1989 el Manifiesto fue adoptado y difundido mundialmente por la UNESCO que ese mismo año realizó el “Congreso Internacional Paz en la Mente de los Hombres”, en Yamoussoukro (Costa de Marfil, Africa), cuya declaración final llama a construir “una nueva visión de una cultura de Paz basada en los valores universales de respeto por la vida, la libertad, justicia, solidaridad, tolerancia, derechos humanos e igualdad entre mujeres y hombres”. El Aporte del Padre Felipe Mac Gregor El término “Cultura de Paz”, empleado en la declaración del Congreso de Yamoussoukro, fue aportada por el sacerdote peruano Felipe Mac Gregor (UNESCO, 2005) quien conducía en el Perú la Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, adscrita al Ministerio de Educación. Así lo recuerda también, DavidAdams, Director delAño Internacional de la Paz, por la UNESCO. “Fue en las reuniones preparatorias para la Conferencia (Yamoussoukro) de la UNESCO que la frase y definición de la Cultura de Paz fue traída por el Padre Felipe Mac Gregor. Mac Gregor había encabezado el equipo que previamente publicó un libro preciosamente ilustrado de educación para la paz, en 1986, en el Perú, llamado "Cultura de Paz", con descripciones completas de conflicto, violencia y paz. Tuve el privilegio de trabajar con el padre Mac Gregor en esas reuniones”. (Adams, 2003). El libro “Cultura de Paz” si bien no presenta explícitamente una definición de lo que es una cultura de paz, contiene sus elementos centrales, sobre todo al referir como bases de la paz el desarrollo moral de las personas, la solución no violenta de los conflictos y el fin de la violencia estructural y cultural. Haciéndose eco de la discusión internacional de entonces, el libro identifica la violencia estructural, la injusticia, como una forma de violencia que se produce “cuando la estructura social quita o dificulta la realización de las posibilidades corporales e intelectuales, morales y religiosas de la persona o del grupo de personas” (Mac Gregor, 1989). Las referencias a la violencia estructural y la necesidad de superarla a través de la justicia fue motivo de enconada controversia en momentos en que el país sufría el conflicto armado. Por un lado, ciertos sectores consideraban que la Cultura de Paz no era sino una forma de “sosegar al pueblo”, mientras que otros consideraban que la denuncia en el libro de la violencia estructural le hacía el juego al terrorismo. Esto a pesar del claro repudio que el padre Mac Gregor hacía de Sendero Luminoso y la revolución violenta. 40 Cultura de Paz
  • 36. “En 1986, Año Internacional de la Paz, irónicamente año en que la violencia de Sendero Luminoso se hacía presente en la vida peruana, el Ministro de Educación del Perú nombró una Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz, de la que fui nombrado presidente. Éramos dieciseis profesores, trabajadores en educación primaria, secundaria, técnico- profesional o universitaria. Antes de proponer una educación para la paz decidimos escribir cada uno nuestra concepción de Paz y exponerla. Fue una de las más ricas experiencias de mi vida. En las exposiciones, "violencia", "conflicto", "solución de conflictos", aparecían frecuentemente; encontrábamos casi habitual la solución violenta de los conflictos. Lentamente nuestras discusiones se fueron iluminando con un principio de realidad, la guerra no es el enemigo de la Paz, el enemigo de la Paz es la violencia. Nos preguntábamos hasta dónde puede resistir la moral autónoma a una moral heterónoma que, por ejemplo, obliga por la costumbre a resolver un conflicto por la vía violenta. El resultado de la búsqueda fue que debíamos empeñarnos en construir en nosotros, en nuestros alumnos, en nuestros conciudadanos, una nueva cultura a la que llamamos "Cultura de Paz" porque transforma el imperativo moral de una persona, sus valores y sus decisiones hasta convertirlos en una única decisión: nunca usar la violencia para resolver un conflicto. Dos directores de la UNESCO, A. M. Bow y Federico Mayor, se convirtieron en impulsores de "Cultura de Paz". El actual director general propuso, como tema central de su segundo mandato, impulsar la "Cultura de Paz" y, elegido, estableció el Programa deAcción "Cultura de Paz". Lo demás es parte de una historia conocida por ustedes y en la que los actores no son sólo un grupo de maestros peruanos, sino maestros de América, de Europa y de África, bajo la firme conducción de la UNESCO”. FelipeMacGregor(1997). 41 Cultura de Paz
  • 37. El Programa de Acción de Cultura de Paz de la Unesco En la década de los noventa la UNESCO lleva a la práctica el concepto de Cultura de Paz, estableciendo en 1992 un “Programa de Acción en Cultura de Paz” y proyectos nacionales de Cultura de Paz en Centroamérica y África para contribuir a la vigilancia y construcción de la paz. En 1994 la UNESCO realiza en el Salvador el “I Foro Internacional de Cultura de Paz”, y ese mismo año se celebra la 40 Conferencia de Educación que encara el tema de la educación para la Paz. En 1995 la Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su Estrategia de Medio Término 1996-2001. En ella la Cultura de Paz emerge como una respuesta a la Cultura de Guerra y hace una definición más completa del concepto: “En la cultura de la guerra los conflictos se resuelven por la violencia, física o simbólica. En cambio, la Cultura de la Paz es inseparable del recurso del diálogo, la mediación y el reconocimiento del otro como igual en derecho y dignidad... Así, la cultura de paz podría definirse como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos, modos de vida y acción que, inspirándose en ella, reflejan el respeto de la vida, de la persona humana, de su dignidad y sus derechos, el rechazo de la violencia, comprendidas todas las formas de terrorismo, y la adhesión a los principios de libertad, justicia, solidaridad, tolerancia y entendimiento, tanto entre los pueblos como entre los grupos y las personas” (UNESCO, 1996). En los siguientes años, la UNESCO realizó una serie de iniciativas en torno a la promoción de la Cultura de Paz, las mismas que pueden verse en la cronología que se encuentra en la página 45. La Declaración y Programa de Cultura de Paz de las Naciones Unidas En la década de los noventa, las acciones de la UNESCO para promover la Cultura de Paz, impulsadas por su Director Federico Mayor Zaragoza, permitieron que el concepto fuera introducido crecientemente en las Declaraciones oficiales de las Naciones Unidas y sus organismos, lo cual coincidió con el papel de mayor protagonismo del sistema de naciones unidas bajo un enfoque más preventivo de las guerras y de mayor apoyo a la reconstrucción pacífica luego de los conflictos armados. “Una verdadera Cultura de Paz, basada en respeto mutuo y el intercambio creativos... es el corazón de la gran empresa histórica que significan las Naciones Unidas” sostenía Boutros Gali, Secretario de las Naciones Unidas, en la Conferencia sobre la Diversidad Global celebrada en 1995 enAustralia. En los siguientes años fue creciente el compromiso de las Naciones Unidas con la promoción de la Cultura de Paz. En 1997, la Asamblea General declaro el 2000 como “Año Internacional 42 Cultura de Paz
  • 38. de la Cultura de Paz” y, en 1998, la “Década Internacional 2001-2010 para una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo”, reconociendo los enormes daños y padecimientos causados a los niños y niñas por las diversas formas de violencia en el mundo entero. En 1999, la 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/53/243, aprobó la “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz” definiendo ocho áreas de acción vinculadas a través de un concepto coherente de Cultura de Paz y no violencia. La Cultura de Paz de acuerdo a la Declaración y Programa “Una Cultura de Paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.” (Naciones Unidas, 1999). La Declaración señala que “el progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones” (Naciones Unidas, 1999). En ese sentido enfatiza que la educación en todos los niveles es uno de los medios fundamentales para edificar una Cultura de Paz, en particular la educación en la esfera de los derechos humanos. Asimismo, señala que los gobiernos tienen una función primordial en la promoción y el fortalecimiento de una cultura de paz y que la sociedad civil debe comprometerse plenamente en el desarrollo total de una Cultura de Paz, a lo que contribuye también el papel informativo y educativo de los medios de difusión. 43 Cultura de Paz
  • 39. La Declaración establece ocho áreas de acción que deben ser abordadas a través de un conjunto de medidas para: ? Promover una Cultura de Paz por medio de la educación. ? Promover el desarrollo económico y social sostenible. ? Promover el respeto de todos los derechos humanos. ? Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres. ? Promover la participación democrática. ? Promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad. ? Apoyar la comunicación participativa y la libre circulación de información y conocimientos. ? Promover la paz y la seguridad internacional. El surgimiento del concepto de Cultura de Paz no podría ser entendido sin observar los cambios que se produjeron a fines del siglo XX en el sistema internacional respecto a la situación de la Paz y a la ampliación del concepto de paz. La situación fue bien descrita por el entonces Director de la UNESCO, Federico Mayor: “Al prepararnos para ingresar al siglo XXI, la humanidad encara amenazas sin precedentes para su misma existencia. La confrontación nuclear de la Guerra Fría nos ha hecho ver el peligro. Hoy día comprobamos que las amenazas se amplían. Incluyen también la degradación del ambiente así como la pobreza, la sobrepoblación, migraciones masivas, intolerancia y mala distribución de los recursos en el mundo, todo lo cual esta vinculado a la violencia y la guerra. La Paz, entonces, alguna vez definida como ausencia de guerra, esta viniendo a ser algo más amplio, un proceso dinámico. Incluye no solo relaciones no violentas únicamente entre Estados, sino también entre individuos, entre grupos sociales, entre Estados y sus ciudadanos y entre los humanos y el planeta” (UNESCO, 1995). Esta concepción más amplia de la paz y el surgimiento de la Cultura de Paz, como señala Adams (2003), no habría sido posible en el sistema internacional sin la convergencia desde fines de los 80 de tendencias históricas como los procesos de liberación nacional, que transformaron la membresía de organizaciones de las Naciones Unidas como la UNESCO, el desarrollo de un análisis científico sobre la guerra y la paz con la Declaración de Sevilla sobre la Violencia (1986) y en especial el término de la Guerra Fría (1992) que hizo posible la acción unánime del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para incluir en las operaciones de mantención de la paz una agenda concreta por consolidar la paz . 44 Cultura de Paz
  • 40. 45 Cultura de Paz 1994 Se realiza en el Salvador el Primer “Foro sobre la Cultura de Paz”. 1995 La 28 Conferencia General de la UNESCO introduce el concepto de Cultura de Paz en su estrategiademediotérmino1996-2001. 1996- 2001 La UNESCO implementa el proyecto transdisciplinario “Hacia una Cultura de Paz” 1992 La UNESCO establece un programa específico para promover una Cultura de Paz como una contribución a los esfuerzos de vigilancia de la Paz de las Naciones Unidas. Se crean Programasnacionalesen paísesdeCentroaméricayÁfrica. Cronología del Desarrollo del Concepto de Cultura de Paz por las Naciones Unidas 1986 En el marco del año Internacional de la Paz declarado por las Naciones Unidas, se publica en el Perú el libro “Cultura de Paz” preparado por un grupo de profesores presidido por el padreFelipeMacGregor. 1989 “El Congreso Internacional sobre la Paz en la Mente de los Hombres” (Yamoussoukro- Africa), adopta el concepto y recomienda que la UNESCO “ayude a construir una nueva visión de la paz por el desarrollo de una Cultura de Paz basada en los valores universales derespetoalavida,libertad,justicia,solidaridad,tolerancia,derechoshumanoseigualdad entrehombresymujeres”. 1997 La 52 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la Resolución A/52/15del20denoviembrede1997,declarael2000comoAñoInternacionaldelaCultura dePaz. 1998 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante Resolución A/53/25, del 10 de noviembre de 1998,, declara al período 2001-2010 “Década InternacionalparaunaCulturadePazynoViolenciaparalosNiñosdelMundo”. 1999 La 53 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba mediante Resolución A/53/243, del 6 de octubre de 1999, la “Declaración y Programa de Acción sobreunaCulturadePaz”. 2000 En el marco del “Año Internacional de la Cultura de Paz” se realiza la campaña internacional “Manifiesto 2000” documento elaborado por varios Premios Nobel y suscrito por 75millonesdepersonas.
  • 41. Del Manifiesto del Año 2000 al Presente La Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz fue el documento base para la declaración del “Decenio de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo” y el “Año Internacional de la Cultura de Paz”, el año 2000. Con motivo de este año se lanzó el “Manifiesto 2000”, elaborado por un grupo de premios Nobel, entre ellos el Dalai Lama y los latinoamericanos Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y ÓscarArias. Al año siguiente, con la Resolución 55/282 de diciembre del 2001, la Asamblea General decidió que a partir de 2002 se celebre el “Día Internacional de la Paz” el 21 de septiembre de cada año, llamando a observar una jornada de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial. Manifiesto 2000 Reconociendo mi parte de responsabilidad ante el futuro de la humanidad, especialmente para los niños de hoy y de mañana, me comprometo en mi vida diaria, en mi familia, mi trabajo, mi comunidad, mi país y mi región a: ? Respetar la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni prejuicios. ? Practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes. ? Compartir mi tiempo y mis recursos materiales cultivando la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y económica. ? Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, ni a la maledicencia y el rechazo del prójimo. ? Promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta. ? Contribuir al desarrollo de mi comunidad, propiciando la plena participación de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear juntos nuevas formas de solidaridad. 46 Cultura de Paz
  • 42. En los siguientes años, la Asamblea General mantuvo en su agenda el tema de Cultura de Paz, en el marco del “Decenio Internacional de una Cultura de Paz para los Niños del Mundo”. Asimismo, la UNESCO continuó su labor de difusión, especialmente en el ámbito de la educación, y desarrolló una iniciativa para el encuentro y comprensión entre religiones. Al respecto, la Asamblea General decidió celebrar en el 2007 un “Diálogo de Alto Nivel” sobre la cooperación entre religiones y culturas para promover la tolerancia, la comprensión y el respeto universal en cuestiones de libertad de religión o creencias y de diversidad cultural. Ese mismo año, laAsamblea General de las Naciones Unidas, acuerda, a través de la Resolución A/RES/61/271, establecer el 2 de octubre de cada año como el Día Internacional de la No Violencia, siendo una ocasión para "diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública". La Resolución reafirma "la relevancia universal del principio de la no violencia" y el deseo de "conseguir una Cultura de Paz, tolerancia, comprensión y no violencia” (Naciones Unidas, 2007). El recrudecimiento de la guerra en el mundo, con el derribamiento de las torres gemelas en Nueva York en el año 2001 y la invasión a Irak sin autorización de las Naciones Unidas, no ofrece el mejor contexto para la construcción de un mundo más pacífico y el desarrollo de una Cultura de Paz.Apesar de todo, el desarrollo de una Cultura de Paz, de la mano con el reconocimiento de los derechos humanos, forma parte ya del sistema internacional. La No Violencia La No Violencia es un llamado radical a buscar la justicia empleando medios pacíficos. Gandhi identicaba la no violencia como el ahimsa (no matar, no causar daño o sufrimiento), pero también, en un sentido positivo, con la inocencia y la llamó también satyagraha, o fuerza de la verdad y de la justicia. De una manera sintética la no violencia es el deber y la acción por la justicia respetando la vida y la integridad de los adversarios en esa lucha (López, 2004). "La resistencia no violenta no es un método para los cobardes. Es una verdadera resistencia. Por ello Gandhi decía tan a menudo que si la cobardía es la única alternativa de la violencia, es preferible luchar... Si bien es cierto que el resistente no violento es pasivo en el sentido de que no es físicamente agresivo hacia su adversario, su mente y sus emociones no son menos activas, procura constantemente convencer a su adversario de su error. No es una no resistencia pasiva al mal, sino una resistencia no violenta activa al mal". (Martin Luther King). 47 Cultura de Paz
  • 43. Por ello, el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, con ocasión del Día Internacional de la Paz 2008, nos recuerda la necesidad de: “Constituir una coalición amplia que trabaje para intensificar y fortalecer los esfuerzos mundiales encaminados a velar por que cada hombre, mujer o niño puedan disfrutar de los derechos y las libertades fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Todos juntos, debemos esforzarnos en poner fin a las flagrantes violaciones de los derechos humanos que se cometen en el mundo de hoy, a fin de crear las condiciones necesarias para construir una Cultura de Paz, uno de los máximos desafíos para la humanidad” (UNESCO, 2008). 48 Cultura de Paz
  • 44. 49 Cultura de Paz Capítulo IV Construyendo Culturas de Paz “La Cultura de Paz es una cultura que promueve la pacificación, una cultura que incluya estilos de vida, patrones de creencias, valores y comportamientos que favorezcan la construcción de la paz y acompañen los cambios institucionales que promueven el bienestar, la igualdad, la administración equitativa de los recursos, la seguridad para los individuos, las familias, la identidad de los grupos o las naciones, sin necesidad de recurrir a la violencia” Elise Boulding La propuesta de las Naciones Unidas de trabajar por una Cultura de Paz constituye un llamado trascendental para promover un cambio cultural que favorezca la construcción de la paz en el mundo. Es en ese sentido, una propuesta para modificar y mejorar desde la política, en este caso internacional, la convivencia de los seres humanos en un momento crítico para superar las amenazas a la sobrevivencia de la humanidad. En ese marco, la “Cultura de Paz” es un concepto normativo, es decir un “deber ser”, que sólo puede ser alcanzado trabajando desde la realidad de las múltiples culturas que existen en el mundo. En el presente capítulo presentamos algunas ideas básicas en torno a lo que significa trabajar por una Cultura de Paz desde nuestras culturas, para lo cual empezaremos repasando algunas nociones sobre cultura, cambio cultural y convivencia social. Culturas de Paz La cultura, como lo dice la UNESCO en una definición sintética, “son las maneras de vivir juntos” (UNESCO, 1995), o como lo señala de manera más amplia Federico Mayor, “es el conjunto de elementos simbólicos, estéticos y significativos que forman la urdiembre de nuestras vidas y le confieren unidad de sentido y propósito de la cuna a la tumba” (Mayor, 1994). En buena cuenta, la cultura abarca toda realización humana diferenciada de la naturaleza. Por lo mismo, la cultura de los seres humanos no es algo predeterminado, sino que es resultado de la
  • 45. interacción entre ellos y con la naturaleza. Es, entonces, dinámica y cambiante, aunque en el corto plazo pueda parecer inmutable. Así, por ejemplo, hasta hace unas decenas de años, los valores e ideas predominantes no favorecían para nada la educación superior de las mujeres o la obligación de los Estados de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Hoy eso está cambiando. La cultura, por otro lado, no se limita al lenguaje, las creencias o las prácticas entre las personas, sino también a las instituciones y sistemas que organizan la sociedad. La cultura involucra, entonces, la manera en que se crea y distribuye la riqueza, se gobierna el bienestar y la seguridad, se manejan las relaciones con el ambiente y se ejerce justicia, entre otros aspectos. Cultura y Sistemas de Paz Si bien los valores, ideas, creencias o comportamientos de las personas tienen un peso considerable en la manera en que se organiza la sociedad, cambios en dicha organización influyen también en los valores, ideas, creencias y comportamientos. La paz, desde luego, necesita de cambios tanto en éstos como en las maneras de organizar la sociedad. Como dice Galtung, se requieren no sólo transformar la cultura, sino también crear instituciones y formas de organizar la sociedad que sustenten la paz. Ambos procesos se producen muy interrelacionados. Un ejemplo es el caso de la “esclavitud”. Ciertamente antes que se eliminara, no necesariamente la mayoría de las personas que no eran víctimas de éste aborrecible sistema, pensaban que era negativo. Su eliminación legal y la propia experiencia social han hecho que hoy en día, las ideas y valores comunes sean contrarios a la esclavitud. Cultura y Balance entre Paz y Violencia Es fácil advertir que no existe una única cultura humana, sino que más bien existen muchas culturas. Diversos estudios identifican más de 10,000 grupos culturales en el mundo. En todos ellos, en mayor o menor grado, encontramos valores, ideas, actitudes y comportamientos favorables a la paz, como también otros favorables al uso de la fuerza y la violencia. Como señala Boulding, en su libro “Culturas de Paz”: “En general, las sociedades tienden a ser una mezcla de temas de una cultura pacífica y de una de guerra, el balance entre esos temas varia de sociedad a sociedad y de momento histórico a momento histórico. En nuestro tiempo, las tensiones ente los dos temas ha devenido en una pesada carga social por un sistema mundial militar vinculado a modos de industrialización y urbanización destructivos del planeta que afectan la capacidad humana para el cambio creativo y pacífico” (Boulding, 2000) . 50 Cultura de Paz