2. Al momento de la llegada de los españoles al Tucumán, Santiago del Estero estaba poblada por numerosas tribus de aborígenes. Como estas culturas no usaban la escritura, se las conoce por su obra, que poco a poco se está redescubriendo y por las narraciones y crónicas de los conquistadores. De la unión de las supersticiones medievales de los españoles y de los mitos de los indios, surge la Mitología de Santiago del Estero, estudiada meticulosamente por el Dr. Orestes Di Lullo.
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4. Es representado por un hermoso toro negro, con cuernos de oro. Se lo concibe relacionado con la creencia española, del familiar, un ente diabólico, que mediante un trato secreto protege a una persona, dándole riquezas, bienestar y éxitos. En el campo, estas riquezas están generalmente relacionadas con el ganado vacuno. Todo esto hasta el momento de la muerte, que es cuando el toro viene por lo suya, el alma y la hacienda. Como el ganado vacuno fue introducido por los españoles, el Toro Supay, es un mito importado por los conquistadores españoles.
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6. Según esta leyenda, una pareja de hermanos vivían solos en el bosque. El hermano varón, le prodigaba a su hermana tanta ternura y cuidado, que nunca se conoció mayor afecto fraterno. Los sentimientos eran tales que incurrían en incesto. Del bosque le traía las mejores frutas, flores, miel, carne de sus animales predilectos y peces. En cambio sólo recibía de ella el trato más cruel. Cansado de tanto tormento, un día la invitó al bosque a comer miel. Cubierta la cabeza con una manta para protegerse de las picaduras de abejas e insectos empezó a trepar ayudada por su hermano. Cuando le hermana se encontraba en lo alto de la copa del árbol, el hermano podó las ramas del árbol y una vez concluida la tarea desapareció. Sola quedó la muchacha. Al ver que no acudía su hermano, llamó. Llamó muchas veces y como no obtuvo respuesta, levantó el manto que la cubría, para recién darse cuenta de su tragedia. Gritó desesperadamente. Solo el eco lejano le contestaba. Pronto la noche cubrió el bosque. Tras horas de agonía y espanto, sus dedos se transformaron en garras curvas, de uñas afiladas, y los brazos en alas. Al tiempo, sin respuesta de su hermano y transformada en pájaro, levantó vuelo. Desde entonces, su canto llama al hermano: “¡KAKUY, TURAY, TURAY!”.
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8. Cierta vez, en los montes de Santiago del Estero, habitaba una jovencita, Telesfora Castillo, Telesita para quienes la conocían y la querían. Vivía sola, sin que se le conociera familia ni casa donde habitar. Suponían que era muy pobre ya que se presentaba vestida casi en harapos y descalza. Llevaban cantarito de agua sobre su cabeza en algunas oportunidades y en otras un poco de leña. De tanto en tanto aparecía atraída por los ecos de la música. Amaba la música y la danza, se apartaba del grupo de gente y sola bailaba acompañando los compases de la música, dando golpes sobre su cantarito, bailaba marcando los pasos de la danza con pies tan leves que parecía no tocar la tierra. Cuando amanecía y la fiesta llegaba a su fin, todos veían a la telesita regresar al bosque, hasta que hubiera otra. Cuando se hizo otro baile, Telesita no acudió a la fiesta, todos advirtieron su ausencia. Fue inútil que pusieran la música fuerte, esperando que así viniera. Todos preocuparon, inquietos y afligidos los hombres salieron a buscarla, internándose en el bosque nocturno. Recién al otro día hallaron su cuerpo sin vida, quemado junto al fogón al que seguramente se arrimaba para pasar la noche .
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10. Es un lugar oculto entre los breñales, de difícil acceso, diabólico, donde el diablo enseña sus artes y acuden los que se inician en la práctica del maleficio o los que van a aprender toda suerte de maña, destreza o habilidad para destacarse en la pelea, en el amor o en el trabajo. Allí se baila, se hace música, se celebran aquelarres (conciliábulo nocturno de brujos) y orgías, a la entrada existe un cristo “cabeza abajo” al que hay que pegar y escupir, mas adelante se ven animales repugnantes y asquerosos: arañas peludas, sapos, escuerzos, víboras etc. Luego de ser sometido a varias pruebas, si el visitante resulta vencedor, puede pedir lo que quiera. Caso contrario se vuelve loco al salir. Se dice que la música sólo deja de sonar cuando alguien se arrima a la cueva y que los animales que pasan cerca se “espantan” y huyen despavoridos.
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12. "Sacha" significa bosque; “yoj", señor. El sachayoj es el numen protector del bosque y vive en sus profundidades. Algunos dicen que tiene la figura de un anciano con larga cabellera; otros que toma la forma de un animal (conejo, vizcacha, guasuncha, etc.) de tamaño gigantesco y los más fantasiosos, que es un ser mitad humano y mitad animal (la cara y el torso de un anciano y los miembros inferiores de un puma, una guasuncha o un zorro). También comentan que tiene forma de un arbusto viviente, con cara humana. Sea como fuere, todos coinciden en que este guardián suele castigar con terrible furia a los cazadores o personas que depredan la flora o fauna de nuestros montes. Cuenta la leyenda que su aparición es siempre insólita. Con sus gritos, que semejan los golpes del hacha del bosque, atrae al hachero hacia la espesura del monte y una vez perdido lo ataca sin compasión. Cuentan los vecinos de Villa Matará que un día el Sachayoj le gritó a un hombre que iba a cazar acompañado por dos perros. El hombre se quedó atemorizado, pero los perros se metieron al monte ladrando. Al poco tiempo, uno de ellos regresó aullando lastimeramente como perseguido por alguien, a quien sin embargo su dueño no pudo ver. Del otro perro no supo nunca más. “Seguro lo llevaría el Sacháyoj”, dijeron los lugareños.
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14. También Mayu Maman. Madre del río. Deidad de Santiago del Estero, que vive principalmente en el Río Dulce. Se la representa como una hermosa mujer rubia que se peina con un peine de oro, con un gajo de úlua o una ñajcha de pescado. Como su mitad inferior tiene casi siempre la forma de un pez, se podría decir que es una sirena fluvial. Se la ve por lo general cabalgando la primera ola de la creciente del Río Dulce o hundiéndose y saliendo de sus turbias aguas, pero a menudo también colgándose de los árboles ribereños, en las noches de luna o siestas apacibles. Se cuenta que en sus grandes tinajas guarda la lluvia, y que anuncia a los hombres buenos la llegada de las crecientes y la formación de bañados. Pero no todo es bondad en ella. Se dice que a veces arrastra a los hombres al fondo de las aguas, ahogándolos.
16. Se la conoce también con el nombre de Alma Mula, Mulánima, Mala Mula, Mujer Mula y Mula sin Cabeza. Leyenda difundida en el Norte y Centro del país, que sería derivación de la Viuda. Es una mujer transformada en mula por haber tenido relaciones amorosas con un cura, o cometido incesto. Se la describe como una mula de color negro o marrón castaño y largas orejas que corre de noche por los campos, echando fuego por la nariz y la boca, y destellos por los ojos. La acompaña el crujir de su freno de oro, y de tanto en tanto lanza un triste rebuzno. Arrastra también pesadas cadenas, como otros seres condenados. No suele ser muy discreta, ya que atraviesa poblaciones importantes de noche, a la carrera y con toda su parafernalia. Ante su cercanía, los perros ladran como enloquecidos. Corre a las ovejas. Al parecer, se alimenta solo de carne, cazando animales y también niños. Según versiones, le gusta merodear en las siestas calurosas y pesadas del verano, las galerías de las estancias antiguas y los patios de los ranchos. Quién la mire, perderá la vida o será víctima de una desgracia. Su rebuzno, casi humano por el dolor y la angustia que llega a transmitir, estremece a los que lo escuchan. Para salvar el alma de esta condenada hay que aguardarla en un sitio estratégico con un cuchillo, y cuando pase cortarle la oreja o las crines. Su sangre al correr, operará como elemento redentor, rompiendo su encantamiento. Se convertirá en una bella y codiciada mujer. Si algún hombre se detiene a mirarla quedará prendado y por ella abandonará familia, trabajo y amigos para seguirla, y morirá al poco tiempo, consumido por la pasión. Este encantamiento por la mirada puede darse aunque el Alma Mula no abandone su apariencia animal.
17. Ésta es la rica mitología santiagueña, cuyos fabulosos personajes son unos, de origen americano, y otros, de origen europeo, introducidos por la conquista española y unido en uno solo a través del tiempo como nuestro propio tipo humano indoeuropeo. Junto con las supersticiones que los españoles trajeron del medioevo español se desarrollaron o conservaron los mitos indígenas de América en el nuevo estado social creado por la conquista y transmitidos por la tradición y la literatura hasta nuestros días. Así es como sabemos, de ambas fuentes, de esa cultura indo hispana surgida entre nosotros en todas sus manifestaciones y de cuya amplitud tomamos, en la restricta dimensión de nuestro tema, no solamente las deidades santiagueñas, sino también sus leyendas, que se fueron trasmitiendo de generación en generación .