Presentación de Estrategias de Enseñanza-Aprendizaje Virtual.pptx
Libro la tartamudez en los niños
1. “LA TARTAMUDEZ EN LOS NIÑOS”
Una ayuda práctica para los padres.
ANN IRWIN, ediciones Mensajero, Bilbao, 2002, ISBN: 84-271-1881-3
INTRODUCCIÓN
La liberación del tartamudeo en un niño de edad preescolar no depende del mismo
niño sino de la conducta de la gente que le rodea, especialmente de sus padres; de que la
tartamudez continúa y se incrementa mientras se ejerzan presiones sobre el habla del
niño; y de que la tartamudez decrece y continúa decreciendo cuando se eliminan esas
presiones.
El propósito de la TERAPIA PREVENTIVA es eliminar la tartamudez antes de que
se desarrolle y se fije, removiendo todas las presiones posibles sobre el habla del niño.
Éstas se remueven por y a través de los padres. Estas presiones no son la causa de la
tartamudez pero, una vez que ésta existe, as presiones sobre el habla hacen que la
tartamudez continúe.
DIAGNOSIS DE LA TARTAMUDEZ
Diagnosticar la tartamudez no es sencillo.
Todos somos “normalmente no – fluidos” y, en general, los niños son “menos fluidos”.
SÍNTOMAS
- Repetición de sonidos (mmmmmamá)
- Repetición de sílabas (ma ma ma mamá) y palabras de una sola sílaba (pues pues)
- Repetición de palabras (sólo sólo sólo)
- Repetición de frases (yo quiero yo quiero)
- Prolongación de sonidos consonantes (mmmmamá)
- Prolongación de sonidos vocales (antes)
- Pausas impropias
- Siempre hay alguna tensión cuando aparecen estos síntomas.
- Otro síntoma: ATASCO o BLOQUEO: se juntan con tensión dos órganos de la
locución. Ocurren, sobre todo, a nivel de las ccvv en la laringe.
2. TERAPIA PREVENTIVA
Presiones sobre el habla
EL PARAGUAS
Terapia Preventiva para:
-aprender a dejar de reaccionar negativamente al tartamudeo.
-aprender a identificar lo que hace que el tartamudeo aumente y lo que hace
que el tartamudeo disminuya.
Paraguas: nos protege. Terapia Preventiva defiende de las reacciones nocivas de
los demás, protege al niño que tartamudea de la gente que intenta hacer que el niño “deje
de hacer eso”. Estas presiones le hacen sentirse ansioso al hablar y sólo le ayudan a que
el tartamudeo empeore.
Aprender a dejar de reaccionar negativamente a la tartamudez → no decirle que
hable más despacio, ni que se tome su tiempo, ni que lo vuelva a decir, ni que se relaje, ni
que deje de hacer el tonto.
No corregir el habla → el niño piensa que su lenguaje es bueno, pero sigue siendo
“corregido” por algo que ha hecho. Lo que ha hecho puede ser un misterio para él, como
la “corrección” continúa, gradualmente se va enterando de qué es lo que está haciendo y
qué es lo que sus padres desaprueban. Por tanto, comienza a intentar no hacerlo y, en el
esfuerzo del intento, crece la tensión, se desarrolla el estrés de hablar y los síntomas de
tartamudez aumentan en frecuencia y gravedad. El niño se vuelve más consciente de la
tartamudez y comienza a sentirse mal en esto de hablar.
No hay que reaccionar de ninguna forma negativa al tartamudeo, mediante el
lenguaje corporal → abandonar la habitación, no mirarle a la cara cuando habla, suspirar,
lágrimas…
Necesitamos disfrutar cuando hablamos y sentirnos relajados, eso nos da
confianza. El niño necesita sentir confianza cuando habla.
“Ignorar el tartamudeo” no es un buen consejo, no funciona. La alternativa positiva
es aceptar el tartamudeo. Si el niño deja de hablar porque se siente incapaz de seguir
pronunciando, lo más tranquilizador es decirle, por ejemplo, “No te preocupes, ya me lo
3. dirás después”, “¿Quieres que diga yo esa palabra en tu lugar?”, “Algunas palabras son
difíciles de decir”.
Si podemos aprender a tratar el tartamudeo como si fuera una expresión normal y
cuanto más lo tratemos como normal, esteramos ayudando mucho al niño, porque el niño,
al ver que su habla es aceptable a sus padres, se siente aliviado del estrés lingüístico.
Cuando tratamos al tartamudeo como anormal es cuando provocamos el apuro.
Clases de cosas que lo empeoran:
- cuando está cansado
- cuando está excitado
- cuando no puede ver un programa de tv
- cuando recibe un cachete
- cuando juega con otros niños
- cuando llega la tía
Clases de cosas que lo mejoran:
- cuando juega solo
- cuando juega con su hermano
- los sábados
- cuando le leen su cuento al acostarse
Escribir una lista de aquellas situaciones que deberíamos alentar y qué situaciones
deberíamos evitar.
El tartamudeo aumenta:
Ö Cuando está cansado
Estrategia:
- tratar de evitar, sobre todo, que se acueste tarde.
- a la hora de acostarse, evitar la excitación que tiende a mantenerle despierto.
- cuando vuelva del colegio, tratar de que vaya a casa y allí se relaje un buen rato,
antes de volver a salir a la calle.
- no podemos impedir que el niño se divierta pero, cuando está cansado después de
haber corrido, intentar no hablarle mientras apenas puede respirar.
4. Ö Cuando está excitado
Estrategia:
- si ningún otro está excitado, la excitación del niño decrecerá.
- Rebajar y no reforzar la excitación sobre acontecimientos especiales como
excursiones, cumpleaños y fiestas. Por ejemplo, en Navidad, empezar a hablar de
los regalos una semana antes, no seis semanas antes del día.
Ö Programas de tv
Estrategia:
- hay disputa porque el hermano quiere ver otro canal. Exponer a los dos niños que
hay que jugar limpio y que cada uno puede escoger sus programas preferidos en
días alternos.
Ö Cuando se lleva un cachete
Estrategia:
- procurar que el cachete pueda ser evitado y sustituido por un castigo que no
aumente el tartamudeo, quizás retirándole un privilegio (“no hay caramelos hoy”),
junto con la explicación de que hoy no se ha portado bien, después de haberle
avisado que se quedaría sin caramelos.
Ö Cuando juega con otros niños
Estrategia:
- si el niño está decidido a jugar fuera con otros niños, podemos incrementar su
tartamudeo si no le dejamos salir, pero podemos intentar sugerirle algo en su lugar.
No debemos impedirle el trato con la gente: podría invitar a un niño a merendar en
casa.
Ö Cuando llega la tía
Estrategia:
- ¿por qué tartamudea cuando llega su tía? La próxima vez que nos visite estaré con
ellos todo el tiempo o escucharé lo que se dicen mutuamente y trataré de descubrir
lo que puede ser. Puede que excite al niño con algo que ni ella misma advierte.
5. El tartamudeo disminuye:
Ö Cuando juega solo
Estrategia:
- Está sentado en el suelo, en un mundo de su propia invención, hablando consigo
mismo…, de manera absolutamente fluida, sin el menor signo de tartamudez.
¿Podríamos prolongar esta situación? Trataríamos de no interrumpirle mientras
juega y comprarle algo para que amplíe ese juego.
Ö Cuando juega con su hermano
Estrategia:
- a veces los interrumpimos cuando juegan juntos. Tratemos de interrumpirles lo
menos posible. Quizá les podríamos comprar un juego para dos jugadores, para
que así jueguen más tiempo juntos.
Ö Los sábados
Estrategia:
- ¿qué pasa con los sábados? Duerme más tiempo, pasa bastante tiempo con su
padre. Continuar así los sábados.
Ö Cuando le leen su cuento al acostarse
Estrategia:
- Se pone a hablar sobre el cuento, y entonces tartamudea muy poco. Podríamos
darle un poco más tiempo en esta circunstancia.
Adaptar estas estrategias a cada familia. No esperéis resultados rápidos. Tratamos
de que disminuya el tartamudeo, pero no lo podemos parar en un corto período de tiempo.
Pidiéndole que hable más despacio, aparte de darle a entender que consideráis
que hay algo que no va bien con su habla, realmente estáis pidiendo un imposible. Si la
familia habla rápido, hay que hacer todo lo posible por hablar en casa más despacio.
Estrategias para que el niño hable más despacio:
- intentar reducir su excitación
- guarda calma y no te excites tú misma
6. - no levantes la voz
- reduce la velocidad de tu propia locución, dale un ejemplo a imitar
- nunca le des prisa en nada. Es fundamental que en ningún momento le presionéis
para que hable más rápido, lo que suele ocurrir cuando los padres están
impacientes. Siempre debe sentir que dispone de todo el tiempo para hablar.
Objetivos del PARAGUAS:
- aprender a dejar de “corregir” el tartamudeo y asegurarse de que ninguno más lo
“corrige”.
- Tratar de evitar las muestras de desaprobación y la ansiedad sobre este asunto, a
través del lenguaje corporal.
- Tomar nota de lo que hace que el tartamudeo aumente o disminuya, de modo que
tengas pautas para ayudarte.
- Recordar que puede ayudar bastante el trabajar indirectamente sobre la velocidad
del habla.
Trabajar la terapia del PARAGUAS hasta que sientas que la tienes muy bien bajo
control, aunque no sea perfectamente, antes de seguir adelante. Podría llevarte de 2 a 3
semanas.
PREGUNTAS
Aprender a reducir el número de preguntas que le hacéis → hacer preguntas se
convierte en una presión sobre el habla. Le dejamos, realmente, sin salida, porque
esperamos que responda cuando le preguntamos algo. Queremos que hable y que
disfrute hablando pero, en realidad, le estamos forzando a hablar.
No hay que eliminar del todo las preguntas, pero sí suprimir las que son
innecesarias.
Hay que aprender la manera de sustituir las preguntas mediante una conversación
que no emplee forma interrogativa.
Por ejemplo, ¿Por qué no has acabado tu desayuno? → Veo que no has acabado
tu desayuno.
7. Hay que aprender a reducir y reelaborar las preguntas. Por ejemplo, ¿Dónde lo has
puesto? → Trataremos de dar con él.
Para obtener respuesta larga es difícil sustituir por una no-pregunta. Por ejemplo,
Cuéntame toda la fiesta ¿qué hiciste durante todo el tiempo? → Me gustaría escuchar
todo lo de la fiesta, tal vez te acuerdes de contármelo de camino a casa (así no
presionamos para que lo cuente).
Tipos de preguntas:
- sí – no: puede que no produzca tartamudeo
- tema de conversación de su elección y te invita a hacer la pregunta. Por ejemplo,
Mamá, ¿sabes qué me gustaría hacer hoy? → No, ¿qué te gustaría?
- Preguntas que amenacen o causen estrés: seguramente tartamudea. Por ejemplo,
¿por qué has hecho esto?
Es raro que un niño siga mejorando constantemente sin algún retroceso. Fiestas,
accidentes, caer enfermo, tener miedo, volver al colegio, cambiar de colegio… son causas
frecuentes de retrocesos temporales.
Es preferible hacer la pregunta y luego, en un momento tranquilo, pensar en qué
podíais haber dicho en su lugar. No debemos ser absolutamente rígidos ni desistir de
hacer preguntas, porque sólo estamos intentando aliviar una presión específica sobre el
habla.
EXIGIRLE QUE HABLE
Eliminar otra presión específica → pedirle que hable. Nunca intentéis mostrar o
exhibir su locución.
Hay que suprimir “di”, “cuenta”. Por ejemplo, di hola, di gracias…
Por ejemplo, si quieres que él pida perdón por algo, en vez de exigirle que lo diga,
dile que estás enfadada con él y que no lo vuelva a hacer, pero guárdate de exigirle que
diga nada.
Hay otras situaciones que también hay que evitar si le produce estrés y
tartamudea. Por ejemplo, adivinanzas o veo – veo.
8. Puedes también, inconscientemente, pedirle que hable, si no has entendido las
palabras del niño y le pides que repita lo que ha dicho. Es preferible no pedirle que repita,
porque esto causa, frecuentemente, tartamudeo. En vez de eso, puedes ser capaz de
adivinar lo que ha dicho o incluso sonreír a modo de reconocimiento.
INTERRUPCIONES
Debe pasar 9 meses de fluencia antes de que se pueda decir confiadamente que el
tartamudeo ha quedado vencido.
No interrumpirle, sino permitirle a él que os interrumpa.
- no acabar sus frases
- no impedir que empiece a hablar
La interrupción le causa frustración y le hace sentir que lo que tiene que decir no es
muy importante, porque tú no tienes interés en oírle de qué se trata. Además, sentirá que
debe hablar más rápido para conseguir decir lo que desea antes de ser interrumpido. El
sentimiento de que es necesario hablar rápidamente es una de las causas más corrientes
del aumento del tartamudeo, y encima le dicen “habla más despacio”.
Dejar que interrumpa a los padres, porque cuando el niño tiene algo que decir no
queremos que tenga que pararse a pensar. Queremos que hable, aunque no sea
oportuno. Es una presión sobre su habla ignorarlo o hacer que se calle.
PRESTARLE ATENCIÓN
Hay que escuchar e interesarse en lo que dice. La desatención, la media atención o
la atención perdida durante la conversación, es probable que disminuya su confianza y
aumente su tartamudeo.
Hay que escuchar lo que está diciendo y no cómo lo dice.
Si en ese momento no se puede escuchar al niño porque estés, por ejemplo dando
de comer al bebé, se le explicará que ahora no puede escuchar pero que cuando termine
puede contárselo. Debe evitarse defraudar al niño sin darle explicación alguna.
9. Dejar de prestar atención al lenguaje del niño supone, por tanto, una verdadera
presión sobre el hablar.
LA COMPETENCIA POR LA OPORTUNIDAD DE HABLAR
A veces se encuentra con otros que empiezan a hablar al mismo tiempo que él, y
como los demás hablan mucho, es incapaz de meter baza en la conversación.
Hay que evitar al niño el tener que competir por una oportunidad de hablar. Hay
que permitir que hable el primero, aunque teniendo cuidado con los otros niños. En el
aula, está bien esperar turno.
Cuando, por ejemplo, en la mesa están todos conversando, tiene que haber pausas
suficientemente largas para que él pueda intervenir y tener su buena parte de tiempo.
PRONUNCIACIÓN Y GRAMÁTICA
Permitir al niño aprender el lenguaje a su propio ritmo y no verse sometido a la
presión de hacer ciertos sonidos, decir ciertas palabras o ponerlas en una secuencia
particular. El habla normal y el lenguaje se desarrollarán espontáneamente.
Si su atención se dirige a los defectos en su pronunciación y en su gramática,
comenzará a poner esfuerzo en el hablar. Se le debe permitir hablar sin corregir ni su
pronunciación ni su gramática. Cualquier corrección es una presión sobre su habla.
No corregirle, se puede hacer así, por ejemplo, “mamá, un cato”, “sí, es un gato”.
Esto no implica que le obligáis a que diga las palabras de modo correcto, sino que,
sencillamente, ofrecen un estímulo que automáticamente copiará cuando esté dispuesto.
Igualmente, cuando la construcción de frases del niño sea inmadura, sus esfuerzos
no deberían ser corregidos. No cambiéis sus frases tratando conseguir que las construya
como los adultos. Tampoco celebréis demasiado sus progresos en este campo, es mejor
que piense que la perfección en el lenguaje no tiene demasiada importancia.
Debéis evitar formas de hablar demasiado complejas, así como flujos continuos de
palabras, porque el niño puede sentir que tendría que copiarlos y, siendo incapaz de
hacerlo así, se vuelva más vacilante que lo acostumbrado.
10. Por ejemplo, “Papi viene a las 6 y tenemos que estar preparados para salir tan
pronto como llegue” → “Debemos prepararnos ahora, vamos a salir con Ppai”.
Él necesita modelos de lenguaje de acuerdo con el desarrollo de su propio
lenguaje, de modo que el hablar le resulte fácil y no algo que cae fuera de su alcance.
El niño, cuyo lenguaje esté algo retrasado, ha de esperar un año más o menos
antes de que se le aplique un tratamiento especializado a su particular desorden
secundario del habla.
Puede que el segundo desorden del habla sea grave y requiera terapia inmediata y
a largo plazo. En estos casos el logopeda determinará las prioridades.
Un tartamudeo puede ser causado por la presencia del segundo desorden del
habla. Si este segundo desorden produce un gran estrés emocional en el niño, puede que
sea, precisamente, la causa del tartamudeo. El tratar y mitigar este segundo desorden
aliviaría entonces el estrés del habla y, por consiguiente e indirectamente, también
aliviaría el tartamudeo.
HACER INVENTARIO
Pocas semanas después de superado o casi superado el tartamudeo del niño, será
tiempo de comenzar a volver a la normalidad. Necesita acostumbrarse de nuevo a las
presiones. Pero un poco cada vez y de una en una. Seguir el mismo orden que habéis
seguido cuando removíais las presiones pero no volver a introducir ninguna presión que
cause la vuelta del tartamudeo.
Podéis comenzar este proceso haciendo al niño alguna pregunta ocasional y luego,
si todo marcha bien, aumentáis el número de preguntas hasta que hayáis llegado a un
número normal. Quizá haya que dedicar unas 2 semanas a la reintroducción de cada
presión.
Una vez reintroducidas las preguntas, comienza el volver a exigirle que hable,
aumentando gradualmente estas exigencias, hasta que penséis que ya habéis llegado a
la normalidad.
Si no muestra señales de tartamudeo, podéis dar el siguiente paso: procediendo a
interrumpirle ocasionalmente y a hacerle saber, de vez en cuando, que no está bien que
os interrumpa a vosotros.
11. Seguid reintroduciendo las otras presiones, no dedicándole la plena atención que él
desea cuando os habla, permitiendo alguna competencia en la oportunidad de hablar y
corrigiendo ocasionalmente su pronunciación y gramática, si creéis que esto es necesario
y oportuno.
Cuando estéis volviendo a introducir estas 6 presiones sobre el habla es
enormemente importante que os deis cuenta de si producen alguna tartamudez. Si es así,
deberíais posponer su reintroducción hasta que no produzcan ninguna vuelta del
tartamudeo. Es importante tener en cuenta que todos nosotros somos, normalmente, no –
fluyentes.
Después que el niño haya superado su tartamudez puede que, a veces, repita
sonidos, sílabas y frases, pero estas normales no – fluencias estarán siempre
completamente libres de tensión y ansiedad.
Presiones indirectas sobre el habla
EXPECTATIVAS
No podemos esperar fluidez de un niño que está frecuentemente sobreestimulado y
excitado ni de un niño que duda constatemente de sí mismo o que está a menudo
asustado o humillado. Presiones que afecten desgraciadamente los sentimientos del niño
afectarán indirectamente a su habla.
El estímulo es bueno para el niño, le ayudará a realizar cosas y aumentará su
autoestima, y, a su vez probablemente, atenuará su tartamudeo. Con todo, surgen las
frustraciones cuando los padres siguen esperando que su hijo realice cosas que no es
aún capaz de realizar, o cuando no son razonables en sus exigencias.
Es importante que las expectativas sean realistas. El perfeccionismo debería
evitarse porque sólo aporta estrés y hace que el niño sienta que nunca puede hacerlo
bastante bien. Por ejemplo, “Deja que te ate los botones, tú siempre los pones mal”.
Si, además, sufre un shock grave puede hacer que el tartamudeo vuelva. Por tanto,
habría que evitar lo más posible todo lo que asuste al niño: acostarse sin luz, tener
cerrada la puerta de la habitación…
12. Evitar la sobreexcitación. Experiencias de emoción profunda, aun placenteras,
afectan al habla.
No sentirse humillado ni avergonzado por el tartamudeo de su hijo.
DISCIPLINA
Si pensáis que el niño tartamudea deliberadamente, corréis el riesgo de reaccionar
negativamente ante esta realidad. Es imposible tartamudear de modo convincente. Toda
disciplina referida al habla debe evitarse. Una disciplina general adecuada minimizará las
frustraciones emocionales causantes del tartamudeo.
El ridículo, la irritación y la impaciencia son hechos punitivos; también el alabar o
premiar la fluidez es un castigo indirecto, porque implica que la fluidez es bienvenida pero
tartamudeo no.
La inaceptable conducta del niño, aunque sea motivo de preocupación, nunca
debería llevar a una conducta inaceptable por parte de sus padres. Él nunca debería
sentir que no es amado.
La tendencia a tartamudear crece con las críticas sobre el habla: “no hables tanto”,
“no hagas tantas preguntas”.
Los cambios súbitos confunden y desorientan a los niños. Al someter a disciplina a
vuestro hijo, es siempre aconsejable mantenerse firmes pero adoptando una actitud de
normalidad, sin emoción, como si no pasara nada.
Ser firmes no significa estar enfadados. Lo mejor es que él no albergue dudas. Si
decís “vamos a hacer esto” o “no vamos a hacer esto”, él sabrá a qué atenerse, mientras
que diciendo “vamos a ver…” le haréis sentirse incierto, esperando algo que va a suceder
pero temeroso de que no suceda.
La disciplina tiene que estar basada en la razón, tiene que tener sentido para el
niño.
13. OTRAS CAUSAS DE ESTRÉS EN LA COMUNICACIÓN
Lo que causa problema es el estrés no deseado y el estrés excesivo.
El nivel de estrés que él tiene variará constantemente y, cuando sea excesivo,
estará más propenso a tartamudear, porque el estrés se refleja en el habla.
Si las circunstancias del niño parecen ser causa de estrés, corresponde
plenamente a sus padres vigilar las condiciones que afectan a su conducta verbal y dar
los pasos convenientes para cambiar los factores perturbadores.
Otros estreses que afectan al habla:
- miedos
- choques emocionales
- rapidez
- excitación
- estrés físico
- incertidumbre
- gente de autoridad
- sentimiento de pérdida
- preferencia por el uso de una mano
- falta de armonía en el hogar
“LA TARTAMUDEZ COMIENZA NO
EN LA BOCA DEL NIÑO SINO EN
LOS OÍDOS DE SUS PADRES”.