El tema es de máxima actualidad en nuestro país porque da sustento doctrinal, con conclusiones opuestas, a los dos antagonistas políticos -derechas e izquierdas- que en este momento propugnan bajadas o subidas de impuestos, respectivamente.
TAREA_ INFOGRAFÍA DE LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA.pdf
BAJAR IMPUESTOS SI SE PUEDE
1. 1
BAJAR IMPUESTOS, ‘SIEMPRE QUE SE PUEDA’.
Manfred Nolte
Los axiomas indiscutibles y las proclamaciones apodícticas presentan a veces
fisuras que debidamente escrutadas pueden llevar a una devaluación sustancial
de aquello que en sus enunciados se defiende. Contienen una parte fundamental
de verdad, pero sometida a la omnipotente influencia del relativismo. Tal es el
caso de los postulados lanzados por el economista americano Arthur Laffer
recogidos en su famosa representación, la llamada ‘curva de Laffer’. El tema es de
actualidad en nuestro país porque da sustento doctrinal, con conclusiones
opuestas, a las dos facciones políticas -derechas e izquierdas- que en este
momento propugnan bajadas o subidas de impuestos, respectivamente.
La curva del estadounidense tiene forma de sombrero, o de ‘U’ invertida,
representando el eje vertical la recaudación del gobierno y el horizontal el tipo
impositivo. Laffer defendió la curva como un instrumento pedagógico para
advertir que subir el tipo del impuesto no aumenta necesariamente la
recaudación porque la base tributaria puede disminuir y en algunas
circunstancias, una reducción en los tipos impositivos podría aumentar los
ingresos gubernamentales si creciese sustancialmente la base. No olvidemos que
cuando hablamos de subir o bajar impuestos hablamos de la cuota que es a su vez
función de dos variables: el tipo impositivo y la base imponible.
2. 2
La curva de Laffer es indiscutible en su enunciado global: informa que en los
puntos extremos de tasas impositivas (de 0% y 100%) la recaudación del gobierno
es nula. En el punto en el que la tasa impositiva es cero, los ingresos fiscales serán
inexistentes, ya que no se aplica ningún impuesto. Por el contrario, si la tasa
impositiva es del 100%, los ingresos fiscales también serán nulos, ya que nadie
aceptará producir, trabajar o invertir sin remuneración neta, si los ingresos
generados en el proceso son destinados en su totalidad a pagar impuestos.
Esto implicaría, sin mucha margen de desacuerdo, que hay algunos puntos a lo
largo de la curva en los que el aumento de los tipos impositivos reduce la cantidad
de ingresos fiscales que el Gobierno recauda y también que existen otros puntos
en que, alternativamente, un aumento de tasas sí produciría un incremento de la
recaudación. Esta última es la sección ‘buena’ de la curva y de la situación de la
economía que pretende describir, mientras que la primera tendría la condición
de ‘mala’, no deseable o contraproducente. Laffer hace hincapié en la primera
hipótesis, esto es, en los absurdos costes de eficiencia que en ocasiones pueden
acarrear los impuestos incluso en términos de recaudación fiscal, pero nosotros
seguiemos todavía el discurso en abierto.
La curva de Laffer se fundamenta en el hecho de que los cambios en los tipos
fiscales producen dos tipos de efectos de carácter distinto sobre los ingresos
tributarios: son los llamados ‘efecto aritmético o estático’ y ‘efecto económico o
dinámico’. El efecto aritmético es fácil de entender: si el tipo baja, la recaudación
baja a igual base imponible. Sucederá lo contrario si el tipo aumenta, cuando la
recaudación aumentará a igual base imponible.
Pero el ‘efecto económico’ viene a trastocar esta simple transitividad, por el
incentivo que unos tipos bajos tienen sobre el empleo, el PIB, la actividad y la tasa
de crecimiento de la economía, y en consecuencia sobre la base imponible, que al
aumentar incide favorablemente en la recaudación. Alternativamente, tipos
superiores desincentivan la actividad, reduciendo la base imponible y finalmente
los ingresos tributarios. Es lo que llamamos la ‘cuña fiscal’. Los agentes
económicos modifican su comportamiento y reaccionan a la subida de impuestos,
pudiendo perjudicar los intereses recaudatorios del Estado.
El tema se complica cuando pasamos del discurso teórico a la aplicación práctica
en la vida diaria de una economía, porque es muy difícil, por no decir imposible,
demostrar en que punto de la curva -bueno o malo- se encuentra una economía
determinada. En consecuencia, las decisiones políticas se toman a golpe de
intuición. Los estudios empíricos al respecto son múltiples y contradictorios.
Cuando Reagan bajó los impuestos al ser elegido presidente de los Estados
Unidos, los hechos no confirmaron la conjetura de Laffer generando una
reducción en la recaudación total. Islandia proporcionó una información
alternativa de la curva: de 1991 a 2001, la tasa impositiva cayó desde el 45% hasta
el 18% y los ingresos fiscales se triplicaron.
Todo lo anterior no está reñido con posicionarse en favor de rebajar la fiscalidad
de un país. Pero nunca en base a dejar que el aumento de la deuda actúe de
comodín del sistema. Ni siquiera cuando la financiación de la deuda ha sido
gratuita, pero mucho menos en la actualidad.
3. 3
En el caso español: debe intentarse minorar la tributación ‘siempre que se pueda’
como propugnaba Milton Friedman, no porque así vayamos a aumentar la
recaudación, hipótesis relativamente heroica, sino para proporcionar oxígeno a
un sector privado más eficiente que el público, seriamente acorralado por
sucesivas crisis y situado a menudo como blanco de críticas injustificables.
‘Siempre que se pueda’ significa sin aumentar el déficit público, adelgazando
todos los michelines de un gasto público improductivo e ineficaz. Para más
bondad, esta política es antiinflacionista. Si por un avatar del destino la
recaudación se incrementase, significará ello que las rebajas impositivas han sido
insuficientes y hay que proseguir su senda bajista.
Pero mirando por el retrovisor al Reino Unido para no caer en idénticos
desatinos.
CURVA DE LAFFER