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Este estudio de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y el Maltrato Animal lo demuestra. Los encierros también implican sufrimiento. Además, los animales son ejecutados posteriormente sólo para nuestro entretenimiento.
Estudio de AVATMA Resumen el sufrimiento de toros y novillos en la lidia con y sin encierro previo
Estudio de AVATMA Resumen el sufrimiento de toros y novillos en la lidia con y sin encierro previo
1. EL SUFRIMIENTO DE TOROS Y NOVILLOS EN LA LIDIA CON Y SIN
ENCIERRO PREVIO
Los bovinos de lidia son rumiantes, animales no depredadores, gregarios y por tanto
pacíficos en su ambiente natural salvo que perciban peligro, en cuyo caso, en la
mayoría de las ocasiones, tenderán a huir; si su zona de escape es invadida, podrán
optar por el ataque como defensa. En el plano emocional son muchos los estímulos
que conllevan sufrimiento psicológico para estos animales: salida de sus explotaciones
ganaderas, transporte, ubicación en lugares extraños y desconocidos, el público, ruidos
y todo lo que la lidia supone para ellos, con o sin encierro previo. La presencia del
torero y de sus subalternos en la arena creemos que constituye para estos animales
una amenaza, que se presenta ante ellos como un depredador que pone en peligro su
vida y contra el que deben defenderse, dadas las nulas posibilidades de huir que tienen
en esos recintos.
Estrés durante el encierro
Los mayores peligros durante los encierros se producen cuando alguno de los animales
queda cortado y aislado del resto, situación ésta que sin duda provoca sensación de
pánico en ellos. Normalmente, mientras el grupo permanece compacto, los toros no
suelen defenderse del acoso de los corredores. Aun así, es evidente el intenso estrés
que padecen durante el recorrido, por lo novedoso de la situación en la que se
encuentran inmersos (bullicio, centenares de personas a su alrededor, firme
deslizante...).
Daños físicos provocados enla lidia
Durante el primer tercio de la lidia o tercio de varas (faena que lleva a cabo el picador
desde su caballo) el toro es sometido al castigo de las puyas, instrumentos de forma
piramidal con afiladas aristas de acero que pueden llegar a abrir 7 trayectorias
diferentes de hasta 30 cm en total. El lugar de colocación de los puyazos debería ser en
una zona muy musculada del cuello, el morrillo, pero esto ocurre sólo en el 20% de las
ocasiones; en el 80% restante suelen aplicarse por detrás de la cruz lo que provocará
tremendos daños anatómicos. Las puyas van a lesionar y seccionar músculos,
tendones, ligamentos, venas, arterias, nervios, costillas y sus cartílagos de
prolongación, vértebras y escápulas, así como lesiones de los plexos braquiales que
inervan las extremidades anteriores (imprescindibles para una adecuada locomoción) y
de médula la espinal. Si son ladeadas podrán penetrar en la cavidad torácica
provocando lo que se conoce como neumotórax, que causa un grave compromiso
respiratorio. La función del tercio de varas es debilitar al animal por la pérdida de
sangre que se le provoca (8-18% de su volumen) y lesionar las estructuras anatómicas
que le permiten levantar y girar la cabeza. Además, en numerosas ocasiones, los
picadores realizan maniobras ilegales que provocan aún más daños físicos en los
animales, como el llamado "crimen del estribo del picador" (dejar suelto el estribo -
armazón de hierro que pesa 30 kilos- que impacta numerosas veces contra el toro
durante su lucha contra la vara de picar, provocándole numerosos traumatismos en
cabeza, cuello y espalda), el barrenado (meter y sacar la puya varias veces), el
2. sacacorchos (girar la puya una vez clavada), la carioca (impedir que el toro pueda huir
del caballo cuando siente dolor). Y a veces los toros también sufren las consecuencias
de los pisotones los caballos de los picadores, que les provocan severas cojeras
durante la lidia.
Durante el segundo tercio o tercio de banderillas se clavan, en las zonas anatómicas
previamente lesionadas por las puya, unos arpones de 6 cm (8 cm en las llamadas
banderillas de castigo). Las banderillas son también conocidas como "avivadores", y se
utilizan para "despertar" o "espabilar" al animal, que se encuentra físicamente agotado
después de la lucha con el caballo del picador, y provocarle un dolor intenso, además
de aumentar la pérdida de sangre. Lesionan fundamentalmente músculos que ya han
sido destrozados en el tercio de varas.
El último tercio de la lidia o suerte suprema comprende el toreo con muleta y la
muerte del animal mediante la aplicación de la estocada, el descabello (en caso
necesario) y la puntilla. Durante la faena de muleta el animal sufre un intenso
agotamiento físico, ya que los bovinos pasan solo un 3% de su tiempo ejercitándose de
alguna manera, por lo que someterlos a la exigente movilidad de los pases del torero
les provocará importantes alteraciones orgánicas. El estoque es una espada de acero
de 80-88 cm de largo que penetra en el tórax del animal seccionando lóbulos
pulmonares y bronquios, y que origina la muerte lenta por asfixia al originar acúmulo
de sangre en su cavidad torácica. La supuesta "estocada ideal" -aquella que secciona
grandes vasos de la cavidad torácica como la vena cava caudal y provoca una agonía
más corta en el animal- sólo se produce en el 14% de los casos, observándose
asiduamente estocadas muy anteriores (que seccionan tráquea y esófago), demasiado
traseras (que traspasan el diafragma clavándose en el hígado y en la panza,
provocando parálisis del nervio frénico y una agónica insuficiencia respiratoria) o
incluso algunas que traspasan los pulmones de lado a lado. Durante la agonía, que
será más o menos lenta en función de los daños que provoque el estoque, el animal
podrá presentar estertores y eliminar sangre por su boca y/o nariz en mayor o menor
volumen. Si tras la estocada el animal no cae en un tiempo relativamente corto, se
procederá, por parte del matador, a realizar el descabello, para lo cual emplea una
espada (verduguillo) que tiene un tope a 10 cm de su punta. Ésta se introduce entre el
1º y 2º espacio intervertebral cervical y secciona la médula espinal provocando una
tetraparesia en el toro, que doblará las manos y quedará preparado para recibir la
puntilla. El descabello es una faena complicada, que en muchas ocasiones requiere
varios intentos. A veces los matadores, si no aciertan de forma rápida, pinchan con la
punta del verduguillo el morro del animal para que humille y baje más la cabeza,
aumentando su dolor y su sufrimiento. Por último, una vez el toro está en el suelo, un
subalterno lo rematará utilizando la puntilla, un cuchillo de 10 cm de hoja que
introducido entre el hueso occipital y la 1ª vértebra cervical que va a seccionar el bulbo
raquídeo, un centro nervioso que regula el latido cardiaco y la respiración. La lesión
parcial de este centro nervioso no provoca la muerte, siendo necesaria la destrucción
total del mismo para hacerla posible, por lo que en muchas ocasiones los puntilleros
dejan vivos a los animales, dándose casos en que las orejas les son cortadas aún
conscientes o son arrastrados por las mulas sin estar muertos. El uso de la puntilla
como método de sacrificio fue prohibido en los mataderos de la UE por su extrema
crueldad.
3. Otras alteraciones y daños anatómicos que se pueden observar en los animales
durante y después de la lidia son los siguientes:
- Lesiones oculares detectadas post mortem, derivadas de los golpes de los
globos oculares y sus anejos con el peto del caballo, los burladeros y durante el
transporte: fracturas del borde orbitario del arco superciliar, úlceras de córnea,
protrusión de la membrana nictitante, desprendimiento de retina, luxaciones y
subluxaciones de cristalino y hemorragias intraoculares.
- Disminución de la capacidad visual según avanza la lidia, producida por
cansancio en los centros nerviosos responsables de la visión y agotamiento de
los músculos oculares a consecuencia de la constante fijación de la mirada en el
engaño, los persistentes giros que estos animales se ven obligados a realizar
siguiendo la muleta y el dolor que padecen.
- Fractura de cuernos y de extremidades
- Caídas: las más frecuentes son aquellas que lesionan la zona del carpo por el
arrastre y roce con la arena de la plaza de la zona dorsal de la articulación del
menudillo.
Alteracionesanalíticas entoros lidiados
Las analíticas sanguíneas realizadas en estos animales demuestran que ningún
parámetro se encuentra en valores basales o fisiológicos, todos están por debajo o por
encima de lo que se puede considerar como normal. Esto nos indica que hay un gran
sufrimiento muscular y alteraciones en órganos como riñón e hígado, deshidratación e
hipovolemia. También se han medido elevados niveles de C02 e hipoxia en la sangre y
tejidos de estos animales, que padecen lo que se conoce como acidosis metabólica,
marcador inequívoco de sufrimiento en los bóvidos. Los niveles de determinadas
hormonas como la ACTH, cortisol y endorfinas (opiáceos endógenos) indican la
existencia de un altísimo estrés, que termina siendo crónico o no adaptativo: conforme
avanza la lidia, el dolor y todas las alteraciones orgánicas que padece el animal van en
aumento, provocando la elevación de los opiáceos endógenos; por el contrario a
medida que transcurren los tercios de la lidia estos animales ven mermada su
capacidad de responder ante las situaciones estresantes, por agotamiento de las
respuestas neurofisiológicas a nivel del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal.
Conclusión
Como veterinarios afirmamos que la lidia de toros, con o sin encierro previo, es un
ejercicio de maltrato y tortura animal que debe ser abolido, y que cualquier hipótesis
que pretenda hacer creer que el padecimiento de los toros durante la lidia no es tan
intenso como se piensa, deberá ser sancionada por los organismos que rigen la
actividad veterinaria tanto a nivel académico como profesional.
Informe realizado por José Enrique Zaldívar Laguía, presidente de AVATMA
(Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal),
en nombre de los 267 veterinarios que forman parte de la misma.