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SINDROME NEFRÓTICO
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SÍNDROME
NEFRÓTICO
Nefrología Básica 2
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7
Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
Carlos Eduardo Arcos Sanz.
Médico Especialista en Medicina Interna y Nefrología.
Definición.
Es un síndrome clínico definido por la concurren-
cia de proteinuria mayor de 3,5 gramos/1,73 mt2
en 24 horas, albúmina sérica inferior a 3.0 gr/dL,
hiperlipidemia, lipiduria y edema periférico. Su
presencia es patognomónica de una entidad patológica
que afecta el glomérulo y que puede ser debida a en-
fermedades sistémicas (ej. Diabetes mellitus, lupus eri-
tematoso sistémico entre otras) y a enfermedades pri-
marias o idiopáticas, es decir, que afectan de manera
única o preferencial al riñón (ej. Nefropatía membrano-
sa idiopática, enfermedad de cambios mininos).
Etiología.
La patología glomerular tiene una distribución diferen-
cial teniendo en cuenta principalmente edad y grupo
racial. En los adultos se encuentran patologías sisté-
micas subyacentes como la diabetes mellitus, amiloi-
dosis o lupus eritematoso sistémico, como etiología de
alrededor del 30% del síndrome nefrótico. El resto está
relacionado con desórdenes renales primarios es decir
idiopáticos.
Las glomerulopatías primarias más comunes son la
nefropatía membranosa, glomeruloesclerosis focal y
segmentaria, enfermedad de cambios mínimos y la glo-
merulonefritis membrano proliferativa. Antes de los 10
años de edad el 90% de síndromes nefróticos se debe
enfermedad de cambios mínimos, entre adultos jóve-
nes afro descendientes se detecta una frecuencia rela-
tiva mayor de glomeruloesclerosis focal y segmentaria
de hasta el 50% de los casos y en general en un 30%
de los adultos jóvenes de todas las razas. La nefropa-
tía membranosa idiopática es la principal causa de sín-
drome nefrótico en adultos mayores , y en ancianos la
amiloidosis. Comparaciones históricas indican que la
glomeruloesclerosis focal y segmentaria ha incrementa-
do en frecuencia y la glomerulonefritis membrano proli-
ferativa ha disminuido entre los adultos.
Cabe anotar que, en ocasiones se puede presentar pro-
teinuria superior a 3.5 gr/24h sin la constelación de ha-
llazgos clínicos, de laboratorio y complicaciones de un
síndrome nefrótico “completo”, pero que generalmente
se estudian de manera conjunta dado que ambas situa-
ciones comparten similar etiología.
La enfermedad de cambios mínimos puede presentar-
se en adultos en asociación con el uso de medicamento
como anti inflamatorios no esteroideos, oro, litio, rifam-
picina, AINEs, o ser una manifestación para neoplásica
de enfermedad de Hodgkin entre otras lesiones tumora-
les. Igualmente la glomeruloesclerosis focal y segmenta-
ria se desarrolla en el contexto de infección por el virus
de la inmunodeficiencia humana, abuso de drogas ilíci-
tas intravenosas, nefropatía por reflujo, reacción idio-
sincrática a AINEs, obesidad severa y lesión cicatrizal
de una lesión glomerular previa. También la nefropatía
membranosa se encuentra asociada a infecciones nefri-
togénicas como hepatitis B, hepatitis C y sífilis, al igual
SÍNDROME NEFRÓTICO.
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Nefrología Básica 2
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Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
que desordenes inmunológicos como lupus, enfermedad
mixta del tejido conectivo y crioglobulinemia
Es decir estos patrones histopatológicos no son exclu-
sivos de las enfermedades glomerulares idiopáticas o
primarias y pueden ser encontrados como una de las
manifestaciones renales de una enfermedad o condición
sistémica. De esta manera cobra relevancia los antece-
dentes clínicos del paciente y los estudios de laboratorio
pertinentes para cada caso.
Fisiopatología.
Proteinuria:
La excreción urinaria normal de proteínas es menor de
150 mg en 24 horas, aunque se a sugerido aceptable
hasta 300 miligramos, y que corresponden a 20 – 30
mg de albúmina, 10 a 20 mg de proteínas de bajo peso
molecular que se filtran libremente por el glomérulo y
40 a 60 mg de proteínas de secreción tubular como la
proteína de Tamm-Horsfall e inmunoglobulina A. Un
valor superior a 300 mg en orina recolectada en 24 ho-
ras, o relación proteínas totales en orina a creatinuria
en muestra espontanea de orina en miligramo a mili-
gramo (cociente mg/mg) superior a 0,3 es anormal y se
denomina proteinuria.
Por otro lado, el concepto de micro albuminuria hace
referencia a un presencia incrementada de albúmina en
orina en valores entre 30 a 300 mg en la recolección
de orina en 24 horas o análogamente a una relación
(cociente) entre albuminuria y creatinuria de 30 a 300
miligramos/gramo en muestra ocasional de orina. Esta
medición es de utilidad para identificar diabéticos e hi-
pertensos crónicos a riesgo de desarrollar nefropatía.
Causas de proteinuria son:
A. Alteraciones en la barrera de filtración glomerular
(endotelio fenestrado, membrana basal glomerular
y diafragma hendido entre los pies de los podoci-
tos).
B. Aumento en la concentración plasmática de proteí-
nas filtrables por una barrera de filtración glomeru-
lar normal (proteinuria por sobreflujo)
C. Disminución de la reabsorción tubular (tubulopa-
tías)
D. Aumento en la excreción de proteínas tubulares es-
tructurales (necrosis tubular aguda).
Valores de proteinuria mayores de 3.5 gramos/1,73
mt2
en orina de 24 horas generalmente corresponden a
proteinuria de origen glomerular; su mecanismo fisio-
patológico no está del todo claro y se plantean varias
hipótesis, que no son excluyentes entre si, y que inclu-
yen la perdida de la carga fija aniónica de la barrera
glomerular, alteraciones estructurales y funcionales de
los podocitos, sus pedicelos y del diafragma de hendi-
dura; que generan una filtración incrementada de ma-
cromoléculas a través de la pared del capilar glomeru-
lar, siendo la albúmina la principal proteína urinaria
detectada , pero otras proteínas plasmáticas también
se encuentran como proteínas fijadoras de vitamina D,
transferrina y factores inhibidores de la coagulación.
Esto da cuenta de algunas de las alteraciones nutricio-
nales, metabólicas y hematológicas que se observan en
el síndrome nefrótico.
Proteinuria por sobre flujo, ocurre en el mieloma múlti-
ple, en donde hay un exceso de producción de cadenas
ligeras de inmunoglobulinas, las cuales sobrepasan a
la cadenas pesadas por elevada producción clonal tu-
moral, esta gran masa de proteínas filtradas sobrepa-
sa los mecanismos de reabsorción en los túbulos. Se
debe sospechar su presencia cuando la tirilla reactiva
del uro análisis es negativa para albúmina a pesar de
encontrarse proteinuria positiva en el test de orina de
24 horas o por otros métodos diagnósticos (ej. Test de
ácido sulfo salicílico en orina que detecta todas las pro-
teínas en orina)
Patologías tubulares e intersticiales generalmente se
caracterizan por proteinuria en un rango inferior a 2
gramos en orina de 24 horas, a este umbral común-
mente se le denomina proteinuria sub nefrótica. En este
último caso hay pérdida de la capacidad para la absor-
ción tubular permitiendo que en orina se reflejen las
proteínas que normalmente son reabsorbidas, siendo
principalmente proteínas de bajo peso molecular como
albúmina, B2 microglobulina, enzimas, apoproteinas y
cadenas ligeras de inmunoglobulinas.
Hipoalbuminemia.
Definida como valores de albúmina inferior a 3 g/dl, es
consecuencia de las perdidas renales por proteinuria (al-
buminuria) y a su catabolismo tubular renal incrementa-
do que superan la capacidad de los mecanismos de trans-
cripción de la síntesis hepática. La caída de los niveles de
albúmina, también se ven influenciados por factores como
la edad, estado nutricional previo y lesión renal subyacen-
te. La respuesta sintética hepática puede generar un incre-
mento desproporcionado de proteínas que no se pierden
en orina, generalmente moléculas de alto peso molecular,
lo cual es importante al considerar otros aspectos como la
hiperlipidemia e hipercoagulabilidad.
Edema.
La generación del edema se explica por medio de dos
teorías: la clásica o hipovolémica y la teoría de expan-
sión de volumen o hipervolémica. Con la primera teoría
o mecanismo se indica que al presentarse una caída de
la presión oncótica plasmática como consecuencia de la
hipoalbuminemia, se genera una pérdida de fluido des-
de el espacio intravascular hacia al intersticio en virtud
de los postulados de la ley de Starling del capilar. Esta
pérdida del fluido intravascular es censada por los me-
canismos contra reguladores como hipovolemia produ-
ciendo una activación del sistema renina – angiotensi-
na – aldosterona, estimulándose la retención de sodio y
agua en el túbulo contorneado proximal y distal, media-
do también por la estimulación del tono simpático y la
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Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
liberación de hormona anti diurética, mecanismo por el
cual se busca contrarrestar el bajo volumen plasmático
efectivo, pero que sólo logra un empeoramiento del ede-
ma dado que la caída persistente de la presión oncótica
capilar conduce este líquido “rescatado” en su mayoría
hacia el intersticio.
En la teoría de expansión de volumen o hipervolémica
se plantea un defecto intrínseco o primario de la ne-
frona distal, caracterizado por una incapacidad para
excretar sodio explicado por una exagerada actividad
de los canales epiteliales de sodio (ENaC) en la membra-
na luminal y bombas de NaK-ATPasas en la membrana
basolateral que se relaciona con la disfunción tubular
generada por el efecto tóxico de la proteinuria en el tú-
bulo, o por la presencia de células inflamatorias en el
intersticio, o por la presencia de un factor circulante de
posible origen linfocitario, lo que induce expansión de
volumen y supresión de la actividad del sistema renina –
angiotensina – aldosterona y vasopresina, con tendencia
a hipertensión y resistencia del riñón al péptido natriu-
rético atrial. Así el edema es generado por la asociación
de hipervolemia, aumento de la presión hidrostática ca-
pilar y en presencia de reducción de la presión oncótica
(por hipoalbuminemia) que favorece la salida de líquido
al intersticio. Tal vez la teoría hipervolémica se acepta
mejor en la actualidad, pero probablemente, la teoría
hipovolémica explica de manera satisfactoria el edema
presentado en niños con enfermedad de cambios míni-
mos y pacientes con severa hipoalbuminemia.
Hiperlipidemia.
La hiperlipidemia es una condición que define el síndro-
me nefrótico. Se caracteriza por alteraciones del perfil
lipídico tales como hipercolesterolemia e hipertrigli-
ceridemia con valores incrementados de lipoproteínas
de baja, intermedia y muy baja densidad (LDL, ILD y
VLDL) y elevaciones en lipoproteína(a) (LPa). Adicional-
mente las lipoproteínas de alta densidad (HDL) se en-
cuentran bajas o en niveles normales, lo cual genera un
perfil altamente aterogénico que puede explicar, en par-
te, el elevado riesgo cardiovascular de los paciente con
síndrome nefrótico, sin desestimar la influencia de la
hipercoagulabilidad, hipertensión arterial y deterioro
de la función renal que son frecuentes en estos pacien-
tes, y sin duda relevantes como factores que influencian
un pronóstico adverso cardiovascular.
Entre los mecanismos que explican esta alteración me-
tabólica se encuentran la incrementada síntesis hepá-
tica de LDL, VLDL y lipoproteína(a) en respuesta a la
hipoalbuminemia y la consecuente caída en la presión
oncótica, también hay alteraciones en la funcionalidad
de la lipoproteína lipasa periférica que se traduce en
un incremento de VLDL y triglicéridos, además de las
perdidas urinarias de HDL, así como por alteraciones
en otras diversas enzimas como la elevación en la 3-hi-
droxi-3-metilglutaril-coenzima A (HMG-CoA) reductasa
฀
en la biosíntesis y el catabolismo del colesterol respec-
tivamente.
El manejo farmacológico de la hiperlipidemia en síndro-
me nefrótico representa un reto clínico, tanto por su di-
ficultad como por la controversia que tiene respecto de
su impacto en el riesgo cardiovascular y de progresión
de la enfermedad renal, situaciones en las cuales no hay
consenso respecto de su beneficio. En todo caso los fár-
macos más comúnmente utilizados con las estatinas y
los agentes secuestradores de sales biliares (colestira-
mina) solos en combinación lográndose reducciones de
colesterol total y de LDL de entre el 10 al 45%, con me-
nor impacto en la reducción de triglicéridos. También
se ha usado fibratos y el ácido nicotínico, aunque la alte-
raciones del perfil lipídico indican que son las estatinas
los fármacos de elección.
Una vez el síndrome nefrótico entra en remisión tam-
bién se resuelven las alteraciones del perfil lipídico. Y
las metas de colesterol LDL debe ser de menos de 70
mg/dl dado que la enfermedad renal crónica es conside-
rada un “equivalente coronario” requiriéndose un exi-
gente control de sus cifras.
Hipercoagulabilidad.
Los niveles séricos de múltiples factores procoagulan-
tes, anticoagulantes y fibrinolíticos se ven alterados en
el síndrome nefrótico, con un efecto neto que favorecen
los fenómenos trombo - embólicos tanto venosos como
arteriales. Esto se explica por las pérdidas urinarias
de antitrombina III, proteína C, S, factores de la coagu-
lación IX, XI, XII junto con los valores incrementados
de fibrinógeno, activador del plasminógeno tisular y un
aumento en la agregabilidad plaquetaria. Todo empeo-
rado por fenómenos como hemoconcentración, estasis
venosa, inmovilidad, procesos infecciosos y uso de es-
teroides, o la activación de la cascada de la coagulación
por inmuno complejos.
Entre las numerosas causas de síndrome nefrótico
solo algunas pocas condiciones se asocian consisten-
temente con un incremento significativo del riesgo de
trombo embolismo, entre esas se incluyen la nefropatía
membranosa (primaria y secundaria), glomerulonefritis
membrano proliferativa, enfermedad de cambios míni-
mos y amiloidosis.
La frecuencia de complicaciones trombóticas es varia-
ble entre los adultos, con episodios clínicos hasta en un
10 a 26% de los pacientes con síndrome nefrótico, en
donde se evidencian eventos clínicamente detectables de
trombosis venosa profunda de los miembros inferiores,
trombosis de la vena renal ya sea aguda o crónica pu-
diendo estar ambas situaciones asociadas a embolismo
pulmonar. La probabilidad de dichos eventos se ve in-
crementada en una relación inversa al descenso de al-
búmina sérica siendo máxima cuando la concentración
de esta cae por debajo de 2 a 2.5 g/dL.
Los reportes de eventos de trombosis venosa profunda
y/o trombosis de arteria renal en síndrome nefrótico va-
rían ampliamente. En nefropatía membranosa el riesgo
reportado se encuentra entre un 1.9 a 60%, amplio ran-
go que se debe a los resultados de diferentes métodos
para establecer el diagnóstico de trombosis de vena re-
nal. Con frecuencia la trombosis de vena renal es asinto-
mática y se descubre en estudios de tamizaje o se diag-
nostica en el contexto de otro evento trombo embólico.
74
Nefrología Básica 2
7
Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
También se encuentran anormalidades en los estudios
pulmonares de ventilación perfusión que son sugesti-
vos de embolismo pulmonar en 10% de los pacientes
asintomáticos o hasta en un 20% de los pacientes con
trombosis de vena renal y síndrome nefrótico.
El tratamiento de los eventos trombóticos o embólicos
en los pacientes con síndrome nefrótico no difiere del
manejo de dichas situaciones en la población general,
pues se usa anticoagulación “secuencial” con heparina
no fraccionada o heparina de bajo peso molecular y pos-
teriormente warfarina oral. La duración del tratamiento
para prevenir recurrencias es desconocida pero proba-
blemente es igual a la duración del estado nefrótico.
No hay consenso respecto a la utilidad de búsque-
da activa de trombosis de vena renal en pacientes
con síndrome nefrótico asintomáticos, utilizando
métodos como ultrasonografía doppler o angiografía
por tomografía (angioTAC). En pacientes con alto
riesgo como aquellos con glomerulonefritis membra-
nosa y síndrome nefrótico severo con nivel sérico de
albúmina de 2 a 2.5 g/dl un estudio positivo podría
ser indicación para anticoagulación. Un estudio ne-
gativo no es útil con respecto de la decisión de reco-
mendar anticoagulación profiláctica.
La anticoagulación profiláctica de pacientes con síndro-
me nefrótico sin eventos trombóticos, pero con la pre-
sunción clínica de un riesgo incrementado de eventos
trombo embólicos es materia de controversia, por lo
cual su pertinencia debe ser el resultado de un enfoque
individualizado y por tanto no es una conducta que se
deba generalizar sin tener en cuenta sus posibles efec-
tos adversos. Indicaciones podrían ser pacientes con
síndrome nefrótico severo (proteinuria mayor a 8 gra-
mos), albúmina sérica menor a 2.0 g/dl, y con nefropatía
membranosa. El INR debe mantenerse entre 1.8 a 2.0 y
la terapia debe continuarse tanto como persista el esta-
do nefrótico.
Falla renal aguda.
Las alteraciones hemodinámicas, metabólicas, hema-
tológicas propias de síndrome nefrótico pueden gene-
rar deterioro en la función renal, y se presenta falla
renal aguda en estos pacientes por varios mecanis-
mos: 1. Depleción del volumen efectivo circulante ge-
nerando falla renal aguda pre renal o incluso necrosis
tubular aguda. 2. Trombosis bilateral de vena renal.
3. Efectos adversos de la terapia farmacológica como
nefritis intersticial aguda y respuesta hemodinámica
a los inhibidores del eje renina angiotensina aldoste-
rona. 4. Edema intrarenal con compresión tubular.
5. Cambio de patrón histológico hacia una variedad
de glomerulopatía rápidamente progresiva. Adicional-
mente, también existe la probabilidad de que se gene-
re daño renal irreversible y progresivo (enfermedad
renal crónica), cuyo riesgo es directamente propor-
cional a la persistencia y magnitud de la proteinuria,
siendo significativo en pacientes con valores superio-
res de 5 gr/día, lo cual se relaciona con la severidad
del proceso patológico renal subyacente y además que
la proteinuria es por si misma tóxica para las células
tubulares y las células del intersticio renal.
Manejo del edema en síndrome nefrótico.
La experiencia clínica sugiere que el reposo en cama
puede incrementar la diuresis, quizá por redistribución
de líquidos desde los tejidos periféricos hacia el espacio
intravascular incrementando el flujo plasmático renal.
En todo caso la resolución del edema debe ser lenta,
dado que una rápida diuresis resulta en hipovolemia e
hipotensión con el consecuente deterioro de la función
renal.
Es de fundamental importancia la restricción del sodio
dietario y dado que lo pacientes con síndrome nefrótico
tienen una incrementada retención de sodio generando
concentraciones de sodio urinario extremadamente ba-
jas de hasta 10 mmol/día, no es factible disminuir las
ingesta de sodio hasta esos niveles, por tanto los pa-
cientes con edema periférico deben ser tratados con
una restricción moderada del sodio dietario de aproxi-
madamente 2 gramos de sal al día junto con diuréticos.
Una ganancia adicional de la restricción de sodio es la
potenciación del efecto anti proteinúrico de los inhibido-
res de la enzima convertidora de angiotensina.
Los diuréticos tiazídicos pueden ser suficientes en pa-
ciente con edema leve y tasa de filtración glomerular
mayor a 30 ml/minuto. Los diuréticos ahorradores de
potasio (triamterene, amiloride, o espironolactona) son
útiles en quienes presentan hipopotasemia, debiéndose
usar con precaución en pacientes con insuficiencia re-
nal, por último los diuréticos del asa, como furosemida,
son comúnmente usados en edema nefrótico moderado
a severo.
La terapia diurética puede ser de menor eficacia en pa-
ciente con nefrosis debido a una conjunción de factores
que generan en una capacidad fisiológica disminuida
para excretar sodio. Además se observa con frecuencia
una resistencia relativa a los diuréticos, lo cual se atri-
buye a una disminución de la disponibilidad del fárma-
co en el sitio activo en el reborde en cepillo de la célula
tubular renal. Esto es de mayor relevancia con los diu-
réticos del asa, cuya acción podría estar inhibida por
su unión a la albúmina presente en el lumen tubular.
El efecto neto es que la dosis de furosemida intravenosa
requiera ser incrementada hasta 80 – 120 mg cada 6 ho-
ras, y en los pacientes que no responden se requiere la
adición de tiazida, diurético retenedor de potasio o inhi-
bidor de anhidrasa carbónica para bloquear la reabsor-
ción de sodio en varios sitios de la nefrona y sobrepasar
la resistencia a los diuréticos
También durante el estado nefrótico severo la absorción
gastrointestinal de los diuréticos es errática, debido al
edema de la pared intestinal, de tal manera que se hace
necesario el uso intravenoso de estos fármacos ya sea
en bolos o en infusión continua.
Se ha sugerido que la diuresis puede ser incrementada
por medio de la infusión de la mezcla del diurético de
asa en albúmina pobre en sal, con lo cual se crea un
complejo albumina-diurético que teóricamente podría
incrementar las concentraciones tubulares del diurético
mejorando su eficacia, no obstante esto no ha sido pro-
bado de manera contundente. La infusión de albúmina
Nefrología Básica 2
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7
Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
incrementa de manera transitoria el volumen plasmá-
tico y podrían ser de utilidad en casos se depleción de
volumen, pero debido a la rápida excreción de la albú-
mina, su beneficio es de corta duración y por otro lado
puede generar edema pulmonar
En casos de edema severo complicado con edema pul-
monar y asociado a una tasa de filtración glomerular
reducida son útiles las técnicas de ultrafiltración extra-
corpórea con técnicas de reemplazo renal con diálisis
intermitente o las técnicas de hemofiltración continuas.
Manejo de la proteinuria e hipertensión en síndrome
nefrótico.
La hipertensión arterial es un factor de riesgo modi-
ficable y su manejo óptimo es de alta relevancia para
preservar la función renal, este tópico tiene importan-
cia debido a la frecuencia incrementada de hipertensión
arterial en el contexto de la enfermedad glomerular y la
enfermedad renal crónica.
La restricción de sal y el uso de diuréticos deben ser la
primera línea de manejo pues la retención de sodio y la
sobrecarga de volumen son elementos fundamentales en
su fisiopatología.
Como la hipertensión, la hiperfiltración glomerular, el
daño renal y la proteinuria están estrechamente interre-
lacionadas, es esencial también considerar el efecto de
la proteinuria en el contexto de la progresión de la en-
fermedad renal crónica. Estudios poblaciones han iden-
tificado a la proteinuria como otro factor de riesgo inde-
pendiente para enfermedad renal crónica terminal y en
general para mortalidad en adultos sanos, y en adultos
con enfermedades renales de origen diabético y no dia-
bético, por tanto la excreción urinaria de proteínas es
claramente predictiva del pronóstico renal
Por otro lado, importantes estudios (MDRD trial) nos
han indicado que en pacientes con proteinuria superior
a 1 gr/día se obtienen mejores desenlaces con cifras de
tensión arterial inferiores a 125/75 mm Hg, en contra-
posición a cifras de tensión arterial (TA) menos exigen-
tes (TA < 140/90)
Por esta razón el manejo farmacológico se debe enfocar
en alcanzar dichos valores por medio de un juicioso se-
guimiento y adecuación de la terapia. Existe una gran
experiencia clínica, teórica y experimental que soporta
el uso de los inhibidores de la enzima convertidora de
angiotensina (iECA) y de los antagonistas del receptor
de angiotensina II (ARAII) como la terapia de primera
elección. Son fármacos de probada eficacia en disminuir
la proteinuria en diversas glomerulopatías, incluida la
nefropatía diabética, su efecto no sólo se fundamenta
en su mecanismo hemodinámico o hipotensor pues se
presenta también en pacientes normotensos y este tie-
ne lugar tiempo después de su efecto antihipertensivo.
Estos fármacos actúan disminuyendo la presión capilar
hidrostática intraglomerular y previniendo el desarro-
llo de la glomérulo esclerosis focal y segmentaria me-
diada hemodinámicamente, también disminuyen la for-
mación de mediadores inflamatorios como el factor de
crecimiento transformador beta 1 (TGF-E1) y reducen
el estrés oxidativo lo cual tiene relación en la progresión
de la fibrosis renal.
El bloqueo dual del sistema renina - angiotensina - al-
dosterona con inhibidores de la ECA asociado a ARAII
ha sido postulado en mejorar los desenlaces clínicos en
enfermedad renal crónica siendo superior a monotera-
pia por una mayor reducción de proteinuria que cual-
quiera de los agentes por sí solo, este argumento se
debe tener en cuenta en el manejo de proteinuria como
meta más que las cifras de tensión arterial y el uso de
regímenes con dosis supra terapéuticas, las cuales pue-
den dar lugar a marcados efectos colaterales.
Aunque los inhibidores de la ECA y los ARAII inhiben
el sistema renina - angiotensina – aldosterona, no dis-
minuyen de forma eficaz los niveles de aldosterona, por
lo que la adición de un antagonista de la aldosterona
constituye una estrategia de tratamiento efectiva y segu-
ra que puede tener una acción clínica beneficiosa al adi-
cionarlos a la terapia con IECA y/o ARAII en pacientes
con ERC y proteinuria sean o no diabéticos. El interés
actual en el bloqueo de aldosterona deriva fundamen-
talmente de sus posibles efectos antifibróticos. Se ha
observado que en pacientes con ERC estadio I-III y pro-
teinuria persistente a pesar de recibir dosis máximas
de inhibidores de ECA y/o ARAII, los antagonistas de
la aldosterona pueden reducir la proteinuria. Por tanto,
estos fármacos – espironolactona y epleronona – pueden
añadirse en dosis bajas con vigilancia estrecha del pota-
sio sérico durante el tratamiento y por tanto su adición
parece eficaz en los pacientes con ERC con TFG >30 ml/
min/1,73 mt2
con proteinuria e hipertensión.
Con respeto del uso de los inhibidores directos de re-
nina como el aliskireno, se ha demostrado eficacia de
este en la reducción de proteinuria en combinación con
losartan en nefropatía diabética, aunque se desconoce,
por el momento, el efecto de este agente en desenlaces
finales clínicos como la preservación de la función renal
en pacientes con ERC.
Se dispones de muchos otros agentes que no antagoni-
zan el sistema renina - angiotensina – aldosterona, los
cuales son útiles para el control de cifras de TA. Los
bloqueantes de los canales de calcio del tipo dihidropi-
rimidínicos (nifedipino, amlodipino) no tiene un efecto
anti proteinúrico, por el contrario pueden promover la
proteinuria, y deben ser administrados únicamente en
combinación con antagonistas del sistema renina - an-
giotensina – aldosterona para optimizar el control de
la TA. Por otro lado los bloqueantes de los canales de
calcio del tipo no dihidropirimidínicos (diltiazem y ve-
rapamilo) tienen efectos anti proteinúricos y podrían
por tanto son intrínsecamente nefro protectores. Simi-
lar efecto tiene los E – bloqueadores dado la activación
adrenérgica incrementada en los pacientes con enferme-
dad renal crónica, por tanto exhiben una buena activi-
dad anti hipertensiva y un efecto anti proteinúrico casi
comparable los inhibidores de la ECA.
La vitamina D tiene un importante efecto regulador
en el sistema renina angiotensina aldosterona, pues
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Nefrología Básica 2
7
Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
la expresión de mRNA de renina puede ser reducido
por el uso de la vitamina D activada. Estudios clíni-
cos han evaluado la eficacia del paracalcitol oral (un
análogo de la vitamina D activada), en el manejo de
proteinuria en pacientes con enfermedad renal cró-
nica en estadios 3 y 4 que padecían además hiperpa-
ratiroidismo secundario, demostrando una reducción
significativa en la proteinuria medida por la tira reac-
tiva del uroanalisis en comparación contra un place-
bo. Esto fue independiente del bloqueo del eje RAA
con inhibidores de la ECA o de ARAII, postulándose
que son los mecanismos directos de modulación de
la vitamina D en inflamación, proliferación de célu-
las mesangiales y de las células proximales renales
quienes dan cuenta de su efecto benéfico, desplegando
propiedades inmunomoduladoras, anti-inflamatorias
y anti ateroscleróticas. No obstante, para su uso se
debe tener en cuenta los niveles de calcio y fósforo sé-
ricos, pues con valores de calcio corregido superiores
10.2 mg/dl y de fósforo de 4.6 mg/dl se deben suspen-
der todas las formas de terapia con vitamina D, al
igual que el seguimiento de los valores de paratohor-
mona molécula intacta (PTHi) para evitar un descen-
so de los mismos por debajo de los rangos propuestos
en las guías internaciones para cada etapa de la ERC.
Los anti inflamatorios no esteroideos (AINEs) tienen un
beneficio, dado que disminuyen la proteinuria alteran-
do la hemodinamia glomerular y la permeabilidad de
la membrana basal glomerular, su beneficio debe ser
sopesado de frente al riesgo de inducir falla renal agu-
da, retención de sal y agua, hipercaliemia y resistencia
a los diuréticos. Por estas circunstancias los AINEs son
raramente utilizados en este contexto.
También se recomienda la ingesta de 1 g/kg/día de proteí-
nas de alto valor biológico en paciente con función renal
normal, y en caso que exista enfermedad renal crónica
con deterioro de la tasa de filtración glomerular es reco-
mendable una restricción moderada de proteínas de 0,6 g/
kg/día adicionando suplementos de aminoácidos e incre-
mentado el aporte calórico a 35 kcal/kg/día. En pacientes
con hipoalbuminemia no se recomiendan las dietas hiper-
proteicas ya que generan hiperfiltración glomerular con
consecuencias deletéreas en la función renal. No obstante
las dietas con restricción de proteínas en general pueden
generar malnutrición, lo cual es un importante factor pre-
dictor de mortalidad en pacientes con ERC, de esta mane-
ra es importante el seguimiento periódico de los niveles de
albúmina para evitar su deterioro.
La máxima reducción del riesgo de progresión de la
enfermedad renal crónica parece ser asociada con una
reducción de proteinuria a menos 300 mg/mt² por día,
pero la evidencia que soporta el manejo farmacológico
agresivo de la proteinuria está actualmente basada en
análisis posteriores de los resultados de estudios que
no usaron la reducción de la proteinuria como la medi-
da de intervención primaria, por tanto deben realizarse
estudios clínicos que evalúen el beneficio potencial de
un control intensificado de la proteinuria en el pronósti-
co de la enfermedad renal crónica.
Nefrología Básica 2
77
7
Capítulo
SÍNDROME
NEFRÓTICO
Referencias.
1. KRAUSE MW, FONSECA V, SHAH V.; Combination inhibition of the renin–angiotensin system: is more better?
Kidney International. 80, 245–255 (2011).
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8. ALCÁZAR R. EGIDO J.; Síndrome nefrótico: fisiopatología y tratamiento general. En: Avendaño. L. H. Nefro-
logía clínica. 2da. Edición. Editorial Panamericana. 2003..
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function in patients with chronic kidney disease. Kidney International 2006; 70: 2116-2123
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nal, Vol. 68 (2005), pp. 2823–2828

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Cap07 sindrome nefrotico

  • 1. Nefrología Básica 2 69 7 Capítulo Nefrología Básica 2 SINDROME NEFRÓTICO Nefrología Básica 2
  • 3. Nefrología Básica 2 71 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO Carlos Eduardo Arcos Sanz. Médico Especialista en Medicina Interna y Nefrología. Definición. Es un síndrome clínico definido por la concurren- cia de proteinuria mayor de 3,5 gramos/1,73 mt2 en 24 horas, albúmina sérica inferior a 3.0 gr/dL, hiperlipidemia, lipiduria y edema periférico. Su presencia es patognomónica de una entidad patológica que afecta el glomérulo y que puede ser debida a en- fermedades sistémicas (ej. Diabetes mellitus, lupus eri- tematoso sistémico entre otras) y a enfermedades pri- marias o idiopáticas, es decir, que afectan de manera única o preferencial al riñón (ej. Nefropatía membrano- sa idiopática, enfermedad de cambios mininos). Etiología. La patología glomerular tiene una distribución diferen- cial teniendo en cuenta principalmente edad y grupo racial. En los adultos se encuentran patologías sisté- micas subyacentes como la diabetes mellitus, amiloi- dosis o lupus eritematoso sistémico, como etiología de alrededor del 30% del síndrome nefrótico. El resto está relacionado con desórdenes renales primarios es decir idiopáticos. Las glomerulopatías primarias más comunes son la nefropatía membranosa, glomeruloesclerosis focal y segmentaria, enfermedad de cambios mínimos y la glo- merulonefritis membrano proliferativa. Antes de los 10 años de edad el 90% de síndromes nefróticos se debe enfermedad de cambios mínimos, entre adultos jóve- nes afro descendientes se detecta una frecuencia rela- tiva mayor de glomeruloesclerosis focal y segmentaria de hasta el 50% de los casos y en general en un 30% de los adultos jóvenes de todas las razas. La nefropa- tía membranosa idiopática es la principal causa de sín- drome nefrótico en adultos mayores , y en ancianos la amiloidosis. Comparaciones históricas indican que la glomeruloesclerosis focal y segmentaria ha incrementa- do en frecuencia y la glomerulonefritis membrano proli- ferativa ha disminuido entre los adultos. Cabe anotar que, en ocasiones se puede presentar pro- teinuria superior a 3.5 gr/24h sin la constelación de ha- llazgos clínicos, de laboratorio y complicaciones de un síndrome nefrótico “completo”, pero que generalmente se estudian de manera conjunta dado que ambas situa- ciones comparten similar etiología. La enfermedad de cambios mínimos puede presentar- se en adultos en asociación con el uso de medicamento como anti inflamatorios no esteroideos, oro, litio, rifam- picina, AINEs, o ser una manifestación para neoplásica de enfermedad de Hodgkin entre otras lesiones tumora- les. Igualmente la glomeruloesclerosis focal y segmenta- ria se desarrolla en el contexto de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, abuso de drogas ilíci- tas intravenosas, nefropatía por reflujo, reacción idio- sincrática a AINEs, obesidad severa y lesión cicatrizal de una lesión glomerular previa. También la nefropatía membranosa se encuentra asociada a infecciones nefri- togénicas como hepatitis B, hepatitis C y sífilis, al igual SÍNDROME NEFRÓTICO.
  • 4. 72 Nefrología Básica 2 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO que desordenes inmunológicos como lupus, enfermedad mixta del tejido conectivo y crioglobulinemia Es decir estos patrones histopatológicos no son exclu- sivos de las enfermedades glomerulares idiopáticas o primarias y pueden ser encontrados como una de las manifestaciones renales de una enfermedad o condición sistémica. De esta manera cobra relevancia los antece- dentes clínicos del paciente y los estudios de laboratorio pertinentes para cada caso. Fisiopatología. Proteinuria: La excreción urinaria normal de proteínas es menor de 150 mg en 24 horas, aunque se a sugerido aceptable hasta 300 miligramos, y que corresponden a 20 – 30 mg de albúmina, 10 a 20 mg de proteínas de bajo peso molecular que se filtran libremente por el glomérulo y 40 a 60 mg de proteínas de secreción tubular como la proteína de Tamm-Horsfall e inmunoglobulina A. Un valor superior a 300 mg en orina recolectada en 24 ho- ras, o relación proteínas totales en orina a creatinuria en muestra espontanea de orina en miligramo a mili- gramo (cociente mg/mg) superior a 0,3 es anormal y se denomina proteinuria. Por otro lado, el concepto de micro albuminuria hace referencia a un presencia incrementada de albúmina en orina en valores entre 30 a 300 mg en la recolección de orina en 24 horas o análogamente a una relación (cociente) entre albuminuria y creatinuria de 30 a 300 miligramos/gramo en muestra ocasional de orina. Esta medición es de utilidad para identificar diabéticos e hi- pertensos crónicos a riesgo de desarrollar nefropatía. Causas de proteinuria son: A. Alteraciones en la barrera de filtración glomerular (endotelio fenestrado, membrana basal glomerular y diafragma hendido entre los pies de los podoci- tos). B. Aumento en la concentración plasmática de proteí- nas filtrables por una barrera de filtración glomeru- lar normal (proteinuria por sobreflujo) C. Disminución de la reabsorción tubular (tubulopa- tías) D. Aumento en la excreción de proteínas tubulares es- tructurales (necrosis tubular aguda). Valores de proteinuria mayores de 3.5 gramos/1,73 mt2 en orina de 24 horas generalmente corresponden a proteinuria de origen glomerular; su mecanismo fisio- patológico no está del todo claro y se plantean varias hipótesis, que no son excluyentes entre si, y que inclu- yen la perdida de la carga fija aniónica de la barrera glomerular, alteraciones estructurales y funcionales de los podocitos, sus pedicelos y del diafragma de hendi- dura; que generan una filtración incrementada de ma- cromoléculas a través de la pared del capilar glomeru- lar, siendo la albúmina la principal proteína urinaria detectada , pero otras proteínas plasmáticas también se encuentran como proteínas fijadoras de vitamina D, transferrina y factores inhibidores de la coagulación. Esto da cuenta de algunas de las alteraciones nutricio- nales, metabólicas y hematológicas que se observan en el síndrome nefrótico. Proteinuria por sobre flujo, ocurre en el mieloma múlti- ple, en donde hay un exceso de producción de cadenas ligeras de inmunoglobulinas, las cuales sobrepasan a la cadenas pesadas por elevada producción clonal tu- moral, esta gran masa de proteínas filtradas sobrepa- sa los mecanismos de reabsorción en los túbulos. Se debe sospechar su presencia cuando la tirilla reactiva del uro análisis es negativa para albúmina a pesar de encontrarse proteinuria positiva en el test de orina de 24 horas o por otros métodos diagnósticos (ej. Test de ácido sulfo salicílico en orina que detecta todas las pro- teínas en orina) Patologías tubulares e intersticiales generalmente se caracterizan por proteinuria en un rango inferior a 2 gramos en orina de 24 horas, a este umbral común- mente se le denomina proteinuria sub nefrótica. En este último caso hay pérdida de la capacidad para la absor- ción tubular permitiendo que en orina se reflejen las proteínas que normalmente son reabsorbidas, siendo principalmente proteínas de bajo peso molecular como albúmina, B2 microglobulina, enzimas, apoproteinas y cadenas ligeras de inmunoglobulinas. Hipoalbuminemia. Definida como valores de albúmina inferior a 3 g/dl, es consecuencia de las perdidas renales por proteinuria (al- buminuria) y a su catabolismo tubular renal incrementa- do que superan la capacidad de los mecanismos de trans- cripción de la síntesis hepática. La caída de los niveles de albúmina, también se ven influenciados por factores como la edad, estado nutricional previo y lesión renal subyacen- te. La respuesta sintética hepática puede generar un incre- mento desproporcionado de proteínas que no se pierden en orina, generalmente moléculas de alto peso molecular, lo cual es importante al considerar otros aspectos como la hiperlipidemia e hipercoagulabilidad. Edema. La generación del edema se explica por medio de dos teorías: la clásica o hipovolémica y la teoría de expan- sión de volumen o hipervolémica. Con la primera teoría o mecanismo se indica que al presentarse una caída de la presión oncótica plasmática como consecuencia de la hipoalbuminemia, se genera una pérdida de fluido des- de el espacio intravascular hacia al intersticio en virtud de los postulados de la ley de Starling del capilar. Esta pérdida del fluido intravascular es censada por los me- canismos contra reguladores como hipovolemia produ- ciendo una activación del sistema renina – angiotensi- na – aldosterona, estimulándose la retención de sodio y agua en el túbulo contorneado proximal y distal, media- do también por la estimulación del tono simpático y la
  • 5. Nefrología Básica 2 73 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO liberación de hormona anti diurética, mecanismo por el cual se busca contrarrestar el bajo volumen plasmático efectivo, pero que sólo logra un empeoramiento del ede- ma dado que la caída persistente de la presión oncótica capilar conduce este líquido “rescatado” en su mayoría hacia el intersticio. En la teoría de expansión de volumen o hipervolémica se plantea un defecto intrínseco o primario de la ne- frona distal, caracterizado por una incapacidad para excretar sodio explicado por una exagerada actividad de los canales epiteliales de sodio (ENaC) en la membra- na luminal y bombas de NaK-ATPasas en la membrana basolateral que se relaciona con la disfunción tubular generada por el efecto tóxico de la proteinuria en el tú- bulo, o por la presencia de células inflamatorias en el intersticio, o por la presencia de un factor circulante de posible origen linfocitario, lo que induce expansión de volumen y supresión de la actividad del sistema renina – angiotensina – aldosterona y vasopresina, con tendencia a hipertensión y resistencia del riñón al péptido natriu- rético atrial. Así el edema es generado por la asociación de hipervolemia, aumento de la presión hidrostática ca- pilar y en presencia de reducción de la presión oncótica (por hipoalbuminemia) que favorece la salida de líquido al intersticio. Tal vez la teoría hipervolémica se acepta mejor en la actualidad, pero probablemente, la teoría hipovolémica explica de manera satisfactoria el edema presentado en niños con enfermedad de cambios míni- mos y pacientes con severa hipoalbuminemia. Hiperlipidemia. La hiperlipidemia es una condición que define el síndro- me nefrótico. Se caracteriza por alteraciones del perfil lipídico tales como hipercolesterolemia e hipertrigli- ceridemia con valores incrementados de lipoproteínas de baja, intermedia y muy baja densidad (LDL, ILD y VLDL) y elevaciones en lipoproteína(a) (LPa). Adicional- mente las lipoproteínas de alta densidad (HDL) se en- cuentran bajas o en niveles normales, lo cual genera un perfil altamente aterogénico que puede explicar, en par- te, el elevado riesgo cardiovascular de los paciente con síndrome nefrótico, sin desestimar la influencia de la hipercoagulabilidad, hipertensión arterial y deterioro de la función renal que son frecuentes en estos pacien- tes, y sin duda relevantes como factores que influencian un pronóstico adverso cardiovascular. Entre los mecanismos que explican esta alteración me- tabólica se encuentran la incrementada síntesis hepá- tica de LDL, VLDL y lipoproteína(a) en respuesta a la hipoalbuminemia y la consecuente caída en la presión oncótica, también hay alteraciones en la funcionalidad de la lipoproteína lipasa periférica que se traduce en un incremento de VLDL y triglicéridos, además de las perdidas urinarias de HDL, así como por alteraciones en otras diversas enzimas como la elevación en la 3-hi- droxi-3-metilglutaril-coenzima A (HMG-CoA) reductasa ฀ en la biosíntesis y el catabolismo del colesterol respec- tivamente. El manejo farmacológico de la hiperlipidemia en síndro- me nefrótico representa un reto clínico, tanto por su di- ficultad como por la controversia que tiene respecto de su impacto en el riesgo cardiovascular y de progresión de la enfermedad renal, situaciones en las cuales no hay consenso respecto de su beneficio. En todo caso los fár- macos más comúnmente utilizados con las estatinas y los agentes secuestradores de sales biliares (colestira- mina) solos en combinación lográndose reducciones de colesterol total y de LDL de entre el 10 al 45%, con me- nor impacto en la reducción de triglicéridos. También se ha usado fibratos y el ácido nicotínico, aunque la alte- raciones del perfil lipídico indican que son las estatinas los fármacos de elección. Una vez el síndrome nefrótico entra en remisión tam- bién se resuelven las alteraciones del perfil lipídico. Y las metas de colesterol LDL debe ser de menos de 70 mg/dl dado que la enfermedad renal crónica es conside- rada un “equivalente coronario” requiriéndose un exi- gente control de sus cifras. Hipercoagulabilidad. Los niveles séricos de múltiples factores procoagulan- tes, anticoagulantes y fibrinolíticos se ven alterados en el síndrome nefrótico, con un efecto neto que favorecen los fenómenos trombo - embólicos tanto venosos como arteriales. Esto se explica por las pérdidas urinarias de antitrombina III, proteína C, S, factores de la coagu- lación IX, XI, XII junto con los valores incrementados de fibrinógeno, activador del plasminógeno tisular y un aumento en la agregabilidad plaquetaria. Todo empeo- rado por fenómenos como hemoconcentración, estasis venosa, inmovilidad, procesos infecciosos y uso de es- teroides, o la activación de la cascada de la coagulación por inmuno complejos. Entre las numerosas causas de síndrome nefrótico solo algunas pocas condiciones se asocian consisten- temente con un incremento significativo del riesgo de trombo embolismo, entre esas se incluyen la nefropatía membranosa (primaria y secundaria), glomerulonefritis membrano proliferativa, enfermedad de cambios míni- mos y amiloidosis. La frecuencia de complicaciones trombóticas es varia- ble entre los adultos, con episodios clínicos hasta en un 10 a 26% de los pacientes con síndrome nefrótico, en donde se evidencian eventos clínicamente detectables de trombosis venosa profunda de los miembros inferiores, trombosis de la vena renal ya sea aguda o crónica pu- diendo estar ambas situaciones asociadas a embolismo pulmonar. La probabilidad de dichos eventos se ve in- crementada en una relación inversa al descenso de al- búmina sérica siendo máxima cuando la concentración de esta cae por debajo de 2 a 2.5 g/dL. Los reportes de eventos de trombosis venosa profunda y/o trombosis de arteria renal en síndrome nefrótico va- rían ampliamente. En nefropatía membranosa el riesgo reportado se encuentra entre un 1.9 a 60%, amplio ran- go que se debe a los resultados de diferentes métodos para establecer el diagnóstico de trombosis de vena re- nal. Con frecuencia la trombosis de vena renal es asinto- mática y se descubre en estudios de tamizaje o se diag- nostica en el contexto de otro evento trombo embólico.
  • 6. 74 Nefrología Básica 2 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO También se encuentran anormalidades en los estudios pulmonares de ventilación perfusión que son sugesti- vos de embolismo pulmonar en 10% de los pacientes asintomáticos o hasta en un 20% de los pacientes con trombosis de vena renal y síndrome nefrótico. El tratamiento de los eventos trombóticos o embólicos en los pacientes con síndrome nefrótico no difiere del manejo de dichas situaciones en la población general, pues se usa anticoagulación “secuencial” con heparina no fraccionada o heparina de bajo peso molecular y pos- teriormente warfarina oral. La duración del tratamiento para prevenir recurrencias es desconocida pero proba- blemente es igual a la duración del estado nefrótico. No hay consenso respecto a la utilidad de búsque- da activa de trombosis de vena renal en pacientes con síndrome nefrótico asintomáticos, utilizando métodos como ultrasonografía doppler o angiografía por tomografía (angioTAC). En pacientes con alto riesgo como aquellos con glomerulonefritis membra- nosa y síndrome nefrótico severo con nivel sérico de albúmina de 2 a 2.5 g/dl un estudio positivo podría ser indicación para anticoagulación. Un estudio ne- gativo no es útil con respecto de la decisión de reco- mendar anticoagulación profiláctica. La anticoagulación profiláctica de pacientes con síndro- me nefrótico sin eventos trombóticos, pero con la pre- sunción clínica de un riesgo incrementado de eventos trombo embólicos es materia de controversia, por lo cual su pertinencia debe ser el resultado de un enfoque individualizado y por tanto no es una conducta que se deba generalizar sin tener en cuenta sus posibles efec- tos adversos. Indicaciones podrían ser pacientes con síndrome nefrótico severo (proteinuria mayor a 8 gra- mos), albúmina sérica menor a 2.0 g/dl, y con nefropatía membranosa. El INR debe mantenerse entre 1.8 a 2.0 y la terapia debe continuarse tanto como persista el esta- do nefrótico. Falla renal aguda. Las alteraciones hemodinámicas, metabólicas, hema- tológicas propias de síndrome nefrótico pueden gene- rar deterioro en la función renal, y se presenta falla renal aguda en estos pacientes por varios mecanis- mos: 1. Depleción del volumen efectivo circulante ge- nerando falla renal aguda pre renal o incluso necrosis tubular aguda. 2. Trombosis bilateral de vena renal. 3. Efectos adversos de la terapia farmacológica como nefritis intersticial aguda y respuesta hemodinámica a los inhibidores del eje renina angiotensina aldoste- rona. 4. Edema intrarenal con compresión tubular. 5. Cambio de patrón histológico hacia una variedad de glomerulopatía rápidamente progresiva. Adicional- mente, también existe la probabilidad de que se gene- re daño renal irreversible y progresivo (enfermedad renal crónica), cuyo riesgo es directamente propor- cional a la persistencia y magnitud de la proteinuria, siendo significativo en pacientes con valores superio- res de 5 gr/día, lo cual se relaciona con la severidad del proceso patológico renal subyacente y además que la proteinuria es por si misma tóxica para las células tubulares y las células del intersticio renal. Manejo del edema en síndrome nefrótico. La experiencia clínica sugiere que el reposo en cama puede incrementar la diuresis, quizá por redistribución de líquidos desde los tejidos periféricos hacia el espacio intravascular incrementando el flujo plasmático renal. En todo caso la resolución del edema debe ser lenta, dado que una rápida diuresis resulta en hipovolemia e hipotensión con el consecuente deterioro de la función renal. Es de fundamental importancia la restricción del sodio dietario y dado que lo pacientes con síndrome nefrótico tienen una incrementada retención de sodio generando concentraciones de sodio urinario extremadamente ba- jas de hasta 10 mmol/día, no es factible disminuir las ingesta de sodio hasta esos niveles, por tanto los pa- cientes con edema periférico deben ser tratados con una restricción moderada del sodio dietario de aproxi- madamente 2 gramos de sal al día junto con diuréticos. Una ganancia adicional de la restricción de sodio es la potenciación del efecto anti proteinúrico de los inhibido- res de la enzima convertidora de angiotensina. Los diuréticos tiazídicos pueden ser suficientes en pa- ciente con edema leve y tasa de filtración glomerular mayor a 30 ml/minuto. Los diuréticos ahorradores de potasio (triamterene, amiloride, o espironolactona) son útiles en quienes presentan hipopotasemia, debiéndose usar con precaución en pacientes con insuficiencia re- nal, por último los diuréticos del asa, como furosemida, son comúnmente usados en edema nefrótico moderado a severo. La terapia diurética puede ser de menor eficacia en pa- ciente con nefrosis debido a una conjunción de factores que generan en una capacidad fisiológica disminuida para excretar sodio. Además se observa con frecuencia una resistencia relativa a los diuréticos, lo cual se atri- buye a una disminución de la disponibilidad del fárma- co en el sitio activo en el reborde en cepillo de la célula tubular renal. Esto es de mayor relevancia con los diu- réticos del asa, cuya acción podría estar inhibida por su unión a la albúmina presente en el lumen tubular. El efecto neto es que la dosis de furosemida intravenosa requiera ser incrementada hasta 80 – 120 mg cada 6 ho- ras, y en los pacientes que no responden se requiere la adición de tiazida, diurético retenedor de potasio o inhi- bidor de anhidrasa carbónica para bloquear la reabsor- ción de sodio en varios sitios de la nefrona y sobrepasar la resistencia a los diuréticos También durante el estado nefrótico severo la absorción gastrointestinal de los diuréticos es errática, debido al edema de la pared intestinal, de tal manera que se hace necesario el uso intravenoso de estos fármacos ya sea en bolos o en infusión continua. Se ha sugerido que la diuresis puede ser incrementada por medio de la infusión de la mezcla del diurético de asa en albúmina pobre en sal, con lo cual se crea un complejo albumina-diurético que teóricamente podría incrementar las concentraciones tubulares del diurético mejorando su eficacia, no obstante esto no ha sido pro- bado de manera contundente. La infusión de albúmina
  • 7. Nefrología Básica 2 75 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO incrementa de manera transitoria el volumen plasmá- tico y podrían ser de utilidad en casos se depleción de volumen, pero debido a la rápida excreción de la albú- mina, su beneficio es de corta duración y por otro lado puede generar edema pulmonar En casos de edema severo complicado con edema pul- monar y asociado a una tasa de filtración glomerular reducida son útiles las técnicas de ultrafiltración extra- corpórea con técnicas de reemplazo renal con diálisis intermitente o las técnicas de hemofiltración continuas. Manejo de la proteinuria e hipertensión en síndrome nefrótico. La hipertensión arterial es un factor de riesgo modi- ficable y su manejo óptimo es de alta relevancia para preservar la función renal, este tópico tiene importan- cia debido a la frecuencia incrementada de hipertensión arterial en el contexto de la enfermedad glomerular y la enfermedad renal crónica. La restricción de sal y el uso de diuréticos deben ser la primera línea de manejo pues la retención de sodio y la sobrecarga de volumen son elementos fundamentales en su fisiopatología. Como la hipertensión, la hiperfiltración glomerular, el daño renal y la proteinuria están estrechamente interre- lacionadas, es esencial también considerar el efecto de la proteinuria en el contexto de la progresión de la en- fermedad renal crónica. Estudios poblaciones han iden- tificado a la proteinuria como otro factor de riesgo inde- pendiente para enfermedad renal crónica terminal y en general para mortalidad en adultos sanos, y en adultos con enfermedades renales de origen diabético y no dia- bético, por tanto la excreción urinaria de proteínas es claramente predictiva del pronóstico renal Por otro lado, importantes estudios (MDRD trial) nos han indicado que en pacientes con proteinuria superior a 1 gr/día se obtienen mejores desenlaces con cifras de tensión arterial inferiores a 125/75 mm Hg, en contra- posición a cifras de tensión arterial (TA) menos exigen- tes (TA < 140/90) Por esta razón el manejo farmacológico se debe enfocar en alcanzar dichos valores por medio de un juicioso se- guimiento y adecuación de la terapia. Existe una gran experiencia clínica, teórica y experimental que soporta el uso de los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (iECA) y de los antagonistas del receptor de angiotensina II (ARAII) como la terapia de primera elección. Son fármacos de probada eficacia en disminuir la proteinuria en diversas glomerulopatías, incluida la nefropatía diabética, su efecto no sólo se fundamenta en su mecanismo hemodinámico o hipotensor pues se presenta también en pacientes normotensos y este tie- ne lugar tiempo después de su efecto antihipertensivo. Estos fármacos actúan disminuyendo la presión capilar hidrostática intraglomerular y previniendo el desarro- llo de la glomérulo esclerosis focal y segmentaria me- diada hemodinámicamente, también disminuyen la for- mación de mediadores inflamatorios como el factor de crecimiento transformador beta 1 (TGF-E1) y reducen el estrés oxidativo lo cual tiene relación en la progresión de la fibrosis renal. El bloqueo dual del sistema renina - angiotensina - al- dosterona con inhibidores de la ECA asociado a ARAII ha sido postulado en mejorar los desenlaces clínicos en enfermedad renal crónica siendo superior a monotera- pia por una mayor reducción de proteinuria que cual- quiera de los agentes por sí solo, este argumento se debe tener en cuenta en el manejo de proteinuria como meta más que las cifras de tensión arterial y el uso de regímenes con dosis supra terapéuticas, las cuales pue- den dar lugar a marcados efectos colaterales. Aunque los inhibidores de la ECA y los ARAII inhiben el sistema renina - angiotensina – aldosterona, no dis- minuyen de forma eficaz los niveles de aldosterona, por lo que la adición de un antagonista de la aldosterona constituye una estrategia de tratamiento efectiva y segu- ra que puede tener una acción clínica beneficiosa al adi- cionarlos a la terapia con IECA y/o ARAII en pacientes con ERC y proteinuria sean o no diabéticos. El interés actual en el bloqueo de aldosterona deriva fundamen- talmente de sus posibles efectos antifibróticos. Se ha observado que en pacientes con ERC estadio I-III y pro- teinuria persistente a pesar de recibir dosis máximas de inhibidores de ECA y/o ARAII, los antagonistas de la aldosterona pueden reducir la proteinuria. Por tanto, estos fármacos – espironolactona y epleronona – pueden añadirse en dosis bajas con vigilancia estrecha del pota- sio sérico durante el tratamiento y por tanto su adición parece eficaz en los pacientes con ERC con TFG >30 ml/ min/1,73 mt2 con proteinuria e hipertensión. Con respeto del uso de los inhibidores directos de re- nina como el aliskireno, se ha demostrado eficacia de este en la reducción de proteinuria en combinación con losartan en nefropatía diabética, aunque se desconoce, por el momento, el efecto de este agente en desenlaces finales clínicos como la preservación de la función renal en pacientes con ERC. Se dispones de muchos otros agentes que no antagoni- zan el sistema renina - angiotensina – aldosterona, los cuales son útiles para el control de cifras de TA. Los bloqueantes de los canales de calcio del tipo dihidropi- rimidínicos (nifedipino, amlodipino) no tiene un efecto anti proteinúrico, por el contrario pueden promover la proteinuria, y deben ser administrados únicamente en combinación con antagonistas del sistema renina - an- giotensina – aldosterona para optimizar el control de la TA. Por otro lado los bloqueantes de los canales de calcio del tipo no dihidropirimidínicos (diltiazem y ve- rapamilo) tienen efectos anti proteinúricos y podrían por tanto son intrínsecamente nefro protectores. Simi- lar efecto tiene los E – bloqueadores dado la activación adrenérgica incrementada en los pacientes con enferme- dad renal crónica, por tanto exhiben una buena activi- dad anti hipertensiva y un efecto anti proteinúrico casi comparable los inhibidores de la ECA. La vitamina D tiene un importante efecto regulador en el sistema renina angiotensina aldosterona, pues
  • 8. 76 Nefrología Básica 2 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO la expresión de mRNA de renina puede ser reducido por el uso de la vitamina D activada. Estudios clíni- cos han evaluado la eficacia del paracalcitol oral (un análogo de la vitamina D activada), en el manejo de proteinuria en pacientes con enfermedad renal cró- nica en estadios 3 y 4 que padecían además hiperpa- ratiroidismo secundario, demostrando una reducción significativa en la proteinuria medida por la tira reac- tiva del uroanalisis en comparación contra un place- bo. Esto fue independiente del bloqueo del eje RAA con inhibidores de la ECA o de ARAII, postulándose que son los mecanismos directos de modulación de la vitamina D en inflamación, proliferación de célu- las mesangiales y de las células proximales renales quienes dan cuenta de su efecto benéfico, desplegando propiedades inmunomoduladoras, anti-inflamatorias y anti ateroscleróticas. No obstante, para su uso se debe tener en cuenta los niveles de calcio y fósforo sé- ricos, pues con valores de calcio corregido superiores 10.2 mg/dl y de fósforo de 4.6 mg/dl se deben suspen- der todas las formas de terapia con vitamina D, al igual que el seguimiento de los valores de paratohor- mona molécula intacta (PTHi) para evitar un descen- so de los mismos por debajo de los rangos propuestos en las guías internaciones para cada etapa de la ERC. Los anti inflamatorios no esteroideos (AINEs) tienen un beneficio, dado que disminuyen la proteinuria alteran- do la hemodinamia glomerular y la permeabilidad de la membrana basal glomerular, su beneficio debe ser sopesado de frente al riesgo de inducir falla renal agu- da, retención de sal y agua, hipercaliemia y resistencia a los diuréticos. Por estas circunstancias los AINEs son raramente utilizados en este contexto. También se recomienda la ingesta de 1 g/kg/día de proteí- nas de alto valor biológico en paciente con función renal normal, y en caso que exista enfermedad renal crónica con deterioro de la tasa de filtración glomerular es reco- mendable una restricción moderada de proteínas de 0,6 g/ kg/día adicionando suplementos de aminoácidos e incre- mentado el aporte calórico a 35 kcal/kg/día. En pacientes con hipoalbuminemia no se recomiendan las dietas hiper- proteicas ya que generan hiperfiltración glomerular con consecuencias deletéreas en la función renal. No obstante las dietas con restricción de proteínas en general pueden generar malnutrición, lo cual es un importante factor pre- dictor de mortalidad en pacientes con ERC, de esta mane- ra es importante el seguimiento periódico de los niveles de albúmina para evitar su deterioro. La máxima reducción del riesgo de progresión de la enfermedad renal crónica parece ser asociada con una reducción de proteinuria a menos 300 mg/mt² por día, pero la evidencia que soporta el manejo farmacológico agresivo de la proteinuria está actualmente basada en análisis posteriores de los resultados de estudios que no usaron la reducción de la proteinuria como la medi- da de intervención primaria, por tanto deben realizarse estudios clínicos que evalúen el beneficio potencial de un control intensificado de la proteinuria en el pronósti- co de la enfermedad renal crónica.
  • 9. Nefrología Básica 2 77 7 Capítulo SÍNDROME NEFRÓTICO Referencias. 1. KRAUSE MW, FONSECA V, SHAH V.; Combination inhibition of the renin–angiotensin system: is more better? Kidney International. 80, 245–255 (2011). 2. WÜHL, E, SCHAEFER, F.; Managing kidney disease with blood-pressure control. Nat. Rev. Nephrol. 7, 434– 444 (2011) 3. TEITELBAUM I, KOOIENGA L.; Nephrotic Syndrome versus Nephritic Syndrome. En: Lerma E, Berns J, Nissenson A. CURRENT Diagnosis & Treatment Nephrology & Hypertension. 2009. McGraw-Hill, p. 211 – 216. 4. FLOEGE J, FEEHALLY J.; Introduction to Glomerular Disease: Clinical Presentations. En: Floege J, Johnson RJ, Feehally J. Comprehensive Clinical Nephrology. Fourth Edition. Saunders. 2010, p. 193 – 2007. 5. DONCKERWOLCKE, R. A. M. G.CAMERON, J.S.; The nephrotic syndrome: management, complications, and pathophysiology. En: Davison A, Cameron J, Grunfeld JP, Ponticelli C. Oxford Textbook of Clinical Nephrology, 3rd Edition. 2005. Oxford University Press, p. 415 – 437. 6. NACHMAN P. JENNETTE J. FALK R.; Primary Glomerular Disease. En: Brenner B, Rector F, Living S. Bren- ner & Rector’s the Kidney. 8th Edition. Saunders, 2007. v.1, p. 987 – 1066- 7. SCHNAPER H. ROBSON A. KOPP J.; Nephrotic Syndrome: Minimal Change Nephropathy, Focal Segmental Glomerulosclerosis, and Collapsing Glomerulopathy. En: Schrier, Robert W. Diseases of the Kidney & Urinary Tract, 8th Edition. Lippincott Williams & Wilkins. 2007. v.2, p. 1585 – 1672. 8. ALCÁZAR R. EGIDO J.; Síndrome nefrótico: fisiopatología y tratamiento general. En: Avendaño. L. H. Nefro- logía clínica. 2da. Edición. Editorial Panamericana. 2003.. 9. NAVANEETHAN SD, NIGWEKAR SU, SEHGAL AR, STRIPPOLI GF.; Aldosterone antagonists for preven- ting the progression of chronic kidney disease: a systematic review and meta-analysis. Clin J Am Soc Nephrol 2009;4:542-51. 10. BECKER GJ, HEWITSON TD, CHRYSOSTOMOU A.; Aldosterone in clinical nephrology–old hormone, new questions. Nephrol Dial Transplant 2009;24:2316-21. 11. S. BIANCHI, R. BIGAZZI, V. M. CAMPESE.; Long-term effects of spironolactone on proteinuria and kidney function in patients with chronic kidney disease. Kidney International 2006; 70: 2116-2123 12. DEL VECCHIO L, PROCACCIO M, VIGANÒ S, CUSI D.; Mechanisms of Disease: the role of aldosterone in kidney damage and clinical benefits of its blockade. Nature clinical practice nephrology 2007; 3: 42 – 49. 13. AGARWAL R ET AL.; Antiproteinuric effect of oral paricalcitol in chronic kidney Disease. Kidney Internatio- nal, Vol. 68 (2005), pp. 2823–2828