Textos narrativos realizados por los alumnos y alumnas del C. P. de Milagro (Navarra) teniendo como eje argumentativo el hecho de que ellos se convertían en animales. Aquí están algunos de sus trabajos. Espero que os gusten.
2. UNA PESADILLA
Una tarde de verano, jugando al fútbol con mis
amigos, de repente sentí que algo muy extraño me
estaba ocurriendo. Sentí un cosquilleo por mi cuerpo,
cuando de pronto oigo a todos mis amigos que decían:
_Mirad que perrito más bonito, ja, ja, ja.
_¡Perrito, perrito ven aquí!
No entendía nada de lo que estaba pasando. Al
pasar unos minutos y ver que no yo no podía hablar, ni
reírme con ellos, me doy cuenta de que me decían a mí,
¡era yo el perro al que llamaban! No podía creer lo que
me estaba pasando. Miraba para un lado, miraba para el otro, y no podía salir de mi
asombro. Estaba muy asustado, poco a poco todos se acercaban a mí, pero no sabía
si era para acariciarme o para hacerme daño. Lo único que se me ocurrió fue echar
a correr. Todos me seguían ¡qué miedo! Me llamaban, “Ven aquí, no tengas
miedo”, “¡No te vamos hacer ningún daño!
Pero yo corría y corría, sin mirar para atrás, solo quería salir de allí, no pensé
que me podía pillar un coche, o que podía provocar un accidente al cruzar las calles
sin mirar, solo quería irme de allí cuanto antes, y que me dejaran en paz. Cómo iba
a decirles a mis amigos que era yo, que era Iván el perro al que seguían, que por
favor no me hicieran daño, sino podía hablar, si me había convertido en un perro.
La tarde iba pasando y yo estaba solo y asustado. Llegué a un parque en el
que solo se encontraba una mujer con una niña, y al verme me llamaron con mucho
cariño. Me fui acercando a ellas poco a poco, porque seguía teniendo mucho
miedo, y no sabía qué me iba a pasar. Puede que ellas me recogieran en su casa, o
puede, que al rato de estar conmigo se aburrieran y me volvieran a dejar solo otra
vez. Nada más de pensar que me podían dejar abandonado y tuviera que pasar la
noche solo por ahí, me daba pánico. Primero se acercó la niña y me acarició, luego
su madre se acercó y al verme tan asustado me cogió en brazos y me llevó a la
fuente para que bebiera agua. Al rato me llevaron a su casa, que estaba muy cerca
del parque para darme algo de comer. Ahora estaba muy contento, no iba a pasar
la noche sólo y abandonado, y además eran unas personas muy cariñosas.
Al llegar la noche, la señora que me cogió, preparó una cama para que
pudiera dormir tranquilo y no tuviera miedo de nada ni de nadie. Por fin, ya no
estaba solo y nada malo me iba a ocurrir. Pasó la noche, y al día siguiente sentí que
me despertaban con un beso y una acaricia, y al despertarme, ¡era mi madre!, que
me llamaba para ir al colegio. Menos mal, todo había sido un sueño, bueno una
pesadilla, porque pude entender perfectamente lo que siente un perro cuando
alguien lo abandona y está solo por ahí sin saber qué le va a pasar.
Milagro, 22 de Septiembre de 2012.
Iván Los Arcos Carcía. 6ºA
3. LA AVENTURA DE LA SARDINA
Mi nombre es Iria, tengo tres años, y soy un pulpo hembra. Vivo en la costa
atlántica con mi prima Claudia, con la que suelo ir a comer marisco y sardinas a un
restaurante llamado “Nécora Bailona”. Muchas veces, vamos a dar una vuelta por
las rocas para reírnos un rato de los pescadores que
intentan cogernos.
Uno de los días que estábamos en las rocas
estrujando mejillones con nuestros poderosos
tentáculos para comerlos, perdí de vista a Claudia. La
busqué durante un largo rato e incluso salí a la
superficie por si un pescador la tenía en su poder.
Allá a lo lejos, en lo que los hombres llamaban
puerto, pude ver varias barcas llenas de unos
recipientes de colores en los que Claudia y otros
pulpos como nosotros habían sido metidos.
Fui nadando todo lo rápido que mis tentáculos me dejaron, y del miedo que
tenía mi piel cambiaba de color por momentos, pero conseguí llegar. Pegué todas
mis ventosas con fuerza a la barca y haciendo un último esfuerzo empujé el
recipiente donde estaba mi prima y los otros pulpos hasta conseguir volcarlo, pero
un pescador nos vio “¡corred hacia el agua!” -grité-. El pescador subió al bote, pero
como éramos muchos los que intentábamos escapar, no sabía a cual coger e hizo
volcar el bote. Así conseguimos todos salir nadando rápidamente.
Cuando ya estuvimos a salvo, Claudia me contó lo que había ocurrido. Había
visto al lado de una gran roca una hermosa sardina flotando y no se había podido
resistir, normal, a los pulpos nos encantan las sardinas. Fue nadando muy rápido a
por ella, se la comió y cuando quiso irse, se dio cuenta de que estaba atrapada. Creo
que mi prima se había metido en una nasa, que es como una jaula que usan los
pescadores para engañarnos y atraparnos.
Mi prima Claudia cambiaba continuamente de color mientras me contaba su
historia, estaba muy asustada, y yo intentaba tranquilizarla, ni siquiera nos
habíamos dado cuenta de que siete estrellas de mar y cinco erizos habían estado
escuchando nuestra historia y que lo más probable era que nuestros padres se
enterasen.
Al llegar a casa, la noticia había corrido como la espuma del mar. Mis padres y
mis tíos, nos esperaban muy enfadados, nosotras ya sabíamos que teníamos
prohibido ir a las rocas y que aquellos nos iba a traer un gran castigo; nos
prohibieron jugar en las mareas bajas, que son las más divertidas, y también comer
sardinas durante un mes.
Estuvimos treinta días yendo a las bateas a comer mejillones, pero nos lo
pasábamos genial contando la aventura a nuestros amigos y sobre todo el día que
nuestros padres nos llevaron a la “Nécora Bailona” a comer sardinas, nos supieron
a gloria, pero teníamos la lección aprendida; las sardinas … en el restaurante.
Iria Santamaría García 5º A
4. UN SUEÑO UN POCO RARO
Un día soñé que era una yegua salvaje que galopaba por un inmenso bosque,
habían unos hermosos árboles tan altos que no permitían ver el cielo, me
sentía tan libre y feliz por que en mi mente no cabía la posibilidad de que
alguien tomara mis riendas.
Aquel día de tanto correr tenía mucha sed entonces me acerque a un
riachuelo para beber, pero vaya sorpresa al acercarme un poco más al agua,
me asuste al ver que en el agua había una chica, entonces reaccione rápido y
con mi boca agarre sus ropas y tire de ella con todas mis fuerzas hasta la
orilla. Como no sabía qué hacer, empecé a galopar en el gran bosque hasta
que encontré a un caballo que era mi amigo desde hacia tiempo, como estaba
con su amo conseguí que me siguiera hasta donde había dejado la chica. Al
llegar, el hombre bajó de su caballo y ayudó a la chica, la montó encima mío
y nos llevo hasta su casa en el pueblo, yo no quería marcharme hasta saber
si se encontraba bien, después de algunos días con el cuidado de aquel
hombre la chica se alivió y él le contó lo sucedido, ella estaba muy
agradecida conmigo que salió a acariciarme; fue una sensación extraña ya
que nunca antes había tenido amo, pero al ver esos cariños que ella me daba,
decidí seguirla hasta su casa.
Ya en su casa ella me ofreció zanahorias y comidas muy buenas que yo nunca
había probado, luego me enseño un establo precioso con muchas
comodidades, me abrió sus grandes puertas y me mostró todo lo que había
fuera; era un gran campo con árboles, preciosas flores de colores, un
brillante lago de aguas cristalinas y mucho espacio para vivir libremente. Yo
no me sentía presionada a quedarme, si lo hacia era porque lo sentía dentro
de mi corazón, entonces empecé a sentir
mucho cariño hacia esta chica tan agradable
que día a día comida y amor y decidí quedarme
con ella para siempre.
Así se inició nuestra gran amistad y todos los
días vivíamos muchas aventuras,
merendábamos juntas, salíamos de paseo, nos
bañábamos en el lago, en fin todo era felicidad
y cuando desperté quería regresar a este
maravilloso sueño.
Juliana Sofía Correa Arias 5º A
5. UN SUEÑO HORRIBLE
Érase una vez mi sueño horrible y yo. Ese día fue uno de los
peores de mi vida. En clase me fue fatal porque no estudie nada y
había examen y suspendí. Cuando se acabaron las clases, al volver
a casa me tropecé y me caí. Al llegar a casa enseñe el examen y
me castigaron una semana por suspender el examen. Me fui a mi
habitación hice la tarea, me duche, cené y me fui a la cama.
Cuando me dormí tuve un sueño horrible. Fue así: Quedé con mis
amigas en el parque a las cinco. Fui y las esperé sentada en el
parque. Pero, de repente, noté que empezaba a ser más pequeña.
¡Me convertí en una perrita! Al instante vinieron todas mis amigas
al parque. Me vieron y todos me acariciaron. Pero yo no podía
hablar ¡solo ladraba! No sabía qué hacer movía la cola, ladraba,
andaba… ¡Pero ellos no me reconocían¡ De repente mi amigo Max
me dijo:
-¡Esa perrita tiene los mismos colores de ojos que los de Carla! ¡Y
su ropa esta tirada por ahí! Mis amigos me llevaron a mi casa y…
¡Sonó el despertador!
Me quedé con la intriga de lo que
pasaría pero… ¡Me alegro no ser
una perrita! Bajé a desayunar se
echaron a reír. Me vestí y me fui
para el colegio. Cuando llegué se
lo conté a mis amigos y todos nos
echamos unas risas.
Ese día como estaba tan
contenta que fui a una perrera y
adopte a un perro. Le puse de nombre Kika. Ahora todos los días
la llevo a pasear con mis amigos. Por eso la quiero tanto.
6. Carla Cerdán Valido 6º A
Un día como otros...
Era lunes por la tarde cuando yo decidí dar un
paseo por el cielo azul, yo siempre he sido un
pájaro muy inquieto no importaba que
estuviera en el cielo o en la tierra, siempre
estaba divirtiéndome, pero también era
bastante despistada cualquier árbol que se me
pasaba por medio, nunca me daba cuenta y
siempre me rompía algo. Así que por saludar a
todos y no darme cuenta... ¡Poooooon! Me
pegué contra un árbol y me quedé unos
minutos inconsciente en el suelo.
Cuando abrí los ojos, tenía frente a mi a dos
niñas con una sonrisa agradable, cuando vieron
que estaba herido decidieron cogerme y
llevarme a su casa, y cuando me vio la madre
de las niñas, me llevó a su consultorio de veterinaria, y me vendó la ala. Las niñas
se habían encariñaron tanto conmigo que me escogieron como su mascota, su
madre no tenía ningún inconveniente. Como era un pájaro de varios colores y
además eran vivos, decidieron llamarme Ricky. Al día siguiente, las niñas vieron
que no comía, así que se lo dijeron a su madre, y me llevaron al veterinario, Cuando
llegamos al veterinario, les dijo que no tenía ninguna herida, ni estaba enfermo,
pero les advirtió de que si no me alimentaban podría llegar a morirme.
Me llevaron a su cuarto, me metieron otra vez en la jaula y me pusieron varias cosas
para comer, pero yo no quería comer, porque no tenía ganas de hacer nada, porque
extrañaba mi hogar, mi familia, mis amigos, y en cambio aquí no tenía nada de eso.
Yo no era libre como antes, ahora estaba metida en una simple jaula en la que no
había casi espacio para volar. Ellas no se daban cuenta de nada, solo reían y
jugaban, no les importaba que yo me estuviese muriendo de dolor y de hambre.
Cada día que pasaba yo estaba más débil, y mi corazón empezaba a dejar de latir,
sentía que ya no podía respirar más, que me iba quedando sin oxígeno poco a poco.
Yo ya quería cerrar los ojos y morirme, pero algo me lo impedía, sentía que me
quedaba algo por hacer, pero después me puse a pensar que no podía salir de esta
terrible cárcel en la que me habían metido aquellas dos niñas.
De repente, entraron en la habitación, se acercaron ami poco a poco, abrieron la
jaula y me sacaron, me dieron dos besos y abrieron la ventana y me dejaron ir, ellas
creyeron que era lo mejor para mí, y tenía toda la razón. Salí disparado y volví a mi
hogar, dulce hogar, por fin, pero no me olvidaba de esas dos chicas tan amables
que me habían cuidado y querido tanto, así que iba a visitarlas muy de vez en
cuando, mejor dicho, todos los días. Nunca las podría olvidar, me siento en deuda
con ellas, y ahora ya tengo mi propia casa, o mejor dicho mi propio nido, que lo
había hecho yo misma.
JESSICA REYES PICAHITA 6ºA