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PROVERBIOS
DE SALOMÓN
 CON COMENTARIOS


             ✡
 Biblia Versión Israelita Nazarena - VIN
INTRODUCCIÓN
El vocablo hebreo para «proverbio» (mashal) significa «comparación» y se usa para
designar símiles, parábolas y proverbios propiamente dichos, es decir, sentencias
breves, ya sea de la llamada «sabiduría popular» o, como aquí, de la sabiduría
divinamente inspirada. Según 1 R. 4:32, Salomón compuso tres mil proverbios. La
mayoría de los que se contienen en este libro fueron compuestos por él,
concretamente las secciones 1:1 - 9:18; 10:1 -22:16 y 25:1 - 29:27, aunque los de
esta última sección fueron seleccionados por el rey Ezequías (25:1). El cap. 30 es
atribuido a un tal Agur, y el 31 a Lemuel o Muel, de los que nada sabemos. El libro
toca los aspectos más interesantes de la vida humana. El primero y principal de los
proverbios se halla en el v. 7 del cap. 1, un eco de Job 28:28, que ya vimos.




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✡ PROVERBIOS 1 ✡

En este capítulo tenemos:
1. El título del libro, que muestra el autor y el objetivo (vv. 1-6).
2. El primer principio, encomendado a nuestra consideración (vv. 7-9).
3. Una precaución necesaria acerca de las malas compañías (vv. 10-19).
4. Una representación fiel y viva de los razonamientos de la sabiduría con los hombres, y de
la ruina segura que les espera a los que se hacen el sordo a esos razonamientos (vv. 20-33).

1     Los proverbios de Salomón hijo de David, rey de Yisrael:
2     Para aprender sabiduría y disciplina; para entender palabras de discernimiento;
3     para adquirir disciplina para el éxito, la rectitud, la justicia, y la equidad;
4     para dotar al inexperto de astucia, al joven de conocimiento y previsión.
5     El sabio, al oírlas, obtendrá más sabiduría; el hombre de discernimiento
      aprenderá a ser hábil;
6     para entender proverbio y adivinanza, las palabras de los sabios y sus enigmas.

✡ Comentario (Versículos 1-6)

 1.   Quién escribió estos dichos sabios y sentenciosos (v. 1). Leemos que son «Proverbios
      de Salomón», cuyo nombre significa «pacífico». David, cuya vida estuvo llena de
      fatigas y aflicciones, escribió un libro de devoción (Salmos), pues, como escribe
      Santiago (5:13): «¿está alguno entre vosotros afligido? Haga oración». Salomón, que
      llevó una vida pacífica, escribió un libro de instrucción, porque cuando las iglesias
      tenían paz eran edificadas (Hch. 9:31). En tiempo de paz debemos aprender, y enseñar
      a otros, lo que debemos practicar en tiempo de aflicción. Era hijo de David. Había sido
      bendecido con una buena educación, y se había orado por él (Sal. 72:1); efecto de ello
      era su sabiduría y sus buenos servicios. Fue rey de Israel, única vez que se le llama así
      en los libros sapienciales (comp. con Ec. 1:1). Todo el mundo deseaba ir a ver a
      Salomón para oír su sabiduría (1 R. 10:24), la cual era mayor que la de todos los
      orientales (1 R. 4:30).
 2.   Estos proverbios fueron escritos (vv. 2-4) para uso y beneficio de todos. Este libro nos
      ayudará: (A) Para formarnos nociones correctas de las cosas y tener ideas claras y
      distintas, a fin de que sepamos cómo hablar y actuar con prudencia. (B) Para distinguir
      entre la verdad y la falsedad, el bien y el mal. (C) Para ordenar rectamente nuestra



                                                                                             3
conducta (v. 3). Este libro nos dará el conocimiento que puede disponemos para dar a
      cada uno lo suyo, a Di-s lo que es de Di-s, en todos los ejercicios de devoción, y a los
      hombres lo que a los hombres se debe.
 3.   Son útiles para todos, pero están destinados especialmente: (A) A los simples (v. 4), es
      decir, a los que se dejan llevar fácilmente por las opiniones de otros y, por tanto, son
      presa de la indecisión. Con estos proverbios adquirirán la instrucción necesaria para ser
      sagaces y evitar pecados en los que la ignorancia juega gran papel. (B) A los jóvenes.
      La juventud abunda en vitalidad, pero también en juicios precipitados, faltos de la
      necesaria ponderación. (C) También las sabios aprenderán aquí, pues el verdadero
      sabio es el que sabe que no sabe nada como se debe saber (comp. con I Co. 8:2). Si
      estudian este libro, aumentarán su saber (v. 5) y adquirirán, si ya tienen alguna
      discreción, destreza; el vocablo hebreo indica experiencia en manejar el timón de un
      barco; en otras palabras: saber qué curso tomar en cada ocasión y circunstancia de la
      vida. (D) Todos ellos aprenderán (v. 6) a entender proverbios, etc., es decir, a
      interpretar los diferentes estilos y géneros literarios y las llamadas «figuras de dicción».



7     El respeto a  es el principio del conocimiento; los necios desprecian la
      sabiduría y la disciplina.
8     Hijo mío, hazle caso a la disciplina de tu padre, y no olvides la instrucción de tu
      madre;
9     pues ellas son una hermosa guirnalda en tu cabeza, un collar en tu cuello.

✡ Comentario (Versículos 7-9)

En estos versículos, expone Salomón el principio y fundamento de todo el libro, que puede
resumirse en dos frases: temer a Di-s y honrar a los padres.

1.    «El principio del conocimiento (lit.) es el temor de » (v. 7). La base de toda
      sabiduría verdadera es el temor de Di-s. La frase aparece, con ligeras variantes, en Job
      28:28; Sal. 111:10; Pr. 9:10 y Ec. 12:15, por donde vemos que «conocimiento» y
      «sabiduría» son, a este respecto, sinónimos, aunque «conocimiento» expresa una
      experiencia íntima, personal y práctica, no meramente intelectual, propia de la
      «sabiduría» que es de lo alto (Stg. 3:12), equivalente al «saber de salvación» de 2 Ti.
      3:15. La frase «temor de » ocurre 15 veces en este libro y, como ya sabemos,
      significa respeto o reverencia, que incluye acatamiento u obediencia. Así pues, el
      verdadero sabio comienza por respetar y obedecer a Di-s. Por contraste (v. 7b) los




                                                                                                4
necios (hebreo, evilim), «los mentalmente tontos y moralmente irresponsables» -como
     comenta el Dr. Ryrie, desprecian la sabiduría y la corrección (lit.).
2.   A este principio sigue el honor a los padres, el cual se manifiesta primordialmente en la
     atención que se presta a los consejos y avisos de los progenitores (v. 8). Notemos aquí
     tres detalles sumamente importantes e interesantes: (A) Salomón supone aquí que los
     padres cumplen con su deber de enseñar y corregir a sus hijos; y, en el decurso del
     libro, va a insistir en la necesidad de cumplir con este deber. (B) Exhorta a los hijos a
     escuchar (a someterse y agradecer) la corrección (reprensión, disciplina, etc.) del padre.
     El vocablo hebreo (musar) es el mismo del final del v. 7 y corresponde al griego que se
     traduce por «corrección» o «disciplina» en Ef. 6:4 y se refiere allí a los «padres»
     (pater), no «progenitores» indistintamente. (C) también les exhorta (v. 8b) a no
     descuidar (lit. dejar) la instrucción (hebreo, Torá -¡primera ley!) de la madre. Es
     interesante observar que, mientras las leyes de los persas, los griegos y los romanos
     mandaban que los hijos respetasen los avisos y preceptos de los padres, la ley de Di-s
     manda que se respeten los avisos, instrucciones, y «preceptos» de las madres. Y es de
     notar que, en realidad, la madre es la verdadera educadora de los hijos, la que les
     moldea el carácter, mientras el padre les moldea el criterio: la «fijeza de la mente»,
     equivalente literal de «amonestación», en Ef. 6:4. Once veces más aparecen juntos
     padre y madre, en este libro, en esta tarea educadora. Y en dos lugares más (29:15 y 31;
     1), sólo se menciona a la madre. «Hijo mío», en Proverbios, tiene el sentido de
     «discípulo».
3.   Con dos bellas comparaciones (v. 9) describe Salomón el buen resultado que al joven
     se le seguirá de prestar atención a la corrección de su padre y a la instrucción de la
     madre: guirnalda que agracia la cabeza y collar que adorno el cuello. Comenta J. J.
     Serrano: «Las comparaciones son apropiadas, pues no es sólo la sabiduría el mejor
     ornato de la persona, ciñendo la parte más noble del hombre, su entendimiento,
     representado por la frente, sino que adorna también la voluntad simbolizada por el
     corazón, sobre el que descansa el collar».


10 Hijo mío, si los pecadores te seducen, no cedas;
11 si te dicen: ―Vamos a poner una emboscada para derramar sangre, vamos a
   asechar al inocente (sin motivo),
12 como la Fosa, vamos a tragárnoslos vivos; enteros, como los que bajan al Hoyo.
13 Obtendremos todo tesoro precioso; llena-remos nuestras casas de botín.
14 Echa tu suerte con nosotros; tendremos todos una bolsa común‖.
15 Hijo mío, no salgas con ellos; no pongas tus pies en la senda de ellos.
16 Porque sus pies corren al mal; se apresuran a derramar sangre.
17 A los ojos de cualquier ave el nido tendido no significa nada.


                                                                                             5
18 Pero ellos ponen emboscadas a su propia sangre; se ponen en asecho de su
   propia vida.
19 Tal es la suerte de todos los que persiguen ganancia injusta; le quita la vida a su
   dueño.

✡ Comentario (Versículos 10-19)

Aquí Salomón da otra regla general a los jóvenes para que tengan mucho cuidado con las
malas compañías. Los pecadores gustan de tener cómplices en el pecado. Los ángeles que
cayeron fueron tentadores casi tan pronto como fueron pecadores. Los perversos (v. 10) no
amenazan ni discuten, sino que seducen con lisonjas. Por eso les dice Salomón a los jóvenes:
«No consientas, porque, aunque te seduzcan, no pueden forzarte». Para corroborar este
consejo que les da:

1.   Presenta los falaces argumentos que los perversos usan en sus seducciones, a fin de
     engañar a las almas inconstantes. Especifica a los bandidos que hacen cuanto pueden
     para atraer a otros a su banda (vv. 11-14). «Ven con nosotros (v. 11); deseamos tu
     compañía». Al principio, parece que se contentan con eso; pero pronto apuntan más
     alto (v. 14): «Echa tu suerte entre nosotros; corramos los mismos riesgos y tengamos
     las mismas ventajas; tengamos todos una misma bolsa», la del dinero o, más probable,
     como sugiere J.J. Serrano, la de los dados (paralelismo con la primera parte del v.).
     Tienen sed de sangre y odian a los buenos, porque con su honradez les avergüenzan y
     condenan. Con el fin de enriquecerse (v. 13), no reparan en medios: «Preparan
     asechanzas» (alevosía y premeditación) para matar sin motivo (capricho y saña) al
     inocente (por tanto, homicidio con todas las agravantes). Llaman a las riquezas (v. 13)
     «preciosa sustancia» (lit.), cuando no son ni sustancia ni preciosa; son una sombra y
     son vanidad, especialmente cuando se adquieren por medio del robo (Sal. 62:10).
     Comp. el v. 12 con Nm. 16:30-33.
2.   Muestra lo pernicioso de tal conducta (v. 15): «Hijo mío, no vayas de camino con ellos;
     aparta tu pie de sus veredas; no sigas su ejemplo, no hagas lo que hacen ellos.
     Considera su camino (v. 16): Sus pies corren hacia la maldad, a lo que desagrada a Di-s
     y es dañoso a la humanidad, pues van presurosos a derramar sangre». El camino del
     vicio es como un plano inclinado hacia abajo, en el que no sólo no se puede parar, sino
     que cada vez se cae más hondo y más deprisa mientras se continúa en él. Se les dice
     que tal camino conduce a la perdición, y, sin embargo, persisten en él. El v. 17 ha
     desconcertado a muchos comentaristas, pero, a la vista del contexto posterior, el sentido
     es el siguiente: Un ave evita, por instinto, caer en la red o lazo que se tiende ante sus
     ojos, pero a estos perversos les ciega de tal modo su codicia, que no se dan cuenta de
     que se meten ellos mismos en el peligro.



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20 La sabiduría clama en las calles, levanta su voz en las plazas.
21 En la esquina de las calles transitadas llama; a la entrada de los portones, en la
   ciudad, habla:
22 ―¿Hasta cuándo, inexpertos, van a estar amando la inexperiencia; ustedes,
   burladores, a estar burlándose; ustedes, tontos, a estar odiando el conocimiento?
23 Ustedes son indiferentes a mi reprensión; ahora les voy a decir lo que pienso, les
   voy a comunicar mis pensamientos.
24 Como ustedes me rechazaron cuando llamé, y no hicieron caso cuando extendí
   mi mano,
25 menospreciaron todo mi consejo, y no quisieron oír mi reprensión,
26 yo me reiré de su calamidad, y me burlaré cuando venga el terror sobre ustedes,
27 cuando venga el terror como un desastre, y llegue la calamidad como un
   torbellino, cuando el problema y la angustia venga sobre ustedes.
28 Entonces ellos me llamarán pero no responderé; me buscarán pero no me
   hallarán.
29 Porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el respeto a ;
30 rechazaron mi consejo, y despreciaron todas mis reprensiones,
31 comerán el fruto de sus caminos, y se hartarán de sus propios consejos.
32 La tranquilidad de los inexpertos los matará, y la complacencia de los tontos los
   destruirá.
33 Pero el que me escucha habitará en seguridad, imperturbable por el terror de la
    calamidad‖.

✡ Comentario (Versículos 20-33)

Después de mostrar cuán peligroso es prestar oídos a las tentaciones de Satanás, muestra
ahora Salomón cuán peligroso es no prestar oídos a los llamamientos de Di-s.

1.   Por medio de quién nos llama Di-s? -Por medio de la sabiduría, la cual clama en las
     calles, alza su voz, etc» (vv. 20, 21). El hebreo está en plural: «sabidurías», porque la
     sabiduría de Di-s es, no sólo infinita, sino también «multiforme» (Ef. 3:10). Di-s habla
     a los hombres por medio de todas las clases de sabiduría: (A) El entendimiento humano
     es sabiduría, la luz y la ley de la naturaleza, los poderes y las facultades de la razón y el
     oficio de la conciencia (Job 38:36). (B) El gobierno civil es sabiduría, cuyos
     vicegerentes son los magistrados. (C) La revelación divina es sabiduría; todos sus
     dictados, todas sus leyes, son sabios como la sabiduría misma. Por medio de las
     Escrituras, de sus siervos los profetas y de todos los ministros de su palabra, Di-s



                                                                                                7
declara a los pecadores sus sabias enseñanzas, promesas, advertencias y amenazas. (D)
     El Mesías es la sabiduría, pues en él están escondidos todos ¡los tesoros de la sabiduría
     y del conocimiento (Col. 2:3), y él es el centro de la revelación divina; no sólo la
     Sabiduría misma (V. Lc. 7:35), sino el Verbo de Di-s, la Palabra eterna, por medio de la
     cual nos habla Di-s de forma definitiva y exhaustiva (He. 1:1-3), y a quien ha dado todo
     juicio (Jn. 5:22).
2.   La sabiduría clama: (A) Muy públicamente: en las calles, en las plazas, en los lugares
     más concurridos, en las entradas de las puertas de la ciudad (vv. 20,21), para que todo
     el que tenga oídos pueda oír. La filosofía humana se enseñaba en colegios y
     universidades, pero la sabiduría divina se enseña en los lugares donde concurren, no
     sólo los sabios, sino el pueblo llano. (B) Muy patéticamente: clama, grita, con toda
     claridad y con todo afecto. Di-s desea ser oído bien y por todos, pues desea que todos
     se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4).
3.   Cuál es el llamamiento de Di-s por medio de la sabiduría: (A) Reprende a los pecadores
     por su necedad y por su obstinación (v. 22). Los simples aman la simpleza. Obran
     neciamente y se gozan en sus necedades malvadas como quien se halla en su propio
     elemento. Los insolentes se complacen en la insolencia y hacen burla de todo lo que se
     les dice. Los insensatos aborrecen el conocimiento. Estos son los peores, pues se niegan
     a aprender lo que más les conviene. Di-s desea la conversión de los pecadores y no su
     ruina; por eso, espera paciente (¿hasta cuándo... ?»), dispuesto a razonar con ellos (Is.
     1:18). (B) Les invita a arrepentirse y volverse sabios (v. 23): «Volveos, es decir,
     convertíos, a mí reprensión: Recobrad la sanidad de juicio (comp. Lc. 15:17) y volveos
     a Di-s y a vuestro deber, y viviréis. Los que aman la simpleza se encuentran en
     impotencia moral de cambiar su mentalidad y su conducta; no se pueden convertir por
     su propio poder. Por eso les dice Di-s: «He aquí yo derramaré mi espíritu sobre
     vosotros (comp. Jl. 2:28); poneos a disposición del Espíritu Santo, y la gracia de Di-s
     obrará en vosotros el querer y el hacer lo que, sin esa gracia, nunca podríais llevar a
     cabo. El Espíritu de Di-s usa como medio de la gracia la palabra de Di-s: «Yos daré a
     conocer mis palabras» (v. 23c), es decir, no sólo os las diré, sino que os las haré
     entender. (C) A los que continúan obstinados en rehusar los medios de gracia les lee la
     sentencia (vv. 24-32). El crimen es, en pocas palabras, rechazar el ofrecimiento de la
     gracia y rehusar someterse a las condiciones del Evangelio, lo que les habría salvado de
     la maldición de la ley de Di-s y del dominio de la ley del pecado. El Mesías extiende
     los brazos para ofrecerles el perdón, pero no hubo quien atendiese (v. 24). Desecharon
     su consejo y no aceptaron su reprensión (v. 25). Esto se repite en el v. 30. No admiten
     el gobierno de la razón ni el de la revelación, ya que aborrecieron la sabiduría y no
     escogieron el temor de  (v. 29). Por no recibir el beneficio de la misericordia de
     Di-s cuando les fue ofrecido, caerán justamente víctimas de su justicia (29:1). Les
     llegará la desgracia (v. 26) que temían; vendrá como un torbellino (v. 27) y les tomará
     por sorpresa, pues vendrá de repente. Los vv. 26-28 han de entenderse a la luz del



                                                                                            8
contexto posterior. No significan que Di-s niegue su auxilio a quien lo pide, sino que, al
obstinarse en no escuchar la voz de Di-s, comerán el fruto de lo que sembraron, pues,
como las vírgenes de Mt. 25:10-13, hallarán cerrada la puerta, lo cual es una figura para
dar a entender que, con la muerte, se acaba el tiempo de la oferta de la gracia. (D)
Concluye asegurando que los que se someten a las instrucciones de la sabiduría
disfrutarán de paz y tranquilidad (v. 33). Estarán bajo especial protección del Cielo, de
forma que nada les producirá verdadero daño. No sólo están libres de desgracia, sino
también del temor a la desgracia.




                                                                                        9
✡ PROVERBIOS 2 ✡

En este capítulo, Salomón describe los buenos resultados de seguir las instrucciones de la
sabiduría.
1. Les muestra a los que están dispuestos a ser instruidos que, si usan los medios del
conocimiento y de la gracia, obtendrán de Di-s el conocimiento y la gracia que buscan (vv.
1-9)
2. Les muestra también las ventajas que se les seguirán con esto: 1. Serán preservados de las
redes y lazos de los malvados (vv. 10-15) y de las malas mujeres (vv. 16-19). 2. Serán
guiados y guardados en el camino de los buenos (vv. 20-22).


1 Hijo mío, si aceptas mis palabras y atesoras mis mandamientos;
2 si pones tu oído atento a la sabiduría y tu mente abierta al discernimiento;
3 si llamas al entendimiento y voceas al discernimiento,
4 si lo buscas como se busca la plata y vas en su búsqueda como tesoros,
5 entonces entenderás el respeto a  y alcanzarás conocimiento de Di-s.
6 Porque  concede sabiduría; el conocimiento y el discernimiento se dan por
    Su decreto.
7 Él reserva la habilidad para el recto y es un escudo para los que viven sin tacha,
8 guarda las sendas de justicia, protege el camino de los que le son leales.
9 Entonces entenderás lo que es correcto, justo, y equitativo –todo buen proceder.

✡ Comentario (Versículos 1-9)

    1.   Los medios que hemos de usar para obtener sabiduría: (A) Hemos de prestar
         atención a la palabra de Di-s, que puede hacernos sabios para salvación (vv. 1, 2,
         comp. con 2 Ti. 3:15). Las palabras de Di-s son fuente y norma de sabiduría y
         entendimiento. Muchas cosas sabias pueden hallarse en los escritos de hombres
         sabios, pero en la divina revelación todo es sabiduría. (B) Hemos de pasar mucho
         tiempo en oración (v. 3), clamando a la prudencia o discernimiento (hebreo, bináh)
         y dando voces a la inteligencia (hebreo, tebunáh), vocablos sinónimos de sabiduría
         (hebreo, jojmáh) y conocimiento (hebreo dáat). (C) Hemos de estar dispuestos
         también a esforzamos y fatigamos (v. 4) por buscar la sabiduría; «como a la plata...



                                                                                          10
como a tesoros» no quiere decir que la hayamos de buscar como buscaríamos la
          plata, etc., sino como se esfuerzan y fatigan los que excavan en las minas.
     2.   El éxito que hemos de esperar si usamos tales medios. Nuestras fatigas no serán en
          vano, pues entenderemos el temor de , esto es, sabremos cómo hemos de
          adorarle y servirle, y hallaremos el conocimiento de Di-s (v. 5), el cual es necesario
          para que nuestro temor de Di-s sea como debe ser. También sabremos cómo
          conducimos con los hombres (v. 9), pues entenderemos las tres cualidades que
          proceden de la sabiduría: justicia, juicio y equidad (comp. con 1:3), que
          corresponden a nuestras relaciones con Di-s, con el prójimo y con nosotros mismos
          y vienen a equivaler (leyéndolos a la inversa) a «sobria, justa y piadosamente» de
          Tit. 2:12. En efecto, justicia (hebr. tsédeq) es la cualidad que regula nuestra relación
          con Di-s; juicio (heb. mishpat) equivale a la «honradez» en nuestro trato con los
          demás; y equidad (heb. mesharim, de yashar = recto) expresa la «rectitud» personal.
     3.   El fundamento que tenemos para esperar el éxito en nuestra búsqueda de la
          sabiduría; los ánimos para ello hemos de esperarlos únicamente de Di-s (vv. 6-8).
          (A) «Porque  da la sabiduría» (v. 6), pues él es la Sabiduría infinita y fuente de
          toda sabiduría verdadera. (B) «De su boca nacen el conocimiento y la inteligencia»
          (v. 6b). Todo lo que nos hace realmente sabios procede de la palabra de Di-s, tanto
          escrita como predicada por sus fieles ministros. (C) Di-s provee de esa sabiduría a
          los que están sinceramente dispuestos a hacer su voluntad (vv. 7, 8). Nótese que esa
          sabiduría provee a los rectos, en paralelismo de sinonimia con los santos, de una
          defensa completa: aptitud para improvisar soluciones acertadas (este es el
          significado del hebreo tushiyáh), escudo, guardia y preservación. Y todo esto lo da
          Di-s, por medio de su sabiduría. Así que, si buscamos la sabiduría en él, él nos
          guardará en todos nuestros buenos caminos, que son los de la justicia, el juicio y la
          equidad del v. 9, comp. con los vv. 7 y 8.


10   Porque la sabiduría entrará en tu mente y el conocimiento te deleitará.
11   La previsión te protegerá, y el discernimiento te guardará.
12   Te salvará del camino de los malos, de los que hablan duplicidad,
13   que abandonan las sendas derechas para seguir por caminos obscuros,
14   que se gozan en hacer lo malo y se alegran en la duplicidad de los malos,
15   cuyas sendas son torcidas y que se han desviado en su proceder.
16   Te librará de la mujer prohibida, de la extraña con palabras seductoras,
17   la que olvida al compañero de su juventud e ignora la alianza de su Di-s.
18   Su casa se hunde hasta la Muerte, y su sendero lleva a las sombras.
19   Nadie que vaya a ella puede volver y hallar otra vez las sendas de vida.



                                                                                               11
20 Así que sigue tú el camino de los buenos y atente a las sendas de los justos.
21 Porque los rectos habitarán la tierra, los intachables permanecerán en ella.
22 Mientras que los malvados desaparecerán de la tierra y los desleales serán
   desarraigados de ella.

✡ Comentario (Versículos 10-22)

La verdadera sabiduría nos preservará de las sendas del pecado y nos hará mayor favor que si
nos enriqueciese con todos los bienes de este mundo. En efecto:

    1.   Nos libra del mal camino de los hombres perversos (vv. 11-13). Si la sabiduría de
         Di-s entra en el corazón (v. 10), no sólo en la cabeza, da conocimiento, discreción e
         inteligencia para protegerse, con claridad de juicio y sana libertad de voluntad, de
         los principios corrompidos de hombres profanos y sin Di-s, que se complacen en el
         vicio, buscan las tinieblas y andan por veredas tortuosas (vv. 12-15). Dice J. J.
         Serrano: «Estos versos caracterizan a los enemigos del joven como depravados y
         faltos de sinceridad en pensamientos, palabras y obras». Los que odian la luz, odian
         la verdad y, por consiguiente, aman las tinieblas y la mentira.
    2.   Nos libra también de los peligros de la mujer extraña (vv. 16-19). Llama así a la
         adúltera, porque es «ajena», es decir, de otro. Nótense sus malas cualidades: (A) Es
         lisonjera (v. 16b), esto es, halaga con buenas palabras, pero es falsa en lo que dice,
         pues siente tanto afecto como el que sentía Dalila hacia Samsón; sólo le interesa
         satisfacer sus bajos instintos y hacerse con el dinero del joven. (B) Es infiel a su
         marido (v. 17), lo que equivale a quebrantar el pacto de su Di-s (v. lib). Este es el
         sentido que exige el paralelismo (comp. también con Ex. 20:14), por lo que el
         adulterio es pecado contra Di-s y contra el hombre, contra la religión y contra la
         justicia. Es menester que la discreción preserve al hombre no sólo de la mujer
         extraña, sino también de su casa (v. 18), pues entrar en ella es ponerse en ocasión
         incitante al pecado, y es un pecado que pronto se convierte en vicio que embota la
         inteligencia, endurece el corazón y conduce al hombre por la pendiente que conduce
         a la muerte. Por eso, es extremadamente raro el caso de que, una vez metido en las
         redes de este vicio, se recobre el hombre hasta alcanzar otra vez los senderos de la
         vida (v. 19).
    3.   Nos conduce y preserva por el camino de los buenos (v. 20). Cosa sabia es andar
         por tal camino (V. Jer. 6:16; He. 6:12; 12:1), pues las veredas de los rectos son
         sendas de vida (v. 21), mientras que los impíos van por caminos de muerte, pues
         serán cortados y hasta desarraigados de la tierra (v. 22).




                                                                                            12
✡ PROVERBIOS 3 ✡

Este capítulo es uno de los más excelentes de todo el libro, tanto por las razones que da para
persuadimos a ser buenos como por las instrucciones que para ello nos ofrece.
1. Debemos ser constantes en el camino del deber, pues ese es el camino de la felicidad (vv.
1-4).
2. Debemos vivir dependiendo de Di-s, pues ese es el camino de la seguridad (y. 5).
3. Debemos conservar el temor de Di-s, pues ese es el camino de la sanidad (vv. 7, 8).
4. Debemos servir a Di-s con nuestros bienes de fortuna, pues ese es el camino de la
prosperidad (vv. 9, 10).
5. Hemos de soportar con paciencia nuestras aflicciones, pues ese es el camino de la
comodidad (vv. 11, 12).
6. Hemos de poner toda diligencia en obtener la sabiduría, pues ese es el camino de
alcanzarla (vv. 13-20).
7. Hemos de gobernamos con las normas de la sabiduría, pues ese es el camino de la
tranquilidad (vv. 21-26).
8. Hemos de hacer a nuestros prójimos todo el bien que podamos y ningún mal (vv. 27-35).


1   Hijo mío, no olvides mi enseñanza, que tu mente retenga mis mandamientos;
2   porque ellos te concederán abundancia de días, años de vida y bienestar.
3   Que no se aparten de ti la fidelidad y el amor; amárratelos al cuello, escríbelos
    en la tabla de tu mente,
4    y hallarás favor y aprobación a los ojos de Di-s y de los hombres.
5   Confía en  con todo tu corazón, y no te fíes de tu propio entendimiento.
6   En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él suavizará tus sendas.

✡ Comentario (Versículos 1-6)

Una vida de comunión con Di-s produce inefables beneficios.

    1.   Hemos de observar continuamente los preceptos de Di-s (vv. 1, 2), haciendo de
         ellos la norma de nuestra conducta. Y hemos de observarlos de todo corazón. Para
         animarnos a sometemos a todas las restricciones y ordenanzas que nos impone la
         ley de Di-s, se nos asegura aquí (v. 2) que ese es el camino cierto para la longevidad



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y la prosperidad. Ni aun los días de la vejez serán malos, sino días en los que
          hallaremos placer: «te añadirán...años de vida y paz». «Mucha paz tienen los que
          aman tu ley» (Sal. 119:165).
     2.   Hemos de recordar continuamente las promesas de Di-s, que van anexas a los
          preceptos de Di-s: «gracia y buena opinión ante los ojos de Di-s y de los hombres»
          (v. 4) es promesa para los que obran con bondad y fidelidad (v. 3), ya que estas
          cualidades se atribuyen precisamente, con mucha frecuencia, a Di-s, pero aquí,
          como en 14:22; 16:6; 20:28 se atribuyen a los hombres (sin contar los lugares en
          que sólo el jésed-amor o bondad- está explícito). Toda persona piadosa busca, ante
          todo, el favor de Di-s, aunque no haya de despreciarse la estima de los hombres
          (Est. 10:3).
     3.   Hemos de atender continuamente a la providencia de Di-s, a fin de depender de él,
          con fe y oración, en todos nuestros asuntos. Hemos de fiarnos de  con todo el
          corazón (v. 5, comp. con Sal. 37:3, 5), no en nuestras propias opiniones, aunque nos
          parezca que el asunto es como camino trillado, cosa fácil para la que no necesitamos
          consejo de nadie. En todos nuestros caminos hemos de reconocerle (v. 6): tener
          comunión con él y reconocer su mano, poniéndonos en todo a su disposición, pues
          él hará derechas nuestras veredas, promesa que se repite en 11:5; 15:2 1 (comp. con
          Is. 45:13); nuestro camino será seguro y fácil, con un feliz resultado.


7    No seas sabio en tu propia opinión; respeta a  y evita el mal.
8    Será una cura para tu cuerpo, un tónico para tus huesos.
9    Honra a  con tu riqueza, con lo mejor de todo tu ingreso,
10   y tus graneros estarán llenos de grano, tus lagares rebosarán de vino nuevo.
11   No rechaces la disciplina de , hijo mío; no detestes su reprensión.
12   Porque al que  ama lo reprende, como el padre al hijo a quien favorece.

✡ Comentario (Versículos 7-12)

Tenemos aquí tres exhortaciones, cada una de ellas corroborada con buenas razones:

     1.   Debemos vivir en humilde y respetuosa sumisión a Di-s y a su gobierno (v. 7):
          «teme a  y apártate del mal», es decir, si temes a Di-s te apartarás del mal, pues
          lo segundo es consecuencia de lo primero. Para animamos a vivir así en el temor de
          Di-s, se nos promete (v. 8) que nos aprovechará incluso corporalmente como
          alimento para los músculos (lit, el ombligo) y para el tuétano de los huesos. Con el



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vigor del cuerpo, el espíritu adquirirá también mayor firmeza para tomar las
          resoluciones pertinentes; por otra parte, la prudencia, la templanza y la sobriedad, la
          calma mental y el buen gobierno de las pasiones, que la religión nos enseña, no sólo
          fortalecen la salud del alma, sino también la del cuerpo.
     2.   Debemos hacer buen uso de nuestros medios de fortuna, pues ése es el camino recto
          para incrementarlos (vv. 9, 10): «Honra a  con tus bienes, etc... y serán llenos
          tus graneros, etc». Las riquezas de este siglo son secundarias, frágiles, efímeras; sin
          embargo, aun en esto suele Di-s bendecir al que honra a Di-s, especialmente al que
          le honra con el buen uso de ellas. Nótese, sin embargo, como hace notar Cohen, que
          la recompensa que esas bendiciones materiales suponen no se presenta en la Biblia
          como un incentivo para la buena conducta. Por eso, dice el salmista (Sal. 1 l2:l)
          «Dichoso el hombre que teme a , y en sus mandamientos (no en la
          recompensa) se deleita en gran manera».
     3.   Debemos conducimos rectamente bajo las aflicciones (vv. 11, 12). No hemos de
          menospreciar la reprensión (hebreo musar, el mismo vocablo de 1:8) de ; es
          decir, no hemos de tomarla a la ligera como si nada tuviese que ver con nosotros,
          sino que, viendo en ella un propósito benéfico de Di-s, hemos de sacar de ella el
          beneficio que Di-s intenta. No se nos pide que seamos estoicos, duros como piedras,
          a fin de que las aflicciones nos hagan menos daño, pero tampoco hemos de sentir
          asco de ellas (ése es el sentido del verbo en hebreo, en vez de «fatigarse»), pues la
          aflicción es disciplina del Creador (comp. con He. 12:6-11), y él conoce de qué
          estamos hechos (Sal. 103:14) y hasta dónde podemos aguantar (1 Co. 10:13). No
          estamos hablando de una justicia vindicativa, sino de una corrección paternal para
          nuestro mayor bien.


13 Feliz el que haya sabiduría, el que alcanza entendimiento.
14 Su valor en el mercado es mayor que el de la plata, su fruto, mayor que el oro.
15 Es más preciosa que los rubíes; todos tus bienes no pueden igualarla.
16 En su mano derecha hay abundancia de días, en su izquierda, riqueza y honor.
17 Sus caminos son caminos agradables, y todas sus sendas, pacíficas.
18 Es un árbol de vida para todos los que le echan mano, y todo el que se aferra a
   ella es feliz.
19  fundó la tierra con sabiduría; estableció el cielo con entendimiento;
20 Por su conocimiento reventaron los abismos, y el cielo destiló rocío.




                                                                                              15
✡ Comentario (Versículos 13-20)

Dichoso el hombre que halla la sabiduría, la verdadera sabiduría, que consiste en conocer y
amar a Di-s, y en conducirse enteramente de acuerdo con su verdad, su providencia y su ley.

     1.   Qué sabiduría es la que hace feliz. Feliz es el hombre que, al hallar la verdadera
          sabiduría, la hace suya extrayendo entendimiento, como dice el original hebreo. No
          la tiene en sí, pero la extrae con el cubo de la oración de la fuente que ofrece
          generosamente sabiduría (Stg. 1:5). Se fatiga en ello, como quien extrae oro de una
          mina, porque le da un valor mayor que el de la plata, oro o piedras preciosas (v. 14).
          Es la perla de gran valor (Mt. 13:45, 46), por cuya adquisición bien vale la pena
          venderlo todo. «Compra la verdad», dirá después (23:23); no dice a qué precio, pero
          bien se da a entender que cualquier precio es bueno para obtenerla, antes que
          perderla.
     2.   La dicha de los que la hallan es una dicha trascendente, como podemos ver (vv. 14,
          15, comp. con Job 28:15 y ss.). Es un saber para salvación eterna (2 Ti. 3:15), con la
          que no se puede comparar ningún bien de este mundo.
     3.   El universo entero no puede proveer el rescate de un alma que se va a perder por
          falta de la verdadera sabiduría. Los (vv. 16-18) vienen a explanar lo que ha dicho en
          el (v. 2). La sabiduría aparece aquí como una reina, repartiendo dones a diestra y
          siniestra a quienes son sus fieles súbditos. Ofrece longevidad en su mano derecha,
          pues da consejos y proporciona métodos para prolongar la vida (hasta la eternidad)
          y en su mano izquierda ofrece riquezas y honor. El sentido de este binomio se
          entiende mejor comparando este lugar con Ex. 28:2, 40 e Is. 35:2. El deleite (v. 17)
          que ofrece es de la mejor calidad, pues ningún placer de los sentidos puede
          compararse con el que las almas piadosas hallan en la comunión con Di-s y en hacer
          el bien a todos. La mención del árbol de la vida (v. 18, comp. con Gn. 2:9) sugiere
          que es para el alma lo que dicho árbol habría sido para nuestros primeros padres si
          se hubiesen alimentado de él en lugar de comer del árbol prohibido (comp. también
          con Ap. 2:7; 22:2). Llega a ser una participación de la propia dicha de Di-s (vv. 19,
          20), quien con la sabiduría (8:22 y ss.) llevó a cabo la obra de la creación.


21   Hijo mío, no los pierdas de vista; aférrate a la habilidad y a la previsión.
22   Ellas le darán vida a tu espíritu y gracia a tu garganta.
23   Entonces seguirás tu camino con seguridad y no te lastimarás los pies.
24   Cuando te acuestes no tendrás miedo; te acostarás y tendrás un dulce sueño.
25   No temerás el terror repentino ni el desastre que les sobreviene a los malvados,
26   porque  será tu confianza; guardará tus pies de caer presos.


                                                                                             16
✡ Comentario (Versículos 21-26)

    1.   Aquí se nos exhorta a tener siempre a la vista y en el corazón las normas de la
         piedad sincera (v. 21): «Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; que no se
         aparten de ellas tus ojos para irse tras la vanidad. Tenías siempre presentes,
         cultívalas y practícalas mientras vivas. Guárdalas en tu corazón como en cofre de
         tesoros, pues es ahí donde anidan la prudencia y la discreción».
    2.   El argumento para corroborar esta exhortación se toma de las inefables ventajas que
         nos proporciona la sabiduría (v. 22): «Y serán vida para tu alma (comp. con y. 18);
         te avivarán el sentido del deber y te fortalecerán durante tus aflicciones cuando
         comiences a sentirte débil y decaído. También serán gracia para tu cuello, como un
         hernioso collar de perlas o una cadena de oro. Entonces (v. 23) andarás por tu
         camino confiadamente, y tu pie no tropezará (comp. Sal. 91:12); caminarás bajo la
         protección de la providencia y de la gracia, mientras no seas tú quien se expone al
         peligro. El camino del deber es el camino de la seguridad. Ella te servirá de
         estupenda medicina contra los temores nocturnos a los ladrones, a los espectros, al
         fuego, etc. (v. 24) y aun contra el pavor repentino (v. 25), es decir, contra una
         experiencia aterradora que sobreviene de súbito, puesto que el Padre que vela por
         nosotros no duerme ni puede haber cosa alguna que le tome por sorpresa. El mejor
         remedio para tener una buena noche es tener una buena conciencia.


27 No le niegues un bien a quien lo merece, cuando tengas el poder de hacerlo.
28 No le digas a tu prójimo: ―Vuelve después; te lo daré mañana‖, cuando lo tienes
   contigo.
29 No planees el mal contra tu compañero que vive confiado contigo.
30 No disputes con nadie sin motivo, cuando no te ha hecho ningún mal.
31 No envidies a un hombre sin ley, ni escojas ninguno de sus caminos;
32 porque el desviado es una abominación para , pero él intima con el sincero.
33 La maldición de  está sobre la casa del malvado, pero él bendice el hogar
   del justo.
34 De los burladores se burla, pero a los humildes les muestra misericordia.
35 El sabio obtendrá honra, pero los tontos consiguen desgracia como su porción.

✡ Comentario (Versículos 27-35)

Vienen ahora normas concernientes a nuestra relación con el prójimo.




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1.   Debemos dar a cada uno lo suyo, tanto lo que se le debe en justicia como lo que
     exige la caridad, y eso sin dilaciones ni excusas (vv. 27, 28). El contexto indica que
     se trata especialmente del prójimo pobre, a quien hay que dar lo que necesita sin
     hacerle esperar. Prometer para mañana (v. 28) lo que se puede dar hoy, además de
     ser injusto, es problemático pues nadie sabe si vivirá mañana ni el que debe dar ni el
     que necesita recibir. Este deber incluye: (A) El pago de deudas; (B) El pago de
     rentas y salarios; (C) La provisión para nuestros familiares necesitados; (D) Nuestra
     contribución tanto para la Iglesia como para el Estado; (E) La buena disposición
     para todo acto de amistad y humanidad, a fin de aliviar problemas y necesidades
     locales, nacionales y mundiales de toda índole.
2.   Nunca hemos de tramar ningún daño contra nadie (v. 29), sobre todo cuando
     nuestro prójimo está confiado, es decir, no sospecha ningún mal de nuestra parte y,
     por ello, no se pone en guardia.
3.   No hemos de ser foco de contención o discordia (v. 30); «No tengas pleito con
     nadie sin motivo». Es aquí donde el amor juega un importante papel (V. 1 Co. 13:4-
     7), pues no piensa mal. La mayoría de los pleitos perjudiciales surgen de sospechas
     infundadas, teniendo por mala intención lo que quizá fue inadvertencia. Ir a los
     tribunales debe ser el último recurso.
4.   No hemos de envidiar la prosperidad de los malhechores (v. 31, comp. con Sal.
     73:3), ni ceder a la tentación de imitarles. Para mostrar cuán pocos motivos tienen
     los santos para envidiar a los pecadores. Salomón compara, en los últimos cuatro
     versículos de este capítulo, la condición de unos y de otros: (A) Los santos gozan de
     íntima comunión con Di-s, pero los perversos son abominables a los ojos de .
     El que no odia nada de lo que creó, se ve en la necesidad de abominar a quienes de
     tal modo han corrompido lo que Di-s hizo en ellos. Los más dulces y benditos
     secretos del amor de Di-s son comunicados a sus amigos (comp. con Jn. 15:15). (B)
     Los santos, y su morada, descansan bajo la bendición de Di-s (v. 33), aunque su
     morada sea simplemente un «aprisco de ovejas», como da a entender el original,
     mientras que la «casa» (de suyo, morada fija y permanente) del impío está bajo la
     maldición de  ¿De qué le sirve vivir en un palacio, si es un palacio maldito?
     (C) Aún lo que Di-s da a los escarnecedores o burladores (v. 34), lo da burlándose
     de ellos. Este parece ser el sentido del original. En otras palabras, les paga con su
     misma moneda. En cambio, a los humildes les muestra siempre su favor, pues al
     que se humilla a sí mismo, no de palabra falsa, sino de obra sincera, Di-s lo
     enaltece. (D) Los santos son los verdaderos sabios (v. 35), por lo cual recibirán
     respeto y aprobación de quienes saben apreciar la verdadera sabiduría, mientras que
     los necios en sentido moral (hebr. kesilim) terminarán en perpetua confusión e
     ignominia.




                                                                                        18
✡ PROVERBIOS 4 ✡

En este capítulo, Salomón inculca, con gran vanidad de expresiones, las mismas cosas de las
que había tratado en los capítulos anteriores.
1. Una seria exhortación al deseo y estudio de la verdadera sabiduría (vv. 1-13).
2. Una necesaria advertencia contra las malas compañías (vv. 14-19).
3. Instrucciones para adquirir y conservar la sabiduría a fin de dar frutos de sabiduría (vv. 20-
27).


1    Hijos, háganle caso a la disciplina de un padre; pongan atención y aprendan
     discernimiento,
2    porque yo les doy una buena instrucción; no olviden mi enseñanza.
3    Yo he sido hijo de mi padre, el tierno cariño de mi madre.
4    Él me instruía y me decía: ―Que tu mente se aferre a mis palabras; obedece mis
     mandamientos y vivirás.
5    Adquiere sabiduría, adquiere discernimiento; no olvides mis palabras ni te
     apartes de ellas.
6    No la abandones y ella te guardará; ámala y ella te protegerá.
7    El principio de la sabiduría es: Adquiere sabiduría; con todas tus adquisiciones,
     adquiere discernimiento.
8    Abrázala y ella te exaltará; te traerá honor si la acoges.
9    Ella adornará tu cabeza con una hermosa guirnalda; te coronará con una gloriosa
     diadema‖.
10   Hijo mío, haz caso y recibe mis palabras, y tendrás muchos años de vida.
11   Yo te instruyo en el camino de la sabiduría; te guío por senderos derechos.
12   Andarás sin perder el paso; cuando corras, no tropezarás.
13   Aférrate a la disciplina; no la dejes ir; retenla; ella es tu vida.

✡ Comentario (Versículos 1-13)

     1.   Invitación de Salomón a sus hijos (vv. 1, 2): «Escuchad, hijos, la instrucción de un
          padre». Contra la opinión de J. J. Serrano y siguiendo la del rabino Cohen y del
          propio M. Henry -creemos que aquí no se trata de «discípulos», sino de verdaderos



                                                                                              19
«hijos». La instrucción de un padre sabio ha de ser atendida con toda diligencia,
     pues ese es el modo de adquirir cordura (hebreo, bináh, esto es, tanto entendimiento
     como discernimiento). Tanto los magistrados como los ministros de Di-s han de
     mostrar un particular interés en instruir a sus hijos, pues a mayor conocimiento
     corresponde mayor responsabilidad. Comenta Malbim que la expresión de «un
     padre»», en contraste con 1:8 («tu padre»), «insinúa que está impartiéndoles una
     instrucción paternal que él mismo había recibido de su padre». Esto se confirma por
     el vocablo usado en la primera parte del y. siguiente para expresar esa instrucción,
     ya que el hebreo leqaj significa «lo que se ha recibido» de los antepasados. En 2b, el
     vocablo hebreo es Torá, enseñanza que consiste en instrucciones basadas en la ley.
     La religión tiene a la razón de su lado y nos da enseñanzas fundadas en verdades
     ciertas y en normas seguras.
2.   Instrucciones que les da. El las recibió de sus padres y enseña a sus hijos lo mismo
     que a él le enseñaron (vv. 3, 4). Sus padres le amaban y, por tanto, le enseñaron:
     «Yo fui hijo de mi padre» (v. 3), no es una perogrullada; el sentido es: «hijo
     escogido y obediente», como entendieron los LXX (. «también yo fui hijo obediente
     de mi padre»), aun cuando así trastornaron el orden del hebreo y tradujeron por
     «obediente» el hebreo raj, tierno.
     Para su madre (3b) había sido el «preferido» (hebreo yajid, único). Es cierto que
     Betsabé dio a David cuatro hijos (1 Cr. 3:5), pero Salomón fue el preferido de sus
     padres y el escogido de Di-s. Quizá fue David más estricto en la educación de
     Salomón que en la de los otros hijos, pues, además de la excesiva condescendencia
     que mostró con los caprichos de Amnón y Absalom, se nos dice expresamente en
     cuanto a Adonías (1 R. 1:6) que «su padre nunca le había lastimado» (lit.; esto es,
     «contrariado»). Aunque Salomón sobrepasó después a su padre en sabiduría, no
     tuvo empacho en referirse con respeto a las enseñanzas que de él había recibido. Si
     resulta útil buscar las sendas antiguas (Jer. 6:16) ¿por qué hemos de despreciar las
     enseñanzas antiguas? Aunque no hemos de ser seguidores serviles de los maestros
     que nos precedieron, tampoco hemos de despreciar lo mucho bueno que nos
     legaron.
3.   Pasando ya a detallar las principales instrucciones que les da, vemos que consisten
     (vv. 4-13) en preceptos y exhortaciones acerca del valor de la sabiduría, conforme le
     había enseñado su padre; y por cierto, lo había hecho con gran interés e insistencia:
     (A) Le había preceptuado retener sus palabras (v. 4. Lit.), las buenas lecciones que
     le había dado; sus dichos (v. 10), expresiones sueltas, llenas de prudencia; había de
     retenerlos, guardarlos para vivir una vida honesta útil y dichosa (v. 4); retenerlos en
     el corazón, no sólo en la cabeza, pues sólo cuando arraigan en convicciones dan
     buen fruto las lecciones.
     No había de olvidar ni dejar la sabiduría, sino guardarla, para ser guardado; amarla,
     para ser protegido por ella; ensalzarla, para ser por ella ensalzado; abrazarla, para



                                                                                         20
ser honrado y adornado por ella (vv. 4-9). Ella otorga longevidad, rectitud,
         seguridad, vida (vv. 10-13). (B) Para corroborar estas exhortaciones, que son
         mandamientos (mitsvotay, v. 4), enaltece la sabiduría como algo que tiene valor
         supremo (v. 7): «Lo primordial (es la) sabiduría; adquiere sabiduría» (ésta es la
         mejor versión).
         Todas las demás cosas de este mundo, comparadas con ella, son de valor
         secundario; por eso, hay que adquirirla (v. 5), comprarla, a cualquier precio (23:23).
         La sabiduría verdadera nos recomienda a Di-s, embellece el alma, nos capacita para
         vivir una vida santa, útil, llena de sentido, y nos encamina derechamente a la vida
         que no tendrá fin.
         No es extraño, pues, que haya de adquirirse aun a costa de todas las posesiones (v.
         1b).
         Es cierto que esta sabiduría es un don de Di-s, como lo fue para Salomón, pero Di-s
         la da a quienes la piden (Stg. 1:5) y a quienes se esfuerzan por hallarla.
         Si no podemos llegar a ser maestros de sabiduría, seamos amantes (v. 6) de
         sabiduría.


14 No entres en la senda del malvado; no andes por el camino de los perversos.
15 Evítalo; no pases por él; apártate de él; pasa de largo.
16 Porque no pueden dormir si no han hecho lo malo; a menos que hagan caer a
   alguien se les espanta el sueño.
17 Comen el pan de la maldad y beben el vino de la violencia.
18 La senda los justos es como la luz del alba, que aumenta su brillo hasta el medio
   día.
19 El camino de los malvados es todo oscuridad; no saben qué los hará tropezar.

✡ Comentario (Versículos 14-19)

Si esta porción continúa con exhortaciones de David a Salomón o marca un recomienzo de
los consejos del propio Salomón no es de fácil solución.
M. Henry se inclina por eso último, pero la mayoría de los autores no parecen advertir aquí
ningún corte, tanto más cuanto que toda la porción restante (vv. 14-27) no hace sino ampliar
la alegoría de los dos caminos, ya iniciada anteriormente, especialmente a partir del v. 11. En
los vv. que siguen, se nos previene contra los caminos de los malvados. Veamos:

    1.   La advertencia misma (vv. 14, 15): «No entres por la vereda de los malvados, etc».
         El término hebreo reshaím connota los que pecan contra Di-s de modo directo,
         mientras que el «raím» del segundo estilo (lit. malos) indica los que pecan



                                                                                            21
directamente contra el prójimo. La exhortación del v. 15 da a entender, no sólo la
          precaución de no poner los pies en el mal camino, sino también la de mantenerse lo
          más lejos posible de él. Nunca hemos de pensar que nos apartamos demasiado de tal
          camino; un pequeño acercamiento supone una gran concesión a la tentación que
          implica la compañía de los malvados.
     2.   Las razones que corroboran esta precaución: «considera el carácter de tales
          hombres: Son tan malos que no duermen tranquilos si han pasado el día sin cometer
          alguna maldad de bulto (v. 16); para ellos, el crimen es su comida y su bebida (v.
          17); en realidad, comen y beben de lo que han robado a viva fuerza, por la rapiña y
          la opresión. Pero, aunque ellos piensen que prosperan, su camino se va estrechando,
          y aun oscureciendo, progresivamente; de forma que, faltos de luz verdadera, acaban
          por tropezar y caer, sin percatarse siquiera de la causa de su final desventura (v. 19).
          En cambio (v. 18), «la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en
          aumento hasta llegar a pleno día» (comp. con Job 22:28). El Mesías es nuestra luz
          (Jn. 8:12) y nuestro camino (Jn. 14:6). Los justos caminan guiados por la Palabra de
          Di-s, la cual es luz para el camino y para los pies (Sal. 119:105); ellos mismos son
          luz en el Señor (Ef. 5:8) y caminan en la luz como él (Dios) está en la luz (1 Jn.
          1:7). Es una luz que brota en la oscuridad (Is. 58:10) y crece, brilla más y más; no es
          como la luz del meteoro, que desaparece pronto, ni como la luz de la candela, que se
          debilita hasta apagarse, sino como la del sol, que brilla más cuanto más sube.


20   Hijo mío, escucha lo que te digo; inclina tu oído a mis palabras.
21   No las pierdas de vista; retenlas en tu mente.
22   Ellas son vida al que las haya, sanidad para todo su cuerpo.
23   Más que todo lo que guardas, guarda tu mente, que ella es fuente de vida.
24   Aparta de ti el habla torcida; mantén lejos de ti el habla desviada.
25   Que tus ojos miren de frente, que tu mirada sea hacia adelante.
26   Examina el sendero a seguir, y todos tus caminos prosperarán.
27   No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; guarda tus pies del mal.

✡ Comentario (Versículos 20-27)

Tras exhortamos a no hacer el mal, ahora nos exhorta a hacer el bien.

     1.   Los dichos de la sabiduría deben ser nuestras normas de conducta; por eso, hemos
          de inclinar el oído a ellas (v. 20); escucharlas con sumisión y prestarles diligente
          atención, sin perderlas de vista (v. 21, comp. con 3:21). Hemos de guardarlas en
          nuestro interior (comp. con 2:1) como se guarda un tesoro que se teme perder. La



                                                                                               22
razón por la que hemos de estimar así las palabras de la sabiduría es que ellas serán
     para nosotros alimento y medicina (v. 22), como el árbol de la vida (Ap. 22:3). Así
     como nuestra vida espiritual comenzó mediante la palabra (Jn. 3:5; 1 P. 1:23), así
     también se ha de conservar y mantener por medio de la palabra. La segunda parte
     del v. 22 es una variante de 3:8. En la palabra de Di-s hay un remedio adecuado y
     completo para todas las enfermedades espirituales y aun para muchas enfermedades
     físicas.
2.   Especial vigilancia necesita nuestro corazón (v. 23) «porque de él mana la vida».
     Siendo el corazón el centro y la fuente de nuestra conducta, hemos de velar para que
     de él salgan actividades santas, según las normas de Di-s y en docilidad a la
     conducción del Espíritu, pues así no saldrán las corrupciones de nuestra naturaleza
     caída. Guardar el corazón es albergar buenos pensamientos y acallar los malos,
     poner el afecto en los objetos que lo merecen y dentro de los límites debidos.
     Muchos son los modos de guardar un objeto: el cuidado, la fuerza y la petición de la
     ayuda necesaria.
3.   Otro objeto de especial vigilancia son los labios (v. 24), puertas por las que sale lo
     que hay en el corazón (Mt. 12:34; Lc. 6:45). El hebreo usa dos vocablos que
     significan respectivamente «torcedura» (de boca) y «desviación» (de labios). En
     ambos casos vienen a significar, con la mayor probabilidad «falsificación de la
     verdad», en la que se incluyen la mayoría de los pecados de la lengua.
4.   El v. 25 nos exhorta a mirar rectamente; un corazón recto, así como incita a hablar
     rectamente, también incita a mirar rectamente; ésta es la recta intención que el
     Señor recomendó bajo la expresión «ojo sano» (Mt. 6:22). Si ponemos nuestros ojos
     fijos en el Señor (He. 12:2), no los desviaremos a ninguna mala parte.
5.   Finalmente, hemos de vigilar nuestros pies (vv. 26, 27): «Examina (lit, pesa) la
     senda de tus pies». Como si dijera: «Pondera bien las alternativas para no vagar sin
     rumbo, sino poder pisar firme y fuerte. Pon en un platillo de la balanza la palabra de
     Di-s, y en el otro lo que has hecho o vas a hacer, y mira a ver si coinciden; no obres
     con precipitación; y, una vez que hayas escogido el sendero recto, no te desvíes a
     ningún lado (v. 27)».




                                                                                        23
✡ PROVERBIOS 5 ✡

El objetivo de este capítulo es parecido al del capítulo 2. Tenemos aquí:
1. Una exhortación a conocer y obedecer las leyes de la sabiduría en general (v. 2).
2. Una advertencia particular contra el pecado de prostitución (vv.3-14).
3. Remedios contra ese pecado:
    a. El amor conyugal (vv. 15-20).
    b. Consideración de la omnisciencia de Di-s (v. 21).
    c. Miedo al final miserable de los malvados (vv. 22-23).


1    Hijo mío, escucha mi sabiduría; inclina tu oído a mi discernimiento,
2    para que tengas previsión, mientras tus labios se aferran al conocimiento.
3    Porque los labios de la mujer prohibida destilan miel; su boca es más suave que
     el aceite;
4    Pero al final es más amarga que el ajenjo, afilada como espada de dos filos.
5    Sus pies bajan a la Muerte; sus pasos llevan a la Fosa.
6    Ella no transita por una senda de vida; su sendero es tortuoso por falta de
     conocimiento.
7    Así que ahora, hijos, háganme caso, y no se aparten de las palabras de mi boca.
8    Mantente lejos de ella; no te acerques a la puerta de su casa
9    no sea que des tu vigor a otros, tus años a un despiadado;
10   no vaya a ser que unos extraños se sacien de tu fuerza, y tu trabajo sea para la
     casa de otro;
11   y al final tengas que gritar, cuando se consuman tu carne y tu cuerpo,
12   y digas: ―¡Oh, cómo odié la disciplina, y desprecié de corazón la reprensión!
13   No les hice caso a mis maestros, ni quise escuchar a mis instructores.
14   Pronto estuve en serios problemas en medio de la congregación reunida‖.

✡ Comentario (Versículos 1-14)

     1.   Un solemne prefacio para dar paso a las importantes advertencias que siguen.
          «Hijo» vuelve a significar «discípulo». Salomón quiere aquí que el alumno
          concentre bien su atención sobre lo que le va a decir. No es «ciencia» lo que va a



                                                                                         24
comunicar, sino «conocimiento» (hebr. dáat) interior, penetrante, experimental. Las
     enseñanzas de Salomón no tenían por objeto llenar de ideas la cabeza, sino de
     normas prácticas el corazón.
2.   La advertencia misma es que el alumno (todo el que esto lea) se abstenga de la
     «mujer extraña», es decir «ajena», como en 2:16. No se trata aquí, por consiguiente,
     del adulterio espiritual o idolatría, sino del adulterio camal. Bajo la metáfora de
     «miel» (v. 3) se expresan las palabras seductoras de la mala mujer. La suavidad del
     aceite (comp. Sal. 55:21) sirve aquí de símil por el que dichas palabras se asemejan
     a la facilidad con que el aceite se desliza y penetra sin hacer ruido, sin golpear, sin
     herir pero véase el contraste (v. 4): «su fin es amargo como el ajenjo, aguzado como
     espada de dos filos». Así, sin notarlo, el que se adhiere a la mujer ajena, sigue la
     misma ruta de ella: ruta de muerte, puesto que sus pasos, sus mismos caminos, están
     desviados del camino de la vida (vv. 5, 6). Nótese que todos los «su» o «sus» de los
     vv. 3-6 son femeninos («de ella») en el hebreo. Consideremos, pues, cuán falsos y
     engañosos son todos los encantos, los atractivos, las palabras seductoras de la
     adúltera. Es probable que, en lugar de «se percate» (v. 6), haya de leerse «te
     percates», siendo la forma del verbo igual para ambas personas, lo cual cuadra
     mejor con el contexto. Es, pues, ella la que no quiere que los hombres se percaten
     de lo que les espera, pues si se percatasen, se apartarían de ella. Ignoran las
     maquinaciones de Satanás (2 Co. 2:11) quienes no entienden que el principal
     objetivo que persigue él en todas sus tentaciones es impedimos escoger la senda de
     la vida.
3.   La urgencia e insistencia de la admonición (vv. 7, 8): «Aleja de ella tu camino; si
     llegas a cruzarte con ella en el camino, escoge otra ruta, antes que exponerte al
     peligro; no te acerques a la puerta de su casa; camina por el otro lado de la calle;
     mejor aún, vete por otra calle aunque tengas que dar un rodeo». Tal es la yesca que
     nuestra corrompida naturaleza contiene, que es una locura, bajo cualquier pretexto,
     ponerse cerca del fuego. La palabra que traducimos por «honor» (v. 9) suele
     significar «esplendor» o «majestad», pero también «vigor» (Dan. 10:8), pero, a la
     vista del contexto, podría significar las posesiones, y aun la vida, a manos del
     marido ofendido. Sea por la pérdida de las fuerzas físicas a causa de la vida
     disoluta, o de los bienes de fortuna a causa del despilfarro o de la revancha del
     marido (tel «cruel» de 9b?), lo cierto es que el que se une a la adúltera terminará
     mal en cuanto al alma, el cuerpo y los bienes (vv. 10, 11). Gemirá al final, cuando
     ya no tenga remedio.
4.   Arrepentimiento tardío (vv. 12-14). Salomón presenta al pecador convicto
     reprochándose a sí mismo por haber desoído los consejos que se le habían dado (v.
     12). No puede menos de confesar que sus padres y los emisarios de Di-s le habían
     instruido y enseñado convenientemente (v. 13). El v. 14 ha de entenderse a la luz de
     Dt. 22:22. Dice Cohen: «la frase final ocurre con frecuencia en Dt., en conexión con



                                                                                         25
pecados que se tienen por elementos desmoralizantes dentro de la comunidad y
          deben ser de ella eliminados. Al reflexionar sobre esto, le viene a las mientes a ese
          hombre que ha llegado a ser un gran mal en medio de la congregación y ha
          incurrido en el peligro de ser exterminado de ella».


15   Bebe agua de tu propia cisterna, agua corriente de tu propio pozo.
16   Tus manantiales brotarán a raudales en las plazas públicas.
17   Serán tuyos solamente, otros no tendrán parte contigo.
18   Que sean benditas tus fuentes; deléitate en la esposa de tu juventud
19   gacela amorosa, graciosa cabrita montesa. Que sus pechos te satisfagan en todo
     tiempo; sigue siempre enamorado de ella.
20   ¿Por qué enamorarte, hijo mío, de una mujer prohibida? ¿Por qué aferrarte al
     seno de una extraña?
21   Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Di-s; él examina todo su
     proceder.
22    El malvado quedará atrapado en sus maldades; lo sujetarán las sogas de su
     pecado.
23   Morirá por falta de disciplina, infatuado por su gran necedad.

✡ Comentario (Versículos 15-23)

Después de mostrar los males que brotan del adulterio, Salomón muestra los remedios que
han de adoptarse contra tales males.

     1.   El principal remedio es quedar satisfecho con los legítimos goces del matrimonio,
          uno de cuyos fines fue preservar de la impureza. Que nadie se queje a Di-s por
          impedirle gozar de los placeres a los que tan fuertemente le lleva el instinto natural,
          cuando Di-s ha provisto el medio de satisfacerlo dentro de la santidad del
          matrimonio. El que no se contenta con una mujer, no se contentará con dos ni con
          cuatro, pues la concupiscencia nunca dice «¡Basta!». El joven que no pueda
          mantenerse casto, que se case pronto, pues «mejor es casarse que estarse
          quemando» (1 Co. 7:9). Comp. v. 15 con Cant. 4:15 para mejor entenderlo. En su
          esposa ha de hallar todo su deleite. Es suya no sólo porque él la ha escogido, y debe
          contentarse con la elección que hizo, sino también porque es la que la providencia
          divina destinó para él. El v. 19 es como una explanación del v. 15. El original
          hebreo dice «sus pechos» donde las versiones (la RV) dicen «sus caricias». Los vv.
          16-18 han sido mal traducidos y se ha corregido el texto original por no entenderlo.



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El 16 presenta los hijos abundantes jugando por las calles de la ciudad (comp. Jer.
     9:20; Zac. 8:5), sin necesidad de añadir al texto negación o interrogación que no
     figuran en él. El v. 17 se refiere a esos mismos hijos, todos del legítimo matrimonio,
     no de dudosa paternidad («para los extraños contigo»). El «manantial» del v. 18 es
     la propia esposa, fuente de los hijos, los cuales son bendición de Di-s.
2.   El segundo remedio es andar en la presencia de Di-s (v. 21). «Los caminos del
     hombre, todo cuanto piensa y hace, están ante los ojos de ». Di-s los ve como
     son, con sus motivos, sus circunstancias y sus consecuencias. No sólo los ve, sino
     que los «pesa» (v. 21b. lit) para dar a entender que conoce su verdadero valor
     (comp. con Dn. 5:27) y, de acuerdo con ese valor, emite su juicio sobre ellos.
3.   Finalmente, un buen remedio contra el adulterio es prever a tiempo los males que
     acarrea (vv. 22, 23). Los que se habitúan a este pecado se prometen a sí mismos
     impunidad, pero se engañan a sí mismos. No necesitan cárcel ni cadenas, pues
     bastarán sus propios pecados para retenerlos en prisión. Dice el Talmud: «Al
     principio, la mala inclinación es como una tela de araña, pero finalmente los hilos
     aumentan hasta convenirse en sogas de carreta».




                                                                                        27
✡ PROVERBIOS 6 ✡

En este capítulo tenemos:
1. Una advertencia contra la precipitación en salir fiador por otro (vv. 1-5).
2. Una reprensión de la pereza (vv. 6-11).
3. El carácter y el destino final del malicioso (vv. 12-15).
4. Recuento de siete cosas que Di-s odia (vv. 16-19).
5. Exhortación a familiarizarse con la palabra de Di-s (vv. 20-23).
6. Repetida admonición sobre las perniciosas consecuencias del pecado de prostitución (vv.
24-35).


1 Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has dado tu palabra por otro,
2 has quedado atrapado por las palabras de tu boca, entrampado por tus propias
   palabras.
3 Haz esto, entonces, hijo mío, para librarte, porque has quedado en poder de tu
   prójimo: Ve y humíllate –y molesta a tu vecino;
4 no le des sueño a tus ojos, ni dormitar a tus pupilas.
5 Escápate como un venado de las manos [del cazador], como un ave de las manos
   de un trampero.

✡ Comentario (Versículos 1-5)

Una de las excelentes cualidades de la palabra de Di-s es que nos enseña, no sólo sabiduría
divina para el otro mundo, sino también humana prudencia para este mundo, a fin de que
llevemos nuestros negocios con discreción; y aquí tenemos una buena norma:

Evitar el salir fiador por otro, ya que, por no seguir esta norma, entran a menudo en las
familias la pobreza y la ruina.
(A) Hemos de considerar la fianza como una trampa y, de consiguiente, evitarla (vv. 1,2). Ya
es bastante peligroso quedar ligado por un amigo cuyas circunstancias y honradez
conocemos bien, pero chocar la mano (lit.) con Un extraño, de quien no se conocen ni las
circunstancias ni la honradez equivale a quedar preso. Si no hemos tenido la prudencia
suficiente para evitar salir fiadores, tengámosla para desenredamos cuanto antes (vv. 3-5).
De momento, el asunto parece que duerme; no oímos nada de él. No se demanda la deuda, y



                                                                                         28
el causante dice: «No tenga miedo; ya nos las arreglaremos». Pero la fianza sigue en vigor el
interés sigue su curso, y el acreedor puede llamar a tu puerta con urgencia y severidad para
exigir el pago. Por tanto, líbrate (v. 3), no duermas tranquilo (v. 4) y escápate a toda prisa (v.
5). No dejes piedra sin remover hasta que te hayas librado de la trampa en que te metieron
tus labios (v. 2).
(B) ¿Cómo hemos de entender esto? No hemos de pensar que es ilegal en todo caso el salir
fiador por otro; puede llegar a ser una exigencia de la justicia o de la caridad. Pablo salió
fiador por Onésimo (Flm. 19). Podemos ayudar a un joven honesto a comenzar un negocio
procurándole crédito y prestigio con nuestras palabras, haciendo así un gran bien al prójimo
sin dañarnos nosotros mismos. Pero, (a) Es muestra de prudencia evitar las deudas en lo
posible, pues si llegan a pesar gravemente sobre uno, se corre el peligro de enredarse con el
mundo y llegar a hacer el mal o a sufrirlo. (b) Una persona no debe ligarse como fiador por
más de lo que pueda y quiera pagar; y, si llega el caso, que pueda pagar sin perjudicar a su
familia.


6 Haragán, ve donde la hormiga; estudia sus caminos y aprende.
7 Sin directores, oficiales, ni gobernantes,
8 ella llena sus almacenes en el verano, recoge su alimento en la cosecha.
9 ¿Hasta cuándo estarás ahí acostado, haragán; cuándo despertarás de tu sueño?
10 Un poco más de dormir, un poco más de dormitar, un poco más de acurrucarte
    en la cama,
11 y vendrá la pobreza a llamarte, y la necesidad como un hombre con escudo.

✡ Comentario (Versículos 6-11)

Salomón se dirige ahora al holgazán, al amante de la comodidad, que vive como un haragán
y no se aviene a seguir ningún trabajo ni oficio.

    1.   Trata primero de instruirle (vv. 6-8), pues los holgazanes deben comenzar por ir a la
         escuela. El haragán no quiere ir a la escuela propia de los estudiantes; por eso, el
         sabio le envía a una escuela apropiada para él, la más elemental que puede hallar:
         «Ve a la hormiga» (v. 6. Lit.) es decir, «anda a su escuela» ¡Qué vergüenza es para
         una criatura racional el degenerar de su rango hasta el punto de necesitar ir a un
         insecto tan pequeño e insignificante para aprender a trabajar y ganarse el pan de
         cada día! Aunque las hormigas viven en sociedad estupendamente organizada,
         leemos aquí (v. 7) que no tiene jefes ni capataces en el sentido de que no necesita
         que la obliguen por la fuerza a trabajar; le basta su instinto para desempeñar el
         oficio que le corresponde dentro de su comunidad. Recogiendo en el verano para



                                                                                               29
tener sustento en el invierno (v. 8), según es su costumbre (así lo da a entender el
          tiempo del verbo hebreo), la hormiga nos da una excelente lección, semejante a la
          que nos dio el Salvador cuando dijo: «andad entretanto que tenéis luz» (Jn. 12:35) y
          «viene la noche cuando nadie puede trabajar» (Jn. 9:4). Y, si es muestra de
          prudencia estar prevenido en lo material, ¡cuánto mayor lo será el estar provisto a
          tiempo de lo necesario para la vida eterna! Y cuando una hormiga no puede acarrear
          un grano de cereal por resultarle pesado en demasía ¡cómo le ayudan otras a
          llevarlo! ¡Ojalá existiese entre los creyentes una cooperación similar!
     2.   De la enseñanza, pasa Salomón a la reprensión (vv. 9-11). (A) Trata de despertarle
          la conciencia: « ¿Hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo piensas que será hora de
          levantarse de la cama? Al haragán hay que despertarle y hasta obligarle a
          levantarse. El creyente haragán es más culpable todavía que el holgazán mundano,
          pues tiene mayores motivos para obrar el bien mientras tenemos tiempo. (B) Le
          pone al descubierto las excusas con que se cubre para no trabajar: ¿Por qué no se le
          permite dormir un poco más? Durmiendo ahora lo suficiente, ¡ya se levantará luego
          y recobrará con mayores fuerzas el tiempo perdido! Pero se engaña a sí mismo:
          cada vez que se despierta, suplica que se le deje dormir un poco... un poco... otro
          poco. Es decir, vive en una continua siesta, como lo describe la postura del v. l0b.
          Así se va alargando el «poco» hasta dejar sin hacer los quehaceres más urgentes.
          (C) Le amonesta sobre las fatales consecuencias de la pereza (v. 11). La necesidad y
          la pobreza vendrán como salteadores que le roban al viajero todo su bagaje. De
          modo semejante, y más terrible, el que es perezoso en el servicio de Di-s no puede
          esperar otra cosa que la pobreza espiritual.


12   El canalla, el malvado vive hablando perversidades,
13   guiñando el ojo, barajando sus pies, señalando con el dedo.
14   Hay duplicidad en su mente; planea lo malo todo el tiempo; provoca contiendas.
15   Por eso vendrá sobre él la calamidad sin advertencia; en un momento quedará
     quebrantado sin remedio.
16   Seis cosas detesta ; siete son una abominación para él:
17   una actitud altiva, una lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente,
18   una mente que fragua planes malvados, pies prestos para correr al mal,
19   un testigo falso que testifica mentiras, y uno que provoca discordias entre
     hermanos.




                                                                                           30
✡ Comentario (Versículos 12-19)

   1.   Si es de condenar al perezoso por no hacer nada, ¿qué diremos de los que se afanan
        por hacer todo el mal que pueden? (vv. 12-15). Por «hombre malo» (mejor vil), el
        hebreo dice «hombre de Belial» que, en realidad, significa «persona sin valor
        alguno»; pero, además, es «varón de iniquidad» (lit.), cuyo oficio es hacer el mal,
        especialmente con su boca llena de falsedad y calumnia. Guiñar el ojo, arrastrar
        (mejor restregar) los pies y hacer señas con los dedos (v. 13) son gestos que indican
        el modo de pasar información secreta a quienes son cómplices en algún pecado.
        «Anda pensando el mal» (v. 14), hacer el mal por el mal, sin sacar ningún bien. J. J.
        Serrano ve en los siete gestos de 12-14 una cierta correspondencia con las siete
        cosas que Di-s abomina (vv. 16-19). El final de este malvado no puede ser más
        terrible: (a) La calamidad le llegará de repente, por lo que no podrá evitarla; (b) su
        quebrantamiento será sin remedio, porque, como dice Malbim, «no se arrepentirá».
   2.   Catálogo de cosas que son, de manera especial, odiosas a Di-s y que como hemos
        visto, se hallan en el «hombre de Belial». Di-s odia el pecado, pero hay pecados que
        abomina de modo especial; todos los que se mencionan en esta lista son
        perjudiciales para el prójimo. Lo que Di-s odia, deberíamos odiarlo también
        nosotros: (A) Los ojos altivos (v. 17). Se cita primero el orgullo o autosuficiencia,
        pues se halla en el fondo de todo pecado; ojo altivo es el que se sobre valora a sí
        mismo y subvalora a todos los demás. (B) Después de una mirada altiva, no hay
        nada tan odioso a Di-s como una lengua mentirosa; nada tan sagrado como la
        verdad, ni nada tan necesario para la vida de relación como decir verdad. (C) Viene
        ahora el asesinato del inocente; las manos que derraman sangre inocente llevan
        grabada la imagen del diablo (Jn. 8:44, «homicida desde el principio»). (D) Las
        maquinaciones perversas (v. 18, comp. con v. 14). Cuanto mayores y más astutas
        son las artes empleadas para hacer el mal, tanto más abominable es a Di-s el pecado
        que se comete. (E) La prisa y la determinación para correr al mal. La prisa y la
        maña que se dan los malos para el mal habrían de avergonzamos a nosotros, que tan
        indolentes somos en hacer el bien. (F) El testigo falso (v.19) es, y ha sido siempre,
        digno de especial abominación. Basta con leer Dt. 19:16-21 para ver cuán en serio
        lo toma Di-s. (o) Sembrar discordia entre hermanos, es decir, no sólo entre
        parientes, sino también entre amigos, vecinos, socios, etc. Se incluye aquí el
        enajenar los afectos de unos contra otros e incitar las pasiones de unos contra otros,
        lo cual no puede menos de ser especialmente abominable al Di-s de amor y de paz.


20 Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre; no olvides la enseñanza de tu
   madre.



                                                                                           31
21 Átalos siempre en tu corazón; amárratelos al cuello.
22 Cuando camines te guiará; cuando te acuestes te vigilará; y cuando estés
   despierto hablará contigo.
23 Porque el mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz, y la reprensión
   que disciplina es el camino a la vida.
24 Ellas te guardarán de la mujer mala, de la lengua suave de la mujer prohibida.
25 No codicies su belleza ni te dejes cautivar por sus ojos.
26 El último pedazo de pan irá para una ramera; la mujer casada entrampa al
   hombre de honor.
27 ¿Podrá un hombre echarse brasas en el pecho sin quemarse las ropas?
28 ¿Podrá un hombre andar sobre tizones vivos sin abrasarse los pies?
29 Lo mismo le pasa al que duerme con la mujer de su prójimo; nadie que la toque
   quedará sin castigo.
30 A un ladrón no lo procesan por robar para aplacar su hambre;
31 aunque si lo atrapan tiene que pagar siete tantos; tiene que entregar todo lo que
   posee.
32 El que comete adulterio carece de sensatez; solamente el que se quiere destruir
   hace tal cosa.
33 Se enfrentará con la enfermedad y la desgracia; su deshonra nunca se borrará.
34 La furia del esposo será apasionada; no mostrará piedad en el día de su
   venganza.
35 No aceptará ninguna compensación; no te aceptará un regalo, por grande que
   sea.

✡ Comentario (Versículos 20-35)

    1.   La exhortación general a adherirse fielmente a la palabra de Di-s y a tomarla por
         norma y guía de todas nuestras acciones. (A) Hemos de considerar la palabra de Di-
         s como luz (v. 23) y como ley (v. 20, 23). Es luz que ilumina el camino e ilumina el
         entendimiento para que vaya por el camino que la luz marca (Comp. Sal. 119:105);
         luz para los ojos a fin de descubrir la verdad; luz para los pies para ver la ruta que
         hay que seguir. La luz de la Escritura es luz segura, pues nos revela verdades de
         certeza eterna. También es ley a la que nuestra voluntad ha de someterse. (B)
         Hemos de recibirla como mandamiento de nuestro padre y como ley (lit.) de nuestra
         madre. Es mandamiento y ley de Di-s, pero nuestros padres nos instruyeron y
         educaron en ella y nos acostumbraron a observarla. En realidad, no creemos por lo
         que ellos nos dijeron, sino porque hemos experimentado personalmente que




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proviene de Di-s. Las advertencias, los consejos y preceptos que nuestros padres
     nos dieron están de acuerdo con la palabra de Di-s y, por tanto, hemos de adherimos
     a ellos firmemente. (C) Hemos de retener la palabra de Di-s y las buenas
     instrucciones que, con base en ella, nos dieron nuestros padres: «Guarda el
     mandamiento de tu padre... (v. 20) y no lo sueltes: Átalos siempre, no sólo en tu
     mano (Dt. 6:8), sino en tu corazón (v. 21). De nada sirven las filacterias si no
     suscitan pensamientos piadosos en la mente y santos afectos en el corazón.
     «Enlázalos a tu cuello (21b), no sólo como un adorno, sino como guardas que
     impidan la entrada del fruto prohibido y la salida de la palabra perversa. Así serán
     siempre tu guía perfecta (v. 22). Te guiarán cuando andes, diciendo: «Este es el
     camino, anda por él». Velarán por ti cuando duermas, expuesto a inesperados
     ataques (Comp. 3:24); y hablarán contigo cuando despiertes, dándote consejo, aviso
     y ánimos.
2.   Admonición particular contra el pecado de impureza. (A) Cuando consideramos la
     abundancia de esta iniquidad, no nos ha de sorprender la frecuencia con que se
     repiten las advertencias contra ella. Las reprensiones de la disciplina (v. 23b. lit.)
     son camino de vida, ya que están destinadas a guardarte de la mala mujer (v. 24),
     quien, con la blandura de su lengua, de cierto ha de conducirte a la muerte; simula
     amarte, pero intenta arruinarte. El mayor bien que podemos hacemos a nosotros
     mismos es mantenemos lo más lejos posible de ese pecado (v. 25): «No codicies su
     hermosura en tu corazón porque, si lo haces, ya habrás cometido interiormente
     adulterio con ella (Mt. 5:28); ni te cautive con sus párpados» (lit.). Quizá se refiere
     al «guiño» de que ha hablado en el v. 13. Dice el apócrifo Eclesiástico 26:9:«La
     lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce».
     (B) Argumentos con que corrobora Salomón dicha admonición: (a) Es un pecado
     que empobrece, reduciendo a los hombres a la miseria (v. 26):«A causa de la
     ramera se ve reducido (el hombre) a una hogaza de pan» (lit.). (b) Es un pecado que
     conduce a la muerte (v. 26b); recordemos el caso de Sansón y Dalila. (c) Es un
     juego peligroso. Así como el que juega con fuego, está en continuo peligro de
     abrasarse (vv. 27,28), así también el que toca impúdicamente a la mujer de su
     prójimo, no quedará impune (v. 29). Si no se le castiga conforme a la ley, lo
     castigará el marido ofendido. (d) Es un pecado más grave que el robo. El que roba
     para saciar el hambre no es tomado por un villano (el v. 30 ha de leerse sin signos
     de interrogación); aun cuando sea sorprendido robando, le bastará con restituir lo
     robado (v. 31), pero el que comete adulterio, no dispone de este recurso para
     descargarse de responsabilidad, pues el marido ofendido no aceptará pago ni
     excusas (vv. 34-35). (e) Produce insensatez, dolores e infamia (vv. 32, 33).
     Recuérdese la insensatez de Sansón al descubrir a Dalila el secreto de su fuerza.
     Recuérdese el pecado de David en el asunto de Betsabé: Hirió su propio buen




                                                                                         33
nombre, llevó deshonra a su familia, ocasionó graves desastres a su descendencia y
dio ocasión a los enemigos de Israel para blasfemar el santo nombre de Di-s.




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✡ PROVERBIOS 7 ✡

1    Hijo mío, atiende a mis palabras; y atesora contigo mis mandamientos.
2    Guarda mis mandamientos y vivirás, mi enseñanza como la niña de tus ojos.
3    Átatelos en los dedos, escríbelos en la tabla de tu mente.
4    Dile a la sabiduría: ―Tú eres mi hermana‖, y llama pariente al entendimiento.
5    Ella te guardará de la mujer prohibida; de la mujer extranjera cuya habla es
     suave.
6    Desde la ventana de mi casa, a través de mi persiana, miré hacia afuera
7    y vi entre los inexpertos, noté entre los jóvenes, a un muchacho falto de
     sensatez.
8    Iba cruzando la calle cerca de la esquina, caminando hacia su casa
9    en el crepúsculo de la tarde, en las horas oscuras de la noche.
10   Se le acerca una mujer vestida como una ramera, con propósitos fijos.
11   Ella es inquieta y caprichosa; no para en su casa.
12   Se pasa en la esquina y en la plaza, acechando en cada esquina.
13   Ella le echó mano y lo besó; con picardía le dijo:
14   ―Tuve que hacer un sacrificio de bienestar; hoy cumplí mis votos.
15   Por eso he salido por ti, buscándote, y te he encontrado.
16   He adornado mi cama con colchas de lino egipcio teñido;
17   he perfumado mi cama con mirra, áloe y canela.
18   Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana; deleitémonos en un abrazo de
     amor.
19   Porque el hombre de la casa está lejos; salió a un largo viaje.
20   Se llevó consigo la bolsa de dinero y no volverá hasta mediados de mes.
21   Ella lo convenció con la elocuencia de sus palabras, lo arrastró con su habla
     zalamera.
22   Sin pensarlo la siguió, como buey al matadero, como necio al lugar de castigo
23   –hasta que la flecha le atraviesa el hígado, es como un pájaro que se apresura
     hacia la trampa, sin saber que su vida peligra.
24   Ahora, hijos, escúchenme; presten atención a mis palabras;
25   que tu mente no se fije en los caminos de esa; no te extravíes en sus sendas.
26   porque muchos son los que han muerto por ella, y numerosas son sus víctimas.



                                                                                35
27 Su casa es un camino ancho a la Fosa, que lleva a los cuartos interiores de la
   Muerte.




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✡ PROVERBIOS 8 ✡

1. La revelación divina es palabra y sabiduría de Di-s, y la religión pura e
incontaminada (Stg. 1:27) está edificada sobre ella; de eso habla Salomón aquí (vv. 1-21).
Di-s instruye, gobierna y bendice a los hombres por medio de su sabiduría.
2. El Verbo eterno de Di-s es la Sabiduría en persona. El es la Sabiduría que habla a los
hombres en la primera parte del capítulo, y el que está asociado al Padre en la obra de la
creación (vv. 22-31).
3. Concluye con una insistente exhortación a prestar atención a la voz de Di-s en su palabra
(vv. 32-36).


1  Es la sabiduría que llama, el entendimiento que levanta su voz.
2  Ella se para en las mayores alturas, por el camino, en las encrucijadas,
3  cerca de las puertas a la entrada de la ciudad; en los portones, clama:
4  ―Hombres, a ustedes llamo; mi clamor es para toda la humanidad.
5  Ustedes inexpertos, aprendan astucia; tontos, instruyan su mente.
6  Escuchen, que yo hablo cosas nobles; la rectitud brota de mis labios.
7  Mi boca expresa la verdad; la iniquidad es aborrecible para mis labios.
8  Todas mis palabras son justas, ninguna de ellas es perversa o torcida;
9  todas son directas para el inteligente, y correctas para el que ha logrado
   conocimiento.
10 Acepten mi disciplina en vez de la plata, mi conocimiento en vez de oro selecto.
11 Porque la sabiduría es mejor que los rubíes; no hay bien que la iguale.

✡ Comentario (Versículos 1-11)

    1.   Las cosas reveladas son fáciles de conocer, pues pertenecen a nosotros y a nuestros
         hijos (Dt. 29:29) y, por eso, son proclamadas de alguna manera por las obras de la
         creación (Sal. 19:1); con mayor fuerza, por la conciencia humana y por las razones
         eternas del bien y del mal; pero, con la mayor claridad, por medio de Moisés y de
         los profetas. Los preceptos de la sabiduría son proclamados en voz alta (v. 1): « ¿No
         dama la sabiduría?» Sí; como todo pregón importante, dama a voz en
         cuello (Is. 58:1). En tres lugares, los cuales se expresan aquí (vv. 2, 3), se
         pronunciaban en voz alta los pregones: en las alturas, en los cruces de caminos y en



                                                                                           37
la entrada de la ciudad. El corazón nos grita a veces, pues la conciencia tiene sus
        clamores como tiene sus susurros. Desde lo alto del Sinaí se dio la Ley. La sabiduría
        no se oculta, no habla por los rincones a unos pocos iniciados, sino en público y a
        todos, desde lugares altos, desde los que puede ser vista y oída, en las encrucijadas
        por las que transitan los viajeros, y a la entrada de la ciudad. Los necios no saben
        por dónde ir a la ciudad (Ec.10:15); por eso está la sabiduría colocada, no sólo en
        la encrucijada, para que nadie yerre el camino, sino también a la entrada de la
        ciudad, presta a comunicar el lugar donde vive el vidente (1 5. 9:18). Repetidamente
        insiste: «¡Oh, hombres, a vosotros clamo». A los hombres, no a los ángeles, que no
        lo necesitan; ni a los demonios, que ya no pueden aprovecharse de ello; ni a los
        brutos animales, que carecen de la capacidad natural para entenderlo. Su designio es
        enseñar a los hombres discreción y cordura (v. 5. Comp. con 1:4); en especial, a los
        que carecen de sano entendimiento.
   2.   Las cosas reveladas son dignas de aceptación. Son «excelentes» (v.6.
        lit. «príncipes», esto es, «expresiones principescas»); con razón se llaman así,
        puesto que se refieren a un Di-s eterno, a un alma inmortal y a un estado perpetuo -
        para bien o para mal. Son también «rectas» (v. 6b. Comp. 1:3), verdaderas,
        sinceras y razonables, sin mezcla de falsedad o torcedura (vv. 7-9). No hay en las
        verdades divinas nada duro, nada que lastime la dignidad ni la libertad del ser
        humano. Toda palabra de Di-s es verdad (Jn. 17:17); si y amén; nunca sí y no (2 Co.
        1:18-20). Si son libro sellado, sólo lo son para quienes voluntariamente lo ignoran.
   3.   El recto conocimiento de esas cosas ha de ser preferido a todas las riquezas de este
        mundo (vv. 10, 11): «Recibidme instrucción y no la plata, es decir, preferid mi
        instrucción a cualquier riqueza de este mundo». No sólo es preferible la sabiduría a
        la plata y al oro, sino también a las piedras preciosas y a cuanto se puede
        desear. Además de ser de mayor valor, también se ofrece a mejor precio, pues se
        obtiene gratis.


12 ―Yo, la Sabiduría, vivo con la Prudencia; yo logro conocimiento y previsión.
13 Respetar a  es odiar el mal; yo odio el orgullo, la arrogancia, el camino
   malo, y la duplicidad en el habla.
14 Míos son el consejo y la destreza; yo soy el entendimiento; el valor es mío.
15 Por mí reinan los reyes y los gobernantes decretan leyes justas;
16 por mí gobiernan los príncipes, los grandes, y todos los jueces justos.
17 Al los que me aman los amo, y los que me buscan me encuentran.
18 Las riquezas y el honor me pertenecen, la riqueza duradera y el éxito.
19 Mi fruto es mejor que el oro, oro fino, y mi producto mejor que plata selecta.
20 Yo ando por el camino de la rectitud y en las sendas de la justicia.


                                                                                          38
21 Yo le otorgo riquezas a los que me aman; llenaré su tesorería.

✡ Comentario (Versículos 12-21)

    1.   La sabiduría divina da a los hombres buena cabeza (v. 2): «Yo, la sabiduría, habito
         con la cordura». Así que quien se familiariza con la aquí personificada sabiduría, se
         familiariza también con esa cualidad tan deseable. Esa cordura no se aprende en los
         teoremas de los matemáticos ni en los axiomas de los filósofos ni en las normas de
         los estadistas, sino en las verdades de la palabra de Di-s.
    2.   También da a los hombres buen corazón (y. 13): El principio de la sabiduría y del
         conocimiento es el temor de Di-s (1:7; 9:10. V. también Job 28:28; Sal. 111:10;
         Ec. 12:15). Y el que teme a Di-s, aborrece el mal (v.13); especialmente, el orgullo,
         la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, que son los pecados más
         peligrosos.
    3.   Tiene gran influencia en los asuntos públicos (v. 14); consejo, acierto, inteligencia y
         poder son cualidades de incalculable valor para quienes están en puestos de
         autoridad; quienes carecen de estas virtudes conducen la sociedad al desastre
         político, social y económico. Por eso, añade (vv. 15, 16): «Por mí reinan los reyes,
         etc», es decir, por ella reinan con tino, tacto, justicia y equidad. De los gobernantes
         que temen a Di-s puede y debe esperarse que conduzcan rectamente los asuntos
         públicos.
    4.   Hace dichosos a los que la reciben (vv. 17-21). Estos versículos vienen a ser una
         ampliación de lo dicho en los vv. 10 y 11. «Yo amo a los que me aman» v. 17. Así
         se lee en todas las versiones, aunque el texto hebreo dice: «la aman»). Los
         que «madrugan» (y. 17b) para buscar la sabiduría son los que no perdonan esfuerzo,
         estudio y oportunidades para alcanzarla. Los rabinos dicen: «Si alguien asegura:
         "Yo me esforcé y no la hallé", no le creáis». Se otorga especialmente a los que con
         interés y fe la suplican a Di-s en oración (Stg. 1:5 y ss.). Las riquezas que la
         sabiduría ofrece son «duraderas» (v. 18), pues van acompañadas de justicia, y por
         eso, son las únicas que se reconocen válidas en la aduana de los cielos (v. Ap.
         14:13) y forman parte de la heredad (y. 21) incorruptible a la que se refiere el
         apóstol Pedro (1 P. 1:4). Es una dicha que subsiste por sí misma, inserta en la
         persona misma, sin el soporte de conveniencias o circunstancias exteriores. Las
         cosas eternas y espirituales son las únicas que poseen solidez real y sustancial; no
         sólo llenan las manos, sino también las arcas. Los bienes de este mundo
         pueden llenar el vientre (Sal. 17:14), pero no las arcas, pues no pueden conservar
         por muchos años sus bienes.




                                                                                             39
22 ― me produjo al principio de su camino como la primera de sus obras de
   antaño.
23 En el pasado distante fui formada, al principio, en el origen de la tierra.
24 No había abismo cuando fui producida, ningún manantial rico en agua;
25 Antes de que se afianzaran [los fundamentos de] las montañas, antes de las
   colinas nací yo.
26 El no había hecho todavía la tierra y los campos, ni los primeros terrones de
   barro del mundo.
27 Yo estaba allí cuando él puso el cielo en su lugar; cuando fijó el horizonte sobre
   el abismo;
28 cuando afirmó el cielo arriba, y brotaron las fuentes del abismo;
29 cuando le asignó sus límites al mar, para que sus aguas nunca transgredieran su
   mandato; cuando fijo los fundamentos de la tierra,
30 yo estaba con él como confidente, una fuente de deleite cada día, gozándome
   delante de él todo el tiempo,
31 gozándome en su mundo habitado, deleitándome con la humanidad.

✡ Comentario (Versículos 22-31)

Aquí la sabiduría aparece personificada con propiedades y acciones netamente personales y,
aun cuando pueda hablarse de una personificación poética, no cabe duda de que esta porción
forma el trasfondo de Juan 1:1 y SS. Viene, pues, a ser una anticipación de la doctrina
claramente revelada en el N.T. acerca del Verbo de Di-s, y en este sentido podemos
interpretar esta porción. Con respecto a este Verbo de Di-s, obsérvese:

    1.   Su personalidad distinta; es uno con el Padre (Jn. 10:30), pero es persona distinta de
         la del Padre. «En el principio» (v. 22, comp. con Jn. 1:1), antes de que formase la
         tierra (v. 23), los abismos, esto es, las aguas de los océanos (v. 24) y los mismos
         cielos (v. 27), allí estaba ya la sabiduría, el Verbo, producido (v.
         22), instalado (probable sentido del v. 23) y engendrado (vv. 24, 25) por Di-s.
         Si allí estaba ya en el principio, antes de la creación del Universo y, por tanto, antes
         de nuestro tiempo, está claro que existía desde la antigüedad.
    2.   Su intervención en la obra creadora de Di-s. No sólo tenía su ser antes de la
         creación del mundo, sino que estaba presente en tal creación y su presencia era, no
         la de un espectador, sino la de un arquitecto. El Verbo es el ordenador del Universo
         (v. 30), puesto que, en él, por él y para él fueron hechas todas las cosas (Col. 1:16,
         17). El es el arquitecto y el plano. Cuando en el primer día de la creación, dijo Di-




                                                                                              40
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Los proverbios de salomón

  • 1. PROVERBIOS DE SALOMÓN CON COMENTARIOS ✡ Biblia Versión Israelita Nazarena - VIN
  • 2. INTRODUCCIÓN El vocablo hebreo para «proverbio» (mashal) significa «comparación» y se usa para designar símiles, parábolas y proverbios propiamente dichos, es decir, sentencias breves, ya sea de la llamada «sabiduría popular» o, como aquí, de la sabiduría divinamente inspirada. Según 1 R. 4:32, Salomón compuso tres mil proverbios. La mayoría de los que se contienen en este libro fueron compuestos por él, concretamente las secciones 1:1 - 9:18; 10:1 -22:16 y 25:1 - 29:27, aunque los de esta última sección fueron seleccionados por el rey Ezequías (25:1). El cap. 30 es atribuido a un tal Agur, y el 31 a Lemuel o Muel, de los que nada sabemos. El libro toca los aspectos más interesantes de la vida humana. El primero y principal de los proverbios se halla en el v. 7 del cap. 1, un eco de Job 28:28, que ya vimos. 2
  • 3. ✡ PROVERBIOS 1 ✡ En este capítulo tenemos: 1. El título del libro, que muestra el autor y el objetivo (vv. 1-6). 2. El primer principio, encomendado a nuestra consideración (vv. 7-9). 3. Una precaución necesaria acerca de las malas compañías (vv. 10-19). 4. Una representación fiel y viva de los razonamientos de la sabiduría con los hombres, y de la ruina segura que les espera a los que se hacen el sordo a esos razonamientos (vv. 20-33). 1 Los proverbios de Salomón hijo de David, rey de Yisrael: 2 Para aprender sabiduría y disciplina; para entender palabras de discernimiento; 3 para adquirir disciplina para el éxito, la rectitud, la justicia, y la equidad; 4 para dotar al inexperto de astucia, al joven de conocimiento y previsión. 5 El sabio, al oírlas, obtendrá más sabiduría; el hombre de discernimiento aprenderá a ser hábil; 6 para entender proverbio y adivinanza, las palabras de los sabios y sus enigmas. ✡ Comentario (Versículos 1-6) 1. Quién escribió estos dichos sabios y sentenciosos (v. 1). Leemos que son «Proverbios de Salomón», cuyo nombre significa «pacífico». David, cuya vida estuvo llena de fatigas y aflicciones, escribió un libro de devoción (Salmos), pues, como escribe Santiago (5:13): «¿está alguno entre vosotros afligido? Haga oración». Salomón, que llevó una vida pacífica, escribió un libro de instrucción, porque cuando las iglesias tenían paz eran edificadas (Hch. 9:31). En tiempo de paz debemos aprender, y enseñar a otros, lo que debemos practicar en tiempo de aflicción. Era hijo de David. Había sido bendecido con una buena educación, y se había orado por él (Sal. 72:1); efecto de ello era su sabiduría y sus buenos servicios. Fue rey de Israel, única vez que se le llama así en los libros sapienciales (comp. con Ec. 1:1). Todo el mundo deseaba ir a ver a Salomón para oír su sabiduría (1 R. 10:24), la cual era mayor que la de todos los orientales (1 R. 4:30). 2. Estos proverbios fueron escritos (vv. 2-4) para uso y beneficio de todos. Este libro nos ayudará: (A) Para formarnos nociones correctas de las cosas y tener ideas claras y distintas, a fin de que sepamos cómo hablar y actuar con prudencia. (B) Para distinguir entre la verdad y la falsedad, el bien y el mal. (C) Para ordenar rectamente nuestra 3
  • 4. conducta (v. 3). Este libro nos dará el conocimiento que puede disponemos para dar a cada uno lo suyo, a Di-s lo que es de Di-s, en todos los ejercicios de devoción, y a los hombres lo que a los hombres se debe. 3. Son útiles para todos, pero están destinados especialmente: (A) A los simples (v. 4), es decir, a los que se dejan llevar fácilmente por las opiniones de otros y, por tanto, son presa de la indecisión. Con estos proverbios adquirirán la instrucción necesaria para ser sagaces y evitar pecados en los que la ignorancia juega gran papel. (B) A los jóvenes. La juventud abunda en vitalidad, pero también en juicios precipitados, faltos de la necesaria ponderación. (C) También las sabios aprenderán aquí, pues el verdadero sabio es el que sabe que no sabe nada como se debe saber (comp. con I Co. 8:2). Si estudian este libro, aumentarán su saber (v. 5) y adquirirán, si ya tienen alguna discreción, destreza; el vocablo hebreo indica experiencia en manejar el timón de un barco; en otras palabras: saber qué curso tomar en cada ocasión y circunstancia de la vida. (D) Todos ellos aprenderán (v. 6) a entender proverbios, etc., es decir, a interpretar los diferentes estilos y géneros literarios y las llamadas «figuras de dicción». 7 El respeto a  es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. 8 Hijo mío, hazle caso a la disciplina de tu padre, y no olvides la instrucción de tu madre; 9 pues ellas son una hermosa guirnalda en tu cabeza, un collar en tu cuello. ✡ Comentario (Versículos 7-9) En estos versículos, expone Salomón el principio y fundamento de todo el libro, que puede resumirse en dos frases: temer a Di-s y honrar a los padres. 1. «El principio del conocimiento (lit.) es el temor de » (v. 7). La base de toda sabiduría verdadera es el temor de Di-s. La frase aparece, con ligeras variantes, en Job 28:28; Sal. 111:10; Pr. 9:10 y Ec. 12:15, por donde vemos que «conocimiento» y «sabiduría» son, a este respecto, sinónimos, aunque «conocimiento» expresa una experiencia íntima, personal y práctica, no meramente intelectual, propia de la «sabiduría» que es de lo alto (Stg. 3:12), equivalente al «saber de salvación» de 2 Ti. 3:15. La frase «temor de » ocurre 15 veces en este libro y, como ya sabemos, significa respeto o reverencia, que incluye acatamiento u obediencia. Así pues, el verdadero sabio comienza por respetar y obedecer a Di-s. Por contraste (v. 7b) los 4
  • 5. necios (hebreo, evilim), «los mentalmente tontos y moralmente irresponsables» -como comenta el Dr. Ryrie, desprecian la sabiduría y la corrección (lit.). 2. A este principio sigue el honor a los padres, el cual se manifiesta primordialmente en la atención que se presta a los consejos y avisos de los progenitores (v. 8). Notemos aquí tres detalles sumamente importantes e interesantes: (A) Salomón supone aquí que los padres cumplen con su deber de enseñar y corregir a sus hijos; y, en el decurso del libro, va a insistir en la necesidad de cumplir con este deber. (B) Exhorta a los hijos a escuchar (a someterse y agradecer) la corrección (reprensión, disciplina, etc.) del padre. El vocablo hebreo (musar) es el mismo del final del v. 7 y corresponde al griego que se traduce por «corrección» o «disciplina» en Ef. 6:4 y se refiere allí a los «padres» (pater), no «progenitores» indistintamente. (C) también les exhorta (v. 8b) a no descuidar (lit. dejar) la instrucción (hebreo, Torá -¡primera ley!) de la madre. Es interesante observar que, mientras las leyes de los persas, los griegos y los romanos mandaban que los hijos respetasen los avisos y preceptos de los padres, la ley de Di-s manda que se respeten los avisos, instrucciones, y «preceptos» de las madres. Y es de notar que, en realidad, la madre es la verdadera educadora de los hijos, la que les moldea el carácter, mientras el padre les moldea el criterio: la «fijeza de la mente», equivalente literal de «amonestación», en Ef. 6:4. Once veces más aparecen juntos padre y madre, en este libro, en esta tarea educadora. Y en dos lugares más (29:15 y 31; 1), sólo se menciona a la madre. «Hijo mío», en Proverbios, tiene el sentido de «discípulo». 3. Con dos bellas comparaciones (v. 9) describe Salomón el buen resultado que al joven se le seguirá de prestar atención a la corrección de su padre y a la instrucción de la madre: guirnalda que agracia la cabeza y collar que adorno el cuello. Comenta J. J. Serrano: «Las comparaciones son apropiadas, pues no es sólo la sabiduría el mejor ornato de la persona, ciñendo la parte más noble del hombre, su entendimiento, representado por la frente, sino que adorna también la voluntad simbolizada por el corazón, sobre el que descansa el collar». 10 Hijo mío, si los pecadores te seducen, no cedas; 11 si te dicen: ―Vamos a poner una emboscada para derramar sangre, vamos a asechar al inocente (sin motivo), 12 como la Fosa, vamos a tragárnoslos vivos; enteros, como los que bajan al Hoyo. 13 Obtendremos todo tesoro precioso; llena-remos nuestras casas de botín. 14 Echa tu suerte con nosotros; tendremos todos una bolsa común‖. 15 Hijo mío, no salgas con ellos; no pongas tus pies en la senda de ellos. 16 Porque sus pies corren al mal; se apresuran a derramar sangre. 17 A los ojos de cualquier ave el nido tendido no significa nada. 5
  • 6. 18 Pero ellos ponen emboscadas a su propia sangre; se ponen en asecho de su propia vida. 19 Tal es la suerte de todos los que persiguen ganancia injusta; le quita la vida a su dueño. ✡ Comentario (Versículos 10-19) Aquí Salomón da otra regla general a los jóvenes para que tengan mucho cuidado con las malas compañías. Los pecadores gustan de tener cómplices en el pecado. Los ángeles que cayeron fueron tentadores casi tan pronto como fueron pecadores. Los perversos (v. 10) no amenazan ni discuten, sino que seducen con lisonjas. Por eso les dice Salomón a los jóvenes: «No consientas, porque, aunque te seduzcan, no pueden forzarte». Para corroborar este consejo que les da: 1. Presenta los falaces argumentos que los perversos usan en sus seducciones, a fin de engañar a las almas inconstantes. Especifica a los bandidos que hacen cuanto pueden para atraer a otros a su banda (vv. 11-14). «Ven con nosotros (v. 11); deseamos tu compañía». Al principio, parece que se contentan con eso; pero pronto apuntan más alto (v. 14): «Echa tu suerte entre nosotros; corramos los mismos riesgos y tengamos las mismas ventajas; tengamos todos una misma bolsa», la del dinero o, más probable, como sugiere J.J. Serrano, la de los dados (paralelismo con la primera parte del v.). Tienen sed de sangre y odian a los buenos, porque con su honradez les avergüenzan y condenan. Con el fin de enriquecerse (v. 13), no reparan en medios: «Preparan asechanzas» (alevosía y premeditación) para matar sin motivo (capricho y saña) al inocente (por tanto, homicidio con todas las agravantes). Llaman a las riquezas (v. 13) «preciosa sustancia» (lit.), cuando no son ni sustancia ni preciosa; son una sombra y son vanidad, especialmente cuando se adquieren por medio del robo (Sal. 62:10). Comp. el v. 12 con Nm. 16:30-33. 2. Muestra lo pernicioso de tal conducta (v. 15): «Hijo mío, no vayas de camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas; no sigas su ejemplo, no hagas lo que hacen ellos. Considera su camino (v. 16): Sus pies corren hacia la maldad, a lo que desagrada a Di-s y es dañoso a la humanidad, pues van presurosos a derramar sangre». El camino del vicio es como un plano inclinado hacia abajo, en el que no sólo no se puede parar, sino que cada vez se cae más hondo y más deprisa mientras se continúa en él. Se les dice que tal camino conduce a la perdición, y, sin embargo, persisten en él. El v. 17 ha desconcertado a muchos comentaristas, pero, a la vista del contexto posterior, el sentido es el siguiente: Un ave evita, por instinto, caer en la red o lazo que se tiende ante sus ojos, pero a estos perversos les ciega de tal modo su codicia, que no se dan cuenta de que se meten ellos mismos en el peligro. 6
  • 7. 20 La sabiduría clama en las calles, levanta su voz en las plazas. 21 En la esquina de las calles transitadas llama; a la entrada de los portones, en la ciudad, habla: 22 ―¿Hasta cuándo, inexpertos, van a estar amando la inexperiencia; ustedes, burladores, a estar burlándose; ustedes, tontos, a estar odiando el conocimiento? 23 Ustedes son indiferentes a mi reprensión; ahora les voy a decir lo que pienso, les voy a comunicar mis pensamientos. 24 Como ustedes me rechazaron cuando llamé, y no hicieron caso cuando extendí mi mano, 25 menospreciaron todo mi consejo, y no quisieron oír mi reprensión, 26 yo me reiré de su calamidad, y me burlaré cuando venga el terror sobre ustedes, 27 cuando venga el terror como un desastre, y llegue la calamidad como un torbellino, cuando el problema y la angustia venga sobre ustedes. 28 Entonces ellos me llamarán pero no responderé; me buscarán pero no me hallarán. 29 Porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el respeto a ; 30 rechazaron mi consejo, y despreciaron todas mis reprensiones, 31 comerán el fruto de sus caminos, y se hartarán de sus propios consejos. 32 La tranquilidad de los inexpertos los matará, y la complacencia de los tontos los destruirá. 33 Pero el que me escucha habitará en seguridad, imperturbable por el terror de la calamidad‖. ✡ Comentario (Versículos 20-33) Después de mostrar cuán peligroso es prestar oídos a las tentaciones de Satanás, muestra ahora Salomón cuán peligroso es no prestar oídos a los llamamientos de Di-s. 1. Por medio de quién nos llama Di-s? -Por medio de la sabiduría, la cual clama en las calles, alza su voz, etc» (vv. 20, 21). El hebreo está en plural: «sabidurías», porque la sabiduría de Di-s es, no sólo infinita, sino también «multiforme» (Ef. 3:10). Di-s habla a los hombres por medio de todas las clases de sabiduría: (A) El entendimiento humano es sabiduría, la luz y la ley de la naturaleza, los poderes y las facultades de la razón y el oficio de la conciencia (Job 38:36). (B) El gobierno civil es sabiduría, cuyos vicegerentes son los magistrados. (C) La revelación divina es sabiduría; todos sus dictados, todas sus leyes, son sabios como la sabiduría misma. Por medio de las Escrituras, de sus siervos los profetas y de todos los ministros de su palabra, Di-s 7
  • 8. declara a los pecadores sus sabias enseñanzas, promesas, advertencias y amenazas. (D) El Mesías es la sabiduría, pues en él están escondidos todos ¡los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col. 2:3), y él es el centro de la revelación divina; no sólo la Sabiduría misma (V. Lc. 7:35), sino el Verbo de Di-s, la Palabra eterna, por medio de la cual nos habla Di-s de forma definitiva y exhaustiva (He. 1:1-3), y a quien ha dado todo juicio (Jn. 5:22). 2. La sabiduría clama: (A) Muy públicamente: en las calles, en las plazas, en los lugares más concurridos, en las entradas de las puertas de la ciudad (vv. 20,21), para que todo el que tenga oídos pueda oír. La filosofía humana se enseñaba en colegios y universidades, pero la sabiduría divina se enseña en los lugares donde concurren, no sólo los sabios, sino el pueblo llano. (B) Muy patéticamente: clama, grita, con toda claridad y con todo afecto. Di-s desea ser oído bien y por todos, pues desea que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4). 3. Cuál es el llamamiento de Di-s por medio de la sabiduría: (A) Reprende a los pecadores por su necedad y por su obstinación (v. 22). Los simples aman la simpleza. Obran neciamente y se gozan en sus necedades malvadas como quien se halla en su propio elemento. Los insolentes se complacen en la insolencia y hacen burla de todo lo que se les dice. Los insensatos aborrecen el conocimiento. Estos son los peores, pues se niegan a aprender lo que más les conviene. Di-s desea la conversión de los pecadores y no su ruina; por eso, espera paciente (¿hasta cuándo... ?»), dispuesto a razonar con ellos (Is. 1:18). (B) Les invita a arrepentirse y volverse sabios (v. 23): «Volveos, es decir, convertíos, a mí reprensión: Recobrad la sanidad de juicio (comp. Lc. 15:17) y volveos a Di-s y a vuestro deber, y viviréis. Los que aman la simpleza se encuentran en impotencia moral de cambiar su mentalidad y su conducta; no se pueden convertir por su propio poder. Por eso les dice Di-s: «He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros (comp. Jl. 2:28); poneos a disposición del Espíritu Santo, y la gracia de Di-s obrará en vosotros el querer y el hacer lo que, sin esa gracia, nunca podríais llevar a cabo. El Espíritu de Di-s usa como medio de la gracia la palabra de Di-s: «Yos daré a conocer mis palabras» (v. 23c), es decir, no sólo os las diré, sino que os las haré entender. (C) A los que continúan obstinados en rehusar los medios de gracia les lee la sentencia (vv. 24-32). El crimen es, en pocas palabras, rechazar el ofrecimiento de la gracia y rehusar someterse a las condiciones del Evangelio, lo que les habría salvado de la maldición de la ley de Di-s y del dominio de la ley del pecado. El Mesías extiende los brazos para ofrecerles el perdón, pero no hubo quien atendiese (v. 24). Desecharon su consejo y no aceptaron su reprensión (v. 25). Esto se repite en el v. 30. No admiten el gobierno de la razón ni el de la revelación, ya que aborrecieron la sabiduría y no escogieron el temor de  (v. 29). Por no recibir el beneficio de la misericordia de Di-s cuando les fue ofrecido, caerán justamente víctimas de su justicia (29:1). Les llegará la desgracia (v. 26) que temían; vendrá como un torbellino (v. 27) y les tomará por sorpresa, pues vendrá de repente. Los vv. 26-28 han de entenderse a la luz del 8
  • 9. contexto posterior. No significan que Di-s niegue su auxilio a quien lo pide, sino que, al obstinarse en no escuchar la voz de Di-s, comerán el fruto de lo que sembraron, pues, como las vírgenes de Mt. 25:10-13, hallarán cerrada la puerta, lo cual es una figura para dar a entender que, con la muerte, se acaba el tiempo de la oferta de la gracia. (D) Concluye asegurando que los que se someten a las instrucciones de la sabiduría disfrutarán de paz y tranquilidad (v. 33). Estarán bajo especial protección del Cielo, de forma que nada les producirá verdadero daño. No sólo están libres de desgracia, sino también del temor a la desgracia. 9
  • 10. ✡ PROVERBIOS 2 ✡ En este capítulo, Salomón describe los buenos resultados de seguir las instrucciones de la sabiduría. 1. Les muestra a los que están dispuestos a ser instruidos que, si usan los medios del conocimiento y de la gracia, obtendrán de Di-s el conocimiento y la gracia que buscan (vv. 1-9) 2. Les muestra también las ventajas que se les seguirán con esto: 1. Serán preservados de las redes y lazos de los malvados (vv. 10-15) y de las malas mujeres (vv. 16-19). 2. Serán guiados y guardados en el camino de los buenos (vv. 20-22). 1 Hijo mío, si aceptas mis palabras y atesoras mis mandamientos; 2 si pones tu oído atento a la sabiduría y tu mente abierta al discernimiento; 3 si llamas al entendimiento y voceas al discernimiento, 4 si lo buscas como se busca la plata y vas en su búsqueda como tesoros, 5 entonces entenderás el respeto a  y alcanzarás conocimiento de Di-s. 6 Porque  concede sabiduría; el conocimiento y el discernimiento se dan por Su decreto. 7 Él reserva la habilidad para el recto y es un escudo para los que viven sin tacha, 8 guarda las sendas de justicia, protege el camino de los que le son leales. 9 Entonces entenderás lo que es correcto, justo, y equitativo –todo buen proceder. ✡ Comentario (Versículos 1-9) 1. Los medios que hemos de usar para obtener sabiduría: (A) Hemos de prestar atención a la palabra de Di-s, que puede hacernos sabios para salvación (vv. 1, 2, comp. con 2 Ti. 3:15). Las palabras de Di-s son fuente y norma de sabiduría y entendimiento. Muchas cosas sabias pueden hallarse en los escritos de hombres sabios, pero en la divina revelación todo es sabiduría. (B) Hemos de pasar mucho tiempo en oración (v. 3), clamando a la prudencia o discernimiento (hebreo, bináh) y dando voces a la inteligencia (hebreo, tebunáh), vocablos sinónimos de sabiduría (hebreo, jojmáh) y conocimiento (hebreo dáat). (C) Hemos de estar dispuestos también a esforzamos y fatigamos (v. 4) por buscar la sabiduría; «como a la plata... 10
  • 11. como a tesoros» no quiere decir que la hayamos de buscar como buscaríamos la plata, etc., sino como se esfuerzan y fatigan los que excavan en las minas. 2. El éxito que hemos de esperar si usamos tales medios. Nuestras fatigas no serán en vano, pues entenderemos el temor de , esto es, sabremos cómo hemos de adorarle y servirle, y hallaremos el conocimiento de Di-s (v. 5), el cual es necesario para que nuestro temor de Di-s sea como debe ser. También sabremos cómo conducimos con los hombres (v. 9), pues entenderemos las tres cualidades que proceden de la sabiduría: justicia, juicio y equidad (comp. con 1:3), que corresponden a nuestras relaciones con Di-s, con el prójimo y con nosotros mismos y vienen a equivaler (leyéndolos a la inversa) a «sobria, justa y piadosamente» de Tit. 2:12. En efecto, justicia (hebr. tsédeq) es la cualidad que regula nuestra relación con Di-s; juicio (heb. mishpat) equivale a la «honradez» en nuestro trato con los demás; y equidad (heb. mesharim, de yashar = recto) expresa la «rectitud» personal. 3. El fundamento que tenemos para esperar el éxito en nuestra búsqueda de la sabiduría; los ánimos para ello hemos de esperarlos únicamente de Di-s (vv. 6-8). (A) «Porque  da la sabiduría» (v. 6), pues él es la Sabiduría infinita y fuente de toda sabiduría verdadera. (B) «De su boca nacen el conocimiento y la inteligencia» (v. 6b). Todo lo que nos hace realmente sabios procede de la palabra de Di-s, tanto escrita como predicada por sus fieles ministros. (C) Di-s provee de esa sabiduría a los que están sinceramente dispuestos a hacer su voluntad (vv. 7, 8). Nótese que esa sabiduría provee a los rectos, en paralelismo de sinonimia con los santos, de una defensa completa: aptitud para improvisar soluciones acertadas (este es el significado del hebreo tushiyáh), escudo, guardia y preservación. Y todo esto lo da Di-s, por medio de su sabiduría. Así que, si buscamos la sabiduría en él, él nos guardará en todos nuestros buenos caminos, que son los de la justicia, el juicio y la equidad del v. 9, comp. con los vv. 7 y 8. 10 Porque la sabiduría entrará en tu mente y el conocimiento te deleitará. 11 La previsión te protegerá, y el discernimiento te guardará. 12 Te salvará del camino de los malos, de los que hablan duplicidad, 13 que abandonan las sendas derechas para seguir por caminos obscuros, 14 que se gozan en hacer lo malo y se alegran en la duplicidad de los malos, 15 cuyas sendas son torcidas y que se han desviado en su proceder. 16 Te librará de la mujer prohibida, de la extraña con palabras seductoras, 17 la que olvida al compañero de su juventud e ignora la alianza de su Di-s. 18 Su casa se hunde hasta la Muerte, y su sendero lleva a las sombras. 19 Nadie que vaya a ella puede volver y hallar otra vez las sendas de vida. 11
  • 12. 20 Así que sigue tú el camino de los buenos y atente a las sendas de los justos. 21 Porque los rectos habitarán la tierra, los intachables permanecerán en ella. 22 Mientras que los malvados desaparecerán de la tierra y los desleales serán desarraigados de ella. ✡ Comentario (Versículos 10-22) La verdadera sabiduría nos preservará de las sendas del pecado y nos hará mayor favor que si nos enriqueciese con todos los bienes de este mundo. En efecto: 1. Nos libra del mal camino de los hombres perversos (vv. 11-13). Si la sabiduría de Di-s entra en el corazón (v. 10), no sólo en la cabeza, da conocimiento, discreción e inteligencia para protegerse, con claridad de juicio y sana libertad de voluntad, de los principios corrompidos de hombres profanos y sin Di-s, que se complacen en el vicio, buscan las tinieblas y andan por veredas tortuosas (vv. 12-15). Dice J. J. Serrano: «Estos versos caracterizan a los enemigos del joven como depravados y faltos de sinceridad en pensamientos, palabras y obras». Los que odian la luz, odian la verdad y, por consiguiente, aman las tinieblas y la mentira. 2. Nos libra también de los peligros de la mujer extraña (vv. 16-19). Llama así a la adúltera, porque es «ajena», es decir, de otro. Nótense sus malas cualidades: (A) Es lisonjera (v. 16b), esto es, halaga con buenas palabras, pero es falsa en lo que dice, pues siente tanto afecto como el que sentía Dalila hacia Samsón; sólo le interesa satisfacer sus bajos instintos y hacerse con el dinero del joven. (B) Es infiel a su marido (v. 17), lo que equivale a quebrantar el pacto de su Di-s (v. lib). Este es el sentido que exige el paralelismo (comp. también con Ex. 20:14), por lo que el adulterio es pecado contra Di-s y contra el hombre, contra la religión y contra la justicia. Es menester que la discreción preserve al hombre no sólo de la mujer extraña, sino también de su casa (v. 18), pues entrar en ella es ponerse en ocasión incitante al pecado, y es un pecado que pronto se convierte en vicio que embota la inteligencia, endurece el corazón y conduce al hombre por la pendiente que conduce a la muerte. Por eso, es extremadamente raro el caso de que, una vez metido en las redes de este vicio, se recobre el hombre hasta alcanzar otra vez los senderos de la vida (v. 19). 3. Nos conduce y preserva por el camino de los buenos (v. 20). Cosa sabia es andar por tal camino (V. Jer. 6:16; He. 6:12; 12:1), pues las veredas de los rectos son sendas de vida (v. 21), mientras que los impíos van por caminos de muerte, pues serán cortados y hasta desarraigados de la tierra (v. 22). 12
  • 13. ✡ PROVERBIOS 3 ✡ Este capítulo es uno de los más excelentes de todo el libro, tanto por las razones que da para persuadimos a ser buenos como por las instrucciones que para ello nos ofrece. 1. Debemos ser constantes en el camino del deber, pues ese es el camino de la felicidad (vv. 1-4). 2. Debemos vivir dependiendo de Di-s, pues ese es el camino de la seguridad (y. 5). 3. Debemos conservar el temor de Di-s, pues ese es el camino de la sanidad (vv. 7, 8). 4. Debemos servir a Di-s con nuestros bienes de fortuna, pues ese es el camino de la prosperidad (vv. 9, 10). 5. Hemos de soportar con paciencia nuestras aflicciones, pues ese es el camino de la comodidad (vv. 11, 12). 6. Hemos de poner toda diligencia en obtener la sabiduría, pues ese es el camino de alcanzarla (vv. 13-20). 7. Hemos de gobernamos con las normas de la sabiduría, pues ese es el camino de la tranquilidad (vv. 21-26). 8. Hemos de hacer a nuestros prójimos todo el bien que podamos y ningún mal (vv. 27-35). 1 Hijo mío, no olvides mi enseñanza, que tu mente retenga mis mandamientos; 2 porque ellos te concederán abundancia de días, años de vida y bienestar. 3 Que no se aparten de ti la fidelidad y el amor; amárratelos al cuello, escríbelos en la tabla de tu mente, 4 y hallarás favor y aprobación a los ojos de Di-s y de los hombres. 5 Confía en  con todo tu corazón, y no te fíes de tu propio entendimiento. 6 En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él suavizará tus sendas. ✡ Comentario (Versículos 1-6) Una vida de comunión con Di-s produce inefables beneficios. 1. Hemos de observar continuamente los preceptos de Di-s (vv. 1, 2), haciendo de ellos la norma de nuestra conducta. Y hemos de observarlos de todo corazón. Para animarnos a sometemos a todas las restricciones y ordenanzas que nos impone la ley de Di-s, se nos asegura aquí (v. 2) que ese es el camino cierto para la longevidad 13
  • 14. y la prosperidad. Ni aun los días de la vejez serán malos, sino días en los que hallaremos placer: «te añadirán...años de vida y paz». «Mucha paz tienen los que aman tu ley» (Sal. 119:165). 2. Hemos de recordar continuamente las promesas de Di-s, que van anexas a los preceptos de Di-s: «gracia y buena opinión ante los ojos de Di-s y de los hombres» (v. 4) es promesa para los que obran con bondad y fidelidad (v. 3), ya que estas cualidades se atribuyen precisamente, con mucha frecuencia, a Di-s, pero aquí, como en 14:22; 16:6; 20:28 se atribuyen a los hombres (sin contar los lugares en que sólo el jésed-amor o bondad- está explícito). Toda persona piadosa busca, ante todo, el favor de Di-s, aunque no haya de despreciarse la estima de los hombres (Est. 10:3). 3. Hemos de atender continuamente a la providencia de Di-s, a fin de depender de él, con fe y oración, en todos nuestros asuntos. Hemos de fiarnos de  con todo el corazón (v. 5, comp. con Sal. 37:3, 5), no en nuestras propias opiniones, aunque nos parezca que el asunto es como camino trillado, cosa fácil para la que no necesitamos consejo de nadie. En todos nuestros caminos hemos de reconocerle (v. 6): tener comunión con él y reconocer su mano, poniéndonos en todo a su disposición, pues él hará derechas nuestras veredas, promesa que se repite en 11:5; 15:2 1 (comp. con Is. 45:13); nuestro camino será seguro y fácil, con un feliz resultado. 7 No seas sabio en tu propia opinión; respeta a  y evita el mal. 8 Será una cura para tu cuerpo, un tónico para tus huesos. 9 Honra a  con tu riqueza, con lo mejor de todo tu ingreso, 10 y tus graneros estarán llenos de grano, tus lagares rebosarán de vino nuevo. 11 No rechaces la disciplina de , hijo mío; no detestes su reprensión. 12 Porque al que  ama lo reprende, como el padre al hijo a quien favorece. ✡ Comentario (Versículos 7-12) Tenemos aquí tres exhortaciones, cada una de ellas corroborada con buenas razones: 1. Debemos vivir en humilde y respetuosa sumisión a Di-s y a su gobierno (v. 7): «teme a  y apártate del mal», es decir, si temes a Di-s te apartarás del mal, pues lo segundo es consecuencia de lo primero. Para animamos a vivir así en el temor de Di-s, se nos promete (v. 8) que nos aprovechará incluso corporalmente como alimento para los músculos (lit, el ombligo) y para el tuétano de los huesos. Con el 14
  • 15. vigor del cuerpo, el espíritu adquirirá también mayor firmeza para tomar las resoluciones pertinentes; por otra parte, la prudencia, la templanza y la sobriedad, la calma mental y el buen gobierno de las pasiones, que la religión nos enseña, no sólo fortalecen la salud del alma, sino también la del cuerpo. 2. Debemos hacer buen uso de nuestros medios de fortuna, pues ése es el camino recto para incrementarlos (vv. 9, 10): «Honra a  con tus bienes, etc... y serán llenos tus graneros, etc». Las riquezas de este siglo son secundarias, frágiles, efímeras; sin embargo, aun en esto suele Di-s bendecir al que honra a Di-s, especialmente al que le honra con el buen uso de ellas. Nótese, sin embargo, como hace notar Cohen, que la recompensa que esas bendiciones materiales suponen no se presenta en la Biblia como un incentivo para la buena conducta. Por eso, dice el salmista (Sal. 1 l2:l) «Dichoso el hombre que teme a , y en sus mandamientos (no en la recompensa) se deleita en gran manera». 3. Debemos conducimos rectamente bajo las aflicciones (vv. 11, 12). No hemos de menospreciar la reprensión (hebreo musar, el mismo vocablo de 1:8) de ; es decir, no hemos de tomarla a la ligera como si nada tuviese que ver con nosotros, sino que, viendo en ella un propósito benéfico de Di-s, hemos de sacar de ella el beneficio que Di-s intenta. No se nos pide que seamos estoicos, duros como piedras, a fin de que las aflicciones nos hagan menos daño, pero tampoco hemos de sentir asco de ellas (ése es el sentido del verbo en hebreo, en vez de «fatigarse»), pues la aflicción es disciplina del Creador (comp. con He. 12:6-11), y él conoce de qué estamos hechos (Sal. 103:14) y hasta dónde podemos aguantar (1 Co. 10:13). No estamos hablando de una justicia vindicativa, sino de una corrección paternal para nuestro mayor bien. 13 Feliz el que haya sabiduría, el que alcanza entendimiento. 14 Su valor en el mercado es mayor que el de la plata, su fruto, mayor que el oro. 15 Es más preciosa que los rubíes; todos tus bienes no pueden igualarla. 16 En su mano derecha hay abundancia de días, en su izquierda, riqueza y honor. 17 Sus caminos son caminos agradables, y todas sus sendas, pacíficas. 18 Es un árbol de vida para todos los que le echan mano, y todo el que se aferra a ella es feliz. 19  fundó la tierra con sabiduría; estableció el cielo con entendimiento; 20 Por su conocimiento reventaron los abismos, y el cielo destiló rocío. 15
  • 16. ✡ Comentario (Versículos 13-20) Dichoso el hombre que halla la sabiduría, la verdadera sabiduría, que consiste en conocer y amar a Di-s, y en conducirse enteramente de acuerdo con su verdad, su providencia y su ley. 1. Qué sabiduría es la que hace feliz. Feliz es el hombre que, al hallar la verdadera sabiduría, la hace suya extrayendo entendimiento, como dice el original hebreo. No la tiene en sí, pero la extrae con el cubo de la oración de la fuente que ofrece generosamente sabiduría (Stg. 1:5). Se fatiga en ello, como quien extrae oro de una mina, porque le da un valor mayor que el de la plata, oro o piedras preciosas (v. 14). Es la perla de gran valor (Mt. 13:45, 46), por cuya adquisición bien vale la pena venderlo todo. «Compra la verdad», dirá después (23:23); no dice a qué precio, pero bien se da a entender que cualquier precio es bueno para obtenerla, antes que perderla. 2. La dicha de los que la hallan es una dicha trascendente, como podemos ver (vv. 14, 15, comp. con Job 28:15 y ss.). Es un saber para salvación eterna (2 Ti. 3:15), con la que no se puede comparar ningún bien de este mundo. 3. El universo entero no puede proveer el rescate de un alma que se va a perder por falta de la verdadera sabiduría. Los (vv. 16-18) vienen a explanar lo que ha dicho en el (v. 2). La sabiduría aparece aquí como una reina, repartiendo dones a diestra y siniestra a quienes son sus fieles súbditos. Ofrece longevidad en su mano derecha, pues da consejos y proporciona métodos para prolongar la vida (hasta la eternidad) y en su mano izquierda ofrece riquezas y honor. El sentido de este binomio se entiende mejor comparando este lugar con Ex. 28:2, 40 e Is. 35:2. El deleite (v. 17) que ofrece es de la mejor calidad, pues ningún placer de los sentidos puede compararse con el que las almas piadosas hallan en la comunión con Di-s y en hacer el bien a todos. La mención del árbol de la vida (v. 18, comp. con Gn. 2:9) sugiere que es para el alma lo que dicho árbol habría sido para nuestros primeros padres si se hubiesen alimentado de él en lugar de comer del árbol prohibido (comp. también con Ap. 2:7; 22:2). Llega a ser una participación de la propia dicha de Di-s (vv. 19, 20), quien con la sabiduría (8:22 y ss.) llevó a cabo la obra de la creación. 21 Hijo mío, no los pierdas de vista; aférrate a la habilidad y a la previsión. 22 Ellas le darán vida a tu espíritu y gracia a tu garganta. 23 Entonces seguirás tu camino con seguridad y no te lastimarás los pies. 24 Cuando te acuestes no tendrás miedo; te acostarás y tendrás un dulce sueño. 25 No temerás el terror repentino ni el desastre que les sobreviene a los malvados, 26 porque  será tu confianza; guardará tus pies de caer presos. 16
  • 17. ✡ Comentario (Versículos 21-26) 1. Aquí se nos exhorta a tener siempre a la vista y en el corazón las normas de la piedad sincera (v. 21): «Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; que no se aparten de ellas tus ojos para irse tras la vanidad. Tenías siempre presentes, cultívalas y practícalas mientras vivas. Guárdalas en tu corazón como en cofre de tesoros, pues es ahí donde anidan la prudencia y la discreción». 2. El argumento para corroborar esta exhortación se toma de las inefables ventajas que nos proporciona la sabiduría (v. 22): «Y serán vida para tu alma (comp. con y. 18); te avivarán el sentido del deber y te fortalecerán durante tus aflicciones cuando comiences a sentirte débil y decaído. También serán gracia para tu cuello, como un hernioso collar de perlas o una cadena de oro. Entonces (v. 23) andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará (comp. Sal. 91:12); caminarás bajo la protección de la providencia y de la gracia, mientras no seas tú quien se expone al peligro. El camino del deber es el camino de la seguridad. Ella te servirá de estupenda medicina contra los temores nocturnos a los ladrones, a los espectros, al fuego, etc. (v. 24) y aun contra el pavor repentino (v. 25), es decir, contra una experiencia aterradora que sobreviene de súbito, puesto que el Padre que vela por nosotros no duerme ni puede haber cosa alguna que le tome por sorpresa. El mejor remedio para tener una buena noche es tener una buena conciencia. 27 No le niegues un bien a quien lo merece, cuando tengas el poder de hacerlo. 28 No le digas a tu prójimo: ―Vuelve después; te lo daré mañana‖, cuando lo tienes contigo. 29 No planees el mal contra tu compañero que vive confiado contigo. 30 No disputes con nadie sin motivo, cuando no te ha hecho ningún mal. 31 No envidies a un hombre sin ley, ni escojas ninguno de sus caminos; 32 porque el desviado es una abominación para , pero él intima con el sincero. 33 La maldición de  está sobre la casa del malvado, pero él bendice el hogar del justo. 34 De los burladores se burla, pero a los humildes les muestra misericordia. 35 El sabio obtendrá honra, pero los tontos consiguen desgracia como su porción. ✡ Comentario (Versículos 27-35) Vienen ahora normas concernientes a nuestra relación con el prójimo. 17
  • 18. 1. Debemos dar a cada uno lo suyo, tanto lo que se le debe en justicia como lo que exige la caridad, y eso sin dilaciones ni excusas (vv. 27, 28). El contexto indica que se trata especialmente del prójimo pobre, a quien hay que dar lo que necesita sin hacerle esperar. Prometer para mañana (v. 28) lo que se puede dar hoy, además de ser injusto, es problemático pues nadie sabe si vivirá mañana ni el que debe dar ni el que necesita recibir. Este deber incluye: (A) El pago de deudas; (B) El pago de rentas y salarios; (C) La provisión para nuestros familiares necesitados; (D) Nuestra contribución tanto para la Iglesia como para el Estado; (E) La buena disposición para todo acto de amistad y humanidad, a fin de aliviar problemas y necesidades locales, nacionales y mundiales de toda índole. 2. Nunca hemos de tramar ningún daño contra nadie (v. 29), sobre todo cuando nuestro prójimo está confiado, es decir, no sospecha ningún mal de nuestra parte y, por ello, no se pone en guardia. 3. No hemos de ser foco de contención o discordia (v. 30); «No tengas pleito con nadie sin motivo». Es aquí donde el amor juega un importante papel (V. 1 Co. 13:4- 7), pues no piensa mal. La mayoría de los pleitos perjudiciales surgen de sospechas infundadas, teniendo por mala intención lo que quizá fue inadvertencia. Ir a los tribunales debe ser el último recurso. 4. No hemos de envidiar la prosperidad de los malhechores (v. 31, comp. con Sal. 73:3), ni ceder a la tentación de imitarles. Para mostrar cuán pocos motivos tienen los santos para envidiar a los pecadores. Salomón compara, en los últimos cuatro versículos de este capítulo, la condición de unos y de otros: (A) Los santos gozan de íntima comunión con Di-s, pero los perversos son abominables a los ojos de . El que no odia nada de lo que creó, se ve en la necesidad de abominar a quienes de tal modo han corrompido lo que Di-s hizo en ellos. Los más dulces y benditos secretos del amor de Di-s son comunicados a sus amigos (comp. con Jn. 15:15). (B) Los santos, y su morada, descansan bajo la bendición de Di-s (v. 33), aunque su morada sea simplemente un «aprisco de ovejas», como da a entender el original, mientras que la «casa» (de suyo, morada fija y permanente) del impío está bajo la maldición de  ¿De qué le sirve vivir en un palacio, si es un palacio maldito? (C) Aún lo que Di-s da a los escarnecedores o burladores (v. 34), lo da burlándose de ellos. Este parece ser el sentido del original. En otras palabras, les paga con su misma moneda. En cambio, a los humildes les muestra siempre su favor, pues al que se humilla a sí mismo, no de palabra falsa, sino de obra sincera, Di-s lo enaltece. (D) Los santos son los verdaderos sabios (v. 35), por lo cual recibirán respeto y aprobación de quienes saben apreciar la verdadera sabiduría, mientras que los necios en sentido moral (hebr. kesilim) terminarán en perpetua confusión e ignominia. 18
  • 19. ✡ PROVERBIOS 4 ✡ En este capítulo, Salomón inculca, con gran vanidad de expresiones, las mismas cosas de las que había tratado en los capítulos anteriores. 1. Una seria exhortación al deseo y estudio de la verdadera sabiduría (vv. 1-13). 2. Una necesaria advertencia contra las malas compañías (vv. 14-19). 3. Instrucciones para adquirir y conservar la sabiduría a fin de dar frutos de sabiduría (vv. 20- 27). 1 Hijos, háganle caso a la disciplina de un padre; pongan atención y aprendan discernimiento, 2 porque yo les doy una buena instrucción; no olviden mi enseñanza. 3 Yo he sido hijo de mi padre, el tierno cariño de mi madre. 4 Él me instruía y me decía: ―Que tu mente se aferre a mis palabras; obedece mis mandamientos y vivirás. 5 Adquiere sabiduría, adquiere discernimiento; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. 6 No la abandones y ella te guardará; ámala y ella te protegerá. 7 El principio de la sabiduría es: Adquiere sabiduría; con todas tus adquisiciones, adquiere discernimiento. 8 Abrázala y ella te exaltará; te traerá honor si la acoges. 9 Ella adornará tu cabeza con una hermosa guirnalda; te coronará con una gloriosa diadema‖. 10 Hijo mío, haz caso y recibe mis palabras, y tendrás muchos años de vida. 11 Yo te instruyo en el camino de la sabiduría; te guío por senderos derechos. 12 Andarás sin perder el paso; cuando corras, no tropezarás. 13 Aférrate a la disciplina; no la dejes ir; retenla; ella es tu vida. ✡ Comentario (Versículos 1-13) 1. Invitación de Salomón a sus hijos (vv. 1, 2): «Escuchad, hijos, la instrucción de un padre». Contra la opinión de J. J. Serrano y siguiendo la del rabino Cohen y del propio M. Henry -creemos que aquí no se trata de «discípulos», sino de verdaderos 19
  • 20. «hijos». La instrucción de un padre sabio ha de ser atendida con toda diligencia, pues ese es el modo de adquirir cordura (hebreo, bináh, esto es, tanto entendimiento como discernimiento). Tanto los magistrados como los ministros de Di-s han de mostrar un particular interés en instruir a sus hijos, pues a mayor conocimiento corresponde mayor responsabilidad. Comenta Malbim que la expresión de «un padre»», en contraste con 1:8 («tu padre»), «insinúa que está impartiéndoles una instrucción paternal que él mismo había recibido de su padre». Esto se confirma por el vocablo usado en la primera parte del y. siguiente para expresar esa instrucción, ya que el hebreo leqaj significa «lo que se ha recibido» de los antepasados. En 2b, el vocablo hebreo es Torá, enseñanza que consiste en instrucciones basadas en la ley. La religión tiene a la razón de su lado y nos da enseñanzas fundadas en verdades ciertas y en normas seguras. 2. Instrucciones que les da. El las recibió de sus padres y enseña a sus hijos lo mismo que a él le enseñaron (vv. 3, 4). Sus padres le amaban y, por tanto, le enseñaron: «Yo fui hijo de mi padre» (v. 3), no es una perogrullada; el sentido es: «hijo escogido y obediente», como entendieron los LXX (. «también yo fui hijo obediente de mi padre»), aun cuando así trastornaron el orden del hebreo y tradujeron por «obediente» el hebreo raj, tierno. Para su madre (3b) había sido el «preferido» (hebreo yajid, único). Es cierto que Betsabé dio a David cuatro hijos (1 Cr. 3:5), pero Salomón fue el preferido de sus padres y el escogido de Di-s. Quizá fue David más estricto en la educación de Salomón que en la de los otros hijos, pues, además de la excesiva condescendencia que mostró con los caprichos de Amnón y Absalom, se nos dice expresamente en cuanto a Adonías (1 R. 1:6) que «su padre nunca le había lastimado» (lit.; esto es, «contrariado»). Aunque Salomón sobrepasó después a su padre en sabiduría, no tuvo empacho en referirse con respeto a las enseñanzas que de él había recibido. Si resulta útil buscar las sendas antiguas (Jer. 6:16) ¿por qué hemos de despreciar las enseñanzas antiguas? Aunque no hemos de ser seguidores serviles de los maestros que nos precedieron, tampoco hemos de despreciar lo mucho bueno que nos legaron. 3. Pasando ya a detallar las principales instrucciones que les da, vemos que consisten (vv. 4-13) en preceptos y exhortaciones acerca del valor de la sabiduría, conforme le había enseñado su padre; y por cierto, lo había hecho con gran interés e insistencia: (A) Le había preceptuado retener sus palabras (v. 4. Lit.), las buenas lecciones que le había dado; sus dichos (v. 10), expresiones sueltas, llenas de prudencia; había de retenerlos, guardarlos para vivir una vida honesta útil y dichosa (v. 4); retenerlos en el corazón, no sólo en la cabeza, pues sólo cuando arraigan en convicciones dan buen fruto las lecciones. No había de olvidar ni dejar la sabiduría, sino guardarla, para ser guardado; amarla, para ser protegido por ella; ensalzarla, para ser por ella ensalzado; abrazarla, para 20
  • 21. ser honrado y adornado por ella (vv. 4-9). Ella otorga longevidad, rectitud, seguridad, vida (vv. 10-13). (B) Para corroborar estas exhortaciones, que son mandamientos (mitsvotay, v. 4), enaltece la sabiduría como algo que tiene valor supremo (v. 7): «Lo primordial (es la) sabiduría; adquiere sabiduría» (ésta es la mejor versión). Todas las demás cosas de este mundo, comparadas con ella, son de valor secundario; por eso, hay que adquirirla (v. 5), comprarla, a cualquier precio (23:23). La sabiduría verdadera nos recomienda a Di-s, embellece el alma, nos capacita para vivir una vida santa, útil, llena de sentido, y nos encamina derechamente a la vida que no tendrá fin. No es extraño, pues, que haya de adquirirse aun a costa de todas las posesiones (v. 1b). Es cierto que esta sabiduría es un don de Di-s, como lo fue para Salomón, pero Di-s la da a quienes la piden (Stg. 1:5) y a quienes se esfuerzan por hallarla. Si no podemos llegar a ser maestros de sabiduría, seamos amantes (v. 6) de sabiduría. 14 No entres en la senda del malvado; no andes por el camino de los perversos. 15 Evítalo; no pases por él; apártate de él; pasa de largo. 16 Porque no pueden dormir si no han hecho lo malo; a menos que hagan caer a alguien se les espanta el sueño. 17 Comen el pan de la maldad y beben el vino de la violencia. 18 La senda los justos es como la luz del alba, que aumenta su brillo hasta el medio día. 19 El camino de los malvados es todo oscuridad; no saben qué los hará tropezar. ✡ Comentario (Versículos 14-19) Si esta porción continúa con exhortaciones de David a Salomón o marca un recomienzo de los consejos del propio Salomón no es de fácil solución. M. Henry se inclina por eso último, pero la mayoría de los autores no parecen advertir aquí ningún corte, tanto más cuanto que toda la porción restante (vv. 14-27) no hace sino ampliar la alegoría de los dos caminos, ya iniciada anteriormente, especialmente a partir del v. 11. En los vv. que siguen, se nos previene contra los caminos de los malvados. Veamos: 1. La advertencia misma (vv. 14, 15): «No entres por la vereda de los malvados, etc». El término hebreo reshaím connota los que pecan contra Di-s de modo directo, mientras que el «raím» del segundo estilo (lit. malos) indica los que pecan 21
  • 22. directamente contra el prójimo. La exhortación del v. 15 da a entender, no sólo la precaución de no poner los pies en el mal camino, sino también la de mantenerse lo más lejos posible de él. Nunca hemos de pensar que nos apartamos demasiado de tal camino; un pequeño acercamiento supone una gran concesión a la tentación que implica la compañía de los malvados. 2. Las razones que corroboran esta precaución: «considera el carácter de tales hombres: Son tan malos que no duermen tranquilos si han pasado el día sin cometer alguna maldad de bulto (v. 16); para ellos, el crimen es su comida y su bebida (v. 17); en realidad, comen y beben de lo que han robado a viva fuerza, por la rapiña y la opresión. Pero, aunque ellos piensen que prosperan, su camino se va estrechando, y aun oscureciendo, progresivamente; de forma que, faltos de luz verdadera, acaban por tropezar y caer, sin percatarse siquiera de la causa de su final desventura (v. 19). En cambio (v. 18), «la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (comp. con Job 22:28). El Mesías es nuestra luz (Jn. 8:12) y nuestro camino (Jn. 14:6). Los justos caminan guiados por la Palabra de Di-s, la cual es luz para el camino y para los pies (Sal. 119:105); ellos mismos son luz en el Señor (Ef. 5:8) y caminan en la luz como él (Dios) está en la luz (1 Jn. 1:7). Es una luz que brota en la oscuridad (Is. 58:10) y crece, brilla más y más; no es como la luz del meteoro, que desaparece pronto, ni como la luz de la candela, que se debilita hasta apagarse, sino como la del sol, que brilla más cuanto más sube. 20 Hijo mío, escucha lo que te digo; inclina tu oído a mis palabras. 21 No las pierdas de vista; retenlas en tu mente. 22 Ellas son vida al que las haya, sanidad para todo su cuerpo. 23 Más que todo lo que guardas, guarda tu mente, que ella es fuente de vida. 24 Aparta de ti el habla torcida; mantén lejos de ti el habla desviada. 25 Que tus ojos miren de frente, que tu mirada sea hacia adelante. 26 Examina el sendero a seguir, y todos tus caminos prosperarán. 27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; guarda tus pies del mal. ✡ Comentario (Versículos 20-27) Tras exhortamos a no hacer el mal, ahora nos exhorta a hacer el bien. 1. Los dichos de la sabiduría deben ser nuestras normas de conducta; por eso, hemos de inclinar el oído a ellas (v. 20); escucharlas con sumisión y prestarles diligente atención, sin perderlas de vista (v. 21, comp. con 3:21). Hemos de guardarlas en nuestro interior (comp. con 2:1) como se guarda un tesoro que se teme perder. La 22
  • 23. razón por la que hemos de estimar así las palabras de la sabiduría es que ellas serán para nosotros alimento y medicina (v. 22), como el árbol de la vida (Ap. 22:3). Así como nuestra vida espiritual comenzó mediante la palabra (Jn. 3:5; 1 P. 1:23), así también se ha de conservar y mantener por medio de la palabra. La segunda parte del v. 22 es una variante de 3:8. En la palabra de Di-s hay un remedio adecuado y completo para todas las enfermedades espirituales y aun para muchas enfermedades físicas. 2. Especial vigilancia necesita nuestro corazón (v. 23) «porque de él mana la vida». Siendo el corazón el centro y la fuente de nuestra conducta, hemos de velar para que de él salgan actividades santas, según las normas de Di-s y en docilidad a la conducción del Espíritu, pues así no saldrán las corrupciones de nuestra naturaleza caída. Guardar el corazón es albergar buenos pensamientos y acallar los malos, poner el afecto en los objetos que lo merecen y dentro de los límites debidos. Muchos son los modos de guardar un objeto: el cuidado, la fuerza y la petición de la ayuda necesaria. 3. Otro objeto de especial vigilancia son los labios (v. 24), puertas por las que sale lo que hay en el corazón (Mt. 12:34; Lc. 6:45). El hebreo usa dos vocablos que significan respectivamente «torcedura» (de boca) y «desviación» (de labios). En ambos casos vienen a significar, con la mayor probabilidad «falsificación de la verdad», en la que se incluyen la mayoría de los pecados de la lengua. 4. El v. 25 nos exhorta a mirar rectamente; un corazón recto, así como incita a hablar rectamente, también incita a mirar rectamente; ésta es la recta intención que el Señor recomendó bajo la expresión «ojo sano» (Mt. 6:22). Si ponemos nuestros ojos fijos en el Señor (He. 12:2), no los desviaremos a ninguna mala parte. 5. Finalmente, hemos de vigilar nuestros pies (vv. 26, 27): «Examina (lit, pesa) la senda de tus pies». Como si dijera: «Pondera bien las alternativas para no vagar sin rumbo, sino poder pisar firme y fuerte. Pon en un platillo de la balanza la palabra de Di-s, y en el otro lo que has hecho o vas a hacer, y mira a ver si coinciden; no obres con precipitación; y, una vez que hayas escogido el sendero recto, no te desvíes a ningún lado (v. 27)». 23
  • 24. ✡ PROVERBIOS 5 ✡ El objetivo de este capítulo es parecido al del capítulo 2. Tenemos aquí: 1. Una exhortación a conocer y obedecer las leyes de la sabiduría en general (v. 2). 2. Una advertencia particular contra el pecado de prostitución (vv.3-14). 3. Remedios contra ese pecado: a. El amor conyugal (vv. 15-20). b. Consideración de la omnisciencia de Di-s (v. 21). c. Miedo al final miserable de los malvados (vv. 22-23). 1 Hijo mío, escucha mi sabiduría; inclina tu oído a mi discernimiento, 2 para que tengas previsión, mientras tus labios se aferran al conocimiento. 3 Porque los labios de la mujer prohibida destilan miel; su boca es más suave que el aceite; 4 Pero al final es más amarga que el ajenjo, afilada como espada de dos filos. 5 Sus pies bajan a la Muerte; sus pasos llevan a la Fosa. 6 Ella no transita por una senda de vida; su sendero es tortuoso por falta de conocimiento. 7 Así que ahora, hijos, háganme caso, y no se aparten de las palabras de mi boca. 8 Mantente lejos de ella; no te acerques a la puerta de su casa 9 no sea que des tu vigor a otros, tus años a un despiadado; 10 no vaya a ser que unos extraños se sacien de tu fuerza, y tu trabajo sea para la casa de otro; 11 y al final tengas que gritar, cuando se consuman tu carne y tu cuerpo, 12 y digas: ―¡Oh, cómo odié la disciplina, y desprecié de corazón la reprensión! 13 No les hice caso a mis maestros, ni quise escuchar a mis instructores. 14 Pronto estuve en serios problemas en medio de la congregación reunida‖. ✡ Comentario (Versículos 1-14) 1. Un solemne prefacio para dar paso a las importantes advertencias que siguen. «Hijo» vuelve a significar «discípulo». Salomón quiere aquí que el alumno concentre bien su atención sobre lo que le va a decir. No es «ciencia» lo que va a 24
  • 25. comunicar, sino «conocimiento» (hebr. dáat) interior, penetrante, experimental. Las enseñanzas de Salomón no tenían por objeto llenar de ideas la cabeza, sino de normas prácticas el corazón. 2. La advertencia misma es que el alumno (todo el que esto lea) se abstenga de la «mujer extraña», es decir «ajena», como en 2:16. No se trata aquí, por consiguiente, del adulterio espiritual o idolatría, sino del adulterio camal. Bajo la metáfora de «miel» (v. 3) se expresan las palabras seductoras de la mala mujer. La suavidad del aceite (comp. Sal. 55:21) sirve aquí de símil por el que dichas palabras se asemejan a la facilidad con que el aceite se desliza y penetra sin hacer ruido, sin golpear, sin herir pero véase el contraste (v. 4): «su fin es amargo como el ajenjo, aguzado como espada de dos filos». Así, sin notarlo, el que se adhiere a la mujer ajena, sigue la misma ruta de ella: ruta de muerte, puesto que sus pasos, sus mismos caminos, están desviados del camino de la vida (vv. 5, 6). Nótese que todos los «su» o «sus» de los vv. 3-6 son femeninos («de ella») en el hebreo. Consideremos, pues, cuán falsos y engañosos son todos los encantos, los atractivos, las palabras seductoras de la adúltera. Es probable que, en lugar de «se percate» (v. 6), haya de leerse «te percates», siendo la forma del verbo igual para ambas personas, lo cual cuadra mejor con el contexto. Es, pues, ella la que no quiere que los hombres se percaten de lo que les espera, pues si se percatasen, se apartarían de ella. Ignoran las maquinaciones de Satanás (2 Co. 2:11) quienes no entienden que el principal objetivo que persigue él en todas sus tentaciones es impedimos escoger la senda de la vida. 3. La urgencia e insistencia de la admonición (vv. 7, 8): «Aleja de ella tu camino; si llegas a cruzarte con ella en el camino, escoge otra ruta, antes que exponerte al peligro; no te acerques a la puerta de su casa; camina por el otro lado de la calle; mejor aún, vete por otra calle aunque tengas que dar un rodeo». Tal es la yesca que nuestra corrompida naturaleza contiene, que es una locura, bajo cualquier pretexto, ponerse cerca del fuego. La palabra que traducimos por «honor» (v. 9) suele significar «esplendor» o «majestad», pero también «vigor» (Dan. 10:8), pero, a la vista del contexto, podría significar las posesiones, y aun la vida, a manos del marido ofendido. Sea por la pérdida de las fuerzas físicas a causa de la vida disoluta, o de los bienes de fortuna a causa del despilfarro o de la revancha del marido (tel «cruel» de 9b?), lo cierto es que el que se une a la adúltera terminará mal en cuanto al alma, el cuerpo y los bienes (vv. 10, 11). Gemirá al final, cuando ya no tenga remedio. 4. Arrepentimiento tardío (vv. 12-14). Salomón presenta al pecador convicto reprochándose a sí mismo por haber desoído los consejos que se le habían dado (v. 12). No puede menos de confesar que sus padres y los emisarios de Di-s le habían instruido y enseñado convenientemente (v. 13). El v. 14 ha de entenderse a la luz de Dt. 22:22. Dice Cohen: «la frase final ocurre con frecuencia en Dt., en conexión con 25
  • 26. pecados que se tienen por elementos desmoralizantes dentro de la comunidad y deben ser de ella eliminados. Al reflexionar sobre esto, le viene a las mientes a ese hombre que ha llegado a ser un gran mal en medio de la congregación y ha incurrido en el peligro de ser exterminado de ella». 15 Bebe agua de tu propia cisterna, agua corriente de tu propio pozo. 16 Tus manantiales brotarán a raudales en las plazas públicas. 17 Serán tuyos solamente, otros no tendrán parte contigo. 18 Que sean benditas tus fuentes; deléitate en la esposa de tu juventud 19 gacela amorosa, graciosa cabrita montesa. Que sus pechos te satisfagan en todo tiempo; sigue siempre enamorado de ella. 20 ¿Por qué enamorarte, hijo mío, de una mujer prohibida? ¿Por qué aferrarte al seno de una extraña? 21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Di-s; él examina todo su proceder. 22 El malvado quedará atrapado en sus maldades; lo sujetarán las sogas de su pecado. 23 Morirá por falta de disciplina, infatuado por su gran necedad. ✡ Comentario (Versículos 15-23) Después de mostrar los males que brotan del adulterio, Salomón muestra los remedios que han de adoptarse contra tales males. 1. El principal remedio es quedar satisfecho con los legítimos goces del matrimonio, uno de cuyos fines fue preservar de la impureza. Que nadie se queje a Di-s por impedirle gozar de los placeres a los que tan fuertemente le lleva el instinto natural, cuando Di-s ha provisto el medio de satisfacerlo dentro de la santidad del matrimonio. El que no se contenta con una mujer, no se contentará con dos ni con cuatro, pues la concupiscencia nunca dice «¡Basta!». El joven que no pueda mantenerse casto, que se case pronto, pues «mejor es casarse que estarse quemando» (1 Co. 7:9). Comp. v. 15 con Cant. 4:15 para mejor entenderlo. En su esposa ha de hallar todo su deleite. Es suya no sólo porque él la ha escogido, y debe contentarse con la elección que hizo, sino también porque es la que la providencia divina destinó para él. El v. 19 es como una explanación del v. 15. El original hebreo dice «sus pechos» donde las versiones (la RV) dicen «sus caricias». Los vv. 16-18 han sido mal traducidos y se ha corregido el texto original por no entenderlo. 26
  • 27. El 16 presenta los hijos abundantes jugando por las calles de la ciudad (comp. Jer. 9:20; Zac. 8:5), sin necesidad de añadir al texto negación o interrogación que no figuran en él. El v. 17 se refiere a esos mismos hijos, todos del legítimo matrimonio, no de dudosa paternidad («para los extraños contigo»). El «manantial» del v. 18 es la propia esposa, fuente de los hijos, los cuales son bendición de Di-s. 2. El segundo remedio es andar en la presencia de Di-s (v. 21). «Los caminos del hombre, todo cuanto piensa y hace, están ante los ojos de ». Di-s los ve como son, con sus motivos, sus circunstancias y sus consecuencias. No sólo los ve, sino que los «pesa» (v. 21b. lit) para dar a entender que conoce su verdadero valor (comp. con Dn. 5:27) y, de acuerdo con ese valor, emite su juicio sobre ellos. 3. Finalmente, un buen remedio contra el adulterio es prever a tiempo los males que acarrea (vv. 22, 23). Los que se habitúan a este pecado se prometen a sí mismos impunidad, pero se engañan a sí mismos. No necesitan cárcel ni cadenas, pues bastarán sus propios pecados para retenerlos en prisión. Dice el Talmud: «Al principio, la mala inclinación es como una tela de araña, pero finalmente los hilos aumentan hasta convenirse en sogas de carreta». 27
  • 28. ✡ PROVERBIOS 6 ✡ En este capítulo tenemos: 1. Una advertencia contra la precipitación en salir fiador por otro (vv. 1-5). 2. Una reprensión de la pereza (vv. 6-11). 3. El carácter y el destino final del malicioso (vv. 12-15). 4. Recuento de siete cosas que Di-s odia (vv. 16-19). 5. Exhortación a familiarizarse con la palabra de Di-s (vv. 20-23). 6. Repetida admonición sobre las perniciosas consecuencias del pecado de prostitución (vv. 24-35). 1 Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has dado tu palabra por otro, 2 has quedado atrapado por las palabras de tu boca, entrampado por tus propias palabras. 3 Haz esto, entonces, hijo mío, para librarte, porque has quedado en poder de tu prójimo: Ve y humíllate –y molesta a tu vecino; 4 no le des sueño a tus ojos, ni dormitar a tus pupilas. 5 Escápate como un venado de las manos [del cazador], como un ave de las manos de un trampero. ✡ Comentario (Versículos 1-5) Una de las excelentes cualidades de la palabra de Di-s es que nos enseña, no sólo sabiduría divina para el otro mundo, sino también humana prudencia para este mundo, a fin de que llevemos nuestros negocios con discreción; y aquí tenemos una buena norma: Evitar el salir fiador por otro, ya que, por no seguir esta norma, entran a menudo en las familias la pobreza y la ruina. (A) Hemos de considerar la fianza como una trampa y, de consiguiente, evitarla (vv. 1,2). Ya es bastante peligroso quedar ligado por un amigo cuyas circunstancias y honradez conocemos bien, pero chocar la mano (lit.) con Un extraño, de quien no se conocen ni las circunstancias ni la honradez equivale a quedar preso. Si no hemos tenido la prudencia suficiente para evitar salir fiadores, tengámosla para desenredamos cuanto antes (vv. 3-5). De momento, el asunto parece que duerme; no oímos nada de él. No se demanda la deuda, y 28
  • 29. el causante dice: «No tenga miedo; ya nos las arreglaremos». Pero la fianza sigue en vigor el interés sigue su curso, y el acreedor puede llamar a tu puerta con urgencia y severidad para exigir el pago. Por tanto, líbrate (v. 3), no duermas tranquilo (v. 4) y escápate a toda prisa (v. 5). No dejes piedra sin remover hasta que te hayas librado de la trampa en que te metieron tus labios (v. 2). (B) ¿Cómo hemos de entender esto? No hemos de pensar que es ilegal en todo caso el salir fiador por otro; puede llegar a ser una exigencia de la justicia o de la caridad. Pablo salió fiador por Onésimo (Flm. 19). Podemos ayudar a un joven honesto a comenzar un negocio procurándole crédito y prestigio con nuestras palabras, haciendo así un gran bien al prójimo sin dañarnos nosotros mismos. Pero, (a) Es muestra de prudencia evitar las deudas en lo posible, pues si llegan a pesar gravemente sobre uno, se corre el peligro de enredarse con el mundo y llegar a hacer el mal o a sufrirlo. (b) Una persona no debe ligarse como fiador por más de lo que pueda y quiera pagar; y, si llega el caso, que pueda pagar sin perjudicar a su familia. 6 Haragán, ve donde la hormiga; estudia sus caminos y aprende. 7 Sin directores, oficiales, ni gobernantes, 8 ella llena sus almacenes en el verano, recoge su alimento en la cosecha. 9 ¿Hasta cuándo estarás ahí acostado, haragán; cuándo despertarás de tu sueño? 10 Un poco más de dormir, un poco más de dormitar, un poco más de acurrucarte en la cama, 11 y vendrá la pobreza a llamarte, y la necesidad como un hombre con escudo. ✡ Comentario (Versículos 6-11) Salomón se dirige ahora al holgazán, al amante de la comodidad, que vive como un haragán y no se aviene a seguir ningún trabajo ni oficio. 1. Trata primero de instruirle (vv. 6-8), pues los holgazanes deben comenzar por ir a la escuela. El haragán no quiere ir a la escuela propia de los estudiantes; por eso, el sabio le envía a una escuela apropiada para él, la más elemental que puede hallar: «Ve a la hormiga» (v. 6. Lit.) es decir, «anda a su escuela» ¡Qué vergüenza es para una criatura racional el degenerar de su rango hasta el punto de necesitar ir a un insecto tan pequeño e insignificante para aprender a trabajar y ganarse el pan de cada día! Aunque las hormigas viven en sociedad estupendamente organizada, leemos aquí (v. 7) que no tiene jefes ni capataces en el sentido de que no necesita que la obliguen por la fuerza a trabajar; le basta su instinto para desempeñar el oficio que le corresponde dentro de su comunidad. Recogiendo en el verano para 29
  • 30. tener sustento en el invierno (v. 8), según es su costumbre (así lo da a entender el tiempo del verbo hebreo), la hormiga nos da una excelente lección, semejante a la que nos dio el Salvador cuando dijo: «andad entretanto que tenéis luz» (Jn. 12:35) y «viene la noche cuando nadie puede trabajar» (Jn. 9:4). Y, si es muestra de prudencia estar prevenido en lo material, ¡cuánto mayor lo será el estar provisto a tiempo de lo necesario para la vida eterna! Y cuando una hormiga no puede acarrear un grano de cereal por resultarle pesado en demasía ¡cómo le ayudan otras a llevarlo! ¡Ojalá existiese entre los creyentes una cooperación similar! 2. De la enseñanza, pasa Salomón a la reprensión (vv. 9-11). (A) Trata de despertarle la conciencia: « ¿Hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo piensas que será hora de levantarse de la cama? Al haragán hay que despertarle y hasta obligarle a levantarse. El creyente haragán es más culpable todavía que el holgazán mundano, pues tiene mayores motivos para obrar el bien mientras tenemos tiempo. (B) Le pone al descubierto las excusas con que se cubre para no trabajar: ¿Por qué no se le permite dormir un poco más? Durmiendo ahora lo suficiente, ¡ya se levantará luego y recobrará con mayores fuerzas el tiempo perdido! Pero se engaña a sí mismo: cada vez que se despierta, suplica que se le deje dormir un poco... un poco... otro poco. Es decir, vive en una continua siesta, como lo describe la postura del v. l0b. Así se va alargando el «poco» hasta dejar sin hacer los quehaceres más urgentes. (C) Le amonesta sobre las fatales consecuencias de la pereza (v. 11). La necesidad y la pobreza vendrán como salteadores que le roban al viajero todo su bagaje. De modo semejante, y más terrible, el que es perezoso en el servicio de Di-s no puede esperar otra cosa que la pobreza espiritual. 12 El canalla, el malvado vive hablando perversidades, 13 guiñando el ojo, barajando sus pies, señalando con el dedo. 14 Hay duplicidad en su mente; planea lo malo todo el tiempo; provoca contiendas. 15 Por eso vendrá sobre él la calamidad sin advertencia; en un momento quedará quebrantado sin remedio. 16 Seis cosas detesta ; siete son una abominación para él: 17 una actitud altiva, una lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, 18 una mente que fragua planes malvados, pies prestos para correr al mal, 19 un testigo falso que testifica mentiras, y uno que provoca discordias entre hermanos. 30
  • 31. ✡ Comentario (Versículos 12-19) 1. Si es de condenar al perezoso por no hacer nada, ¿qué diremos de los que se afanan por hacer todo el mal que pueden? (vv. 12-15). Por «hombre malo» (mejor vil), el hebreo dice «hombre de Belial» que, en realidad, significa «persona sin valor alguno»; pero, además, es «varón de iniquidad» (lit.), cuyo oficio es hacer el mal, especialmente con su boca llena de falsedad y calumnia. Guiñar el ojo, arrastrar (mejor restregar) los pies y hacer señas con los dedos (v. 13) son gestos que indican el modo de pasar información secreta a quienes son cómplices en algún pecado. «Anda pensando el mal» (v. 14), hacer el mal por el mal, sin sacar ningún bien. J. J. Serrano ve en los siete gestos de 12-14 una cierta correspondencia con las siete cosas que Di-s abomina (vv. 16-19). El final de este malvado no puede ser más terrible: (a) La calamidad le llegará de repente, por lo que no podrá evitarla; (b) su quebrantamiento será sin remedio, porque, como dice Malbim, «no se arrepentirá». 2. Catálogo de cosas que son, de manera especial, odiosas a Di-s y que como hemos visto, se hallan en el «hombre de Belial». Di-s odia el pecado, pero hay pecados que abomina de modo especial; todos los que se mencionan en esta lista son perjudiciales para el prójimo. Lo que Di-s odia, deberíamos odiarlo también nosotros: (A) Los ojos altivos (v. 17). Se cita primero el orgullo o autosuficiencia, pues se halla en el fondo de todo pecado; ojo altivo es el que se sobre valora a sí mismo y subvalora a todos los demás. (B) Después de una mirada altiva, no hay nada tan odioso a Di-s como una lengua mentirosa; nada tan sagrado como la verdad, ni nada tan necesario para la vida de relación como decir verdad. (C) Viene ahora el asesinato del inocente; las manos que derraman sangre inocente llevan grabada la imagen del diablo (Jn. 8:44, «homicida desde el principio»). (D) Las maquinaciones perversas (v. 18, comp. con v. 14). Cuanto mayores y más astutas son las artes empleadas para hacer el mal, tanto más abominable es a Di-s el pecado que se comete. (E) La prisa y la determinación para correr al mal. La prisa y la maña que se dan los malos para el mal habrían de avergonzamos a nosotros, que tan indolentes somos en hacer el bien. (F) El testigo falso (v.19) es, y ha sido siempre, digno de especial abominación. Basta con leer Dt. 19:16-21 para ver cuán en serio lo toma Di-s. (o) Sembrar discordia entre hermanos, es decir, no sólo entre parientes, sino también entre amigos, vecinos, socios, etc. Se incluye aquí el enajenar los afectos de unos contra otros e incitar las pasiones de unos contra otros, lo cual no puede menos de ser especialmente abominable al Di-s de amor y de paz. 20 Hijo mío, guarda el mandamiento de tu padre; no olvides la enseñanza de tu madre. 31
  • 32. 21 Átalos siempre en tu corazón; amárratelos al cuello. 22 Cuando camines te guiará; cuando te acuestes te vigilará; y cuando estés despierto hablará contigo. 23 Porque el mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz, y la reprensión que disciplina es el camino a la vida. 24 Ellas te guardarán de la mujer mala, de la lengua suave de la mujer prohibida. 25 No codicies su belleza ni te dejes cautivar por sus ojos. 26 El último pedazo de pan irá para una ramera; la mujer casada entrampa al hombre de honor. 27 ¿Podrá un hombre echarse brasas en el pecho sin quemarse las ropas? 28 ¿Podrá un hombre andar sobre tizones vivos sin abrasarse los pies? 29 Lo mismo le pasa al que duerme con la mujer de su prójimo; nadie que la toque quedará sin castigo. 30 A un ladrón no lo procesan por robar para aplacar su hambre; 31 aunque si lo atrapan tiene que pagar siete tantos; tiene que entregar todo lo que posee. 32 El que comete adulterio carece de sensatez; solamente el que se quiere destruir hace tal cosa. 33 Se enfrentará con la enfermedad y la desgracia; su deshonra nunca se borrará. 34 La furia del esposo será apasionada; no mostrará piedad en el día de su venganza. 35 No aceptará ninguna compensación; no te aceptará un regalo, por grande que sea. ✡ Comentario (Versículos 20-35) 1. La exhortación general a adherirse fielmente a la palabra de Di-s y a tomarla por norma y guía de todas nuestras acciones. (A) Hemos de considerar la palabra de Di- s como luz (v. 23) y como ley (v. 20, 23). Es luz que ilumina el camino e ilumina el entendimiento para que vaya por el camino que la luz marca (Comp. Sal. 119:105); luz para los ojos a fin de descubrir la verdad; luz para los pies para ver la ruta que hay que seguir. La luz de la Escritura es luz segura, pues nos revela verdades de certeza eterna. También es ley a la que nuestra voluntad ha de someterse. (B) Hemos de recibirla como mandamiento de nuestro padre y como ley (lit.) de nuestra madre. Es mandamiento y ley de Di-s, pero nuestros padres nos instruyeron y educaron en ella y nos acostumbraron a observarla. En realidad, no creemos por lo que ellos nos dijeron, sino porque hemos experimentado personalmente que 32
  • 33. proviene de Di-s. Las advertencias, los consejos y preceptos que nuestros padres nos dieron están de acuerdo con la palabra de Di-s y, por tanto, hemos de adherimos a ellos firmemente. (C) Hemos de retener la palabra de Di-s y las buenas instrucciones que, con base en ella, nos dieron nuestros padres: «Guarda el mandamiento de tu padre... (v. 20) y no lo sueltes: Átalos siempre, no sólo en tu mano (Dt. 6:8), sino en tu corazón (v. 21). De nada sirven las filacterias si no suscitan pensamientos piadosos en la mente y santos afectos en el corazón. «Enlázalos a tu cuello (21b), no sólo como un adorno, sino como guardas que impidan la entrada del fruto prohibido y la salida de la palabra perversa. Así serán siempre tu guía perfecta (v. 22). Te guiarán cuando andes, diciendo: «Este es el camino, anda por él». Velarán por ti cuando duermas, expuesto a inesperados ataques (Comp. 3:24); y hablarán contigo cuando despiertes, dándote consejo, aviso y ánimos. 2. Admonición particular contra el pecado de impureza. (A) Cuando consideramos la abundancia de esta iniquidad, no nos ha de sorprender la frecuencia con que se repiten las advertencias contra ella. Las reprensiones de la disciplina (v. 23b. lit.) son camino de vida, ya que están destinadas a guardarte de la mala mujer (v. 24), quien, con la blandura de su lengua, de cierto ha de conducirte a la muerte; simula amarte, pero intenta arruinarte. El mayor bien que podemos hacemos a nosotros mismos es mantenemos lo más lejos posible de ese pecado (v. 25): «No codicies su hermosura en tu corazón porque, si lo haces, ya habrás cometido interiormente adulterio con ella (Mt. 5:28); ni te cautive con sus párpados» (lit.). Quizá se refiere al «guiño» de que ha hablado en el v. 13. Dice el apócrifo Eclesiástico 26:9:«La lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce». (B) Argumentos con que corrobora Salomón dicha admonición: (a) Es un pecado que empobrece, reduciendo a los hombres a la miseria (v. 26):«A causa de la ramera se ve reducido (el hombre) a una hogaza de pan» (lit.). (b) Es un pecado que conduce a la muerte (v. 26b); recordemos el caso de Sansón y Dalila. (c) Es un juego peligroso. Así como el que juega con fuego, está en continuo peligro de abrasarse (vv. 27,28), así también el que toca impúdicamente a la mujer de su prójimo, no quedará impune (v. 29). Si no se le castiga conforme a la ley, lo castigará el marido ofendido. (d) Es un pecado más grave que el robo. El que roba para saciar el hambre no es tomado por un villano (el v. 30 ha de leerse sin signos de interrogación); aun cuando sea sorprendido robando, le bastará con restituir lo robado (v. 31), pero el que comete adulterio, no dispone de este recurso para descargarse de responsabilidad, pues el marido ofendido no aceptará pago ni excusas (vv. 34-35). (e) Produce insensatez, dolores e infamia (vv. 32, 33). Recuérdese la insensatez de Sansón al descubrir a Dalila el secreto de su fuerza. Recuérdese el pecado de David en el asunto de Betsabé: Hirió su propio buen 33
  • 34. nombre, llevó deshonra a su familia, ocasionó graves desastres a su descendencia y dio ocasión a los enemigos de Israel para blasfemar el santo nombre de Di-s. 34
  • 35. ✡ PROVERBIOS 7 ✡ 1 Hijo mío, atiende a mis palabras; y atesora contigo mis mandamientos. 2 Guarda mis mandamientos y vivirás, mi enseñanza como la niña de tus ojos. 3 Átatelos en los dedos, escríbelos en la tabla de tu mente. 4 Dile a la sabiduría: ―Tú eres mi hermana‖, y llama pariente al entendimiento. 5 Ella te guardará de la mujer prohibida; de la mujer extranjera cuya habla es suave. 6 Desde la ventana de mi casa, a través de mi persiana, miré hacia afuera 7 y vi entre los inexpertos, noté entre los jóvenes, a un muchacho falto de sensatez. 8 Iba cruzando la calle cerca de la esquina, caminando hacia su casa 9 en el crepúsculo de la tarde, en las horas oscuras de la noche. 10 Se le acerca una mujer vestida como una ramera, con propósitos fijos. 11 Ella es inquieta y caprichosa; no para en su casa. 12 Se pasa en la esquina y en la plaza, acechando en cada esquina. 13 Ella le echó mano y lo besó; con picardía le dijo: 14 ―Tuve que hacer un sacrificio de bienestar; hoy cumplí mis votos. 15 Por eso he salido por ti, buscándote, y te he encontrado. 16 He adornado mi cama con colchas de lino egipcio teñido; 17 he perfumado mi cama con mirra, áloe y canela. 18 Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana; deleitémonos en un abrazo de amor. 19 Porque el hombre de la casa está lejos; salió a un largo viaje. 20 Se llevó consigo la bolsa de dinero y no volverá hasta mediados de mes. 21 Ella lo convenció con la elocuencia de sus palabras, lo arrastró con su habla zalamera. 22 Sin pensarlo la siguió, como buey al matadero, como necio al lugar de castigo 23 –hasta que la flecha le atraviesa el hígado, es como un pájaro que se apresura hacia la trampa, sin saber que su vida peligra. 24 Ahora, hijos, escúchenme; presten atención a mis palabras; 25 que tu mente no se fije en los caminos de esa; no te extravíes en sus sendas. 26 porque muchos son los que han muerto por ella, y numerosas son sus víctimas. 35
  • 36. 27 Su casa es un camino ancho a la Fosa, que lleva a los cuartos interiores de la Muerte. 36
  • 37. ✡ PROVERBIOS 8 ✡ 1. La revelación divina es palabra y sabiduría de Di-s, y la religión pura e incontaminada (Stg. 1:27) está edificada sobre ella; de eso habla Salomón aquí (vv. 1-21). Di-s instruye, gobierna y bendice a los hombres por medio de su sabiduría. 2. El Verbo eterno de Di-s es la Sabiduría en persona. El es la Sabiduría que habla a los hombres en la primera parte del capítulo, y el que está asociado al Padre en la obra de la creación (vv. 22-31). 3. Concluye con una insistente exhortación a prestar atención a la voz de Di-s en su palabra (vv. 32-36). 1 Es la sabiduría que llama, el entendimiento que levanta su voz. 2 Ella se para en las mayores alturas, por el camino, en las encrucijadas, 3 cerca de las puertas a la entrada de la ciudad; en los portones, clama: 4 ―Hombres, a ustedes llamo; mi clamor es para toda la humanidad. 5 Ustedes inexpertos, aprendan astucia; tontos, instruyan su mente. 6 Escuchen, que yo hablo cosas nobles; la rectitud brota de mis labios. 7 Mi boca expresa la verdad; la iniquidad es aborrecible para mis labios. 8 Todas mis palabras son justas, ninguna de ellas es perversa o torcida; 9 todas son directas para el inteligente, y correctas para el que ha logrado conocimiento. 10 Acepten mi disciplina en vez de la plata, mi conocimiento en vez de oro selecto. 11 Porque la sabiduría es mejor que los rubíes; no hay bien que la iguale. ✡ Comentario (Versículos 1-11) 1. Las cosas reveladas son fáciles de conocer, pues pertenecen a nosotros y a nuestros hijos (Dt. 29:29) y, por eso, son proclamadas de alguna manera por las obras de la creación (Sal. 19:1); con mayor fuerza, por la conciencia humana y por las razones eternas del bien y del mal; pero, con la mayor claridad, por medio de Moisés y de los profetas. Los preceptos de la sabiduría son proclamados en voz alta (v. 1): « ¿No dama la sabiduría?» Sí; como todo pregón importante, dama a voz en cuello (Is. 58:1). En tres lugares, los cuales se expresan aquí (vv. 2, 3), se pronunciaban en voz alta los pregones: en las alturas, en los cruces de caminos y en 37
  • 38. la entrada de la ciudad. El corazón nos grita a veces, pues la conciencia tiene sus clamores como tiene sus susurros. Desde lo alto del Sinaí se dio la Ley. La sabiduría no se oculta, no habla por los rincones a unos pocos iniciados, sino en público y a todos, desde lugares altos, desde los que puede ser vista y oída, en las encrucijadas por las que transitan los viajeros, y a la entrada de la ciudad. Los necios no saben por dónde ir a la ciudad (Ec.10:15); por eso está la sabiduría colocada, no sólo en la encrucijada, para que nadie yerre el camino, sino también a la entrada de la ciudad, presta a comunicar el lugar donde vive el vidente (1 5. 9:18). Repetidamente insiste: «¡Oh, hombres, a vosotros clamo». A los hombres, no a los ángeles, que no lo necesitan; ni a los demonios, que ya no pueden aprovecharse de ello; ni a los brutos animales, que carecen de la capacidad natural para entenderlo. Su designio es enseñar a los hombres discreción y cordura (v. 5. Comp. con 1:4); en especial, a los que carecen de sano entendimiento. 2. Las cosas reveladas son dignas de aceptación. Son «excelentes» (v.6. lit. «príncipes», esto es, «expresiones principescas»); con razón se llaman así, puesto que se refieren a un Di-s eterno, a un alma inmortal y a un estado perpetuo - para bien o para mal. Son también «rectas» (v. 6b. Comp. 1:3), verdaderas, sinceras y razonables, sin mezcla de falsedad o torcedura (vv. 7-9). No hay en las verdades divinas nada duro, nada que lastime la dignidad ni la libertad del ser humano. Toda palabra de Di-s es verdad (Jn. 17:17); si y amén; nunca sí y no (2 Co. 1:18-20). Si son libro sellado, sólo lo son para quienes voluntariamente lo ignoran. 3. El recto conocimiento de esas cosas ha de ser preferido a todas las riquezas de este mundo (vv. 10, 11): «Recibidme instrucción y no la plata, es decir, preferid mi instrucción a cualquier riqueza de este mundo». No sólo es preferible la sabiduría a la plata y al oro, sino también a las piedras preciosas y a cuanto se puede desear. Además de ser de mayor valor, también se ofrece a mejor precio, pues se obtiene gratis. 12 ―Yo, la Sabiduría, vivo con la Prudencia; yo logro conocimiento y previsión. 13 Respetar a  es odiar el mal; yo odio el orgullo, la arrogancia, el camino malo, y la duplicidad en el habla. 14 Míos son el consejo y la destreza; yo soy el entendimiento; el valor es mío. 15 Por mí reinan los reyes y los gobernantes decretan leyes justas; 16 por mí gobiernan los príncipes, los grandes, y todos los jueces justos. 17 Al los que me aman los amo, y los que me buscan me encuentran. 18 Las riquezas y el honor me pertenecen, la riqueza duradera y el éxito. 19 Mi fruto es mejor que el oro, oro fino, y mi producto mejor que plata selecta. 20 Yo ando por el camino de la rectitud y en las sendas de la justicia. 38
  • 39. 21 Yo le otorgo riquezas a los que me aman; llenaré su tesorería. ✡ Comentario (Versículos 12-21) 1. La sabiduría divina da a los hombres buena cabeza (v. 2): «Yo, la sabiduría, habito con la cordura». Así que quien se familiariza con la aquí personificada sabiduría, se familiariza también con esa cualidad tan deseable. Esa cordura no se aprende en los teoremas de los matemáticos ni en los axiomas de los filósofos ni en las normas de los estadistas, sino en las verdades de la palabra de Di-s. 2. También da a los hombres buen corazón (y. 13): El principio de la sabiduría y del conocimiento es el temor de Di-s (1:7; 9:10. V. también Job 28:28; Sal. 111:10; Ec. 12:15). Y el que teme a Di-s, aborrece el mal (v.13); especialmente, el orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, que son los pecados más peligrosos. 3. Tiene gran influencia en los asuntos públicos (v. 14); consejo, acierto, inteligencia y poder son cualidades de incalculable valor para quienes están en puestos de autoridad; quienes carecen de estas virtudes conducen la sociedad al desastre político, social y económico. Por eso, añade (vv. 15, 16): «Por mí reinan los reyes, etc», es decir, por ella reinan con tino, tacto, justicia y equidad. De los gobernantes que temen a Di-s puede y debe esperarse que conduzcan rectamente los asuntos públicos. 4. Hace dichosos a los que la reciben (vv. 17-21). Estos versículos vienen a ser una ampliación de lo dicho en los vv. 10 y 11. «Yo amo a los que me aman» v. 17. Así se lee en todas las versiones, aunque el texto hebreo dice: «la aman»). Los que «madrugan» (y. 17b) para buscar la sabiduría son los que no perdonan esfuerzo, estudio y oportunidades para alcanzarla. Los rabinos dicen: «Si alguien asegura: "Yo me esforcé y no la hallé", no le creáis». Se otorga especialmente a los que con interés y fe la suplican a Di-s en oración (Stg. 1:5 y ss.). Las riquezas que la sabiduría ofrece son «duraderas» (v. 18), pues van acompañadas de justicia, y por eso, son las únicas que se reconocen válidas en la aduana de los cielos (v. Ap. 14:13) y forman parte de la heredad (y. 21) incorruptible a la que se refiere el apóstol Pedro (1 P. 1:4). Es una dicha que subsiste por sí misma, inserta en la persona misma, sin el soporte de conveniencias o circunstancias exteriores. Las cosas eternas y espirituales son las únicas que poseen solidez real y sustancial; no sólo llenan las manos, sino también las arcas. Los bienes de este mundo pueden llenar el vientre (Sal. 17:14), pero no las arcas, pues no pueden conservar por muchos años sus bienes. 39
  • 40. 22 ― me produjo al principio de su camino como la primera de sus obras de antaño. 23 En el pasado distante fui formada, al principio, en el origen de la tierra. 24 No había abismo cuando fui producida, ningún manantial rico en agua; 25 Antes de que se afianzaran [los fundamentos de] las montañas, antes de las colinas nací yo. 26 El no había hecho todavía la tierra y los campos, ni los primeros terrones de barro del mundo. 27 Yo estaba allí cuando él puso el cielo en su lugar; cuando fijó el horizonte sobre el abismo; 28 cuando afirmó el cielo arriba, y brotaron las fuentes del abismo; 29 cuando le asignó sus límites al mar, para que sus aguas nunca transgredieran su mandato; cuando fijo los fundamentos de la tierra, 30 yo estaba con él como confidente, una fuente de deleite cada día, gozándome delante de él todo el tiempo, 31 gozándome en su mundo habitado, deleitándome con la humanidad. ✡ Comentario (Versículos 22-31) Aquí la sabiduría aparece personificada con propiedades y acciones netamente personales y, aun cuando pueda hablarse de una personificación poética, no cabe duda de que esta porción forma el trasfondo de Juan 1:1 y SS. Viene, pues, a ser una anticipación de la doctrina claramente revelada en el N.T. acerca del Verbo de Di-s, y en este sentido podemos interpretar esta porción. Con respecto a este Verbo de Di-s, obsérvese: 1. Su personalidad distinta; es uno con el Padre (Jn. 10:30), pero es persona distinta de la del Padre. «En el principio» (v. 22, comp. con Jn. 1:1), antes de que formase la tierra (v. 23), los abismos, esto es, las aguas de los océanos (v. 24) y los mismos cielos (v. 27), allí estaba ya la sabiduría, el Verbo, producido (v. 22), instalado (probable sentido del v. 23) y engendrado (vv. 24, 25) por Di-s. Si allí estaba ya en el principio, antes de la creación del Universo y, por tanto, antes de nuestro tiempo, está claro que existía desde la antigüedad. 2. Su intervención en la obra creadora de Di-s. No sólo tenía su ser antes de la creación del mundo, sino que estaba presente en tal creación y su presencia era, no la de un espectador, sino la de un arquitecto. El Verbo es el ordenador del Universo (v. 30), puesto que, en él, por él y para él fueron hechas todas las cosas (Col. 1:16, 17). El es el arquitecto y el plano. Cuando en el primer día de la creación, dijo Di- 40