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Invertir para la jubilación. Un buen plan
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Invertir para la jubilación. Un buen plan

  1. ¿Invertir para la jubilación? Un buen plan En plenas vacaciones para muchos, hablar de pensiones y de ahorro parece poco conveniente. A menos que no te importe que te tilden de cenizo. Pero es también tiempo de reflexión, de hacer planes y qué mejor momento que éste para planificar el futuro. Hagámoslo por tanto en positivo. Por eso no voy a mencionar la envidia que me genera cuando veo que, en otros países, es habitual que se destine, desde muy joven, un porcentaje importante del ahorro para prever las necesidades financieras tras la jubilación. Ni tampoco el estupor que me producía, en plena crisis, oír opiniones contrarias al incremento de las tasas de ahorro. Como si el consumo fuera la solución a los problemas. Consumamos, seamos felices hoy, que así el crecimiento nos hará felices mañana. O algo así. Lo cierto es que para pensar en el futuro a menudo nos miramos en el espejo de nuestros mayores. Y lo que vemos no es especialmente alarmante. En general, claro. El efecto riqueza por un mayor apalancamiento, el incremento de productividad, la incorporación de la mujer al mercado laboral, y no sé cuántos factores que quieran ustedes tener en cuenta, han permitido que nuestros mayores disfruten de una vejez razonable, en función de lo que hayan cotizado durante sus años de actividad. Pues bien, nosotros, la generación X y las siguientes, los “babyboomers”, los “millenials”, etc. aunque lo tenemos algo más difícil (la esperanza de vida no dejará de subir dos meses y medio al año, excesivo apalancamiento, incrementos más moderados de productividad,…) tenemos una carta, un as. Tenemos tiempo. Nunca es tarde para que nos salgan las cuentas. Y sobre todo, como decía el profesor Pedro Schwartz a sus alumnos que no habían empezado a estudiar en mayo, “ninguna situación es tan desesperada que no sea susceptible de empeorar”. Y si tenemos que empezar a planificar, qué mejor que hacerse un “plan”. Los planes de pensiones son la solución de inversión o ahorro idónea para ello. Normalmente se han utilizado por sus ventajas fiscales, porque reducen la base imponible actual, incorporando el reembolso a la base imponible futura. Por cierto, hago un paréntesis aquí. Muchos de nuestros mayores que han optado por reembolsar el fondo en forma de capital, es decir, todo de una, se llevan la desagradable sorpresa del incremento del marginal. Es necesario asesorarse bien para evitar este efecto, normalmente mediante el reembolso en forma de renta. Pero son muchas más las ventajas. En primer lugar, me gusta citar la gestión profesional que nos permite contar con el apoyo de expertos que invierten nuestro ahorro en todo tipo de activos y mercados, ajustándose al perfil de riesgo que se marca en una política de inversión y con la supervisión de reguladores, auditores, depositarios. ¿Conocen algún problema con los planes de pensiones?¿Algún escándalo? Esa es la segunda ventaja, está altamente regulado y supervisado. El acceso a todo tipo de mercados, con una adecuada diversificación, es lo que permite obtener rentabilidades en el medio y largo plazo que compensen la inflación. No
  2. olvidemos que, en el largo plazo, la inflación es el mayor enemigo del ahorrador. Es pertinaz. En 20 años un 2% de inflación anual reduce a la mitad el valor real del ahorro, si no hacemos nada. ¡Mucho cuidado con las promesas de rentabilidades nominales fijas, sobre todo, en el largo plazo! Otra ventaja es que permiten realizar aportaciones periódicas. Hacerse un plan de aportaciones nos permite retirar de la cuenta corriente un importe mensual que va a ir ya dirigido a ese fin que buscamos. La tranquilidad a largo plazo y el mantenimiento de un nivel de vida razonable los muchos años que restarán tras la jubilación, sin que ello suponga una carga para nuestra familia o, en general, para las generaciones siguientes. Por supuesto, me voy a tomar un merecido descanso y disfrutaré como todos sabiendo que tengo un plan. Miguel Colombás es miembro del Observatorio Inverco
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