2. El viaje de ADI a Nicaragua
1. VOLANDO POR EL MUNDO
Salí de Menorca en mi avión-cohete Supersónico hasta Lisboa (Portugal), donde paré un poquito a descansar y
a prepararme para cruzar el gran Océano Atlántico.
Suerte que me encontré con las Islas Azores, en medio del océano y pude aterrizar allí, para comer un poquito
y dar un paseo, pues tenía las piernitas tiesas de no caminar.
Bien animado, seguí mi viaje hasta Miami, que está en los EEUU. Luego dando un saltito hasta Cuba, me
acerqué a mi destino. Y ya…. volé por último hasta Managua, la capital de Nicaragua.
3. Esta es una foto que tomé cuando me estaba acercando a Miami. Se veía un mar bien azulito, el
Mar Caribe.
4. Y aquí estoy, viajando en mi avión-cohete, en medio de algunas nubes y en un bonito
cielo. ¡Qué contento voy!
5. 2. LLEGADA AL AEROPUERTO DE MANAGUA
Dejé mi avión-cohete Supersónico aparcado en la pista del aeropuerto y salí a fuera. ¡QUÉ GRAN CALOR
SENTÍ! Aquí hace más calor que en Menorca.-pensé.
6. 3. DE PASEO POR LA CIUDAD DE MANAGUA
Le pregunté a un señor donde podía tomar un bus para ir al centro de la
ciudad, Managua. Y fue así como aprendí algunas cosas.
El señor me explicó que Managua en realidad no tenía centro; pues fue
destruido por un terremoto que hubo en la ciudad hace bastantes años,
en el 1972.
Luego, la ciudad se volvió a construir sin demasiado orden.
Bien, le dije al señor: ¿entonces, me podría indicar donde tomar un bus
para dar un paseo por la ciudad?
¡Como no!, ahí mismito al lado de ese “palo”. Por allá pasa la ruta 123 y
pega una gran vuelta por todo Managua.- me contestó el señor muy
amable.
¡Huy!, como hablan aquí, no suena como en España.- me dije. Y yo no veo
ningún palo.- pensé.
- Señor, qué palo, no veo yo ningún palo.
- Sí, ese de ahí, ¿no lo ve?.
- Pues no, no lo veo.
- Bueno, ya lo acompaño para que lo vea.
7. El señor me llevó hasta un árbol con una sombra bien fresca.
- Mire, acá esta el palo.
- ¡Aaaahhh, ya entendí! ¡Un palo es un árbol en Nicaragua!
- Uhh, como hablan estos nicaragüenses. Voy a tener que aprender.- pensé.
8. Llegó el bus y me subí. Iba a gran velocidad y lleno como una lata de sardinas.
Todos apretaditos y qué calor. Una señora muy amable me dejó un espacio al
lado de la ventana para sentarme.
Así pude contemplar las calles y la gente en la ciudad.
9. Me quedé algo asombrado viendo la ciudad.
¿Qué os parece que me sorprendió más?
¿Qué veis en estas fotos?
10. Entonces empecé a pensar que tal vez había más diferencias entre
Nicaragua y Menorca de las que me había imaginado. Y que tendría
que prestar mucha atención en mi viaje a todo lo que iba viendo,
conociendo….
12. Después de un largo paseo, el bus llegó hasta el Lago de Managua
(XOLOTLAN) y se paró enfrente de un embarcadero, que le llaman el “Puerto
de Salvador Allende”.
Había bancos para sentarse y unas sombrillitas. Miré un cartel que anunciaba
paseos en barco por el lago y fui a comprar mi ticket para subirme.
LAGO DE
MANAGUA
14. Al bajar del barco recibí una llamada en mi mini-teléfono, era vuestra
maestra Ángela.
- Hola ADI, ¿cómo estás? ¿Has tenido buen viaje?
- Sí, todo ha salido estupendo.
- ¡Qué bien!, y ¿dónde estás ahora?
- He ido a dar un paseo por Managua. Ahora estoy en el puerto Salvador
Allende.
- Fenomenal, yo estoy cerca de aquí. Ahora llego a buscarte y vamos a
comer juntos.
Al cabo de 10 minutos llegó la maestra Ángela. Nos dimos un fuerte
abrazo. ¡Qué alegría teníamos de encontrarnos en Nicaragua!
Entonces partimos en un taxi hasta la casa de su amiga Mª de Lourdes,
donde vuestra maestra estaba viviendo.
- Ya vas a ver.- me dijo Ángela- te va a encantar mi amiga y su hermanita
Tina que vive con ella. Mª de Lourdes trabaja ayudando a muchas
familias y especialmente a niños y niñas que en casa sus papás no tienen
para que vayan a la escuela.
En Nicaragua, la mayoría de las personas viven con muy poco y en muchos
casos no tienen suficiente para vivir. Aún así, muchas veces saben ser
más felices que nosotros.
15. Dejamos la carretera para entrar en un camino de tierra.
Por aquí está la casa de mi amiga Mª Lourdes. – me dijo Ángela.
16. Me quedé viendo las casitas que había en el camino. Todas eran bien humildes.
Estaban construidas con bloques de cemento y láminas de zinc en el techo.
17. Mientras pasamos me llegó un olor a asado. Le pregunté a Ángela: ¿qué es esta
olor a comida?
- Mira Adi, fíjate en esas mujeres; de allí viene el olor. Están haciendo tortillas de
maíz para luego venderlas. Aquí se comen a diario.
- Y ¿cómo son?
- Tal vez tiene Mª de Lourdes para comer y las pruebas.
Y en esa charla, sin darme cuenta, ya estábamos en casa de Mª de Lourdes.
Por cierto, al taxista le costó bastante llegar hasta la casa, pues el camino estaba
en muy mal estado, lleno de hoyos por allí donde la lluvia había arrastrado con
fuerza la tierra.
- Está lloviendo mucho aquí en esta época.- me explicó la maestra Ángela.
- Aja….
18. La amiga Mª de Lourdes nos estaba esperando a
fuera, con su hermana Tina. Su casita estaba
envuelta por un lindo jardín.
- Bienvenido Adi, que alegre conocerle. La
Angelita me ha hablado mucho de vos. Sos un
personaje muy popular. ¿Y cómo le fue el viaje en
su avión-cohete, cansado? - me dijo con voz
dulce la amiga Mª de Lourdes.
- Muy bien, muchas gracias. Es un placer
conocerle. Y ella, ¿es su hermanita Tina?
- Sí, es algo “vergonzosa”. Tina, saluda por favor
al señor Adi.
- Hola Adi, ¿cómo lo fue el viaje? – respondió
Tina.
- Vamos, pasad por favor adentro. Vamos a
almorzar. Seguro que llevan hambre.
Y entramos en la casita de Mª de Lourdes. Su
hermana Tina nos trajo unas sillas para sentarnos
en la mesa.
Me tomé esta foto en el jardín de
la casa de Mª de Lourdes.
¡Qué bonito jardín! Estaba lleno
de plantas exóticas.
19. Mª de Lourdes nos ofreció una comida bien rica y típica de Nicaragua:
nacatamales.
Por fuera son como un paquetito envuelto con hojas.
20. Y así se ve cuando lo abres. Están hechos con maíz, verduritas y carne de cerdo.
UMMMM., ¡qué rico estaba ese nacatamal!
21. También nos había preparado un “fresco de pitahaya”. Un fresco es como un
jugo que se hace con fruta, un poco de agua, azúcar y hielo. Este tipo de pitahaya
es propia de Nicaragua. Su color es espléndido.
22. 4. DE EXCURSIÓN A LA PLAYA DE POCHOMIL
Al día siguiente, la amiga Mª de Lourdes nos invitó a ir de excursión a la playa de Pochomil.
- Angelita, el señor Adi tiene que conocer Nicaragua. Vamos a llevarle hasta la playa de Pochomil, está
cerca. No dilata mucho el viaje. ¿Le parece bien señor Adi? – me preguntó Mª Lourdes.
- Sí, encantado de que me lleven de paseo. Un baño en la playa me sentará muy bien, pues estoy un
poco acalorado.
- Pues entonces, alistémonos.
Y al cabo de un rato ya estábamos en camino. Fuimos en la camioneta de una amiga de Mª de
Lourdes.
Llegando a la playa de Pochomil
23. La playa de Pochomil era muy larga y abierta. Se podía caminar y caminar y
pareciera que uno no llegara al fin. Siempre había olas y éstas llegaban muy
adentro y luego se retiraban dejando mucha arena descubierta.
Decidí ir a tomarme un bañito.
- Señor Adi, vaya con cuidado, no se meta muy adentro, aquí es peligroso el mar
- me dijo Mª de Lourdes.
- Gracias señora Lourdes, no se preocupe, ya voy con cuidado. Es emocionante
para mi. Voy a bañarme por primera vez en el Océano Pacífico.
24. Qué contento iba con mi bañador y mi gorrito. Ahora voy a refrescarme, después
de tanto calor.- pensé. Pero cual fue mi desilusión. Cuando entré en el agua, la
sentí bien caliente. ¡Ay! Y ahora, como lo hago para estar fresquito. Y en eso,
además me pica un cangrejito que andaba por allí. Y me salí corriendo…
Pero amigos, luego sí me divertí. Por allí iban unos señores con caballitos para
alquilar.
El paseo en un caballito
costaba 70 córdobas (la
córdoba es la moneda de
Nicaragua). Ángela me dijo:
Adi, súbete en uno, ya te
invito yo.
25. Después de ese bonito paseo por la playa montado en el caballito, fuimos con Mª
de Lourdes a una especie de terraza de un restaurante abandonado.
Allí buscamos una sombra para sentarnos y comer un poquito.
Fijaos en esa palmera con cocos.
He visto en Nicaragua a niños subirse
a una palmera como esa,
arrastrando sus piernitas por el
tronco. Y qué rápido suben.
Yo quise hacerlo, pero me patinaba y
me iba para abajo…
Pasamos un bonito día en la playa de
Pochomil. A las cinco ya
regresábamos para la casa de Mª
Lourdes, en Managua, pues en
Nicaragua oscurece pronto, como a
las 6 de la tarde.
En el mapa de la página siguiente vais a
ver donde está Pochomil. Lo señalé con una
flechita roja. ¿Ya la véis?
28. 5. VISITANDO MASAYA
Era lunes y la amiga Mª de Lourdes y la maestra Ángela debían ir a Masaya
por una reunión de trabajo.
- Señor Adi, acompáñenos por favor hasta Masaya y se da un paseo por allá.
Le va a gustar.- me sugirió Lourdes.-
- Está bien, siempre me gusta conocer. Voy con ustedes.- le respondí.
Masaya es un pequeño municipio que está a unos 27 kilómetros de Managua.
La ciudad está situada al lado de una bonita laguna que lleva el mismo
nombre y al pie de un volcán, conocido también como el volcán Masaya
(también llamado Popogatepe, montaña que arde en chorotega).
En el camino, la señora Lourdes me explicó que en Masaya se fabrica mucha
artesanía que se vende en un mercado bien conocido.
- Debe visitar ese mercado, va a ver muy bonitas artesanías típicas de
Nicaragua.
Cuando llegamos, Ángela me acompañó hasta el mercado ¡y cuántas cosas ví!
29. Había muchas hamacas tejidas con hilos de distintos colores. En Nicaragua se
confeccionan bonitas hamacas y es costumbre tenerlas en casa para echarse a
descansar.
- ¿Qué busca señor? .- me decían sin parar los vendedores del mercado cuando pasaba
a su lado.
- Gracias, gracias, sólo voy viendo.- les decía.
En otros puestos tenían bonitas cerámicas, zapatitos de piel parecidos a unas chanclas,
blusas y camisas de algodón con bordados, unas maracas hechas con cocos, etc…
30. En la parte de afuera del mercado, había muchos vendedores que con varias
canastas o cestos vendían en la calle frutas, verduras…
Me fijé en este niño, estaba ayudando
a su mamá a vender esas frutitas.
Adi.- me dijo la maestra Ángela.- aquí
en Nicaragua muchos niños trabajan
vendiendo, pues sus papás no ganan
suficiente y los mandan a trabajar.
31. Me quedé todo pensativo y algo triste. ¿Les quedaba tiempo a estos niños para ir
a la escuela, para jugar?
Dejamos el mercado y nos fuimos a visitar la laguna de Masaya. A lo lejos se
divisaba el volcán, que está activo.
32. Un viejito muy amable que andaba por el mirador de la laguna me explicó una
bonita historia sobre su origen.
33. La historia es conocida como “El llanto de la serpiente” y dice así:
“Una serpiente encantada vive en las aguas de la laguna de Masaya, y hay
quienes dicen que la han visto flotando y la describen con barba larga y cachos.
Dos jovencitas enamoradas del hijo del cacique Tenderí, pero solo una
correspondida, la princesa de Jalata.
La mujer desdichada se juntó con otras tres amigas para conquistar al hijo del
cacique. Y en busca de fortuna visitan a una adivina quien les dice que arriba
en la montaña ubicada donde ahora es la laguna de Masaya, vive una serpiente
que mantenía encantado al hijo del cacique y mientras la serpiente viviera, el
amor del joven nunca sería de otra mujer. Para lo cual tenían que amarrar a la
serpiente en el tronco de un árbol de Guásimo con los cabellos de las cuatro
mujeres hasta que la serpiente muriera y se rompiera el encanto. Una vez
amarrada, la serpiente comenzó a llorar
y llorar pero nunca murió y fue tanto su llanto que sus lágrimas formaron lo que
hoy es la laguna de Masaya”.
34. Mirad que árbol tan enorme.
En Nicaragua hay muchos árboles y
pueden llegar a ser muy altos.
VOLCÁN MASAYA
35. 6. DE LAGO EN LAGO, HASTA “LA LAGUNA DE APOYO”
Fuimos a buscar a Mª de Lourdes y aprovechamos para seguir conociendo bonitos
lugares.
- ¿Le gusto Masaya, señor Adi? – me preguntó Lourdes.
- Sí, mucho.
- Vayamos hasta el mirador de Catarina, nos queda cerca del camino de regreso.
Desde allí se contempla la Laguna de Apoyo.
Llegamos y me quedé fascinado. Qué bonita se veía la laguna. Y a lo lejos me pareció
ver el mar y pregunté:
- ¿Qué es eso?
- Es el lago de Granada, el más grande de Nicaragua.- me respondió Ángela.
- Uyyy, ¡cuántos lagos hay aquí!
- “Nicaragua, tierra de lagos y volcanes”, así es conocida.- me dijo Mª de Lourdes.
Nos quedamos un ratito contemplando el paisaje y escuchando una alegre música de
unos señores que andaban tocando sus canciones a la gente que paseaba por allí.
37. 7. EN “TICUANTEPE” Y EN LA RESERVA DEL
“CHOCOYERO”
De regreso por la carretera vimos un cartel que decía “Ticuantepe”.
- Este es mi pueblo, señor Adi, aquí me crie.- me dijo Lourdes. ¿Le gustaría conocerlo?
- Pues claro que sí.- le respondí.
- ¿Qué te parece Angelita si mañana acompañás al señor Adi a Ticuantepe?
- Me parece buena idea. Además también podemos visitar la reserva del Chocoyero.
Y así fue, a la mañana
siguiente partimos en
autobús vuestra maestra y yo
hasta Ticuantepe. Cuando
llegamos, dimos una
vueltecita por el pueblo y
fuimos a buscar unas
“motitos” que te llevan hasta
la entrada de la Reserva del
Chocoyero.
38. En la entrada del Chocoyero había una cabaña de madera, con unos panales que
daban información sobre la reserva y la visita. Tuvimos que pagar un ticket para
poder seguir adelante.
- Vamos, Adi, vas a ver como te va a encantar el lugar.- me dijo Angela.
Efectivamente, amigos, ese lugar era muy lindo. Parecía una pequeña selva.
Ibamos caminando por senderos de tierra siempre envueltos y cubiertos por
árboles y plantas muy bonitas. Llegamos hasta un lugar donde había una cascada.
Se oía el agua bajar con fuerza. Me acerqué a refrescarme un poquito. ¡Qué rico!
39. Qué preciosidad.- pensé.
Luego Ángela me dice: ¿escuchas esos cantos, Adi?
- Sí.- les respondí.
- Mira allá en la pared, en los huecos hacen nido un montón de “chocoyos”. Son
unos loritos pequeños. Ellos son los que cantan sin parar. Por eso le llaman a la
reserva, el “chocoyero”.
También si vas en silencio y eres buen observador, puedes ver otros simpáticos
animalitos en esta reserva.
40. Ya de nuevo en casa, después de nuestra visita a Ticuantepe y el Chocoyero,
estaba descansando un poquito cuando llegó una niña vecina de Mª de Lourdes.
Le habían hablado de mi y quería conocerme. Se llamaba Eunice y en un abrir y
cerrar de ojos nos hicimos muy buenos amigos. Ya sabéis, me encantan los niños.
Eunice era una niña muy bonita, me tomé una foto con ella en el jardín.