Estoy condenado a muerte a causa de un video borroso
estamos vivos pero no estamos vi-
viendo.Esdifícilexplicarloquepasa
aquídentro.Esunmundodentrode
otro mundo. Sólo somos un núme-
ro. Esa es la diferencia, antes yo era
alguien,ahoranosoynadie.Estesis-
tema me ha robado todo, hasta mis
sueños.
– ¿Cómo es la vida en el corredor
de la muerte?
–Lacomidaeshorrible,hacecuatro
añoscambiaronelmenúyyanonos
dan ni carne. Yo como gracias a que
mi familia me da dinero y puedo
compraraquídentrosopa,carne,pa-
tatas... Mi celda mide dos por tres
metrosysólosalgodeelladosveces
porsemana.Tengounatelevisióny
una radio y también libros. No nos
dejan tener teléfono. La única for-
ma de comunicarme es con cartas.
Enlaparednopodemostenernada,
lasfotosdemifamiliaylascartasde
la gente que me escribe las tengo
guardadas en un cajón. Recibo en-
tre quince y veinte cartas al mes de
gente que cree en mí y que me apo-
ya. También de desconocidos que
me dan ánimo y que dicen que me
van a ayudar. Para mí eso es lo más
increíble, hay gente que sin cono-
cerme me quiere demostrar su cari-
ño. Si les viera les diría que tienen
un amigo para toda la vida. Yo nun-
ca podré pagar lo que ellos me han
hecho sentir aquí dentro. Puedo vi-
virporlascosasquemecuentan,por
sus ojos.
–¿Sepuedeteneramigosaquíden-
tro?
– Amigos aquí no hay, aunque yo
tengo uno. Creo. Se llama Alex Pa-
gan.Ahora está en mi mismo edifi-
cio, pero nos suelen separar. Él está
acusado de un asesinato, pero dice
que es inocente. Yo estoy solo en
una celda casi las 24 horas del día.
Salimosdosvecesalasemanaalpa-
tiodurantetreshoras.Nospodemos
duchartresvecesalasemanaduran-
te diez minutos. Lo peor de todo es
la gente que te rodea, tengo que es-
tar con violadores de niños, de mu-
jeres, asesinos...
–¿Piensaalgunavezenelmomen-
to de la ejecución?
– Sí, cuando se produce la de otro
preso o veo una película donde sale
una ejecución. Es duro, trato de no
pensarlo, pero cuando hay una, na-
die habla en el corredor. Se puede
sentir en el aire que ese día es dife-
rente. Porque mañana te puede to-
car a ti. Para mí esto son dos casti-
gos: uno estar metido en una celda
dedosportresmetrosdurantevein-
te años y otro que te quieran matar.
Noledesearíaestoniamipeorene-
migo.
– Su mujer,Tanya, lleva 18 años a
su lado y nunca le ha dejado...
– No hay ninguna palabra que pue-
da explicar la suerte que tengo con
mimujer.Haymuchaspersonasque
están ahí fuera, libres, y que se pa-
san toda la vida buscando un amor
verdadero y no lo encuentran. Yo
aquí dentro lo he encontrado. Dios
a veces no te da más de lo que pue-
des soportar. No sé qué hice en otra
vida para merecer una mujer como
Tanya. Es un ángel.
– ¿Dónde fue su boda?
– En la cárcel, en una sala de visitas
como ésta, con una mampara sepa-
rándonos. Mi abogado firmó los pa-
peles,peronopudenitocarla.SiDios
quiere, y puedo salir, voy a celebrar
una gran boda conTanya.
El joven de origen
guipuzcoano ha
concedido una
entrevista
desde la cárcel
:: E. NAVARRO/N. CARRETERO
MIAMI.Enjuniode1994,PabloIbar,
hijo de Cándido, pelotari de cesta
puntadeZestoa,ysobrinodellegen-
dario boxeador ‘Urtain’, fue deteni-
do por la Policía en Hollywood, ciu-
dad pegada a Miami (Florida) tras
unaredadarelacionadaconunasun-
to de drogas. Desde ese momento,
hasta hoy, nunca ha vuelto a estar
en libertad. Pablo era entonces un
chaval de 22 años que se metía en
líos y tonteaba con la delincuencia.
«Peronoeraunasesino»,repitehas-
talaextenuación.Enelcalabozo,un
detective cree ver su cara en el ví-
deo de un triple asesinato que se ha
cometidolanocheanterior.«Teten-
go», le dice. Es acusado de asesinato
ytrasunadeficientedefensaporpar-
te de su abogado de oficio es conde-
nado a muerte. La prueba: un vídeo
borroso,enblancoynegro,enelque
la cara del asesino parece ser la de
Pablo. Ni elADN, ni la sangre, ni las
huellascorrespondenconlassuyas.
«Sólopidounjuiciojusto.Estoycon-
denado a muerte por un vídeo bo-
rroso».
Pablo, que ya tiene 40 años, en-
tró en el año 2000 en el corredor de
la muerte en Raiford (Florida), que
abresuspuertasaldiario‘Qué’.Den-
tro, aislado por un cristal y vestido
con un mono naranja, Pablo, que
siempre se ha declarado inocente,
explica su caso y pide a España que
no le olvide: «No dejéisquemema-
ten».
– ¿Por qué está Pablo Ibar en el co-
rredor de la muerte?
– Porque me parezco a alguien que
aparece en una imagen. Por eso es
porloqueestoyaquídentro,conde-
nado a muerte. Las huellas que en-
contraron no son mías, los pelos no
sonmíos,nielADNesmío.Sólome
parezco al tipo de un vídeo.
– El día que se cometieron los ase-
sinatos, ¿dónde estaba?
– En casa de Tanya, mi mujer. Esa
noche salí a un local y yo sabía que
su madre estaba en Irlanda, así que
fuiasucasa,dormíconella,meacos-
té con ella y me levanté en su casa.
–¿Cómofueronesosprimerosaños
en la cárcel?
– Al llegar sientes miedo. Eso es la
cárcel, está llena de mala gente que
siempre trata de robarte, ponerte la
zancadilla.Metuvequepelear.Mu-
chísimo.Cuandoellossabenquevas
adefenderte,nosemetentantocon-
tigo.Loquememantuvoenteroesos
tresañoseralaesperanza,saberque
iba a ganar, que no había ninguna
maneradequepudieraperder.Pen-
saba, «soy inocente, esto no puede
pasar en un país como los Estados
Unidos».
– Tras un juicio nulo y un aplaza-
miento, llegó la sentencia. ¿Qué
sintió al escuchar que le condena-
ban a muerte?
– No lo escuché, lo vi.Antes de que
leyeran el veredicto, vi en el papel
que sostenía la presidenta del jura-
do que estaba señalada la pena de
muerte.Sentíquesemesalíalasan-
gre del cuerpo. Miré hacia detrás a
mihermanoyamipadreydije:«Per-
dimos». En ese momento, no pude
aguantar, me salieron las lágrimas.
Pensé: «Se me acabó la vida».
– ¿Pensó en arrojar la toalla?
– Cuando hablé con Tanya le dije,
«Vete, haz tu vida, ya no podemos
hacernadamás».Mepasélosprime-
ros días llorando; es difícil explicar
loquesesiente.Esalgoquenoquie-
ro que nadie tenga que sentir nun-
ca. Estuve días sin salir de la cama,
noqueríallamaracasa,nosabíaqué
iba a hacer. Y fue un oficial el que
vinoymedijo:«Llamaatucasa,que
están preocupados». Nunca pensé
que mi vida fuera a ser esto. Cada
vezquesalgodelacelda,esposado...
Tengoquevivirenuncuartoconun
orinal...
–¿Algunavezleofrecieronuntra-
toacambiodedeclararseculpable?
– Cadena perpetua después del pri-
mer juicio. Dije que no quería ni oír
hablardeeso.Hoylacosaseríadife-
rente, lo que quiero es salir de aquí.
– ¿Cómo era Pablo cuando entró
enlacárcelhace18añosycómoes
ahora?
– Era más alegre, reía más... Tenía
sueños,queríaserunpelotaricomo
mi padre, tener una familia, estar
con mi mujer y ahora no sé si voy a
tenervida.Nosé.Notengoconfian-
za. No sé lo que es vivir. Nosotros
PabloIbar Sentenciadoalapenacapital
En el corredor. Pablo Ibar muestra el carné de identificación de la prisión desde el otro lado del cristal. :: E. NAVARRO/N. CARRETERO
«Estoy condenado a muerte
a causa de un vídeo borroso»
«Pienso en la ejecución
cuando se produce
la de otro preso o
veo una película»
«Cuando me
condenaron hablé
con Tanya y le dije:
‘Vete, haz tu vida’»
EN ELCORREDOR DE LA MUERTE
Martes 26.06.12
EL DIARIO VASCO10 AL DÍA