Postula que la violencia y el conflicto no son más naturales al ser humano y su sociedad que la ternura y la cooperación, y que su aparente naturalidad se debe a que forman parte de un constructo cultural predominante en la actualidad. Se propone que llegó a plantearse esta visión de la humanidad como parte del mito justificatorio de la conquista y colonización europeas del resto del mundo. Se analiza su reproducción actual como imaginario hegemónico, quiénes se benefician y perjudican, cómo se propaga y si se puede o no hablar de una conspiración.