Este documento presenta información sobre la migración de aves. Explica que las aves migran miles de kilómetros entre el hemisferio norte y sur para invernar, y que utilizan varios métodos como el sol, las estrellas y el campo magnético terrestre para orientarse. Aunque los científicos han descubierto mucho, aún queda por resolver el misterio de cómo las aves trazan mentalmente un "mapa aviario" que les permite regresar a sus nidos.
Anexo 7 2008 9 Conferencia 8 Misterios De La Migracion Iii Periodo
1. CONFERENCIA 8
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ÁREA: CIENCIAS NATURALES Y EDUCACION AMBIENTAL Grado 4to A-B-C-D
T ÍTULO: “EXPLOREMOS LOS MISTERIOS DE LA MIGRACION
PROFESOR/A: MARIA DEL PILAR BONILLA POTES
HORIZONTE DE GRADO:”Con mis amigos y amigas, aprendo cosas nuevas, en armonía con mi entorno”.
EXPLOREMOS LOS MISTERIOS DE LA MIGRACION
Hay una vieja tonada que habla del regreso de las golondrinas a la antigua misión californiana de San
Juan Capistrano (E.U.A.). Dice que todos los años vuelven a los nidos de la misión hacia el 19 de
marzo. El horario de sus hermanas europeas es parecido. Como reza un refrán español: “A quince de
marzo, da el sol en la sombría y canta la golondrina”. En las zonas rurales del hemisferio norte siempre
se ha recibido con agrado el retorno de estas aves, tradicionales heraldos de la primavera. Pero
algunos curiosos se preguntaban dónde habrían estado durante el invierno.
Algunos creían que hibernaban; otros, que viajaban a la luna; hasta hubo quien computó la duración de
este vuelo: dos meses. Un arzobispo sueco del siglo XVI afirmó en un tratado que pasaban el invierno
bajo el agua, apiñadas en el fondo de lagos y pantanos. Su obra contenía incluso un grabado de
pescadores sacando la red llena de golondrinas. Por fantasiosos que ahora nos parezcan estos
conceptos, la realidad supera a la ficción.
En lo que va de siglo, los ornitólogos han anillado miles de golondrinas, de las que se han logrado
localizar un porcentaje pequeño, pero significativo, durante su estancia en los cuarteles de invernada.
Aunque parezca increíble, se han hallado golondrinas británicas y rusas invernando a miles de
kilómetros de su hogar, en el extremo sur oriental de África. Algunas de sus compañeras
norteamericanas vuelan hasta la Argentina y Chile. Pero no son las únicas que realizan tales viajes de
epopeya. Cientos de millones de aves viajan del hemisferio norte al sur para invernar.
Los ornitólogos se asombraron al descubrir que la golondrina, una criatura tan diminuta, realiza un viaje
de ida y vuelta que abarca un total de 22.500 kilómetros para regresar al mismo nido en la primavera.
Pero al enterarse de donde habían estado las golondrinas, surgieron más preguntas enigmáticas.
“¿Golondrino, ¿por qué dejas tu nido?”
¿Qué hace que un ave se vaya al otro extremo del globo? Como lo dice el refrán, Golondrina, ¿Por
qué dejas tu nido? ¿Será el frío, o la búsqueda de comida? Evidentemente es más la necesidad de
un abastecimiento constante de comida que la proximidad del invierno, pues muchas avecillas que
a duras penas sobreviven el frío invernal no emigran. La migración, sin embargo, no es solo una
expedición en busca de alimento. A diferencia de los humanos, las aves no esperan a que la
situación sea crítica para emigrar.
Los científicos han descubierto que el acortamiento de los días despierta el instinto de emigrar.
En el otoño, las aves cautivas se ponen inquietas cuando disminuye el número de horas de luz solar.
Ocurre así aun cuando este efecto se simula artificialmente, y hasta si el animal ha sido criado por los
investigadores. El ave enjaulada llega al punto de orientarse en la dirección que según le dicta su
instinto, debería seguir en el vuelo migratorio. Es patente que el impulso de emigrar en una etapa y
dirección precisas es innato.
¿Cómo logran orientarse las aves en distancias tan largas? Muchas vuelan noche y día sobre
océanos y desiertos uniformes. Los miembros jóvenes de algunas especies vuelan por su cuenta, sin la
ayuda de adultos experimentados. De algún modo logran ceñirse a la ruta, pese a las tormentas y los
vientos laterales.
Orientarse, sobre todo al atravesar inmensos océanos y desiertos, no es nada fácil. El hombre requirió
miles de años para hacerlo con precisión, con la guía del astrolabio y la brújula.1
Para orientarse bien hace falta un sistema que permita mantener fijo el rumbo y un medio de determinar
la posición. En otras palabras, es necesario saber dónde se está con relación al punto de destino y qué
dirección debe seguirse para llegar allí. Las aves, a diferencia del hombre, logran estos objetivos sin la
ayuda de instrumentos. Con paciencia, los científicos han ido recopilando datos que esclarecen la forma
en que las aves determinan el rumbo que han de seguir en el vuelo.
ALGUNAS RESPUESTAS
En la investigación de los misterios de la orientación de las aves, las palomas mensajeras son los
“conejillos de indias” ideales. A estas sufridas cinturas se les han colocado gafas translúcidas para que
no distingan los accidentes geográficos. O se les ha impedido guiarse por el campo magnético de la
tierra poniéndoles dispositivos magnéticos. A fin de que no supieran la ruta exterior, se las ha llegado a
narcotizar durante el viaje hacia el lugar en que serian soltadas. Pero como son animales de recursos,
han superado cada obstáculo individual, aunque no habían logrado volver a casa si concurrieron varios
impedimentos. Las aves, obviamente, no dependen de un único sistema para orientarse. Qué
métodos utilizan?
1
El astrolabio servía para calcular la latitud.
2. CONFERENCIA 8
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Los experimentos con soles o cielos estrellados artificiales demuestran que las aves se orientan de día
por el Sol, y de noche, por las estrellas. ¿Y si el cielo esta nublado? Determinan la ruta valiéndose del
campo magnético de la tierra, como si llevasen incorporado una brújula. Para regresar al mismo
nido o zona de cría, tienen que reconocer puntos destacados que les sirvan de referencia.
Además, las investigaciones muestran que son muchos más sensibles que el hombre a los
sonidos y olores, aunque no se sabe hasta que grado emplean esta capacidad para orientarse.
El misterio del “mapa aviario”
Aunque todas estas investigaciones han logrado despejar muchas incógnitas respecto a cómo logan
volar las aves en cierta dirección, aun queda una cuestión desconcertante. Para llegar a casa, no basta
con una buena brújula; es preciso tener un mapa para determinar donde se halla uno y entonces trazar
la ruta idónea.
¿Cuál es el “mapa aviario?
¿Cómo saben las aves donde se hayan después de haber sido llevadas a un lugar desconocido a
centeneras de kilómetros de su hogar? ¿Cómo calculan la mejor ruta cuando, según todo indica,
carecen de mapas y de señalización para guiarse?
El biólogo James L. Goyuld dice que el ave tiene “un sentido de orientación que al parecer persistirá
como el misterio más oscuro e intrigante del comportamiento animal”
La inteligencia detrás del misterio
Lo que si esta muy claro es que la migración es un comportamiento instintivo. Muchas especies de
aves están programadas genéticamente para emigrar en diferentes etapas del año, y nacen con las
facultades y sentidos necesarios ara orientarse. ¿De dónde proviene esta sabiduría instintiva?
Cómo es lógico, solo puede venir de un creador sabio, capaz de “programar” el código genético de las
aves. Atinadamente, Dios le pregunto al patriarca Job “Enseñas tu a volar al halcón, a desplegar sus
alas hacia el sur?
Tras un siglo de minuciosos estudios de la migración, los científicos han aprendido a respetar más los
pequeños cerebros de las aves.
Una vez trazadas las principales rutas migratorias, los científicos se maravillan de las increíbles
distancias que recorren algunas especies. Generación tras generación, en primavera y otoño, millones
de aves migratorias cruzan el globo. De día, se guían por el sol; de noche, por las estrellas. Cuando el
cielo esta nublado, recurren al campo magnético de la Tierra y no tardan en reconocer los accidentes
geográficos familiares. Es posible que hasta se orienten por el olfato o por las ondas infrasónicas.
Sigue siendo un misterio como trazan el mapa de sus viajes. Sabemos adónde van las golondrinas,
pero no cómo llegan allí. Sin embargo, cuando las vemos volar en bandadas al comenzar el otoño,
tenemos que pausar para maravillarnos ante la sabiduría de Dios.
Campeones mundiales de la migración
Distancia: En el verano de 1966 (del hemisferio norte), se anilló a un charran ártico en la zona norte de
Gales (Gran Bretaña). En diciembre apareció en un lugar muy apropiado: Nueva Gales del Sur
(Australia). Había recorrido más de 18.000 kilómetros en seis meses. Esta proeza probablemente sea
habitual en esta especie. A lo largo del año, algunas de estas aves dan la vuelta al mundo
periódicamente.
Velocidad: Los chorlitos dorados chicos quizás sean las aves migratorias más veloces. Algunos
especimenes han cruzado los 3.200 kilómetros de océano que separan Hawai de las islas Aleutianas,
en Alaska (EE.UU.), en tan solo treinta y cinco horas, lo que supone un promedio de velocidad de 91
km., por hora.
Resistencia: La dendroica estriada de Norteamérica, que tan solo pesa 20 gramos, es la gran atleta
del maratón de vuelo. Cuando viaja a Sudamérica, recorre sin parar 3.700 km., a través del atlántico en
tan solo tres días y medio. Esta extraordinaria prueba de resistencia podría compararse a que un
corredor recorriera un kilómetro cada cuatro minutos 1.900 veces seguidas. Su vuelo también es el
sueño del que se somete a dieta: la dendroica estriada consume casi la mitad del peso de su cuerpo.
Puntualidad: A parte de la golondrina, la cigüeña también tiene fama de puntual. El profeta Jeremías
dijo que “bien conoce sus tiempo señalados” y “el tiempo de la venida” Casi medio millón de cigüeñas
atraviesan Israel todos los veranos.
Orientación: Para las pardelas pichonetas no hay nada como el hogar. Una hembra fue llevada de su
hogar en Gran Bretaña y soltada a 5.000 km., de allí, en Boston (EE.UU.), cruzó el Atlántico en doce
días y medio y llegó a su hogar antes que el correo aéreo donde se notificaba que había sido soltada. El
logro es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que estas aves nunca cruzan el norte del Atlántico
en sus viajes migratorios.
BIBLIOGRAFIA
Por el Corresponsal de la revista Despertad España, 22 de sep. 1995