2. Son las palabras que la gente usa en su
vida diaria.
Por ejemplo, “dolor de barriga”.
3. Son las palabras que la gente no usa
frecuentemente, pero sí entiende.
Por ejemplo, “malestar estomacal”.
4. Son las palabras que la gente ni usa
ni entiende.
Por ejemplo, “complicaciones
gástricas”.
5. Hay periodistas que dicen “siniestro en
vez de incendio” y “nosocomio” en vez de
hospital.
O esos locutores que “aperturan su
programa musical con una pléyade de
exquisitas selecciones para los
melómanos”.
6. ¿Qué palabra es la más adecuada?
La que más se adecua al contexto en que la
digo.
Si un médico está entre médicos, hablará con el
vocabulario técnico de su profesión. Pero si ese
doctorcito llega a un restorán y pide de comer al
mozo “una extremidad de gallina o un glúteo de
cerdo”, resultaría un pedante. Y alguien que
confunde restorán con hospital y no sabe
adaptarse a los códigos de cada lugar.
Aquí no hay comunicación, no ha logrado hacerse
entender. La responsabilidad es suya, no de los
otros.
7. Hay formatos (sobre todo, los noticieros)
donde podemos trabajar con un lenguaje
más formal, menos cotidiano. Pero siempre
es indispensable que las palabras puedan
ser comprendidas por la audiencia a la que
se dirige.