Para muchos profesionales, la emoción no es simplemente una reacción, sino además un modo de adaptación ante el cambio que puede estar generándose alrededor del individuo. Obviamente, esa adaptación es en la mayoría de los casos involuntaria y sucede en milésimas de segundos como una respuesta inmediata ante determinadas sensaciones y pensamientos. Una persona emocional es por tanto una persona que se caracteriza por la demostración contínua de emociones y sensaciones. Mientras muchas personas pueden desarrollar personalidades racionales, lógicas y controladoras de las emociones, otras personalidades (debido a elementos tales como la herencia, la historia personal, el espacio donde se crece y vive) demuestran gran sensibilidad ante ciertos fenómenos e inmediatamente dejan salir hacia afuera las emociones que están sintiendo. Muchas veces, tal emocionalidad no es voluntaria si no que sucede sin que la persona pueda medir o neutralizar los síntomas visibles (por ejemplo cuando uno se sonroja o cuando uno llora o ríe).