PROYECTO N° 4
LEYENDAS Y MITOS
Nombre: Saúl Vega
Curso: 1 A2
MATERIA: ARTISTICA
FECHA: 28/12/2020
1- Cantuña y su pacto con el diablo
Cantuña era un respetado indígena en los tiempos coloniales al que le
fue encomendada la construcción del atrio de la Iglesia de San Francisco
en Quito.
La paga por dicha labor era muy buena, pero la condición era que debía
realizarse en el menor tiempo posible. Cantuña entonces decidió vender
su alma al diablo con la condición que todas las piedras del atrio
estuvieran allí puestas antes de que salieran los primeros rayos del sol.
Éste grabó en una piedra que cualquier persona que la tocara
reconocería únicamente a Dios.Tres pequeños demonios que trabajaban
esa noche no pudieron tocar la piedra y dejaron incompleta la
construcción.
Cuando el diablo llegó para llevarse el alma de Cantuña, éste reclamó
que la obra no había sido completada y que por tanto no se podía
cumplir el trato, ganando su alma de vuelta.
2- La doncella de Pumapungo
Pumapungo, localizado en Cuenca, era el destino de descanso preferido
por los emperadores incas. Este lugar estaba impresionantemente
decorado y hoy en día es posible visitar sus ruinas. El lugar contaba con
una fuente sagrada que era usada exclusivamente por el emperador.
También se encontraba atendido por unas doncellas conocidas como las
Vírgenes del Sol. Estas mujeres eran criadas desde pequeñas en
distintas artes y habilidades que usaban para entretener a los
emperadores.
Nina era una de las Vírgenes del Sol residentes en Pumapungo y aunque
estaba prohibido, se enamoró de uno de los sacerdotes del templo. Este
par solía reunirse en las noches de luna llena en los jardines del lugar.
Cuando el Emperador se enteró de este hecho mandó a matar al
sacerdote, pero prohibió que se informara a Nina de esto.
La doncella al ver que su amante no acudía a sus encuentros finalmente
murió de pena moral. Se dice que hoy en día en las mismas noches de
luna llena se puede oír su lamento entre las ruinas del lugar.
3- El Guagua Auca
Se dice que el Guagua Auca es un demonio creado por el alma de un
niño que nació y murió sin llegar a ser bautizado. Éste aterra a
borrachines en los caminos a altas horas de la noche. Se manifiesta con
un chillido incesante que desespera a cualquiera.
Los incautos sin saberlo buscan el origen del chillido hasta que
encuentran lo que parece ser un niño envuelto en una manta. Más tarde
las personas descubren como la fisionomía del supuesto niño cambia y
se dan cuenta de que en realidad estaban cargando a un demonio.
Cuentan que muchos han sido encontrado muertos y con espuma en la
boca como resultado del encuentro con el Guagua Auca.
4- Los orígenes de los Cañaris
Los cañaris eran una etnia que estuvieron asentadas a lo largo de las
provincias de Azuay y de Cañar. El término cañari viene a ser
descendientes de la culebra y la guacamaya, lo que da una pista sobre la
leyenda que se ha formado acerca de sus orígenes.
Según cuenta, en aquellas tierras Pachamama mandó un diluvio que
cubrió hasta la cima de la montaña más alta. Todo se destruyó y solo
dos hermanos sobrevivieron, los cuales estuvieron viviendo en la cima
esperando a que el nivel del agua bajara.
A punto de morir por hambre, los hermanos descubrieron una cueva en
la que había comida. Al día siguiente volvieron y de nuevo apareció
comida. No entendían como llegaba hasta allí, hasta que un día se
percataron que dos mujeres con forma de guacamaya eran las que
dejaban allí el alimento cada día.
Los hermanos y las guacamayas se enamoraron y tuvieron muchos
hijos, siendo los primeros pobladores del Cañar moderno.
5- La veleta de la catedral de Quito
Durante la etapa colonial de Quito vivía en la ciudad un poderoso
caballero lleno de riquezas, pero también de orgullo y prepotencia. No
dudaba en insultar o despreciar a todo aquel que se cruzase por su
camino, ya que se sentía el hombre más importante del mundo.
Tanto era su desprecio por todo, que un día volviendo borracho a su
casa se detuvo frente a la majestuosa veleta en forma de gallo de la
catedral de Quito. La observó y de sus palabras solo salieron
barbaridades como “¡ese gallo es patético!”, “¡Menuda broma de gallo!”
o “Es más bien un gallito en vez de gallo”.
Para sorpresa del caballero, el gallo tomó vida y se descolgó de la
veleta, atacándole ferozmente. Le hizo heridas por todas partes y luego
volvió a su posición original.
A la mañana siguiente, el hombre despertó con todas las marcas de
picotazos y sangre por el cuerpo. No supo si fue verdad o producto de su
imaginación por los efectos del alcohol, pero desde entonces no volvió a
pasar por delante de la catedral ni abrió el pico para humillar a nadie
más.
6- Umiña, la diosa manteña
Atahualpa es uno de los emperadores incas más conocidos de la historia.
Por un lado por ser el último antes de la llegada de los españoles y por
otro por sus salvajes y sangrientos actos de batalla.
Fue su padre el que le enseñó a ser tan sanguinario, enseñándole desde
joven el arte de la guerra y técnicas de caza.
Precisamente, durante su infancia, Atahualpa merodeaba los bosques de
Cuzco en busca de poder cazar algún animal. Al rato se cruzó en su
camino un hermoso guacamayo que se posó tranquilamente en un árbol.
Atahualpa pensó que sería una buena pieza y no paró hasta que lo mató.
Orgulloso, volvió a casa para mostrarle el trofeo a su padre, a sabiendas
que era una especie difícil de conseguir. Pero justo antes, Atahualpa se
encontró con su madre, la reina Pacha, la cual le dio una hermosa
lección: “Al enemigo solo se le ataca en la guerra, ya que posee armas
para poder defenderse”. Luego, tomó el loro y le hizo un tocado a su hijo
para que siempre recordara aquellas palabras.
7- La princesa triste de Santa Ana
En el área de lo que hoy se conoce como Guayaquil, se encontraba un
rey que amasaba una gran riqueza en sus fortalezas. La hija del Rey
cayó enferma y no se encontraba cura para su mal.
Un día apareció un hechicero ante el Rey y ofreció curar la salud de la
princesa a cambio de toda la fortuna que poseía. Ante la negativa de
éste, un hechizo cayó sobre las tierras que habitaba este regente,
condenando a su pueblo a la desaparición.
Siglos después, cuando uno de los expedicionarios españoles escalaba
uno de los cerros de la zona, éste se encontró con una hermosa princesa
que le dio dos opciones: le ofreció una hermosa ciudad llena de oro o ser
una esposa devota y fiel para él.
El español decidió optar por la ciudad de oro y ante esto la princesa
decidió conjurar una maldición sobre él. Éste comenzó a rezarle a la
Virgen de Santa Ana que lo salvara y esta efectivamente lo rescató. Es
por esto que el cerro donde fue fundada la ciudad de Guayaquil fue
bautizado con el nombre de Santa Ana.
8- El demonio del barranco
Se dice que hay un demonio que vive en los barrancos cerca de los ríos.
Éste siempre está en busca de casas construidas en los bordes para
halarlas hacia el río.
Una noche, el demonio se disfrazó de un hombre apuesto y encantador y
en su intento por tumbar la casa con sus habitantes que había dentro,
hechizó a la familia para que fueran a dormirse en el momento.
Uno de los niños logró ocultarse debajo de una silla y huyó en la
búsqueda de un sacerdote. Éste, con sus rezos, logró salvar a la casa y a
la familia entera.
9- El duende
El duende es una criatura mítica de distintas regiones del Ecuador que
habita los bosques y las junglas del país. Éste suele reposar sobre
grandes rocas en los ríos y se le describe usando un gran sombrero y
ropas oscuras.
Este personaje se suele enamorar de jóvenes hermosas a las que
comienza a seguir. Llama su atención al arrojar piedras o con silbidos y
se muestra celoso cuando las parejas de éstas aparecen.
Algunos piensan que no se trata de duendes aislados, sino de toda una
comunidad que se distribuye a lo largo de cuevas, desfiladeros y ríos.
10- La dama de Guayaquil
Esta leyenda se extendió a principios del siglo XVIII y sigue teniendo
protagonismo en la cultura popular ecuatoriana.
Cuenta la historia de como una mujer elegante, con vestido negro y velo
en la cara, se aparecía a los hombres que a medianoche rondaban las
calles estando borrachos. La mujer, misteriosa y atractiva, llamaba la
atención de los hombres por su dulce fragancia.
Ellos caminaban tras ella, pero nunca conseguían alcanzarla. Callejeaban
hasta que ella se detenía a escasos metros del cementerio general. En
ese momento, la mujer se daba la vuelta y, al quitarse el velo, la
fragancia se convertía en un olor nauseabundo y su bella imagen de su
cara tomaba forma de calavera.Los ebrios hombres entraban en shock y
empezaban a convulsionar en el suelo hasta que fallecían. Era su castigo
por ser tunantes, borrachos e infieles a sus esposas.