Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en
Italia) y estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y
en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los
dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de
su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en
una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante
más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el
camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás
viajó a París para completar su formación
Hoy que vivimos en un mundo marcado por la cultura de la
soledad y del sin sentido, el anhelo de infinito que cada
hombre lleva en su corazón se hace profundo. Una
constante búsqueda de Dios que necesita respuestas.
Podemos llegar al conocimiento de Dios de muchas
maneras. Todas ellas responden tanto a nuestra
capacidad racional de conocer la existencia de Dios, como
a la benevolente revelación que Dios hace de sí mismo,
ante lo cual responde la fe.
La primera vía, la vía del movimiento o del primer motor,
es la que nos explica que todo en el mundo se mueve.
Y para que exista este movimiento, debe haber otra cosa
que lo mueva. La sucesión de movimientos debe partir de
algo inmóvil, de un impulso primero.
La condición cambiante o del movimiento exige la
existencia de un primer motor inmóvil, porque no es
posible fundarse en una serie infinita de iniciadores del
movimiento.
Es necesario llegar a un primer motor que no sea movido
por nadie. Este primer motor que no es movido por nadie
es el que todos entienden por Dios. Luego Dios existe.
La segunda vía nos habla de las causas. En el universo
todo es causado por algo. Nada es causado por sí mismo,
entonces hay que afirmar la existencia de una primera
causa.
Pero no se da, ni es tampoco posible, que una cosa sea
causa de sí misma, ni en el orden del ser ni en el de la
operación, pues en tal caso habría de ser anterior a sí
misma, y esto es imposible.
Si no existiese una causa primera, tampoco existiría la
intermedia, ni la última. Es necesario que exista una causa
eficiente primera.
Esta causa eficiente primera, que no es causada por
ninguna otra, a la que están subordinadas todas las demás
causas. Esta causa eficiente incausada es llamada por
todos Dios. Luego Dios existe.
La tercera causa nos habla de que las cosas pueden existir
o no. Es un hecho que hay seres que existen y que podrían
no existir, son contingentes.Es imposible que los seres
contingentes hayan existido siempre, ya que lo que tiene
la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que no fue.
Los seres contingentes son, por esencia, efecto. Son seres
que piden causa, seres que alguna vez han comenzado a
existir causados por otro.
Por consiguiente, los seres contingentes exigen la
existencia de un ser que no haya comenzado a existir;
A este ser necesario, que no tiene la existencia recibida de
otro, sino que existe por sí mismo, en virtud de su propia
naturaleza, es al que todos llaman Dios. Luego Dios existe.
Todas las cosas existen según grados. Así también, debe
existir el ser que posee toda perfección en grado sumo,
respecto del cual las demás se comparan y del cual
participan.
Ahora bien, quien tiene una perfección pura en grado
máximo, o por esencia, es causa de esta perfección en
todos aquellos que la poseen en grado inferior, no puede
ser más que un único ser, una única perfección subsistente
en sí misma, una única perfección en toda su plenitud y
totalidad.
Una perfección que nos atrae y hacia donde vamos.
La quinta vía me sorprende. Nos habla de que las cosas
existen para lograr el objetivo de su existencia.
Existe un diseño o un fin en el mundo, por lo que ha de
existir un ser inteligente que haya pretendido la finalidad
que se observa en todo el universo.
Los seres que carecen de conocimiento no pueden tender
a sus respectivos fines si no los dirige un ser inteligente
que conozca dicho fin.
Luego existe un Ser inteligente supremo que dirige todas
las cosas naturales a sus respectivos fines, y a este Ser lo
llamamos Dios. Por tanto, Dios existe.