1. El mundo antiguo estaba muy familiarizado con el escorbuto, una enfermedad
en la que los capilares se vuelven cada vez más frágiles, las encías sangran y los dientes
se caen, las heridas cicatrizan con mucha dificultad, si es que lo, hacen, y el enfermo se
debilita hasta que finalmente muere. Aparecía con particular frecuencia en las ciudades
asediadas y en los largos viajes transoceánicos. (La tripulación de Magallanes padeció más
penalidades a causa del escorbuto que debido a la desnutrición general.) En los largos
viajes, los barcos, que carecían de refrigeración, tenían que llevar alimentos que no se
corrompieran, lo que significaba abundancia de cerdo salado y galleta. Sin embargo,
durante muchos siglos los médicos no consiguieron descubrir una relación entre el
escorbuto y la dieta alimentaria.
En 1536, mientras el explorador francés Jacques Cartier estaba invernando en
Canadá, 110 de sus hombres fueron afectados por el escorbuto. Los indios nativos lo
conocían y sugirieron un remedio a esta enfermedad: beber agua en la que se hubiesen
remojado agujas de pino. En su desesperación, los hombres de Cartier siguieron aquel
consejo que parecía infantil. El remedio les curó el escorbuto.
Dos siglos más tarde, en 1747, el médico escocés James Lind tomó nota de
diversos incidentes de este tipo, y se dedicó a experimentar con la fruta fresca y las
verduras, como remedio. Probando su tratamiento en marineros enfermos de escorbuto,
descubrió que las naranjas y los limones conseguían en ellos rápidas mejorías. El capitán
Cook, en su viaje de exploración a través del Pacífico, entre 1772 y 1775, mantuvo a su
tripulación libre del escorbuto imponiendo una dieta regular de col ácida. Sin embargo,
hasta 1795 los oficiales de Estado Mayor de la Marina Británica no quedaron lo bastante
impresionados por los experimentos de Lind (y por el hecho de que una flotilla afectada
por el escorbuto podía perder un combate naval sin apenas luchar) para ordenar el
suministro de raciones diarias de zumo de lima para los marineros británicos. (Desde
entonces se les llama «limeys», y la zona del Támesis, en Londres, donde se almacenaban
las canastas de limas, se sigue llamando «Limehouse».) Gracias al zumo de lima, el
escorbuto desapareció de la Marina británica.
Un siglo más tarde, en 1891, el almirante Takaki, de la Marina japonesa, de forma
similar, introdujo una dieta variada para romper la monotonía de las raciones de arroz de
sus barcos. El resultado fue quot;la desaparición, en la Marina japonesa, de la enfermedad
conocida con el nombre de «beriberi».
A pesar de las ocasionales victorias dietéticas de este tipo (que nadie podía
explicar), los biólogos del siglo XIX se negaron a creer que una enfermedad pudiera
curarse mediante una dieta, especialmente tras la aceptación de la teoría de los gérmenes
de Pasteur. No obstante, en 1896, un médico holandés llamado Christiaan Eijkman les
convenció, casi en contra de su voluntad.
Eijkman fue enviado a las Indias Orientales holandesas para investigar el beriberi,
endémico en aquellas regiones (y que, incluso hoy día, conociendo la medicina su causa y
cómo curarlo, sigue matando unas 100.000 personas al año). Takaki había conseguido
detener la evolución de los enfermos de beriberi, adoptando medidas dietéticas; pero,
aparentemente, Occidente no dio importancia a lo que podría considerarse únicamente
como la doctrina mística oriental.
Suponiendo que el beriberi era una enfermedad provocada por gérmenes, Eijkman
utilizó algunos pollos como animales de experimentación para descubrir el germen en
ellos. Un afortunado accidente vino a trastornar sus planes. Sin previo aviso, la mayor
parte de sus pollos contrajeron una extraña parálisis a consecuencia de la cual algunos
murieron; al cabo de cuatro meses, los supervivientes recobraron la salud. Eijkman,
extrañado de no poder encontrar germen alguno responsable de la enfermedad, se decidió
finalmente a investigar la dieta de los pollos. Descubrió que la persona que se había
encargado primeramente de alimentarlos había realizado economías (sin duda
beneficiosas para ella) empleando sobras de comida, principalmente arroz descascarillado,
de los almacenes del hospital militar. Sucedió que, al cabo de cuatro meses, había llegado
un cocinero nuevo que tomó a su cargo la alimentación de los pollos; éste había dejado de
2. darles sobras, para proporcionarles la comida normal de los pollos, que contenía arroz sin
descascarillar. Fue entonces cuando los animales se recuperaron.
Eijkman practicó algunos experimentos. Sometió a los pollos a una dieta de arroz
descascarillado y los animales enfermaron. Utilizó de nuevo el arroz sin descascarillar y se
recuperaron. Era el primer caso de enfermedad por deficiencia en la dieta provocada
deliberadamente. Eijkman decidió que esta «polineuritis» que afectaba a las aves era
similar en sus síntomas al beriberi humano. ¿Contraían los seres humanos el beriberi a
consecuencia de comer únicamente arroz descascarillado? Para el consumo del hombre, el
arroz era desprovisto de su cascarilla, principalmente porque se conserva mejor, ya que el
germen destruido con la cascarilla del arroz contiene aceites que fácilmente se enrancian.
Eijkman y su colaborador, Gerrit Grijns, se dispusieron a averiguar qué era lo que contenía
la cascarilla del arroz que evitaba el beriberi. Por último, consiguieron disolver el factor
crucial de la cascarilla y descubrieron que podía atravesar membranas que no conseguían
cruzar las proteínas. Evidentemente, la sustancia en cuestión tenía que ser una molécula
muy pequeña. Sin embargo, no pudieron identificarla.
Mientras tanto, varios investigadores estudiaban otros factores misteriosos que
parecían ser esenciales para la vida. En 1905, el especialista holandés en nutrición, C. A.
Pekelharing, halló que todos sus ratones morían al cabo de un mes de ingerir una dieta
artificial que parecía lo suficientemente rica en cuanto a grasas, hidratos de carbono y
proteínas. Sin embargo, los ratones vivían normalmente cuando añadía a esta dieta unas
pocas gotas de leche. En Inglaterra, el bioquímico Frederick Hopkins, que pretendía
demostrar la importancia de los aminoácidos en la dieta, llevó a cabo una serie de
experimentos en los que, asimismo, se demostraba que existía algo en la caseína de la
leche, que, si se añadía a una dieta artificial, fomentaba el crecimiento. Este algo era
soluble en agua. Como suplemento dietético, una pequeña cantidad de extracto de
levadura era incluso mejor que la caseína.
Por su descubrimiento, al establecer que estas sustancias en la dieta eran
esenciales para la vida, Eijkman y Hopkins compartieron el premio Nobel de Medicina y
Fisiología, en 1929.
La siguiente tarea era aislar esos factores vitales en los alimentos. En 1912, tres
bioquímicos japoneses, U. Suzuki, T. Shimamura y S. Ohdake, lograron extraer de la
cáscara de arroz un compuesto que se manifestaba muy potente contra el beriberi. Dosis
de cinco a diez miligramos bastaban para producir la curación en un ave. En el mismo
año, el bioquímico de origen polaco Casimir Funk (que trabajaba entonces en Inglaterra y
más tarde se trasladó a los Estados Unidos) preparó el mismo compuesto partiendo de la
levadura.
Debido a que el compuesto demostraba ser una amina (es decir que contenía el
grupo amina, NH 2 ), Funk lo denominó «vitamina», nombre latino de «vida amina», y
supuso que el beriberi, el escorbuto, la pelagra y el raquitismo eran producidos por
deficiencias de «vitaminas». La conjetura de Funk resultó correcta en cuanto a su
identificación de que todas estas enfermedades eran provocadas por carencias
alimenticias. Pero, resultó que no todas las «vitaminas» eran aminas.
Isaac Asimov
Introducción a la ciencia
http://www.librosmaravillosos.com/introduccionciencia/vol02cap14.htm
¿Qué es el escorbuto? ¿A qué se debe?
¿Por qué se cura el escorbuto comiendo naranjas y limones?
¿Contienen vit C las hojas de los pinos?
¿Se puede decir de la experiencia de J. Cartier que la vit C es hidrosoluble?
¿Es correcto decir que Funk descubrió las vitaminas?