Rapunzel

A
Angel C EsMarketing en Universidad de Ixtlahuaca CUI

Cuento ejemplo en la Materia Ilustración Aplicada

Había una vez un hombre y una mujer que vivían
solos y desconsolados por no tener hijos, hasta que,
por fin, la mujer concibió la esperanza de que Dios
Nuestro Señor se disponía a satisfacer su anhelo.
La casa en que vivían tenía en la pared trasera una
ventanita que daba a un magnífico jardín, en el que
crecían espléndidas flores y plantas; pero estaba ro-
deado de un alto muro y nadie osaba entrar en él, ya
que pertenecía a una bruja muy poderosa y temida
de todo el mundo.
Un día asomóse la mujer a aquella ventana a con-
templar el jardín, y vio un bancal plantado de
hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que
despertaron en ella un violento antojo de comerlas.
El antojo fue en aumento cada día que pasaba, y
como la mujer lo creía irrealizable, iba perdiendo la
color y desmirriándose, a ojos vistas. Viéndola tan
desmejorada, le preguntó asustado su marido: “¿Qué
te ocurre, mujer?”
- “¡Ay!” exclamó ella, “me moriré si no puedo comer
las verdezuelas del jardín que hay detrás de nuestra
casa.” El hombre, que quería mucho a su esposa,
pensó: “Antes que dejarla morir conseguiré las
verdezuelas, cueste lo que cueste.” Y, al anochecer,
saltó el muro del jardín de la bruja, arrancó precipi-
tadamente un puñado de verdezuelas y las llevó a su
mujer. Ésta se preparó enseguida una ensalada y se
la comió muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron,
que, al día siguiente, su afán era tres veces más in-
tenso. Si quería gozar de paz, el marido debía saltar
nuevamente al jardín. Y así lo hizo, al anochecer.




                          2
Pero apenas había puesto los pies en el suelo, tuvo
un terrible sobresalto, pues vio surgir ante sí la bruja.
“¿Cómo te atreves,” díjole ésta con mirada iracunda,
“a entrar cual un ladrón en mi jardín y robarme las
verdezuelas? Lo pagarás muy caro.”
- “¡Ay!” respondió el hombre, “tened compasión de
mí. Si lo he hecho, ha sido por una gran necesidad:
mi esposa vio desde la ventana vuestras verdezuelas
y sintió un antojo tan grande de comerlas, que si no
las tuviera se moriría.”
La hechicera se dejó ablandar y le dijo: “Si es como
dices, te dejaré coger cuantas verdezuelas quieras,
con una sola condición: tienes que darme el hijo que
os nazca. Estará bien y lo cuidaré como una madre.”
Tan apurado estaba el hombre, que se avino a todo y,
cuando nació el hijo, que era una niña, presentóse la
bruja y, después de ponerle el nombre de Verdezue-
la; se la llevó.




                           3
Verdezuela era la niña más hermosa que viera el
sol. Cuando cumplió los doce años, la hechicera la
encerró en una torre que se alzaba en medio de un
bosque y no tenía puertas ni escaleras; únicamente
en lo alto había una diminuta ventana. Cuando la
bruja quería entrar, colocábase al pie y gritaba:
“¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!”
Verdezuela tenía un cabello magnífico y larguísimo,
fino como hebras de oro. Cuando oía la voz de la
hechicera se soltaba las trenzas, las envolvía en torno
a un gancho de la ventana y las dejaba colgantes: y
como tenían veinte varas de longitud, la bruja trepa-
ba por ellas.
Al cabo de algunos años, sucedió que el hijo del Rey,
encontrándose en el bosque, acertó a pasar junto a
la torre y oyó un canto tan melodioso, que hubo de
detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entrete-
nía su soledad lanzando al aire su dulcísima voz.




                          4
El príncipe quiso subir hasta ella y buscó la puerta
de la torre, pero, no encontrando ninguna, se volvió
a palacio. No obstante, aquel canto lo había arroba-
do de tal modo, que todos los días iba al bosque a
escucharlo. Hallándose una vez oculto detrás de un
árbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oyó que
gritaba, dirigiéndose a o alto:
“¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!”
Verdezuela soltó sus trenzas, y la bruja se encaramó
a lo alto de la torre. “Si ésta es la escalera para subir
hasta allí,” se dijo el príncipe, “también yo probaré
fortuna.” Y al día siguiente, cuando ya comenzaba a
oscurecer, encaminóse al pie de la torre y dijo:
“¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!”
Enseguida descendió la trenza, y el príncipe subió.




                            5
En el primer momento, Verdezuela se asustó Ver-
dezuela se asustó mucho al ver un hombre, pues ja-
más sus ojos habían visto ninguno. Pero el príncipe
le dirigió la palabra con gran afabilidad y le explicó
que su canto había impresionado de tal manera su
corazón, que ya no había gozado de un momento
de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al
escucharlo perdió Verdezuela el miedo, y cuando él
le preguntó si lo quería por esposo, viendo la mu-
chacha que era joven y apuesto, pensó, «Me querrá
más que la vieja», y le respondió, poniendo la mano
en la suya:
 “Sí; mucho deseo irme contigo; pero no sé cómo ba-
jar de aquí. Cada vez que vengas, tráete una madeja
de seda; con ellas trenzaré una escalera y, cuando
esté terminada, bajaré y tú me llevarás en tu caballo.”
Convinieron en que hasta entonces el príncipe acu-
diría todas las noches, ya que de día iba la vieja.




                          6
La hechicera nada sospechaba, hasta que un día Ver-
dezuela le preguntó: “Decidme, tía Gothel, ¿cómo
es que me cuesta mucho más subiros a vos que al
príncipe, que está arriba en un santiamén?”
- “¡Ah, malvada!” exclamó la bruja, “¿qué es lo que
oigo? Pensé que te había aislado de todo el mundo, y,
sin embargo, me has engañado.” Y, furiosa, cogió las
hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas
alrededor de su mano izquierda y, empujando unas
tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar
de ojos cerrar de ojos se las cortó, y tiró al suelo
la espléndida cabellera. Y fue tan despiadada, que
condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto,
condenándola a una vida de desolación y miseria.




                          8
El mismo día en que se había llevado a la muchacha,
la bruja ató las trenzas cortadas al gancho de la ven-
tana, y cuando se presentó el príncipe y dijo:
“¡Verdezuela, Verdezuela,
Suéltame tu cabellera!”
la bruja las soltó, y por ellas subió el hijo del Rey.
Pero en vez de encontrar a su adorada Verdezuela
hallóse cara a cara con la hechicera, que lo miraba
con ojos malignos y perversos:
“¡Ajá!” exclamó en tono de burla, “querías llevarte a
la niña bonita; pero el pajarillo ya no está en el nido
ni volverá a cantar. El gato lo ha cazado, y también a
ti te sacará los ojos. Verdezuela está perdida para ti;
jamás volverás a verla.”
El príncipe, fuera de sí de dolor y desesperación, se
arrojó desde lo alto de la torre. Salvó la vida, pero los
espinos sobre los que fue a caer se le clavaron en los
ojos, y el infeliz hubo de vagar errante por el bosque,
ciego, alimentándose de raíces y bayas y llorando sin
cesar la pérdida de su amada mujercita. Y así andu-
vo sin rumbo por espacio de varios años, mísero y
triste, hasta que, al fin, llegó al desierto en que vivía
Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos geme-
los, un niño y una niña, a los que había dado a luz.
Oyó el príncipe una voz que le pareció conocida y,
al acercarse, reconociólo Verdezuela y se le echó al
cuello llorando. Dos de sus lágrimas le humedecie-
ron los ojos, y en el mismo momento se le aclararon,
volviendo a ver como antes. Llevóla a su reino, don-
de fue recibido con gran alegría, y vivieron muchos
años contentos y felices.




                   Fin


                           9
Rapunzel
El ratoncillo,
      el pajarito y la
         salchicha




Un ratoncillo, un pajarito y una salchicha ha-
cían vida en común. Llevaban ya mucho tiempo
juntos, en buena paz y compañía y congeniaban
muy bien. La faena del pajarito era volar todos
los días al bosque a buscar leña. El ratón cuida-
ba de traer agua y poner la mesa, y la salchicha
tenía a su cargo la cocina.
¡Cuando las cosas van demasiado bien, uno se
cansa pronto de ellas! Así, ocurrió que un día
el pajarito se encontró con otro pájaro, a quien
contó y encomió lo bien que vivía. Pero el otro
lo trató de tonto, pues que cargaba con el traba-
jo más duro, mientras los demás se quedaban en
casita muy descansados pues el ratón, en cuanto
había encendido el fuego y traído el agua, podía
irse a descansar en su cuartito hasta la hora de
poner la mesa.




                       2
Y la salchicha no se movía del lado del puchero,
vigilando que la comida se cociese bien, y cuan-
do estaba a punto, no tenía más que zambullirse
un momento en las patatas o las verduras, y
éstas quedaban adobadas, saladas y sazonadas.
No bien llegaba el pajarillo con su carga de
leña, sentábanse los tres a la mesa y, terminada
la comida, dormían como unos benditos hasta
la mañana siguiente. Era, en verdad, una vida
regalada.




                       3
Al otro día el pajarillo, cediendo a las instigacio-
nes de su amigo, declaró que no quería ir más a
buscar leña; estaba cansado de hacer de criado
de los demás y de portarse como un bobo. Era
preciso volver las tornas y organizar de otro
modo el gobierno de la casa. De nada sirvieron
los ruegos del ratón y de la salchicha; el pájaro
se mantuvo en sus trece. Hubo que hacerlo,
pues, a suertes; a la salchicha le tocó la obliga-
ción de ir por leña, mientras el ratón cuidaría de
la cocina, y el pájaro, del agua.




                         4
¿Veréis lo que sucedió? La salchichita se marchó
a buscar leña; el pajarillo encendió fuego, y el
ratón puso el puchero; luego los dos aguardaron
a que la salchicha volviera con la provisión de
leña para el día siguiente. Pero tardaba tanto en
regresar, que sus dos compañeros empezaron
a inquietarse, y el pajarillo emprendió el vuelo
en su busca. No tardó en encontrar un perro
que, considerando a la salchicha buena presa, la
había capturado y asesinado. El pajarillo echó
en cara al perro su mala acción, que calificó de
robo descarado, pero el can le replicó que la sal-
chicha llevaba documentos comprometedores, y
había tenido que pagarlo con la vida.




                        5
El pajarillo cargó tristemente con la leña y, de
vuelta a su casa, contó lo que acababa de ver
y de oír. Los dos compañeros quedaron muy
abatidos; pero convinieron en sacar el mejor
partido posible de la situación y seguir haciendo
vida en común. Así, el pajarillo puso la mesa,
mientras el ratón guisaba la comida. Queriendo
imitar a la salchicha, metióse en el puchero de
las verduras para agitarlas y reblandecerlas; pero
aún no había llegado al fondo de la olla que se
quedó cogido y sujeto, y hubo de dejar allí la
piel y la vida.




                       6
Al volver el pajarillo pidió la comida, pero se
encontró sin cocinero. Malhumorado, dejó la
leña en el suelo de cualquier manera, y se puso a
llamar y a buscar, pero el cocinero no aparecía.
Por su descuido, el fuego llegó a la leña y pren-
dió en ella. El pájaro precipitóse a buscar agua,
pero el cubo se le cayó en el pozo con él dentro,
y, no pudiendo salir, murió ahogado.




                       7

Recomendados

Ricardo del copete por
Ricardo del copeteRicardo del copete
Ricardo del copetetesis2014
671 vistas9 diapositivas
La bella y la bestia por
La bella y la bestiaLa bella y la bestia
La bella y la bestiatesis2014
3.7K vistas18 diapositivas
Rumpelstilskin por
RumpelstilskinRumpelstilskin
Rumpelstilskinjhonjairosalazar
1.9K vistas3 diapositivas
Barba azul acti 3 por
Barba azul acti 3Barba azul acti 3
Barba azul acti 3tesis2014
944 vistas8 diapositivas
Horacio quiroga por
Horacio quirogaHoracio quiroga
Horacio quirogaLaura Casareski
504 vistas16 diapositivas
Patito por
PatitoPatito
Patitomarinon1979
91 vistas19 diapositivas

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Cuentos tradionales por
Cuentos tradionalesCuentos tradionales
Cuentos tradionalesGaby Gerez
1K vistas15 diapositivas
La bella durmiente. por
La bella durmiente. La bella durmiente.
La bella durmiente. Ros2016
172 vistas6 diapositivas
Devivavoz por
DevivavozDevivavoz
DevivavozEsperanza Sanabria Guapo
666 vistas29 diapositivas
Multimedia powe-point-1213656450394988-8 por
Multimedia powe-point-1213656450394988-8Multimedia powe-point-1213656450394988-8
Multimedia powe-point-1213656450394988-8Jovencita22
529 vistas36 diapositivas
Leeresmicuento.6 bosqueadentro por
Leeresmicuento.6 bosqueadentroLeeresmicuento.6 bosqueadentro
Leeresmicuento.6 bosqueadentroEsperanza Sanabria Guapo
686 vistas32 diapositivas
Lecturas para segundo de primaria por
Lecturas para segundo de primariaLecturas para segundo de primaria
Lecturas para segundo de primariaBIBLIOTECA BIBLIOTECA EPORA
1.8K vistas12 diapositivas

La actualidad más candente(19)

Cuentos tradionales por Gaby Gerez
Cuentos tradionalesCuentos tradionales
Cuentos tradionales
Gaby Gerez1K vistas
La bella durmiente. por Ros2016
La bella durmiente. La bella durmiente.
La bella durmiente.
Ros2016172 vistas
Multimedia powe-point-1213656450394988-8 por Jovencita22
Multimedia powe-point-1213656450394988-8Multimedia powe-point-1213656450394988-8
Multimedia powe-point-1213656450394988-8
Jovencita22529 vistas
EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS CUENTOS INFANTILES por mabuafe
EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS CUENTOS INFANTILESEL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS CUENTOS INFANTILES
EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS CUENTOS INFANTILES
mabuafe25.7K vistas
Perrault, charles cenicienta por Andrea Vargas
Perrault, charles   cenicientaPerrault, charles   cenicienta
Perrault, charles cenicienta
Andrea Vargas539 vistas
Cuentos clasicos maria por mariaobel
Cuentos clasicos mariaCuentos clasicos maria
Cuentos clasicos maria
mariaobel1.3K vistas
La reina del aire y las tiniebl t. h. white por Primaria4B
La reina del aire y las tiniebl   t. h. whiteLa reina del aire y las tiniebl   t. h. white
La reina del aire y las tiniebl t. h. white
Primaria4B145 vistas
Andersen, hans christian claus el grande y claus el pequeno por Frabypedia
Andersen, hans christian   claus el grande y claus el pequenoAndersen, hans christian   claus el grande y claus el pequeno
Andersen, hans christian claus el grande y claus el pequeno
Frabypedia136 vistas
Literatura 1 kurs por Liliya89
Literatura 1 kursLiteratura 1 kurs
Literatura 1 kurs
Liliya89220 vistas
Cuentos de los hermanos grimm por Mary Dueñez
Cuentos de los hermanos grimmCuentos de los hermanos grimm
Cuentos de los hermanos grimm
Mary Dueñez100 vistas
Leyandas mitologicas 6°c por Maria0928
Leyandas mitologicas 6°cLeyandas mitologicas 6°c
Leyandas mitologicas 6°c
Maria0928240 vistas

Similar a Rapunzel

Rapunzel Hnos Grimm por
Rapunzel Hnos GrimmRapunzel Hnos Grimm
Rapunzel Hnos GrimmLeo Contigo
12 vistas18 diapositivas
Rapunzel por
RapunzelRapunzel
RapunzelRaulAquise1
115 vistas10 diapositivas
Rapunzel.pdf por
Rapunzel.pdfRapunzel.pdf
Rapunzel.pdfnathaly194611
53 vistas10 diapositivas
La princesa y el guisante por
La princesa y el guisanteLa princesa y el guisante
La princesa y el guisantemarianda lopez rubio
381 vistas3 diapositivas
Test comprencion lectora por
Test comprencion lectoraTest comprencion lectora
Test comprencion lectoralau flower
860 vistas16 diapositivas
Elamadisimorolando por
ElamadisimorolandoElamadisimorolando
ElamadisimorolandoKoxana Medina Barrera
145 vistas8 diapositivas

Similar a Rapunzel(20)

Rapunzel Hnos Grimm por Leo Contigo
Rapunzel Hnos GrimmRapunzel Hnos Grimm
Rapunzel Hnos Grimm
Leo Contigo12 vistas
Test comprencion lectora por lau flower
Test comprencion lectoraTest comprencion lectora
Test comprencion lectora
lau flower860 vistas
Cuentos infantiles 1º Primaria por Loretta Serrano
Cuentos infantiles 1º PrimariaCuentos infantiles 1º Primaria
Cuentos infantiles 1º Primaria
Loretta Serrano16.6K vistas
Los dos hermanitos por FR GB
Los dos hermanitosLos dos hermanitos
Los dos hermanitos
FR GB258 vistas
C U E N T O La Bella Y La Bestia por guestcbabc6
C U E N T O  La  Bella Y La  BestiaC U E N T O  La  Bella Y La  Bestia
C U E N T O La Bella Y La Bestia
guestcbabc61.3K vistas
Cuento La Bella Y La Bestia por guestcbabc6
Cuento La Bella Y La BestiaCuento La Bella Y La Bestia
Cuento La Bella Y La Bestia
guestcbabc610.8K vistas
el maravilloso mundo de los cuentos por vanina33l
el maravilloso mundo de los cuentosel maravilloso mundo de los cuentos
el maravilloso mundo de los cuentos
vanina33l895 vistas

Último

Ác. nucleicos 2023.pdf por
Ác. nucleicos 2023.pdfÁc. nucleicos 2023.pdf
Ác. nucleicos 2023.pdfIES Vicent Andres Estelles
47 vistas56 diapositivas
Semana de Gestion Escolar Final 2023 GE Ccesa007.pdf por
Semana de Gestion Escolar Final 2023  GE  Ccesa007.pdfSemana de Gestion Escolar Final 2023  GE  Ccesa007.pdf
Semana de Gestion Escolar Final 2023 GE Ccesa007.pdfDemetrio Ccesa Rayme
220 vistas26 diapositivas
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdf por
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdfPresentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdf
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdfLauraJuarez87
59 vistas6 diapositivas
Diploma.pdf por
Diploma.pdfDiploma.pdf
Diploma.pdfValdezsalvadorMayleM
25 vistas1 diapositiva
textos y visiones 07 dgo por
textos y visiones 07 dgotextos y visiones 07 dgo
textos y visiones 07 dgoExamenes Preparatoria Abierta
76 vistas3 diapositivas
Tema 2 Aparato digestivo 2023.pdf por
Tema 2 Aparato digestivo 2023.pdfTema 2 Aparato digestivo 2023.pdf
Tema 2 Aparato digestivo 2023.pdfIES Vicent Andres Estelles
43 vistas91 diapositivas

Último(20)

Semana de Gestion Escolar Final 2023 GE Ccesa007.pdf por Demetrio Ccesa Rayme
Semana de Gestion Escolar Final 2023  GE  Ccesa007.pdfSemana de Gestion Escolar Final 2023  GE  Ccesa007.pdf
Semana de Gestion Escolar Final 2023 GE Ccesa007.pdf
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdf por LauraJuarez87
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdfPresentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdf
Presentación de Proyecto Creativo Doodle Azul.pdf
LauraJuarez8759 vistas
Castelo de San Diego (A Coruña) por Agrela Elvixeo
Castelo de San Diego (A Coruña)Castelo de San Diego (A Coruña)
Castelo de San Diego (A Coruña)
Agrela Elvixeo124 vistas
Curso Tegnologia y Educacion Virtual por s pinaz
Curso Tegnologia y Educacion Virtual Curso Tegnologia y Educacion Virtual
Curso Tegnologia y Educacion Virtual
s pinaz36 vistas
Concepto de determinación de necesidades.pdf por LauraJuarez87
Concepto de determinación de necesidades.pdfConcepto de determinación de necesidades.pdf
Concepto de determinación de necesidades.pdf
LauraJuarez8764 vistas
Herramientas para Educación a Distancia.pptx por a2223810028
Herramientas para Educación a Distancia.pptxHerramientas para Educación a Distancia.pptx
Herramientas para Educación a Distancia.pptx
a222381002841 vistas
1ER TRABAJO DEL ESEQUIBO.docx por palaciosodis
1ER TRABAJO DEL ESEQUIBO.docx1ER TRABAJO DEL ESEQUIBO.docx
1ER TRABAJO DEL ESEQUIBO.docx
palaciosodis23 vistas

Rapunzel

  • 1. Había una vez un hombre y una mujer que vivían solos y desconsolados por no tener hijos, hasta que, por fin, la mujer concibió la esperanza de que Dios Nuestro Señor se disponía a satisfacer su anhelo. La casa en que vivían tenía en la pared trasera una ventanita que daba a un magnífico jardín, en el que crecían espléndidas flores y plantas; pero estaba ro- deado de un alto muro y nadie osaba entrar en él, ya que pertenecía a una bruja muy poderosa y temida de todo el mundo.
  • 2. Un día asomóse la mujer a aquella ventana a con- templar el jardín, y vio un bancal plantado de hermosísimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El antojo fue en aumento cada día que pasaba, y como la mujer lo creía irrealizable, iba perdiendo la color y desmirriándose, a ojos vistas. Viéndola tan desmejorada, le preguntó asustado su marido: “¿Qué te ocurre, mujer?” - “¡Ay!” exclamó ella, “me moriré si no puedo comer las verdezuelas del jardín que hay detrás de nuestra casa.” El hombre, que quería mucho a su esposa, pensó: “Antes que dejarla morir conseguiré las verdezuelas, cueste lo que cueste.” Y, al anochecer, saltó el muro del jardín de la bruja, arrancó precipi- tadamente un puñado de verdezuelas y las llevó a su mujer. Ésta se preparó enseguida una ensalada y se la comió muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron, que, al día siguiente, su afán era tres veces más in- tenso. Si quería gozar de paz, el marido debía saltar nuevamente al jardín. Y así lo hizo, al anochecer. 2
  • 3. Pero apenas había puesto los pies en el suelo, tuvo un terrible sobresalto, pues vio surgir ante sí la bruja. “¿Cómo te atreves,” díjole ésta con mirada iracunda, “a entrar cual un ladrón en mi jardín y robarme las verdezuelas? Lo pagarás muy caro.” - “¡Ay!” respondió el hombre, “tened compasión de mí. Si lo he hecho, ha sido por una gran necesidad: mi esposa vio desde la ventana vuestras verdezuelas y sintió un antojo tan grande de comerlas, que si no las tuviera se moriría.” La hechicera se dejó ablandar y le dijo: “Si es como dices, te dejaré coger cuantas verdezuelas quieras, con una sola condición: tienes que darme el hijo que os nazca. Estará bien y lo cuidaré como una madre.” Tan apurado estaba el hombre, que se avino a todo y, cuando nació el hijo, que era una niña, presentóse la bruja y, después de ponerle el nombre de Verdezue- la; se la llevó. 3
  • 4. Verdezuela era la niña más hermosa que viera el sol. Cuando cumplió los doce años, la hechicera la encerró en una torre que se alzaba en medio de un bosque y no tenía puertas ni escaleras; únicamente en lo alto había una diminuta ventana. Cuando la bruja quería entrar, colocábase al pie y gritaba: “¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!” Verdezuela tenía un cabello magnífico y larguísimo, fino como hebras de oro. Cuando oía la voz de la hechicera se soltaba las trenzas, las envolvía en torno a un gancho de la ventana y las dejaba colgantes: y como tenían veinte varas de longitud, la bruja trepa- ba por ellas. Al cabo de algunos años, sucedió que el hijo del Rey, encontrándose en el bosque, acertó a pasar junto a la torre y oyó un canto tan melodioso, que hubo de detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entrete- nía su soledad lanzando al aire su dulcísima voz. 4
  • 5. El príncipe quiso subir hasta ella y buscó la puerta de la torre, pero, no encontrando ninguna, se volvió a palacio. No obstante, aquel canto lo había arroba- do de tal modo, que todos los días iba al bosque a escucharlo. Hallándose una vez oculto detrás de un árbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oyó que gritaba, dirigiéndose a o alto: “¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!” Verdezuela soltó sus trenzas, y la bruja se encaramó a lo alto de la torre. “Si ésta es la escalera para subir hasta allí,” se dijo el príncipe, “también yo probaré fortuna.” Y al día siguiente, cuando ya comenzaba a oscurecer, encaminóse al pie de la torre y dijo: “¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!” Enseguida descendió la trenza, y el príncipe subió. 5
  • 6. En el primer momento, Verdezuela se asustó Ver- dezuela se asustó mucho al ver un hombre, pues ja- más sus ojos habían visto ninguno. Pero el príncipe le dirigió la palabra con gran afabilidad y le explicó que su canto había impresionado de tal manera su corazón, que ya no había gozado de un momento de paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al escucharlo perdió Verdezuela el miedo, y cuando él le preguntó si lo quería por esposo, viendo la mu- chacha que era joven y apuesto, pensó, «Me querrá más que la vieja», y le respondió, poniendo la mano en la suya: “Sí; mucho deseo irme contigo; pero no sé cómo ba- jar de aquí. Cada vez que vengas, tráete una madeja de seda; con ellas trenzaré una escalera y, cuando esté terminada, bajaré y tú me llevarás en tu caballo.” Convinieron en que hasta entonces el príncipe acu- diría todas las noches, ya que de día iba la vieja. 6
  • 7. La hechicera nada sospechaba, hasta que un día Ver- dezuela le preguntó: “Decidme, tía Gothel, ¿cómo es que me cuesta mucho más subiros a vos que al príncipe, que está arriba en un santiamén?” - “¡Ah, malvada!” exclamó la bruja, “¿qué es lo que oigo? Pensé que te había aislado de todo el mundo, y, sin embargo, me has engañado.” Y, furiosa, cogió las hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas alrededor de su mano izquierda y, empujando unas tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de ojos cerrar de ojos se las cortó, y tiró al suelo la espléndida cabellera. Y fue tan despiadada, que condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto, condenándola a una vida de desolación y miseria. 8
  • 8. El mismo día en que se había llevado a la muchacha, la bruja ató las trenzas cortadas al gancho de la ven- tana, y cuando se presentó el príncipe y dijo: “¡Verdezuela, Verdezuela, Suéltame tu cabellera!” la bruja las soltó, y por ellas subió el hijo del Rey. Pero en vez de encontrar a su adorada Verdezuela hallóse cara a cara con la hechicera, que lo miraba con ojos malignos y perversos: “¡Ajá!” exclamó en tono de burla, “querías llevarte a la niña bonita; pero el pajarillo ya no está en el nido ni volverá a cantar. El gato lo ha cazado, y también a ti te sacará los ojos. Verdezuela está perdida para ti; jamás volverás a verla.” El príncipe, fuera de sí de dolor y desesperación, se arrojó desde lo alto de la torre. Salvó la vida, pero los espinos sobre los que fue a caer se le clavaron en los ojos, y el infeliz hubo de vagar errante por el bosque, ciego, alimentándose de raíces y bayas y llorando sin cesar la pérdida de su amada mujercita. Y así andu- vo sin rumbo por espacio de varios años, mísero y triste, hasta que, al fin, llegó al desierto en que vivía Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos geme- los, un niño y una niña, a los que había dado a luz. Oyó el príncipe una voz que le pareció conocida y, al acercarse, reconociólo Verdezuela y se le echó al cuello llorando. Dos de sus lágrimas le humedecie- ron los ojos, y en el mismo momento se le aclararon, volviendo a ver como antes. Llevóla a su reino, don- de fue recibido con gran alegría, y vivieron muchos años contentos y felices. Fin 9
  • 10. El ratoncillo, el pajarito y la salchicha Un ratoncillo, un pajarito y una salchicha ha- cían vida en común. Llevaban ya mucho tiempo juntos, en buena paz y compañía y congeniaban muy bien. La faena del pajarito era volar todos los días al bosque a buscar leña. El ratón cuida- ba de traer agua y poner la mesa, y la salchicha tenía a su cargo la cocina.
  • 11. ¡Cuando las cosas van demasiado bien, uno se cansa pronto de ellas! Así, ocurrió que un día el pajarito se encontró con otro pájaro, a quien contó y encomió lo bien que vivía. Pero el otro lo trató de tonto, pues que cargaba con el traba- jo más duro, mientras los demás se quedaban en casita muy descansados pues el ratón, en cuanto había encendido el fuego y traído el agua, podía irse a descansar en su cuartito hasta la hora de poner la mesa. 2
  • 12. Y la salchicha no se movía del lado del puchero, vigilando que la comida se cociese bien, y cuan- do estaba a punto, no tenía más que zambullirse un momento en las patatas o las verduras, y éstas quedaban adobadas, saladas y sazonadas. No bien llegaba el pajarillo con su carga de leña, sentábanse los tres a la mesa y, terminada la comida, dormían como unos benditos hasta la mañana siguiente. Era, en verdad, una vida regalada. 3
  • 13. Al otro día el pajarillo, cediendo a las instigacio- nes de su amigo, declaró que no quería ir más a buscar leña; estaba cansado de hacer de criado de los demás y de portarse como un bobo. Era preciso volver las tornas y organizar de otro modo el gobierno de la casa. De nada sirvieron los ruegos del ratón y de la salchicha; el pájaro se mantuvo en sus trece. Hubo que hacerlo, pues, a suertes; a la salchicha le tocó la obliga- ción de ir por leña, mientras el ratón cuidaría de la cocina, y el pájaro, del agua. 4
  • 14. ¿Veréis lo que sucedió? La salchichita se marchó a buscar leña; el pajarillo encendió fuego, y el ratón puso el puchero; luego los dos aguardaron a que la salchicha volviera con la provisión de leña para el día siguiente. Pero tardaba tanto en regresar, que sus dos compañeros empezaron a inquietarse, y el pajarillo emprendió el vuelo en su busca. No tardó en encontrar un perro que, considerando a la salchicha buena presa, la había capturado y asesinado. El pajarillo echó en cara al perro su mala acción, que calificó de robo descarado, pero el can le replicó que la sal- chicha llevaba documentos comprometedores, y había tenido que pagarlo con la vida. 5
  • 15. El pajarillo cargó tristemente con la leña y, de vuelta a su casa, contó lo que acababa de ver y de oír. Los dos compañeros quedaron muy abatidos; pero convinieron en sacar el mejor partido posible de la situación y seguir haciendo vida en común. Así, el pajarillo puso la mesa, mientras el ratón guisaba la comida. Queriendo imitar a la salchicha, metióse en el puchero de las verduras para agitarlas y reblandecerlas; pero aún no había llegado al fondo de la olla que se quedó cogido y sujeto, y hubo de dejar allí la piel y la vida. 6
  • 16. Al volver el pajarillo pidió la comida, pero se encontró sin cocinero. Malhumorado, dejó la leña en el suelo de cualquier manera, y se puso a llamar y a buscar, pero el cocinero no aparecía. Por su descuido, el fuego llegó a la leña y pren- dió en ella. El pájaro precipitóse a buscar agua, pero el cubo se le cayó en el pozo con él dentro, y, no pudiendo salir, murió ahogado. 7