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Se acabó. Lo que debió resolverse hace dieciséis años mediante el dialogo entre las admi-
nistraciones y esta Asociación tuvo que resolverse en los tribunales y hasta la ejecución de la
sentencia solo ha sido posible, tras las serias advertencias de la Sala al Regidor de la ciudad.
¿Donde están aquellos maleficios que nos alcanzarían si se ejecutaba la sentencia? Volverían
las jeringuillas, se abandonaría la Alcazaba, se iría la Universidad, etc. ¿Se acuerdan, verdad?
Todo sigue igual.
Desgraciadamente igual para el casco antiguo. La Plaza Alta, un oasis dentro de un casco
histórico cada vez más degradado. Los vecinos, o los pocos que quedan, conviven cada vez
con menos comercios y con más ruido provocado por los bares de copas. Y en esta realidad
no ha tenido nada que ver el rebaje de las dos plantas del cubo. Si toda una Administración
local en lugar de buscar resquicios imposibles para no ejecutar la sentencia, se hubiera centra-
do en buscar soluciones para revitalizar el casco histórico, probablemente estaríamos en una
posición diferente.
Todo lo contrario a los falsos augurios…, esta actuación ha venido a realzar el perfil de la Torre
de Espantaperros, ahora que se empieza a ver como el dinero empleado en la rehabilitación de
las murallas da sus frutos.
Y con el Hospital Provincial, se constata el mismo empecinamiento: una Administración con
una mayoría que le presupone estar en posesión de la verdad, sin intención de escuchar a nadie
que piense de forma diferente, y una propuesta arquitectónica que rompe y abre en canal este
edificio. La positiva y decidida voluntad del nuevo equipo de Gobierno Provincial de no dejar
a su suerte al edificio del Hospital Provincial, contrasta con las formas de gestionar este asunto.
Y es conveniente recordar como en el año 1985 se consumó una transformación urbanística
donde el patrimonio de la ciudad quedó muy mermado. Se demolió el antiguo convento de las
Descalzas del s. XVI, verdadero hospital de San Sebastián, para hacer la calle Sor Agustina. Se de-
rribó el Seminario San Atón, un edificio en uso del s. XVIII, ejemplo de arquitectura neoclásica con
su capilla y biblioteca, y se derribó la Casa de los Ordenandos, lugar que entonces estaba en
uso para espacios culturales de la ciudad y que además alojaba la Biblioteca Pública. En su lugar
los pacenses ganamos una plaza proyectada sin un árbol, sin sombra, un espacio casi muerto.
Desde 1982 hasta 1990 se modificó el Hospicio Real, aumentándole dos plantas irreales y
creando tres nuevas fachadas que hasta entonces eran inexistentes. De toda esta operación
especulativa, con miles de metros cuadrados en el centro de la ciudad para viviendas, tan solo
ganó la propia Diputación Provincial. Aun así, los ciudadanos dimos por bueno el acabado del
edificio sanitario y asumimos su transformación. No estando aun conformes, quieren volver a des-
menuzarlo para no sabemos que dudosos proyectos comerciales, todo esto enmascarado con
una utilización cultural.
¿Que necesidad tiene la Diputación de complicarse la vida y complicarnos a los ciudada-
nos cuando en una mesa técnica se podría poner solución consensuada que no volviera a
dividir a la ciudadanía?
SEGUIMOS EMPECINADOS EN COMETER LOS MISMOS ERRORES
2
UN MARCO REAL PARA ALFONSO IX DE LEÓN
Alberto González Rodríguez
Cronista Oficial de Badajoz
RAZONES
Erigidos ya monumentos a los personajes
más destacados de la historia de Bada-
joz: su fundador en época musulmana, Ibn
Marwan (siglo IX) y en la moderna a Manuel
Godoy, Príncipe de la Paz (siglo XIX) y otros,
parece oportuno completar la serie de hitos
dedicados a los artífices fundamentales de
su pasado dedicando el obligado recuerdo
al que le confiere el impulso y carácter que
determina la nueva etapa de la población
a partir del siglo XIII: Alfonso IX de León.
JUSTIFICACIÓN
Como en 875 lo fuera
Ibn Marwan respecto al
Badajoz musulmán con
la fundación en el Cerro
de la Muela de un pe-
queño reducto que aca-
baría por convertirse en
la capital del reino ára-
be más importante de
su tiempo en ciertos mo-
mentos, Alfonso IX resulta
el segundo fundador de
Badajoz, pues a su con-
quista en 1230 e impulso
subsiguiente debe esta
ciudad el crecimiento, vi-
talidad y pujanza que la
convirtió con el tiempo
en el núcleo más impor-
tante de todo el suroeste
peninsular, metrópoli pu-
jante, centro económico,
comercial, de servicio y
cultura de referencia en un amplio entor-
no con proyección sobre los territorios a
ambos lados de la frontera hispano por-
tuguesa, vertebrador de Extremadura y
su capital natural indiscutible desde los
siglos pasados.
Demarcación territorial de enorme ex-
tensión; condición de ciudad de Realengo;
esto es, dependiente solo del rey (condición
que en Extremadura gozaron únicamente
otras tres: Trujillo, Cáceres y Plasencia, algu-
na solo de modo transitorio) Fueros, esto es,
autonomía y organización municipal propia;
rollo y picota; escudo y pendón; subordina-
ción de numerosas aldeas y lugares; dehe-
sas, pastos comunales, terrenos de propios y
otros bienes y recursos; molinos y pesqueras;
ferias, mercados, franquicias y ventajosos
privilegios comerciales y de otro tipo, ade-
más de potente obispado, son algunas de
las generosas concesiones otorgadas por
Alfonso IX de León a Bada-
joz durante la semana es-
casa que permaneció en
la población tras ocuparla,
y que constituyen la base
de su consolidación, creci-
miento y pujanza posterior.
Razones que justifican
más que sobradamente
que la ciudad lo conside-
re artífice inseparable de
su pasado; impulsor de su
existencia, carácter y de-
sarrollo, y por tanto figura
merecedora de ser exalta-
da en un monumento por
la población a la que dió
nuevo impulso; pues si Ba-
dajoz es hoy lo que es, a él
lo debe en gran parte.
ANTECEDENTES
Durante un corto perio-
do de tiempo, a propuesta
realizada el 5 de abril de
1926 por el entonces alcal-
de de Badajoz, el historiador y Cronista de
la Ciudad Antonio del Solar y Taboada, la
plaza cuyo nombre fue siempre el de Pla-
za Alta, en atención a la significación de su
emplazamiento y funciones, recibió el nue-
vo de Plaza de Alfonso IX. Poco le duró, sin
Marco Real Alfonso IX
3
embargo, tal denominación, pues el primer
Ayuntamiento de la República, a propuesta
de su alcalde, Eladio López Alegría, en su se-
sión de 28 de Mayo de 1931, con el propó-
sito de eliminar del callejero los nombres de
reyes, militares, santos, religiosos y cualquie-
ra otro referente a personajes y hechos se-
mejantes, suprimió el nombre del monarca
leonés conquistador e impulsor de la ciudad
para restituirle el de Plaza Alta.
El intento posterior de aplicarle el de Pla-
za Marín de Rodezno, en atención al prela-
do que en el siglo XVII costeó su reforma y
modernización tampoco cuajó; pues aun-
que durante un tiempo figuró como nombre
oficial, nadie en la práctica la llamó así, sino
por el tradicional de Plaza Alta.
El fallido de aplicar su nombre a la Plaza
Alta, y la dedicación de una calle que casi
no lo es en lugar por completo inadecua-
do a la dimensión del personaje, han sido
los únicos y cicateros recuerdos que Bada-
joz ha dedicado a su fundador e impulsor,
Alfonso IX de León, a lo largo de ocho si-
glos. Hora es, pues, de remediar tan largo
como injusto olvido y prestar a su memoria
el recuerdo digno que su significación his-
tórica requiere.
EL MONUMENTO
Por sus características formales, simbolis-
mo y significación histórica de especial apli-
cación a Badajoz, y el personaje y hecho
que se trata de recordar, como modelo de
monumento se sugiere la erección de un
Marco Real.
Con carácter de signo jurisdiccional, el
Marco Real se trata de una hito vertical de
piedra, habitual y muy abundante en Es-
paña durante la Edad Media. Su función,
en alineamiento con otros con cuyo con-
junto determinaba el perímetro o mojone-
ra delimitadora del espacio acotado, era
señalar la demarcación de un territorio,
principalmente el término de una pobla-
ción o municipio, sobre todo los de realen-
go, caso de Badajoz, y su potestad para
defender sus privilegios y aplicar justicia
propia en su territorio. Al resultar tan exten-
sa su demarcación Badajoz contaba con
un elevado número de este tipo de hitos
señalando sus dominios.
Aunque distinto del rollo o picota, su con-
dición jurisdiccional y su formalización cons-
tructiva como columna a veces elevada
sobre gradas, el Marco Real se asemejaba
a aquel en lo formal y en sus condiciones
jurídicas, estando gravemente penado ( a
veces hasta con la muerte ) su destrucción,
modificación o cambio de emplazamiento,
al tratarse del símbolo de las propiedades,
autonomía y autoridad de la ciudad a la
que representaba.
Aunque en ciertos casos, sobre todo los
correspondiente a lugares menores, el mo-
delo que determinaba la mojonera era
muy variado, reduciéndose con frecuencia
a una simple piedra o laja hincada en el
suelo, una estaca de madera e incluso una
roca, árbol o arroyo, en los núcleos impor-
tantes se formalizaba como construcción
más elaborada, consistente por lo común
en un basamento de mampostería rema-
tado por una cruz o signo semejante con
escudos e inscripciones. Los de categoría
superior o encrucijadas más señaladas, so-
lían ser de piedra.
Dos ejemplos de modelo casi idéntico,
aunque el primero no se trate exactamente
de un hito de jurisdicción, sino devocional,
pueden verse aún en Badajoz: Uno delante
del convento de MM. Adoratrices de la pla-
zuela de San José, y el otro frente a la ermita
de Ntra. Sra. de Bótoa; éste con los escudos
de las cuatro principales familias de Badajoz
cuyas propiedades delimitaba en ese pun-
to: Vera, Rocha, Figueroa y Chaves.
El modelo predominante consistía en un
fuste de piedra ornamentado con escudos
e inscripciones, de una sola pieza o formado
por tambores, sobre grada o asentado di-
rectamente en el suelo; altura variable entre
2 y 5 metros y hasta uno de diámetro, rema-
tado en el caso de los lugares de realengo,
como era Badajoz, por la corona real.
Uno de los pocos ejemplos de este tipo
de signos que tras la orden de destruirlos dic-
tadas por las Cortes de Cádiz en 1812 per-
dura en Extremadura, es el correspondien-
te al Ducado de Alburqueque que se alza,
muy bien conservado, en las proximidades
del castillo de Azagala, posiblemente en su
misma ubicación original, al borde de la ca-
rretera de Herreruela.
4
SUGERENCIAS PARA EL MARCO REAL DE
ALFONSO IX DE LEÓN
Fuste de piedra de modelo dórico, prefe-
rentemente de una sola pieza en mármol de
Borba o granito, sobre tres gradas, con cua-
tro escudos de Badajoz según el modelo del
otorgado a la ciudad en 1230 por Alfonso IX,
que se reproduce en la Puerta de Palmas y
la lápida de La Galera, encarados a los cua-
tro puntos cardinales. En el fuste por encima
y por debajo de los escudos ostentará las
inscripciones “Muy Noble y Muy Leal Ciudad
de Badajoz” y, “La conquistó Alfonso IX de
León el 19 de marzo de 1230”.
En el extremo superior, sobre sencilla
moldura de toro ostentará como remate a
modo de capitel labrado en la misma pie-
dra, dos series de ondas superpuestas como
símbolo representativo del río Guadiana,
que en atención a su carácter como par-
te consustancial de la ciudad figuró ya en
sus escudos y emblemas más tempranos. Y
sobre las ondas corona real rematada con
una pequeña cruz de hierro.
¿POR QUÉ UN MARCO REAL?
La propuesta de que el monumento se
materialice como un Marco Real, y no como
una figura, efigie, lápida u otro tipo de mo-
numento de los habitualmente utilizados, se
basa en cuatro argumentos que lo hacen
particularmente aconsejable:
1) Su originalidad como monumento, de
cuyo tipo, a lo que sabemos, no existe nin-
guno otro en España.
2) Su acusada carga simbólica de alta
significación histórica y jurisdiccional, pues
se trata del modelo de hito que tras su con-
quista y refundación en la etapa cristiana re-
presentaba la condición de Badajoz como
ciudad exenta poseedora de Fuero propio
y todos los demás privilegios de su catego-
ría como lugar real. Es decir, los instrumentos
otorgados por Alfonso IX que le permitieron
y propiciaron su desarrollo y pujanza a partir
de entonces a lo largo de la historia hasta
nuestros días.
3) Su sencillez compositiva y su rotundidad
formal de fácil visualización e identificación
sobre los componentes del entorno y demás
monumentos, y su fácil encaje urbanístico
en cualquier lugar de la ciudad.
4) Su reducido coste económico en
relación con otros posibles modelos, tan-
to en lo que a material se refiere como al
proceso de ejecución, y la posibilidad de
adaptar fácilmente sus proporciones, aca-
bado y demás extremos, al presupuesto
establecido, sin menoscabo para el resul-
tado final.
UBICACIÓN
Su significación y características forma-
les aconsejan colocarlo preferentemente
en un lugar cuyo entorno ambiental his-
tórico, y visibilidad, realce su simbolismo
y al tiempo facilite su contemplación. A
reserva de otros que pueda determinar
el Ayuntamiento se sugieren las plazas de
San José o Plaza Alta, próximo a la puerta
del Capitel, o cualquier punto cercano a
la Casa de la Audiencia o Puerta del Toril,
lugares de gran tradición histórica y fácil
visualización, cuya dimensión evocadora
del origen y pasado de la ciudad resulta
reforzada por una configuración arquitec-
tónica y ambiental de acusado plasticis-
mo, y donde dada su configuración formal
neta y rotunda destacaría sin perturbar las
perspectivas del lugar. La presencia de las
Casas Mudéjares; la antigua ermita de San
José, erigida con ocasión de la conquista
de la ciudad por Alfonso IX el 19 de marzo
de 1230 y nombrado en ese momento pa-
trono de Badajoz; Casa de la Audiencia y
el telón de fondo de la Alcazaba, reforza-
rían la significación del hito y el personaje y
efeméride que rememora.
Esta propuesta ha sido elevada formal-
mente al Ayuntamiento de Badajoz en los
pasados años 2012 y 2014.
Dibujo original de AGR
5
CONDENADOS A GALERAS EN LA CÁRCEL DE
BADAJOZ A FINALES DEL SIGLO XVI
Jessica Carmona Gutiérrez
El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la
famosa batalla de Lepanto. Proba-
blemente se trató de la batalla naval más
violenta de todo el siglo XVI, 60 000 de los
170 000 combatientes murieron o fueron he-
ridos. Sin embargo, supuso una gran victo-
ria para Felipe II y la Santa Liga y una de-
rrota sin parangón para el Imperio Turco,
que trataba de avanzar por el Mediterrá-
neo. La situación de debilidad y desventaja
que ahora presentaba el enemigo quiso ser
aprovechada por el monarca castellano y,
por ello, se llevó a cabo una política que
favoreció la fabricación de galeras (em-
barcaciones utilizadas
para hacer la guerra
en el Mediterráneo por
su ligereza y doble trac-
ción a remo y vela). De
manera que, si en 1564
la Monarquía Hispánica
contaba con 79 gale-
ras en el Mediterráneo,
en 1572 el número de
éstas había aumenta-
do a 102. Así, se preten-
día acabar con todos
los focos enemigos que
aún se encontraban
activos (la piratería) y
asestar el golpe defi-
nitivo al Imperio Turco,
ya que debido a su
capacidad técnica y
económica éste podía
reconstruir rápidamente su armada.
La construcción de nuevas embarca-
ciones llevaba aparejada la necesidad
de remeros. Una necesidad que a me-
dida que avanzaba el siglo XVI se hacía
mayor por las mejoras y cambios introdu-
cidos en las propias embarcaciones. Solo
para hacernos una idea del número de
hombres que necesitaban las galeras,
apuntaremos que éstas solían tener 50
remos (25 a cada lado) y cada banco
lo ocupaban tres o cuatro hombres. Por
lo que cada galera necesitó, por tanto,
unos 250 galeotes más otros 15 o 20 de
reserva. Ante estas cifras cabe pregun-
tarse cómo consiguió la monarquía tan
elevado número de remeros.
Existían tres vías para conseguir remeros
para las galeras. Por una parte, estaban los
que voluntariamente se enrolaban en ellas
(los conocidos como “buenas boyas”) que
percibían un sueldo. Por otra parte, esta-
ban los esclavos, que podían ser cautivos
musulmanes capturados o individuos com-
prados o donados. Por último, se encontra-
ban los condenados
por la justicia, delin-
cuentes que cumplían
sus penas en las gale-
ras, y que constituían
la opción más rentable
para la Corona.
Por esta razón, en di-
ciembre de 1572 Felipe II
envió una Real Cédula
a todas las justicias del
reino solicitando infor-
mación sobre el núme-
ro de galeotes, presos,
condenados y senten-
ciados que se custo-
diaban en las cárceles
castellanas, con el ob-
jetivo de que pudieran
servir en la Armada. En
Extremadura, de los 105
condenados a galeras que aparecen en
la relación que se envió al secretario de Su
Majestad Juan Vázquez de Salazar, 16 se en-
contraban en la cárcel de Badajoz junto a
otras 14 personas que estaban condenadas
a otras penas que se podían conmutar por
las galeras y que por tanto, se incluyeron en
la relación.
Ahora bien, convendría preguntarse, lle-
gados a este punto, quienes eran estos pre-
Don Quijote habla con los galeotes.
Ilustración de Gustavo Doré.
6
sos que se encontraban en la cárcel pacen-
se y por qué razón estaban en ella. El delito
más común entre los penados con el remo
fue el de robo o hurto. En concreto, cinco
hombres habían sido acusados de ladrones.
Los robos más frecuentes eran los de anima-
les o ganados, algo que no resulta extraño si
tenemos en cuenta que en todo el territorio
extremeño la cabaña ganadera ocupó un
lugar muy importante en la economía y don-
de, además, la cercanía de la frontera con
Portugal favorecía el hurto de animales para
su venta en el país vecino. Así, por ejemplo,
encontramos en la cárcel de Badajoz a un
portugués que había robado un mulo a un
vecino de la ciudad con la intención de ven-
derlo en Portugal. Por este delito fue conde-
nado a doscientos azotes y seis años de gale-
ras. Una sentencia acorde con lo establecido
por la legislación, ya
que en 1566 Felipe
II había ampliado la
duración del servicio
de galeras para de-
terminados delitos.
De esta manera, si
en tiempos de Car-
los V el primer hurto
cometido se pena-
ba con cuatro años
de galeras, ahora
el servicio se vio au-
mentado a seis. Los
mismos años que
tendría que pasar un
vecino de Villamiel
que había realizado
diferentes hurtos en
esta villa y en Bada-
joz, y a quien, para arrancarle su confesión,
se le dio tormento de cordeles y agua.
La finalidad del tormento era la de que-
brantar la resistencia física y psíquica del reo
a través de la fuerza hasta obtener el reco-
nocimiento de su culpabilidad. Aunque exis-
tían numerosas formas de aplicar el tormen-
to, el más utilizado entre los jueces inferiores
(alcaldes) fue el de cordeles y agua. Esta
forma de tortura consistía en que, cuando
el atormentado se encontraba en el potro
(atado de pies y manos), se le iba dando
vueltas a unos cordeles con los que se iba
estirando el cuerpo (primero en los brazos y
si era necesario en los pies) y cuando éste
estaba tensionado y había cogido calor, se
le echaba por la espalda un jarro de agua
fría que le causaba mucho más dolor. Otra
variante consistía en poner una gasa o te-
jido fino sobre la boca e ir vertiendo agua
sobre el tejido con la intención de angustiar
al reo con la asfixia que provocaba.
Si los hurtos y robos eran frecuentes en la
ciudad de Badajoz también lo fue el contra-
bando. La cercanía de la frontera explica que
los casos de contrabando documentados se
den precisamente en esta ciudad. Jorge Már-
quez estaba preso en la cárcel de Badajoz
por haber comprado por Castilla muchos po-
tros, caballos, mulas y yeguas para venderlos
en el reino de Portugal, pero también, porque
ayudaba a otras personas a hacer lo mismo.
Por ello fue condenado a diez años de ga-
leras. Una condena
que bien podía ser
considerada una
“muerte en vida” por
las duras condiciones
en las que los galeo-
tes vivían en lo que
Marañón denominó
“infiernos flotantes”.
El espacio que es-
tos hombres tenían
para desarrollar su
vida en el barco era
aproximadamente
de 1,5 m, por lo que
vivían condenados a
una inmovilidad casi
absoluta. La hume-
dad era constante y
la alimentación mala y escasa; reducida, en
la mayoría de los casos, al conocido bizco-
cho: una galleta de pan medio fermentado
cocido dos veces para secarlo y evitar que
fermentara en las travesías muy largas. El agua
era escasa, y por ello, muchas veces se volvía
«turbia, hedionda, caliente y cenagosa», sien-
do necesario hervirla para poder beberla.
Otros delitos que en estos momentos se es-
taban sentenciando con la pena de galeras
eran los homicidios, las resistencias a la autori-
dad y los quebrantamientos de morada. Si tra-
dicionalmente el homicidio era condenado
con la pena de muerte, en estos momentos,
Tormento de cordeles y agua
7
debido a la necesidad de remeros, muchas
sentencias de muerte se conmutaban por la
pena de galeras. Pedro García Jaramillo, un
joven pacense de 18 años, había matado
(premeditadamente) en el puente de la ciu-
dad a un hijo de Pedro de Toro. Aunque la pri-
mera sentencia lo condenaba a muerte, una
segunda sentencia, motivada por el perdón
de los padres de la víctima y la necesidad de
hombres para las galeras, le condenó a ver-
güenza pública y cuatro años de galeras. Los
mismos años que serviría Diego Pacheco en
las galeras de Su Majestad, por resistencia a
la autoridad.
Por otra parte, cuatro hombres: Matías
Alonso, Francisco Pérez, Francisco Granado
y Hernán García, fueron
sentenciados a diferen-
tes penas por quebrantar
la casa de la viuda Bea-
triz Fernández, de noche,
y haberla sacado por
la fuerza y contra su vo-
luntad de la ciudad. A
Matías Alonso, por ser el
principal instigador y «tras
muchos delitos y senten-
cias por famoso e incorre-
gible delincuente», se le
condenó a muerte y fue
ahorcado en el rollo y pi-
cota de la ciudad. Fran-
cisco Pérez, fue perdo-
nado por la querellante,
aunque ello no impidió
que fuese condenado a
seis años de galeras, ya
que a pesar de los apar-
tamientos de querella, el
juez podía continuar de
oficio con el proceso si
la culpabilidad del reo estaba suficientemen-
te probada. Finalmente, Hernán García, fue
condenado a cuatro años de galeras.
La cédula enviada en 1572 por Felipe II
dejó claro que debía remitirse una relación
de todas aquellas personas que pudieran
ser condenadas al servicio de galeras,
haciendo mención, además de los delin-
cuentes (cuyos delitos eran merecedores
de la pena de galeras), a los gitanos y va-
gabundos. De los primeros decía que por-
que hay mucho número de ellos «procu-
rareys con gran diligençia e brevedad de
prender y tener a buen recaudo los que
en vuestra juresdiçión e distrito halláredes
e de los que ansí prendiéredes y tuviéredes
pressos nos ymbiareis relaçión».
En Extremadura, a lo largo del siglo XVI,
estos grupos comenzaron a asentarse en los
arrabales de poblaciones como Cáceres,
Trujillo, Badajoz, Llerena o Zafra y se dedica-
ban a vender caballos y asistir a ferias y mer-
cados, o actuar como músicos, danzantes o
artistas. Sin embargo, no fue hasta el reina-
do de Felipe II cuando se criminalizó de ma-
nera clara la forma de vida de los gitanos,
su identidad étnica y sus rasgos culturales.
Una persecución que va a venir motivada,
por un lado, por el inten-
to de someter y contro-
lar a estos grupos y, por
otro, por una vertiente
utilitarista, que pretendía
servirse de ellos con su
trabajo en las galeras y
en las minas de la coro-
na (aduciendo a su pro-
pensión a la vagancia).
En la cárcel de Bada-
joz había cinco gitanos
de los que se decía que
eran “vagantes”, y que
habiendo residido en Ta-
lavera faltaron muchas
cosas que habían hur-
tado. Si bien, solo se te-
nía sospechas de ellos,
ya que los hurtos habían
sido realizados tan ocul-
tamente que no se sabía
con certeza que fueran
ellos los culpables.
En definitiva, como podemos comprobar,
la necesidad de remeros para las galeras
hizo que la monarquía se sirviese de delin-
cuentes, y minorías, repartidos por todo el
reino con el fin de que sirvieran a su Arma-
da. Una realidad de la que Badajoz, como
el resto de Extremadura, no pudo escapar.
Para saber más: Carmona Gutiérrez,
Jessica, Extremeños condenados a gale-
ras en tiempos de Felipe II, Servicio de Pu-
blicaciones de la Diputación de Badajoz,
Badajoz, 2015.
8
Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote
La Asociación presenta un nuevo libro con el
que reafirma su compromiso con el conoci-
miento y la divulgación de la historia de nuestra
ciudad. Se trata de una edición no venal para
los socios, bibliotecas, colegios e institutos de la
ciudad. Somos conscientes que muchas institu-
ciones e interesados quedarán fuera del reparto
pero la Asociación no ha podido hacer una tira-
da mayor porque nuestros fondos son muy limita-
dos y las administraciones, a las que hemos acu-
dido, no les ha interesado o no les interesamos,
que viene a ser lo mismo.
La obra que presentamos, inicialmente anó-
nima, recoge la Historia de Badajoz y que fue
editada en 1844, saliendo de la imprenta de
Gerónimo Orduña.
Hace años, un buen amigo, conocedor de mis
aficiones a la historia local me mostró una peque-
ña obra que conservaba perfectamente envuel-
ta para evitar su deterioro. Le saqué unas foto-
copias. Pronto me percate que dicha obra no se
encontraba en biblioteca alguna de la ciudad,
ni en otras consultadas fuera de aquí. Esta obra,
al igual que la reeditada el año pasado, inver-
naban en mi cabeza para ser editada algún día.
Cuando en AdB se decidió sacarla a la calle, mi
amigo con gran disgusto me comentó que había
extraviado el libro.
Gracias a las aportaciones de Julián Gar-
cía Blanco, pudimos seguir la pista del anónimo
autor del libro, conocer su verdadero nombre y
localizar otro ejemplar que a día de hoy, debe
ser único en el mundo mundial. Cierto, sin porta-
da, pues no la tiene, pero gracias a las fotoco-
pias que realicé y al trabajo de restauración del
impresor, se ha podido restablecer totalmente y
elaborar este esplendido facsímil.
El autor firma el libro como “V.F.” y nos señala su
pertenencia a la Económica Amigos de País. No
es casualidad que hayamos querido publicarlo
justo en el 200 aniversario de la RSEAP. Pues bien,
será Vicente Barrantes, quien 20 años después de
que se escribiera el libro, nos dé puntual informa-
ción sobre el autor, e indirectamente responda a
la pregunta que tantas veces me hice sobre la
extrañeza de no encontrar ejemplares, ni siquiera
en la propia Biblioteca de la Económica. Resulta
pues, según Barrantes, que al publicar dicha obra,
un caballero de la ciudad adquirió todos los ejem-
plares para que no perjudicase una obra similar
que pensaba editar. Pero evidentemente no las
debió comprar todas pues tenemos constancia
de al menos dos ejemplares.
No vayan a pensar que esta Historia de Bada-
joz va a resolver todas sus dudas sobre la ciudad,
ni que estamos delante de una lección magistral
sobre nuestra ciudad; no, claro que no. Tampo-
co se escribió para eso. Principalmente es muy
interesante el trato que da a la guerra de la in-
dependencia, que el autor vivió desde dentro, y
todo cuanto se refiere al siglo que le tocó vivir y
que describe de primera mano.
El libro además cuenta con un prologo intro-
ductorio sobre el autor; su “ajetreada” vida polí-
tica y las numerosas actuaciones que desarrolló
para la ciudad y su provincia, magistralmente in-
vestigado por Julián García Blanco y que a ren-
glón seguido realizaré un breve resumen para
abrirles el apetito.
Barrantes identifica “V.F.” como Vicente Fal-
cato, nacido en esta ciudad en 1781. Luchó con-
tra los franceses al frente de los zapadores, fue
Maestro Mayor de las Fortificaciones con cargo
civil, no militar, y como arquitecto o ingeniero, in-
tervino en numerosas obras civiles de la ciudad.
Políticamente fue un destacado liberal al que le
complicaron mucho la vida, principalmente Fer-
nando VII. Efectivamente, como el propio autor
anuncia en la portada, al final de su vida, fue
uno de los 34 socios de la Económica de en-
tonces, pero no en la fecha que dispone la ins-
titución. Fue miembro fundador de la Comisión
Provincial de Monumentos Artísticos de Badajoz
y lo veremos trabajar en busca de la Mezquita
árabe, en el informe que se hizo para derribar la
Torre de Espantaperros, en las ruinas de Mérida,
en los baños de Alange, etc.
Trabajó en las obras civiles más importantes
en la ciudad como la reforma del puente de
Palmas, realizó el Cementerio de San Juan, hizo
el Paseo de San Francisco, la demolición de la
ermita de San Andrés en el centro de la plaza de
Cervantes, reparaciones en las casas consistoria-
les, en la cárcel vieja de la plaza de San José,
etc. Pero también trabajó para la Diputación,
principalmente en la construcción de puentes
y por citar el solo algunos, destacan los del río
Albarragena, la rivera de Olivenza, el puente de
Gévora o Cantillana que quedó sin uso tras la
guerra de la Independencia, etc.
Celebramos este pequeño homenaje a quien
tanto dedicó a su ciudad y restituimos con el fac-
símil la usurpación que de su obra realizó el ca-
ballero de su obra escrita.
LA “HISTORIA DE BADAJOZ” QUE LE USURPARON
A VALENTÍN FALCATO EN 1844
9
UNA VEZ MÁS…Y AHORA EN 1705,...
LA CIUDAD DE BADAJOZ, FRONTERA Y GUERRA.
Fernando Cortés Cortés
Director de la Revista de Estudios Extremeños
Cronista Oficial de Badajoz
La realidad presente en la frontera hispano-
portuguesa de buena parte de los Tiem-
pos Modernos y Contemporáneos ha estado
marcada por una casi permanente situación
de conflicto armado, de profundas enemista-
des, de dilatados tiempos de odios, rencores,
asaltos, rapiñas y saqueos entre los dos pueblos
moradores a ambos lados de la Raya extreme-
ño-alentejana con su centro en la ciudad de
Badajoz. Porque esa Frontera, en la magistral
caracterización de Ángel Rodríguez Sánchez,
es a veces frontera de pillaje, a veces frontera
de colonización pero siempre
bien distante y alejada de los
centros del poder político, en
los que se adoptan decisiones
de gobierno; una frontera de
conflictos, escenario de en-
frentamientos armados que
conducen a la despoblación
y a la ruina. Con unas estruc-
turas económicas arcaizantes,
carente de elementos artesa-
nales que vayan más allá del
autoabastecimiento.
En reiteradas ocasiones, la
región extremeña se transfor-
ma en escenario de un con-
flicto armado, ya que la con-
cepción estratégica presente
tanto en Lisboa como en Ma-
drid, convierten a Extremadu-
ra y al Alentejo en centro neu-
rálgico y principal escenario
de la lucha. Como lo había
sido en los finales del siglo XV1
,
o del siglo XVI2
.Como lo fue en
la dilatada Guerra de la Res-
1. MAZO ROMERO, Fernando: El condado de Feria
(1394-1505), Badajoz 1980.
2. FERNANDEZ ÁLVAREZ, Manuel: “Lisboa: La unión de
Portugal y Castilla bajo Felipe II. Objetivo”, en Las re-
lacio-nes entre Portugal y Castilla en la época de los
descubrimientos y la expansión colonial, coord. por
Ana María Carabias Torres, Salamanca, 1996, págs.
327-336.
tauración portuguesa3
y las situaciones de duras
tensiones con el vecino portugués a lo largo de
los finales del siglos XVII4
y del XVIII, iniciado con
la Guerra de Sucesión a la Corona de España5
, y
como lo será en diversos momentos del siglo XIX.
Permítaseme, mínimo personal homenaje a
este aniversario de Amigos de Badajoz, presen-
tar unas breves transcripciones —respetando la
ortografía del momento— de textos recogidos
en números de la Gaceta de Madrid en los que
se muestran, por lo general con elevados niveles
de propaganda bélico-política para estimular e
incentivar a los propios partidarios, difíciles reali-
dades y duras situaciones por las que la ciudad
de Badajoz y de modo especial sus habitantes,
hubieron de transitar en los comienzos del siglo
XVIII, con ocasión de la Gue-
rra de Sucesión a la Corona
de España, cuyo desarrollo en
la región extremeña ha mere-
cido hasta el momento pre-
sente escasa atención para la
historiografía regional.
Desde Badajoz, 6 de sep-
tiembre de 1704, Gaceta de
Madrid de 16 de septiembre,
se dice:
“Auiendo tenido noticia el
señor Principe de Serclas que
200 Portugueses salian de Oli-
vença à quemar los Granos
de estas Vecindades, diò or-
den al Coronel Don Domin-
go Saluzo, para que con 200
Infantes, y alguna Cavalleria
saliese à oponerse, y avien-
dolos encontrado à una le-
gua de Olivença, los derrotó
enteramente, matándoles 54
y haciendo Prisioneros 16 sin
que la Cavalleria de la Plaza
3. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel: “Guerra, miseria y
corrupción en Extremadura, 1640-1668”, en Estudios
dedicados a Carlos Callejo Serrano, Cáceres, 1979,
págs. 605-625.
4. CORTÉS CORTÉS, Fernando: “Presión militar en la
frontera hispano-portuguesa de finales del siglo XVII”,
en Revista de Estudios Extremeños, tomo XLVI, III, Ba-
dajoz, 1990, págs. 631-653.
5. ALBAREDA SALVADÓ, J.: La Guerra de Sucesión de
España (1700-1714), Barcelona, 2010.
Portada del “Compendio annual de
los svcessos principales de la Evropa”
10
de Olivença saliese à la defensa, se volvieron
à Badajoz.”
Pasados unos meses, desde Madrid, 12 de
mayo de 1705, Gaceta del mismo día, entre
otras cosas, se informa:
“De Badajoz ay también noticia, que los
Enemigos se avian dexado vèr por aquellos
contornos.”
Al poco, Badajoz, 23 de junio de 1705, Gace-
ta de Madrid de 30 de junio, se comentan dos
noticias:
“El Exercito que los Enemigos tienen por
esta parte, se ha retirado à Quarteles. Aqui
estamos con bastante gente, y abundancia
de Viveres, y Municiones.”
Y además, se muestra la actuación de uno
de los soldados acuartelado en la ciudad:
“Aviendose aprehendido à un Soldado
Desertor de nuestra Cavalleria, que bolvia del
Campo de los Enemigos, depuso ante el Ca-
pitán General, Marques de Bay, que Don Luis
Fernandez de Cordova, Coronel de un Regi-
miento de Cavalleria le avia
dado un pliego con Cartas
para el Almirante. Con esta
noticia se prendió luego à
este Coronèl, y se empezó
la averiguación, tomandole
para ello las mas rigurosas.
Y aviendose formado pro-
ceso, por el delito de deser-
ciones repetidas, fue conde-
nado à muerte; y estando al
pie de la Horca para execu-
tarse la sentencia, declaró
ser falsa la acusación que
avia hecho contra el Co-
ronèl Don Luis Fernandez de
Cordova, y que para ella
tuvo el solo fin de vèr si po-
día salvar su vida y escusar
la muerte que merecía por
sus deserciones; con cuyo
acto queda desvanecida la
injusta calumnia contra este
Coronèl, y su honor, con los
grados de estimación que
merece la grande honra y
fidelidad con que sirve al Rey.”
El 11 de septiembre de 1705, Gaceta de 6 de
octubre, desde Londres se informa:
“Las noticias ultimas que han venido de Por-
tugal, solo avisan que Milord Gallovay disponía
sus Tropas para el sitio de Badajoz, y se hazían
ya Almagazenes en Yelves, y Olivença.”
De forma complementaria, ahora desde Ma-
drid, en la Gaceta de ese mismo 6 de octubre,
“Teniendo noticia el señor Marquès D.
Alexandro de Bè, que los Enemigos hazian
grandes prevenciones para una grande ex-
pedición, salió de Badajoz el dia 25 con 2.500
cavallos y 4.000 Infantes y encontrándolos
entre Estremòz, y Yelves, después de averles
abrasado varios Almagazenes de paja, de-
más de 100.000 arrobas que avian juntado
para la subsistencia de la Cavalleria, les quitò
80 Mulos cargados de Municiones, 300 Bue-
yes, y 100 Bacas que tenían destinados para
la Artilleria, y mas de cinco mil cabeças de
ganado menor; y aunque salieron Tropas de
estas dos plazas à dar calor à los que condu-
cían este Comboy, solo sirvieron de testigos
para la presa, que se conduxo a Badajoz.”
Un día antes, Badajoz, 5 de octubre de 1705,
Gaceta de Madrid de 13 de octubre se informa
de una nueva situación bélica:
“Los Enemigos el dia 2, 3 y 4 passando à
Guadiana, tomaron los puestos à esta Ciu-
dad, estendiéndose desde las Huertas del
Camino de Talavera, hasta el Camino de San
Ga-briel, desde donde traen la
Linea de Circunvalacion, hasta
la Hermita de San Roque. Esta
Plaza està proveìda de todo
con buena Guarnicion, y mu-
chos, y buenos Oficiales, y ay
mas de 2.000 Naturales resta-
dos à perderse en su defensa.
En esta seguridad, luego que
el Enemigo pasò el Rio, salieron
de aquí el Señor Marquès de
Bè, el Mariscal de Campo Don
Joseph de Armendariz, y otros
con los Regimientos de San
Vicente, y Cordova, que se in-
corporaràn para el socorro con
el Exercito que manda el señor
Mariscal de Tessè, que se halla
en Lobon, 4 leguas de aquí.”
En este mismo número de la
Gaceta, de 13 de octubre, aho-
ra desde Madrid se comunica:
“De Merida en carta de sie-
te se avisa, que queriendo los
Enemigos hazer un abance al
Fuerte de las Pardaleras —en
cursiva en el original— fueron rechazados, con
muerte de mas de 400.”
También desde Mérida, 10 de octubre de
1705, Gaceta de Madrid de 20 de octubre, se
narra la situación que se registra en la ciudad
de Badajoz:
“Los Enemigos en numero (según los De-
fensores) de mas de 20.000 Infantes, y 5.000
Cavallos, desde el dia dos tienen sitiada à
Badajoz; pero estos ocho días ha sido tanto
Gaceta de Madrid
13 octubre 1705
11
el fuego que se les ha hecho de la Plaza, que
han adelantado muy poco las obras. En al-
gunas salidas se les ha muerto mucha gen-
te. Con la noticia del sitio, se ha conmovido
toda la Provincia de Estremadura, acudiendo
en competencia Ciudades, Villas y Lugares
con armas, Cavallos, bastimentos, y cauda-
les para repeler, y escarmentar à los Enemi-
gos. Nuestro Capitán General el Marques de
Bè, que con tanto acierto gobierna las Armas
del Rey en esta Provincia, unido con el gran
zelo del señor Mariscal Tess, y de los demás
Generales, con nuestras Tropas, casi en igual
numero à las del Enemigo, están resueltos à
socorrer la Plaza à cualquier costa.”
Desde Madrid, 20 de octubre, Gaceta de ese
mismo día, se anunciaba la que parece victoriosa
actuación de las tropas que apoyan a Felipe V:
“El Domingo 18 por la noche llegó a Ba-
dajoz el Cavallero de Montlieu, Capitàn del
Regimiento de Moscoso
con la noticia de que la
noche del dia 14 mar-
charon los señores Maris-
cal de Tessè, y Marquès
de Bè con las Tropas, y
pasaron à Guadiana à
vista de los Enemigos; y
después de averse aca-
ñoneado mas de 3 ho-
ras, y con poco daño
nuestro, se retiraron los
Enemigos à su Campo. El
señor Mariscal hizo entrar
mil hombres en la plaza, y
se acampo à tiro de mos-
quete de ella. Los Ene-
migos abandonaron sus
Trincheras y retiraban su
Artilleria, y Bagaje à Oli-
venza. Nuestra Cavalleria
iba en su seguimiento. Los
Enemigos han perdido
más de dos mil hombres
desde que se pusiseron
à la vista de esta plaza…
Por dos vezes con el fue-
go de la Plaza, se les que-
mò à los Enemigos la mayor parte de sus mu-
niciones. La Cavalleria de los Enemigos con
la penuria que ha padecido de forrages, ha
quedado muy maltratada.”
No son solo los textos incluidos en las pági-
nas de la Gaceta de Madrid. También en una
fuente impresa, quizás con su apoyatura en las
mismas páginas oficialistas, en un “Compendio
anual de los Sucessos Principales de la Europa,
en el año de 1705” que según se detalla en su
portada “Escrivelo el Lic. Don Juan de la Cruz,
Presbytero, Dedicado al Capitán Don Juan de
Vizarròn y Aranibar, Cavallero del Orden de Al-
cántara, &c., con privilegio, En Madrid, por Juan
Garcia Infançon, Impressor de la Santa Cruzada.
Año de 1706. A expensas de Antonio Vizarròn.”6
Así, pág. 105,
“El Exercito principal de los Enemigos se
acampò à vista de Badajoz, à la otra parte
de Guadiana: pero cinco mil cavallos pues-
tos en la contraria Rivera, detuvieron sus mo-
vimientos, como también el Marquès de Tuy
con alguna Cavvalleria, è Infanteria detuvo
al Marquès de las Minas, que se acampò à la
otra parte del Tajo.”
Por otro lado, págs. 241 y siguientes,
“Los Portugueses, reconociendo buena la
ocasion para adelantar sus Armas… determi-
naron el Sitio de Badajoz; su gente era mu-
cha, y la Artilleria buena, la Empresa ideada
de muchos días, los Genera-
les de Inglaterra, y Olanda,
aunque desconfiados de
el calor con que los Portu-
gueses hazian esta Guerra,
avivaron las operaciones
con su Exemplo, y con su in-
dustria; y assi pasando el Rio
Guadiana, tomaron el dia
dos de Octubre los Puestos
à la Plaza, estendiendose
desde las Huertas de el Ca-
mino de Talavera, hasta San
Gabriel, y desde allí corrie-
ron la línea de Cincunva-
lacion, hasta la Hermita de
San Roque.”
¿Cómo estaba la ciudad
y qué tropas la defendían?
Nuestro presbítero prosigue
con noticias similares, hasta
en su redacción, a las detalla-
das de la Gaceta de Madrid.
“Avía para la defensa de
la Plaza alguna Artilleria, pero
pocas Murallas, pués no te-
miendose por allí los Ataques,
le avian fabricado cortas For-
Gaceta de Madrid 13
octubre 1705
6, Sendas copias digitales del volumen se encuentra
(27 de enero de 2016) en estas direcciones:
https://books.googlr.rd/books?id=fldel8UuYIAC&redir_
esc=y
https://bppoks.google.es/books?id=fldel8UuYIAC&
pg=PT121&lpg=PT121&dq=compendio+anual+de+
los+sucesos&source=bl&ots=KNKaxOAH_p&sig=DUj
88ftfkniCI3D4PtXj6fwBStM&hl=es&sa=X&ved=0ahUK
EwiSqKWdqMjKAhUCrKYKHZwbDmYQAEIIjAA#v=on
epage&q=compendio%20anueal%20de%20los%20
sucesos&f=false
12
tificaciones. La Guarnicion era buena, à quien
asistían dos mil Naturales Armados, que assi por
la Fidelidad al Rey, y amor à su Patria, como
por el odio envegecido á los Confinantes, esta-
ban dispuestos hasta el ultimo aliento.”
Y pese a los refuerzos que llegan, recogidos en
la Gaceta de Madrid de 5 de octubre de 1705,
“Siendo la desigualdad tanta en el nume-
ro de Tropas, pues llegaba el Exercito Portu-
guès a 20.000 Infantes, y cinco mil Cavallos,
y la Plaza aunque no Cerrada, por ser larga
su Circunvalacion, tenia poca defensa, que
consistía en una Estrada Cubierta muy mala,
y que apenas tenia Fosos, se dio por cierta
su Expugnacion, y assi se publicò por Europa,
aun antes de se batiesen las Murallas.“
La solidaridad regional parece funciona de
forma adecuada:
“Acudieron à la defensa los Gentiles
hombres y Cavalleros de las Ciudadaes
vezinas, con todas las mejores Milicas de el
Pays, con las quales, y algunos Esquadrones
de Mons. De Geofreville, y dos Batallones
de Barois, que avian venido de Cadiz, se
fortificò el Exercito de el Mariscal de Tessè,
tanto que qcercandose al pequeño lugar
de Talavera, determinò introducir el Soco-
rro, aviendo antes introducido en la Plaza,
algún dinero, para asistencia de los Solda-
dos, y bastantes Minadores, y Artilleros para
manejar las Operaciones.”
La realidad de los combates merece la aten-
ción del autor:
“Hasta el dia catorze se adelantaron muy
poco los Sitiadores, contentándose con jugar
su Artilleria, y Fuegos, cubriéndose de los da-
ños que hizieron con algunas Salidas los de la
Plaza. Yà con la continuación de los Cañones
lograron abrir suficiente Brecha para el Asal-
to, por ser la debilidad tanta de el Bastion, y
de las Murallas, y assi reconocido el peligro,
se determinaron los Generales de España à
introducir à costa de una Batalla, el Socorro.”
En su consecuencia,
“Partiò el Mariscal de Talaveruela con una
noche obscura, y lluviosa el dia catorze de
Octubre, y pasando por el Bado à Guadiana
à la Izquierda de su Campo, se acercò à la
Ebora pequeño Rio que entra en Guadiana,
poco mas abaxo de la Plaza. Advirtieron al
amanecer los Portugueses este Movimiento,
y al ver à poca distancia à sus Enemigos, se
pusieron en Batalla à las Margenes de el Rio,
en cuya Rivera tenían fabricados algunos
Fuertecillos para disputar los Bados. Aligerò
sus Marchas el Mariscal, y passò la Evora con
su Infanteria, y Artilleria, antes que los Por-
tugueses pudiessen acercarse, y pasando
desspues por los diferentes Bados la Cava-
lleria, se pusieron en forma de Batalla à la
opuesta Rivera; lo que visto por los Portugue-
ses, se detuvieron contentándose con dispa-
rar algún tiempo sus Cañones, y sin proseguir
el Alcance, se retiraron à su Campo.”
Toda la operación resulta victoriosa para las
tropas hispano-francesas que apoyan los dere-
chos de Felipe V, a los que se oponen los inte-
grantes de la Coalición anglo-holandesa-portu-
guesa, en defensa del Pretendiente austriaco:
“Logrado el Socorro de la Badajoz, se
acampò el Mariscal á la vista de la Plaza, y
los Enemigos desconfiados de la Empresa,
empezaron el dia quinze á retirar su Artilleria
de la Trinchera, hasta que el dia diez y sie-
te la Abandonaron enteramente, dexando-
se cantidad de Bombas, Valas, Granadas, y
otras Municiones. Conservaron buena orden
en la Marcha, y assi padecieron poco daño,
aun cargados en la Retirada por Mons. De
Moutmain; assi prosigueiron hasta Olivença,
y desde allí recogidos en Elbas, discurrieron
solo en Aquartelar sus Tropas.”
Los resultados fueron sangrientos:
“Los muertos se cuentan con variedad, los
mas convienen, en que fueron mil durante
el Sitio, porque el fuego de la Plaza fue muy
grande, y los Sitiadores se aplicaron poco à
cubrir sus obras, faltos sin duda de experien-
cia en el nuevo modo de Atacar las Plazas.
Lo cierto es que en tantos días de Sitio pu-
dieron hacer mas, si fueran mas industriosos,
y aun aseguran que los Españoles y France-
ses podían aver logrado un gran dia, si luego
que conocieron la Retirada de los Enemigos,
huvieran dado sobre ellos con todas sus Fuer-
ças, que ya eran grandes; pero en las opera-
ciones Militares, es menester oir à los Genera-
les sus Razones antes de sentenciarlos.”
El balance de las acciones desarrolladas
en la ciudad de Badajoz y sus alrededores
son seguras:
“Lo cierto es que solo con esto, lograron
mucho crédito las Armas de el Rey, pues aco-
sadas por todas partes, supieron vencer al
Exercito mayor que mantenían sus Enemigos
en España, y que se desconcertaron con el
Levantamiento del Sitio con todas las Espe-
ranças que se avian Concebido en Castilla
con esta Conquista.”
13
EL CONVENTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y
EL BALUARTE DE LA TRINIDAD DE BADAJOZ
Moisés Cayetano Rosado
Julián García Blanco (historiador) y Javier Te-
jeiro Fuentes (arquitecto) forman un equipo
de trabajo compenetrado y multidisciplinar no
solo por sus diferentes formaciones académicas
sino por la amplitud de sus inquietudes geoespa-
ciales, históricas, urbanas, de ordenación territo-
rial, artísticas, culturales, etc.
Su capacidad para desentrañar archivos y
escudriñar documentos, planos, ilustraciones, re-
sulta proverbial. Como lo es
también su desenvoltura en
el propio terreno de los he-
chos sobre los que investi-
gan, siendo capaces de “le-
vantar la tierra” y sacarle sus
secretos a las distintas capas
que el tiempo ha ido dejan-
do, como un libro que crece.
Ahora publican conjun-
tamente El Convento de la
Santísima Trinidad y el Ba-
luarte de la Trinidad de Ba-
dajoz, que es más que una
monografía minuciosamente
estudiada y anotada (570
notas de “a pie de página”,
ordenadas al final del libro).
Es una explicación detallada
de cómo se construyó este
convento de finales del siglo
XIII, cómo fue evolucionando
su morfología y uso, que tan-
to condicionó el trazado de
la muralla abaluartada de
finales del siglo XVII, y cómo
—“arropándolo”— se levan-
taría el Baluarte que lleva su
nombre, documentando su
uso y las actuaciones en el
mismo hasta la actualidad.
Pero es mucho más. Es un magistral recorrido
por la evolución del recinto fortificado moderno,
siguiendo los acontecimientos fundamentales
ocurridos en la ciudad y su entorno: Guerra de
Restauração del siglo XVII, Guerra de Sucesión
de la Corona española de principios del siglo
XVIII, Guerra de Independencia de principios del
siglo XIX, República y Guerra Civil española (1931–
1939), y actuaciones y planes urbanísticos hasta el
actual momento.
El libro va dividido en ocho capítulos, a los que
siguen las amplias notas y bibliografía, con que
los autores acostumbran a “respaldar” sus inves-
tigaciones. La falta de planos anteriores a las ac-
tuaciones de finales de siglo XVII las suplen con
una magistral interpretación dibujada por ellos
mismos de la cerca medieval y el propio Con-
vento (tienen el acierto de ilustrar la portada con
el detalle del mismo extraído del dibujo realizado
por Pier María Baldi en 1668–69, cuando acom-
pañaba a Cosme de Médicis, y del que se sirven
para su recreación). Después, nos presentarán y
comentarán distintos planos de la Edad Moder-
na, así como de los siglos XIX
y XX, acompañando el es-
tudio de los últimos tiempos
con numerosas fotografías
extraídas fundamentalmen-
te de los fondos del periódi-
co HOY de Extremadura.
Pienso que no hubiera es-
tado demás que al final de
cada capítulo realizasen un
pequeño resumen de con-
clusiones, así como terminar
con una reflexión “conclusi-
va” general. Pero hay que re-
conocer que a la capacidad
científica de los autores se
une su transparencia comu-
nicativa, con lo que la com-
prensión de las etapas de
ese espacio en concreto y
de la evolución de las mura-
llas de la ciudad y de su mis-
mo urbanismo queda claro
con la exposición realizada y
sus profusas ilustraciones.
Hay que destacar tam-
bién el emotivo prólogo que
abre la publicación, escrito
por Manuel Mª Cienfuegos
y Ruiz-Morote, que —con
su demostrada humildad— se “avala” como
“Un amigo de los autores”, siendo —como sa-
bemos— un gran conocedor de la evolución
histórica de la ciudad, a la que quiere tanto
como los mismos Julián García Blanco y Javier
Tejeiro Fuentes. Por cierto, bien merecerían que
fuesen las instituciones oficiales quienes publi-
caran el trabajo (¡y otros más!), cosa que pue-
den hacer para una segunda edición, pues es
seguro que la primera se agotará, dada la am-
plia aceptación que estos dos rigurosos estu-
diosos tienen entre los lectores amantes de la
ciudad, el arte y la historia.
Autores: Julián García Blanco y
	 Javier Tejeiro Fuentes.
Autoedición. Badajoz, 2016. 320 páginas.
14
José María González Lanzarote
Una de las principales controversias que
existen respecto a la batalla de Zalaca
(1086) es el lugar exacto donde tuvo lugar. El
objetivo de este artículo es tratar de estable-
cer la localización a través de las crónicas y
las características del terreno. Para intentar
determinar la localización geográfica, men-
cionaremos en primer lugar las evidencias
que nos constan.
El ejército musulmán se encontraba en las
proximidades de Badajoz y el ejército cristiano
se acercó desde la vía musulmana que cruza-
ba el Tajo por el puente de Alcántara, hasta
Badajoz. El terreno para desarrollar la batalla
fue elegido por los musulmanes. En la táctica
habitual de los almorávides para un comba-
te, idealmente, las tropas de a pie frenaban la
carga enemiga, los flancos permanecían ase-
gurados ante un intento de envolvimiento y la
caballería que ocupaba una posición a cu-
bierto envolvía por uno o dos flancos al ene-
migo. Era fundamental que los hombres de a
pie aguantasen la embestida del enemigo.
Vamos a repasar las distintas propuestas
que se han hecho sobre la zona donde se
desarrolló el combate:
Basándose en la toponimia Sagrajas–Sa-
cralias se ha propuesto que la batalla tuvo lu-
gar en la zona donde se encuentra el actual
UNA PROPUESTA SOBRE LA LOCALIZACIÓN
DE LA BATALLA DE ZALACA
emplazamiento de Sagrajas. A esta propues-
ta se suman Huici Miranda y Terrón Albarrán.
Otra zona que Asín Oliver admite como po-
sible es el comienzo de las sierras, a la altura
de la actual población de Villar del Rey o in-
cluso más allá, en la dehesa de Azagala.
Veamos seguidamente qué es lo que nos
dicen esas crónicas sobre el terreno en que se
desarrolló la batalla.
El relato más fiable del que disponemos, las
Memorias de Abd-Allāh de Granada, testigo
presencial de los hechos, hablan muy poco
sobre la batalla. Sí que nos dice que “hubo
que avanzar un tanto” para enfrentarse al
enemigo y que el campamento cristiano es-
taba situado a tres millas de los musulmanes,
es decir, casi seis kilómetros.
Otra fuente contemporánea es Ibn Bassām.
Prácticamente no dice nada sobre el terreno
si bien dice que los hombres de las taifas, fue-
ron derrotados por los cristianos.
La siguiente crónica El Kitāb al-Iqtifā´, men-
ciona un ataque de flanco sobre los cristianos,
que es una constante en las crónicas.
En la siguiente crónica, Kitāb al-Rawd al
mi´tār, nos encontramos con una descripción
no muy lograda de la táctica empleada, si
bien menciona una serie de puntos que con-
cuerdan con la táctica general almorávide y
con las características de los aliados.
El choque inicial de los cristianos lo sostie-
nen los guerreros de las taifas. Los almorávi-
des no intervienen en esta primera fase. Los
andalusíes son derrotados, pero los almorávi-
des, caballería suponemos, efectúan un mo-
vimiento de ataque al flanco cristiano que,
por extensión, alcanza el campamento, en
ese momento totalmente fuera del campo
de batalla. La reserva castellana se vuelve
contra los almorávides. Los almorávides in-
tervienen en todo el frente junto con los an-
dalusíes que se han rehecho y consiguen la
victoria. No existe persecución.
Al Rawd al-quirtās le concede Huici Miran-
da muy poca confianza. No aporta nada so-
bre el terreno, salvo fantasías.
Vista aérea del castillo de Azagala
15
El Bayān al-Mugrib nos dice que los almo-
rávides acamparon separados de los andalu-
síes. La victoria la consiguieron los almorávides
realizando un ataque de flanco. También dice
que las pérdidas fueron parecidas.
El Cronicón Lusitano, única fuente cristiana
que se extiende sobre la batalla, cosa lógica
teniendo en cuenta que no fue una victoria,
no da ninguna información táctica digna de
mención.
En resumen, podemos encontrar una serie
de elementos comunes en todas las crónicas
musulmanas y que entran dentro de una lógi-
ca, y del sentido común:
•	 Los cristianos atacan a los musulmanes.
•	 En una primera fase se les enfrentan los an-
dalusíes, que son derrotados.
•	 Los almorávides intervienen en el frente.
•	 Jinetes almorávides efectúan un movimien-
to de flanco, a consecuencia del cual es
alcanzado el campamento cristiano.
•	 La reserva o segunda línea cristiana se en-
frenta a los almorávides.
•	 Se producen combates en el campamento.
•	 Los cristianos abandonan el campo sin que
exista persecución
Con respecto a los condicionantes que im-
pondrían el terreno donde se desarrolló la ba-
talla, podemos efectuar las siguientes afirma-
ciones:
1.	No tiene sentido, viniendo del N, de donde
vendría el rey Alfonso, desviarse de la vía
de aproximación que marca el terreno, que
coincidiría con el camino que llevaba de
Badajoz hacia el puente de Alcántara. El
cruce del río Gévora, para alcanzar la zona
denominada actualmente Sagrajas, supon-
dría una grave desventaja táctica cristiana
al favorecer una acción defensiva.
2.	La fuerza cristiana buscaría asegurarse el
suministro de agua, habitualmente escasa
en Extremadura en esa época, por lo que
su avance se realizaría por el camino pega-
do al Gévora–Zapatón.
3.	Los musulmanes cruzaron el Guadiana para
poder presentar batalla a sus enemigos.
4.	Los musulmanes habían tenido tiempo de
sobra para reconocer el terreno, por lo que
escogerían el más adecuado a su táctica.
5.	El río Guadiana, si bien presentaba un
problema para la táctica, pues siempre
ha sido complicado luchar con un río a
la espalda, no representaba un obstácu-
lo insalvable. Si el año no fue muy lluvioso,
el río permitiría un cruce fácil. La falta de
mención al obstáculo que podía haber su-
puesto el río en las crónicas más próximas
cronológicamente parece indicar que su
caudal era escaso.
6.	Los cristianos buscarían un terreno media-
namente despejado al menos, firme y que
facilitara el movimiento de los caballos, su
arma principal.
7.	Los musulmanes escogerían para combatir
un terreno favorable y, dentro de la exigen-
cia de no alejarse demasiado de su punto
fuerte, la ciudad, que permitiera un desplie-
gue adecuado. Escogerían una zona para
acampar que impidiese o, al menos dificul-
tase, un ataque por sorpresa.
8.	Los cristianos escogerían para acampar
una zona medianamente cubierta, que
tuviera próximas fuentes de madera, para
hogueras y para construir protecciones
del campamento, pastos y agua. Tratarían
de proporcionar una mínima seguridad al
campamento a base empalizadas. En este
caso, sería ideal una linde de un bosque.
Además, tratarían de tener un amplio cam-
po despejado en dirección al enemigo que
les previniese de posibles sorpresas y que,
facilitase el avance.
Una vez establecidos estos puntos queda
por determinar la zona donde, pensamos,
se desarrolló la batalla. Hay que señalar
Combate de caballería contra hombres a pie
y en este caso sajones
16
que no hay constancia de que se haya en-
contrado un solo resto arqueológico de la
misma, ni armas, ni enterramientos o huesos
sueltos, ni objetos.
Sabemos que esta se desarrolló en las
proximidades de Badajoz y en la margen
derecha del río
Guadiana. Hay que
mencionar que toda
la zona contigua
a Badajoz al N del
Guadiana ha sufri-
do numerosas trans-
formaciones, sobre
todo en lo referente
a la construcción de
vías de comunica-
ción y a la utilización
del mismo terreno
para uso agrícola.
No obstante, los ac-
cidentes orográficos
son idénticos y los
cursos de agua, has-
ta donde podemos
saber, bastante aproximados a los que de-
bieron existir en la época.
El terreno situado al N del Guadiana no
ofrece problemas para el movimiento de
hombres y caballos, salvo en lo referente a
los dos cursos de agua principales, el pro-
pio Guadiana y el Gévora, que representan
obstáculos limitados para el movimiento, y el
Cerro de Santa Engracia (C. 212), donde se
encuentra el actual Fuerte de San Cristóbal.
Seguidamente se plantearán diversas hipóte-
sis sobre los lugares probables para que hubiera
tenido lugar en ellos el desarrollo de la batalla:
•	 La zona situada hacia el N, cerca de las ele-
vaciones existentes al N de la actual pobla-
ción de Villar Del Rey, en las márgenes del
Zapatón.
Esta zona tiene a
su favor que era más
adecuada para la
caballería ligera mu-
sulmana que para
la pesada cristiana.
Hubiera permitido a
los cristianos durante
su retirada acoger-
se a una elevación,
en cualquiera de las
alturas situadas al N.
No obstante, los mu-
sulmanes estarían
muy lejos de su base
de apoyo y logística,
Badajoz. Contra un
enemigo que habría
recorrido ya las dos terceras partes del ca-
mino de Coria, donde se encontraba, hasta
Badajoz y que, por lo tanto iba a continuar
su ruta hasta encontrar al ejército musul-
mán, el hecho de esperarle en campo to-
talmente abierto y alejado de la base de
operaciones hubiera sido concederle una
ventaja fuera de lugar. Además, el terreno,
ahí sin duda cubierto, tampoco favorecería
su táctica de presentar un frente sólido. Por
último, tampoco a los cristianos les favore-
cería, ya que era un terreno muy cubierto
de vistas con fuertes pendientes que dificul-
taba el empleo y la acción de la caballería,
más efectiva en terreno llano u ondulado.
•	 Cualquier punto situado al E del Zapa-
tón–Gévora, como la actual dehesa de
Sagrajas.
Exigiría que hubieran cruzado el río con
anterioridad. Tal cruce les conduciría a una
zona pasiva, en la cual los musulmanes po-
dían obligar a los cristianos a ofrecer bata-
lla en condiciones muy desventajosas. No
es probable que los cristianos adoptasen
esta opción.
•	 Zona situada al N de Badajoz.
Las proximidades de la plaza hacia el
N ofrecen mejores posibilidades y la zona
Mapa de la zona propuesta. La distancia entre
la zona UVA y el río Gévora es de unos 750 m
El campo de batalla visto desde el posible
antiguo perímetro de la Alcazaba
17
comprendida aproximadamente entre el
río Guadiana y la margen del Gévora hasta
cerca de la altura de la actual Valdebótoa,
presenta las mejores características.
Al ser los aliados almorávides y andalusíes los
que eligieron el terreno, hemos de observar este
desde la perspectiva de los mismos, ya que in-
tentarían elegir el que mejor se adaptara a su
táctica y, al mismo tiempo,ofreciera seguridad.
Hay una zona inmejorable en estos aspectos,
tanto para establecer el campamento y para
desplegar las tropas, como para permitir una
relativamente buena vía logística y de comu-
nicación con Badajoz, siempre pensando que
ya habían aceptado voluntariamente combatir
con un río de fácil cruce a sus espaldas.
La referida zona es la comprendida entre
el Cerro de Santa Engracia (C. 212) ya nom-
brada y el río Gevora, próximo a desembocar
en el Guadiana. Está muy cerca de Badajoz,
que constituiría un buen punto de apoyo. Ya
hemos visto que el Guadiana no debía ser un
gran obstáculo.
La zona propuesta resulta ideal para el de-
sarrollo de su táctica, pues, entre las laderas de
Cerro de Santa Engracia (C. 212), con grandes
pendientes por su parte este que la hacen di-
fícilmente accesible por esta zona, las alturas
justo al N de la anterior con pendientes que
ofrecen protección frente a una carga de ca-
ballería y permiten la ocultación total de las
vistas, y el río Gévora, en su zona próxima a la
desembocadura, se extiende un espacio re-
ducido que permitiría apoyar los flancos de la
formación a pie y ocultarse a la caballería con
la seguridad de la pendiente de los cerros.
Por lo tanto, pensamos que este fue el lu-
gar donde se desarrolló la batalla, justo al N
de la orilla derecha del Guadiana, entre las
elevaciones y el Gévora.
Detrás del lugar elegido para el despliegue,
es decir, entre la mencionadas elevaciones, el
río Guadiana a retaguardia y el río Gévora, se
podía establecer un campamento en el cual
se alojaran la totalidad o parte de las fuerzas.
Por último, otra de las razones que pueden
avalar que esta fuera la zona donde realmen-
te se desarrolló la batalla es la conjunción de
las expresadas tácticas con las posibilidades
numéricas que podían tener las formaciones
en la época. Los almorávides debían desple-
garse en un frente estrecho que les permitie-
ra cubrirlo con una densa línea de hombres
de a pie, que no estarían bien armados. Estos
hombres de a pie serían tanto lanceros, en el
frente, como lanzadores más atrás y deberían
ser como mínimo unos cinco mil para cubrir un
frente de mil metros. El terreno propuesto es
ideal, pues permitiría apoyarse a una hueste
de este tamaño, contando solo a los hombres
de a pie, en el rio Gévora y en las laderas, a
cubierto de las cuales se encontraría la ca-
ballería o al menos la parte almorávide de la
misma. Presuponer cantidades de hombres
mucho más grandes, es decir, mucho ma-
yores de cinco mil hombres de a pie y entre
dos y tres mil caballeros, significa no tener en
cuenta tanto las dificultades logísticas para
desplazar, situar y alimentar a dichos hombres
como las posibilidades reales, que no totales,
de hombres disponibles para una expedición.
Guerreros del s. XII en un capitel del palacio real
de Estella. Su indumentaria es muy parecida a la
de los caballeros cristianos de Zalaca.
Puente del Siglo XV sobre el río Gévora.
Nos indica que el cauce no ha cambiado en ese
punto al menos desde esa época.
18
EL CAMPILLO
Julián García Blanco
CIMA Y LADERA
El Campillo se extiende por la ladera me-
ridional de Cerro de la Muela y por ello
no llegó a formar parte del poblado que se
formó en la cima del cerro desde la Edad del
Cobre. No obstante, en el entorno inmediato
del Campillo se establecieron algunos compo-
nentes básicos del poblado como la necrópo-
lis prerromana de incineración (localizada en
la calle de Madre de Dios), en la que fueron
enterrados los habitantes del poblado.
EL CAMPILLO ISLÁMICO O ANDALUSÍ
El proceso que llevará al nacimiento de
Badajoz, y del Campillo propiamente dicho,
arrancó en el 875 pero se extendió durante
varios años pues el nacimiento y consolida-
ción de Badajoz fue más accidentado de lo
que habitualmente se supone.
En efecto, Ibn Marwan, después de luchar
contra el Emir Muhammad I, se instaló en Bada-
joz en el año 261 de la Hégira (=16 de octubre
874-5 de octubre de 875) pero no tuvo tiempo
de consolidar el asentamiento pues volvió a
enemistarse con el Emir y en el año 262 de la Hé-
gira (=de octubre de 875-23 de septiembre de
876) el príncipe al-Mundir ocupó el castillo de
Badajoz aunque se encontraba vacío pues Ibn
Marwan lo había abandonado para refugiarse
en el castillo de Karkar (¿Alburquerque?).
Ibn Marwan no volvió a Badajoz hasta el año
265 de la Hégira (3 de septiembre de 878-22 de
agosto de 879). Tampoco en esta ocasión per-
maneció mucho tiempo en Badajoz pues en el
año 271 de la Hégira (=29 de junio de 884-17 de
junio de 885) volvió a enemistarse con el Emir y
el príncipe al-Mundir tomó e incendió Badajoz.
Hasta el año 275 (16 de mayo de 888-
5 de mayo de 889) no se firmó la paz entre
Ibn Marwan y el nuevo Emir (Abd Allah) e Ibn
Marwan pudo volver a Badajoz. A partir de
esa fecha la ciudad empezó a desarrollarse.
En el Badajoz andalusí o islámico fundado
por Ibn Marwan distinguimos tres espacios ur-
banos bien caracterizados:
•	La Alcazaba que corona el Cerro de la
Muela.
•	La medina que se extiende por las laderas
del mismo cerro.
•	Los arrabales que se fueron sumando al
núcleo urbano originario.
De estos tres ámbitos urbanos nos intere-
san los dos últimos aunque es poco lo que
conocemos de ellos. Así, la extensión de la
medina marwaní y la situación de sus edi-
ficios emblemáticos constituyen auténticas
incógnitas aunque la mayor parte de los in-
vestigadores coinciden en trazar la muralla
de la medina por las calles de Morales, Soto
Mancera y Concepción Arenal. Las puertas
se abrirían en los siguientes enclaves:
•	Confluencia de las calles de Moreno
Zancudo, Brocense, Soto Mancera y
Concepción Arenal.
•	Confluencia de las calles de San Lorenzo,
Costanilla y Concepción Arenal.
Carlos y Rocío Sánchez Rubio consideran
que además de los dos enclaves citados la
cerca islámica del siglo XI contaba con en-
tradas en la Puerta de Pajaritos y la primitiva
Puerta de Mérida.
El Campillo surgió como un barrio de la
medina de Batalyaws. El barrio debió estar
cercado por la muralla que se extendía por
la calle de Concepción Arenal y otra muralla
cuyo trazado podría coincidir, grosso modo,
con la actual cerca abaluartada en la que se
abre la puerta de Mérida. Las dos calles más
importes del barrio pudieran ser las anteceso-
ras de las actuales calles del Castillo y Costa-
nilla que conectarían con sendas puertas que
pudieron nominarse de Mérida (Bâd Mârida) y
Sevilla (Bâd Isbiliya).
No hay testimonios claros sobre la existen-
cia de mezquitas en el barrio pero es muy
probable su existencia. Así mismo, durante la
etapa marwaní, califal y aftasí una parte del
barrio estaba ocupado por un campo de silos
excavados (depósitos de grano). Por último,
en la zona situada en torno a la torre de la
Vieja puedo situarse un jardín del palacio. Este
jardín estaría perfectamente separado del
19
barrio y por el contrario tenía conexión con la
Alcazaba por la torre de la Vieja.
Durante el periodo aftasí (413 de la Hégi-
ra = 6 de abril de 1022-25 de marzo de 1023-
487 de la Hégira = 21 de enero de 1094-10 de
enero de 1095), Batalyaws creció y se formó
un gran arrabal situado al Oriente de la ciu-
dad. Dicho arrabal se viene situando en las
laderas de la Alcazaba y se extendería hasta
el Rivillas aunque no podemos descartar que
se prolongase también hacia las calles de
Eugenio Hermoso y Doblados y que el arra-
bal (o los arrabales) se hubiesen formado a
lo largo de los caminos de Mérida y Sevilla. En
cualquier caso, entre el arrabal y la medina
se extendía la muralla de la medina (calle
de Concepción Arenal).
La invasión almorávide (487H = 21 de enero
de 1094-10 de enero de 1095) fue la responsa-
ble de la ruina del Arrabal Oriental. Así mismo,
a finales del siglo XI se produjo la amortización
de los silos, seguramente con motivo de la in-
vasión almorávide.
EL CAMPILLO TRAS LA CONQUISTA CRISTIANA
En el año 1230 el rey Alfonso IX conquistó
Badajoz. Durante los primeros años de do-
minio cristiano la mayor parte de los nuevos
pobladores debieron asentarse dentro de la
Alcazaba mientras que las poblaciones judía
y musulmana se mantuvieron en la medina
pero cerca de la Alcazaba. La tradición histo-
riográfica local sitúa en el entorno del Campi-
llo la morería o barrio de la población islámica
que permaneció en Badajoz tras la conquista
o la que se instaló en la ciudad más tarde.
La conquista cristiana provocó un cambio
en la organización de la ciudad pues desde
entonces la parroquia fue la agrupación ve-
cinal básica. Según Juan Solano de Figueroa,
Badajoz contó con siete parroquias: Santa
María del Castillo, Santa María de Calatrava,
San Pedro, Santiago, San Lorenzo (actual igle-
sia de San Agustín), San Salvador y San An-
drés. Las cuatro primeras estaban en el castillo
(Alcazaba) y las tres restantes estaban en la
ciudad propiamente dicha pero muy próxi-
mas a la Alcazaba.
La iglesia de San Salvador también mote-
jó al barrio de su parroquia aunque algunas
zonas del mismo se conocieron con otros
nombres (Galea, Matadero, Santa Catalina la
Vieja, etc), si bien, estas denominaciones se
utilizaron en la mayor parte de las ocasiones
para identificar la periferia del barrio.
Los primeros siglos del Badajoz cristiano fue-
ron muy duros y la ciudad alternó periodos de
expansión con otros de contracción e incluso
fue ocupada temporalmente por el rey portu-
gués João I.
Tras la Guerra Civil entre Isabel y Juana
(1475-1479) Badajoz experimentó un gran cre-
cimiento. A medida que la población creció,
crecieron los problemas de espacio. Se reocu-
paron entonces espacios abandonados an-
teriormente. Entre los espacios reocupados se
encontraba el Arrabal Oriental y además se
ganó espacio adosando nuevas construccio-
nes tanto a la muralla de la ciudad como a
la muralla de la Alcazaba. La suerte de estas
construcciones va a ser muy diferente pues las
adosadas a la muralla urbana fueron demoli-
das entre 1526 y 1527 para mantener expedita
la ronda o calle interior que discurría entre la
muralla y la casa más próxima, por el contrario,
las construcciones adosadas a la muralla de
la Alcazaba (carbonería, cárcel, balcón de la
ciudad, casas consistoriales, toril, Galera, etc)
se mantuvieron. En estos años la ciudad se ex-
tendía hasta el Rivillas, si bien, en 1477 se cons-
truyó el muro del Alpéndiz para dejar extramu-
ros la ladera de la Alcazaba que se extiende
hasta la torre de las Siete Ventanas pues había
quedado despoblada. Así mismo, durante el
reinado el emperador Carlos I (1516-1556) se
construyó o reformó la vieja puerta de Mérida
que se abría en las murallas que bordean el Ri-
villas. En estas murallas se abría también el por-
tillo de Romeros, situado al final de la calle de
la Concepción Baja, y se levantaba una torre
singular conocida como la torre de las Palo-
mas. Junto a la puerta de Mérida se encontra-
ban el matadero y el corral del concejo.
Los siglos XV y XVI son los de mayor pujan-
za del barrio del Campillo-San Salvador. Los
establecimientos del barrio en estos siglos in-
cluían una iglesia parroquial (primero en San
Salvador y traslada en el siglo XVII a la iglesia
del Hospital de la Concepción), el pósito (la
Galera), ermita de Santa Catalina, mesones
(Estrella, Rincón, Patanas, Cruz, etc), Hospita-
les (Santa Catalina y Concepción), matade-
ro, corral del Consejo, hornos, etc.
EL CAMPILLO DEL SIGLO XVII. LA CRISIS
Frente al siglo XVI, que fue de expansión,
el siglo XVII, y especialmente la guerra de la
20
Restauración (1640-1668), resultaron nefastos
para la ciudad en general y para el Campillo
en particular. Con motivo de la guerra, Bada-
joz se convirtió en la principal plaza fuerte de
la frontera y acuartelamiento del Real Ejército
de Extremadura que llevó el peso de la lucha
en Portugal. La llegada masiva de soldados
provocó graves problemas pues en este mo-
mento no existían cuarteles y los vecinos de-
bían alojar a los soldados en sus propias casas.
Esta obligación, además de una carga eco-
nómica muy gravosa, originó múltiples dispu-
tas y enfrentamientos entre militares y civiles.
Cuando las casas de los vecinos no fueron su-
ficientes, los soldados fueron alojados en ca-
sas abandonadas, claustros, tiendas de cam-
paña, barracones provisionales, etc. El barrio
de San Salvador-Campillo aguantó razona-
blemente bien los primeros años de la gue-
rra pero a medida que ésta se prolongaba y
aumentaba el número de soldados muchas
casas terminaron arruinadas por los soldados
que se alojaban en ellas. Buena parte del ba-
rrio quedó maltrecho y abandonado. Así mis-
mo, a lo largo del siglo XVII el área comercial
se fue trasladando hacia la plaza y también
hacía el eje formado por ésta y las plazas de
san Juan y la Soledad.
Si la guerra resultó demoledora, lo peor es-
taba por llegar. En efecto, entre 1679 y 1680 se
inició el nuevo recinto abaluartado (baluarte
de la Trinidad y sus dos cortinas colaterales). En
1689 se retomaron las obras construyéndose
el baluarte de San Pedro, el semibaluarte de
San Antonio y la cortina que los une en la que
se abrió la puerta de Mérida. Las obras fueron
diseñadas por Francisco Domingo y Cueva y
adjudicadas a los maestros alarifes locales An-
tonio Rebanales, Antonio Rebanales, el Mozo,
y José Hernández Manzano. La nueva muralla
abaluartada cortó por la mitad el barrio que
se extendía hasta el Rivillas y obligó a demo-
ler la mitad que quedaba extramuros. Buena
parte de los materiales del derribo de las vi-
viendas se utilizaron para construir la nueva
muralla. El único edificio que permaneció en
pie extramuros fue el matadero pero fue de-
molido en 1705.
EL CAMPILLO DEL SIGLO XVIII Y XIX A
NUESTROS DÍAS
El siglo XVIII se estrenó con una nueva gue-
rra (Guerra de Sucesión) que supuso un nue-
vo periodo crítico para el barrio pues sufrió un
duro castigo durante el sitio de octubre de
1705. Sabemos que varias viviendas y algunos
de sus edificios más conocidos (mesón de la
Estrella y el Hospital de la Concepción) resul-
taron dañados por los bombardeos de 1705.
Las destrucciones no terminaron con la
construcción de la muralla abaluartada y la
guerra pues en el siglo XVIII se construyó una
batería asociada al semibaluarte de San An-
tonio y para ello se demolieron varias casas.
En la actualidad esta batería se encontraría
entre la vía Rápida y los jardines de la Galera.
Durante la Guerra de la Independencia
los franceses destruyeron varias casas en la
misma zona para construir una batería (1811-
1812). En los planos de Domingo Luis del Valle
y Manuel Fondos podemos ver que los fran-
ceses habían demolido las manzanas que se
extendían entre la calle de la Jarilla y la Al-
cazaba ya que se interponían en el fuego de
la batería.
El proceso de degradación continuó im-
parable y algunos problemas sanitarios, que
eran comunes en toda la ciudad, resultaban
especialmente graves en un barrio de la pe-
riferia como el Campillo. Así, en octubre de
1916 la Comisión Municipal de Ornato presen-
tó un informe sobre el estado de la ciudad. En
este informe se recoge que
“…Las calles próximas a la Plaza merca-
do son retretes al aire libre. Aquello es vivir
en un ambiente nauseabundo y corrompi-
do y especialmente en las estribaciones de
toda la parte de la muralla, desde Peñas
hasta la Torre de Espantaperros.
De trecho en trecho se encuentran de-
pósitos de materias fecales y de todas las
sustancias inaprovechables. Desperdicios
de cáscaras y mondaduras de frutas y pa-
tatas, que fermentan y se transforman en
gusanos asquerosos, por lo que me extra-
ña extraordinariamente que en Badajoz no
existan constantemente todas las enferme-
dades infecciosas habidas y por haber. Tan-
to las genuinamente Españolas como las in-
corporadas del extranjero pues estamos a
la altura de Bombay.
Con un poco de buena voluntad se pue-
de higienizar y sanear esta parte, arborizan-
do y urbanizando lo mejor posible, trabajo
que puede hacerse aprovechando la crisis
obrera del invierno y arrancamos a la mor-
talidad un gran contingente…”
21
A la degradación de la zona se unía la
falta de servicios y equipamientos. No obs-
tante, con la traída de aguas a Badajoz
se proyectó una fuente en el cruce de las
calles el Brocense y Concepción. Existieron
otras fuentes como la situada al final de la
calle Baja de la Concepción (Concepción
Arenal), calle de las Peñas y Plaza del Ras-
tro. Asimismo en su entorno inmediato es-
taban las fuentes de la Plaza Alta, Plaza de
San José y en el cruce de las calles Moreno
Zancudo y Encarnación. En 1917 el Ayunta-
miento instaló en la Plaza del Reloj una fuen-
te reaprovechada pues anteriormente ha-
bía estado en la Plaza de Correos.
Uno de los pocos servicios con los que
contó la zona fue la escuela instalada en la
Galera en 1923 aunque sus alrededores no es-
taban urbanizados y la zona carecía de pa-
vimentación, agua corriente y alcantarillado.
El proyecto de pavimentación se presentó a
principios del año 1929, si bien, en 1931 toda-
vía no se había ejecutado y poco después se
iniciaron una serie de actuaciones encamina-
das a adecentar la zona.
En el siglo XX el Ministerio de la Guerra
transfirió las murallas al Ayuntamiento que
proyectó instalar distintos equipamientos en
el baluarte de San Pedro (centro educativo,
Instituto Provincial de Higiene y Prisión Provin-
cial) pero ninguno de ellos siguió adelante.
Años más tarde se construyeron en el baluar-
te los llamados hogares.
De mayor importancia fue el ajardina-
miento de la Galera. El proyecto para ajardi-
nar la Galera aparece recogido en la sesión
municipal del 8 de mayo de 1933 aunque su
configuración definitiva se retrasará varios
años. Otro de los hitos básicos fue el traslado
del Museo Arqueológico a la Galera en 1938.
El mismo año se excavó y descubrió la puer-
ta del Alpéndiz. Poco después se realizaron
otras excavaciones en la puerta de Mérida.
Una de las actuaciones municipales más
“ambiciosas” que se acometieron en el Cam-
pillo fue la construcción de varias viviendas
“modestas”. En la sesión de la Comisión Per-
manente del 18 de noviembre de 1942 el al-
calde, Fernando Calzadilla Maestre, informó
que se iban a construir ocho viviendas modes-
tas en los terrenos del Campillo según un pro-
yecto del arquitecto municipal, Rodolfo Martí-
nez González. Las obras fueron adjudicadas a
Jesús Hernández Gil. En julio de 1643 seguían
las obras, no obstante, ese mes tenemos do-
cumentada adjudicación de una de las ocho
casas del Campillo. En efecto, en la sesión de
28 de julio de 1943 se vio un escrito de Miguel
Figuras Estevariz (¿Manuel Figueras Estivariz?)
“superviviente de la diez y seis compañía de
la Cuarta bandera de El Tercio, y actualmente
Sargento Mutilado”. La Comisión Permanente,
vistas las circunstancias del solicitante, acordó
facultar a la Alcaldía para que en su día le
adjudicase una de las viviendas.
Además de las 8 viviendas del Campillo se
construyeron dos pabellones de modo que
casa disponía de WC y lavadero en uno de
los pabellones.
La construcción de las 8 viviendas solo
cubría una parte mínima de la demanda
de vivienda de modo que en la sesión de
10 de noviembre de 1943 el alcalde solicitó
construir otras cuatro viviendas a las que se
asoció un pabellón de aseo en el que cada
vivienda tenía WC y lavadero.
En 1949 se desarrollaron nuevas excava-
ciones de las que dio cuenta Fernando Cas-
tón. Por el contrario, las viviendas situadas
en torno de la torre de Espantaperros fueron
derribadas por distintos motivos: unas para
liberar la propia torre y otras por amenazar
ruina.
La construcción de la vía rápida trajo nue-
vos derribos. La vía rápida mejoró los accesos
al barrio, si bien, no se acompañó de otras
actuaciones y el Campillo solo fue el paso
más fácil a la Plaza Alta. La propia vía es otra
muestra más de desprecio al barrio pues se di-
señó como una nueva calle ajena al callejero
histórico tanto en trazado como en cota.
De mayor trascendencia para atender a
las necesidades de los vecinos fue la instala-
ción del Instituto Municipal de Servicios Socia-
les. En cualquier caso, el abandono del barrio
por parte de las instituciones ha sido determi-
nante en su degradación y para que el núme-
ro de viviendas en ruinas fuese en aumento
convirtiendo la parte alta en un gigantesco
solar que ahora se pretende redimir con un
proyecto de dudosa legalidad, imposible en-
caje en la tipología arquitectónica del barrio
y fuerte contestación ciudadana.
22
LA CARRETERA DE PORTUGAL
Pilar García de Pruneda Trevijano
No quisiera hacer de estas líneas un ejercicio
de nostalgia, aunque no podré evitarlo del
todo. No en vano, en esa carretera han transcu-
rrido los momentos más hermosos de mi infancia.
Tampoco quisiera hacer un inventario de casas,
propiedades. Trataré de darle la mayor dignidad
posible, la carretera lo merece.
Comprendida entre el cruce de Cuatro Cami-
nos y la frontera de Caya, creo que no es exa-
geración hablar de
una carretera no
ya, hermosa, ale-
gre, sino llena de
vida. Y, por recorrer-
la de parte a parte,
es preciso hablar un
poco del tan traído
y llevado canal de
Badajoz. Proceden-
te del embalse de
Peña del Águila, y
después de discurrir
junto a las canteras
del Fuente de San
Cristóbal, atravesa-
ba la cabeza del
Puente Viejo por
un subterráneo, no
era el único, para
emerger después.
Hay toda una historia, un anecdotario, del ca-
nal y sus puentes con las banquetas de ladrillo.
En un cauce moderadamente ancho, en invier-
no llevaba un caudal importante. Una sucesión
de árboles algunos de enorme tamaño, plátanos
de sombra y álamos plateados, los que requieren
mucha agua, y juncos, en su orilla. En cuanto a
la fauna, reptiles, y las famosas gallaretas del ca-
nal, especie de pato que emitía un canto chillón,
característico. De quién fue la idea de canalizar-
lo, lo desconozco, pero sé que el canal nunca
volvió a ser el que era. Tan importante como fue,
llevando el agua de riego a las fincas. Tenía su
propio guarda, que recorría las orillas a caballo
y un equipo de limpieza que de vez en cuando
arrancaba la ova, o alga de agua. Y como tan-
tas cosas de la carretera, parecía que su vida se-
ría imperecedera; por desgracia no fue así.
En la cabecera del Puente Viejo, la carretera
empezaba con una enorme cerca que llegaba
desde la carretera hasta el río; se decía que era
para construir un hospital, que nunca se constru-
yó. No lejos, en la acera contraria, en 1929 don
Augusto Vázquez mandó construir un chalet de
grandes dimensiones, de estilo historicista regio-
nalista. Después pasó a ser el Sanatorio 18 de julio
y después residencia de la tercera edad. Hasta
el camino del Nevero, hoy Luis Chamizo encon-
tramos una serie de casas, grandes, compartidas
por varias familias.
Desde el camino del Nevero, encontramos a
la izquierda el parque del Vivero, allí el canal es de
una singular belleza
y bien lo reflejan las
fotografías propie-
dad de José Raba-
nal Santander, en
la otra acera una
sucesión de cha-
lets en una zona
que se va ponien-
do de moda para
segunda residen-
cia. Con el edificio
de Obras Públicas
llegamos al cruce
con la Cañada de
Sancha Brava y un
barrio, la Cañada,
a la izquierda. Allí se
construyó la Cen-
tral Lechera, don-
de se fabricaban
notables productos
lácteos, siendo muy apreciada la mantequilla.
Y avanzando un poco más, a la izquierda, me
tomo la licencia de detenerme un poco en mi
querida huerta. A la carretera daban dos casas,
una, un chalet moderno para la segunda mitad
del s. XIX, que exhibía en la fachada, en letra
inglesa, el nombre de mi bisabuela, Amalia. Pero
la casa de verdadero interés era la de labor, a la
derecha de la anterior. Había sido una licorera
en el s. XVIII, y aún quedaban algunos restos en
el sótano. Un detalle curioso era el palco para
las batallas de flores, que nunca conocí acce-
sible, en lo alto de la tapia. Resulta difícil imagi-
nar a la abuela y las otras señoras encaramarse
allí con sus trajes largos, es de cualquier manera
una imagen curiosa, de otro tiempo. En la huer-
ta hubo también una vaquería, que mi familia
no llegó a utilizar, con muchas dependencias y
sobre todo, la casa de abajo, de dos pisos, con
tejado de pizarra y un jardincillo, mucho más
Avda. de Elvas años 70
23
bonita, para mi gusto, que el chalet de arriba.
Había una gran variedad de árboles y una char-
ca, repoblada con peces de las piscifactorías
estatales, como el lucio, que se pescaba con
un anzuelo distinto, grande, dorado. La charca
se había formado al extraer tierra, para construir
un canal de riego alzado y así poder regar la
parte alta, que daba a la carretera del Rincón
de Caya; el canal de rie-
go alzado fue una idea
de mi abuelo, Salvador
Trevijano y la charca se
llenaba con el agua de
dos regaderas proceden-
tes del canal. El conjunto
de charca, sauces llorosos
y el chozo de cañas, era
de una singular belleza, o
al menos me lo parecía.
Enfrente de la huerta se
construyó la fábrica Itesa,
se hicieron famosas sus
sirenas y la fila de traba-
jadores, muchas mujeres,
con sus bicicletas.
Siguen a la huerta el
chalet de tía Leonor y
después los de la familia
Ramallo; es de destacar el más antiguo de ellos,
donde, en adoquines portugueses a la entrada
se podía leer una fecha y “Quinta de Palomas”,
que es como se llama el pago, incluso la zona del
Seminario Diocesano. Hay un camino, el chalet
de Carbonell, el de Reynolds y llegamos a Par-
que Ascensión, popularmente conocido como
Parque del Conde. Poco se puede decir que no
se haya dicho, y con más conocimientos que yo,
sobre todo en cuanto a la flora; en cuanto a la
fauna, conejos, arañas peludas e incluso jinetas.
Pocos recuerdos tan hermosos e inefables como
una tarde de verano en el estanque, viendo re-
flejarse los árboles en el agua.
La finca de Palomas, donde los vecinos acu-
dían a misa los domingos, hoy en un estado de
abandono deplorable. Y al final de la carretera,
la granja de Céspedes, que dio trabajo a mu-
chas familias. Llegamos a la frontera, al río Caya
y su puente, mitad español, mitad portugués.
Era una carretera, con sus aceras de arena,
sus árboles, muy transitada. Los domingos por
la tarde aparecían los
seminaristas, sus sotanas
negras, sus becas rojas;
esas sotanas que no eran
inconveniente para ju-
gar al fútbol; llamaban la
atención los seminaristas
más pequeños, que solían
ir delante.
No se puede hablar de
la carretera de Portugal,
sin dedicar unas líneas a
los contrabandistas. Iban
por el camino del canal,
que era público, con su
palo y su hatillo. De ellos
se contaban historias tru-
culentas, como el de uno
que, perseguido por los
carabineros, había reci-
bido un disparo y había
muerto en un sembrado. Más tarde, cuando las
cosas cambiaron y un autobús llegaba hasta
Obras Públicas, sus mujeres enseñaban tranquila-
mente la carga de café, que llevaban a vender
al centro.
Aún faltaba tiempo para instalarse la Univer-
sidad, después el Hospital Infanta Cristina, era
pronto para pensar que aquello cambiaría, que
sería irreconocible y aún lo será más, cuando las
fincas de la margen izquierda se conviertan en
bloques de pisos. Con esto termino este pequeño
homenaje a ese lugar de mi infancia e importan-
te, creo, para los pacenses.
Avda. de Elvas años 60
Edita:
Asociación Amigos de Badajoz
Vicepresidente:
Manuel Márquez Martín
Depósito Legal:
BA-29-1998
Coordinador:
Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote
Fotos:
José María González Lanzarote, Archivo de la Banda
Municipal de Badajoz, Juan Arroyo, Ilustraciones de
Alberto González Rodríguez.
Agradecimientos:
Jacinto J. Marabel. Almudena Villar.
Ilustraciones:
Alberto González Rodríguez. Gustavo Doré. Gaceta de
Madrid. Revista Alminar.
Colaboradores:
Alberto González Rodríguez. Jessica Carmona Gutíerrez.
Fernando Cortés Cortés. Moisés Cayetano Rosado. José
María González Lanzarote. Julián García Blanco. Pilar
García de Pruneda Trevijano. Pedro Montero Montero. José
María García Morán. Lucía Castellano Barrios. Manuel
Cienfuegos Ruiz-Morote.
Imprime:
Guadiana Servicios - 647 52 72 24
La revista Sharia editada por la Asociación Amigos de Badajoz, no se
responsabiliza, ni comparte necesariamente la opinión de sus colaboradores.
24
APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA BANDA MUNICIPAL DE
BADAJOZ, ANTE LOS 150 AÑOS DE SU CREACIÓN (1867-2017)
Pedro Montero Montero
Seguramente, porque lo he podido
comprobar in situ en los últimos años,
los incontables aficionados a la música po-
pular y española que hay en Badajoz, los
mayores que disfrutan con los conciertos
que les recuerdan sus tiempos de mocedad
y madurez, los escolares que se entusiasman
con sus amenos conciertos didácticos, y, en
fin, los espectadores de toda clase y con-
dición que se lo pasan en grande siguien-
do sus evoluciones por las plazas y rincones
más emblemáticos de la ciudad, como por
Semana Santa y
el Corpus ­Christi,
­Al-Mossassa y
la Fe­ria de San
Juan, el Pa-
trón, las corridas
de toros en el
coso de Parda-
leras y las multi-
tudinarias “No-
ches en Blanco”
y “Noches de
Verano”, ­éstas
últi­mas, en el
Auditorio “Ri-
cardo Carape-
to”, al llegar el
tórrido verano,
seguramente,
digo, desconoz-
can que la institución musical que mejor los
representa en la capital pacense, la Ban-
da Municipal de Música de Badajoz, está a
punto de cumplir siglo y medio de existen-
cia. Una institución que llena hasta abarro-
tar de público, además del López de Aya-
la, su marco fundamental, otros escenarios
distintos y distantes, como el auditorio de
­IFEBA, en la Feria de Mayores de Extrema-
dura, la carpa de conferencias de la Feria
del Libro, en el paseo de San Francisco, la
facultad de Educación (Universidad de Ma-
yores), en el semidistrito pacense de la UEx,
el patio de la Biblioteca de Extremadura, en
el Festival Ibérico de Música de Badajoz, y,
entre otros más, los aledaños del kiosco de
Música de San Francisco y el claustro de la
catedral de San Juan Bautista, con sus pro-
gramas de clásicos populares, el Día de las
Catedrales. Una agrupación musical, la pa-
cense, que también ha estado presente en
los momentos solemnes, algunos, extraordi-
narios, que trae el año, como la conmemo-
ración del I Día de Extremadura en Badajoz
(1993), con Juan Pérez Ribes como director,
y las del Bicentenario de la Guerra de la In-
dependencia en Badajoz (2011), la Coro-
nación de la Virgen de la Soledad, Patro-
na de Badajoz
(2013) y los fas-
tos del Milenio
del Reino de Ba-
dajoz (2014), ya
con el actual,
Vicente Soler
Solano, como
máximo respon-
sable, así como
en las celebra-
ciones alusivas
al Día de Extre-
madura, el Día
de la Constitu-
ción y, ya en un
plano gremial, la
fiesta de Santa
Cecilia, patro-
na de la Música
y de los músicos. Y desde 2007, coincidien-
do con la llegada de su actual director, el
prestigioso profesor, director y compositor
valenciano, Vicente Soler Solano, con un re-
pertorio estable, rico y variado, destacan-
do los conciertos dedicados a la copla y los
tangos, los boleros y la música pop, los ale-
gres pasodobles y las marchas festivas, los te-
mas taurinos y cinematográficos, los militares
y morunos, las zarzuelas y la música regional
de España, sin que falten la música clásica y
solemne, además de la procesional, los te-
mas infantiles de moda y, en fin, las sonadas
clausuras del Certamen de corales “Herma-
La Banda Municipal de Badajoz, ante el emblemático
teatro López de Ayala (Foto: Archivo BMMB)
25
no Daniel” y las despedidas musicales del
año, todo por Navidad. Y es digno de resal-
tar que una gran parte de estos conciertos
se presenta de forma espectacular y muy
atractiva, con la proyección simultánea de
montajes audiovisuales alusivos y la presen-
cia, según la temática, de cantantes folkló-
ricas, bailarinas y bailaoras, tenores, baríto-
nos y sopranos y, según la ocasión también,
con el acompañamiento de agrupaciones
corales y de un sinnúmero de solistas instru-
mentales, tanto de la propia Banda como
de otros de gran fama, venidos de distintos
lugares de España.
UN POCO DE HISTORIA
Al objeto de contextualizar los orígenes
de la Banda, sus principales directores, sus
conciertos y actividades más destacadas y
los espacios donde se celebraban con más
asiduidad, hemos rastreado una parte de
la sorprendentemente exigua bibliografía
local dedicada a la Banda pacense, escri-
ta por algunos estudiosos e investigadores,
eruditos y cronistas de época. El testimonio
más antiguo que hemos encontrado, aun-
que de forma indirecta, aparece en el libro
de Antonio del Solar y Taboada y El Mar-
qués de Ciadoncha, Páginas de Badajoz1
,
que da noticias de un opúsculo titulado “La
feria de Badajoz el 1878”. Feria en Badajoz
en los días 17, 18 y 19 de agosto de 18782
y
que dice: “Músicas. La banda del regimien-
to infantería de Covadonga, la del Hospicio
y la del Municipio, distribuidas en los paseos
públicos, tocarán piezas escogidas. Ade-
más se verificarán en las tardes de los días
15 y 16”. Otro de gran importancia aparece
en 1892, en el contexto de las celebracio-
nes del IV Centenario del Descubrimiento
de América (1492-1892), con la publicación
de Badajoz. Centenario de Colón y Ferias.
Guía del forastero3
, donde, para el 17 de
agosto de ese año, en la Plaza de Toros y a
las cinco de la tarde, estaba anunciado un
gran certamen de música, con la participa-
ción de siete bandas de música de Espa-
ña y Portugal, entre civiles y militares, con la
participación de la de Badajoz, compuesta
1. Badajoz, Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento,
Tip. Viuda de Antonio Arqueros, 1949, pp.120-122.
2. Badajoz, Impr. y Lib. de D. Emilio Orduña, 1878.
3. Badajoz, Tip. La Industria, de Uceda Hnos., 1892.
por 48 ejecutantes y dirigida por el maestro
Leopoldo Martín y Elexpuru, que interpreta-
ría la Gran marcha de Schiller, de Meyer-
beer (pp. 138-140).
A comienzos del siglo XX, un nuevo di-
rector aparece rigiendo los destinos de la
Banda municipal de Música de Badajoz. Se
trata de Mateo Alba, que, además, ejercía
como profesor de Música y Piano en el Ba-
dajoz de la época. El dato lo hemos encon-
trado en una de los muchos anuarios y guías
comerciales que se publicaban por enton-
ces. Concretamente, en la titulada Badajoz
artístico y comercial. Guía descriptiva del
Comercio, Industria, Artes, Oficios y reseña
de los centros públicos, con expresión del
personal de los mismos, de Adolfo Zapata
Mezquita y Eduardo Andrino Delgado4
. Y
en el apartado de las distintas secciones y
personal responsable que conformaban el
Ayuntamiento constitucional de la época,
figuraba esta escueta línea: “Banda Muni-
cipal de Música. Director: D. Mateo Alba”
(pag. 54). En la década de los 20 de la pa-
sada centuria, el profesor de Música y direc-
tor de la Academia Municipal de Música,
Pedro Parra, fue quien llevó las riendas de
la propia Banda Municipal, cargos que se
simultaneaban. Así deja constancia el Anua-
rio-Guía de Badajoz y su Provincia5
, con infini-
dad de datos recogidos en años anteriores:
“Academia de Música (Chapín, nº 22). Direc-
tor: D. Pedro Parra Alberruche” (p. 224). Tras
el paso de los tres anteriores, tenemos que
reseñar el amplísimo período que ejerció
como director Modesto Lerma Garnacho
(1929-1962), de grato recuerdo entre los pa-
censes, cuya trayectoria vital y profesional
tan bien supo recoger el escritor costumbris-
ta Pepe Vela en su libro Badajoz en la nos-
talgia6
, un libro de biografías de personajes
de la alta sociedad y otros, populares, en
su capítulo “Modesto Lerma Garnacho. Su
vida fue la música” (pp. 43-71). Después del
profesor Lerma, tenemos que mencionar el
paso de dos directores de reconocido presti-
gio también: José Albero Francés (1967-1972)
y Juan Pérez Ribes (1981-1997), avecindado
4. Badajoz, Tip., Lit. y Encuadernación de Uceda Her-
manos, 1902.
5. Madrid, Compañía Ibero-Americana de Publica-
ciones, S. A., 1930.
6. Badajoz, autoedición, Tecnigraf Editores, 2001.
Sharia75 2016
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  • 1. Se acabó. Lo que debió resolverse hace dieciséis años mediante el dialogo entre las admi- nistraciones y esta Asociación tuvo que resolverse en los tribunales y hasta la ejecución de la sentencia solo ha sido posible, tras las serias advertencias de la Sala al Regidor de la ciudad. ¿Donde están aquellos maleficios que nos alcanzarían si se ejecutaba la sentencia? Volverían las jeringuillas, se abandonaría la Alcazaba, se iría la Universidad, etc. ¿Se acuerdan, verdad? Todo sigue igual. Desgraciadamente igual para el casco antiguo. La Plaza Alta, un oasis dentro de un casco histórico cada vez más degradado. Los vecinos, o los pocos que quedan, conviven cada vez con menos comercios y con más ruido provocado por los bares de copas. Y en esta realidad no ha tenido nada que ver el rebaje de las dos plantas del cubo. Si toda una Administración local en lugar de buscar resquicios imposibles para no ejecutar la sentencia, se hubiera centra- do en buscar soluciones para revitalizar el casco histórico, probablemente estaríamos en una posición diferente. Todo lo contrario a los falsos augurios…, esta actuación ha venido a realzar el perfil de la Torre de Espantaperros, ahora que se empieza a ver como el dinero empleado en la rehabilitación de las murallas da sus frutos. Y con el Hospital Provincial, se constata el mismo empecinamiento: una Administración con una mayoría que le presupone estar en posesión de la verdad, sin intención de escuchar a nadie que piense de forma diferente, y una propuesta arquitectónica que rompe y abre en canal este edificio. La positiva y decidida voluntad del nuevo equipo de Gobierno Provincial de no dejar a su suerte al edificio del Hospital Provincial, contrasta con las formas de gestionar este asunto. Y es conveniente recordar como en el año 1985 se consumó una transformación urbanística donde el patrimonio de la ciudad quedó muy mermado. Se demolió el antiguo convento de las Descalzas del s. XVI, verdadero hospital de San Sebastián, para hacer la calle Sor Agustina. Se de- rribó el Seminario San Atón, un edificio en uso del s. XVIII, ejemplo de arquitectura neoclásica con su capilla y biblioteca, y se derribó la Casa de los Ordenandos, lugar que entonces estaba en uso para espacios culturales de la ciudad y que además alojaba la Biblioteca Pública. En su lugar los pacenses ganamos una plaza proyectada sin un árbol, sin sombra, un espacio casi muerto. Desde 1982 hasta 1990 se modificó el Hospicio Real, aumentándole dos plantas irreales y creando tres nuevas fachadas que hasta entonces eran inexistentes. De toda esta operación especulativa, con miles de metros cuadrados en el centro de la ciudad para viviendas, tan solo ganó la propia Diputación Provincial. Aun así, los ciudadanos dimos por bueno el acabado del edificio sanitario y asumimos su transformación. No estando aun conformes, quieren volver a des- menuzarlo para no sabemos que dudosos proyectos comerciales, todo esto enmascarado con una utilización cultural. ¿Que necesidad tiene la Diputación de complicarse la vida y complicarnos a los ciudada- nos cuando en una mesa técnica se podría poner solución consensuada que no volviera a dividir a la ciudadanía? SEGUIMOS EMPECINADOS EN COMETER LOS MISMOS ERRORES
  • 2. 2 UN MARCO REAL PARA ALFONSO IX DE LEÓN Alberto González Rodríguez Cronista Oficial de Badajoz RAZONES Erigidos ya monumentos a los personajes más destacados de la historia de Bada- joz: su fundador en época musulmana, Ibn Marwan (siglo IX) y en la moderna a Manuel Godoy, Príncipe de la Paz (siglo XIX) y otros, parece oportuno completar la serie de hitos dedicados a los artífices fundamentales de su pasado dedicando el obligado recuerdo al que le confiere el impulso y carácter que determina la nueva etapa de la población a partir del siglo XIII: Alfonso IX de León. JUSTIFICACIÓN Como en 875 lo fuera Ibn Marwan respecto al Badajoz musulmán con la fundación en el Cerro de la Muela de un pe- queño reducto que aca- baría por convertirse en la capital del reino ára- be más importante de su tiempo en ciertos mo- mentos, Alfonso IX resulta el segundo fundador de Badajoz, pues a su con- quista en 1230 e impulso subsiguiente debe esta ciudad el crecimiento, vi- talidad y pujanza que la convirtió con el tiempo en el núcleo más impor- tante de todo el suroeste peninsular, metrópoli pu- jante, centro económico, comercial, de servicio y cultura de referencia en un amplio entor- no con proyección sobre los territorios a ambos lados de la frontera hispano por- tuguesa, vertebrador de Extremadura y su capital natural indiscutible desde los siglos pasados. Demarcación territorial de enorme ex- tensión; condición de ciudad de Realengo; esto es, dependiente solo del rey (condición que en Extremadura gozaron únicamente otras tres: Trujillo, Cáceres y Plasencia, algu- na solo de modo transitorio) Fueros, esto es, autonomía y organización municipal propia; rollo y picota; escudo y pendón; subordina- ción de numerosas aldeas y lugares; dehe- sas, pastos comunales, terrenos de propios y otros bienes y recursos; molinos y pesqueras; ferias, mercados, franquicias y ventajosos privilegios comerciales y de otro tipo, ade- más de potente obispado, son algunas de las generosas concesiones otorgadas por Alfonso IX de León a Bada- joz durante la semana es- casa que permaneció en la población tras ocuparla, y que constituyen la base de su consolidación, creci- miento y pujanza posterior. Razones que justifican más que sobradamente que la ciudad lo conside- re artífice inseparable de su pasado; impulsor de su existencia, carácter y de- sarrollo, y por tanto figura merecedora de ser exalta- da en un monumento por la población a la que dió nuevo impulso; pues si Ba- dajoz es hoy lo que es, a él lo debe en gran parte. ANTECEDENTES Durante un corto perio- do de tiempo, a propuesta realizada el 5 de abril de 1926 por el entonces alcal- de de Badajoz, el historiador y Cronista de la Ciudad Antonio del Solar y Taboada, la plaza cuyo nombre fue siempre el de Pla- za Alta, en atención a la significación de su emplazamiento y funciones, recibió el nue- vo de Plaza de Alfonso IX. Poco le duró, sin Marco Real Alfonso IX
  • 3. 3 embargo, tal denominación, pues el primer Ayuntamiento de la República, a propuesta de su alcalde, Eladio López Alegría, en su se- sión de 28 de Mayo de 1931, con el propó- sito de eliminar del callejero los nombres de reyes, militares, santos, religiosos y cualquie- ra otro referente a personajes y hechos se- mejantes, suprimió el nombre del monarca leonés conquistador e impulsor de la ciudad para restituirle el de Plaza Alta. El intento posterior de aplicarle el de Pla- za Marín de Rodezno, en atención al prela- do que en el siglo XVII costeó su reforma y modernización tampoco cuajó; pues aun- que durante un tiempo figuró como nombre oficial, nadie en la práctica la llamó así, sino por el tradicional de Plaza Alta. El fallido de aplicar su nombre a la Plaza Alta, y la dedicación de una calle que casi no lo es en lugar por completo inadecua- do a la dimensión del personaje, han sido los únicos y cicateros recuerdos que Bada- joz ha dedicado a su fundador e impulsor, Alfonso IX de León, a lo largo de ocho si- glos. Hora es, pues, de remediar tan largo como injusto olvido y prestar a su memoria el recuerdo digno que su significación his- tórica requiere. EL MONUMENTO Por sus características formales, simbolis- mo y significación histórica de especial apli- cación a Badajoz, y el personaje y hecho que se trata de recordar, como modelo de monumento se sugiere la erección de un Marco Real. Con carácter de signo jurisdiccional, el Marco Real se trata de una hito vertical de piedra, habitual y muy abundante en Es- paña durante la Edad Media. Su función, en alineamiento con otros con cuyo con- junto determinaba el perímetro o mojone- ra delimitadora del espacio acotado, era señalar la demarcación de un territorio, principalmente el término de una pobla- ción o municipio, sobre todo los de realen- go, caso de Badajoz, y su potestad para defender sus privilegios y aplicar justicia propia en su territorio. Al resultar tan exten- sa su demarcación Badajoz contaba con un elevado número de este tipo de hitos señalando sus dominios. Aunque distinto del rollo o picota, su con- dición jurisdiccional y su formalización cons- tructiva como columna a veces elevada sobre gradas, el Marco Real se asemejaba a aquel en lo formal y en sus condiciones jurídicas, estando gravemente penado ( a veces hasta con la muerte ) su destrucción, modificación o cambio de emplazamiento, al tratarse del símbolo de las propiedades, autonomía y autoridad de la ciudad a la que representaba. Aunque en ciertos casos, sobre todo los correspondiente a lugares menores, el mo- delo que determinaba la mojonera era muy variado, reduciéndose con frecuencia a una simple piedra o laja hincada en el suelo, una estaca de madera e incluso una roca, árbol o arroyo, en los núcleos impor- tantes se formalizaba como construcción más elaborada, consistente por lo común en un basamento de mampostería rema- tado por una cruz o signo semejante con escudos e inscripciones. Los de categoría superior o encrucijadas más señaladas, so- lían ser de piedra. Dos ejemplos de modelo casi idéntico, aunque el primero no se trate exactamente de un hito de jurisdicción, sino devocional, pueden verse aún en Badajoz: Uno delante del convento de MM. Adoratrices de la pla- zuela de San José, y el otro frente a la ermita de Ntra. Sra. de Bótoa; éste con los escudos de las cuatro principales familias de Badajoz cuyas propiedades delimitaba en ese pun- to: Vera, Rocha, Figueroa y Chaves. El modelo predominante consistía en un fuste de piedra ornamentado con escudos e inscripciones, de una sola pieza o formado por tambores, sobre grada o asentado di- rectamente en el suelo; altura variable entre 2 y 5 metros y hasta uno de diámetro, rema- tado en el caso de los lugares de realengo, como era Badajoz, por la corona real. Uno de los pocos ejemplos de este tipo de signos que tras la orden de destruirlos dic- tadas por las Cortes de Cádiz en 1812 per- dura en Extremadura, es el correspondien- te al Ducado de Alburqueque que se alza, muy bien conservado, en las proximidades del castillo de Azagala, posiblemente en su misma ubicación original, al borde de la ca- rretera de Herreruela.
  • 4. 4 SUGERENCIAS PARA EL MARCO REAL DE ALFONSO IX DE LEÓN Fuste de piedra de modelo dórico, prefe- rentemente de una sola pieza en mármol de Borba o granito, sobre tres gradas, con cua- tro escudos de Badajoz según el modelo del otorgado a la ciudad en 1230 por Alfonso IX, que se reproduce en la Puerta de Palmas y la lápida de La Galera, encarados a los cua- tro puntos cardinales. En el fuste por encima y por debajo de los escudos ostentará las inscripciones “Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Badajoz” y, “La conquistó Alfonso IX de León el 19 de marzo de 1230”. En el extremo superior, sobre sencilla moldura de toro ostentará como remate a modo de capitel labrado en la misma pie- dra, dos series de ondas superpuestas como símbolo representativo del río Guadiana, que en atención a su carácter como par- te consustancial de la ciudad figuró ya en sus escudos y emblemas más tempranos. Y sobre las ondas corona real rematada con una pequeña cruz de hierro. ¿POR QUÉ UN MARCO REAL? La propuesta de que el monumento se materialice como un Marco Real, y no como una figura, efigie, lápida u otro tipo de mo- numento de los habitualmente utilizados, se basa en cuatro argumentos que lo hacen particularmente aconsejable: 1) Su originalidad como monumento, de cuyo tipo, a lo que sabemos, no existe nin- guno otro en España. 2) Su acusada carga simbólica de alta significación histórica y jurisdiccional, pues se trata del modelo de hito que tras su con- quista y refundación en la etapa cristiana re- presentaba la condición de Badajoz como ciudad exenta poseedora de Fuero propio y todos los demás privilegios de su catego- ría como lugar real. Es decir, los instrumentos otorgados por Alfonso IX que le permitieron y propiciaron su desarrollo y pujanza a partir de entonces a lo largo de la historia hasta nuestros días. 3) Su sencillez compositiva y su rotundidad formal de fácil visualización e identificación sobre los componentes del entorno y demás monumentos, y su fácil encaje urbanístico en cualquier lugar de la ciudad. 4) Su reducido coste económico en relación con otros posibles modelos, tan- to en lo que a material se refiere como al proceso de ejecución, y la posibilidad de adaptar fácilmente sus proporciones, aca- bado y demás extremos, al presupuesto establecido, sin menoscabo para el resul- tado final. UBICACIÓN Su significación y características forma- les aconsejan colocarlo preferentemente en un lugar cuyo entorno ambiental his- tórico, y visibilidad, realce su simbolismo y al tiempo facilite su contemplación. A reserva de otros que pueda determinar el Ayuntamiento se sugieren las plazas de San José o Plaza Alta, próximo a la puerta del Capitel, o cualquier punto cercano a la Casa de la Audiencia o Puerta del Toril, lugares de gran tradición histórica y fácil visualización, cuya dimensión evocadora del origen y pasado de la ciudad resulta reforzada por una configuración arquitec- tónica y ambiental de acusado plasticis- mo, y donde dada su configuración formal neta y rotunda destacaría sin perturbar las perspectivas del lugar. La presencia de las Casas Mudéjares; la antigua ermita de San José, erigida con ocasión de la conquista de la ciudad por Alfonso IX el 19 de marzo de 1230 y nombrado en ese momento pa- trono de Badajoz; Casa de la Audiencia y el telón de fondo de la Alcazaba, reforza- rían la significación del hito y el personaje y efeméride que rememora. Esta propuesta ha sido elevada formal- mente al Ayuntamiento de Badajoz en los pasados años 2012 y 2014. Dibujo original de AGR
  • 5. 5 CONDENADOS A GALERAS EN LA CÁRCEL DE BADAJOZ A FINALES DEL SIGLO XVI Jessica Carmona Gutiérrez El 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la famosa batalla de Lepanto. Proba- blemente se trató de la batalla naval más violenta de todo el siglo XVI, 60 000 de los 170 000 combatientes murieron o fueron he- ridos. Sin embargo, supuso una gran victo- ria para Felipe II y la Santa Liga y una de- rrota sin parangón para el Imperio Turco, que trataba de avanzar por el Mediterrá- neo. La situación de debilidad y desventaja que ahora presentaba el enemigo quiso ser aprovechada por el monarca castellano y, por ello, se llevó a cabo una política que favoreció la fabricación de galeras (em- barcaciones utilizadas para hacer la guerra en el Mediterráneo por su ligereza y doble trac- ción a remo y vela). De manera que, si en 1564 la Monarquía Hispánica contaba con 79 gale- ras en el Mediterráneo, en 1572 el número de éstas había aumenta- do a 102. Así, se preten- día acabar con todos los focos enemigos que aún se encontraban activos (la piratería) y asestar el golpe defi- nitivo al Imperio Turco, ya que debido a su capacidad técnica y económica éste podía reconstruir rápidamente su armada. La construcción de nuevas embarca- ciones llevaba aparejada la necesidad de remeros. Una necesidad que a me- dida que avanzaba el siglo XVI se hacía mayor por las mejoras y cambios introdu- cidos en las propias embarcaciones. Solo para hacernos una idea del número de hombres que necesitaban las galeras, apuntaremos que éstas solían tener 50 remos (25 a cada lado) y cada banco lo ocupaban tres o cuatro hombres. Por lo que cada galera necesitó, por tanto, unos 250 galeotes más otros 15 o 20 de reserva. Ante estas cifras cabe pregun- tarse cómo consiguió la monarquía tan elevado número de remeros. Existían tres vías para conseguir remeros para las galeras. Por una parte, estaban los que voluntariamente se enrolaban en ellas (los conocidos como “buenas boyas”) que percibían un sueldo. Por otra parte, esta- ban los esclavos, que podían ser cautivos musulmanes capturados o individuos com- prados o donados. Por último, se encontra- ban los condenados por la justicia, delin- cuentes que cumplían sus penas en las gale- ras, y que constituían la opción más rentable para la Corona. Por esta razón, en di- ciembre de 1572 Felipe II envió una Real Cédula a todas las justicias del reino solicitando infor- mación sobre el núme- ro de galeotes, presos, condenados y senten- ciados que se custo- diaban en las cárceles castellanas, con el ob- jetivo de que pudieran servir en la Armada. En Extremadura, de los 105 condenados a galeras que aparecen en la relación que se envió al secretario de Su Majestad Juan Vázquez de Salazar, 16 se en- contraban en la cárcel de Badajoz junto a otras 14 personas que estaban condenadas a otras penas que se podían conmutar por las galeras y que por tanto, se incluyeron en la relación. Ahora bien, convendría preguntarse, lle- gados a este punto, quienes eran estos pre- Don Quijote habla con los galeotes. Ilustración de Gustavo Doré.
  • 6. 6 sos que se encontraban en la cárcel pacen- se y por qué razón estaban en ella. El delito más común entre los penados con el remo fue el de robo o hurto. En concreto, cinco hombres habían sido acusados de ladrones. Los robos más frecuentes eran los de anima- les o ganados, algo que no resulta extraño si tenemos en cuenta que en todo el territorio extremeño la cabaña ganadera ocupó un lugar muy importante en la economía y don- de, además, la cercanía de la frontera con Portugal favorecía el hurto de animales para su venta en el país vecino. Así, por ejemplo, encontramos en la cárcel de Badajoz a un portugués que había robado un mulo a un vecino de la ciudad con la intención de ven- derlo en Portugal. Por este delito fue conde- nado a doscientos azotes y seis años de gale- ras. Una sentencia acorde con lo establecido por la legislación, ya que en 1566 Felipe II había ampliado la duración del servicio de galeras para de- terminados delitos. De esta manera, si en tiempos de Car- los V el primer hurto cometido se pena- ba con cuatro años de galeras, ahora el servicio se vio au- mentado a seis. Los mismos años que tendría que pasar un vecino de Villamiel que había realizado diferentes hurtos en esta villa y en Bada- joz, y a quien, para arrancarle su confesión, se le dio tormento de cordeles y agua. La finalidad del tormento era la de que- brantar la resistencia física y psíquica del reo a través de la fuerza hasta obtener el reco- nocimiento de su culpabilidad. Aunque exis- tían numerosas formas de aplicar el tormen- to, el más utilizado entre los jueces inferiores (alcaldes) fue el de cordeles y agua. Esta forma de tortura consistía en que, cuando el atormentado se encontraba en el potro (atado de pies y manos), se le iba dando vueltas a unos cordeles con los que se iba estirando el cuerpo (primero en los brazos y si era necesario en los pies) y cuando éste estaba tensionado y había cogido calor, se le echaba por la espalda un jarro de agua fría que le causaba mucho más dolor. Otra variante consistía en poner una gasa o te- jido fino sobre la boca e ir vertiendo agua sobre el tejido con la intención de angustiar al reo con la asfixia que provocaba. Si los hurtos y robos eran frecuentes en la ciudad de Badajoz también lo fue el contra- bando. La cercanía de la frontera explica que los casos de contrabando documentados se den precisamente en esta ciudad. Jorge Már- quez estaba preso en la cárcel de Badajoz por haber comprado por Castilla muchos po- tros, caballos, mulas y yeguas para venderlos en el reino de Portugal, pero también, porque ayudaba a otras personas a hacer lo mismo. Por ello fue condenado a diez años de ga- leras. Una condena que bien podía ser considerada una “muerte en vida” por las duras condiciones en las que los galeo- tes vivían en lo que Marañón denominó “infiernos flotantes”. El espacio que es- tos hombres tenían para desarrollar su vida en el barco era aproximadamente de 1,5 m, por lo que vivían condenados a una inmovilidad casi absoluta. La hume- dad era constante y la alimentación mala y escasa; reducida, en la mayoría de los casos, al conocido bizco- cho: una galleta de pan medio fermentado cocido dos veces para secarlo y evitar que fermentara en las travesías muy largas. El agua era escasa, y por ello, muchas veces se volvía «turbia, hedionda, caliente y cenagosa», sien- do necesario hervirla para poder beberla. Otros delitos que en estos momentos se es- taban sentenciando con la pena de galeras eran los homicidios, las resistencias a la autori- dad y los quebrantamientos de morada. Si tra- dicionalmente el homicidio era condenado con la pena de muerte, en estos momentos, Tormento de cordeles y agua
  • 7. 7 debido a la necesidad de remeros, muchas sentencias de muerte se conmutaban por la pena de galeras. Pedro García Jaramillo, un joven pacense de 18 años, había matado (premeditadamente) en el puente de la ciu- dad a un hijo de Pedro de Toro. Aunque la pri- mera sentencia lo condenaba a muerte, una segunda sentencia, motivada por el perdón de los padres de la víctima y la necesidad de hombres para las galeras, le condenó a ver- güenza pública y cuatro años de galeras. Los mismos años que serviría Diego Pacheco en las galeras de Su Majestad, por resistencia a la autoridad. Por otra parte, cuatro hombres: Matías Alonso, Francisco Pérez, Francisco Granado y Hernán García, fueron sentenciados a diferen- tes penas por quebrantar la casa de la viuda Bea- triz Fernández, de noche, y haberla sacado por la fuerza y contra su vo- luntad de la ciudad. A Matías Alonso, por ser el principal instigador y «tras muchos delitos y senten- cias por famoso e incorre- gible delincuente», se le condenó a muerte y fue ahorcado en el rollo y pi- cota de la ciudad. Fran- cisco Pérez, fue perdo- nado por la querellante, aunque ello no impidió que fuese condenado a seis años de galeras, ya que a pesar de los apar- tamientos de querella, el juez podía continuar de oficio con el proceso si la culpabilidad del reo estaba suficientemen- te probada. Finalmente, Hernán García, fue condenado a cuatro años de galeras. La cédula enviada en 1572 por Felipe II dejó claro que debía remitirse una relación de todas aquellas personas que pudieran ser condenadas al servicio de galeras, haciendo mención, además de los delin- cuentes (cuyos delitos eran merecedores de la pena de galeras), a los gitanos y va- gabundos. De los primeros decía que por- que hay mucho número de ellos «procu- rareys con gran diligençia e brevedad de prender y tener a buen recaudo los que en vuestra juresdiçión e distrito halláredes e de los que ansí prendiéredes y tuviéredes pressos nos ymbiareis relaçión». En Extremadura, a lo largo del siglo XVI, estos grupos comenzaron a asentarse en los arrabales de poblaciones como Cáceres, Trujillo, Badajoz, Llerena o Zafra y se dedica- ban a vender caballos y asistir a ferias y mer- cados, o actuar como músicos, danzantes o artistas. Sin embargo, no fue hasta el reina- do de Felipe II cuando se criminalizó de ma- nera clara la forma de vida de los gitanos, su identidad étnica y sus rasgos culturales. Una persecución que va a venir motivada, por un lado, por el inten- to de someter y contro- lar a estos grupos y, por otro, por una vertiente utilitarista, que pretendía servirse de ellos con su trabajo en las galeras y en las minas de la coro- na (aduciendo a su pro- pensión a la vagancia). En la cárcel de Bada- joz había cinco gitanos de los que se decía que eran “vagantes”, y que habiendo residido en Ta- lavera faltaron muchas cosas que habían hur- tado. Si bien, solo se te- nía sospechas de ellos, ya que los hurtos habían sido realizados tan ocul- tamente que no se sabía con certeza que fueran ellos los culpables. En definitiva, como podemos comprobar, la necesidad de remeros para las galeras hizo que la monarquía se sirviese de delin- cuentes, y minorías, repartidos por todo el reino con el fin de que sirvieran a su Arma- da. Una realidad de la que Badajoz, como el resto de Extremadura, no pudo escapar. Para saber más: Carmona Gutiérrez, Jessica, Extremeños condenados a gale- ras en tiempos de Felipe II, Servicio de Pu- blicaciones de la Diputación de Badajoz, Badajoz, 2015.
  • 8. 8 Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote La Asociación presenta un nuevo libro con el que reafirma su compromiso con el conoci- miento y la divulgación de la historia de nuestra ciudad. Se trata de una edición no venal para los socios, bibliotecas, colegios e institutos de la ciudad. Somos conscientes que muchas institu- ciones e interesados quedarán fuera del reparto pero la Asociación no ha podido hacer una tira- da mayor porque nuestros fondos son muy limita- dos y las administraciones, a las que hemos acu- dido, no les ha interesado o no les interesamos, que viene a ser lo mismo. La obra que presentamos, inicialmente anó- nima, recoge la Historia de Badajoz y que fue editada en 1844, saliendo de la imprenta de Gerónimo Orduña. Hace años, un buen amigo, conocedor de mis aficiones a la historia local me mostró una peque- ña obra que conservaba perfectamente envuel- ta para evitar su deterioro. Le saqué unas foto- copias. Pronto me percate que dicha obra no se encontraba en biblioteca alguna de la ciudad, ni en otras consultadas fuera de aquí. Esta obra, al igual que la reeditada el año pasado, inver- naban en mi cabeza para ser editada algún día. Cuando en AdB se decidió sacarla a la calle, mi amigo con gran disgusto me comentó que había extraviado el libro. Gracias a las aportaciones de Julián Gar- cía Blanco, pudimos seguir la pista del anónimo autor del libro, conocer su verdadero nombre y localizar otro ejemplar que a día de hoy, debe ser único en el mundo mundial. Cierto, sin porta- da, pues no la tiene, pero gracias a las fotoco- pias que realicé y al trabajo de restauración del impresor, se ha podido restablecer totalmente y elaborar este esplendido facsímil. El autor firma el libro como “V.F.” y nos señala su pertenencia a la Económica Amigos de País. No es casualidad que hayamos querido publicarlo justo en el 200 aniversario de la RSEAP. Pues bien, será Vicente Barrantes, quien 20 años después de que se escribiera el libro, nos dé puntual informa- ción sobre el autor, e indirectamente responda a la pregunta que tantas veces me hice sobre la extrañeza de no encontrar ejemplares, ni siquiera en la propia Biblioteca de la Económica. Resulta pues, según Barrantes, que al publicar dicha obra, un caballero de la ciudad adquirió todos los ejem- plares para que no perjudicase una obra similar que pensaba editar. Pero evidentemente no las debió comprar todas pues tenemos constancia de al menos dos ejemplares. No vayan a pensar que esta Historia de Bada- joz va a resolver todas sus dudas sobre la ciudad, ni que estamos delante de una lección magistral sobre nuestra ciudad; no, claro que no. Tampo- co se escribió para eso. Principalmente es muy interesante el trato que da a la guerra de la in- dependencia, que el autor vivió desde dentro, y todo cuanto se refiere al siglo que le tocó vivir y que describe de primera mano. El libro además cuenta con un prologo intro- ductorio sobre el autor; su “ajetreada” vida polí- tica y las numerosas actuaciones que desarrolló para la ciudad y su provincia, magistralmente in- vestigado por Julián García Blanco y que a ren- glón seguido realizaré un breve resumen para abrirles el apetito. Barrantes identifica “V.F.” como Vicente Fal- cato, nacido en esta ciudad en 1781. Luchó con- tra los franceses al frente de los zapadores, fue Maestro Mayor de las Fortificaciones con cargo civil, no militar, y como arquitecto o ingeniero, in- tervino en numerosas obras civiles de la ciudad. Políticamente fue un destacado liberal al que le complicaron mucho la vida, principalmente Fer- nando VII. Efectivamente, como el propio autor anuncia en la portada, al final de su vida, fue uno de los 34 socios de la Económica de en- tonces, pero no en la fecha que dispone la ins- titución. Fue miembro fundador de la Comisión Provincial de Monumentos Artísticos de Badajoz y lo veremos trabajar en busca de la Mezquita árabe, en el informe que se hizo para derribar la Torre de Espantaperros, en las ruinas de Mérida, en los baños de Alange, etc. Trabajó en las obras civiles más importantes en la ciudad como la reforma del puente de Palmas, realizó el Cementerio de San Juan, hizo el Paseo de San Francisco, la demolición de la ermita de San Andrés en el centro de la plaza de Cervantes, reparaciones en las casas consistoria- les, en la cárcel vieja de la plaza de San José, etc. Pero también trabajó para la Diputación, principalmente en la construcción de puentes y por citar el solo algunos, destacan los del río Albarragena, la rivera de Olivenza, el puente de Gévora o Cantillana que quedó sin uso tras la guerra de la Independencia, etc. Celebramos este pequeño homenaje a quien tanto dedicó a su ciudad y restituimos con el fac- símil la usurpación que de su obra realizó el ca- ballero de su obra escrita. LA “HISTORIA DE BADAJOZ” QUE LE USURPARON A VALENTÍN FALCATO EN 1844
  • 9. 9 UNA VEZ MÁS…Y AHORA EN 1705,... LA CIUDAD DE BADAJOZ, FRONTERA Y GUERRA. Fernando Cortés Cortés Director de la Revista de Estudios Extremeños Cronista Oficial de Badajoz La realidad presente en la frontera hispano- portuguesa de buena parte de los Tiem- pos Modernos y Contemporáneos ha estado marcada por una casi permanente situación de conflicto armado, de profundas enemista- des, de dilatados tiempos de odios, rencores, asaltos, rapiñas y saqueos entre los dos pueblos moradores a ambos lados de la Raya extreme- ño-alentejana con su centro en la ciudad de Badajoz. Porque esa Frontera, en la magistral caracterización de Ángel Rodríguez Sánchez, es a veces frontera de pillaje, a veces frontera de colonización pero siempre bien distante y alejada de los centros del poder político, en los que se adoptan decisiones de gobierno; una frontera de conflictos, escenario de en- frentamientos armados que conducen a la despoblación y a la ruina. Con unas estruc- turas económicas arcaizantes, carente de elementos artesa- nales que vayan más allá del autoabastecimiento. En reiteradas ocasiones, la región extremeña se transfor- ma en escenario de un con- flicto armado, ya que la con- cepción estratégica presente tanto en Lisboa como en Ma- drid, convierten a Extremadu- ra y al Alentejo en centro neu- rálgico y principal escenario de la lucha. Como lo había sido en los finales del siglo XV1 , o del siglo XVI2 .Como lo fue en la dilatada Guerra de la Res- 1. MAZO ROMERO, Fernando: El condado de Feria (1394-1505), Badajoz 1980. 2. FERNANDEZ ÁLVAREZ, Manuel: “Lisboa: La unión de Portugal y Castilla bajo Felipe II. Objetivo”, en Las re- lacio-nes entre Portugal y Castilla en la época de los descubrimientos y la expansión colonial, coord. por Ana María Carabias Torres, Salamanca, 1996, págs. 327-336. tauración portuguesa3 y las situaciones de duras tensiones con el vecino portugués a lo largo de los finales del siglos XVII4 y del XVIII, iniciado con la Guerra de Sucesión a la Corona de España5 , y como lo será en diversos momentos del siglo XIX. Permítaseme, mínimo personal homenaje a este aniversario de Amigos de Badajoz, presen- tar unas breves transcripciones —respetando la ortografía del momento— de textos recogidos en números de la Gaceta de Madrid en los que se muestran, por lo general con elevados niveles de propaganda bélico-política para estimular e incentivar a los propios partidarios, difíciles reali- dades y duras situaciones por las que la ciudad de Badajoz y de modo especial sus habitantes, hubieron de transitar en los comienzos del siglo XVIII, con ocasión de la Gue- rra de Sucesión a la Corona de España, cuyo desarrollo en la región extremeña ha mere- cido hasta el momento pre- sente escasa atención para la historiografía regional. Desde Badajoz, 6 de sep- tiembre de 1704, Gaceta de Madrid de 16 de septiembre, se dice: “Auiendo tenido noticia el señor Principe de Serclas que 200 Portugueses salian de Oli- vença à quemar los Granos de estas Vecindades, diò or- den al Coronel Don Domin- go Saluzo, para que con 200 Infantes, y alguna Cavalleria saliese à oponerse, y avien- dolos encontrado à una le- gua de Olivença, los derrotó enteramente, matándoles 54 y haciendo Prisioneros 16 sin que la Cavalleria de la Plaza 3. RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, Ángel: “Guerra, miseria y corrupción en Extremadura, 1640-1668”, en Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano, Cáceres, 1979, págs. 605-625. 4. CORTÉS CORTÉS, Fernando: “Presión militar en la frontera hispano-portuguesa de finales del siglo XVII”, en Revista de Estudios Extremeños, tomo XLVI, III, Ba- dajoz, 1990, págs. 631-653. 5. ALBAREDA SALVADÓ, J.: La Guerra de Sucesión de España (1700-1714), Barcelona, 2010. Portada del “Compendio annual de los svcessos principales de la Evropa”
  • 10. 10 de Olivença saliese à la defensa, se volvieron à Badajoz.” Pasados unos meses, desde Madrid, 12 de mayo de 1705, Gaceta del mismo día, entre otras cosas, se informa: “De Badajoz ay también noticia, que los Enemigos se avian dexado vèr por aquellos contornos.” Al poco, Badajoz, 23 de junio de 1705, Gace- ta de Madrid de 30 de junio, se comentan dos noticias: “El Exercito que los Enemigos tienen por esta parte, se ha retirado à Quarteles. Aqui estamos con bastante gente, y abundancia de Viveres, y Municiones.” Y además, se muestra la actuación de uno de los soldados acuartelado en la ciudad: “Aviendose aprehendido à un Soldado Desertor de nuestra Cavalleria, que bolvia del Campo de los Enemigos, depuso ante el Ca- pitán General, Marques de Bay, que Don Luis Fernandez de Cordova, Coronel de un Regi- miento de Cavalleria le avia dado un pliego con Cartas para el Almirante. Con esta noticia se prendió luego à este Coronèl, y se empezó la averiguación, tomandole para ello las mas rigurosas. Y aviendose formado pro- ceso, por el delito de deser- ciones repetidas, fue conde- nado à muerte; y estando al pie de la Horca para execu- tarse la sentencia, declaró ser falsa la acusación que avia hecho contra el Co- ronèl Don Luis Fernandez de Cordova, y que para ella tuvo el solo fin de vèr si po- día salvar su vida y escusar la muerte que merecía por sus deserciones; con cuyo acto queda desvanecida la injusta calumnia contra este Coronèl, y su honor, con los grados de estimación que merece la grande honra y fidelidad con que sirve al Rey.” El 11 de septiembre de 1705, Gaceta de 6 de octubre, desde Londres se informa: “Las noticias ultimas que han venido de Por- tugal, solo avisan que Milord Gallovay disponía sus Tropas para el sitio de Badajoz, y se hazían ya Almagazenes en Yelves, y Olivença.” De forma complementaria, ahora desde Ma- drid, en la Gaceta de ese mismo 6 de octubre, “Teniendo noticia el señor Marquès D. Alexandro de Bè, que los Enemigos hazian grandes prevenciones para una grande ex- pedición, salió de Badajoz el dia 25 con 2.500 cavallos y 4.000 Infantes y encontrándolos entre Estremòz, y Yelves, después de averles abrasado varios Almagazenes de paja, de- más de 100.000 arrobas que avian juntado para la subsistencia de la Cavalleria, les quitò 80 Mulos cargados de Municiones, 300 Bue- yes, y 100 Bacas que tenían destinados para la Artilleria, y mas de cinco mil cabeças de ganado menor; y aunque salieron Tropas de estas dos plazas à dar calor à los que condu- cían este Comboy, solo sirvieron de testigos para la presa, que se conduxo a Badajoz.” Un día antes, Badajoz, 5 de octubre de 1705, Gaceta de Madrid de 13 de octubre se informa de una nueva situación bélica: “Los Enemigos el dia 2, 3 y 4 passando à Guadiana, tomaron los puestos à esta Ciu- dad, estendiéndose desde las Huertas del Camino de Talavera, hasta el Camino de San Ga-briel, desde donde traen la Linea de Circunvalacion, hasta la Hermita de San Roque. Esta Plaza està proveìda de todo con buena Guarnicion, y mu- chos, y buenos Oficiales, y ay mas de 2.000 Naturales resta- dos à perderse en su defensa. En esta seguridad, luego que el Enemigo pasò el Rio, salieron de aquí el Señor Marquès de Bè, el Mariscal de Campo Don Joseph de Armendariz, y otros con los Regimientos de San Vicente, y Cordova, que se in- corporaràn para el socorro con el Exercito que manda el señor Mariscal de Tessè, que se halla en Lobon, 4 leguas de aquí.” En este mismo número de la Gaceta, de 13 de octubre, aho- ra desde Madrid se comunica: “De Merida en carta de sie- te se avisa, que queriendo los Enemigos hazer un abance al Fuerte de las Pardaleras —en cursiva en el original— fueron rechazados, con muerte de mas de 400.” También desde Mérida, 10 de octubre de 1705, Gaceta de Madrid de 20 de octubre, se narra la situación que se registra en la ciudad de Badajoz: “Los Enemigos en numero (según los De- fensores) de mas de 20.000 Infantes, y 5.000 Cavallos, desde el dia dos tienen sitiada à Badajoz; pero estos ocho días ha sido tanto Gaceta de Madrid 13 octubre 1705
  • 11. 11 el fuego que se les ha hecho de la Plaza, que han adelantado muy poco las obras. En al- gunas salidas se les ha muerto mucha gen- te. Con la noticia del sitio, se ha conmovido toda la Provincia de Estremadura, acudiendo en competencia Ciudades, Villas y Lugares con armas, Cavallos, bastimentos, y cauda- les para repeler, y escarmentar à los Enemi- gos. Nuestro Capitán General el Marques de Bè, que con tanto acierto gobierna las Armas del Rey en esta Provincia, unido con el gran zelo del señor Mariscal Tess, y de los demás Generales, con nuestras Tropas, casi en igual numero à las del Enemigo, están resueltos à socorrer la Plaza à cualquier costa.” Desde Madrid, 20 de octubre, Gaceta de ese mismo día, se anunciaba la que parece victoriosa actuación de las tropas que apoyan a Felipe V: “El Domingo 18 por la noche llegó a Ba- dajoz el Cavallero de Montlieu, Capitàn del Regimiento de Moscoso con la noticia de que la noche del dia 14 mar- charon los señores Maris- cal de Tessè, y Marquès de Bè con las Tropas, y pasaron à Guadiana à vista de los Enemigos; y después de averse aca- ñoneado mas de 3 ho- ras, y con poco daño nuestro, se retiraron los Enemigos à su Campo. El señor Mariscal hizo entrar mil hombres en la plaza, y se acampo à tiro de mos- quete de ella. Los Ene- migos abandonaron sus Trincheras y retiraban su Artilleria, y Bagaje à Oli- venza. Nuestra Cavalleria iba en su seguimiento. Los Enemigos han perdido más de dos mil hombres desde que se pusiseron à la vista de esta plaza… Por dos vezes con el fue- go de la Plaza, se les que- mò à los Enemigos la mayor parte de sus mu- niciones. La Cavalleria de los Enemigos con la penuria que ha padecido de forrages, ha quedado muy maltratada.” No son solo los textos incluidos en las pági- nas de la Gaceta de Madrid. También en una fuente impresa, quizás con su apoyatura en las mismas páginas oficialistas, en un “Compendio anual de los Sucessos Principales de la Europa, en el año de 1705” que según se detalla en su portada “Escrivelo el Lic. Don Juan de la Cruz, Presbytero, Dedicado al Capitán Don Juan de Vizarròn y Aranibar, Cavallero del Orden de Al- cántara, &c., con privilegio, En Madrid, por Juan Garcia Infançon, Impressor de la Santa Cruzada. Año de 1706. A expensas de Antonio Vizarròn.”6 Así, pág. 105, “El Exercito principal de los Enemigos se acampò à vista de Badajoz, à la otra parte de Guadiana: pero cinco mil cavallos pues- tos en la contraria Rivera, detuvieron sus mo- vimientos, como también el Marquès de Tuy con alguna Cavvalleria, è Infanteria detuvo al Marquès de las Minas, que se acampò à la otra parte del Tajo.” Por otro lado, págs. 241 y siguientes, “Los Portugueses, reconociendo buena la ocasion para adelantar sus Armas… determi- naron el Sitio de Badajoz; su gente era mu- cha, y la Artilleria buena, la Empresa ideada de muchos días, los Genera- les de Inglaterra, y Olanda, aunque desconfiados de el calor con que los Portu- gueses hazian esta Guerra, avivaron las operaciones con su Exemplo, y con su in- dustria; y assi pasando el Rio Guadiana, tomaron el dia dos de Octubre los Puestos à la Plaza, estendiendose desde las Huertas de el Ca- mino de Talavera, hasta San Gabriel, y desde allí corrie- ron la línea de Cincunva- lacion, hasta la Hermita de San Roque.” ¿Cómo estaba la ciudad y qué tropas la defendían? Nuestro presbítero prosigue con noticias similares, hasta en su redacción, a las detalla- das de la Gaceta de Madrid. “Avía para la defensa de la Plaza alguna Artilleria, pero pocas Murallas, pués no te- miendose por allí los Ataques, le avian fabricado cortas For- Gaceta de Madrid 13 octubre 1705 6, Sendas copias digitales del volumen se encuentra (27 de enero de 2016) en estas direcciones: https://books.googlr.rd/books?id=fldel8UuYIAC&redir_ esc=y https://bppoks.google.es/books?id=fldel8UuYIAC& pg=PT121&lpg=PT121&dq=compendio+anual+de+ los+sucesos&source=bl&ots=KNKaxOAH_p&sig=DUj 88ftfkniCI3D4PtXj6fwBStM&hl=es&sa=X&ved=0ahUK EwiSqKWdqMjKAhUCrKYKHZwbDmYQAEIIjAA#v=on epage&q=compendio%20anueal%20de%20los%20 sucesos&f=false
  • 12. 12 tificaciones. La Guarnicion era buena, à quien asistían dos mil Naturales Armados, que assi por la Fidelidad al Rey, y amor à su Patria, como por el odio envegecido á los Confinantes, esta- ban dispuestos hasta el ultimo aliento.” Y pese a los refuerzos que llegan, recogidos en la Gaceta de Madrid de 5 de octubre de 1705, “Siendo la desigualdad tanta en el nume- ro de Tropas, pues llegaba el Exercito Portu- guès a 20.000 Infantes, y cinco mil Cavallos, y la Plaza aunque no Cerrada, por ser larga su Circunvalacion, tenia poca defensa, que consistía en una Estrada Cubierta muy mala, y que apenas tenia Fosos, se dio por cierta su Expugnacion, y assi se publicò por Europa, aun antes de se batiesen las Murallas.“ La solidaridad regional parece funciona de forma adecuada: “Acudieron à la defensa los Gentiles hombres y Cavalleros de las Ciudadaes vezinas, con todas las mejores Milicas de el Pays, con las quales, y algunos Esquadrones de Mons. De Geofreville, y dos Batallones de Barois, que avian venido de Cadiz, se fortificò el Exercito de el Mariscal de Tessè, tanto que qcercandose al pequeño lugar de Talavera, determinò introducir el Soco- rro, aviendo antes introducido en la Plaza, algún dinero, para asistencia de los Solda- dos, y bastantes Minadores, y Artilleros para manejar las Operaciones.” La realidad de los combates merece la aten- ción del autor: “Hasta el dia catorze se adelantaron muy poco los Sitiadores, contentándose con jugar su Artilleria, y Fuegos, cubriéndose de los da- ños que hizieron con algunas Salidas los de la Plaza. Yà con la continuación de los Cañones lograron abrir suficiente Brecha para el Asal- to, por ser la debilidad tanta de el Bastion, y de las Murallas, y assi reconocido el peligro, se determinaron los Generales de España à introducir à costa de una Batalla, el Socorro.” En su consecuencia, “Partiò el Mariscal de Talaveruela con una noche obscura, y lluviosa el dia catorze de Octubre, y pasando por el Bado à Guadiana à la Izquierda de su Campo, se acercò à la Ebora pequeño Rio que entra en Guadiana, poco mas abaxo de la Plaza. Advirtieron al amanecer los Portugueses este Movimiento, y al ver à poca distancia à sus Enemigos, se pusieron en Batalla à las Margenes de el Rio, en cuya Rivera tenían fabricados algunos Fuertecillos para disputar los Bados. Aligerò sus Marchas el Mariscal, y passò la Evora con su Infanteria, y Artilleria, antes que los Por- tugueses pudiessen acercarse, y pasando desspues por los diferentes Bados la Cava- lleria, se pusieron en forma de Batalla à la opuesta Rivera; lo que visto por los Portugue- ses, se detuvieron contentándose con dispa- rar algún tiempo sus Cañones, y sin proseguir el Alcance, se retiraron à su Campo.” Toda la operación resulta victoriosa para las tropas hispano-francesas que apoyan los dere- chos de Felipe V, a los que se oponen los inte- grantes de la Coalición anglo-holandesa-portu- guesa, en defensa del Pretendiente austriaco: “Logrado el Socorro de la Badajoz, se acampò el Mariscal á la vista de la Plaza, y los Enemigos desconfiados de la Empresa, empezaron el dia quinze á retirar su Artilleria de la Trinchera, hasta que el dia diez y sie- te la Abandonaron enteramente, dexando- se cantidad de Bombas, Valas, Granadas, y otras Municiones. Conservaron buena orden en la Marcha, y assi padecieron poco daño, aun cargados en la Retirada por Mons. De Moutmain; assi prosigueiron hasta Olivença, y desde allí recogidos en Elbas, discurrieron solo en Aquartelar sus Tropas.” Los resultados fueron sangrientos: “Los muertos se cuentan con variedad, los mas convienen, en que fueron mil durante el Sitio, porque el fuego de la Plaza fue muy grande, y los Sitiadores se aplicaron poco à cubrir sus obras, faltos sin duda de experien- cia en el nuevo modo de Atacar las Plazas. Lo cierto es que en tantos días de Sitio pu- dieron hacer mas, si fueran mas industriosos, y aun aseguran que los Españoles y France- ses podían aver logrado un gran dia, si luego que conocieron la Retirada de los Enemigos, huvieran dado sobre ellos con todas sus Fuer- ças, que ya eran grandes; pero en las opera- ciones Militares, es menester oir à los Genera- les sus Razones antes de sentenciarlos.” El balance de las acciones desarrolladas en la ciudad de Badajoz y sus alrededores son seguras: “Lo cierto es que solo con esto, lograron mucho crédito las Armas de el Rey, pues aco- sadas por todas partes, supieron vencer al Exercito mayor que mantenían sus Enemigos en España, y que se desconcertaron con el Levantamiento del Sitio con todas las Espe- ranças que se avian Concebido en Castilla con esta Conquista.”
  • 13. 13 EL CONVENTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y EL BALUARTE DE LA TRINIDAD DE BADAJOZ Moisés Cayetano Rosado Julián García Blanco (historiador) y Javier Te- jeiro Fuentes (arquitecto) forman un equipo de trabajo compenetrado y multidisciplinar no solo por sus diferentes formaciones académicas sino por la amplitud de sus inquietudes geoespa- ciales, históricas, urbanas, de ordenación territo- rial, artísticas, culturales, etc. Su capacidad para desentrañar archivos y escudriñar documentos, planos, ilustraciones, re- sulta proverbial. Como lo es también su desenvoltura en el propio terreno de los he- chos sobre los que investi- gan, siendo capaces de “le- vantar la tierra” y sacarle sus secretos a las distintas capas que el tiempo ha ido dejan- do, como un libro que crece. Ahora publican conjun- tamente El Convento de la Santísima Trinidad y el Ba- luarte de la Trinidad de Ba- dajoz, que es más que una monografía minuciosamente estudiada y anotada (570 notas de “a pie de página”, ordenadas al final del libro). Es una explicación detallada de cómo se construyó este convento de finales del siglo XIII, cómo fue evolucionando su morfología y uso, que tan- to condicionó el trazado de la muralla abaluartada de finales del siglo XVII, y cómo —“arropándolo”— se levan- taría el Baluarte que lleva su nombre, documentando su uso y las actuaciones en el mismo hasta la actualidad. Pero es mucho más. Es un magistral recorrido por la evolución del recinto fortificado moderno, siguiendo los acontecimientos fundamentales ocurridos en la ciudad y su entorno: Guerra de Restauração del siglo XVII, Guerra de Sucesión de la Corona española de principios del siglo XVIII, Guerra de Independencia de principios del siglo XIX, República y Guerra Civil española (1931– 1939), y actuaciones y planes urbanísticos hasta el actual momento. El libro va dividido en ocho capítulos, a los que siguen las amplias notas y bibliografía, con que los autores acostumbran a “respaldar” sus inves- tigaciones. La falta de planos anteriores a las ac- tuaciones de finales de siglo XVII las suplen con una magistral interpretación dibujada por ellos mismos de la cerca medieval y el propio Con- vento (tienen el acierto de ilustrar la portada con el detalle del mismo extraído del dibujo realizado por Pier María Baldi en 1668–69, cuando acom- pañaba a Cosme de Médicis, y del que se sirven para su recreación). Después, nos presentarán y comentarán distintos planos de la Edad Moder- na, así como de los siglos XIX y XX, acompañando el es- tudio de los últimos tiempos con numerosas fotografías extraídas fundamentalmen- te de los fondos del periódi- co HOY de Extremadura. Pienso que no hubiera es- tado demás que al final de cada capítulo realizasen un pequeño resumen de con- clusiones, así como terminar con una reflexión “conclusi- va” general. Pero hay que re- conocer que a la capacidad científica de los autores se une su transparencia comu- nicativa, con lo que la com- prensión de las etapas de ese espacio en concreto y de la evolución de las mura- llas de la ciudad y de su mis- mo urbanismo queda claro con la exposición realizada y sus profusas ilustraciones. Hay que destacar tam- bién el emotivo prólogo que abre la publicación, escrito por Manuel Mª Cienfuegos y Ruiz-Morote, que —con su demostrada humildad— se “avala” como “Un amigo de los autores”, siendo —como sa- bemos— un gran conocedor de la evolución histórica de la ciudad, a la que quiere tanto como los mismos Julián García Blanco y Javier Tejeiro Fuentes. Por cierto, bien merecerían que fuesen las instituciones oficiales quienes publi- caran el trabajo (¡y otros más!), cosa que pue- den hacer para una segunda edición, pues es seguro que la primera se agotará, dada la am- plia aceptación que estos dos rigurosos estu- diosos tienen entre los lectores amantes de la ciudad, el arte y la historia. Autores: Julián García Blanco y Javier Tejeiro Fuentes. Autoedición. Badajoz, 2016. 320 páginas.
  • 14. 14 José María González Lanzarote Una de las principales controversias que existen respecto a la batalla de Zalaca (1086) es el lugar exacto donde tuvo lugar. El objetivo de este artículo es tratar de estable- cer la localización a través de las crónicas y las características del terreno. Para intentar determinar la localización geográfica, men- cionaremos en primer lugar las evidencias que nos constan. El ejército musulmán se encontraba en las proximidades de Badajoz y el ejército cristiano se acercó desde la vía musulmana que cruza- ba el Tajo por el puente de Alcántara, hasta Badajoz. El terreno para desarrollar la batalla fue elegido por los musulmanes. En la táctica habitual de los almorávides para un comba- te, idealmente, las tropas de a pie frenaban la carga enemiga, los flancos permanecían ase- gurados ante un intento de envolvimiento y la caballería que ocupaba una posición a cu- bierto envolvía por uno o dos flancos al ene- migo. Era fundamental que los hombres de a pie aguantasen la embestida del enemigo. Vamos a repasar las distintas propuestas que se han hecho sobre la zona donde se desarrolló el combate: Basándose en la toponimia Sagrajas–Sa- cralias se ha propuesto que la batalla tuvo lu- gar en la zona donde se encuentra el actual UNA PROPUESTA SOBRE LA LOCALIZACIÓN DE LA BATALLA DE ZALACA emplazamiento de Sagrajas. A esta propues- ta se suman Huici Miranda y Terrón Albarrán. Otra zona que Asín Oliver admite como po- sible es el comienzo de las sierras, a la altura de la actual población de Villar del Rey o in- cluso más allá, en la dehesa de Azagala. Veamos seguidamente qué es lo que nos dicen esas crónicas sobre el terreno en que se desarrolló la batalla. El relato más fiable del que disponemos, las Memorias de Abd-Allāh de Granada, testigo presencial de los hechos, hablan muy poco sobre la batalla. Sí que nos dice que “hubo que avanzar un tanto” para enfrentarse al enemigo y que el campamento cristiano es- taba situado a tres millas de los musulmanes, es decir, casi seis kilómetros. Otra fuente contemporánea es Ibn Bassām. Prácticamente no dice nada sobre el terreno si bien dice que los hombres de las taifas, fue- ron derrotados por los cristianos. La siguiente crónica El Kitāb al-Iqtifā´, men- ciona un ataque de flanco sobre los cristianos, que es una constante en las crónicas. En la siguiente crónica, Kitāb al-Rawd al mi´tār, nos encontramos con una descripción no muy lograda de la táctica empleada, si bien menciona una serie de puntos que con- cuerdan con la táctica general almorávide y con las características de los aliados. El choque inicial de los cristianos lo sostie- nen los guerreros de las taifas. Los almorávi- des no intervienen en esta primera fase. Los andalusíes son derrotados, pero los almorávi- des, caballería suponemos, efectúan un mo- vimiento de ataque al flanco cristiano que, por extensión, alcanza el campamento, en ese momento totalmente fuera del campo de batalla. La reserva castellana se vuelve contra los almorávides. Los almorávides in- tervienen en todo el frente junto con los an- dalusíes que se han rehecho y consiguen la victoria. No existe persecución. Al Rawd al-quirtās le concede Huici Miran- da muy poca confianza. No aporta nada so- bre el terreno, salvo fantasías. Vista aérea del castillo de Azagala
  • 15. 15 El Bayān al-Mugrib nos dice que los almo- rávides acamparon separados de los andalu- síes. La victoria la consiguieron los almorávides realizando un ataque de flanco. También dice que las pérdidas fueron parecidas. El Cronicón Lusitano, única fuente cristiana que se extiende sobre la batalla, cosa lógica teniendo en cuenta que no fue una victoria, no da ninguna información táctica digna de mención. En resumen, podemos encontrar una serie de elementos comunes en todas las crónicas musulmanas y que entran dentro de una lógi- ca, y del sentido común: • Los cristianos atacan a los musulmanes. • En una primera fase se les enfrentan los an- dalusíes, que son derrotados. • Los almorávides intervienen en el frente. • Jinetes almorávides efectúan un movimien- to de flanco, a consecuencia del cual es alcanzado el campamento cristiano. • La reserva o segunda línea cristiana se en- frenta a los almorávides. • Se producen combates en el campamento. • Los cristianos abandonan el campo sin que exista persecución Con respecto a los condicionantes que im- pondrían el terreno donde se desarrolló la ba- talla, podemos efectuar las siguientes afirma- ciones: 1. No tiene sentido, viniendo del N, de donde vendría el rey Alfonso, desviarse de la vía de aproximación que marca el terreno, que coincidiría con el camino que llevaba de Badajoz hacia el puente de Alcántara. El cruce del río Gévora, para alcanzar la zona denominada actualmente Sagrajas, supon- dría una grave desventaja táctica cristiana al favorecer una acción defensiva. 2. La fuerza cristiana buscaría asegurarse el suministro de agua, habitualmente escasa en Extremadura en esa época, por lo que su avance se realizaría por el camino pega- do al Gévora–Zapatón. 3. Los musulmanes cruzaron el Guadiana para poder presentar batalla a sus enemigos. 4. Los musulmanes habían tenido tiempo de sobra para reconocer el terreno, por lo que escogerían el más adecuado a su táctica. 5. El río Guadiana, si bien presentaba un problema para la táctica, pues siempre ha sido complicado luchar con un río a la espalda, no representaba un obstácu- lo insalvable. Si el año no fue muy lluvioso, el río permitiría un cruce fácil. La falta de mención al obstáculo que podía haber su- puesto el río en las crónicas más próximas cronológicamente parece indicar que su caudal era escaso. 6. Los cristianos buscarían un terreno media- namente despejado al menos, firme y que facilitara el movimiento de los caballos, su arma principal. 7. Los musulmanes escogerían para combatir un terreno favorable y, dentro de la exigen- cia de no alejarse demasiado de su punto fuerte, la ciudad, que permitiera un desplie- gue adecuado. Escogerían una zona para acampar que impidiese o, al menos dificul- tase, un ataque por sorpresa. 8. Los cristianos escogerían para acampar una zona medianamente cubierta, que tuviera próximas fuentes de madera, para hogueras y para construir protecciones del campamento, pastos y agua. Tratarían de proporcionar una mínima seguridad al campamento a base empalizadas. En este caso, sería ideal una linde de un bosque. Además, tratarían de tener un amplio cam- po despejado en dirección al enemigo que les previniese de posibles sorpresas y que, facilitase el avance. Una vez establecidos estos puntos queda por determinar la zona donde, pensamos, se desarrolló la batalla. Hay que señalar Combate de caballería contra hombres a pie y en este caso sajones
  • 16. 16 que no hay constancia de que se haya en- contrado un solo resto arqueológico de la misma, ni armas, ni enterramientos o huesos sueltos, ni objetos. Sabemos que esta se desarrolló en las proximidades de Badajoz y en la margen derecha del río Guadiana. Hay que mencionar que toda la zona contigua a Badajoz al N del Guadiana ha sufri- do numerosas trans- formaciones, sobre todo en lo referente a la construcción de vías de comunica- ción y a la utilización del mismo terreno para uso agrícola. No obstante, los ac- cidentes orográficos son idénticos y los cursos de agua, has- ta donde podemos saber, bastante aproximados a los que de- bieron existir en la época. El terreno situado al N del Guadiana no ofrece problemas para el movimiento de hombres y caballos, salvo en lo referente a los dos cursos de agua principales, el pro- pio Guadiana y el Gévora, que representan obstáculos limitados para el movimiento, y el Cerro de Santa Engracia (C. 212), donde se encuentra el actual Fuerte de San Cristóbal. Seguidamente se plantearán diversas hipóte- sis sobre los lugares probables para que hubiera tenido lugar en ellos el desarrollo de la batalla: • La zona situada hacia el N, cerca de las ele- vaciones existentes al N de la actual pobla- ción de Villar Del Rey, en las márgenes del Zapatón. Esta zona tiene a su favor que era más adecuada para la caballería ligera mu- sulmana que para la pesada cristiana. Hubiera permitido a los cristianos durante su retirada acoger- se a una elevación, en cualquiera de las alturas situadas al N. No obstante, los mu- sulmanes estarían muy lejos de su base de apoyo y logística, Badajoz. Contra un enemigo que habría recorrido ya las dos terceras partes del ca- mino de Coria, donde se encontraba, hasta Badajoz y que, por lo tanto iba a continuar su ruta hasta encontrar al ejército musul- mán, el hecho de esperarle en campo to- talmente abierto y alejado de la base de operaciones hubiera sido concederle una ventaja fuera de lugar. Además, el terreno, ahí sin duda cubierto, tampoco favorecería su táctica de presentar un frente sólido. Por último, tampoco a los cristianos les favore- cería, ya que era un terreno muy cubierto de vistas con fuertes pendientes que dificul- taba el empleo y la acción de la caballería, más efectiva en terreno llano u ondulado. • Cualquier punto situado al E del Zapa- tón–Gévora, como la actual dehesa de Sagrajas. Exigiría que hubieran cruzado el río con anterioridad. Tal cruce les conduciría a una zona pasiva, en la cual los musulmanes po- dían obligar a los cristianos a ofrecer bata- lla en condiciones muy desventajosas. No es probable que los cristianos adoptasen esta opción. • Zona situada al N de Badajoz. Las proximidades de la plaza hacia el N ofrecen mejores posibilidades y la zona Mapa de la zona propuesta. La distancia entre la zona UVA y el río Gévora es de unos 750 m El campo de batalla visto desde el posible antiguo perímetro de la Alcazaba
  • 17. 17 comprendida aproximadamente entre el río Guadiana y la margen del Gévora hasta cerca de la altura de la actual Valdebótoa, presenta las mejores características. Al ser los aliados almorávides y andalusíes los que eligieron el terreno, hemos de observar este desde la perspectiva de los mismos, ya que in- tentarían elegir el que mejor se adaptara a su táctica y, al mismo tiempo,ofreciera seguridad. Hay una zona inmejorable en estos aspectos, tanto para establecer el campamento y para desplegar las tropas, como para permitir una relativamente buena vía logística y de comu- nicación con Badajoz, siempre pensando que ya habían aceptado voluntariamente combatir con un río de fácil cruce a sus espaldas. La referida zona es la comprendida entre el Cerro de Santa Engracia (C. 212) ya nom- brada y el río Gevora, próximo a desembocar en el Guadiana. Está muy cerca de Badajoz, que constituiría un buen punto de apoyo. Ya hemos visto que el Guadiana no debía ser un gran obstáculo. La zona propuesta resulta ideal para el de- sarrollo de su táctica, pues, entre las laderas de Cerro de Santa Engracia (C. 212), con grandes pendientes por su parte este que la hacen di- fícilmente accesible por esta zona, las alturas justo al N de la anterior con pendientes que ofrecen protección frente a una carga de ca- ballería y permiten la ocultación total de las vistas, y el río Gévora, en su zona próxima a la desembocadura, se extiende un espacio re- ducido que permitiría apoyar los flancos de la formación a pie y ocultarse a la caballería con la seguridad de la pendiente de los cerros. Por lo tanto, pensamos que este fue el lu- gar donde se desarrolló la batalla, justo al N de la orilla derecha del Guadiana, entre las elevaciones y el Gévora. Detrás del lugar elegido para el despliegue, es decir, entre la mencionadas elevaciones, el río Guadiana a retaguardia y el río Gévora, se podía establecer un campamento en el cual se alojaran la totalidad o parte de las fuerzas. Por último, otra de las razones que pueden avalar que esta fuera la zona donde realmen- te se desarrolló la batalla es la conjunción de las expresadas tácticas con las posibilidades numéricas que podían tener las formaciones en la época. Los almorávides debían desple- garse en un frente estrecho que les permitie- ra cubrirlo con una densa línea de hombres de a pie, que no estarían bien armados. Estos hombres de a pie serían tanto lanceros, en el frente, como lanzadores más atrás y deberían ser como mínimo unos cinco mil para cubrir un frente de mil metros. El terreno propuesto es ideal, pues permitiría apoyarse a una hueste de este tamaño, contando solo a los hombres de a pie, en el rio Gévora y en las laderas, a cubierto de las cuales se encontraría la ca- ballería o al menos la parte almorávide de la misma. Presuponer cantidades de hombres mucho más grandes, es decir, mucho ma- yores de cinco mil hombres de a pie y entre dos y tres mil caballeros, significa no tener en cuenta tanto las dificultades logísticas para desplazar, situar y alimentar a dichos hombres como las posibilidades reales, que no totales, de hombres disponibles para una expedición. Guerreros del s. XII en un capitel del palacio real de Estella. Su indumentaria es muy parecida a la de los caballeros cristianos de Zalaca. Puente del Siglo XV sobre el río Gévora. Nos indica que el cauce no ha cambiado en ese punto al menos desde esa época.
  • 18. 18 EL CAMPILLO Julián García Blanco CIMA Y LADERA El Campillo se extiende por la ladera me- ridional de Cerro de la Muela y por ello no llegó a formar parte del poblado que se formó en la cima del cerro desde la Edad del Cobre. No obstante, en el entorno inmediato del Campillo se establecieron algunos compo- nentes básicos del poblado como la necrópo- lis prerromana de incineración (localizada en la calle de Madre de Dios), en la que fueron enterrados los habitantes del poblado. EL CAMPILLO ISLÁMICO O ANDALUSÍ El proceso que llevará al nacimiento de Badajoz, y del Campillo propiamente dicho, arrancó en el 875 pero se extendió durante varios años pues el nacimiento y consolida- ción de Badajoz fue más accidentado de lo que habitualmente se supone. En efecto, Ibn Marwan, después de luchar contra el Emir Muhammad I, se instaló en Bada- joz en el año 261 de la Hégira (=16 de octubre 874-5 de octubre de 875) pero no tuvo tiempo de consolidar el asentamiento pues volvió a enemistarse con el Emir y en el año 262 de la Hé- gira (=de octubre de 875-23 de septiembre de 876) el príncipe al-Mundir ocupó el castillo de Badajoz aunque se encontraba vacío pues Ibn Marwan lo había abandonado para refugiarse en el castillo de Karkar (¿Alburquerque?). Ibn Marwan no volvió a Badajoz hasta el año 265 de la Hégira (3 de septiembre de 878-22 de agosto de 879). Tampoco en esta ocasión per- maneció mucho tiempo en Badajoz pues en el año 271 de la Hégira (=29 de junio de 884-17 de junio de 885) volvió a enemistarse con el Emir y el príncipe al-Mundir tomó e incendió Badajoz. Hasta el año 275 (16 de mayo de 888- 5 de mayo de 889) no se firmó la paz entre Ibn Marwan y el nuevo Emir (Abd Allah) e Ibn Marwan pudo volver a Badajoz. A partir de esa fecha la ciudad empezó a desarrollarse. En el Badajoz andalusí o islámico fundado por Ibn Marwan distinguimos tres espacios ur- banos bien caracterizados: • La Alcazaba que corona el Cerro de la Muela. • La medina que se extiende por las laderas del mismo cerro. • Los arrabales que se fueron sumando al núcleo urbano originario. De estos tres ámbitos urbanos nos intere- san los dos últimos aunque es poco lo que conocemos de ellos. Así, la extensión de la medina marwaní y la situación de sus edi- ficios emblemáticos constituyen auténticas incógnitas aunque la mayor parte de los in- vestigadores coinciden en trazar la muralla de la medina por las calles de Morales, Soto Mancera y Concepción Arenal. Las puertas se abrirían en los siguientes enclaves: • Confluencia de las calles de Moreno Zancudo, Brocense, Soto Mancera y Concepción Arenal. • Confluencia de las calles de San Lorenzo, Costanilla y Concepción Arenal. Carlos y Rocío Sánchez Rubio consideran que además de los dos enclaves citados la cerca islámica del siglo XI contaba con en- tradas en la Puerta de Pajaritos y la primitiva Puerta de Mérida. El Campillo surgió como un barrio de la medina de Batalyaws. El barrio debió estar cercado por la muralla que se extendía por la calle de Concepción Arenal y otra muralla cuyo trazado podría coincidir, grosso modo, con la actual cerca abaluartada en la que se abre la puerta de Mérida. Las dos calles más importes del barrio pudieran ser las anteceso- ras de las actuales calles del Castillo y Costa- nilla que conectarían con sendas puertas que pudieron nominarse de Mérida (Bâd Mârida) y Sevilla (Bâd Isbiliya). No hay testimonios claros sobre la existen- cia de mezquitas en el barrio pero es muy probable su existencia. Así mismo, durante la etapa marwaní, califal y aftasí una parte del barrio estaba ocupado por un campo de silos excavados (depósitos de grano). Por último, en la zona situada en torno a la torre de la Vieja puedo situarse un jardín del palacio. Este jardín estaría perfectamente separado del
  • 19. 19 barrio y por el contrario tenía conexión con la Alcazaba por la torre de la Vieja. Durante el periodo aftasí (413 de la Hégi- ra = 6 de abril de 1022-25 de marzo de 1023- 487 de la Hégira = 21 de enero de 1094-10 de enero de 1095), Batalyaws creció y se formó un gran arrabal situado al Oriente de la ciu- dad. Dicho arrabal se viene situando en las laderas de la Alcazaba y se extendería hasta el Rivillas aunque no podemos descartar que se prolongase también hacia las calles de Eugenio Hermoso y Doblados y que el arra- bal (o los arrabales) se hubiesen formado a lo largo de los caminos de Mérida y Sevilla. En cualquier caso, entre el arrabal y la medina se extendía la muralla de la medina (calle de Concepción Arenal). La invasión almorávide (487H = 21 de enero de 1094-10 de enero de 1095) fue la responsa- ble de la ruina del Arrabal Oriental. Así mismo, a finales del siglo XI se produjo la amortización de los silos, seguramente con motivo de la in- vasión almorávide. EL CAMPILLO TRAS LA CONQUISTA CRISTIANA En el año 1230 el rey Alfonso IX conquistó Badajoz. Durante los primeros años de do- minio cristiano la mayor parte de los nuevos pobladores debieron asentarse dentro de la Alcazaba mientras que las poblaciones judía y musulmana se mantuvieron en la medina pero cerca de la Alcazaba. La tradición histo- riográfica local sitúa en el entorno del Campi- llo la morería o barrio de la población islámica que permaneció en Badajoz tras la conquista o la que se instaló en la ciudad más tarde. La conquista cristiana provocó un cambio en la organización de la ciudad pues desde entonces la parroquia fue la agrupación ve- cinal básica. Según Juan Solano de Figueroa, Badajoz contó con siete parroquias: Santa María del Castillo, Santa María de Calatrava, San Pedro, Santiago, San Lorenzo (actual igle- sia de San Agustín), San Salvador y San An- drés. Las cuatro primeras estaban en el castillo (Alcazaba) y las tres restantes estaban en la ciudad propiamente dicha pero muy próxi- mas a la Alcazaba. La iglesia de San Salvador también mote- jó al barrio de su parroquia aunque algunas zonas del mismo se conocieron con otros nombres (Galea, Matadero, Santa Catalina la Vieja, etc), si bien, estas denominaciones se utilizaron en la mayor parte de las ocasiones para identificar la periferia del barrio. Los primeros siglos del Badajoz cristiano fue- ron muy duros y la ciudad alternó periodos de expansión con otros de contracción e incluso fue ocupada temporalmente por el rey portu- gués João I. Tras la Guerra Civil entre Isabel y Juana (1475-1479) Badajoz experimentó un gran cre- cimiento. A medida que la población creció, crecieron los problemas de espacio. Se reocu- paron entonces espacios abandonados an- teriormente. Entre los espacios reocupados se encontraba el Arrabal Oriental y además se ganó espacio adosando nuevas construccio- nes tanto a la muralla de la ciudad como a la muralla de la Alcazaba. La suerte de estas construcciones va a ser muy diferente pues las adosadas a la muralla urbana fueron demoli- das entre 1526 y 1527 para mantener expedita la ronda o calle interior que discurría entre la muralla y la casa más próxima, por el contrario, las construcciones adosadas a la muralla de la Alcazaba (carbonería, cárcel, balcón de la ciudad, casas consistoriales, toril, Galera, etc) se mantuvieron. En estos años la ciudad se ex- tendía hasta el Rivillas, si bien, en 1477 se cons- truyó el muro del Alpéndiz para dejar extramu- ros la ladera de la Alcazaba que se extiende hasta la torre de las Siete Ventanas pues había quedado despoblada. Así mismo, durante el reinado el emperador Carlos I (1516-1556) se construyó o reformó la vieja puerta de Mérida que se abría en las murallas que bordean el Ri- villas. En estas murallas se abría también el por- tillo de Romeros, situado al final de la calle de la Concepción Baja, y se levantaba una torre singular conocida como la torre de las Palo- mas. Junto a la puerta de Mérida se encontra- ban el matadero y el corral del concejo. Los siglos XV y XVI son los de mayor pujan- za del barrio del Campillo-San Salvador. Los establecimientos del barrio en estos siglos in- cluían una iglesia parroquial (primero en San Salvador y traslada en el siglo XVII a la iglesia del Hospital de la Concepción), el pósito (la Galera), ermita de Santa Catalina, mesones (Estrella, Rincón, Patanas, Cruz, etc), Hospita- les (Santa Catalina y Concepción), matade- ro, corral del Consejo, hornos, etc. EL CAMPILLO DEL SIGLO XVII. LA CRISIS Frente al siglo XVI, que fue de expansión, el siglo XVII, y especialmente la guerra de la
  • 20. 20 Restauración (1640-1668), resultaron nefastos para la ciudad en general y para el Campillo en particular. Con motivo de la guerra, Bada- joz se convirtió en la principal plaza fuerte de la frontera y acuartelamiento del Real Ejército de Extremadura que llevó el peso de la lucha en Portugal. La llegada masiva de soldados provocó graves problemas pues en este mo- mento no existían cuarteles y los vecinos de- bían alojar a los soldados en sus propias casas. Esta obligación, además de una carga eco- nómica muy gravosa, originó múltiples dispu- tas y enfrentamientos entre militares y civiles. Cuando las casas de los vecinos no fueron su- ficientes, los soldados fueron alojados en ca- sas abandonadas, claustros, tiendas de cam- paña, barracones provisionales, etc. El barrio de San Salvador-Campillo aguantó razona- blemente bien los primeros años de la gue- rra pero a medida que ésta se prolongaba y aumentaba el número de soldados muchas casas terminaron arruinadas por los soldados que se alojaban en ellas. Buena parte del ba- rrio quedó maltrecho y abandonado. Así mis- mo, a lo largo del siglo XVII el área comercial se fue trasladando hacia la plaza y también hacía el eje formado por ésta y las plazas de san Juan y la Soledad. Si la guerra resultó demoledora, lo peor es- taba por llegar. En efecto, entre 1679 y 1680 se inició el nuevo recinto abaluartado (baluarte de la Trinidad y sus dos cortinas colaterales). En 1689 se retomaron las obras construyéndose el baluarte de San Pedro, el semibaluarte de San Antonio y la cortina que los une en la que se abrió la puerta de Mérida. Las obras fueron diseñadas por Francisco Domingo y Cueva y adjudicadas a los maestros alarifes locales An- tonio Rebanales, Antonio Rebanales, el Mozo, y José Hernández Manzano. La nueva muralla abaluartada cortó por la mitad el barrio que se extendía hasta el Rivillas y obligó a demo- ler la mitad que quedaba extramuros. Buena parte de los materiales del derribo de las vi- viendas se utilizaron para construir la nueva muralla. El único edificio que permaneció en pie extramuros fue el matadero pero fue de- molido en 1705. EL CAMPILLO DEL SIGLO XVIII Y XIX A NUESTROS DÍAS El siglo XVIII se estrenó con una nueva gue- rra (Guerra de Sucesión) que supuso un nue- vo periodo crítico para el barrio pues sufrió un duro castigo durante el sitio de octubre de 1705. Sabemos que varias viviendas y algunos de sus edificios más conocidos (mesón de la Estrella y el Hospital de la Concepción) resul- taron dañados por los bombardeos de 1705. Las destrucciones no terminaron con la construcción de la muralla abaluartada y la guerra pues en el siglo XVIII se construyó una batería asociada al semibaluarte de San An- tonio y para ello se demolieron varias casas. En la actualidad esta batería se encontraría entre la vía Rápida y los jardines de la Galera. Durante la Guerra de la Independencia los franceses destruyeron varias casas en la misma zona para construir una batería (1811- 1812). En los planos de Domingo Luis del Valle y Manuel Fondos podemos ver que los fran- ceses habían demolido las manzanas que se extendían entre la calle de la Jarilla y la Al- cazaba ya que se interponían en el fuego de la batería. El proceso de degradación continuó im- parable y algunos problemas sanitarios, que eran comunes en toda la ciudad, resultaban especialmente graves en un barrio de la pe- riferia como el Campillo. Así, en octubre de 1916 la Comisión Municipal de Ornato presen- tó un informe sobre el estado de la ciudad. En este informe se recoge que “…Las calles próximas a la Plaza merca- do son retretes al aire libre. Aquello es vivir en un ambiente nauseabundo y corrompi- do y especialmente en las estribaciones de toda la parte de la muralla, desde Peñas hasta la Torre de Espantaperros. De trecho en trecho se encuentran de- pósitos de materias fecales y de todas las sustancias inaprovechables. Desperdicios de cáscaras y mondaduras de frutas y pa- tatas, que fermentan y se transforman en gusanos asquerosos, por lo que me extra- ña extraordinariamente que en Badajoz no existan constantemente todas las enferme- dades infecciosas habidas y por haber. Tan- to las genuinamente Españolas como las in- corporadas del extranjero pues estamos a la altura de Bombay. Con un poco de buena voluntad se pue- de higienizar y sanear esta parte, arborizan- do y urbanizando lo mejor posible, trabajo que puede hacerse aprovechando la crisis obrera del invierno y arrancamos a la mor- talidad un gran contingente…”
  • 21. 21 A la degradación de la zona se unía la falta de servicios y equipamientos. No obs- tante, con la traída de aguas a Badajoz se proyectó una fuente en el cruce de las calles el Brocense y Concepción. Existieron otras fuentes como la situada al final de la calle Baja de la Concepción (Concepción Arenal), calle de las Peñas y Plaza del Ras- tro. Asimismo en su entorno inmediato es- taban las fuentes de la Plaza Alta, Plaza de San José y en el cruce de las calles Moreno Zancudo y Encarnación. En 1917 el Ayunta- miento instaló en la Plaza del Reloj una fuen- te reaprovechada pues anteriormente ha- bía estado en la Plaza de Correos. Uno de los pocos servicios con los que contó la zona fue la escuela instalada en la Galera en 1923 aunque sus alrededores no es- taban urbanizados y la zona carecía de pa- vimentación, agua corriente y alcantarillado. El proyecto de pavimentación se presentó a principios del año 1929, si bien, en 1931 toda- vía no se había ejecutado y poco después se iniciaron una serie de actuaciones encamina- das a adecentar la zona. En el siglo XX el Ministerio de la Guerra transfirió las murallas al Ayuntamiento que proyectó instalar distintos equipamientos en el baluarte de San Pedro (centro educativo, Instituto Provincial de Higiene y Prisión Provin- cial) pero ninguno de ellos siguió adelante. Años más tarde se construyeron en el baluar- te los llamados hogares. De mayor importancia fue el ajardina- miento de la Galera. El proyecto para ajardi- nar la Galera aparece recogido en la sesión municipal del 8 de mayo de 1933 aunque su configuración definitiva se retrasará varios años. Otro de los hitos básicos fue el traslado del Museo Arqueológico a la Galera en 1938. El mismo año se excavó y descubrió la puer- ta del Alpéndiz. Poco después se realizaron otras excavaciones en la puerta de Mérida. Una de las actuaciones municipales más “ambiciosas” que se acometieron en el Cam- pillo fue la construcción de varias viviendas “modestas”. En la sesión de la Comisión Per- manente del 18 de noviembre de 1942 el al- calde, Fernando Calzadilla Maestre, informó que se iban a construir ocho viviendas modes- tas en los terrenos del Campillo según un pro- yecto del arquitecto municipal, Rodolfo Martí- nez González. Las obras fueron adjudicadas a Jesús Hernández Gil. En julio de 1643 seguían las obras, no obstante, ese mes tenemos do- cumentada adjudicación de una de las ocho casas del Campillo. En efecto, en la sesión de 28 de julio de 1943 se vio un escrito de Miguel Figuras Estevariz (¿Manuel Figueras Estivariz?) “superviviente de la diez y seis compañía de la Cuarta bandera de El Tercio, y actualmente Sargento Mutilado”. La Comisión Permanente, vistas las circunstancias del solicitante, acordó facultar a la Alcaldía para que en su día le adjudicase una de las viviendas. Además de las 8 viviendas del Campillo se construyeron dos pabellones de modo que casa disponía de WC y lavadero en uno de los pabellones. La construcción de las 8 viviendas solo cubría una parte mínima de la demanda de vivienda de modo que en la sesión de 10 de noviembre de 1943 el alcalde solicitó construir otras cuatro viviendas a las que se asoció un pabellón de aseo en el que cada vivienda tenía WC y lavadero. En 1949 se desarrollaron nuevas excava- ciones de las que dio cuenta Fernando Cas- tón. Por el contrario, las viviendas situadas en torno de la torre de Espantaperros fueron derribadas por distintos motivos: unas para liberar la propia torre y otras por amenazar ruina. La construcción de la vía rápida trajo nue- vos derribos. La vía rápida mejoró los accesos al barrio, si bien, no se acompañó de otras actuaciones y el Campillo solo fue el paso más fácil a la Plaza Alta. La propia vía es otra muestra más de desprecio al barrio pues se di- señó como una nueva calle ajena al callejero histórico tanto en trazado como en cota. De mayor trascendencia para atender a las necesidades de los vecinos fue la instala- ción del Instituto Municipal de Servicios Socia- les. En cualquier caso, el abandono del barrio por parte de las instituciones ha sido determi- nante en su degradación y para que el núme- ro de viviendas en ruinas fuese en aumento convirtiendo la parte alta en un gigantesco solar que ahora se pretende redimir con un proyecto de dudosa legalidad, imposible en- caje en la tipología arquitectónica del barrio y fuerte contestación ciudadana.
  • 22. 22 LA CARRETERA DE PORTUGAL Pilar García de Pruneda Trevijano No quisiera hacer de estas líneas un ejercicio de nostalgia, aunque no podré evitarlo del todo. No en vano, en esa carretera han transcu- rrido los momentos más hermosos de mi infancia. Tampoco quisiera hacer un inventario de casas, propiedades. Trataré de darle la mayor dignidad posible, la carretera lo merece. Comprendida entre el cruce de Cuatro Cami- nos y la frontera de Caya, creo que no es exa- geración hablar de una carretera no ya, hermosa, ale- gre, sino llena de vida. Y, por recorrer- la de parte a parte, es preciso hablar un poco del tan traído y llevado canal de Badajoz. Proceden- te del embalse de Peña del Águila, y después de discurrir junto a las canteras del Fuente de San Cristóbal, atravesa- ba la cabeza del Puente Viejo por un subterráneo, no era el único, para emerger después. Hay toda una historia, un anecdotario, del ca- nal y sus puentes con las banquetas de ladrillo. En un cauce moderadamente ancho, en invier- no llevaba un caudal importante. Una sucesión de árboles algunos de enorme tamaño, plátanos de sombra y álamos plateados, los que requieren mucha agua, y juncos, en su orilla. En cuanto a la fauna, reptiles, y las famosas gallaretas del ca- nal, especie de pato que emitía un canto chillón, característico. De quién fue la idea de canalizar- lo, lo desconozco, pero sé que el canal nunca volvió a ser el que era. Tan importante como fue, llevando el agua de riego a las fincas. Tenía su propio guarda, que recorría las orillas a caballo y un equipo de limpieza que de vez en cuando arrancaba la ova, o alga de agua. Y como tan- tas cosas de la carretera, parecía que su vida se- ría imperecedera; por desgracia no fue así. En la cabecera del Puente Viejo, la carretera empezaba con una enorme cerca que llegaba desde la carretera hasta el río; se decía que era para construir un hospital, que nunca se constru- yó. No lejos, en la acera contraria, en 1929 don Augusto Vázquez mandó construir un chalet de grandes dimensiones, de estilo historicista regio- nalista. Después pasó a ser el Sanatorio 18 de julio y después residencia de la tercera edad. Hasta el camino del Nevero, hoy Luis Chamizo encon- tramos una serie de casas, grandes, compartidas por varias familias. Desde el camino del Nevero, encontramos a la izquierda el parque del Vivero, allí el canal es de una singular belleza y bien lo reflejan las fotografías propie- dad de José Raba- nal Santander, en la otra acera una sucesión de cha- lets en una zona que se va ponien- do de moda para segunda residen- cia. Con el edificio de Obras Públicas llegamos al cruce con la Cañada de Sancha Brava y un barrio, la Cañada, a la izquierda. Allí se construyó la Cen- tral Lechera, don- de se fabricaban notables productos lácteos, siendo muy apreciada la mantequilla. Y avanzando un poco más, a la izquierda, me tomo la licencia de detenerme un poco en mi querida huerta. A la carretera daban dos casas, una, un chalet moderno para la segunda mitad del s. XIX, que exhibía en la fachada, en letra inglesa, el nombre de mi bisabuela, Amalia. Pero la casa de verdadero interés era la de labor, a la derecha de la anterior. Había sido una licorera en el s. XVIII, y aún quedaban algunos restos en el sótano. Un detalle curioso era el palco para las batallas de flores, que nunca conocí acce- sible, en lo alto de la tapia. Resulta difícil imagi- nar a la abuela y las otras señoras encaramarse allí con sus trajes largos, es de cualquier manera una imagen curiosa, de otro tiempo. En la huer- ta hubo también una vaquería, que mi familia no llegó a utilizar, con muchas dependencias y sobre todo, la casa de abajo, de dos pisos, con tejado de pizarra y un jardincillo, mucho más Avda. de Elvas años 70
  • 23. 23 bonita, para mi gusto, que el chalet de arriba. Había una gran variedad de árboles y una char- ca, repoblada con peces de las piscifactorías estatales, como el lucio, que se pescaba con un anzuelo distinto, grande, dorado. La charca se había formado al extraer tierra, para construir un canal de riego alzado y así poder regar la parte alta, que daba a la carretera del Rincón de Caya; el canal de rie- go alzado fue una idea de mi abuelo, Salvador Trevijano y la charca se llenaba con el agua de dos regaderas proceden- tes del canal. El conjunto de charca, sauces llorosos y el chozo de cañas, era de una singular belleza, o al menos me lo parecía. Enfrente de la huerta se construyó la fábrica Itesa, se hicieron famosas sus sirenas y la fila de traba- jadores, muchas mujeres, con sus bicicletas. Siguen a la huerta el chalet de tía Leonor y después los de la familia Ramallo; es de destacar el más antiguo de ellos, donde, en adoquines portugueses a la entrada se podía leer una fecha y “Quinta de Palomas”, que es como se llama el pago, incluso la zona del Seminario Diocesano. Hay un camino, el chalet de Carbonell, el de Reynolds y llegamos a Par- que Ascensión, popularmente conocido como Parque del Conde. Poco se puede decir que no se haya dicho, y con más conocimientos que yo, sobre todo en cuanto a la flora; en cuanto a la fauna, conejos, arañas peludas e incluso jinetas. Pocos recuerdos tan hermosos e inefables como una tarde de verano en el estanque, viendo re- flejarse los árboles en el agua. La finca de Palomas, donde los vecinos acu- dían a misa los domingos, hoy en un estado de abandono deplorable. Y al final de la carretera, la granja de Céspedes, que dio trabajo a mu- chas familias. Llegamos a la frontera, al río Caya y su puente, mitad español, mitad portugués. Era una carretera, con sus aceras de arena, sus árboles, muy transitada. Los domingos por la tarde aparecían los seminaristas, sus sotanas negras, sus becas rojas; esas sotanas que no eran inconveniente para ju- gar al fútbol; llamaban la atención los seminaristas más pequeños, que solían ir delante. No se puede hablar de la carretera de Portugal, sin dedicar unas líneas a los contrabandistas. Iban por el camino del canal, que era público, con su palo y su hatillo. De ellos se contaban historias tru- culentas, como el de uno que, perseguido por los carabineros, había reci- bido un disparo y había muerto en un sembrado. Más tarde, cuando las cosas cambiaron y un autobús llegaba hasta Obras Públicas, sus mujeres enseñaban tranquila- mente la carga de café, que llevaban a vender al centro. Aún faltaba tiempo para instalarse la Univer- sidad, después el Hospital Infanta Cristina, era pronto para pensar que aquello cambiaría, que sería irreconocible y aún lo será más, cuando las fincas de la margen izquierda se conviertan en bloques de pisos. Con esto termino este pequeño homenaje a ese lugar de mi infancia e importan- te, creo, para los pacenses. Avda. de Elvas años 60 Edita: Asociación Amigos de Badajoz Vicepresidente: Manuel Márquez Martín Depósito Legal: BA-29-1998 Coordinador: Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote Fotos: José María González Lanzarote, Archivo de la Banda Municipal de Badajoz, Juan Arroyo, Ilustraciones de Alberto González Rodríguez. Agradecimientos: Jacinto J. Marabel. Almudena Villar. Ilustraciones: Alberto González Rodríguez. Gustavo Doré. Gaceta de Madrid. Revista Alminar. Colaboradores: Alberto González Rodríguez. Jessica Carmona Gutíerrez. Fernando Cortés Cortés. Moisés Cayetano Rosado. José María González Lanzarote. Julián García Blanco. Pilar García de Pruneda Trevijano. Pedro Montero Montero. José María García Morán. Lucía Castellano Barrios. Manuel Cienfuegos Ruiz-Morote. Imprime: Guadiana Servicios - 647 52 72 24 La revista Sharia editada por la Asociación Amigos de Badajoz, no se responsabiliza, ni comparte necesariamente la opinión de sus colaboradores.
  • 24. 24 APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA BANDA MUNICIPAL DE BADAJOZ, ANTE LOS 150 AÑOS DE SU CREACIÓN (1867-2017) Pedro Montero Montero Seguramente, porque lo he podido comprobar in situ en los últimos años, los incontables aficionados a la música po- pular y española que hay en Badajoz, los mayores que disfrutan con los conciertos que les recuerdan sus tiempos de mocedad y madurez, los escolares que se entusiasman con sus amenos conciertos didácticos, y, en fin, los espectadores de toda clase y con- dición que se lo pasan en grande siguien- do sus evoluciones por las plazas y rincones más emblemáticos de la ciudad, como por Semana Santa y el Corpus ­Christi, ­Al-Mossassa y la Fe­ria de San Juan, el Pa- trón, las corridas de toros en el coso de Parda- leras y las multi- tudinarias “No- ches en Blanco” y “Noches de Verano”, ­éstas últi­mas, en el Auditorio “Ri- cardo Carape- to”, al llegar el tórrido verano, seguramente, digo, desconoz- can que la institución musical que mejor los representa en la capital pacense, la Ban- da Municipal de Música de Badajoz, está a punto de cumplir siglo y medio de existen- cia. Una institución que llena hasta abarro- tar de público, además del López de Aya- la, su marco fundamental, otros escenarios distintos y distantes, como el auditorio de ­IFEBA, en la Feria de Mayores de Extrema- dura, la carpa de conferencias de la Feria del Libro, en el paseo de San Francisco, la facultad de Educación (Universidad de Ma- yores), en el semidistrito pacense de la UEx, el patio de la Biblioteca de Extremadura, en el Festival Ibérico de Música de Badajoz, y, entre otros más, los aledaños del kiosco de Música de San Francisco y el claustro de la catedral de San Juan Bautista, con sus pro- gramas de clásicos populares, el Día de las Catedrales. Una agrupación musical, la pa- cense, que también ha estado presente en los momentos solemnes, algunos, extraordi- narios, que trae el año, como la conmemo- ración del I Día de Extremadura en Badajoz (1993), con Juan Pérez Ribes como director, y las del Bicentenario de la Guerra de la In- dependencia en Badajoz (2011), la Coro- nación de la Virgen de la Soledad, Patro- na de Badajoz (2013) y los fas- tos del Milenio del Reino de Ba- dajoz (2014), ya con el actual, Vicente Soler Solano, como máximo respon- sable, así como en las celebra- ciones alusivas al Día de Extre- madura, el Día de la Constitu- ción y, ya en un plano gremial, la fiesta de Santa Cecilia, patro- na de la Música y de los músicos. Y desde 2007, coincidien- do con la llegada de su actual director, el prestigioso profesor, director y compositor valenciano, Vicente Soler Solano, con un re- pertorio estable, rico y variado, destacan- do los conciertos dedicados a la copla y los tangos, los boleros y la música pop, los ale- gres pasodobles y las marchas festivas, los te- mas taurinos y cinematográficos, los militares y morunos, las zarzuelas y la música regional de España, sin que falten la música clásica y solemne, además de la procesional, los te- mas infantiles de moda y, en fin, las sonadas clausuras del Certamen de corales “Herma- La Banda Municipal de Badajoz, ante el emblemático teatro López de Ayala (Foto: Archivo BMMB)
  • 25. 25 no Daniel” y las despedidas musicales del año, todo por Navidad. Y es digno de resal- tar que una gran parte de estos conciertos se presenta de forma espectacular y muy atractiva, con la proyección simultánea de montajes audiovisuales alusivos y la presen- cia, según la temática, de cantantes folkló- ricas, bailarinas y bailaoras, tenores, baríto- nos y sopranos y, según la ocasión también, con el acompañamiento de agrupaciones corales y de un sinnúmero de solistas instru- mentales, tanto de la propia Banda como de otros de gran fama, venidos de distintos lugares de España. UN POCO DE HISTORIA Al objeto de contextualizar los orígenes de la Banda, sus principales directores, sus conciertos y actividades más destacadas y los espacios donde se celebraban con más asiduidad, hemos rastreado una parte de la sorprendentemente exigua bibliografía local dedicada a la Banda pacense, escri- ta por algunos estudiosos e investigadores, eruditos y cronistas de época. El testimonio más antiguo que hemos encontrado, aun- que de forma indirecta, aparece en el libro de Antonio del Solar y Taboada y El Mar- qués de Ciadoncha, Páginas de Badajoz1 , que da noticias de un opúsculo titulado “La feria de Badajoz el 1878”. Feria en Badajoz en los días 17, 18 y 19 de agosto de 18782 y que dice: “Músicas. La banda del regimien- to infantería de Covadonga, la del Hospicio y la del Municipio, distribuidas en los paseos públicos, tocarán piezas escogidas. Ade- más se verificarán en las tardes de los días 15 y 16”. Otro de gran importancia aparece en 1892, en el contexto de las celebracio- nes del IV Centenario del Descubrimiento de América (1492-1892), con la publicación de Badajoz. Centenario de Colón y Ferias. Guía del forastero3 , donde, para el 17 de agosto de ese año, en la Plaza de Toros y a las cinco de la tarde, estaba anunciado un gran certamen de música, con la participa- ción de siete bandas de música de Espa- ña y Portugal, entre civiles y militares, con la participación de la de Badajoz, compuesta 1. Badajoz, Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento, Tip. Viuda de Antonio Arqueros, 1949, pp.120-122. 2. Badajoz, Impr. y Lib. de D. Emilio Orduña, 1878. 3. Badajoz, Tip. La Industria, de Uceda Hnos., 1892. por 48 ejecutantes y dirigida por el maestro Leopoldo Martín y Elexpuru, que interpreta- ría la Gran marcha de Schiller, de Meyer- beer (pp. 138-140). A comienzos del siglo XX, un nuevo di- rector aparece rigiendo los destinos de la Banda municipal de Música de Badajoz. Se trata de Mateo Alba, que, además, ejercía como profesor de Música y Piano en el Ba- dajoz de la época. El dato lo hemos encon- trado en una de los muchos anuarios y guías comerciales que se publicaban por enton- ces. Concretamente, en la titulada Badajoz artístico y comercial. Guía descriptiva del Comercio, Industria, Artes, Oficios y reseña de los centros públicos, con expresión del personal de los mismos, de Adolfo Zapata Mezquita y Eduardo Andrino Delgado4 . Y en el apartado de las distintas secciones y personal responsable que conformaban el Ayuntamiento constitucional de la época, figuraba esta escueta línea: “Banda Muni- cipal de Música. Director: D. Mateo Alba” (pag. 54). En la década de los 20 de la pa- sada centuria, el profesor de Música y direc- tor de la Academia Municipal de Música, Pedro Parra, fue quien llevó las riendas de la propia Banda Municipal, cargos que se simultaneaban. Así deja constancia el Anua- rio-Guía de Badajoz y su Provincia5 , con infini- dad de datos recogidos en años anteriores: “Academia de Música (Chapín, nº 22). Direc- tor: D. Pedro Parra Alberruche” (p. 224). Tras el paso de los tres anteriores, tenemos que reseñar el amplísimo período que ejerció como director Modesto Lerma Garnacho (1929-1962), de grato recuerdo entre los pa- censes, cuya trayectoria vital y profesional tan bien supo recoger el escritor costumbris- ta Pepe Vela en su libro Badajoz en la nos- talgia6 , un libro de biografías de personajes de la alta sociedad y otros, populares, en su capítulo “Modesto Lerma Garnacho. Su vida fue la música” (pp. 43-71). Después del profesor Lerma, tenemos que mencionar el paso de dos directores de reconocido presti- gio también: José Albero Francés (1967-1972) y Juan Pérez Ribes (1981-1997), avecindado 4. Badajoz, Tip., Lit. y Encuadernación de Uceda Her- manos, 1902. 5. Madrid, Compañía Ibero-Americana de Publica- ciones, S. A., 1930. 6. Badajoz, autoedición, Tecnigraf Editores, 2001.