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SER MAESTRO. Preparación. Según Pablo Romero

Anteriormente se abordó el tema del Amor, ahora hagamos una reflexión que propongo
sobre el segundo componente clave que todo maestro, profesional de la educación,
necesita poseer, y con más razón, si desea generar procesos de aprendizaje
significativos en sus estudiantes; me estoy refiriendo al concepto de la
PREPARACIÓN:

Quien afirme: que ser un profesional de la educación es sencillo y por tanto, cualquier
profesional que esté sin trabajo, llámese médico, ingeniero, arquitecto o artista, puede
ejercer esta profesión, no solo ofende a los que somos maestros de profesión, sino que
además, muestra su ignorancia sobre las exigencias, competencias, cualidades y
valores del ser maestro.

En una ocasión en un encuentro nacional de Educación artística, un ponente, se le
ocurrió afirmar – en medio de su excitación- que el artista, por el solo hecho de ser un
artista, ya es sensible, expresivo, creativo y humano, por tanto, podía –sin necesidad
de poseer una preparación pedagógica- ser un excelente pedagogo en la interacción
con sus estudiantes.

En esta obra, podría contarles cientos y cientos de casos de artistas que están en las
aulas de clases sin preparación pedagógica alguna , algunos –de los que no poseen
preparación pedagógica- son la excepción y se convierten en grandes motivadores de
las artes, pero otros, y por cierto, un gran porcentaje, producen un efecto contrario en
los estudiantes, hasta el punto de lograr que niños y niñas terminen odiando la música,
el baile, la danza, la expresión dramática y hasta plástica. Y ¿Cómo lo logran? Con
maltrato, sin paciencia, sin motivación; en definitiva, sin preparación.

Lo que estoy afirmando es que ser un maestro humanizador exige una doble
preparación: 1. Disciplinar y 2. Pedagógica. En el caso que estoy exponiendo de los
artistas, si no poseen una preparación pedagógica, que les permita comprender y
aplicar teorías sobre la enseñabilidad y la educabilidad de las artes, el manejo de
actividades académicas, artísticas, emocionales y sociales, la aplicación de estrategias
didácticas, la interacción con modelos, enfoques y metodologías de la pedagogía de las
artes, y la preparación en el diseño, gestión y evaluación de un curriculum en
Educación artística; habrá mayor posibilidad de equivocarse en los procesos de
enseñanza aprendizaje con los niños y niñas con los que se esté interactuando.

Recuérdese: no solo se maltrata con intención, también se maltrata por ignorancia.
Y hay más, si yo les contara todo lo que escucho en los congresos, encuentros,
debates, foros y coloquios de educación, tendría que cambiar el objetivo de esta obra
que persigue comprender la esencia del ser de un maestro significativo. Así que pido
permiso, para socializar un pequeño conjunto de afirmaciones arbitrarias y además,
planteadas como tesis: las siguientes expresiones las escuché de varios “académicos”
en un encuentro nacional de Educación artística en el año 2008: hoy sigue abundando
una pedagogía dogmática del arte, en la escuela hay que superar la pedagogía del
atontamiento, ya no más pedagogía de la alienación, no más pedagogía del
embrutecimiento. Me imagino -porque soy conferencista, los entiendo- cuando se
hicieron estas afirmaciones, era un momento de emoción, de excitación; pero sin duda,
estas afirmaciones le hacen mucho daño a la pedagogía.

A la pedagogía no le podemos atribuir este tipo de afirmaciones peyorativas,
caricaturescas, arbitrarias y sin ningún fundamento epistemológico, pues no solo
estaríamos mostrando nuestra ignorancia sobre el contenido, aportes, reflexiones y la
responsabilidad que posee la pedagogía, sino que además le hacemos daño al
dispositivo pedagógico, y entonces el mensaje que estaríamos enviando es que
cualquiera puede inventarse los adjetivos que le venga en gana sobre la pedagogía.

En alguna ocasión me enojé con un correo en la red que me llegó a mi dirección, donde
me hablaban de los milagros de una estampa de la virgen María. El mensaje me dio
más miedo que fe, ya que me decían que iba a obtener numerosos beneficios si lo
enviaba a siete personas y si no lo hacía, entonces me vendría toda clase de
maldiciones y calamidades. Lo triste de estos correos, no tanto es su contenido
ignorante, es quienes lo envían y patrocinan, me di a la tarea de averiguar quiénes eran
los remitentes y quiénes lo replicaban y Oh, cuál sorpresa: son profesionales de
diferentes disciplinas; entonces mucho más enojado, diseñé otro correo, donde en una
carta, les demostraba que de Dios jamás puede venir una maldición o algo dañino,
pues Dios es solo amor.

A la pedagogía le pasa lo mismo, a ella, no se le puede atribuir los errores que se
cometen en la escuela, en la familia y en la sociedad. Casualmente los múltiples
maltratos que se acometen contra niños y niñas, se producen por falta de conocimiento
pedagógico. Comprendo que hay mucho que mejorar en nuestros contextos
educativos, así que si no estamos de acuerdo con el funcionamiento de una escuela
determinada, es mejor, plantear el asunto en forma objetiva y con evidencias de
resultados diagnósticos o de investigación educativa; por ejemplo una forma cualitativa
de hacerlo es esta: según el estudio realizado en tres mil centros educativos de la
ciudad…. Y de la localidad… se pudo determinar qué: en un alto porcentaje de centros
educativos, aún siguen existiendo docentes que alienan, atontan y maltratan a los niños
y niñas, y así; de esta forma, no prostituiríamos el concepto: pedagogía.

Justamente, gracias al saber pedagógico, se evita caer en procesos educativos
alienantes, enajenadores y de atontamiento de las mentes de niños y niñas.
Un docente que maltrata a sus estudiantes no es malo, es ignorante, y un docente que
educa en el buen trato a sus estudiantes no es bueno, es un maestro significativo y de
hecho genera procesos de aprendizaje significativo. En esencia, no hay docentes
malos y buenos, lo que hay son docentes que están leyendo y docentes que no están
leyendo. Un docente que no lee, es altamente peligroso.

En este compromiso de construir un tejido social de maestros significativos,
necesitamos que la preparación se dé en dos vías: por un lado, el dominio de un saber
disciplinar o específico y por otro, la apropiación de un saber pedagógico, que implica
la comprensión de una pedagogía y didáctica general que adquiere aplicación en el
manejo de una pedagogía y didáctica específica del área o campo de estudio con el
que se interactúa con los estudiantes.

Pero ¿Qué significa estar preparado? No es solo poseer un saber necesario para el
ejercicio de una profesión, sino además, permanecer en permanente estado de
actualización que implica un compromiso con la investigación y la innovación cotidiana.

El saber específico
Según la población objeto o área del conocimiento en la que trabaja el docente, es
necesario poseer un dominio básico relacionado con un conjunto de conocimientos que
permiten      acceder      a     una       competencia    enciclopédica     mínima.
Esto permite no solo asegurar una autoridad cognitiva, sino que además, los
estudiantes son los primeros beneficiados.

En alguna ocasión les contaba a mis estudiantes de pedagogía en la especialización de
pedagogía y docencia universitaria en la que laboro, que un maestro con solo motivar,
excitar a sus estudiantes hacia el conocimiento y aportándoles una bibliografía
actualizada o de punta, ya podía ir a cobrar su cheque. Naturalmente es una caricatura
para referirme a la importancia que tiene, el interactuar con un maestro que esté al día
en los últimos resultados de investigación, las últimas tendencias o perspectivas del
conocimiento y además, está en capacidad de interactuar con una gestión del
conocimiento apropiada.

Un docente que no esté leyendo, sigo insistiendo, es altamente peligroso y
sospechoso, puesto que podría hacerle creer a sus estudiantes que los pajaritos vuelan
porque tienen un motorcito atrás. Por estos días andan en Colombia miles de personas
alteradas y decepcionadas porque les robaron su dinero por entregarlo a unas
supuestas pirámides que luego de recaudar miles de millones de pesos, se van y hasta
les dejan notas ofensivas donde les dicen que se fueron felices con los dineros de los
ahorradores ilusos. Algunos estudios de sociología, indican que hay un imaginario
colectivo de ingenuidad, ambición y naturalmente de falta de información y formación.

Pero este tipo de situaciones que parecen sacadas de una novela de Gabriel García
Márquez, no solo pasa en países como Colombia, esto sucede en toda América latina
porque sigue faltando programas y proyectos de formación y actualización en nuestros
docentes que son los primeros invitados y comprometidos en tener una mejor
formación de la que se tiene en la actualidad. La superchería, el mito, el mundo mitico-
mágico, la confusión entre el mundo real e imaginario, el mal de ojo, el curanderismo, el
entorno esotérico y cientos de expresiones populares alienantes, en vez de activar
nuestra creatividad, ha aumentado nuestra estupidez.

No cualquiera debería estar en el aula de clase, pero así es, en América latina,
cualquiera con ganas, a veces disque con vocación o con alguna palanca, está en el
aula de clase. Luego vienen las denuncias por maltrato, negligencia, abuso sexual y
todo tipo de atropellos.

En alguna ocasión, en una conferencia que compartía con educadores universitarios,
me dijo un docente esto: “es que la pedagogía es innata, la única forma de ser un
pedagogo es naciendo con ese don, con ese talento”. A mí se me bajó y se me subió la
presión, me senté y pedí agua: al reponerme le dije, vamos a un hospital. El me
preguntó, aja ¿Y para qué?, de inmediato lo tomé del brazo y le dije: para que me
muestres una mamá pariendo un pedagogo. En verdad, confieso mi enojo,
posiblemente soy muy sensible y me he tomado muy en serio el oficio de ser maestro
que defiendo como profesional de la educación, que necesita prepararse si no desea
hacer daño.

No nos han parido o traído a este mundo sabiendo, nos toca aprender lo que hoy
creemos que hacemos bien. Al respecto, recomiendo leer el mito de Prometeo; hay una
versión que recomiendo en la historia de la pedagogía de Abagnano y Visalberghi
(2007) o consúltese la fuente directa en el Protágoras de Platón.
(http://www.slideshare.net/marcelak/historia-de-la-pedagogia-abbagnano-visalberghi)

La responsabilidad esencial del maestro, es la de transformar al sujeto, en mejor ser
humano de lo que ya es. En este sentido, Gadotti Moacir (2005) nos recuerda esta
tesis: la teoría educacional de Durkheim se opone diametralmente a la de Rousseau.
Mientras éste afirmaba que el hombre nace bueno y la sociedad lo pervierte, Durkheim
declaraba que el hombre nace egoísta y sólo la sociedad, a través de la educación,
puede hacerlo solidario. Considero que esta afirmación se constituye en un gran elogio
para el maestro. Para Durkheim, la educación se definía como acción ejercida por las
generaciones adultas sobre las generaciones que no se encontraban aún preparadas
para la vida social.


El saber pedagógico
Conozco experiencias de docentes exitosos en la básica secundaria y al intentar
experimentar en la educación básica primaria, los resultados han sido desastrosos . No
olvido un lamentable caso, que ojalas no le volviera a pasar a ningún colega: en Bogotá
D.C. un docente de secundaria del área de matemática, era considerado el mejor
docente de toda la institución, además, era el más querido por parte de sus
estudiantes. En alguna ocasión, en una semana cultural del colegio, las porristas le
hicieron un gran homenaje, en el que diseñaron una espectacular coreografía donde la
niña que lanzaban a la cima de la pirámide, dejaba ver en lo alto, un cartel que decía:
Eres lo mejor, te queremos, nunca nos dejes.

Las directivas le pidieron que ya que era tan excelente maestro, por favor les
colaborara como docente de toda la primaria, pues allí, en este contexto, las cosas no
andaban muy bien. Para la educación básica secundaria contratarían a un nuevo
docente.

Posiblemente confiado de sus cualidades o de su competencia o “preparación”, accedió
hacer el cambio. Al año entrante, este docente empezó a tener problemas con los niños
y las niñas de grado 1º, 2º, 3º y 4º; que se quejaban de la intensidad y la fiebre por
enseñar de este docente. Niños y niñas le pedían que explicara con más calma, que no
corriera, que no gritara, ah y que por favor jugara con ellos de vez en cuando.

Además, el problema se extendió a las pésimas relaciones con los papás de estos
niños y niñas que le pedían mayor paciencia con sus hijos, que no explicara corriendo,
que no les diera tanto contenido, que sus hijos no le entendían el bombardeo de
información que él les lanzaba en cada clase. Algunas veces, se defendía ante las
acusaciones de los padres así: “yo sé lo que hago, además ustedes saben muy bien
que soy el mejor docente de este colegio” lo que él no sabía, era que hace rato ya
había dejado de serlo.

Este docente, pasó de ser considerado el mejor docente que el colegio había tenido, a
ser el peor “educador” de todo el colegio ¿Qué pasó? Aquí, sin duda, no hay un
problema de manejo específico del área de matemática, el problema está relacionado
con el saber pedagógico específico según la población objeto que ahora tenía. Ya no
eran estudiantes de secundaria, adolescentes, ahora se enfrentaba a niños y niñas de
6 a 10 años de edad con ritmos y estilos de aprendizaje muy diferentes a la población
que él estaba acostumbrado.

Esta historia, la conté para hacer una invitación que está relacionada con el respeto, la
valoración y el dominio que necesitamos tener en el campo de la pedagogía general,
específica y especial, si queremos en verdad, comprender e interactuar con el ritmo y
estilo de aprendizaje de cada uno de nuestros estudiantes.

Si los docentes tomaran con mayor dedicación el estudio de la pedagogía y las
didácticas específicas y especiales de su área, sin duda, obtendrían mejores resultados
en los procesos de enseñanza aprendizaje.

Por ejemplo, solo en el estudio de las taxonomías y divisiones de la didáctica, existen
numerosas propuestas. Por ejemplo, se le ha denominado como Didáctica General en
la medida en que es considerada como eje vertebrador del estudio del proceso de
enseñanza-aprendizaje y como instrumento capaz de producir, no sólo un aumento del
saber, sino una mayor cualificación de la actividad educativa: Sevillano García (2004)
citado por Castillo Santiago y Cabrerizo Jesús (2006).

Dado que el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje puede presentar
distintas modalidades para lograr obtener un conocimiento científico de la realidad, se
plantea desde un doble enfoque: 1. en el marco general de la didáctica y 2. En un
marco específico que reclama la propia estructura específica del conocimiento y de la
población objeto que se intenta educar.

Algunos sistemas educativos en América latina permiten que profesionales de otros
campos como la ingeniería, la arquitectura y la medicina, puedan ser docentes en las
escuelas, ofendiendo y restándole importancia así, al que desde un principio optó por
ser licenciado, por ser un profesional de la educación. Sin intentar resignarme a esta
situación, por lo menos, a estos profesionales de otros campos, se les debería exigir
como requisito mínimo, una formación sólida en pedagogía, antes de aceptar su
ingreso al aula de clase, y más si va a trabajar con menores de edad.

El panorama no es tan lamentable, pues ya en América latina, existen numerosas
entidades universitarias que le exigen a todos sus docentes como requisito mínimo -
además de su título profesional en la disciplina que va a educar- una certificación de
especialista o magister en pedagogía y docencia universitaria.

Hace más de nueve años soy catedrático con el módulo de pedagogía en una
especialización en pedagogía y docencia universitaria y siempre el primer día, además
de una valoración diagnóstica, les pregunto esto: ¿Por qué decidió estudiar pedagogía?
La gran mayoría son honestos y me responden que: la universidad donde laboran les
está pidiendo este requisito para poder seguir siendo docentes de la misma. Otros
dicen que para capacitarse como mejores docentes.

La cuestión es que la pedagogía no solo es para ser docentes, es en esencia, para ser
mejores seres humanos (esto, naturalmente no lo saben los que afirman que hay una
pedagogía del atontamiento), para ser mejor en cualquier oficio profesional, para
interactuar mejor, para acceder a la madurez mental.

En la especialización en pedagogía y docencia universitaria, he tenido como
estudiantes a cirujanos, arquitectos, ingenieros, médicos, odontólogos, diseñadores,
artistas, administradores de empresa, abogados y otras profesiones, que al terminar el
módulo de pedagogía dejan por escrito un agradecimiento que se podría sintetizar así:
jamás pensé que podría aprender a ser mejor persona estudiando pedagogía, ahora
puedo educar a mis estudiantes en el buen trato, sin agredirlos. Otros enfatizan su
agradecimiento en lo didáctico así: con las estrategias, metodologías, herramientas y
recursos que ahora tengo, seguramente van a aprender con más gusto en mis clases.

Un médico general, no consiguió trabajo como docente, ahora tiene un consultorio y es
un excelente médico en su interacción social con sus pacientes, hasta el punto que
para apartar una cita con él, hay que hacerlo con cinco meses de anticipación. El
atribuye su éxito como médico a la pedagogía.


La actitud como requisito fundamental en la preparación de un maestro
La actitud está relacionada con la disposición, el ánimo y la motivación que poseemos
hacia algo o hacia alguien. Cuando hay actitud, llegan las ganas de prepararse,
actualizarse, mejorar, crecer y evolucionar con ganas, sin la necesidad del beneficio
material de un premio.
Jamás olvidaré la vez que encontré a uno de mis hijos a las dos de la madrugada
emocionado con una obra literaria. Le pedí que se fuese a dormir, a lo que me dijo: ven
papi, siéntate a mi lado y gózate esta metáfora, esta obra está muy buena, el profe, ya
nos había contado algunos apartes y nos habló de cuánto nos íbamos a gozar esta
novela. Cuando se vive una experiencia como esta, provoca correr al otro día a darle
un abrazo al maestro por haber logrado despertar actitud hacia la literatura en un
menor de edad.

Pero encontrarse a un niño o niña hasta las dos de la madrugada estudiando por el
miedo a sacar una nota negativa, es decir, por el terror de la nota, es una de las
tristezas de la escuela. Aquí no hay educación en la actitud, sino fiebre por lograr la
aptitud en un menor de edad. Necesitamos construir una escuela que se centre en la
actitud, que genera en los seres humanos, amor propio, amor al otro, al mundo y al
conocimiento. Para trabajar en la actitud, necesitamos una escuela de maestros que
toman la pedagogía muy en serio.

La actitud en un docente, mejora con la preparación. En una ocasión, recibí una
llamada a las once de la noche y cuando pregunté: ¿Quién es? Un docente muy, pero
muy emocionado, me dijo: perdone que lo llame tan tarde, yo se que usted de pronto
no se acuerda de mi, así que le haré memoria, soy aquel contador que se inscribió a un
curso de pedagogía y docencia universitaria con usted hace dos años; siempre
consideré que esa joda de la pedagogía no sirve para nada, que eso era puro cuento,
pura teoría vacía, pero hoy, me salió el tiro por la culata; imagínese que me estaba
yendo muy mal en las clases de contabilidad que dicto, así que todo desanimado me di
un día de estos a repasar los escritos que usted nos dio y una serie de libros de
pedagogía en los que me encontré la teoría de la metacognición, se acuerda que usted
nos dijo, que esa teoría posee por lo menos tres variables que son: persona, tarea y
estrategia. Pues me dije, ah, en fin, ¿Qué puedo perder aplicando esta teoría? si el
caos ya lo tengo encima con estos estudiantes.

Así que llegué y empecé aplicando la variable persona: que está relacionado con los
conocimientos o creencias que una persona tiene sobre sus propios conocimientos,
sobre sus capacidades y limitaciones como aprendiz de un tema determinado ¿Qué
hice? Como tenían la costumbre de salirse del salón cerca de la mitad de los
estudiantes, les dije –mientras me coloqué abriendo los brazos a la entrada del salón-
antes de que alguien salga, escúchenme dos minutos y después puede irse el que
desee: la clase de hoy es muy importante, porque ustedes como futuros contadores, de
no saber lo que hoy van a aprender, mínimo van a terminar en la cárcel o les va tocar
pagar una multa y como consecuencias serán expulsados y hasta pueden quemarse
como profesionales contables.

Un estudiante asombrado preguntó ¿profe y qué vamos a aprender hoy? Les dije: hoy
aprenderemos a resolver con eficiencia los procesos y formatos del pago de impuesto y
obligaciones ante el estado. Les entregué formatos originales y desarrollé la clase
aplicando las tres variables de la metacognición:
   1. Persona, 2. Tarea y 3. Estrategia.
Con la variable tarea, generé una dinámica que me permitió respetar y valorar el
conocimiento que poseían sobre el asunto. Permanentemente estuve recordándoles y
dándoles pista sobre cómo sería la tarea o compromiso que les quedaba al final de la
clase. Con la variable estrategia, ateniéndome a los aportes de Flavell (1987), y a los
diversos planteamientos sobre la importancia del manejo de estrategias, les di un
método sencillo y práctico que les permitiría aprender a administrar estos procesos de
obligaciones con el estado.
Cuando me estaba despidiendo, no me dejaron salir del salón de clase y me
expresaron esto: profe que pena, aún no se vaya, queríamos pedirle que si es posible
nos repitiera la clase para grabarla. Estoy emocionado, jamás me había pasado esto,
¡profe! –Me dijo- la pedagogía existe, es real se puede oler, se experimenta, se puede
tocar, qué viva la pedagogía.

Este docente universitario, antes de despedirse de mí, me dio un sentido
agradecimiento, a lo que le dije: no es necesario que me lo agradezcas, más bien, te
recomiendo que nunca dejes de darle las gracias a la pedagogía.

Para profundizar un poco más en las tres variables de la metacognición que dieron
origen a esta experiencia, sugiero revisar la obra: Estrategias docentes para un
aprendizaje significativo de Díaz Frida, Arceo Barriga y Hernández Gerardo (2002) y la
propuesta pedagógica publicada en: Pensamiento hábil y creativo: Romero Pablo,
Rodríguez Gabriel y Ramírez Jorge (2003).
Mentalidad planetaria

Tradicionalmente se le ha pedido a los docentes que inculquen en sus estudiantes el
patriotismo, el respeto a los símbolos patrios; me pregunto ¿Qué clase de patriotismo?
¿Un patriotismo que nos da motivos y nos llena de supuestos argumentos para agredir
a nuestros vecinos? ¿Patriotismo para que nos juzguen por pensar diferentes en una
nación? ¿Patriotismo para que nos encarcelen por denunciar internacionalmente los
atropellos y las violaciones de los derechos humanos? ¿Patriotismo para llevar diez mil
soldados a la frontera por cualquier diferencia que se presente con los vecinos? ¿No
será que la supuesta educación en el patriotismo nos ha vuelto más egoísta y
prevenido con el otro? ¿No será que la supuesta educación en el patriotismo nos ha
vuelto más inmaduros mentales? ¿Qué sentido, valoración y significado hemos
aprendido de nuestros símbolos patrios? ¿No será que nos hemos centrado más en el
recipiente que en el contenido, comprensión y vivencia de los símbolos de una nación?

Sin duda, seguimos equivocándonos en la forma en que intentamos educar a nuestra
infancia. Aún permanecemos en el tejido de una sociedad egoísta, envidiosa, ingenua,
resentida, ambiciosa, facilista, homofóbica, racista e inmadura en su estructura mental
de comprensión de la convivencia.

Así que, ya es hora de interactuar en las aulas de clase con maestros con mentalidad
planetaria, con un pie en lo local y el otro en lo global; es decir, un maestro que
conduce a sus estudiantes a verdaderos procesos de comprensión del amor que hay
que tener por su única habitación: el planeta tierra. Necesitamos con urgencia en las
escuelas del mundo, un maestro que genere procesos de aprendizaje significativos en
sus estudiantes sobre la importancia y papel que cumple su región específica en la que
se nace o se habita en íntima relación e interdependencia con el planeta tierra.

Todo mal que le hagamos al medio ambiente, a cualquiera de sus habitantes, es un
único mal para el planeta tierra. Nacemos en un pueblo específico, pero por madurez
mental, si es que la adquirimos, comprendemos que somos habitantes de un solo lugar
que le hemos llamado planeta tierra.

Comprender e interactuar en la cotidianidad con mentalidad planetaria no es sencillo,
porque implica un radical re-aprendizaje de parte del maestro que tradicionalmente fue
formado en el tiempo y el espacio con otra concepción que se centra más en lo local
que en la concepción Tierra-Patria.
Al respecto, Morin, Ciurana y Motta (2003:112) afirman que justamente la creación de
una civilización planetaria es inviable sin la noción encarnada planetariamente de una
Tierra-Patria que significa la matriz fundamental para la conciencia y el sentido de
pertenencia que ligue a la humanidad con la Tierra considerada como primera y última
patria. La patria es el término masculino/femenino que unifica en él lo maternal y
paternal.

Hoy no dudamos que el conjunto de maestros en el planeta Tierra, marcan una fuerte
influencia en la infancia, los adolescentes y jóvenes; de ahí, la importancia de crear y
consolidar un imaginario colectivo de maestros con mentalidad planetaria, con
responsabilidad social, libres de xenofobias, homofobias, racismo, egoísmo, fanatismo
y todas aquellas limitaciones humanas que alimentan odio, violencia, discriminación y
guerra.

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2.2 ser maestro la preparacion

  • 1. SER MAESTRO. Preparación. Según Pablo Romero Anteriormente se abordó el tema del Amor, ahora hagamos una reflexión que propongo sobre el segundo componente clave que todo maestro, profesional de la educación, necesita poseer, y con más razón, si desea generar procesos de aprendizaje significativos en sus estudiantes; me estoy refiriendo al concepto de la PREPARACIÓN: Quien afirme: que ser un profesional de la educación es sencillo y por tanto, cualquier profesional que esté sin trabajo, llámese médico, ingeniero, arquitecto o artista, puede ejercer esta profesión, no solo ofende a los que somos maestros de profesión, sino que además, muestra su ignorancia sobre las exigencias, competencias, cualidades y valores del ser maestro. En una ocasión en un encuentro nacional de Educación artística, un ponente, se le ocurrió afirmar – en medio de su excitación- que el artista, por el solo hecho de ser un artista, ya es sensible, expresivo, creativo y humano, por tanto, podía –sin necesidad de poseer una preparación pedagógica- ser un excelente pedagogo en la interacción con sus estudiantes. En esta obra, podría contarles cientos y cientos de casos de artistas que están en las aulas de clases sin preparación pedagógica alguna , algunos –de los que no poseen preparación pedagógica- son la excepción y se convierten en grandes motivadores de las artes, pero otros, y por cierto, un gran porcentaje, producen un efecto contrario en los estudiantes, hasta el punto de lograr que niños y niñas terminen odiando la música, el baile, la danza, la expresión dramática y hasta plástica. Y ¿Cómo lo logran? Con maltrato, sin paciencia, sin motivación; en definitiva, sin preparación. Lo que estoy afirmando es que ser un maestro humanizador exige una doble preparación: 1. Disciplinar y 2. Pedagógica. En el caso que estoy exponiendo de los artistas, si no poseen una preparación pedagógica, que les permita comprender y aplicar teorías sobre la enseñabilidad y la educabilidad de las artes, el manejo de actividades académicas, artísticas, emocionales y sociales, la aplicación de estrategias didácticas, la interacción con modelos, enfoques y metodologías de la pedagogía de las artes, y la preparación en el diseño, gestión y evaluación de un curriculum en Educación artística; habrá mayor posibilidad de equivocarse en los procesos de enseñanza aprendizaje con los niños y niñas con los que se esté interactuando. Recuérdese: no solo se maltrata con intención, también se maltrata por ignorancia. Y hay más, si yo les contara todo lo que escucho en los congresos, encuentros, debates, foros y coloquios de educación, tendría que cambiar el objetivo de esta obra que persigue comprender la esencia del ser de un maestro significativo. Así que pido permiso, para socializar un pequeño conjunto de afirmaciones arbitrarias y además, planteadas como tesis: las siguientes expresiones las escuché de varios “académicos” en un encuentro nacional de Educación artística en el año 2008: hoy sigue abundando una pedagogía dogmática del arte, en la escuela hay que superar la pedagogía del atontamiento, ya no más pedagogía de la alienación, no más pedagogía del embrutecimiento. Me imagino -porque soy conferencista, los entiendo- cuando se hicieron estas afirmaciones, era un momento de emoción, de excitación; pero sin duda, estas afirmaciones le hacen mucho daño a la pedagogía. A la pedagogía no le podemos atribuir este tipo de afirmaciones peyorativas, caricaturescas, arbitrarias y sin ningún fundamento epistemológico, pues no solo
  • 2. estaríamos mostrando nuestra ignorancia sobre el contenido, aportes, reflexiones y la responsabilidad que posee la pedagogía, sino que además le hacemos daño al dispositivo pedagógico, y entonces el mensaje que estaríamos enviando es que cualquiera puede inventarse los adjetivos que le venga en gana sobre la pedagogía. En alguna ocasión me enojé con un correo en la red que me llegó a mi dirección, donde me hablaban de los milagros de una estampa de la virgen María. El mensaje me dio más miedo que fe, ya que me decían que iba a obtener numerosos beneficios si lo enviaba a siete personas y si no lo hacía, entonces me vendría toda clase de maldiciones y calamidades. Lo triste de estos correos, no tanto es su contenido ignorante, es quienes lo envían y patrocinan, me di a la tarea de averiguar quiénes eran los remitentes y quiénes lo replicaban y Oh, cuál sorpresa: son profesionales de diferentes disciplinas; entonces mucho más enojado, diseñé otro correo, donde en una carta, les demostraba que de Dios jamás puede venir una maldición o algo dañino, pues Dios es solo amor. A la pedagogía le pasa lo mismo, a ella, no se le puede atribuir los errores que se cometen en la escuela, en la familia y en la sociedad. Casualmente los múltiples maltratos que se acometen contra niños y niñas, se producen por falta de conocimiento pedagógico. Comprendo que hay mucho que mejorar en nuestros contextos educativos, así que si no estamos de acuerdo con el funcionamiento de una escuela determinada, es mejor, plantear el asunto en forma objetiva y con evidencias de resultados diagnósticos o de investigación educativa; por ejemplo una forma cualitativa de hacerlo es esta: según el estudio realizado en tres mil centros educativos de la ciudad…. Y de la localidad… se pudo determinar qué: en un alto porcentaje de centros educativos, aún siguen existiendo docentes que alienan, atontan y maltratan a los niños y niñas, y así; de esta forma, no prostituiríamos el concepto: pedagogía. Justamente, gracias al saber pedagógico, se evita caer en procesos educativos alienantes, enajenadores y de atontamiento de las mentes de niños y niñas. Un docente que maltrata a sus estudiantes no es malo, es ignorante, y un docente que educa en el buen trato a sus estudiantes no es bueno, es un maestro significativo y de hecho genera procesos de aprendizaje significativo. En esencia, no hay docentes malos y buenos, lo que hay son docentes que están leyendo y docentes que no están leyendo. Un docente que no lee, es altamente peligroso. En este compromiso de construir un tejido social de maestros significativos, necesitamos que la preparación se dé en dos vías: por un lado, el dominio de un saber disciplinar o específico y por otro, la apropiación de un saber pedagógico, que implica la comprensión de una pedagogía y didáctica general que adquiere aplicación en el manejo de una pedagogía y didáctica específica del área o campo de estudio con el que se interactúa con los estudiantes. Pero ¿Qué significa estar preparado? No es solo poseer un saber necesario para el ejercicio de una profesión, sino además, permanecer en permanente estado de actualización que implica un compromiso con la investigación y la innovación cotidiana. El saber específico Según la población objeto o área del conocimiento en la que trabaja el docente, es necesario poseer un dominio básico relacionado con un conjunto de conocimientos que permiten acceder a una competencia enciclopédica mínima. Esto permite no solo asegurar una autoridad cognitiva, sino que además, los estudiantes son los primeros beneficiados. En alguna ocasión les contaba a mis estudiantes de pedagogía en la especialización de
  • 3. pedagogía y docencia universitaria en la que laboro, que un maestro con solo motivar, excitar a sus estudiantes hacia el conocimiento y aportándoles una bibliografía actualizada o de punta, ya podía ir a cobrar su cheque. Naturalmente es una caricatura para referirme a la importancia que tiene, el interactuar con un maestro que esté al día en los últimos resultados de investigación, las últimas tendencias o perspectivas del conocimiento y además, está en capacidad de interactuar con una gestión del conocimiento apropiada. Un docente que no esté leyendo, sigo insistiendo, es altamente peligroso y sospechoso, puesto que podría hacerle creer a sus estudiantes que los pajaritos vuelan porque tienen un motorcito atrás. Por estos días andan en Colombia miles de personas alteradas y decepcionadas porque les robaron su dinero por entregarlo a unas supuestas pirámides que luego de recaudar miles de millones de pesos, se van y hasta les dejan notas ofensivas donde les dicen que se fueron felices con los dineros de los ahorradores ilusos. Algunos estudios de sociología, indican que hay un imaginario colectivo de ingenuidad, ambición y naturalmente de falta de información y formación. Pero este tipo de situaciones que parecen sacadas de una novela de Gabriel García Márquez, no solo pasa en países como Colombia, esto sucede en toda América latina porque sigue faltando programas y proyectos de formación y actualización en nuestros docentes que son los primeros invitados y comprometidos en tener una mejor formación de la que se tiene en la actualidad. La superchería, el mito, el mundo mitico- mágico, la confusión entre el mundo real e imaginario, el mal de ojo, el curanderismo, el entorno esotérico y cientos de expresiones populares alienantes, en vez de activar nuestra creatividad, ha aumentado nuestra estupidez. No cualquiera debería estar en el aula de clase, pero así es, en América latina, cualquiera con ganas, a veces disque con vocación o con alguna palanca, está en el aula de clase. Luego vienen las denuncias por maltrato, negligencia, abuso sexual y todo tipo de atropellos. En alguna ocasión, en una conferencia que compartía con educadores universitarios, me dijo un docente esto: “es que la pedagogía es innata, la única forma de ser un pedagogo es naciendo con ese don, con ese talento”. A mí se me bajó y se me subió la presión, me senté y pedí agua: al reponerme le dije, vamos a un hospital. El me preguntó, aja ¿Y para qué?, de inmediato lo tomé del brazo y le dije: para que me muestres una mamá pariendo un pedagogo. En verdad, confieso mi enojo, posiblemente soy muy sensible y me he tomado muy en serio el oficio de ser maestro que defiendo como profesional de la educación, que necesita prepararse si no desea hacer daño. No nos han parido o traído a este mundo sabiendo, nos toca aprender lo que hoy creemos que hacemos bien. Al respecto, recomiendo leer el mito de Prometeo; hay una versión que recomiendo en la historia de la pedagogía de Abagnano y Visalberghi (2007) o consúltese la fuente directa en el Protágoras de Platón. (http://www.slideshare.net/marcelak/historia-de-la-pedagogia-abbagnano-visalberghi) La responsabilidad esencial del maestro, es la de transformar al sujeto, en mejor ser humano de lo que ya es. En este sentido, Gadotti Moacir (2005) nos recuerda esta tesis: la teoría educacional de Durkheim se opone diametralmente a la de Rousseau. Mientras éste afirmaba que el hombre nace bueno y la sociedad lo pervierte, Durkheim declaraba que el hombre nace egoísta y sólo la sociedad, a través de la educación, puede hacerlo solidario. Considero que esta afirmación se constituye en un gran elogio para el maestro. Para Durkheim, la educación se definía como acción ejercida por las
  • 4. generaciones adultas sobre las generaciones que no se encontraban aún preparadas para la vida social. El saber pedagógico Conozco experiencias de docentes exitosos en la básica secundaria y al intentar experimentar en la educación básica primaria, los resultados han sido desastrosos . No olvido un lamentable caso, que ojalas no le volviera a pasar a ningún colega: en Bogotá D.C. un docente de secundaria del área de matemática, era considerado el mejor docente de toda la institución, además, era el más querido por parte de sus estudiantes. En alguna ocasión, en una semana cultural del colegio, las porristas le hicieron un gran homenaje, en el que diseñaron una espectacular coreografía donde la niña que lanzaban a la cima de la pirámide, dejaba ver en lo alto, un cartel que decía: Eres lo mejor, te queremos, nunca nos dejes. Las directivas le pidieron que ya que era tan excelente maestro, por favor les colaborara como docente de toda la primaria, pues allí, en este contexto, las cosas no andaban muy bien. Para la educación básica secundaria contratarían a un nuevo docente. Posiblemente confiado de sus cualidades o de su competencia o “preparación”, accedió hacer el cambio. Al año entrante, este docente empezó a tener problemas con los niños y las niñas de grado 1º, 2º, 3º y 4º; que se quejaban de la intensidad y la fiebre por enseñar de este docente. Niños y niñas le pedían que explicara con más calma, que no corriera, que no gritara, ah y que por favor jugara con ellos de vez en cuando. Además, el problema se extendió a las pésimas relaciones con los papás de estos niños y niñas que le pedían mayor paciencia con sus hijos, que no explicara corriendo, que no les diera tanto contenido, que sus hijos no le entendían el bombardeo de información que él les lanzaba en cada clase. Algunas veces, se defendía ante las acusaciones de los padres así: “yo sé lo que hago, además ustedes saben muy bien que soy el mejor docente de este colegio” lo que él no sabía, era que hace rato ya había dejado de serlo. Este docente, pasó de ser considerado el mejor docente que el colegio había tenido, a ser el peor “educador” de todo el colegio ¿Qué pasó? Aquí, sin duda, no hay un problema de manejo específico del área de matemática, el problema está relacionado con el saber pedagógico específico según la población objeto que ahora tenía. Ya no eran estudiantes de secundaria, adolescentes, ahora se enfrentaba a niños y niñas de 6 a 10 años de edad con ritmos y estilos de aprendizaje muy diferentes a la población que él estaba acostumbrado. Esta historia, la conté para hacer una invitación que está relacionada con el respeto, la valoración y el dominio que necesitamos tener en el campo de la pedagogía general, específica y especial, si queremos en verdad, comprender e interactuar con el ritmo y estilo de aprendizaje de cada uno de nuestros estudiantes. Si los docentes tomaran con mayor dedicación el estudio de la pedagogía y las didácticas específicas y especiales de su área, sin duda, obtendrían mejores resultados en los procesos de enseñanza aprendizaje. Por ejemplo, solo en el estudio de las taxonomías y divisiones de la didáctica, existen numerosas propuestas. Por ejemplo, se le ha denominado como Didáctica General en la medida en que es considerada como eje vertebrador del estudio del proceso de
  • 5. enseñanza-aprendizaje y como instrumento capaz de producir, no sólo un aumento del saber, sino una mayor cualificación de la actividad educativa: Sevillano García (2004) citado por Castillo Santiago y Cabrerizo Jesús (2006). Dado que el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje puede presentar distintas modalidades para lograr obtener un conocimiento científico de la realidad, se plantea desde un doble enfoque: 1. en el marco general de la didáctica y 2. En un marco específico que reclama la propia estructura específica del conocimiento y de la población objeto que se intenta educar. Algunos sistemas educativos en América latina permiten que profesionales de otros campos como la ingeniería, la arquitectura y la medicina, puedan ser docentes en las escuelas, ofendiendo y restándole importancia así, al que desde un principio optó por ser licenciado, por ser un profesional de la educación. Sin intentar resignarme a esta situación, por lo menos, a estos profesionales de otros campos, se les debería exigir como requisito mínimo, una formación sólida en pedagogía, antes de aceptar su ingreso al aula de clase, y más si va a trabajar con menores de edad. El panorama no es tan lamentable, pues ya en América latina, existen numerosas entidades universitarias que le exigen a todos sus docentes como requisito mínimo - además de su título profesional en la disciplina que va a educar- una certificación de especialista o magister en pedagogía y docencia universitaria. Hace más de nueve años soy catedrático con el módulo de pedagogía en una especialización en pedagogía y docencia universitaria y siempre el primer día, además de una valoración diagnóstica, les pregunto esto: ¿Por qué decidió estudiar pedagogía? La gran mayoría son honestos y me responden que: la universidad donde laboran les está pidiendo este requisito para poder seguir siendo docentes de la misma. Otros dicen que para capacitarse como mejores docentes. La cuestión es que la pedagogía no solo es para ser docentes, es en esencia, para ser mejores seres humanos (esto, naturalmente no lo saben los que afirman que hay una pedagogía del atontamiento), para ser mejor en cualquier oficio profesional, para interactuar mejor, para acceder a la madurez mental. En la especialización en pedagogía y docencia universitaria, he tenido como estudiantes a cirujanos, arquitectos, ingenieros, médicos, odontólogos, diseñadores, artistas, administradores de empresa, abogados y otras profesiones, que al terminar el módulo de pedagogía dejan por escrito un agradecimiento que se podría sintetizar así: jamás pensé que podría aprender a ser mejor persona estudiando pedagogía, ahora puedo educar a mis estudiantes en el buen trato, sin agredirlos. Otros enfatizan su agradecimiento en lo didáctico así: con las estrategias, metodologías, herramientas y recursos que ahora tengo, seguramente van a aprender con más gusto en mis clases. Un médico general, no consiguió trabajo como docente, ahora tiene un consultorio y es un excelente médico en su interacción social con sus pacientes, hasta el punto que para apartar una cita con él, hay que hacerlo con cinco meses de anticipación. El atribuye su éxito como médico a la pedagogía. La actitud como requisito fundamental en la preparación de un maestro La actitud está relacionada con la disposición, el ánimo y la motivación que poseemos hacia algo o hacia alguien. Cuando hay actitud, llegan las ganas de prepararse, actualizarse, mejorar, crecer y evolucionar con ganas, sin la necesidad del beneficio material de un premio.
  • 6. Jamás olvidaré la vez que encontré a uno de mis hijos a las dos de la madrugada emocionado con una obra literaria. Le pedí que se fuese a dormir, a lo que me dijo: ven papi, siéntate a mi lado y gózate esta metáfora, esta obra está muy buena, el profe, ya nos había contado algunos apartes y nos habló de cuánto nos íbamos a gozar esta novela. Cuando se vive una experiencia como esta, provoca correr al otro día a darle un abrazo al maestro por haber logrado despertar actitud hacia la literatura en un menor de edad. Pero encontrarse a un niño o niña hasta las dos de la madrugada estudiando por el miedo a sacar una nota negativa, es decir, por el terror de la nota, es una de las tristezas de la escuela. Aquí no hay educación en la actitud, sino fiebre por lograr la aptitud en un menor de edad. Necesitamos construir una escuela que se centre en la actitud, que genera en los seres humanos, amor propio, amor al otro, al mundo y al conocimiento. Para trabajar en la actitud, necesitamos una escuela de maestros que toman la pedagogía muy en serio. La actitud en un docente, mejora con la preparación. En una ocasión, recibí una llamada a las once de la noche y cuando pregunté: ¿Quién es? Un docente muy, pero muy emocionado, me dijo: perdone que lo llame tan tarde, yo se que usted de pronto no se acuerda de mi, así que le haré memoria, soy aquel contador que se inscribió a un curso de pedagogía y docencia universitaria con usted hace dos años; siempre consideré que esa joda de la pedagogía no sirve para nada, que eso era puro cuento, pura teoría vacía, pero hoy, me salió el tiro por la culata; imagínese que me estaba yendo muy mal en las clases de contabilidad que dicto, así que todo desanimado me di un día de estos a repasar los escritos que usted nos dio y una serie de libros de pedagogía en los que me encontré la teoría de la metacognición, se acuerda que usted nos dijo, que esa teoría posee por lo menos tres variables que son: persona, tarea y estrategia. Pues me dije, ah, en fin, ¿Qué puedo perder aplicando esta teoría? si el caos ya lo tengo encima con estos estudiantes. Así que llegué y empecé aplicando la variable persona: que está relacionado con los conocimientos o creencias que una persona tiene sobre sus propios conocimientos, sobre sus capacidades y limitaciones como aprendiz de un tema determinado ¿Qué hice? Como tenían la costumbre de salirse del salón cerca de la mitad de los estudiantes, les dije –mientras me coloqué abriendo los brazos a la entrada del salón- antes de que alguien salga, escúchenme dos minutos y después puede irse el que desee: la clase de hoy es muy importante, porque ustedes como futuros contadores, de no saber lo que hoy van a aprender, mínimo van a terminar en la cárcel o les va tocar pagar una multa y como consecuencias serán expulsados y hasta pueden quemarse como profesionales contables. Un estudiante asombrado preguntó ¿profe y qué vamos a aprender hoy? Les dije: hoy aprenderemos a resolver con eficiencia los procesos y formatos del pago de impuesto y obligaciones ante el estado. Les entregué formatos originales y desarrollé la clase aplicando las tres variables de la metacognición: 1. Persona, 2. Tarea y 3. Estrategia. Con la variable tarea, generé una dinámica que me permitió respetar y valorar el conocimiento que poseían sobre el asunto. Permanentemente estuve recordándoles y dándoles pista sobre cómo sería la tarea o compromiso que les quedaba al final de la clase. Con la variable estrategia, ateniéndome a los aportes de Flavell (1987), y a los diversos planteamientos sobre la importancia del manejo de estrategias, les di un método sencillo y práctico que les permitiría aprender a administrar estos procesos de obligaciones con el estado.
  • 7. Cuando me estaba despidiendo, no me dejaron salir del salón de clase y me expresaron esto: profe que pena, aún no se vaya, queríamos pedirle que si es posible nos repitiera la clase para grabarla. Estoy emocionado, jamás me había pasado esto, ¡profe! –Me dijo- la pedagogía existe, es real se puede oler, se experimenta, se puede tocar, qué viva la pedagogía. Este docente universitario, antes de despedirse de mí, me dio un sentido agradecimiento, a lo que le dije: no es necesario que me lo agradezcas, más bien, te recomiendo que nunca dejes de darle las gracias a la pedagogía. Para profundizar un poco más en las tres variables de la metacognición que dieron origen a esta experiencia, sugiero revisar la obra: Estrategias docentes para un aprendizaje significativo de Díaz Frida, Arceo Barriga y Hernández Gerardo (2002) y la propuesta pedagógica publicada en: Pensamiento hábil y creativo: Romero Pablo, Rodríguez Gabriel y Ramírez Jorge (2003). Mentalidad planetaria Tradicionalmente se le ha pedido a los docentes que inculquen en sus estudiantes el patriotismo, el respeto a los símbolos patrios; me pregunto ¿Qué clase de patriotismo? ¿Un patriotismo que nos da motivos y nos llena de supuestos argumentos para agredir a nuestros vecinos? ¿Patriotismo para que nos juzguen por pensar diferentes en una nación? ¿Patriotismo para que nos encarcelen por denunciar internacionalmente los atropellos y las violaciones de los derechos humanos? ¿Patriotismo para llevar diez mil soldados a la frontera por cualquier diferencia que se presente con los vecinos? ¿No será que la supuesta educación en el patriotismo nos ha vuelto más egoísta y prevenido con el otro? ¿No será que la supuesta educación en el patriotismo nos ha vuelto más inmaduros mentales? ¿Qué sentido, valoración y significado hemos aprendido de nuestros símbolos patrios? ¿No será que nos hemos centrado más en el recipiente que en el contenido, comprensión y vivencia de los símbolos de una nación? Sin duda, seguimos equivocándonos en la forma en que intentamos educar a nuestra infancia. Aún permanecemos en el tejido de una sociedad egoísta, envidiosa, ingenua, resentida, ambiciosa, facilista, homofóbica, racista e inmadura en su estructura mental de comprensión de la convivencia. Así que, ya es hora de interactuar en las aulas de clase con maestros con mentalidad planetaria, con un pie en lo local y el otro en lo global; es decir, un maestro que conduce a sus estudiantes a verdaderos procesos de comprensión del amor que hay que tener por su única habitación: el planeta tierra. Necesitamos con urgencia en las escuelas del mundo, un maestro que genere procesos de aprendizaje significativos en sus estudiantes sobre la importancia y papel que cumple su región específica en la que se nace o se habita en íntima relación e interdependencia con el planeta tierra. Todo mal que le hagamos al medio ambiente, a cualquiera de sus habitantes, es un único mal para el planeta tierra. Nacemos en un pueblo específico, pero por madurez mental, si es que la adquirimos, comprendemos que somos habitantes de un solo lugar que le hemos llamado planeta tierra. Comprender e interactuar en la cotidianidad con mentalidad planetaria no es sencillo, porque implica un radical re-aprendizaje de parte del maestro que tradicionalmente fue formado en el tiempo y el espacio con otra concepción que se centra más en lo local que en la concepción Tierra-Patria.
  • 8. Al respecto, Morin, Ciurana y Motta (2003:112) afirman que justamente la creación de una civilización planetaria es inviable sin la noción encarnada planetariamente de una Tierra-Patria que significa la matriz fundamental para la conciencia y el sentido de pertenencia que ligue a la humanidad con la Tierra considerada como primera y última patria. La patria es el término masculino/femenino que unifica en él lo maternal y paternal. Hoy no dudamos que el conjunto de maestros en el planeta Tierra, marcan una fuerte influencia en la infancia, los adolescentes y jóvenes; de ahí, la importancia de crear y consolidar un imaginario colectivo de maestros con mentalidad planetaria, con responsabilidad social, libres de xenofobias, homofobias, racismo, egoísmo, fanatismo y todas aquellas limitaciones humanas que alimentan odio, violencia, discriminación y guerra.