La relación entre enseñanza y aprendizaje no es causal sino de dependencia ontológica, ya que el concepto de enseñanza implica el aprendizaje pero no lo causa. Mientras que la enseñanza busca facilitar el aprendizaje guiando a los estudiantes, el aprendizaje depende de las tareas que realizan los estudiantes para construir conocimiento. Existen diferentes enfoques sobre estos procesos que influyen en la práctica docente.
1. RELACIÓN ENTRE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE
Fuentes:
Ausubel, D. (1983). Psicología educacional. Un punto de vista cognoscitivo. México: Trillas.
Bruner, J. (1986): Realidad mental y mundos posibles. Barcelona: Gedisa.
Camilloni, A. (1996). De herencias, deudas y legados. Una introducción a las corrientes
actuales de la didáctica, en: Camilloni, A. et al., Corrientes didácticas contemporáneas.
Buenos Aires, Paidós.
Coll, C. et al. (1997). El constructivismo en el aula. Barcelona: Graó.
Contreras, D. (1991). La didáctica y los procesos de enseñanza-aprendizaje, en: Enseñanza,
currículo y profesorado. Madrid: Akal.
Davini, M. (1996). Conflictos en la evolución de la didáctica. La demarcación de la didáctica
general y las didácticas especiales, en: Camilloni, A. et al.: Corrientes didácticas
contemporáneas. Buenos Aires, Paidós.
Fenstermacher, G. (1986). Tres aspectos de la filosofía de la investigación sobre la enseñanza,
en Wittorock, M. C.: La investigación de la enseñanza I. Enfoques, teorías y métodos.
Barcelona: Paidós.
Freire, P, (1981). La educación y el cambio: Río de Janeiro: Continuum.
Gvirtz, S. y Palamidessi, M. (1998). El ABC de la tarea docente. Currículum y enseñanza.
Buenos Aires: Aique.
Imbernóm, F. (Coord.) (2005). La educación en el siglo XXI. Los retos del futuro inmediato.
Barcelona: Graó.
Kaplún (1998). Modelos de educación y modelos de comunicación (Cap. 1), en Una
pedagogía de la educación. Madrid: Ediciones de La Torre.
Pichon Rivière, E. (1975). El proceso grupal. Buenos Aires: Nueva Visión.
Salit, C. et al. (2002). Enseñanza y aprendizaje. Ficha de la Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
Desarrollo:
“El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender, no cuando alguien quiere enseñar”,
Roger Schank
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2. Camilloni (1996) señala que la didáctica se está reconstruyendo como disciplina a partir de la
ruptura conceptual entre los procesos de enseñanza y aprendizaje. La autora considera que, en
la actualidad, se parte de la idea que se trata de dos procesos claramente delimitados y
diferentes. Esto implica, entre otras cosas, que puede haber enseñanza y no producirse
aprendizaje o puede producirse parcialmente o, incluso, los estudiantes pueden aprender algo
diferente de lo que fue enseñado por el docente. Al respecto, entre los procesos de enseñanza y
los de aprendizaje existiría una relación de dependencia no causal, sino ontológica
(Fenstermacher, 1986). La dependencia ontológica significa que sin el concepto de aprendizaje
no existiría el concepto de enseñanza, pero no implica que haya una dependencia causal. Es
decir, hay interdependencia entre ambos conceptos porque la enseñanza favorece y guía el
aprendizaje, pero no es la causa del mismo. Entonces, la causa del aprendizaje no sería la
enseñanza, sino el desarrollo de las tareas de aprendizaje por parte de los estudiantes. En este
sentido, Fenstermacher (1986) considera que el aprendizaje es un resultado del estudiante, no
una causa de la enseñanza y, por lo tanto, la tarea de enseñar consiste en enseñarle al estudiante
cómo aprender. A partir de ésta afirmación, el autor reformula el concepto genérico de
enseñanza y plantea que el docente no transmite o imparte el contenido al estudiante, sino que
lo instruye sobre cómo adquirir el contenido a partir de sí mismo. De acuerdo a este enfoque, a
medida que el estudiante se vuelve capaz de adquirir el contenido, aprende. Esto se relaciona
con la perspectiva constructivista la cual considera que las tareas que realizan los estudiantes
permitirían la construcción del conocimiento en términos de resultados de aprendizaje (Coll,
1997).
Contreras (1998) propone como objeto de estudio de la didáctica los procesos de enseñanza y
aprendizaje y, al igual que Fenstermacher (1986), entiende la relación entre los mismos no
como de causalidad sino como relación de dependencia ontológica, en la que el concepto
mismo de enseñanza implica en su definición la búsqueda de que el estudiante realice las tareas
del aprendizaje. Al respecto, de acuerdo Contreras (1991), podemos destacar dos aspectos
centrales. En primer lugar el rol activo que le adjudica al estudiante, no ya de receptor de los
conocimientos impartidos sino como constructor de su propio aprendizaje. En segundo lugar, el
concepto de tareas de aprendizaje va más allá de los contenidos académicos que suelen
considerarse centrales en la transmisión escolar, también implica el flujo de instrucciones que
circulan en la institución educativa y que configuran al sujeto como estudiante.
Gvirtz y Palamidessi (1998) retoman los conceptos desarrollados por Fenstermacher (1991) y
plantean que la enseñanza es una disciplina que busca favorecer el aprendizaje. Para conseguirlo
estos autores, de acuerdo con Bruner (1986), consideran que se debe generar un “andamiaje”
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3. para facilitar el aprendizaje de algo que el estudiante puede realizar si se le brinda una ayuda. En
este sentido, la enseñanza aparece como una guía en la cual el docente debe ofrecer un sostén
que luego retirará para, de esta manera, favorecer el aprendizaje del estudiante. Por otra parte,
siguiendo con esta línea conceptual, Davini (1996) plantea que la enseñanza debe ser entendida,
entre otras cosas, como una mediación pedagógica. Esto significa que los docentes son
mediadores entre los conocimientos y los estudiantes, es decir que el docente debe mediar entre
el contenido que va a enseñar y las características particulares de sus estudiantes y el contexto
particular en el que desarrolla su actividad. Davini (1996) también considera que la enseñanza,
entendida como una práctica dirigida, requiere de autoridad pedagógica. Esta idea, concibe una
relación asimétrica y necesaria, entre docente y estudiante, en la cual el docente tiene la
responsabilidad de conducir el proceso de la enseñanza. Esta idea puede asimilarse al concepto
de andamiaje descripto anteriormente debido a que en ambos casos se apunta al mismo
resultado: que los estudiantes adquieran progresivamente mayor autonomía, liberándose de la
dependencia del docente. En síntesis, la enseñanza puede definirse como una actividad
consciente, intencional e interpersonal que tiene como objetivo favorecer y facilitar el
aprendizaje. Actualmente, se considera que la enseñanza debe permitir a los estudiantes
participar en procesos de intercambio y en la construcción de significados a partir de contenidos
que les permiten reconstruir saberes preexistentes y potenciar la capacidad de resolver nuevos
problemas (Ausubel, 1983). Por otra parte, la enseñanza en tanto actividad intencional, supone
complejos procesos de mediación que involucra sujetos insertos en marcos institucionales,
contextuados histórica y socialmente, que interactúan entre sí y con el objeto de conocimiento
(Salit et al., 2002).
Los conceptos desarrollados anteriormente permiten entender las rupturas conceptuales en el
discurso pedagógico. Por ejemplo, se evidencia una ruptura conceptual en lo referente al papel
del docente considerado un “experto”, que “lo sabe todo” y que, además, enseña a alumnos
“ignorantes”. En cambio, se está creando un paradigma que valora el conocimiento de los
estudiantes. Por los tanto, los mismos son considerados sujetos capaces de elaborar sus propias
interpretaciones y, además, crear conocimiento. De esta manera se abandonan las teorías que se
basan en las incapacidades y carencias de los alumnos, para reconocerlos como agentes
sociales de sus vidas y contextos. Al respecto, Pichon Riviére (1975) postula que el aprendizaje
es un proceso unitario en el que se integran práctica y teoría y en el que las funciones del que
enseña y el que aprende son alternantes, rotativas –el educador y el educando enseñan y
aprenden de manera simultáneamente–. Es decir, parte de una concepción del aprendizaje
como unidad de contrarios; entonces, enseñar y aprender son visualizados como aspectos de un
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4. movimiento que constituye una unidad. A este proceso contradictorio y a la vez unitario,
Pichon Riviére (1975) lo denominó “enseñaje”. En este sentido, Freire (1981) concuerda con
Pichon Rivière en el que el rol del que enseña y del que aprende no son estáticos, sino
intercambiables. Al respecto, considera que la educación debería comenzar por la superación
de la contradicción educador–educando. Es decir, es necesario, conciliar los polos de tal
manera que ambos sean, simultáneamente, educadores y educandos. Por otra parte, la idea de la
esencia dialogal, interaccional del aprender es compartida por Freire (1981) y Pichon Rivière
(1975). Este diálogo tiene como organizador y eje central, al objeto de conocimiento. La
propuesta de aprendizaje requiere que los actores interaccionen entre sí y con el sector de lo
real que pretenden conocer. Además, un aspecto clave en el enfoque de Pichon Riviére (1975)
sobre el aprendizaje es que en este proceso se produce en el individuo la transformación de un
pensamiento lineal, lógico formal en un pensamiento dialéctico que visualice las
contradicciones en el interior de los fenómenos y las múltiples interconexiones con lo real.
Otro ruptura conceptual en el campo educativo es aquella relacionada al discurso de la
modernidad tradicional. Este último se basa en teorías conservadoras que niegan la posibilidad
de cambio y transformación con argumentos que sólo tienen en cuenta la forma en cómo el
sistema se mantiene a través de de un proceso de reproducción (Imbernóm, 2005). En la
actualidad, surge un nuevo enfoque en la educación que, por el contrario, acepta y promueve el
cambio y la transformación. Al respecto, Freire (1997) señala que somos seres de
transformación y no de adaptación. Esto se relaciona con el “modelo endógeno” de la
educación descripto por Kaplun (1998) en el que se resalta la importancia del proceso de
transformación de la persona y de la realidad. En este sentido, Pichon Riviére (1975) considera
que el aprendizaje es un apropiación instrumental de la realidad por parte de un individuo. En
este proceso se transforma tanto la realidad como el individuo. Un individuo se apropia
instrumentalmente cuando hace propio algo aprendido, para posteriormente utilizarlo y actuar
en otros ámbitos en una relación transformadora. Freire (1981), al igual que Pichon Riviére
(1975), considera que el aprendizaje implica una relación dialéctica de mutua transformación
entre el individuo y el mundo.
Los profesores pueden adherir a alguno de los enfoques de la enseñanza y el aprendizaje
desarrollados anteriormente o a otros, como así también pueden entender que la relación entre
ambos términos es causal u ontológica. Lógicamente, la adhesión a alguna/s de las diversas
alternativas condicionará su práctica docente.
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