VIVIR EL DON
DE LA COMUNIDAD
1. ORACION, MEDITACION.
AGRADECER Y VIVIR EL DON DE LA
COMUNION-COMUNIDAD
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La Comunidad de fe es un don que requiere ser proclamado como corresponde a todo
don.
Debe ser un do agradecido porque se nos ha dado sin merecerlo.
A la vez, debe ser restaurado por la reconciliación, cuando negligentemente nos demos
cuenta de no haberlo vivido.
Y comprometernos a vivirla y hacerla vivir siempre, como servidores de ese don.
1. PROCLAMEMOS el Don de la Comunión según el Evangelio de Juan 17,9-26:
Yo te ruego por ellos; no te ruego por el mundo, sino por los
que me has confiado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, y en ellos
queda patente mi gloria. Ya no estaré más en el mundo; mientras ellos se quedan en el
mundo, yo voy a reunirme contigo. Padre Santo, protege tú mismo a los que me has
confiado, para que sean uno como lo somos nosotros. Mientras estaba con ellos, yo los
protegía en tu lugar; tú me los confiaste, yo los tuve seguros y ninguno se perdió, excepto el
que tenía que perderse para que se cumpliera la Escritura. Ahora me voy contigo, y hablo
así mientras estoy en el mundo para que los inunde mi alegría.
Yo les he transmitido tu mensaje y el mundo los odia porque no le pertenecen, como
tampoco yo. No te ruego que los saques del mundo, sino que los protejas del Malo. No
pertenecen al mundo, como yo tampoco pertenezco al mundo; conságratelos con la verdad:
verdad es ese mensaje tuyo. Como tú me enviaste al mundo, al mundo los envío yo también;
por ellos me consagro a tí, para que también ellos te queden consagrados de verdad.
No te pido sólo por éstos, te pido también por los que van a creer en mí mediante su
mensaje: que sean todos uno, como Tú Padre están conmigo y yo contigo; que también ellos
estén con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado a ellos la
gloria que tú me diste, la de ser uno como lo somos nosotros, yo unido con ellos y tú
conmigo, para que queden realizados en la unidad; así sabrá el mundo que tú me enviaste y
que los has amado a ellos como a mí.
Padre, tú me los confiaste; quiero que, donde yo estoy, estén ellos también conmigo y
contemplen esa gloria mía que tú me has dado, porque me amabas ya antes de que existiera
el mundo.
Padre justo., aunque el mundo no te ha reconocido, yo te reconocí, y también éstos
reconocieron que tú me enviaste. Yo te he revelado a ellos y seguiré revelándote, para que
el amor que tú me has dado esté con ellos y también yo esté con ellos".
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2. AGRADEZCAMOS:
El DON de la unidad que procede del Padre.
El VINCULO de la unidad que es Jesucristo.
El FACTOR de la unidad que es el Espíritu Santo.
GRACIAS PADRE
HOY, SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS,
POR LA VIDA, LA TIERRA Y EL SOL.
HOY, SEÑOR, QUEREMOS CANTAR
LAS GRANDEZAS DE TU AMOR.
1. Gracias, Padre, mi vida es tu vida,
tus manos amasan mi barro,
mi alma es tu aliento divino,
tu sonrisa en mis ojos está.
2. Gracias, Padre, Tú guías mis pasos,
tú eres la luz y el camino,
conduces a Tí mi destino
como llevas los ríos al mar.
3. Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen,
y quieres que siga tu ejemplo
brindando mi amor al hermano,
construyendo un mundo de paz.
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3. PEDIMOS PERDON:
Por no haber reconocido el Don.
Por no haber agradecido.
Por haberlo roto, por imposiciones, despotismos, abusos de
autoridad.
PRECES PENITENCIALES
- Perdón por no haber reconocido el don de la comunión que nos capacita para vivir la
comunidad.
TODOS: PEDIMOS PERDON.
- Perdón por la presunción de pensar que la comunidad es obra exclusivamente nuestra y
que sólo depende de nosotros.
TODOS: PEDIMOS PERDON.
- Perdón por haber roto la comunión por nuestros autoritarismos despóticos, abusos de
autoridad, imposiciones, exclusivismos, excesivos personalismos y
protagonismos.
TODOS: PEDIMOS PERDON.
- Perdón por la soberbia de no reconocer nuestros pecados que atentan contra la comunión
y por tanto contra la comunidad y contra los hermanos.
TODOS: PEDIMOS PERDON.
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4. PROPONGAMOS:
- Evitar los pecados contra la comunión.
- Reconciliarnos y reconciliar a todos.
- Ser siempre ministros de reconciliación.
ORACION CONJUNTA
Dios Padre que mandó a su Hijo al mundo para que todos los hombres vivamos en
comunidad con El.
Jesucristo que muriendo y resucitando reunió en El a los que el pecado había dispersado y
que infundió el Espíritu santo a sus apóstoles para que recibieron el poder de reconciliar a
todos.
Espíritu Santo que se nos dio para que de manera más plena podamos ejercer desde la
iglesia la reconciliación, nos haga fieles eficaces de reconciliación y de reconciliación de los
hombres entre sí y de éstos con Dios por medio de Nuestros Señor Jesucristo que vive y reina
por los siglos de los siglos. Amén.
5. CANTAMOS el Himno de la Unidad:
UBI CARITAS ET AMOR
UBI CARITAS ET AMOR,
DEUS IBI EST.
1. Congregavit nos in unum Christi amor.
Exultemus, et in ipso iucundemur.
Timeamus et amemus Deum vivum.
Et ex corde diligamus nos sincero.
2. Simul ergo cum in unum congregamur.
Ne nos mente dividamur, caveamus.
Cessent iugia naligna, cessent lites.
Et in medio nostri sit Christus Deus.
3. Simul quoque cum beatis videamus.
Glorianter vultum tuum, Christe Deus:
Gaudium, quod est inmensum atque probum.
Saecula per infinita saeculorum. Amen.
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2. REFLEXIONCOMUNIDAD DE:
FE,
VIDA Y
MISION.
"Quien quiera enseñarnos una verdad, que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con
un leve gesto... Quien quiera enseñarnos una verdad, que nos sitúe de modo que la
descubramos nosotros".
(Cfr. J. Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote. Obras Completas. Tomo I, Revista
de Occidente, Madrid, 1966; pp.335-336).
1º. Todo Instituto Religioso hay que situarlo dentro del marco existencial de la Iglesia, Pueblo
de Dios.
Dentro de la Iglesia comienza Dios suscitando unas comunidades, marcándolas con un
sello peculiar que las configura internamente distinguiéndolas entre sí.
El carisma de un instituto, con la misión que implica, no es -aún partiendo del fundador-
un don individual, sino comunitario, un don al Pueblo de Dios.
Sin dejar de ser personal, y por honda que pueda ser, mi experiencia de Dios no es una
experiencia individualista, en solitario o independiente de esa comunidad concreta a la que
pertenezco como religiosa. Mi experiencia y compromisos forman un todo que se me
comunica y adviene en el encuentro y convivencia con esta comunidad determinada.
Cada congregación nace en un momento determinado de la historia, respondiendo a una
necesidad espiritual con carácter más o menos permanente, para se, dentro de la Iglesia y
frente al mundo, profecía viva, profetismo en acción, mediante un proyecto comunitario.
Las comunidades religiosa no se diferencian por ser las unas más o menos religiosas que
otras, sino porque sus proyectos respectivos son distintos.
Lógicamente, los individuos entran y forman parte de una Congregación religiosa no
simplemente para ser religiosas, sino para vivir ese proyecto en lo que tiene de más peculiar y
distintivo, o como forma concreta de ser signos de Dios y de cumplir una misión profética
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confiada a la Iglesia y explicitándose dentro de su seno, bajo la acción carismática del Espíritu
Santo, en este o en otro proyecto de vida.
Mi experiencia y vivencia de Dios, la conciencia de mis carismas personales, de mis
compromisos temporales, como religiosa, se insertan orgánicamente en la comunidad.
2º. Contexto interno de la comunidad Religiosa:
Antes se concebía la Comunidad Religiosa como un hecho objetivo, una organización en
la que se entraba para desempeñar un papel o una función.
Hoy, la Comunidad se valora, ante todo, como una intercomunicación de personas que
comulgan en un proyecto, en una misión, en un compromiso; en una palabra, que responden a
una misma vocación, teniendo como alma colectiva -"cor unum et anima una"- valores,
ideales, dones, conducta, mostrando "ad intra" y "ad extra" cómo una misma sangre corre por
las venas de todos.
Este es el verdadero lugar teológico dónde cada miembro del grupo llega a descubrir y a
desempeñar la misión que la comunidad como tal tiene, aquí y ahora, en la Iglesia y en el
mundo.
"Si la relgioso/a se consagra a Dios -o es consagrado por El- no es porque Dios necesite de la
religiosa para sí. Lo que necesita son representantes -signos proféticos-escatológicos- en el
mundo que lo testimonien y lo "representen". La consagración implica, pues, además de
reserva, misión y envío en nombre de Dios. Si Dios llama, elige y consagra, es para enviar".
""Si se consagra a Dios lo es también a cuanto Dios ama y por cuanto se entregó Cristo hasta
la muerte es evidente que la consagración religiosa, como tal, es dedicación al hombre y
pone en relación insoluble al consagrado con todo lo humano y con cuanto incide de alguna
manera en la vida de los hombres. No "a pesar de", sino "en virtud de" la consagración
misma".
(Cfr. Boff,L. Testigos de Dios en el corazón del mundo, Madrid, 1977; pp.105-216.
Y Delaney, Reflexiones teológicas, en "Vida en fraternidad", 12-1973-,pág.11).
Al aparecer como lugar teológico donde Dios es buscado y experimentado como
salvador aquí y ahora, a la vez que como sentido absoluto y definitivo, donde las personas son
amadas como tales y valoradas por lo que tienen de más sagrado e inalienable, donde el
proyecto de vida e manifiesta como misión transcendente y encarnada a la ez en unos
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compromisos, la comunidad religiosa se convierte en el mundo en el máximo signo profético,
en el signo de los signos, en el signo indispensable para los hombres desde su más hondo ser y
su más rico haber comunitario.
¿COMO SE TRADUCE EN LA REALIDAD ESTA PROFESION
DE FE RELIGIOSA?:
A: EN UNA COMUNIDAD DE FE.
El Concilio Vaticano II proclama y repite que la Vida Religiosa es esencialmente
Teocéntrica y Cristocéntrica y sólo puede comprenderse como expresión de la vida de fe y de
la experiencia de un Dios que salva hoy.
La experiencia de Dios, la gracia, la fe se nos dan para compartirlas y vivirlas en común.
En el corazón de esta experiencia común de fe está la oración.
B: EN LA COMUNIDAD DE VIDA.
No hace falta decir que la fraternidad no se base en la simple y superficial uniformidad
que pueda nacer del orden y de la estabilidd -sin negar que éstos deben ser asumidos por la
fraternidad- ni de la simple organización de funciones que desempeñan los miembros del
grupo, que igualmente deberá ser asumida por esa misma comunidad. Tampoco se
fundamentará en un grupo de compañerismo psico-sociológico.
El encuentro fraternal se funda cada vez más en la vivencia de una vocación y misión
comunes, que, como ya hemos dicho, no se sitúan en el nivel de obras o funciones que hay que
realizar juntos según unos métodos más o menos idénticos, sino en el nivel vital de lo que es y
se pretende ser juntos, como hermanas en medio de esas situaciones que hay que vivir
solidariamente con los demás hombres.
C: EN LA COMUNIDAD DE MISION.
En una Comunidad Religiosa en donde de verdad se da la experiencia de Dios y la
vivencia de su misterio, así como la vivencia de una verdadera fraternidad evangélica, se
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experimentará un fuerte impulso a comunicarlas y sentirá una seria preocupación por la
trayectoria del mundo.
"El compromiso no es aquí la simple opción por la que puede una escoger "ad libitum" o
no escoger, según sus inclinaciones. Se inscribe en un contexto de seriedad y de peso y nace,
no de una obligación externa, sino de una fuerza interior, que es el Espíritu de Cristo que nos
urge a que nos comprometamos".
(Cfr. Rueda, B. Proyección y compromiso apostólico de la comunidad, Madrid 1972;
pág.270).
D: IDEAS ORIENTADORAS Y CONCLUSIVAS.
- Dentro de la experiencia y vivencia del Reino, la Comunidad Religiosa es testigo de un
Dios hecho hombre para salvar al hombre.
- La Comunidad Religiosa es testigo de un Dios hombre que manifestó su preferencia por
los más pobres y marginados.
- La Comunidad Religiosa, a ejemplo de Cristo, es un lugar de servicio y no de dominio.
Los diversos carismas religiosos establecen las diversas formas de servicio propios de cada
comunidad religiosa.
- La Comunidad Religiosa es una comunidad universalista y católica. No es esclava del
tiempo y del espacio.
TEXTOS PARA LA REFLEXION
CITAS BIBLICAS: Heb 5,8-9.
Rom 8,31-39.
Si 2,1-9.
MAGISTERIO: Elementos esenciales del enseñamiento de la Iglesia
sobre la vida religiosa, nº.31.
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