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Gerardo Diego

  1. Gerardo Diego
  2. Hecho por : Natalia Giraldo Morera Estefanía Caravaca López Carolina Blanco Gómez
  3. Elaboró las dos versiones de la famosa Antología de poesía que dio a conocer a los autores de la Generación del 27. Como profesor, dio cursos y conferencias por todo el mundo. Fue además crítico literario, musical y taurino además de columnista en varios periódicos. Se casa en el año 1934, y al año siguiente se traslada como catedrático al Instituto de Santander. Su tarea poética se sigue completando con sus estudios sobre diferentes temas, aspectos y autores de la literatura española, con su labor de conferenciante y su destacada crítica musical, realizada desde diferentes periódicos.
  4. La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille (Francia). Finalizada la contienda, retorna a España y se traslada al Instituto Beatriz Galindo de Madrid, en el que permanecería hasta su jubilación. Desde 1947 fue miembro de la Real Academia Española. En 1979, se le concedió el Premio Cervantes. Murió el 8 de julio de 1987 en Madrid
  5. El entusiasmo gongorino de 1927, la barroca Fábula de Equis y Zeda y la Antología poética en honor de Góngora . Esta antología, la de Poesía española (1932) y la dirección de la revista Carmen hacen de Gerardo Diego uno de los teóricos y promotores, junto a Dámaso Alonso, de la nueva poesía. Gerardo Diego no tiene rival en el dominio del soneto, con el que alcanza altitud cimera en Alondra de verdad , quizá su obra maestra. La técnica y la facilidad de este poeta son tales, que le permiten tocar con igual acierto los temas mas graves -por ejemplo, el religioso, poco cultivado en su época: Viacrucis , Versos divinos - y los más ligeros, como el tema de los toros: La suerte o la muerte.
  6. Tiene una obra ingente que unas veces publicó, en su momento, y otras en Antologías sobre su obra que él mismo realiza a partir de 1941. Fue amigo y seguidor de Huidobro y de Larrea, pero también de los clásicos de la literatura española. De todas maneras, los libros experimentales abundan más en la primera época, mientras que al final, escribe más con moldes tradicionales.
  7. - De paisaje , La naturaleza, el paisaje, el mar, los pueblos y ciudades de España, han sido también constante fuente de inspiración de sus versos, y a dos ciudades españolas ha consagrado dos de sus mejores libros: Soria (1923), Mi Santander, mi cuna, mi palabra (1961)‏ - Taurino , con Égloga de Antonio Bienvenida (1956), La suerte o la muerte (1963), El Cordobés dilucidado (1966). - La muerte , en Cementerio civil (1966). - La música , en Preludio, aria y coda de Gabriel Fauré (1967)
  8. Como podemos comprobar, a la variedad y riqueza formal de la poesía de Gerardo Diego, se une la variedad temática, son muchos los temas en que se inspira. Con todo, las tres obras esenciales de esta etapa son Versos humanos (1925), Alondra de Verdad (1941) y Ángeles de Compostela (1936, pero ampliada en 1961).
  9. POESÍA ABSOLUTA Aquí se incluyen las producciones vanguardistas del autor. Frente a la poesía relativa, ahora la poesía se apoya en sí mismo y solo en segundo grado depende de la realidad. Del conjunto de obras que podemos incluir aquí, las más significativas son aquellas que se inscriben dentro del creacionismo. El periodo creacionista lo inaugura con:
  10.  Evasión , escrito en 1918-1919 y publicado en 1958;  Si bien el mejor de este periodo, según la crítica, es Imagen , escrito entre 1918-1921 y publicado en 1922; aparece dividido en tres partes: “Evasión” , con 23 poemas del libro anterior, “Imagen múltiple” y “Estribillo” .  Completan este grupo Manual de espumas , publicado en 1924, y Biografía incompleta , que empieza a escribir en 1925 y publica en 1953, aunque en la edición de 1957 añade más poemas. Es un periodo prodigioso en cuanto a imágenes y técnica y Gerardo Diego reconoce encontrar en estos poemas mucha seriedad, emoción junto a la línea experimental (imágenes irracionales, carencia de signos de puntuación, frases cortas, sin rima...)
  11. POEMAS DE GERARDO DIEGO Enhiesto surtidor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanando a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad, prodigio isleño; flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. El ciprés de Silos . Cuando te vi, señero, dulce firme, qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verticales, mudo ciprés en el fervor de Silos. ( De Versos Humanos ).
  12. He aquí helados, cristalinos, sobre el virginal regazo, muertos ya para el abrazo, aquellos miembros divinos. Huyeron los asesinos. Qué soledad sin colores. Oh, Madre mía, no llores. Cómo lloraba María. La laman desde aquel día la Virgen de los Dolores. ¿ Quién fue el escultor que pudo dar morbidez al marfil? ¿Quién apuró su buril en el prodigio desnudo? Yo, Madre mía, fui el rudo artífice, fui el profano que modelé con mi mano ese triunfo de la muerte sobre el cual tu piedad vierte cálidas perlas en vano. (De Viacrucis ) . Penúltima estación .
  13. Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso, pero con distinta agua. Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada, sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras. (De Soria )‏ Romance del Duero . Río Duero, río Duero nadie a acompañarte baja, nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada. Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata, moliendo con romances las cosechas mal logradas. Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras.
  14. Déjame acariciarte lentamente, déjame lentamente comprobarte, ver que eres de verdad, un continuarte de ti misma a ti misma extensamente. Onda tras onda irradian tu frente y, mansamente, apenas sin rizarte, rompen sus diez espumas al besarte de tus pies en la playa adolescente. Sucesiva Así te quiero, fluida y sucesiva, manantial tú de ti, agua furtiva, música para el tacto perezosa. Así te quiero, en límites pequeños, aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa, y tu unidad después, luz de mis sueños. ( De Alondra de verdad ).
  15. ( I, XI, 1929)‏ Aquella noche de mi amor en vela grité con voz de arista dura y fría: -"Creced, mellizos lirios de osadía, creced, pujad, torres de Compostela" Todos los Santos, sí. Ni una candela faltó a la cita unánime. Y se oía, junto a Gelmírez, por la Platería, el liso resbalar de un vuelo a vela, la ronda de los Ángeles. Aquella noche Yo, oculto, entre las sombras de los soportales difuminaba mi insoluble bulto para medir, grabar moles y estrellas, pautar cantigas -¿Mártires, Doncellas?- y el santo y seña de las catedrales. (De Ángeles de Compostela )‏
  16. Si la palmera supiera que sus palmas algún día... Si la palmera supiera por qué la Virgen María la mira... si ella tuviera... Si la plamera pudiera... ... la plamera... ( De Versos divinos ). Canción del Niño Jesús. Si la palmera pudiera volverse tan niña, niña, como cuando era una niña con cintura de pulsera. Para que el Niño la viera... Si la palmera tuviera las patas del borriquillo, las alas de Gabrielillo Para cuando el Niño quiera, correr, volar a su vera...
  17. Y al conocer esa muerte de poeta, recordé otra de mis oraciones. "Quiero vivir, morir, siempre cantando y no quiero saber por qué ni cuándo." Sí, en el seno del verso, que concluya y me concluya Dios. ( De Cementerio Civil . )‏ En mitad de un verso. Murió en mitad de un verso, cantándole, floreciéndole, y quedó el verso abierto, disponible para la eternidad, mecido por la brisa, la brisa que jamás concluye, verso sin terminar, poeta eterno. Quién se muriera así al aire de una sílaba.
  18. Al contraluz de luna limonera, tu arista es el bisel, hoja barbera que su más bella vertical depura. Resbala el tacto su caricia vana. Yo mudéjar te quiero y no cristiana. Volumen nada más: base y altura. FIN Giralda Giralda en prisma puro de Sevilla, nivelada del plomo y de la estrella, molde en engaste azul, torre sin mella, palma de arquitectura sin semilla. Si su espejo la brisa enfrente brilla, no te contemples —ay, Narcisa—, en ella, que no se mude esa tu piel doncella, toda naranja al sol que se te humilla .
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