El decálogo enumera los deberes de los abogados en el ejercicio de su profesión en 10 puntos. Incluye valores como el estudio, la prudencia, la paciencia y la perseverancia, así como contravalores como la ligereza, el descuido y la codicia. El autor considera que el decálogo debería ser lectura básica para los abogados pese a haber sido escrito en 1949, ya que recuerda la nobleza de la profesión a pesar de los desafíos actuales.
Los 10 mandamientos del abogado según Eduardo C. Couture
1. El decálogo tiene como fin aspirar a decir en pocas palabras la jerarquía del ministerio del abogado, pero
tanto la abogacía como su ejercicio, sus necesidades e ideales cambia en ella en medida en que pasa el
tiempo teniendo como notas determinantes de cambio, las exigencias de libertad humana, y los
requerimientos de la justicia social.
Por ello se puede decir que es al mismo tiempo arte, política, ética, acción y arte, por tener reglas, pero no
absolutas, sino libradas al poder creativo del hombre.
Política por ser la abogacía, la disciplina de libertad dentro del orden y en los conflictos, el abogado es quien
desata muchas veces las ráfagas de la tempestad y puede contenerlas
Ética es un constante servicio de valores superiores que rigen la conducta humana y cuando tiemblan los
derechos individuales entonces es militancia en la lucha por la libertad.
Ello es respecto a su contenido, ya que además contiene una forma, es decir un estilo, el cual no se
caracteriza por su unidad sino más bien por su diversidad.
Estudia:
Ningún abogado podría decir con seguridad conocer todas las disposiciones, ni decir que su opinión, tuvo en
cuenta la plenitud de la normativa.
Existen tantas posibilidades del error, que es por ello que la abogacía como cualquier arte se aprende con
sacrificio y perpetuo aprendizaje.
Piensa:
En el procedimiento escrito el abogado es el medio necesario entre la vida y l libro en procedimiento oral
sucede lo mismo con mayor acento.
Cuando los abogados entregan sus trabajos el juez debe escoger alguna de las dos soluciones propuestas, o
encontrar una tercera mejor.
El abogado transforma la vida en lógica, y el juez la lógica en justicia.
Pero su lógica no es pura, su pensar es al mismo tiempo inteligencia, intuición, sensibilidad y acción.
La lógica del derecho no es lógica formal, sino una lógica viva con todas las sustancias de la experiencia
humana.
Por ello, se dice que la jurisprudencia la hacen los abogados, por que el pensamiento de los jueces es
posterior lo primero corresponde al pensamiento del abogado.
Trabaja:
Respecto a los casos en que trabaja el abogado estos se pueden dividir en categorías diferentes.
La mayoría responde a los no judiciales, sino en dar consejos, orientaciones e ideas en materia de familia
aquí la ciencia cede el paso a la prudencia.
Luego suceden los de rutina, ya sea gestiones, tramites entre otras.
Después, aquellos con mayor demanda, aquellos de trabajo mas intenso, pero que todo hombre inteligente y
laborioso esta acostumbrado a ellos.
2. Y los menos frecuentes responden a la esencia de la abogacía, no se caracterizan por su magnitud económica,
sino por el esfuerzo físico e intelectual que demanda superarlos, son aquellos aparentemente perdidos pero
entre sus fisuras se filtra un hilo de luz por el cual el abogado abre su brecha, situaciones graves que deben
sostenerse por meses o por años.
Lucha:
El derecho no es un fin sino un medio.
En la escala de valores no se encuentra el derecho, sino la justicia que es fin en si, y por lo que el derecho es
medio de acceso.
Los asuntos no se dividen en chicos o grandes, sino en justos o injustos.
Los incidentes, dilatorias, apelaciones inmotivadas pocas veces son justas y ayudan a ganar muchas veces
batalla, pero lo que cuenta al final es la guerra.
El abogado se pone en día de prueba o muestra su calidad auténtica, el día que puede decir a ese cliente con
dignidad de su investidura y sencillez afectuosa de su amistad, que la causa es indefendible.
Hasta ese día solo es un aprendiz.
Se leal:
Siempre se confunde la abogacía y la defensa. Ella no es dogmática, sino un arte y como ella, no tiene
dogmas.
Ella es escéptica e investigativa.
El abogado, una vez investigado los hechos y estudiado el derecho, acepta la causa y entonces se transforma
en abogado defensor.
Allí sus argumentos son ad probandum y su posición es terminante y se hace enérgico e intransigente en sus
actitudes.
Antes de aceptar la causa tiene libertad para decidir, pero cuando dice que si su ley no es mas la de la
libertad, sino la de la lealtad.
La duda es para antes y no después de aceptar la causa. Tiene como limite el tener la convicción de haberse
equivocado al aceptar. Entonces, renuncia a la causa con la máxima discreción posible.
Pero el mayor día de lealtad es al momento de fijar honorarios, pero esto es algo que pertenece ya al fuero de
la conciencia.
La lealtad respecto al adversario es necesaria, sino la lucha ya no seria de un hombre honrado con un pillo,
sino de dos pillos.
Frente al juez, también se debe lealtad, por que respecto a los hechos, el los ignora, y debe creer de buena fe
aquello que el abogado expone y respecto al derecho, el abogado dispone para estudiar el derecho aplicable a
un caso de todo el tiempo que desea. Pero el juez no lo dispone.
Por ello, se dice que aquel abogado que traiciona a la lealtad, se traiciona a si mismo y a su ley.
Tolera:
3. Un abogado debe ser enérgico y cortes; práctico y sutil; eficaz y respetuoso; combativo y digno. Estas son
aptitudes que parecen imposibles poder emplearlas al mismo tiempo, pero son necesarias para un buen
abogado, y el único medio para llevarlas a cabo, es la tolerancia, ya que en el litigio, nadie tiene la razón
hasta la cosa juzgada.
Por ello, la mejor regla del profesional no es aquella que anticipa la victoria, sino aquella que anuncia al
cliente que probablemente podrá contarse con ella.
La tolerancia nos lleva, por respeto al prójimo y por respeto a nuestra propia debilidad, a proceder con fe en
la victoria pero sin desdén jactancioso en el combate.
Ten paciencia:
Para escuchar, ya que cada cliente cree que su asunto es el más importante.
Para hallar la solución, ya que no siempre aparece a primera vista.
Para soportar al adversario, la cual se logra con lealtad y tolerancia
Para esperar la sentencia, en su transcurso, el abogado debe contener el desfallecimiento del cliente ya que a
veces, lo gana quien consigue durar tan solo un minuto mas que el adversario.
Y sobre todo para soportar la sentencia adversa.
Ten fe:
En el derecho, ya que el hombre hasta ahora, no ha encontrado ningún instrumento que le asegure mejor
convivencia.
En la justicia, el cual, es el contenido normal del derecho, y sus soluciones, aun las aparentemente injustas,
son la mayoría de las veces más justas que las contrarias.
En la paz, por ser un valor en el orden humano, que invita a renunciar de tanto en tanto a una parte de los
bienes, para asegurarse aquello que esta prometido en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Respecto a la fe en la libertad, ella no necesita explicación en este mandamiento, sin ella, no existirían ni el
derecho, ni la justicia, ni la paz.
Olvida:
Los pleitos, se defienden como propios y se pierden como ajenos. Por ello, el acatamiento respetuoso de las
decisiones del árbitro, es parte del fair play de la abogacía.
Ama a tu profesión:
El amor al oficio lo eleva a una jerarquía de arte.
En el momento en que el abogado ha llegado al punto de aconsejar a su hijo, el decirle que siga su propia
profesión, es por que en ella ha hallado algo más que un oficio.
Y a pesar de que, la abogacía no es camino glorioso, ya que contiene penas y exaltaciones, amarguras y
esperanzas, desfallecimientos e ilusiones, sería virtuoso entrever ese pequeño hilo de oro de la gloria que
ansiamos para nuestro hijo.
4. Ya que se tiene un poco de gloria y mucho de angustia. Pero esta en la ley de la vida que es esta el precio que
se paga por aquella.
Conclusión:
El decálogo de Eduardo C. Couture enuncia los deberes de todo abogado en el ejercicio de la abogacía.
Estoy de acuerdo respecto a las exigencias que enumera, ya que como toda profesión necesita unos
lineamientos básicos que la caractericen y, él de un modo casi poético los resume en diez títulos.
A pesar de que cada una tiene igual importancia, que en la realidad suenan hasta un poco idílico algunas de
ellas ya que, muchas no son tenidas en cuenta dando como ejemplo claro la cuarta referida a la lucha (más
específicamente a quienes dilatan el proceso), la sexta, que habla de la lealtad entre adversarios e inclusive la
primera respecto al estudio.
Es decir, que es claro que habrán abogados que cumplen con todas estas condiciones y por ello estarán
tranquilos en su conciencia, pero los medios y la misma sociedad, solo ponen a la luz, o les interesa hablar,
de aquellos que no cumplen estas aptitudes, que solo pueden ser conocidos por infames, lo cual hace que la
abogacía sea vista con malos ojos por la sociedad.
Es por ello, que el decálogo debería ser un libro que tendría que estar en la biblioteca de todo abogado,
porque, pese a ser escrito en el año 1949, no pierde su vigencia, y hace recordar a muchos, la noble razón por
la que eligió esta carrera entre tantas existentes.
Cuadro de valores y contravalores del ejercicio de la Abogacía:
Valores:
Estudio Honradez
Prudencia Lealtad
Paciencia Firmeza
Perseverancia Practicidad
Elocuencia
Contravalores:
Ligereza Desinterés
Descuido Irrespetuosidad
Dejadez Lentitud
5. Codicia
El abogado, como todo profesional, tiene en el ejercicio de la profesión sus virtudes y defectos, esta en la
tarea de cada uno de ellos, lograr que lo bueno perdure sobre lo malo, por que creo que en definitiva, aunque
sea el camino mas lento, el mas arduo, el camino de lo correcto, el camino de hacer las cosas como tienen
que ser, es el que da mas frutos al final de los hechos.