4. S e cumplirán las promesas por obra del ruah divino. (Is 11, 2-3). Ya en el Antiguo Testamento aparecen dos rasgos de la misteriosa identidad del Espíritu Santo, que luego fueron ampliamente confirmados por la revelación del Nuevo Testamento El segundo rasgo del Espíritu de Dios es la fuerza dinámica que manifiesta en sus intervenciones en la historia. (Is 30, 28). El primero es la absoluta trascendencia del Espíritu que por eso se llama «santo» (Is 63, 10.11; Sal 51, 13).
5.
6. Voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto» (Lc 24, 49). la promesa se cumple el día de Pentecostés: «Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hch 2, 4). Cristo, nuevo Adán, en virtud de la resurrección, se convirtió en «Espíritu que da vida» (1 Co 15, 45). sino una vida de hijos, pues han recibido en su corazón al Espíritu del Hijo y pueden exclamar: ¡Abbá, Padre! (cf. Ga 4, 5-7; Rm 8, 14-16).