2. BASES CONCEPTUALES: BREVE RECUERDO
HISTÓRICO Y TERMINOLÓGICO
Desde la más remota antigüedad se conocen los efectos físicos y
psicosocial del uso y del abuso en el consumo de bebidas alcohólicas.
Sin embargo, no es hasta 1849 cuando el médico sueco Magnus Huss crea
el termino de alcoholismo para unificar las diversas patologías físicas y
psíquicas y los problemas familiares y sociales, cuyo factor etiopatogénico
primario era indudablemente el etanol o alcohol etílico en sus diversas
formas de ingestión
La auténtica importancia de esta aportación terminológica es que al
etiquetarla con el “ismo” final la dotaba:
1) De la consideración de ser una enfermedad, según el modelo científico
natural clásico de las ciencias médicas;
2) De la inseparable condición de constituir un problema social;
3) La posibilidad de ser simultánea e integralmente estudiada bajo el
modelo, también de las ciencias culturales, y permitir así la intervención de
otros investigadores implicados en el problema
3. La obra de E.M. Jellineck (1952 y 1960). En ella se abordaba
preferentemente la idea del alcoholismo como enfermedad, fundamentada
en un proceso que incluía secuencialmente:
1. La adaptación metabólico celular al alcohol.
2. El fenómeno de la tolerancia hística progresiva.
3. La falta de control, más referida a la imprevisibilidad del cuándo y con
cuánto que a la incapacidad de poder determinar la ingesta alcohólica una
vez iniciada, y expresión de la pérdida de libertad para dejar de beber, base
a su vez de:
4. La aparición del síndrome de dependencia alcohólica (SDA).
5. La posibilidad de instauración de un estado de necesidad o carencia que
diera lugar a síntomas de abstinencia
6. Alcohólica aquella persona que pierde la capacidad de abstenerse o detener
la ingesta de bebidas alcohólicas y, también que esta característica del
consumo acarrear problemas al individuo
7. La persona pueda ser consciente de estos problemas, e incluso recibir el
reproche de su entorno familiar, laboral y social, el individuo persiste en el
consumo continuado con el agravamiento de sus consecuencias negativas
4. (OMS) en 1976 síndrome de dependencia del alcohol (SDA),
como:
Un estado psíquico, y habitualmente también físico,
resultante de tomar alcohol, caracterizado por una
conducta y otras respuestas que siempre incluyen
impulsión por tomar alcohol de manera continua o
periódica con objeto de experimentar efectos psíquicos y,
algunas veces, para evitar las molestias producida por su
ausencia, pudiendo estar presente o no la tolerancia.”
5. W. Feuerlein propone 5 criterios definitorios del
síndrome de dependencia del alcohol:
Ingesta anormal (cuantitativa o
cualitativa).
Afectación somática (clínica o
analíticamente contrastada)
producida por el alcohol etílico.
Problemas psisociales (familiares,
laborales, legales, etc)
relacionados con el alcohol.
Aparición del fenómeno
farmacológico de la tolerancia y
del comportamental y clínico de la
dependencia física.
Constatación conductual de la
necesidad de la bebida expresada
como centro de la vida ideativa y
real de las actividades para
conseguirla.
El fenómeno de la falta de control o
imprevisibilidad del momento y de
la cantidad precisa para detener la
ingesta y la variabilidad individual
de los primeros efectos (necesidad
de incremento de cantidad o
facilidad para la embriaguez con
cantidad mínimas).
6. G. Edwars, en 1986, refiere los siguientes indicadores de
dependencia alcohólica:
Limitación del repertorio de
consumo:
La compulsión a iniciar la
ingesta y la incapacidad de
controlarla y detenerla o
imprevisibilidad va adoptando
unos patrones de conducta
monótonos y rutinarios, que se
van haciendo palpables en el
rol social que la conducta de
beber tenía anteriormente, y en
su persistencia a pesar de ser
evidentes para el individuo y
su entorno las consecuencias
negativas de tal conducta
Limitación del repertorio de
consumo:
La compulsión a iniciar la
ingesta y la incapacidad de
controlarla y detenerla o
imprevisibilidad va adoptando
unos patrones de conducta
monótonos y rutinarios, que se
van haciendo palpables en el
rol social que la conducta de
beber tenía anteriormente, y en
su persistencia a pesar de ser
evidentes para el individuo y
su entorno las consecuencias
negativas de tal conducta
Aumento de la
tolerancia al alcohol y
consecuente necesidad
de aumento de dosis
para obtener los mismos
efectos.
Puede instaurarse el
estado de dependencia
sin haberse presentado
evidentes signos o
síntomas de
intoxicación etílica.
Aumento de la
tolerancia al alcohol y
consecuente necesidad
de aumento de dosis
para obtener los mismos
efectos.
Puede instaurarse el
estado de dependencia
sin haberse presentado
evidentes signos o
síntomas de
intoxicación etílica.
El consumo de bebidas
alcohólicas alcanza
prioridad, impulsada por el
intenso deseo de la
sustancia, entre todas las
otras actividades sociales y
de ocio en una primera fase.
Posteriormente, provocar
abandono de cualquier otra
actividad de ocio o
diversión.
Progresivamente ir
ocupando también un lugar
central en cualquier otra
faceta de la vida (familiar,
laboral, social
El consumo de bebidas
alcohólicas alcanza
prioridad, impulsada por el
intenso deseo de la
sustancia, entre todas las
otras actividades sociales y
de ocio en una primera fase.
Posteriormente, provocar
abandono de cualquier otra
actividad de ocio o
diversión.
Progresivamente ir
ocupando también un lugar
central en cualquier otra
faceta de la vida (familiar,
laboral, social
7. Aparición recurrente de síntomas corporales de deprivación
alcohólica, primero aislados (temblor, sudoración, nauseas,
distimias, etc) y, finalmente, con mayor o menor tipicidad se
presenta el síndrome de abstinencia alcohólica.
La necesidad del consumo de alcohol (u otras sustancias
psicoactivas) se refuerza por la previsión de evitar la presentación
de estos síntomas de abstinencia alcohólica.
Mantenimiento de la conciencia subjetiva del impulso interno a
beber y su traducción en la compulsión de los actos conducentes a
lograr la bebida, a pesar de también, ser consciente de los efectos
negativos sobre el comportamiento e incluso de la presencia de
alteraciones orgánicas o psíquicas indudablemente derivas de su
consumo alcohólico.
La frecuencia de las recaídas en los mismos patrones de ingesta
después de periodos transitorios de abstención.
Aparición recurrente de síntomas corporales de deprivación
alcohólica, primero aislados (temblor, sudoración, nauseas,
distimias, etc) y, finalmente, con mayor o menor tipicidad se
presenta el síndrome de abstinencia alcohólica.
La necesidad del consumo de alcohol (u otras sustancias
psicoactivas) se refuerza por la previsión de evitar la presentación
de estos síntomas de abstinencia alcohólica.
Mantenimiento de la conciencia subjetiva del impulso interno a
beber y su traducción en la compulsión de los actos conducentes a
lograr la bebida, a pesar de también, ser consciente de los efectos
negativos sobre el comportamiento e incluso de la presencia de
alteraciones orgánicas o psíquicas indudablemente derivas de su
consumo alcohólico.
La frecuencia de las recaídas en los mismos patrones de ingesta
después de periodos transitorios de abstención.
8. El sistema CIE-10 define el síndrome de dependencia
como un trastorno que presenta los siguientes
aspectos:
Manifestaciones fisiológicas, comportamentales y
cognitivas características.
Se da máxima prioridad al consumo de alcohol.
Hay un deseo (fuerte o insuperable) de ingesta.
Las recaídas después de un periodo de abstinencia
llevan a instaurar más rápidamente este síndrome que
en los no dependientes.
Y da las siguientes pautas diagnosticas: “Si durante
algún momento en los doce meses previos o de un
modo continuo han estado presentes tres o más de los
rangos siguientes”.
9. Deseo o compulsión de consumir alcohol.
Disminución de la capacidad de control de
consumo: para comenzar o para terminarlo.
Síntomas somáticos del síndrome de
abstinencia especifico cuando se reduzca o
cese el consumo.
Tolerancia
Abandono progresivo de otras fuentes de
placer o diversiones.
Persistencia en el consumo a pesar de sus
evidentes consecuencias perjudiciales.
10. El sistema DSM-IV hace la siguiente descripción de la
dependencia de sustancias psicoactivas, extensivo al alcohol.
Se trata de “un patrón desadaptativo de consumo que conlleva
un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado
por tres o más) de las ítems siguientes en algún momento de
un periodo continuado de 12 meses”:
Tolerancia, definida por cualquiera de los siguients ítems:
Una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de
alcohol para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
El efecto de las mismas cantidades de alcohol disminuye
claramente con su consumo continuado.
Abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:
El síndrome de abstinencia característico para el alcohol (ver
más adelante los criterios para la abstinencia especifica al
alcohol).
Se toma la misma sustancia (o una muy parecida) para aliviar
o evitar los síntomas de abstinencia.
11. El alcohol es tomado con frecuencia en cantidades mayores o
durante un periodo más largo de lo que inicialmente se
pretendía.
Existe un deseo persistente o esfuerzo infructuosos de
controlar o interrumpir el consumo de alcohol.
Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la
obtención de bebidas alcohólicas (por ejemplo, desplazarse
largas distancia buscando una tienda o bar que las expenda, en
el consumo de la sustancia (por ejemplo, tomar “un trago tras
otro”) o en la recuperación de los efectos del alcohol.
Reducción de importantes actividades sociales, laborales o
recreativas debido al consumo de alcohol.
Se continua tomando alcohol a pesar de tener conciencia de
problemas psicológicos o físicos recluvantes o persistentes,
que parecen causados o exacerbados por el consumo de la
sustancia (por ejemplo, continuada ingesta de alcohol a pesar
de que empeora una úlcera o una hepatitis, etc).
12. En ambos sistemas diagnósticos se tiene prevista la codificación
evolutiva de la dependencia. Con esta codificación se señala la forma de
consumo, continuada o episódica; la situación actual con relación al
consumo, en abstinencia o no, y el tipo de tratamiento para mantener la
abstinencia.
En el sistema DSM-IV, además se indica la conveniencia de especifica
la existencia o no de dependencia fisiológica, de manera que habría dos
grupos de adictos:
Con dependencia fisiológica; aquellos que presentan signos de tolerancia
o abstinencia (si se cumplen cualquiera de los puntos 1 o 2 de su lista de
criterios diagnósticos).
Sin dependencia fisiológica: los que no presentan signos de tolerancia o
abstinencia (no se cumplen los puntos 1 y 2 de su lista de criterios
diagnósticos).
13. La primera idea, que es necesario
señalar de manera taxativa, es que
el alcohol no resulta beneficioso
para la salud.
Puede producir un efecto
placentero y no ser nocivo en
personas sanas, por lo que no se
pueda negar o prohibir de forma
absoluta su consumo desde el
punto de vista sanitaria.
No obstante, en la mayoría de la
personas, aun sanas físicamente y
en función de la susceptibilidad o
vulnerabilidad individual (física
y/o psíquica), de las dosis y de las
formas de consumo, su potencial
tóxico resulta incuestionable.
La primera idea, que es necesario
señalar de manera taxativa, es que
el alcohol no resulta beneficioso
para la salud.
Puede producir un efecto
placentero y no ser nocivo en
personas sanas, por lo que no se
pueda negar o prohibir de forma
absoluta su consumo desde el
punto de vista sanitaria.
No obstante, en la mayoría de la
personas, aun sanas físicamente y
en función de la susceptibilidad o
vulnerabilidad individual (física
y/o psíquica), de las dosis y de las
formas de consumo, su potencial
tóxico resulta incuestionable.
EL CONSUMO DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS
Mitos y creencias populares
14. Sobre la alimentación
El alcohol no es un alimento
necesario ni conveniente, ni
debe utilizarse como reforzador
de la dieta; y ello porque:
La energía que aporta no se
aprovecha más que en el
metabolismo basal.
Dificultad la combustión de la
glucosa en el músculo,
comportándose pues como
antidinamógeno
Altera el metabolismo de los
hidratos de carbonos en
general. Aumenta la
producción y deposito de
grasas.
Altera la absorción de nutrientes
en el aparato digestivo,
dificultando la utilización proteica
y vitamínica.
No estimula el apetito (debe
desterrarse la costumbre de
utilizar orexígenos a base de
vinos quinados en los niños):
No tiene poder antianémico. No
aumento el número ni la calidad
hemoglobínica de loa glóbulos
rojos.
No favorece la producción de
leche materna, sino que su uso no
está indicado en embarazadas o
madres que crían a sus hijos.
15. Como fuente de calor:
Realmente produce una vasodilatación periférica que facilita
la pérdida de calor y la fragilidad a las enfermedades por
exposición al frío. Por lo tanto, su utilidad es únicamente
transitoria y ante la seguridad de una inminente proximidad
a una fuente de calor externa.
Tranquiliza, reanima, estimula los reflejos,
Solo a muy pequeñas dosis y ante circunstancias adversas
muy concretas y controlables se manifiesta como ansiolítico
o tónico, y ello más condicionado a la persona que lo
proporciona y/o a la protección del medio o contexto en que
se consume
16. Su autentico efecto es como
depresor del sistema nervioso
central, pudiendo llegar a
producir sedación (confusión) y
anestesia (disminución de la
sensibilidad a los estímulos
externos).
Por ello no combate la depresión
sino que la agrava, perturba la
coordinación y la respuesta
motora espontánea y refleja, con
la peligrosidad, consiguiente para
la conducción o el manejo de
máquinas o la toma de decisiones.
Se potencian estos mismos
efectos nocivos con la toma de
fármacos u otras sustancias
psicoactivas.
No mejora la respuesta sexual,
sino que engaña con la
desinhibición conductual, pero
realmente produce dificultades de
la expresividad sexual, llegando
hasta la impotencia por su efecto
tóxico sobre el cerebro y
directamente sobre los centros de
la médula espinal.
Precisamente en las personas que
buscan efectos sobre el sistema
nervioso, por su debilidad de
carácter, falta de mecanismos de
control racional o valorativo, o
trastornos de la personalidad (y
naturalmente, mucho más grave
en enfermos psíquicos), es entre
los que se encuentran los más
proclives a la dependencia o a los
efectos tóxicos y en definitiva a
presentar sus consecuencias
nocivas físicas, psíquicas y/o
sociales.
17. Es bueno para el corazón o la circulación?
No está demostrada la posibilidad apuntada de que
ejerza un efecto vasodilatador coronario y mejore la
capacidad de riego de estas arterias preveniendo el
riesgo de muerte por insuficiencia coronaria.
Ya quedó dicho que la vasodilatación que produce es
más periférica, con lo que aumenta el consumo de
oxigeno y el trabajo del músculo cardíaco.
Tampoco están comprobados efectos beneficiosos
sobre la tensión arterial, más bien éstos son nocivos
por lo dicho dela transitoriedad de la vasodilatación
periférica con la posibilidad de efectos rebote; lo que sí
está demostrado es la liberación en las suprarrenales
de cortisona, lo que lo convierte en un factor de
riesgos de crisis hipertensiva o de elevación de la
presión arterial con el conjunto a largo plazo.
18. La tipología de los alcohólicos en dos grupos básicos y
prototípicos como lo hacen Tabakoff y Hoffman :
Alcoholismo tipo I (“medio limitado”), que reconoce
una fuerte influencia del medio y del entorno ambiente
con pocos factores genéticos; en ellos se encuentran
una mayor dependencia psicológica, con el fenómeno
de la pérdida del control de la ingesta y un aumentado
sentido de culpabilidad.
En su personalidad hay más rasgos pasivo-
dependientes como indica su inflexibilidad y conducta
de espera (inhibición y autoprotección) sin interés por
buscar lo novedoso, ni propensión a conductas de
riesgo, y por el contrario, conductas de evitación de
peligro o daño, preocupación por la opinión de los
demás y en el mismo sentido necesidad y
sentimientos de reconocimiento y recompensa.
19. Alcoholismo tipo II (“masculino) limitado”), donde se
aprecia una mayor influencia de los comportamientos
alcoholómanos y antisociales de los padres y
familiares próximos. También se sostiene la existencia
de factores genéticos, evidenciados por los estudios
de marcadores.
Los bebedores pertenecientes a este grupo tienen
mayor dificultad para lograr una abstinencia completa
y son más frecuentes e importantes sus conductas
agresivas, por lo que presentan mayores problemas
con la sociedad y las leyes.
En sus personalidades encontramos importantes
rasgos de excitabilidad, irritabilidad e impulsividad,
siendo sus conductas más arriesgadas, temerarias y
snobs, dándoles unas características muy evidentes
de antisocialidad.
20. Rechazo o aversión natural al alcohol puede tener dos
orígenes:
Primario: Es decir, la existencia de algún trastorno congénito
del metabolismo (y concretamento en las enzimas que
producen los procesos oxidativo y de deshidrigenización) que
crea personas que se comportan como “aversivos naturales”.
Existen estudios de poblaciones orientales que por caracteres
raciales presentan estas disfunciones metabólicas y muy
concretamente hepáticas, que condicionan además del rechazo
natural al alcohol, los matices de tintes de su piel,
Algunas conductas culturales de acostumbramiento a bebidas
débilmente alcohólicas o con pautas de consumo muy
ritualizadas que enmascaran el efecto alcohólico (por ejemplo,
el sake, que si bien puede alcanzar 18, se calienta, con lo que
se evapora el alcohol y, además, se consume inmediatamente
antes de la comida, etc.).
Primario: Es decir, la existencia de algún trastorno congénito
del metabolismo (y concretamento en las enzimas que
producen los procesos oxidativo y de deshidrigenización) que
crea personas que se comportan como “aversivos naturales”.
Existen estudios de poblaciones orientales que por caracteres
raciales presentan estas disfunciones metabólicas y muy
concretamente hepáticas, que condicionan además del rechazo
natural al alcohol, los matices de tintes de su piel,
Algunas conductas culturales de acostumbramiento a bebidas
débilmente alcohólicas o con pautas de consumo muy
ritualizadas que enmascaran el efecto alcohólico (por ejemplo,
el sake, que si bien puede alcanzar 18, se calienta, con lo que
se evapora el alcohol y, además, se consume inmediatamente
antes de la comida, etc.).
21. Secundario: En este caso se trata del:
1) Perturbaciones o enfermedades adquiridas que
producen aversión o intolerancia por las mismas causas
metabólicas que en el caso anterior;
2) La existencia de un condicionamiento educativo muy
operativo, precoz y permanente sobre al nocividad de los
efectos de tal uso; de forma similar por actitudes de
rechazo psíquico dimanadas de situaciones vivenciales
muy perturbadoras en lo personal, y más
frecuentemente, en el ámbito familiar, laboral o legal;
3) Conductas reactivas a normas profilácticas en
relación con enfermedades padecidas y cuyo cuidado o
tratamiento incluyen la estricta abstinencia; etc.
1) Perturbaciones o enfermedades adquiridas que
producen aversión o intolerancia por las mismas causas
metabólicas que en el caso anterior;
2) La existencia de un condicionamiento educativo muy
operativo, precoz y permanente sobre al nocividad de los
efectos de tal uso; de forma similar por actitudes de
rechazo psíquico dimanadas de situaciones vivenciales
muy perturbadoras en lo personal, y más
frecuentemente, en el ámbito familiar, laboral o legal;
3) Conductas reactivas a normas profilácticas en
relación con enfermedades padecidas y cuyo cuidado o
tratamiento incluyen la estricta abstinencia; etc.
22. Bebedores habituales no excesivos
Se plantea la siempre difícil distinción entre el bebedor
social que mantiene libertad con relación al consumo de
alcohol y su cantidad frente aquel otro que la pierde.
El primero no rebasa los 140 g/semana (= 14
unidades/sem y 2.5 unidades /día= en las mujeres y los
210 g/semana (=21 unidades/sem y 4 unidades/día) en
los hombres.
Ciertamente, este bebedor no presenta problemas de
conducta ni en la familia ni en el trabajo. Es por tanto, el
auténtico “bebedor no problema”.
Son aproximadamente el 50% de la población total.
El segundo pertenece al grupo de “bebedores problema”
Se plantea la siempre difícil distinción entre el bebedor
social que mantiene libertad con relación al consumo de
alcohol y su cantidad frente aquel otro que la pierde.
El primero no rebasa los 140 g/semana (= 14
unidades/sem y 2.5 unidades /día= en las mujeres y los
210 g/semana (=21 unidades/sem y 4 unidades/día) en
los hombres.
Ciertamente, este bebedor no presenta problemas de
conducta ni en la familia ni en el trabajo. Es por tanto, el
auténtico “bebedor no problema”.
Son aproximadamente el 50% de la población total.
El segundo pertenece al grupo de “bebedores problema”
23. El bebedor problema (bebedores excesivos) y
sus elementos diferenciales
El bebedor problema es un consumidor de alcohol que
comienza a ingerir cantidades excesivas, ya sea con frecuencia
regresivas consecuencias en los ámbitos familiares, académico
o laboral y legal.
Estos consumidores de alcohol presentan un uso inadecuado
por cuantía o finalidad de la bebida . Pueden representar hasta
un 30% de la población total.
Son un grupo heterogéneo que incluye aquellos cuyas
características varían en relación con la forma de consumo, la
causalidad o motivación la intensidad de marginación y
degradación social y por ultimo, la clínica alcohólica
presentada y sus fases evolutiva.
Dan lugar a una extensa gama de tipos de “alcohólicos”, cuyos
perfiles se solapan, haciendo muy difícil su definición clara
bajo un solo punto de vista.
24. Siguiendo la descripción de Sobell y Sebell habría
dos niveles de intensidad, aunque de borrosa nitidez
en su separación:
Los que presentan un patrón de consumo de abuso,
es decir, los propiamente bebedores problemas,
siendo más de las tres cuartas partes del colectivo de
bebedores excesivos,
Aquellos cuyo comportamiento y disposición frente
al alcohol les hace acreedores del calificativo de
alcohol dependientes, de estos últimos un 20-40% son
considerados “dependientes severos”, es decir un 5-
10% de la población total.
25. Sobel y Sobell tipifican aun más el grupo de los propiamente bebedores
problema con las siguientes características:
No tienen historia de sintomatología de abstinencia importante.
Su biografía demuestra una historia de bebedor que se remontan a unos
cinco años, y muy raramente a más de 10 años.
Se mantiene todavía en una cierta estabibilidad sociofamiliar y económica.
Mantienen su autoestima y no aceptan identificarse como alcohólicos.
Para incluirlos en programas de tratamientos se les presenta un dilema
motivacional: por una parte, reconocen que pro el camino que van pueden
llegar a perdidas importantes de todo tipo;
por otra, consideran que las condiciones actuales no son tan malas como
para justificar medidas excepcionales y asumir los esfuerzos y sacrificios
que comportan el dejar de beber y someterse a asistencia o tratamiento.
26. La denominación genérica de
“bebedores excesivos” incluye
una diversidad de
consumidores que, según
Alonso Fernández, poseen una
características propias en
cuanto a:
Al índole de la perdida de la
libertad ante la bebida;
Pérdida de la capacidad e
control (impulso a la
embriaguez).
Pérdida de la capacidad de la
abstinencia (consumo
diario/continuo).
Subordinación a la clínica
psiquiátrica de base.
El significado instrumental del
alcohol y sus efectos en
relación co la configuración
vivencial alcohólica:
Conductas de huida o
evitación (mundo nirvánico).
Conductas de desinhibición o
de estímulo (mundo
dionisáico).
Conductas antidolor o
enfermedad (alcohol-fármaco-
ansiolisis).
27. Y según la forma de consumo, estos excesos pueden ser:
Irregulares: Es la forma de ingesta caracterizada por la pérdida de
control (la imprevisibilidad) en los consumos, de ahí el apelativo de
alcoholómano para estos bebedores.
Presentan, usualmente una dependencia psicoconductual precoz. Se
considera que el sujeto tiene como objetivo la evasión de una realidad
insoportable y la creación de un mundo nuevo (mundo nirvánico).
Conduce de manera paulatina e intermitente a alcanzar vivencias de
liberación que se repiten con las nuevas ingestas etílicas.
Estas vivencias le son muy gratas y desplazan por un tiempo a las
que habitualmente le acosan de aislamiento, inferioridad,
desesperanza y soledad.
En este grupo predominan los factores etiológicos donde la
personalidad previa y básica tiene un papel fundamental, elementos
que han llevado a denominarlo bebedor “caracterópata”
28. Regulares: es la forma que deriva, típicamente, del bebedor
“social” en los países latinos. Se caracteriza porque la persona no
es capaz de interrumpir su ingesta por periodo alguno, aunque,
usualmente, nunca se embriaga.
Este modo de consumo viene siendo interpretado como aquel cuyo
objetivo es la consolidación de un mundo y una realidad más grata
y placentera pero dentro de su propia realidad (mundo dinosíaco).
Las cantidades ingeridas de manera diaria superan los 20-30 g/día
en las mujeres y los 40-60 g/día en los hombres. En ellos se
presnetan antes que en los otros tipos el proceso de alcoholización,
también llamado de “impregnación tóxica”, esto ocurre casi
siempre entre los tres y cinco años.
No obstante, su curso es más solapado y la dependencia
psicoconductual se suele hacer patente a la par que las graves y
típicas manifestaciones de las complicaciones, físicas y/o
psíquicas
29. Sintomáticas: Aquí las ingestas no precisan ser
absolutamente excesivas, sino que, aun siendo
moderadas, sobrepasan la posibilidad de soportarlas a
causa del trastorno psiquiátrico de base. Su fundamento
es el intento de compensación, exaltación o
apagamiento de una realidad psicopatológica
Mapather señala dos tipos de bebedor:
Bebedor normal es aquel que bebe buscando obtener
un placer sensorial, por ejemplo el sabor, o una ligera
euforia facilite su interrelación social. El acto de beber
llega a convertirse casi en ritual y la aproximación a la
bebida alcohólica y su consumo alcanzan contenidos
simbólicos en relación con los efectos buscados.
Bebedor patológico es aquel que lo que pretende es
escapar de la monotonía, del aburrimiento de su vida o
del sufrimiento de alguna de sus facetas biográficas. De
todo lo cual deriva su riesgo para realizar consumos
continuos y/o intensos.
30. El bebedor alcohol dependiente
Esta es la expresión final de un consumo crónico de alcohol,
cualquiera que haya sido la vertiente inicial que condujo al mismo
(consumo irregulares, regulares, sintomáticos, etc).
Los fenómenos de tolerancia (progresiva o ya de tipo inverso) y el
síndrome de abstinencia están presentesn de manera
característica. No es necesaria la existencia de intoxicaciones
agudas o embriagueces entre los antecedentes biográficos de estos
pacientes para el diagnostico.
Clásicamente se admitía una dependencia física y otra psíquica.
Estos conceptos han tenido a unififcarse. La dependencia física
supone claros cambios funcionales en la membrana neuronal
debidos a la farmacocinética y farmacodinámica del metabolismo
del etanol por los qu ese fundamenta la necesidad física de alcohol
(impregnación tóxica o alcoholización).
Sin embargo, hoy en día se hace más hincapié en la dependencia
psicoconductual o “demanda insoslayable de un detemrinado
estado vivencial al que se suspedita cualquier fuerza de razón”.
Este concepto fue así definido por Wanke en 1984.
31. PERFIL PSICOSOCIAL ACTUAL DEL CONSUMIDOR
Para conocer el alcohol absoluto ingerido utilizamos la
siguiente formula:
V x G x Constante = C
En la que V = Volumen de bebida consumida en
decilitros.
G = graduación alcohólica.
Constante = 0,8.
C = cantidad de alcohol absoluto ingerido en gramos.
Para conocer el alcohol absoluto ingerido utilizamos la
siguiente formula:
V x G x Constante = C
En la que V = Volumen de bebida consumida en
decilitros.
G = graduación alcohólica.
Constante = 0,8.
C = cantidad de alcohol absoluto ingerido en gramos.
33. Dentro del mundo masculino
Podemos relacionar el perfil de consumo con la actividad sociolaboral.
En primer lugar, el varón trabajador manual (trabajador de mono azul)
Este tipo se caracteriza por una forma de consumo excesivo
regular que describimos y cuantificamos según la formula
descrita, así:
Comienza en el desayuno con 1-2 copas de licor, representa:
(10.8dl) x (40º) x (0.8) = 25.6 g de alcohol.
Continua a media mañana con 2 cañas de cerveza o vasos de
vino: (6dl) x (5º) x 0.8) = 24 g de alcohol.
Durante su comida consume 3 vasos de vino y al final, con el
café, una copa de licor: (4dl) x (12º ) x (0.8) = 38.4 g de
alcohol (0.5dl) x (40º) x (0.8) = 16 g de alcohol; en total: 54.4
gde alcohol.
Por la tarde y/o en la cena, unos 4 “chatos” de vino: (3dl) x
(12”) x (0.8) = 16g de alcohol.
34. Como resultado final tenemos que a lo largo del
día ha consumido unos 150g de alcohol, pero
no alcanza niveles de embriguez
Prácticamente nunca de no mediar otras
circunstancias excepcionales como toma de
fármacos, cansacio excesivo, falta de
alimentación adecuada, alguna situación
emocional o estresante , etc).
Sin embargo, esta persona ha ingerido el triple
de alcohol del umbral admitido como peligroso
para producir cirrosis hepática en el varón.
35. La OMS en su sistema CIE-10 reconoce la entidad de
“consumo perjudicial” y los criterios que señalan para su
diagnostico son:
Forma de consumo que afecta a la salud física o mental
(=”daño de salud”).
Existencia de consecuencias sociales adversas
(detenciones policiales, problemas matrimoniales,
deterioro del rendimiento laboral, etc).
Lo anterior o la reprobación por terceros no es por si lo
suficiente para este diagnostico.
Las embriagueces o “resacas” no son, tampoco, por sí
solas o por si mismas suficientes para considerar “daño
de salud”.
No debe diagnosticarse si existen otros trastornos
inducidos por alcohol o se cumplen los criterios de
dependencia.
36. En segundo lugar, el varón trabajador administrativo
/ ejecutivo (trabajador de cuello blanco)
Lo caracteriza un consumo excesivo irregular. Aunque
puede haber un consumo regular diario, éste es mínimo,
quizás por la propia naturaleza de las funciones de la
jornada de trabajo.
La irregularidad la constituye le habito de fin de semana,
a partir del viernes noche hasta domingo tarde.
Las cantidades ingeridas y el tipo de bebidas suelen
oscilar, pero usualmente superan los 10 vasos de una
bebida alcohólicas destilada. Lo que representa: [(5 dl) x
(40º ) x (0.8)] = 160 g de alcohol, como minimo.
Son frecuentes las intoxicaciones agudas
(embriagueces), alcanzándose alcoholemias entre 2-3 g
por litro.
37. Las consecuencias cuantitativas reúnen la secuencia del
consumo perjudicial junto a las de las intoxicaciones
agudas.
En estos bebedores los problemas relacionados con el
alcohol aparecen pronto, a los cuatro-cinco años del
inicio de su consumo. No obstante, pueden estar más de
10 años sin acudir a recibir ayuda y tratamiento.
En la intensidad de sus consumos de alcohol, de modo
que se dan periodos de abstinencia, de ingesta
moderada y de fuerte consumo.
Los estudios de Vaillant reflejan que, frecuentemente, se
abstienen durante cuatro meses en el periodo de un
años.
Sin embargo, con el tiempo, siempre hay una tendencia
al deterioro del ajuste psicológico de la persona, de las
relaciones económicas y de trabajo y finalmente, de la
convivencia familiar y social.
38. En tercer lugar, el varón adolescente:
La caracteriza la forma de consumo recurrente (de fin de
semana). Cada vez con menos diferencias entre chicos y
chicas.
Los aspectos cuantitativos e indicativos de sus consumos
podemos formularlos del siguiente modo:
Un litro y medio de cerveza: [(15 dl) x (5º ) x (0.8)] = 60g de
alcohol, con alcoholemia de 1g por litro.
Cinco “cubatas”: [(2.5dl) x (40º ) x (0.8)] = 80g de alcohol, con
alcoholemias entre 1-2g por litro.
39. Al incidir los efectos a corto plazo del alcohol (intoxicaciones agudas)
sobre personalidades en fases muy diversas de maduración, que
además se imbrican en un cada vez mayor espectro de edades con
dependencia económica de los padres
significa que las consecuencias sociales y legales, además de las
médicas, físicas y psíquicas, sean precoces e importantes.
Es imprescindible un abordaje preventivo.
Esta pauta de consumo juvenil condiciona la formación académica,
los futuros estilos de vida y/o las posibilidades laborales.
40. Se admite por la mayoría de autores que este joven
puede:
1. Morir en en accidente de tráfico antes de los 25 años.
2. Verse involucrado en actos antisociales que deriven en
consecuencias legales cárcel, marginación , etc.
3. Por tener una capacidad menor de metabolismo, desarrollar
un síndrome de dependencia alcohólica a edad muy temprana,
entre los 18 y 25 años.
4. Continuar con una pauta de bebedor no excesivo de alcohol a
partir de los 20-25 años.
5. Algunos autores hablan de “bebedores de alcohol en riesgo
médico”, ya que “ingieren tal cantidad de etanol que etanol
suficiente para provocarle daño físico/organico de manera
puntual”, y si esto lo realizan “al menos en seis veces en las
ocho ultimas semanas” queda coafigurado el tipo
41. Dentro del mundo femenino
Podemos relacionar el perfil de consumo con el grupo de edad y éste está,
a su vez, relacionado con su situación vital, trabajo fuera del hogar o no.
Se debe recordar que constitucionalmente la mujer tolera peor el alcohol,
por lo cual un consumo mucho menor produce un efecto a corto y largo
plazo equivalente a aquel que se presenta en el hombre con otro más
intenso.
Por estas características la mujer que con sume habitualmente alcohol
“quema etapas” más de prisa y la dependencia psicoconductual se establece
más rápidamente.
En general, todavía y debido a nuestro ambiente cultural, la mujer se
culpabiliza mucho más que el varón de su conducta con relación a la
bebida alcohólica. Esto significa que se mantenga por mucho tiempo
“escondida”, no reconociendo su dependencia y, en consecuencia, no
aceptando la oportuna ayuda terapéutica.
Anteponiendo que en la mujer es más difícil tipificar su alcoholismo en
orden a su frecuencia y cuantía de consumo, vamos a describir dos posibles
perfiles siguiendo, en parte, lo propuesto por VOGT en 1987.
42. En primer lugar la mujer, ama de casa
Este tipo se caracteriza por una pauta de ingesta que cambia relativamente
tarde y su incremento de consumo alcohólico se hace en relación con
acontecimientos o crisis vitales concretas que la mujer se ve incapaz de
superar (por ejemplo, el abandono de los hijos del hogar = “Síndrome del nido
vacío”.
Este tipo suele presentar una forma de consumo excesivo regular con
momentos de consumo excesivo irregular, que describe y cuantificamos según
la formula descrita así: Comienza a media mañana con 1-2 copas de licor
bebidas destilada, lo cual representa: [(4dl) x (12º) x (0.8)] = 38.4 g de alcohol.
Durante su comida consume 2-3 vasos de vino: [(4d) x (12º ) x (0.8)] = 38.4 g
de alcohol.
Por la tarde, finaliza con 3-4 copas de licor/bebidas destilada: [(1.6 dl) x (40”) x
(0.8) ] = 51.2 g de alcohol.
43. Como resultado final tenemos que a lo largo del
día ha consumido más 100 g de alcohol, y a
veces alcanza niveles de embriaguez en su
consumo vespertino.
Estas ingestas etílicas sobreasan con mucho el
umbral admitido como peligroso para producir
cirrosis hepática en la mujer.
En segundo lugar, la mujer trabajadora
administrativo / ejecutivo
Este tipo se caracteriza por una pauta de
ingesta alcohólica precozmente distorsionada,
acercándose de modo evidente a las formas de
consumo del varón.
Estas mujeres suelen haber realizado consumos
abusivos de forma puntual entre los 15 y los 25
años, con episodios de embriagues frecuentes.
44. Por otra parte, sus consumos elevados no se relacionan
directamente con circunstancias o crisis personales, sino que más
bien son considerados un símbolo de estatus, de su estilo de vida
y de toma de postura.
Finalmente; encontramos que su estado de salud y sociolaboral se
deteriora muy pronto.
Este tipo suele presentar una forma de consumo excesivo
irregular, que puede intercalarse con periodos de consumo
excesivos regular.
Como sus homólogos varones, las cantidades ingeridas y el tipo
de bebidas suelen oscilar, pero usualmente superan los cinco siete
vasos de una bebidas alcohólica destilada.
Lo que representa: [(2,8dl) x (40º ) x (0.8] = 89.6 de alcohol como
mínimo. Son frecuentes por tanto, las intoxicaciones agudas,
alcanzándose alcoholemias entre 2-3 g por litro.
45. Por otra parte, sus consumos elevados no se relacionan
directamente con circunstancias o crisis personales, sino
que más bien son considerados un símbolo de estatus,
de su estilo de vida y de toma de postura.
Finalmente; encontramos que su estado de salud y
sociolaboral se deteriora muy pronto.
Este tipo suele presentar una forma de consumo
excesivo irregular, que puede intercalarse con periodos
de consumo excesivos regular.
Como sus homólogos varones, las cantidades ingeridas
y el tipo de bebidas suelen oscilar, pero usualmente
superan los cinco siete vasos de una bebidas alcohólica
destilada.
Lo que representa: [(2,8dl) x (40º ) x (0.8] = 89.6 de
alcohol como mínimo. Son frecuentes por tanto, las
intoxicaciones agudas, alcanzándose alcoholemias entre
2-3 g por litro.
46. FACTORES ETIOLÓGICOS DEL
ALCOHOLISMO
Con un punto de vista muy genérico hay que comenzar
resultando la permanencia de la controversia sobre la
nocividad absoluta del alcohol sobre la salud y su inocuidad
ante consumos bajos y esporádicos.
Con criterios de higiene mental y educación sanitaria ha que
mantener ante la probabilidad de un daño a la alud (aun
mínimo y subyacente o sin expresividad clínica) las
recomendaciones del uso moderado y unido al conocimiento
de sus características de calidad según la ciencia enológica y
sus aplicaciones bien documentado, y sin ninguna
implicación mágica contracultural.
Con los mismos criterios anteriores hay que informar y
formar sobre los indudables efectos nocivos específicos
sobre grupos concretos de población, a saber:
Niños, adolescentes y ancianos.
47. Mujeres (fundamentalmente durante embarazo
y lactancia).
Personas con trastornos de la personalidad, con
antecedentes o en situaciones proclives a las
conductas dependientes, impulsivas, agresivas,
antisociales, etc.
Enfermos crónicos, especialmente los
“mentales”.
Personas con profesiones de riesgo, por el uso
de armas, máquinas, automóviles, tomas de
decisión o tareas de precisión, etc.
Enfermos crónicos, especialmente los
“mentales”.
Personas con profesiones de riesgo, por el uso
de armas, máquinas, automóviles, tomas de
decisión o tareas de precisión, etc
48. Cualquier teoría que desee explicar la etiología de la
dependencia al alcohol debe tener en cuenta los
siguientes hechos:
La existencia de individuos que aparentemente han
tenido la misma exposición al alcohol y, sin embargo,
unos se hacen dependientes y otros no.
La existencia de individuos dependientes que han
intentando conductas de abstinencia y han fracasado
en repetidas ocasiones y, sin embargo, existe la
posibilidad de que tengan éxito en un intento
subsiguiente.
Ambos hechos son debidos a la existencia como factor
etiológico no sólo del alcohol sino que, también hay
que tener en cuenta otros factores coadyuvantes
Cualquier teoría que desee explicar la etiología de la
dependencia al alcohol debe tener en cuenta los
siguientes hechos:
La existencia de individuos que aparentemente han
tenido la misma exposición al alcohol y, sin embargo,
unos se hacen dependientes y otros no.
La existencia de individuos dependientes que han
intentando conductas de abstinencia y han fracasado
en repetidas ocasiones y, sin embargo, existe la
posibilidad de que tengan éxito en un intento
subsiguiente.
Ambos hechos son debidos a la existencia como factor
etiológico no sólo del alcohol sino que, también hay
que tener en cuenta otros factores coadyuvantes
49. Otros factores etiológicos coadyuvantes del alcoholismo
Del Terreno: la persona
Biológicos: (vulnerabilidad genética o heredabilidad),
siempre en controversia por la dificultad para separar
lo natural de lo ambiental, especialmente de lo
familiar.
No obstante, resultan muy demostrativos los estudios
con gemelos idénticos, en éstos la concordancia con
relación al alcoholismo es dos veces mayor que entre
los fraternos; y también lo son aquellos que se han
ocupado de evaluar en niños adoptados su riesgo de
alcoholismo, encontrándose que éste es cuatro veces
mayor cuando el padre biológico es alcohólico,
mientras que el riesgo no se incrementa cuando algún
miembro de la familia adoptiva lo es
50. Psicológicos (vulnerabilidad personal y
predisposiciones aprendidas) que constituyen la
personalidad “prealcohólica”.
Desde un punto de vista psicodinámico se
invoca la frecuencia de rasgos de oralidad en
esta personas que conducen a la ingesta de
alcohol para disminuir la angustia generada por
los conflictos emocionales propios del desarrollo
y de las vivencias biográficas y al refuerzo que,
una vez constituida la dependencia alcohólica,
ésta representa para continuar escapando de
los conflictos y de la propia angustia. En
definitiva, el alcohol se transforma en su única
fuente de gratificación.
51. Muchos estudios empíricos han puesto de relieve que se bebe
para eliminar la conciencia de fracaso personal de manera
genérica o, concretamente, de los defectos que se tienen o
creen tenerse. Es indudable que las vivencias, vicisitudes y
traumas emocionales pueden trastornar muchos desarrollos de
la personalidad.
También, los sentimientos generados por estos
acontecimientos de inferioridad, inseguridad e incapacidad,
pueden perturbar seriamente la vivencia esperanzada y
enriquecedora del presente, paralizando los planes de futuro,
vaciándolos de proyectos, ilusiones y metas, e instalan, por
tanto, a la persona en una pasiva mirada al pasado llenándola
de frustraciones, desengaños, fracasos, vacío afectivo y
soledad que la impulsan a encontrar apoyos artificiales, a
veces muy precozmente (piénsese en las dificultades escolares
y en las familias desunidas, desestabilidades o carencias
afectivas).
52. Se afirma que entre los 10 y 14 años comienza la alcoholización del 20%
de los futuros alcoholómanos, y que prácticamente tres cuartas partes de
estos han iniciado su conducta de consumo etílico excesivo antes de los 19
años.
En este mismo sentido hay que valorar la existencia precoz de la
dificultades en la comunicación en forma de introversión, reserva, timidez,
que conducen a no tomar compromisos afectivos, o menos frecuentemente,
a rechazos.
Así pues, el alcohol ayudaría a resolver, aun que sólo en apariencia, estas
dificultades interpersonales.
En definitiva, queda así en entredicho la existencia de una personalidad
prealcohólica determinada. Sin embargo, la configuración de una
personalidad alcohólica en el transcurso del consumo no parece ponerse en
duda. Los estudios muestran que los perfiles de personalidad de los
bebedores que requieren tratamiento si presentan diferencias estadísticas
significativas con relación a la personalidad media poblacional
53. Psicopatológicas.
Los factores que proceden de trastornos reconocibles y diagnosticables
deben ser desglosados en dos grupos:
1) Los predisponentes, entre los que destacan ciertos trastornos de la
personalidad, cuyos rasgos ya se apuntan y son observables en la infancia.
Pertenecen preferentemente a la esfera de las personalidades pasiva y/o
dependiente y a la antisocial.
2) Los desencadenantes como las situaciones de estrés psicosocial que
conllevan trastornos adaptados incluso aquellas que sólo significa una
importante reacción vivencial (por ejemplo, un duelo). Aquí también
incluimos el resto de trastornos mentales, encontrándose especialmente
vinculados a conductas alcohólicas los enfermos maníacos depresivos y los
esquizofrénicos.
Las relaciones existentes entre los trastornos mentales de otras etiologías y
el alcoholismo nos desbordan por su extensión y requieren de un estudio
especializado, no sólo por su importancia clínica, asistencial y terapéutica,
sino también por sus amplias implicaciones médico legales.
54. Socioculturales o ambientales
Conviene distinguir dos niveles:
Aquellos factores ambientales próximos o vivencias
precoces infantiles: unas lo son en relación con el ambiente
y las actitudes familiares, ya que familias que presentan una
información e ideología que produce un consumo controlado
transmiten este patrón, mientras que aquellas en las que
existe la influencia de un padre alcohólico,
O bien ha un aumento de las tensiones y los problemas en el
hogar o simplemente se produce un desarraigo familiar, dan
lugar a que se produzca fácilmente la integración del propio
alcohol como mecanismos de superación de esas tensiones,
con lo que el patrón de consumo etílico aumenta.
Otras veces es, a través del aprendizaje temprano de las
formas de vida en los respectivos medios culturales y
sociales, la imitación de las conductas de personas
significativas, o del comportamiento más hay entre los
compañeros de juegos o del colegio.
55. Aquellos, propiamente, factores sociales que actúan como incitadores
culturales a cualquier edad. De ellos tenemos evidencias directas e
indirectas. Entre las primeras podemos señalar:
1) La facilitad con la que se recurre al alcohol en cualquier momento y en
cualquier lugar (reuniones sociales, celebraciones, bienvenidas,
despedidas, premios, etc);
2) La proximidad de los elementos de oferta (la gran producción, la fácil
disponibilidad y el bajo precacio, a todo ello se une la permisividad
publicitaria;
3) El peso de los elementos simbólicos que se unen al alcohol,
particularmente al vino (de amistad (bodas y cumpleaños), de negociación
confirmar / sellar acuerdos, de solidaridad o purificación (ritos de brindis,
homenaje, ceremonias religiosas). Y particularmente, en los adolescentes,
“rito iniciático” a la etapa adulta, unido a su significación como elemento
de cohesión grupal;
4) la tolerancia social de la demanda que se manifiesta por: la
habitualidad de la asist4encia a bares o pubs y los consumos públicos de
alcohol; la tolerancia, cuando no admiración, pro los excesos en el
consumo, y la benevolente actitud con los comportamientos de los
embriagados.
56. Entre las evidencias indirectas tenemos los elementos
derivados de la vida en una sociedad tecnificada y sus
consecuencias de desfase, desesperanza y soledad,
tales como:
La escasa cohesión familiar, las dificultades para la
integración social, l
La difícil comunicación interhumana,
Los ideales de vida competitivos y la fuerza de una
subcultura de evasión por medios químicos.
CLINICA DEL ALCOHOLISMO: EXPRESIÓN
SINTOMATOLÓGICA Y CONDUCTUAL
Las alteraciones psicopatológicas inespecíficas que
se asocian a un consumo prolongado y/o intenso de
alcohol, para después describir los cuadros
psiquiátricos característicos que se relacionan con
esta sustancia.
57. Clínica de la intoxicación crónica: aspectos
prodrómicos y de estado
La intoxicación crónica (alcoholismo, en su
denominación genérica) es consecuencia de un
consumo de alcohol superior al que es capaz de
metabolizar el organismo, después de realizar tal
consumo durante años (= acción directa del alcohol),
pero también, incluye el efecto de otros factores: los
biológicos (avitaminosis, desnutrición, etc), los
socioculturales o ambientales y las consecuencias
psicosociales de todos ellos (deterioro psíquico, ético,
marginación social, etc) (=acción indirecta del alcohol).
En primer lugar describimos la clásica división evolutiva
del alcoholismo propuesta por el autor norteamericano
E. M. Jellineck en 1952, dado que en el desarrollo de
estas etapas se pueden imbricar las cada vez más
intensas manifestaciones de las alteraciones somáticas,
psicopatológicas y sociales que se van produciendo.
58. Jellineck, tras un estudio profundo de
numerosos miembros de los grupos de
autoayuda de alcohólicos anónimos de su país,
propuso la existencia de cuatro fases, a saber:
Primera (fase “prealcohólica”):
En ella el consumo se inicia por motivación
social, pero al beber se experimenta lógico
personal y una facilitación de las interrelaciones,
y así, este beber se convierte en la forma
“normal” de afrontar y manear el estrés
cotidiano.
Su propia naturaleza y efectos hacen que el
comportamiento del bebedor no resulte
llamativo para el espectador ni plantee
problemas en ninguna esfera social.
59. Segunda (fase “prodrómica): En ella el consumo comienza a
adquirir carácter de necesidad y el bebedor empieza a tomar
consciencia de ello y, también, de algunos primeros efectos
leves pero ya constantes.
Como consecuencia, por un lado, bebe a escondidas, incluso
disimulando los consumos, bebiendo antes de acudir a fiestas
o celebraciones; y, por otro, también modifica la forma de
ingesta con bebidas rápidas (“de un trago”) y a hurtadillas,
para después beber al mismo ritmo de los demás participantes
de la reunión.
Esta conducta agrava los efectos y provoca sus primeros
sentimientos de culpabilización por la bebida.
Cuarta (fase “crónica”): Es aquella en que el consumo llega a
ser prácticamente diario y una vez iniciado se prosigue hasta la
embriaguez.
Se ha superado el fenómeno de la tolerancia y surge el efecto
inverso, es decir, con pocas ingestiones de alcohol aparecen
bastante bruscamente los síntomas de la intoxicación.
60. Por otra parte, los efectos de la impregnación tóxica se
manifiestan de manera clara (facies edematosa, temblores de
legua, párpados y manos, telangiectasias, conjuntivas
hiperémicas, etc).
En estas fases y forma evolutiva, se ajustan mejor al bebedor
excesivo irregular. No obstante, igual deterioro siguen los
otros tipos de bebedores.
Desde luego que “es artificioso el hablar de fases de desarrollo
de la enfermedad en el alcoholismo pues éste es siempre el
resultado de un proceso continuo donde el ritmo con que se
queman las etapas es personal” (Rodríguez Martos, 1989).
Y, por otra parte, los conocimientos aportados por las
numerosas investigaciones realizadas desde 1952 señalan que
no todas las personas que beben en exceso, fundamentalmente
de modo irregular, se vuelven inevitablemente dependientes
del alcohol.
61. Por el contrario, bastantes parecen poder mantener un
patrón de “simple” abuso durante largo plazo.
Estos hallazgos han llevado a que, como se ha
expuesto, en las modernas revisiones de las
clasificaciones internacionales (DSM-IV y CIE-10) las
categorías de abuso y dependencia se encuentren en un
plano de igualdad, ambas como categorías principales,
mientras que en el DSM-IIIR (1987) el diagnóstico de
abuso se formulaba por exclusión del de dependencia,
es decir, quedaba el primero como una alternativa
residual cuando no se cumplían los criterios
correspondientes al segundo. Estas modificaciones y
consideraciones son, lego, extensibles a todas las
demás drogas.
Las manifestaciones prodrómicas del alcoholismo se
distribuyen en tres áreas: la somática, la psiquiátrica y la
social. Nosotros nos ocupamos aquí sólo de las dos
últimas.
62. La clínica prodrómica psiquiátrica se caracteriza por:; una
primitivación de la personalidad (prevalecen las conductas
derivas de las necesidades básicas), una pérdida de funciones
cognitivas e intelectivas (desorganización de los
procesamientos de las experiencias recientes y peor memoria
de fijación), una alteración de los ritmos biológicos (dificultad
para dormir y alteración del apetito) y en el plano afectivo
prevalecen los sentimientos de autoexculpación.
Las manifestaciones prodrómicas sociales (familiares,
laborales y legales) vienen reconocidas, principalmente, por
los familiares más directos y aquellos que comparten su medio
laboral (discusiones, mentiras, absentismo, disminución de
rendimiento, etc).
Estas alteraciones prodrómicas van adquiriendo mayor
intensidad para comenzar a ser los síntomas iniciales de
cuados psiquiátricos definidos. Los primeros dos aspectos
afectaods del alcohólico en el plano psicopatológico son: la
cognición y la personalidad
63. Con relación a la primea, el bebedor presenta cada vez
mayores dificultades de concentración, existiendo
periodos de desorientación temporesparcial y confusión
mental, asimismo son frecuentes las lagunas
amnésticas.
Y con relación a la personalidad señalemos que éste
modifica su perfil, con manifestaciones inapropiadas de
jovialidad o euforia exagerada, en otras ocasiones
muestra una indiferencia optimista o bien una labilidad
afectiva que puede pasar a una incontinencia emocional.
Siendo, a su vez, muy frecuentes las expresiones de
irritabilidad y susceptibilidad y, también, el uso masivo
de racionalizaciones con las que se justifica toda la
conducta (el propio consumo, sus incumplimientos
familiares y laborales, etc). No tolera contradicciones ni
frustraciones.
64. Trastornos mentales y del comportamiento relacionados
con el alcohol
La patología psiquiátrica derivada del consumo de
alcohol es extensa. Clásicamente se ha estudiado
atendiendo a su forma de inicio y curso, y ésta es la
orientación con que se exponen a continuación los
trastornos.
No obstante, entendemos la necesidad de homologar
las denominaciones clásicas a las que modernamente
se utilizan en las ultimas revisiones de la CIE y DSM y
con objeto de tener una visión integral de la
terminología actualmente utilizada resumimos en las
Tablas 24.V y VI las denominaciones que estos
manuales diagnósticos dan. En la tabla 24. VII se
presentan unificadas las dos clasificaciones y, además
se encuentran reflejados los respectivos códigos
identificativos que se utilizan para cada trastorno.
65. Trastornos mentales y del comportamiento debidos
al consumo de alcohol según la CIE-10.
66. Trastornos mentales y del comportamiento relacionados con el alcohol.
Manuel diagnostico y estadísticos de los trastornos mentales
67. Intoxicación alcohólica aguda
Recordemos sólo que éstas pueden producirse tanto en
consumidores no habituales de alcohol como en los habituales,
y entre estos últimos en bebedores no excesivos y excesivos,
dado que la intoxicación aguda típica viene a ser el resultado
del consumo reciente de cantidades importantes de alcohol. En
definitiva, la intoxicación alcohólica aguda típica no prejuzga
la situación de la persona en su forma de relacionarse
usualmente con el alcohol.
La intoxicación aguda típica es tan patológica como la atípica,
aunque los manuales clasificatorios de enfermedades le den a
la última tal denominación.
La atipicidad de la intoxicación se halla en que ésta se produce
con un consumo relativamente escaso de alcohol, lo cual
puede ser debido a un déficit constitucional y primario, de tipo
enzimático, o bien, deberse a una disfunción hepática
secundaria, causada incluso por un consumo intenso y/o
prolongado de alcohol.
68. Trastornos mentales y del comportamiento relacionados con
el alcohol: códigos (CIE-10 y DSM-IV).
Trastornos del estado de ánimo (291.8)
Trastorno de ansiedad (291.8)
Trastorno sexual (291.8)
Trastorno del sueño (291.8)
F10.9 Trastorno relacionado con el alcohol sin especificación (291.9
69.
70. • Síndrome de abstinencia alcohólica. Tratamiento
En las personas que consumen alcohol de manera
intensa y/o prolongada, el descenso rápido del
contenido de alcohol del organismo suele producir
diversas manifestaciones físicas.
Por tanto, en la persona con impregnación tóxica o
alcoholización, el cese del consumo de alcohol se
acompañaría de intensificación del temblor distal de
manos, insomnio precoz e inquietud motora, náuseas
y vómitos, ansiedad e incremento de la tensión
arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria y
temperatura corporal.
Esta sintomatología caracteriza un síndrome de
abstinencia no complicado, suele ser máxima a las 48-
72 horas y a veces permanece ostensible en el curso
de la semana siguiente. En ocasiones puede demorar
su aparición hasta dos semanas después de haber
suspendido el consumo de alcohol.
71. El síndrome de abstinencia puede complicarse con la
presencia de convulsiones, que pueden aparecer entre
las 7-38 horas tras las última ingesta y alcanzar la
máxima frecuencia hacia las 24 horas.
Otra complicación, ésta más grave, es el delirium.
Clásicamente se le ha denominado dellrium tremens y
supone una urgencia médica, que requiere siempre
hospitalización y presenta una mortalidad estima del
10% en las pacientes no tratados. Es la enfermedad
psiquiátrica que precisa más atención médica entre
todas las conocidas.
El delirium tremens generalmente se produce en
consumidores de alcohol que llevan bebiendo varios
años, y en los que decrecen los niveles plasmáticos de
alcohol, precipitando su aparición frecuentemente otros
factores, como por ejemplo: procesos tóxico –
infecciosos, traumáticos o quirúrgicos.
72. El comienzo del delirium puede ser brusco o, más
frecuentemente, venir precedido por la sintomatología
propia de la abstinencia alcohólica no complicada o, a
veces, por aquella complicada por convulsiones.
Así pues, un diagnostico precoz y correcto puede
prevenir con el oportuno tratamiento el
desencadenamiento de tan grave cuadro.
Con relación a la causa del delirium en el alcoholismo,
se propone la existencia de un trastorno metabólico
múltiple debido, por un lado, a la menor capacidad
desintoxicante del hígado.
Las alteraciones directas originadas por el alcohol sobre
el metabolismo de hidratos de carbono y de proteínas, a
los que se une el estado de desnutrición de la persona y
de hipoxemia del sistema nervioso central y los factores
exógenos anteriormente citados.
73. El delirium, desde un punto de vista clínico, es un estado
confusional con obnubilación de la conciencia, alteraciones
sensoperceptivas y psicomotoras y una hiperactividad del
sistema autónomo (taquicardia, sudoración profusa,
hipertensión, fiebre y midriasis).
Los trastornos perceptivos más frecuentes en el
alcoholdependiente son las alucinaciones visuales
microzoópsicas y las táctiles. Su descripción del entorno suele
ser terrofifica; ven caras siniestras por doquier, reptiles e
insectos que recorren las sábanas y su cuerpo, paredes que se
deforman, etc.
Todo ello es vivido con gran angustia o cólera, y a veces
euforia; se acompaña, también de agitación. Ambas
alteraciones (la afectiva y la motora) conducen a conductas
agresivas, explicables, muchas veces como defensa de cuanto
está “viendo”.
74. Otra característica es un estado de
hipersugestionabilidad, de manera que es fácil la
inducción de alucinaciones y actividades motoras
simples.
Además, no es rara la presencia del “delirio
ocupacional” (el paciente cree estar en el trabajo y
realiza movimientos complejos de su profesión
habitual).
La causa de fallecimiento en esta patología se encuentra en el
grave desequilibrio hidroelectrólitico que se produce, aunque
otras veces es debido a una crisis de hiperpirexia y fallo de los
órganos vitales comprometidos.
El restablecimiento de un delirium tremens tratado
médicamente suele ser lo habitual, pero todavía hoy se
producen desenlaces fatales en el medio hospitalario, y
además debe considerarse la posibilidad del establecimiento
posterior de cuadros crónicos deficitarios o demenciales.
75. La terapéutica del delirium tremens comprende distintas medidas. Unas de
tipo general, tales como situar al paciente en una habitación tranquila y
bajo continua vigilancia, evitando el tener que recurrir a la contención
física.
La iluminación ambiental debe ser tenue y continua (en la oscuridad total
el cuadro alucinatorio se intensifica).
Muy importante es instaurar inmediatamente pautas para una buena
hidratación y realizar periódicamente un control de las constantes vitales
eionogramas.
Para el tratamiento del síndrome de abstinencia se han utilizado diversos
fármacos Comentaremos algunas de sus ventajas y desventajas.
El fármaco más utilizado es el clormetiazol.
Se trata de un derivado tizólico de la vitamina B, que presenta acciones
sedantes, anticonvulsivantes e hiponóticas. Se cree que actúa aumentando
la transmisión GABA-égica a nivel del SNC.
Entre los efectos indeseables que puede presentar destacan la depresión
respiratoria, la disminución de reflejos y de la coordinación de
movimientos y la potenciación de los efectos depresores del alcohol.
Pose tolerancia cruzada con el etanol y puede producir dependencia. La
vía oral es la más segura y las dosis varían entre 400 mg y 2g según las
diferentes pautas utilizadas y la gravedad del síndrome
77. Las benzodiacepina han sido utilizadas desde hace
muchos años y se considera un tratamiento clásico.
Se usan el diazepam (15 -30 mg/día), el cloracepato
dipotásico (15-100 mg/dika) o el clordiacepóxido
(25-50 mg cuatro veces al día, reduciendo la dosis en
un 20% durante un período de cinco días).
El tratamiento se prolongará durante una tres
semanas, disminuyendo la dosis paulatinamente.
Hoy en día se prefieren otros tratamientos que no
presentan tolerancia cruzada con el alcohol.
78. Las pautas diagnósticas que señala la CIE-10 para el
síndrome de abstinencia alcohólica son:
La Clínica específica (somática y psíquica) por
suspensión de consumo alcohólico.
La referencia de los propios enfermos de que los
síntomas del síndrome de abstinencia desaparecen
cuando vuelven a beber.
Como es un indicador de síndrome de dependencia,
los criterios para este ultimo también deben ser
tenidos en consideración (suele existir una historia
biográfica de consumo alcohólico importante).
La posible inducción de la clínica del síndrome de
dependencia por estímulos aprendidos o
condicionados, aun en ausencia de un uso previo
inmediato de la sustancia.
79. Alucinosis alcohólica
Puede tener un inicio agudo o subagudo, de días o semanas, y
se prolonga, a veces, varios meses, una vez suspendido el
consumo etílico. Se caracteriza por presentarse un trastorno
alucinatorio, fundamentalmente de tipo auditivo.
El alcohol dependiente oye voces que hablan entre sí,
refiriéndose a él en tono acusatorio o amenazante y
habitualmente, sobre ellas la persona realiza un delirio
interpretativo, es decir, fábrica un sistema de ideas deliroide
de contenido persecutorio, creyendo estar rodeado de
enemigos y que se le vigila por todas partes.
El nivel de conciencia no se encuentra alterado y su
orientación temporoespacial es buena, así como su capacidad
intelectual.
80. No existen tampoco signos neurológicos o somáticos
relevantes y específicos.
La ansiedad intensa con que el alcohol dependiente vive este
cuadro se traduce en importantes alteraciones de conducta, que
fluctúan entre la huida pánica y la defensa activa.
La primera se traduce en aislamiento en su residencia, cambio
de vivienda, incluso el suicidio y la segunda significa comprar
armas, solicitar ayuda de la familia, amigos, policía, etc., y no
son raros los comportamientos heteroagresivos que le llevan a
lesionar gravemente a terceros.
La evolución más usual es hacia la curación con el cese del
consumo alcohólico.
No obstante, puede ocurrir, en otros casos, la encronización de
los síntomas (delirio residual) y para algunos autores este
hecho resulta sugestivo de la existencia prevdia de una
esquizofrenia latente.
81. El tratamiento de la alucinosis alcohólica suele requerir ingreso
hospitalario.
La suspensión de consumo alcohólico es fundamental y necesita que se
preste atención a los síntomas de abstinencia.
Una actitud conservador propone esperar una semana para constatar una
remisión espontanea de síntomas antes de restaurar un tratamiento con
neurolópticos, otros autores opina que debe aplicarse inmediatamente
esta terapéutica.
• Paranoia alcohólica
Este cuadro, también está incluido en las actuales clasificaciones
diagnosticas (CIE-10 y DSM-IV9 dentro de los trastornos psicóticos
inducidos por el alcohol.
La paranoia alcohólica constituye el delirio de estos terapia alcohólica
patología particularmente descrita para el bebedor varón (aunque
también puede darse en la mujer alcohólica) y es la causa más frecuente
de agresividad del alcohol dependiente. Alonso Fernández, siguiendo a
Kolle, distingue tres modalidades.
82. La figura del “bebedor celoso”: Se trata de un
trastorno sintomático (secundario) imbricado en
episodios de intoxicación aguda.
La desinhibición que produce el alcohol conlleva la
liberación de un material psíquico hasta entonces
reprimido: los sentimientos de desconfianza y celos
con relación a su pareja y que son expuestos
abiertamente por el bebedor.
Las reacciones de trasfondo de celos a las
vivencias implicadas en su situación: La vivencia
más importante que suele intervenir es la disfunción
sexual (de origen psicoorgánica).
El alcoholdependiente racionaliza su impotencia
sexual culpando a su pareja y a sus numerosos
amantes. En este caso sus expresiones celotípicas
no están en relación con sus consumos alcohólicos.
83. Las dos modalidades precedentes se caracterizan por
acusaciones de infidelidad, con frecuencia extremas,
acompañadas de insultos y en ocasiones, de violencia física.
Se usa el alcohol para aliviar temporalmente sus sospechas,
estableciéndose un circulo viciosos de difícil abordaje.
No obstante, en sí mismos, estos trastornos no suelen
precisar un tratamiento especifico, pues que la abstinencia se
asocia, normalmente, a una mejoría clínica.
A su vez la reaparición del tema delante es signo de que la
persona vuelve a beber.
El delirio de celos en sentido estricto: Es sospechoso de un
trastorno esquizofrénico de tipo paranoide desencadenado
por el consumo alcohólico intenso y/o prolongado.
Por tanto, además de requerir de la abstinencia etílica, su
tratamiento no difiere de cualquier otro trastorno
esquizofrénico.
84. • Trastornos del estado de animo
La depresión con mucha frecuencia, y más raramente la
manía, acompañan el consumo importante y reiterado de
alcohol.
El diagnostico de trastorno del estado de animo inducido por
alcohol se centra en que los síntomas afectivos aparecen
sólo con relación a la bebida y continúan durante varios
días, hasta cuatro semanas, luego de la abstinencia.
El 80% de los alcohólicos refiere sintomatología depresiva;
en el 30-40% el cuadro se prolonga dos semanas o más. Sin
embargo, sólo el 5% de los varones y el 10% de las mujeres
cumplen los criterios diagnósticos de depresión mayor
(DSM-IV) o episodio depresivo (CIE-10) cuando no bebe.
Las tasas de suicidio son de 9 a 22 veces más altas entre los
alcohólicos que en la población general.
Además, en ellos se dan métodos más violentos y existe una
mayor tendencia a repetir las tentativas autolíticas,
generalmente en el intervalo de pocos meses.
85. Con todo, es importante destacar que, a pesar de ser la
depresión muy frecuente en el alcoholismo y tener
manifestaciones clínicas intensas, esta patología mejora
ostensiblemente y en poco tiempo, con sólo la
abstinencia.
Las fluctuaciones anímicas que se producen en los
primeros meses de abstinencia son leves y corresponde
a la recuperación normal del alcohólico y no deben, por
tanto, atribuirse a un trastorno independiente del estado
de ánimo.
Por otra parte, un dato que debe tenerse presente en la
atención médica de estos pacientes es que el alcohólico
consulta sobre todo por su “depresión”, encubriendo así
su dependencia. Conviene, por ello, conocer que el
origen de la depresión en el alcoholismo se atribuye a:
Una reacción psicológica comprensible ante las
consecuencias de su dependencia (frecuente
sentimientos de culpa y minusvalía).
86. Los trastornos neuroquímicos que se producen en el
proceso de alcoholización.
La personalidad disfórica de los alcoholdependientes.
La “pesaca” o ser parte propiamente de la
sintomatología del síndrome de abstinencia.
Elementos facticios, buscando ganancias secundarias.
Por ultimo, puede tratarse de un episodio depresivo
genuino y con el consumo de alcohol se busca un
efecto
• Trastorno de ansiedad
El trastorno de ansiedad inducido por alcohol también
es común. Cerca del 80% de los alcohólicos presenta
episodios de angustia serios durante la abstinencia.
A veces coexisten con manifestaciones agorafóbicas.
También se observan muchos síntomas de ansiedad
generalizada.
No obstante la probabilidad de ansiedad como
patología independiente no difiere a la de la población
general.
87. • Trastorno del sueño
El trastorno de ansiedad inducido por alcohol también es
común.
Cerca del 80% de los alcohólicos presenta episodios de
angustia serios durante la abstinencia.
A veces coexisten con manifestaciones agorafóbicas.
También se observan muchos síntomas de ansiedad
generalizada. No obstante la probabilidad de ansiedad como
patología independiente no difiere a la de la población
general.
• Trastorno del sueño
El consumo de alcohol puede ser en un primer momento útil
para conciliar el sueño, pero a la larga produce una
alternancia de sus fases que se conoce como fragmentación
del sueño, dando lugar a un sueño escasamente reparador.
Se tiende a acortar la fas REM e inhibir la fase 4.
Esta situación conduce a un circulo vicioso en que se bebe
para “descansar” y el resultado es un dormir cada vez más
inquieto y lleno de pesadillas apenas reparador.
88. • Disfunción sexual
Los efectos agudos del alcohol con relación al área sexual
probablemente se deban a la acción directa de esta sustancia sobre el
sistema nervioso.
El alcohol es un depresor con efecto bifásico, primero inhibe las
funciones psíquicas superiores, por tanto estas dejan de ejercer control
sobre otros sistemas, como aquellas que intervienen en la sexualidad y la
agresividad, pero cuando las concentraciones se incrementa también
actúa bloqueando este sistema inferiores.
La desinhibición conductuales es la consecuencia inmediata de su
primara acción. Y a esta desinhibición se suman las expectativas del
sujeto y los estímulos del contexto social en el que se produce el
consumo.
En los alcohólicos, hombres y mujeres, los problemas en la esfera sexual
son constantes, y a veces son un primer motivo de consulta médica.
El consumo de cantidades de alcohol elevadas, tanto en hombres como
en mujeres, deteriora la capacidad de excitación, llegando a la
impotencia en el caso del varón y a la anorgasmia para ambos.
89. • Episodios de amnesia transitoria
Estos episodios (blackouts, apagones, lagunas o palimpsestos) son
cuadros de amnesia anterógrada que tienen lugar cuando la persona bebe
mucho pero aparentemente permanece despierta y con conductas
motóricas correctas, constituyen verdaderos estados crepusculares de la
conciencia.
No recuerda donde ha estado, en qué calle estacionó el coche, con
quienes estuvo, etc.
Son episodios especialmente preocupantes par quien los padece, pues le
queda la duda de si en ese periodo de tiempo actuó de una forma
incorrecta o imprudente, etc.
Los pueden experimentar igualmente los no alcohólicos cuando beben,
pero con mucha menor frecuencia que los alcoholdependientes.
No obstante, algunos autores señalan que este trastorno de memoria no
implica mayor probabilidad de3 abuso o dependencia.
El “apagón” no figura entre los criterios diagnosticos del DSM-IV o la
CIE-10 y es distinto de la amnesia persistente inducida por el alcohol.
90. Estos estados crepusculares, acompañados o no de
fuga (conducta de deambulación, viajes, etc), suelen
presentarse al final de una conducta alcohólica
prolongada. La amnesia comprende desde el inicio de la
bebida hasta la recuperación de la lucidez.
Encefalopatías alcohólicas crónicas
Bajo este rótulo se acogen una serie de cuadros
anatomoclínicos de los cuales el más importante, por su
mayor frecuencia, en la encefalopatía de Gayet-
Wernicke.
Estos trastornos son verdaderamente complicaciones
neurológicas con manifestaciones psíquicas y se
encontraban incluidos en las clasificaciones clásicas en
el epígrafe de trastornos psicoorgánicos debidos al
alcohol.
Ahora bien, en el DSM-IV se indica explícitamente su
cambio de enfoque y se señala que no se desea
prejuzgar el carácter orgánico o no de los trastornos
mentales, por lo cual estas patologías dejan de recibir
esa denominación genérica.
91. • Trastornos amnésico persistente
El trastorno amnésico persistente, es secundario a la
carencia de tiamina (vitamina B1).
En algunas personas el riesgo es mayor por la existencia de
déficit genético de transcetolasa.
Esta encefalopatía carencial puede producirse no sólo en el
alcoholismo, sino también en el cáncer digestivo, la
estenosis de esófago o de píloro, la gastritis crónica, las
anorexias graves, etc.
Las lesiones anatomopatológicas están más caracterizadas
por su localización que por su naturaleza.
Las alteraciones neuronales y gliovasculares se concentran
en el núcleo medial del cuerpo mamilar, y también se hallan
afectado el sector del hipotálamo posterior subyacente y el
tronco cerebral. La distribución de las lesiones es bilateral y
simétrica.
Es por tanto una encetalopatía exclusivamente subcortical.
Este cuadro se subdivide en dos patologías, a saber:
92. El síndrome de Wernicke, con trastornos neurológicos típicos:
afectación del sexto para craneal (parálisis de los músculos oculares
externos, bilateral y simétrica), alteraciones pupilares (miosis y
anisocoria) y ataxia cerebelosa prominente.
Este cuadro clínico puede cursar con un síndrome de Korsakov o un
complejo sintomático confusional anuatorio que requiere del diagnostico
diferencial con el delirium tremens en el síndrome de Wernicke suele
haber somnolencia o letargia mientras en el delirium existe agitación. Su
comienzo es subagudo o agudo y remite espectacularmente con
suplementos vitamínicos.
No obstante, puede conducir a la demenciación y a la muerte.
El síndrome de Korsakov o complejo sintomático amnéstico
confabulatorio: se caracteriza por una alteración de la memoria
especifica que es la amnesia anterógrada o de fijación con deterioro del
aprendizaje visuoespacial, abstracto y de otros tipos. Concomitante con
ella existen otras dos alteraciones cualitativas de la memoria: las
confabulaciones, es decir, las algunas amnésicas son rellenadas por
recuerdos falsos desechados por el sujeto con facilidad (síntoma típico,
pero no siempre presente); y los falsos reconocimientos de otras
personas, con la característica de ser vividos con escasa convicción y
consecuentemente abandonados con bastante rapidez.
93. Otros autores han puesto énfasis en el trastorno del
sentido del tiempo (aglutinación de acontecimientos
repetidos en uno solo. Criterio diagnostico recogido en la
CIE-10.
El síndrome de Korsakov, ya se ha señalado, suele
estar asociado a la encefalopatía de Wernicke, pero
puede aparecer como secuela después de un delirium
tremens, alucinosis aguda o como un déficit aislado de
curso progresivo en un alcoholdependiente.
Alrededor del 25% de los pacientes con síndrome de
Korsakov se recupera por completo con un tratamiento
de tiamina intensivo.
Corresponderán a la fase evolutiva aguda o reversible
del trastorno, mientras la crónica o irreversible debe
denominarse enfermedad de Korsakov y corresponde
con un trastorno demencial.
94. • Demencia persistente
La demencia del alcohólico viene determinada por la
atrofia cerebral que se produce como hecho
progresivo y constante por el consumo etílico.
Afectaría principalmente al cortex y posteriormente a
las regiones subcorticales.
Existen formas incipientes o precoces como la
“encefalopatía minor alcohólica”, a la que ya nos
hemos referido, y que en algunos progresa hacia
patología: crónicas, entre ellas la demencia.
Otra forma especifica es la “pseudoparálisis general
alcohólica”, llamada por otros “demencia ética de los
alcohólicos”, que se caracteriza más que por los déficit
cognitivos por los trastornos de conducta consistentes
en exacerbación de los rasgos de la personalidad
premórbida, presencia de actitudes desinhibida en las
relaciones interpersonales, humor grotesco y
provocativo con contenidos inmorales y pérdida de
modales o presencia de conductas desconsideradas.
95. La clínica demencial plenamente establecida no tiene una
sintomatologái especifica.
Hay una disminución global de las capacidades intelectuales y
cognitivas que se acompañan de un trastorno de la memoria,
en su inicio de tipo anterógrado y que se extiende con rapidez
a la memoria de evocación
Junto a estas deficiencias aparece labilidad afectiva,
irritabilidad, percepción distorsionada de la realidad (se
minimizan las dificultades y se maximalizan los éxitos),
pérdida de la autocritica y conducta explosiva. La gravedad
clínica no guarda correlación con las alteraciones
morfológicas cerebrales.
Las limitaciones de la función cerebral se atenúan con la
abstinencia.
No obstante, en el 50-70% de los pacientes se advierte un
menoscabo permanente de la memoria y del pensamiento. En
esta irreversibilidad parecen influir factores de vulnerabilidad
constitucional, el patrón de consumo previo y el tiempo de
abstinencia.
96. En resumen no existe un síndrome de demencia alcohólica
único.
Debemos incluir aquellos resultantes de los efectos
combinados de los traumatismos, las carencias vitamínicas y
las acciones directas del alcohol y del acetaldehído, como la
esclerosis laminar cortical de Morel, la enfermedad de
Marchiafava Bignami, la encefalopatía metabólica secundaria
a la insuficiencia hepática y la evolución de las ya descritas,
enfermedad de Gayet Wernicke y enfermedad de Korsakov.
PROBLEMÁTICA FAMILIAR Y LABORAL EN EL
ALCOHOLISMO
El consumo de alcohol repercute de forma importante en la
vida de relación de la persona con su entorno y con la
sociedad.
Problemas familiares
El alcoholismo conduce a la familia a un proceso
desorganizador, paralelo al deterioro que sufre el paciente, a
través de su enfermedad. Por este motivo es frecuente que en
estas familias aparezcan alteraciones de su dinámica y
trastornos emocionales en sus miembros.
97. A lo largo del tiempo se producen reiteradas y variadas
situaciones conflictivas en la pareja.
Hay frecuentemente una posición fluctuanto por parte del
cónyuge, oponiendo frontalmente a las embriagueces y sus
consecuencias en ciertos momentos junto con otros en que esta
actitud de “persecución” es sustituida por un comportamiento
resignado o de aislamiento.
La vida familiar gira entorno al alcohol y los hijos se ven
seriamente implicados.
Esta situación se agudiza cuando se produce la pérdida de
empleo y con ello se ve amenazada la seguridad material o
cuando los actos de violencia conllevan la actuación policial y
judicial.
Con frecuencia siguen ambos miembros de la pareja bajo el
mismo techo, pero se inicia, primero no legalizada y luego en
tramitación legal, la separación.
Las disfunciones de la personalidad y los trastornos afectivos
del cónyuge femenino tienden a desarrollarse en respuesta al
alcoholismo de su marido.
98. La esposa adopta, frecuentemente y al inicio, una actitud de
prolongada negación pública de los problemas domésticos
existente por el alcoholismo de su marido.
El nivel de participación del alcohólico en el sistema familiar
disminuye y la mujer debe adoptar un papel dominante en la
toma de decisiones sobre la familia.
Cuando es la esposa la que presenta la dependencia alcohólica,
la desestabilización familiar es más notable y la separación de
la pareja se produce antes y con mayor frecuencia.
La madre abandona el cuidado de sus hijos y se produce la
disgregación familiar.
A veces ambos miembros de la pareja son
alcoholdependientes. Generalmente se trata de parejas
formadas después de ser ambos dependientes, en ocasiones en
el transcurso de tratamientos.
Esta situación empeora el pronóstico y requiere atención a
largo plazo. En algunos casos ya el inicio de la relación
afectiva se hace con un bajo grado de cohesión para terminar
en muy poco tiempo intensamente degradada.
99. Los hijos son los miembros más impactados del sistema
familiar alcohólico.
Crecen en un ambiente problemático, donde la comunicación
verbal está llena de criticas, desaprobaciones y hostilidad.
La afectividad está mal canalizada y la violencia es lo
habitual. La inmadurez afectiva es común, con una
intolerancia a la frustración.
Su rendimiento en la escuela es deficiente. Cuando son
adultos muestran más problemas de ajuste social y de
relaciones interpersonales y tienen mayor incidencia de abuso
de alcohol y otras drogas.
Problemas Laborales
Las repercusiones a nivel laboral pueden resumirse en las
siguientes:
Deterioro de las relaciones interpersonales con los
compañeros: Tendencia a disputas y fricciones en muchos
casos. Peticiones de dinero “sablazos” pequeñas estafas
robos.
100. Desajuste laboral: Se incumple los horarios de entrada y
salida, en particular los lunes (la ingesta de los fines de
semana es generalmente mayor) y se realiza el trabajo en
malas condiciones físicas, o incluso en estado de
embriaguez, con el conseguimiento riesgo de sufrir
accidentes.
Hay conductas megalómanas y agresivas. Negligencias en
todas las actividades.
Absentismo y bajas por enfermedad: No sólo los
trastornos físicos son más frecuentes entre los alcohólicos
que en la población general, sino que los periodos de baja y
estancias hospitalarias son más prolongados.
Inestabilidad laboral y pérdida de empleo: Se produce
muchos cambios de puesto. Aumento de los accidentes
laborales, según datos de diversos estudios los bebedores
excesivos tienen de 2,5 a 3,5 veces más accidentes de
trabajo que el resto de empleados.
Por otra parte, casi un 30% de los accidentes de trabajo van
precedidos de ingesta de alcohol. Estos accidentes también
pueden involucrar a otras personas.
101. Degradación Laboral: Se va produciendo una
pérdida de categoría laboral dentro de la propia
empresas o a tener que buscar otro empleo recurre a
empresas de menos prestigio. Actitud
“campechana” con empleados / operarios bajo sus
ordenes. Deudas, conflictos, paro, vagabundeo.
Incapacidad Laboral: Aumento del tiempo para la
bebida y las compañías marginales. Conductas
antisociales. Polidrogodependencia. Marginación
social. Empeoramiento psíquico y físico. Vida
peligrosa.
En definitiva, todas estas complicaciones repercuten
en una disminución importante del rendimiento y
un elevado coste económico para las empresas.
102. TRATAMIENTO PSICOSOCIAL
El tratamiento del alcoholismo comprende por una parte el
del propio abuso / dependencia y por otra parte el que
demandan los trastornos somáticos y psíquicos que se
producen por su consumo.
No obstante, destacamos que durante el curso de dicho
tratamiento deben adoptarse todas las medidas para resolver
los problemas médicos y las urgencias psiquiátricas que
puedan surgir.
Las fases del tratamiento de la dependencia al alcohol no
difieren de las que se establecen para otras
drogodependencias.
Sin embargo, la legalidad y disponibilidad de la droga, la
edad del alcohólico, los lazos familiares y en general los
aspectos biopsicosociales hacen que este tratamiento tenga
componentes específicos y determine que las unidades de
hospitalización y ambulatorias estén separadas de aquellas
que tratan otras dependencias.
103. El proceso terapéutico consta de tres pasos: confrontación,
desintoxicación y deshabituación (donde se incluye la
rehabilitación social).
La confrontación tiene dos objetivos la superación de la
negación y la ayuda al paciente para apreciar las
consecuencias adversas del alcoholismo no tratado.
En esta fase el alcohólico debe comprender su patología y la
necesidad de seguir un proceso de curación.
Algunos autores manifiestan que los resultados de esta fase
dependen más de la insistencia que de la habilidad del médico.
Se debe confrontar al paciente con una modalidad neutral pero
persistente cada vez que se descubre una alteración
relacionada con el alcohol.
La mayoría de los alcohólicos necesitan que se les recuerde
que el alcohol es la causa de la “crisis” por la que consultan y
así, finalmente, piensen en la necesidad de la abstinencia.
104. La ayuda de la familia es importante en esta fase. Debe
aprender a no sobreproteger al paciente ante los estragos
causados por el alcohol.
Asimismo los recursos aportados por los grupos de autoayuda
deben ser utilizados, aconsejando al alcohólico y a su familia
que asistan a sus reuniones.
En la inmensa mayoría de los casos es obligado, antes de
comenzar el tratamiento propiamente dicho, establecer un
contrato de derechos y obligaciones (contratos terapéuticos).
La desintoxicación significa hacer desaparecer los efectos que
el tóxico ha producido en el organismos e implica dejar de
consumir alcohol.
Usualmente esto significa que la persona experimenta
síntomas leves de abstinencia, aunque a veces el cuadro puede
ser importante.
Ambos procesos precisan apoyo farmacológico, vitamínico y
mineral, dietético e higiénico (adecuadas normas de vida).
105. La deshabitación consiste en la permanencia en la
conducta de no ingestión de bebidas alcohólicas. La
aplicación de técnicas de bebidas controladas es de
eficacia dudosa.
Podemos diferenciar dos componentes principales de
este proceso: el primero, la estimulación y
mantenimiento de la motivación hacia la abstinencia, y el
segundo, la modificación del estilo de vida para
adaptarse a un existencia sin alcohol.
Al principio es fundamental el apoyo permanente que
acreciente la propia competencia del paciente y que le
ayude en caso de que aparezca ansiedad o alguna otra
manifestación que dificulte el mantenimiento de la
abstinencia.
Esta ayuda puede ir desde el simple consejo a
enfoques profesionales de tipo conductual o
psicodinámico. Y en este periodo siguen siendo de gran
utilidad las prestaciones, a veces durante las 24 h, de
los grupos de autoayuda.
106. Durante esta fase se completa el tratamiento de
desintoxicación y debe instaurarse el abordaje terapéutico de
cualquier patología somática o psíquica que pueda producirse
relacionada con el esfuerzo de adaptación al nuevo tipo de
vida sin bebida.
Sin embargo, el médico debe valorar muy seriamente el riesgo
de una nueva dependencia que impone el contacto con
fármacos (ansiolíticos, antidepresivos, sedantes, etc)., ya que
éste puede ser superior a los beneficios que se pretende
obtener.
La administración de medicamentos aversivos (disulfiram y
cianamida) y otras sustancias que recientemente aparecen
como prometedoras en la deshabituación de los alcohólicos
(naltrexona, buspirona y acamprosato) son otras posibles
actuaciones terapéuticas
La fase de deshabituación según va evolucionando se imbrica
con la rehabilitación y reinserción psicosocial y puede
prolongarse durante meses e incluso años, por lo que el apoyo
familiar, de cualquier otra persona próxima involucrada con el
paciente y de los grupos de autoayuda va a resultar
determinante.
107. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Fármacos aversivos del alcohol.
Entre ellos los más conocido son el disulfiram y la
cianamida cálcica.
Su mecanismos de acción se basa en el bloqueo del
metabolismo del alcohol al inhibir de manera
competitiva el enzima aldehído-deshidrogenasa.
Secundariamente a esta inhibición se produce un
acúmulo de acetaldehído que produce un “shock
acetaldehídico” con la reacción siguiente: “sensación
de calor, rubefacción facial y cefalea pulsátil, aumento
de la frecuencia cardiaca, nauseas y vómitos,
hipotensión , ansiedad y disnea.
La reacción aparece a los 10-15 minutos de la ingesta
y puede durar entre 45 – 90 minutos; raramente
revista gravedad
108. El disulfiram provoca una inhibición irreversible, mientras que
la cianamida tiene un efecto reversible. La duración es de seis
días en el caso del primero, mientras que en el caso de la
cianamida es de un día.
La dosis de cianamida son de 50 a 100 mg repartido en dos o
tres tomas y de 500 mg repartido en dos o tres tomas y de 500
mg endos tomas de disulfiram reduciéndolo a 250 mg
posteriormente.
Los efectos secundarios son raros; se han descrito
fatigabilidad, reacciones alérgico-cutáneas, somnolencia,
cefaleas, lipotimias, trastornos gastrointestinales y cuadros
psicóticos.
El tratamiento de la dependencia alcohólica no sólo se basa en
el uso de los fármacos interdictores del alcohol.
Son útiles, pero su utilización se debe hacer siempre con
conocimientos por parte del paciente, conociendo que su
función no es la de “castigo”, sino como un elemento
reforzador en la decisión de abstenerse de la ingesta alcohólica
y que no disminuye el deseo de beber, igualmente el
alcohólico debe conocer los síntomas que padecerá si consume
alcohol al mismo tiempo.
109. Fármacos que disminuyen el consumo de alcohol (anti-
craving). En los últimos 10 años se han probado multitud de
fármacos en ensayos clínicos, no todos esos compuestos son
útiles y sólo algunos pocos han sido introducidos en la
práctica clínica.
Los más importantes son:
Fármacos que afectan la transmisión glutamatérgica:
acamprosato.
Autogenistas de receptores epioldes naltrexona, naimefeno.
Farmacos que afectan la transmisión serotoninérgica.
Inhibidores selectivos de la recaptación de sereotonina
(ISRS): zimeldina, citalopram, viqualina y fluoxetina.
Agonistas parciales serotoninérgicos: buspirona e
ipsapirona.
Fármacos que afectan la transmisión dopaminérgica.
Agonistas dopaminérgicos: bromocriptina.
Antagonistas dopaminérgicos: lisurida, tiaprida y
flupentixol.
110. Directrices clínicas para el tratamiento farmacológico de la
profilaxis delas recaídas en pacientes con dependencia
alcohólica