¿Qué decir a un niño cuyo padre está ausente?
Un padre puede estar ausente en la vida de los hijos, por distintas maneras. Pero la
ausencia del padre no es lo mismo que inexistencia. Un hijo es siempre el producto
de un hombre y de una mujer, aunque alguno de ellos esté ausente, desaparecido
o muerto. La fantasía de una mujer auto-gestante, en primer lugar corresponde a
una no aceptación del aporte del hombre y en segundo lugar - y como consecuencia
de lo anterior - se genera una distorsión de la realidad perniciosa para la estructura
mental del niño (o sea de un hombre o una mujer en potencia).
A ningún hijo se le puede decir "tú no tienes padre", porque eso distorsiona la
naturaleza de las cosas.
1. En familias en las que el padre se ausenta con frecuencia, pero convive con
la familia: " tu padre no está en casa pero está presente en mi cabeza y en
mi corazón, por lo tanto yo te hablo teniendo en cuenta lo que piensa él.
Cuando regrese verás que no son caprichos míos".
2. Después de un divorcio: "aunque tu padre no sea más mi marido, sus
palabras en cuanto a tu educación, siguen teniendo peso para mí" o bien "tu
padre y yo pensamos este tema de muy distinta manera, yo te doy mi opinión
y escucharás también la de él". Si las versiones de ambos padres son
irreconciliables, se recurrirá a un tercero neutral. Causa daño psíquico a un
niño decirle "tu papá no cuenta, tú sólo me tienes a mí", eso en todo caso lo
decidirá otro adulto responsable (un juez, por ejemplo) .
3. Sí el padre ha muerto: "las palabras y las ideas de tu papá siguen vivas para
nosotros, yo recuerdo las cosas que para él eran importantes como padre".
4. Cuando el padre es desconocido: "tú tienes padre, sino no hubieras podido
nacer, pero él sólo participó en tu gestación " o según el caso " yo sabía que
tu padre no iba a vivir con nosotros, pero yo elegí tenerte y criarte a pesar de
eso". Lo que sí debe ser tomado como regla es que un niño no debe sentir
jamás que es propiedad de su madre o de su padre, cuando es la madre la
que desaparece de su vida. Nadie puede decirle "soy tu dueño, hago lo que
quiero contigo".
10 consejos para contar la separación a los niños
La separación de los padres no debe ser relativizada, aunque sí explicar a los niños
sus posibles consecuencias positivas
La guía 'Cómo actuar con los hijos e hijas', del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz,
también recoge recomendaciones útiles para comunicar a los hijos la decisión de
separarse. A continuación se enumera un decálogo con las principales.
Explicar a los niños que la separación es una decisión compartida del
padre y de la madre, incluso cuando en realidad haya sido uno de ellos
quien lo determinara y al otro no le hubiera quedado más opción que
aceptarlo.
Dar la información la madre y el padre de manera conjunta, y solo una
vez que se tiene claro que la decisión es firme y que no habrá vuelta atrás.
No relativizar la situación, ni presentarla como algo trivial y que se superará
en poco tiempo. Hay que aclarar que para todos será difícil acostumbrarse,
pero añadir también que ambos progenitores están convencidos de que
todos saldrán beneficiados. Se deben hacer explícitas las posibles ventajas
de las nuevas circunstancias.
Utilizar un lenguaje adaptado a la capacidad de comprensión de los
hijos y brindar solo la información que estos puedan entender. Con los más
pequeños conviene evitar explicaciones del tipo "se ha terminado el amor",
porque podrían alimentar fantasías sobre un posible fin del amor que el padre
o la madre sienten por ellos. Los especialistas sí recomiendan, en cambio,
hablar de la importancia que los niños tienen en sus vidas, que tenerles a
ellos ha sido lo mejor del matrimonio, etc.
Hablar con los hijos todas las veces que sea necesario y responder a
todas las preguntas de los niños. Se debe evitar que la comunicación se
transforme en un monólogo y animar a los pequeños a que verbalicen sus
pensamientos y sentimientos.
Indicar a los hijos dónde y con cuál de ambos progenitores vivirán,
dónde vivirá el otro y cómo mantendrán la comunicación. Cuanto más claros
tengan los cambios que se han de producir, mejor podrán asumirlos una vez
ocurran.
Recordar siempre que es tan importante el contenido como la forma en
que se comunica, y que lo que se calla es tan importante como lo que se
dice.
No prometer nunca lo que no se podrá cumplir.
No señalar culpables o inocentes, pero sí asumir que toda la
responsabilidad corre por cuenta del padre y de la madre. Esto es importante
para evitar los sentimientos de culpabilidad que con frecuencia surgen en los
pequeños. En particular, como destaca la psicóloga infantil Coks Feenstra,
hay que tener cuidado con los niños de entre cuatro y seis años, ya que
pueden atribuir lo ocurrido a sus propias malas acciones o pensamientos,
frutos de momentos de enfado. A menudo, los menores "necesitan tener una
explicación para lo incomprensible y, como no la encuentran, la buscan en
ellos mismos", explica.
Controlar la emotividad y procurar que el momento de comunicarlo sea lo
menos apasionado posible. De este modo, será menos traumático y se
evitará sumar preocupaciones innecesarias.
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