Este documento describe el profundo amor de una monja hacia Jesucristo. En 3 oraciones o menos, resume lo siguiente: La monja habla de su amor creciente por Jesucristo a medida que lo conoce más, y describe cómo su sufrimiento y sacrificio en la cruz demuestran su amor infinito por la humanidad. Ella desea que todos amen a Jesús, quien se encuentra presente en la hostia y vive en los tabernáculos olvidado y sufriendo por nuestro amor.
2. “Tanto que te predico en
mis cartas, ¿no te
lateas?(...)Pero
perdóname. Cuando uno
ama, no puede sino hablar
del objeto amado (…)
¿Qué quieres, si
Jesucristo, ese Loco de
amor me ha vuelto loca?”.
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4. “¡Qué grandeza de amor infinito! Amor
no conocido, amor no correspondido
por la mayoría de los hombres… Cómo
quisiera traspasarte, hermanito de mi
alma, mis sentimientos. ¡Cómo quisiera
hacerte ver el horizonte infinito.
Hermosísimo, increado, que vivo
contemplando! Amo a Dios mil veces
más que antes, porque antes no lo
conocía. Él se revela y se descubre
cada vez más al alma que lo busca
sinceramente y que desea conocerlo
para amarlo”.
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6. EL CRISTO DEL AMOR
“quisiera (…) que
vieras en
Jesús…el amor
que nos ha
demostrado…no
miremos en Él
nada más que
amor (…) en el
amor se hallan
todas sus
perfecciones
infinitas”.
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8. “Ese amor divino es
en mí de una fuerza
irresistible, y cada
día es más
profundo. ¡Como
quisiera hacer que
todos lo amen!,
pero antes que lo
conozcan”.
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9. “Dios está sediento
del amor de sus
criaturas. El mismo
Dios es nuestro
mendigo. Démonos
a Él. No seamos
mezquinos, porque
Dios es todo
generosidad y
bondad para con
nosotros”. 9
10. “Amo a Dios mil veces
más que antes,
porque ante no lo
conocía, Él se revela
y se descubre cada
vez más al alma que
lo busca sinceramente
y que desea
conocerlo para
amarlo”.
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11. “¡Cómo se
transformaría su vida, si
fuera a Jesús con
frecuencia como a un
amigo. ¿Cree acaso
que Jesús no lo recibirá
como a tal? Si tal cosa
pensara, demostraría
que no lo conoce. Él es
todo ternura, todo amor
para sus criaturas
pecadoras”. 11
12. “(…) le aseguro mamacita, que es hambre, que es
sed insaciable la que siento por que las almas
busquen a Dios. Pero que lo busquen no por el
temor, sino por la confianza ilimitada en su Divino
Amor. Cuando un alma se entrega así, Jesús lo
hace todo. Porque ve que esa alma es miserable e
incapaz de todo bien, y como la ve llena de buena
voluntad y desconfianza de si misma, se conmueve
su amante Corazón y la toma por su cuenta…
Busque mamacita, a Dios de esta manera y verá
que Dios se acercará a usted y la arrojará más
hondamente en el océano infinito de amor. Parece
que a Nuestro Señor le agrada mucho esto, pues
hace sentir su presencia al alma sensiblemente.
Abandonémosle todo, mamacita linda, a su
adorable Voluntad, y El todo lo hará, porque nos
ama infinitamente”.
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13. ES AMOR QUE SE SACRIFICA
“Jesús viene
con una Cruz, y
sobre ella está
escrita una sola
palabra que
conmueve mi
corazón hasta
sus más
intimas fibras
“Amor”. ¡Oh,
qué bello se ve
con su túnica
de sangre!”.
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15. “(…) la Pasión de Jesucristo es lo que mejor me hace
para mi alma: aumenta en mí el amor al ver cuánto
sufrió mi Redentor; al amor, al sacrificio, al olvido de
mí misma. Me sirve para ser menos orgullosa. Me
excita en la confianza de ese mi Maestro adorado,
que sufrió tanto por amarme. La confianza es lo que
más le agrada a Jesús. Si confiamos en el corazón de
un amigo que nos ama, ¿cómo no confiar en el
corazón de un Dios, donde reside la bondad infinita,
de la cual la bondad de las criaturas es una pálida
sombra? Desconfiar del corazón de un Dios que se
hizo hombre, que murió como malhechor en un cruz,
que se da en alimento a nuestras almas diariamente
para hacerse uno con sus criaturas, ¿no es un
crimen? (...) arrojémonos con nuestras faltas y
pecados en el abismo, en el océano de misericordia.
Jesús se compadece de nuestras miserias, conoce a
fondo nuestro pobre corazón; así pues, mamacita, no
tema, que el temor seca el amor”. 15
16. “(…) Hace tres días que estoy sumida en la agonía
de Nuestro Señor. Se me representa a cada
instante moribundo. Con el rostro en el suelo. Con
los cabellos rojos de sangre. Con los ojos
amoratados. Sin facciones, pálido, demacrado.
Tiene la túnica hasta la mitad del cuerpo. Las
espaldas están cubiertas de una multitud de
lancetas, que entiendo son los pecados. En la
paleta tiene dos llagas que permiten verle los
huesos blancos, y enclavados en los huecos de
estas heridas, lancetas que llegan hasta penetrar
en los huesos. En la espina dorsal tiene lancetas
que le duelen horriblemente, por ambos lados corre
la sangre a torrentes e inunda todo el suelo. La
Santísima Virgen está a su lado, de pie, llorando, y
pidiendo al Padre misericordia. Esta imagen la veo
con una viveza tal que me produce una especie de
agonía (…)”. 16
17. “No creas que porque
era Dios no sentía el
pesar que esto le
causaba. Era hombre
como nosotros, hombre
perfectísimo y, por lo
tanto, su corazón era
más pobre, más tierno,
más sensible que
ninguno, pues todo en
Él era divino, infinito”.
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18. ES AMOR QUE SE ENCARCELA
“[es] todo un Dios,
bajo las especies
de pan, y hasta la
consumación de
los siglos (…) amor
infinito (…) amor
no conocido (…)
amor no
correspondido”.
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19. “Nuestro Señor, en la oración, me
manifestó cómo Él había sido triturado por
nosotros y convertido en hostia. Me dijo
que para ser hostia era necesario morir a
sí misma (…) una hostia no tiene voluntad
propia, donde quiera la transportan. Una
hostia no ve, no oye, no se comunica
exteriormente sino con el interior (…)
Después me mostró como, a pesar de su
agonía en el altar, las criatura no lo
amaban, no reparaban en Él…se me
presenta a cada instante como agonizante.
¡Es horrible…! Me dijo lo acariciara, lo
besara, porque esto le servía de consuelo”.
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20. “Rodeemos su sagrario muchas veces al
día con el pensamiento. Él siempre nos
mira y ansía que le amemos, a pesar que
es un Dios. Él vive allí más pobre que en
Belén; más impotente está que cuando era
niño; no se puede valer por Sí mismo y Él
es la vida misma”.
“No sé lo que me pasa al contemplar a
Nuestro Dios desterrado en los
tabernáculos por el amor se sus criaturas,
las cuales lo olvidan y ofenden. Quisiera
vivir hasta el fin del mundo sufriendo junto
al divino prisionero”.
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21. “Nuestro Señor tiene sed de nuestro
amor. Ha sufrido desde Belén hasta
el Calvario y se ha forzado cadenas
para vivir en el tabernáculo junto a
nosotros. ¿No tendremos un poquito
de amor para este Divino Mendigo?”.
“(…) al ver que Jesús vive y vivirá allí
hasta el fin de los siglos en continua
agonía y abandono, me dan deseos
de constituirme en su compañera del
destierro a que por nuestro amor se
ha sometido”.
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