Quinta Semana de Cuaresma - C , Fr Julio González Carretti Ocd.
1. QUINTA SEMANA DE CUARESMA
(Ciclo C)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Is. 43,16-21: Prodigios del nuevo Éxodo.
En la lectura del profeta Isaías, nos presenta a Yahvé como
Redentor y Santo, títulos que lo definen (cfr. Is. 43,15). Israel
vive la opresión del destierro babilónico, son esclavos. Las
intervenciones históricas de Dios en el pasado son garantía
de la presenta acción salvífica, por lo mismo, hará justicia,
una justicia redentora. Se abre la memoria histórica, la
liberación presente es una prolongación, profundización del
primer Éxodo (cfr. Ex.12-15; 14,15-31). El profeta nos dice
ahora que todo eso se olvidará, cuando contemplemos lo que
está Yahvé por hacer por su pueblo: un nuevo éxodo, más
glorioso todavía que el primero. El mismo Dios que preparó
el camino desde Egipto a la tierra prometida, abrió caminos
en el Mar Rojo, ahora prepara nuevamente la vía a su pueblo
desde el cautiverio babilónico su tierra Israel, prepara ríos en
2. el desierto, transforma una realidad de muerte en una
realidad de vida nueva (vv. 18-19; cfr. Is.35, 6-7; 41,18-19;
Ex.17,1-7). El símbolo del agua derramada por Yahvé sobre
el pueblo vencido, sobre la imagen del desierto y el yermo,
hablan de la transformación realizada por Dios en su pueblo.
Puestos en camino, el pueblo redimido, en la senda y camino
de regreso, se convierten en símbolo, también ellos, de la
acción liberadora de Dios, lo que provoca el reconocimiento
de las naciones devastadas, representadas por los chales y
avestruces (v.20). El pueblo nacido y guiado por Yahvé canta
las alabanzas de su Redentor y Salvador. En Cristo, Dios
Padre, todo lo hace nuevo (cfr. 2Cor. 5,17; 1Pe 2,9; Ap.21,5),
en quienes renovados por el Evangelio se convierten en sus
discípulos y misioneros.
b.- Flp. 3, 8-14: Todo lo estimo pérdida comparado con
Cristo.
El apóstol Pablo, presenta el ideal de la vida cristiana: el
conocimiento de Cristo, por vivir en Cristo. Lo que se
consigue con la participación en su revivir su misterio pascual
de muerte y resurrección (cfr. Rm. 6, 3-11; 2Cor. 3,18; 4,10).
Por este conocimiento ha dejado todo lo aprendido como
fariseo, al descubrir en Cristo la fuente de la verdadera
salvación (vv.2-7; cfr. 2Cor. 11,22; Hch.22,3-5; Gal. 2,16; Col.
2,6-12). Pablo delante de la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, se coloca en la misma condición del pagano
que recién llega a la fe, puesto que la salvación no proviene
de la Ley (cfr. Rm.1, 17; Col.2,6). La fe cristiana es dinámica,
así como a él, Jesús lo alcanzó camino de Damasco, él
3. pretende alcanzar plenamente a Cristo, de ahí el movimiento
ascensional del cristiano hacia la perfección (v.12). Pablo en
un gesto de humildad confiesa no haber llegado a la
perfección, por eso sigue en carrera hacia la meta (v.14;
1Cor.9, 24ss). El cristiano impulsado por el Espíritu con el
conocimiento adquirido en el seguimiento de Cristo camina
hacia la vida eterna.
c.- Jn. 8,1-11: La mujer adúltera.
Este evangelio nos narra la suerte de una mujer sorprendida
en adulterio. Jesús después de predicar del agua viva (cfr.
Jn.7, 37-38), se retira a orar al Monte de los Olivos (v.1). El
pueblo vuelve a la mañana siguiente, para escuchar a Jesús
(v.2). Los fariseos y escribas, le traen una mujer sorprendida
en adulterio, la ponen en medio, entre Jesús y el pueblo
(v.3). Ellos la acusan, para desafiar a Jesús (vv.4-5); ellos
saben lo que manda la Ley, el adulterio era un pecado grave,
castigado con la muerte de lapidación (vv.5-6; cfr. Lv. 20,10;
Dt. 22, 22; 23,23s; Jn. 6, 30-31; 9,29); pero quieren poner a
Jesús frente a Moisés. El conflicto es fuerte y público, se
estamos ante un verdadero proceso judicial. El joven rabino
no sólo interpreta a Moisés, sino que es capaz de legislar
como él. Jesús no pronuncia sentencia contra la mujer, no la
condena, escribe en el suelo, se da tiempo para dar una
respuesta sensata y rescatar a la mujer de la muerte.
Inclinado sobre el hombre, no ha venido a condenar sino a
salvar. Dado que los fariseos insisten, Jesús se levanta,
restableciendo el diálogo, apela a la conciencia de los que
acusadores, ejecutores de la sentencia, y proponiendo que
4. quien esté libre de pecado, lance la primera piedra (v.7; Lev.
24,1-16; Dt.13,10; 17,2-7). Jesús no desconoce la culpa de la
mujer, pero la exhorta a no volver a pecar (v.11). Toda una
llamada a no convertirse en jueces del pecador, sino mirar el
propio pecado, del que nadie está libre. Su palabra salvó una
vida (cfr. 3,17; Lc.19,10); es la misión de Jesús, signo de la
llegada del Reino de Dios entre los hombres y mujeres
pecadores hoy en su Iglesia.
Teresa de Jesús, cuan agradecida de Dios estuvo siempre,
del amor y delicadeza, con que Jesús trató a la mujer en su
tiempo y hoy en su Iglesia. “Pues no sois Vos, Criador mío,
desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que
os suplican; ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el
mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con
mucha piedad. Cuando os pidiéremos honras, no nos oigáis,
o rentas, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para
honra de vuestro Hijo, ¿por qué no nos habéis de oír, Padre
eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No
por nosotras, Señor, que no lo merecemos, sino por la sangre
de vuestro Hijo y sus merecimientos.” (CV 3,7).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Dan. 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62: Susana y el juicio de
Daniel.
5. En la primera lectura, tenemos la consagración de Daniel
como profeta, cuando interviene con la ayuda de Dios y juzga
sobre una situación de injusticia. La justicia en un juicio, era
signo de fidelidad a la Alianza, faltar a ella o desconocerla,
era una ofensa a Dios (v.41; cfr. Ex. 33,1-9; Is.1, 17. 23; Jr.
5,28; 21,12; 22,3; Jb. 29,12-14; Pr. 24,11-12; Ez. 22, 27.29).
Pero sabemos que la justicia de los hombres, se equivoca, si
la pasión ciega el veredicto; sólo Dios conoce lo que hay en el
corazón de los hombres. “Entonces Susana gritó fuertemente:
Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo
conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado
contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber
hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.” (vv.
42-43; Sal. 32, 13-15; Pr.15, 28). Dios interviene con su
infinita sabiduría, despierta el espíritu del joven Daniel, y
manifiesta que por sobre el juicio de los hombres, está el
juicio de Dios representado por el ángel (vv.46.59; cfr. Sal.
57,12; Jb.19, 29; Mal. 2,17). Los culpables, los dos ancianos,
reciben su propia condena, y todos alaban a Dios que salva a
los que confían en su juicio (vv.60-62; cfr. Sal.36, 39; 106,13).
Encontramos el triunfo de la pureza y castidad por sobre la
maldad humana. El relato con todos los detalles son una
preciosa joya de la literatura hebrea donde se exalta la virtud
de la castidad matrimonial y de la fidelidad a la Ley de Yahvé.
Preludio de Jesucristo, Justo Juez (cfr. Is.11, 3; Jr.23, 5),
que salvará a hombres y mujeres del juicio falible de los
hombres.
b.- Jn. 8, 12-20: Yo soy la luz del mundo.
6. En este evangelio, Jesús se declara, la Luz del mundo,
durante de la fiesta de las Tiendas (v.12), y luego se entabla
una discusión con los judíos acerca del testimonio de sí
mismo (vv.13-20). Luz que alumbra a todo aquel que quiera
seguir a Jesús en forma personal. En el AT, encontramos
símbolos que nos hablan de Dios como Luz: la nube luminosa
que acompaña a Israel por el desierto (Ex. 13, 21), la
Sabiduría (cfr. Sb. 9,1-6; 18,1-4), que invita a los hombres a
su banquete y el Siervo que sufre está llamado a ser luz de
las naciones (cfr. Is. 42,6; 49, 6). El símbolo de la luz,
acompañó siempre a la figura del Mesías en la mentalidad
profética (cfr. Is.9, 1-2; 42,6; 49,6; 60,3; Mal.4,2). Si antes
Jesús se manifestó como agua, ahora lo hace como Luz (cfr.
Jn. 7, 37-39; Mt. 4, 14; Lc. 1, 78; 2, 32). La imagen del agua,
expresa el mensaje y la obra salvadora del Mesías: caminar a
su vera, significa, vivir, ser y obrar a su luz. Mundo, equivale a
hombres, que ÉL saca de las tinieblas, a la luz de una nueva
vida. Esta metáfora se puede equiparar a las referidas a la
vida (cfr.Jn.1, 14; 4,14; 6, 35; 10,10; Ap. 21,6; 22,14). En un
segundo momento, Juan nos presenta el discurso sobre el
testimonio que Jesús da de sí mismo y que los judíos
cuestionan. La verdad el testimonio de Jesús se encuentra en
su origen: viene del Padre, es su Enviado, y regresa al Padre,
con los que crean en ÉL. Los testigos que apoyan a Jesús
son el Padre y sus obras (cfr.Jn.5, 36; 10,25; Dt. 17,6; 19,15;
Nm.35, 30). Él es el único que conduce a los hombres al
Padre, porque conoce a Dios, es su Padre, se identifica con
ÉL y Dios con ÉL (cfr. Jn. 8, 19). Esta experiencia de luz que
es vida, suscita en quien se adhiere a Cristo, la actitud de
7. obrar como ÉL. El cristiano se sumerge más y más en el
misterio de Jesús, Hombre y Dios verdadero, que se traduce
en comunión íntima y vital con EL, pero como ÉL, con y en el
Padre (cfr. Jn. 8, 8). Con ese trasfondo de la fiesta de las
Tiendas, los candelabros de oro despedían luz que recordaba
el paso de Israel por el desierto, a cuyo alrededor se bailaba,
cantaba, y la alegría acompañaba estas fiestas. En la
comunidad eclesial, los cristianos, con la unción del Espíritu y
su acción pueden no sólo adherirse a Cristo en el Bautismo,
sino ser testigos, luz en su ambiente (cfr. 1Jn. 2, 27; Mt.5,14).
La invitación que nos hace Jesús es en esta Cuaresma es a
conocerle más; la inclusión del evangelista al decir, que su
discurso Jesús lo hizo en el lugar donde estaba el tesoro del
Templo, en la nueva economía Jesús es el verdadero templo
de Dios y el verdadero tesoro: Luz que es vida para los
hombres.
Teresa de Jesús, paso de las tinieblas a la luz después de su
famosa conversión. “No puedo entender qué es lo que temen
de ponerse en el camino de la perfección. El Señor, por quien
es, nos dé a entender cuán mala es la seguridad en tan
manifiestos peligros, como hay en el andar con el hilo de la
gente, y cómo está la verdadera seguridad en procurar ir muy
adelante en el camino de Dios. Los ojos en El y no hayan
miedo se ponga este Sol de Justicia, ni nos deje caminar de
noche para que nos perdamos, si primero no le dejamos a
Él.” (V 35,14).
MARTES
8. Lecturas bíblicas
a.- Num. 21,4-9: La serpiente de bronce.
El pueblo atraviesa el desierto, lugar vasto donde sufren
hambre, sed y el ataque de enemigos como las serpiente y
los escorpiones (cfr. Dt. 8, 15; Is. 14, 29; 30,6). El pueblo se
queja por el maná, lo llegan a despreciar, las serpientes
abrasadoras son un castigo divino (v.5), mueren muchos en
el camino (cfr.1Cor.10, 9). La intención de Dios es que el
pueblo recapacite y confíe en ÉL. En tanto el pueblo pide a
Moisés que interceda por ellos, reconoce su pecado, y él lo
hace: “Y dijo Yahveh a Moisés: Hazte un Abrasador y ponlo
sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire,
vivirá. Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un
mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba
la serpiente de bronce, quedaba con vida” (vv.8-9). Dios
perdona a su pueblo Israel, el signo de la serpiente de
bronce, se convierte en signo salvador. La serpiente en la
antigüedad, e Israel no es la excepción, creía en los poderes
curativos de la serpiente, símbolo de la fertilidad. La historia
que escuchamos hoy tiene resabios de la cultura cananea,
que un tiempo incluso, a se le dio culto en el templo de
Jerusalén, hasta que Ezequías en su reforma mandó destruir
un ídolo que la representaba (cfr. 2 Re.18, 4). La serpiente en
el relato, es Providencia de Dios y salud de Dios para su
pueblo en el desierto. El símbolo mira a Dios como fuente de
salud y bondad, para quien contempla la serpiente de
bronce y que supera al castigo impuesto por el mismo Dios
por las quejas del pueblo. El símbolo de muerte y de vida
9. como es la serpiente de bronce nos habla también del Juicio
y la misericordia que prevalece en el obrar de Dios. Todo
gracias a la intercesión de Moisés su siervo, que temeroso
sube al monte a dialogar con Yahvé, trayendo vida para
Israel.
b.- Jn. 8, 21-30: Cuando levantéis al Hijo del hombre,
entonces sabréis quien Yo soy.
Si Jesús se ha proclamado luz del mundo, ha sido para que
los hombres lo sigan; cuando se marche, los hombres lo
buscarán, pero no lo podrán encontrar, sin la adherencia a ÉL
no puede encontrar el camino, hacia donde va, que no es otra
cosa que cumplir la voluntad el Padre en su misterio pascual.
En Juan, la revelación del Padre la encontramos en Jesús,
envuelta en el velo de su carne (cfr. Jn.1, 14); misterio que
mientras se abre a la fe del creyente, divide a los hombres.
Jesús se manifiesta como expresión nítida de la voluntad del
Padre, lo ha visto y oído, por eso actúa como lo hace. Sin
embargo, el lenguaje es enigmático, su venida, su regreso al
Padre, su origen y destino, su envío y misión, mientras para
unos sus palabras son incomprensibles, para otros, es
claridad para su fe inicial en Jesús (vv. 22-23). Pero si no
creen en ÉL, no lo pueden seguir, el pecado, es la razón de la
no adhesión a Cristo Jesús, es decir, oposición al plan
revelador de Dios. Morirán en su pecado, si no creen en
Jesús, en “Yo soy” (v. 24). ÉL hace presente a Yahvé, lo
invade con su presencia amorosa, se halla en ÉL,
contemplamos en Jesús al Padre. Los fariseos preguntan:
“¿Quién eres tú?” (v. 25), Jesús se remite a su experiencia de
10. Hijo, el Padre en ÉL se muestra veraz y que no lo abandona
jamás; lo conforma en que siempre hace lo que le agrada.
Ante sus dudas les remite a la respuesta que será definitiva:
su Exaltación. “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre
entonces sabréis que Yo soy” (v. 28). Una Exaltación que se
refiere a la crucifixión, es decir, lo elevarán a la Cruz; camino
hacia la gloria del Padre. Su regreso, Resucitado y en su
Ascensión, confirmará que vino del Padre, y conocerán que
Yo soy. El evangelista habla que muchos creyeron en ÉL,
quizás siguieron su discurso, pero sabemos que Jesús los
conocía bien en su interior (cfr. Jn.2, 23-24). La adhesión que
quiere Jesús es total, es decir, creer que viene del Padre y
acercarse a ÉL como el Enviado de Dios, luz que alumbra
nuestro caminar para seguirle adonde vaya.
La Santa Madre nos invita a poner los ojos en Jesús, para
comprender que es Dios y que para gozarle debemos vivir su
mismo misterio pascual. “Poned los ojos en el Crucificado, y
se os hará todo poco” (7M 3,8).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Dan. 3,1.4-6. 8.12.14-20.24-25.28: Los tres jóvenes en
el horno.
Esta lectura de Daniel, describe la persecución que sufren los
judíos en tiempos de Antíoco IV (s. II a. C.; cfr.1Mac. 6-7),
enseña que la fidelidad a la Alianza, Dios la premia con el
11. triunfo de la fe sobre el mal. La virtud de los justos, es
probada por la persecución, dentro del gran misterio de la
batalla del bien con el mal, lo que alude a llegada del Reino
de Dios y al Juicio final, concebido como un parto doloroso.
Nabucodonosor, como Antíoco, en su tiempo, mandaron a los
judíos, bajo pena de muerte, adorar un ídolo: en el caso del
rey babilonio su propia estatua, mientras que Antíoco mandó
poner a Zeus en el templo de Jerusalén. Los tres jóvenes se
niegan y son condenados a muerte; brilla entonces la fe de
los justos en el poder de Dios, su testimonio vencerá al
perseguidor (cfr. Sal. 2,16-20.24; 5,1-6). Pero Dios los libra
de las llamas de fuego por la acción de su ángel, hasta que
finalmente, el rey Nabucodonosor confiesa su fe en el Dios de
Israel (v. 95). Se resalta la libertad interior del creyente, en
medio de la persecución, permanece libre en la verdad y luz
de la fe.
b.- Jn. 8, 31-42: Jesús y Abraham.
En este evangelio, encontramos la defensa y acusación que
hace Jesús contra sus adversarios, los fariseos, sus
acusadores. Se dirige a los que lo había seguido en su
exhortación, los que habían creído en ÉL, pero que lo
seguían con una fe débil, inicial, sin embargo, queda claro
que también había otros que no lo aceptan, es más, quieren
matarlo (vv.31.37.40). Las palabras de Jesús develan la
libertad con que Jesús habla que conduce a la fe en ÉL, si
aceptan su palabra, libertad verdadera del pecado, y una fe
que va más allá de ser hijos de Abraham por motivos de raza,
sino ser creyentes y justos. Se trata de ser hijos de Dios por
12. la fe en Cristo Jesús. A aquellos que lo aceptan les pide que
permanezcan en su palabra, es decir que mantengan una
comunicación vital con ÉL. Permanecer es mantener la
aceptación de su persona, como algo vital para el discípulo;
sólo así se conoce la verdad y gusta la verdad, que lleva o
converge en la libertad. La muerte ya no tiene domino sobre
el discípulo, porque vive la experiencia de la salvación. Ellos
se sienten libres porque son descendencia de Abraham, se
sienten orgullosos de ser el pueblo escogido por Yahvé, sin
embargo; Jesús les reconoce ser descendientes del patriarca
Abraham, pero no poseen su espíritu, por eso no lo
reconocen a ÉL. Jesús habla lo que ha visto y oído a su
Padre, por ello desenmascara a sus adversarios, diciéndoles
que, el patriarca jamás hubiera querido eliminarlo;
argumentan que no son hijos de la prostitución, tienen un
Padre, (cfr. Os. 1,2; Ez. 16, 44), Abraham no es su padre,
sino Satanás (cfr. Jn. 8,44). El presumir ser hijos de Abraham,
es una certeza tan infundada como ser libres. Todo el
discurso se centra en la comunión plena con Dios y con
Jesús, rechazar a Jesús, su persona y mensaje, es rechazar
a Aquel que lo envió (cfr. Jn. 1, 11). La verdad y la libertad,
como el amor, son atributos de Dios, que provienen de ÉL,
quien acoge a Jesús, como verdad del Padre, ama sus
palabras y obras. En esta Cuaresma de la Misericordia,
acojamos Jesús, única verdad del Padre, que vino del cielo
para que el hombre participe de esa categoría de ser hijo de
Dios.
Teresa mujer que luchó por la libertad interior, como espacio
para el crecimiento humano y cristiano del orante, que no nos
13. espante la verdad de lo que somos, para aceptarla con amor
y libertad de espíritu. “Si quiere ganar libertad de espíritu y no
andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la
cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor, y con
el contento que anda y el provecho que saca de todo; porque
ya se ve, que si el pozo no mana, que nosotros no podemos
poner el agua. Verdad es que no hemos de estar
descuidados, para que cuando la haya, sacarla; porque
entonces ya quiere Dios por este medio multiplicar las
virtudes.” (Vida 11,17).
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Gen. 17, 1-9: Alianza de Dios con Abraham.
La primera lectura nos habla de la alianza de Dios con
Abraham, según la versión sacerdotal. Es en el destierro
babilónico, cuando Israel y la alianza parecían
completamente en el olvido. Serán los círculos sacerdotales,
quienes confirmarán la Alianza de Dios con su pueblo y con
toda la humanidad en la persona de Abraham, quien fue
padre de muchos pueblos porque creyó en la palabra de
Dios. Esta Alianza presenta una teología cimentada en una fe
inquebrantable en la voluntad de Dios de establecer con
Abraham, una Alianza para siempre con su pueblo. Este texto
revela la decadencia en que había caído el compromiso del
pueblo con Dios, durante el destierro. Son los autores, los
sacerdotes que con una fe verdaderamente admirable hacen
14. revivir la fe: Dios, es siempre fiel a la alianza que ÉL hizo con
Abraham y su descendencia para siempre. Los hombres
pueden romper la Alianza, Yahvé no. Todo un canto a la fe
teologal de Abraham, pero principalmente en el pacto que
Dios realiza con cada creyente.
b.- Jn. 8, 51-59: Antes de Abraham existo yo.
El evangelio, nos presenta el final del diálogo de Jesús con
los judíos. La vida eterna, enseña Jesús, se obtiene de
observar su palabra, hacerla propia, y realizar sus exigencias,
es decir, el creyente no conocerá la muerte (v.51). Jesús los
declara hijos del diablo, mientras ellos lo acusan de tener un
demonio; estar loco (v.52; cfr. Mt. 8, 44. 48-49). ¿Cómo
puede Jesús ofrecer vida eterna, si Abraham y los profetas
murieron? ¿Por quién se tiene Jesús? (v.53). Jesús no busca
su propia gloria, como Enviado del Padre, Dios lo glorificará
cuando llegue su Hora; intervendrá de tal modo que le
devolverá su gloria (v.54). Los judíos entonces reivindican la
paternidad del único Dios verdadero, pero no lo conocen
como lo conoce ÉL. No conocen a Dios, porque no reconocen
al Hijo y no aceptan su palabra, mientras que Jesús sí
conoce al Padre (v.55). Jesús afirma que Abraham, se
regocijó pensando en ver el día de Jesús, en cambio, ellos no
lo reconocen, quieren matarle (v.56; Gn. 24,1; Am.5,18). Los
judíos le preguntan: cómo siendo joven, podía haber visto a
Abraham, Jesús no había dicho que lo había visto, sino que el
Patriarca había visto los días de Jesús: “Jesús les respondió:
En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham
existiera, Yo Soy.” (v. 58; Jn.1, 1-18). Jesús trasciende el
15. tiempo, existía antes del tiempo del Patriarca, ÉL ya existía.
Esta declaración le ganó a Jesús el título de blasfemo y sus
adversarios aplican la ley reservada a los blasfemos (v.59;
cfr. Lev. 24,16). Por ser la Vida le quieren matar, pero no ha
llegado su Hora, señalada por el Padre (cfr. Jn. 7, 30),
donará su vida sólo porque Jesús lo quiere. Su resurrección
será su retorno glorioso al seno del Padre. Mientras tanto, se
retira, el tiempo sigue a la luz, se recoge en ÉL.
S. Teresa de Jesús buscó el conocimiento de Cristo, Verdad
y Vida para el cristiano, y por ello su vida mística, la mejor
respuesta de Dios a sus anhelos. “Quedóme una verdad esta
divina Verdad que se me representó, sin saber cómo ni qué,
esculpida, que me hace temer un nuevo acatamiento a Dios,
porque da noticia de Su majestad y poder de una manera que
no se puede decir: sé entender que es una gran cosa.
Quedóme muy gran gana de no hablar sino cosas muy
verdaderas, que vayan delante de lo que acá se trata en el
mundo, y así comencé a tener pena de vivir en él. Dejóme
con gran ternura y regalo y humildad; paréceme que, sin
entender cómo, me dio el Señor aquí mucho… entendí el
gran bien que hay en no hacer caso de cosa que no sea para
llegarnos más a Dios, y así entendí qué cosa es andar un
alma en verdad delante de la misma Verdad. Esto que
entendí es darme el Señor a entender que es la misma
Verdad.” (CV 40,3).
VIERNES
16. Lecturas bíblicas
a.- Jr. 20,10-13: Confesiones de Jeremías.
Jeremías, nos introduce en sus confesiones, en sus crisis
interiores. Le acechan las amenazas exteriores, persecución
y odio a muerte. El pueblo se burla de él, remedan sus
palabras, sus anuncios de desgracias; los de su pueblo, sus
parientes, intentan matarle, sus amigos conspiran, le espían
acechando un traspiés suyo (v.10; Jr.6, 25; 11,18; 12,6; 20,3;
46,5; 49,29), esperan verlo caído, para acabar con su vida.
En tan amarga soledad, el profeta reconoce que Yahvé está
con él, confianza total, a quien ha confiado su causa, como a
campeón poderoso (v.11; cfr. Sal. 9,14ss; 16; 30,15ss). Esta
misma confianza en su justicia, espera en Yahvé, Juez de lo
justo, la derrota, la impotencia, la vergüenza, la confusión
inolvidable, la venganza que sufrirán sus enemigos (v.12). En
sus palabras se refleja la justicia distributiva y la retribución
terrena, tan propia de ese ambiente judío del AT. El profeta
sale de su situación y pide alabar a Yahvé por sus obras,
porque él se convierte en testigo eximio de cuanto Dios ha
hecho en su vida, desde la tribulación germina la confianza
absoluta en que Dios no lo abandonará. El cristiano habiendo
vivido el misterio pascual de Cristo, espera confesar su fe en
Dios (cfr. Mt.10, 26-33; Jn.10,38), con su testimonio.
b.- Jn. 10, 31-42: Jesús se declara Hijo de Dios.
Por segunda vez, los judíos quieren apedrear a Jesús, por
declarar su unidad con el Padre, siendo hombre, pretende ser
igual a Dios, sus palabras suenan a blasfemia para los que no
17. creen, y salvación para quienes se abren a la fe (v.33). Es el
misterio de la “Palabra hecha carne” (Jn.1, 14), en la persona
de Jesús, sus palabras y obras. Cuando cita las Escrituras y
menciona a los “dioses” se refiere a los Jueces,
representantes de Yahvé, los príncipes ante el pueblo, a
quienes se dirigió la palabra de Dios (vv.34-35; cfr. 2Cro.
19,5-7; Sal. 82,6). Si la Ley llamó “dioses” a quienes vino la
palabra de Dios, cómo pueden llamarle blasfemo a Jesús,
cuando se declara “Hijo de Dios” (v. 36). Los judíos no tienen
derecho de apedrearle. La Escritura no podía ser
quebrantada, invalidada (cfr. Jn.7, 23; 24, 35; Hb. 4,12). Un
segundo argumento al que Jesús recurre, es el de las obras,
creer en ellas, aunque no crea en ÉL, pero dejando claro que
ellas corresponden a las obras que el Padre quiere que
realice. Si creen entonces reconocerán que el Padre obra en
Él, y por lo mismo, Él está en el Padre (V.38). De esa
profunda comunión de Jesús con su Padre, nace la
conciencia de saberse Enviado. ÉL se convierte en el espacio
donde Dios Padre encuentra su expresión, su verdadero
templo es Jesús por la comunión en que viven. Como no
había llegado su Hora, Jesús se les escapó. Finalmente, se
concientizan que todo lo anunciado por Juan Bautista sobre
Jesús, era verdad. “Y muchos creyeron en él” (v. 42). Serán
siempre las obras nacidas de la fe en ÉL, las que hablen del
grado de intimidad que se nos ha concedido abriéndonos al
misterio de comunión con el Padre y el Hijo. Creamos en
esa unidad del Padre y del Hijo, que es vida eterna para
nosotros y Jesús propone en esta Cuaresma para seguir el
camino hacia la Pascua.
18. Teresa de Jesús vive esa comunión con el Padre y del Hijo,
como comunión de salvación y gracia de la misericordia
divina. “Una vez acabando de comulgar, se me dio a entender
cómo este santísimo Cuerpo de Cristo le recibe su Padre
dentro de nuestra alma, como yo entiendo y he visto están
estas divinas Personas, y cuán agradable le es esta ofrenda
de su Hijo porque se deleita y goza con El -digamos- acá en
la tierra; porque su Humanidad no está con nosotros el alma,
sino la Divinidad, y así le es tan acepto y agradable y nos
hace tan grandes mercedes….
Importa saber cómo es esto, porque hay grandes secretos en
lo interior cuando se comulga. Es lástima que estos cuerpos
no nos lo dejan gozar.” (Relaciones 57).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Ez. 37, 21-28: Judá e Israel en un solo Reino.
El profeta Ezequiel, nos presenta los temas de su doctrina
mesiánica, con el uso del símbolo para expresar su mensaje
al pueblo. Escribir los nombres de Judá y José o Israel en dos
leños y luego de atarlos, los lleva en sus manos (v.20). El
mensaje es claro: la historia de Israel desde los tiempos de
David, promete en nombre de Yahvé, la repatriación y la
unidad en la tierra prometida, bajo la égida de un nuevo rey
David. Fue este rey quien consiguió la unidad de Israel,
Salomón la conservó pero no la supo transmitir. Aparece
19. entonces el ideal teocrático, en el futuro habrá un solo reino,
tras el fracaso y fin de la monarquía, el cisma religioso, llevó
al destierro y a la dispersión (v.22; cfr.1Re.12; Is.11, 13-14;
Jr. 3,18; 23,5-6; Os. 2,2; Miq.2,12; Zac.9,10). El anuncio de
Ezequiel, no es sólo el anuncio de retornar a la unidad, sino
bajo la égida de un nuevo David, un único Pastor,
representante de Dios, tiempo en que no habrá división, fruto
del pecado y del desorden (v.22; cfr. Ez. 34,15-16; 45,7ss).
En esta repatriación, será esencial la purificación de toda
idolatría, preparación inmediata a la nueva Alianza, propia de
los tiempos mesiánicos, que creará un pueblo santo por la
fidelidad a la alianza, expresión de la voluntad de Dios (v.24-
26; cfr.Ez.11,19; 36,26-27; Is.62,12; Jr.31,32). Finalmente,
Dios asegura su presencia eterna en medio de su pueblo, enr
su santuario, más espiritual que echo de piedras (vv.27-28;
cfr. Ez.43,7). La Iglesia, es el nuevo pueblo, el nuevo templo,
sacramento universal de salvación, nueva morada de Dios.
b.- Jn. 11, 45-57: Las autoridades judías deciden la
muerte de Jesús.
Este evangelio nos presenta la intención del autor de ir
presentando la escena el final de su relato: el trágico de la
vida de Jesús (Jn.11-12). Teológicamente, nos enseña que
Jesús es dueño de su vida, querido por el Padre. Haber dado
vida a Lázaro, sería el motivo para acabar con Jesús, por ser
la Vida, deciden matarlo. Su muerte, no será la última
palabra, sino la Vida que viene de Dios. Son los signos que
hace Jesús, los que provocan la alarma de las autoridades,
como la regreso a la vida de Lázaro, las que deciden su
20. muerte inminente. Estos signos podían provocar en el pueblo,
un levantamiento a favor de Jesús, lo que provocaría la
intervención de la guarnición romana asentada en Jerusalén.
En el fondo, temían que las instituciones judías, en particular
el Templo, desaparecieran. Caifás teme que la fama de Jesús
y su magisterio, transformen profundamente la religiosidad de
los judíos. Sumos sacerdote y fariseos, pertenecían a los
saduceos, amigos de Roma, controladores de las fianzas,
especialmente del templo. El triunfo de toda clase de
movimientos mesiánicos, era su ruina, porque el poder
romano caería sobre ellos para sofocarlos y el fin de su poder
sobre la gentes. Sabemos históricamente que era Anás,
suegro de Caifás quien movía en las sombras todos los
poderes de la política, la economía del templo. Con ello el
evangelista nos presenta un sacerdocio, que depende del
poder romano. La profecía de Caifás, que propone la muerte
de uno, Jesús, es para que no perezca Israel o todo el pueblo
de Dios. Totalmente contraria, es la idea que nos presenta el
evangelista, que contempla la muerte de Jesús, como la que
restablece al pueblo de Dios, no solo a judíos, sino también a
todos los que crean en ÉL. La ruina y dispersión que las
autoridades de Israel quieren evitar, precisamente vendrá por
ese Uno, que morirá, pero esa misma muerte atraerá a los
pies del Crucificado a hombres y mujeres de todas partes a lo
largo de los siglos al Nuevo Israel de Dios para la Vida
eterna. Conocidos por Jesús, estos propósitos, decide
retirase al desierto; está próxima su Hora. Este ir al desierto,
mientras el pueblo sube a Jerusalén a purificarse, supone el
inicio de un nuevo éxodo, el de la Pasión. A ÉL lo podían
21. encontrar en el desierto, no en el templo; ya hacía tiempo
había Jesús iniciado su éxodo de las instituciones de Israel,
las había superado, ahora se va a iniciar la verdadera
purificación con su pasión, y entonces podrán encontrarlo los
que lo busquen.
Santa Teresa de Jesús, no duda un instante en vincular el
misterio pascual de Cristo con la presencia real de Cristo en
la Eucaristía. Estar junto a Cristo es siempre lo mejor. “Hele
aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos,
animando a los otros, antes que subiese a los cielos,
compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no
parece fue en su mano apartarse un memento de nosotros.
¡Y que haya sido en la mía apartarme yo de Vos, Señor mío,
por más serviros! Que ya, cuando os ofendía no os conocía;
¡mas que conociéndoos, pensase ganar más por este
camino! ¡Oh, qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece
iba sin camino, si Vos no me tornárais a él, que en veros cabe
mí, he visto todos los bienes.” (Vida 22,6).
P. Julio González C.