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ANJHONY ROBBINS
JOSfPH McCHNDON 111
TOMA VA fl CONTROl Df TU VIDA
Y AVAN~HACIA TUS MAYORfS SUfÑOS
M~MOPOTENCIAL
Poder Sin Límites de Anthony Robbins ha guiado a millones
de personas a lo largo del camino que lleva hacia el poder y el
éxito. Desde su publicación, Poder Sin Límites ha llegado a
ser un bestseller a nivel internacional, del cual se han vendido
millones de ejemplares. Robbins ha publicado, además de éste,
otros dos bestsellers que han llegado a ser número uno en ventas,
Controle su Destino y Pasos de Gigante. Y ha vendido más de
50 millones de audios formativos y motivacionales. Ahora,
en Desata tu Poder Ilimitado, Robbins y su socio y amigo de
tantos años Joseph McClendon III, una verdadera autoridad en
la comunidad afroamericana y entrenador jefe de la Robbins
Research Internacional, abordan las necesidades específicas en
busca del conocimiento, coraje, éxito y una mejor calidad de vida.
Robbins y McClendon proporcionan en este libro la inspiración
y las herramientas necesarias para ayudar a los lectores a superar
cualquier obstáculo social o personal, o cualquier condicionante
cultural que pudiera impedirles disfrutar la vida que esperan.
Paso a paso, Robbins y McClendon muestran como reprograrnar
la mente en minutos para con ello eliminar miedos y fobias,
alimentar el cuerpo con salud y energía renovados, mejorar
en gran medida las relaciones y llegar a ser un comunicador
convincente. Empleando las técnicas más avanzadas en el
mundo de la superación personal, aprenderás:
Los siete estados del éxito.
Cómo modelar y duplicar el éxito de los demás.
Las cinco claves para lograr la riqueza y la felicidad.
Cómo determinar tus valores fundamentales.
Cómo resolver conflictos internos que son el origen del auto-
sabotaje y de otros comportamientos destructivos.
Desata tu Poder Ilimitado, además contiene un revolucionario
programa para lograr el buen estado físico de la mente, el cual ce
permitirá descubrir lo que realmente quieres y ce mostrará cómo
conseguirlo,
( Con Desata cu Poder Ilimitado, Anthony Robbins y Joseph
McClendon III han escrito un libro único y dinámico que te
proporcionará un programa para conseguir un éxito increíble en
todas las facetas de tu vida.
SÍ. TÚ PUEDES SER. HACER. TENER. Y CONSEGUIR
TODO LO QUE QUIERAS EN LA VIDA
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN POR ANTHONY ROBBINS 11
PARTE 1
CÓMO SE MODELA 1A EXCELENCIA HUMANA 19
1. La elección humana 21
2. La mercancía de los reyes 49
3. La fórmula esencial del éxito 65
4. La diferencia que marca la diferencia 87
5. El poder de nuestro estado 105
6. El nacimiento de la excelencia:
La creencia 125
7. Las siete mentiras del éxito 145
8. Dominar tu mente:
Cómo dirigir tu cerebro 165
9. La sintaxis del éxito 1 l
10. Como detectar la estrategia de alguien 213
11. Fisiología:
El camino de la excelencia 241
12. El alimento de la excelencia 259
PARTE IILA FÓRMULA DEL ÉXITO DEFINITIVO 285
13. Acabar con las limitaciones:
¿Qué es lo que quieres? 287
14. El poder de la precisión 307
15. La magia de la relación 327
16. Distinciones de la excelencia:
Meraprogramas 347
17. Como tratar la resistencia
y resolver problemas 371
18. Redefinición del marco:
El poder de la perspectiva 385
19. Anclarse a sí mismo en el éxito 407
PARTE lll
EL LIDERAZGO: EL DESAFÍO DE LA EXCELENCIA 437
20. Jerarquías de valores:
El criterio definitivo del éxito 439
21. Las cinco claves de la riqueza y la felicidad 447
22. La creación de las tendencias:
El poder de la persuasión 469
23. Vivir la excelencia: El desafío humano 495
SOBRE LOS AUTORES 511
Sobre las empresas de Anthony Robbins 519
La fundación Anthony Robbins 523
AGRADECIMIENTOS
C
uando
llegó la hora de expresar mi más profundo agra-
decimiento a aquellos que contribuyeron en este pro-
yecto con su preciado apoyo, fuerza, sugerencias, y
trabajo duro, me surgió una lista inacabable. Comprendí que,
debido a la naturaleza de este libro, cada persona que he tenido
el privilegio de llamar amigo ha contribuido de un modo u otro
en mi desarrollo y, por tanco, en el desarrollo de este libro. A
todos aquellos que nombro en la siguiente lista, por favor per-
mitidme daros mi profundo agradecimiento de todo corazón
por crear un medio en el cual he sido capaz de aprender y crecer.
A aquellos que no he mencionado, por favor, sabed que valoro
vuestra amistad y presencia como uno de los mayores regalos
de mi vida.
Gracias, en primer lugar, a la mejor familia del mundo - mamá,
papá, Ava, Anita, Lisa, Nick y Rudee - por ir empujándome
a través de la vida y por creer en mí. Muchas gracias también
a Deena Banks, Karen Rish, Vicki St. George , y la pandilla
de Just Write (Simplemente Escribir) por ayudarme a hacer
solamente eso - i simplemente escribir! A Laura Kalb, Veronique
Boss, Marina McPherson, Pam Hendrickson, Deb Hinz, Lisa
Bell, y a todos los trabajadores de la RRI por hacer lo imposible
por atender mis constantes llamadas. A Dominick Anfuso, Ana
DeBevoise, Bob Asahina, y Cassie Jones por su paciencia y
por creer en este libro. A Sam Georges por su gran sentido del
humor, su amistad, y su profunda sabiduría; tú sí eres realmente
el maestro de las preguntas. A Bill Stafford por creer en mí a
pies juntillas. A Violer Farley por tu maravillosa perspicacia.
A Terry Schmidt por tu maravillosa habilidad para conducir.
A mi gran amigo John Lewis Parker y tu familia por vuestra
compañía y sabiduría. A Danny Harris por tu imaginación. A
Jeff Joseph por tu amistad y tu rápida comprensión. A Rich,
John, y James por soportarme en mis agobios y permitirme dar
los mayores portazos que jamás he dado. A la señorita Sonia
Satra por su inspiración y su fe en mí. A Kerrie Pohn, Alvin,
y Lumpy por tolerar mis constantes dudas a altas horas de la
madrugada. A Greg Gibson por sus respuestas a mis dudas
lingüísticas. A Lloyd Duplechan, Alan Slacer, Jim Sergeant,
Houston Houston, Chris Houston, Brian Beeler: vosotros
chicos, sois los mejores. A Lori Trehan por todas esas horas de
debates y de íntimas confesiones. A Debra Russell por su cariño
y amistad a lo largo de los años. A Albert Saab: a ti, el hombre.
Y por último, aunque no por ello menos importantes, a mis
queridos amigos, Tony y Becky Robbins, por vuestro cariñoso
apoyo y eterna amistad.
INTRODUCCIÓN
POR ANTHONY ROBBINS
D
urante casi dos décadas, me he dedicado a buscar qué
es lo que nos permite tener una extraordinaria calidad
de vida. Siempre me he sentido fascinado (casi obse-
sionado) por el deseo de comprender las fuerzas que nos llevan
a hacer lo que hacemos, pensar lo que pensamos, amar lo que
amamos, y odiar lo que odiamos. ¿Cómo es que algunos indi-
viduos, cuando se enfrentan con injusticias y abusos sociales
extremos, superan estas condiciones y se convierten en almas
de inspiración - actuando a niveles que exceden con creces las
expectaciones de cualquiera y consiguiendo un extraordinario
éxito, gozo y felicidad - no sólo para sí mismos sino para todos
aquellos que tienen el privilegio de estar en contacto con ellos?
¿Cuál es la causa de que ciertas personas sepan sacar algo posi-
tivo de las tormentas que cruzan su vida y sean capaces de in-
fluenciar positivamente a sus familias, amigos, y comunidades?
Cuando estudié la historia de los Estados Unidos por primera
vez, me sentí avergonzado al descubrir que nuestro país había
creado una Declaración de Independencia para asegurar la li-
bertad de todos, sin embargo había negado esta libertad a un
gran sector de sus ciudadanos. A través de su omisión en mu-
chos campos y de una patente exclusión, los afroamericanos
fueron considerados como menos importantes y se les negaron
los mismos derechos que a otros que no compartían sus raíces
y su color de piel.
Es alentador ver ahora a tantos hombres y mujeres de color,
muchos de los cuales he tenido el honor y privilegio de conocer
y pedir consejo, que han cruzado la barrera del color y hoy dan
forma a nuestra cultura y a las experiencias que nos permiten
pensar y sentir con un nivel más profundo de conocimientos y
de pasión. A nuestro mundo le han dado forma personas como
Quincy Jones, un hombre procedente de un barrio pobre cuya
familia tuvo literalmente que comer ratas para sobrevivir y que
durante cincuenta años ha sido el corazón, el alma, y un de-
cano de la música americana. Oprah Winfrey es el icono de
la televisión a diario; ella conecta cada día con los ciudadanos
americanos hasta el punto de haber llegado a ser una de las
mujeres más escuchadas, observadas y, sobretodo, más influ-
yentes del país. Creo que Nelson Mandela es una de las almas
más extraordinarias que existen en vida hoy en día. Tenemos
ante nosotros a un hombre que fue encarcelado y torturado
física, psicológica y emocionalmente durante veintisiete años,
y a pesar de todo mantuvo un nivel de dignidad y coraje que
desafiaba a cualquier abuso cometido contra él. Aquí tenemos
a un hombre que se negó a comerciar con su libertad a cambio
de la promesa de silenciar la injusticia, un hombre brillante de
principios inamovibles cuya visión es superada solamente por
su compasión. ¿Podéis imaginar la rabia que sentiríais sí fuerais
injustamente encarcelados durante más de un cuarto de siglo?
Debemos preguntarnos cómo puede cualquier ser humano ex-
perimentar algo así y no estar lleno de odio y de obsesión por la
venganza. Además, como sabemos hoy, este hombre ha proba-
do algo que somos capaces de hacer: ha dejado la rabia y las he-
ridas del pasado tras él para servir a la bondad y crear un futuro
para todas las razas de esta nación. Ha logrado con gran fuerza
de voluntad hacer todo lo posible para que esto ocurra - incluso
hasta el punto de nombrar a Frederick de Klerk, el hombre que
dirigió la nación y la ideología que instigó su condena, como
compañero en el gobierno.
Estas personas excepcionales y tantas otras a lo largo de la histo-
ria - desde Jesse Owens hasta Martin Luther King, Jr. - no son
solamente unos extraordinarios seres humanos, sino modelos
de conducta y mentores para todos nosotros sin tener nada que
ver con su herencia histórica. Sólo puedo imaginar el orgullo
que debe sentir todo afroamericano al saber que, en espíritu, la
sangre de estos y de otros muchos hombres y mujeres negros de
gran valor y distinción, corre por sus venas. Sé que comprende-
réis mi entusiasmo al compartir estas historias como un home-
naje a la fuerza y a la sabiduría de las personas que las vivieron.
En los dos años anteriores a la finalización de este libro, he vis-
to también como han surgido episodios menos nobles - entre
ellos, la paliza de Rodney King, los disturbios sociales como
resultado del juicio de aquellos policías, y la tensión racial pro-
vocada por el juicio de O.J.Simpson. A pesar de todo, en medio
de todo esto, el espíritu humano prevaleció y la magnitud de
nuestros héroes me volvió a asombrar una vez más al presenciar
el poder y la dignidad de la Marcha del Millón de Hombres de
1995. La imagen de tantos afroamericanos dirigiendo una im-
presionante manifestación pacífica de unidad sin precedentes,
me convenció más todavía del número de afroamericanos que
podrían acceder y utilizar las tecnologías de este libro. En estas
personas reconocí un apasionado sentido del propósito - un
sentido de increíble coraje y convicción - para crear un destino
de verdadera realización para sí mismos y para sus hijos, a pesar
del dolor y frustración del pasado. Esta candente convicción me
ha afectado mucho en la vida.
Mi propia obsesión por procurar hacer del mundo un lugar
mejor proviene del hecho de que una vez creí que la vida era
formidable; mi obsesión por la libertad viene del hecho de que
una vez no pude disfrutar de ella; mi obsesión por aprender, de-
sarrollarme y compartir los instrumentos para cambiar vienen
del hecho de haber sentido personalmente el dolor de lo que me
pareció un total injusticia y falta de humanidad.
Todos necesitamos una cierta cantidad de dolor o falta de sa-
tisfacción para obligarnos a nosotros mismos a procurar cam-
biar. Un día me di cuenta que el comportamiento que estaba
demostrando estaba muy lejos de la persona que yo realmente
llevaba dentro; estaba viviendo una vida de hostilidad, falta de
esperanza y odio hacia mí mismo. Fue fuera de ese dolor donde
finalmente empecé a convertir esa rabia en poder - el poder de
moverme hacia delante, el poder de centrar mi vida en buscar
soluciones. Desarrollé un inamovible propósito de crear liber-
tad para mí mismo y para todo aquel que estuviera a mi lado.
Encontré modelos de conducta en cada una de las facetas de mi
vida en las que necesitaba mejorar, aprendí las acciones espe-
cíficas que llevaban a conseguir los resultados que yo quería, y
desarrollé esas acciones. Realicé el cambio que hoy me permite
sentirme profundamente realizado e intensamente encaminado
en la dirección correcta - agradecido pero sin ser complaciente.
Mi historia continúa para obligarme e inspirarme.
En 1984, a la edad de veinticuatro años, escribí mi primer libro,
Poder Sin Límites. Fue el principio de un trayecto que ahora me
ha dado el privilegio de compartir estas herramientas con más de
millón y medio de personas de casi todos los ámbitos de la vida.
He conseguido llegar a todos los niveles socioeconómicos; he via-
jado por el mundo y he trabajado con algunas de las personas
de más éxito - desde el presidente de los Estados Unidos hasta
dirigentes de pequeñas comunidades locales, desde estrellas de la
NBA y actores de primera fila hasta los más inferiores trabajado-
res en pequeños negocios - genios empresariales y grandes hom-
bres de negocios que han ganado más de medio billón de dólares
en un día-y desde personas sin hogar que luchan por sobrevivir
hasta ciudades enteras que esperan lograr una mayor prosperidad.
Trabajo, personalmente y a través de los esfuerzos de la Funda-
ción Anthony Robbins, con jóvenes del interior de las ciudades,
que se enfrentan con los estragos provocados por la adicción a
las drogas, e incluso he trabajado con presos, enseñándoles a
recobrar la energía, a ser fuertes, a ser tan poderosos que nada
en este mundo - ni la falta de equidad, la injusticia, los retos, o
las circunstancias - puedan impedirles crear o llegar a ser lo que
quieran o quien quieran en la vida.
Sin embargo, diciendo esto, no pretendo saber lo que signifi-
ca ser negro. Nunca he sufrido el aguijón del racismo, o el frío
e insensible efecto de la discriminación. No hay modo de que
pueda ni siquiera empezar a comprender lo que es saber que
mis antepasados fueron asesinados, torturados y forzados, que
se les arrebató el poder de controlar y explotar lo que Dios nos
ha dado como un regalo de la vida. No, yo no sé lo que es ser
Negro - pero a través de los ojos y del corazón de uno de mis mas
queridos amigos, he tenido el privilegio de echar un vistazo a lo
que sólo puedo describir como un océano cristalino de posibi-
lidades que suspira porque esa hermosa gente Negra se sumerja
en él. Con la experiencia de este hombre he presenciado, a través
de sus emociones, los elementos de lo que podrían formar juntas
algunas de las piezas de un magnífico puzzle. Él me dio la bien-
venida a su mundo y compartió conmigo su corazón y su pasión
por marcar la diferencia.
Es verdad. No sé lo que es que alguien me juzgue por el color de
mi piel, pero comprendo lo que es superar tremendos obstácu-
los. Por mi propia experiencia y también por la de aquellos cuya
fuerza y voluntad admiro - entre ellos, mi queridísimo amigo y
entregado coautor, Joseph McClendon III - continúo sintién-
dome inspirado por lo que los seres humanos son capaces de
hacer y de llegar a ser cuando cambian dos cosas: sus creencias
acerca de lo que es posible y su estrategia para lograr lo que
valoran más en la vida.
Permitidme un momento para contaros algo sobre este extraor-
dinario amigo mío, Joseph McClendon III. Conocí a Joseph en
1986 cuando asistió a uno de mis seminarios en Los Angeles,
California. Aunque suene extraño, desde el momento en que
le conocí supe que seríamos amigos durante toda la vida. Se
suele decir que respetamos y admiramos en otros lo que valo-
ramos en nosotros mismos. Joseph tiene una pasión por vivir,
una preocupación por los demás y una capacidad para la ale-
gría y el gozo que llega al alma de todo aquel que conoce. Su
voluntad para ser y dar lo mejor de sí mismo es intachable. Le
he visto integrarse y comunicar los medios y las técnicas que yo
mismo enseño con un gran estilo y una aptitud especial. Tiene
un talento único y un extraordinario sentido del humor, y sus
técnicas excepcionales le han permitido llegar a ser un relevante
Especialista Superior de Representaciones y el Entrenador Jefe
de Robbins Research lnternational, lnc.
Uno de mis más sinceros deseos para ti es que tengas o encuen-
tres un amigo así en la vida. Quizás, a través de estas páginas
Joseph pueda llegar a ser para ti lo que es para mí - un gran
amigo y un valioso consejero. Juntos compartimos la tarea de
dedicar nuestras vidas al servicio a los demás, a marcar una di-
ferencia para todo el mundo en la escala más amplia posible.
Un día, mientras discutíamos acerca de cómo alcanzar este ob-
jetivo, Joseph sugirió que podíamos considerar la idea de adap-
tar Poder Sin Límites específicamente para las personas de raza
negra. Como resultado de esta decisión, el libro que sostienes
entre tus manos se hizo realidad. Sinceramente espero que este
libro no sólo te proporcione las herramientas necesarias para
darte fuerza en la vida, sino que te llegue a tocar en lo más pro-
fundo de tu alma. No te conozco personalmente, pero sé que si
estás leyendo este libro, debes ser un alma especial que no está
dispuesta a aceptar lo que las circunstancias le ofrecen. Eres una
persona que quiere hacer historia, no vivir con las limitaciones
del pasado.
Además espero que leer lo que Joseph y yo compartimos - mis
principios y estrategias iluminados por su experiencia - hagan
aumentar tu interés por tu historia, una historia de poderosos
afroamericanos que están marcando una diferencia en la calidad
de vida de todo el mundo. Si alguno de los pensamientos, ideas,
o estrategias de este libro te toca el alma de un modo especial,
será para mí un profundo honor. Espero que nos escribáis a
Joseph y a mí y compartáis con nosotros la historia de vuestro
éxito.
¡Comencemos pues la andadura!
CAPÍTULO UNO
LA ELECCIÓN HUMANA
e
l
conflicto es ya muy clásico: La diferencia entre lo
que sentimos en nuestras almas y aquello con lo que
realmente nos enfrentamos en el mundo real es a me-
nudo tan diferente como la noche y el día. Dentro de todos y
cada uno de nosotros se encuentra la semilla de la grandeza,
un profundo anhelo por crecer y contribuir a marcar la dife-
rencia. Todos nosotros queremos creer que merecemos una
buena vida, que realmente podemos conseguirla.
Entonces, ¿qué impide que consigamos nuestros sueños? ¿Qué
evita el que podamos conseguir lo que hemos deseado siempre
desde lo más profundo de nuestro ser? No hay duda de que las
diferencias raciales y culturales se nos presentan demasiado a
menudo como retos que podrían impedir nuestra evolución.
Pero si alguno de nosotros realmente cree que esas diferencias
determinan nuestro destino, entonces tenemos un futuro muy
oscuro. Permitirnos a nosotros mismos caer en la hipnosis cul-
tural de pensar que el mundo exterior es lo que finalmente con-
trola nuestras vidas - en vez de darnos cuenta de que cada día
esta repleto de oportunidades para llegar a ser poderoso más
allá de las convicciones - es rendirse ante esa magia que se nos
otorga en el momento de la concepción y que se nos garantiza
desde la primera vez que respiramos.
En el fondo, todos conocemos la realidad: Son realmente nues-
tras diferencias - nuestras características únicas - lo que hace a
cada ser humano rico en grandeza, y lo que hace que la adversi-
dad dé más fuerza a nuestras almas. Los músculos sólo crecen a
base de esfuerzo. Cualquier cosa que no nos mate, nos hace más
fuertes si aprendemos de ello, y los desafíos son la manera que
tiene Dios de prepararnos para lo que pedimos.
Cuando miro a los ojos y a los corazones de otros que compar-
ten mi hermosa herencia, me siento vivo y orgulloso. Cuando
contemplo cuánto hemos crecido, contribuido y amado esta
cultura a través de los años, experimento un sentido de cone-
xión que es inamovible. Me siento extremadamente privilegia-
do y a la vez humilde al compartir mis pensamientos contigo,
y te agradezco profundamente la oportunidad que me das de
caminar juntos por este nuevo sendero en este fascinante viaje
al que llamamos vida.
Al mirar mi vida hoy, no puedo evitar sentirme increíblemen-
te agradecido. Pero no siempre ha sido de este modo. Como
mucha gente, experimenté una época tan llena de dudas y con-
fusión sobre quien era yo y sobre lo que era capaz de hacer,
que llegué a sentirme paralizado. Al criarme en una familia que
predicaba la igualdad y la justicia, el mundo exterior a menudo
me enseñó una realidad muy diferente.
Todos hemos tenido momentos en nuestras vidas en los cuales
ser diferentes era por lo pronto una carga - y esos momentos
pueden parecer una eternidad. Demasiado a menudo esos mo-
mentos "definitorios" pueden moldear nuestras creencias sobre
la gente, las oportunidades y el mundo en general, dando forma
así a nuestras vidas para mejor o para peor. Sin aviso previo,
algo ocurre. Las cosas cambian, y nos podemos ver involucrados
en situaciones horribles. La vida se convierte en una miseria,
y dependiendo de cómo sepamos interpretar esas situaciones,
éstas pueden limitarnos o acelerar nuestro proceso hacia nuestra
propia realización.
LA OPORTUNIDAD DE
TRANSFORMARSE
Mi propia vida ha estado llena de situaciones en las cuales ser
negro era un catalizador para, algunas veces, malos tratos. Per-
mitidrne contaros algo que ocurrió hace mucho, mucho tiempo.
En una fría y tormentosa noche de Noviembre, en mitad de
ninguna parte, la vida tal y como yo la conocía estaba a punto
de cambiar. La oscuridad pendía en el aire como una gruesa y
negra sábana de terciopelo. Incluso la delgada silueta de la luna
que brillaba esa noche parecía paralizada por el vacío del cielo
del desierto.
Eran alrededor de las 11 :30 de un viernes por la noche, y yo
conducía mi motocicleta desde Los Angeles a San José para vi-
sitar a mi padre y mi hermana. Estaba cruzando la pequeña
ciudad de Oildale, cerca de Bakersfield, por la autopista 5. En
aquellos días, decir que Oildale era una ciudad de "campesi-
nos blancos de los estados del sur" era como decir que el Gran
Cañón era simplemente un pequeño agujero en el suelo, o que
Adolf Hitler tenía sólo pequeños fallos en su personalidad que
necesitaba solucionar. Tenía el depósito lleno de gasolina y sólo
tres horas más por delante hasta alcanzar mi destino. Siempre
viajaba por la noche para evitar el tráfico, y me encantaba el
sentimiento de libertad que me daba el encontrarme solo en la
carretera. A veces daba miedo pero siempre era emocionante.
Iba a toda marcha por la carretera en mi Harley-Davidson a
unas sesenta y cinco millas por hora, y bajo circunstancias nor-
males hubiera pasado por Oildale normalmente.
Lamentablemente, esa tarde en particular había olvidado tensar
la cadena trasera de mi moto. Con un fuerte estallido se salió,
dejando la máquina fuera de control. Conseguí parar, volví ha-
cia atrás a recoger las piezas de la cadena y luego empujé la moto
a la salida de la autopista más cercana que estaba a unas cien
yardas. Entonces la llevé hasta una gasolinera que estaba cerrada
para intentar repararla.
Llevaba allí una media hora cuando una vieja camioneta Chevy
apareció con tres hombres en la cabina. Entraron en la gasoline-
ra y frenaron chirriando entre mi moto y los surtidores. Al prin-
cipio pensé que habían parado para ayudarme, pero en cuanto
les vi bajar tambaleándose de la camioneta, me di cuenta de que
me hallaba ante un problema. Era obvio que habían estado be-
biendo, y parecían tan excitados por lo que habían encontrado
que se dejaban caer uno sobre otro riendo acerca de quien sería
el primero en empezar.
Mientras permanecía allí, temiendo por mi vida e intentando
decidir qué hacer, no pude evitar pensar que la mayoría de las
personas de color hemos temido este tipo de situación alguna
vez en nuestra vida. Todas las historias de malos tratos a los
Negros pasaron en un instante por mi mente como un noti-
ciario a cámara rápida sobre algunos terribles derechos civiles.
Ahora parecía que yo estaba a punto de revivir uno de esos
hechos. Durante un segundo pensé que todo iba a salir bien,
porque el más alto de ellos (al que le faltaban todos los dien-
tes y llevaba el guardapolvo lleno de manchas) dio un paso
al frente y lanzó un gruñido. Pero mis esperanzas se desvane-
cieron inmediatamente cuando dijo con voz cansina: "Bien,
negro, qué suerte que hayas escogido el lugar equivocado para
tener una avería."
Tras eso, todo pareció ocurrir a cámara lenta. Me atacaron todos
a la vez, dándome patadas sobre mi moto e intentando separar-
me de ella hacia donde pudieran golpearme más fácilmente. "¡Es
hora de que mueras, negro!" gritó uno de ellos mientras los tres
me rodeaban. Instintivamente me arrastré entre los surtidores in-
tentando protegerme, y por unos instantes lo conseguí, no sin
antes recibir varios fuertes golpes. Allá hacia donde mirara en-
contraba a otro de ellos golpeándome. Absolutamente aterrori-
zado, me acordé de que tenía un arma: la llave inglesa que había
estado utilizando para arreglar mi motocicleta estaba todavía en
mi mano. La zarandeé en el aire con la esperanza de ahuyentarlos.
En principio pareció funcionar, pero eran demasiados. Recuerdo
las patadas y los golpes en la cabeza y en las costillas, recuerdo
oír el impacto y notar el dolor que me producían los golpes. Los
golpes sordos en mi costado o los puñetazos en mis dientes pare-
cían venir de ninguna parte, demasiado rápido para que yo pu-
diera esquivarlos. Recuerdo haberme sentido más enfadado que
asustado, sintiéndome desfallecer pero luchando por permanecer
consciente. Sabía que si perdía la consciencia me harían pedazos.
Realmente no sé qué les hizo parar, pero recuerdo echar a correr
tras uno de ellos, gritando desde lo más profundo de mis pulmo-
nes, y finalmente lanzándole la llave inglesa.
Al final, todos ellos subieron a la camioneta y se marcharon
de allí. La rabia y el odio que sentí en aquellos momentos era
absoluto. Mi mente gritaba: ¡Bastardos! ¿Cómo osáis hacerme
esto? ¿Cómo os atrevéis? Miré mi camisa y vi en ella mi propia
sangre. Sentí que mis entrañas ardían, y el sabor amargo de la
sangre en mi boca ponía un nudo en mi garganta. Sentía mi
cara hecha jirones, mi nariz y mi boca sangraban, y me costaba
mucho respirar. Estaba tan asustado que no era capaz de pensar
qué hacer, pero sabía que algo realmente serio me ocurría. Supe
que si no recibía ayuda médica rápidamente moriría.
Me dirigí hacia la cabina de teléfonos que había al otro lado de
la gasolinera para pedir ayuda, pero el auricular estaba roto. No
podía caminar, y tenía miedo de que aquellos "buenos chicos"
volvieran para acabar conmigo, así que pasé el resto de la no-
che en la parte trasera de la gasolinera rezando para que no me
encontraran.
Los segundos me parecieron horas mientras permanecí allí sen-
tado congelándome encima de un montón de viejos neumáti-
cos. Finalmente, alrededor de las 6:30 de la mañana, cuando el
encargado llegó para abrir la gasolinera, me acerqué a él arras-
trándome desde el montón de neumáticos. El encargado me
echó un vistazo y llamó para pedir ayuda. La policía llegó y me
llevó al hospital donde fui curado de mis heridas.
Una hora y media después, me llevaron a la oficina del sheriff en
la parte trasera de un coche patrulla para que pudiera rellenar
un informe policial. La gente de la comisaría se mostró fría e
insensible. Por el modo en que me trataron, cualquiera hubiera
pensado que me echaban a mí la culpa de lo que había ocurri-
do. Uno de ellos incluso me preguntó qué demonios estaba yo
haciendo en aquella parte de la ciudad y me dijo que no tenía
porque haber estado allí. Todavía temblando y dolorido por los
golpes, alguien me dijo: "Siéntese en esa silla enfrente de mi
escritorio y espere a que podamos atenderle."
Los oficiales de policía iban y venían y muchos de ellos negaban
con la cabeza en señal de desaprobación mientras me miraban.
Algunos incluso reían disimuladamente o mostraban una son-
risa de satisfacción como si yo hubiera recibido simplemente
lo que merecía. Quería llorar, pero estaba tan enfadado y tan
asustado que sólo pude sentarme allí, lleno de incredulidad.
¡Tuve que esperar varias horas en la comisaría, sospechando que
aún tardaría en salir de allí mientras ellos hacían sus informes y
requisaban mi moto!
Por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, era
como si hubiera vuelto atrás a las oscuras épocas de mis no tan
lejanos antepasados. Aún hoy en día tengo serias dudas acerca
de si realmente la policía buscó a los hombres que me atacaron.
Me sentí violado y, a pesar de haber recibido una educación
que enfatizaba la justicia y la armonía racial, sentí las semillas
de los prejuicios germinar en mi propios intestinos. Me sentía
enfermo al ver la persona en la que me estaba convirtiendo. Por
primera vez en mi vida, me descubrí a mí mismo reaccionando
hacia el color y la cultura en vez de hacia el carácter. A partir
de entonces, cualquiera que me recordara lo más mínimo a un
sureño provocaría en mí una inmediata sospecha. Incluso inte-
lectualmente, sabía que cualquier persona de una raza distinta a
la mía podría provocar al instante una sensación de furia dentro
de mí.
A pesar del hecho de que la mayoría de mis relaciones labora-
les y personales se daban con gente blanca, me descubrí a mí
mismo confiando solamente en los que conocía, y entablando
amistad sólo con aquellos que eran capaces de recorrer un tre-
cho más para demostrar su camaradería. Estaba llevando una
doble vida, y el rechazo y la contradicción me estaban haciendo
pedazos por dentro. Odiaba a la persona en la que me estaba
convirtiendo con todo mi corazón. Era culpable de todo lo que
había causado que aquellas personas me atacaran sin motivo al-
guno, sin saber nada acerca de lo que yo era como persona. Las
cicatrices externas sanarían, pero no sabía como curar las que
me estaban comiendo vivo por dentro.
LA BATALLA INTERNA
Durante años después de aquel acontecimiento, estuve viviendo
en una mentira. Por fuera era feliz y ambicioso para la mayoría
de las personas, pero por dentro estaba completamente estan-
cado en el recuerdo de lo que había ocurrido. Estaba enfadado,
rabioso, era extremadamente sarcástico - estoy seguro de que
vosotros os habrías sentido igual. Pero estaba equivocado al ge-
neralizar mi odio, y en algún lugar muy dentro de mí lo sabía.
El incidente había pasado, pero su efecto permanecía y dominaba
todo mi ser. No sólo sentía odio hacia los blancos sureños sino,
lo que es peor, realmente empecé a creer en la estúpida idea de
que el color de mi piel hacía a mi alma menos importante que
la de los blancos. Me entristecía y me enfurecía pensar en cuán-
tos hombres y mujeres de mi raza se sentirían como yo porque
ellos mismos, o alguien a quien amaban, habían sufrido abusos
tan horribles o mucho peores que los míos. No quería que aquel
hecho marcara el resto de mi vida. No quería vivir el resto de mis
días lleno de dudas y deseos de venganza. ¡No quería ser como
aquellos sureños! Mi mente no dejaba de pensar, no sólo en la
injusticia con la que me había encontrado, sino en el dolor que
toda mi raza había experimentado a través de la historia: la opre-
sión, la esclavitud, los maltratos, la manera de estereotipar toda
una cultura. Las palabras "no es justo" sonaban constantemente
en mi cabeza como un avergonzante recordatorio subliminal de
un legado escondido que me tapaba los ojos a la esperanza. Sentía
como si estuviera perdiendo la batalla que había dentro de mí.
EL TIEMPO LO CURA TODO ...¿O NO?
Con el paso del tiempo, pensé que todo había acabado. Mi odio
se suavizó hasta ser sólo rencor. Pero al mismo tiempo, el fantas-
ma de aquella experiencia continuaba persiguiéndome. Llegó a
convertirse en un filtro para todas mis acciones internas, no sólo
con los blancos sino también con mi propia gente. Mi baja auto-
estima y mis dudas convertían en sospechosos a cualquiera aun-
que fuera como yo. Si yo era tan insignificante que podía ser mal-
tratado cruelmente sin consecuencias, entonces cualquiera que
se pareciera a mí podría ser igual de despreciable, ¿no es cierto?
Aquellos fueron los meses más contraproducentes de toda mi
vida. Pero, ¿sabéis qué? yo no lo sentía así en aquel momento.
No tenía ni idea de cómo estaba permitiendo que los acon-
tecimientos de mi pasado me afectaran. Siempre había sido
dirigido y había algo que me reprimía. La fuerza invisible del
miedo y la inseguridad me mostraba con pequeños detalles que
seguía conectado con mi pasado. Dudas, miedo a fracasar, baja
motivación, y un terror total se convirtieron en cánceres en mi
vida, consumiendo toda mi ambición y mi propósito. Incluso
cuando lo estaba haciendo bien, algo siempre parecía impedir
que lograra mis sueños. Estoy seguro de que ha habido mo-
mentos en tu vida en los que te has preguntado, igual que yo lo
hice, qué es lo que te impedía desarrollar todo tu potencial. No
tenía ni idea de como mi comportamiento y mis sentimientos
de autoestima eran capaces de afectar a mis percepciones acerca
de quién somos "nosotros" y qué somos "nosotros" capaces de
hacer en esta sociedad. Parecía haber llegado tan lejos sólo para
sabotear mi propio progreso.
Siempre hubo una horrible voz muy dentro de mí que cons-
tantemente me sugería: ¡Ellos tienen razón! Tú eres el que no
encaja; no eres adecuado. Tú eres negro, y en este mundo ser
negro es un inconveniente, no una ventaja. Lo que es más, no
sólo eres negro sino que tu piel es muy oscura, y eso es algo más
en tu contra. No importa lo que te esfuerces por intentarlo, tú
nunca serás lo suficientemente bueno.
He sabido durante mucho tiempo que la mayoría del mundo
está condicionado por pensar que lo negro no es tan preferible
como lo blanco, y que los negros han sufrido de baja autoestima
durante siglos. Recuerdo haber visto un estudio en televisión
donde a los niños negros se les daba una serie de muñecas y se
les preguntaba cuáles eran las más bonitas y las mejores. Todos
los niños escogían muñecas blancas. Cuando se les pregunta-
ba cuales eran malas y feas, todos ellos escogían las muñecas
negras. Eran bebes, hermosos bebes negros, y ya empezaban a
preferir lo que era diferente a ellos mismos. Habían aprendido
que lo negro estaba mal, que era malo y feo.
También había visto, siendo un niño, un programa sobre cómo
sería la vida en el futuro. Había inmensas ciudades limpias con
monocarriles, aceras en movimiento, y ciudadanos felices y son-
rientes que disfrutaban de las comodidades de la modernidad.
Todos tenían futurísticos coches en forma de huevo, y todos
vivían en casas modernas con todos los artilugios que se puedan
imaginar para hacer la vida más divertida, más sencilla y más
feliz. Pero no había gente negra. ¡Ni una sola persona negra!
Recuerdo haber apagado la televisión con lágrimas en los ojos a
la edad de nueve años y haber jurado no encenderla nunca más.
Soy consciente de que este no era necesariamente el punto de
vista de todo el mundo, y que la intención del realizador del
programa no era promover los prejuicios. Pero para un niño de
nueve años, era tan espantoso como el infierno. Recuerdo haber
pensado: la gente blanca no ha contado conmigo para el futu-
ro, y donde quiera que estemos, no seremos elegidos para esa
vida feliz a la que los blancos tienen derecho. Recuerdo haber
pensado durante aquellos días: las únicas caras negras que salen
en televisión parecen ser sirvientes, payasos o gente en apuros.
Le pregunté a mi padre por qué nunca salían negros en las pe-
lículas de vaqueros. "¿Dónde estábamos nosotros en aquellos
días, papá?" Mi padre tenía un maravilloso sentido del humor,
y haciendo un esfuerzo por suavizar el tema, dijo: "Todavía no
nos habían inventado, hijo." En realidad, hasta hace aproxima-
damente unos veinticinco años, los negros eran omitidos de la
historia y se les negaban los mismos derechos que otros daban
por supuestos.
La verdad es que mi raza no tiene el monopolio de la discri-
minación. Los prejuicios y la discriminación han existido en
todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad en
una amplia variedad de niveles. Cada día, la persecución vuelve
a presentarse, y desafortunadamente continuará siendo así. La
gente es discriminada porque difiere en sus creencias religiosas
o en su pasado cultural. En algunas partes del mundo el hecho
de nacer mujer te condena a una vida de servidumbre y abusos.
En algunos países serías perseguido y encarcelado por mante-
ner creencias políticas diferentes a las que gobiernan. Diferen-
tes grupos de personas han sido elegidos al azar no sólo para
su discriminación sino para su eliminación. Género, religión,
política, preferencias sexuales... la lista de "razones" para los pre-
juicios continúa y continúa.
La lección más importante que podemos aprender del sufri-
miento de nuestros antepasados es que sus vidas cambiaron sólo
cuando ciertos individuos superaron las circunstancias y utiliza-
ron la discriminación y la persecución como el último reto para
ser y llegar a ser más. Esto es exactamente lo que Nelson Man-
dela ha hecho, y como resulcado, ha cambiado no sólo el futuro
de Sudáfrica, sino el del mundo entero. A través de la historia,
la discriminación ha hecho que la gente abandone y fracase,
pero también ha despertado su avidez por lograr el cambio, por
conseguir una mejor calidad de vida no sólo para sí mismos sino
también para sus hijos. Ellos se concentran tanto en los desafíos
y en sus fuerzas, en sus ventajas y su poder que el resultado po-
sitivo final es percibido por todo el mundo.
Pero el hecho de que la discriminación es una fuerza universal
que igual nos destruye que nos da fuerza, era algo que yo no creía
en aquellos días. Mientras hoy tengo una perspectiva diferente
(habiendo tenido el privilegio de viajar alrededor del mundo y
abrir mis ojos a su historia), en mis días de sufrimiento, no sólo
me centré en mi propio dolor, sino además en el inconmensura-
ble dolor que mi hermosa raza había sufrido durante cientos de
años. Las consecuencias de los condicionantes sociales y de las
experiencias personales me tenían irritado conmigo mismo, mi
familia y la gente que me rodeaba. Mi doble vida causaba una
constante división en mi alma y un corrosivo sentimiento de estar
haciéndome trizas por dentro. No fue hasta 1985 cuando me di
cuenta de lo serio del daño que me estaba haciendo. Todos aque-
llos años de frustración, dolor, rabia y vergüenza, unido a una
vida caracterizada por lo que significa ser negro en América, tuvo
su efecto, y todo ello me vino a la cabeza una noche.
Siempre me había visto a mí mismo como un hombre fuerte.
Había trabajado muy duro, lo había dado todo de mí, pero las
recompensas no habían llegado. Aunque para la mayoría de la
gente normal había conseguido mucho, yo me sentía vacío por
dentro. Parecía como si nada me complaciera. Llegué a con-
vertirme en un perfeccionista insoportable para el que nada ni
nadie era lo suficientemente bueno, y mucho menos yo mismo.
Comencé a ofender constantemente a todos aquellos que me
rodeaban. Mi novia estaba triste, mis compañeros de trabajo
me evitaban, y yo dedicaba un enfermizo baile de rechazo ha-
cia todo aquel que cuestionaba mi comportamiento. Me sentía
como si estuviera viviendo una mentira en un mundo en el que
simplemente no podía ganar, y no podía comprender por qué.
De día lo sobrellevaba, pero cada noche mis entrañas empeza-
ban a retorcerse con un millón de hebras de stress crónico y de-
presión. Mi cabeza empezaba a dar vueltas llena de pánico, y me
agobiaba con una enorme confusión. Agotado física, emocional
y económicamente, ¡Lo perdí!
Una noche alcancé un punto en que no tenía ni idea de dónde
estaba ni de qué estaba haciendo. Miré hacia arriba y me di cuen-
ta de que estaba en el cuarto de baño, agarrando el lavabo con
ambas manos. Estaba enfermo del estómago e intentaba vomitar
pero no lo conseguía. Sobreponiéndome con emoción y miedo a
la vez, miré mis propios ojos empañados de lágrimas en el espejo.
"¿QUÉ DEMONIOS ME ESTÁ PASANDO?", grité. Era como
si todos mis miedos, mis incapacidades, todas mis inseguridades
estuvieran chillando en mi cabeza como mil pequeños demonios
del infierno que quisieran volverme loco. Sentí como inyecta-
ba furia y odio en mí mismo y sentía mi falta de destreza para
controlar la situación. Observé todas las cosas que estaba inten-
tando hacer, y todo me parecía vacío de esperanza. La sociedad
nos enseña como debemos trabajar duro para conseguir lo que
queremos - bien, yo había hecho todo eso y más, pero parecía
que cuanto más duro trabajaba, menos cosas conseguía. Nada
me hacía feliz. Mi novia se sentía desgraciada y, yo sabía que el
que me dejara era sólo cuestión de tiempo. Sufría por todo lo que
hacía y me estaba quedando muy delgado. Me creía un completo
fracaso y ya ni siquiera me sentía un hombre.
¿Qué era lo que me estaba perdiendo? ¿Cómo podía haber deja-
do que esto me ocurriera? ¿Qué me pasaba? ¿Por qué no podía
salir adelante y finalmente triunfar? ¿Por qué siempre llegaba
tan lejos, tan cerca del triunfo y, o bien hacía algo estúpido para
sabotearme a mí mismo, o bien veía sin esperanza como algo
horrible sucedía y me robaba mis sueños? ¿Por qué ... por qué
... por qué? Cada debilitante pregunta que se hacía mi cerebro,
cada imagen cascrante que se cruzaba por mi imaginación me
hundía más y más en el lodo. Pasé el resto de la noche en el
suelo del cuarto de baño, esperando morir y temiéndolo al mis-
mo tiempo. Sabía que tenía que continuar pero mi alma seguía
gritando, ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ?
A la mañana siguiente me encontré a mí mismo en el trabajo,
como un esqueleto humano esperando a que una brisa fuerce
me llevara volando y esparciera mi alma de papel a los cuatro
vientos. Me sentía totalmente vencido, y no había nada que
pudiera hacer por cambiar eso.
Entonces oí una voz que penetraba en mi pesadilla. Era un
compañero de trabajo que había sido buen amigo mío a lo largo
de los años. Me echó un vistazo y enseguida supo que algo malo
me ocurría. Me dijo, "Eh, cienes mal aspecto. ¿Qué te ocurre?"
"Nada", dije, esperando que se meciera en sus asuntos y me
dejara solo.
Pero no lo hizo. Instintivamente se quedó allí y me dijo, "Mira,
no tengo por qué saber lo que te pasa, pero sé de algo que puede
ayudarte con lo que quiera que sea ese "nada". Sé que suena a
locura, pero he venido para hablarte de un seminario que se
celebra esta noche en Los Angeles y al que deberías asistir. Soy
consciente de que no sabes nada sobre él, pero tienes que confiar
en mí. La persona que da el seminario te dejará alucinado y te
ayudará a cambiar tu vida. Simplemente debes ir." Me apuntó
la dirección y me hizo prometer que asistiría. En ese momento
hubiera hecho cualquier cosa por perderle de vista, así que con
poco entusiasmo asentí. Pero mis entrañas estaban gritándome,
¡De ningún modo! Cuando se marchó arrugué el papel con la
dirección, lo metí en mi bolsillo y me olvidé de él. Lo último
que me apetecía hacer era ir a un lugar lleno de gente.
El resto del día pasó tan lento que me sentía agonizar. Todo
lo que hacía parecía estar mal y necesitaba de más energía y
más esfuerzo del que solía necesitar. Me sentía vencido y dé-
bil, y nada de lo que hacía conseguía sacarme del miedo que
consumía mi alma. Cuando fue hora de volver a casa después
del trabajo, temí tener que marcharme. ¿Qué haría cuando
llegara allí... perderme otra vez? Entonces recordé el semina-
rio del que mi amigo Bill me había hablado. Pensé: no puede
hacerme daño. Iré, echaré un vistazo y veré de que va. Sólo me
quedaré unos minutos. No puedo recordar qué es lo que me
hizo ir, pero a las 5:30 me encontré a mí mismo conduciendo
por la autopista hacia un hotel cercano al aeropuerto de Los
Angeles.
UN ACTO RELEVANTE
Me encontraba de pie al fondo de una habitación llena de gen-
te, preguntándome a mí mismo qué demonios estaría yo ha-
ciendo allí. Cólera, miedo y confusión pasaron por mi sistema
nervioso como la descarga de una batería. Y entonces, como si
mi dolor no fuera suficiente, algo me sacudió. ¡Yo era la única
persona negra que había allí! La única cara negra en una habi-
tación repleta de felices y "positivas" personas blancas. Algunos
parecían profesionales de éxito; otros, si no eran sureños, pare-
cían como si pudieran fácilmente convertirse en ellos. Viendo
a codas estas personas, comenzó a surgir todo mi resentimien-
to, mi frustración, y una amargura sarcástica dentro de mí. Me
sentí repugnantemente crítico y dolorosamente enfadado. Los
sentimientos que estaban destruyendo mi vida, en ese momen-
to, me miraban directamente a la cara, bailando alrededor mío,
incitándome a marcharme. Estas personas estaban tan inmersas
en su propio goce que todo lo que yo podía ver era que yo no les
importaba un bledo. Nadie parecía darse cuenta de que yo esta-
ba allí - y si se daban cuenta, estaba seguro de que me estaban
criticando y de que me evitaban como a la peste.
Entonces, justo cuando me sentía más solo, más enfadado, más
ofendido, justo cuando pensaba que iba a salir corriendo por la
puerta, alguien me tocó en el hombro. Me giré decidido a dar
golpes a diestro y siniestro a quien quiera que fuese, esperan-
do encontrar a algún bobo optimista redomado, incitándome
a relajarme y pasarlo bien. Pero, en vez de eso, enfrente de mí
encontré a un hombre pretendiendo estrecharme su mano. Su
voz pareció atravesar la música que sonaba y también mi pro-
pio infierno emocional. "¿Te encuentras bien?" me preguntó.
Se había fijado en mí entre la multitud y se había acercado a
mí sin miedo y sin desconfianza. Era un hombre blanco, pero
estaba frente a mí simplemente como un hombre. No parecía
importarle lo que los demás pensaran; simplemente se había
abierto paso entre la multitud para ofrecerme su mano en señal
de bienvenida. Puede sonar extraño, pero mi furia, mi descon-
fianza, y mi espíritu de crítica desaparecieron ante este curioso
extraño. Por su traje y sus maneras estaba claro que trabajaba
para la organización del evento, pero había algo en él que le
hacía diferente. Me dijo su nombre (el cual olvidé al momen-
to) y me preguntó si tenía asiento. Parecía querer sinceramente
conocer la respuesta. En medio de un mar de gente, se había
molestado en venir a ayudarme.
Me preguntó de nuevo, "¿Te encuentras bien?". Puedo asegurar
que no pensaba marcharse sin una respuesta. Yo me encontraba
en una especie de shock en aquel momento.
"Estoy bien, gracias", le dije. Su cálido trato pareció hacerme
sentir mejor. Recuerdo que pensé: Quienquiera que sea este
orador, tiene un personal muy bien preparado. Este chico es
bueno. Me sentía seguro y atendido. Hablamos durante unos
segundos, y entonces me preguntó si tenía miedo a andar sobre
las brasas.
"¿Andar sobre las brasas?" pregunté. "¿Cómo? Nadie me ha ha-
blado de eso. ¿Qué demonios es eso?" Sonrió de oreja a oreja y
dijo, "¿Nadie te ha dicho que forma parte del seminario?"
"Cielos no," dije. "En nombre de Dios, ¿de qué estás hablando?"
"Bueno, el seminario no consiste sólo en eso," dijo. "Trata sobre
cómo superar tus miedos y descubrir qué es lo más importante
en tu vida. Trata sobre la manera de centrarte en tus propósitos
reales. Trata sobre recordar quién eres realmente." Me miró y con
una ligera sonrisa en su cara dijo medio en broma, "Y por lo que
parece, podrías empezar a utilizar lo que aprendas justo ahora."
Recuerdo que pensé, ¿Cómo sabe esto sobre mí? Pero sentía
una gran conexión con esta persona - como si nos hubieramos
conocido durante años y él supiera lo que yo sentía.
Entonces dijo, "Es obvio que sientes dolor por algo, pero sólo
quiero que sepas que no tienes por qué guardártelo. Quiero que
sepas que seré un amigo para ti si necesitas hablar. Y no te pre-
ocupes sobre lo de caminar sobre las brasas. Es un simple ejer-
cicio para demostrar lo que eres capaz de hacer. Estarás bien."
Caminar sobre las brasas, pensé. No sólo mi compañero de tra-
bajo no me había dicho de qué trataba el seminario, sino que
parecía que había olvidado decirme un pequeño detalle muy im-
portante. Al final del programa, todos los participantes iban a ca-
minar sobre un lecho de humeantes brasas ardiendo. ¡ Descalzos!
Estoy seguro de que mi cara parecía decir, "¡YO ME VOY DE
AQUÍ!" pero algo me hizo quedarme.
''AHORA estoy asustado," le dije. "¿Tú no?"
En su cara se abrió de nuevo una inmensa sonrisa y después rió
fuertemente. "¡No! Estoy acostumbrado a hacerlo. Estarás bien,
ya lo verás. Además, recuerda lo que te he dicho: El seminario no
consta solamente de eso. Trata de cómo sacar lo mejor de ti mis-
mo. Trata de cómo convertir los miedos que te frenan en el cora-
je suficiente para controlar tu vida. Trata sobre cómo conseguir
influenciarte a ti mismo para seguir adelante. Trata sobre cómo
eliminar las experiencias negativas y los desafíos emocionales de
tu pasado y utilizarlos para crear el futuro que te mereces en vez
de considerarlos como obstáculos.
''Al final de la velada, si tú quieres, tendrás la oportunidad de
caminar sobre las brasas. Ya verás que no tienes nada que temer.
No tiene nada que ver con la religión o con 'el estado de la mente
sobre la materia' ni nada de eso. Es simplemente una celebración
por todos los cambios que hayas experimentado."
Me explicó que el caminar sobre las brasas era como una metá-
fora que transformaba nuestros miedos en poder. Hay cientos de
cosas que puedes hacer en tu vida y que no pensabas que fueran
posibles. Me dijo, "Necesitas dos cosas en la vida para triunfar.
Necesitas las técnicas adecuadas y ciertos estados emocionales de
la mente: confianza, convicción, pasión. Y todo eso está dentro
de ti, pero quizás no lo estás utilizando tanto como el uso que
haces de tus miedos y de tus preocupaciones. Aprenderás que las
únicas dos cosas que normalmente te frenan son el miedo y el no
conocer la técnica necesaria.
''Al acabar la noche tendrás esos estados emocionales - el coraje
y la confianza - y la técnica que necesitas para cambiar tu vida
a mejor. El propósito de esta noche es conocer ciertas opciones
posibles y aprender algunos métodos para que esas posibilida-
des sucedan. Todos tenemos vidas extraordinarias. Todos po-
demos despertar cada día con pasión - pero pocos de nosotros
lo hacemos." Dijo esto con tal convicción, congruencia, y cali-
dez que me hizo sentir que quizás podría liberarme del infierno
emocional que me estaba costando la vida.
Había algo en este hombre que me hacía confiar en él y creer
que realmente sentía lo que decía. Por alguna extraña razón, sentí
una fuerte conexión con este hombre a quien acababa de cono-
cer hacía solamente diez minutos. No quería que la conversación
terminara. Pensé, ¡Al diablo con el orador! Este chico es fabuloso.
Quiere realmente ayudarme - y sé que puede hacerlo.
Tras unos minutos, la música subió de tono y la gente comenzó
a ocupar sus asientos. Mi nuevo amigo dijo que tenía que mar-
charse para encargarse de algunas cosas. Estrechó mi mano y
me deseó que pasara un buen rato. Dio unos cuatro pasos y se
volvió de nuevo diciendo, "¡Oye, me gustaría seguir conversan-
do contigo y saber como te va después del seminario. Hazme un
favor, veámonos más tarde e intercambiemos nuestros números
de teléfono." Yo pensé, ¡Caramba, que empleados! Sentí como si
realmente hubiera hecho un nuevo amigo y hubiera conectado
con un alma especial. Pero cuando se marchó, sentí que parte
de ese entusiasmo se desvanecía. Aún me sentía esperanzado,
pero por otro lado, de ningún modo iba yo a caminar sobre
brasas encendidas.
La música cesó y todos comenzaron a aplaudir y a animar. Una
hermosa mujer subió al escenario y se dirigió al público. Expli-
có que algunos años atrás ella misma estaba justo en el lugar
donde estábamos nosotros aquella noche, asustada, repleta de
dudas y dispuesta a salir corriendo en cualquier momento. Pero
se quedó, hizo frente a sus miedos, y transformó su vida para
siempre. Tras acabar de relatar su historia anunció, "Señoras y
Caballeros, mi marido ... ¡Tony Robbins!"
¡Era la persona con la que había estado hablando! No era un
miembro más del equipo, era la estrella de aquel evento. De-
bería haber sabido que este hombre único que estaba sobre el
escenario con una increíble presencia y un saber estar tan ac-
cesible a cualquiera, aquel que se había tomado su tiempo en
charlar conmigo personalmente antes de que comenzara el pro-
grama, era alguien especial. Y la amistad que habíamos iniciado
en aquel momento había sido algo más que un trato de cortesía.
No estaba simplemente siendo amable conmigo, estaba tocán-
dome en el fondo de mi alma. Y al tiempo que me miraba desde
el otro lado de la sala, sabía que yo pensaba lo mismo. Nuestro
encuentro estaba predestinado, y la vida de ambos estaba a pun-
to de cambiar.
A partir de ese momento, me sentí totalmente fascinado. Pude
contemplar como yo y el resto de personas que estábamos en
aquella habitación nos transformábamos. Desde los más escépti-
cos hasta aquellos que albergaban grandes esperanzas, todos no-
sotros nos dimos cuenta gradualmente de nuestra fuerza real y de
nuestro poder - no por los pensamientos positivos ni por la per-
suasión de Tony, sino descubriendo cómo funcionamos como se-
res humanos y utilizando la fuerza interna que hay dentro de to-
dos y cada uno de nosotros. En cuestión de minutos convertimos
décadas de pensamientos amargos y condicionantes destructivos
en confianza y orgullo interno. La idea de Tony acerca de cómo
funciona el cerebro humano y su habilidad para comunicarlo a
los demás nos facilitó a todos el ver la grandeza que Dios ha dado
a nuestras almas. Todos reímos; algunos lloramos. Todos conecta-
mos, bailamos, y aprendimos más sobre nosotros mismos en unas
horas de lo que habíamos aprendido en toda nuestra vida.
Tony nos ayudó a pensar en términos de posibilidad, y después a
convertir esa posibilidad en certeza y en el coraje necesario para
afrontar cualquier situación que se nos presentara. Todo tenía
sentido. Sentía como si él estuviera hablándome directamente a
mí, como si todo lo que estaba diciendo fuera conmigo. No era
un santo o un gurú concediéndonos poderes. Era simplemente
un hombre - un hombre muy especial - con un gran corazón y
una habilidad increíble para enseñarnos cómo valernos por noso-
tros mismos, cómo acceder a nuestro propio poder y unicidad no
simplemente con entusiasmo, sino con un plan y unas estrategias
sólidas para lograr el éxito. No se trataba de que nos contara a
todos cual era su plan para nosotros; éramos todos y cada uno
de nosotros descubriendo y creando nuestro propio plan para
nuestro propio futuro. Él hizo honor a la unicidad de todos los
seres humanos que estábamos en aquella habitación. Pienso que
por eso me fue tan fácil relacionarme con él. No trataba de que
la gente compartiera su visión, sino que ayudaba a cada uno a
descubrir la suya propia.
Tony era realmente asombroso. Era divertido, sincero, y sabía
transmitir todo lo que llevaba en su interior. Aunque apenas le
conocía, me sentÍa orgulloso de él. Él no nos vendía sueños im-
posibles. En vez de eso, nos educaba e inspiraba para que espe-
ráramos y exigiéramos más de nosotros mismos. Este joven tan
destacable, sabio a través de los años, entretejió toda su riqueza
de información y conocimiento para hacer el tapiz de nuestras
propias almas. Y, quizás, lo mejor de todo era que no esperaba,
asumía o pretendía que nosotros estuviéramos de acuerdo, ni
siquiera que compartiéramos sus pensamientos. Él nos presen-
taba sus conocimientos para que nosotros los inspeccionáramos
utilizando nuestras propias creencias.
Todo esto lo apoyaba con una sólida tecnología. Pude ver como
gente que había estado sufriendo emocionalmente de miedos y
fobias durante años, de repente se deshacía de ellas en cuestión
de segundos. Nos enseñó cómo cambiar nuestras vacilaciones y
dudas y convertirlas instantáneamente en una congruencia y una
fe totales. En aquellos momentos vi, oí, y sentí la pasión por vivir
que me había sido negada durante todos aquellos años. Sentí un
insaciable deseo de aprender, una profunda ambición por ir más
allá de lo que hasta ahora me había dado mi profesión.
Tres cosas muy diferentes me ocurrieron aquella noche. Una,
encontré un amigo para toda la vida. Dos, vi la solución a mis
propios desafíos y la transformación de mis propias creencias
sobre mi mundo y sobre mí mismo. Y tres, pensé en todas las
personas que tenían experiencias similares a las mías - inhibi-
ciones y miedos como los míos - que podían beneficiarse de
estos conocimientos. Pensé, Señor, quiero que mis hermanos
y hermanas sepan también de este poder. Quiero que todo el
mundo conozca esto, que se conozcan a sí mismos.
Al final de la velada, había experimentado tantos cambios que
no podía esperar a volver a mi nueva vida. Tony y yo volvimos
a hablar e intercambiamos nuestros números de teléfono. Y por
supuesto caminé sobre las brasas. Fue tal y como él había dicho:
una metáfora de lo que es posible, una simple demostración de
nuestra verdadera capacidad. Pero lo que es más importante, el
seminario nos dio a todos la técnica y las herramientas necesa-
rias para dirigir nuestras propias vidas.
En los días y semanas que siguieron al seminario, inmediata-
mente, casi sin esfuerzo, comencé a utilizar lo que había apren-
dido - las mismas herramientas que vosotros aprenderéis en este
libro - para mejorar mi vida de un modo total. Siempre había
querido vivir de la música, pero tenía miedo a fracasar o a per-
der la seguridad de mi trabajo. Después del seminario abandoné
mi limitante trabajo de quince años, perseguí mi sueño de tocar
de manera profesional, y en 1991 conseguí un contrato para
grabar con la discográfica CBS. Todos mis temores, mi miedo
al fracaso y mi incapacidad cayeron como un lastre inservible y
las oportunidades y posibilidades con las que anteriormente ni
siquiera había osado soñar, aparecieron. Finalmente, comencé
a vivir una vida llena de amor, gozo, orgullo, felicidad, posibili-
dades y relaciones sanas con los demás.
Y, ¿sabéis qué? Quería todavía más. Toda mi vida he querido a
la gente, he querido dar lo que he tenido y he querido ayudar.
Esa es una de las cosas por las que Tony y yo compartimos nues-
tra pasión. Física, económica, emocional y espiritualmente, mi
vida giró hacia niveles nuevos, y con ello creció mi pasión por
mi propia raza. Ansiaba tener más conocimientos sobre estas
increíbles herramientas que cambian vidas. En el pasado, había
leído todos los libros de "pensamiento positivo", había escu-
chado todos los casetes, y había oído a tantos oradores moti-
vacionales que parecía increíble, sin embargo nada de esto era
comparable con esta tecnología. Esto no era ni motivación, ni
nada abstracto, eran técnicas sólidas y tangibles que producían
resultados comprobados. En la universidad, mi asignatura favo-
rita era la psicología. Pensaba que lo sabía todo, pero en realidad
no tenía ni idea. Nunca había experimentado nada parecido.
Quería mucho más, y ahora sabía que lo que quisiera estaba ahí,
a mi alcance. Por eso decidí que iba a utilizar esta tecnología.
Empecé a sumergirme en las técnicas que Tony estaba enseñan-
do. Desde entonces he estado en salas llenas de altos ejecutivos
de grandes compañías, de niños, de hombres y mujeres de ne-
gocios, psiquiatras y psicólogos, gentes de todas las culturas de
todo el mundo, almas de hasta cuarenta y cuatro nacionalidades
diferentes. He descubierto que todos tenemos, al menos, dos
cosas en común:
Primero, todos tenemos el deseo de hacernos mejores a noso-
tros mismos y al mundo en el que vivimos. Algunos tienen ese
deseo porque han conseguido el éxito y quieren corresponder
de algún modo. Otros lo tienen porque lo han intentado todo
y no han conseguido nada. Pero todos tenemos ese anhelo, esa
sed insaciable de hacer y dar más de lo que actualmente estamos
dando. Tony creó un entorno en el que todas las normas socia-
les discriminatorias desaparecían de modo que la gente podía
ver el poder y la esencia de lo que somos como seres humanos, y
después utilizar lo que habían descubierto para el bien de todos.
Segundo, todos hemos elegido ser, hacer, y tener lo que quere-
mos basándonos en nuestros deseos de acceder a esos estados de
la mente que producen los mejores resultados. Raza, religión,
sexo o cultura no importan: la elección es sólo nuestra. No es
algo negro o algo blanco, es algo humano. Es la elección hu-
mana lo que importa - y todos tenemos la oportunidad de esa
elección en cualquier momento. Mientras nos mantengamos en
la posición de amar, preocuparnos y dar ... sin centrarnos en
nosotros mismos tanto como nos centramos en cómo marcar la
diferencia ... en un lugar donde esté la compasión en lugar de
la crítica, la curiosidad en lugar del sarcasmo, el humor en lugar
del odio, y la concentración en lugar de la frustración ... esas
elecciones están siempre a nuestra disposición -y las herramien-
tas están aquí para acceder a esas elecciones.
Ya que mi amistad con Tony continúa creciendo a través de
los años, pienso que lo que nos hace permanecer tan unidos es
nuestra total preocupación y nuestra pasión por compartir lo
que funciona con el mayor número de personas posible. Llega-
do este día nos sentimos como hermanos en el camino que lleva
a marcar la diferencia. Las palabras que lees en estos momentos
salen de los corazones de ambos, para compartir contigo las
mismas técnicas que han ayudado ya a millones de personas a
convertir sus vidas en lo que ellos desean.
Durante los últimos diez años, me he hecho un experto en la tecno-
logía de Tony, incluso he llegado a ser Director Jefe de la Robbins
Research lnternational, lnc. Además, he creado mi propia compañía
de actuación en la cumbre, Succeleration, en la que ofrezco talleres y
seminarios para ayudar a grupos o a individuos a sacar lo mejor de sí
mismos. Empecé enseñando cursos de extensión del postgraduado
en la Universidad de California, en Los Angeles. Llegué a conseguir
eliminar miedos y fobias en muy poco tiempo - a veces minutos, a
veces una hora.
Quizás uno de los mayores bienes que he recibido de esta tec-
nología es que no importa lo que se ponga ante mí, no tengo
que aceptar que sea algo permanente o que pueda vencerme.
Sí, habrá obstáculos debido a mi color. Sí, la gente me juzgará e
intentará oprimirme a mí y a mi raza. Pero en último término
podemos pasar, y pasaremos, por encima de esos obstáculos,
o los rodearemos, o incluso pasaremos como una tormenta a
través de ellos para llegar al otro lado. Esa primera noche en el
seminario, una de las creencias que adopté fue: Siempre hay un
camino si estás decidido a encontrarlo. Hay demasiada gente
que ha triunfado como para negar que cada uno de nosotros no
tengamos lo necesario para conseguir ese éxito. Es esa certeza
lo que nos llevará más lejos y más rápido y lo que nos hará más
sanos y más felices. Si las cosas no funcionan, nunca necesitare-
mos volver a las viejas creencias del pasado que nos han mante-
nido en un abismo durante tanto tiempo.
DESPEGAR
En estos momentos os podríais estar preguntando, "¿Qué tiene
todo esto que ver conmigo? ¿Cómo puede todo esto ayudar-
me a ir desde donde me encuentro ahora hasta donde quiero
ir? ¿Qué tiene esto que ver con Desata tu Poder Ilimitado?"
Bien, como dije antes, el entorno en el que se movía Tony era
multicultural, y yo todavía tengo esa ansia por obtener más de
mi propia gente. Tony y yo hemos viajado por todo el mundo
en los últimos años, y nos hemos dado cuenta de que sólo una
pequeña fracción de esta valiosa información capaz de cambiar
las vidas ha encontrado su camino en nuestra comunidad. Yo
sentÍa que la mayoría de las personas se estaban perdiendo los
elementos esenciales capaces de cambiar la calidad de nuestras
vidas para mejor: cómo transformar nuestras vidas mental, físi-
ca y emocionalmente; cómo llegar a ser realmente libres; cómo
olvidar las historias del pasado que nos tapan los ojos pero con-
servando el orgullo y la fuerza que necesitamos; cómo repro-
gramar las emociones negativas que dejamos que nos afecten a
diario aunque nos demos cuenta de que no nos sirve para nada;
cómo crear un plan para el futuro que no sólo mejore nuestra
vida, sino también la de nuestros hijos. Veo a tantos de nosotros
luchando por encontrar nuestro camino y perdiendo continua-
mente el barco por cometer siempre los mismos errores una y
otra vez... La vida es mucho más simple de lo que creemos, y
estas herramientas son la clave para abrir algunas de las puertas
que antes parecían estar cerradas.
Muy pocos de nosotros aprovechamos realmente lo que te-
nemos en nuestras manos. En general, tenemos muy pocos
conocimientos en lo que se refiere a las técnicas para alcanzar
el éxito y el desarrollo personal. Al buscar los motivos por los
que tantos de nosotros no intentamos aprender estos conoci-
mientos, descubrí un gran número de razones. Algunas per-
sonas decían que querían escuchar estas técnicas de labios de
alguien de su propia raza, o que no podían relacionarlas con
un hombre blanco, o que todo esto eran cosas que los hom-
bres negros simplemente no hacían. Pero creencias como estas
nos impiden tener, ser, y hacer lo que queremos en la vida.
Necesitamos sacar ventaja de cualquier recurso, sea blanco,
negro, rojo, marrón o amarillo.
Dejando aparte estas creencias, ya no tenemos excusas. Esta, mi
querido amigo, es tu oportunidad de sacar ventaja de algo que
funciona, y usarlo en beneficio de tu futuro. Estas son las mis-
mas herramientas y técnicas que han hecho y que continuarán
haciendo al grande más grande, al fuerte más fuerte, al feliz más
feliz, y al triunfador más triunfador. Estas técnicas no discrimi-
nan. No tienen favoritos y no muestran ningún afecto especial
por cuestión de raza, credo o cultura. Se guían por las leyes
naturales, y son para ti un derecho innato que puedes utilizar
hasta sus últimas consecuencias.
Hace muchos años, Anthony Robbins creó una obra maestra
destinada a producir el cambio. Desde 1985, Poder Sin Límites
ha sido un bestseller, traducido a diecisiete lenguas y publicado
en todo el mundo. Este libro ha proporcionado a millones de
personas las estrategias y los métodos que te hacen conseguir un
cambio y un éxito que permanece. Es un manual para el cerebro
humano. Estas técnicas están ahora a tu alcance para que las estu-
dies y las utilices para moldear tu propia vida.
Desata tu Poder Ilimitado surgió de una conversación que man-
tuvimos Tony y yo acerca de la necesidad de que hubieran más
oportunidades y más modelos de comportamiento para nuestra
comunidad. La necesidad de información acerca de las tecnolo-
gías para lograr un cambio positivo es mayor en estas comunida-
des que en aquellas que tradicionalmente la han estado recibien-
do. Tony y yo hemos trabajado juntos para crear este libro, de
modo que tú recibirás este mensaje directamente a través de los
ojos de alguien que quizás haya vivido parte de lo que tú podrías
haber vivido - alguien que ha experimentado la realidad de la
discriminación en el mundo actual.
Al escribir este libro, nuestro deseo es que encuentres las tecnolo-
gías, las estrategias, y la filosofía que te mostramos en estas páginas
para que te proporcionen tanta energía como a mí me han pro-
porcionado. El poder mágico de transformar nuestras vidas en el
mayor de los sueños está esperándonos a todos nosotros. Es hora de
lanzarnos a ello, por tanto, ¡preparaos! Y, a propósito, si realmente
estáis dispuestos a lograrlo - no conformaros con leer este libro
sino actuar siguiendo lo que él dice - entonces esto valdrá la pena
mucho más de lo que podáis imaginar.
Este libro es la suma total de mi colaboración y la de Tony
trabajando juntos para exponer esta información de modo que
tú y yo podamos conectar y sacar rodo el partido de ella. En él
utilizo metáforas, ejemplos, e historias que provienen de nues-
tra hermosa historia, tanto la reciente como la antigua. Propor-
ciona más modelos de comportamiento, más posibilidades, más
logros sacados de la vida real.
Aplaudimos sinceramente tu intención de movernos a "noso-
tros, las personas" a niveles de grandeza más altos. Es por ti y los
que son como tú por lo que hemos llegado tan lejos. Rezamos
para que continúes en tu camino y animamos a todos aquellos
que poseen una mente abierta y que están deseando crecer. Nos
ofrecemos humildemente a nosotros mismos, nuestros servi-
cios, y nuestros conocimientos como si fuéramos un potente
combustible para el motor humano de modo que podamos lle-
gar ¡más lejos, más rápido, ahora! Vayamos a por ello. Hagamos
que ocurra. Y mantengamos esta idea en nuestra mente: No ha
habido en toda la historia de la humanidad un momento mejor
para estar vivo. Vivimos en una época en la que todo es posible
- si tenemos la voluntad de lograrlo.
EL PODER Negro HOY
Hoy en día, la velocidad a la cual la gente es capaz de conver-
tir sus sueños en realidad es realmente asombrosa. Vivimos en
una época en la que, dejando a parte el color de nuestra piel o
nuestra condición, somos capaces de conseguir cosas realmente
increíbles en muy poco tiempo - cosas que en otros tiempos ha-
brían sido inimaginables. Mirando al mundo hoy, me pregun-
to quien podría haber predicho el éxito político de líderes ne-
gros como Bobby Rush, Caro! Moseley-Braun, Marian Wright
Edelman, Thurgood Marshall, Maxine Waters, David Dinkins,
o Nelson Mandela. ¿Quién podría haber imaginado la inmensa
popularidad de personajes del espectáculo como Quincy Jo-
nes, Bill Cosby, Oprah Winfrey, Denzel Washington, Whitney
Houston, Spike Lee, o el conocido con el nombre de Prince?
¿Quién habría soñado con la capacidad científica de Muriel Pe-
tioni o las asombrosas aventuras del astronauta Mae Jamison?
¿Quién podría haber esperado las obras maestras de la literatura
de Toni Morrison, Alice walker, Walter Mosley, o Cornel West?
Estos son sólo unos pocos ejemplos de los muchos hombres y
mujeres negros de relevancia que conocemos hoy en día.
Observemos a Roben L. Johnson, presidente y fundador del
canal de televisión Black Entertainment Network (BET). Se
aventuró en un medio que apenas existía en los años 80, la
televisión por cable, y creó un imperio. Empezó sólo con un
sueño. Creó un programa semanal de dos horas, y ahora trans-
mite veinticuatro horas al día - el primer y el único canal por
cable Negro, da cobertura a más de 2500 establecimientos y a
cuarenta millones de hogares. BET fue la primera compañía
propiedad de un negro que cotizó en la Bolsa de Nueva York.
¿Qué tienen en común Roben L. Johnson y todos esos otros
personajes, aparte de un prodigioso éxito? La respuesta, por su-
puesto, es ...
CAPÍTULO DOS
LA MERCANCÍA
DELOS REYES
P
oder es una palabra muy emotiva, especialmente cuan-
do se relaciona con la cultura afroamericana. Las res-
puestas de la gente hacia el poder son muy diversas,
y para algunos el poder tiene una connotación negativa. A
finales de los años 60, por ejemplo, el término poder negro
tuvo varios significados. Para la mayoría de afroamericanos,
era sinónimo de fuerza y orgullo, mientras que para el resto
del mundo indicaba confusión y miedo. Hoy, como siem-
pre, algunas personas codician el poder mientras que otras se
sienten amenazadas por él, como si fuera algo malo o suscep-
tible de sospecha.
¿Cuánto poder quieres?
¿Cuánto poder piensas que es justo conseguir o desarrollar?
¿Qué significa realmente el poder para ti?
50
478
DESATA TU PODER ILIMITADO
Ni Tony ni yo pensamos en el poder en términos de controlar o
imponer nuestros deseos sobre los demás. Tampoco estamos su-
giriendo que tú hagas esto. Esa clase de poder suele durar muy
poco. Pero debes darte cuenta de que ese poder es una constante
en nuestras vidas. Tanto si eres tú el que moldea tus percepcio-
nes como si son otros los que lo hacen. En este mundo, o haces
lo que tú mismo planeas, o sigues los planes que otros hacen
para ti. Y como la historia ha demostrado, los planes de los de-
más no buscan necesariamente lo que es mejor para ti.
En nuestra opinión, el poder verdadero es la capacidad de ob-
tener los resultados que tú mismo deseas al mismo tiempo que
das valor a las vidas de otros. Es la capacidad de reconocer las
necesidades humanas y cubrirlas - tanto tus necesidades como
las de aquellos por los que te preocupas. Es la capacidad de dirigir
tus propios pensamientos, tu propio comportamiento, de modo
que tomes las riendas de tu vida y determines tu propio destino.
A través de la historia, el poder de controlar nuestras vidas ha
tomado muchas formas diferentes y algunas de ellas contra-
dictorias. Al principio de la humanidad, el poder pertenecía
simplemente a aquel que tuviera un mayor tamaño físico, una
mayor fuerza y una mayor agilidad. Los más fuertes y los más
rápidos tenían el poder de dirigir sus vidas y las de todos aque-
llos que les rodeaban. Según pasó el tiempo y la civilización evo-
lucionó, el poder se convirtió en una cuestión de nacimiento o
de herencia, y en una jerarquía de realezas. Rodeándole con los
símbolos de su reino, el rey dirigía con inequívoca autoridad ,
y sólo por asociación con él podían otros obtener cierto poder.
Después llegaron los primeros días de la Revolución Industrial
cuando el poder lo ostentaba el capital. La "Regla de Oro" a
aplicar era: "Aquel que posee el oro marca las reglas." Aunque
como afroamericanos se nos negaron muchas oportunidades
durante aquellos tiempos, aún nos influía el equilibrio de poder
del sistema existente. Hasta nuestros días muchos de nosotros
consideramos el control del capital como la verdadera medida
del poder. Todos los factores históricos continúan jugando un
importante papel: es mejor tener capital que no tenerlo, y es
mejor tener fuerza física que no tenerla. Sin embargo, una de las
mayores fuentes de poder hoy en día deriva del conocimiento
especializado.
Todos sabemos que hoy vivimos en la Era de la Información.
Somos primariamente una cultura basada en la comunicación.
La industria todavía juega un papel primordial en la sociedad,
pero es en la información donde subyace el verdadero poder.
Vivimos en una época en la que los nuevos conceptos, movi-
mientos e ideas cambian el mundo casi a diario, tanto si son
tan profundos como la física cuántica como si son tan simples
como el mejor modo de comercializar productos para el cabe-
llo. Si hay algo que caracteriza el mundo moderno es la masiva,
casi inimaginable avalancha de información - y por tanto de
cambio. Desde los libros y películas hasta los e-mail e Internet,
esta nueva información llega hasta nosotros como una ventisca
de datos para ser vistos, sentidos y oídos. Y el anonimato de las
nuevas formas de comunicación hacen que tanto la raza como
otros prejuicios sean realmente insignificantes. Puedes dirigir
un negocio con personas que nunca sabrán el color de tu piel,
tu condición, tu edad - o incluso tu verdadero nombre.
En la sociedad actual, cualquiera que tenga la mejor informa-
ción y los medios para comunicarla tiene lo que los reyes solían
tener: poder sin límites.
Quizás lo más sorprendente acerca del poder basado en la infor-
mación es que hoy en día la clave para alcanzar ese poder está al
alcance de cualquiera. En la Edad Media, si no eras el rey o for-
mabas parte de la familia real, era muy difícil obtener poder. En
la Era Industrial, si no comenzabas con un gran capital, tus po-
sibilidades para amasar una fortuna eran prácticamente nulas.
Hoy en día, sin embargo, cualquier muchacho con un carnet
de biblioteca o con acceso a Internet podría crear una corpora-
ción que podría cambiar el mundo. Aquellos que tienen acceso
a ciertas formas de conocimiento e información especializados
pueden no sólo transformarse a sí mismos sino además, y de
muchas maneras, transformar a la sociedad entera. Lo grande
de esto es que, en general, todos tenemos un fácil acceso a ese
conocimiento especializado. Por tanto, todos tenemos acceso al
poder potencial.
Sabiendo esto, nos queda una pregunta obvia: ¿Por qué algu-
nas personas consiguen tan magníficos resultados mientras que
otras apenas tienen para vivir? ¿Por qué tantos de nosotros en
esta sociedad parecemos estar tan atrasados y nos bloqueamos
ante nuestro potencial, mientras que otros son capaces de esta-
blecer nuevos modelos de éxito personal y profesional? En los
Estados Unidos, el conocimiento especializado necesario para
transformar la calidad de nuestras vidas se encuentra al alcance
de cualquiera. Está en todas las librerías, en todos los videoclubs,
en todas las bibliotecas. Puedes conseguirlo en conferencias, se-
minarios y cursos. Y todos nosotros parecemos querer tener éxito.
La lista de los best-sellers está llena de métodos para alcanzar la
excelencia personal: Piensa a lo Grande, Vive tus Sueños, ¿Por
qué tienen que disfrutar algunos de toda la diversión? En Busca
de la Excelencia, Piense y Hagase Rico, Perlas Negras, El ejecuti-
vo al minuto, Miembro del Club ... la lista parece interminable.
Si toda la información es de tan fácil acceso, ¿por qué no la utili-
zamos para conseguir los resultados que queremos? ¿Por qué no
conseguimos el poder, la felicidad, la riqueza, la salud y el éxito?
LA MERCANCÍA DE LOS REYES
Lo cierto es que la información sola no es suficiente. Pensemos
sobre ello: Si todo lo que necesitáramos fueran algunas ideas y
una actitud mental positiva, cada uno de nosotros viviríamos
en la abundancia. La acción es el catalizador de todo gran éxito.
La acción es lo que produce resultados. El conocimiento sólo
es poder potencial, y hasta que llega a las manos de alguien
que sepa como llevarlo a la acción efectiva, permanecerá latente
pero inactivo. De hecho, la definición literal de la palabra poder
es "la habilidad de actuar."
Muchos de nosotros nos vemos atrapados en la trampa mental
de observar a personas de éxito y pensar que han llegado has-
ta donde están porque tienen algún don especial. El color de
su piel, solemos pensar, las predispone al éxito (y del mismo
modo, el color de nuestra piel puede garantizar nuestro fracaso
sin que tengamos la culpa de ello). Pero si hay algo que nos
han demostrado los últimos veinte años, es que cualquiera pue-
de conseguir cualquier cosa, sin importar la raza, el credo o el
color. No es necesario decir que algunas personas no gozan de
ciertas ventajas y que otras nunca son objeto de prejuicios. Pero
en casi todas las profesiones o vocaciones, hay una representa-
ción de uno o más grupos minoritarios. Podría argumentar-
se que estos "grupos representativos" se han afianzado en sus
puestos a través de la acción directa, ya que incluso cuando el
talento de diferentes personas es el mismo, las oportunidades
no lo son. Desafortunadamente, las desigualdades son un hecho
en la vida. Algunas personas son juzgadas por ser de sexo feme-
nino, discapacitados, extranjeros, solteros, rubios, obesos, con
poca voz, jóvenes... , o cualquier otra característica arbitraria,
incluyendo las contrarias a las antes mencionadas. Demasiado a
menudo, las personas utilizan sus diferencias como excusa para
justificar su abandono. "Como soy mujer y las mujeres nunca
consiguen buenos puestos en el mundo de los negocios, ¿para
qué molestarse en intentarlo?". O, "Soy demasiado viejo para
empezar nada". La buena noticia es que, si observamos bien,
nos daremos cuenta de que el gran don que posee la gente de
éxito no es una característica externa, sino que es la capacidad
de lanzarse a la acción. Es un "don" que cualquiera de noso-
tros puede desarrollar. Después de todo, otras personas tenían
los mismos conocimientos que Robert L. Johnson, el magnate
de la televisión por cable BET. Cualquier otra persona podría
haber pensado que un canal de televisión por cable exclusiva-
mente para negros tendría un tremendo potencial social y eco-
nómico. Pero sólo Johnson tuvo esa visión de futuro, se lanzó a
la acción, y lo convirtió en una realidad.
Aunque a Johnson le decían que ningún hombre de raza negra
podría hacerlo, él no estaba dispuesto a creerlo. El demostró
una ley universal fundamental: Todos los éxitos realmente im-
portantes suponen el hecho de superar obstáculos. Está en tu
mano creer que cualquier hombre o mujer con resolución no
tiene por qué detenerse ante un obstáculo, ya sea racismo, dis-
capacidad física, religión o cualquier otra cosa. De hecho, los
obstáculos pueden realmente serte de utilidad para lograr un
gran éxito y finalmente llegar a ser una gran persona gracias a
ellos.
LA COMUNICACIONES PODER.
Los seres humanos dan forma a sus vidas a través de dos tipos
de comunicación. Primero, dirigimos lo que llamamos comuni-
cación interna. Estas comunicaciones se basan en las cosas que
nos decimos a nosotros mismos y en las imágenes que refleja-
mos en nuestras mentes. Es desde aquí desde donde se generan
muchos de nuestros sentimientos internos. Cada vez que tene-
mos un pensamiento o nos decimos algo a nosotros mismos,
estamos experimentando comunicación interna. Leer este libro
en silencio es dirigir nuestra comunicación interna.
El segundo modo en que nos comunicamos es la comunicación
externa: las palabras que decimos en voz alta; el modo en que
LA MERCANCÍA DE LOS REYES
usamos nuestras caras; la tonalidad de nuestra voz, expresiones
faciales y posturas de nuestro cuerpo; además cualquier acción
física que realizamos para expresarnos al mundo. Es importante
darnos cuenta de que cada comunicación que realizamos, ya
sea consciente o inconsciente, interna o externa, es una acción,
algo que se pone en marcha. Y todas las comunicaciones tienen
alguna clase de efecto, en nosotros mismos y también en los de-
más. Por otro lado, todos los comportamientos y sentimientos
encuentran sus orígenes en alguna clase de comunicación.
Para controlar nuestras vidas, debemos controlar el modo en
que nos comunicamos con nosotros mismos. Si queremos
cambiar nuestras vidas, debemos cambiar nuestras acciones,
y nuestras acciones tienen como origen decisiones. Debemos
tener algún tipo de comunicación interna para lanzarnos a no-
sotros mismos a la acción. Además, si vamos a influenciar las
acciones de otros, debemos concienciarnos del efecto que pro-
ducen todos los elementos de la comunicación externa. El Dr.
Martín Luther King, Jr., fue capaz de influenciarse a sí mismo
en primer lugar controlando su comunicación interna, mante-
niendo su pasión contra las injusticias y los malos vicios. Pero
sus emociones y sueños habrían muerto en su corazón si no
hubiera sido capaz de controlar su comunicación externa. Hasta
nuestros días, sus palabras, voz, y cara están grabadas en nuestra
memoria como recordatorio de que su sueño todavía vive. Por
saber controlar tanto su comunicación interna como externa,
fue capaz de influenciar a una nación de almas ansiosas por
conseguir los cambios que todos disfrutamos hoy en día. Y su
voz continúa no sólo para esperar más sino para dar más.
Debido a que la comunicación es acción, también es poder.
Aquellos que han controlado su uso efectivo pueden cambiar
sus propias experiencias y las experiencias del mundo. Cuando
controlas tu comunicación, empiezas a controlar tu vida. A lo
largo de la historia, las personas que han sido capaces de provo-
car un gran impacto en nuestros pensamientos y sentimientos y
en el mundo en general, son aquellos individuos que han apren-
dido a utilizar el poder de la comunicación.
Detengámonos un minuto y recapacitemos sobre esta última
afirmación. ¿No es verdad que las personas que más te han in-
fluido son aquellas que han tenido un gran poder de comuni-
cación? Pensad en algunas de las personas que han cambiado
nuestro mundo - Martin Luther King,Jr., John F.Kennedy, Ma-
hatma Gandhi, Malcom X, Thomas Jefferson, Franklin Delano
Roosevelt, Albert Einstein, incluso personajes del espectáculo
como Bill Cosby, Oprah Winfrey, y Michael Jackson. De un
modo mucho más cruel incluso tenemos a Adolf Hitler. Tan
horrible como fue su existencia, también afectó al curso del
mundo. Estas personas eran todas maestros de la comunica-
ción. Eran capaces de coger una idea - ya fuera mandar a gente
al espacio o crear un Tercer Reich lleno de odio - y transmitirla
a otros con cal convicción y seguridad que influían en el modo
en que las masas pensaban y actuaban. A través de su poder de
comunicación, ellos cambiaron el mundo.
¿No es esto lo que hace que debamos tratar a Quincy Janes, a
Tom Bradley, a Spike Lee, a Eddie Murphy o a Colin Powell
como personajes aparte? ¿No son acaso maestros de la comuni-
cación, tanto a la hora de entretener como a la hora de ejercer
influencia sobre los demás? De igual modo que estas personas
son capaces de mover a las masas con su modo de comunicar,
nosotros podemos utilizar las mismas herramientas para mover-
nos a nosotros mismos.
La calidad de tu comunicación externa determinará la calidad
de tu éxito en el mundo externo. Determinará el modo en el
que te relacionas con los demás - personal, emocional, social, y
económicamente. Pero lo que es mucho más importante es que
el nivel de éxito que experimentas internamente - la felicidad,
el goce, el éxtasis, el amor o cualquier otra cosa que desees -
es el resultado directo del modo en que te comunicas contigo
mismo. Tu comunicación interna, y no los acontecimientos que
rodean tu vida, determinarán si eres feliz, si estás triste, agrade-
cido; o si sentirás la pasión, y el amor que tú y todo ser humano
desea en esta vida.
El hecho de que experimentes o no las emociones que de-
seas en la vida es un resultado directo del modo en que te
comunicas contigo mismo. Si una mujer se dice a sí misma
continuamente que hay un techo de cristal que limita lo le-
jos que puede llegar en este mundo y que le impide alcanzar
sus metas, entonces nunca encontrará el coraje ni la fuerza
necesaria para hacer que ocurra lo que desea - al contrario
que la Señora Shirley Chisholm, primera mujer congresista
negra de América. Si nosotros como afroamericanos nos de-
cimos continuamente a nosotros mismos que nuestro color
nos predispone a sufrir tratamientos injustos, entonces tanto
si es verdad como si no, perderemos el espíritu necesario para
encontrar las soluciones que nos conducirán al futuro de glo-
ria que nos hace señas desde la lejanía. Sólo veremos angus-
tia y frustración y resentimiento en el mundo, y además no
aprovecharemos la multitud de oportunidades que tenemos a
nuestro alcance cada día.
Quisiera estar seguro de que comprendéis este simple hecho de
la vida: El modo en que nos sentimos no es el resultado de lo
que ocurre en nuestras vidas: es nuestra interpretación de lo que
ocurre. La historia ha demostrado una y otra vez que la calidad
de vida de la gente de éxito no viene determinada por lo que les
ocurre, sino por lo que hacen con lo que les ocurre en la vida.
Es nuestra interpretación de lo que está ocurriendo, nuestra co-
municación interna, lo que verdaderamente afecta a nuestras vi-
das. Nosotros debemos ser capaces de controlar nuestras vidas.
Debemos centrarnos en lo que podemos hacer. Y siempre hay
algo que podemos hacer; si no es algo en el mundo externo, sí
algo dentro de nosotros mismos que convertirá los desafíos de
la vida en oportunidades. Podemos mirar a las injusticias de la
vida y decir, "¡DEBEMOS SUPERAR ESTO Y GANAR!"
Hablemos de Bill Dower, de la Marina de los Estados Unidos.
Se alistó en la Marina en los años 40 con la aspiración de ir as-
cendiendo de rango y demostrar su patriotismo. Pero por aquella
época, la mayoría de los instructores de la Marina no escondían
su desacuerdo con que hubiera negros en el ejercito. Decir que los
reclutas negros recibían malos tratos es quedarse cortos. Dower y
otros dos marines negros planearon quitarle la vida a un instruc-
tor que les había hecho la vida imposible con sus constantes hu-
millaciones, maltratos y menosprecios. En la noche prevista para
cometer el asesinato, uno de los que acompañaba a Dower hizo
algo que cambió sus vidas para siempre. Les instó a que vieran la
situación de modo diferente. Les dijo, "Si matamos a este hom-
bre arruinaremos nuestras vidas para siempre, y entonces serán
ellos los que finalmente hayan ganado. Todo lo que han estado
diciendo sobre nosotros será entonces verdad - que no podemos
soportarlo, que somos débiles. Esta es la última oportunidad que
tenemos de demostrarles que están equivocados."
En vez de hacer méritos para ser perseguidos, los reclutas idea-
ron una estrategia para vencer la situación. A parcir de enton-
ces todo aquello que se les echaba encima no sólo lo aceptaban,
sino que incluso pedían más. Fueron capaces de superarlo todo;
acometieron sus tareas con espíritu de campeones. Idearon un
lema - "Hagámoslo". Si se les obligaba a hacer cien flexiones más
que a los demás - "Hagámoslo". Correr diez millas más - "Hagá-
moslo", "Cualquier cosa que nos obliguéis a hacer nos hará más
fuertes, por tanto ¡hagámoslo!". Todos ellos llegaron realmente a
ser más fuertes. Unas décadas después, Bill Dower no sólo llegó
a ser sargento instructor, sino que le nombraron Sargento Jefe de
Instructores y superior de todos los instructores de la Marina de
los Estados Unidos. Hoy es uno de los más admirados america-
nos que conocemos. Bill Dower y sus camaradas fueron capaces
de convencerse a sí mismos de que lo que parecía una situación
imposible era en realidad una oportunidad para llegar a ser más
de lo que todos pensaban que eran capaces de ser.
Recuerda, tú eres el que decide cómo sentirte y actuar según el
modo como percibas la vida. Por simple y poco natural que pue-
da parecer, nada tiene otro significado que el que nosotros le de-
mos. La mayoría de nosotros hemos permitido que el proceso de
interpretación sea automático. Pero es importante darse cuenta
de que si conscientemente no tomamos las riendas de nuestras
interpretaciones, las fuerzas externas determinarán nuestra visión
de la vida y del mundo. Por otro lado, es emocionante saber que
podemos reclamar ese poder al instante y cambiar el modo en
que experimentamos nuestras vidas en este mundo.
El objetivo de este libro es aprender cómo funcionamos como
seres humanos, y aprender a utilizar esa información para rea-
lizar las acciones congruentes y claras que nos lleven a alcanzar
resultados sorprendentes. Trata sobre cómo conseguir lo que
queremos ¡justo ahora! Piensa en ello, ¿no es eso lo que real-
mente te interesa? Quizás quieras cambiar el modo en que te
sientes contigo mismo y con el mundo que te rodea. Quizás
te gustaría ser un mejor comunicador, tener una relación sen-
timental con alguien, aprender más deprisa, estar más sano, o
ganar más dinero. Todas estas cosas y muchas más puedes con-
seguirlas por ti mismo a través de la utilización efectiva de la
información que contiene este libro.
No obstante, antes de que puedas conseguir nuevos resultados,
debes ser capaz de reconocer los que ya tienes. Estos pueden
ser o no ser los que tú deseas, pero en realidad no importa lo
que hagamos o dejemos de hacer, siempre estamos obtenien-
do resultados. Muchos de nosotros pensamos que los "estados
mentales de nuestro cerebro" están fuera de nuestro control
porque son el resultado de lo que ocurre en el mundo exterior.
La verdad es que podemos controlar y realmente controlamos
los estados de nuestra mente.
Si por ejemplo estás deprimido, eres tú el que has creado y pro-
ducido el "estado" al que llamas depresión. Si estás entusiasmado,
ese estado lo has credo tú también. Recuerda, las emociones no
son simplemente algo que te ocurre. No "cogemos" una depre-
sión. Como cualquier otro resultado de nuestras vidas, creamos
esa emoción a través de acciones mentales y físicas específicas.
Para estar deprimido, tienes que tener una visión particular de
la vida. Tienes que decirte ciertas cosas a ti mismo en un tono
de voz triste y determinado. Tienes que adoptar una postura es-
pecífica y respirar de un cierto modo para producir la emoción
que conoces como depresión. También ayuda tremendamente si
bajas los hombros y miras constantemente hacia el suelo. Hablar
con tono afligido y pensar en la peor de las situaciones posibles
también contribuye a crear esa sensación. Si haces que tu bioquí-
mica se sume a la confusión comiendo mal, bebiendo alcohol en
exceso o consumiendo drogas, harás que tu cuerpo baje su nivel
de azúcar en sangre y con ello tendrás garantizada una depresión.
Llegamos a la siguiente conclusión: estar deprimido supone un
esfuerzo. Es algo deliberado que requiere determinado tipo de ac-
ciones. Desafortunadamente, igual que cualquier otra cosa que se
haga suficientemente a menudo, muchos de nosotros hemos ad-
quirido verdadera práctica en lograr este tipo de emoción. Y esto
es sólo un ejemplo. Las mismas conclusiones sirven para cual-
quier otra emoción, buena o mala. Algunas personas han llegado
a este estado tan a menudo, que les es fácil caer en ella una y otra
vez. De hecho, muchas veces han unido este patrón de comuni-
cación interna a toda clase de acontecimientos externos. Algunas
personas al ver que consiguen ciertos beneficios secundarios -
atención por parte de los demás, simpacía, amor, etc. - adoptan
este estilo de comunicación como un estilo natural de vida. Otros
han vivido con ello tanto tiempo que se sienten realmente cómo-
dos así. Se sienten identificados con esta situación.
ENTONCES, ¿CUAL ES LA SOLUCION?
Lo importante sobre esto es que nosotros mismos podemos
cambiar nuestras acciones mentales y físicas para eliminar las
emociones que no nos sirven y para potenciar aquellas que sí.
Podemos condicionarnos a nosotros mismos para llegar a estar
entusiasmados o emocionados o compasivos, adoptando el pun-
to de vista que crea esa emoción. AJ producir un estado de éxtasis,
por ejemplo, puedes visionar en tu mente las cosas que crean ese
sentimiento. Puedes cambiar el tono y el contenido de tu dialogo
interno contigo mismo. Puedes adoptar las posturas y patrones
específicos que crean ese estado en tu cuerpo, y ¡milagro!, experi-
mentarás ese éxtasis. Si deseas ser compasivo, simplemente debes
cambiar tus acciones físicas y mentales para alcanzar el estado de
compasión que se requiere. Pronto descubrirás que puedes crear
cualquier emoción que quieras, cuando tú quieras.
Podría ser de ayuda el pensar en el proceso que supone el pro-
ducir estados emocionales imaginando tu comunicación inter-
na como si estuvieras haciendo una película. Para conseguir los
resultados precisos que quieren ver en la pantalla, los directores
de cine manipulan lo que ven y oyen. Si quieren que te sientas
asustado, elevan el sonido y producen efectos especiales justo
en el momento adecuado. Si quieren que te sientas inspirado,
modificarán la música, la luz, o cualquier cosa que produzca
ese efecto en la pantalla. Pueden conseguir que el mismo he-
cho parezca una tragedia o una comedia, dependiendo de lo
que decidan poner o quitar de la pantalla. Tú puedes hacer lo
mismo con la pantalla de cine que tienes en tu mente. Puedes
manipular tu actividad mental, la cual es el fundamento de toda
acción física. Puedes elevar las luces y los sonidos para mandar
un mensaje positivo a tu cerebro, y bajarlos para mandar uno
negativo. Puedes manejar tu cerebro con tanta destreza como
John Singleton manipula sus películas.
Lo que veremos a continuación podría resultar duro de digerir
- en principio encontraréis difícil de creer el que exista un siste-
ma con el que instantáneamente cualquiera puede reunir todas
sus fuerzas y convertirlas en aquello que desea conseguir. Sin
embargo, si hubieras dicho a los esclavos negros hace 225 años
que sus descendientes ganarían elecciones obteniendo puestos
en el gobierno y en importantes corporaciones, y que muchos
vivirían rodeados de lujo en este país, seguro que te habrían
dicho que dejaras de soñar. Te hubieran advertido, "No dejes
que nadie te oiga hablar así". Si hace cien años hubieras insi-
nuado que el hombre llegaría a la luna, se te habría considerado
un loco (¿De donde crees que viene la palabra lunático?). Si
hubieras dicho que sería posible viajar desde Nueva York a Los
Angeles en cinco horas, te hubieran tratado como a un loco
soñador. En realidad, lo que ha hecho posible todo eso han sido
simplemente unas tecnologías específicas y ciertas leyes de la
aerodinámica. (De hecho, justo ahora, una compañía aeroespa-
cial está trabajando en una aeronave que transportará a la gente
desde Nueva York hasta California en doce minutos, saliendo y
volviendo a entrar en la atmósfera de la Tierra.) Aunque quizás
no tan rápidamente, los cambios que hemos experimentado en
nuestra comunidad han sido realizados paso a paso. Con la apli-
cación de tecnologías específicas y de leyes de comportamiento
humano, alcanzaremos nuestras metas de igualdad personal y
de unidad cultural mucho más rápidamente.
Me siento tan afortunado de estar vivo en estos días y en esta
época. Estoy tan agradecido por las cosas que nuestros antepa-
sados hicieron para que nuestras vidas hoy sean mejores. Aun-
que hay mucho trabajo por realizar para lograr la igualdad en
este planeta, nunca dejaré de admirar a los hombres y mujeres
que han sacrificado tanto por todos nosotros.
La historia reciente nos ha mostrado varios modelos de compor-
tamiento y muchos ejemplos de hombres y mujeres negros que
han logrado el éxito: el invencible Jesse Owens, que demostró
al mundo que no existía la mal llamada "superioridad" o "infe-
rioridad" étnica ... el inimitable General Colin Powell, quien
no sólo fue responsable al mando de las fuerzas armadas de los
Estados Unidos en la Guerra del Golfo, sino que llegó a ser un
poderoso consejero político a lo largo de una distinguida carrera
militar ... el indómito Caro! Moseley - Braun, primer senador
negro de los Estados Unidos ... el innovador Berry Gordy, que
fundó la Motown Records en 1959 ... la indestructible Wilma
Rudolph, que superó una poliomielitis y una parálisis y llegó a
ser hasta tres veces medalla olímpica de oro . . . y un sinfín de
personas cuyos nombres ni siquiera han salido nunca a la luz. A
través del estudio de estos individuos, podemos ver que existe
un patrón en todos ellos; un camino realmente consistente al
que llamamos ...
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desata tu poder ilimitado

  • 1. ANJHONY ROBBINS JOSfPH McCHNDON 111 TOMA VA fl CONTROl Df TU VIDA Y AVAN~HACIA TUS MAYORfS SUfÑOS M~MOPOTENCIAL
  • 2. Poder Sin Límites de Anthony Robbins ha guiado a millones de personas a lo largo del camino que lleva hacia el poder y el éxito. Desde su publicación, Poder Sin Límites ha llegado a ser un bestseller a nivel internacional, del cual se han vendido millones de ejemplares. Robbins ha publicado, además de éste, otros dos bestsellers que han llegado a ser número uno en ventas, Controle su Destino y Pasos de Gigante. Y ha vendido más de 50 millones de audios formativos y motivacionales. Ahora, en Desata tu Poder Ilimitado, Robbins y su socio y amigo de tantos años Joseph McClendon III, una verdadera autoridad en la comunidad afroamericana y entrenador jefe de la Robbins Research Internacional, abordan las necesidades específicas en busca del conocimiento, coraje, éxito y una mejor calidad de vida. Robbins y McClendon proporcionan en este libro la inspiración y las herramientas necesarias para ayudar a los lectores a superar cualquier obstáculo social o personal, o cualquier condicionante cultural que pudiera impedirles disfrutar la vida que esperan. Paso a paso, Robbins y McClendon muestran como reprograrnar la mente en minutos para con ello eliminar miedos y fobias, alimentar el cuerpo con salud y energía renovados, mejorar en gran medida las relaciones y llegar a ser un comunicador convincente. Empleando las técnicas más avanzadas en el mundo de la superación personal, aprenderás: Los siete estados del éxito. Cómo modelar y duplicar el éxito de los demás. Las cinco claves para lograr la riqueza y la felicidad. Cómo determinar tus valores fundamentales. Cómo resolver conflictos internos que son el origen del auto- sabotaje y de otros comportamientos destructivos. Desata tu Poder Ilimitado, además contiene un revolucionario programa para lograr el buen estado físico de la mente, el cual ce permitirá descubrir lo que realmente quieres y ce mostrará cómo conseguirlo, ( Con Desata cu Poder Ilimitado, Anthony Robbins y Joseph McClendon III han escrito un libro único y dinámico que te proporcionará un programa para conseguir un éxito increíble en todas las facetas de tu vida. SÍ. TÚ PUEDES SER. HACER. TENER. Y CONSEGUIR TODO LO QUE QUIERAS EN LA VIDA
  • 3. ÍNDICE INTRODUCCIÓN POR ANTHONY ROBBINS 11 PARTE 1 CÓMO SE MODELA 1A EXCELENCIA HUMANA 19 1. La elección humana 21 2. La mercancía de los reyes 49 3. La fórmula esencial del éxito 65 4. La diferencia que marca la diferencia 87 5. El poder de nuestro estado 105 6. El nacimiento de la excelencia: La creencia 125 7. Las siete mentiras del éxito 145 8. Dominar tu mente: Cómo dirigir tu cerebro 165 9. La sintaxis del éxito 1 l 10. Como detectar la estrategia de alguien 213 11. Fisiología: El camino de la excelencia 241 12. El alimento de la excelencia 259
  • 4. PARTE IILA FÓRMULA DEL ÉXITO DEFINITIVO 285 13. Acabar con las limitaciones: ¿Qué es lo que quieres? 287 14. El poder de la precisión 307 15. La magia de la relación 327 16. Distinciones de la excelencia: Meraprogramas 347 17. Como tratar la resistencia y resolver problemas 371 18. Redefinición del marco: El poder de la perspectiva 385 19. Anclarse a sí mismo en el éxito 407 PARTE lll EL LIDERAZGO: EL DESAFÍO DE LA EXCELENCIA 437 20. Jerarquías de valores: El criterio definitivo del éxito 439 21. Las cinco claves de la riqueza y la felicidad 447 22. La creación de las tendencias: El poder de la persuasión 469 23. Vivir la excelencia: El desafío humano 495 SOBRE LOS AUTORES 511 Sobre las empresas de Anthony Robbins 519 La fundación Anthony Robbins 523
  • 5. AGRADECIMIENTOS C uando llegó la hora de expresar mi más profundo agra- decimiento a aquellos que contribuyeron en este pro- yecto con su preciado apoyo, fuerza, sugerencias, y trabajo duro, me surgió una lista inacabable. Comprendí que, debido a la naturaleza de este libro, cada persona que he tenido el privilegio de llamar amigo ha contribuido de un modo u otro en mi desarrollo y, por tanco, en el desarrollo de este libro. A todos aquellos que nombro en la siguiente lista, por favor per- mitidme daros mi profundo agradecimiento de todo corazón por crear un medio en el cual he sido capaz de aprender y crecer. A aquellos que no he mencionado, por favor, sabed que valoro vuestra amistad y presencia como uno de los mayores regalos de mi vida. Gracias, en primer lugar, a la mejor familia del mundo - mamá, papá, Ava, Anita, Lisa, Nick y Rudee - por ir empujándome a través de la vida y por creer en mí. Muchas gracias también a Deena Banks, Karen Rish, Vicki St. George , y la pandilla de Just Write (Simplemente Escribir) por ayudarme a hacer solamente eso - i simplemente escribir! A Laura Kalb, Veronique Boss, Marina McPherson, Pam Hendrickson, Deb Hinz, Lisa Bell, y a todos los trabajadores de la RRI por hacer lo imposible por atender mis constantes llamadas. A Dominick Anfuso, Ana
  • 6. DeBevoise, Bob Asahina, y Cassie Jones por su paciencia y por creer en este libro. A Sam Georges por su gran sentido del humor, su amistad, y su profunda sabiduría; tú sí eres realmente el maestro de las preguntas. A Bill Stafford por creer en mí a pies juntillas. A Violer Farley por tu maravillosa perspicacia. A Terry Schmidt por tu maravillosa habilidad para conducir. A mi gran amigo John Lewis Parker y tu familia por vuestra compañía y sabiduría. A Danny Harris por tu imaginación. A Jeff Joseph por tu amistad y tu rápida comprensión. A Rich, John, y James por soportarme en mis agobios y permitirme dar los mayores portazos que jamás he dado. A la señorita Sonia Satra por su inspiración y su fe en mí. A Kerrie Pohn, Alvin, y Lumpy por tolerar mis constantes dudas a altas horas de la madrugada. A Greg Gibson por sus respuestas a mis dudas lingüísticas. A Lloyd Duplechan, Alan Slacer, Jim Sergeant, Houston Houston, Chris Houston, Brian Beeler: vosotros chicos, sois los mejores. A Lori Trehan por todas esas horas de debates y de íntimas confesiones. A Debra Russell por su cariño y amistad a lo largo de los años. A Albert Saab: a ti, el hombre. Y por último, aunque no por ello menos importantes, a mis queridos amigos, Tony y Becky Robbins, por vuestro cariñoso apoyo y eterna amistad. INTRODUCCIÓN POR ANTHONY ROBBINS D urante casi dos décadas, me he dedicado a buscar qué es lo que nos permite tener una extraordinaria calidad de vida. Siempre me he sentido fascinado (casi obse- sionado) por el deseo de comprender las fuerzas que nos llevan a hacer lo que hacemos, pensar lo que pensamos, amar lo que amamos, y odiar lo que odiamos. ¿Cómo es que algunos indi- viduos, cuando se enfrentan con injusticias y abusos sociales extremos, superan estas condiciones y se convierten en almas de inspiración - actuando a niveles que exceden con creces las expectaciones de cualquiera y consiguiendo un extraordinario éxito, gozo y felicidad - no sólo para sí mismos sino para todos aquellos que tienen el privilegio de estar en contacto con ellos? ¿Cuál es la causa de que ciertas personas sepan sacar algo posi- tivo de las tormentas que cruzan su vida y sean capaces de in- fluenciar positivamente a sus familias, amigos, y comunidades? Cuando estudié la historia de los Estados Unidos por primera vez, me sentí avergonzado al descubrir que nuestro país había creado una Declaración de Independencia para asegurar la li- bertad de todos, sin embargo había negado esta libertad a un gran sector de sus ciudadanos. A través de su omisión en mu- chos campos y de una patente exclusión, los afroamericanos fueron considerados como menos importantes y se les negaron
  • 7. los mismos derechos que a otros que no compartían sus raíces y su color de piel. Es alentador ver ahora a tantos hombres y mujeres de color, muchos de los cuales he tenido el honor y privilegio de conocer y pedir consejo, que han cruzado la barrera del color y hoy dan forma a nuestra cultura y a las experiencias que nos permiten pensar y sentir con un nivel más profundo de conocimientos y de pasión. A nuestro mundo le han dado forma personas como Quincy Jones, un hombre procedente de un barrio pobre cuya familia tuvo literalmente que comer ratas para sobrevivir y que durante cincuenta años ha sido el corazón, el alma, y un de- cano de la música americana. Oprah Winfrey es el icono de la televisión a diario; ella conecta cada día con los ciudadanos americanos hasta el punto de haber llegado a ser una de las mujeres más escuchadas, observadas y, sobretodo, más influ- yentes del país. Creo que Nelson Mandela es una de las almas más extraordinarias que existen en vida hoy en día. Tenemos ante nosotros a un hombre que fue encarcelado y torturado física, psicológica y emocionalmente durante veintisiete años, y a pesar de todo mantuvo un nivel de dignidad y coraje que desafiaba a cualquier abuso cometido contra él. Aquí tenemos a un hombre que se negó a comerciar con su libertad a cambio de la promesa de silenciar la injusticia, un hombre brillante de principios inamovibles cuya visión es superada solamente por su compasión. ¿Podéis imaginar la rabia que sentiríais sí fuerais injustamente encarcelados durante más de un cuarto de siglo? Debemos preguntarnos cómo puede cualquier ser humano ex- perimentar algo así y no estar lleno de odio y de obsesión por la venganza. Además, como sabemos hoy, este hombre ha proba- do algo que somos capaces de hacer: ha dejado la rabia y las he- ridas del pasado tras él para servir a la bondad y crear un futuro para todas las razas de esta nación. Ha logrado con gran fuerza de voluntad hacer todo lo posible para que esto ocurra - incluso hasta el punto de nombrar a Frederick de Klerk, el hombre que dirigió la nación y la ideología que instigó su condena, como compañero en el gobierno. Estas personas excepcionales y tantas otras a lo largo de la histo- ria - desde Jesse Owens hasta Martin Luther King, Jr. - no son solamente unos extraordinarios seres humanos, sino modelos de conducta y mentores para todos nosotros sin tener nada que ver con su herencia histórica. Sólo puedo imaginar el orgullo que debe sentir todo afroamericano al saber que, en espíritu, la sangre de estos y de otros muchos hombres y mujeres negros de gran valor y distinción, corre por sus venas. Sé que comprende- réis mi entusiasmo al compartir estas historias como un home- naje a la fuerza y a la sabiduría de las personas que las vivieron. En los dos años anteriores a la finalización de este libro, he vis- to también como han surgido episodios menos nobles - entre ellos, la paliza de Rodney King, los disturbios sociales como resultado del juicio de aquellos policías, y la tensión racial pro- vocada por el juicio de O.J.Simpson. A pesar de todo, en medio de todo esto, el espíritu humano prevaleció y la magnitud de nuestros héroes me volvió a asombrar una vez más al presenciar el poder y la dignidad de la Marcha del Millón de Hombres de 1995. La imagen de tantos afroamericanos dirigiendo una im- presionante manifestación pacífica de unidad sin precedentes, me convenció más todavía del número de afroamericanos que podrían acceder y utilizar las tecnologías de este libro. En estas personas reconocí un apasionado sentido del propósito - un sentido de increíble coraje y convicción - para crear un destino de verdadera realización para sí mismos y para sus hijos, a pesar del dolor y frustración del pasado. Esta candente convicción me ha afectado mucho en la vida. Mi propia obsesión por procurar hacer del mundo un lugar mejor proviene del hecho de que una vez creí que la vida era formidable; mi obsesión por la libertad viene del hecho de que una vez no pude disfrutar de ella; mi obsesión por aprender, de- sarrollarme y compartir los instrumentos para cambiar vienen
  • 8. del hecho de haber sentido personalmente el dolor de lo que me pareció un total injusticia y falta de humanidad. Todos necesitamos una cierta cantidad de dolor o falta de sa- tisfacción para obligarnos a nosotros mismos a procurar cam- biar. Un día me di cuenta que el comportamiento que estaba demostrando estaba muy lejos de la persona que yo realmente llevaba dentro; estaba viviendo una vida de hostilidad, falta de esperanza y odio hacia mí mismo. Fue fuera de ese dolor donde finalmente empecé a convertir esa rabia en poder - el poder de moverme hacia delante, el poder de centrar mi vida en buscar soluciones. Desarrollé un inamovible propósito de crear liber- tad para mí mismo y para todo aquel que estuviera a mi lado. Encontré modelos de conducta en cada una de las facetas de mi vida en las que necesitaba mejorar, aprendí las acciones espe- cíficas que llevaban a conseguir los resultados que yo quería, y desarrollé esas acciones. Realicé el cambio que hoy me permite sentirme profundamente realizado e intensamente encaminado en la dirección correcta - agradecido pero sin ser complaciente. Mi historia continúa para obligarme e inspirarme. En 1984, a la edad de veinticuatro años, escribí mi primer libro, Poder Sin Límites. Fue el principio de un trayecto que ahora me ha dado el privilegio de compartir estas herramientas con más de millón y medio de personas de casi todos los ámbitos de la vida. He conseguido llegar a todos los niveles socioeconómicos; he via- jado por el mundo y he trabajado con algunas de las personas de más éxito - desde el presidente de los Estados Unidos hasta dirigentes de pequeñas comunidades locales, desde estrellas de la NBA y actores de primera fila hasta los más inferiores trabajado- res en pequeños negocios - genios empresariales y grandes hom- bres de negocios que han ganado más de medio billón de dólares en un día-y desde personas sin hogar que luchan por sobrevivir hasta ciudades enteras que esperan lograr una mayor prosperidad. Trabajo, personalmente y a través de los esfuerzos de la Funda- ción Anthony Robbins, con jóvenes del interior de las ciudades, que se enfrentan con los estragos provocados por la adicción a las drogas, e incluso he trabajado con presos, enseñándoles a recobrar la energía, a ser fuertes, a ser tan poderosos que nada en este mundo - ni la falta de equidad, la injusticia, los retos, o las circunstancias - puedan impedirles crear o llegar a ser lo que quieran o quien quieran en la vida. Sin embargo, diciendo esto, no pretendo saber lo que signifi- ca ser negro. Nunca he sufrido el aguijón del racismo, o el frío e insensible efecto de la discriminación. No hay modo de que pueda ni siquiera empezar a comprender lo que es saber que mis antepasados fueron asesinados, torturados y forzados, que se les arrebató el poder de controlar y explotar lo que Dios nos ha dado como un regalo de la vida. No, yo no sé lo que es ser Negro - pero a través de los ojos y del corazón de uno de mis mas queridos amigos, he tenido el privilegio de echar un vistazo a lo que sólo puedo describir como un océano cristalino de posibi- lidades que suspira porque esa hermosa gente Negra se sumerja en él. Con la experiencia de este hombre he presenciado, a través de sus emociones, los elementos de lo que podrían formar juntas algunas de las piezas de un magnífico puzzle. Él me dio la bien- venida a su mundo y compartió conmigo su corazón y su pasión por marcar la diferencia. Es verdad. No sé lo que es que alguien me juzgue por el color de mi piel, pero comprendo lo que es superar tremendos obstácu- los. Por mi propia experiencia y también por la de aquellos cuya fuerza y voluntad admiro - entre ellos, mi queridísimo amigo y entregado coautor, Joseph McClendon III - continúo sintién- dome inspirado por lo que los seres humanos son capaces de hacer y de llegar a ser cuando cambian dos cosas: sus creencias acerca de lo que es posible y su estrategia para lograr lo que valoran más en la vida. Permitidme un momento para contaros algo sobre este extraor- dinario amigo mío, Joseph McClendon III. Conocí a Joseph en 1986 cuando asistió a uno de mis seminarios en Los Angeles,
  • 9. California. Aunque suene extraño, desde el momento en que le conocí supe que seríamos amigos durante toda la vida. Se suele decir que respetamos y admiramos en otros lo que valo- ramos en nosotros mismos. Joseph tiene una pasión por vivir, una preocupación por los demás y una capacidad para la ale- gría y el gozo que llega al alma de todo aquel que conoce. Su voluntad para ser y dar lo mejor de sí mismo es intachable. Le he visto integrarse y comunicar los medios y las técnicas que yo mismo enseño con un gran estilo y una aptitud especial. Tiene un talento único y un extraordinario sentido del humor, y sus técnicas excepcionales le han permitido llegar a ser un relevante Especialista Superior de Representaciones y el Entrenador Jefe de Robbins Research lnternational, lnc. Uno de mis más sinceros deseos para ti es que tengas o encuen- tres un amigo así en la vida. Quizás, a través de estas páginas Joseph pueda llegar a ser para ti lo que es para mí - un gran amigo y un valioso consejero. Juntos compartimos la tarea de dedicar nuestras vidas al servicio a los demás, a marcar una di- ferencia para todo el mundo en la escala más amplia posible. Un día, mientras discutíamos acerca de cómo alcanzar este ob- jetivo, Joseph sugirió que podíamos considerar la idea de adap- tar Poder Sin Límites específicamente para las personas de raza negra. Como resultado de esta decisión, el libro que sostienes entre tus manos se hizo realidad. Sinceramente espero que este libro no sólo te proporcione las herramientas necesarias para darte fuerza en la vida, sino que te llegue a tocar en lo más pro- fundo de tu alma. No te conozco personalmente, pero sé que si estás leyendo este libro, debes ser un alma especial que no está dispuesta a aceptar lo que las circunstancias le ofrecen. Eres una persona que quiere hacer historia, no vivir con las limitaciones del pasado. Además espero que leer lo que Joseph y yo compartimos - mis principios y estrategias iluminados por su experiencia - hagan aumentar tu interés por tu historia, una historia de poderosos afroamericanos que están marcando una diferencia en la calidad de vida de todo el mundo. Si alguno de los pensamientos, ideas, o estrategias de este libro te toca el alma de un modo especial, será para mí un profundo honor. Espero que nos escribáis a Joseph y a mí y compartáis con nosotros la historia de vuestro éxito. ¡Comencemos pues la andadura!
  • 10.
  • 11. CAPÍTULO UNO LA ELECCIÓN HUMANA e l conflicto es ya muy clásico: La diferencia entre lo que sentimos en nuestras almas y aquello con lo que realmente nos enfrentamos en el mundo real es a me- nudo tan diferente como la noche y el día. Dentro de todos y cada uno de nosotros se encuentra la semilla de la grandeza, un profundo anhelo por crecer y contribuir a marcar la dife- rencia. Todos nosotros queremos creer que merecemos una buena vida, que realmente podemos conseguirla. Entonces, ¿qué impide que consigamos nuestros sueños? ¿Qué evita el que podamos conseguir lo que hemos deseado siempre desde lo más profundo de nuestro ser? No hay duda de que las diferencias raciales y culturales se nos presentan demasiado a menudo como retos que podrían impedir nuestra evolución. Pero si alguno de nosotros realmente cree que esas diferencias
  • 12. determinan nuestro destino, entonces tenemos un futuro muy oscuro. Permitirnos a nosotros mismos caer en la hipnosis cul- tural de pensar que el mundo exterior es lo que finalmente con- trola nuestras vidas - en vez de darnos cuenta de que cada día esta repleto de oportunidades para llegar a ser poderoso más allá de las convicciones - es rendirse ante esa magia que se nos otorga en el momento de la concepción y que se nos garantiza desde la primera vez que respiramos. En el fondo, todos conocemos la realidad: Son realmente nues- tras diferencias - nuestras características únicas - lo que hace a cada ser humano rico en grandeza, y lo que hace que la adversi- dad dé más fuerza a nuestras almas. Los músculos sólo crecen a base de esfuerzo. Cualquier cosa que no nos mate, nos hace más fuertes si aprendemos de ello, y los desafíos son la manera que tiene Dios de prepararnos para lo que pedimos. Cuando miro a los ojos y a los corazones de otros que compar- ten mi hermosa herencia, me siento vivo y orgulloso. Cuando contemplo cuánto hemos crecido, contribuido y amado esta cultura a través de los años, experimento un sentido de cone- xión que es inamovible. Me siento extremadamente privilegia- do y a la vez humilde al compartir mis pensamientos contigo, y te agradezco profundamente la oportunidad que me das de caminar juntos por este nuevo sendero en este fascinante viaje al que llamamos vida. Al mirar mi vida hoy, no puedo evitar sentirme increíblemen- te agradecido. Pero no siempre ha sido de este modo. Como mucha gente, experimenté una época tan llena de dudas y con- fusión sobre quien era yo y sobre lo que era capaz de hacer, que llegué a sentirme paralizado. Al criarme en una familia que predicaba la igualdad y la justicia, el mundo exterior a menudo me enseñó una realidad muy diferente. Todos hemos tenido momentos en nuestras vidas en los cuales ser diferentes era por lo pronto una carga - y esos momentos pueden parecer una eternidad. Demasiado a menudo esos mo- mentos "definitorios" pueden moldear nuestras creencias sobre la gente, las oportunidades y el mundo en general, dando forma así a nuestras vidas para mejor o para peor. Sin aviso previo, algo ocurre. Las cosas cambian, y nos podemos ver involucrados en situaciones horribles. La vida se convierte en una miseria, y dependiendo de cómo sepamos interpretar esas situaciones, éstas pueden limitarnos o acelerar nuestro proceso hacia nuestra propia realización. LA OPORTUNIDAD DE TRANSFORMARSE Mi propia vida ha estado llena de situaciones en las cuales ser negro era un catalizador para, algunas veces, malos tratos. Per- mitidrne contaros algo que ocurrió hace mucho, mucho tiempo. En una fría y tormentosa noche de Noviembre, en mitad de ninguna parte, la vida tal y como yo la conocía estaba a punto de cambiar. La oscuridad pendía en el aire como una gruesa y negra sábana de terciopelo. Incluso la delgada silueta de la luna que brillaba esa noche parecía paralizada por el vacío del cielo del desierto. Eran alrededor de las 11 :30 de un viernes por la noche, y yo conducía mi motocicleta desde Los Angeles a San José para vi- sitar a mi padre y mi hermana. Estaba cruzando la pequeña ciudad de Oildale, cerca de Bakersfield, por la autopista 5. En aquellos días, decir que Oildale era una ciudad de "campesi- nos blancos de los estados del sur" era como decir que el Gran Cañón era simplemente un pequeño agujero en el suelo, o que Adolf Hitler tenía sólo pequeños fallos en su personalidad que necesitaba solucionar. Tenía el depósito lleno de gasolina y sólo tres horas más por delante hasta alcanzar mi destino. Siempre viajaba por la noche para evitar el tráfico, y me encantaba el sentimiento de libertad que me daba el encontrarme solo en la
  • 13. carretera. A veces daba miedo pero siempre era emocionante. Iba a toda marcha por la carretera en mi Harley-Davidson a unas sesenta y cinco millas por hora, y bajo circunstancias nor- males hubiera pasado por Oildale normalmente. Lamentablemente, esa tarde en particular había olvidado tensar la cadena trasera de mi moto. Con un fuerte estallido se salió, dejando la máquina fuera de control. Conseguí parar, volví ha- cia atrás a recoger las piezas de la cadena y luego empujé la moto a la salida de la autopista más cercana que estaba a unas cien yardas. Entonces la llevé hasta una gasolinera que estaba cerrada para intentar repararla. Llevaba allí una media hora cuando una vieja camioneta Chevy apareció con tres hombres en la cabina. Entraron en la gasoline- ra y frenaron chirriando entre mi moto y los surtidores. Al prin- cipio pensé que habían parado para ayudarme, pero en cuanto les vi bajar tambaleándose de la camioneta, me di cuenta de que me hallaba ante un problema. Era obvio que habían estado be- biendo, y parecían tan excitados por lo que habían encontrado que se dejaban caer uno sobre otro riendo acerca de quien sería el primero en empezar. Mientras permanecía allí, temiendo por mi vida e intentando decidir qué hacer, no pude evitar pensar que la mayoría de las personas de color hemos temido este tipo de situación alguna vez en nuestra vida. Todas las historias de malos tratos a los Negros pasaron en un instante por mi mente como un noti- ciario a cámara rápida sobre algunos terribles derechos civiles. Ahora parecía que yo estaba a punto de revivir uno de esos hechos. Durante un segundo pensé que todo iba a salir bien, porque el más alto de ellos (al que le faltaban todos los dien- tes y llevaba el guardapolvo lleno de manchas) dio un paso al frente y lanzó un gruñido. Pero mis esperanzas se desvane- cieron inmediatamente cuando dijo con voz cansina: "Bien, negro, qué suerte que hayas escogido el lugar equivocado para tener una avería." Tras eso, todo pareció ocurrir a cámara lenta. Me atacaron todos a la vez, dándome patadas sobre mi moto e intentando separar- me de ella hacia donde pudieran golpearme más fácilmente. "¡Es hora de que mueras, negro!" gritó uno de ellos mientras los tres me rodeaban. Instintivamente me arrastré entre los surtidores in- tentando protegerme, y por unos instantes lo conseguí, no sin antes recibir varios fuertes golpes. Allá hacia donde mirara en- contraba a otro de ellos golpeándome. Absolutamente aterrori- zado, me acordé de que tenía un arma: la llave inglesa que había estado utilizando para arreglar mi motocicleta estaba todavía en mi mano. La zarandeé en el aire con la esperanza de ahuyentarlos. En principio pareció funcionar, pero eran demasiados. Recuerdo las patadas y los golpes en la cabeza y en las costillas, recuerdo oír el impacto y notar el dolor que me producían los golpes. Los golpes sordos en mi costado o los puñetazos en mis dientes pare- cían venir de ninguna parte, demasiado rápido para que yo pu- diera esquivarlos. Recuerdo haberme sentido más enfadado que asustado, sintiéndome desfallecer pero luchando por permanecer consciente. Sabía que si perdía la consciencia me harían pedazos. Realmente no sé qué les hizo parar, pero recuerdo echar a correr tras uno de ellos, gritando desde lo más profundo de mis pulmo- nes, y finalmente lanzándole la llave inglesa. Al final, todos ellos subieron a la camioneta y se marcharon de allí. La rabia y el odio que sentí en aquellos momentos era absoluto. Mi mente gritaba: ¡Bastardos! ¿Cómo osáis hacerme esto? ¿Cómo os atrevéis? Miré mi camisa y vi en ella mi propia sangre. Sentí que mis entrañas ardían, y el sabor amargo de la sangre en mi boca ponía un nudo en mi garganta. Sentía mi cara hecha jirones, mi nariz y mi boca sangraban, y me costaba mucho respirar. Estaba tan asustado que no era capaz de pensar qué hacer, pero sabía que algo realmente serio me ocurría. Supe que si no recibía ayuda médica rápidamente moriría. Me dirigí hacia la cabina de teléfonos que había al otro lado de la gasolinera para pedir ayuda, pero el auricular estaba roto. No
  • 14. podía caminar, y tenía miedo de que aquellos "buenos chicos" volvieran para acabar conmigo, así que pasé el resto de la no- che en la parte trasera de la gasolinera rezando para que no me encontraran. Los segundos me parecieron horas mientras permanecí allí sen- tado congelándome encima de un montón de viejos neumáti- cos. Finalmente, alrededor de las 6:30 de la mañana, cuando el encargado llegó para abrir la gasolinera, me acerqué a él arras- trándome desde el montón de neumáticos. El encargado me echó un vistazo y llamó para pedir ayuda. La policía llegó y me llevó al hospital donde fui curado de mis heridas. Una hora y media después, me llevaron a la oficina del sheriff en la parte trasera de un coche patrulla para que pudiera rellenar un informe policial. La gente de la comisaría se mostró fría e insensible. Por el modo en que me trataron, cualquiera hubiera pensado que me echaban a mí la culpa de lo que había ocurri- do. Uno de ellos incluso me preguntó qué demonios estaba yo haciendo en aquella parte de la ciudad y me dijo que no tenía porque haber estado allí. Todavía temblando y dolorido por los golpes, alguien me dijo: "Siéntese en esa silla enfrente de mi escritorio y espere a que podamos atenderle." Los oficiales de policía iban y venían y muchos de ellos negaban con la cabeza en señal de desaprobación mientras me miraban. Algunos incluso reían disimuladamente o mostraban una son- risa de satisfacción como si yo hubiera recibido simplemente lo que merecía. Quería llorar, pero estaba tan enfadado y tan asustado que sólo pude sentarme allí, lleno de incredulidad. ¡Tuve que esperar varias horas en la comisaría, sospechando que aún tardaría en salir de allí mientras ellos hacían sus informes y requisaban mi moto! Por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, era como si hubiera vuelto atrás a las oscuras épocas de mis no tan lejanos antepasados. Aún hoy en día tengo serias dudas acerca de si realmente la policía buscó a los hombres que me atacaron. Me sentí violado y, a pesar de haber recibido una educación que enfatizaba la justicia y la armonía racial, sentí las semillas de los prejuicios germinar en mi propios intestinos. Me sentía enfermo al ver la persona en la que me estaba convirtiendo. Por primera vez en mi vida, me descubrí a mí mismo reaccionando hacia el color y la cultura en vez de hacia el carácter. A partir de entonces, cualquiera que me recordara lo más mínimo a un sureño provocaría en mí una inmediata sospecha. Incluso inte- lectualmente, sabía que cualquier persona de una raza distinta a la mía podría provocar al instante una sensación de furia dentro de mí. A pesar del hecho de que la mayoría de mis relaciones labora- les y personales se daban con gente blanca, me descubrí a mí mismo confiando solamente en los que conocía, y entablando amistad sólo con aquellos que eran capaces de recorrer un tre- cho más para demostrar su camaradería. Estaba llevando una doble vida, y el rechazo y la contradicción me estaban haciendo pedazos por dentro. Odiaba a la persona en la que me estaba convirtiendo con todo mi corazón. Era culpable de todo lo que había causado que aquellas personas me atacaran sin motivo al- guno, sin saber nada acerca de lo que yo era como persona. Las cicatrices externas sanarían, pero no sabía como curar las que me estaban comiendo vivo por dentro. LA BATALLA INTERNA Durante años después de aquel acontecimiento, estuve viviendo en una mentira. Por fuera era feliz y ambicioso para la mayoría de las personas, pero por dentro estaba completamente estan- cado en el recuerdo de lo que había ocurrido. Estaba enfadado, rabioso, era extremadamente sarcástico - estoy seguro de que vosotros os habrías sentido igual. Pero estaba equivocado al ge- neralizar mi odio, y en algún lugar muy dentro de mí lo sabía.
  • 15. El incidente había pasado, pero su efecto permanecía y dominaba todo mi ser. No sólo sentía odio hacia los blancos sureños sino, lo que es peor, realmente empecé a creer en la estúpida idea de que el color de mi piel hacía a mi alma menos importante que la de los blancos. Me entristecía y me enfurecía pensar en cuán- tos hombres y mujeres de mi raza se sentirían como yo porque ellos mismos, o alguien a quien amaban, habían sufrido abusos tan horribles o mucho peores que los míos. No quería que aquel hecho marcara el resto de mi vida. No quería vivir el resto de mis días lleno de dudas y deseos de venganza. ¡No quería ser como aquellos sureños! Mi mente no dejaba de pensar, no sólo en la injusticia con la que me había encontrado, sino en el dolor que toda mi raza había experimentado a través de la historia: la opre- sión, la esclavitud, los maltratos, la manera de estereotipar toda una cultura. Las palabras "no es justo" sonaban constantemente en mi cabeza como un avergonzante recordatorio subliminal de un legado escondido que me tapaba los ojos a la esperanza. Sentía como si estuviera perdiendo la batalla que había dentro de mí. EL TIEMPO LO CURA TODO ...¿O NO? Con el paso del tiempo, pensé que todo había acabado. Mi odio se suavizó hasta ser sólo rencor. Pero al mismo tiempo, el fantas- ma de aquella experiencia continuaba persiguiéndome. Llegó a convertirse en un filtro para todas mis acciones internas, no sólo con los blancos sino también con mi propia gente. Mi baja auto- estima y mis dudas convertían en sospechosos a cualquiera aun- que fuera como yo. Si yo era tan insignificante que podía ser mal- tratado cruelmente sin consecuencias, entonces cualquiera que se pareciera a mí podría ser igual de despreciable, ¿no es cierto? Aquellos fueron los meses más contraproducentes de toda mi vida. Pero, ¿sabéis qué? yo no lo sentía así en aquel momento. No tenía ni idea de cómo estaba permitiendo que los acon- tecimientos de mi pasado me afectaran. Siempre había sido dirigido y había algo que me reprimía. La fuerza invisible del miedo y la inseguridad me mostraba con pequeños detalles que seguía conectado con mi pasado. Dudas, miedo a fracasar, baja motivación, y un terror total se convirtieron en cánceres en mi vida, consumiendo toda mi ambición y mi propósito. Incluso cuando lo estaba haciendo bien, algo siempre parecía impedir que lograra mis sueños. Estoy seguro de que ha habido mo- mentos en tu vida en los que te has preguntado, igual que yo lo hice, qué es lo que te impedía desarrollar todo tu potencial. No tenía ni idea de como mi comportamiento y mis sentimientos de autoestima eran capaces de afectar a mis percepciones acerca de quién somos "nosotros" y qué somos "nosotros" capaces de hacer en esta sociedad. Parecía haber llegado tan lejos sólo para sabotear mi propio progreso. Siempre hubo una horrible voz muy dentro de mí que cons- tantemente me sugería: ¡Ellos tienen razón! Tú eres el que no encaja; no eres adecuado. Tú eres negro, y en este mundo ser negro es un inconveniente, no una ventaja. Lo que es más, no sólo eres negro sino que tu piel es muy oscura, y eso es algo más en tu contra. No importa lo que te esfuerces por intentarlo, tú nunca serás lo suficientemente bueno. He sabido durante mucho tiempo que la mayoría del mundo está condicionado por pensar que lo negro no es tan preferible como lo blanco, y que los negros han sufrido de baja autoestima durante siglos. Recuerdo haber visto un estudio en televisión donde a los niños negros se les daba una serie de muñecas y se les preguntaba cuáles eran las más bonitas y las mejores. Todos los niños escogían muñecas blancas. Cuando se les pregunta- ba cuales eran malas y feas, todos ellos escogían las muñecas negras. Eran bebes, hermosos bebes negros, y ya empezaban a
  • 16. preferir lo que era diferente a ellos mismos. Habían aprendido que lo negro estaba mal, que era malo y feo. También había visto, siendo un niño, un programa sobre cómo sería la vida en el futuro. Había inmensas ciudades limpias con monocarriles, aceras en movimiento, y ciudadanos felices y son- rientes que disfrutaban de las comodidades de la modernidad. Todos tenían futurísticos coches en forma de huevo, y todos vivían en casas modernas con todos los artilugios que se puedan imaginar para hacer la vida más divertida, más sencilla y más feliz. Pero no había gente negra. ¡Ni una sola persona negra! Recuerdo haber apagado la televisión con lágrimas en los ojos a la edad de nueve años y haber jurado no encenderla nunca más. Soy consciente de que este no era necesariamente el punto de vista de todo el mundo, y que la intención del realizador del programa no era promover los prejuicios. Pero para un niño de nueve años, era tan espantoso como el infierno. Recuerdo haber pensado: la gente blanca no ha contado conmigo para el futu- ro, y donde quiera que estemos, no seremos elegidos para esa vida feliz a la que los blancos tienen derecho. Recuerdo haber pensado durante aquellos días: las únicas caras negras que salen en televisión parecen ser sirvientes, payasos o gente en apuros. Le pregunté a mi padre por qué nunca salían negros en las pe- lículas de vaqueros. "¿Dónde estábamos nosotros en aquellos días, papá?" Mi padre tenía un maravilloso sentido del humor, y haciendo un esfuerzo por suavizar el tema, dijo: "Todavía no nos habían inventado, hijo." En realidad, hasta hace aproxima- damente unos veinticinco años, los negros eran omitidos de la historia y se les negaban los mismos derechos que otros daban por supuestos. La verdad es que mi raza no tiene el monopolio de la discri- minación. Los prejuicios y la discriminación han existido en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad en una amplia variedad de niveles. Cada día, la persecución vuelve a presentarse, y desafortunadamente continuará siendo así. La gente es discriminada porque difiere en sus creencias religiosas o en su pasado cultural. En algunas partes del mundo el hecho de nacer mujer te condena a una vida de servidumbre y abusos. En algunos países serías perseguido y encarcelado por mante- ner creencias políticas diferentes a las que gobiernan. Diferen- tes grupos de personas han sido elegidos al azar no sólo para su discriminación sino para su eliminación. Género, religión, política, preferencias sexuales... la lista de "razones" para los pre- juicios continúa y continúa. La lección más importante que podemos aprender del sufri- miento de nuestros antepasados es que sus vidas cambiaron sólo cuando ciertos individuos superaron las circunstancias y utiliza- ron la discriminación y la persecución como el último reto para ser y llegar a ser más. Esto es exactamente lo que Nelson Man- dela ha hecho, y como resulcado, ha cambiado no sólo el futuro de Sudáfrica, sino el del mundo entero. A través de la historia, la discriminación ha hecho que la gente abandone y fracase, pero también ha despertado su avidez por lograr el cambio, por conseguir una mejor calidad de vida no sólo para sí mismos sino también para sus hijos. Ellos se concentran tanto en los desafíos y en sus fuerzas, en sus ventajas y su poder que el resultado po- sitivo final es percibido por todo el mundo. Pero el hecho de que la discriminación es una fuerza universal que igual nos destruye que nos da fuerza, era algo que yo no creía en aquellos días. Mientras hoy tengo una perspectiva diferente (habiendo tenido el privilegio de viajar alrededor del mundo y abrir mis ojos a su historia), en mis días de sufrimiento, no sólo me centré en mi propio dolor, sino además en el inconmensura- ble dolor que mi hermosa raza había sufrido durante cientos de años. Las consecuencias de los condicionantes sociales y de las experiencias personales me tenían irritado conmigo mismo, mi familia y la gente que me rodeaba. Mi doble vida causaba una constante división en mi alma y un corrosivo sentimiento de estar haciéndome trizas por dentro. No fue hasta 1985 cuando me di
  • 17. cuenta de lo serio del daño que me estaba haciendo. Todos aque- llos años de frustración, dolor, rabia y vergüenza, unido a una vida caracterizada por lo que significa ser negro en América, tuvo su efecto, y todo ello me vino a la cabeza una noche. Siempre me había visto a mí mismo como un hombre fuerte. Había trabajado muy duro, lo había dado todo de mí, pero las recompensas no habían llegado. Aunque para la mayoría de la gente normal había conseguido mucho, yo me sentía vacío por dentro. Parecía como si nada me complaciera. Llegué a con- vertirme en un perfeccionista insoportable para el que nada ni nadie era lo suficientemente bueno, y mucho menos yo mismo. Comencé a ofender constantemente a todos aquellos que me rodeaban. Mi novia estaba triste, mis compañeros de trabajo me evitaban, y yo dedicaba un enfermizo baile de rechazo ha- cia todo aquel que cuestionaba mi comportamiento. Me sentía como si estuviera viviendo una mentira en un mundo en el que simplemente no podía ganar, y no podía comprender por qué. De día lo sobrellevaba, pero cada noche mis entrañas empeza- ban a retorcerse con un millón de hebras de stress crónico y de- presión. Mi cabeza empezaba a dar vueltas llena de pánico, y me agobiaba con una enorme confusión. Agotado física, emocional y económicamente, ¡Lo perdí! Una noche alcancé un punto en que no tenía ni idea de dónde estaba ni de qué estaba haciendo. Miré hacia arriba y me di cuen- ta de que estaba en el cuarto de baño, agarrando el lavabo con ambas manos. Estaba enfermo del estómago e intentaba vomitar pero no lo conseguía. Sobreponiéndome con emoción y miedo a la vez, miré mis propios ojos empañados de lágrimas en el espejo. "¿QUÉ DEMONIOS ME ESTÁ PASANDO?", grité. Era como si todos mis miedos, mis incapacidades, todas mis inseguridades estuvieran chillando en mi cabeza como mil pequeños demonios del infierno que quisieran volverme loco. Sentí como inyecta- ba furia y odio en mí mismo y sentía mi falta de destreza para controlar la situación. Observé todas las cosas que estaba inten- tando hacer, y todo me parecía vacío de esperanza. La sociedad nos enseña como debemos trabajar duro para conseguir lo que queremos - bien, yo había hecho todo eso y más, pero parecía que cuanto más duro trabajaba, menos cosas conseguía. Nada me hacía feliz. Mi novia se sentía desgraciada y, yo sabía que el que me dejara era sólo cuestión de tiempo. Sufría por todo lo que hacía y me estaba quedando muy delgado. Me creía un completo fracaso y ya ni siquiera me sentía un hombre. ¿Qué era lo que me estaba perdiendo? ¿Cómo podía haber deja- do que esto me ocurriera? ¿Qué me pasaba? ¿Por qué no podía salir adelante y finalmente triunfar? ¿Por qué siempre llegaba tan lejos, tan cerca del triunfo y, o bien hacía algo estúpido para sabotearme a mí mismo, o bien veía sin esperanza como algo horrible sucedía y me robaba mis sueños? ¿Por qué ... por qué ... por qué? Cada debilitante pregunta que se hacía mi cerebro, cada imagen cascrante que se cruzaba por mi imaginación me hundía más y más en el lodo. Pasé el resto de la noche en el suelo del cuarto de baño, esperando morir y temiéndolo al mis- mo tiempo. Sabía que tenía que continuar pero mi alma seguía gritando, ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ? A la mañana siguiente me encontré a mí mismo en el trabajo, como un esqueleto humano esperando a que una brisa fuerce me llevara volando y esparciera mi alma de papel a los cuatro vientos. Me sentía totalmente vencido, y no había nada que pudiera hacer por cambiar eso. Entonces oí una voz que penetraba en mi pesadilla. Era un compañero de trabajo que había sido buen amigo mío a lo largo de los años. Me echó un vistazo y enseguida supo que algo malo me ocurría. Me dijo, "Eh, cienes mal aspecto. ¿Qué te ocurre?" "Nada", dije, esperando que se meciera en sus asuntos y me dejara solo. Pero no lo hizo. Instintivamente se quedó allí y me dijo, "Mira, no tengo por qué saber lo que te pasa, pero sé de algo que puede
  • 18. ayudarte con lo que quiera que sea ese "nada". Sé que suena a locura, pero he venido para hablarte de un seminario que se celebra esta noche en Los Angeles y al que deberías asistir. Soy consciente de que no sabes nada sobre él, pero tienes que confiar en mí. La persona que da el seminario te dejará alucinado y te ayudará a cambiar tu vida. Simplemente debes ir." Me apuntó la dirección y me hizo prometer que asistiría. En ese momento hubiera hecho cualquier cosa por perderle de vista, así que con poco entusiasmo asentí. Pero mis entrañas estaban gritándome, ¡De ningún modo! Cuando se marchó arrugué el papel con la dirección, lo metí en mi bolsillo y me olvidé de él. Lo último que me apetecía hacer era ir a un lugar lleno de gente. El resto del día pasó tan lento que me sentía agonizar. Todo lo que hacía parecía estar mal y necesitaba de más energía y más esfuerzo del que solía necesitar. Me sentía vencido y dé- bil, y nada de lo que hacía conseguía sacarme del miedo que consumía mi alma. Cuando fue hora de volver a casa después del trabajo, temí tener que marcharme. ¿Qué haría cuando llegara allí... perderme otra vez? Entonces recordé el semina- rio del que mi amigo Bill me había hablado. Pensé: no puede hacerme daño. Iré, echaré un vistazo y veré de que va. Sólo me quedaré unos minutos. No puedo recordar qué es lo que me hizo ir, pero a las 5:30 me encontré a mí mismo conduciendo por la autopista hacia un hotel cercano al aeropuerto de Los Angeles. UN ACTO RELEVANTE Me encontraba de pie al fondo de una habitación llena de gen- te, preguntándome a mí mismo qué demonios estaría yo ha- ciendo allí. Cólera, miedo y confusión pasaron por mi sistema nervioso como la descarga de una batería. Y entonces, como si mi dolor no fuera suficiente, algo me sacudió. ¡Yo era la única persona negra que había allí! La única cara negra en una habi- tación repleta de felices y "positivas" personas blancas. Algunos parecían profesionales de éxito; otros, si no eran sureños, pare- cían como si pudieran fácilmente convertirse en ellos. Viendo a codas estas personas, comenzó a surgir todo mi resentimien- to, mi frustración, y una amargura sarcástica dentro de mí. Me sentí repugnantemente crítico y dolorosamente enfadado. Los sentimientos que estaban destruyendo mi vida, en ese momen- to, me miraban directamente a la cara, bailando alrededor mío, incitándome a marcharme. Estas personas estaban tan inmersas en su propio goce que todo lo que yo podía ver era que yo no les importaba un bledo. Nadie parecía darse cuenta de que yo esta- ba allí - y si se daban cuenta, estaba seguro de que me estaban criticando y de que me evitaban como a la peste. Entonces, justo cuando me sentía más solo, más enfadado, más ofendido, justo cuando pensaba que iba a salir corriendo por la puerta, alguien me tocó en el hombro. Me giré decidido a dar golpes a diestro y siniestro a quien quiera que fuese, esperan- do encontrar a algún bobo optimista redomado, incitándome a relajarme y pasarlo bien. Pero, en vez de eso, enfrente de mí encontré a un hombre pretendiendo estrecharme su mano. Su voz pareció atravesar la música que sonaba y también mi pro- pio infierno emocional. "¿Te encuentras bien?" me preguntó. Se había fijado en mí entre la multitud y se había acercado a mí sin miedo y sin desconfianza. Era un hombre blanco, pero estaba frente a mí simplemente como un hombre. No parecía importarle lo que los demás pensaran; simplemente se había abierto paso entre la multitud para ofrecerme su mano en señal de bienvenida. Puede sonar extraño, pero mi furia, mi descon- fianza, y mi espíritu de crítica desaparecieron ante este curioso extraño. Por su traje y sus maneras estaba claro que trabajaba para la organización del evento, pero había algo en él que le hacía diferente. Me dijo su nombre (el cual olvidé al momen- to) y me preguntó si tenía asiento. Parecía querer sinceramente conocer la respuesta. En medio de un mar de gente, se había molestado en venir a ayudarme.
  • 19. Me preguntó de nuevo, "¿Te encuentras bien?". Puedo asegurar que no pensaba marcharse sin una respuesta. Yo me encontraba en una especie de shock en aquel momento. "Estoy bien, gracias", le dije. Su cálido trato pareció hacerme sentir mejor. Recuerdo que pensé: Quienquiera que sea este orador, tiene un personal muy bien preparado. Este chico es bueno. Me sentía seguro y atendido. Hablamos durante unos segundos, y entonces me preguntó si tenía miedo a andar sobre las brasas. "¿Andar sobre las brasas?" pregunté. "¿Cómo? Nadie me ha ha- blado de eso. ¿Qué demonios es eso?" Sonrió de oreja a oreja y dijo, "¿Nadie te ha dicho que forma parte del seminario?" "Cielos no," dije. "En nombre de Dios, ¿de qué estás hablando?" "Bueno, el seminario no consiste sólo en eso," dijo. "Trata sobre cómo superar tus miedos y descubrir qué es lo más importante en tu vida. Trata sobre la manera de centrarte en tus propósitos reales. Trata sobre recordar quién eres realmente." Me miró y con una ligera sonrisa en su cara dijo medio en broma, "Y por lo que parece, podrías empezar a utilizar lo que aprendas justo ahora." Recuerdo que pensé, ¿Cómo sabe esto sobre mí? Pero sentía una gran conexión con esta persona - como si nos hubieramos conocido durante años y él supiera lo que yo sentía. Entonces dijo, "Es obvio que sientes dolor por algo, pero sólo quiero que sepas que no tienes por qué guardártelo. Quiero que sepas que seré un amigo para ti si necesitas hablar. Y no te pre- ocupes sobre lo de caminar sobre las brasas. Es un simple ejer- cicio para demostrar lo que eres capaz de hacer. Estarás bien." Caminar sobre las brasas, pensé. No sólo mi compañero de tra- bajo no me había dicho de qué trataba el seminario, sino que parecía que había olvidado decirme un pequeño detalle muy im- portante. Al final del programa, todos los participantes iban a ca- minar sobre un lecho de humeantes brasas ardiendo. ¡ Descalzos! Estoy seguro de que mi cara parecía decir, "¡YO ME VOY DE AQUÍ!" pero algo me hizo quedarme. ''AHORA estoy asustado," le dije. "¿Tú no?" En su cara se abrió de nuevo una inmensa sonrisa y después rió fuertemente. "¡No! Estoy acostumbrado a hacerlo. Estarás bien, ya lo verás. Además, recuerda lo que te he dicho: El seminario no consta solamente de eso. Trata de cómo sacar lo mejor de ti mis- mo. Trata de cómo convertir los miedos que te frenan en el cora- je suficiente para controlar tu vida. Trata sobre cómo conseguir influenciarte a ti mismo para seguir adelante. Trata sobre cómo eliminar las experiencias negativas y los desafíos emocionales de tu pasado y utilizarlos para crear el futuro que te mereces en vez de considerarlos como obstáculos. ''Al final de la velada, si tú quieres, tendrás la oportunidad de caminar sobre las brasas. Ya verás que no tienes nada que temer. No tiene nada que ver con la religión o con 'el estado de la mente sobre la materia' ni nada de eso. Es simplemente una celebración por todos los cambios que hayas experimentado." Me explicó que el caminar sobre las brasas era como una metá- fora que transformaba nuestros miedos en poder. Hay cientos de cosas que puedes hacer en tu vida y que no pensabas que fueran posibles. Me dijo, "Necesitas dos cosas en la vida para triunfar. Necesitas las técnicas adecuadas y ciertos estados emocionales de la mente: confianza, convicción, pasión. Y todo eso está dentro de ti, pero quizás no lo estás utilizando tanto como el uso que haces de tus miedos y de tus preocupaciones. Aprenderás que las únicas dos cosas que normalmente te frenan son el miedo y el no conocer la técnica necesaria. ''Al acabar la noche tendrás esos estados emocionales - el coraje y la confianza - y la técnica que necesitas para cambiar tu vida a mejor. El propósito de esta noche es conocer ciertas opciones posibles y aprender algunos métodos para que esas posibilida- des sucedan. Todos tenemos vidas extraordinarias. Todos po-
  • 20. demos despertar cada día con pasión - pero pocos de nosotros lo hacemos." Dijo esto con tal convicción, congruencia, y cali- dez que me hizo sentir que quizás podría liberarme del infierno emocional que me estaba costando la vida. Había algo en este hombre que me hacía confiar en él y creer que realmente sentía lo que decía. Por alguna extraña razón, sentí una fuerte conexión con este hombre a quien acababa de cono- cer hacía solamente diez minutos. No quería que la conversación terminara. Pensé, ¡Al diablo con el orador! Este chico es fabuloso. Quiere realmente ayudarme - y sé que puede hacerlo. Tras unos minutos, la música subió de tono y la gente comenzó a ocupar sus asientos. Mi nuevo amigo dijo que tenía que mar- charse para encargarse de algunas cosas. Estrechó mi mano y me deseó que pasara un buen rato. Dio unos cuatro pasos y se volvió de nuevo diciendo, "¡Oye, me gustaría seguir conversan- do contigo y saber como te va después del seminario. Hazme un favor, veámonos más tarde e intercambiemos nuestros números de teléfono." Yo pensé, ¡Caramba, que empleados! Sentí como si realmente hubiera hecho un nuevo amigo y hubiera conectado con un alma especial. Pero cuando se marchó, sentí que parte de ese entusiasmo se desvanecía. Aún me sentía esperanzado, pero por otro lado, de ningún modo iba yo a caminar sobre brasas encendidas. La música cesó y todos comenzaron a aplaudir y a animar. Una hermosa mujer subió al escenario y se dirigió al público. Expli- có que algunos años atrás ella misma estaba justo en el lugar donde estábamos nosotros aquella noche, asustada, repleta de dudas y dispuesta a salir corriendo en cualquier momento. Pero se quedó, hizo frente a sus miedos, y transformó su vida para siempre. Tras acabar de relatar su historia anunció, "Señoras y Caballeros, mi marido ... ¡Tony Robbins!" ¡Era la persona con la que había estado hablando! No era un miembro más del equipo, era la estrella de aquel evento. De- bería haber sabido que este hombre único que estaba sobre el escenario con una increíble presencia y un saber estar tan ac- cesible a cualquiera, aquel que se había tomado su tiempo en charlar conmigo personalmente antes de que comenzara el pro- grama, era alguien especial. Y la amistad que habíamos iniciado en aquel momento había sido algo más que un trato de cortesía. No estaba simplemente siendo amable conmigo, estaba tocán- dome en el fondo de mi alma. Y al tiempo que me miraba desde el otro lado de la sala, sabía que yo pensaba lo mismo. Nuestro encuentro estaba predestinado, y la vida de ambos estaba a pun- to de cambiar. A partir de ese momento, me sentí totalmente fascinado. Pude contemplar como yo y el resto de personas que estábamos en aquella habitación nos transformábamos. Desde los más escépti- cos hasta aquellos que albergaban grandes esperanzas, todos no- sotros nos dimos cuenta gradualmente de nuestra fuerza real y de nuestro poder - no por los pensamientos positivos ni por la per- suasión de Tony, sino descubriendo cómo funcionamos como se- res humanos y utilizando la fuerza interna que hay dentro de to- dos y cada uno de nosotros. En cuestión de minutos convertimos décadas de pensamientos amargos y condicionantes destructivos en confianza y orgullo interno. La idea de Tony acerca de cómo funciona el cerebro humano y su habilidad para comunicarlo a los demás nos facilitó a todos el ver la grandeza que Dios ha dado a nuestras almas. Todos reímos; algunos lloramos. Todos conecta- mos, bailamos, y aprendimos más sobre nosotros mismos en unas horas de lo que habíamos aprendido en toda nuestra vida. Tony nos ayudó a pensar en términos de posibilidad, y después a convertir esa posibilidad en certeza y en el coraje necesario para afrontar cualquier situación que se nos presentara. Todo tenía sentido. Sentía como si él estuviera hablándome directamente a mí, como si todo lo que estaba diciendo fuera conmigo. No era un santo o un gurú concediéndonos poderes. Era simplemente un hombre - un hombre muy especial - con un gran corazón y
  • 21. una habilidad increíble para enseñarnos cómo valernos por noso- tros mismos, cómo acceder a nuestro propio poder y unicidad no simplemente con entusiasmo, sino con un plan y unas estrategias sólidas para lograr el éxito. No se trataba de que nos contara a todos cual era su plan para nosotros; éramos todos y cada uno de nosotros descubriendo y creando nuestro propio plan para nuestro propio futuro. Él hizo honor a la unicidad de todos los seres humanos que estábamos en aquella habitación. Pienso que por eso me fue tan fácil relacionarme con él. No trataba de que la gente compartiera su visión, sino que ayudaba a cada uno a descubrir la suya propia. Tony era realmente asombroso. Era divertido, sincero, y sabía transmitir todo lo que llevaba en su interior. Aunque apenas le conocía, me sentÍa orgulloso de él. Él no nos vendía sueños im- posibles. En vez de eso, nos educaba e inspiraba para que espe- ráramos y exigiéramos más de nosotros mismos. Este joven tan destacable, sabio a través de los años, entretejió toda su riqueza de información y conocimiento para hacer el tapiz de nuestras propias almas. Y, quizás, lo mejor de todo era que no esperaba, asumía o pretendía que nosotros estuviéramos de acuerdo, ni siquiera que compartiéramos sus pensamientos. Él nos presen- taba sus conocimientos para que nosotros los inspeccionáramos utilizando nuestras propias creencias. Todo esto lo apoyaba con una sólida tecnología. Pude ver como gente que había estado sufriendo emocionalmente de miedos y fobias durante años, de repente se deshacía de ellas en cuestión de segundos. Nos enseñó cómo cambiar nuestras vacilaciones y dudas y convertirlas instantáneamente en una congruencia y una fe totales. En aquellos momentos vi, oí, y sentí la pasión por vivir que me había sido negada durante todos aquellos años. Sentí un insaciable deseo de aprender, una profunda ambición por ir más allá de lo que hasta ahora me había dado mi profesión. Tres cosas muy diferentes me ocurrieron aquella noche. Una, encontré un amigo para toda la vida. Dos, vi la solución a mis propios desafíos y la transformación de mis propias creencias sobre mi mundo y sobre mí mismo. Y tres, pensé en todas las personas que tenían experiencias similares a las mías - inhibi- ciones y miedos como los míos - que podían beneficiarse de estos conocimientos. Pensé, Señor, quiero que mis hermanos y hermanas sepan también de este poder. Quiero que todo el mundo conozca esto, que se conozcan a sí mismos. Al final de la velada, había experimentado tantos cambios que no podía esperar a volver a mi nueva vida. Tony y yo volvimos a hablar e intercambiamos nuestros números de teléfono. Y por supuesto caminé sobre las brasas. Fue tal y como él había dicho: una metáfora de lo que es posible, una simple demostración de nuestra verdadera capacidad. Pero lo que es más importante, el seminario nos dio a todos la técnica y las herramientas necesa- rias para dirigir nuestras propias vidas. En los días y semanas que siguieron al seminario, inmediata- mente, casi sin esfuerzo, comencé a utilizar lo que había apren- dido - las mismas herramientas que vosotros aprenderéis en este libro - para mejorar mi vida de un modo total. Siempre había querido vivir de la música, pero tenía miedo a fracasar o a per- der la seguridad de mi trabajo. Después del seminario abandoné mi limitante trabajo de quince años, perseguí mi sueño de tocar de manera profesional, y en 1991 conseguí un contrato para grabar con la discográfica CBS. Todos mis temores, mi miedo al fracaso y mi incapacidad cayeron como un lastre inservible y las oportunidades y posibilidades con las que anteriormente ni siquiera había osado soñar, aparecieron. Finalmente, comencé a vivir una vida llena de amor, gozo, orgullo, felicidad, posibili- dades y relaciones sanas con los demás. Y, ¿sabéis qué? Quería todavía más. Toda mi vida he querido a la gente, he querido dar lo que he tenido y he querido ayudar. Esa es una de las cosas por las que Tony y yo compartimos nues- tra pasión. Física, económica, emocional y espiritualmente, mi vida giró hacia niveles nuevos, y con ello creció mi pasión por
  • 22. mi propia raza. Ansiaba tener más conocimientos sobre estas increíbles herramientas que cambian vidas. En el pasado, había leído todos los libros de "pensamiento positivo", había escu- chado todos los casetes, y había oído a tantos oradores moti- vacionales que parecía increíble, sin embargo nada de esto era comparable con esta tecnología. Esto no era ni motivación, ni nada abstracto, eran técnicas sólidas y tangibles que producían resultados comprobados. En la universidad, mi asignatura favo- rita era la psicología. Pensaba que lo sabía todo, pero en realidad no tenía ni idea. Nunca había experimentado nada parecido. Quería mucho más, y ahora sabía que lo que quisiera estaba ahí, a mi alcance. Por eso decidí que iba a utilizar esta tecnología. Empecé a sumergirme en las técnicas que Tony estaba enseñan- do. Desde entonces he estado en salas llenas de altos ejecutivos de grandes compañías, de niños, de hombres y mujeres de ne- gocios, psiquiatras y psicólogos, gentes de todas las culturas de todo el mundo, almas de hasta cuarenta y cuatro nacionalidades diferentes. He descubierto que todos tenemos, al menos, dos cosas en común: Primero, todos tenemos el deseo de hacernos mejores a noso- tros mismos y al mundo en el que vivimos. Algunos tienen ese deseo porque han conseguido el éxito y quieren corresponder de algún modo. Otros lo tienen porque lo han intentado todo y no han conseguido nada. Pero todos tenemos ese anhelo, esa sed insaciable de hacer y dar más de lo que actualmente estamos dando. Tony creó un entorno en el que todas las normas socia- les discriminatorias desaparecían de modo que la gente podía ver el poder y la esencia de lo que somos como seres humanos, y después utilizar lo que habían descubierto para el bien de todos. Segundo, todos hemos elegido ser, hacer, y tener lo que quere- mos basándonos en nuestros deseos de acceder a esos estados de la mente que producen los mejores resultados. Raza, religión, sexo o cultura no importan: la elección es sólo nuestra. No es algo negro o algo blanco, es algo humano. Es la elección hu- mana lo que importa - y todos tenemos la oportunidad de esa elección en cualquier momento. Mientras nos mantengamos en la posición de amar, preocuparnos y dar ... sin centrarnos en nosotros mismos tanto como nos centramos en cómo marcar la diferencia ... en un lugar donde esté la compasión en lugar de la crítica, la curiosidad en lugar del sarcasmo, el humor en lugar del odio, y la concentración en lugar de la frustración ... esas elecciones están siempre a nuestra disposición -y las herramien- tas están aquí para acceder a esas elecciones. Ya que mi amistad con Tony continúa creciendo a través de los años, pienso que lo que nos hace permanecer tan unidos es nuestra total preocupación y nuestra pasión por compartir lo que funciona con el mayor número de personas posible. Llega- do este día nos sentimos como hermanos en el camino que lleva a marcar la diferencia. Las palabras que lees en estos momentos salen de los corazones de ambos, para compartir contigo las mismas técnicas que han ayudado ya a millones de personas a convertir sus vidas en lo que ellos desean. Durante los últimos diez años, me he hecho un experto en la tecno- logía de Tony, incluso he llegado a ser Director Jefe de la Robbins Research lnternational, lnc. Además, he creado mi propia compañía de actuación en la cumbre, Succeleration, en la que ofrezco talleres y seminarios para ayudar a grupos o a individuos a sacar lo mejor de sí mismos. Empecé enseñando cursos de extensión del postgraduado en la Universidad de California, en Los Angeles. Llegué a conseguir eliminar miedos y fobias en muy poco tiempo - a veces minutos, a veces una hora. Quizás uno de los mayores bienes que he recibido de esta tec- nología es que no importa lo que se ponga ante mí, no tengo que aceptar que sea algo permanente o que pueda vencerme. Sí, habrá obstáculos debido a mi color. Sí, la gente me juzgará e intentará oprimirme a mí y a mi raza. Pero en último término podemos pasar, y pasaremos, por encima de esos obstáculos, o los rodearemos, o incluso pasaremos como una tormenta a
  • 23. través de ellos para llegar al otro lado. Esa primera noche en el seminario, una de las creencias que adopté fue: Siempre hay un camino si estás decidido a encontrarlo. Hay demasiada gente que ha triunfado como para negar que cada uno de nosotros no tengamos lo necesario para conseguir ese éxito. Es esa certeza lo que nos llevará más lejos y más rápido y lo que nos hará más sanos y más felices. Si las cosas no funcionan, nunca necesitare- mos volver a las viejas creencias del pasado que nos han mante- nido en un abismo durante tanto tiempo. DESPEGAR En estos momentos os podríais estar preguntando, "¿Qué tiene todo esto que ver conmigo? ¿Cómo puede todo esto ayudar- me a ir desde donde me encuentro ahora hasta donde quiero ir? ¿Qué tiene esto que ver con Desata tu Poder Ilimitado?" Bien, como dije antes, el entorno en el que se movía Tony era multicultural, y yo todavía tengo esa ansia por obtener más de mi propia gente. Tony y yo hemos viajado por todo el mundo en los últimos años, y nos hemos dado cuenta de que sólo una pequeña fracción de esta valiosa información capaz de cambiar las vidas ha encontrado su camino en nuestra comunidad. Yo sentÍa que la mayoría de las personas se estaban perdiendo los elementos esenciales capaces de cambiar la calidad de nuestras vidas para mejor: cómo transformar nuestras vidas mental, físi- ca y emocionalmente; cómo llegar a ser realmente libres; cómo olvidar las historias del pasado que nos tapan los ojos pero con- servando el orgullo y la fuerza que necesitamos; cómo repro- gramar las emociones negativas que dejamos que nos afecten a diario aunque nos demos cuenta de que no nos sirve para nada; cómo crear un plan para el futuro que no sólo mejore nuestra vida, sino también la de nuestros hijos. Veo a tantos de nosotros luchando por encontrar nuestro camino y perdiendo continua- mente el barco por cometer siempre los mismos errores una y otra vez... La vida es mucho más simple de lo que creemos, y estas herramientas son la clave para abrir algunas de las puertas que antes parecían estar cerradas. Muy pocos de nosotros aprovechamos realmente lo que te- nemos en nuestras manos. En general, tenemos muy pocos conocimientos en lo que se refiere a las técnicas para alcanzar el éxito y el desarrollo personal. Al buscar los motivos por los que tantos de nosotros no intentamos aprender estos conoci- mientos, descubrí un gran número de razones. Algunas per- sonas decían que querían escuchar estas técnicas de labios de alguien de su propia raza, o que no podían relacionarlas con un hombre blanco, o que todo esto eran cosas que los hom- bres negros simplemente no hacían. Pero creencias como estas nos impiden tener, ser, y hacer lo que queremos en la vida. Necesitamos sacar ventaja de cualquier recurso, sea blanco, negro, rojo, marrón o amarillo. Dejando aparte estas creencias, ya no tenemos excusas. Esta, mi querido amigo, es tu oportunidad de sacar ventaja de algo que funciona, y usarlo en beneficio de tu futuro. Estas son las mis- mas herramientas y técnicas que han hecho y que continuarán haciendo al grande más grande, al fuerte más fuerte, al feliz más feliz, y al triunfador más triunfador. Estas técnicas no discrimi- nan. No tienen favoritos y no muestran ningún afecto especial por cuestión de raza, credo o cultura. Se guían por las leyes naturales, y son para ti un derecho innato que puedes utilizar hasta sus últimas consecuencias. Hace muchos años, Anthony Robbins creó una obra maestra destinada a producir el cambio. Desde 1985, Poder Sin Límites ha sido un bestseller, traducido a diecisiete lenguas y publicado en todo el mundo. Este libro ha proporcionado a millones de personas las estrategias y los métodos que te hacen conseguir un cambio y un éxito que permanece. Es un manual para el cerebro humano. Estas técnicas están ahora a tu alcance para que las estu- dies y las utilices para moldear tu propia vida.
  • 24. Desata tu Poder Ilimitado surgió de una conversación que man- tuvimos Tony y yo acerca de la necesidad de que hubieran más oportunidades y más modelos de comportamiento para nuestra comunidad. La necesidad de información acerca de las tecnolo- gías para lograr un cambio positivo es mayor en estas comunida- des que en aquellas que tradicionalmente la han estado recibien- do. Tony y yo hemos trabajado juntos para crear este libro, de modo que tú recibirás este mensaje directamente a través de los ojos de alguien que quizás haya vivido parte de lo que tú podrías haber vivido - alguien que ha experimentado la realidad de la discriminación en el mundo actual. Al escribir este libro, nuestro deseo es que encuentres las tecnolo- gías, las estrategias, y la filosofía que te mostramos en estas páginas para que te proporcionen tanta energía como a mí me han pro- porcionado. El poder mágico de transformar nuestras vidas en el mayor de los sueños está esperándonos a todos nosotros. Es hora de lanzarnos a ello, por tanto, ¡preparaos! Y, a propósito, si realmente estáis dispuestos a lograrlo - no conformaros con leer este libro sino actuar siguiendo lo que él dice - entonces esto valdrá la pena mucho más de lo que podáis imaginar. Este libro es la suma total de mi colaboración y la de Tony trabajando juntos para exponer esta información de modo que tú y yo podamos conectar y sacar rodo el partido de ella. En él utilizo metáforas, ejemplos, e historias que provienen de nues- tra hermosa historia, tanto la reciente como la antigua. Propor- ciona más modelos de comportamiento, más posibilidades, más logros sacados de la vida real. Aplaudimos sinceramente tu intención de movernos a "noso- tros, las personas" a niveles de grandeza más altos. Es por ti y los que son como tú por lo que hemos llegado tan lejos. Rezamos para que continúes en tu camino y animamos a todos aquellos que poseen una mente abierta y que están deseando crecer. Nos ofrecemos humildemente a nosotros mismos, nuestros servi- cios, y nuestros conocimientos como si fuéramos un potente combustible para el motor humano de modo que podamos lle- gar ¡más lejos, más rápido, ahora! Vayamos a por ello. Hagamos que ocurra. Y mantengamos esta idea en nuestra mente: No ha habido en toda la historia de la humanidad un momento mejor para estar vivo. Vivimos en una época en la que todo es posible - si tenemos la voluntad de lograrlo. EL PODER Negro HOY Hoy en día, la velocidad a la cual la gente es capaz de conver- tir sus sueños en realidad es realmente asombrosa. Vivimos en una época en la que, dejando a parte el color de nuestra piel o nuestra condición, somos capaces de conseguir cosas realmente increíbles en muy poco tiempo - cosas que en otros tiempos ha- brían sido inimaginables. Mirando al mundo hoy, me pregun- to quien podría haber predicho el éxito político de líderes ne- gros como Bobby Rush, Caro! Moseley-Braun, Marian Wright Edelman, Thurgood Marshall, Maxine Waters, David Dinkins, o Nelson Mandela. ¿Quién podría haber imaginado la inmensa popularidad de personajes del espectáculo como Quincy Jo- nes, Bill Cosby, Oprah Winfrey, Denzel Washington, Whitney Houston, Spike Lee, o el conocido con el nombre de Prince? ¿Quién habría soñado con la capacidad científica de Muriel Pe- tioni o las asombrosas aventuras del astronauta Mae Jamison? ¿Quién podría haber esperado las obras maestras de la literatura de Toni Morrison, Alice walker, Walter Mosley, o Cornel West? Estos son sólo unos pocos ejemplos de los muchos hombres y mujeres negros de relevancia que conocemos hoy en día. Observemos a Roben L. Johnson, presidente y fundador del canal de televisión Black Entertainment Network (BET). Se
  • 25. aventuró en un medio que apenas existía en los años 80, la televisión por cable, y creó un imperio. Empezó sólo con un sueño. Creó un programa semanal de dos horas, y ahora trans- mite veinticuatro horas al día - el primer y el único canal por cable Negro, da cobertura a más de 2500 establecimientos y a cuarenta millones de hogares. BET fue la primera compañía propiedad de un negro que cotizó en la Bolsa de Nueva York. ¿Qué tienen en común Roben L. Johnson y todos esos otros personajes, aparte de un prodigioso éxito? La respuesta, por su- puesto, es ... CAPÍTULO DOS LA MERCANCÍA DELOS REYES P oder es una palabra muy emotiva, especialmente cuan- do se relaciona con la cultura afroamericana. Las res- puestas de la gente hacia el poder son muy diversas, y para algunos el poder tiene una connotación negativa. A finales de los años 60, por ejemplo, el término poder negro tuvo varios significados. Para la mayoría de afroamericanos, era sinónimo de fuerza y orgullo, mientras que para el resto del mundo indicaba confusión y miedo. Hoy, como siem- pre, algunas personas codician el poder mientras que otras se sienten amenazadas por él, como si fuera algo malo o suscep- tible de sospecha. ¿Cuánto poder quieres? ¿Cuánto poder piensas que es justo conseguir o desarrollar? ¿Qué significa realmente el poder para ti?
  • 26. 50 478 DESATA TU PODER ILIMITADO Ni Tony ni yo pensamos en el poder en términos de controlar o imponer nuestros deseos sobre los demás. Tampoco estamos su- giriendo que tú hagas esto. Esa clase de poder suele durar muy poco. Pero debes darte cuenta de que ese poder es una constante en nuestras vidas. Tanto si eres tú el que moldea tus percepcio- nes como si son otros los que lo hacen. En este mundo, o haces lo que tú mismo planeas, o sigues los planes que otros hacen para ti. Y como la historia ha demostrado, los planes de los de- más no buscan necesariamente lo que es mejor para ti. En nuestra opinión, el poder verdadero es la capacidad de ob- tener los resultados que tú mismo deseas al mismo tiempo que das valor a las vidas de otros. Es la capacidad de reconocer las necesidades humanas y cubrirlas - tanto tus necesidades como las de aquellos por los que te preocupas. Es la capacidad de dirigir tus propios pensamientos, tu propio comportamiento, de modo que tomes las riendas de tu vida y determines tu propio destino. A través de la historia, el poder de controlar nuestras vidas ha tomado muchas formas diferentes y algunas de ellas contra- dictorias. Al principio de la humanidad, el poder pertenecía simplemente a aquel que tuviera un mayor tamaño físico, una mayor fuerza y una mayor agilidad. Los más fuertes y los más rápidos tenían el poder de dirigir sus vidas y las de todos aque- llos que les rodeaban. Según pasó el tiempo y la civilización evo- lucionó, el poder se convirtió en una cuestión de nacimiento o de herencia, y en una jerarquía de realezas. Rodeándole con los símbolos de su reino, el rey dirigía con inequívoca autoridad , y sólo por asociación con él podían otros obtener cierto poder. Después llegaron los primeros días de la Revolución Industrial cuando el poder lo ostentaba el capital. La "Regla de Oro" a aplicar era: "Aquel que posee el oro marca las reglas." Aunque como afroamericanos se nos negaron muchas oportunidades durante aquellos tiempos, aún nos influía el equilibrio de poder del sistema existente. Hasta nuestros días muchos de nosotros consideramos el control del capital como la verdadera medida del poder. Todos los factores históricos continúan jugando un importante papel: es mejor tener capital que no tenerlo, y es mejor tener fuerza física que no tenerla. Sin embargo, una de las mayores fuentes de poder hoy en día deriva del conocimiento especializado. Todos sabemos que hoy vivimos en la Era de la Información. Somos primariamente una cultura basada en la comunicación. La industria todavía juega un papel primordial en la sociedad, pero es en la información donde subyace el verdadero poder. Vivimos en una época en la que los nuevos conceptos, movi- mientos e ideas cambian el mundo casi a diario, tanto si son tan profundos como la física cuántica como si son tan simples como el mejor modo de comercializar productos para el cabe- llo. Si hay algo que caracteriza el mundo moderno es la masiva, casi inimaginable avalancha de información - y por tanto de cambio. Desde los libros y películas hasta los e-mail e Internet, esta nueva información llega hasta nosotros como una ventisca de datos para ser vistos, sentidos y oídos. Y el anonimato de las nuevas formas de comunicación hacen que tanto la raza como otros prejuicios sean realmente insignificantes. Puedes dirigir un negocio con personas que nunca sabrán el color de tu piel, tu condición, tu edad - o incluso tu verdadero nombre. En la sociedad actual, cualquiera que tenga la mejor informa- ción y los medios para comunicarla tiene lo que los reyes solían tener: poder sin límites.
  • 27. Quizás lo más sorprendente acerca del poder basado en la infor- mación es que hoy en día la clave para alcanzar ese poder está al alcance de cualquiera. En la Edad Media, si no eras el rey o for- mabas parte de la familia real, era muy difícil obtener poder. En la Era Industrial, si no comenzabas con un gran capital, tus po- sibilidades para amasar una fortuna eran prácticamente nulas. Hoy en día, sin embargo, cualquier muchacho con un carnet de biblioteca o con acceso a Internet podría crear una corpora- ción que podría cambiar el mundo. Aquellos que tienen acceso a ciertas formas de conocimiento e información especializados pueden no sólo transformarse a sí mismos sino además, y de muchas maneras, transformar a la sociedad entera. Lo grande de esto es que, en general, todos tenemos un fácil acceso a ese conocimiento especializado. Por tanto, todos tenemos acceso al poder potencial. Sabiendo esto, nos queda una pregunta obvia: ¿Por qué algu- nas personas consiguen tan magníficos resultados mientras que otras apenas tienen para vivir? ¿Por qué tantos de nosotros en esta sociedad parecemos estar tan atrasados y nos bloqueamos ante nuestro potencial, mientras que otros son capaces de esta- blecer nuevos modelos de éxito personal y profesional? En los Estados Unidos, el conocimiento especializado necesario para transformar la calidad de nuestras vidas se encuentra al alcance de cualquiera. Está en todas las librerías, en todos los videoclubs, en todas las bibliotecas. Puedes conseguirlo en conferencias, se- minarios y cursos. Y todos nosotros parecemos querer tener éxito. La lista de los best-sellers está llena de métodos para alcanzar la excelencia personal: Piensa a lo Grande, Vive tus Sueños, ¿Por qué tienen que disfrutar algunos de toda la diversión? En Busca de la Excelencia, Piense y Hagase Rico, Perlas Negras, El ejecuti- vo al minuto, Miembro del Club ... la lista parece interminable. Si toda la información es de tan fácil acceso, ¿por qué no la utili- zamos para conseguir los resultados que queremos? ¿Por qué no conseguimos el poder, la felicidad, la riqueza, la salud y el éxito? LA MERCANCÍA DE LOS REYES Lo cierto es que la información sola no es suficiente. Pensemos sobre ello: Si todo lo que necesitáramos fueran algunas ideas y una actitud mental positiva, cada uno de nosotros viviríamos en la abundancia. La acción es el catalizador de todo gran éxito. La acción es lo que produce resultados. El conocimiento sólo es poder potencial, y hasta que llega a las manos de alguien que sepa como llevarlo a la acción efectiva, permanecerá latente pero inactivo. De hecho, la definición literal de la palabra poder es "la habilidad de actuar." Muchos de nosotros nos vemos atrapados en la trampa mental de observar a personas de éxito y pensar que han llegado has- ta donde están porque tienen algún don especial. El color de su piel, solemos pensar, las predispone al éxito (y del mismo modo, el color de nuestra piel puede garantizar nuestro fracaso sin que tengamos la culpa de ello). Pero si hay algo que nos han demostrado los últimos veinte años, es que cualquiera pue- de conseguir cualquier cosa, sin importar la raza, el credo o el color. No es necesario decir que algunas personas no gozan de ciertas ventajas y que otras nunca son objeto de prejuicios. Pero en casi todas las profesiones o vocaciones, hay una representa- ción de uno o más grupos minoritarios. Podría argumentar- se que estos "grupos representativos" se han afianzado en sus puestos a través de la acción directa, ya que incluso cuando el talento de diferentes personas es el mismo, las oportunidades no lo son. Desafortunadamente, las desigualdades son un hecho en la vida. Algunas personas son juzgadas por ser de sexo feme- nino, discapacitados, extranjeros, solteros, rubios, obesos, con poca voz, jóvenes... , o cualquier otra característica arbitraria, incluyendo las contrarias a las antes mencionadas. Demasiado a menudo, las personas utilizan sus diferencias como excusa para justificar su abandono. "Como soy mujer y las mujeres nunca consiguen buenos puestos en el mundo de los negocios, ¿para qué molestarse en intentarlo?". O, "Soy demasiado viejo para empezar nada". La buena noticia es que, si observamos bien,
  • 28. nos daremos cuenta de que el gran don que posee la gente de éxito no es una característica externa, sino que es la capacidad de lanzarse a la acción. Es un "don" que cualquiera de noso- tros puede desarrollar. Después de todo, otras personas tenían los mismos conocimientos que Robert L. Johnson, el magnate de la televisión por cable BET. Cualquier otra persona podría haber pensado que un canal de televisión por cable exclusiva- mente para negros tendría un tremendo potencial social y eco- nómico. Pero sólo Johnson tuvo esa visión de futuro, se lanzó a la acción, y lo convirtió en una realidad. Aunque a Johnson le decían que ningún hombre de raza negra podría hacerlo, él no estaba dispuesto a creerlo. El demostró una ley universal fundamental: Todos los éxitos realmente im- portantes suponen el hecho de superar obstáculos. Está en tu mano creer que cualquier hombre o mujer con resolución no tiene por qué detenerse ante un obstáculo, ya sea racismo, dis- capacidad física, religión o cualquier otra cosa. De hecho, los obstáculos pueden realmente serte de utilidad para lograr un gran éxito y finalmente llegar a ser una gran persona gracias a ellos. LA COMUNICACIONES PODER. Los seres humanos dan forma a sus vidas a través de dos tipos de comunicación. Primero, dirigimos lo que llamamos comuni- cación interna. Estas comunicaciones se basan en las cosas que nos decimos a nosotros mismos y en las imágenes que refleja- mos en nuestras mentes. Es desde aquí desde donde se generan muchos de nuestros sentimientos internos. Cada vez que tene- mos un pensamiento o nos decimos algo a nosotros mismos, estamos experimentando comunicación interna. Leer este libro en silencio es dirigir nuestra comunicación interna. El segundo modo en que nos comunicamos es la comunicación externa: las palabras que decimos en voz alta; el modo en que LA MERCANCÍA DE LOS REYES usamos nuestras caras; la tonalidad de nuestra voz, expresiones faciales y posturas de nuestro cuerpo; además cualquier acción física que realizamos para expresarnos al mundo. Es importante darnos cuenta de que cada comunicación que realizamos, ya sea consciente o inconsciente, interna o externa, es una acción, algo que se pone en marcha. Y todas las comunicaciones tienen alguna clase de efecto, en nosotros mismos y también en los de- más. Por otro lado, todos los comportamientos y sentimientos encuentran sus orígenes en alguna clase de comunicación. Para controlar nuestras vidas, debemos controlar el modo en que nos comunicamos con nosotros mismos. Si queremos cambiar nuestras vidas, debemos cambiar nuestras acciones, y nuestras acciones tienen como origen decisiones. Debemos tener algún tipo de comunicación interna para lanzarnos a no- sotros mismos a la acción. Además, si vamos a influenciar las acciones de otros, debemos concienciarnos del efecto que pro- ducen todos los elementos de la comunicación externa. El Dr. Martín Luther King, Jr., fue capaz de influenciarse a sí mismo en primer lugar controlando su comunicación interna, mante- niendo su pasión contra las injusticias y los malos vicios. Pero sus emociones y sueños habrían muerto en su corazón si no hubiera sido capaz de controlar su comunicación externa. Hasta nuestros días, sus palabras, voz, y cara están grabadas en nuestra memoria como recordatorio de que su sueño todavía vive. Por saber controlar tanto su comunicación interna como externa, fue capaz de influenciar a una nación de almas ansiosas por conseguir los cambios que todos disfrutamos hoy en día. Y su voz continúa no sólo para esperar más sino para dar más. Debido a que la comunicación es acción, también es poder. Aquellos que han controlado su uso efectivo pueden cambiar sus propias experiencias y las experiencias del mundo. Cuando controlas tu comunicación, empiezas a controlar tu vida. A lo largo de la historia, las personas que han sido capaces de provo- car un gran impacto en nuestros pensamientos y sentimientos y
  • 29. en el mundo en general, son aquellos individuos que han apren- dido a utilizar el poder de la comunicación. Detengámonos un minuto y recapacitemos sobre esta última afirmación. ¿No es verdad que las personas que más te han in- fluido son aquellas que han tenido un gran poder de comuni- cación? Pensad en algunas de las personas que han cambiado nuestro mundo - Martin Luther King,Jr., John F.Kennedy, Ma- hatma Gandhi, Malcom X, Thomas Jefferson, Franklin Delano Roosevelt, Albert Einstein, incluso personajes del espectáculo como Bill Cosby, Oprah Winfrey, y Michael Jackson. De un modo mucho más cruel incluso tenemos a Adolf Hitler. Tan horrible como fue su existencia, también afectó al curso del mundo. Estas personas eran todas maestros de la comunica- ción. Eran capaces de coger una idea - ya fuera mandar a gente al espacio o crear un Tercer Reich lleno de odio - y transmitirla a otros con cal convicción y seguridad que influían en el modo en que las masas pensaban y actuaban. A través de su poder de comunicación, ellos cambiaron el mundo. ¿No es esto lo que hace que debamos tratar a Quincy Janes, a Tom Bradley, a Spike Lee, a Eddie Murphy o a Colin Powell como personajes aparte? ¿No son acaso maestros de la comuni- cación, tanto a la hora de entretener como a la hora de ejercer influencia sobre los demás? De igual modo que estas personas son capaces de mover a las masas con su modo de comunicar, nosotros podemos utilizar las mismas herramientas para mover- nos a nosotros mismos. La calidad de tu comunicación externa determinará la calidad de tu éxito en el mundo externo. Determinará el modo en el que te relacionas con los demás - personal, emocional, social, y económicamente. Pero lo que es mucho más importante es que el nivel de éxito que experimentas internamente - la felicidad, el goce, el éxtasis, el amor o cualquier otra cosa que desees - es el resultado directo del modo en que te comunicas contigo mismo. Tu comunicación interna, y no los acontecimientos que rodean tu vida, determinarán si eres feliz, si estás triste, agrade- cido; o si sentirás la pasión, y el amor que tú y todo ser humano desea en esta vida. El hecho de que experimentes o no las emociones que de- seas en la vida es un resultado directo del modo en que te comunicas contigo mismo. Si una mujer se dice a sí misma continuamente que hay un techo de cristal que limita lo le- jos que puede llegar en este mundo y que le impide alcanzar sus metas, entonces nunca encontrará el coraje ni la fuerza necesaria para hacer que ocurra lo que desea - al contrario que la Señora Shirley Chisholm, primera mujer congresista negra de América. Si nosotros como afroamericanos nos de- cimos continuamente a nosotros mismos que nuestro color nos predispone a sufrir tratamientos injustos, entonces tanto si es verdad como si no, perderemos el espíritu necesario para encontrar las soluciones que nos conducirán al futuro de glo- ria que nos hace señas desde la lejanía. Sólo veremos angus- tia y frustración y resentimiento en el mundo, y además no aprovecharemos la multitud de oportunidades que tenemos a nuestro alcance cada día. Quisiera estar seguro de que comprendéis este simple hecho de la vida: El modo en que nos sentimos no es el resultado de lo que ocurre en nuestras vidas: es nuestra interpretación de lo que ocurre. La historia ha demostrado una y otra vez que la calidad de vida de la gente de éxito no viene determinada por lo que les ocurre, sino por lo que hacen con lo que les ocurre en la vida. Es nuestra interpretación de lo que está ocurriendo, nuestra co- municación interna, lo que verdaderamente afecta a nuestras vi- das. Nosotros debemos ser capaces de controlar nuestras vidas. Debemos centrarnos en lo que podemos hacer. Y siempre hay algo que podemos hacer; si no es algo en el mundo externo, sí algo dentro de nosotros mismos que convertirá los desafíos de la vida en oportunidades. Podemos mirar a las injusticias de la vida y decir, "¡DEBEMOS SUPERAR ESTO Y GANAR!"
  • 30. Hablemos de Bill Dower, de la Marina de los Estados Unidos. Se alistó en la Marina en los años 40 con la aspiración de ir as- cendiendo de rango y demostrar su patriotismo. Pero por aquella época, la mayoría de los instructores de la Marina no escondían su desacuerdo con que hubiera negros en el ejercito. Decir que los reclutas negros recibían malos tratos es quedarse cortos. Dower y otros dos marines negros planearon quitarle la vida a un instruc- tor que les había hecho la vida imposible con sus constantes hu- millaciones, maltratos y menosprecios. En la noche prevista para cometer el asesinato, uno de los que acompañaba a Dower hizo algo que cambió sus vidas para siempre. Les instó a que vieran la situación de modo diferente. Les dijo, "Si matamos a este hom- bre arruinaremos nuestras vidas para siempre, y entonces serán ellos los que finalmente hayan ganado. Todo lo que han estado diciendo sobre nosotros será entonces verdad - que no podemos soportarlo, que somos débiles. Esta es la última oportunidad que tenemos de demostrarles que están equivocados." En vez de hacer méritos para ser perseguidos, los reclutas idea- ron una estrategia para vencer la situación. A parcir de enton- ces todo aquello que se les echaba encima no sólo lo aceptaban, sino que incluso pedían más. Fueron capaces de superarlo todo; acometieron sus tareas con espíritu de campeones. Idearon un lema - "Hagámoslo". Si se les obligaba a hacer cien flexiones más que a los demás - "Hagámoslo". Correr diez millas más - "Hagá- moslo", "Cualquier cosa que nos obliguéis a hacer nos hará más fuertes, por tanto ¡hagámoslo!". Todos ellos llegaron realmente a ser más fuertes. Unas décadas después, Bill Dower no sólo llegó a ser sargento instructor, sino que le nombraron Sargento Jefe de Instructores y superior de todos los instructores de la Marina de los Estados Unidos. Hoy es uno de los más admirados america- nos que conocemos. Bill Dower y sus camaradas fueron capaces de convencerse a sí mismos de que lo que parecía una situación imposible era en realidad una oportunidad para llegar a ser más de lo que todos pensaban que eran capaces de ser. Recuerda, tú eres el que decide cómo sentirte y actuar según el modo como percibas la vida. Por simple y poco natural que pue- da parecer, nada tiene otro significado que el que nosotros le de- mos. La mayoría de nosotros hemos permitido que el proceso de interpretación sea automático. Pero es importante darse cuenta de que si conscientemente no tomamos las riendas de nuestras interpretaciones, las fuerzas externas determinarán nuestra visión de la vida y del mundo. Por otro lado, es emocionante saber que podemos reclamar ese poder al instante y cambiar el modo en que experimentamos nuestras vidas en este mundo. El objetivo de este libro es aprender cómo funcionamos como seres humanos, y aprender a utilizar esa información para rea- lizar las acciones congruentes y claras que nos lleven a alcanzar resultados sorprendentes. Trata sobre cómo conseguir lo que queremos ¡justo ahora! Piensa en ello, ¿no es eso lo que real- mente te interesa? Quizás quieras cambiar el modo en que te sientes contigo mismo y con el mundo que te rodea. Quizás te gustaría ser un mejor comunicador, tener una relación sen- timental con alguien, aprender más deprisa, estar más sano, o ganar más dinero. Todas estas cosas y muchas más puedes con- seguirlas por ti mismo a través de la utilización efectiva de la información que contiene este libro. No obstante, antes de que puedas conseguir nuevos resultados, debes ser capaz de reconocer los que ya tienes. Estos pueden ser o no ser los que tú deseas, pero en realidad no importa lo que hagamos o dejemos de hacer, siempre estamos obtenien- do resultados. Muchos de nosotros pensamos que los "estados mentales de nuestro cerebro" están fuera de nuestro control porque son el resultado de lo que ocurre en el mundo exterior. La verdad es que podemos controlar y realmente controlamos los estados de nuestra mente. Si por ejemplo estás deprimido, eres tú el que has creado y pro- ducido el "estado" al que llamas depresión. Si estás entusiasmado, ese estado lo has credo tú también. Recuerda, las emociones no
  • 31. son simplemente algo que te ocurre. No "cogemos" una depre- sión. Como cualquier otro resultado de nuestras vidas, creamos esa emoción a través de acciones mentales y físicas específicas. Para estar deprimido, tienes que tener una visión particular de la vida. Tienes que decirte ciertas cosas a ti mismo en un tono de voz triste y determinado. Tienes que adoptar una postura es- pecífica y respirar de un cierto modo para producir la emoción que conoces como depresión. También ayuda tremendamente si bajas los hombros y miras constantemente hacia el suelo. Hablar con tono afligido y pensar en la peor de las situaciones posibles también contribuye a crear esa sensación. Si haces que tu bioquí- mica se sume a la confusión comiendo mal, bebiendo alcohol en exceso o consumiendo drogas, harás que tu cuerpo baje su nivel de azúcar en sangre y con ello tendrás garantizada una depresión. Llegamos a la siguiente conclusión: estar deprimido supone un esfuerzo. Es algo deliberado que requiere determinado tipo de ac- ciones. Desafortunadamente, igual que cualquier otra cosa que se haga suficientemente a menudo, muchos de nosotros hemos ad- quirido verdadera práctica en lograr este tipo de emoción. Y esto es sólo un ejemplo. Las mismas conclusiones sirven para cual- quier otra emoción, buena o mala. Algunas personas han llegado a este estado tan a menudo, que les es fácil caer en ella una y otra vez. De hecho, muchas veces han unido este patrón de comuni- cación interna a toda clase de acontecimientos externos. Algunas personas al ver que consiguen ciertos beneficios secundarios - atención por parte de los demás, simpacía, amor, etc. - adoptan este estilo de comunicación como un estilo natural de vida. Otros han vivido con ello tanto tiempo que se sienten realmente cómo- dos así. Se sienten identificados con esta situación. ENTONCES, ¿CUAL ES LA SOLUCION? Lo importante sobre esto es que nosotros mismos podemos cambiar nuestras acciones mentales y físicas para eliminar las emociones que no nos sirven y para potenciar aquellas que sí. Podemos condicionarnos a nosotros mismos para llegar a estar entusiasmados o emocionados o compasivos, adoptando el pun- to de vista que crea esa emoción. AJ producir un estado de éxtasis, por ejemplo, puedes visionar en tu mente las cosas que crean ese sentimiento. Puedes cambiar el tono y el contenido de tu dialogo interno contigo mismo. Puedes adoptar las posturas y patrones específicos que crean ese estado en tu cuerpo, y ¡milagro!, experi- mentarás ese éxtasis. Si deseas ser compasivo, simplemente debes cambiar tus acciones físicas y mentales para alcanzar el estado de compasión que se requiere. Pronto descubrirás que puedes crear cualquier emoción que quieras, cuando tú quieras. Podría ser de ayuda el pensar en el proceso que supone el pro- ducir estados emocionales imaginando tu comunicación inter- na como si estuvieras haciendo una película. Para conseguir los resultados precisos que quieren ver en la pantalla, los directores de cine manipulan lo que ven y oyen. Si quieren que te sientas asustado, elevan el sonido y producen efectos especiales justo en el momento adecuado. Si quieren que te sientas inspirado, modificarán la música, la luz, o cualquier cosa que produzca ese efecto en la pantalla. Pueden conseguir que el mismo he- cho parezca una tragedia o una comedia, dependiendo de lo que decidan poner o quitar de la pantalla. Tú puedes hacer lo mismo con la pantalla de cine que tienes en tu mente. Puedes manipular tu actividad mental, la cual es el fundamento de toda acción física. Puedes elevar las luces y los sonidos para mandar un mensaje positivo a tu cerebro, y bajarlos para mandar uno negativo. Puedes manejar tu cerebro con tanta destreza como John Singleton manipula sus películas. Lo que veremos a continuación podría resultar duro de digerir - en principio encontraréis difícil de creer el que exista un siste-
  • 32. ma con el que instantáneamente cualquiera puede reunir todas sus fuerzas y convertirlas en aquello que desea conseguir. Sin embargo, si hubieras dicho a los esclavos negros hace 225 años que sus descendientes ganarían elecciones obteniendo puestos en el gobierno y en importantes corporaciones, y que muchos vivirían rodeados de lujo en este país, seguro que te habrían dicho que dejaras de soñar. Te hubieran advertido, "No dejes que nadie te oiga hablar así". Si hace cien años hubieras insi- nuado que el hombre llegaría a la luna, se te habría considerado un loco (¿De donde crees que viene la palabra lunático?). Si hubieras dicho que sería posible viajar desde Nueva York a Los Angeles en cinco horas, te hubieran tratado como a un loco soñador. En realidad, lo que ha hecho posible todo eso han sido simplemente unas tecnologías específicas y ciertas leyes de la aerodinámica. (De hecho, justo ahora, una compañía aeroespa- cial está trabajando en una aeronave que transportará a la gente desde Nueva York hasta California en doce minutos, saliendo y volviendo a entrar en la atmósfera de la Tierra.) Aunque quizás no tan rápidamente, los cambios que hemos experimentado en nuestra comunidad han sido realizados paso a paso. Con la apli- cación de tecnologías específicas y de leyes de comportamiento humano, alcanzaremos nuestras metas de igualdad personal y de unidad cultural mucho más rápidamente. Me siento tan afortunado de estar vivo en estos días y en esta época. Estoy tan agradecido por las cosas que nuestros antepa- sados hicieron para que nuestras vidas hoy sean mejores. Aun- que hay mucho trabajo por realizar para lograr la igualdad en este planeta, nunca dejaré de admirar a los hombres y mujeres que han sacrificado tanto por todos nosotros. La historia reciente nos ha mostrado varios modelos de compor- tamiento y muchos ejemplos de hombres y mujeres negros que han logrado el éxito: el invencible Jesse Owens, que demostró al mundo que no existía la mal llamada "superioridad" o "infe- rioridad" étnica ... el inimitable General Colin Powell, quien no sólo fue responsable al mando de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en la Guerra del Golfo, sino que llegó a ser un poderoso consejero político a lo largo de una distinguida carrera militar ... el indómito Caro! Moseley - Braun, primer senador negro de los Estados Unidos ... el innovador Berry Gordy, que fundó la Motown Records en 1959 ... la indestructible Wilma Rudolph, que superó una poliomielitis y una parálisis y llegó a ser hasta tres veces medalla olímpica de oro . . . y un sinfín de personas cuyos nombres ni siquiera han salido nunca a la luz. A través del estudio de estos individuos, podemos ver que existe un patrón en todos ellos; un camino realmente consistente al que llamamos ...