1. Año XL – Número 52 – Ciclo A – 28 de septiembre de 2014
DOMINGO XXVI ORDINARIO
PRIMERA PAGINA
Lo que va de un hijo a otro
Somos muchos los cristianos afianzados en la seguridad que nos da cumplir: cumplir con Dios,
cumplir con la Iglesia, cumplir las normas, cumplir con el cura, cumplir con la imagen de mí que
proyecto hacia otros,... Pero cumplir es demasiadas veces aparentar, expresar obediencia a los ritos,
preocuparse por las formas, atenerse a los comportamientos visibles, realizar acciones para hacer lo
que, según me dicen los míos, tengo que hacer: para algunos será ir a misa, para otros ser servicial y
ofrecerme para participar en no sé qué momento, para otros estar en una asociación u ONG, o asumir
un compromiso que me hace responsable ante otros o de otros… Cumplir, cumplir con lo que se debe
hacer, los deberes son diversos pero el mecanismo es el mismo: sepulcros blanqueados que, en mayor
2. o menor medida, andan muertos por dentro. Dicen sí, porque es la respuesta correcta, pero no hacen
nada aunque la brisa sople con fuerza y en dirección buena. Dicen sí, pero aunque lo hagan no lo hacen
de corazón. Creen que basta con decir “Señor, Señor”, sin dejarle entrar en mi vida interior, sin
entender que decirlo supone dejar que sea Él quien gobierne mi vida, mis criterios, para dejar de actuar
por cumplir y abrirse a una transformación personal que le dé sentido, vida y horizontes a todo mi ser y
mi hacer.
Es posible que en apariencia haga lo mismo, pero no será igual porque las motivaciones son distintas,
porque siento alegría al hacerlo y no un pesado yugo que soportar para ganarme el cielo, porque como
no quiero lo mismo haciéndolo me dará igual que nadie me vea o se entere y dejaré de buscarme a mí
mismo para encontrarme con Dios en la búsqueda del bien de otros.
No digo que sea fácil, es seguro una de las tareas de nuestra vida, pero es una que tenemos que hacer.
Y no vale apuntarse desde ya en el bando de los rebeldes, porque tampoco éstos son del agrado de
Jesús, sólo son menos malos o mejor dicho es más fácil que se conviertan, puesto que al saberse
pecadores, huidizos a la llamada a la conversión, tendentes al miedo, a la comodidad,… conocedores
de sus resistencias pueden dejar que Dios actúe en ellas. Dichosos estos no porque sean ningún modelo
a seguir, sino porque saben recapacitar para encontrar el camino que puede llevar a trabajar la viña y
vivir como hijos. Padre, no sé lo que dije hace un instante, pero he cambiado de opinión, he venido a
trabajar tu viña, sediento de algo nuevo a lo que tampoco me lleva mi negación, mi rebeldía, mis
búsquedas en soledad, mis intentos sin éxito, mis empecinamientos en que sea como yo creo, buscando
atajos,…, quizás tengas razón y no queda otra que vivir trabajando por la viña, así que he venido, he
venido y me has acogido y extrañamente a lo que esperaba, contrariamente a lo que pensé cuando dije
que no, siento en mí una alegría que es nueva, una alegría que no sé bien de dónde proviene, que no
había sentido antes; estoy contento, contento de haber venido.
En cambio los seguros de su fe y su hacer no vacilan, los que se alimentan del aplauso de sus
comunidades no andan preocupados por discernir por dónde andará construyendo el Espíritu y cómo se
podrán encontrar con el Resucitado, no identificarán el profundo vacío, de amor y vida, que crece en
ellos, porque andan preocupados de la imagen de servicio que quieren dar, no huelen el camino del
bien ni aunque lo tengan ante sus mismas narices,… De estos hijos anuncia Jesús, con pesar, qué
difícil lo tienen, pueden colársela a muchos, que creerán en vuestra bondad y disponibilidad, pero para
Dios no basta con decir sí, no basta con aparentar, con que por mis actos parezca que le sigo. Dios, que
ve lo oculto, conoce los corazones y las distancias que hay entre el de cada uno y el de Jesús.
ELENA GASCÓN
elena@dabar.net
DIOS HABLA
EZEQUIEL 18, 25-28
Así dice el Señor: «Comentáis: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿es
injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su
justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se
convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si
recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.
FILIPENSES 2, 1-5
3. Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo
Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con
un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la
humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino
buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de
su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre
cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo
levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
MATEO 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un
hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le
contestó: “No quiero”. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le
contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?» Contestaron: «El
primero». Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el
camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le
creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no
os arrepentisteis ni le creísteis».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Dos temas preocupan en particular a Ezequiel en estos versos y en todo el cap.18: la posibilidad de
conversión (o perversión), es decir, de cambiar el corazón y la vida, y la culpabilidad personal. Dos
constantes en la vida de cada persona.: fidelidad y responsabilidad.
La primera incluye que quien persevera en el bien es justo; quien persevera en el mal, es injusto; quien
se convierte del mal al bien será juzgado como justo; y quien se pervierta abandonado el bien y obrando
el mal, será juzgado como impío.
Es el corolario que se sigue de la responsabilidad personal y de la posibilidad de ejercer nuestra libertad
para la conversión de nuestra vida: cada uno se hace responsable de su proceder, y no depende del de
sus padres o del ambiente social que le rodea.
Un tema de plena actualidad ya que está muy arraigada en el ser humano la auto justificación personal
echando la culpa o responsabilidad a la historia, al ambiente, o a los padres que nos educaron mal.
Y es muy propio de este nuestro proceder seguir en nuestras trece cuando lo más sencillo como repiten
mil veces los profetas es la conversión,
Podríamos haber comenzado este comentario leyendo primero el salmo responsorial que sigue a esta
primera lectura. Ahí tenemos un buen ejemplo de la actitud del creyente en Dios y que desconfía de sí
mismo. Comienza confesando su deseo de conocer el camino del Señor (esos caminos que distan de
nosotros lo que el cielo de la tierra, que comentaba Jeremías la pasada semana); deseo de poseer una fe
verdadera y no engañosa ‘enséñame que tú eres mi Dios y Salvador’; y reconoce que el punto de
partida puede ser el pecado, pero desde la humildad se conocen también los caminos del Señor.
4. Lo contrario de quien se rebela contra Dios que perdona y acoge al pecador. Partimos de la soberbia
con que juzgamos (condenamos) al prójimo y no le concedemos el beneficio de la duda. Es mala
persona; está empecatado. Ya está condenado. Y damos por supuesta nuestra presunta justicia co.
“Hemos mido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas” (Lc 13,26). “Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre hicimos milagros’ (Mt
7,22). (¡Qué manera tan sutil de creernos justos creyéndonos sustitutos de Dios ¡en tu nombre!). Con
demasiada frecuencia y naturalidad decimos: “Nosotros los cristianos” en contraposición a los que ‘no
lo son’. ¿De veras? ¿Quién somos para juzgar?.
Deberíamos una vez más recordar con Ezequiel que ese ser hay que sostenerlo cada día y mantenerlo
hasta el fin. “Estás en pie, por la fe. No te engrías; más bien, teme” (Rom 11,20). Y permanece
siempre atento al Señor: “Buscad al Señor mientras se le encuentra….” que nos dijo Jeremías la
pasada semana.
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
La comunidad debe fortalecerse para hacer frente a los enemigos, y esto se hace si hay armonía entre
sus miembros. Pablo concede mucha importancia a este aspecto, por lo que utiliza palabras cordiales
para hablar de él. Nombra los vínculos que los unen como comunidad y recuerda que deben tener un
mismo sentir, un amor recíproco y un gran interés por la unidad. Resulta contrario a todo esto la
búsqueda egoísta del propio provecho y la rivalidad. Quien se deja llevar por estos sentimientos,
busca dejar en mal lugar a su hermano. Pablo condena estas formas de obrar y pide humildad,
porque quien es humilde, reconoce el bien del prójimo y no olvida las debilidades propias, llevándole
esto a estar dispuesto para servir a la comunidad. El egoísmo destruye la unidad, mientras que el
amor la construye (vv. 1-4).
El mejor ejemplo, y de imitación obligada, que puede presentar Pablo a los filipenses es Cristo. Hay
que tener la misma actitud que Cristo. De aquí sale el pasaje de los vv. 6-11 que parecen ser un
himno con una gran solemnidad en su lenguaje cuyo tema es la obra de la salvación llevada a cabo
por Cristo y presentada aquí en varias etapas. Podría ser un himno que ya existía en la liturgia
antigua y que Pablo incluyó en la carta a los Filipenses, como ya hizo en otras cartas (v. 5).
El himno comienza presentando al Salvador en su preexistencia, donde vive “en forma de Dios”, es
decir “en gloria de Dios”. Así es, en dignidad divina “igual a Dios.” Pero ese ser igual a Dios no era
algo que debía conquistar, sino que Cristo había considerado el ser igual a Dios como algo que no
debía retener. De esta forma, se despojó (“se vació”) y tomó la forma de esclavo. Cambió su gloria
por la forma de esclavo, pero no hay que entender esclavo en su forma social, sino como el hombre
en su absoluta dependencia, en contraste con la gloria y el poder de Dios. Adoptó una forma de
existencia más humilde y quiso renunciar al honor y a la gloria para llevar una vida igual a la de los
hombres para ser uno de ellos (vv. 6-7).
A través de la encarnación, Cristo había renunciado a la gloria y recorrió su vida terrena hasta el
último extremo, la muerte en la cruz. Su camino fue el de la obediencia, sujeto a la voluntad de otros
y que terminó en una muerte vergonzosa en la cruz, pena para esclavos. Pablo subraya el hecho de
que fue obediente (v. 8).
Pero Dios lo sacó de donde había caído y lo exaltó, dándole la recompensa merecida por su
humillación voluntaria. Literalmente dice “lo superexaltó”, es decir, lo puso a la derecha de Dios.
La exaltación a la derecha de Dios presupone la resurrección y la ascensión, aunque el himno no las
menciona expresamente porque le interesa más el contraste entre humillación y exaltación (v. 9).
5. Así, al Cristo glorificado se le da un nuevo nombre que está por encima de todo nombre, es decir, un
lugar y una dignidad superiores a las de los demás seres. No se dice aún cuál es ese nombre, pero ya
expresa la naturaleza y la dignidad de quien lo lleva, ya que ante él se dobla toda rodilla en el
universo (“en el cielo, en la tierra, en el abismo”) (v. 10).
En el v. 11 ya se da a conocer este nombre en medio de una fórmula de aclamación que comienza con
las palabras tomadas de Isaías (45,23): “y toda lengua confiese”. Es decir, todos los seres nombrados
anteriormente (del cielo, de la tierra y del abismo), deben hacer esta confesión: “Señor, Jesús,
Cristo”. Estos tres términos tienen el valor de títulos de dignidad. Pablo termina el himno con las
palabras “para gloria de Dios Padre”. El honor de Dios viene a ser el fin de toda la historia de la
salvación, ya que él es al autor de esta salvación (v. 11).
RAFA FLETA
rafa@dabar.net
EVANGELIO
1. Aclaraciones al texto
V.28 Sumos sacerdotes y ancianos del pueblo. Dos de los tres estamentos de los que procedían los
miembros componentes del Sanedrín o Tribunal Supremo judío.
V.31 El primero. En referencia al hijo que, no obstante haber dicho no a su padre, termina yendo a
trabajar. Os aseguro. Expresión enfática para realzar la importancia de lo que se va a decir. Su uso
antepuesto es propio y exclusivo de Jesús en los evangelios. Publicanos y prostitutas. Pecadores
notoriamente públicos.
V.32 Juan. El Bautista. La referencia de Jesús a Juan el Bautista en el texto de hoy se explica como
continuación del argumentario usado ya por Jesús en Mt 21, 23-32, conjunto del que forman parte los
versículos de hoy. El camino de la justicia. La voluntad de Dios manifestada en la Escritura Santa o
Antiguo Testamento.
2. Texto. ¿Qué dice en sí mismo?
De una parábola a discípulos (domingo pasado) a una parábola a miembros del Sanedrín (hoy); de un
ámbito de aceptación de la autoridad de Jesús (discípulos) a otro de cuestionamiento de su autoridad
(miembros del Sanedrín). Ello explica las diferencias de forma y fondo entre ambas parábolas.
En la parábola de hoy, Jesús involucra expresamente a sus demandantes pidiéndoles su parecer acerca
del comportamiento de dos hijos. ¿Qué os parece? ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su
padre? Respuesta de los demandantes: El primero. El que, después de haber dicho no a su padre, va
luego a trabajar. (Leer con detención Mt.21, 28-31)
Jesús recoge esta respuesta de sus demandantes y en Mt.21,31-32 la traslada a lo sucedido con ellos y
con pecadores públicos en lo tocante al mensaje de Juan Bautista, sobre el que les ha acabado de hablar y
preguntar inmediatamente antes, pero que han declinado responder a su pregunta (leer Mt. 21, 23-27).
Con énfasis, autoridad y claridad Jesús les hace ver que en lo tocante al mensaje de Juan Bautista ellos
son equiparables al segundo hijo de la parábola, al hijo que dice sí, pero luego no va a trabajar; en
cambio, pecadores notoriamente públicos son equiparables al primer hijo de la parábola, al hijo que dice
no, pero luego va a trabajar.
3. Texto. ¿Qué dice para mí?
6. Invitación al juicio crítico sobre obras o comportamientos propios. ¿Me quedo solo en las palabras o
ratifico las palabras con las obras? Este ejercicio de autocrítica es extensible a todos sin excepción.
Obras son amores y no buenas razones. Una doble vida religiosa, la de las palabras por un lado y la de
las obras por otro, es un fraude a Dios y a los hombres y una dicotomía inasumible por uno mismo.
No basta aceptar de palabra la voluntad de Dios. La aceptación de palabra debe ser simultáneamente
confirmada con obras acordes con la voluntad de Dios.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
NOTAS PARA LA HOMILIA
Decir sí, “hacer” sí
Estamos aquí reunidos en nombre de Jesús, el Señor. Sabemos que separados de Él no podemos hacer
nada. Él es la vid, y nosotros los sarmientos. Él nos habla, y nos da a comer su Cuerpo y a beber su
Sangre. Nos llama a seguirle cada día, y todos los días.
Escuchar a Jesús nos lleva a sintonizar con sus sentimientos, con su proyecto, con su entrega a toda la
humanidad, con su fidelidad a Dios Padre. Queremos tener “los mismos sentimientos de Jesús”. En el
día a día de nuestro seguimiento de Cristo vamos experimentando nuestras flaquezas, nuestros olvidos
intencionados de su Palabra, y también nuestros rechazos en ocasiones a los valores de su Reino.
Hemos escuchado como el profeta Ezequiel le recordaba a los deportados en Babilonia que cada uno
es responsable de sus acciones. Frente a la concepción tradicional de que Dios castigaba el pecado de
los padres en los hijos, y de que el sufrimiento era consecuencia del pecado personal y colectivo, el
profeta señala como cada uno es libre de elegir el camino a seguir. Pero esta elección conlleva una
serie de consecuencias sobre nosotros, al elegir actuar de tal o cual manera. Este don de la libertad que
Dios nos hace es un regalo que hay que abrir y usar de forma responsable, humanizadora y fraterna, en
fidelidad a Quien nos ha hecho tan hermoso obsequio.
Somos libres para acoger el don de la fe, o para rechazar este regalo. Sabemos que Dios está dispuesto
a la misericordia y al perdón. Él nos espera, sale a los caminos de la vida para abrazarnos en nuestra
vuelta a Él. Dios nos concede una nueva oportunidad. Él no cierra la puerta de su “corazón maternal” a
todos aquellos que a causa del pecado se alejan de Él. Si de humanos es equivocarse, de cristianos es el
reconocer nuestros fallos y flaquezas, y querer convertirnos al Señor, gozando con su perdón.
El Dios de Jesucristo, que Él anuncia con signos y palabras, es el “Dios de la segunda oportunidad”.
Para Él nadie está totalmente perdido. Aquello que han dicho no a Dios, pueden experimentar de
nuevo el amor de Dios. Sólo basta querer volver a Él, reconocer nuestras huidas de Dios, y
convertirnos a Él con sinceridad de corazón. Dios no impone su salvación, ni su amor. Él sólo espera
nuestro sí, aunque en algunas ocasiones, antes hayamos dicho no.
El ejemplo de Jesús nos ayuda a vivir en constante fidelidad a Dios Padre, y nos muestra el camino de
la entrega, del “abajamiento”, de la “encarnación” en cualquier situación humana, para hacer posible
su regeneración, su liberación, la vuelta a una vida plena.
El evangelio nos muestra que el amor de Dios es universal, para todos. Existen personas que se creen
tan seguros de su piedad religiosa que piensan que no necesitan ni del perdón de Dios, ni de la escucha
de su Palabra, pues creen que ya han llegado a la meta de su camino de fe. Incluso cierran a otros el
camino de acceso al perdón y la salvación de Dios. Para ellos, Dios no da nuevas oportunidades para
7. volver a Él. Pero esta actitud no es la de Jesús, no es la de Dios. Éste se alegra con la vuelta a casa de
sus hijos, que habían abandonado el hogar. Quiere a todos sus hijos, se desvive por ellos, para que al
final nuestra actitud y respuesta al don de la salvación sea un SÍ autentico, aunque vaya precedido de
algunos o muchos NO.
Dios nos ayuda, con la fuerza de su Espíritu, para que este SÍ lo vivamos de forma coherente y
continuada, y no como algo esporádico o ilusorio. El “termómetro” de la vida diaria, en cuanto a
nuestro trato con Dios, y nuestra relación con los demás, nos indica la “calidad” y autenticidad de
nuestro Sí.
Que esta Eucaristía nos ayude a decirle SÍ a Dios, y a “hacer” Sí. Que nuestros “hechos y dichos”
muestren el rostro misericordioso de Dios, y testimonien nuestra condición de discípulos y seguidores
de Jesús el Señor.
JESÚS GRACIA LOSILLA
jesus@dabar.net
PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS
Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar,
permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que
resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Gracias.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? (Mt 21, 31a)
Preguntas y cuestiones
Muchas veces sabemos cuál es la voluntad de Dios y nuestra naturaleza humana nos lleva a
tener una primera reacción impulsiva que no coincide con esa voluntad. Sin embargo, al
recapacitar, nos damos cuenta de lo que realmente tenemos que hacer.
Es cierto que muchas veces quien se llevará los premios y los halagos será el que dice lo que el
padre quiere oír aunque luego no lo haga. Pero nosotros debemos hacer las cosas no por esos
reconocimientos, sino porque al final es lo que sale de nuestros corazones.
¿Qué nos mueve, hacer la voluntad del padre o que se nos reconozca?
PARA LA ORACION
Dios y Padre nuestro, Tú eres compasivo y misericordioso con nosotros. Ilumínanos con tu Palabra
para que hagamos cada uno de tus hijos un uso fraterno y responsable del don de la libertad que en
Cristo Tú nos has dado. Por Él que vive y reina…
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Dios rico en misericordia, Tú nos guías en el seguimiento de tu Hijo Jesús. Recibe estos dones que
ponemos ante Ti, para que Tú los santifiques y sean para nosotros alimento que fortalece nuestra fe,
aviva nuestra esperanza y hace constante y entrañable nuestra caridad.
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Te damos gracias, Señor porque, en Jesús, Tu Hijo y Hermano nuestro, nos muestras el Camino, nos
educas en tus sendas, y nos ayudas para que vivamos en fidelidad a Ti.
Padre bueno y justo, sabemos que, en muchas ocasiones, nos alejamos de Ti. Preferimos vivir al
margen de tu Palabra que da Vida. Rechazamos tu compañía, pensando que así somos más libres.
No faltan momentos, Señor, en los que nos desentendemos de los que nos necesitan, dejándolos a su
suerte, a su incierto y trágico futuro. Incluso impedimos, por medio de nuestras ideas equivocadas
sobre Ti, que otros te conozcan, se encuentren contigo, y experimenten tu amor personal y concreto,
universal y fiel.
Pero Tú, Señor, no quieres que nadie se pierda, sino que vivamos en tu presencia y gocemos de tu
salvación. Por eso nos invitas al arrepentimiento, nos llamas a volver junto a Ti.
8. Gracias, Padre, porque siempre nos das una nueva oportunidad para convertirnos a Ti. Que podamos
vivir desde tu amor siendo signo constante y creíble de tu misericordia inagotable.
Ayúdanos a decirte cada día Sí, a acoger con docilidad tu Palabra, y a existir en favor de los demás.
Que la caridad fraterna y la fidelidad a Ti, Marquen y orienten nuestras palabras, acciones y
sentimientos.
Señor, que tu amor generoso a todos, nos lleve a practicar la autentica libertad, la libertad de tus hijos,
siguiendo el ejemplo de Cristo, nuestro hermano y Señor, El que nos hace plenamente libres, y nos
llama a la entrega y a la unidad, a la humildad y el servicio.
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Padre Nuestro, tu amas a tus hijos, y deseas lo mejor para ellos. Te damos gracias porque nos has
sentado a la mesa de tu Familia y nos has alimentado con el Pan de la Palabra y de la Eucaristía.
Enséñanos cada día tus caminos, para que sigamos con gozo y fidelidad a Cristo, Tu Hijo. Él que vive
y reina por los siglos de los siglos.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Somos bienvenidos a la celebración de la Eucaristía. El Señor Jesús nos invita a la doble mesa donde
nos da su Cuerpo y su Palabra. Nuestra vida es tiempo de oportunidad para que a través de nuestros
hechos y dichos expresemos y testimoniemos nuestra fe en Jesús.
En cada Eucaristía el encuentro con Jesús, el Señor resucitado, nos empuja a colaborar de forma
generosa en el anuncio, y en la presencia de su Reino, en el proyecto de la salvación que Dios ofrece
para todos. Comuniquemos el gozo del Evangelio a través de una vida de fe coherente, enraizada en
Cristo, el Señor.
SALUDO
Que Dios Padre, que en Cristo, su Hijo, nos llama a decirle sí con nuestros sentimientos, palabras y
acciones, esté con vosotros.
ACTO PENITENCIAL
A veces no vivimos de acuerdo a su Evangelio. Dios nos ayuda a volver a Él. Nos concede nuevas
oportunidades para convertirnos a Él, para experimentar su misericordia y su perdón como respuesta a
nuestra infidelidad. Reconocemos nuestros pecados.
- Porque usamos mal del don de la libertad que Dios Padre nos ha regalado. Señor, ten piedad
- Porque no hacemos nuestros los sentimientos de Cristo: misericordia, humildad y actitud de
servicio. Cristo, ten piedad.
- Porque no somos coherentes en nuestra respuesta a la vocación a la que Dios nos ha llamado.
Señor, ten piedad
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta Ezequiel habla, en nombre de Dios, al pueblo de Israel que vive la deportación en Babilonia.
Los deportados se quejan a Dios por su situación. Ellos piensan que Dios castiga los pecados de los
padres en los hijos. Frente a esta la teología tradicional de la responsabilidad colectiva, Ezequiel
subraya la importancia de la responsabilidad personal de cara las acciones tanto hacia Dios, como
hacia el prójimo. Dios respeta la libertad humana, ofrece a los pecadores oportunidades para su
conversión, y “advierte y ayuda a los justos para que no desfallezcan y caigan”.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 24)
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
9. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando..
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las
maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con
rectitud, enseña su camino a los humildes.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo escribe desde la cárcel, a la espera de una sentencia que puede acabar con su vida. La
comunidad de Filipos estaba pasando por una situación de discordia, egoísmo y vanagloria. Frente a
esta situación el Apóstol apela al testimonio de Cristo: su encarnación, su entrega fiel hasta la muerte,
su resurrección. De esta manera hace un llamamiento a los filipenses a la unidad, al servicio mutuo, a
la concordia. En definitiva Pablo les exhorta de forma vehemente a superar el orgullo e interés propio,
y elegir el camino de los sentimientos y acciones de Cristo.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Con esta parábola Jesús quiere mostrar como su Padre Dios está dispuesto a la misericordia y al
perdón para todos aquellos que aunque han pecado se han arrepentido y han escuchado y acogido su
Palabra de Salvación. En contraste con estos pecadores que se convierten a Dios, están aquellas
personas que teniéndose ya por convertidos y salvados, están tan llenos de sí mismos que piensan que
no necesitan ya ni recibir el perdón de Dios, ni obedecer su Palabra, ni tampoco preocuparse por los
demás. Creer en Jesús conlleva una conversión de vida hacia los valores del Reino. La propia vida
debe ser signo y testimonio auténtico y permanente de Jesús el Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Dios Padre desea que nos convirtamos y vivamos. Quiere que disfrutemos de la vida nueva que en
Cristo nos da. Con la confianza que nos da el ser hijos suyos, le presentamos nuestras súplicas.
Diremos: Ilumina, Señor, nuestras acciones.
- Por la Iglesia de Dios para que en medio de la sociedad sea presencia y testimonio del amor
universal y fiel de Dios. Oremos al Señor.
- Por todos los hombres y mujeres de la tierra, para que descubramos la llamada que Dios nos
hace a usar el don de libertad de forma responsable y fraterna. Oremos al Señor.
- Por los que sufren la persecución y el rechazo por causa de sus creencias o de su origen para
que experimenten la cercanía de Dios, y la acogida y la ayuda de personas, instituciones
nacionales y organismos mundiales. Oremos al Señor.
- Por todos los que formamos esta comunidad (parroquial) para que hagamos nuestros los
sentimientos y actitudes a los que nos llama Cristo: humildad, unidad, entrega y servicio,
misericordia, caridad… Oremos al Señor.
Padre Dios, escucha los deseos y necesidades de tus hijos. Conviértenos a ti, y ayúdanos a vivir de
acuerdo a tu voluntad de Salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Que esta semana el Señor nos ayude a anunciar con gozo la alegría de vivir el Evangelio, pasad una
feliz semana.
10. CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. En la fiesta del domingo (disco “Nuevos cantos para el año litúrgico”); Juntos como
hermanos; Me adelantaré hasta el altar de Dios; Con nosotros está el Señor (disco “15 Nuevos
cantos para la Misa”).
Salmo. LdS.
Aleluya. Gloria, gloria, aleluya.
Ofertorio. Cristo se rebajó por nosotros (disco “Hoy vuelvo de lejos”); Bendito seas, Señor (2CLN-H
6).
Santo. 1CLN-I 4.
Aclamación al embolismo. 1CLN-M 1.
Comunión. Cerca está el Señor (disco “Cerca está el Señor”); Un mandamiento nuevo (popular);
Donde hay caridad y amor (1CLN-O 26).
Final. Vosotros sois la luz del mundo (1CLN-406).
Director: Enrique Abad Continente ·Paricio Frontiñán, s/n· Tlf 976458529-Fax 976439635 · 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: www.telefonodelevangelio.blogspot.com - Página web: www.dabar.net - Correo-e:
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