En el libro “Mediterráneo: el naufragio de Europa” (Edit. Tirant lo Blanch), el catedrático de Filosofía del Derecho en el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, Javier de Lucas, sostiene que el reconocimiento de los derechos de la persona refugiada no es un asunto de buena conciencia, moralina o solidaridad. Lleva muchos años insistiendo en la idea: “Los estados parte en el Convenio de Ginebra de 1951 y el Protocolo de Nueva York (1966) tienen un contrato con los refugiados”. Incumplirlo implica transgredir la legalidad, más allá de los buenos sentimientos. Tampoco el derecho de asilo puede, en cuanto derecho básico y reconocido como universal, someterse a “cuotas”, que en todo caso tienen como objeto que exista un equilibrio en el “reparto” por países
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Entrevista a Javier de Lucas “Los derechos del refugiado no son una cuestión de solidaridad o buena fe”
1. Entrevista a Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho y autor de “Mediterráneo: el
naufragio de Europa”
“Los derechos del refugiado no son una cuestión
de solidaridad o buena fe”
Enric Llopis
Rebelión
En el libro “Mediterráneo: el naufragio de Europa” (Edit. Tirant lo Blanch), el
catedrático de Filosofía del Derecho en el Instituto de Derechos Humanos de la
Universitat de València, Javier de Lucas, sostiene que el reconocimiento de los
derechos de la persona refugiada no es un asunto de buena conciencia, moralina o
solidaridad. Lleva muchos años insistiendo en la idea: “Los estados parte en el
Convenio de Ginebra de 1951 y el Protocolo de Nueva York (1966) tienen un
contrato con los refugiados”. Incumplirlo implica transgredir la legalidad, más allá
de los buenos sentimientos. Tampoco el derecho de asilo puede, en cuanto derecho
básico y reconocido como universal, someterse a “cuotas”, que en todo caso tienen
como objeto que exista un equilibrio en el “reparto” por países.
Javier de Lucas fue presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado
(CEAR), miembro de la Comisión de Seguimiento del Plan Nacional de Derechos
Humanos y es uno de los 24 miembros del Alto Panel de Ciencia, Tecnología e
Innovación para el Desarrollo de la UNESCO. Entre la veintena de libros publicados,
figuran “Integración y Derechos” (con María José Añón), “La integración de los
inmigrantes” (con Laura Díez), “Globalización e identidades: claves políticas y
jurídicas” o “Blade Runner: el derecho, guardián de la diferencia”. Frente a los
discursos tremendistas, Javier de Lucas destaca que en 2015 unas 400.000
personas llegadas a la Unión Europea (donde residen 500 millones de personas)
podrían ser peticionarias de refugio. “No me parece una dificultad tan difícil de
salvar”.
2. -El 18 de septiembre publicaste en el periódico “Ahora” un artículo en el
que recordabas que los refugiados sirios que alcanzan la orilla europea no
representan, siquiera, el 10% de los que llegan a Líbano, Jordania, Iraq o
Turquía. Te referías además a “poner sordina a la euforia”…
El artículo era una especie de llamada a la prudencia sobre lo que me parecía una
euforia tan poco justificada como desmesurada en torno a un “giro” en la política
europea sobre refugiados. Quería recordar que a finales de agosto-primeros de
septiembre, parecía que la Comisión Europea iba a poner en marcha un sistema
común de asilo, con una contribución obligatoria de todos los estados miembros.
Por otro lado, parecía que la ciudadanía había conseguido una gran victoria. Con la
“sordina” se refería sobre todo a que los ciudadanos europeos nos veamos a
nosotros mismos como espléndidos ciudadanos, globalmente solidarios, que hemos
puesto remedio a una “crisis” de refugiados, cuando esto dista mucho de la
realidad. El contingente de refugiados que recibirá la Unión Europea no superará los
120.000, cuando según ACNUR hay 60 millones de desplazados en el mundo y
cinco millones de refugiados sirios. En el caso español, no me parece para colgarse
medallas recibir a 19.000 refugiados cuando un país como Líbano acoge a 1,2
millones.
-¿El fondo del problema remita a los buenos sentimientos y la empatía o,
más bien, las personas refugiadas son titulares de derechos que deberían
respetarse?
Por deformación profesional, soy profesor de Derecho, en este punto he tratado de
insistir desde hace muchos años. También ahora en el libro “Mediterráneo: el
naufragio de Europa”. No es una cuestión de buena fe, de moralina o de buena
conciencia. Esto es un contrato. Los estados que toman parte en el Convenio de
Ginebra (1951) y en el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados de Nueva York
(1966) tienen un contrato con los refugiados. El primer derecho consiste en
reconocer la condición de refugiado, si efectivamente la persona la tiene, y por
tanto acogerlos y no devolverlos al país del que huyen. En segundo lugar, mientras
el refugiado está tramitando la petición de asilo, tiene derecho a lo que en España
se llama administrativamente la “tarjeta roja”, que teóricamente le deja circular por
el territorio nacional hasta que se resuelva su expediente. En el caso europeo,
significa que esta persona tendría derecho a circular por el espacio de la UE.
-¿De qué derechos son titulares las personas refugiadas si, una vez
finalizados todos los trámites, se les reconoce esta condición?
Lo fundamental es que si una persona obtiene la confirmación de que es refugiada,
se despliegan una serie de derechos que figuran en la Convenio sobre el Estatuto
de los Refugiados de Ginebra (1951). Se trata del derecho a que se le dote de
documentación (en muchos casos no la tienen) y a que el estado de acogida
proporcione los medios para la inserción sociolaboral, en igualdad de condiciones a
los ciudadanos del país. Normalmente, pasado un periodo (que en el caso español
es de cinco años) tienen derecho a adquirir la nacionalidad del país de acogida. Este
despliegue de derechos al que, insisto, estamos obligados por contrato los estados
en relación con las personas declaradas refugiadas, es algo bastante más complejo
que meterlos en tu casa, darles un techo y una cama. Además, estas personas
sufren en su mayoría persecuciones que les producen traumas y requieren
asistencia psicológica o psiquiátrica. Pero no quiero decir que no sirva para nada
esta solidaridad, por supuesto que sirve, pero hay que coordinarla y ponerla en
manos de equipos especializados.
3. -En el caso del gobierno español, ¿hay una coherencia entre las últimas
declaraciones de “humanitarismo”, moralidad y buenos principios con las
políticas reales?
El gobierno español carece de la menor credibilidad al respecto. La señora Sáenz de
Santamaría, el Ministro de Asuntos Exteriores y el presidente Rajoy dijeron que se
plegarían a la Unión Europea. Pero es mentira. Primero, porque no han aceptado la
cuota inicial establecida por la Comisión Europea de 4.000 refugiados para España,
que el gobierno dejó en 2.000 y en ese punto se ha mantenido. Después aceptaron
la cuota total de 19.000 personas refugiadas. Pero la política del gobierno de Rajoy
ha consistido en obstaculizar los acuerdos, estigmatizar a los refugiados y utilizar
argumentos como el “efecto llamada”. Lo más grave es que mientras el gobierno
pronuncia buenas palabras, mantiene “bloqueados”, en algunos casos desde hace
más de un año, a refugiados, fundamentalmente sirios, en Melilla y Nador
(Marruecos). A estas personas no se les cursa el expediente y se les cita con mucho
retraso para presentar la solicitud. De hecho, hay personas que llevan casi un año
en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, concebido para
alojar a un máximo de 480 personas pero donde se triplica su capacidad, con
familias separadas y la presencia de menores no acompañados.
-Algunos políticos y medios de comunicación plantean una distinción entre
“refugiados” y “emigrantes económicos”. ¿A qué responde este distingo?
Decir que los refugiados son personas con un estatuto jurídico diferenciado, y con
los derechos antes citados, es correcto. Ahora bien, a mi juicio, los gobiernos sobre
todo de derechas, aunque también los de Hollande o Renzi, utilizan esta
especificidad de los refugiados para estigmatizar a los inmigrantes, a los que se les
añade ese calificativo de “económicos”. Además de modo peyorativo. Como si se
tratara de gente que se mueve por motivos económicos, cuando son personas que
quieren mejorar su vida. Quizá no sufran, como los refugiados, persecución por su
pertenencia a un credo religioso, una etnia, una nacionalidad o sus opiniones
políticas, pero se ven obligados a salir de sus países por unas circunstancias cuya
causa es, en el fondo, también política: la desigualdad en las relaciones
internacionales.
-Hecho el diagnóstico, si las causas de las migraciones se sitúan en los
desequilibrios entre el Norte y el Sur, ¿Qué iniciativas podrían llevarse a
cabo?
Creo que en este asunto de la desigualdad, los refugiados y la política migratoria, lo
que faltan no son soluciones. Hay centenares de trabajos con propuestas muy
concretas para desarrollar alternativas. Por ejemplo el dossier Tapinos, presentado
a la OCDE relacionaba migraciones y codesarrollo pero no en los términos en los
que ha sido generalmente comprendido, es decir, si ayudamos al desarrollo
“taponaremos” la inmigración. Tapinos advertía precisamente de lo contrario,
porque cuando las sociedades se desarrollan lo que hacen es “circular”. Resulta
absurdo pensar lo contrario.
El problema de las medidas que apuntan a las causas es que no van a dar resultado
en el corto plazo, ni siquiera en una legislatura, que es el periodo que tienen en la
mente los políticos que tenemos hoy en Europa. Medidas como acuerdos de
microcréditos, inversión en pequeños pozos de agua, explotaciones agrícolas de
dimensiones reducidas, ayudas a las mujeres de las comunidades… Si esto no se
hace, como propuso el politólogo Sami Naïr en el famoso Rapport presentado
durante la presidencia de Mitterrand, de manera descentralizada –directamente
entre agentes sociales- sino con una partida presupuestaria de gobierno a gobierno,
4. se producen dos efectos perversos: aumenta el círculo de la corrupción en los
países beneficiarios, gobernados a menudo por sátrapas; y, por otro lado, ¿cuántas
de esas ayudas no responden a las necesidades e intereses de la población, sino de
las empresas del país donante?
-¿Puede establecerse alguna relación entre la “ayuda” al desarrollo y la
llamada crisis de los refugiados?
Cuando hablamos de la crisis de los refugiados, tiene mucha importancia la cuota
de supuestas “ayudas” que consisten, en realidad, en la compra de armamento al
país donante. Este aspecto está en el origen de nuestra inacción ante conflictos
como el de Siria. El problema de los refugiados sirios es nuestro porque hemos
intervenido en el origen del conflicto. El problema de un estado “fallido” como Libia
es también nuestro porque el capricho de Sarkozy y la megalomanía del filósofo
Bernard-Henri Levy justificaron una aventura absolutamente colonial (del siglo XIX)
en la que se embarcó sobre todo Cameron, y a la que dieron su autorización el
resto de estados en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la OTAN. El
resultado fue un país destrozado: se hicieron una foto y salieron corriendo sin
siquiera pasar un día –Cameron y Sarkozy- en este país. Entonces se dice que
tenemos un problema con Libia, porque no podemos controlar la llegada de
refugiados…
-¿La “ayuda” al desarrollo tiene también estas connotaciones militares en
el estado español?
No es que se desconozcan iniciativas para el codesarrollo o actuaciones que se
puedan emprender, se trata –simplemente- de que no quiere hacerse. En el caso
español todo ello se supedita a la voluntad de un comisionista como el señor Juan
Carlos de Borbón, que se encargó de mantener en todos los gobiernos de al
democracia al ministro de Defensa que a él le interesaba. Un ministro de Defensa
que formaba parte de un entramado-grupo de presión, el de la exportación de
armamento, en el que España ocupa un importante lugar en el mundo. El caso más
escandaloso, ya que otras veces se procuró que no fuera ministro alguien del
sector, es el del actual ministro de Defensa, Pedro Morenés, un conocido accionista
y comisionista del sector de la industria del armamento.
-En abril de 2015 un naufragio frente a las costas de Libia terminó con la
muerte de 800 personas migrantes, según ACNUR. Se habló de que fue la
mayor tragedia en el Mediterráneo hasta la fecha. La Unión Europea
respondió con una “agenda migratoria”, cuyo elemento central era un
sistema de cuotas para acoger a personas refugiadas. ¿Son las “cuotas” un
parche o abordan el fondo de la cuestión?
Lo primero que me preocupa es que nos expliquen bien el sistema de cuotas,
porque en principio un derecho básico no es reconciliable con un sistema de cuotas.
Si hablamos de un derecho reconocido como universal, y una persona reúne las
condiciones para ser titular de ese derecho, no puede decirse que por ser el número
100.001 (si la cuota es de 100.000), no tiene ese derecho. Es decir, las cuotas no
pueden determinar quién tiene o no derecho de asilo. Europa ha de intentar
reconocer como refugiado a todo el que se plante ante las puertas de la UE y
acredite la condición de refugiado. Después sí, pueden establecerse las cuotas por
razones de equilibrio solidario entre los estados miembros, porque un solo país no
puede hacer frente a todas las personas que llegan de otros países.
-Las autoridades podrían alegar que en ese caso se produciría un “efecto
llamada”....
5. Los refugiados no llegan a la Unión Europea, sino a los países limítrofes de su lugar
de origen. Entre inmigrantes y refugiados, posiblemente lleguen al territorio
europeo en 2015 entre 500.000 y 550.000 personas, en el caso más extremo, de
las que 400.000 podrían ser peticionarias de refugio. No me parece una dificultad
tan difícil de salvar para la Unión Europea, en la que viven 500 millones de
personas. Pero sobre todo, insisto, o cumplimos con nuestras obligaciones, o
rompemos el contrato legal. Según la Convención de Ginebra de 1951, toda
persona que sufre persecución política, por su orientación sexual, religión o
condición nacional tiene derecho a ser reconocido como refugiado. La gran mayoría
de estas personas pretenden llegar a Alemania. De repente, parece que Merkel se
haya convertido en la Juan de Arco de los refugiados, cuando lo cierto es que
Alemania tiene un plan muy claro de reclutamiento de mano de obra barata.
-En las elecciones del 20 de septiembre en Grecia, Amanecer Dorado
alcanzó la tercera posición con el 7% de los votos; El Frente Nacional de
Marine Le Pen ganó las elecciones europeas en Francia, en mayo de 2014,
y algunas encuestas le sitúan como favorita para los comicios
presidenciales de 2017. Entre enero y junio de 2015 fueron atacados 200
albergues para refugiados en Alemania, mientras que durante todo el año
anterior sumaron 170. ¿Hay motivos para la alarma?
Claro que sí, y en todo esto hay una gran responsabilidad de los medios de
comunicación y los gobernantes europeos, que están cultivando mensajes que
rozan la xenofobia institucional, y el estigma del inmigrante o refugiado como
enemigo. A ello se puede añadir una política torpe, aunque hay quien la considera
intencionada, de ubicar los centros de refugiados en las zonas más deprimidas de
Alemania. ¿Por qué se suceden los incendios de albergues de refugiados siempre en
estados de la antigua Alemania Oriental?
En primer lugar hay una razón de carga demográfica. Se trata de estados más
despoblados que los de la antigua República Federal Alemana. Además, hay como
mínimo una torpeza. Si se emplaza un albergue para refugiados, con los derechos
que tienen los refugiados por la Convención de 1951, y además con la política
“generosa” que tiene Alemania con las personas refugiadas, a quienes les otorga
los derechos citados y una subvención económica respetable; y si esto se hace en
lugares donde se han desmantelado los servicios sociales, las empresas “fantasma”
que había mantenido la RDA y donde las tasas de paro son muy superiores a las del
resto de estados federales, estás prendiendo la mecha. No por casualidad los
incendios se producen en ciudades como Heidenau o Rostock, casi todas de la
Sajonia Oriental o la Pomerania, en la antigua Alemania del Este.
-¿Y en el caso francés?
A día de hoy se sabe perfectamente que fue Mitterrand quien fomentó el
crecimiento del Frente Nacional, porque de ese modo quebraba a la derecha. La
estrategia le funcionó bien durante el primer y segundo mandato (1981-1988 y
1988-1995), pero después se volvió contra el partido socialista, ya que después del
fracaso de Jospin en las elecciones presidenciales de 2002, en las que no logró
pasar a la segunda vuelta, el electorado tuvo que optar entre Jean-Marie Le Pen y
Chirac. Por eso fomentar el crecimiento “controlado” de la extrema derecha, de
manera que le sirva a un partido para ganar elecciones, es un suicidio desde la
perspectiva de un proyecto político cívico-republicano.
En Italia ha ocurrido con la Liga Norte. En regiones como el Véneto, la Lombardía y
también Piamonte, el sentimiento nacionalista y el esquematismo maniqueo de
“nosotros los trabajadores de Italia, frente a esos sinvergüenzas del sur, que son
6. unos vagos subvencionados” propició el movimiento. Amanecer Dorado, Pegida en
Alemania, UKIP en Gran Bretaña o el Frente Nacional en Francia son síntomas
inquietantes de esa xenofobia institucional que consiste en utilizar el estigma de
inmigrantes y refugiados, como “cemento” aglutinador para no perder el apoyo de
las clases más perjudicadas por la gestión de la crisis.
-El 13 de septiembre el gobierno alemán estableció controles temporales
en la frontera con Austria ante la llegada de refugiados. A mediados de
junio, Francia cerró la frontera con Italia a unos 200 inmigrantes que
procedían de Eritrea, Costa de Marfil y Sudán. ¿Qué relevancia pueden
tener estas medidas para la vigencia del Acuerdo de Schengen, que
permite la libre circulación de personas por los 26 países europeos
firmantes del acuerdo?
En cuanto a Alemania, le doy una importancia relativa, ya que hizo un cierre muy
calculado y con el claro propósito de organizar la llegada a Munich de unos
“contingentes” que habrían desbordado las estructuras municipales y también
estatales de Baviera. Es verdad que hay una componente de política interna, que es
la tensión entre los socios de la coalición de Merkel, porque la CDU no sólo gobierna
coaligado con el SPD, sino también, en el espacio de la derecha, con la Unión Social
Cristiana (CSU), que gobierna desde siempre en Baviera. Los socialcristianos,
mucho más reticentes ante refugiados e inmigrantes, han visto la política de Merkel
como demasiado “aperturista”. Pero Merkel no lo hace sólo por cumplir con su
“contrato”, ni tampoco por solidaridad, sino porque necesita mano de obra
especializada que una parte importante de los refugiados supone.
-¿Observas una mayor amenaza en la posición de otros países?
Creo que es mucho más peligrosa la posición de Dinamarca, un país que ha cerrado
fronteras y vías de transporte para refugiados, y que actualmente cuenta con un
gobierno extremadamente conservador, de tintes que rozan la xenofobia y políticas
tremendamente duras en materia de migración y refugio. En cuanto a Ventimiglia,
la frontera entre Francia e Italia, creo que sí es un grave problema para Schengen.
A largo plazo, si continúa la presión del movimiento de refugiados, que no
continuará entre otras razones porque llega el invierno, sí puede plantearse una
“redefinición” del espacio Schengen. Sobre todo si son los gobiernos conservadores
los que gobiernan en Europa.
-¿Marca un punto de inflexión las imágenes de la policía húngara
reprimiendo con gases lacrimógenos y cañones de agua a los refugiados en
la frontera de Hungría con Serbia?
Sí, porque ha puesto a prueba la voluntad de la Unión Europea de utilizar los
mecanismos de sanción cuando se producen, por parte de estados miembros, como
Hungría, no sólo actuaciones brutales de la policía, sino también la aprobación de
leyes que son restrictivas de derechos básicos. Sorprende que la UE tenga tanto
empeño en exigir el cumplimiento de los deberes a los socios cuando se incumple la
“regla de oro” del déficit, o las políticas de austeridad, pero cuando se aprueban
leyes en los parlamentos incompatibles con el Tratado de la Uníon, como en el caso
de Hungría, no se establezcan mecanismos de sanción.
-Un reciente artículo en El País del escritor Fernando Aramburu, titulado
“Sirios que no lo son”, señala que la policía alemana se incautó de varios
paquetes con pasaportes falsos de nacionalidad siria. Informa asimismo el
escritor de que según el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière,
“no es improbable que entre los refugiados se hayan colado elementos
7. salafistas”. El ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, apuntó
su preocupación por la posible infiltración de yihadistas entre los
refugiados sirios. ¿Hay una campaña de criminalización en marcha?
Hay una campaña para aprovechar el menor riesgo, aunque no sea un rasgo
definitorio, sino un inevitable porcentaje de casos de delincuencia, para definir una
realidad que abrumadoramente no tiene nada que ver con ello. Lo que no se puede
hacer es poner bajo sospecha al conjunto de la población refugiada y legislar bajo
la óptica del delincuente. Generalizar el hecho inevitable de que puedan darse usos
fraudulentos, e incluso criminales, dentro de una crisis de estas dimensiones me
parece un disparate.
Otra cosa es que cuando la embajadora de Hungría en España, Enykó Gyori, haga
unas declaraciones terribles que a todo el mundo nos han escandalizado, nos sitúa
ante nuestra hipocresía. Ha dicho que le parecen muy bien las vallas de Ceuta y
Melilla, cuyas concertinas, por cierto, están construidas por la misma empresa que
fabrica estas alambradas en la frontera húngara (la empresa de Málaga European
Security Fencing. Nota del entrevistador). La embajadora también afirma que
quienes critican a Hungría por desviar a los migrantes hacia campos de refugiados,
mantienen el campo de Calais, entre Reino Unido y Francia. Antes de predicar, la
UE tiene que dar trigo y examinar sus situaciones escandalosas.
-Por último, ¿es un gran negocio Frontex (agencia europea encargada de
gestionar las fronteras y controlar los flujos migratorios)?
Frontex es muchas cosas a la vez. De entrada, no es una agencia de salvamento,
tampoco una entidad destinada a la ayuda de inmigrantes y refugiados. Frontex es,
en primer lugar, una agencia de policía de frontera. Su tarea y razón de ser es el
control de las fronteras con carácter policial. Al mismo tiempo, ha tenido que
privatizar una parte de su trabajo... En ese punto hay un elemento de negocio
indiscutible. Por lo que conozco de los operativos de Frontex en el Mediterráneo,
están tratando de cumplir con una parte (aunque mínima) de labor de ayuda en el
salvamento. Aunque quien ciertamente se está encargando de las tareas de rescate
en el Mediterráneo es Médicos Sin Fronteras, lo que es una vergüenza para Europa.
Una parte del personal destinado por Frontex en el Mar Egeo y el Canal de Sicilia
tratan no sólo de cumplir con la función policial, sino también de salvar vidas. Hace
años que la red Migreurop denunció los circuitos de negocio creciente, y no sólo de
las mafias, sino el de nuestras empresas, en el control, seguridad, policía y
fronteras en el Mediterráneo. Es algo que me parece difícil de negar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
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