Tres empresas multinacionales se reparten la producción de mineral de hierro a escala planetaria. Un “cartel” dominado por la brasileña Vale que, desde hace algunos años, debe hacer frente a una nueva resistencia: trabajadores, ecologistas y campesinos se globalizaron para denunciar los estragos de la actividad minera
Partidos políticos, presentación sobre el partido político morena.
Una minera brasileña implantada en los cinco continentes: Revuelta global contra Vale
1. Una minera brasileña implantada en los cinco continentes
Revuelta global contra Vale
por Philippe Revelli
Tres empresas multinacionales se reparten la producción de mineral
de hierro a escala planetaria. Un “cartel” dominado por la brasileña
Vale que, desde hace algunos años, debe hacer frente a una nueva
resistencia: trabajadores, ecologistas y campesinos se globalizaron
para denunciar los estragos de la actividad minera.
Sudbury, 11 de marzo de 2010. En esta pequeña ciudad situada 400
kilómetros al norte de Toronto (Canadá), los mineros de la compañía
Vale-Inco esperan, en fila india, su turno para ingresar al cuarto
oscuro. Hace ocho meses que están en huelga y, la semana anterior,
se rompieron las negociaciones iniciadas entre la dirección de la
compañía y United Steel Workers (USW), el sindicato de los
metalúrgicos. En el origen del conflicto, una nueva versión del
convenio colectivo: congelamiento de los salarios de tres años,
discusión sobre las condiciones de su indexación por inflación,
modificación del régimen de jubilaciones y reducción de la prima
anual ligada a la rentabilidad de la empresa (en promedio hasta
entonces, 25% del salario básico). Al retirarse de la mesa de
votación, un huelguista quema el documento donde se enumeran las
propuestas de la dirección. Muchos otros lo imitan. El resultado del
escrutinio es inapelable: 88,7% de los empleados deciden continuar
las movilizaciones.
No es la primera vez que los mineros llevan adelante una huelga
dura. Hace más de un siglo que la International Nickel Company of
Canada (Inco) explota el níquel de la región, y el USW fue
imponiéndose, al paso de los conflictos, como interlocutor ineludible
2. de la dirección. De manera que, si bien al sobrevolar la región pueden
observarse los estragos de la actividad minera en el medio ambiente,
las sucesivas luchas arrancaron importantes derechos sociales que
benefician a la comunidad en su conjunto. O mejor dicho,
“beneficiaban”.
En 2006, la compra de la compañía canadiense por la multinacional
brasileña Vale cambió las reglas del juego. Si bien la sede de la nueva
sociedad (Vale-Inco) sigue estando en Canadá, los conflictos ya no se
resuelven al ritmo del “quadrille”… sino del samba. Y los mineros no
siempre salen ganando.
Con el argumento de la crisis financiera, los directivos de Vale-Inco
no tardaron mucho en deshacer las promesas que habían aplacado
las dudas de Ottawa respecto a la compra de una empresa
canadiense por parte de una competidora extranjera. El conflicto
originado en los cuestionamientos al convenio colectivo le ofreció a la
dirección la oportunidad de liberarse de las reglas (más o menos
tácitas) de negociación vigentes hasta ese momento. Indignados, los
mineros canadienses descubren nuevas prácticas: “¡Nunca antes unos
‘carneros’ habían roto nuestras huelgas!”, cuenta Pascal Boucher,
dirigente de la sección local del USW. Esta formación acelerada en
“diálogo social” moderno incluye un módulo “hostigamiento”,
suministrado por los agentes de las empresas de seguridad al servicio
de la compañía: “Llegan incluso a perseguirnos, a estacionar frente a
nuestras casas y filmar sin disimulo nuestros movimientos”. Algo
nunca visto en Sudbury…
Según Doug Olthuis, encargado de asuntos internacionales del USW,
esta evolución se explica por una nueva relación de fuerzas, derivada
del cambio de escala de la compañía: “El níquel de Sudbury
representaba el 30% de la cifra de negocios de Inco. Pero no significa
más que un 3% de la de Vale. Para ellos, ya ninguna mina es
indispensable; las capacidades de negociación del sindicato se ven
por lo tanto reducidas”. ¿Acaso el grupo se habrá vuelto demasiado
grande como para ofrecerle resistencia?
Era de expansión agresiva
El estado brasileño de Minas Gerais, cuna de Vale, es una región de
tradición minera. Tras la era del oro (en el siglo XVIII), vino la del
hierro, que durante la Segunda Guerra Mundial adquirió una
importancia estratégica para los aliados. Los acuerdos de
Washington, firmados en 1942 entre los gobiernos estadounidense,
británico y brasileño, previeron la transferencia de las minas
explotadas hasta entonces por la British Itabira Company a una
sociedad brasileña de economía mixta, creada para la ocasión (con
3. ayuda de créditos estadounidenses): la Companhia Vale do Rio Doce
(CVRD).
Diez años después, el estado mineiro tomó el control de la CVRD y la
empresa consolidó su posición en el “cuadrilátero minero” de Minas
Gerais. Luego del descubrimiento de los yacimientos de hierro de la
Serra do Carajás, extendió sus operaciones al estado amazónico de
Pará y se convirtió, en los años 80, en el primer exportador mundial
de mineral de hierro. En 1997, la Vale do Rio Doce figura entre las
empresas más rentables del país: el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso concluye que ha llegado la hora de privatizarla.
La operación se efectuó en condiciones cuanto menos dudosas.
Vendida –algunos dirán “liquidada”– en 3.140 millones de dólares, la
empresa vale hoy 40 veces más (139.000 millones de dólares). ¿Sus
reservas en mineral de hierro se estimaban en 2.000 millones de
toneladas poco antes de la venta? Se triplicaron en los días
siguientes. Más aun: unas sesenta filiales no fueron tomadas en
cuenta en la evaluación de los activos de la compañía, realizada con
la ayuda del grupo bancario Bradesco… que se convirtió en uno de los
principales accionistas de la nueva empresa privada (1).
A partir de 2001, la llegada de Roger Agnelli a los comandos de la
sociedad abre una nueva era de expansión agresiva en el extranjero
(ver “Puentes”). Convertida en multinacional, la firma se eleva al
rango de primer proveedor de mineral de hierro de China, y extiende
sus actividades a los metales no ferrosos: níquel, cobre, manganeso,
bauxita, fosfatos… En 2006, con la adquisición de Inco, la sociedad se
convierte en la segunda empresa minera del mundo luego de BHP
Billiton. La operación le permite además hacer pie en Canadá,
Indonesia y Nueva Caledonia. Al año siguiente, pasa a llamarse
simplemente Vale y continúa su expansión: en el carbón (obtiene
concesiones en el distrito de Moatize, en Mozambique, donde están
localizadas las más importantes reservas sin explotar del planeta) y
en fertilizantes químicos (con la compra de las partes de Bunge en la
empresa Fosfertil).
Hoy, sus actividades abarcan más de treinta países, en los cinco
continentes. El conglomerado reúne a unas sesenta empresas,
emplea a 150.000 asalariados, posee nueve mil kilómetros de vías
férreas, ocho puertos, varias centrales hidroeléctricas. En 2008, año
récord, Vale alcanzó 13.300 millones de dólares de ganancias (2) y
distribuyó 2.750 millones de dólares entre sus accionistas, un
“paquete” sensiblemente más importante que el destinado a los
salarios (1.900 millones de dólares).
Desgraciadamente, no todos los brasileños son accionistas de Vale. A
lo largo de la vía de tren que une las minas de Carajás con el puerto
4. de São Luís, los felices especuladores bursátiles son aun menos
numerosos que en otras partes. De manera que lo que viene a la
mente aquí cuando se menciona el nombre de Vale no son los
dividendos.
José Ribama, dirigente del sindicato de los trabajadores rurales de
Canaã dos Carajás –comuna en la que están en ejecución o a punto
de estarlo cinco proyectos de explotación minera– cuenta “las
explosiones, el estruendo de las máquinas, el paso de cientos de
camiones que afectan la vida cotidiana de los habitantes y que
espantan a los animales. Millones de toneladas de estériles (3) y
otros desechos acumulados al aire libre y arrastrados por las lluvias,
que contaminan el agua y los suelos”. Y eso no es todo: “Para poner
en actividad nuevas minas, Vale compra tierras y hace colocar
alambradas de púa. Los campesinos que no quieren vender quedan
rodeados y los obreros agrícolas son amenazados de expulsión”.
A unos cincuenta kilómetros de allí, en Parauapebas, se encuentra la
sede regional de la compañía. Esta ciudad, que hasta hace unos
pocos años no era más que una aldea, hoy cuenta con 150.000
habitantes. Alrededor de algunos enclaves de prosperidad, las
viviendas precarias no dejan de extenderse –el 45% de los hogares
de la comuna no tienen agua corriente, el 90% no están conectados a
la red de saneamiento– y los “royalties” que percibe la municipalidad
(4) no le permiten adaptar su infraestructura a la afluencia continua
de nuevas poblaciones.
Cada semana desembarcan decenas de familias, atraídas por la
perspectiva de un contrato de trabajo en Vale. Un espejismo para
muchos. Pero un espejismo que engrosa las filas de un “ejército de
reserva” del que la compañía extrae los remplazantes de los obreros
“en desuso”. Lastimarse equivale entonces a perderlo todo: la
Asociación de Defensa de las Víctimas de Accidentes de Trabajo
procesa actualmente sesenta y tres casos de obreros despedidos y
expulsados de sus viviendas tras un accidente de trabajo.
La contratación de un 60% del personal a través de intermediarios
poco preocupados por las cuestiones del derecho laboral contribuye a
refrenar la combatividad de los asalariados, mientras las autoridades
locales, la policía y la justicia, que gozan de este maná –apoyo
durante las campañas electorales, coimas y otros “arreglos”–, no son
demasiado escrupulosas. Caso excepcional: en abril de 2010, un juez
laboral de Marabá se aventuró a condenar a la empresa a 300
millones de reales (135 millones de euros) por daños y perjuicios a
varios centenares de trabajadores. Lamentablemente, unos días
después, el Tribunal Superior del Trabajo de Brasilia suspende la
ejecución de la sentencia y Vale anuncia su intención de hacer juicio…
al magistrado. Siempre junto a las vías, la ciudad de Açailandia se
5. convirtió, en los años 90, en un polo siderúrgico, alimentado por el
mineral de Carajás. Al término de la vía del tren, finalmente, el
proyecto de ampliación del puerto mineralero de São Luís do
Maranhão enfrenta resistencias de las comunidades de pescadores.
La multiplicación de los conflictos locales dio nacimiento, en 2007, a
una campaña común, Justiça nos Trilhos (Justicia en las Vías [del
tren]) (5). Dos años después, en el Foro Social Mundial de Belém
(Pará), los opositores brasileños a Vale se reúnen con otros grupos en
conflicto con el gigante minero, procedentes de diversos horizontes.
“Las multinacionales son demasiado poderosas como para
combatirlas a nivel local o nacional solamente; hay que globalizar las
luchas”, afirman. Germina entonces la idea de un movimiento
internacional de oposición a Vale. La huelga de los mineros
canadienses de Vale-Inco, que comienza unos meses más tarde,
actúa como catalizador. El primer encuentro internacional de las
víctimas de Vale tiene lugar en Río de Janeiro, ciudad sede de la
compañía, en abril de 2010.
Impactos sociales y ambientales
Dos camionetas avanzan a los tumbos por los caminos de ripio de la
Serra do Gandarela, en el estado de Minas Gerais. En su interior,
unos quince representantes de organizaciones campesinas, indígenas,
ecologistas, sindicales… Vienen de Perú, de Chile, de Mozambique, de
Canadá, para participar en la “caravana internacional” que recorre
Minas Gerais. “La Serra do Gandarela es una zona natural protegida,
que alberga el 40% de las reservas de agua aún preservadas del
estado”, explica Isabela Cançado. Esta bióloga y militante del
Movimento Pelas Serras e Águas (Movimiento por las Sierras y
Aguas) de Minas, está preocupada por los proyectos de Vale de
ampliar el perímetro de sus operaciones en la región a fin de
quintuplicar su producción de mineral de hierro. “Esto, cuando las
licencias de explotación obtenidas por la compañía presentan
numerosas irregularidades, y contradicen las normas de protección de
las aguas y de la biodiversidad.”
La cuestión del impacto de la actividad minera sobre el agua, su
calidad, el volumen de las reservas existentes, su disponibilidad para
las poblaciones locales, generará recurrentes repercusiones durante
los encuentros e intercambios que marcan el trayecto de la caravana.
Unos canadienses, por ejemplo, mencionan el caso de Newfoundland,
en la provincia de Labrador, donde Vale pretende utilizar el lago de
Pondy Sand para depositar desechos tóxicos. Las representantes
chilenas alertan sobre “el desvío de un recurso público” que
constituiría el bombeo de enormes cantidades de agua, utilizadas
para el tratamiento del mineral, en unos nuevos sitios mineros
proyectados en la provincia de Choapa. Por su parte, los campesinos
6. constatan a diario la contaminación de los cursos de agua, la
acumulación de barros grisáceos en las orillas y la desaparición de
peces… ¿Pero qué hacer?
“En 2006, Vale obtuvo una licencia de explotación para una mina de
cobre a cielo abierto en el departamento de Cajamarca, en Perú –
interviene José Lezma, presidente del Frente de Defensa del Medio
Ambiente de la Cuenca del Río Cajamarquino–. Pero allá ya habíamos
sufrido la amarga experiencia de los destrozos causados por la
explotación minera, y entre los empleos prometidos por Vale y
aquellos perdidos en la agricultura, el cálculo resultó muy fácil:
decidimos impedir la apertura de la mina.” Con el apoyo de las
autoridades, la empresa hizo todo por destruir el movimiento
campesino, llegando incluso a reclutar para su servicio de seguridad a
antiguos presos y otros esbirros vinculados al tráfico de drogas. El
propio Lezma fue secuestrado y padeció el saqueo de su vivienda. En
2007, quinientos campesinos ocuparon el sitio minero durante tres
meses, obligando a la empresa a retirar sus máquinas. En Río, unas
160 personas asisten al encuentro internacional de las víctimas de
Vale. Universitarios, campesinos, pescadores, indígenas, sindicalistas,
ecologistas… los participantes son unánimes: el impacto ambiental,
inherente a la actividad minera, podría reducirse mediante la
implementación de medidas técnicas o legales. Desgraciadamente,
nada indica que ello esté entre las prioridades de Vale. Al contrario…
Jacques Boenghik, consultor de la agencia canaca de desarrollo,
evoca una directiva interna de la planta de Goro (en Nueva
Caledonia): se recomiendan algunas medidas de control y de
supervisión de las instalaciones “solo si usted tiene tiempo (…)
teniendo en cuenta los operadores disponibles”. Y no se trata de un
caso aislado.
En el ámbito social, la lista de conflictos es interminable: de los
indígenas Karondi’e Dongi de Sorowako, en Indonesia, expulsados de
su territorio ancestral y que actualmente sobreviven apretados contra
el cerco de un campo de golf de Vale, a los cinco mil campesinos
mozambiqueños de la región de Moatize reubicados en condiciones
precarias, en tierras menos fértiles de las que tenían, y alejadas de
los mercados en los que comercializan su producción. En la Bahía de
Sepetiba, al oeste de Río de Janeiro, donde el consorcio Thyssen
Krupp/Vale construye una planta siderúrgica, miembros de milicias
paramilitares locales han sido identificados entre el personal de
seguridad y el dirigente de una comunidad de pescadores,
amenazado de muerte, debió recurrir al Programa Nacional de
Protección de los Defensores de los Derechos Humanos; forzado a
abandonar su casa, actualmente vive escondido.
Para los participantes, Vale no sería lo que es ni podría permitirse
transgredir impunemente las legislaciones nacionales sin el apoyo de
7. las autoridades de los países en los que opera. En Mozambique, el
diario O País escribe: “el presidente de la empresa es consejero sobre
asuntos internacionales del jefe de Estado Armando Guebuza” (6). En
Goro, “un anexo del cuartel de gendarmería se construyó en el
campus de Vale –cuenta Boenghik–. La empresa abre gratuitamente
su restaurante a los gendarmes y les proporciona vehículos”. Menos
anecdótico es que las ayudas acordadas por el Estado francés (doble
desfiscalización, exoneración de impuestos aduaneros, del impuesto a
las empresas, del aporte profesional, de la contribución inmobiliaria,
del impuesto de solidaridad sobre los servicios…) representarían
47.000 millones de euros en veinte años para Goro Nickel (7).
Finalmente, en Brasil, donde Vale goza desde siempre del apoyo
infalible del Estado que la ha llevado a las fuentes bautismales –
préstamos, construcción de infraestructuras, tarifas de electricidad
preferenciales (8)…–, el Tribunal Superior Electoral estableció que
cuarenta y seis diputados, seis senadores, siete gobernadores y… el
Presidente de la República Luiz Inácio Lula da Silva, gozaron de la
generosidad de Vale durante la campaña electoral de 2006 (9).
La existencia de puentes entre las altas esferas del Estado y las de la
compañía despiertan… algunos interrogantes. En 2008, por ejemplo,
poco después de que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y
Social (BNDES) acordara a Vale un préstamo de 7.300 millones de
reales (3.300 millones de euros) –la más alta financiación jamás
acordada por este organismo a una empresa–, el secretario ejecutivo
del banco, Luciano Siani Pires, fue nombrado director del
departamento de planificación estratégica de la empresa.
La imagen de marca de la firma se vio sin dudas algo erosionada en
Río (10), pero ponerse de acuerdo sobre la constatación de los daños
no era la tarea más complicada; decidir qué hacer se reveló mucho
más delicado. “El movimiento está dando sus primeros pasos –
reconoce Ana García, una de las organizadoras–, la tarea que nos
espera es enorme… y sigue habiendo muchos puntos pendientes.”
¿Cómo conciliar la diversidad de los puntos de vista y de las
situaciones políticas? ¿Los objetivos a largo plazo y las demandas
inmediatas de las poblaciones afectadas? ¿Las reivindicaciones
sindicales y el cuestionamiento de un modelo de desarrollo basado en
la extracción de los recursos naturales? ¿Las luchas locales y la
exigencia de renacionalización?
En Sudbury y Port Colburne, tras un año de huelga, los mineros
canadienses de Vale-Inco finalmente pusieron un término a su
movilización –aunque las concesiones obtenidas no permiten cantar
victoria, les permiten a los obreros mantener la frente alta–, mientras
que la lucha continúa en el sitio de Voisey’s Bay. “En el correr del
último año –escribe Jamie West, un minero que participó del
encuentro de Río– aprendimos mucho sobre nuestro empleador.
8. Aprendimos mucho sobre nosotros mismos, sobre la importancia del
sindicalismo y de la solidaridad, no sólo a nivel local o de nuestra
organización, sino con los trabajadores del mundo entero.
Aprendimos que había entre nosotros muchos militantes que no
esperaban más que una oportunidad para ser despertados” (11).
1 La indignación provocada por su privatización no se ha apagado: en
2007, durante una votación organizada por la Campaña “Vale es
nuestra”, 3,7 millones de brasileños se pronunciaron a favor de la
renacionalización de la empresa. 2 En 2009, a pesar de la crisis, las
ganancias alcanzaron unos 5.300 millones de dólares. 3 Roca que no
contiene minerales explotables. 4 En 2008, representan apenas el
1,7% del valor del mineral extraído. 5 www.justicanostrilhos.org 6 O
País, Maputo, 23-2-10. 7 Action Biosphère NC, “La activité nickel en
Nouvelle-Calédonie: pertes et profits”, marzo de 2009.
www.actionbiosphere.com/?p=254 8 Vale consume por sí sola el 5%
de la electricidad del país, que paga a una tarifa subvencionada. 9
Valor Econômico, San Pablo, 16-5-07. 10 En mayo 2010, la Forestry,
Logging & Industrial Workers’ Union of Liberia interpeló a Ellen
Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia, para alertarla sobre los
proyectos de Vale en ese país. 11 “Vale Inco Strikers Weigh Their
Year of Sacrifice and Vote on Deal”, 7-7-10 (http://labornotes.org).
*Periodista y fotógrafo.
Traducción: Patricia Minarrieta
Puentes
Roger Agnelli tomó el comando de la Companhia Vale do Rio Doce
(CVRD) en 2001, justo antes de la elección de Luiz Inácio Lula da
Silva. Economista de formación, Agnelli hizo carrera en Bradesco –en
ese entonces el banco privado más grande del país–, del que fue
nombrado director en 1998… un año después de la controvertida
privatización de la CVRD, en la que Bradesco había sido a la vez juez
y parte. Bajo su conducción, la CVRD cambió de escala y se
transformó en Vale, una multinacional gigante. En esa misma época,
durante los dos mandatos de Lula da Silva, Brasil accede al rango de
actor político y económico ineludible en la escena internacional. La
concomitancia no es fortuita, no más que la presencia de Agnelli en el
Consejo de Desarrollo Económico y Social brasileño –donde ejerció la
función de asesor del Presidente de la República entre 2003 y 2007–
y en el Consejo Empresarial Brasil/China –cuya creación, en 2004,
acompañó el explosivo crecimiento de las relaciones comerciales
entre ambas potencias–. Los resultados de Brasil, en términos
macroeconómicos, se asientan en primer lugar sobre un desarrollo a
ultranza de las industrias de extracción, entre las cuales la industria
minera representa una parte esencial. El Estado cumplió un papel
9. determinante. En primer lugar, mediante la financiación masiva de
las inversiones: mientras que en 1999, el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (BNDES) consagraba 285,5 millones de
reales (128 millones de euros) al financiamiento del sector minero, en
2008 ese paquete engrosó hasta alcanzar los 3.300 millones de
reales (1.500 millones de euros). Pero también a través de una
política de integración regional que estuvo acompañada por la puesta
en marcha de grandes trabajos de infraestructura (represas, rutas,
vías fluviales, puertos…) que benefician principalmente a las
empresas brasileñas. Este involucramiento implica que el gobierno
federal disponga de un relativo poder de organización y de arbitraje
sobre la vida económica. En el caso de Vale, si bien el Estado no
posee más que un 3% de las acciones, se trata de “golden shares”: le
dan derecho de veto sobre las decisiones estratégicas del grupo.
Además, entre los accionistas influyentes hay un buena cantidad de
empresas nacionales: el fondo de pensiones del Banco do Brasil,
Petrobras, Caixa Econômica Federal, el sector eléctrico paulista, entre
otras. De hecho, en 2009 Lula no se privó de recriminar a la dirección
de Vale el despido de 1.900 asalariados (so pretexto de crisis) así
como el volumen de inversión en territorio brasileño, que estimó
insuficiente. ¿Habrá que ver allí el origen de los rumores sobre una
probable partida de Agnelli? Su reemplazante a la cabeza de Vale
podría provenir del “equipo Lula”: se mencionan los nombres de
Antonio Palocci –ex ministro de Hacienda y garante de la “ortodoxia”
presupuestaria– y de su sucesor, Guido Mantega. ¿Voluntad del
Estado de gravitar sobre las orientaciones del gigante minero… o
nueva prueba de la existencia, en Brasil como en otras partes, de
puentes entre los ministerios y la empresa?
P.R.