1. DOMINGO XIX - Tiempo Ordinario El Pan bajado del Cielo
Hijo de José e Hijo de Dios
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del
cielo». Y decían: «¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros
conocemos a su padre y a su madres. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he
bajado del cielo»?
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede
venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último
día. Está escrito en el libro de los Profetas: "Todos serán instruidos por Dios".
Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al
Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y
murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo
coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan
vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo»
(Jn 6,41-51).
Los oyentes de Jesús murmuran contra él, así como sus antepasados murmuraron contra
Moisés en el desierto.
Jesús no puede descender del cielo porque conocen a sus padres (Jn 6,41-42).
Al igual que en la charla con Nicodemo, nuevamente se da una falta de comprensión por parte
de aquellos que piensan terrenalmente. El padre de quien Jesús habla es el Padre celestial.
2. DOMINGO XIX - Tiempo Ordinario El Pan bajado del Cielo
Ser discípulos
Está escrito en el libro de los Profetas: "Todos serán instruidos por Dios". Todo
el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al
Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.» (Jn 6,45-47).
Jesús modifica la cita del libro de los Profetas, abriendo el horizonte de
cumplimiento. Porque la promesa iba dirigida a los desterrados de Jerusalén,
que serían repatriados y darían comienzo a una historia nueva, ya no
marcada por la infidelidad, sino por la obediencia a las enseñanzas de la Ley:
«Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande la paz de tus
hijos» (Is 54,13).
Al decir simplemente «todos», Jesús amplía a toda la humanidad, y no sólo
a una comunidad concreta, la realización del seguimiento de las enseñanzas
de Dios.
Todo el discurso, hasta aquí, habla de «CREER» para tener vida. El Pan
bajado del cielo evocaba la imagen de la Ley como instrucción divina,
perfeccionada por la revelación que hace Jesús del Padre.
3. DOMINGO XIX - Tiempo Ordinario El Pan bajado del Cielo
El ciclo de la Palabra
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo» (Jn 6,51)
El libro de Isaías aparece evocado en la declaración de que Jesús ha
«bajado del cielo»:
«Así como la lluvia y la nieve DESCIENDEN del cielo y no VUELVEN a él sin
haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé
la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la PALABRA que
sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo
quiero y cumple la misión que yo le encomendé» (Is 55,10-11).
La secuencia de las palabras de Jesús muestra el movimiento que
describe su misión, para la cual ha bajado del cielo:
«ustedes me han visto y sin «el que ve al Hijo y cree en
DESCENSO
embargo no creen» (Jn 6,36) él» (6,40)
ASCENSO
«Todo lo que me da el Padre… yo «es que yo no pierda nada de
no lo rechazaré» (6,37) lo que él me dio» (6,39)
«para hacer la voluntad del que «la voluntad del que me ha
me envió» (6,38) enviado» (6,39)
El hambre de «escuchar la palabra de Dios» (Amós 8,11) ya se puede saciar, porque esa Palabra
se ha manifestado plenamente en Jesús (Jn 1,16-18).
4. DOMINGO XIX - Tiempo Ordinario El Pan bajado del Cielo
El don de la Vida de Jesús
«Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y
murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que
lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este
pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del
mundo» (Jn 6,41-51).
A partir de aquí la acción que va a ser más repetida en el discurso es la de
«COMER», en una clara evocación sacramental eucarística.
Sin embargo hay que notar que este Evangelio no utiliza el lenguaje de la
institución de la última Cena, que es «Cuerpo entregado», sino el de
«CARNE» que se dará para la Vida. Se hace así una referencia al Prólogo
del Evangelio, que muestra que la revelación divina se concreta
definitivamente en la CARNE del Hijo (Jn 1,14).
Con la expresión Carne se trasciende así la sola materialidad del Cuerpo,
para asumir toda la historia de Jesús, la vida dedicada (obsequiada a los
demás) de aquel que, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13,1).