Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Habrá muerte en la tierra nueva
1. ¿Habrá muerte en la Tierra Nueva?
Isaías 65:20 dice que habrá muerte en los nuevos cielos y
la nueva tierra. ¿Cómo puede ser esto?
Responde: Dr. Ángel Manuel Rodríguez, BRI
Esto es lo que dice el versículo: "No habrá más allí niño que
muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque
el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será
maldito". Esta promesa de larga vida en presencia del pecado y
la muerte se da en el contexto de un anuncio divino: "Porque
he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra". El contexto
(vers. 17-25) describe la transformación de la sociedad (vers.
18, 19, 22-24), la naturaleza (vers. 25) y la relación de las
personas con Dios (vers. 19, 24). Para responder a esta
pregunta, necesitamos explorar el concepto de lo "nuevo" en
Isaías.
1. Nuevos cielos y nueva tierra. La frase "nuevos cielos y
nueva tierra" designa una nueva creación (vers. 17-25; 66:22;
ver Gén. 1:1); que, de acuerdo con Isaías, desplazará
totalmente y llevará a su fin a las cosas antiguas. La "nueva"
obra de Dios es tan radical, que "de lo primero no habrá
memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isa. 65:17). El gozo
absoluto prevalecerá (vers. 18); el lloro y el clamor
desaparecerán para siempre (vers. 19), y será transformada la
naturaleza de los animales salvajes (vers. 25). El profeta,
incluso, anuncia que Dios "destruirá la muerte para siempre"
(Isa. 25:8) mediante la resurrección de su pueblo. Esta será la
última derrota de la muerte. Para el profeta, esta es una
expectación del tiempo del fin, un regreso al Paraíso de Dios.
2. Israel y lo nuevo en Isaías. Lo "nuevo" es un concepto
muy importante en Isaías. Dios anuncia a su pueblo nuevas
cosas "antes que salgan a luz" (Isa. 42:9); de hecho, él ya ha
hecho "cosa nueva" (Isa. 43:19). Esta cosa nueva es su obra
de redención de Israel, su liberación del exilio y su regreso a
Jerusalén. Lo nuevo es la obra de salvación divina dentro del
flujo de la historia. Este evento afectará a la naturaleza (vers.
19, 20) y traerá sanidad a su pueblo (Isa. 42:16). Lo que es
2. particularmente novedoso es que, en la liberación de Israel, la
nación en sí misma no desempeñará ningún papel; Dios
utilizará al Rey persa (Isa. 44:24-45:7); se basará en la gracia
perdonadora de Dios (Isa. 43:25), y las naciones se
beneficiarán de ello (Isa. 45:22-24).
Esta nueva, radical y única obra de salvación toma lugar
dentro de la historia de Israel, y no lleva inmediatamente a su
fin a las naciones. El reino Medo-persa aún está en el poder,
pero Dios lo usa para traer a la existencia algo totalmente
nuevo. Los antiguos poderes opresivos coexisten con la nueva
creación que Dios ha traído a la existencia. Lo que el Nuevo
Testamento llama "este siglo" y "el siglo venidero" (Mat. 12:32)
es descrito, en Isaías, como una realidad presente simultánea
en la arena de la historia humana.
En Isaías, la nueva creación no se remite totalmente al
futuro: ha irrumpido repentinamente en el presente, a través de
la gloriosa obra de Dios de la redención y el perdón. El
versículo que usted ha citado anuncia que, incluso ahora, en la
existencia presente del Israel espiritual, Dios ya ha derrotado a
la muerte. Esta idea es expresada a través de la promesa de
longevidad y la eliminación de la mortalidad infantil (Isa. 65:20).
Esta promesa señala los límites impuestos al poder de la
muerte y predice el fin futuro de la muerte. Por medio de ese
lenguaje, Dios les informa que la nueva creación ya está aquí,
que la muerte está siendo derrotada y que se dirige hacia su
extinción en la consumación de la nueva creación.
3. Lo nuevo en el Nuevo Testamento. La era de la
salvación, iniciada por Cristo, coexiste con la era mala del
pecado y la muerte (ver Gál. 1:4; Heb. 6:5). La derrota de la
muerte ya es una realidad por medio de la obra redentora de
Cristo (Apoc. 1:18; Heb. 2:14). Por medio de él, la nueva
creación es una realidad presente, y los creyentes forman parte
de ella (2 Cor. 5:17; Gál. 1:4). Ya está aquí como una promesa,
como un regalo, como un proceso mediante el cual los
pecadores son transformados a la semejanza de Cristo (2 Cor.
4:16). Ahora estamos esperando la consumación perfecta de
esa salvación (Rom. 8:19-23; Apoc. 21:1).