1. Primera Lectura: del segundo libro de los Reyes (22,8-13;23,1-3 ):
Salmo Responsorial: Sal 118,33.34.35.36.37.40
R/. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
Evangelio: san Mateo (7,15-20)
Los falsos profetas
Tiempo Ordinario. Dar fruto es
comunicar a los demás una fe que
hemos recibido como un don.
Autor: Buenaventura Acero | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (22,8-13;23,1-3):
En aquellos días, el sumo sacerdote Helcías dijo al cronista Safán: «He
encontrado en el templo el libro de la Ley.»
Entregó el libro a Safán y éste lo leyó. Luego fue a dar cuenta al rey Josías:
«Tus siervos han juntado el dinero que había en el templo y se lo han
entregado a los encargados de las obras.»
Y le comunicó la noticia: «El sacerdote Helcías me ha dado un libro.»
Safán lo leyó ante el rey; y, cuando el rey oyó el contenido del libro de la Ley,
se rasgó las vestiduras y ordenó al sacerdote Helcías, a Ajicán, hijo de Safán, a
Acbor, hijo de Miqueas, al cronista Safán y a Asalas, funcionario real: «Id a
consultar al Señor por mí y por el pueblo y todo Judá, a propósito de este libro
que han encontrado; porque el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque
nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo
prescrito en él.»
Ellos llevaron la respuesta al rey, y el rey ordenó que se presentasen ante él
todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Luego subió al templo, acompañado
de todos los judíos y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y
todo el pueblo, chicos y grandes. El rey les leyó el libro de la alianza
encontrado en el templo. Después, en pie sobre el estrado, selló ante el Señor
la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y
mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de
la alianza escritas en aquel libro. El pueblo entero suscribió la alianza.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 118,33.34.35.36.37.40
R/.Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes
Muéstrame, Señor,
el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente. R/.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R/.
Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R/.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R/.
Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R/.
Mira cómo ansío tus decretos:
dame vida con tu justicia. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con
los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por
dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan
uvas de las zarzas o higos de los cardos?
Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados
dan frutos malos.
Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol
dañado dar frutos buenos.
El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.
Es decir, que por sus frutos los conoceréis.»
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Jesús, ilumina mi oración para salir de ella fortalecido,
dispuesto a dar los frutos buenos que debo producir. Para
perseverar y ser fiel en mi vocación necesito de tu gracia,
de tu luz.
Petición
Señor, ayúdame a descubrir lo que me impide crecer más
en el amor.
6. Meditación
La verdadera caridad consiste en amar tanto a los amigos como a los
enemigos, añade: "Si uno adolece de esta virtud, pierde todo bien que
tiene, es privado del talento recibido y es arrojado fuera, a las
tinieblas".
¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la que
tantas veces nos llaman las Escrituras!
Es la actitud de quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en
nosotros los frutos de su amor.
La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de hacer
fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Si Jesús nos ha amado
hasta el punto de dar su vida por nosotros, ¿cómo podríamos no amar a
Dios con todas nuestras fuerzas y amarnos de verdadero corazón los
unos a los otros?
Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar en
la alegría del Señor.
Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre
vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios. (Benedicto XVI,
13 de noviembre de 2011.)
7. Reflexión
Vivimos en un mundo frenético en sus comunicaciones, y en buena parte de sus
actividades laborales y comerciales. Donde se valora quien produce más y se
margina a quien no alcanza los ratings de ventas.
Donde la competencia profesional se evalúa constante e implacablemente y se
contabiliza con avaricia los resultados. En donde se busca sólo a personas que
encabecen proyectos de éxito, etc. La lógica evangélica es, si cabe, más
comprometedora.
Para ser un buen discípulo, no basta emplearse a fondo, como lo haríamos al ocupar
un cargo de responsabilidad en una empresa hoy en día. No basta siquiera ser
original, presentar de manera nueva, atrayente o asequible el mensaje, el producto o
el servicio. Aun poniendo en juego todas las dotes humanas de que disponemos,
hemos de partir de la base que en todo ello sólo somos instrumentos en las manos
de Dios. Porque dar fruto es comunicar a los demás una experiencia, una fe que
hemos recibido como un don. Es darla no como quien comparte algo que tiene en
"posesión", porque la fe no se posee y es sólo de Dios.
Pero Él nos ha concedido comunicar nuestra vivencia, conscientes que Dios añadirá
la parte que le corresponde. Se requiere dejarse guiar por el Espíritu Santo, y
sobretodo humildad y confianza, para estar más pendientes de Dios y de su
voluntad, que de nosotros mismos. Nuestras virtudes y capacidades, así como
nuestros defectos y limitaciones, son también parte de ese plan de Dios. Por sus
frutos los reconoceréis... es la llamada colaborar en la obra de Dios si nos
prestamos con decisión y humildad.
8. Propósito
Consentiré sólo buenos pensamientos y deseos y desecharé
todo lo que me aleje del amor de Dios.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero vivir siempre bajo tu cuidado exigente, pero
amoroso. No puedo dar fruto viviendo mediocremente.
Ayúdame a crecer en la generosidad, en la prontitud, en la
autenticidad, que nunca consienta el egoísmo o doblez. Sé
que esto es difícil, por eso te pido tu gracia, para rectificar
hoy todo aquello que me aleja de Ti.