PREMIO PARA QUIEN ADMITA SUS ERRORES
Sin capacidad para ver los propios errores y con el convencimiento de estar siempre en lo cierto; será difícil salir de ésta, incluso con ayuda externa.
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Nº 161 mayo 2020 http://www.fvmartin.net
“La rata llegará más rápidamente a la meta cuanto más
tome en cuenta las informaciones provenientes de su error
y llegará más tarde, o no lo hará en absoluto, cuanto
menos las tome en cuenta. En este sentido el error no es
propiamente error; es uno con el ensayo. El verdadero error
se configura cuando no se toma en cuenta la información
obtenida y se persiste en el mismo comportamiento. Es la
persistencia en el error la que anula la posibilidad de
aprendizaje.” (“Paradoja y Contraparadoja”, Mara Salvini)
“Stop, la contraparadoja”, Efrén Martín
Nuestros problemas (la diferencia entre lo
que ocurre y lo que nos gustaría que
sucediese) no proceden de la realidad
externa, sino de la interna, de nuestras
expectativas frustradas:
Aceptamos compromisos supuestamente
satisfactorios que posteriormente no seremos
capaces de deshacer y soportaremos con
una mezcla de resignación y enfado.
Animamos al emprendimiento a jóvenes
inexpertos, con la imagen de Steve Jobs
como único recurso. Serán carne de cañón y
su fracaso estará servido.
Nos insisten en dejar nuestra zona de
confort cuando es precisamente ahí donde
se encuentran nuestras fortalezas, en las
actividades que nos llenan de energía.
Podremos ampliar metas y relaciones, pero
no mudar de intereses y competencias.
A veces se contrata por aptitud y se despide
por actitud, sin caer en la cuenta de que una
no sustituye a la otra y se precisan ambas.
La prisa por el rendimiento impedirá
encontrar y desarrollar el talento, porque
según Goethe: "El talento se educa en
la calma y el carácter en la tempestad".
Mediante operaciones mentales con grandes
sesgos cognitivos, creamos y respondemos a
unos escenarios imaginarios; para terminar
creando “problemas” que no existían.
Las personas, como las ratas, no
encontraremos la salida si no admitimos
nuestros errores. Para no repetirlos, tenemos
el consejo de Ortega y Gasset:
“El pasado no nos dirá lo que debemos
hacer, pero sí lo que deberíamos evitar”
Sólo podemos salir de nuestros laberintos
con la experiencia, el hilo que Ariadna dio a
Teseo. Pero es fácil perder el hilo de la
memoria, que es muy traicionera.
Necesitamos de alguien que nos ayude a
vernos desde fuera y a cuestionar nuestra
visión sin juzgarnos,preferiblemente con una
metodología de feedback para el desarrollo.
Mientras no distingamos entre aciertos y
errores –más que en el mundo o en los demás,
en nuestra propia programación- quedaremos
atrapados en nuestros confusos dédalos.
No es tarea fácil porque cuanto mayor es el
error, mayor la dificultad de corrección; ya que
la conexión neuronal se fortalecerá en torno al
fallo y no al acierto.
Aprender es un cambio permanente de
conducta a partir de la experiencia, que
requiere una retroalimentación impactante
para redireccionarnos fuera del agujero en el
que nuestro orgullo nos ha metido y poder
encontrar una salida que no vemos.
No conviertas el error en horror