Proyecto por la Regionalización y la Función Municipal
Reflexiones junto a la fuente taza, 15 de marzo de 2016
1. REFLEXIONES JUNTO A
LA FUENTE TAZA
Calles humildes, pero
llenas de vida
Me van a permitir que estas reflexiones las dedique a hablar de nuestro pueblo, sin más, sin otra
pretensión que recordar otros tiempos, con la esperanza de que recorran las calles del “viejo
Pozo Alcón” y, frente a la casa de sus padres, abuelos , o quizá, de sus bisabuelos, sientan el
anhelo de recuperar “los sentimientos y afectos” que el tiempo ha dejado en el olvido.
Para ello, voy a rescatar un fragmento de mi Pregón de la Semana Santa del 2009.
…”Me gustaría volver la vista a atrás y pasearme por el Pozo Alcón de hace cincuenta años o
quizá más, para recordar cómo erámos, con el propósito de entender mejor lo que somos y lo
que hacemos. Pozo Alcón, pueblo de calles humildes, empedradas las menos y de tierra las más;
polvo en verano y barro en invierno. Mal iluminadas, apenas una bombilla de “sesenta bujías”
en algunas esquinas que, para más INRI, en la mayoría de los casos eran victimas de una certera
pedrada. Calles humildes y casas humildes y escasas; casi el doble de población hacinada en la
mitad de las viviendas que tenemos hoy. Casas con muy pocas habitaciones, sin cuartos de
baño-no teníamos agua corriente-ni cocinas alicatadas; a veces una lumbre y una trébede eran
suficientes; las cocheras de hoy eran las cuadras de entonces , donde se cobijaba un burro o un
mulo; los fabulosos áticos de hoy eran las “cámaras” de entonces: en un troje se guardaba el
trigo y el resto hacia de pajar. Calles humildes bordeadas de eras de pan trillar, ese Pan que
el Jueves Santo se convertirá en el Cuerpo de Cristo: Era de la Carrasca, del Alamillo, de
la Tía Josefica , del Tío Quicorro, Era Larga, Era Alta…
Calle Flora: calle de Estación.
Calles humildes pero llenas de vida; niños jugando al dopi, al lapo, a picocampo, al látigo, a
cinimicerra, al pañuelo, a la trompa; las niñas a la rayuela y, con su puñillos cerrados apretando
alfileres-cabezas o guardias-; trapicheo de tebeos: Roberto Alcázar y Pedrín, el Guerrero del
Antifaz, el Jabato, Capitán Trueno…Bolsillos llenos de garbanzos (a veces, a escondidas de
madre) para cambiarlos por “torraos” a la Tía Barbilla o al Tío Cañamonero; medida colmada
por medida raída…
2. Calles humildes pero a la vez síntesis de la Casa de la Cultura, Polideportivo, Colegio, Campo de
Fútbol…en definitiva, escuela de convivencia; peleábamos por destacar en algún juego y allí se
forjaban las primeras y leales amistades. Calles humildes con protagonismo de las fuentes:
Fuente Taza, el icono, Fuente del Carmen , Cañilllo de Jorge, Caño de la Cruz… La cantarera en el
portal…”madre, voy a por agua”. Cántaro al anca -que diríamos nosotros y está bien dicho-
pretexto para los primeros tonteos amorosos.
Noches de verano, sillas a la calle, vecinos al fresco, conversaciones sobre lo cotidiano o lo
familiar. Sillas a casa, hay que madrugar. Dentro de un rato, con las primeras luces del alba,
estas calles humildes se llenarán de cuadrillas que irán a segar o a arrancar; hay que evitar los
rigores del sol.
Calles humildes y haces de támaras junto a los hornos de la Tía María la Pepe, la Tía Josefa la del
Tío Quico el Fiera, la Tía María la Cocia, Adela la de Franco… con ellas calentarán el horno para
cocer el pan de la semana y lo típico de estas fechas: los rollos, las galletas de molde, los roscos
de baño, las magdalenas. Y, en casa, nuestras madres se afanaban en preparar las comidas
propias de Semana Santa donde las espinacas, los garbanzos y el bacalao se convertían en
protagonistas; potaje de garbanzos con bacalao y espinacas, salsa de espinacas, bacalao frito
sólo o con tomate, arroz con leche o con miel…
Este era mi pueblo, cincuenta años atrás; algunos de nosotros jugando en sus calles y algunas
de vosotras tonteando con el cántaro al anca y, muchos de vosotros, todavía no habíais nacido.
Y llegaba la Semana Santa y un manto morado lo cubría todo: eran tiempos de “piedad oficial”,
de forzado recogimiento y, las bulliciosas calles quedaban en silencio, los críos ya no jugábamos:
se ha muerto el Señor, nos decían.
Pozo Alcón, Marzo de 2016. Las calles mejor alumbradas, mejor pavimentadas. Las casas tan
dignas como las más dignas del pueblo más digno. Pero, ¿qué ha sido de aquellos niños que
jugaban hasta el anochecer?, ¿qué ha sido de aquellas calles humildes? Las madres ya no
confían en aquellas escuelas de convivencia, donde se hacían las primeras amistades. Algunas
se han convertido en un permanente canguelo; las niñas ya no aprietan sus puños para jugar a
los alfileres; ahora, se aprietan los puños para esconder lo que todos sabemos; ya no se
trapichea con tebeos, ahora se trapichea con lo que todos sabemos y, todos miramos a ese
Gólgota al que suben cada día, cargando con la cruz de su miserias, quienes no han sabido, no
han podido o no han querido vencer las tentaciones de “este mundo” y allí viven quienes
comercian con la flaqueza humana… y nosotros, ¿nos hemos resignado?,¿pensamos que todavía
se puede y se debe hacer algo?...
Nos gustaría compartir con vosotros estos días de descanso y, si fuera posible, recorrer juntos
las “calles de Estación”, tan llenas de recuerdos y tan vacías de vida.
Pozo Alcón, mediados de Marzo de 2016
Francisco Quiñones