3. CR 1 de 43
INTRODUCCIÓN, 1
La cristología es una parte de la teología
que trata sobre Cristo. Estudia a
Jesucristo como el Verbo encarnado
e Hijo de Dios, y a Jesús como nuestro
salvador y redentor, tal como nos lo
propone la fe de la Iglesia.
El misterio de Cristo, que se refiere a su persona y a su obra de
salvación, anuda y resume todos los artículos de la fe: los que se
refieren a la Trinidad, pues Él es Dios, el Hijo del Padre, y nos
revela la Trinidad; y los que se refieren a los designios y obras de
Dios, pues Él ha realizado el plan de su voluntad salvífica.
4. CR 2 de 43
INTRODUCCIÓN, 2
Mediante los métodos propios de la historia podemos llegar a
conocer cada vez mejor la realidad visible de la vida de Jesús.
Pero únicamente mediante la Revelación divina y la fe podemos
trascender lo externo y llegar a conocer quién es Él verdaderamente:
“nadie conoce al Hijo sino el Padre” (Mt 11, 27); “nadie
27
puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado”
(Jn 6, 44).
44
Jesucristo, mediador y plenitud de toda la Re-
velación, no es un mito: es Dios hecho hombre
que vivió en un contexto histórico concreto, y
los acontecimientos de su vida fueron reales y
comprobables. Pero hace falta un conocimiento
amoroso de Cristo hasta hacernos semejantes a
Él (cfr. CCE 428-429).
428-429
5. CR 3 de 43
INTRODUCCIÓN, 3
Desde finales del siglo XVIII (Ilustración), surge la búsqueda de
reconstruir la vida de Jesús con una metodología histórica prescindiendo
de lo que no tiene una explicación racional. Cristo fue un
simple hombre: desechar como mito todo lo milagroso.
En el siglo XIX, el protestantismo liberal también intentó llegar
al “verdadero” Jesús, sólo hombre, contando únicamente con la
razón y la ciencia histórica positiva. Se podría conocer muy poco
del “Jesús histórico”.
Siglo XX: para Rudolf Bultmann la fe en Jesús fue desarrollándose
por un proceso de mitificación. Habría que estudiar la historia
de las formas literarias de los Evangelios y después desmitificar
el camino que la fe habría recorrido. Autores posteriores:
nuevas aportaciones de la lingüística. Se llega a un Jesús “judío”,
taumaturgo, maestro, revolucionario, o profeta escatológico.
6. CR 4 de 43
INTRODUCCIÓN, 4
Los prejuicios racionalistas excluyen de
entrada como imposible que Jesucristo
sea Dios o la realidad de los milagros.
Esta actitud resulta incompatible con
la sincera búsqueda de la verdad. La
distinción entre el “Jesús histórico” y
el “Cristo de la fe” es una distinción de
graves consecuencias.
El mismo nombre de “Jesucristo”, con el que le denominaron desde
los comienzos, confiesa que “Jesús”, el Hijo único de Dios que vivió
en Nazaret, es el “Cristo”, el de la fe. La actitud principal de la
primera tradición cristiana fue la de conservar fielmente el recuerdo
de las palabras y obras de Jesús.
7. CR 5 de 43
INTRODUCCIÓN, 5
El punto de partida de la cristología (teología) es la fe. El depósito
de la fe se ha transmitido de dos modos: la Sagrada Escritura y la
Tradición. Y “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de
Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio
vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo”
(Dei Verbum 10).10
Las ciencias humanas (historia, arqueología,
filología, etc.) tienen su valor (conocer mejor las
condiciones históricas de la cultura del ambiente de Jesús,
los géneros literarios, la composición de los
Evangelios, etc.), siempre que se apliquen de modo
científico y con rectitud, y no estén viciadas por
determinadas ideas filosóficas. Ese Jesús que la historia
investiga no es un simple hombre, es el Hijo de Dios.
9. CR 6 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 1
El fin de la Encarnación es la salvación de los hombres:
el Hijo de Dios vino “para que el mundo se salve por
Él” (Jn 3, 17), “para ser salvador del
17
mundo”(1 Jn 4, 14).
14
Credo: “por nosotros los hombres y
Credo
por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María la Virgen y se hizo
hombre”.
10. CR 7 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 2
La salvación del hombre comprende dos aspectos unidos: la
liberación del pecado y la comunicación de la vida divina.
CCE 457: “El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos
457
con Dios”.
CCE 458: “Se encarnó para que nosotros conociésemos así el
458
Amor de Dios”.
CCE 459: “Se encarnó para ser nuestro
459
modelo de santidad”.
CCE 460: “Se encarnó para hacernos
460
‘partícipes de la naturaleza divina’
(2 P 1, 4)”.
4
11. CR 8 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 3
El hombre, con sus solas fuerzas, no puede
alcanzar la salvación. Después del pecado original,
todos los hombres habían quedado privados
de la gloria de Dios, de la amistad de Dios, y
esclavos del pecado. Nadie puede ser justificado
sino por la gracia de Jesucristo.
La Encarnación es obra del amor y de la misericordia de Dios. La
decisión de Dios de salvarnos es absolutamente libre y gratuita.
La venida del Hijo de Dios al mundo no era necesaria para la
salvación del hombre.
El nombre de Jesús quiere decir en hebreo “Dios salva” o “Salvador”.
12. CR 9 de 43 VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 4
Promesas del Redentor: 1) protoevangelio (Gn 3, 15); 2) promesa a
15
Abraham (Gn 12) de darle una tierra y hacerle padre de un gran
12
pueblo y que por su descendencia serían bendecidas todas las naciones
de la tierra; 3) confirmación y renovación de la promesa con distintos
elegidos, concretando la ascendencia del Mesías: descendiente
de Jacob, de la tribu de Judá, de la familia de David.
Profecías sobre el Mesías rey: 1) será hijo
de David y su reino no tendrá fin (Natán:
2 Sam 7, 12-16); 2) especial filiación divina
12-16
(Salmo 2); 3) nacerá de una virgen y se
2
llamará Emmanuel, que significa “Dios con
nosotros”
(Is 7, 14).
14
13. CR 10 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 5
Profecías sobre el Mesías rey y profeta: Moisés,
tipo y figura de todos los profetas. Dt 18, 15-19:
15-19
Dios enviará “otro profeta” como Moisés que
enseñará y guiará a su pueblo. Is 61, 1-2: el Mesías será ungido
1-2
por Dios con el espíritu de los
profetas para anunciar la salvación a los hombres.
Profecías sobre el Mesías rey y sacerdote: Salmo 109 (110): el
(110)
Salvador será a la vez rey y sacerdote. Pero su sacerdocio no es el
levítico. Figura de Cristo: Melquisedec, rey-sacerdote (cfr. Heb 7, 3).
3
Profecías sobre el sacrificio de Cristo: Is 42, 49, 50, 52: cantos sobre
52
el “Siervo de Yahvéh”; Salmo 21 (22). “Dios mío, Dios mío, ¿por
(22)
qué me has abandonado?”.
“Hijo del hombre”: Dan 7: restaura el reino mesiánico.
14. CR 11 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 6
El nombre de Mesías proviene del hebreo “mashiah”
que significa “ungido”. Fue traducido al griego por
“christós” y latinizado en “christus”. Originalmente
se aplicaba al rey de Israel, ungido con aceite en su
investidura. Aplicado a David y a su dinastía. También
a los consagrados para una misión recibida de
Dios (sacerdotes y excepcionalmente profetas).
El Mesías “que Dios enviaría para instaurar definitivamente su
Reino (...) debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez
como rey y sacerdote (cfr. Za 4, 14; 6, 13), pero también como
13
profeta (cfr. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza
1 16-21
mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y
rey” (CCE 436).
436
15. CR 12 de 43
VENIDA DEL HIJO DE DIOS, 7
La Encarnación da sentido a toda la historia. Cristo es el funda-
mento de toda la historia anterior, que tiene valor salvífico sólo
por medio de Él y hacia Él se ordena. Así como también Cristo
es el fundamento de toda la historia posterior, que vive de la
gracia proveniente de su obra redentora.
Gaudium et spes 10: “Cree la Iglesia que la
10
clave, el centro y el fin de toda la historia
humana se halla en su Señor y Maestro”.
Cristo es el centro de la historia
humana, no en sentido cronológico, sino
trascendente: es “el alfa y la omega, el
primero y el último, el principio y el fin”
(Ap 22, 13).
13
17. CR 13 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 1
En el admirable plan de la donación que Dios
hace de sí mismo a la criatura, la Encarnación
es el acontecimiento central y culminante, y
María ha sido la colaboradora con su fe y con
su amor a la unión de Jesús con la humanidad.
La Encarnación es obra de la Trinidad. Se
realiza por el Espíritu Santo en comunión con
el Hijo.
María es verdaderamente Madre de Dios. “En efecto, aquél que ella
concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho
verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo
eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad”
(CCE 495).
495
18. CR 14 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 2
Realidad del cuerpo de Cristo
El docetismo (ya en el siglo I) considera que la materia es mala y,
I
en consecuencia, niega que Cristo tuviera un verdadero cuerpo
material. El cuerpo de Cristo sería sólo aparente: su nacimiento o
su pasión y muerte no fueron reales sino sólo ficticios e irreales.
NT: testimonia que Cristo fue hombre
NT
verdadero, con un cuerpo real: desciende
de David, fue concebido de María,
nació, se cansó, tuvo hambre y sed,
durmió, sufrió, derramó su sangre, murió,
fue sepultado. Cuerpo de carne y
hueso, real y tangible.
Santos Padres: negar la realidad del cuerpo de Cristo es negar la
redención.
19. CR 15 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 3
Realidad del alma de Cristo
Apolinar de Laodicea (siglo IV): la humanidad de Cristo estaría
IV
compuesta solamente de carne y alma sensitiva. El Verbo asu-
miría la función de alma intelectiva y racional.
Santos Padres: sin alma (sin inteligencia ni
voluntad humanas), Cristo no habría redimido
al linaje humano, pues no fue sanado
lo que no fue asumido.
Apolinarismo condenado por el Papa San
Dámaso y el Concilio Constantinopla I (381).
381
Verdadera naturaleza humana de Jesús: unión del alma y del cuerpo
20. CR 16 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 4
Jesucristo es perfecto Dios
Adopcionismo: Cristo no era una persona divina,
sino un hombre que recibió una “dynamis”
o fuerza divina en el Bautismo que lo
hace un hombre superior. No es Hijo de Dios
por naturaleza, sino sólo por adopción (ej.:
Pablo de Samosata, obispo de Antioquía,
condenado y depuesto de su cargo en el año 268).
268
Arrio (256-336): Subordinacionismo extremo: Hijo creado de la
256-336
nada, criatura a través de la cual se hicieron las demás cosas.
Condenado en Nicea I (325): Cristo es “homousios”, consustancial
325
al Padre.
Siglo XIX y XX: negación de la divinidad del “Jesús de la historia”.
Pío X condenó el modernismo (Enc. Pascendi, 1907).
1907
21. CR 17 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 5
NT: prerrogativas divinas de Jesús:
- Es superior a la Ley: señor del sábado (Mt 12, 1-8).
1-8
- Es superior a los profetas y reyes (Jonás y Salomón: Mt 12, 41-42).
41-42
- Perdona los pecados, poder exclusivo de Dios.
- Se equipara con Dios en la autoridad (“...Pero Yo os digo...”).
- Pide fe (Jn 14, 1) y amor por encima de todo (Mt 10, 37) que sólo
1 37
Dios puede exigir, y su aceptación es requisito para la salvación
(Mt 10, 32). Incluso pide que se entregue la vida por Él (Lc 17, 33).
32 33
NT: su preexistencia al mundo:
Jn 17, 5: “gloria que tuve junto a ti antes de que el mundo existiera”;
5
Col 1, 15-17: creador y conservador del mundo; muchos textos que
15-17
afirman que ha venido enviado por su Padre: viene “del cielo” (Jn 3,
13), “de lo alto” (Jn 8, 23); “ha salido de Dios Padre” (Jn 8, 42), etc..
13 23 42
22. CR 18 de 43 REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 6
NT: igualdad de Jesús con el Padre:
Jn 10, 30: “El Padre y yo somos una sola cosa”.
30
NT: afirmaciones explícitas y directas de su condición divina:
Prólogo del Evangelio de San Juan; Rom 9, 5 (“el cual es sobre todas
las cosas Dios bendito por los siglos”); Flp 2, 5-8 (“siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios...”); Tit 2, 13-14
(“esperamos la manifestación gloriosa del gran Dios (...) Jesucristo”).
23. CR 19 de 43
REALIDAD DE LA ENCARNACIÓN, 7
“Hijo de Dios” en la Sagrada Escritura:
AT: título dado a los ángeles (Dt 32, 8), al pueblo elegido (Ex 4, 22),
8 22
y a sus reyes (2 Sam 7, 14). Significa entonces una relación particular
14
entre Dios y su criatura. También cuando llama “hijo de Dios” al
Mesías (Salmo 2, 7) los judíos entendían que era un hombre
7
singularmente bendecido por Dios, y no Hijo único de Dios
por naturaleza.
NT: - Lo que vimos ya muestra que Jesús se declaraba
Hijo de Dios en cuanto verdadero Dios nacido del Padre:
los judíos lo entendían así y querían matarle por
eso; - Jesús distingue: “mi Padre... vuestro Padre”
(Jn 20, 17); - Él es “hijo propio” (Rom 8, 3) y Unigénito
17 3
(Jn 3, 16. 18) del Padre; - Mt 11, 27: “Nadie conoce
18 27
al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre
sino el Hijo...”.
25. CR 20 de 43
UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 1
Nestorio (patriarca de Constantinopla, 428): María no sería Madre
428
de Dios porque en Jesús habría dos personas: una divina y otra
humana, y María sería madre de la persona humana de Cristo. La
unión entre la naturaleza divina y la humana sería sólo una unión
moral entre dos sujetos. Identidad de voluntad, pero no se podría
decir que el Hijo de Dios nació de María, murió, etc..
Refutado por San Cirilo de Alejandría
y condenado por Éfeso (431). Unión
431
de las dos naturalezas de Cristo en la
Persona (hipóstasis) divina del Verbo,
única en Cristo. Por eso María es
verdaderamente Madre de Dios: de Ella
nació el Verbo según la carne.
26. CR 21 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 2
Monofisismo: Eutiques, superior de un
monasterio de Constantinopla (s. V), afirma que
V
después de la Encarnación hay una sola
naturaleza en Cristo, compuesta de la divina
y la humana, aunque la humana habría sido
absorbida en la infinita persona del Hijo de Dios.
Condenado por San León Magno (440-461) y Calcedonia (451):
440-461 451
“Hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro
Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad;
verdaderamente Dios y verdaderamente hombre (...). Se ha de
reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único del Padre, en dos
naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación.
(...) Quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas”.
27. CR 22 de 43
UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 3
Una hipóstasis o individuo es una substancia individual completa,
subsistente en sí misma, independiente en su ser de otros individuos.
=> Se llaman “personas” a las hipóstasis más dignas, los seres racio-
nales que son dueños de sus actos.
Naturaleza es la esencia en cuanto principio de operaciones (ej.:
la naturaleza de Pedro es su condición humana con sus facultades
propias por las que actúa como hombre).
La distinción entre una naturaleza y la
persona que la posee es una distinción
entre una parte y el todo. Ej.: Pedro es
la persona, el todo, y la naturaleza es
una parte de él que le especifica.
28. CR 23 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 4
La unión de las dos naturalezas en Cristo es
una unión hipostática (en la persona). No
tiene semejanza con ninguna otra unión. La
conocemos por la fe.
La naturaleza humana de Cristo es íntegra y
perfecta, pero no es una persona humana, ni
es un sujeto distinto del Verbo.
Constantinopla II (553) “confesó a propósito de Cristo: ‘No hay más
que una sola hipóstasis (o persona) que es nuestro Señor Jesucristo,
uno de la Trinidad’. Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo
debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto, no
solamente los milagros sino también los sufrimientos y la misma
muerte” (CCE 468).
468
29. CR 24 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 5
La Encarnación no supuso cambio alguno en el Hijo de Dios, que
es inmutable. Sólo hay cambio en la naturaleza humana que comienza
a existir elevada inefablemente a la unión personal con el Verbo.
La Persona de Cristo no es causada por la unión de las dos naturalezas,
sino que es eterna. Cristo no “es” o existe por su naturaleza humana,
sino que por ella “es hombre”.
Cristo en cuanto hombre no es hijo adoptivo por la
gracia que tiene, pues su humanidad no constituye
ningún sujeto personal que pudiera ser hijo.
El Hijo de Dios (Persona) es Hijo de María, pues ha
nacido verdaderamente de Ella según su naturaleza
humana. Nacen personas, no naturalezas.
30. CR 25 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 6
Para unos autores recientes la personalidad consistiría
en la apertura de la conciencia humana al ser
en general, al infinito, o sea a Dios. Pero entonces,
como en Cristo hay un centro de conciencia humano
referido a otro centro de conciencia divino, habría
dos subjetividades en Él: una divina (Dios),
otra humana (Cristo). Jesús será un hombre en quien
tiene lugar la revelación suprema de Dios.
Esas teorías reducen la realidad de un ser a uno de sus actos: la
persona sería la simple conciencia de sí. Lo cual es un error, pues toda
operación vital -como lo es la conciencia- requiere un sujeto operante,
que es la persona. La persona no se identifica con su conciencia,
ni se constituye por ella: la persona es quien tiene esa conciencia de sí.
31. CR 26 de 43 UNIDAD PERSONAL DE JESUCRISTO, 7
El Hijo de Dios ha hecho partícipe a la humanidad asumida de la
dignidad de su persona: al expresar el misterio de la Encarnación
se da una especie de comunicación de propiedades entre lo humano
y lo divino, que se llama “communicatio idiomatum”.
A la única persona de Cristo hay que atribuir tanto todas las
propiedades y acciones de su naturaleza divina como las de su
naturaleza humana (ej.: se puede decir “Dios ha nacido de María”
o “ha muerto por nosotros”).
No se puede atribuir a una naturaleza de Cristo
las propiedades y acciones de la otra (ej.: no se
puede decir que la divinidad ha nacido en el
tiempo). Sí se puede reduplicar: “Jesús, en cuanto
Dios...”; “el Hijo de Dios, en cuanto hombre...”.
33. CR 27 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 1
La humanidad de Cristo es el adecuado instrumento
indisolublemente unido al Verbo para la obra salvífica. Es un
instrumento vivo y racional, no inerte o pasivo.
Cuanto más unido se está con Dios, más se participa de su bondad
y más abundantes bienes se reciben. No hay unión más íntima con
Dios que la unión en una persona divina. De ahí que Cristo en su
humanidad esté lleno de los dones divinos: su naturaleza humana
pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la
ha asumido (cfr. CCE 470).
470
El Hijo de Dios no asumió aquellos defectos o limitaciones que
dificultarían la obra salvífica (pecado, ignorancia...).
Sí asumió aquellas limitaciones de nuestra naturaleza que
sirven al fin de la Encarnación y que no son defecto moral (dolor...).
34. CR 28 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 2
Santidad en el AT: alguien o algo es santo en sentido ontológico
en la medida que está unido a Dios, le pertenece, y está destinado
o consagrado a su servicio exclusivo (el Templo, el sábado, el
pueblo de Dios...). En el NT, esta noción se enriquece con la de
una participación en la vida divina por acción del Espíritu Santo
que transforma al hombre interiormente, lo diviniza, lo purifica
del pecado.
En sentido operativo y moral se dice que es santo
quien vive establemente la unión sobrenatural
con Dios por la fe y el amor.
Cristo es santo no sólo en cuanto Dios, sino
también en cuanto hombre.
35. CR 29 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 3
Por la unión hipostática, la humanidad de Cristo
tiene la santidad infinita del Verbo. Así en cuanto
hombre, Cristo es santo porque su humanidad está
unida al Verbo y le pertenece. Ese don a la
naturaleza humana de Cristo se llama “gracia de unión”
Cristo en cuanto hombre también es santo por la gracia habitual,
conveniente porque su humanidad no es santa por sí misma ni se ha
transformado en divina (distinción de las dos naturalezas). Llega a
ser divina y santa por participación. Cristo tiene plenitud de gracia
santificante porque la unión de su humanidad a Dios es la más
estrecha imaginable. Jesús poseía la gracia con toda la perfección
posible: con todos los efectos, virtudes, dones y operaciones que
ésta puede tener y alcanzar. Todas las gracias que tienen los hombres
provienen de Él. Esa plenitud se llama “gracia capital”.
36. CR 30 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 4
La gracia diviniza al extiende a las potencias
alma en su esencia. del alma por las virtudes
Esta divinización se sobrenaturales.
Cristo en cuanto hombre está plenamente divinizado por la gracia
habitual: por eso no podían faltarle las virtudes infusas en grado
máximo y perfecto. Pero no tuvo aquellas virtudes que suponen
en sí mismas alguna carencia o imperfección (fe: ya poseía la visión
de Dios; esperanza: ya tenía la unión con Dios; penitencia: no
tuvo pecado).
A causa de su plenitud de gracia, Cristo poseía los dones del Espíritu
Santo en grado excelentísimo y eminente, y todos los carismas
que han tenido los hombres para alguna misión de edificación de los
demás (apóstoles, profetas, predicadores, doctores, pastores, etc.).
37. CR 31 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 5
Jesús es santo también en sentido
operativo y moral: completa identificación
De su voluntad humana con su voluntad
divina, en lo grande y en lo pequeño.
El Magisterio ha enseñado en varias ocasiones que Cristo no tuvo
pecado, es “semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (ej.:
Calcedonia, 451); y estuvo libre también del pecado original y del
451
“fomes peccati”, por lo que en Él la sensibilidad estaba siempre
perfectamente subordinada a la razón (ej.: Constantinopla II, 553).
553
Cristo no sólo no tuvo pecado de hecho, sino que era impecable,
porque las acciones son de la persona. Si Cristo pudiera pecar,
sería Dios quien pecaría. Además Cristo gozaba de la visión de
Dios, que supone la imposibilidad de rechazar el Bien infinito.
38. CR 32 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 6
Como Cristo tiene dos naturalezas perfectas, tiene dos modos de
conocer, uno infinito y divino y otro humano.
Conocimiento humano de Cristo
Gaudium et spes 22: El Hijo de Dios “trabajó con manos de hombre,
22
pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre,
amó con corazón de hombre”.
Tuvo ciencia adquirida (parte de los sentidos y de
la experiencia), ciencia de visión (visión beatífica
propia de los bienaventurados: Jn 8, 38: “Yo digo
38
lo que veo en el Padre”) y ciencia infusa o profética
(proviene directamente de Dios por la comunicación
de algunas ideas a la mente humana).
39. CR 33 de 43
LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 7
La crítica histórica, el protestantismo liberal y el modernismo, han
sostenido que Jesús padecía error en cuanto a la fecha del fin del
mundo y en cuanto a la naturaleza de su mesianismo. Teorías
condenadas por San Pío X (Enc. Pascendi, 1907).1907
La existencia de un error en Cristo implicaría
que no es Dios, que no es la Verdad. No tuvo
ni error ni ignorancia.
Padres: Cristo no ignoraba la fecha del fin del
mundo, sino que ni quería ni debía revelarla.
=> CCE 474: “Lo que reconoce ignorar en este
474
campo (cfr. Mc 13, 32), declara en otro lugar no
32
tener misión de revelarlo (cfr. Hch 1, 7)”.
7
40. CR 34 de 43 LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD, 8
A partir del siglo XX, especial interés por la
conciencia que Jesús tenía de sí mismo: si se
sabía Hijo de Dios y Mesías. Unos autores
niegan que tuviera conciencia de su divinidad.
Otros sostienen que desde una inicial
ignorancia, iría poco a poco tomando
conciencia de ser Hijo de Dios y Salvador del
mundo.
Jesús en su conciencia humana tenía un claro y verdadero
conocimiento de sí: Hijo de Dios venido al mundo para salvarnos.
En NT se ve ya cuando tenía 12 años: “¿No sabíais que yo debía estar en
la casa de mi Padre?” (Lc 2, 49). Además, nunca aparece un yo humano
49
de Jesús y otro yo del Hijo de Dios. Y Jesús utiliza a menudo
la expresión revelada a Moisés, “Yo soy”, manifestando que es Dios.
42. CR 35 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 1
Monoenergetismo: para ganarse a los
monofisitas, Sergio de Constantinopla (inicio
s. VII) enseñó que Cristo tenía una única
VII
operación. Monotelismo: buscando la unidad
religiosa, el Emperador Heraclio dejó
de hablar del monoenergetismo y pasó a
sostener que había una sola voluntad en
Cristo. Lo impuso a toda la Iglesia (638).
638
Máximo el Confesor consiguió que el Papa Martín I convocara un
concilio en Letrán (649) que condenó ambos errores. En el año 681,
649 681
el concilio ecuménico de Constantinopla III los condenó
solemnemente: “se dan en Él (Cristo) dos voluntades y dos
operaciones naturales, sin división, sin cambio, sin separación,
sin confusión”.
43. CR 36 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 2
El Verbo asumió una naturaleza humana perfecta
, y la voluntad libre pertenece, de modo
esencial, a la integridad y perfección de la natural
eza humana. Así tiene un querer divino
común con el Padre y el Espíritu Santo, propio
de la naturaleza divina, y un querer humano
propio de su naturaleza humana asumida, que
no comparte con el Padre y el Espíritu Santo.
Libertad humana de Cristo: “Doy mi vida para tomarla de nuevo.
Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente” (Jn 10, 17).
17
Que Cristo sea libre no significa que pudiera pecar. Elige siempre
el bien con dominio sobre sus actos porque su libertad es perfecta.
Querer el mal, no es lo propio de la libertad, aunque sea un signo de
libertad, como el error no es conocimiento.
44. CR 37 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 3
La voluntad humana de Cristo siempre “sigue a su voluntad divina
sin hacerle resistencia ni oposición, sino que, por el contrario, está
siempre subordinada a esta voluntad omnipotente” (Constantinopla
III, 681).
681
En Getsemaní, cuando Jesús dice: “No se
cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,
39), no hay oposición de voluntades, sino
39
que su inclinación sensible o su sensibilidad
podían apetecer algún bien distinto del querer
divino, pero estaban enteramente sometidas
a él por el acto libre de su voluntad racional
humana.
45. CR 38 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 4
Constantinopla III, 681 confesó “dos operaciones naturales sin
división, sin cambio, sin separación, sin confusión, en el mismo
Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios, esto es, una
operación divina y otra operación humana”.
Santo Tomás de Aquino (Compendium
theologiae, c. 212, n. 419): “La naturaleza es el
419
principio de la operación. Por eso en Cristo no
hay una sola operación por ser un único sujeto,
sino dos operaciones porque son dos las
naturalezas”.
Como todo hombre, puede realizar todas las acciones humanas
naturales y como todo hombre en estado de gracia puede realizar
obras sobrenaturales. Todas estas acciones son propias de la
segunda Persona de la Santísima Trinidad.
46. CR 39 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 5
Como las acciones humanas de Cristo eran
libres y nacían del inmenso amor al Padre
que el Espíritu Santo había infundido en su
alma, todas ellas eran meritorias, es decir,
eran dignas de alcanzar el fin al que las
había ordenado el designio divino.
Antes de su Resurrección, Cristo mereció para sí mismo aquellos
bienes que aún no poseía (glorificación y exaltación de su
humanidad). También mereció para nosotros la salvación.
Mereció la gracia para todos los hombres, pues a este fin estaba
Ordenada la Encarnación del Verbo.
47. CR 40 de 43 OTRAS CARACTERÍSTICAS, 6
Las acciones humanas de Cristo en cuanto son instrumentos de la
divinidad
En el orden físico: se sirve de gestos y palabras humanas para hacer
milagros. Estas acciones humanas en cuanto son instrumentos de la
divinidad para realizar obras propias de la omnipotencia divina se
llaman en teología “teándricas”. En el orden espiritual, la divinidad
se sirvió de su querer humano y de sus palabras para perdonar los
pecados, y de sus acciones humanas para comunicar la gracia.
En todas estas acciones la causa eficiente
principal es la naturaleza y el poder del Verbo, que
tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo;
y la humanidad de Cristo es la causa instrumental.
48. CR 41 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 7
Cristo tuvo aquellos sentimientos y pasiones propios de la naturaleza
humana compatibles con la plenitud de gracia y que servían a
nuestra redención: alegría de las obras de su Padre (Lc 10, 21) y
21
de saberse amado del Padre (Jn 15, 10); deseos ardientes de nuestra
10
redención (Lc 12, 50) y de quedarse en la Eucaristía (Lc 22, 15);
50 15
tristeza al contemplar los sufrimientos
de su Pasión y el pecado de los suyos
(Mt 26, 38); dolor del alma hasta llorar
38
por la muerte de Lázaro (Jn 11, 33-
35); ira ante la hipocresía de algunos
35
(Mc 3, 5) y los mercaderes en el Templo
5
(Mt 21, 12), etc..
12
En Cristo la razón controlaba perfectamente sentimientos y
pasiones, toda su afectividad.
49. CR 42 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 8
En Jesús no faltó la virtud natural, de la
que derivan todas las demás, que es el amor,
y que es sobrenaturalizado por la caridad.
Éste ha sido el motor de su vida, y la clave de
la armonía y unidad de todo su ser: su amor y
entrega al Padre y a nosotros.
CCE 478: “Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta
478
razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados
y para nuestra salvación, ‘es considerado como el principal indicador
y símbolo (...) del amor con que el divino Redentor ama continuamente
al eterno Padre y a todos los hombres’ (Pío XII, Enc.
Haurietis aquas, 1956)”.
1956
50. CR 43 de 43
OTRAS CARACTERÍSTICAS, 9
Los Evangelios no nos han transmitido ninguna
descripción directa sobre el rostro y el aspecto
físico de María y de Cristo. De modo indirecto
nos sugieren algunos datos sobre la fisonomía
de Jesús: debió de tener una presencia agradable,
amable para que muchos acudieran a Él, y le
llevaran niños para que les impusiera las manos;
unos modales dignos que inspiraban el afecto de
personas de toda condición; una mirada que
removió a los Apóstoles para que lo siguieran
dejando todas las cosas...
Quizá Dios permitió que no tuviéramos una
descripción de Jesús para que no fuéramos atraídos a Él por
motivos meramente humanos.
52. CR2 1 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 1
La cristología estudia el misterio de Cristo: de su persona y
de su obra redentora en una unidad indisoluble. Jesús es el Hijo
de Dios hecho hombre y, a la vez, el Salvador esperado.
No se pueden separar estos dos aspectos:
1) la finalidad de su venida al mundo es
precisamente la salvación de los hombres;
2) Únicamente el Hijo de Dios puede
realizar una auténtica redención del pecado
del mundo.
Vamos a ver en la segunda parte de
Cristología la acción redentora, teniendo
presente lo visto ya acerca de su persona.
53. CR2 2 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 2
Todos los hombres albergan una esperanza profunda de alcanzar
la verdad y el bien y un anhelo de conseguir la felicidad.
CCE 843: “La Iglesia reconoce en las otras religiones la búsqueda,
843
‘entre sombras e imágenes’, del Dios desconocido pero próximo ya
que es Él quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas y quiere
que todos los hombres se salven. Así, la Iglesia aprecia todo lo bueno
y verdadero que puede encontrarse en las diversas religiones”. CCE
844: “Pero, en su comportamiento religioso, los hombres muestran
844
también límites y errores que desfiguran en ellos la imagen de Dios”.
Cristo revela que Dios nos ama y nos destinó
antes de la creación del mundo a una alianza
que nos hace participar de su vida
infinitamente feliz.
54. CR2 3 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 3
La Biblia nos enseña que el origen del mal y del
sufrimiento está en el “misterio de iniquidad”
que es el pecado: el de unos ángeles y los de los
hombres, principalmente el original, pero también
los personales de cada hombre y cada mujer.
La imagen de Dios en la persona humana ha sido oscurecida y
desfigurada por el pecado, pero no destruida totalmente.
El hombre con sus solas fuerzas no puede liberarse del pecado y sus
consecuencias. La liberación verdadera y completa del hombre
procede únicamente de Dios: “la prueba que Dios nos ama es que
Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”
(Rom 5, 8).
8
55. CR2 4 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 4
Al defender la capacidad de la razón humana para conocer a Dios,
la Iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios.
Puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje
sobre Dios lo es también. Las perfecciones de las criaturas
reflejan la perfección infinita de Dios. Podemos nombrar a Dios a
partir de las perfecciones de sus criaturas. (cfr. CCE 39-41)
39-41
Dios trasciende toda criatura. Es preciso, pues,
purificar sin cesar nuestro lenguaje de todo lo que
tiene de limitado, de imperfecto. Nuestras palabras
humanas quedan siempre más acá del Misterio de
Dios.
Al hablar así de Dios, nuestro lenguaje se expresa
ciertamente de modo humano, pero capta realmente
a Dios mismo, sin poder, no obstante, expresarlo
en su infinita simplicidad. (cfr. CCE 42-43)
42-43
56. CR2 5 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 5
“Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios
manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio
de amor benevolente que precede a todo mérito por
nuestra parte: ‘En esto consiste el amor: no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados’ (1 Jn 4, 10). ‘La
10
prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
nosotros todavía pecadores, murió por nosotros’
(Rm 5, 8)” (CCE 604).
8 604
El designio divino de salvación a través de la muerte de Cristo había
sido anunciado antes en la Escritura como misterio de redención
universal. La muerte redentora de Jesús cumple, en particular,
la profecía del Siervo doliente (cfr. Is 53, 7-8, Hch 8, 32-35).
7-8 32-35
57. CR2 6 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 6
Tradición patrística sobre la redención
Padres orientales: subrayan que Cristo ha venido a
comunicarnos la semejanza con Dios perdida por
el pecado. “Admirable intercambio”: el Verbo se
ha hecho partícipe de la humanidad para hacernos
partícipes de la divinidad. Se fijan en el aspecto
descendente y gratuito de la salvación.
Padres occidentales: se fijan en el aspecto ascendente
de la salvación: la obra realizada por nuestra Cabeza,
Cristo, en nombre de toda la humanidad para ganarnos
la salvación. Subrayan su ofrenda al Padre del sacrificio
perfecto de su vida para reparar nuestro pecado y
reconciliarnos con Dios.
58. CR2 7 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 7
San Anselmo (+ 1109) veía a Dios como Señor soberano, cuyo honor
1109
es ofendido por el pecado. Ante esta ofensa, el orden de la justicia
divina exige con todo rigor una reparación voluntaria adecuada
o un castigo. Pero la deuda es infinita por ser Dios el ofendido: no
debiendo pagarla sino el hombre, y no pudiendo pagarla sino Dios,
tenía que ser hombre y Dios quien satisfaciera al honor divino herido.
Es una interpretación válida en diversos aspectos
y que ha influido en la teología posterior.
Pero es demasiado jurídica, con una concepción
muy humana de Dios, del pecado como
ofensa inferida a Dios, de su reparación como
compensación que debe recibir del hombre, y
de una justicia divina que obliga a Dios a
exigir sus derechos.
59. CR2 8 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 8
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 1
“Los derechos del demonio” (algunos escritos
cristianos de los primeros siglos): al cometer el
pecado de origen, el hombre voluntariamente
se habría hecho esclavo del demonio. La sangre
de Jesús sería el rescate, el precio pagado al
demonio para librar al hombre de su esclavitud.
Esta teoría fue combatida por San Gregorio de Nacianzo: es errónea
pues interpreta la redención según los usos humanos (alguien que
paga y alguien a quien se paga) y es ajena a la unidad de toda la
Escritura, por ejemplo en cuanto al poder del demonio, que parece
tener derechos absolutos sobre nosotros.
60. CR2 9 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 9
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 2
Para Lutero, la satisfacción (cfr. San Anselmo)
tiene lugar mediante un castigo. Cristo cae bajo
la ira de Dios, porque tomó sobre sí no sólo las
consecuencias del pecado sino el pecado mismo.
Cristo nos redime por medio de una
“sustitución penal”: toma nuestro lugar y
es castigado por Dios en lugar nuestro.
Calvino añade que Jesús no sólo murió como pecador, sino que
también bajó al infierno y sufrió las penas de los condenados.
Estas teorías presentan a Dios no como Padre que nos ama sino como
un soberano vindicativo y, además, injusto (condena al inocente
en lugar del culpable).
61. CR2 10 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 10
Algunas interpretaciones históricas erróneas
sobre la redención, 3
En teorías del siglo XX, Cristo es el maestro, el guía ético y el
ejemplo de vida. Su influjo en el hombre es sólo moral: la salvación
no nos viene de Él, sino que es el hombre quien se redime
a sí mismo autónomamente, siguiendo a Cristo. Su muerte
es simplemente el símbolo supremo del esfuerzo de la humanidad
por librarse del mal.
En esa corriente hay quienes han pensado que
Cristo sería el modelo de lucha contra las
estructuras sociales injustas (teologías de la
liberación, algunas inspiradas en el marxismo).
62. CR2 11 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 11
La salvación del hombre nace del amor misericordioso de Dios. La
redención es ante todo una intervención descendente y misericordiosa
de Dios en la historia de los hombres.
La salvación también sigue el orden de la justicia divina: ningún
hombre podría satisfacer por todo el linaje humano. Aunque fuera
muy santo, no repararía el pecado más que en él mismo y no en
todos y cada uno de los seres humanos. (cfr. CCE 616)
616
La redención concilia admirablemente la misericordia
y la justicia divinas. Si el hombre no pusiera algo de
su parte, Dios habría actuado al margen de su justicia
(no injustamente), movido sólo por su misericordia.
Nos libera gratuitamente (misericordia) y del modo
más conveniente y digno para nosotros (justicia).
63. CR2 12 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 12
Aspecto ascendente de la obra de Cristo: Jesús,
representando a los hombres ante Dios, como
nuevo Adán y Cabeza de la humanidad, sella
una nueva relación de Alianza entre Dios y los
hombres, y obtiene de su Padre la salvación
para nosotros. Con su actuación humana libre,
alcanza que Dios Padre nos conceda el perdón.
Aspecto descendente de la obra de Cristo: enviado por el Padre,
comunica a los hombres los dones divinos de la salvación: nos revela
a Dios y nos comunica la vida sobrenatural. Ha venido al mundo
para comunicar a los hombres la gracia que quita el pecado y les
hace partícipes de la vida divina.
64. CR2 13 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 13
Existe un orden en la dispensación de la economía
salvífica: primero Cristo debía satisfacer el
pecado de la humanidad y merecer su
glorificación junto con nuestra salvación
(aspecto ascendente). Una vez exaltado como
Señor sobre todas las cosas a la diestra del
Padre, nos dispensa los bienes que nos había
ganado con su sangre y nos concede el don
del Espíritu Santo (aspecto descendente).
Estos dos aspectos están estrechamente unidos
en el designio divino: el don de la gracia
es fruto del sacrificio de Cristo.
65. CR2 14 de 55
MISTERIO DE LA REDENCIÓN, 14
El plan de Dios Padre es que los hombres entremos en comunión
con Él por medio del Verbo encarnado. La obra de Cristo debe
alcanzar a cada uno de los hombres.
Es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, quien,
con su poder infinito, alcanza a todos los hombres
de todos los tiempos, y hace que las acciones y
méritos de Cristo se puedan aplicar y tener eficacia
salvífica en cada uno. Hace posible que cada
uno pueda entrar en comunión con el Hijo de Dios,
se incorpore a Él y participe de la redención.
El Espíritu Santo se sirve de la Iglesia, “sacramento universal de
salvación”(Lumen gentium 48), para que los hombres encuentran
48
a Cristo y participen de la salvación.
67. CR2 15 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 1
Mediador es nombre de oficio. Se aplica a quien hace de medio
entre los que están separados para reconciliarlos, o para unirlos
de alguna forma.
En la economía divina, los mediadores no son
primariamente representantes del pueblo ante
el Señor, sino representantes de Dios. La
alianza y la salvación vienen de lo alto; no es
obra humana.
“Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de
su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre
Dios y los hombres” (CCE 480).
480
68. CR2 16 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 2
Cristo, mediador de la Nueva y eterna Alianza: las anteriores eran
parciales e imperfectas, pues no hacían a los hombres partícipes
de la intimidad divina. Jesús nos revela plenamente al Padre, quita el
pecado del mundo y establece la verdadera comunión de vida
entre Dios y los hombres.
Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres: sólo Él une
a los hombres con Dios (Jn 14, 6: “Nadie va al Padre sino por mí”).
6
Hay otros mediadores, pero subordinados a Cristo y
partícipes de su mediación. Existen grados de
mediadores subordinados (sólo Cristo repara el pecado y
comunica la gracia por sí mismo): 1) la Virgen María
Mediadora de todas las gracias, 2) los ángeles,
3) los santos, 4) los sacerdotes, 5) todos los cristianos.
69. CR2 17 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 3
1 Tim 2, 5-6: “Uno solo es el Mediador entre Dios y los hombres:
5-6
Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención de todos”.
Cristo en cuanto Dios no tiene condición de medio (no difiere del
Padre ni del Espíritu Santo). Tampoco la tiene simplemente por el
hecho de ser hombre. La tiene en cuanto es hombre lleno de gracia
y con su entrega (vivificada por esa plenitud de gracia) reconcilia
los hombres con Dios.
La unión hipostática es el fundamento de su
mediación: si Cristo no fuera Dios hecho
hombre, no tendría la plenitud de gracia y,
por tanto, no sería Mediador.
Cristo ejerce su mediación como Sacerdote, Profeta y Rey.
70. CR2 18 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 4
Cristo, Sacerdote de la nueva Alianza
El sacerdote es mediador entre Dios y los
hombres. Pero el término “mediador” es más
amplio que el de “sacerdote”. No toda
mediación es un sacerdocio (profetas, reyes, etc.).
La suya es la principal: consiste en unir y
reconciliar a los hombres con Dios quitando
el pecado. Ofrece sacrificios para reconciliarnos con Dios.
Cristo es el único y sumo Sacerdote que con su sacrificio nos
reconcilia con Dios. Todo otro sacerdocio (ministerial o común) es
participación de su sacerdocio y subordinado a él.
Su sacerdocio es distinto y superior al levítico, y es eterno.
71. CR2 19 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 5
Cristo, Profeta: mediador y plenitud de la revelación
Es mucho más que los profetas del AT y se
distingue de todos ellos: “en diversos
momentos y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros padres por medio de los
profetas. En estos últimos días nos ha hablado
por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2).
1-2
El Hijo de Dios, al venir a este mundo, como hombre, es el mediador
perfecto de la revelación pues nos manifiesta a Dios a quien ve
y oye. Él es la misma verdad.
Él es la plenitud de la revelación: es la Palabra única y perfecta del
Padre. Dios en su Verbo lo ha dicho todo: no habrá otra palabra
más que ésta. Nos libera de la ignorancia y del error.
72. CR2 20 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 6
Jesucristo, Rey
Cristo se presenta como Buen Pastor y Rey: “el pueblo de Dios
participa (...) en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza
atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección.
Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no
habiendo ‘venido a ser servido, sino a servir y dar su vida por muchos’
(Mt 20, 28). Para el cristiano, ‘servir a Cristo es reinar’
28
(Lumen gentium 36)” (CCE 786).
36 786
La Iglesia también ha presentado a Cristo como
Legislador (nos da la Ley nueva de la gracia y
de la caridad), o como Juez (dispensa la gracia
y el perdón de los pecados, y premia con la
gloria).
73. CR2 21 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 7
Dios quiso que la humanidad tuviera su principio en Adán. Éste
pecó no sólo como persona individual, sino también como cabeza
del género humano, y su acción implicaba a toda su descendencia
(cfr. Rom 5, 12-19). Cristo es el “nuevo” o “segundo” Adán.
12-19
Dios quiso que Jesucristo fuera el principio y la causa de la vida
sobrenatural de todos, el inicio de una humanidad redimida.
Adán y Cristo son principios de todo el género
humano: el primero en cuanto a la naturaleza y
al pecado, Cristo en cuanto a la salvación.
Cristo es el hombre nuevo y perfecto, superior a
Adán y a todos los hombres, el ejemplar de todos
los demás.
74. CR2 22 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 8
Cristo en cuanto hombre es Cabeza del géne-
ro humano. Tiene la misma naturaleza de los
hombres y es solidario con todos ellos.
Es Cabeza de los hombres porque tiene una
preeminencia sobre ellos por su plenitud de
gracia, en virtud de la cual es el más perfecto
y el ejemplar de cada uno de los hombres.
Es Cabeza del género humano porque es el principio de la gracia
de todos los hombres, el salvador de todos ellos.
El fundamento o raíz de la plenitud de gracia de Cristo hombre es
la unión hipostática: si Cristo no fuera Dios hecho hombre, no
sería Cabeza del género humano.
75. CR2 23 de 55
MEDIADOR Y CABEZA, 9
Solidaridad de Cristo con el género humano: 1) física,
de la sangre (comparte nuestra naturaleza, es hijo
de Adán); 2) moral e intencional por el amor (nace
de la libre voluntad de Jesús, de su amor, virtud que
une e identifica al amante con el amado y que hace
que las cosas del amado sean como propias; “me ha
amado y se ha entregado a sí mismo por mí”
(Gal 2, 20)).
20
Cristo representa a los hombres ante Dios y se ofrece por todos,
pero propiamente no nos sustituye: no decide por nosotros,
puesto que debemos arrepentirnos de los pecados e incorporarnos
voluntariamente a Él como miembros suyos; y tampoco nos
ahorra en esta vida las penas del pecado, incluida la muerte.
77. CR2 24 de 55
MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 1
“Toda la vida de Cristo es misterio de
Redención. La Redención nos viene ante todo
por la sangre de la cruz, pero este misterio está
actuando en toda la vida de Cristo” (CCE 517).
517
CCE 517 añade: “Ya en su Encarnación porque haciéndose pobre
nos enriquece con su pobreza; en su vida oculta donde repara nuestra
insumisión mediante su sometimiento; en su palabra que purifica
a sus oyentes; en sus curaciones y en sus exorcismos, por los
cuales él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades;
en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica”.
Jesús en todas sus obras “manifiesta plenamente el hombre al propio
hombre” (Gaudium et spes 22). Y todos sus actos son ejemplo y
22
enseñanza de vida para nosotros.
78. CR2 25 de 55
MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 2
Misterio de Navidad: Ha comenzado la
redención, el “admirable intercambio”
por el que el Creador del género humano,
haciéndose hombre y naciendo de una
virgen, nos hace partícipes de su divinidad.
Epifanía: manifestación de Jesús como Salvador del mundo.
Presentación de Jesús en el templo: Jesús es reconocido como
“signo de contradicción”; la espada de dolor predicho a la
Virgen anuncia la cruz.
Huida a Egipto y matanza de los inocentes: toda la vida de Cristo
estará bajo el signo de la persecución.
79. CR2 26 de 55
MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 3
La vida ordinaria de Jesús: el Verbo eterno ha redimido y santificado
así todas las realidades nobles con las que está entretejida la vida
común de los hombres. Obediencia de Jesús en lo cotidiano.
Vida de familia: Jesús la santifica; vida de trabajo:
Jesús dedicó la mayor parte de su vida a su
trabajo, con perfección y con espíritu de servicio.
Su trabajo se convierte en tarea divina, en “realidad
redimida y redentora; no sólo es el ámbito
en que el hombre vive, sino medio y camino de
santidad, realidad santificable y santificadora”
(San Josemaría, Es Cristo que pasa 47). 47
Hallado en el Templo: cumple la voluntad divina aunque sacrificio
e incomprensión..
80. CR2 27 de 55
MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 4
Misterios de la vida pública, 1
En su bautismo Jesús es manifestado como Hijo de Dios y
Mesías, y a partir de entonces comienza su ministerio público.
Es modelo del bautismo cristiano (nos hace hijos de Dios, el
Espíritu Santo desciende sobre nosotros y se no abre el acceso
al Cielo).
Las tentaciones de Cristo forman parte de
su victoria sobre el Maligno. Cristo nos
da ejemplo de cómo luchar contra el Maligno
y vencerle. “Fue probado en todo
igual que nosotros, excepto en el pecado”
(Hb 4, 15).
15
81. CR2 28 de 55
MISTERIOS VIDA TERRENA DE CRISTO, 5
Misterios de la vida pública, 2
La actividad de Jesús durante su vida pública se centra en la
predicación del Reino de Dios. Su predicación es asequible,
sencilla y clara, a la vez que exigente.
Jesús acompaña su doctrina con milagros.
Son signos del Mesías anunciado, señales
de su misión y de su divinidad.
Son comienzo y signo de la liberación de-
finitiva: anticipan la gran victoria de Jesús
sobre el “príncipe de este mundo” que será
definitivamente establecida con la cruz.
83. CR2 29 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 1
En la Muerte de Jesús, por encima de las causas
inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los
soldados- hay una causa de nivel más alto que
sólo puede ser conocida por la revelación: el
plan y la disposición de Dios que han permitido
los actos nacidos de la ceguera de los hombres
para realizar el designio de nuestra salvación.
Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su
arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras
de entrega a la voluntad divina.
Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del
mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan
a un bien mayor: la vida sobrenatural.
84. CR2 30 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 2
En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita
el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó
de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para
reparar el desorden del pecado en el hombre. El
sufrimiento, secuela del pecado original, recibe
un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo.
La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la
Pasión y Muerte de Cristo.
Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió
porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y
Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los
pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las
almas para Dios.
85. CR2 31 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 3
Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la
intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormentos
que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homicida
desde el principio (cfr. Jn 8, 44). Pero también los pecadores
44
son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristianos
la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598).
598
Nostra aetate 4: “Aunque las autoridades de los judíos con sus
4
seguidores reclamaron la muerte de Cristo, lo que se perpetró en su
pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que
vivían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha
de señalar a los judíos como reprobados por Dios
y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”.
86. CR2 32 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 4
Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su
Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó
libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa
entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo,
sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron.
Flp 2, 8: “Se humilló a sí
8
mismo haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de
cruz”.
Se trata de una obediencia vivida
por amor. El verdadero amor a
Dios se muestra cumpliendo
libremente su voluntad.
87. CR2 33 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 5
Jesús padeció por parte de los judíos, de los
gentiles y de los que le seguían (Judas, Pedro,
abandono...).
Padeció en su alma: todos los pecados de los
hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta,
caída de Judas, escándalo de sus discípulos,
humillaciones, injusticias, burlas e insultos.
Padeció en su cuerpo: flagelación,
coronación de espinas, crucifixión,
agonía en la cruz hasta la muerte.
88. CR2 34 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 6
“Mérito” es el derecho a un premio o retribución
por una obra realizada. Con relación a Dios, el
hombre propiamente no tiene ningún derecho ante
Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque
Él previa y libremente ha establecido retribuir algunas
acciones nuestras nacidas del amor. No aparece
la palabra en la Escritura, pero sí su contenido.
Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y
libertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión
mereció de modo particular.
Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para
todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como
Cabeza nuestra.
89. CR2 35 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 7
Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la entrega
de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa
la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado
(arrepentimiento, obras de penitencia).
CCE 615: “Por su obediencia hasta la
615
muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución
del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo
en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de
muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas
culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12).
10-12
Jesús repara por nuestras faltas y satisface
al Padre por nuestros pecados”.
90. CR2 36 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 8
La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una
satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18).
18
El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho
solidario por amor con nosotros pecadores,
representándonos a todos y llevando las
penalidades de nuestro pecado, como víctima
del pecado, intercede por todos para
cancelar nuestra falta. Así se deben interpretar
algunos textos de la Escritura como
2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado
Dios le hizo pecado por nosotros”) o
Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de
la Ley haciéndose por nosotros maldición”).
91. CR2 37 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 9
Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de
algo propio, signo de la entrega interior a Dios
y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos
con Él.
El valor del sacrificio exterior está en ser signo
del sacrificio interior o espiritual (entrega del
alma a Dios por amor), elemento principal del
sacrificio.
La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece
voluntariamente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios.
Por parte de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio,
Sino iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente
y por amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio.
92. CR2 38 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 10
Cristo no sólo mereció que Dios
Padre nos otorgue la gracia, sino
que el mismo Cristo es quien nos
la comunica. La salvación de cada
uno procede de nuestra Cabeza,
como la vida de los sarmientos
procede de la vid.
La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede
ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la
humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para
comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres.
Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder
divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia.
93. CR2 39 de 55
PASIÓN Y MUERTE, 11
La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya
que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su
amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pecado
(apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e
imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios
(aunque a veces suponga cargar con la cruz).
La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del
dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri-
mientos ni nos evita la muerte, pero los ha
transformado. Ahora esas penalidades no son
una simple pena del pecado, sino que sirven
de purificación y de mérito, son participación
de su cruz y de su obra redentora, son camino
de la salvación y de la verdadera vida.
95. CR2 40 de 55
GLORIFICACIÓN, 1
Para el racionalismo sólo son “históricos” aquellos sucesos cuyas
causas y efectos son intramundanos y comprobables por la
experiencia. Por eso según la crítica histórica, en la mente de los
discípulos poco a poco se fue abriendo la creencia de la resurrección,
que realmente nunca aconteció: fue la fe en Jesús la que creó la
idea de la resurrección.
Otros autores, aun aceptando la verdad de
la Resurrección, la califican como
acontecimiento “ahistórico” o “metahistórico”
y no “histórico”. Riesgo de negarla, porque
en el lenguaje usual, lo que no es histórico no
se puede decir que haya ocurrido
verdaderamente.
96. CR2 41 de 55
GLORIFICACIÓN, 2
La Escritura insiste de muchas formas en la realidad de la
Resurrección (ej. Lc 24, 34: “¡El Señor ha resucitado realmente y se
34
ha aparecido a Simón!”). La Tradición repite que Jesús resucitó
verdaderamente. Es un acontecimiento real verificado en un
marco preciso de lugar y tiempo, con manifestaciones
históricamente comprobadas por testigos fiables que nos lo
transmitieron.
Signos suficientes como para poder afirmar
que verdaderamente sucedió: el sepulcro
vacío y la comprobación por las apariciones
de Jesús resucitado.
Goza al menos de la misma historicidad
que cualquier otro suceso real acaecido
en el pasado.
97. CR2 42 de 55
GLORIFICACIÓN, 3
CCE 643: “Ante estos testimonios es imposible interpretar la
643
Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerla como
un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los
discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y muerte
en cruz de su Maestro (...). Los evangelios, lejos de mostrarnos
una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan
a los discípulos abatidos (‘la cara sombría’: Lc 24, 17) y asustados.
17
Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro
y ‘sus palabras les parecían como desatinos’ (Lc 24, 11). Cuando Jesús
11
se manifiesta a los once en la tarde de Pascua, ‘les echó en cara
su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes
le habían visto resucitado’ (Mc 16, 14)”. CCE 644: “Muy al contrario,
14 644
su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina
de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”.
98. CR2 43 de 55
GLORIFICACIÓN, 4
“Acontecimiento histórico demostrable por
la señal del sepulcro vacío y por la realidad
de los encuentros de los Apóstoles con Cristo
resucitado, no por ello la Resurrección
pertenece menos al centro del Misterio de
la fe en aquello que trasciende y sobrepasa a
la historia” (CCE 647).
647
La Resurrección es objeto de fe en cuanto 1) intervención trascendente
de Dios mismo en la historia: es obra de la Santísima Trinidad;
2) glorificación de Cristo (perfecta participación de su humanidad
en la vida divina); 3) al sentido y valor salvífico que tiene
para nosotros (Cristo resucitado es nuestro Salvador que nos libra
del pecado y nos comunica la vida de Dios).
99. CR2 44 de 55
GLORIFICACIÓN, 5
Según las Escrituras, el Padre resucita a Jesús
(ej. Hch 2, 24), el Hijo resucita por su propia
24
virtud y poder (ej. Jn 10, 17-18), el Espíritu
17-18
Santo resucita a Jesús (ej. Rom 8, 11). Es una
11
obra de la omnipotencia divina común a las
tres divinas Personas de la Santísima Trinidad
(ej. 2 Cor 13, 4).
4
La Resurrección de Cristo no es una vuelta a la vida terrena, sino
un paso a otra vida más allá del tiempo y del espacio. Su cuerpo
es glorioso: es al mismo tiempo auténtico (material) y espiritual.
Puede aparecer donde, cuando y como quiere (propiedades de
agilidad y sutileza); es glorioso e incorruptible e inmortal
(propiedades de gloria e impasibilidad).
100. CR2 45 de 55
GLORIFICACIÓN, 6
“La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe
en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como
verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición,
establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada
como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la
Cruz” (CCE 638).
638
La Resurrección de Cristo revela su divinidad (pero
hace falta la fe para captar y confesarla pues en sus
apariciones la divinidad no es visible). Revela también
que Cristo es el Salvador del mundo: aunque
desde su Encarnación Jesús era el Hijo de Dios y el
Mesías, en su Resurrección se manifestó su condición
de Salvador poderoso de todos los que creen
en Él.
101. CR2 46 de 55
GLORIFICACIÓN, 7
La Resurrección de Cristo confirma la veracidad de su doctrina.
Es la “señal de Jonás” (Mt 12, 38), el Templo reconstruido en
38
tres días (“hablaba del santuario de su cuerpo” (Jn 2, 20-21)).
20-21
Los judíos entendieron el significado de sus palabras: pusieron
custodia en el sepulcro y lo sellaron (cfr. Mt 27, 62-66).
62-66
La Resurrección de Cristo es principio
y causa de nuestra resurrección futura.
Es también principio de nuestra
resurrección espiritual, la fuente de la
nueva vida del alma.
La gracia que nos libera del pecado y nos hace justos proviene del
Resucitado: es participación de la vida divina, nos hace hijos de
Dios.
102. CR2 47 de 55
GLORIFICACIÓN, 8
La Ascensión del Señor es un acontecimiento
a la vez histórico y trascendente.
Con la Ascensión se completa la manifestación
de la gloria de Cristo comenzada con su
Resurrección.
Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nos precede: con su Ascensión nos
ha abierto el acceso a la vida y a la felicidad de Dios en el cielo.
Jesucristo, Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, en el cielo
intercede sin cesar por nosotros. Constituido Señor con poder a la
derecha del Padre, nos comunica los dones divinos por la acción
del Espíritu Santo.
103. CR2 48 de 55
GLORIFICACIÓN, 9
La versión griega del AT (LXX) tradujo el nombre
de Yahvé con el cual Dios se reveló a Moisés (Ex
3, 14) por “Kyrios” (Señor). Desde entonces fue
14
el nombre más habitual para designar a Dios.
El NT utiliza el título “Señor” para Jesús: expresa
así la divinidad de Cristo.
La acción de sentarse a la derecha del Padre significa la entronización
de Jesús como Rey y la inauguración de su reinado. Es Rey
desde su Encarnación (cfr. Lc 1, 33; Jn 18, 33-37), pero también
33 33-37
por habernos rescatado al precio de su sangre, y se manifiesta como
“Rey de reyes y Señor de señores” a partir de su glorificación.
Su reino es sobrenatural, eterno, no tendrá fin. Su reinado es
universal..
105. CR2 49 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 1
La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere
que todos los hombres se salven participando de la redención de
su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15).
15
Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su
vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la
cooperación del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación.
Se llama “redención subjetiva” a la participación
de los frutos de la obra de Cristo en cada
uno de los hombres. Por la acción del Espíritu
Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salvación,
pero el hombre puede rechazar la gracia
que se le ofrece.
106. CR2 50 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 2
La omnipotencia divina alcanza a todos
los hombres y hace que las acciones y
méritos de Cristo se puedan aplicar y
puedan tener eficacia salvífica en cada
uno. Aunque ese poder es común a las
tres Personas divinas, se suele apropiar
al Espíritu Santo.
La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo, tiene una relación indispensable
con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal de salvación”
(Lumen gentium 48). Toda la gracia proviene de Cristo, es
48
comunicada por el Espíritu Santo, y está misteriosamente relacionada
con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es necesaria para la salvación,
pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se
hace presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14).
14
107. CR2 51 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 3
El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede
recibir los frutos de su obra redentora. El hombre se une a Cristo
por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia.
Fe viva: nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el
origen de toda justificación. La fe viva obra por la caridad, está
acompañada por el arrepentimiento y por obras.
Sacramentos: nos hacen participar de los frutos de
la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin
él no hay unión con nuestro Salvador ni vida
sobrenatural y es necesario para la salvación) y la
Eucaristía (hace a los fieles que le reciben una cosa con
Él, y les comunica la vida eterna).
108. CR2 52 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 4
Ciertamente Dios concede a todos los hombres
la gracia que salva (dada por medio de Cristo
en el Espíritu, y que tiene relación con la Iglesia).
Pero desconocemos el modo como la gracia
llega a los no cristianos. Es claro que cada
uno de ellos tendrá que acoger libremente ese
don divino para salvarse.
Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres: 1) nos libera
del pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la
pena, en lo que se refiere tanto al alma como al cuerpo: de la
ignorancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y
de la muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace
partícipes de la vida divina y nos ha conseguido la vida eterna.
109. CR2 53 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 5
Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y
amistad con Dios; 2) renovación interior del hombre nuevo por
la participación de la vida divina; 3) liberación de la muerte y
resurrección de los cuerpos.
En la reparación de la vida del alma, dos
aspectos: liberación del pecado por la Pasión, nueva
vida del alma por la Resurrección de Cristo.
En la reparación de la vida corporal también:
destrucción de la muerte por la Muerte de
Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurrección por la
Resurrección de Cristo.
110. CR2 54 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 6
La salvación es una realidad
principalmente escatológica: se dará
completa cuando Cristo reaparezca
con gloria al fin del mundo y todos
sus enemigos sean puestos bajo
sus pies.
Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está
salvado), aunque todavía no es completa. Ahora ya
poseemos realmente la semilla de vida eterna y por
eso tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud.
111. CR2 55 de 55
FRUTOS DE LA REDENCIÓN, 7
María no sólo ha recibido la más perfecta
participación de los frutos de la salvación
(sin pecado, llena de gracia, en cuerpo y alma en el
Cielo), sino que también ha sido asociada de un
modo singular y eminente a la persona de
Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Madre
en el orden de la gracia.
Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y
“la Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado:
lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de
los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se
unan más íntimamente al Mediador y Salvador” (Lumen gentium 62). 62
Se va y se vuelve a Jesús por María.