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Antología de textos poético-amorosos
JARCHAS
Del libro: Piénsame el amor y te comeré el corazón
1.
¡Tanto amar, tanto amar
Amado, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
Y duelen tanto.
2.
!No me muerdas amigo! !No,
!no quiero al que hace daño!
El corpiño [es] frágil. !Basta!
A todo me niego.
3.
Mi pena es a causa de un hombre violento: si
salgo,
con males me veré.
No me deja mover o soy recriminada.
Madre, dime, qué haré.
4.
¿Qué haré o qué será de mí?
!Amigo mío,
no te vayas de mi lado!
5.
Oh, si no cesa la locura (de amor),
enseguida moriré.
Traed mi vino de (casa de) Ga´far,
acaso sanaré.
6
Decidme:
¿cuándo mi señor, oh amigos,
querrá, por Dios,
darme su medicina?
7.
!Oh madre, mi amigo
se va y no vuelve!
Dime qué haré, madre,
si mi pena no afloja.
8.
Vete, desvergonzado, y sigue tu camino,
que no vienes a mí con buena intención.
2	
9.
Dije: “Cómo
reanima a una boquita
algo dulce como eso”
10.
!Oh corazón mío, que quieres amar bien!
Mi corderito
se va y tú no le dejas de amar.
11.
Mi señor Ibrahim,
oh tú hombre dulce
vente a mí
de noche.
Si no, si no quieres,
ireme a tí,
dime dónde
encontrarte.
12.
Sí, sí, ven. oh señor mío.
Cuando vengáis,
la boquita roja
alimentaré (con besos) como a la paloma
rojiza.
13.
La muerte es mi estado,
porque mi estado (es) desesperado.
¿Qué haré, oh madre mía?
El que me mima va a marcharse.
14.
!Alba de mi fulgor!
!Alma de mi alegría!
No estando el espía
esta noche quiero amor.
15.
No se queda ni me quiere decir
palabra.
No dormiré con el seno abrasado,
madre.
16.
Me voy a Sevilla
en traje de mercader
(para) quebrar los muros
3	
de Ibn Muhâgir.
17.
Carita bella, buena: dime de dónde vienes.
Te dejo que ames a otra,
(si) a mí también me quieres.
ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
Yo me estaba reposando
anoche como solía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos se dormían.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante:
La muerte que Dios te envía.
- ¡Hay muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
- Un día no puedo darte,
- una hora tienes de vida.
Muy deprisa se levanta,
más deprisa se vestía.
Ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
- ¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta niña!
- ¿La puerta cómo he de abrirte
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya nunca más me abrirías;
la muerte me anda buscando,
junto a ti vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía,
4	
te echaré cordel de seda
para que subas arriba,
si la seda no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
Ya trepa por el cordel,
ya toca la barandilla,
la fina seda se rompe,
él como plomo caía.
La Muerte le está esperando
abajo en la tierra fría:
Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.
GONZALO DE BERCEO
Milagros de Nuestra Señora
MILAGRO II EL SACRISTÁN IMPÚDICO
Amigos, si quisierais un poco esperar,
Aún otro milagro os querría contar
Que por Santa María se dignó Dios mostrar,
De cuya leche quiso con su boca mamar.
Hubo un monje bendito en una mongía (1),
El lugar no lo leo, decir no lo sabría.
Quería de corazón bien a Santa María,
Ante su imagen se inclinaba cada día.
Ante su imagen se inclinaba cada día:
Se arrodillaba, decía Ave María.
El abad (2) del monasterio le dio la sacristanía (3),
Pues por libre de locura, por cuerdo, lo tenía.
El enemigo malo, de Belcebú vicario (4),
Siempre ha sido y es de los buenos contrario.
Tanto maquinó el sutil adversario
Que corrompió al monje, lo hizo fornicario (5).
Tomó un mal hábito el loco pecador:
De noche, cuando se había acostado el prior (6),
Cruzando la iglesia dejaba su habitación.
Corría el deshonesto a la mala labor.
Tanto a la salida como a la entrada,
Por delante del altar pasaba.
La genuflexión (7) y el Ave acostumbradas
Nunca se le olvidaba.
5	
Corría un caudaloso río cerca de la mongía (1).
Lo tenía que pasar el monje cada día.
Cuando de cumplir su locura venía,
Se cayó y se ahogó fuera de la freiría (8).
Cuando llegó la hora de maitines cantar,
No había sacristán que pudiese llamar.
Levantáronse todos de su lugar,
Fueron a la iglesia para al fraile despertar.
Abrieron la iglesia como mejor supieron,
Buscaron al sacristán, encontrarlo no pudieron.
Para arriba y para abajo tanto anduvieron
que donde yacía ahogado, allí lo vieron.
Lo que había ocurrido no lo podían imaginar.
Si murió o lo mataron no lo sabrían determinar.
Era muy grande la angustia y mayor el pesar,
pues por esto mala fama ganó el lugar.
Mientras yacía muerto el cuerpo en el río,
Digamos del alma en qué pleito se vío:
Vinieron de diablos por ella gran gentío
Para llevarla al infierno, de deleites bien vacío.
Mientras que los diablos la traían como a pella (9),
La vieron los ángeles, descendieron hasta ella.
Hicieron los diablos muy gran querella:
Que suya era, que se alejasen de ella.
No tenían los ángeles razón para disputarla,
pues tuvo un mal fin, como fue sin falla.
Quitársela no pudieron. Valía una agalla (10).
Tuvieron que dejar, tristes, la batalla.
La socorrió la Gloriosa, reina universal,
pues tenían los diablos en mente toda clase de mal.
Les mandó esperar. No osaron continuar.
Les movió pleitesía (11) firme y muy cabal.
Dijo la Gloriosa, palabra adornada:
"Con este alma, locos, no tenéis que ver nada.
Mientras estuvo en su cuerpo, a mí se encomendaba.
Sería una injusticia que ahora la desamparara."
De la otra parte respondió el vocero (12),
Un diablo sabio, sutil y muy puntero (13):
"Eres madre de un juez derechero (14)
a quien no le gusta la violencia y que es justiciero (15).
6	
Escrito está que el hombre, cuando ha finado,
por las cosas buenas o malas debe ser juzgado.
Si este decreto por ti fuere quebrantado,
El meollo del Evangelio queda destrozado."
Respondió la Gloriosa: "Dices cosas necias.
Nada te reprocho, pues eres una cautiva bestia.
Cuando salió de casa, me pidió licencia.
Por el pecado que cometió, yo le pondré penitencia.
Obligaros sería una inconveniencia,
Mas apelo a Cristo, a su audiencia,
Que es poderoso y está lleno de sapiencia.
De su boca quiero oír su sentencia."
El Rey de los cielos, juez sabedor,
Decidió esta contienda, no lo veréis mejor:
Mandó devolver el alma al cuerpo el Señor.
Recibiría de lo que fuese merecedor.
Estaba el convento triste y turbado
Por este mal ejemplo que les había pasado:
Resucitó el fraile aunque ya había finado.
Como era de esperar, todos se espantaron.
Les habló el buen hombre. Les dijo: "Compañeros,
Muerto estuve y vivo estoy. De esto sed bien certeros.
Alabada sea la Gloriosa, que salva a sus obreros,
Que me libró de manos de malos guerreros."
Contoles por su lengua toda la letanía (16):
Qué dijeron los diablos, qué Santa María,
Cómo ella lo libró de su podestadía (17):
Si por ella no fuese, habría sido un negro día.
Dieron a Dios gracias de buena voluntad,
A la santa Reina, madre de piedad,
Que hizo tal milagro por su benignidad,
Por quien está más firme toda la cristiandad.
Confesose el monje e hizo penitencia,
Se curó por completo de su incontinencia,
Sirvió a la Gloriosa mientras tuvo potencia,
Murió cuando Dios quiso sin ninguna pendencia.
Requiescat in pace cum divina clementia.
Muchos milagros y mucho más granados
Hizo Santa María con sus encomendados.
Ni una milésima parte por ningún hombre podría ser contados,
Mas de los que sepamos quedaréis bien pagados (18).
7	
Notas
1 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
2 Abad: superior de un monasterio de hombres. (RAE)
3 Empleo de sacristán; es decir, debía ayudar al sacerdote en el servicio del altar y cuidar de los
ornamentos y de la limpieza y aseo de la iglesia y sacristía. (RAE)
4 Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. (RAE)
5 Fornicador (RAE)
6 Prior: segundo prelado después del abad. (RAE)
7 Acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de
reverencia. (RAE)
8 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
9 Traer a pella a alguno, mortificarle, burlarse, jugar con él como con pelota. (Vocabulario general de
las obras de Gonzalo de Berceo)
10 En la expresión Valient una agalla, lo mismo que valor de una agalla, denotando el desprecio
hacia alguna cosa. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
11 Muestra reverente de cortesía. (RAE)
12 Abogado. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo)
13 Preciso, exacto. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
14 Justo. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral)
15 Que observa y hace observar estrictamente la justicia. Que observa estrictamente la justicia en el
castigo de los delitos. (RAE)
16 En este caso, hay que entenderlo como "historia".
17 Potestad: Dominio, poder, jurisdicción o facultad que se tiene sobre algo. (RAE)
18 Ufano, satisfecho de algo. (RAE)
MILAGRO III: EL CLÉRIGO Y LA FLOR
"De un clérigo leemos que era de sesos ido,
y en los vicios del siglo fieramente embebido;
pero aunque era loco tenía buen sentido:
amaba a la Gloriosa de corazón cumplido.
Como quiera que fuese al mal acostumbrado,
en saludarla siempre era bien acordado;
y no iría a la iglesia, ni a otro mandado
sin que antes su nombre no hubiera aclamado.
Decir no lo sabría por qué causa o razón
(nosotros no sabemos si se lo buscó o no)
dieron sus enemigos asalto a este varón
y hubieron de matarlo, déles Dios su perdón.
Los hombres de la villa, y hasta sus compañeros,
que de lo que pasó no estaban muy certeros,
afuera de la villa, entre unos riberos
se fueron a enterrarlo, mas no entre los diezmeros.
Pesóle a la Gloriosa por este enterramiento,
porque yacía su siervo fuera de su convento;
8	
aparecióse a un clérigo de buen entendimiento
y le dijo que hicieron un yerro muy violento.
Ya hacía treinta días que estaba soterrado:
en término tan luengo podía ser dañado;
dijo Santa María: "Es gran desaguisado
que yazga mi notario de aquí tan apartado.
Te mando que lo digas: di que mi cancelario
no merecía ser echado del sagrario;
diles que no lo dejen allí otro treintenario
y que con los demás lo lleven al osario."
Preguntóle el clérigo que yacía adormentado:
"Quién eres tú que me hablas? Dime quién me ha mandado,
que cuando dé el mensaje, me será demandado
quién es el querelloso, o quién el soterrado".
Díjole la Gloriosa: "Yo soy Santa María,
madre de Jesucristo que mamó leche mía;
el que habéis apartado de vuestra compañía
por cancelero mío con honra lo tenía.
El que habéis soterrado lejos del cementerio
y a quien no habéis querido hacerle ministerio
es quien me mueve a hacerte todo este reguncerio:
si no lo cumples bien, corres peligro serio".
Lo que dijo la dueña fue pronto ejecutado:
abrieron el sepulcro como lo había ordenado
y vieron un milagro no simple, y sí doblado;
este milagro doble fue luego bien notado.
Salía de su boca, muy hermosa, una flor,
de muy grande hermosura, de muy fresco color,
henchía la plaza con su sabroso olor,
que no sentían del cuerpo ni un punto de hedor.
Le encontraron la lengua tan fresca, y tan sana
como se ve la carne de la hermosa manzana:
no la tenía tan fresca cuando a la meridiana
se sentaba él hablando en medio la quintana.
Vieron que esto pasó gracias a la Gloriosa,
porque otro no podría hacer tamaña cosa:
trasladaron el cuerpo cantando "Specïosa",
más cerca de la iglesia a tumba más preciosa.
9	
Todo hombre del mundo hará gran cortesía
si hiciere su servicio a la Virgo María:
mientras vivo estuviere, verá placentería,
y salvará su alma al postrimero día".
MILAGRO VIII: EL ROMERO DE SANTIAGO
Un fraile de su casa Giraldo era llamado,
antes que fuese monje no era muy enseñado,
de vez en vez hacía locuras y pecado
como hombre soltero que vive sin cuidado.
Vínole al corazón, tal como estaba, un día,
al apóstol de España irse de romería;
dispuso sus asuntos, buscó su compañía,
y ajustaron el término que tomarían su vía.
Cuando iban a salir, hizo una enemiga:
no guardó penitencia, como la ley obliga,
en vez de hacer vigilia se acostó con su amiga
y metióse en camino con esta mala ortiga.
El enemigo antiguo siempre fue gran traidor,
y es de toda enemiga maestro sabedor;
a las veces semeja un ángel del Criador
y es en vez diablo fino de mal sonsacador.
El falso transformóse en ángel verdadero,
parósele delante en medio de un sendero:
«Seas el bienvenido -le dijo a este romero-;
me pareces de veras simple como un cordero.
Saliste de tu casa por venir a la mía,
cuando salir quisiste hiciste una folía:
piensas sin penitencia cumplir tal romería;
no te agradecerá esto Santa María.»
¿Y quién sois vos, señor?» preguntóle el romero
Respondióle: «Santiago, hijo de Zebedeo.
Sábelo bien, amigo, andas en devaneo;
parece que no tienes de salvarte deseo.»
Dijo entonces Giraldo: « Señor, ¿qué me mandáis?
Yo quiero cumplir todo aquello que digáis,
porque veo que hice grandes iniquidades,
que no tomé el castigo que dicen los abades.»
Dijo el falso Santiago: «Éste es el juicio:
que te cortes los miembros que hacen el fornicio;
10	
así que te degüelles harás a Dios servicio,
que de tu carne misma le harás tú sacrificio.»
Creyólo el infeliz, loco desconsejado:
sacó su cuchillejo que tenía amolado,
cortó sus genitales el malaventurado,
así se degolló, murió descomulgado.
El que le dio el consejo con sus atenedores,
los grandes y los chicos, menudos y mayores,
a su alma trabaron esos falsos traidores,
y llevábanla al fuego, a los malos sudores.
Y mientras la llevaban, no de buena manera,
Santiago los vio, suyo el romero era,
salióles a gran prisa por aquella carrera,
se les paró delante por la faz delantera.
«Dejad -dijo-, malillos, la presa que lleváis,
porque no os pertenece tanto como pensáis;
tratadla con cuidado y fuerza no le hagáis,
que no podréis con ella, aunque bien lo queráis.»
Os emplazo ante el juicio de la Virgo María,
ante ella me clamo en esta pleitesía.
Yo de otra manera no os abandonaría,
pues veo que traéis muy gran alevosía.»
Dijo Ella: «Yo esto mando y doylo por sentencia:
el alma por la cual sostenéis la pendencia
ha de volver al cuerpo y hacer su penitencia;
luego como merezca recibirá la audiencia.»
Levantóse el cuerpo que yacía trastornado,
limpiábase la cara Giraldo el degollado:
estuvose un momento medio desconcertado,
como el hombre que duerme y despierta enojado.
De todo lo otro estaba bien sano y mejorado,
fuera de un hilito que tenía atravesado;
mas lo de la natura, cuanto que fue cortado,
no le volvió a crecer, y quedó en ese estado
Rindió gracias a Dios y a su madre María,
y al apóstol tan santo do va la romería;
se apresuró a marchar, se unió a su compañía,
tenían con el milagro su solaz cada día.
Don Hugo, hombre bueno, que era de Cluny abad,
varón muy religioso y de gran santidad,
11	
contaba este milagro que aconteció en verdad;
poniéndolo en escrito hizo gran honestad.
Giraldo finó en la orden, vida muy buena haciendo,
con dichos y con hechos a su Criador sirviendo,
en bien perseverando, del mal arrepintiendo;
el enemigo malo de él no se fue riendo.
JUAN RUIZ. ARCIPRESTE DE HITA
Libro del Buen Amor
De cómo el amor vino al arçipreste, et de la pelea que con él ovo el dicho
arçipreste
Direvos una pelea, que una noche me vino,
pensando en mi ventura sañudo et non con vino: (sañudo=fiero)
un homen grande, fermoso, mesurado a mí vino:
yo le pregunté quién era, dixo: «Amor, tu vecino.
»Con saña que tenía, fuilo a denostar: (denostar=amonestar)
díjele': «Si Amor eres, no puedes aquí estar,
eres mentiroso, falso en muchos enartar,
salvar non puedes uno, puedes çient mil matar.
Con engaños et lisonjas, et sotiles mentiras (lisonjas=halagos)
emponzoñas las lenguas, envenenas tus viras, (viras=flechas)
el que mejor te sirve, a él fieres, quando tiras,
párteslo del amiga al homen que aíras. (aíras=enfureces)
Traes enloqueçidos a muchos con tu saber,
fázeslos perder el sueño, el comer, e el beber,
fazes a muchos homes tanto se atrever
en ti, fasta que el cuerpo e el alma van perder.
Non tienes regla çierta, ni tienes en ti tiento,
a las vegadas prendes con gran arrebatamiento,
a veses poco a poco con maestrías çiento;
de quanto yo te digo, tú sabes que non miento.
Desque los homes prendes, non das por ellos nada,
tráeslos de hoy en cras en vida muy penada, (cras=mañana)
fazes al que te cree sufrir en tu mesnada, (mesnada=ejército)
et por plazer poquillo andar luenga jornada.
Eres tan enconado, que do fieres de golpe, (enconado=persistente)
non lo sana medicina, emplasto, nin jarope, (jarope=jarabe)
non sé fuerte nin reçio que se contigo tope,
que no l' debatas luego por mucho que se enforçe.
De cómo enflaqueces las gentes e las dañas,
muchos libros hay d'esto, de cómo las engañas
con tus muchos doñeos e con tus malas mañas (doñeos=halagos)
siempre tiras la fuerça, dícenlo en fazañas.
12	
Cómo fue a hablar con doña Endrina el Arcipreste
¡Ay! ¡Cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza!
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buena andanza!
Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza.
Pero tal lugar no era para hablar en amores;
a mí luego me vinieron muchos miedos y temblores,
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores:
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores.
Unas palabras tenía pensadas para decir;
el miedo a la compañía me hace otras departir,
apenas me conocía ni sabía por dónde ir,
con mi voluntad mis dichos no se podían seguir.
Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta;
a veces mal atado el perro tras la puerta.
Bueno es jugar hermoso, echar una cubierta;
donde es lugar seguro bien es hablar, cosa cierta.
Aquí fabla de la respuesta que don Amor dio al Arcipreste
Busca muger de talla, de cabeça pequeña,
cabellos amarillos, non sean de alheña, (de alheña=pajizos)
las çejas apartadas, luengas, altas, en peña,
angosta de carriellos: ¡esta es talla de dueña!. (angosta=estrecha)
Ojos grandes, fermosos, pyntados, relucientes,
e de luengas pestañas, byen claras e reyentes,
las orejas pequeñas, delgadas; paral mientes, (=presta atención)
si ha el cuello alto, tal quieren las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos,
eguales e bien blancos, un poco apartadillos,
las enzivas bermejas, los dientes agudillos, (enzivas=encías)
los labios de la boca bermejos, angostillos.
La su boca pequena, así de buena guisa, (guisa=manera)
la su faz sea blanca, sin pelos, clara e lisa,
puña de haver muger que la vea en camisa, (puña=esfuérzate)
que la talla del cuerpo te dirá ésta a guisa.
De lo que acontesçió al Arcipreste con la serrana y de las figuras della
Avía la cabeça mucho grand syn guisa, (syn guisa=deforme)
cabellos muy negros, mas que corneja lisa, (corneja=especie de cuervo)
ojos hondos, bermejos, poco e mal devisa, (mal devisa=miope)
mayor es que de osa su pisada do pisa.
Las orejas mayores que de añal borrico,
el su pescueço negro, ancho, velloso, chico,
las narizes muy gordas, luengas, de çarapico. (çarapico=pájaro picudo)
Bevería en pocos días caudal de buhón rico, (buhón rico=río grande)
13	
su boca de alana e los rostros muy gordos, (alana=perra tipo bulldog)
dientes anchos e luengos, asnudos e moxmordos, (=amontonados)
las sobreçejas anchas e más negras que tordos;
los que quieren casarse, aquí non sean sordos.
Mayores que las mías tiene sus prietas barbas, (prietas=negras)
y non vi en ella ál, mas si tú en ella escarbas, (ál=otra cosa)
creo que hallarás de las chufetas darbas; (chufetas=burlas)
valdría se te más trillar en las tus parvas.
Mas, en verdat, si bien vi fasta la rodilla,
los huesos mucho grandes, la zanca non chiquilla, (zanca=pierna)
de las cabras de fuego una grand manadilla, (manadilla=vejiga)
sus tobillos mayores que de una añal novilla.
Más ancha que mi mano tiene la su muñeca,
vellosa, pelos grandes, pero non mucho seca,
boz gorda e gangosa, a todo homne enteca, (enteca=hace débil)
tardía como ronca, desdonada e hueca. (desdonada=desapacible)
El su dedo chiquillo mayor es que mi pulgar,
piensa de los mayores si te podrías pagar;
si ella algund día te quisiese espulgar,
bien sentiría tu cabeça que son viga de lagar.
GARCILASO DE LA VEGA
SONETO II
En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;
mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:
¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
SONETO III
La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.
14	
Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía;
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.
De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello;
mas no de veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo,
y si éste lo es, tampoco podré habello.
SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
SONETO VI
Por ásperos caminos he llegado
a parte que de miedo no me muevo;
y si a mudarme a dar un paso pruebo,
y allí por los cabellos soy tornado.
Mas tal estoy, que con la muerte al lado
busco de mi vivir consejo nuevo;
y conozco el mejor y el peor apruebo,
o por costumbre mala o por mi hado.
Por otra parte, el breve tiempo mío,
y el errado proceso de mis años,
en su primer principio y en su medio,
15	
mi inclinación, con quien ya no porfío,
la cierta muerte, fin de tantos daños,
me hacen descuidar de mi remedio.
SONETO IX
Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;
tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.
En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.
Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.
SONETO XV
Si quejas y lamentos pueden tanto,
que enfrenaron el curso de los ríos,
y en los diversos montes y sombríos
los árboles movieron con su canto;
si convertieron a escuchar su llanto
los fieros tigres, y peñascos fríos;
si, en fin, con menos casos que los míos
bajaron a los reinos del espanto,
¿por qué no ablandará mi trabajosa
vida, en miseria y lágrimas pasada,
un corazón conmigo endurecido?
Con más piedad debría ser escuchada
la voz del que se llora por perdido
que la del que perdió y llora otra cosa.
SONETO XVIII
Si a vuestra voluntad yo soy de cera,
y por sol tengo sólo vuestra vista,
la cual a quien no inflama o no conquista
16	
con su mirar, es de sentido fuera;
¿de do viene una cosa, que, si fuera
menos veces de mí probada y vista,
según parece que a razón resista,
a mi sentido mismo no creyera?
Y es que yo soy de lejos inflamado
de vuestra ardiente vista y encendido
tanto, que en vida me sostengo apenas;
mas si de cerca soy acometido
de vuestros ojos, luego siento helado
cuajárseme la sangre por las venas.
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
SONETO XXXVIII
Estoy continuo en lágrimas bañado,
rompiendo el aire siempre con sospiros;
y más me duele el no osar deciros
que he llegado por vos a tal estado;
que viéndome do estoy, y lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huiros,
desmayo, viendo atrás lo que he dejado;
y si quiero subir a la alta cumbre,
a cada paso espántanme en la vía,
17	
ejemplos tristes de los que han caído.
sobre todo, me falta ya la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.
GUTIERRE DE CETINA
MADRIGAL
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
SONETO
Vos sois todo mi bien, vos lo habéis sido;
si he dicho alguna vez, señora mía,
que habéis sido mi mal, no lo entendía:
hablaba con pasión o sin sentido.
Yo soy todo mi mal, yo lo he querido;
de mí viene, en mí nace, en mí se cría;
tan satisfecha de él mi fantasía,
que el mal no piensa haber bien merecido.
Vos fuisteis, vos seréis mi buena suerte;
si el mal desvarïar me hace al cuanto,
esta es mi voluntad libre y postrera.
Pues si, con verme al punto de la muerte,
por ser por vos el mal lo tengo en tanto,
¡ved que hiciera el bien si lo tuviera!
SAN JUAN DE LA CRUZ
CÁNTICO ESPIRITUAL
¿Adónde te escondiste,
18	
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.
Pastores, los que fueres
allá por las majadas al otero,
si por ventura vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
no cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
vestidos los dejó de su hermosura.
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de veras;
no quieras enviarme
de hoy más mensajero
que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjanme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas, ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viendo donde vives,
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
19	
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.
Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no aparezca nadie en la campiña.
Detente, cierzo muerto;
ven, astro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran tus olores,
20	
y pacerá el Amado entre las flores.
(...)
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada;
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.
Nuestro lecho florido,
de cueva de leones enlazado,
en púrpura teñido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes recorren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que, andando enamorada,
21	
me hice perdediza y fui ganada.
De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que veían.
No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.
La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las verdes riberas ha hallado.
En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
22	
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
El aspirar el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
NOCHE OSCURA
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,
a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
23	
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
LLAMA DE AMOR VIVA
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!
24	
ENTREME DONDE NO SUPE
Entreme donde no supe
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.
Estaba tan embebido
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece
y su ciencia tanto crece
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
25	
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.
SANTA TERESA DE JESÚS
VIVO SIN VIVIR EN MÍ
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
26	
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.
VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ...
Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
27	
Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra pues que me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
28	
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mi?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?
(...)
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid:
¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?
Sobre aquellas palabras “dilectus meus mihi”
Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
29	
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi amado.
PIERRE DE RONSARD
1
Si amar es, señora, día y noche
soñar, fantasear, pensar la forma de complacerte,
olvidarlo todo y únicamente querer
adorar y servir a la belleza que me hiere;
si amar es seguir una felicidad que me huye,
perderme y estar solo,
sufrir mucho, temer más y callar,
llorar, suplicar una gracia y verme rechazado;
si amar es vivir en ti más que en mí mismo,
esconder tras una apariencia alegre una enorme tristeza,
sentir en el fondo del alma un combate sin igual;
si esto es amar, con locura te amo.
Te amo y sé que para mi enfermedad no hallaré remedio:
acalorado y frío la fiebre amorosa me tiene.
Cuando te hablo, de confesar mi mal siento vergüenza:
el corazón lo grita, pero permanece muda la lengua.
2
Toma esta rosa, amable como tú,
que sirves de rosa a las rosas más bellas;
que sirves de flor a las flores más jóvenes,
cuya fragancia me arroba por completo.
Toma esta rosa y, a la vez, recibe
en tu pecho mi corazón, que no tiene alas,
que es constante y al que ni cien crueles heridas
impiden que mantenga su fe.
30	
La rosa y yo somos diferentes en una cosa:
un solo sol ve nacer y morir la rosa,
miles de soles han visto nacer mi amor.
Ah, yo quisiera que este amor, abierto
en mi corazón, que nunca descansa,
como una flor, no hubiera vivido más que un día.
3
¿Qué dices, qué haces, preciosidad?
¿Qué sueñas? ¿Piensas un poco en mí?
¿Te preocupa algo mi conmoción
como me conmueven tus preocupaciones?
Por tu amor, todo el corazón me hierve.
Ante mis ojos sin cesar te veo;
te escucho, ausente, te escucho;
y en mi pensamiento ningún otro amor reverbera.
Tengo tu belleza, tus gracias y tus ojos
grabados en mí; los lugares
donde te vi bailar, hablar y reír.
Te siento mía, y yo no soy mío.
Eres la única por quien mi pecho respira;
eres mi mirar, mi sangre, mis penas y mis alegrías.
(Ronsard)
4
Cuando seas muy vieja, de noche, ante una vela,
sentada junto al fuego, devanando e hilando,
dirás maravillada al cantar mis versos:
“Ronsard me celebró cuando yo era hermosa.”
Entonces no tendrás sirvienta que, al oír tal nueva,
a medias dormitando durante la labor,
se despierte al sonido de mi nombre
y bendiga tu nombre, de alabanza inmortal.
Yo estaré bajo tierra y, fantasma sin huesos,
entre las sombras de los mirtos reposaré.
Tú serás una vieja encorvada que, junto al fuego,
recuerda mi amor y tus furiosos desdenes.
Disfruta, si me crees; no esperes a mañana:
31	
corta desde hoy las rosas de la vida.
LOPE DE VEGA
1.
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
2.
Daba sustento a un pajarillo un día
Lucinda, y por los hierros del portillo
fuésele de la jaula el pajarillo
al libre viento en que vivir solía.
Con un suspiro a la ocasión tardía
tendió la mano, y no pudiendo asillo,
dijo (y de las mejillas amarillo
volvió el clavel que entre su nieve ardía):
¿Adónde vas por despreciar el nido,
al peligro de ligas y de balas,
y el dueño huyes que tu pico adora?».
Oyóla el pajarillo enternecido,
y a la antigua prisión volvió las alas,
que tanto puede una mujer que llora.
3.
Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.
Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualo,
32	
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.
Ella nos da su sangre, ella nos cría,
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.
Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.
4.
Esparcido el cabello por la espalda
que fue del sol desprecio y maravilla,
Silvia cogía por la verde orilla
del mar de Cádiz conchas en su falda.
El agua entre el hinojo de esmeralda,
para que entrase más, su curso humilla;
tejió de mimbre una alta canastilla,
y púsola en su frente por guirnalda.
Mas cuando ya desamparó la playa,
«Mal haya, dijo, el agua, que tan poca
con su sal me abrasó pies y vestidos».
Yo estaba cerca y respondí: «Mal haya
la sal que tiene tu graciosa boca,
que así tiene abrasados mis sentidos».
5.
Serrana celestial de esta montaña,
por quien el sol, que sus peñascos dora,
sale más presto a ver la blanca Aurora
que a la noche venció, que el mundo engaña,
a quien aquel Pastor santo acompaña,
que en el cayado de su cruz adora
cuanto ganado en estas sierras mora
y con su marca de su sangre baña.
¿Cómo tenéis, si os llama electro y rosa
el Espejo, a quien dais tiernos abrazos,
color morena, aunque de gracia llena?
Pero aunque sois morena, sois hermosa,
y ¿qué mucho si a Dios tenéis en brazos,
que dándoos tanto sol, estéis morena?
33	
6.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
7.
Ya no quiero más bien que sólo amaros
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso conoceros,
para admirar el mundo engrandeceros
y para ser Eróstrato abrasaros.
La pluma y lengua respondiendo a coros
quieren al cielo espléndido subiros
donde están los espíritus más puros.
Que entre tales riquezas y tesoros
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros
de olvido y tiempo vivirán seguros.
LUCINDA, YO ME SIENTO ARDER, Y SIGO
Lucinda, yo me siento arder, y sigo
el sol que deste incendio causa el daño,
que porque no me encuentre el desengaño
tengo al engaño por eterno amigo.
Siento el error, no siento lo que digo,
a mí yo propio me parezco extraño;
pasan mis años, sin que llegue un año
que esté seguro yo de mí conmigo.
¡Oh dura ley de amor, que todos huyen
la causa de su mal, y yo la espero
34	
siempre en mi margen, como humilde río!
Pero si las estrellas daño influyen,
y con las de tus ojos nací y muero,
¿cómo las venceré sin albedrío?
YO ME MUERO DE AMOR, QUE NO SABÍA...
Yo me muero de amor, que no sabía,
aunque diestro en amar cosas del suelo,
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.
Si llama la moral filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo
cuanto es más alta la belleza mía.
Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!
¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros,
qué tiempo que perdí como ignorante!
Más yo os prometo agora de pagaros
con mil siglos de amor cualquiera instante
que por amarme a mí dejé de amaros.
A LA NOCHE
Noche, fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras al que en ti su bien conquista
los montes llanos y los mares secos;
habitadora de celebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora mil, lince sin vista,
espantadiza de tus mismos ecos:
la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,
solícita, poeta, enferma, fría,
manos del bravo y pies del fugitivo.
Que vele o duerma, media vida es tuya:
si velo, te lo pago con el día,
y si duermo, no siento lo que vivo.
YA NO QUIERO MÁS BIEN QUE SÓLO AMAROS...
Ya no quiero más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dáis, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso, conoceros,
35	
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser eróstrato, abrazaros.
La pluma y lengua, respondiendo a coros,
quieren al cielo espléndido subiros,
donde están los espíritus más puros;
que entre tales riquezas y tesoros,
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.
A UNA DAMA QUE SALIÓ REVUELTA UNA MAÑANA
Hermoso desaliño, en quien se fía
cuanto después abrasa y enamora,
cual suele amanecer turbada aurora,
para matar de sol al mediodía.
Solimán natural, que desconfía
el resplandor con que los cielos dora;
dajad la arquilla, no os toquéis, señora,
tóquese la vejez de vuestra tía.
Mejor luce el jazmín, mejor la rosa
por el revuelto pelo en la nevada
columna de marfil, garganta hermosa.
Para la noche estáis mejor tocada;
que no anocheceréis tan aliñosa
como hoy amanecéis desaliñada.
FRANCISCO DE QUEVEDO
PASIONES DE AUSENTE ENAMORADO
Este amor, que yo alimento
de mi propio corazón,
no nace de inclinación
sino de conocimiento.
Que amor de cosa tan bella,
y gracia que es infinita,
si es elección, me acredita;
si no, acredita mi estrella.
Y, ¿qué deidad me pudiera
inclinar a que te amara,
que ese poder no tomara
para sí, si le tuviera?
Corrido, señora, escribo
en el estado presente,
de que estando de ti ausente,
aún parezca que estoy vivo.
Pues ya en mi pena y pasión,
dulce Tirsi, tengo hechas
36	
de las plumas de tus flechas
las alas del corazón.
Y sin poder consolarme,
ausente y amando firme,
más hago yo en no morirme
que hará el dolor en matarme.
Tanto he llegado a quererte,
que siento igual pena en mí
del ver, no viéndote a ti,
que adorándote, no verte,
si bien recelo, señora,
que a este amor serás infiel,
pues ser hermosa y cruel
te pronostica traidora.
Pero traiciones dichosas
serán, Tirsi, para mí,
por ver dos caras en ti,
que han de ser por fuerza hermosas.
Y advierte, que en mi pasión
se puede tener por cierto
que es decir ausente, y muerto,
dos veces una razón.
EN LO PENOSO DE ESTAR ENAMORADO
¡Qué verdadero dolor,
y qué apurado sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué cuidados a millares!
¡Qué encuentros de pareceres!
¡Qué limitados placeres,
y qué colmados pesares!
¡Qué amor y qué desamor!
¡Qué ofensas!, ¡qué resistir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué admitidos devaneos!
¡Qué amados desabrimientos!
¡Qué atrevidos pensamientos,
y qué cobardes deseos!
¡Qué adorado disfavor!
¡Qué enmudecido sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
¡Qué negociados engaños
y qué forzosos tormentos!
¡Qué aborrecidos alientos
y qué apetecidos daños!
¡Y qué esfuerzo y qué temor!
37	
¡Qué no ver! ¡Qué prevenir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué enredos, ansias, asaltos!
¡Y qué conformes contrarios!
¡Qué cuerdos! ¡Qué temerarios!
¡Qué vida de sobresaltos!
Y que no hay muerte mayor,
Que el tenerla y no morir:
¡qué mentiroso vivir!
¡qué puro morir de amor!
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
DEFINICIÓN DE AMOR
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida, que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido, que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
38	
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que en todo es contrario de sí mismo.
VOS Y MI DOLOR PRESENTE
Solo sin vos, y mi dolor presente,
mi pecho rompo con mortal suspiro;
sólo vivo aquel tiempo cuando os miro,
mas poco mi destino lo consiente.
Mi mal es propio, el bien es accidente;
pues, cuando verme en vos presente aspiro,
no falta causa al mal por que suspiro,
aunque con vos estoy, estando ausente.
Aquí os hablo, aquí os tengo y aquí os veo,
gozando deste bien en mi memoria,
mientras que el bien que espero Amor dilata.
¡Mirad cómo me trata mi deseo:
que he venido a tener sólo por gloria
vivir contento en lo que más me mata!
LAS GRACIAS DE LA QUE ADORA SON OCASIÓN DE QUE VIVA Y MUERA AL
MISMO TIEMPO
Esta color de rosa, y azucena,
y este mirar sabroso, dulce, honesto,
y este hermoso cuello blanco, inhiesto,
y boca de rubís, y perlas llena.
La mano alabastrina, que encadena
al que más contra amor está dispuesto;
y el más libre, y tirano presupuesto
destierra de las almas, y enajena.
Esta rica, y hermosa primavera,
cuyas flores de gracias, y hermosura
ofenderlas no puede el tiempo airado.
Son ocasión que viva yo, y que muera,
y son de mi descanso, y mi ventura
principio, y fin, y alabo del cuidado.
DESPUÉS QUE TE CONOCÍ
Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
39	
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
Por mí, bien pueden tomar
otro oficio las auroras,
que yo conozco una luz
que sabe amanecer sombras.
Bien puede buscar la noche
quien sus estrellas conozca,
que para mi astrología
ya son oscuras y pocas.
Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
Ya no importunan mis ruegos
a los cielos por la gloria,
que mi bienaventuranza
tiene jornada más corta.
Bien puede la margarita
guardar sus perlas en conchas,
que, búzano de una risa,
las pesco yo en una boca.
Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
LUIS DE GÓNGORA
SONETO CLXVI
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
40	
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
DE PURA HONESTIDAD TEMPLO SAGRADO...
De pura honestidad templo sagrado,
Cuyo bello cimiento y gentil muro
De blanco nácar y alabastro duro
Fue por divina mano fabricado;
Pequeña puerta de coral preciado,
Claras lumbreras de mirar seguro,
Que a la esmeralda fina el verde puro
Habéis para viriles usurpado;
Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
Al claro sol, en cuanto en torno gira,
Ornan de luz, coronan de belleza;
Ídolo bello, a quien humilde adoro,
Oye piadoso al que por ti suspira,
Tus himnos canta, y tus virtudes reza.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS...
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
41	
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
42	
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
ESTOS VERSOS, LECTOR MÍO...
Estos versos, lector mío,
que a tu deleite consagro,
y sólo tienen de buenos
conocer yo que son malos,
ni disputártelos quiero,
ni quiero recomendarlos,
porque eso fuera querer
hacer de ellos mucho caso.
No agradecido te busco:
pues no debes, bien mirado,
estimar lo que yo nunca
juzgué que fuera a tus manos.
En tu libertad te pongo,
si quisieres censurarlos;
pues de que, al cabo, te estás
en ella, estoy muy al cabo.
No hay cosa más libre que
el entendimiento humano;
pues lo que Dios no violenta,
por qué yo he de violentarlo?
Di cuanto quisieres de ellos,
que, cuanto más inhumano
me los mordieres, entonces
me quedas más obligado,
pues le debes a mi musa
el más sazonado plato
(que es el murmurar), según
un adagio cortesano.
Y siempre te sirvo, pues,
o te agrado, o no te agrado:
43	
si te agrado, te diviertes;
murmuras, si no te cuadro.
Bien pudiera yo decirte
por disculpa, que no ha dado
lugar para corregirlos
la priesa de los traslados;
que van de diversas letras,
y que algunos, de muchachos,
matan de suerte el sentido
que es cadáver el vocablo;
y que, cuando los he hecho,
ha sido en el corto espacio
que ferian al ocio las
precisiones de mi estado;
que tengo poca salud
y continuos embarazos,
tales, que aun diciendo esto,
llevo la pluma trotando.
Pero todo eso no sirve,
pues pensarás que me jacto
de que quizá fueran buenos
a haberlos hecho despacio;
y no quiero que tal creas,
sino sólo que es el darlos
a la luz, tan sólo por
obedecer un mandato.
Esto es, si gustas creerlo,
que sobre eso no me mato,
pues al cabo harás lo que
se te pusiere en los cascos.
Y adiós, que esto no es más de
darte la muestra del paño:
si no te agrada la pieza,
no desenvuelvas el fardo.
SOR MARCELA DE SAN FÉLIX
A UN AFECTO AMOROSO
Hermoso dueño mío,
gloria que me da pena
por no poder servirte
cuanto el alma quisiera,
¿por qué, dulce Señor,
44	
la tienes tan sedienta
de esas divinas aguas
donde anegarse intenta?
Bien sé lo que me amas,
bien sé lo que me celas,
bien sé que no te obligo
con mi correspondencia.
Pero el fuego amoroso,
que activo me penetra,
presume subir tanto
que llegue hasta su esfera;
no permite que el alma
pueda estar satisfecha
menos que transformada
en la mayor grandeza.
No cesarán, bien mío,
las amorosas quejas,
las abrasadas ansias
porque obligarte puedan.
Yo le digo al Amor
que reparar pudiera,
que el alma, donde vive,
es vil, ingrata y fea.
A esto me responde
que tiene ya licencia
para atreverse a tanto
del dueño que desea,
y que, para no ver,
tiene en los ojos venda,
que amor que es muy mirado
no tiene mucha fuerza.
Pero tú, desdeñoso,
te retiras y alejas
dejándome cual sabes,
de amores casi muerta.
Bien sabes que te pido
que se rompa la tela,
y acabe de gozarte
en posesión entera.
Tantas veces, Señor,
45	
que el alma se ve cerca
de conseguir sus dichas,
la dejas que padezca
en la dulce agonía
que tanto la recrea;
piensa que ha de acabar,
y es su esperanza incierta.
Descuidada vivía
de esta subida empresa,
en mi olvido sentada,
dormida en mi tibieza.
Si tú me despertaste
con tu piedad inmensa,
pasa, mi bien, ahora,
porque importuna sea:
sufre que noche y día
te ronde aquesas puertas,
exhale mil suspiros,
te diga mil ternezas.
Bien sé que tú las oyes
y admites las finezas
del alma que te ama
más que a su vida mesma.
Mas el fogoso amor
que de fuerte se precio,
por más que le acaricies,
con nada se contenta;
todo se le hace poco
si a conseguir no llega
todo un Dios por unión,
donde saciarse pueda.
Por corto plazo tengo
la eternidad entera
para amar tu hermosura
y agradecer finezas.
Impaciente mi amor,
a la mayor presteza
la tiene por tardanza,
y esperar la atormenta.
¿Por qué, mi bien, te tardas,
46	
por qué clamar me dejas?
¿Por qué no me respondes
con mirarme siquiera?
¿Tienes por bizarría
herirme con tus flechas,
y sin ver mi dolor,
retirarte al aldea?
Y no entiendas, pastor,
que me quejo que sean
las heridas muy grandes:
ojalá que lo fueran
y que por penetrantes,
la muerte fuera cierta;
mas no soy tan dichosa
que merecerla pueda.
¡Ay si me viese yo
como el alma desea:
o morir de abrasada
o herida con tus flechas!
Si eres tan liberal,
¿cómo, Señor, me niegas
lo que te pide amor
con ansias verdaderas?
Mira que si te tardas,
en gemidos deshecha
hallarás a tu amante
sin que remedio tenga.
Si indignidades miras,
si atiendes a bajezas,
no me admiro, mi bien,
que olvidada me tengas.
Mas como sé que tienes
de amante la excelencia,
no puedo persuadirme
que te impidan miserias,
porque quien ama feo,
es fuerza le parezca
hermoso lo que quiere,
por defectos que tenga.
Y si enojado estás,
47	
desenójate apriesa,
pues lágrimas te aplacan
y te rinden ternezas.
Cese, pues, el combate,
acábese la guerra,
que no es victoria el triunfo
cuando el vencido ruega.
A UNAS ANSIAS AMOROSAS
Pues no puedo callar
ni hablar tampoco puedo,
entre callar y hablar
desahogarme intento.
Y callando lo más
y diciendo lo menos,
podré cumplir en parte
con estos dos afectos.
Yo me abraso de amores,
sin duda yo me quemo,
que me ha llegado así
un infinito fuego.
De cerca pudo herirme
si bien estaba lejos,
y en calor tan activo
se deshizo mi hielo.
Es el amante mío
fino por todo estremo,
y agora, por mi dicha,
ha dado en estar tierno.
Causan efectos tales
sus regalos del cielo,
que cuando me da vida,
me la quite deseo.
Yo no entiendo sus obras,
y sólo decir puedo
que con razón le llaman
artífice de enredos.
No sabré encarecer
lo mucho que padezco
ni lo mucho que gozo,
48	
todo en un mismo tiempo.
Para matar de amores
y hacer otros excesos,
sus gracias sólo bastan,
que es hermoso y discreto,
liberal y apacible,
caricioso y risueño,
y también le hace gracia
un poquito de ceño.
Éste se quita al punto
en un abrazo estrecho,
y queda serenado
todo el hermoso cielo.
No pudiera decir,
si el tiempo fuera eterno,
cuánto sé de su amor
y lo que yo le quiero.
Vivo con imposibles,
porque un amor inmenso
para amarte, bien mío,
quisiera por lo menos.
Tú eres, dulce Señor
y regalado dueño,
a quien me dio el amor
por excesivo precio.
Naciste para mí,
moriste en un madero,
quedástete en comida
de gustos verdaderos.
Este fue el non plus ultra
de tu poder inmenso;
pudo llegar aquí
de tu amor el exceso.
Más no pudo pasar
ni hacer mayor empeño,
que en fineza tan grande
echaste todo el resto.
¿Cómo no me deshago
en agradecimiento
comiendo tantas veces
49	
este manjar del cielo?
Sin duda este bocado,
de bien y gloria lleno,
me hechiza y enamora
y hace perder el seso.
Y mientras más le como,
más apetito tengo,
que aunque me sacia el alma,
la aviva por estremo.
¡Qué enamorado estabas,
querido por quien muero,
cuando, por obligarme,
te diste todo entero!
¡Qué engañados que viven
los miserables necios,
que apartados de ti,
piensan vivir contentos!
¿Quién les comunicara
la dulzura que siento
y el deleite que gozo
teniéndote en mi pecho?
Mi bien, porque te amaran,
te diera cuanto tengo
de tus dulces regalos, y
pasara sin ellos.
¡Oh si pudiera yo,
a costa de tormentos,
hacer que te sirvieran
cuantos te ofenden ciegos¡
¡Oh si también pudiera,
con abrasado celo,
dar una voz terrible
en todo el universo
diciendo: amad a Dios,
mirad que él sólo es bueno,
él sólo satisface
y da consuelo entero!
¿Qué utilidad sacáis
de tan viles empleos
que os llevan tan aprisa
50	
a un precipicio eterno?
Felicidad infame
son vuestros pasatiempos,
y gloria imaginada
que conduce al infierno.
Volved, Señor piadoso,
esos ojos serenos,
y a tanta ingratitud
no castiguéis severo,
que esta mía mayor
con razón considero,
pues que debiendo más,
os pago tanto menos.
Pero volviendo ya
a tratar del incendio
que causa en mí tu amor,
se templará este afecto.
¿Sabes que me imagino,
y aun lo tengo por cierto,
que estás flechando el arco
cuando dices requiebros?
Presumo que saetas
arrojas a mi pecho
cuando con tus caricias
se derrite de tierno.
Acaba de enfermarme
o matarme, te ruego,
pues el morir de amor
es sólo mi remedio.
Y en tanto, vida mía,
que tanto bien merezco,
no dejes de aliviarme
con avivar el fuego.
¡Oh si creciera tanto
la llama de este incendio
que abrasara en tu amor
a todo el mundo luego!
¡Oh si viesen mis ojos
que con afecto tierno
te amasen cuantos viven
51	
en este vil destierro!
No quiero que me des
otra gloria ni premio
sino ver que te busquen
y aspiren a tu reino.
JUAN MELÉNDEZ VALDÉS
V
Teniendo su paloma
mi Fili sobre el halda,
miré a ver si sus pechos
en el candor la igualan;
y como están las rosas
con su nieve mezcladas,
el lampo de las plumas
al del seno aventaja.
Empero yo, con todo,
cuantas palomas vagan
por los vientos sutiles,
por sus pomas dejara.
XII
Entre tantos halagos
y amorosos cariños
como a tu palomita
prodigarle te miro,
¿no hallarás ni uno solo
para quien tan rendido
obedece tus leyes,
te idolatra tan fino?
Tú en el halda la pones,
y con ruego benigno
quejumbrosa la llamas
de tu seno al abrigo.
Con tus labios de rosa
solicitas su pico,
repasando su pluma
con tu rostro divino;
y con besos tan llenos
cual dar nunca te he visto,
sus arrullos provocas
y su muerdo lascivo
No hay favor ni requiebro
52	
que en tu loco delirio
no le digas amante,
no me inflame al oírlos.
¡Y yo, cruda, no alcanzo
que a mis tiernos suspiros
desarmados acaben
tus celosos desvíos!
Pues pierde en tu paloma
por un ciego capricho
las gracias que no entiende,
los besos que yo envidio;
que Amor me hará justicia...
Pero no, dueño mío;
yo venganza no busco,
sino juegos y mimos.
XVII
Después que hubo gustado
de Filis la paloma
el regalado néctar
de sus labios de rosa,
la deja, y de un vuelito
al hombro se me posa
y de allí lo destila
con su pico en mi boca.
Yo apurelo inocente;
pero, ¡ay!, ella, traidora,
me dio del Amor ciego
mezclada tal ponzoña
que el pecho se me abrasa
en ansias y zozobras,
después que hubo gustado
de Filis la paloma.
XXIII
Inquieta palomita
que vuelas y revuelas
desde el hombro de Filis
a su halda de azucenas,
si yo la inmensa dicha
que tú gozas tuviera,
no de lugar mudara
ni fuera tan inquieta;
mas desde el halda al seno
sólo un vuelito diera,
y allí hallara descanso,
53	
y allí mi nido hiciera.
A DORILA
¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestra frágil vida!
La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,
que escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.
El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.
Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?
Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.
Ven ¡ay! ¿qué te detiene?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do leve el viento aspira;
y entre brindis suaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
RIMA VIII
Cuando miro el azul horizonte
54	
perderse a lo lejos
a través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.
Cuando miro de noche en el fondo
obscuro del cielo
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ella
en lumbre encendido
fundirme en un beso
En el mar de la duda en que bogo
ni aún sé lo que creo:
¡Sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!
ALEJANDRA PIZARNIK
CENIZAS
Hemos dicho palabras,
palabras para despertar muertos,
palabras para hacer un fuego
palabras donde poder sentarnos
y sonreír.
Hemos creado el sermón
del pájaro y del mar,
55	
el sermón del agua,
el sermón del amor.
Nos hemos arrodillado
y adorado frases extensas
como el suspiro de la estrella,
frases como olas,
frases como alas.
Hemos inventado nuevos nombres
para el vino y para la risa,
para las miradas y sus terribles
caminos.
MARIO BENEDETTI
AMOR DE TARDE
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
56	
tú con el tizne azul de mi carbónico.
VICENTE HUIDOBRO
DÍAS Y NOCHES TE HE BUSCADO
Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo
Te has perdido entre las lágrimas
Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado
Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro lo haces rey coronado
por tu mano
GERARDO DIEGO
SUCESIVA
Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.
PEDRO SALINAS
SI ME LLAMARAS
¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
57	
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: «No te vayas».
HA SIDO, OCURRIÓ, ES VERDAD...
Ha sido, ocurrió, es verdad.
Fue en un día, fue una fecha
que le marca el tiempo al tiempo.
Fue en un lugar que yo veo.
Sus pies pisaban el suelo
este que todos pisamos.
Su traje
se parecía a esos otros
que llevan otras mujeres.
Su reló
destejía calendarios,
sin olvidarse una hora:
como cuentan los demás.
Y aquello que ella me dijo
fue en un idioma del mundo,
con gramática e historia.
Tan de verdad,
que parecía mentira.
No.
Tengo que vivirlo dentro,
me lo tengo que soñar.
Quitar el color, el número,
el aliento todo fuego,
con que me quemó al decirmelo.
Convertir todo en acaso,
en azar puro, soñándolo.
Y así, cuando se desdiga
de lo que entonces me dijo,
no me morderá el dolor
58	
de haber perdido una dicha
que yo tuve entre mis brazos,
igual que se tiene un cuerpo.
Creeré que fue soñado.
Que aquello tan de verdad,
no tuvo cuerpo, ni nombre.
Que pierdo
una sombra, un sueño más.
Pues eso, y nada más
PARA VIVIR NO QUIERO...
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las
gentes del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
59	
"Yo te quiero, soy yo".
TÚ NO PUEDES QUERERME
Tu no puedes quererme:
estás alta, ¡qué arriba!
Y para consolarme
me envías sombras, copias
retratos, simulacros,
todos tan parecidos
como si fueses tú.
Entre figuraciones
vivo, de ti, sin ti.
Me quieren,me acompañan. Nos vamos
por los claustros del agua,
por los hielos flotantes,por las pampas, o a cines
minúsculos y hondos.
Siempre hablando de ti.
Me dicen:"No somos ella, pero
¡si tú vieras qué iguales!"
Tus espectros, que brazos
largos, que labios duros
tienen: si, como tú.
Por fingir que me quieres,
me abrazan y me besan.
Sus voces tiernas dicen
que tú abrazas, que tú
besas así. Yo vivo
de sombras, entre sombras
de carne tibia, bella,
con tus ojos, tu cuerpo,
tus besos, si, con todo
lo tuyo menos tú.
Con criaturas falsas,
divinas, interpuestas
para que ese gran beso
que no podemos darnos
me lo den, se lo dé.
GARCÍA MONTERO
ME PERSIGUEN...
.
Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,
cuando voy a buscarte
y las calles enteras están comunicando.
60	
Sumergido en tu voz de caracola
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan
a su instinto de ausencia
los jardines.
En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,
con mis ojos en paro,
mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.
Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades...
Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión toma un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.
Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.
Sé que cada ilusión
tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.
Sé que cada esperanza
busca siempre un camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.
Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.
Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.
61	
CANCIÓN AMARGA
En la cara lleva
tres años perdidos
y el frío de las seis de la mañana.
Van a partirte el corazón.
De pronto
la luz apagada,
los pasillos turbios,
la puerta que clava su ruido en la espalda.
Van a partirle el corazón.
Y arrastra
una cadena oscura
de pasiones heladas,
ese frío que cabe solamente
detrás de una palabra.
Y yo la veo caminar,
despacio,
perderse en lo que anda,
fugitiva tristeza que va y viene
de la sombra a la puerta de mi casa.
La luz artificial deja en la calle
el temblor silencioso
de tres barcas ancladas.
cuando ella cruza por mi lado siento
como un golpe de remos
y un murmullo de agua.
Déjame, pensamiento, déjame...
Déjame, pensamiento, déjame,
mañana seré tuyo,
volveré a ser tu presa.
Pero hoy,
mientras la luz araña en los árboles y pide
una oportunidad,
quiero que me recoja la inútil primavera.
A la casa del frío
regresaré mañana, cuando el tiempo
exponga sus razones
y el corazón pregunte
lo que falta por ver,
cuántos latidos
pueden quedarle para detenerse.
EL AMOR
Las palabras son barcos
62	
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
JAVIER EGEA
ESPUMAS DE LA ESCOLLERA
Espumas de la escollera,
Puerto de Santa María,
si Garcilaso volviera
63	
yo sé que preguntaría
por su joven escudero
que quiso ser marinero
y se quedó en tierra un día.
Si Garcilaso volviera
seguro que encontraría
sus armas tan bien veladas
que entre claveles y espadas
le entregaría su arnés
y el luminoso vigía
del pueblo de la poesía
yo sé que respondería:
¡qué buen camarada es!
NOCHE CANALLA
Yo no sé si la quise pero andaba conmigo,
me guiaba su risa por la ciudad tan gris.
Ella tenía en su boca colinas de Ketama
y el cielo de sus ojos me pintaba de añil.
Yo vi tantas estrellas como ella puso siempre
en aquel cielo raso como un paño de tul.
Ella llevaba el pelo como la Janis Joplin
y los labios morados como el Parfait-Amour.
La he perdido en un bosque de jeringas brillantes
por donde nos decían que se llegaba al mar;
se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros,
por más que yo me muera no la podré olvidar.
Bajo el cielo ceniza me conducen mis piernas.
Esta noche no tengo ni esperanza ni amor.
Sólo queda el calor de mi pobre navaja.
Hoy me he visto la cara de un retrato-robot.
A pesar de sus ojos he salido a la calle,
a pesar de sus ojos me ha tocado vivir .
En un barrio de muertos me trajeron al mundo.
Esta noche canalla no respondo de mí.

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Antología de textos poético-amorosos

  • 1. 1 Antología de textos poético-amorosos JARCHAS Del libro: Piénsame el amor y te comeré el corazón 1. ¡Tanto amar, tanto amar Amado, tanto amar! Enfermaron mis ojos brillantes Y duelen tanto. 2. !No me muerdas amigo! !No, !no quiero al que hace daño! El corpiño [es] frágil. !Basta! A todo me niego. 3. Mi pena es a causa de un hombre violento: si salgo, con males me veré. No me deja mover o soy recriminada. Madre, dime, qué haré. 4. ¿Qué haré o qué será de mí? !Amigo mío, no te vayas de mi lado! 5. Oh, si no cesa la locura (de amor), enseguida moriré. Traed mi vino de (casa de) Ga´far, acaso sanaré. 6 Decidme: ¿cuándo mi señor, oh amigos, querrá, por Dios, darme su medicina? 7. !Oh madre, mi amigo se va y no vuelve! Dime qué haré, madre, si mi pena no afloja. 8. Vete, desvergonzado, y sigue tu camino, que no vienes a mí con buena intención.
  • 2. 2 9. Dije: “Cómo reanima a una boquita algo dulce como eso” 10. !Oh corazón mío, que quieres amar bien! Mi corderito se va y tú no le dejas de amar. 11. Mi señor Ibrahim, oh tú hombre dulce vente a mí de noche. Si no, si no quieres, ireme a tí, dime dónde encontrarte. 12. Sí, sí, ven. oh señor mío. Cuando vengáis, la boquita roja alimentaré (con besos) como a la paloma rojiza. 13. La muerte es mi estado, porque mi estado (es) desesperado. ¿Qué haré, oh madre mía? El que me mima va a marcharse. 14. !Alba de mi fulgor! !Alma de mi alegría! No estando el espía esta noche quiero amor. 15. No se queda ni me quiere decir palabra. No dormiré con el seno abrasado, madre. 16. Me voy a Sevilla en traje de mercader (para) quebrar los muros
  • 3. 3 de Ibn Muhâgir. 17. Carita bella, buena: dime de dónde vienes. Te dejo que ames a otra, (si) a mí también me quieres. ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE Yo me estaba reposando anoche como solía, soñaba con mis amores, que en mis brazos se dormían. Vi entrar señora tan blanca muy más que la nieve fría. - ¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. - No soy el amor, amante: La muerte que Dios te envía. - ¡Hay muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! - Un día no puedo darte, - una hora tienes de vida. Muy deprisa se levanta, más deprisa se vestía. Ya se va para la calle, en donde su amor vivía. - ¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta niña! - ¿La puerta cómo he de abrirte si la ocasión no es venida? Mi padre no fue a palacio, mi madre no está dormida. - Si no me abres esta noche, ya nunca más me abrirías; la muerte me anda buscando, junto a ti vida sería. - Vete bajo la ventana donde bordaba y cosía,
  • 4. 4 te echaré cordel de seda para que subas arriba, si la seda no alcanzare, mis trenzas añadiría. Ya trepa por el cordel, ya toca la barandilla, la fina seda se rompe, él como plomo caía. La Muerte le está esperando abajo en la tierra fría: Vamos, el enamorado, la hora ya está cumplida. GONZALO DE BERCEO Milagros de Nuestra Señora MILAGRO II EL SACRISTÁN IMPÚDICO Amigos, si quisierais un poco esperar, Aún otro milagro os querría contar Que por Santa María se dignó Dios mostrar, De cuya leche quiso con su boca mamar. Hubo un monje bendito en una mongía (1), El lugar no lo leo, decir no lo sabría. Quería de corazón bien a Santa María, Ante su imagen se inclinaba cada día. Ante su imagen se inclinaba cada día: Se arrodillaba, decía Ave María. El abad (2) del monasterio le dio la sacristanía (3), Pues por libre de locura, por cuerdo, lo tenía. El enemigo malo, de Belcebú vicario (4), Siempre ha sido y es de los buenos contrario. Tanto maquinó el sutil adversario Que corrompió al monje, lo hizo fornicario (5). Tomó un mal hábito el loco pecador: De noche, cuando se había acostado el prior (6), Cruzando la iglesia dejaba su habitación. Corría el deshonesto a la mala labor. Tanto a la salida como a la entrada, Por delante del altar pasaba. La genuflexión (7) y el Ave acostumbradas Nunca se le olvidaba.
  • 5. 5 Corría un caudaloso río cerca de la mongía (1). Lo tenía que pasar el monje cada día. Cuando de cumplir su locura venía, Se cayó y se ahogó fuera de la freiría (8). Cuando llegó la hora de maitines cantar, No había sacristán que pudiese llamar. Levantáronse todos de su lugar, Fueron a la iglesia para al fraile despertar. Abrieron la iglesia como mejor supieron, Buscaron al sacristán, encontrarlo no pudieron. Para arriba y para abajo tanto anduvieron que donde yacía ahogado, allí lo vieron. Lo que había ocurrido no lo podían imaginar. Si murió o lo mataron no lo sabrían determinar. Era muy grande la angustia y mayor el pesar, pues por esto mala fama ganó el lugar. Mientras yacía muerto el cuerpo en el río, Digamos del alma en qué pleito se vío: Vinieron de diablos por ella gran gentío Para llevarla al infierno, de deleites bien vacío. Mientras que los diablos la traían como a pella (9), La vieron los ángeles, descendieron hasta ella. Hicieron los diablos muy gran querella: Que suya era, que se alejasen de ella. No tenían los ángeles razón para disputarla, pues tuvo un mal fin, como fue sin falla. Quitársela no pudieron. Valía una agalla (10). Tuvieron que dejar, tristes, la batalla. La socorrió la Gloriosa, reina universal, pues tenían los diablos en mente toda clase de mal. Les mandó esperar. No osaron continuar. Les movió pleitesía (11) firme y muy cabal. Dijo la Gloriosa, palabra adornada: "Con este alma, locos, no tenéis que ver nada. Mientras estuvo en su cuerpo, a mí se encomendaba. Sería una injusticia que ahora la desamparara." De la otra parte respondió el vocero (12), Un diablo sabio, sutil y muy puntero (13): "Eres madre de un juez derechero (14) a quien no le gusta la violencia y que es justiciero (15).
  • 6. 6 Escrito está que el hombre, cuando ha finado, por las cosas buenas o malas debe ser juzgado. Si este decreto por ti fuere quebrantado, El meollo del Evangelio queda destrozado." Respondió la Gloriosa: "Dices cosas necias. Nada te reprocho, pues eres una cautiva bestia. Cuando salió de casa, me pidió licencia. Por el pecado que cometió, yo le pondré penitencia. Obligaros sería una inconveniencia, Mas apelo a Cristo, a su audiencia, Que es poderoso y está lleno de sapiencia. De su boca quiero oír su sentencia." El Rey de los cielos, juez sabedor, Decidió esta contienda, no lo veréis mejor: Mandó devolver el alma al cuerpo el Señor. Recibiría de lo que fuese merecedor. Estaba el convento triste y turbado Por este mal ejemplo que les había pasado: Resucitó el fraile aunque ya había finado. Como era de esperar, todos se espantaron. Les habló el buen hombre. Les dijo: "Compañeros, Muerto estuve y vivo estoy. De esto sed bien certeros. Alabada sea la Gloriosa, que salva a sus obreros, Que me libró de manos de malos guerreros." Contoles por su lengua toda la letanía (16): Qué dijeron los diablos, qué Santa María, Cómo ella lo libró de su podestadía (17): Si por ella no fuese, habría sido un negro día. Dieron a Dios gracias de buena voluntad, A la santa Reina, madre de piedad, Que hizo tal milagro por su benignidad, Por quien está más firme toda la cristiandad. Confesose el monje e hizo penitencia, Se curó por completo de su incontinencia, Sirvió a la Gloriosa mientras tuvo potencia, Murió cuando Dios quiso sin ninguna pendencia. Requiescat in pace cum divina clementia. Muchos milagros y mucho más granados Hizo Santa María con sus encomendados. Ni una milésima parte por ningún hombre podría ser contados, Mas de los que sepamos quedaréis bien pagados (18).
  • 7. 7 Notas 1 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo) 2 Abad: superior de un monasterio de hombres. (RAE) 3 Empleo de sacristán; es decir, debía ayudar al sacerdote en el servicio del altar y cuidar de los ornamentos y de la limpieza y aseo de la iglesia y sacristía. (RAE) 4 Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye. (RAE) 5 Fornicador (RAE) 6 Prior: segundo prelado después del abad. (RAE) 7 Acción y efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal de reverencia. (RAE) 8 Monasterio. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo) 9 Traer a pella a alguno, mortificarle, burlarse, jugar con él como con pelota. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo) 10 En la expresión Valient una agalla, lo mismo que valor de una agalla, denotando el desprecio hacia alguna cosa. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo) 11 Muestra reverente de cortesía. (RAE) 12 Abogado. (Vocabulario general de las obras de Gonzalo de Berceo) 13 Preciso, exacto. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral) 14 Justo. (Juan Manuel Cacho Blecua. Milagros. Austral) 15 Que observa y hace observar estrictamente la justicia. Que observa estrictamente la justicia en el castigo de los delitos. (RAE) 16 En este caso, hay que entenderlo como "historia". 17 Potestad: Dominio, poder, jurisdicción o facultad que se tiene sobre algo. (RAE) 18 Ufano, satisfecho de algo. (RAE) MILAGRO III: EL CLÉRIGO Y LA FLOR "De un clérigo leemos que era de sesos ido, y en los vicios del siglo fieramente embebido; pero aunque era loco tenía buen sentido: amaba a la Gloriosa de corazón cumplido. Como quiera que fuese al mal acostumbrado, en saludarla siempre era bien acordado; y no iría a la iglesia, ni a otro mandado sin que antes su nombre no hubiera aclamado. Decir no lo sabría por qué causa o razón (nosotros no sabemos si se lo buscó o no) dieron sus enemigos asalto a este varón y hubieron de matarlo, déles Dios su perdón. Los hombres de la villa, y hasta sus compañeros, que de lo que pasó no estaban muy certeros, afuera de la villa, entre unos riberos se fueron a enterrarlo, mas no entre los diezmeros. Pesóle a la Gloriosa por este enterramiento, porque yacía su siervo fuera de su convento;
  • 8. 8 aparecióse a un clérigo de buen entendimiento y le dijo que hicieron un yerro muy violento. Ya hacía treinta días que estaba soterrado: en término tan luengo podía ser dañado; dijo Santa María: "Es gran desaguisado que yazga mi notario de aquí tan apartado. Te mando que lo digas: di que mi cancelario no merecía ser echado del sagrario; diles que no lo dejen allí otro treintenario y que con los demás lo lleven al osario." Preguntóle el clérigo que yacía adormentado: "Quién eres tú que me hablas? Dime quién me ha mandado, que cuando dé el mensaje, me será demandado quién es el querelloso, o quién el soterrado". Díjole la Gloriosa: "Yo soy Santa María, madre de Jesucristo que mamó leche mía; el que habéis apartado de vuestra compañía por cancelero mío con honra lo tenía. El que habéis soterrado lejos del cementerio y a quien no habéis querido hacerle ministerio es quien me mueve a hacerte todo este reguncerio: si no lo cumples bien, corres peligro serio". Lo que dijo la dueña fue pronto ejecutado: abrieron el sepulcro como lo había ordenado y vieron un milagro no simple, y sí doblado; este milagro doble fue luego bien notado. Salía de su boca, muy hermosa, una flor, de muy grande hermosura, de muy fresco color, henchía la plaza con su sabroso olor, que no sentían del cuerpo ni un punto de hedor. Le encontraron la lengua tan fresca, y tan sana como se ve la carne de la hermosa manzana: no la tenía tan fresca cuando a la meridiana se sentaba él hablando en medio la quintana. Vieron que esto pasó gracias a la Gloriosa, porque otro no podría hacer tamaña cosa: trasladaron el cuerpo cantando "Specïosa", más cerca de la iglesia a tumba más preciosa.
  • 9. 9 Todo hombre del mundo hará gran cortesía si hiciere su servicio a la Virgo María: mientras vivo estuviere, verá placentería, y salvará su alma al postrimero día". MILAGRO VIII: EL ROMERO DE SANTIAGO Un fraile de su casa Giraldo era llamado, antes que fuese monje no era muy enseñado, de vez en vez hacía locuras y pecado como hombre soltero que vive sin cuidado. Vínole al corazón, tal como estaba, un día, al apóstol de España irse de romería; dispuso sus asuntos, buscó su compañía, y ajustaron el término que tomarían su vía. Cuando iban a salir, hizo una enemiga: no guardó penitencia, como la ley obliga, en vez de hacer vigilia se acostó con su amiga y metióse en camino con esta mala ortiga. El enemigo antiguo siempre fue gran traidor, y es de toda enemiga maestro sabedor; a las veces semeja un ángel del Criador y es en vez diablo fino de mal sonsacador. El falso transformóse en ángel verdadero, parósele delante en medio de un sendero: «Seas el bienvenido -le dijo a este romero-; me pareces de veras simple como un cordero. Saliste de tu casa por venir a la mía, cuando salir quisiste hiciste una folía: piensas sin penitencia cumplir tal romería; no te agradecerá esto Santa María.» ¿Y quién sois vos, señor?» preguntóle el romero Respondióle: «Santiago, hijo de Zebedeo. Sábelo bien, amigo, andas en devaneo; parece que no tienes de salvarte deseo.» Dijo entonces Giraldo: « Señor, ¿qué me mandáis? Yo quiero cumplir todo aquello que digáis, porque veo que hice grandes iniquidades, que no tomé el castigo que dicen los abades.» Dijo el falso Santiago: «Éste es el juicio: que te cortes los miembros que hacen el fornicio;
  • 10. 10 así que te degüelles harás a Dios servicio, que de tu carne misma le harás tú sacrificio.» Creyólo el infeliz, loco desconsejado: sacó su cuchillejo que tenía amolado, cortó sus genitales el malaventurado, así se degolló, murió descomulgado. El que le dio el consejo con sus atenedores, los grandes y los chicos, menudos y mayores, a su alma trabaron esos falsos traidores, y llevábanla al fuego, a los malos sudores. Y mientras la llevaban, no de buena manera, Santiago los vio, suyo el romero era, salióles a gran prisa por aquella carrera, se les paró delante por la faz delantera. «Dejad -dijo-, malillos, la presa que lleváis, porque no os pertenece tanto como pensáis; tratadla con cuidado y fuerza no le hagáis, que no podréis con ella, aunque bien lo queráis.» Os emplazo ante el juicio de la Virgo María, ante ella me clamo en esta pleitesía. Yo de otra manera no os abandonaría, pues veo que traéis muy gran alevosía.» Dijo Ella: «Yo esto mando y doylo por sentencia: el alma por la cual sostenéis la pendencia ha de volver al cuerpo y hacer su penitencia; luego como merezca recibirá la audiencia.» Levantóse el cuerpo que yacía trastornado, limpiábase la cara Giraldo el degollado: estuvose un momento medio desconcertado, como el hombre que duerme y despierta enojado. De todo lo otro estaba bien sano y mejorado, fuera de un hilito que tenía atravesado; mas lo de la natura, cuanto que fue cortado, no le volvió a crecer, y quedó en ese estado Rindió gracias a Dios y a su madre María, y al apóstol tan santo do va la romería; se apresuró a marchar, se unió a su compañía, tenían con el milagro su solaz cada día. Don Hugo, hombre bueno, que era de Cluny abad, varón muy religioso y de gran santidad,
  • 11. 11 contaba este milagro que aconteció en verdad; poniéndolo en escrito hizo gran honestad. Giraldo finó en la orden, vida muy buena haciendo, con dichos y con hechos a su Criador sirviendo, en bien perseverando, del mal arrepintiendo; el enemigo malo de él no se fue riendo. JUAN RUIZ. ARCIPRESTE DE HITA Libro del Buen Amor De cómo el amor vino al arçipreste, et de la pelea que con él ovo el dicho arçipreste Direvos una pelea, que una noche me vino, pensando en mi ventura sañudo et non con vino: (sañudo=fiero) un homen grande, fermoso, mesurado a mí vino: yo le pregunté quién era, dixo: «Amor, tu vecino. »Con saña que tenía, fuilo a denostar: (denostar=amonestar) díjele': «Si Amor eres, no puedes aquí estar, eres mentiroso, falso en muchos enartar, salvar non puedes uno, puedes çient mil matar. Con engaños et lisonjas, et sotiles mentiras (lisonjas=halagos) emponzoñas las lenguas, envenenas tus viras, (viras=flechas) el que mejor te sirve, a él fieres, quando tiras, párteslo del amiga al homen que aíras. (aíras=enfureces) Traes enloqueçidos a muchos con tu saber, fázeslos perder el sueño, el comer, e el beber, fazes a muchos homes tanto se atrever en ti, fasta que el cuerpo e el alma van perder. Non tienes regla çierta, ni tienes en ti tiento, a las vegadas prendes con gran arrebatamiento, a veses poco a poco con maestrías çiento; de quanto yo te digo, tú sabes que non miento. Desque los homes prendes, non das por ellos nada, tráeslos de hoy en cras en vida muy penada, (cras=mañana) fazes al que te cree sufrir en tu mesnada, (mesnada=ejército) et por plazer poquillo andar luenga jornada. Eres tan enconado, que do fieres de golpe, (enconado=persistente) non lo sana medicina, emplasto, nin jarope, (jarope=jarabe) non sé fuerte nin reçio que se contigo tope, que no l' debatas luego por mucho que se enforçe. De cómo enflaqueces las gentes e las dañas, muchos libros hay d'esto, de cómo las engañas con tus muchos doñeos e con tus malas mañas (doñeos=halagos) siempre tiras la fuerça, dícenlo en fazañas.
  • 12. 12 Cómo fue a hablar con doña Endrina el Arcipreste ¡Ay! ¡Cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza! ¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza! ¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buena andanza! Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza. Pero tal lugar no era para hablar en amores; a mí luego me vinieron muchos miedos y temblores, los mis pies y las mis manos no eran de sí señores: perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores. Unas palabras tenía pensadas para decir; el miedo a la compañía me hace otras departir, apenas me conocía ni sabía por dónde ir, con mi voluntad mis dichos no se podían seguir. Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta; a veces mal atado el perro tras la puerta. Bueno es jugar hermoso, echar una cubierta; donde es lugar seguro bien es hablar, cosa cierta. Aquí fabla de la respuesta que don Amor dio al Arcipreste Busca muger de talla, de cabeça pequeña, cabellos amarillos, non sean de alheña, (de alheña=pajizos) las çejas apartadas, luengas, altas, en peña, angosta de carriellos: ¡esta es talla de dueña!. (angosta=estrecha) Ojos grandes, fermosos, pyntados, relucientes, e de luengas pestañas, byen claras e reyentes, las orejas pequeñas, delgadas; paral mientes, (=presta atención) si ha el cuello alto, tal quieren las gentes. La nariz afilada, los dientes menudillos, eguales e bien blancos, un poco apartadillos, las enzivas bermejas, los dientes agudillos, (enzivas=encías) los labios de la boca bermejos, angostillos. La su boca pequena, así de buena guisa, (guisa=manera) la su faz sea blanca, sin pelos, clara e lisa, puña de haver muger que la vea en camisa, (puña=esfuérzate) que la talla del cuerpo te dirá ésta a guisa. De lo que acontesçió al Arcipreste con la serrana y de las figuras della Avía la cabeça mucho grand syn guisa, (syn guisa=deforme) cabellos muy negros, mas que corneja lisa, (corneja=especie de cuervo) ojos hondos, bermejos, poco e mal devisa, (mal devisa=miope) mayor es que de osa su pisada do pisa. Las orejas mayores que de añal borrico, el su pescueço negro, ancho, velloso, chico, las narizes muy gordas, luengas, de çarapico. (çarapico=pájaro picudo) Bevería en pocos días caudal de buhón rico, (buhón rico=río grande)
  • 13. 13 su boca de alana e los rostros muy gordos, (alana=perra tipo bulldog) dientes anchos e luengos, asnudos e moxmordos, (=amontonados) las sobreçejas anchas e más negras que tordos; los que quieren casarse, aquí non sean sordos. Mayores que las mías tiene sus prietas barbas, (prietas=negras) y non vi en ella ál, mas si tú en ella escarbas, (ál=otra cosa) creo que hallarás de las chufetas darbas; (chufetas=burlas) valdría se te más trillar en las tus parvas. Mas, en verdat, si bien vi fasta la rodilla, los huesos mucho grandes, la zanca non chiquilla, (zanca=pierna) de las cabras de fuego una grand manadilla, (manadilla=vejiga) sus tobillos mayores que de una añal novilla. Más ancha que mi mano tiene la su muñeca, vellosa, pelos grandes, pero non mucho seca, boz gorda e gangosa, a todo homne enteca, (enteca=hace débil) tardía como ronca, desdonada e hueca. (desdonada=desapacible) El su dedo chiquillo mayor es que mi pulgar, piensa de los mayores si te podrías pagar; si ella algund día te quisiese espulgar, bien sentiría tu cabeça que son viga de lagar. GARCILASO DE LA VEGA SONETO II En fin, a vuestras manos he venido, do sé que he de morir tan apretado, que aun aliviar con quejas mi cuidado, como remedio, me es ya defendido; mi vida no sé en qué se ha sostenido, si no es en haber sido yo guardado para que sólo en mí fuese probado cuanto corta una espada en un rendido. Mis lágrimas han sido derramadas donde la sequedad y la aspereza dieron mal fruto dellas y mi suerte: ¡basten las que por vos tengo lloradas; no os venguéis más de mí con mi flaqueza; allá os vengad, señora, con mi muerte! SONETO III La mar en medio y tierras he dejado de cuanto bien, cuitado, yo tenía; y yéndome alejando cada día, gentes, costumbres, lenguas he pasado.
  • 14. 14 Ya de volver estoy desconfiado; pienso remedios en mi fantasía; y el que más cierto espero es aquel día que acabará la vida y el cuidado. De cualquier mal pudiera socorrerme con veros yo, señora, o esperallo, si esperallo pudiera sin perdello; mas no de veros ya para valerme, si no es morir, ningún remedio hallo, y si éste lo es, tampoco podré habello. SONETO V Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. SONETO VI Por ásperos caminos he llegado a parte que de miedo no me muevo; y si a mudarme a dar un paso pruebo, y allí por los cabellos soy tornado. Mas tal estoy, que con la muerte al lado busco de mi vivir consejo nuevo; y conozco el mejor y el peor apruebo, o por costumbre mala o por mi hado. Por otra parte, el breve tiempo mío, y el errado proceso de mis años, en su primer principio y en su medio,
  • 15. 15 mi inclinación, con quien ya no porfío, la cierta muerte, fin de tantos daños, me hacen descuidar de mi remedio. SONETO IX Señora mía, si yo de vos ausente en esta vida turo y no me muero, paréceme que ofendo a lo que os quiero, y al bien de que gozaba en ser presente; tras éste luego siento otro accidente, que es ver que si de vida desespero, yo pierdo cuanto bien bien de vos espero; y ansí ando en lo que siento diferente. En esta diferencia mis sentidos están, en vuestra ausencia y en porfía, no sé ya que hacerme en tal tamaño. Nunca entre sí los veo sino reñidos; de tal arte pelean noche y día, que sólo se conciertan en mi daño. SONETO XV Si quejas y lamentos pueden tanto, que enfrenaron el curso de los ríos, y en los diversos montes y sombríos los árboles movieron con su canto; si convertieron a escuchar su llanto los fieros tigres, y peñascos fríos; si, en fin, con menos casos que los míos bajaron a los reinos del espanto, ¿por qué no ablandará mi trabajosa vida, en miseria y lágrimas pasada, un corazón conmigo endurecido? Con más piedad debría ser escuchada la voz del que se llora por perdido que la del que perdió y llora otra cosa. SONETO XVIII Si a vuestra voluntad yo soy de cera, y por sol tengo sólo vuestra vista, la cual a quien no inflama o no conquista
  • 16. 16 con su mirar, es de sentido fuera; ¿de do viene una cosa, que, si fuera menos veces de mí probada y vista, según parece que a razón resista, a mi sentido mismo no creyera? Y es que yo soy de lejos inflamado de vuestra ardiente vista y encendido tanto, que en vida me sostengo apenas; mas si de cerca soy acometido de vuestros ojos, luego siento helado cuajárseme la sangre por las venas. SONETO XXIII En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena; coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre. Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre. SONETO XXXVIII Estoy continuo en lágrimas bañado, rompiendo el aire siempre con sospiros; y más me duele el no osar deciros que he llegado por vos a tal estado; que viéndome do estoy, y lo que he andado por el camino estrecho de seguiros, si me quiero tornar para huiros, desmayo, viendo atrás lo que he dejado; y si quiero subir a la alta cumbre, a cada paso espántanme en la vía,
  • 17. 17 ejemplos tristes de los que han caído. sobre todo, me falta ya la lumbre de la esperanza, con que andar solía por la oscura región de vuestro olvido. GUTIERRE DE CETINA MADRIGAL Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. SONETO Vos sois todo mi bien, vos lo habéis sido; si he dicho alguna vez, señora mía, que habéis sido mi mal, no lo entendía: hablaba con pasión o sin sentido. Yo soy todo mi mal, yo lo he querido; de mí viene, en mí nace, en mí se cría; tan satisfecha de él mi fantasía, que el mal no piensa haber bien merecido. Vos fuisteis, vos seréis mi buena suerte; si el mal desvarïar me hace al cuanto, esta es mi voluntad libre y postrera. Pues si, con verme al punto de la muerte, por ser por vos el mal lo tengo en tanto, ¡ved que hiciera el bien si lo tuviera! SAN JUAN DE LA CRUZ CÁNTICO ESPIRITUAL ¿Adónde te escondiste,
  • 18. 18 Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando y eras ido. Pastores, los que fueres allá por las majadas al otero, si por ventura vieres aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. Buscando mis amores iré por esos montes y riberas; no cogeré las flores, ni temeré a las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. ¡Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado!, ¡oh prado de verduras de flores esmaltado!, decid si por vosotros ha pasado. Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura; y, yéndolos mirando, vestidos los dejó de su hermosura. ¡Ay!, ¿quién podrá sanarme? Acaba de entregarte ya de veras; no quieras enviarme de hoy más mensajero que no saben decirme lo que quiero. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjanme muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. Mas, ¿cómo perseveras, ¡oh vida!, no viendo donde vives, y haciendo por que mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes? ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y, pues me le has robado,
  • 19. 19 ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste? Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacedlos, y véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y sólo para ti quiero tenerlos. Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! ¡Apártalos, Amado, que voy de vuelo! Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado por el otero asoma al aire de tu vuelo, y fresco toma. Mi Amado las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos, la noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. Cogednos las raposas, que está ya florecida nuestra viña, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no aparezca nadie en la campiña. Detente, cierzo muerto; ven, astro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran tus olores,
  • 20. 20 y pacerá el Amado entre las flores. (...) Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos del Amado. Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada; allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. Nuestro lecho florido, de cueva de leones enlazado, en púrpura teñido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado. A zaga de tu huella las jóvenes recorren el camino, al toque de centella, al adobado vino, emisiones de bálsamo divino. En la interior bodega de mi Amado bebí, y, cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía, y el ganado perdí que antes seguía. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa, y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa; allí le prometí de ser su esposa. Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal, en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio. Pues ya si en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido, que, andando enamorada,
  • 21. 21 me hice perdediza y fui ganada. De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas, en tu amor florecidas y en un cabello mío entretejidas. En sólo aquel cabello que en mi cuello volar consideraste, mirástele en mi cuello y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste. Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que veían. No quieras despreciarme, que si color moreno en mí hallaste, ya bien puedes mirarme, después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste. La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado, y ya la tortolica al socio deseado en las verdes riberas ha hallado. En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte y al collado, do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura. Y luego a las subidas cavernas de la piedra nos iremos que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos.
  • 22. 22 Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí tú, vida mía, aquello que me diste el otro día. El aspirar el aire, el canto de la dulce filomena, el soto y su donaire en la noche serena, con llama que consume y no da pena. Que nadie lo miraba, Aminadab tampoco aparecía y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía. NOCHE OSCURA En una noche oscura con ansias en amores inflamada ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada, a oscuras y segura por la secreta escala disfrazada, ¡oh dichosa ventura! a oscuras y en celada estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa en secreto que nadie me veía ni yo miraba cosa sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía adonde me esperaba quien yo bien me sabía en sitio donde nadie aparecía. ¡Oh noche, que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada,
  • 23. 23 amada en el amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba allí quedó dormido y yo le regalaba y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena cuando yo sus cabellos esparcía con su mano serena y en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme el rostro recliné sobre el amado; cesó todo, y dejéme dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. LLAMA DE AMOR VIVA ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras!
  • 24. 24 ENTREME DONDE NO SUPE Entreme donde no supe y quedéme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo. Yo no supe dónde entraba, pero cuando allí me vi sin saber dónde me estaba grandes cosas entendí no diré lo que sentí que me quedé no sabiendo toda ciencia trascendiendo. De paz y de piedad era la ciencia perfecta, en profunda soledad entendida vía recta era cosa tan secreta que me quedé balbuciendo toda ciencia trascendiendo. Estaba tan embebido tan absorto y ajenado que se quedó mi sentido de todo sentir privado y el espíritu dotado de un entender no entendiendo toda ciencia trascendiendo. El que allí llega de vero de sí mismo desfallece cuanto sabía primero mucho bajo le parece y su ciencia tanto crece que se queda no sabiendo, toda ciencia trascendiendo. Cuanto más alto se sube tanto menos se entendía que es la tenebrosa nube que a la noche esclarecía por eso quien la sabía queda siempre no sabiendo, toda ciencia trascendiendo. Este saber no sabiendo es de tan alto poder
  • 25. 25 que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer que no llega su saber a no entender entendiendo toda ciencia trascendiendo. Y es de tan alta excelencia aqueste sumo saber que no hay facultad ni ciencia que le puedan emprender quien se supiere vencer con un no saber sabiendo, toda ciencia trascendiendo. Y si lo queréis oír consiste esta suma ciencia en un subido sentir de la divinal esencia es obra de su clemencia hacer quedar no entendiendo toda ciencia trascendiendo. SANTA TERESA DE JESÚS VIVO SIN VIVIR EN MÍ Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros
  • 26. 26 en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Sólo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. Mira que el amor es fuerte; vida, no me seas molesta, mira que sólo me resta, para ganarte perderte. Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero que muero porque no muero. Aquella vida de arriba, que es la vida verdadera, hasta que esta vida muera, no se goza estando viva: muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero, que muero porque no muero. Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí, si no es el perderte a ti, para merecer ganarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues tanto a mi Amado quiero, que muero porque no muero. VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ... Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?
  • 27. 27 Soberana Majestad, eterna sabiduría, bondad buena al alma mía; Dios alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad que hoy os canta amor así: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, pues me criastes, vuestra, pues me redimistes, vuestra, pues que me sufristes, vuestra pues que me llamastes, vuestra porque me esperastes, vuestra, pues no me perdí: ¿qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado? ¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí, mi dulce Amor, amor dulce, veisme aquí: ¿qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición; dulce Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida: dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración,
  • 28. 28 si no, dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí: ¿qué mandáis hacer de mi? Dadme, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dadme años de abundancia, o de hambre y carestía; dad tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid, ¿dónde, cómo y cuándo? Decid, dulce Amor, decid: ¿qué mandáis hacer de mí? (...) Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, muéstreme la ley mi llaga, goce de Evangelio blando; esté penando o gozando, sólo vos en mí vivid: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? Sobre aquellas palabras “dilectus meus mihi” Ya toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado,
  • 29. 29 que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí, y yo soy para mi amado. PIERRE DE RONSARD 1 Si amar es, señora, día y noche soñar, fantasear, pensar la forma de complacerte, olvidarlo todo y únicamente querer adorar y servir a la belleza que me hiere; si amar es seguir una felicidad que me huye, perderme y estar solo, sufrir mucho, temer más y callar, llorar, suplicar una gracia y verme rechazado; si amar es vivir en ti más que en mí mismo, esconder tras una apariencia alegre una enorme tristeza, sentir en el fondo del alma un combate sin igual; si esto es amar, con locura te amo. Te amo y sé que para mi enfermedad no hallaré remedio: acalorado y frío la fiebre amorosa me tiene. Cuando te hablo, de confesar mi mal siento vergüenza: el corazón lo grita, pero permanece muda la lengua. 2 Toma esta rosa, amable como tú, que sirves de rosa a las rosas más bellas; que sirves de flor a las flores más jóvenes, cuya fragancia me arroba por completo. Toma esta rosa y, a la vez, recibe en tu pecho mi corazón, que no tiene alas, que es constante y al que ni cien crueles heridas impiden que mantenga su fe.
  • 30. 30 La rosa y yo somos diferentes en una cosa: un solo sol ve nacer y morir la rosa, miles de soles han visto nacer mi amor. Ah, yo quisiera que este amor, abierto en mi corazón, que nunca descansa, como una flor, no hubiera vivido más que un día. 3 ¿Qué dices, qué haces, preciosidad? ¿Qué sueñas? ¿Piensas un poco en mí? ¿Te preocupa algo mi conmoción como me conmueven tus preocupaciones? Por tu amor, todo el corazón me hierve. Ante mis ojos sin cesar te veo; te escucho, ausente, te escucho; y en mi pensamiento ningún otro amor reverbera. Tengo tu belleza, tus gracias y tus ojos grabados en mí; los lugares donde te vi bailar, hablar y reír. Te siento mía, y yo no soy mío. Eres la única por quien mi pecho respira; eres mi mirar, mi sangre, mis penas y mis alegrías. (Ronsard) 4 Cuando seas muy vieja, de noche, ante una vela, sentada junto al fuego, devanando e hilando, dirás maravillada al cantar mis versos: “Ronsard me celebró cuando yo era hermosa.” Entonces no tendrás sirvienta que, al oír tal nueva, a medias dormitando durante la labor, se despierte al sonido de mi nombre y bendiga tu nombre, de alabanza inmortal. Yo estaré bajo tierra y, fantasma sin huesos, entre las sombras de los mirtos reposaré. Tú serás una vieja encorvada que, junto al fuego, recuerda mi amor y tus furiosos desdenes. Disfruta, si me crees; no esperes a mañana:
  • 31. 31 corta desde hoy las rosas de la vida. LOPE DE VEGA 1. Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma, y ir con alma ajena, oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse; arder como la vela y consumirse haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse; hablar entre las mudas soledades, pedir prestada, sobre fe, paciencia, y lo que es temporal llamar eterno; creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma y en la vida infierno. 2. Daba sustento a un pajarillo un día Lucinda, y por los hierros del portillo fuésele de la jaula el pajarillo al libre viento en que vivir solía. Con un suspiro a la ocasión tardía tendió la mano, y no pudiendo asillo, dijo (y de las mejillas amarillo volvió el clavel que entre su nieve ardía): ¿Adónde vas por despreciar el nido, al peligro de ligas y de balas, y el dueño huyes que tu pico adora?». Oyóla el pajarillo enternecido, y a la antigua prisión volvió las alas, que tanto puede una mujer que llora. 3. Es la mujer del hombre lo más bueno, y locura decir que lo más malo, su vida suele ser y su regalo, su muerte suele ser y su veneno. Cielo a los ojos, cándido y sereno, que muchas veces al infierno igualo,
  • 32. 32 por raro al mundo su valor señalo, por falso al hombre su rigor condeno. Ella nos da su sangre, ella nos cría, no ha hecho el cielo cosa más ingrata: es un ángel, y a veces una arpía. Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, y es la mujer al fin como sangría, que a veces da salud, y a veces mata. 4. Esparcido el cabello por la espalda que fue del sol desprecio y maravilla, Silvia cogía por la verde orilla del mar de Cádiz conchas en su falda. El agua entre el hinojo de esmeralda, para que entrase más, su curso humilla; tejió de mimbre una alta canastilla, y púsola en su frente por guirnalda. Mas cuando ya desamparó la playa, «Mal haya, dijo, el agua, que tan poca con su sal me abrasó pies y vestidos». Yo estaba cerca y respondí: «Mal haya la sal que tiene tu graciosa boca, que así tiene abrasados mis sentidos». 5. Serrana celestial de esta montaña, por quien el sol, que sus peñascos dora, sale más presto a ver la blanca Aurora que a la noche venció, que el mundo engaña, a quien aquel Pastor santo acompaña, que en el cayado de su cruz adora cuanto ganado en estas sierras mora y con su marca de su sangre baña. ¿Cómo tenéis, si os llama electro y rosa el Espejo, a quien dais tiernos abrazos, color morena, aunque de gracia llena? Pero aunque sois morena, sois hermosa, y ¿qué mucho si a Dios tenéis en brazos, que dándoos tanto sol, estéis morena?
  • 33. 33 6. Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. 7. Ya no quiero más bien que sólo amaros ni más vida, Lucinda, que ofreceros la que me dais, cuando merezco veros, ni ver más luz que vuestros ojos claros. Para vivir me basta desearos, para ser venturoso conoceros, para admirar el mundo engrandeceros y para ser Eróstrato abrasaros. La pluma y lengua respondiendo a coros quieren al cielo espléndido subiros donde están los espíritus más puros. Que entre tales riquezas y tesoros mis lágrimas, mis versos, mis suspiros de olvido y tiempo vivirán seguros. LUCINDA, YO ME SIENTO ARDER, Y SIGO Lucinda, yo me siento arder, y sigo el sol que deste incendio causa el daño, que porque no me encuentre el desengaño tengo al engaño por eterno amigo. Siento el error, no siento lo que digo, a mí yo propio me parezco extraño; pasan mis años, sin que llegue un año que esté seguro yo de mí conmigo. ¡Oh dura ley de amor, que todos huyen la causa de su mal, y yo la espero
  • 34. 34 siempre en mi margen, como humilde río! Pero si las estrellas daño influyen, y con las de tus ojos nací y muero, ¿cómo las venceré sin albedrío? YO ME MUERO DE AMOR, QUE NO SABÍA... Yo me muero de amor, que no sabía, aunque diestro en amar cosas del suelo, que no pensaba yo que amor del cielo con tal rigor las almas encendía. Si llama la moral filosofía deseo de hermosura a amor, recelo que con mayores ansias me desvelo cuanto es más alta la belleza mía. Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante! ¡Oh luz del alma, habiendo de buscaros, qué tiempo que perdí como ignorante! Más yo os prometo agora de pagaros con mil siglos de amor cualquiera instante que por amarme a mí dejé de amaros. A LA NOCHE Noche, fabricadora de embelecos, loca, imaginativa, quimerista, que muestras al que en ti su bien conquista los montes llanos y los mares secos; habitadora de celebros huecos, mecánica, filósofa, alquimista, encubridora mil, lince sin vista, espantadiza de tus mismos ecos: la sombra, el miedo, el mal se te atribuya, solícita, poeta, enferma, fría, manos del bravo y pies del fugitivo. Que vele o duerma, media vida es tuya: si velo, te lo pago con el día, y si duermo, no siento lo que vivo. YA NO QUIERO MÁS BIEN QUE SÓLO AMAROS... Ya no quiero más bien que sólo amaros, ni más vida, Lucinda, que ofreceros la que me dáis, cuando merezco veros, ni ver más luz que vuestros ojos claros. Para vivir me basta desearos, para ser venturoso, conoceros,
  • 35. 35 para admirar el mundo, engrandeceros, y para ser eróstrato, abrazaros. La pluma y lengua, respondiendo a coros, quieren al cielo espléndido subiros, donde están los espíritus más puros; que entre tales riquezas y tesoros, mis lágrimas, mis versos, mis suspiros, de olvido y tiempo vivirán seguros. A UNA DAMA QUE SALIÓ REVUELTA UNA MAÑANA Hermoso desaliño, en quien se fía cuanto después abrasa y enamora, cual suele amanecer turbada aurora, para matar de sol al mediodía. Solimán natural, que desconfía el resplandor con que los cielos dora; dajad la arquilla, no os toquéis, señora, tóquese la vejez de vuestra tía. Mejor luce el jazmín, mejor la rosa por el revuelto pelo en la nevada columna de marfil, garganta hermosa. Para la noche estáis mejor tocada; que no anocheceréis tan aliñosa como hoy amanecéis desaliñada. FRANCISCO DE QUEVEDO PASIONES DE AUSENTE ENAMORADO Este amor, que yo alimento de mi propio corazón, no nace de inclinación sino de conocimiento. Que amor de cosa tan bella, y gracia que es infinita, si es elección, me acredita; si no, acredita mi estrella. Y, ¿qué deidad me pudiera inclinar a que te amara, que ese poder no tomara para sí, si le tuviera? Corrido, señora, escribo en el estado presente, de que estando de ti ausente, aún parezca que estoy vivo. Pues ya en mi pena y pasión, dulce Tirsi, tengo hechas
  • 36. 36 de las plumas de tus flechas las alas del corazón. Y sin poder consolarme, ausente y amando firme, más hago yo en no morirme que hará el dolor en matarme. Tanto he llegado a quererte, que siento igual pena en mí del ver, no viéndote a ti, que adorándote, no verte, si bien recelo, señora, que a este amor serás infiel, pues ser hermosa y cruel te pronostica traidora. Pero traiciones dichosas serán, Tirsi, para mí, por ver dos caras en ti, que han de ser por fuerza hermosas. Y advierte, que en mi pasión se puede tener por cierto que es decir ausente, y muerto, dos veces una razón. EN LO PENOSO DE ESTAR ENAMORADO ¡Qué verdadero dolor, y qué apurado sufrir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor! ¡Qué cuidados a millares! ¡Qué encuentros de pareceres! ¡Qué limitados placeres, y qué colmados pesares! ¡Qué amor y qué desamor! ¡Qué ofensas!, ¡qué resistir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor! ¡Qué admitidos devaneos! ¡Qué amados desabrimientos! ¡Qué atrevidos pensamientos, y qué cobardes deseos! ¡Qué adorado disfavor! ¡Qué enmudecido sufrir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor! ¡Qué negociados engaños y qué forzosos tormentos! ¡Qué aborrecidos alientos y qué apetecidos daños! ¡Y qué esfuerzo y qué temor!
  • 37. 37 ¡Qué no ver! ¡Qué prevenir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué enredos, ansias, asaltos! ¡Y qué conformes contrarios! ¡Qué cuerdos! ¡Qué temerarios! ¡Qué vida de sobresaltos! Y que no hay muerte mayor, Que el tenerla y no morir: ¡qué mentiroso vivir! ¡qué puro morir de amor! AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra, que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora, a su afán ansioso linsojera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía; nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa; Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrán sentido. Polvo serán, mas polvo enamorado. DEFINICIÓN DE AMOR Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida, que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido, que nos da cuidado, un cobarde, con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo, enfermedad que crece si es curada. Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
  • 38. 38 mirad cuál amistad tendrá con nada, el que en todo es contrario de sí mismo. VOS Y MI DOLOR PRESENTE Solo sin vos, y mi dolor presente, mi pecho rompo con mortal suspiro; sólo vivo aquel tiempo cuando os miro, mas poco mi destino lo consiente. Mi mal es propio, el bien es accidente; pues, cuando verme en vos presente aspiro, no falta causa al mal por que suspiro, aunque con vos estoy, estando ausente. Aquí os hablo, aquí os tengo y aquí os veo, gozando deste bien en mi memoria, mientras que el bien que espero Amor dilata. ¡Mirad cómo me trata mi deseo: que he venido a tener sólo por gloria vivir contento en lo que más me mata! LAS GRACIAS DE LA QUE ADORA SON OCASIÓN DE QUE VIVA Y MUERA AL MISMO TIEMPO Esta color de rosa, y azucena, y este mirar sabroso, dulce, honesto, y este hermoso cuello blanco, inhiesto, y boca de rubís, y perlas llena. La mano alabastrina, que encadena al que más contra amor está dispuesto; y el más libre, y tirano presupuesto destierra de las almas, y enajena. Esta rica, y hermosa primavera, cuyas flores de gracias, y hermosura ofenderlas no puede el tiempo airado. Son ocasión que viva yo, y que muera, y son de mi descanso, y mi ventura principio, y fin, y alabo del cuidado. DESPUÉS QUE TE CONOCÍ Después que te conocí, todas las cosas me sobran:
  • 39. 39 el sol para tener día, abril para tener rosas. Por mí, bien pueden tomar otro oficio las auroras, que yo conozco una luz que sabe amanecer sombras. Bien puede buscar la noche quien sus estrellas conozca, que para mi astrología ya son oscuras y pocas. Después que te conocí, todas las cosas me sobran: el sol para tener día, abril para tener rosas. Ya no importunan mis ruegos a los cielos por la gloria, que mi bienaventuranza tiene jornada más corta. Bien puede la margarita guardar sus perlas en conchas, que, búzano de una risa, las pesco yo en una boca. Después que te conocí, todas las cosas me sobran: el sol para tener día, abril para tener rosas. LUIS DE GÓNGORA SONETO CLXVI Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello; mientras a cada labio, por cogello, siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello; goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o vïola troncada
  • 40. 40 se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. DE PURA HONESTIDAD TEMPLO SAGRADO... De pura honestidad templo sagrado, Cuyo bello cimiento y gentil muro De blanco nácar y alabastro duro Fue por divina mano fabricado; Pequeña puerta de coral preciado, Claras lumbreras de mirar seguro, Que a la esmeralda fina el verde puro Habéis para viriles usurpado; Soberbio techo, cuyas cimbrias de oro Al claro sol, en cuanto en torno gira, Ornan de luz, coronan de belleza; Ídolo bello, a quien humilde adoro, Oye piadoso al que por ti suspira, Tus himnos canta, y tus virtudes reza. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS... Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis; si con ansia sin igual solicitáis su desdén, por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia,
  • 41. 41 hallar a la que buscáis para prentendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Opinión, ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende?, ¿si la que es ingrata ofende, y la que es fácil enfada? Mas, entre el enfado y la pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es de más culpar, aunque cualquiera mal haga; la que peca por la paga o el que paga por pecar? ¿Pues, para qué os espantáis
  • 42. 42 de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo. ESTOS VERSOS, LECTOR MÍO... Estos versos, lector mío, que a tu deleite consagro, y sólo tienen de buenos conocer yo que son malos, ni disputártelos quiero, ni quiero recomendarlos, porque eso fuera querer hacer de ellos mucho caso. No agradecido te busco: pues no debes, bien mirado, estimar lo que yo nunca juzgué que fuera a tus manos. En tu libertad te pongo, si quisieres censurarlos; pues de que, al cabo, te estás en ella, estoy muy al cabo. No hay cosa más libre que el entendimiento humano; pues lo que Dios no violenta, por qué yo he de violentarlo? Di cuanto quisieres de ellos, que, cuanto más inhumano me los mordieres, entonces me quedas más obligado, pues le debes a mi musa el más sazonado plato (que es el murmurar), según un adagio cortesano. Y siempre te sirvo, pues, o te agrado, o no te agrado:
  • 43. 43 si te agrado, te diviertes; murmuras, si no te cuadro. Bien pudiera yo decirte por disculpa, que no ha dado lugar para corregirlos la priesa de los traslados; que van de diversas letras, y que algunos, de muchachos, matan de suerte el sentido que es cadáver el vocablo; y que, cuando los he hecho, ha sido en el corto espacio que ferian al ocio las precisiones de mi estado; que tengo poca salud y continuos embarazos, tales, que aun diciendo esto, llevo la pluma trotando. Pero todo eso no sirve, pues pensarás que me jacto de que quizá fueran buenos a haberlos hecho despacio; y no quiero que tal creas, sino sólo que es el darlos a la luz, tan sólo por obedecer un mandato. Esto es, si gustas creerlo, que sobre eso no me mato, pues al cabo harás lo que se te pusiere en los cascos. Y adiós, que esto no es más de darte la muestra del paño: si no te agrada la pieza, no desenvuelvas el fardo. SOR MARCELA DE SAN FÉLIX A UN AFECTO AMOROSO Hermoso dueño mío, gloria que me da pena por no poder servirte cuanto el alma quisiera, ¿por qué, dulce Señor,
  • 44. 44 la tienes tan sedienta de esas divinas aguas donde anegarse intenta? Bien sé lo que me amas, bien sé lo que me celas, bien sé que no te obligo con mi correspondencia. Pero el fuego amoroso, que activo me penetra, presume subir tanto que llegue hasta su esfera; no permite que el alma pueda estar satisfecha menos que transformada en la mayor grandeza. No cesarán, bien mío, las amorosas quejas, las abrasadas ansias porque obligarte puedan. Yo le digo al Amor que reparar pudiera, que el alma, donde vive, es vil, ingrata y fea. A esto me responde que tiene ya licencia para atreverse a tanto del dueño que desea, y que, para no ver, tiene en los ojos venda, que amor que es muy mirado no tiene mucha fuerza. Pero tú, desdeñoso, te retiras y alejas dejándome cual sabes, de amores casi muerta. Bien sabes que te pido que se rompa la tela, y acabe de gozarte en posesión entera. Tantas veces, Señor,
  • 45. 45 que el alma se ve cerca de conseguir sus dichas, la dejas que padezca en la dulce agonía que tanto la recrea; piensa que ha de acabar, y es su esperanza incierta. Descuidada vivía de esta subida empresa, en mi olvido sentada, dormida en mi tibieza. Si tú me despertaste con tu piedad inmensa, pasa, mi bien, ahora, porque importuna sea: sufre que noche y día te ronde aquesas puertas, exhale mil suspiros, te diga mil ternezas. Bien sé que tú las oyes y admites las finezas del alma que te ama más que a su vida mesma. Mas el fogoso amor que de fuerte se precio, por más que le acaricies, con nada se contenta; todo se le hace poco si a conseguir no llega todo un Dios por unión, donde saciarse pueda. Por corto plazo tengo la eternidad entera para amar tu hermosura y agradecer finezas. Impaciente mi amor, a la mayor presteza la tiene por tardanza, y esperar la atormenta. ¿Por qué, mi bien, te tardas,
  • 46. 46 por qué clamar me dejas? ¿Por qué no me respondes con mirarme siquiera? ¿Tienes por bizarría herirme con tus flechas, y sin ver mi dolor, retirarte al aldea? Y no entiendas, pastor, que me quejo que sean las heridas muy grandes: ojalá que lo fueran y que por penetrantes, la muerte fuera cierta; mas no soy tan dichosa que merecerla pueda. ¡Ay si me viese yo como el alma desea: o morir de abrasada o herida con tus flechas! Si eres tan liberal, ¿cómo, Señor, me niegas lo que te pide amor con ansias verdaderas? Mira que si te tardas, en gemidos deshecha hallarás a tu amante sin que remedio tenga. Si indignidades miras, si atiendes a bajezas, no me admiro, mi bien, que olvidada me tengas. Mas como sé que tienes de amante la excelencia, no puedo persuadirme que te impidan miserias, porque quien ama feo, es fuerza le parezca hermoso lo que quiere, por defectos que tenga. Y si enojado estás,
  • 47. 47 desenójate apriesa, pues lágrimas te aplacan y te rinden ternezas. Cese, pues, el combate, acábese la guerra, que no es victoria el triunfo cuando el vencido ruega. A UNAS ANSIAS AMOROSAS Pues no puedo callar ni hablar tampoco puedo, entre callar y hablar desahogarme intento. Y callando lo más y diciendo lo menos, podré cumplir en parte con estos dos afectos. Yo me abraso de amores, sin duda yo me quemo, que me ha llegado así un infinito fuego. De cerca pudo herirme si bien estaba lejos, y en calor tan activo se deshizo mi hielo. Es el amante mío fino por todo estremo, y agora, por mi dicha, ha dado en estar tierno. Causan efectos tales sus regalos del cielo, que cuando me da vida, me la quite deseo. Yo no entiendo sus obras, y sólo decir puedo que con razón le llaman artífice de enredos. No sabré encarecer lo mucho que padezco ni lo mucho que gozo,
  • 48. 48 todo en un mismo tiempo. Para matar de amores y hacer otros excesos, sus gracias sólo bastan, que es hermoso y discreto, liberal y apacible, caricioso y risueño, y también le hace gracia un poquito de ceño. Éste se quita al punto en un abrazo estrecho, y queda serenado todo el hermoso cielo. No pudiera decir, si el tiempo fuera eterno, cuánto sé de su amor y lo que yo le quiero. Vivo con imposibles, porque un amor inmenso para amarte, bien mío, quisiera por lo menos. Tú eres, dulce Señor y regalado dueño, a quien me dio el amor por excesivo precio. Naciste para mí, moriste en un madero, quedástete en comida de gustos verdaderos. Este fue el non plus ultra de tu poder inmenso; pudo llegar aquí de tu amor el exceso. Más no pudo pasar ni hacer mayor empeño, que en fineza tan grande echaste todo el resto. ¿Cómo no me deshago en agradecimiento comiendo tantas veces
  • 49. 49 este manjar del cielo? Sin duda este bocado, de bien y gloria lleno, me hechiza y enamora y hace perder el seso. Y mientras más le como, más apetito tengo, que aunque me sacia el alma, la aviva por estremo. ¡Qué enamorado estabas, querido por quien muero, cuando, por obligarme, te diste todo entero! ¡Qué engañados que viven los miserables necios, que apartados de ti, piensan vivir contentos! ¿Quién les comunicara la dulzura que siento y el deleite que gozo teniéndote en mi pecho? Mi bien, porque te amaran, te diera cuanto tengo de tus dulces regalos, y pasara sin ellos. ¡Oh si pudiera yo, a costa de tormentos, hacer que te sirvieran cuantos te ofenden ciegos¡ ¡Oh si también pudiera, con abrasado celo, dar una voz terrible en todo el universo diciendo: amad a Dios, mirad que él sólo es bueno, él sólo satisface y da consuelo entero! ¿Qué utilidad sacáis de tan viles empleos que os llevan tan aprisa
  • 50. 50 a un precipicio eterno? Felicidad infame son vuestros pasatiempos, y gloria imaginada que conduce al infierno. Volved, Señor piadoso, esos ojos serenos, y a tanta ingratitud no castiguéis severo, que esta mía mayor con razón considero, pues que debiendo más, os pago tanto menos. Pero volviendo ya a tratar del incendio que causa en mí tu amor, se templará este afecto. ¿Sabes que me imagino, y aun lo tengo por cierto, que estás flechando el arco cuando dices requiebros? Presumo que saetas arrojas a mi pecho cuando con tus caricias se derrite de tierno. Acaba de enfermarme o matarme, te ruego, pues el morir de amor es sólo mi remedio. Y en tanto, vida mía, que tanto bien merezco, no dejes de aliviarme con avivar el fuego. ¡Oh si creciera tanto la llama de este incendio que abrasara en tu amor a todo el mundo luego! ¡Oh si viesen mis ojos que con afecto tierno te amasen cuantos viven
  • 51. 51 en este vil destierro! No quiero que me des otra gloria ni premio sino ver que te busquen y aspiren a tu reino. JUAN MELÉNDEZ VALDÉS V Teniendo su paloma mi Fili sobre el halda, miré a ver si sus pechos en el candor la igualan; y como están las rosas con su nieve mezcladas, el lampo de las plumas al del seno aventaja. Empero yo, con todo, cuantas palomas vagan por los vientos sutiles, por sus pomas dejara. XII Entre tantos halagos y amorosos cariños como a tu palomita prodigarle te miro, ¿no hallarás ni uno solo para quien tan rendido obedece tus leyes, te idolatra tan fino? Tú en el halda la pones, y con ruego benigno quejumbrosa la llamas de tu seno al abrigo. Con tus labios de rosa solicitas su pico, repasando su pluma con tu rostro divino; y con besos tan llenos cual dar nunca te he visto, sus arrullos provocas y su muerdo lascivo No hay favor ni requiebro
  • 52. 52 que en tu loco delirio no le digas amante, no me inflame al oírlos. ¡Y yo, cruda, no alcanzo que a mis tiernos suspiros desarmados acaben tus celosos desvíos! Pues pierde en tu paloma por un ciego capricho las gracias que no entiende, los besos que yo envidio; que Amor me hará justicia... Pero no, dueño mío; yo venganza no busco, sino juegos y mimos. XVII Después que hubo gustado de Filis la paloma el regalado néctar de sus labios de rosa, la deja, y de un vuelito al hombro se me posa y de allí lo destila con su pico en mi boca. Yo apurelo inocente; pero, ¡ay!, ella, traidora, me dio del Amor ciego mezclada tal ponzoña que el pecho se me abrasa en ansias y zozobras, después que hubo gustado de Filis la paloma. XXIII Inquieta palomita que vuelas y revuelas desde el hombro de Filis a su halda de azucenas, si yo la inmensa dicha que tú gozas tuviera, no de lugar mudara ni fuera tan inquieta; mas desde el halda al seno sólo un vuelito diera, y allí hallara descanso,
  • 53. 53 y allí mi nido hiciera. A DORILA ¡Cómo se van las horas, y tras ellas los días y los floridos años de nuestra frágil vida! La vejez luego viene, del amor enemiga, y entre fúnebres sombras la muerte se avecina, que escuálida y temblando, fea, informe, amarilla, nos aterra, y apaga nuestros fuegos y dichas. El cuerpo se entorpece, los ayes nos fatigan, nos huyen los placeres y deja la alegría. Si esto, pues, nos aguarda, ¿para qué, mi Dorila, son los floridos años de nuestra frágil vida? Para juegos y bailes y cantares y risas nos los dieron los cielos, las Gracias los destinan. Ven ¡ay! ¿qué te detiene? Ven, ven, paloma mía, debajo de estas parras do leve el viento aspira; y entre brindis suaves y mimosas delicias de la niñez gocemos, pues vuela tan aprisa. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER RIMA VIII Cuando miro el azul horizonte
  • 54. 54 perderse a lo lejos a través de una gasa de polvo dorado e inquieto, me parece posible arrancarme del mísero suelo, y flotar con la niebla dorada en átomos leves cual ella deshecho. Cuando miro de noche en el fondo obscuro del cielo las estrellas temblar, como ardientes pupilas de fuego, me parece posible a do brillan subir en un vuelo, y anegarme en su luz, y con ella en lumbre encendido fundirme en un beso En el mar de la duda en que bogo ni aún sé lo que creo: ¡Sin embargo, estas ansias me dicen que yo llevo algo divino aquí dentro! ALEJANDRA PIZARNIK CENIZAS Hemos dicho palabras, palabras para despertar muertos, palabras para hacer un fuego palabras donde poder sentarnos y sonreír. Hemos creado el sermón del pájaro y del mar,
  • 55. 55 el sermón del agua, el sermón del amor. Nos hemos arrodillado y adorado frases extensas como el suspiro de la estrella, frases como olas, frases como alas. Hemos inventado nuevos nombres para el vino y para la risa, para las miradas y sus terribles caminos. MARIO BENEDETTI AMOR DE TARDE Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios
  • 56. 56 tú con el tizne azul de mi carbónico. VICENTE HUIDOBRO DÍAS Y NOCHES TE HE BUSCADO Días y noches te he buscado Sin encontrar el sitio en donde cantas Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo Te has perdido entre las lágrimas Noches y noches te he buscado Sin encontrar el sitio en donde lloras Porque yo sé que estás llorando Me basta con mirarme en un espejo Para saber que estás llorando y me has llorado Sólo tú salvas el llanto Y de mendigo oscuro lo haces rey coronado por tu mano GERARDO DIEGO SUCESIVA Déjame acariciarte lentamente, déjame lentamente comprobarte, ver que eres de verdad, un continuarte de ti misma a ti misma extensamente. Onda tras onda irradian de tu frente y mansamente, apenas sin rizarte, rompen sus diez espumas al besarte de tus pies en la playa adolescente. Así te quiero, fluida y sucesiva, manantial tú de ti, agua furtiva, música para el tacto perezosa. Así te quiero, en límites pequeños, aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa, y tu unidad después, luz de mis sueños. PEDRO SALINAS SI ME LLAMARAS ¡Si me llamaras, sí; si me llamaras! Lo dejaría todo, todo lo tiraría: los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los días y sus noches,
  • 57. 57 los telegramas viejos y un amor. Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras! Y aún espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por espejos, por túneles, por los años bisiestos puede venir. No sé por dónde. Desde el prodigio, siempre. Porque si tú me llamas «¡si me llamaras, sí, si me llamaras!» será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Nunca desde los labios que te beso, nunca desde la voz que dice: «No te vayas». HA SIDO, OCURRIÓ, ES VERDAD... Ha sido, ocurrió, es verdad. Fue en un día, fue una fecha que le marca el tiempo al tiempo. Fue en un lugar que yo veo. Sus pies pisaban el suelo este que todos pisamos. Su traje se parecía a esos otros que llevan otras mujeres. Su reló destejía calendarios, sin olvidarse una hora: como cuentan los demás. Y aquello que ella me dijo fue en un idioma del mundo, con gramática e historia. Tan de verdad, que parecía mentira. No. Tengo que vivirlo dentro, me lo tengo que soñar. Quitar el color, el número, el aliento todo fuego, con que me quemó al decirmelo. Convertir todo en acaso, en azar puro, soñándolo. Y así, cuando se desdiga de lo que entonces me dijo, no me morderá el dolor
  • 58. 58 de haber perdido una dicha que yo tuve entre mis brazos, igual que se tiene un cuerpo. Creeré que fue soñado. Que aquello tan de verdad, no tuvo cuerpo, ni nombre. Que pierdo una sombra, un sueño más. Pues eso, y nada más PARA VIVIR NO QUIERO... Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré:
  • 59. 59 "Yo te quiero, soy yo". TÚ NO PUEDES QUERERME Tu no puedes quererme: estás alta, ¡qué arriba! Y para consolarme me envías sombras, copias retratos, simulacros, todos tan parecidos como si fueses tú. Entre figuraciones vivo, de ti, sin ti. Me quieren,me acompañan. Nos vamos por los claustros del agua, por los hielos flotantes,por las pampas, o a cines minúsculos y hondos. Siempre hablando de ti. Me dicen:"No somos ella, pero ¡si tú vieras qué iguales!" Tus espectros, que brazos largos, que labios duros tienen: si, como tú. Por fingir que me quieres, me abrazan y me besan. Sus voces tiernas dicen que tú abrazas, que tú besas así. Yo vivo de sombras, entre sombras de carne tibia, bella, con tus ojos, tu cuerpo, tus besos, si, con todo lo tuyo menos tú. Con criaturas falsas, divinas, interpuestas para que ese gran beso que no podemos darnos me lo den, se lo dé. GARCÍA MONTERO ME PERSIGUEN... . Me persiguen los teléfonos rotos de Granada, cuando voy a buscarte y las calles enteras están comunicando.
  • 60. 60 Sumergido en tu voz de caracola me gustaría el mar desde una boca prendida con la mía, saber que está tranquilo de distancia, mientras pasan, respiran, se repliegan a su instinto de ausencia los jardines. En ellos nada existe desde que te secuestran los veranos. Sólo yo los habito por descubrir el rostro de los enamorados que se besan, con mis ojos en paro, mi corazón sin tráfico, el insomnio que guardan las ciudades de agosto, y ambulancias secretas como pájaros. Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades... Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades y cada pasión toma un domicilio, un modo diferente de andar por los pasillos o de apagar las luces. Y sé que hay un portal dormido en cada labio, un ascensor sin números, una escalera llena de pequeños paréntesis. Sé que cada ilusión tiene formas distintas de inventar corazones o pronunciar los nombres al coger el teléfono. Sé que cada esperanza busca siempre un camino para tapar su sombra desnuda con las sábanas cuando va a despertarse. Y sé que hay una fecha, un día, detrás de cada calle, un rencor deseable, un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo. Yo sé que el amor tiene letras diferentes para escribir: me voy, para decir: regreso de improviso. Cada tiempo de dudas necesita un paisaje.
  • 61. 61 CANCIÓN AMARGA En la cara lleva tres años perdidos y el frío de las seis de la mañana. Van a partirte el corazón. De pronto la luz apagada, los pasillos turbios, la puerta que clava su ruido en la espalda. Van a partirle el corazón. Y arrastra una cadena oscura de pasiones heladas, ese frío que cabe solamente detrás de una palabra. Y yo la veo caminar, despacio, perderse en lo que anda, fugitiva tristeza que va y viene de la sombra a la puerta de mi casa. La luz artificial deja en la calle el temblor silencioso de tres barcas ancladas. cuando ella cruza por mi lado siento como un golpe de remos y un murmullo de agua. Déjame, pensamiento, déjame... Déjame, pensamiento, déjame, mañana seré tuyo, volveré a ser tu presa. Pero hoy, mientras la luz araña en los árboles y pide una oportunidad, quiero que me recoja la inútil primavera. A la casa del frío regresaré mañana, cuando el tiempo exponga sus razones y el corazón pregunte lo que falta por ver, cuántos latidos pueden quedarle para detenerse. EL AMOR Las palabras son barcos
  • 62. 62 y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla. Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, irse descomponiendo, dañarse lentamente, hasta que a la bodega rutinaria llegue el mar y las hunda. Porque la vida entra en las palabras como el mar en un barco, cubre de tiempo el nombre de las cosas y lleva a la raíz de un adjetivo el cielo de una fecha, el balcón de una casa, la luz de una ciudad reflejada en un río. Por eso, niebla a niebla, cuando el amor invade las palabras, golpea sus paredes, marca en ellas los signos de una historia personal y deja en el pasado de los vocabularios sensaciones de frío y de calor, noches que son la noche, mares que son el mar, solitarios paseos con extensión de frase y trenes detenidos y canciones. Si el amor, como todo, es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma. JAVIER EGEA ESPUMAS DE LA ESCOLLERA Espumas de la escollera, Puerto de Santa María, si Garcilaso volviera
  • 63. 63 yo sé que preguntaría por su joven escudero que quiso ser marinero y se quedó en tierra un día. Si Garcilaso volviera seguro que encontraría sus armas tan bien veladas que entre claveles y espadas le entregaría su arnés y el luminoso vigía del pueblo de la poesía yo sé que respondería: ¡qué buen camarada es! NOCHE CANALLA Yo no sé si la quise pero andaba conmigo, me guiaba su risa por la ciudad tan gris. Ella tenía en su boca colinas de Ketama y el cielo de sus ojos me pintaba de añil. Yo vi tantas estrellas como ella puso siempre en aquel cielo raso como un paño de tul. Ella llevaba el pelo como la Janis Joplin y los labios morados como el Parfait-Amour. La he perdido en un bosque de jeringas brillantes por donde nos decían que se llegaba al mar; se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros, por más que yo me muera no la podré olvidar. Bajo el cielo ceniza me conducen mis piernas. Esta noche no tengo ni esperanza ni amor. Sólo queda el calor de mi pobre navaja. Hoy me he visto la cara de un retrato-robot. A pesar de sus ojos he salido a la calle, a pesar de sus ojos me ha tocado vivir . En un barrio de muertos me trajeron al mundo. Esta noche canalla no respondo de mí.