En el documento se matiza que en España no faltan médicos, sino especialistas (que se concretan en especialidades como Medicina Familiar y Comunitaria, Anestesiología y Reanimación, Geriatría, Psiquiatría, Pediatría y Radiodiagnóstico) y recuerda que España es el sexto país del mundo en número de médicos (datos de la OCDE) y el segundo con más facultades por población (solo superado por Corea del Norte).
También se revisa que, respecto a la oferta formativa, en España se ha incrementado el número de estudiantes egresados con el título de Graduado en Medicina en un 167% desde el año 2005-2006, cuando salieron de las aulas 4.343 estudiantes en comparación con los 7.264 del año 2020-2021. Del mismo modo, se ha incrementado un 164% el número de facultades que ofertan el Grado en Medicina en la última década, desde 28 hasta las 46 facultades actuales. Esto equivale a unos 14,5 graduados por 100.000 habitantes, cifra que se encuentra por encima del promedio de la OCDE (13,1) y de países del entorno como Italia (13,3), Reino Unido (12,9), Alemania (12,0) y Francia (9,5).
Sin embargo, este incremento de facultades se ha llevado a cabo sin el consecuente aumento del profesorado. Y peor que eso, sin acreditación para que las facultades y los hospitales universitarios puedan tener un adecuado número de catedráticos y titulares, así como de asociados. Y también a juicio de los decanos y estudiantes, la principal causa se debe a que, según los criterios de la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) 2008-2016, la rama de Ciencias de la Salud presenta la tasa más baja de informes favorables de acreditación, lo que no va a permitir la renovación con garantía. ANECA es un fracaso y sus criterios docentes no funcionan, y no llegan los prometidos perfiles más clínicos para intentar solventar este problema… grave problema. Pues ahora no es solo que en Medicina no estén satisfechos los alumnos por la falta de profesorado (y, especialmente, buenas prácticas), sino que ANECA no estimula y apoya a este profesorado, muy desestimulado ante tanta incoherencia y mediocridad.