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«Rompiendo el silencio: una nueva historia de la enfermería»1
Jane Salvage y Barbara Stilwell
Vivimos tiempos de desafíos, para el planeta, para nuestras sociedades y para la salud
de las naciones. Los desafíos tienen importantes implicaciones para las enfermeras, una
profesión global de unos 23 millones de mujeres y hombres, desde cuidar a personas
mayores hasta detener epidemias de enfermedades infecciosas, reducir las muertes de
madres y niños y abordar y mitigar los efectos del cambio climático en la salud.
Los desafíos a los que se enfrentan las enfermeras son notablemente similares en todo
el mundo, al igual que sus valores humanitarios. Vemos esto a diario en nuestro trabajo
como líderes y activistas internacionales de enfermería. El valor de la enfermería para la
salud y la sociedad apenas ha sido explorado o cuantificado fuera de sus propios
círculos profesionales. A pesar de toda la palabrería, nuestro potencial para mejorar la
salud y el bienestar nunca se ha reconocido o desarrollado completamente.
Nuestra experiencia también respalda las observaciones de la socióloga Celia Davies,
que 'la enfermería internacional a menudo ha ocupado una posición marginada y
culturalmente ambigua', y que los aspectos fundamentales del trabajo de enfermería se
entrelazan con el bajo estatus otorgado al trabajo de cuidado de las mujeres (Davies
1995). Como ella dijo, 'el trabajo fundamental de la enfermería raramente es puesto
sobre la mesa política, sino que permanece oculto e invisible' (Davies 2005). Más de 20
años después, poco ha cambiado.
La enfermería está fuertemente mitificada en todas partes, pero paradójicamente
permanece en gran medida invisible. La mayoría de las enfermeras realizan su trabajo
en silencio, aceptan los roles subordinados que se les asignan y permanecen por debajo
del radar de los comentarios informados o el escrutinio reflexivo. Puestas a veces en un
pedestal, cuando las cosas se han hecho bien, y castigadas a menudo, cuando las
cosas van mal, permanecemos fuera de la atención el resto del tiempo.
Sin embargo, los hechos demuestran que las enfermeras bien educadas y potenciadas
[empoderadas] son más necesarias que nunca para resolver los problemas globales de
salud; y por fin parece que líderes fuera de la profesión están entendiéndolo. Por
ejemplo, un influyente informe de parlamentarios británicos destaca el 'triple impacto' de
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Artículo original: «Breaking the silence: a new story of nursing», Journal of Clinical Nursing. DOI:
10.1111/jocn.14306 (http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/jocn.14306/full). Traducción de
@juherya (https://goo.gl/6T3Y5N)
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la enfermería en todo el mundo: mejor salud, mayor igualdad de género y economías
más sólidas (APPG 2016).
Invertir en enfermería trae abundantes beneficios y recompensas –confirma el informe–
y ahora ha llegado nuestro momento. Por tomar, entre muchos, dos ejemplos
relacionados, existe una creciente necesidad global de cuidado continuo y apoyo para
las personas con pluricronicidad. Las personas mayores son el grupo de edad de más
rápido crecimiento en todo el mundo; para el año 2050, casi una de cada cuatro
personas tendrá más de 60 años, y según las proyecciones actuales, más del 80% de
ellas tendrán poca o ninguna ayuda para envejecer bien. La necesidad ya es grave.
Las enfermeras son la mayor proporción de la fuerza de trabajo de salud a nivel
mundial, por un amplio margen, y a menudo son el único proveedor de atención
sanitaria disponible. Fuerza importante e influyente para la salud pública, en muchos
lugares desempeñan roles avanzados para subsanar las carencias asistenciales. Siendo
clave para lograr una cobertura de salud universal, no son fundamentales ni en las
políticas ni en los proyectos que están sobre la mesa o en el menú. Eso tiene que
cambiar, por tanto tenemos que poder entender por qué el progreso está siendo tan
lento.
Estancadas
Las propias enfermeras, y ocasionalmente otros, han producido muchos informes sobre
la enfermería a lo largo de los años. Al volver a leerlos, la impresión abrumadora es déjà
vu. Los comités de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre
enfermería en la década de los 60 describieron cuestiones muy similares a las de hoy:
los mismos problemas, fracasos y soluciones. 'La enfermería está estancada’, reconoció
una revisión reciente de los informes del siglo XX sobre la enfermería en los EE.UU.
(Gebbie 2009). Peor aún, escribió, ahí puede quedarse: no ha llegado al nivel de una
profesión completamente aceptada, no es propietaria por completo de su historia, y no
ha estado dispuesta a realizar los cambios impulsados por analistas reflexivos.
Se han producido algunos avances: las enfermeras de muchos países están mejor
educadas, son más competentes y tienen más confianza. Sin embargo, seguimos
siendo en nuestra mayoría invisibles, y en algunos aspectos las cosas incluso van hacia
atrás. Hace tiempo que desafiamos la exclusión de las enfermeras experimentadas de
los puestos de liderazgo, y algo avanzamos, pero cuando los empleadores de salud
deciden que ya no necesitan una directora de enfermería, o cuando los gobiernos no
reemplazan a su enfermera-jefe, tenemos que volver a empezar la batalla otra vez. A la
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OMS, por ejemplo, se le llena la boca hablando de enfermería, pero en realidad emplea
menos enfermeras que en el pasado –ahora solo son un puñado–, mientras que en
algunos países el papel de enfermera-jefe en el gobierno ha sido abolido, degradado
(Reino Unido) o nunca existió (Estados Unidos )
Para entender el por qué, las enfermeras debemos afrontar estos problemas espinosos
y romper el silencio que existe sobre ellos, tanto dentro como fuera de la profesión. Es
esta una decisión difícil, ya que las fuerzas subyacentes en la enfermería que tanto
dificultan superar las barreras al cambio son complejas, interactivas y están
profundamente arraigadas en las actitudes y prácticas sociales y culturales,
especialmente en el patriarcado.
El cambio debe comenzar con empatía y comprensión de la realidad de la vida de las
enfermeras. Generalizar siempre es delicado, pero tenemos el perfil de una enfermera
típica: mujer, madre y, a menudo, cuidadora de otros miembros de la familia o la
comunidad. Con un salario modesto o bajo, a menudo trabaja a tiempo parcial o para
una ETT para adaptarse a las demandas domésticas o ganar algo más. Asume muchas
responsabilidades y trabaja duro para que las cosas puedan seguir así. No puede al
tiempo ser el parangón de la virtud en el trabajo, un líder y un impulsor del cambio; es
más probable que su prioridad sea solo superar cada día. 'Solo soy una enfermera',
dice.
Tenemos que entender por qué las personas se convierten en enfermeras y cómo son,
incluidos muchos más estudios para construir un 'psicoanálisis de la enfermería' basado
en la investigación. Menos del 3% de las enfermeras encuestadas en EEUU creían que
estaban llenas de valor o que eran valiosas simplemente por ser lo que eran (Snow y
Willard 1989). El problema central era la falta de autoestima. Las enfermeras se sentían
necesitadas, en un ambiente de trabajo que les decía que no debían estarlo, y con
frecuencia satisfacían sus necesidades de manera indirecta al ocuparse de los deseos y
las necesidades de los demás. ¿Qué cambios revelaría una encuesta similar en 2018?
Esta percepción aún parece real pero evitamos hablar sobre sus implicaciones.
Muchas enfermeras y comadronas sienten que su voz no se escucha ni se les presta
atención. Algunas tienen miedo de hablar cuando ven negligencia o abusos a los
pacientes, mientras que otras carecen de la confianza en sí mismas para desenvolverse
bien cuando tienen la oportunidad de expresar sus puntos de vista. Muchas temen
informar sobre su experiencia de intimidación, abuso y acoso sexual en el lugar de
trabajo. Toleran un rol subordinado y de bajo perfil y/o carecen de energía y apoyo
suficientes para cambiarlo.
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Necesitamos preguntarnos si las aspiraciones de los líderes de enfermería son
coherentes con la existencia de una mano de obra que se siente atraída por la
enfermería, precisamente porque el tipo de competencias que se supone que requieren
no incluyen asertividad o liderazgo. Los líderes de enfermería, que a menudo hablan de
la renuencia de sus colegas para hablar o asumir responsabilidades, a menudo son
inconformistas que aspiran a algo más y tienen la suficiente autoestima para lograrlo.
Rechazan la mentalidad de la mayoría, para quienes la enfermería es 'solo un trabajo'. A
veces, los propios líderes de la enfermería se alían antes con médicos y directivos que
con otras enfermeras, deseando distanciarse, consciente o inconscientemente, de sus
orígenes de estatus bajo.
Por supuesto, hay amplias fuerzas sociales en juego aquí. Nuestra profesión,
arquetípicamente femenina, es percibida como ‘trabajo de mujeres’, que la mayoría de
los hombres y algunas mujeres no consideran que requiera habilidades o capacitación
particulares, sea en el hogar o en el trabajo. En todo el mundo, la mayoría de los
médicos más prestigiosos, directivos y decisores sanitarios son hombres que exhiben
comportamientos y suposiciones sexistas. Las enfermeras más destacadas describen
sus dificultades para ser escuchadas en el ambiente machista de la mayoría de las
salas de reuniones; las mujeres usan un lenguaje diferente, se comunican en voz más
baja y hablan sobre los problemas de diferentes maneras. Esto se relaciona con la
incomodidad general al abordar abiertamente los temas cercanos al corazón del trabajo
de la enfermera/mujer: la muerte, las realidades desordenadas del nacimiento, las
enfermedades físicas y la decadencia, y el trabajo emocional.
Las sociedades de todo el mundo, donde continúa manteniéndose el poder del
patriarcado, han permitido que los avances masivos en innovación médica devalúen las
tecnologías del cuidado, más blandas pero igualmente importantes. No brindan apoyo
emocional, supervisión clínica efectiva y otras formas de cuidar a los cuidadores. Peor
aún, las sociedades y los empleadores no protegen a las mujeres. Esto incluye la
denigración rutinaria de las enfermeras en imágenes públicas que las representan
estereotípicamente como ángeles, putas o arpías.
¿Cuánto tiempo más debemos ser pacientes?
La sensación de carencia profundamente arraigada y la baja autoestima pueden
abordarse a través de grandes cambios culturales y programas ambiciosos de desarrollo
para ayudar a las enfermeras a encontrar o renovar su sentido de trascendencia y
dinamismo, equipándolas con las herramientas necesarias (APPG 2016). Esto exige
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liderazgos y enfoques locales cualificados, así como financiación. La evidencia muestra
que el personal de primera línea puede liderar y hacer propios los cambios necesarios
para garantizar una atención de alta calidad. Estas reformas deben ampliarse
restaurando y respaldando a los líderes clínicos, al tiempo que se garantiza que las
enfermeras puedan ejercer el liderazgo a niveles más altos, desde la asistencia hasta la
dirección y más allá. Significa proporcionar acceso a muchos más programas de
desarrollo de liderazgo y permitir a las enfermeras controlar su propio trabajo y dirigir
sus propias clínicas y servicios.
Sin embargo, el peso de los números –sexo, raza, clase–, ser quien se ocupa del
‘trabajo sucio’, la baja autoestima, todo lo que caracterizar a la 'enfermera común…
estos enormes desafíos no son asumibles con soluciones rápidas. Se enfrentan con
directivos y políticos que se resisten a escuchar o prestar atención a las ya abundantes
pruebas sobre la rentabilidad que tiene invertir en enfermería.
Si los líderes enfermeros hubieran podido resolver los problemas, ya lo habrían hecho;
pero estas realidades y actitudes sociales y culturales profundas y amplias son
demasiado difíciles de abordar solo por las enfermeras. El progreso que las enfermeras
han logrado a lo largo de nuestras vidas trabajando en enfermería es a menudo lento y
frágil. No es suficiente, y ya estamos impacientes.
Para progresar, las enfermeras deben abandonar su manto de voluntarismo e
invisibilidad. Sin embargo, cuando finalmente alzamos nuestras voces, a menudo se nos
acusa de auto engrandecimiento profesional. Usted es parte del equipo
multidisciplinario, nos dicen: ¿por qué necesita entonces su propia estrategia, su propio
líder en la mesa, su propio organismo regulador? Ya es hora de que las enfermeras
controlen su propio destino, en lugar de permanecer en perpetua esclavitud con
respecto a otros que nunca parecen tener bastante para hacerlo, o prefieren no hacerlo,
o que sienten una gran incomodidad con el tema, en el mejor de los casos.
Una nueva historia de enfermería
Los principales cambios necesarios para transformar la enfermería no se verán
afectados por una serie continua de iniciativas de políticas poco sistemáticas, por
buenas que sean. Un cambio sostenible y profundamente arraigado dependerá de que
se llegue a una comprensión honesta y compartida de las barreras que impiden el
cambio y lo que subyace en ellas, y de abordar las causas fundamentales y los factores
subyacentes.
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Hay algunos signos esperanzadores de cambio. En primer lugar, la conciencia mundial
está aumentando la contribución real y potencial masiva de las enfermeras para mejorar
la salud, crear igualdad de género y fortalecer las economías. El centavo finalmente está
cayendo.
En segundo lugar, ha tardado mucho tiempo en llegar, pero seguro que más enfermeras
pronto encontrarán el coraje de convertirse en 'silenciadores' y unirse a la ola de
protestas en todo el mundo contra la violencia, el acoso sexual y otros comportamientos
depredadores y abusivos contra las mujeres.
Estos grandes temas no se resuelven con sugerencias sobre cómo explotar el status
quo, y la paciencia tampoco es la respuesta, como dice la feminista y clasicista Mary
Beard. 'Si no se percibe que las mujeres están completamente dentro de las estructuras
del poder, ¿no es el poder lo que debemos redefinir en lugar de las mujeres? Tienes
que cambiar la estructura. Eso significa pensar sobre el poder de manera diferente ...
sobre todo pensar en el poder como un atributo o incluso un verbo ('al poder'), no como
una posesión: la capacidad de ser efectivo, de hacer una diferencia en el mundo y el
derecho que se tomen en serio, juntos tanto como individualmente '(Beard 2017).
Este es el momento de cambiar el paradigma, para tomarlo en serio, cuando las viejas
certezas y formas están siendo sacudidas por la crisis económica, el cambio climático,
la inseguridad, un profundo deseo de una solidaridad social más fuerte y el creciente
clamor de las voces de las mujeres.
Esto nos impulsa a contar una nueva historia de salud y cuidado de la salud, ¡el objetivo
de la Enfermería Global Ahora! campaña lanzada en febrero de 2018. Las enfermeras,
como actores principales en esta nueva historia, estarán en el corazón de los sistemas
de salud sostenibles que satisfagan las necesidades individuales y de la población, sean
adecuados para el presente e innovadores y adaptables para el futuro. Enraizados en la
realidad, aunque alcanzando las estrellas, las enfermeras trabajan para dar forma a
servicios sostenibles, de alta calidad, efectivos y asequibles aptos para el futuro y que
responden a los desafíos de los tiempos turbulentos. Se enfocan en donde las
necesidades son mayores y donde hay más potencial para ganar salud y reducir las
desigualdades. Toman su comprensión y experiencia como practicantes prácticos en
todos sus roles posteriores, como clínicos, gerentes, profesores, investigadores,
académicos, responsables de políticas y líderes. Ofrecen liderazgo en todos los niveles,
desde el barrio hasta la junta, hasta las organizaciones internacionales.
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Durante demasiado tiempo las enfermeras han sido invisibles, incontables,
infravaloradas y silenciadas. Ahora es el momento de encontrar nuestras voces
individuales y colectivas: no solo #MeToo sino también #NursesToo y Nursing Now.