1. Tema: _____________________
Texto: _____________________
Nº 670 - 26 de Octubre del 2014 - Año XV
UNA MESA EN EL DESIERTO
Esta es la tragedia de muchos creyentes.
¿Anhelamos que El nos utilice? Continuemos entonces
entregándonos a El, día tras día, no buscando defectos
en sus caminos, sino aceptando sus tratos con alabanza
y expectativa.
Estos fueron redimidos de entre los hombres
como primicias para Dios y para el Cordero. Apoc.
14:4. Tenemos la seguridad que todos los creyentes
llegarán, de alguna manera, a la madurez, pero el
Cordero busca primicias para su hora de demanda
suprema.
Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre
nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos,
porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra
delante de ti? Gén. 13:8- 9. ¡Qué hermosa le habrá
parecido a Abram la tierra que Dios le había dado
cuando recién regresaba de su desafortunada
experiencia en Egipto! Sin embargo, ahora debe
aprender otra importante lección. No debe apresurarse
a apropiarla. Podría haber razonado que un don tan
precioso debiera ser apropiado y retenido a todo costo.
Así razonamos nosotros cuando Dios nos da sus dones.
Sin embargo, Abram se dio cuenta que, debía ceder sus
derechos. Su sobrino Lot debía tener la prioridad de
elegir lo que quería.
Esta es una lección que todos debemos aprender
¿podemos confiar en el Señor para que guarde para
nosotros lo que El ha dado, sin adueñarnos de ello con
nuestros deseos naturales de posesión? Lo que Dios
da, ¡lo da! NO es necesario que nos esforcemos para
tenerlo. En realidad si nos apegamos con temor y
procuramos retenerlos, quizá corramos el riesgo de
perderlo. Sólo aquello a que hemos renunciado en una
entrega completa a El, llegará a ser realmente nuestro.
Rama fructífera es José', rama fructífera junto a
una fuente cuyos vástagos se extienden sobre el
muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le
aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo
poderoso. Gén. 49:22-24. De todos los siervos de Dios
en el Antiguo Testamento, José, es quizás el más
perfecto. Si bien sabemos que las Escrituras no señalan
ningún defecto aparente en su carácter, sabemos que
su sendero no fue nada fácil ¿Cuándo comenzaron sus
problemas? Sin duda que fue con sus sueños. Sueños
que representan visión espiritual. Por medio de ellos vio
lo que Dios iba a hacer, y cuál era su lugar en el plan de
Dios. Fueron sus sueños los que iniciaron el proceso.
Pues él vio lo que sus hermanos no podían ver. Le
llamaron “este soñador” y planearon su caída. Así fue
vendido como un esclavo, y afligieron sus pies con
grillos (Sal.105: l7-18). Sin embargo, lo soportó todo,
llegando a ser finalmente el medio que Dios utilizó para
un gran propósito en su pueblo. El que puede ver
permanece hasta el fin.
Jehova-jireh. Por tanto se dice hoy: En el monte
de Jehová será provisto. Gén.22: 14. La única
pregunta efectuada por Isaac que se registra en las
Escrituras es: “¿Dónde está el cordero para el
holocausto?” La respuesta fue categórica: “Dios
proveerá”. Esto es típico en la vida de Isaac, cuyo
privilegio como heredero era sencillamente recibir lo
que su padre le daba gratuitamente. No tuvo necesidad
de cavar pozos; lo más que llegó a hacer fue reabrir
aquellos que había cavado su padre. (continuará...)
“¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando
sentimos el anhelo de volar?”
Helen Keller
2. Diccionario Barcklay
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¡Reflexiones!
2.- ¿QUÉ FUE LO QUE SUCEDIÓ EN LA CRUZ
Entonces, nosotros estamos produciendo un arca. El arca es un
ministerio, un entendimiento, un lugar donde ellos puedan ser salvos y
aprender cómo es que se vive en los tiempos finales. Porque el evangelio
que se les ha enseñado, no les ayuda a prevalecer en los tiempos
venideros. Una mayoría está preparada para irse, no para prevalecer.
Cuando se ponga un poco más oscuro de lo que ellos esperaban, ya no
sabrán qué hacer. A la verdad, ninguno de ellos esperaba estar aquí, hoy.
Pero como se nos está deslizando el tiempo alrededor de los pies, no es
para decir que Cristo no viene, sino que en lo que viene, estamos
preparados… Ef. 2: 1-4, “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais
muertos en vuestros delitos y pecados,” Este verso nos está diciendo
que la muerte, para Dios, no es lo mismo que es para nosotros. Dios no
pierde a nadie. Para Dios no existe la muerte. Somos espíritus eternos.
Tú dejas de ver el cuerpo, pero el espíritu vuelve a Dios. Dios no llora la
muerte de nadie. El que la llora eres tú, que te quedas. ¿Nunca le pediste a
Dios que sienta la misma lástima que tú sientes por alguna determinada
causa? Ni lo sueñes. Para él, eso es irrelevante. Por favor, no vuelvas a
pedírselo. Dios jamás se mueve por lástima; Dios se mueve sólo por
fe.
Dios ama con su voluntad, no con sus emociones. Él decide amar y ama.
Si fuera por nuestra voluntad, ¿Sabes cuántos ya no estarían más, no sólo
en la iglesia, cosa que por allí tiene que suceder, sino ni siquiera en el
camino? Él dice que la muerte es una condición mental cuando estamos
separados o destituidos de la presencia de Dios, por causa del pecado o
las iniquidades. Cuando estábamos muertos, Él nos dio vida juntamente
con Él. (continuará...)
(II) Es una sabiduría palabrera que sólo sirve para
obscurecer la cruz (1 Co. 1:17). Pablo detesta predicar
con palabras persuasivas de humana sabiduría (1 Co.
2:1, 4, 5, 13). Cuando Pablo condena tan inflexiblemente
la palabrera sabiduría del mundo, se estaba inspirando
en la actitud de la sociedad de su tiempo. Los griegos
siempre amaron las palabras; y una de las figuras bien
conocidas en el mundo griego era el sofista. Los sofistas
eran oradores tan famosos como estrellas de cine. Pero
el sofista estaba más interesado en cómo decía algo que
en qué estaba diciendo. Su interés primario consistía en
adquirir destreza y habilidad en el uso de la palabra; su
principal anhelo radicaba en provocar el aplauso; su
deseo más ferviente era exhibirse.
Dio Crisóstomo dijo de los sofistas: "Se quedaban
boquiabiertos ante el murmullo de la multitud ... Como
los hombres que caminan por la oscuridad, se mueven
en la dirección del palmoteo y el griterío" (Dio
Crisóstomo, Oración 33). Uno de ellos dijo a Epicteto:
"Quiero que me alabes". "¿Qué entiendes tú por que te
alabe?", preguntó Epicteto. "Quiero que digas ¡¡bravo!!,
¡¡maravilloso!!, contestó el sofista (Epicteto, Discursos
3.23.24).
Epicteto describe la escena de cómo el profesor daba
vueltas, tras el discurso que acababa de pronunciar. ¿Qué
te he parecido hoy?" "¡Por mi vida que estuviste
admirable!" "¿Qué pensaste de mi mejor pasaje?" "¿Cuál
fue ése?" "Donde describí a Pan y a las ninfas." "¡Oh!, lo
hiciste excesivamente bien" (Epicteto, Discursos 3.23.11).
Veamos otra escena descrita también por Epicteto. "Me
parece que el auditorio de hoy era más grande", dice el
profesor. "Sí, mucho más." "Unos quinientos, calculo yo."
"¡Oh, qué disparate!, no podían ser menos de mil." "iCa!,
eso es más de lo que Dio tuviera alguna vez; me admiro
por lo que fue: ellos también apreciaban lo que dije." "La
belleza, señor, puede mover hasta las piedras.”
Pablo conocía a los predicadores y maestros que
estaban más interesados en las frases que en la verdad,
que no deseaban sino exhibir su destreza y suscitar el
aplauso de la multitud. Pablo conocía al predicador y
maestro que le preocupaba más lo que los hombres
pudieran pensar de él que lo que pensara Dios; que
estaban más ansiosos por que los hombres les miraran
que por que les mirara Dios. He aquí lo que Pablo quiso
decir por sabiduría de este mundo. Sabiduría que, por
cierto, aún no ha desaparecido del todo.
(continuará...)
LA MENTE EQUIPADA
Jesús, por otra parte, murió y fue
enterrado realmente. La historia
prueba este hecho. El historiador
escribió: "Cuando le hubieron
crucificado, repartieron entre sí sus
vestidos, echando suertes, para que
se cumpliese lo dicho por el profeta:
Partieron entre sí mis vestidos, y
sobre mi ropa echaron suertes. Entonces crucificaron con
él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda"
(Mat. 27:35, 38). "Pilato se sorprendió de que ya hubiese
muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya
estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo
a José," Los soldados romanos certificaron a Pilato que
Jesús estaba realmente muerto antes de que él entregara
el cuerpo para su entierro (Marc.15:44-45). Los soldados
romanos guardaron la entrada a la tumba. Ningún
hombre, muerto o vivo, habría podido entrar o salir de
esa tumba sin el conocimiento de él.
Tanto José como Jesús fueron reconocidos después
de la muerte.
Consideraban a José muerto por 21 años, y cuando los
hermanos de José fueron a Egipto buscando alimentos, él
los estaba esperando. Sin embargo, él no esperaba para
vengarse, sino para darles alimentos. Él era su salvador
después de 21 años de ser considerado muerto. A Jesús
sus propios hermanos y los miembros de la familia de Israel
lo reconocieron, después de su resurrección de la muerte.
"lo vieron y lo adoraron." Dos de sus discípulos lo
reconocieron en el camino a Emmaus (Luc.24). Tomás
enfático declaró que él no creería en el resurrección hasta
que él viera a Jesús con sus propios ojos, y puso sus manos
en las heridas del clavo y toco su costado. El mismo Tomás
parado en la presencia física de Jesús exclamo: "mi Señor
y mi Dios" (Jn.20:24-31). Otro agnóstico dio su testimonio
después de ver a Jesús. "Porque primeramente os he
enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las
Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce.
Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez,
de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.
Después apareció a Jacobo; después a todos los
apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me
apareció a mí" (1a.Cor.15:3-8). (continuará...)
Aprendiendo del
Profeta Elías “LA VIÑA DE NABOT...” 1a.Rey.20
“Elías apareció en la escena de la acción pública
durante una de las horas más oscuras de la triste historia de Israel”.
Por raro que parezca, nuestra sorpresa va en aumento
cuando leemos que vino un profeta a Acab, diciendo: "Así
ha dicho Jehová: ¿Has visto esta grande multitud? He
aquí Yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas
que Yo soy Jehová” (v. 13). Y en lo que sigue vemos el
cumplimiento de esa predicción: "Y salió el rey de Israel, e
hirió la gente de a caballo, y los carros; y deshizo a los
sirios con grande estrago” (v. 21); así pues, la victoria fue
para Acab y no para Benadad.
Y este incidente no es único, por cuanto la siguiente
cosa que leemos es que llegándose luego el profeta al rey
de Israel, le dijo: Ve, fortalécete, y considera y mira lo que
has de hacer; porque pasado el año, el rey de Siria ha de
venir contra ti” (v. 22). Parece raro en gran manera que el
Señor fuera en ayuda de un hombre como Acab. La
predicción se cumplió de nuevo, por cuanto Ben-adad
volvió con fuerzas tan inmensas que el ejército de Israel
parecía "como dos rebañuelos de cabras; y los sirios
henchían la tierra” (v. 27). Una vez más, un profeta fue a
Acab y le dijo: "Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han
dicho, Jehová es Dios de los montes, no Dios de los
valles, Yo entregaré toda esta grande multitud en tu mano,
para que conozcáis que Yo soy Jehová” (v. 28). El resultado
fue que "mataron los hijos de Israel de los sirios en un día
cien mil hombres de a pie” (v. 29). Mas, debido a que Acab
permitió que Ben-adad escapara, otro profeta le anunció:
"Tu vida será por la suya” (v. 42).
La hora en que Dios destruiría a Acab y a todos los que le
seguían en la idolatría no había llegado todavía. La
venganza divina; llegó, no por mano de Ben-adad, sino de
Hazael. Pero, si no había llegado la hora de la retribución,
¿por qué se permitió a Ben-adad el amenazar la tierra de
Samaria?. Es la respuesta a esta pregunta la que arroja luz a
todo el problema. El "día del Señor” se retrasa porque Dios
es paciente para con sus elegidos “no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2a.Ped.3:9-10). Las ventanas del cielo no
se abrieron derramando el diluvio devastador hasta que Noé
y su familia estuvieron a salvo dentro del arca. El fuego y el
azufre no cayeron sobre Sodoma, hasta que Lot hubo salido
de ella: “Nada podré hacer (dijo el ángel destructor) hasta
que allí hayas llegado” (Gén.19:22). (continuará...)
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