2. Muchas veces hemos
escuchado las frases
“mi alma gemela”, o
“mi otra mitad”. En
Latinoamérica es
muy común
denominar al cónyuge
o novio como “mi
media naranja”. Esto
refleja la idea que se
tiene de la pareja……
3. Se entiende que una
buena pareja es el
afortunado encuentro
de dos mitades.
Podemos encontrar en
todo el mundo el mismo
simbolismo
asociado,
por ejemplo, con las
dos mitades de un
corazón.
4. . . Sin embargo, ninguna de estas imágenes debe producir entusiasmo. Por
el contrario, deben producir preocupación. La peculiar matemática del
amor, esa de la media naranja, quiere hacernos creer que para formar una
pareja se necesita el encuentro fortuito de dos seres humanos partidos por
la mitad.
Es preferible no utilizar esa definición, porque alimenta malentendidos Y
PRODUCE SUFRIMIENTO.
5. Es preferible ver a la
pareja como al conjunto
de dos individuos que
libremente eligen viajar
juntos por la vida y que
ambos entienden que son
dos personas
completamente
diferentes y únicas, con
distintas personalidades,
emociones, deseos,
propósitos, creencias y
pensamientos.
6. Contradiciendo a la teoría de la naranja, es preferible no estimular la
búsqueda de una persona considerada como una mitad suplementaria sino el
encuentro de otra persona completa. Una persona que nos atraiga, conmueve
y transporte a una mejor manera de ser nosotros mismos.
7. No otra mitad, una media
naranja, sino tal vez una
hermosa e interesante
manzana.
Los seres humanos, como las
frutas, venimos en diferentes
sabores, texturas, tamaños y
tipos. Cuando dos personas se
encuentran y comienzan la
infinita tarea de construir una
pareja funcional, pronto
descubren que no suplen sus
necesidades. Es imposible
definir el amor, simplemente
hay que expresarlo.
8. Se expresa más fácilmente
cuando los enamorados se
conceden mutuamente un
espacio en sus corazones,
reconociendo la existencia del
otro como singular y diferente.
En ese juego sagrado e
interactivo aprendemos a
compartir afinidades y
diferencias, alimentándonos
como individuos y como
miembros de una pareja. Una
pareja que sufre puede dejar de
sufrir, es decir, puede
transformarse en una pareja
funcional. Para ello, solamente se
necesitan tres ingredientes:
Compromiso, dedicación y amor.